LA PRENSA CATÓLICA EN LA REGIÓN MURCIANA DURANTE EL PRIMER

TERCIO DEL SIGLO XX

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I.—INTRODUCCIÓN

Un acercamiento profundo a la función desempeñada por la Iglesia en el proceso de estructuración de su principal medio de comunicación social, supuso desde el primer instante el objetivo fundamental de este trabajo. Del éxito y fracaso de su diligencia en este terreno se quieren hacer eco estas páginas.

Cronológicamente, iniciamos este estudio partiendo del Congreso Ca­tólico de Burgos (1899), indicativo del sistema jerárquico de la Iglesia y del estado de la prensa portavoz de su ideario (1), y que nos sirve para enmarcar convenientemente el inicio de un ciclo de más de treinta años que tabicaremos con el preludio republicano. En futuras investigaciones trataremos de prolongarlo hasta nuestros días.

Anatomizaremos en este exordio el rol desempeñado por la prensa católica —-en especial, la murciana—, sus instrumentos de defensión, difu-

(1) Fecha madura en la etapa denominada por José Andrés Gallego de «regenera-cionismo católico», y que abarca toda la etapa de los congresos católicos a partir de 1899, y en general, la década de los aftos 90. Vid. La Política religiosa en España, 1889-1913. Editora Nacional. Madrid, 1975, págs. 164 ss.

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sión y alcance de la misma. En este contexto destacamos como coorde­nadas básicas de su realidad social:

a) Sus luchas dialécticas con la antagónica prensa liberal, que en más de una ocasión repercutieron a nivel nacional (2).

b) La defensa de los intereses específicos de la Iglesia. Con esta finalidad se creó la institución de la Buena Prensa para la divulgación de su ideario e impedir la difusión de la prensa contraria. Asimismo, orga­nizaron los «Cruzados de la Buena Prensa», «llenos de entusiasmo por el periodismo de la verdad» (3).

c) Dificultades de propagación, siendo muy reducidos los medios de difusión, casi siempre circunscritos a la labor de párrocos y seminaristas. La exégesis de este supuesto estriba en que, al igual que ocurrirá en Francia, los periódicos católicos «chocarán con el gran público si son puestos en venta en los quioscos y expuestos ante todo el público» (4).

d) Escasa sensibilidad de la utilidad de la prensa por parte de un extenso sector de católicos españoles —conspicuos algunos—, por lo que su alcance se redujo considerablemente, como apreciaremos más adelante. La inconsciencia de éstos se manifiesta cuando compran la prensa aconfe-sional «para ver las noticias» (5).

Las explícitas consideraciones apuntadas se encierran en dos supuestos: L Control de la jerarquía eclesiástica sobre la prensa confesional,

inmersa en una rectitud dogmática criticada por sectores católicos ecléc­ticos.

2. Escasa incidencia en sectores proletarios, quienes afirmando su poder de clase edificaron su propia prensa. De no darse esta protoindica-ción, la prensa pequeño-burguesa, por otra parte, siempre dejó constancia de su anticlericalismo y supo atraerse a los trabajadores mediante un acicalado radicalismo (6).

Las fuentes utilizadas para el presente estudio han sido variadas y de

(2) VICTORIA MORENO, Diego: Movimiento obrero en Cartagena y su cuenca minera (1909-1915). Premio «Escuela Social de Murcia», Murcia, 1980, fols. 141-142.

(3) BEOC: 14 junio 1915. (4) HouRDiN, Georges: La prensa católica, Editorial Casa I Valí, Andorra, 1959,

pág. 35. (5) DuESo, José: /Escándalo, escándalo.' Administración de «El Iris de Paz», Madrid,

1907, pág. 14. (6) En Cartagena, el diario «La Tierra» —órgano del grupo pequeño-burgués de

García Vaso, líder del Bloque de Izquierdas desde 1909— extenderá su radio de acción proselista hasta tierras murcianas, insertas en la circunscripción electoral de Cartagena.

