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Revista Mexicana de Psicología, Diciembre 2007 Volumen 24, Nlimcro 2, 165- 173
LA DEPRESiÓN Y SU RELACiÓN CON LA VIOLENCIA DE PAREJA
Y EL CONSUMO DE ALCOHOL EN MUJERES MEXICANAS
DEPRESSION, PARTNER VIOLENCE, ANO ALCO HOL CONSUMPTION BY WOMEN IN MEXI CO
GUILLERMINA NATERA REY,' FRA CISCO J UÁREZ GARCIA, MARIA ELENA MWINA-MoRA ICAZA Y MARCELA TIBURCIO SAINZ
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, México
Resumen: En varias invesligaciones se reportó que la depresión predice la frecuencia e intensidad del consumo de alcohol, en mayor grado entre mujeres que entre hombres. La depresión a su vez está vinculada con la violencia de pareja y el consumo de alcohol se relaciona con un incremento de dicha violencia. En México, estos fenómenos por si mismos alcanzan prevalencias importantes, pero se desconoce cómo se comporta esta trilogía de factores. El objetivo de este trabajo fue desarrollar un modelo predictivo de la relación entre la depresión en mujeres, con la violencia de pareja y el riesgo que representa el consumo de alcohol, así como antecedentes de violencia en la familia y variables sociodemográficas. Los datos se lOmaron de la Tercera Encuesta Nacional de Adicciones de población urbana entre los 18 y 65 años de edad . Para este trabajo se consideraron a las mujeres que respondieron que tenían pareja al momento de la encuesta, que contestaron la escala de depresión CES-D y la Escala de Violencia de Pareja, así como datos referentes a su consumo de alcohol y variables sociodemográficas. Además se realizó una entrevista cara a cara y bajo estricta confidencialidad . El tamaño de la muestra ponderada correspondió a 5,788,670 mujeres. En el modelo evaluado ni la edad, ni el nivel económico, ni el número de años estudiados fueron variables significativas de riesgo o predictoras de la depresión. En cambio los predictores fueron: a) el propio consumo de alcohol de la mujer y tener problemas con su pareja; b) antecedentes de violencia en la familia de origen ; y c) la violencia por parte de la pareja tanto física como verbal eslanda presente el alcohol. Palabras clave: depresión en mujeres, consumo de alcohol, violencia famiHar
Abstract: In various studies it was found lhat depression is a reliable predicLOr of both the frequency and intensilY of alcohol consumplion, particularly among women. Depression is related to paTtner violence and alcohol intake is related lo an increase in violen ce. 80th of lhese are prevalent in Mexico, yet it is nol known how this lrilogy offactors interrelales in Lhis counlry. The purpose ofthis study was LO develop a model that could predicl the relationship between women's depression. partner violence and the risk that alcohol consumption poses for partners, the presence of alcohol in the act of violen ce as well as antecedents of violence in lhe family of origin and sociodemographic variables. Data were drawn from lhe Third NaLional Addictions Survey on urban popularion between 18 and 65 years of age. This study included women who reporled having a husband or partner al the time of the survey and answered Lhe CES-D Depression cale and lhe Couple Violence Seale, and provided data aboul their alcohol consumption and socio-demographic variables. Interviews were also conduced. The weighted sample size was of 5,788,670 women. Results showed thal neither age nor socio-economic level, nor educalional levels were predictors of depression. The reliable predictors were a) women's alcohol consumption and problems with their partners, b) antecedents of violence in the family or origin, and c) vio lence rrom their pariners, either physical or verbal, couplcd with lhe presence of alcohol. Key wQrds: women's depression, alcohol consumption, parlner violence
1 Jefa del Departamento de Investigaciones Psicosociales del Instituto NacionaJ de Psiquiatría Ramón de la Fuente. Dirigir correspondencia a: Dra. GuiJl ermina Natera Rey. CaJzada México-Xochimilco No. 101, Col. San Lorenzo I-Iuipulco. Delegación Tlalpan. Col). 14370. México, D. F. Dirección de correo electrónico: [email protected] .mx
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Establecer la compleja relación entre el abuso de alcohol y los efectos adversos en el campo de la salud y en el social es un imperativo para proteger tanto a las poblaciones susceptibles al consumo excesivo como a las personas que son vulnerables al riesgo de verse afectadas por el consumo de aquellos. Una de estas consecuencias se observa en el campo de la familia, ya que el consumo puede derivar en violencia fisica, emocional o sexual. Desde una perspectiva de salud púbUca, las evaluaciones son necesarias no sólo para comprender mejor el fenómeno, sino también para orientar más claramente los esfuerzos de prevención.
