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La muerte sin dolor El suicidio y la eutanasia Maurice Verzele

La Muerte Sin Dolor

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Obra maldita

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  • La muerte sin dolorEl suicidio y la eutanasia

    Maurice Verzele

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  • Argitaratzea:Editorial Txalaparta s.l.

    Navaz y Vides 1-278. Postakutxa31300 Tafalla NAFARROA

    Tfnoa. 948 703 934Faxa 948 704 072

    [email protected]://www.txalaparta.com

    Lehenengo edizioaEPO, Blgica, 1995

    Txalapartaren lehenengo edizioaTafalla, enero del 2000

    Copyright Txalaparta para la presente edicin

    Fotokonposaketaarte 4c

    Fotomekanikaarte 4c

    InprimaketaRGM

    I.S.B.N.978-84-8136-156-8

    Lege gordailuaBI. 2.788-1999

    Izenburua: La muerte sin dolor. El suicidio y la eu-tanasiaJatorrizko izenburua: La mort en douceur. Le suicideet leuthanaiseEgilea: Maurice VerzeleItzultzailea: Amaya Echalecu

    Azala: Esteban MontorioIlustracin de portada: Roberto Landeta

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  • Verzele, nos brinda con lucidez y a veces incluso conhumor, la informacin necesaria sobre el modo de ponerfin a la vida.

    Actualmente, la respuesta de la sociedad ante el sui-cidio es impedirlo u ocultarlo, aunque ste forme partede la realidad. Creo que es indispensable contar con lainformacin pertinente para evitar sufrimientos, muertesintiles o para no prolongar aquella vida subjetivamen-te percibida como indigna e indeseable.

    Saber que voy a morir pronto, me da valor escribaMarguerite Audoux (1867-1937). Saber morir es vencer ala muerte escriba Marina Tsvetaeva (1892-1941). Laposibilidad del suicidio sin dolor me da paz y me devuel-ve la alegra de vivir aade Maurice Verzele (nacido en1923).

    El autor no transmite la ms mnima incitacin al sui-cidio. Al contrario, insiste en la responsabilidad, lamuerte sin dolor y la libertad de eleccin; la eleccin

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    Prlogo

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  • de la propia muerte como el ltimo acto de responsabili-dad y libertad de todos y cada uno de nosotros.

    En el contexto jurdico actual es improbable contarcon ayuda mdica, as que este libro puede aportar solu-ciones. M. Verzele, profesor emrito de la Universidad deGante (Blgica) ha trabajado durante ms de cuarentaaos en el laboratorio de Qumica Orgnica, primero co-mo estudiante, despus como investigador cientfico y fi-nalmente como jefe de departamento. Por tanto, est alcorriente de las claves de los productos qumicos.

    El autor merece nuestra credibilidad, pero nunca seinsistir lo suficiente en lo irreversible del acto por muyobvio que esto pueda parecer.

    Miremos a la muerte de frente, con los ojos abier-tos escriba Marguerite Yourcenar. Creo haber encontra-do en este libro un valeroso eco.

    Lon Favyts

    Presidente de la Asociacin RECHT OP WAARDIG STERVEN(Derecho a Morir Dignamente)

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  • Justificacin

    Tenemos derecho a disponer de nuestra propia vida?Es concebible que nos suicidemos o estamos obligadosa aceptar la vida hasta el final, aunque ste sea doloroso,amargo o miserable? La eutanasia es una opcin vlidao debemos tomar medidas para no acabar en el callejnsin salida de la dependencia total de quienes nos ro -dean? Si decidimos poner fin a nuestra vida por nuestrospropios medios y sin la ayuda de los dems, cmo ha-cerlo? qu posibilidades hay? He aqu algunos de los te-mas que se abordan en este libro.

    En l se emplean trminos y nociones qumicas quizincomprensibles para un gran nmero de lectores por loque cuando he credo necesario dar una explicacin qu-mica o tcnica, he intentado que fuera lo ms precisa ysencilla posible. Su lectura permitir comprender mejorlas cuestiones abordadas, pero no es indispensable paraseguir el desarrollo general del libro.

    Cabe preguntarse por qu me he decidido a exponeralgunas reflexiones filosficas, arriesgndome a pecar de

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    1El derecho al suicidio

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  • moralista cuando s que mi disciplina, las ciencias exac-tas, no me dan derecho a tal audacia. En otras palabras:Qu pinta usted aqu? Esto es coto cerrado.

    Creo que todo el mundo tiene derecho a formarse unaopinin sobre las cuestiones esenciales de la vida. Todossomos filsofos. Del criterio del oyente y del lector de-pender el que las ideas expresadas tengan o no algnvalor. Adems, como cientfico, yo podra argumentar:qu hay de todos aqullos que sin la formacin adecua-da hacen de la ciencia una nueva religin y defienden acapa y espada teoras que comprenden slo a medias?.

    Hoy en da, todo el mundo opina sobre el colesterol,las lipoprotenas HD y LD, el peligro de la dioxina, los es-teroides anabolizantes, los cidos grasos no saturados,los liposomas, la relacin testosterona-epitestosterona,el ADN, los radicales libres (perdonen el rollo), el efectoinvernadero, el problema del ozono, los peligros del clo-ro, etc. La publicidad utiliza hbilmente la pseudo-cien-cia. Frases tales como el efecto saludable del oxgenopuro sobre la piel son mentiras desvergonzadas. Cmoosan?