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origen dispar. Monopolizó nuestro interés, desde el primer momento, el Boletín Eclesiástico del Obispado de Cartagena, fuente de primer orden por incidir plenamente en nuestros propósitos investigadores. Asimismo, nos ha sido de gran utilidad la consulta indispensable de una prensa cató­lica imperativa en el primer tercio de siglo. «El Debate» madrileño, «El Eco de Cartagena», «La Verdad» de Murcia, «El Faro de la Juventud» muleño y cartagenero, «La Gran Cruzada Moderna» y «El Cruzado», de Murcia ambos, han destacado entre otros.

Igualmente hemos localizado, seleccionado y utilizado una extensa bi­bliografía que incide de lleno en nuestro cuerpo de trabajo, así como algún que otro folleto u opúsculo coetáneo de los acontecimientos. Que hallamos logrado o no los principios de rigor y objetividad que nos propusimos des­de un principio, queda a juicio del lector.

||._ANTECEDENTES DE UNA PRENSA CATÓLICA EN LA REGIÓN

En el pronunciamiento de 1820 que inicia el trienio constitucional. Murcia cuenta con la presencia en las filas de la revolución liberal de un nutrido grupo de religiosos y sacerdotes, especialmente, quienes se movían en el círculo del seminario de San Fulgencio, «tocados de filosofismo y jansenismo» motivados por la labor doctrinaria del obispo Manuel Rubín de Celis (7). Por aquel año inicia en Murcia el periodismo doctrinal la re­vista semanal «El Católico Instruido en su Religión», sucediéndole al año siguiente «El Católico», semanario «batallador y satírico» que llevó a su impresor entre rejas (8).

Con el retorno de la política absolutista la prensa murciana de tinte confesional adolece de escasez de órganos representativos. Es máximo portavoz de la causa carlista «La Aurora Murciana». Restablecida la liber­tad de imprenta en 1835, las publicaciones católicas siguen en el anoni­mato ante la imparable proliferación de la prensa partidista, que pone en marcha la demanda de profesionales altamente preparados. Este supuesto no se da en los escritores católicos, como ha evidenciado Longares Alon­so (9), por la ausencia de una sensibilidad progresista. La única probabi­lidad de «romanticismo liberal cristiano» pudiera haberse dejado sentir entre los seminaristas murcianos, pero no se exterioriza por estas fechas.

(7) GARCÍA SOR I ANO, Justo: Anales de la imprenta en Murcia y noticias de sus impresores, Ed. García Enciso, Madrid, 1941, pág. 49.

(8) Ibídem, pág. 52. (9) LONGARES ALONSO, Jesús: Los canales de difusión de ideas en los comienzos del

liberalismo español, en «Aproximación a la historia social de la Iglesia española contem­poránea». Biblioteca «La Ciudad de Dios», Real Monasterio del Escorial, 1978, pág. 173.

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Una vez perfilados los dos bloques de prensa liberal y católica en la década moderada, las publicaciones religiosas destacan por su orientación eclesial, reduciéndose a dar conocimiento de las noticias más destacadas, así como novenas, cartas pastorales, sermones... El gran rendimiento de éstas hace que surja en 1857 la «Imprenta Católica» y en 1878 la «Im­prenta y Librería Piadosa y de Educación» (10). De lo expuesto, es ma­nifestativo la fundación en 1.° de febrero de 1865 del Boletín Eclesiástico de la Diócesis, durante el pontificado del prelado Francisco Landeira y Sevilla.

La prensa satírica y de combate hace verdaderos alardes de destreza periodística con tendencia al aniquilamiento del adversario durante el Se­xenio revolucionario. En Murcia es defensor de las doctrinas neocatólicas y ultramontanas «El Buen Deseo», diario que no pudo resistir los duros embates de las campañas de pluma, existiendo tan sólo un año —1869—. Nos figuramos los durísimos ataques que debieron sufrir los órganos de prensa católica en unos momentos de crisis de la Iglesia militante, em­peorada su situación por lo que alguien tachó con excesiva objetividad como «iracundos desplantes de Pío IX y sus fieras intransigencias (...). Y el jesuítico Syllabus, anematizando la libertad» (11). El movimiento revo­lucionario iniciado en julio de 1873 en Cartagena (12) da por finalizada una de las etapas más críticas para la prensa católica provinciana.