Investigaciones a nivel internacional han reportado la presencia de depresión como predictora tanto de la frecuencia como de la intensidad del consumo de alcohol, más entre las mujeres que entre los hombres. A su vez, se reportó que la depresión está altamente vinculada con la violencia de pareja mientras que el consumo de alcohol es un factor que incrementa la violencia y la depresión en las mujeres. Cuando se relacionan estos datos se observa que el riesgo de sufrir depresión siendo víctima de violencia de pareja es cuatro veces más eleva
da (Medina-Mora, Berenzon, & Natera, 1999), y que el abuso flSico y de alcohol son factores que se relacionan y se reproducen (Natera,Juárez, Medina-Mora, & Tiburcio, 2007; Natera, Tiburcio, & Villatoro, 1997).
Mundialmente, el consumo de a1cohol y la violencia de pareja oscila entre 15% enJapón y 71% en Etiop[a (Wor1d Health Organization, 2006). México ocupa un lugar intermedio con una prevalencia de violencia hacia la mujer de 45%, aunque en algunos estados alcanza el 61% (Instituto Nacional de Estadistica, Geografía e Informática, lNl:GI, 2006, Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, ENDlREH). Mientras que el abuso/ dependencia al a1cnhol existe en el 9.3% de la población urbana masculina y es considerablemente menor entre las mujeres (0.7%), en la población rural la relación es de 10.05% y de 0.4%, respectivamente (Encuesta Nacional de Adicciones, ENA, 2002). El riesgo de violencia es 3.3 veces más alto cuando el varón se emborracha todos 10s días que cuando no consume alcohol (Natera et al., 1997).
En los servicios nacionales de salud, que corresponden a la seguridad social y a la SSA, el 15.6% de las mujeres presenta malestar emocional asociada a la violencia de género, sin embargo no se registra si el consumo de sustancias está involucrado, situación que se ha reporta-
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M exicana de PsicologíOJ
Natera Rey et al.
do a nivel internacional como una forma de afrontar la violencia y la depresión (Valdés-Santiago et al., 2006). En México, estos fenómenos por sí mismos presentan prevalencias importanles, sin embargo no se conoce cómo se comporta esta trilogia en conjunto. A nivel internacional está ampliamente documentado el consumo de alcohol por parte de los hombres y la violencia hacia la mujer (Chermack & Taylor, 1995; Gómez-Dantés, VázquezMartínez, & Fernández-Cantón, 2006; RamírezRodriguez, 2006). Sin embargo, pocos estudios se han orientado a evaluar el vinculo entre el consumo de alcohol de la mujer, la violencia de pareja y otros sin tomas emocionales que sao más frecuentes entre las mujeres que entre los hombres (Dixit & Crum, 2000; Hesselbrock, Hesselbrock, & Workman, 1986; Wilsnack, Klassen, &hur, & Wilsnack, 1991).
En estudios de laboratorio se obse.rvó que el uso de alcohol debilita la atención y reduce la percepción de riesgo (Cherrnack & Taylor, 1995). De acuerdo con esta perspectiva, el abuso de sustancias facilita la violencia por parte de la pareja debido a que este consumo influye sobre la capacidad de juicio y las habilidades para la toma de decisiones. En las mujeres que están intoxicadas puede haber una reducción en la capacidad para reconocer señales de alerta, así como un efecto negativo en la capacidad para actuar de manera rápida ante situaciones violentas o para escapar del peligro. Sin embargo, una Umitación importante de estos estudios es que no permiten determinar si el uso de sustancias conlleva a ser víctima de violencia o si puede ser una consecuencia de la victimización (Bumam et al., 1988; Miller & Downs, 1993; Testa & Leonard, 2001).