    El hombre actual va aprendiendo que todo tiene rela-cin con la ciencia, la fsica, la qumica y la biologa. Es,sin duda, positivo e incluso indispensable para hacernosuna idea ms exacta de aquello que nos rodea y nos con-diciona. En consecuencia, todos tenemos derecho a in-formarnos. El problema se presenta cuando grupos depresin entran en liza y envan paquetes- bomba ponien-do en peligro vidas inocentes, para defender puntos devista acerca de los que ni los cientficos ni los expertos seponen de acuerdo o incluso tienen opiniones diametral-mente opuestas. Si tanta gente se ocupa sin razn y has-ta el absurdo de la ciencia y sus soluciones, por qu yono puedo filosofar un poco?

    Si tuviera que justificarme, dira que he escrito estelibro porque cuando te jubilas, lgicamente comienzas

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  • a pensar ms a menudo en la ltima puerta que tequeda por franquear. Fue as como ca en la cuenta deque pese a ser qumico, llegado el caso no sabra exac-tamente cmo poner fin a mis das. Tras estudiar el te-ma, pens que deba dar a conocer la informacin reco-gida.

    Introduccin

    A lo largo de la vida, al nio, al adolescente y al adul-to, se le abren sucesivamente muchas puertas llenas denuevas posibilidades y de una diversidad deslumbrante.Rpidamente se van cerrando una tras otra: la edad desubirse a los rboles y pescar cangrejos pasa en un abriry cerrar de ojos, el primer beso, el primer coche, aprendera montar en bicicleta, a nadar... todas esas cosas maravi-llosas no pueden hacerse ms que una sola primera vez.Pronto esto no es posible porque ya se hizo, luegoaquello ya no nos atrae, un poco ms tarde se tienendemasiados aos para tal cosa y finalmente no queda si-no esa ltima puerta, la puerta hacia el ms all. Empu-jmosla con dignidad y en paz con nosotros mismos. Evi-temos la desesperacin y la humillacin de una depen-dencia exagerada. Seamos nosotros quienes elijamos elmomento supremo; decidamos serenamente sobre nues-tra muerte sin importunar a alguien para que nos ayude.Esta obra trata el tema del suicidio y explica los mtodospara lograrlo dulcemente.

    Muchas personas evitan hablar de la muerte y del sui-cidio. Si llega el caso, se ponen nerviosas y cambian detema. Se asustan ante la palabra eutanasia, como sipor el solo hecho de nombrarla, se pudiera materializar.En cierto modo, temen que una discusin sobre un actotan irreversible pueda incitarles a llevarlo a cabo. Eviden-temente estn en un error. Evitando el problema o ne-gndose a hablar de l no van a lograr que desaparezca.La muerte es demasiado importante como para ignorarla

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  • y hasta el suicidio debera ser objeto de un debate claroy directo. Uno de los objetivos de este libro es combatirestos tabues.

    Es obvio que tambin hay personas dispuestas a con-versar sobre ello y en esos casos, invariablemente, sor-prende la ignorancia del ciudadano medio sobre los m-todos prcticos para llevarlo a cabo. Por ejemplo, respec-to a los venenos, abundan las ideas ms estrambticas yfantasiosas. Por otro lado, numerosos mdicos, farma-cuticos e incluso qumicos conocen los mtodos paralograr una muerte sin dolor, o sea, que existe un abismoentre estos iniciados y el resto de los ciudadanos. Me pa-rece una situacin intolerable.

    Si se aborda el tema de manera explcita y precisa co-mo en este libro, con frecuencia te enfrentas a reaccionesde indignacin. Pero... es horrible, terrorfico! clle-se!. Con todo, a menudo hay alguien que retoma elasunto preguntando: Cmo ha dicho? Ha escrito algosobre ello?. O te dicen: No es el tipo de lectura apro-piada para un depresivo como yo, pero aun as me alegrode tener su libro.

    Los primeros captulos abren el debate sobre culesson las circunstancias en las que el suicidio est justifi-cado. No es necesario aclarar que las opiniones expues-tas son absolutamente personales. Se han publicado nu-merosos libros y artculos sobre el tema, pero los ms an-tiguos no son lo suficientemente explcitos y algunos delos ms recientes defienden puntos de vista que no sus-cribo o que no se adaptan al contexto europeo. Adems,varias publicaciones han sido superadas por los aconte-cimientos o resultan inaccesibles para el gran pblico.

    Las contribuciones escritas sobre el suicidio y la eu-tanasia son muchas. Hay ms de 8.000 libros y numero-sos artculos en revistas o diarios a los que cada ao sesuman unos cientos ms. Los lectores que quieran pro-fundizar en el tema encontrarn referencias bibliogrficas

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  • al final de esta obra y en cualquier gran biblioteca podrnhallar algo sobre la muerte, el suicidio y la eutanasia.

    En todos los pases del mundo hay asociaciones quese ocupan de estos asuntos. Sus miembros se unen paradefender mejor sus intereses y sus derechos, para obte-ner y dar asistencia y consejo y para defender la buenacausa. Existe, asimismo, una World Federation of Right-to-Die Societies (Federacin Mundial de Asociaciones a favordel Derecho a Morir Dignamente). Al final del libro en-contrar una lista de las principales.