Tras el Sexenio transcurre un período de transición para la prensa eri general. En la provincia se detecta al iniciarse la década de los 80 una recuperación del «vuelo iniciado en 1868», al igual que en el resto del país (13). Esta nueva aceleración se inicia en 1881 con la fundación en Cartagena de «El Conservador Cartaginés». Desde 1883 hasta final de siglo se suceden con más regularidad las publicaciones católicas tituladas «independientes» en contraposición de las denominadas «de la intransi-

(10) GARCÍA SORIANO, J . : op. cit., pág. 80. Con la fundación en 2 de febrero de 1857 del periódico «La Paz de Murcia» «el impresor Almazán creó el periodismo profesional en Murcia, dándole el carácter informativo y amplio de la Prensa moderna» (Ibídem, pág. 81).

(11) LuBEN, Donato: Historia del catolicismo en España. Librería de Felíu y Sussana, Barcelona, 1909, pág. 189. Por aquellas fechas fueron defensores abiertos de la causa católica sostenida por el obispo Landeira «La Bandera Murciana» y «El Ideal Político», cómo se observa en el interesante trabajo de VILAR, Juan Bta.: E¡ Obispado de Cartagena durante el Sexenio revolucionario, Departamento de Historia, Universidad de Murcia, Murcia, 1973, págs. 21 y 31-42.

(12) Vid. VILAR, Juan Bta.: Aproximación al cantón murciano. Anortación de docu­mentos, en «Hispania», tirada aparte del tomo XXXVIII, Madrid, 1978, págs. 643 y ss.

(13) MARTÍNEZ CUADRADO, Miguel: La burguesía conservadora (,1874-1931), en «Historia de España Alfaguara VI», Alianza Universidad, 4.^ edición, Madrid, 1978, pág. 67. Detecta Cuadrado a partir de 1883 una nueva aceleración de la prensa en España con la aparición del periódico independiente de los partidos.

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gencia», apellidadas así por el empleo de un lenguaje «lleno de amenazas para la futura paz pública (...) con ataques al Gobierno y a los partidarios de la tolerancia de cultos» (14).

Aparecen en Murcia capital los independientes «El Diario de Murcia» (1879), «El Criterio Murciano» (1886), «El Independiente» (1891), «La Tarde» (1894) y «Heraldo de Murcia» (1898), entre los más sobresalientes. En Cartagena cubren este espacio «El Mediterráneo» (1887), «El Noticiero de Cartagena» (1891), «Cartagena Moderna» (1894), «Las Noticias» (1895) y «El Observador» (1899) entre otros. En cuanto a la publicación neta­mente católica, destaca el semanario «La Bandera Católica» (1893) (15).

Con las publicaciones íntegramente católicas referidas al período 1820-1899 condensadas en la tabla I queda convenientemente hecha una dico­tomía en la prensa periódica murciana del siglo XIX.

III.—SUPUESTOS DE LA PRENSA CONFESIONAL: ASAMBLEAS NACIONALES DE LA PRENSA CATÓLICA.

OBJETIVOS Y RESULTADOS

Como observa Desvois, para contrarrestar la ola anticlerical sostenida por los Gobiernos liberales de la Restauración «siguiendo las instrucciones de León XIII (...) los católicos españoles crearon varias entidades con el nombre de «Asociación de la Buena Prensa» (16). La primera en Sevilla (1899) fue rápidamente imitada por otras creadas al amparo de sus res­pectivas diócesis. Pero no sólo fue preciso crear estas asociaciones, la acción debía ser más generalizada. Para ello, reaccionaron con los Con­gresos de la Buena Prensa.

Cinco años antes de que se celebrara la I Asamblea Nacional de ía Eíuena Prensa, el Episcopado español se enfrentaba en el Congreso húr­gales con serias amenazas: el protestantismo y la masonería, la enseñanza laica, y la libertad desenfrenada de la tachada de prensa impía en su intento de descatolizar a España. Precisamente por esto tuvo la impronta

(14) ARGENTE, Baldomero: La intransigencia clerical. Apuntes para su estudio (1875-1876), Imp. de los Hijos de M. G. Hernández, Madrid, 1910, págs. 9 y 41.