Otra forma en que el uso de sustancias puede incrementar el riesgo de sufrir violencia es a través de los efectos acumulativos del consumo en el funcionamiento familiar, el grado de satisfacción con la relación de pareja y la ausencia de patrones de conducta que pennitan enfrentar positivamente el estrés y los conllictos en estas relaciones. Los estudios han demostrado que los problemas relacionados con el uso de sustancias conllevan a un incremento en la intensidad en los desacuerdos dentro del matrimonio (Leonard & Roberts, 1998). Otros autores sugieren que las mujeres pueden recurrir al uso de sustancias como una forma de enfrentar el dolor fisico y psicológico que se asocian con una agresión. En el único estudio en el que se investigó el orden temporal de esta relación (Testa & Leonard, 2001) se encontró que la ex-
t
Alcohol. violencia. depresión y mujeres
perienda de la violencia se asoció con un patrón de consumo fuerte subsecuente en las mujeres, sin embargo, este tipo de consumo no predijo la victimización posterior, pero sí otros problemas tales como el uso de otras drogas. Existe una asociación entre el consumo por parte de las mujeres y el ejercicio de violencia hacia sus parejas, pero esta asociación desaparece cuando se considera también el consumo del hombre, probablemente debido a que esto facilita que los hombres ejerzan violencia y que la mujer sea la victima (White & Chen, 2002). En otros estudios se reportó que la violencia de las mujeres probablemente tiene como objetivo el defenderse, independientemente de que hayan bebido o no (Adams, 1992; DeKeseredy, 1997;Jacobson et al., 1994;Johnson, 1995; Kimrne~ 2002). Asimismo, si una mujer está deprimida es posible que no sea consciente de los problemas con respeelo a su salud y seguridad, como lo sería en circunstancias "normales", y probablemente sea menos sensible a las normas sociales o puede encontrarse menos capaz de sujetarse a ellas.
Por otra parte, también se ha estudiado la relación entre el consumo de a1cobol y la depresión, relación que aparece con más frecuencia entre las mujeres que entre los hombres (Dixit & Crum, 2000). Es posible que la depresión incremente en las mujeres la probabilidad de beber en exceso. Pocos estudios ban tratado de establecer relaciones temporales entre ambos fenómenos, pero e>tiste evidencia que sugiere que en las mujeres la depresión tiende a aparecer antes que los problemas del consumo (Conner, Siirensen, & Leonard, 2005). Algunas estimaciones indican que la depresión antecede al alcoholismo en un 65% de las mujeres que reciben tratamiento para el consumo de aleo bol (Hesselbrok et al., 1986). Los reportes de pacientes con desórdenes provocados por el consumo de alcohol muestran que las muje.res con depresión comórbida consideran que el alcohol puede ayudarles a aliviar sus síntomas de depresión, sugiriendo que utilizan esta sustancia para potenciar sus estados disfóricos. No obstante, se ha observado que la ingesta de alcohol puede agravar la depresión además de ocasionar otros problemas, en tanto que los sentimientos de desesperanza pueden favorecer la pérdida de control sobre el consumo de alcohol (Abati et al., 2005).
En 2003, en la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (!NEGl, 2003), se reportó que más del 50% de las mujeres señaló el consumo de
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alcohol del cónyuge como causa de.l maltrato, sin embargo, no es común considerar la participación del consumo de a1cobol de la mujer en los eventos de violencia, situación que se sabe ha incrementado, ya que hoy en dia el Centro de Ayuda al Alcohólico y su Familia (CAAF) atiende a 20 mujeres por cada 100 hombres, mientras que en 1976 la proporción era menor (Tenorio, Natera, & Cordero, 2000). En la ENDlREH de 2006 las entrevistadas reportaron que las consecuencias más importantes de los problemas de pareja fueron la tristeza asi como experimentar angustia, miedo o depresión. La Encuesta Nacional de Epidemiologia Psiquiátrica indicó que la prevalencia de consumo perjudicial de alcohol en la población femenina fue de 0.3 y la prevalencia de por vida de dependencia del alcohol del 1 %; en esta misma encuesta también se encontró que la depresión fue el segundo trastorno más importante entre esa población (Medina-Mora et al., 2006). La asociación entre consumo de a1cobol y violencia se ha estudiado en investigaciones realizadas en los servicios de salud del país. En el estudio de Valdés-Santiago et al. (2006) se encontró que el 13.7% de las participantes había sufrido violencia no severa y 7.09% fue víctima de violencia severa; además se identificó que la violencia fue el predictor más importante del malestar emocional (OR= 1.99) Y el riesgo incrementó cuando la violencia fue severa (OR =
3.55). Se observó también que las mujeres que consumen alcohol ocasionalmente tienen un 25% más de probabilidad de tener problemas emocionales (OR = 1.25) Y que este riesgo se incrementa cuando el consumo es una vez al mes (OR = 2.19). En otro estudio se reportó que los principales factores asociados con la violencia de pareja fueron el nivel socioeconómico, el nivel educativo de las mujeres y de sus parejas, el número de años de convivir con la pareja y el uso de alcohol y de drogas ilegales (RM= 2.56), presentando los riesgos más elevados la violencia durante la niñez (RM = 3.40) Y la historia de violación (RM = 5.89) (Rivera-Rivera et al., 2004).