    Muchas editan textos, a veces reservados a sus so-cios, que explican diferentes maneras de suicidarse. En1981 en Inglaterra, los tribunales de justicia prohibieronla distribucin de una de estas publicaciones. Desde en-tonces, ha ganado mucho terreno la tesis de que la euta-nasia debera ser posible y en determinados casos tole-rada. No obstante, se habla menos sobre si se puede to-lerar o incluso propugnar el suicidio. En 1995 la informa-cin, tal y como se presenta en este libro, corre menosriesgo de ser censurada.

    En mi pas, Blgica, hay dos asociaciones que defien-den el derecho a morir con dignidad (ver la lista). La RWS(Recht op Waar dig Sterven Derecho a Morir Dignamente) sedefine como una asociacin pluralista en pro de lamuerte sin dolor y voluntaria; contra el ensaamiento te-raputico y a favor del respeto a la voluntad individual.Sus miembros cuentan con una publicacin trimestralsobre el tema.

    Todas las asociaciones aconsejan redactar un testa-mento exponiendo el deseo de una muerte por eutanasia.El lema es: Tome las medidas oportunas cuando todavasea posible. Si no lo ha demandado explcitamente esprobable que cuando sea totalmente dependiente o estdemenciado, el mdico no quiera plantear la posibilidadde una eutanasia.

    En este libro se sugiere que es preferible no pedir na-

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  • da a nadie; mejor asumir nuestras propias responsabili-dades. La eutanasia o la respuesta a la llamada de soco-rro del que quiere terminar con su vida, puede crear difi-cultades y suponer, adems, una carga demasiado pesa-da para quien presta la ayuda.

    Si renunciamos a la ayuda de un tercero o de un m-dico, est claro que tendremos que organizarnos para ad-quirir las sustancias necesarias para el suicidio. Nos ve-remos obligados a ocultar cosas y a no ser del todo ho-nestos con nuestro farmacutico, mdico o incluso nues-tros allegados. Dado que la ley no nos permite comprarabiertamente lo que queremos, hagmoslo clandestina-mente. Que as sea.

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  • Memento mori Recuerde, usted debe morir. Enefecto, nadie es inmortal. No tiene mucho sentido darlevueltas ni hacer un drama.

    Todo el mundo sabe que un da la muerte llegar; elnio y el adulto lo saben, pero es para mucho ms ade-lante; en la tercera edad lo sabemos, el plazo se acaba yla idea de la muerte nos ronda ms a menudo. Cuntotiempo queda? Un ao? No, es demasiado poco! Diezaos, veinte? Quiz es demasiado. Pensamos en los ami-gos y familiares que tienen problemas de salud o que hansufrido alguna intervencin quirrgica importante. Es-tn definitivamente fuera de peligro? Les quedan tresaos ms? Y a m? Merece la pena comprar un cochenuevo? Es razonable? Y si dura ms que yo? Puedo pa-garlo, puedo incluso darme el gusto de comprar un mo-delo de lujo. S, pero los hijos no lo aprobaran; no dirannada, pero no lo comprenderan.

    Las estadsticas muestran que la esperanza media de

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    2La muerte

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  • vida en los pases desarrollados es de 72 aos para loshombres y 76 para las mujeres. Las cifras incluyen los fa-llecimientos de gente joven y las muertes provocadas poraccidentes de trfico. O sea, que si uno alcanza la respe-table edad de los 60-70 aos, tiene bastantes posibilida-des de superar ampliamente la esperanza media de vida.

    Por otro lado, cmo se explica que las mujeres vivanms tiempo? Son ms slidas? Quiz sean una especiesuperior, o quiz, simplemente, al realizar la mayora delas tareas domsticas cotidianas, se mantienen ms acti-vas y en consecuencia estn en mejores condiciones fsi-cas. Si usted es activo y se mueve, vivir ms?

    En Japn, la esperanza de vida es un poco ms eleva-da que en Occidente. Quiz porque el japons es, en ge-neral, menos grueso y por tanto goza de mejor salud quenosotros.

    Con la edad, la muerte se hace ms presente. Muchosamigos de la juventud han partido ya; que mueran perso-nas desconocidas no nos afecta pero, Julio y Denise?Muertos! Cmo es posible? Si todava eran jvenes! YJuan? Si era incluso ms joven que yo. A menudo debo ha-cer esfuerzos para recordar que ha muerto y que ya no lever ms en el supermercado donde coincidamos hacien-do la compra los viernes por la maana. An me pareceorle cecear levemente mientras limpia sus gafas, mirn-dome de soslayo con sus ojos de miope. Me sorprendo am mismo buscndole en la fila, delante de las cajas re-gistradoras hasta que la realidad se me impone: Juan estmuerto.

    Vamos andando por el parque, no estamos solos, to-dava hay bastantes paseantes. El tiempo es esplndido,todo est en calma, no pasan coches, slo algunos ciclis-tas. Aquella silueta, all, no es Jaime? No. Jaime estmuerto.

    La muerte es el fin; despus no hay nada, slo el agu-jero negro. No creo en la vida despus de la muerte, en la

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  • resu rreccin, el cielo, el infierno y dems. Slo son con-suelos absurdos. Ha habido interminables debates sobreel tema y yo podra exponer aqu mi opinin pero, me-rece la pena? No quisiera en absoluto, destruir la dulceilusin de quien cree en el ms all y en la vida eterna. Elhecho de que tantas personas confen sinceramente enello sin ninguna duda es, para m, la ilustracin perfectade la irracionalidad del hombre comn.

