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III. LOS PRESOCRÁTICOS
1. LA FILOSOFÍA PRESOCRÁTICA ES COSMOLOGÍA
Los presocráticos fueron los primeros filósofos, aquellos que entre el siglo VI y V a.C.
ofrecieron una explicación alternativa al mito. ‘Pre-socrático’ significa «anterior a
Sócrates», ¡pero no debe entenderse “anterior” solo en sentido temporal!, pues de hecho
algunos presocráticos, como Anaxágoras, fueron contemporáneos a Sócrates. ‘Pre-
socrático’ hace más bien referencia a un modo de hacer filosofía que cambiaría con
Sócrates y que se caracteriza por 1) el estudio del cosmos y 2) la pregunta por su principio
constitutivo (arché): 1. Solo les preocupa la Physis, que suele traducirse como
“naturaleza” y se refiere a todo lo que existe –sin haber sido creado por el ser humano-,
razón por la cual, Aristóteles les llamaba physikoi (físicos). La Physis (o naturaleza) es
además el Kosmos (orden), y por eso, se dice que la filosofía presocrática es cosmología.
2. Se preguntan por el arché o principio constitutivo del que todo –el cosmos- está
hecho, del que todo procede y al que todo desemboca. Por todo esto, los presocráticos
son como esos astrónomos y físicos teóricos de hoy, que hablan del Big Bang, el Big
Crunch, la materia oscura y todas esas cosas.
2. SU PRINCIPAL PROBLEMA: EL PROBLEMA DEL ARCHÉ
Los presocráticos no pusieron en duda en ningún momento la existencia del arché.
Pero ¿Por qué? ¡¿Por qué tiene que existir el arché?!
Los griegos consideraban un principio evidente y
fuera de toda duda que «Nada proviene de la nada», o sea,
que lo real-existente (el cosmos) no puede provenir de lo no
real o inexistente (la nada), sino que debe provenir de algo
real-existente previo: una realidad primigenia que siempre
ha existido y es origen y principio constitutivo de todo, ¡y
esto es el arché!. Por tanto, necesariamente el arché existe.
De esta manera, lejos de preguntarse si existe o no el arché, se preguntan cuál es el arché,
y concretamente, cuál es su naturaleza y su número. Éste es el problema principal de los
presocráticos, que es el llamado «problema del arché», y se formula así: ¿Cuál es el
principio constitutivo de lo real, del que proviene todo y en el que todo acabará? -¿Son
los cuatro elementos o los átomos o qué? ¿Y se trata de una cosa o de muchas?-
Además, abordan otros problemas. A) El problema del cambio (y la permanencia):
¿Cómo es posible el cambio? ¿Existe realmente? B) El problema de la unidad y la
multiplicidad: ¿Cómo es posible la multiplicidad? ¿Existe realmente? B) El problema
de las fuentes del conocimiento: ¿Qué proporciona realmente conocimiento? ¿Los
sentidos o la razón? La relación entre esos problemas es en esquema:
3. PROPUESTAS DE SOLUCIÓN
En el desarrollo del pensamiento presocrático, Parménides ocupa un lugar central,
hasta el punto de que hay un antes y un después de él, como vamos a ver. Pero antes
debemos advertir que las fuentes documentales de los presocráticos son pocas y poco
fiables, pues lo que nos ha llegado de ellos es (i) poco y (ii) a través de intermediarios.
(i) Escribieron libros, pero no nos ha llegado ninguno entero, sino solo fragmentos y en algunos
casos solo palabras e incluso nada, y (ii) ninguno de los escritos que conservamos es de su puño
y letra, sino que son o citas (presuntamente) literales o comentarios sobre sus ideas y sus vidas.
3.1. ANTES DE PARMÉNIDES
A) Escuela de Mileto: Thales, Anaximandro y Anaxímenes
Se llaman “escuela de Mileto” porque sus miembros eran
de Mileto y eran maestro y discípulo respectivamente:
Thales –que es el primer filósofo de la historia- fue maestro
de Anaximandro, y éste lo fue después de Anaxímenes.
Cada uno dio una respuesta distinta al problema del arché:
Thales identificó el arché con el agua, Anaximandro con
el apeiron (lo ilimitado) y Anaxímenes con el aire.