(15) Entendiendo como tal Longares «la que es combativamente católica» (Vid. LONGARES, J . : op. cit., pág. 170). Sobre la prensa periódica cartagenera, Vid. FERRANDIZ ARAUJO, Carlos: Las publicaciones periódicas en Cartagena. Primera Selección. Academia Alfonso X el Sabio, Cuadernos Bibliográficos 5. Murcia, 1979, quien ha realizado una amena e interesante catalogación.

(16) DESVOIS, Jean Michel: La prensa en España (1900-1931), Ed. Siglo XXI, Madrid, 1977, pág. 38. Sobre todo, con el gabinete Azcárraga las relaciones Iglesia-Estado fueron muy tensas.

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de pretender restaurar hasta donde fuera posible el influjo de la Iglesia sobre la sociedad.

De este Congreso nacen las bases de la «Unión de los Católicos», ver­dadero intento de formación de un elemento de presión contra los Go­biernos liberales, que aprovechando la legalidad existente mediante elec­ciones, prensa, asociaciones, y «tomando parte activa en actos, ofícios y empleos de la vida pública» bajo la dirección episcopal, intentara destruir los errores político-religiosos (17).

Entre las conclusiones aprobadas en este Congreso figuran:

a) La necesidad de fomentar por todos los medios la prensa católica.

b) Conseguir la fundación de un diario católico de gran circulación por emisión de acciones. Este debería ser «independiente de todo partido y compromiso político» (18).

Del 19 al 23 de julio de 1902 se celebró en Compostela un Congreso Católico regional en defensa de las congregaciones religiosas y en el que se propuso utilizar la prensa confesional en oposición a los escritos ad­versos al clero regular (19). Potenciadas éstas con todos los medios de que la Iglesia pudo disponer, fueron consolidándose hasta lograr en 1926 atraerse al sector de las Juventudes Católicas en el Congreso celebrado en Madrid del 14 al 17 de noviembre (20). Estas organizaciones católicas juveniles constituirán la reproducción ideológica de las condiciones de la tesis católica en su vertiente seglar. Serán objeto de especial atención en la Tercera Asamblea Nacional de la Prensa Católica dada la conveniencia de «instruir especialmente [a éstas] en los menesteres de la Prensa» (21).

Hasta aquí, los Congresos católicos consideraron a la prensa católica como una realidad de poder, si bien todo quedó en mero presupuesto. Por otra parte, la doctrina papal sobre comunicación social desde León XIII a Pío XI acaso no resultase suficientemente flexible, en particular durante los pontificados de Pío X y Benedicto XV. Esa actitud, que en modo alguno

(17) BEOC, 8 noviembre 1899, págs. 441-442. Es significativa la «Exposición al Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros, por parte del Obispado español», dada en Burgos a 4-XI-1899. Por otro lado, el fruto más temprano en la consolidación de los proyectos de «unión católica» se manifiesta en la Liga o Unión Católica de Sevilla, creada en 9 de julio de 1901, proponiéndose entre otras cosas: propagar la prensa católica y favorecer a la clase obrera fundando asociaciones y círculos (Vid. BEOC, 1 julio 1901, pág. 309).

(18) BEOC, 20 noviembre 1899, págs. 458-468. (19) BEOC, 10 agosto 1902, pág. 358. (20) «La Verdad», 19 mayo 1926. (21) BEOC, 31 agosto 1924, pág. 246.

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puede ser tachada de inconsecuente, perjudicaría empero a la Iglesia en sus compromisos sociales.

Destaca la encíclica «Humanun genus» de León XIII —20 abril 1884— en el período clave de la confrontación entre la Iglesia católica y la ma­sonería, que se tradujo en la «multiplicación de los estudios y libros des­tinados a iluminar a la opinión pública católica» y la fundación de aso­ciaciones y revistas antimasónicas (22).