    Tengo miedo a la muerte? S, claro, un poco. Pero,por qu? Porque me es desconocida? Por miedo al do-lor? No, no es eso. Es porque es el ltimo velo detrs delcual no hay nada, porque all nada es posible salvo elsueo eterno. Acabada la vida, terminadas las activida-des que todava seguan interesndome, finalizado lo po-co que me quedaba, las cosas de la vida cotidiana quean me proporcionaban placer. El gran inconveniente dela muerte es que hay que abandonarlo todo aunque, enrealidad, la vida es un abandono constante. Muchos pla-ceres slo se disfrutan un nmero limitado de veces.Cuntas veces podramos hacer el amor, salir de viaje ocomprar un coche nuevo sin que resultara absurdo? Larepeticin extrema no tiene sentido y es falso pensar quela vida eterna sera un paraso.

    Pensemos en los 72 aos de vida o en sus correspon-dientes 26.286 das con su diario despertarse, acostarse,cenar, tomar el aperitivo; con sus rituales cotidianos queson los que a la larga se convierten en la fuente de losmayores placeres. As que, en el fondo, qu ms da aa-dir das y das o incluso aos? Significa esto que pode-mos tomar ahora mismo el Rohipnol o la sustancia elegi-da? Por supuesto que no! Est fuera de lugar hasta elmomento en el que la desgracia y el dolor nos hagan lavida insoportable. A la sazn, la pregunta fundamentales: Cul es el punto de no retorno?, dnde est el l-mite o la frontera?, qu es lo insoportable?. La res-puesta difiere para cada uno de nosotros. Yo, ahora estoyconvencido de que no soportar la humillacin de la de-

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  • pendencia: no poder andar, ni siquiera levantarme, seralimentado a cucharaditas por un tercero ms o menospaciente, necesitar ayuda incluso para lavarme, para ir alservicio, verme obligado a llevar paales por la inconti-nencia... No y no! Pero, ser capaz de tomar la decisinque se impone o esperar, como tantos otros, hasta queya no tenga la fuerza suficiente para hacer lo que debo?Lo que me preocupa es el miedo a no atreverme, ser co-barde, esperar demasiado y ms adelante no ser capaz f-sicamente de suicidarme y convertirme, entonces, en al-guien totalmente dependiente, extremo que tanto he te-mido. Son razones suficientes para un suicidio anticipa-do? He aqu el quid de la cuestin. Ya veremos? O ten-dr que pedir ayuda y apelar a la eutanasia? Ser posi-ble todava?

    Desde mi punto de vista, no se debe contar con elprjimo. Es inadmisible. Adems, quin podra ayudar-me en una empresa tan delicada? Es criminal y cobardepedir ayuda para un suicidio; opino que ni siquiera tene-mos derecho a pedir tal cosa a un mdico, aparte de queno creo que haya muchos dispuestos a aplicar la eutana-sia.

    Qu decir del suicidio a causa de una edad muyavanzada? Creo que debera ser posible. Existe el dere-cho a la muerte? En el caso de los ancianos la respuestaes rotundamente s. La enfermedad, el dolor o la adversi-dad pueden provocar que los jvenes se suiciden, perocreo que para ellos en general, y ms si tienen salud, noexiste el derecho al suicidio. Tienen deberes frente a lasociedad, frente a su familia y sus padres. La opinin deque cualquiera tiene derecho a disponer de su vida eserrnea.

    Se puede concebir el suicidio como una reaccin na-tural e instintiva, presente en cualquier especie bajo cier-tas condiciones? Existe el fenmeno de los lmures ti-rndose en masa al vaco, contra las rocas, al mar pro-fundo, que ha sido presentado como un ejemplo de sui-

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  • cidio colectivo. Recientemente, esta hiptesis de deseode muerte se ha cuestionado, sustituyndola por la de unaccidente provocado por el comportamiento gregario delrebao que sigue a ciegas al animal que, en cabeza, reba-sa el borde del precipicio.

    De vez en cuando, los diarios publican al unsono lanoticia de un grupo de ballenas muriendo asfixiadas enlas playas. Nos encontramos frente a otro suicidio co-lectivo? Se da, adems, la circunstancia de que auque seles conduzca a alta mar, se obstinan en volver hacia laplaya mortal. A falta de otras hiptesis, su comporta-miento suele explicarse como un suicidio provocado porla superpoblacin, como el de los lmures, pero pareceun poco extrao que se d en las ballenas, especie en pe-ligro de extincin. Se trata quiz de una superpoblacinen el seno del grupo?

    El suicidio es ms frecuente en los pases densamen-te poblados y ms desarrollados. Se da en las clases so-ciales ms ricas e instruidas. Ser un reflejo o un instin-to de conservacin de la especie en peligro de superpo-blacin?, algo as como la manera de eliminar algunosejemplares cuando hay demasiados?

    Sin la muerte no existe la vida. La muerte no es suenemiga sino su compaera, su viga. En las cadenas tr-ficas, las especies mayores se alimentan de las ms pe-queas y al final de la cadena, las primeras son consumi-das por los microorganismos y as el ciclo puede reco-menzar. La investigacin cientfica ha demostrado recien-temente que cada clula viva posee un gen que puede or-denar su propia muerte. Cuando las clulas estn en gru-po pueden resistir el impulso de morir, pero si quedanaisladas, todas, sin excepcin, mueren. El fenmeno dela muerte programada en el cdigo gentico de la clulase denomina apoptosis. En la actualidad se est estu-diando intensamente y parece prometer curaciones pro-digiosas de diversas enfermedades, hoy por hoy, incura-bles. El cdigo gentico de la vida prev, pues, claramen-

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  • te, la posibilidad del suicidio de cada clula viva; la muer-te y la vida son todo uno.