Si bien en los últimos diez años e>tiste más información acerca de la magnitud de la violencia de pareja en el país, son casi nulos los datos que vinculan la violencia, la depresión y el consumo de alcohol en el evento. Dado que la violencia de género es un problema de salud que impacta prácticamente todos los ámbitos de la vida personal y colectiva, su conocimiento es relevante para la distribución de servicios y para planear estrategias de
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prevención. Por lo tanto, el objetivo de este trabajo fue desarrollar un modelo predictivo de la relación entre la violencia de pareja, el consumo de alcohol por parte de la mujer y la presencia del consumo de alcohol en el acto violento, así como los antecedentes de violencia en la familia de origen y variables sociodemográficas.
MtrODO
Participantes
Se tomaron datos provinientes de la Tercera Encuesta Nacional de Adicciones (ENA, 1998), la cual es una encuesta de hogares de población urbana entre los 18 y 65 años de edad. La selección de la muestra se basó en el marco cartográfico de datos a nivel de localidad, manzana, vivienda e individuo con base en las Áreas Geoestadísticas Básicas (AGEB) y el Conten Nacional de Población de 1995 (INEGI, 1995). La muestra fue probabilística, estratificada, con selección de conglomerados en varias etapas del muestren, incluyó la formación de nueve estratos, tres de ellos correspondientes a regiones del país: Ciudad de México, GuadaJajara, Monterrey, Tijuana, CiudadJuárez, Matamoros y las regiones Norte, Centro y Sur.
La muestra probabilística de mujeres que se empleó para este trabajo permitió hacer análisis de datos a nivel nacional ya que está basada en el conjunto de los nueve estratos. Se calcularon dos ponderadores que son equivalentes porque mantienen la misma probabilidad de selección de cada entrevista. El primero es un ponderador promedio que se utilizó para todos los análisis de datos ya que el tamaño de muestra es equivalente al número de entrevistas realizadas, pero con la probabilidad de selección ajustada a cada estrato; el segundo es un ponderador por estrato que se utilizó para representar los datos de la población nacional, por lo que la muestra ponderada representa un total de N = 5,788,670 mujeres.
Instrumento
En la ENA (1998) se emplearon tres versiones del instrumento. En el presente estudio sólo se consideró la escala sobre violencia intrafamiliar que formó parte de la Versión A, derivada de la escala de evaluación del peligro de Campbell (1986), adaptada en un estudio anterior por
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Natera Rey et al.
atera et al. (1997), Y el diagnóstico de depresión se obtuvo a través de laCES-D (Radloff, 1977). Además se utilizó un Manual del Entrevistador, que contenía todos los lineamientos generales a seguir: la técnica de la entrevista, el recorrido sistemático de manzanas, la visita a hogares, la selección de los individuos y el manejo del cuestionario.
Procedimiento
La escala de violencia se aplicó sólo a las mujeres que . cumplieron el requisito de tener o haber tenido pareja al momento de hacer la entrevista. Para ello se capacitó a los encuestadores haciendo hincapié sobre la confidencialidad de los datos y la necesidad de que la entrevista fuera individual .. Además, el trabajo de campo y el Uenado de las encuestas se supervisaron cuidadosamente.
RESULTADOS
Los análisis estamsticos se realizaron con el Paquete Estadistico para las Ciencias Sociales (SI'SS®) para Wlndows venión 11.5 (sPss, 2000).
En su mayoria, las mujeres dijeron tener menos de 10 años de escolaridad (78.8%), no habían trabájado en el último mes (73.6%), se dedicaban a trabajar en el hogar (69.8%), eran menores de 40 años (58.9%), con un ingreso familiar mensual equivalente entre uno y cuatro salarios mínimos (50.8%), vivian con una pareja al momento del estudio (86.2%) y profesaban la religión católica (85.9%). En la Tabla I se muestran las características de las participantes en el estudio.