B) Heráclito
A Heráclito le llamaban “el oscuro”, y no es de extrañar, por las ideas que sostuvo.
Destacan dos tesis metafísicas -acerca de la realidad-: 1. El mundo es puro cambio, de
manera que en la Physis no existen “cosas” en el sentido de cuerpos consistentes, sino
que solo hay procesos, actividad. Esto lo expresó con dos frases célebres: «Panta rhei»,
“todo fluye”, nada permanece; y «No nos bañamos dos veces en el mismo río» (pues entre
tanto, ha cambiado el agua ¡y nosotros mismos!). 2. El arché o principio constitutivo de
todo es la lucha de contrarios (Día Vs Noche, Guerra Vs Paz), representada con la
metáfora del fuego. Quizás en respuesta a alguna crítica –que señalaba cosas que parecen
permanentes, como esta botella de la que estoy bebiendo agua-, Heráclito añadía que todo
lo “permanente” es apariencia que surge de que se equilibran fuerzas contrarias, algo
parecido a lo que ocurre con nuestro
cuerpo –diría yo-: parece que permanece
el mismo a lo largo del tiempo, pero solo
porque se le agrega tanto nuevo cuanto
viejo va muriendo a nivel celular.
En conformidad con ello, Heráclito sostuvo las siguientes dos tesis epistemológicas -
acerca del conocimiento-: 1. El mundo no es susceptible de conocimiento verdadero
(necesario y permanente) –porque no hay nada necesario y permanente y se entiende que
el auténtico conocimiento es necesario y permanente-. 2. Solo los sentidos son fuente
fiable de conocimiento, y la razón no –pues, según Heráclito, mientras que si aceptamos
lo que nos dicen los sentidos, la realidad es dinámica, si aceptamos lo que nos dice la
razón, es estática-.
C) Pitágoras y los pitagóricos
Según los pitagóricos, los números son los componentes básicos de la realidad: no es
solo que la realidad sea numerable –y pueda ser contada: «una mesa, cuatro sillas,…»-,
sino que está compuesta realmente de números, está “hecha” de números. Sin embargo,
esto no significa que si descomponemos una cosa en sus
elementos más básicos –o miramos a través de un microscopio-
, lo que encontramos son números como el “1”, el “3” o el “5”.
Más bien encontraríamos puntos y combinaciones de puntos,
que Pitágoras y sus seguidores identifican con los números. Según ellos, cada número se identifica con un punto y la unión de puntos origina
espacios y figuras: dos puntos originan una línea, tres puntos, una superficie, y cuatro,
un volumen; ¡y a partir de estos cuatro primeros componentes se origina todo!
¿Los números son el arché, entonces? No. Si bien la
realidad está compuesta de números, éstos son resultado de la
dualidad de “lo ilimitado” y “lo limitado” que consideraban,
respectivamente, como “lo par” y “lo impar”, “lo izquierdo” y “lo
derecho”, “lo femenino” y “lo masculino”, “lo malo” y “lo bueno”.
Según Pitágoras, en el principio solo existía lo Ilimitado y cuando Dios le impuso un
límite, creó todas las cosas o unidades mensurables y surgió el Cosmos. Así pues, la
dualidad Limitado – Ilimitado es el arché o principio constitutivo de la realidad. Esta
dualidad genera las leyes matemáticas (como el teorema de Pitágoras), que son las leyes
naturales que rigen el cosmos y le dan la estructura que tiene: el movimiento de los
planetas, las estaciones del año, y el universo en su totalidad está gobernado por
relaciones numéricas armoniosas (proporciones matematizables).
Además, Pitágoras tenía una concepción dualista del ser humano, según la cual
el humano está formado por dos sustancias o tipos de cosas completamente distintos, que
son el cuerpo y el alma. Identificaba el alma con la esencia del ser humano,
considerándola como un elemento de origen divino que da al humano toda su valía,
mientras que el cuerpo es como una cárcel en la que aquella está encerrada. Según
Pitágoras, el alma no muere con el cuerpo (inmortalidad) y cuando el cuerpo muere, el
alma –si es impura- ocupa otro cuerpo (reencarnación), pudiendo incluso ocupar el
cuerpo de animales e incluso de algunos vegetales (metempsicosis). El objetivo de la
vida es librarse del ciclo de reencarnaciones, y la única manera de conseguirlo es llevar
una vida contemplativa y observar ciertas normas.