    Sin embargo, lo anterior no tiene mucho que ver conmi problema. No tengo, por el momento, ningn deseode suicidarme. He dejado muy atrs la frontera de la mi-tad de la vida. Mi vitalidad ha disminuido sensiblemente.Me muevo de un modo que s que es propio de los an-cianos. Mido, como poco, cinco centmetros menos delos 183 de antao. Voy encorvado. He perdido gran partede mi sentido del equilibrio. A veces me caigo incluso demi bicicleta. Pero me siento bien. S que mi degenera-cin llegar todava ms lejos. Me basta con mirar a mialrededor. He padecido graves problemas oculares. Mehubiera quedado ciego si los cirujanos no me llegan asalvar de ese horror. Parece demostrado que uno puedeadaptarse a la ceguera, pero, tambin despus de los70? Creo que si me quedara ciego, no deseara seguir vi-viendo. Mientras tanto, an estoy aqu y la vida es bella.S, la vida es bella. La vida empieza en este instante. Enrealidad, todo lo que pertenece al pasado no cuenta. Dis-fruto, gozo de los detalles ms nimios: del sol, de losmltiples tonos verdes de la naturaleza, de la lluvia, losgorriones en el alfizar de la ventana, en fin, de todocuanto aparece ante m; la inquietud, el deseo, la ambi-cin, la rabia y la duda se han vuelto tibios y moderados...simptico jubilado.

    Me atraen mis 20 aos? Me gustara, siquiera unasola vez, revivir el ardiente fuego, la gloria y el triunfo dela experiencia sexual juvenil, correr kilmetros por la pla-ya cantando a voz en grito? Una vez ms...? No, no, ya hetenido mi parte. S lo que es. Sin embargo, todava no co-nozco lo que queda por venir. La vida comienza a los 70aos, o mejor dicho, la vida comienza ahora. Todo lo quehaya ocurrido antes es pasado, slo cuenta el futuro. So-mos nosotros quienes debemos lograr que la TerceraEdad merezca la pena ser vivida.

    Creo que estoy preparado para despedirme de mi mu-

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  • jer, de mis hijos, de mis amigos, de la vida. Slo me ape-na pensar que no sabr qu ser de ellos ni de la huma-nidad. Deseo que me incineren y esparzan mis cenizas.Polvo eres y en polvo te convertirs como se dice en lasceremonias religiosas. Nada de tumbas que otros debancuidar, nada de recuerdos en algn lugar, en un columba-rio o en un cementerio. No quiero que en ven recordato-rios de mi muerte. Mientras la gente no lo sepa, seguirvivo en su memoria. La nica forma de vida tras la muer-te est en el pensamiento de quienes nos recuerdan.

    Suicidio o asesinato?

    Suicidio es una palabra tpicamente francesa o in-glesa. En neerlands, el equivalente es Zelfmoord y en ale-mn Selbstmord o asesinato de s mismo. El trminoasesinato con su significado abyecto y peyorativo, tie-ne tantas connotaciones que no consigue expresar ade-cuadamente el fenmeno del suicidio. El asesinato se co-mete contra la voluntad de la vctima y a menudo es vio-lento. Un asesinato siempre es un crimen. Por el contra-rio, el suicidio no se comete contra la voluntad de la vc-tima y adems es deseado, o sea que no puede llamar-se crimen. Sin embargo, durante mucho tiempo, la ley loconsider como tal. Inglaterra fue uno de los ltimos pa-ses en retirarlo del mbito del Derecho Penal y ello en1961.

    Resulta cuanto menos sorprendente, querer castigar aalguien que ha cometido un suicidio; ya no se le puedeatrapar. La ley penalizaba tambin las tentativas de suici-dio o sea, que caba la posibilidad de aadir una conde-na penal a la desesperacin del suicida.

    El suicidio se lleva a cabo desde la desesperanza, noprecisamente con entusiasmo y, evidentemente, sin vio-lentar la voluntad de la vctima. El suicidio no es unasesinato, ni tan siquiera es un asesinato de s mismo.

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  • La vida

    De dnde viene la vida? Es el resultado de la inter-vencin divina o de la generacin espontnea, tal y comopretendan algunos en el pasado? No hace tanto, la tesisde la generacin espontnea segn la cual la vida ha-bra surgido ella sola de un da para otro, resultaba total-mente defendible. Y es que, en efecto, era evidente que lavida surga por s sola de los alimentos podridos; todoslos das se vea salir moho y gusanos de la masa en fer-mentacin, y hasta se crea que las ratas podan surgir delpolvo, el barro y la suciedad de los graneros, stanos ydesvanes, por lo que todas las formas de vida, incluyen-do la humana, deban tener un origen similar.

    La tesis de la generacin espontnea qued desmen-tida hace cien aos de manera categrica y elegante porlos experimentos de Louis Pasteur. Si la generacin es-pontnea no era posible, cul fue entonces el origen dela vida? La ausencia de otra alternativa vlida favorecisin duda la hiptesis de la crea cin divina.