Se encontró que el 45.7% de las mujeres que tenía pareja al momento del estudio o que tuvieron pareja alguna vez en la vida mencionó haber sufrido algún tipo de violencia por parte de la pareja; el 45.3% de estas mujeres había sufrido violencia fisica y verbal, mientras que el 9.60/0 reportó amenazas de muerte y de suicidio. Por otra parte, el 35.9% presentó el diagnóstico de depresión mediante la escala CES-D y más de la mitad de eUas refirió antecedentes de violencia en la familia de origen. Estos datos se muestran en la Figura 1.
El 2% señaló haber tenido problemas con su pareja debido a su propio consumo de alcohol. La cuarta parte reportó haber recibido violencia fisica y verbal cuando
Alcohol, violencia, depresión y mujeres
Tabla 1
Características de las mujeres con pareja de la Re pública Mexicana que participaron en e l estudio (N = 5, 788, 670')
Oa9 10 o más
F
Años de estudio 4,564,264 1,224, 406
No Sf
Trabajó en los últimos 30 dfas 4,260, 475 1,528, 194
Trabaja fuera de casa Estudiante Ama de casa
18 a 29 años 30 a 39 años 40 a 49 años 50 a 65 años
Ocupación 1, 689, 607
55,680 4,043,383
Edad 1,660, 181 1,750,756 1, 234, 399 1,143,334
Ingreso mensual familiar Menos del salario mfn imo 463, 756 Un salario mínimo 690,830 Hasta 2 veces salario mínimo 2,119,109 2 a 4 sala rios mínimos 1, 545, 891 Más de 5 salarios mínimos 715, 345
Con pareja actual Sin pareja actual
Católica Otra Ninguna
- Datos ponderados.
Estado civil 4, 991,788
541,812
Religión 4,974,889
555,301 258,480
78.8 21.2
73.6 26.4
29.2 1.0
69.8
28.7 30.2 21.3 19.8
8.4 12.5 38.3 27.9 12.9
86.2 9.4
85.9 9.6 4.5
su pareja estaba bebiendo alcohol y 6.2% haber sufrido amenazas de muerte y suicidio en esa misma ituación. En la Tabla 2 se muestran estos datos.
Al revisar la relación de la violencia con la depresión se observaron más mujeres que cumplían con el criterio para tener el diagnóstico de depresión mediante la escala CES-D cuando había antecedentes de violencia en la familia de origen (44.8%) y si reportaron problemas con
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80 53..
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l. • -
Figura 1. Prevalencia de violencia y depresión en mujeres que tienen o han tenido pareja (N = 5, 788, 670'1
Tabla 2
Violencia por parte de la pareja en muje res de la Repú-blica Mexicana (N = 5, 788, 670')
I %
Problemas con la pareja por propio consumo alguna vez
No 5,674, 906 98.0 Sí 113, 763 2.0
Violencia física y verbal No 3165, 530 54.7 Sí, sin alcohol 1, 160,885 20.1 Sí, con alcohol 1,462, 255 25.3
Amenazas de muerte y de suicidio No 5,233,801 90.4 Sí, sin alcohol 198, 497 3.4 Sf, con alcohol 356, 371 6.2
-Datos ponderados.
la pareja por su propio consumo de alcohol (76.5%). En la Figura 2 se muestran estos datos.
Con relación a la violencia por parte de la pareja, más mujeres tuvieron este diagnóstico entre las que estuvieron expuestas a la violencia nsica y verbal, tanto sin que la pareja estuviera bebiendo alcohol (40%), como cuando estaba bebiendo (56.1 %); sólo el 25.6% de las mujeres que presentan depresión no hizo mención de baber su-
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~ de wioIInc:iI en".... ~ con" pwe;. por el propio deorigen' DDJ'IP..mO-
Figura 2. Proporción de mujeres con depresión con antecedentes de violencia y problemas con la pareja debido al consumo de alcohol (n = 876) .• P < .001 , .. P < .01 . Datos ponderados, la prueba de chi cuad rada fue calculada usando el ponderador promedio para reducir el efecto de muestras grandes sobre el resultado del estadfstico de prueba. Los porcentajes representan a mujeres con diagnóstico de depresión por grupos de antecedentes de violencia en la familia de origen y problemas con la pareja por el consumo de alcohol de ellas.
frido violencia. Esta relación se presenta de manera similar con las amenazas de muerte y suicidio, sin alcohol (66.7%) y con alcohol (66.7%), en contraste con el 32.6% de las mujeres que padecían depresión y que no reportaron estas formas de violencia. En la Figura 3 se muestran estos datos.