Igualmente condena algunos años más tarde en su nueva constitución «Officiorum ac numerum» a quienes leyesen publicaciones «en que se im-pugan «data opera» la religión o las sanas costumbres» (23). El mismo Papa fija las normas de conducta obligada a los periodistas católicos, y Pío X en su Motu Proprio de 18-XII-I903 concreta las bases de acción católica de los mismos (24).

Huelga apuntar que el máximo representante de la Iglesia bendijo siempre con solemnidad los Congresos destinados a favorecer la prensa católica, celebrados en todo el orbe cristiano.

1. PRIMERA ASAMBLEA NACIONAL (SEVILLA, 1904)

El Primer Congreso dedicado especialmente a la Prensa católica se celebra durante los días 15 a 18 de julio de 1904 en Sevilla (25). Los antecedentes de estos Congresos hay que buscarlos en Francia con las Asambleas de «La Croix» que se celebran desde 1892, y en Alemania, Italia y Bélgica (26).

Convocada por la Asociación de la Buena Prensa de Sevilla —creada en 1898—, contó bien pronto con dos denodados paladines, el obispo de Jaca, Antolín López Peláez, y el Padre Dueso, cuyas publicaciones encon­traron, por entonces, campo abonado en los seminarios. De ahí que fuera

(22) FERRER BENIMELI, José A.: Los católicos y la masonería, en «Historia 16» (Madrid, noviembre, 1977, pág. 29). Para un conocimiento más profundo de la dialéc­tica catolicismo-protestantismo en la Diócesis de Cartagena, Vid. VILAR, Juan Bta.: Un siglo de protestantismo en España (Águilas-Murcia, 1883-1979), Departamento de Histo­ria Moderna y Contemporánea, Universidad de Murcia, Murcia, 1979, págs. 44-47.

(23) DUESO, J . : op. cit., pág. 30.

(24) BEOC, 10 agosto 1904, pág. 288. (25) Es de rigurosa consulta la obra de GÓMEZ APARICIO, Pedro: Historia del perio­

dismo español. De las guerras coloniales a la Dictadura, Editora Nacional, Madrid, 1974, págs. 157-159. Igualmente trata la dinámica congresista CUENCA, José Manuel: Estudios sobre la Iglesia española del XIX, Ed. Rialp, Madrid, 1973, pág. 228.

(26) LÓPEZ PELAEZ, Antolín: Las Asambleas de la Buena Prensa, Mariano Sales, impresor del Excmo. Sr. Arzobispo, Zaragoza, 1908, págs. 7-9.

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el de Sevilla a través del Centro «Ora et Labora» el organizador de la propaganda de dicha Asamblea.

La necesidad de una prensa católica se concebió perfectamente tras !a persecución religiosa en Francia, «viento fuerte que agitaba el fuego de las pasiones anticlericales» (27).

Por esta circunstancia, la Obra se consideraba «altamente provechosa para la Religión y la Patria» (28). Destaca en su reglamento tres puntos básicos:

a) La propagación de los intereses de la fe católica en España por medio de la prensa.

b) La debilitación de la «prensa impía».

c) Su apoliticismo.

En Murcia fueron los seminaristas de San Fulgencio los máximos inte­resados en temas periodísticos desde el siglo XVIIL Los teólogos fulgen-tinos entendieron prontamente la alusiva necesidad de una prensa católica de altos vuelos por su técnica y por sus recursos materiales después de la guerra hispano-norteamericana, adquiriendo mayor relieve «ante la pro­cacidad de los republicanos y socialistas en las ciudades más importan­tes» (29).

Junto con el Seminario de Sevilla, el murciano era uno de los más activos. Terminado el curso 1905-1906 organizaron, previa bendición del prelado, «La Cruzada de la Buena Prensa», en íntima colaboración con el Centro Ora et Labora sevillano. De esta manera, la Asamblea de la ciudad del Betis daba sus frutos en la práctica con la concienciación de los sectores seculares más combativos: los seminaristas.