    Hoy en da, se dan fundamentalmente dos corrientesinterpretativas enfrentadas. La primera es la teora de laevolucin basada en los resultados cientficos provenien-tes de la Cosmologa, la Geologa, la Biologa y la Qumi-ca. Todas estas ciencias concluyen, cada una a su mane-ra, que la vida tiene su origen en un proceso espontneoy lgico cuando las condiciones imperantes le son propi-cias. La evolucin es el resultado de mutaciones y proce-sos selectivos que causan la supervivencia del ms adaptado,en palabras de Charles Darwin con lo que la vida se hacems y ms compleja de manera natural. De este modo, lageneracin espontnea, antao condenada por LouisPasteur, no resulta tan imposible como parecieron probarsus experimentos. Simplemente, han sido necesarios mi-les de millones de aos para llegar por mutacin y evolu-cin al estado actual de las especies.

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  • La vida nos ha sido dada por el cosmos, por el tiem-po y debemos aceptarla tal cual, pero es algo muy natu-ral y en absoluto tan sagrado como a algunos les gusta-ra hacernos creer. Desde este punto de vista, la vida escompletamente normal y tenemos todo el derecho a dis-poner de ella, tenemos derecho al suicidio. Esta visin,propiciada por la hiptesis evolucionista, es suficiente-mente conocida.

    El extremo opuesto lo constituye la corriente inter-pretativa creacionista: Dios cre la vida hace 5.000 o20.000 aos. A veces, sus defensores aceptan los argu-mentos que demuestran que la vida exista mucho antescomo las plantas o animales. Sin embargo, para ellos, elhombre es, en cualquier caso, una creacin divina bas-tante reciente. Algunas fuentes fijan el momento de lacreacin humana o de Adn y Eva en hace menos de5.000 aos y aunque la ciencia ya ha demostrado categ-ricamente que el hombre habitaba nuestro planeta mu-cho tiempo atrs, a los creacionistas les resulta imposi-ble aceptar esta evidencia. No quieren ni or hablar deella; el hombre es una creacin reciente del Seor Dios ypor tanto, hay una diferencia fundamental entre l y elresto de las especies vivas.

    Los argumentos se basan a menudo en las peculiari-dades humanas. El hombre piensa, se plantea preguntas,es curioso, alberga sentimientos y disfruta del espritu di-vino y de la inteligencia lo que le sita bastante por enci-ma de los animales. Todas las caractersticas tpicamentehumanas: amor, alegra, paciencia, lealtad, son, como m-nimo, mucho ms que simples reacciones qumicas yelctricas de nuestro cerebro. En estas discusiones sesuelen citar menos la rabia, el miedo, la envidia, la cle-ra o la crueldad. Se alude siempre al sentido del humordel hombre ausente en los animales. Se alega como es-pecficamente humana la capacidad para concebir ideascreativas y para razonar, as como el desarrollo del len-guaje. Tambin se cita a menudo el sentido del bien y del

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  • mal y la conciencia, de nuevo ausentes en animales yplantas.

    La especificidad humana es, pues, el argumento prin-cipal para defender al Dios creador que ha concebido alhombre a su imagen as como para concluir que la vidahumana es sagrada, es decir, que no tenemos derecho alsuicidio.

    Si Dios ha creado al hombre a su imagen, es lgicopensar que haya poblado todos los planetas del universoy que en ellos vivan miles de millones de hombres pare-cidos a nosotros. Vaya sorpresa si fuera as! Habrquin lo crea? La respuesta produce estupor: Claro, mu-cha gente.

    Los creacionistas aducen, asimismo, un argumentoms tangible basado en que no se ha podido probar laexistencia de todos los estadios de la evolucin a travsde sus correspondientes fsiles. Los famosos eslabonesperdidos hacen inverosmil la teora de la evolucin. Lavida nos ha sido dada por Dios, y nosotros, criaturas deDios, no tenemos derecho a rechazarla o a disponer deella. La vida, Don de Dios, es sagrada.

    Evidentemente, las visiones creacionistas tambin sediscuten en otros planos ms elevados. El Dios a seme-janza humana queda reemplazado por una fuerza desco-nocida que nos ha creado conscientemente y que tam-bin puede denominarse Dios.

    Hace poco, incluso cientficos no creyentes, defendie-ron que la vida, tal como la conocemos, no puede ser elresultado de mutaciones espontneas debidas al azar.Afirmaron que la vida es demasiado compleja y, que portanto, la probabilidad de que el hombre sea consecuen-cia de mutaciones espont neas es comparable a la de ob-tener un avin B-747 o un edificio de 30 pisos tirando al-gunos trozos de metal y plstico juntos. Espontneamen-te, la entropa o el desorden deben acrecentarse. Por otrolado, la Paleontologa demuestra de manera irrefutable

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  • para quien quiera verlo, que durante millones de aos, lavida, siguiendo la ley de la entropa, tiende siempre a ha-cerse ms compleja. As, las especies ms evolucionadasy recientes son las ms complejas. La qumica humana esms complicada que la de los tiburones, que no ha cam-biado desde hace millones de aos. La lmula, especie decangrejo que todava se da entre nosotros, presenta unaforma de vida muy primitiva que existe desde hace unos150 millones de aos y cuya qumica es de las ms arcai-cas. Sin embargo, dispone ya del milagro del ADN con to-das las posibilidades de sntesis que ello implica. Es po-sible que la evolucin estuviera tan avanzada hace 150millones de aos?