En el modelo evaluado, el predictor más importante de l.a prohahilidad de presentar depresión en las mujeres estudiadas fue el haber tenido problemas con su pareja debido a su propio consumo de alcohol (OR = 5.87); otros predictores de la depresión fueron los antecedentes de violencia en la familia de origen (OR = 1. 7), la violencia verbal y tisica sin alcohol durante el evento (OR= 1.56) Y con participación del alcohol (OR = 2.79), así como las amenazas de muerte y suicidio, que pueden considerarse el nivel más alto de violencia emocional, sin alcohol (OR = 3.09) Y cuando reportaron que estuvo presente el consumo de alcohol durante este tipo de amenazas (OR= 2.04).
Finalmente, al hablar de la violencia como predictor de la depresión, los antecedentes de violencia en la familia de origen representaron un incremento de 0.7 veces de la probabilidad de presentarla, haber sido víctima de
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70 D No 0 51', ain aIcohaj .SI, con alcohol .. 7601
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Amenazas de muene y auicIdIo'
Figura 3. Depresión y violencia por parte de la pareja (n = 876) • P < .001. Datos ponderados, la prueba de chi cuadrada fue calculada usando el ponderador promedio para reducir el efecto de muestras grandes sobre el resultado del estadístico de prueba. Los porcentajes representan a mujeres con diagnóstico de depresión por tipo de violencia (física y verbal o amenazas de suicidio y muerte).
violencia tisica y verbal incrementó el riesgo .56 veces y con la participación del alcohol esta probabilid¡td aumentó 1.8 veces. Por otro lado, las amenazas de muerte y de suicidio estuvieron asociadas a aproximadamente dos veces más probabilidades de presentar depresión, con y sin alcohol. Para concluir, los problemas con la pareja porque ella consume alcohol aumentaron la posibilidad de cumplir con el criterio de depresión en 4.9 veces. En la Tabla 3 se muestran estos datos.
DISCUSiÓN
El objetivo de este articulo fue conocer la prevalencia de violencia de pareja y su vinculo con la depresión y el consumo de alcohol. Los resultados indicaron que la violencia de pareja en México es un problema familiar muy importante (45.7%); a casi nueve años de haberse levantado los datos, los índices de prevalencia son semejantes a los reportados en 2006 por la encuesta de violencia que fue en promedio a nivel nacional de 43%. Estos datos ubican a México como una región intennedia en cuanto a la magnjtud de la violencia en relación con otros
AJcohol. violencia, depresión y mujeres
Tabla 3
La viole ncia como predictora de la depresión (n = 676)
o a 9 años de estudio Trabaja fuera de casa Edad
18-29 años 30-39 años 40-49 años
Ingreso mensual familiar Menos del salario mínimo Un salario mínimo Hasta 2 veces salario mínimo 2-4 salarios mínimos
5in pareja actual Religión
Ninguna Católica
Antecedentes de violencia en la familia de origen Problemas con la pareja por propio consumo Violencia física y verbal
Sf, sin alcohol sr, con alcohol
Amenazas de muerte y de suicidio Sí, sin alcohol Sí, con alcohol
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Depresión
Odds Ratio Le. 95.0%
.995 .660 - 1.501 1.152 .793 - 1.673
.800 .538 - 1.189
.739 .473-1 .154
.685 .430 - 1.093
1.438 .691 - 2.993 1.203 .611 - 2.369 1.484 .854 - 2.578 1.688 .962 - 2.964 1.052 .653 - 1.693
1.012 .421 - 2.435 1.067 .638 - 1.785 1.697-- 1.233 - 2.337 5.872-· 1.594 - 21.633
1.562-" 1.041 - 2.343 2.790' 1.860 - 4.185
3.088"- 1 .30? - 7.294 2.045·" 1.053 - 3.971
Dato. ponderados; para la regresión logística se utilizó el ponderador promedio para reducir el erecto de muestras grande. sobre el resultado del estadrslico de prueba . • p < 0.001 . .. p< 0.01, - P < 0.05. Xl (8 ) - 2.654. tI - 8, P - .954. Porcentaje de clasificación correcta; No caso - 88%, Caso =
36.6%, Global - 69.7.