¿Por qué lo par
es ilimitado? Pq
su división no
tiene límite, pues
es divisibles por 2
siempre de nuevo.
3.2. PARMÉNIDES Y “LOS SUYOS”
Parménides sostuvo sus ideas en el llamado poema de Parménides.
Todo su pensamiento parte del principio ontológico según el cual: «Lo que es,
es, y lo que no es, no es», que viene a decir que (a) solo el ser es posible, y (b) el no ser
es imposible, o sea, que: a) el ser (estático y único) es lo único que existe y b) el no-ser
(nada) no existe y es imposible, por impensable. Como consecuencia de ello, el cambio
y la pluralidad no existen, porque implican no ser. Su razonamiento es: como el cambio
consiste en el paso del no-ser al ser, o del ser al no-ser, y como el no-ser no existe –ni
puede existir-, el cambio es imposible. Igualmente, como la pluralidad (o multiplicidad)
consiste en distintos seres entre los que hay un vacío, que es un no-ser, y como el no-ser
no existe –ni puede existir-, la pluralidad (o multiplicidad) es imposible. En resumen, por
tanto, los rasgos del ser son: que es estático
o inmutable y que es único o completamente
lleno, en el sentido de que es un solo basto
bloque, que no está constituido por partes.
Esto significa que…
En correspondencia con ello, Parménides sostuvo la tesis epistemológica de que
mientras que la razón proporciona verdadero conocimiento (episteme), los sentidos solo
proporcionan mera opinión (doxa); o sea, que la razón es capaz de desvelarnos la realidad
tal y como es, mientras que quien se guía por los sentidos solo obtiene apariencias.
De esta manera, planteó la conocida como
«aporía eleática», según la cual mientras que los
sentidos nos dicen que la pluralidad y el
movimiento existen, la razón nos dice que son
imposibles, y ambas supuestas verdades resultan
igualmente evidentes, de manera que una tiene
tanta fuerza como la otra, pero las dos a la vez son
imposibles porque se contradicen.
Una aporía consiste en dos
afirmaciones que, siendo
igualmente evidentes, sin embargo
se contradicen mutuamente, de
manera que tienes que defender
las dos pero no puedes. La aporía
de Parménides se llama “eleática”
porque el filósofo era de Elea.
Esta aporía la reforzó un discípulo de Parménides llamado Zenón de Elea,
elaborando para el caso distintas paradojas conocidas como «paradojas de Zenón».
Entre ellas, destaca la paradoja de la carrera, según la
cual un corredor nunca podrá alcanzar la meta -¡y ni
siguiera podrá moverse de la salida!-, puesto que para
alcanzar la meta, primero tendrá que alcanzar el punto
medio del trayecto, pero para alcanzar éste, aún tendrá
que llegar a la mitad del nuevo trayecto, y para llegar a
ésta, debe llegar a la nueva mitad, y así hasta el infinito.
ccc
Otra famosa es la paradoja de Aquiles y la tortuga, donde Aquiles, “el de los
pies ligeros”, y una tortuga, de proverbial lentitud, se enfrentan en una carrera
de velocidad, en la que Aquiles le deja unos metros de ventaja a la tortuga.
Según Zenón, Aquiles nunca alcanzará a la tortuga, siempre y cuando ésta
continúe avanzando, porque siempre que Aquiles llegue a la posición que
ocupaba la tortuga, ésta se habrá desplazado algo –por poco que sea-, de manera
que cuando Aquiles vuelva a alcanzar la nueva posición que ocupaba la tortuga,
ésta habrá vuelto a desplazarse, y así hasta el infinito.
Cuestión: ¿Cómo puede uno moverse de un punto a otro, si el espacio es infinitamente divisible?
John Stuart Mill (s. XVIII) dijo que la paradoja se basaba en una confusión entre infinita divisibilidad e infinito: un espacio infinitamente divisible no es un espacio infinito (que no puede recorrerse en un tiempo finito). Pero no todos están de acuerdo.