Los fulgentinos, «convencidos de que la causa principal del indiferen­tismo religioso era la influencia de la prensa impía», deciden en las vaca­ciones veraniegas combatir «sin tregua ni descanso» los «malos periódi­cos» (30). Organizados en tres centurias divididas a su vez en diez decu­rias junto a los alumnos del Colegio de V. E. San José, se gobernarán por

(27) BEOC, 17 septiembre 1928, pág. 307. «Ese estado de conciencia en las obras del apostolado social y periodístico hizo posible en 1904 la celebración de la I Asamblea Nacional».

(28) BEOC, 10 marzo 1904, pág. 70. (29) BEOC, 17 septiembre 1928, pág. 307. (30) Seminario Conciliar de S. Fulgencio de Murcia, Memoria de «La Cruzada de

la Prensa», Tip. de «La Verdad», Murcia, 1917, pág. 70.

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las orientaciones emanadas de su Estado Mayor Central, regentado por el Superior del Seminario, jefe de la Cruzada (31).

Tras las vacaciones, bien en los salones de actos de la Casa del Pueblo católica o en los de la Federación de Sindicatos Católicos, se daba cuenta en solemne velada de los resultados obtenidos, en presencia de la jerar­quía eclesiástica y autoridades civiles provinciales.

Como ha observado Gómez Aparicio (32), «mucho más teorizante y académico que práctico, el Congreso de Sevilla dio muy escasos frutos positivos» al quedar las decisiones tomadas sin cumplir. No obstante, deja sentadas las bases de la futura acción en el terreno periodístico y da un leve empuje a la toma de conciencia por parte de periodistas y propagan­distas católicos para intentar su mutuo auxilio material y moral, procura la formación de un comité que gestione la creación en Madrid de una agencia de información telegráfica y establece la Asociación Nacional de la Buena Prensa y Juntas Diocesanas —auxiliares—, que desplegaron una activa labor propagandística por toda la diócesis.

2. SEGUNDA ASAMBLEA NACIONAL (ZARAGOZA, 1908)

Fin primordial de la asamblea cesaraugustana celebrada del 22 al 25 de septiembre de 1908, fue continuar la obra iniciada en la anterior. Divi­dida en tres secciones: de Propaganda, de Fomento y de Representantes de la Prensa católica, tratará de difundir la prensa eclesiástica y reprimir la sectaria, allegar recursos para su sostenimiento y lograr un entendi­miento mutuo entre los periodistas católicos. Constituirá asunto preferente la creación y sostenimieito de una Agencia General Católica de Infor­mación.

La sección primera centrará su atención en las asociaciones eclesiás­ticas y la importancia de la labor del seminarista en la propaganda de la «buena prensa», así como la necesidad de aumentar las asociaciones de «Damas de la Buena Prensa». Ofreció singular interés la conveniencia de fundar hojas parroquiales en todas las diócesis (33) y periódicos para

(31) Ibíd., págs. 72-74. (32) GÓMEZ APARICIO, P . : op. cit., pág. 159. Este autor considera a esta Asamblea

de ingenua, «de estrechas perspectivas y hasta pordioseril». (33) En la de Cartagena, se distribuyen semanalmente cerca de l.COO ejemplares

de una Hoja parroquial fundada en 1900 por el arcipreste de Santa María de Gracia (Cartagena), sufragada por «personas de celo y de piedad», adelantándose en ocho años a las propuestas de los asambleístas de Zaragoza. En el resto de la diócesis se creó una hoja similar por acuerdo de la Asamblea Diocesana de Cuestiones Sociales de 1909. (Vid. BEOC, 24 septiembre 1900, pág. 418; BEOC, 21 abril 1932, pág. 130).

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obreros en Madrid y otras provincias (34).

En la sección segunda se establecen Ligas de católicos para boicotear la «mala prensa» y Juntas de Letrados y Procuradores católicos para per­seguir ante los tribunales a los que «por medio de la prensa injurien o calumnien ¡a Religión, sus ministros...» (35).