    Creo que lo nico que prueba esta controversia esnuestra dificultad para hacernos una idea correcta delsignificado de un milln de aos y mucho ms si habla-mos de miles de millones de aos. Ilustra, asimismo, lairracionalidad del hombre y la facilidad con la que cree enlas mayores bobadas. Esto es especialmente manifiestoen los jvenes. Demasiado pronto, la mayora se haceideas muy precisas sobre muchas cosas y las defiendeenrgicamente. Rara vez piden informacin a los adultoso se molestan en estudiar los problemas seriamente an-tes de formarse una opinin. Saben tantas cosas desdepequeitos! Las ideas ms extraas, a menudo suma-mente peligrosas, se instalan en ellos con una facilidaddesconcertante. Para constatarlo basta recordar los cre-dos de las sectas y grupos repartidos por todo el mundo.Y sin embargo, el hombre se considera a s mismo un serracional. Lo es? Algunos pensadores tienen a veces ideas racionales pero la vida de la mayora de la gente es-t gobernada por las emociones y los instintos de quie-nes gobiernan. Lo ideal es pensar que la educacin po-dra remediarlo, pero creo que, por desgracia, se sobres-tima su influencia.

    El parecido entre hombres y animales lo prueba la

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  • analoga de sus instintos: el instinto maternal, la cons-truccin de nidos, casas o refugios, el subir a los rboles,el instinto de migracin, de exploracin, la aoranza dellugar de origen, etc. No es cierto que hombres y animalessean fundamentalmente distintos. Las manifestacionesde vida terrestre se diferencian mucho exteriormente, pe-ro bajo la piel o la corteza, la similitud de la bioqumica yel funcionamiento qumico prueba que el origen de cual-quier tipo de vida est en los mismos ancestros evoluti-vos.

    Otro argumento se basa en la distincin entre la vidapropagada por divisin celular y la que proviene de la fu-sin de dos clulas sexuadas. En el primer caso, la clulaes inmortal puesto que cada divisin produce dos nuevasclulas idnticas. La muerte natural es desconocida. Elhombre pertenece al segundo grupo y su forma de vida sque conoce la muerte. Para el tema que nos ocupa, estadistincin no tiene importancia porque toda clula esmortal en circunstancias desfavorables. A este respecto,la apoptosis (ver anteriormente) es una nueva referencia.

    La vida tiene la capacidad de multiplicarse, el poderde la duplicacin, al igual que el hombre, los animales olas plantas. Tambin se multiplican: los organismos uni-celulares, los microorganismos y los virus. La forma de vi-da ms simple es el virus, una molcula de ADN1 rodea-da de una capa protectora y funcional de protenas. Quie-nes niegan el estatuto de vida al virus afirman que el vi-rus necesita un husped para multiplicarse. Sin embargo,

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    1. El ADN o cido Desoxirribonucleico es una macromolcula compues-ta de millones de nucletidos. Un nucletido es en s mismo complejo y con-tiene un azcar, cido fosfrico y una base heterocclica. La secuencia de losnucletidos alberga toda la informacin gentica del individuo y la especie.Todo est fijado en nuestro ADN: lo que somos, hombres y mujeres, con talcolor de ojos, con esta forma particular de nariz, estas caractersticas genera-les y especficas. Algunas personas no lo admiten fcilmente. Sin embargo, lohan demostrado irrefutablemente los cientficos con mayor credibilidad, losgenetistas y lo han corroborado, a su vez, el resto de las ciencias.

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  • nosotros tambin tenemos necesidad de otras vidas paranutrirnos, sobrevivir y multiplicarnos.

    Si todo tipo de vida es sagrado y debe disponer de lascondiciones para desarrollarse sin limitaciones, debera-mos respetar cualquier ADN y no consumirlo. Nos estaravedado cualquier alimento, tanto animal como vegetal yhabra que dejar en paz a bacterias y virus como el del SI-DA. Vaya conclusiones ms absurdas! Recuerdan a las delos Testigos de Jehov que se niegan a combatir las en-fermedades con los medios cientficos actuales y rehsanlas transfusiones sanguneas, sin dejar por ello de ali-mentarse o de destruir la vida, pretendidamente sagra-da...

    El derecho a la vida

    Una persona integrada en una comunidad que le aco-ge tiene el deber de colaborar con ella. Los humanos te-nemos derecho a vivir en sociedad, pero si transgredimossus reglas y costumbres este derecho se puede poner enduda. Parece lgico y racional, aunque en la prctica nolo sea tanto. En Francia, a finales de 1991, a un condena-do por delitos sexuales graves que reincida en cadapuesta en libertad y as hasta en doce ocasiones no sele priv nunca de su derecho a vivir en sociedad. sta esla realidad, por ms que a muchos de nosotros nos re-sulte inconcebible. El derecho a vivir es sagrado y antecada ejecucin de un condenado a muerte en los pasesque todava aplican esta pena, se producen intensas re-acciones, sea cual sea el fundamento de la sentencia.

    El derecho a la vida es un hecho, pero qu decirdel derecho a la muerte? Una cosa est clara: todos so-mos mortales al cien por cien. Que el momento fatdicollegue un poco antes o un poco despus no cambia mu-cho las cosas. Decirlo es fcil. Sin embargo, el deseooculto de muchos ancianos, incluso centenarios, es vivirms aos y si alguien les pidiera que pusieran fin a sus

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  • das, se negaran rotundamente. Y con razn! No obs-tante, tambin se dan casos muy diferentes y yo he escri-to este libro pensando en ellos.