países de América Latina (Krug, Dahlberg, Merey, Zwi, & Lozano, 2002)
Ni la edad (entre 18-65), ni el nivel económico o la escolaridad fueron variables predictoras de la depresión, no obstante, se encontró que otras variables relaciona· das con el consumo de alcohol de la mujer y el tener problemas con la pareja aumentaron significativamente la posibilidad de cumplir con el criterio de depresión en 4.9 veces en comparación con las mujeres que no consumian. Asimismo, los antecedentes de violencia en la familia de origen y la violencia física y verbal por parte de la pareja estando presente el alcohol fueron variables significativas. Contrario a lo esperado, la expresión más grave de violencia emocional, esto es, las amenazas de muerte y suicidio, representó un riesgo mayor cuando el
alcobol no estaba presente (OR = 3.09) en comparación a las amenazas con participación del alcobol (OR = 2.04), lo que bace suponer que una persona alcoholizada disminuye la credibilidad de que se cumplan sus amenazas.
Los efectos en la salud emocional de las mujeres, medidos a través de los síntomas depresivos, alcanzaron el 35.9"10, este dato coincide con las prevalencia obtenida en la ENDIREH 2006 (37.5 "lo). Sin embargo, el estudio que aquí se reporta va más allá, al precisar que la presencia del alcohol así como los antecedentes de violencia familiar incrementan el riesgo de depresión en 4.872 y 0.697 veces, respectivamenle. Asimismo, este estudio sugiere que experiencias de violencia en la familia de origen pueden conducir al problema del consumo de sustancias y a una revictimización en la vida poslerior
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adulta en coincidencia con la literatura internacional (Ehrensaft et al., 2003;Jouriles, McDonald, Norwood, & Ezell, 2001; Lipsky, Caetano, Field, & Larkin, 2005). Sin embargo, una de las limitaciones del estudio es que no se conoce si el consumo de alcohol contribuye indirectamente en la sintomatología depresiva al aumentar los niveles de conflicto famiHar, o si el uso de alcohol de la mujer es una respuesta a la violencia de pareja y/ o a una depresión anterior. Otra aportación relevante es que la violencia en la familia de origen puede estar vinculada a los patrones de consumo actual en la mujer, a los síntomas depresivos y a la violencia de su pareja.
Los datos aquí reportados permiten avanzar en la comprensión de la relación entre el consumo de alcohol con otros eventos vinculados a la salud mental de las mujeres, para desarrollar intervenciones y políticas desde una perspectiva de salud púbHca adecuadas al entorno. Una intervención orientada a las mujeres para modificar el consumo problemático de alcohol debe explorar la posible relación con la violencia de pareja y la sintomatologia depresiva; además es necesario averiguar si la depresión puede incrementar el abuso de alcohol. Al respecto, la evaluación de algunos programas de intervención sugiere que la reducción en el consumo contribuye a disminuir la violencia de pareja. Dentro de las violencias, parece ser que las amenazas de muerte y de suicidio, al ser una fanna d.e violencia emocional más fuerte que traspasa la temporalidad del hecho violento, constituyen un indicativo de una tensión mayor, que puede influir de manera más importante en un estado depresivo. A su vez, estos datos sugieren que la evaluación de la depresión puede proporcionar información única para identificar a los pacientes propensos a consumir alcohol en exceso. Es importante que futuros estudios examinen la relación bidireccional, es decir, el papel de la victimización de la mujer pnr el hombre alcoholizado, O si el consumo de alcohol en el evento se expone como víctima a la agresión del otro. Leonard (2005) ha manifestado que hoy en dia es común que la mujer beba con el hombre como una actitud de solidaridad, pero que la situación puede salirse de control. Desde luego, estos datos se incorporan a la discusión a nivel internacional sobre el posible papel del alcohol como causante directo de la violencia, o si por el contrario el alcohol es un factor suficiente, pero no necesario, para desencadenar la violencia; se sabe que muchos factores interpersonales, del contexto, entre otros, intervienen de manera probabilística.
I Revista Yo!.... 24 NÚM 2. OKYUMf~ M exicana de Psicologz
Natera Rey et al.
Los datos presentados en este articulo cobran mayor relevancia con la futura encuesta de adicciones que se llevará a cabo en el 2008, en virtud de que se seguirá la misma metodología e instrumentos, situación que no es fácil lograr por otras instancias para México; y como ha señalado la Organización Mundial de la Salud (WHO, 2006), son pocos los paises que cuantifican de manera sistemática la implicación del alcohol en actos violentos y las diferencias metodológicas entre los estudios complican las comparaciones.
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Trabajo lnvitado
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