3.3. DESPUÉS DE PARMÉNIDES
La filosofía posterior a Parménides es un
intento de responder al reto que plantea la
aporía eleática (intensificada por Zenón). Los
filósofos de este periodo logran conciliar (i) el
principio ontológico de Parménides, que exige
la razón, con (ii) la existencia del cambio y la
pluralidad del mundo que nos muestran los
sentidos, pero para ello necesitan mantener el
pluralismo: el arché consiste en varios tipos de
realidades, y no en una (monismo), como decían
los milesios o Heráclito, ni en dos (dualismo),
como defendía Pitágoras.
A) Empédocles
Empédocles defiende que el arché son los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego, y
que existen dos fuerzas cósmicas originarias: el amor, que es fuerza de atracción, que
une, y la discordia, que es fuerza de repulsión, que separa. El cosmos es resultado de la
acción de las fuerzas cósmicas sobre los cuatro elementos. De esta manera, las cosas y
los cambios que observamos en el mundo son meras combinaciones de los cuatro
elementos, que no implican un paso del no ser al ser, y viceversa. Así, por ejemplo,
no existe la muerte entendida como un “ir hacia la nada”
y por tanto, pasar del ser al no ser, porque es imposible,
como decía Parménides. Pero sí existe la muerte
entendida como separación de los elementos, que no
conlleva paso del ser al no ser: los cuatro elementos que
conforman el organismo siguen siendo –siempre igual-,
pero ahora dejan de estar juntos o en la misma proporción.
B) Anaxágoras
Anaxágoras sigue un esquema idéntico al de Empédocles. Defiende que el arché son lo
que llama «semillas» (spermata u homeomerías): partículas de sustancias y cualidades
infinitamente pequeñas, que hay de todo lo que existe, ya sea rojo, madera, oro,
humano,…, y que son por tanto, innumerables. Cuando dichas semillas se unen y se
separan, se hacen y deshacen los seres que forman el universo. Por eso, al igual que para
Empédocles, solo existe el
cambio bien entendido, y
no como paso del ser al no-
ser y viceversa.
«ninguna cosa nace ni muere, sino que a
partir de cosas que son se produce un proceso
de composición y de división; así, para hablar
correctamente habría que llamar
“componerse” al nacer, y “dividirse” al morir»
«Todo está en todo»
En todos y cada uno de los seres se encuentran todas las semillas que hay, solo que, dependiendo del
tipo de ser del que se trate, predominan unas semillas u otras. Así, por ejemplo, en los seres humanos
se encuentran semillas de estrella, de alga, de rojo, de río, y de todos los seres del universo, pero
predominan las de ser humano.
Según Anaximandro, en el origen del cosmos, todas las semillas se encontraban
juntas mezcladas en una masa compacta única. Entonces, las semillas se
separaron y se unieron, generándose así los distintos seres y el cosmos en
general. Y esa separación y unión tuvo lugar cuando una inteligencia divina
(Nous) les dio movimiento. Esta es la única función de Dios según el filósofo.
C) Los atomistas. Demócrito
Demócrito, y los atomistas en general siguen un esquema parecido al de Anaxágoras y
Empédocles. Defienden que el arché está constituido por átomos entre los que media el
vacío. Los átomos son partículas elementales, indivisibles, de las que están
hechas todas las cosas. Son infinitos y están en movimiento en el vacío desde
la eternidad. Cuando los átomos se unen y se separan, se hacen y deshacen
los seres que forman el universo. El vacío juega un papel
fundamental, haciendo posible el movimiento y la pluralidad. Pero
¿Cómo puede el vacío, que es un no-ser, ser? ¡¿No es un
contrasentido, como denunció Parménides?! Los atomistas
afirman que el vacío “es” en el sentido de que “existe”, pero no en
el sentido de que “es una cosa”, y solo en este sentido es
autocontradictorio afirmar que «el vacío es».
En consonancia con lo anterior, los atomistas
defendieron un modelo mecanicista de la naturaleza: el
universo no sigue un plan ni tiene finalidad alguna
(establecida por alguna inteligencia divina), sino que
solo hay materia y movimiento. Esta doctrina será
ampliamente compartida en la Edad Moderna, y se le
añadirá que la naturaleza es como una máquina en su
estructura y su funcionamiento.
Esquema explicativo común a todos los pluralistas
‘Átomo’ significa
literalmente «no-
divisible» (á-tomo)