    El derecho a la muerte cambia con la edad. Cuandoalguien muere en plena juventud, la noticia se vive dra-mticamente, aunque se trate de un suicidio. Sin embar-go, la reaccin ante el fallecimiento de un anciano es muydistinta y as lo revelan las diferentes expresiones queello provoca.

    Alguien muere entre los 20 y los 40 aos. Es terrible!

    A los 60? Qu pena!

    A los 70? Es una lstima, pero en fin, ya no era tanjoven.

    A los 80? Bueno, vivi su vida

    A los 90? Cunto ha durado!

    A los 100? Qu mayor! S, s, todos somos mortales.

    Queda claro que el derecho a la muerte vara con laedad. La pena y el desconsuelo que provocan la muertede un joven son razones suficientes para negarle el dere-cho a la muerte.

    El deber de vivir

    A menudo se oye decir: Como es mi vida, hago conella lo que quiero. Dicho de otro modo: Si quiero, ten-go derecho a suicidarme. Falso! Formamos parte deuna comunidad que ha invertido en cada uno de nosotrosy que, en consecuencia, tiene algunos derechos.

    Los datos que mejor conozco son los referentes a Bl-gica. La educacin escolar, por ejemplo, cuesta al Estadoun mnimo de 1 a 2 millones de francos por persona.2 La

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    2. Un franco belga equivale a unas 4 pesetas (febrero 1999). (N. del T.)

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  • mayora de los belgas estudian desde los 3 aos hasta los18-23, o sea, una media de quince a veinte aos. El pre-supuesto del Ministerio de Educacin es de unos 200.000millones de francos para 2 millones de alumnos, es decir,100.000 francos por alumno y ao. Otro pequeo clculorevelador de cmo el Estado invierte mucho en la juven-tud, es el de la Universidad de Gante, mi ciudad, que gas-ta 7.000 millones de francos en 14.000 estudiantes, o sea,500.000 francos por persona y ao.

    Slo analizando la enseanza, queda claro que tene-mos una deuda con el Estado y que, por lo tanto, debe-mos contribuir a su funcionamiento. Las personas capa-ces no tienen derecho al suicidio, estn obligadas a se-guir viviendo para ayudar a las generaciones venideras.

    Tambin se suele or: Es mi cuerpo y no quiero quedespus de mi muerte utilicen mis rganos para tras-plantes, ni los mos ni los de mis allegados. Teniendo encuenta nuestros deberes para con la sociedad, ste es unpunto de vista inadmisible. Nuestro cuerpo pertenecetanto a la comunidad como a la familia y sta slo debe-ra disponer del cuerpo del difunto tras la decisin de lasinstancias cualificadas sobre la viabilidad de un trasplan-te. Es intolerable que haya tantos enfermos en lista deespera, anhelando rganos, simplemente porque faltandonantes. Si todos los cadveres estuvieran disponiblespara posibles trasplantes, se evitara esta situacin. Alparecer, existen razones de tipo religioso, sentimental,pseudo-tico o simplemente egosta que proscriben ladonacin de rganos. Es inaceptable.

    Quiz mis puntos de vista parezcan duros o exagera-dos, pero s que no lo son porque yo mismo viv durantelargos meses la espera ansiosa de unos rganos de tras-plante y conozco muy bien este lado terrible del proble-ma.

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  • Mam, nosotros, por qu vivimos?

    Esta pregunta tan tpica est mal formulada. El trmi-no mam introduce una connotacin pattica, el pro-nombre nosotros da a entender que cualquier otra vidarealmente no tiene valor, refirindose el nosotros evi-dentemente slo al hombre y adems tampoco tiene mu-cho sentido la palabra vivimos. En el fondo, la cuestines simplemente: Por qu?. Por qu nosotros, la tie-rra, el sistema solar, el cosmos? Hace unos 20.000 millo-nes de aos la luz y la materia surgieron de golpe. Desdeentonces, el reloj csmico gira y todava girar algunosmiles de millones de aos ms antes de pararse. Puedeque en ese momento tengamos la respuesta al porqu?. Pero, seremos entonces capaces de comprender-la? No lo creo.

    El semanario Humo plante la pregunta: Mam, no-sotros, por qu vivimos? a varios escritores contempo-rneos. Las respuestas fueron desde para vivir, paramorir, para jugar, para disfrutar, para ser felizhasta porque s. Para m, de entre todas las respuestasla mejor fue la de Walter van der Broeck: Para transmitirla vida. En otras palabras, no somos ms que un mediopara la supervivencia de nuestro material gentico, elADN. He aqu la vida permanente, inmortal, que evolu-ciona sin cesar en una direccin que no podemos contro-lar. El hombre no es sino un soporte para el ADN, un sub-producto, un accesorio de la vida real: la del ADN que ses inmortal. Por tanto, es lgico que el hombre sea mor-tal, cabra incluso considerar como un pecado contra natu-ra que siguiera con vida tras haber cumplido la funcin detransmitirla.

    El hombre no tiene razones para ser presuntuoso. Tie-ne conciencia, etc., pero su existencia, nuestra existenciaindividual, no es, en absoluto, importante ni sagrada.

    El suicidio y las religiones

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