En la tercera se concede un amplio voto de confianza a una represen­tación eclesiástica integrada por el arzobispo de Zaragoza, obispo de Madrid-Alcalá y obispo de Jaca para la supervisión de los trabajos y ges­tiones de la comisión encargada del establecimiento y perfeccionamiento de la Agencia Católica de Información (36). También se nombraría un Consejo Superior representativo de los diarios católicos de Madrid y pro­vincias, garante de seriedad y catolicismo. Además, para proteger y favo­recer a los periodistas se crea una Asociación de escritores y periodistas católicos, disponiéndose una comisión para el estudio y desenvolvimiento de las bases (37).

La Asamblea de la ciudad del Ebro cuenta con socios murcianos. Ri­cardo Sánchez Madrigal —director de «La Verdad»—, José Azorín Pinero —coadjutor del Carmen de Cartagena— y Patricio Aliaga —coadjutor de Santa María de Gracia de Cartagena— en calidad de honorarios. Es socio activo Enrique Sánchez Guillen, ecónomo de San Antón de Cartagena (38). Los seminaristas murcianos no brillaron por su ausencia y acuden seis proceres cruzados.

En esta ocasión, la Asamblea de 1908 fue menos teórica que la de Sevilla. Prueba este supuesto que no se convocara tres años más tarde, como estaba previsto, un nuevo congreso en Valladolid. Fueron demasia­dos los compromisos adoptados y su ejecución supondría un denodado esftierzo que no podía interrumpirse con otra asamblea en la que quienes asumieron responsabilidades no ofrecerían los apetecidos resultados.

(34) No se dejaría esperar la potenciación del catolicismo social, y en el otofto de 1908 el jesuíta Ángel Ayala proyecta la Asociación Nacional de Propagandistas Ca­tólicos, que nace al año siguiente (Vid. CUENCA, J . M. : op. cit., pág. 239).

(35) BEOC, 15 diciembre 1908, pág. 483. (36) Componen esta comisión Luis Mendizábal, Federico Roldan, Eugenio Moltó

—director de «La Gaceta del Norte»^, Ramón Ortiz de Zarate —director de «El Heraldo Alavés»— y Norberto Torcal —director de «El Noticiero»— (Vid. BEOC, 15 diciembre 1908, pág. 483).

(37) Compuesta por Severino Aznar, Salvador Minguijón, José La tres e Inocencio Jiménez. Para la Asociación y Montepío de la Prensa Católica, otra compuesta por los directores de los diarios católicos madrileños y Gustavo Sánchez Márquez —proponente del reglamento— (Vid. BEOC, 15 diciembre 1908, pág. 486).

(38) BEOC, 31 agosto 1908, pág. 346.

LA PRENSA CATÓLICA EN LA REGIÓN MURCIANA (PRIMER TERCIO DEL S. XX) Gl

3. TERCERA ASAMBLEA NACIONAL (TOLEDO, 1924)

Convocada tres meses antes por el arzobispo de Toledo, cardenal Enrique Reig, iniciaría sus sesiones el 13 de junio de 1924. Espoleó esta convocatoria el movimiento generalizado en Europa de apoyo a la prensa confesional: el Congreso de la Buena Prensa de París (octubre 1923), la Obra de la Buena Prensa de Italia y el III Congreso Internacional de Ac­ción Católica de Constanza.

Se confía su organización a un Comité especial integrado por el obispo auxiliar de Toledo, que actúa como presidente; José Polo Benito —^vice­presidente—; Pedro Dosset y Monzón —de la Comisión de Custodia del Capital de la Agencia Católica de Información—; Ildefonso Montero Díaz —director de la institución Ora et Labora—; Pablo Sáenz de Bares —di­rector de Prensa Asociada de Madrid—, estos últimos como vocales; Ra­món Molina —director de «El Castellano»—, tesorero; como secretario, Sixto Rey Moraleda (39).

Pretenden imprimir a esta Asamblea un carácter eminentemente prác­tico, convencidos de los alicortos logros alcanzados en las anteriores, en­tre los que destacan la institución Ora et Labora, la Agencia Prensa Aso­ciada, el «Tesoro de la Buena Prensa», la «Cofradía de Legionarios» y el «Día de la Prensa Católica». Consecuentemente, centran toda su atención en la formación de futuros periodistas, posible creación de nuevas publi­caciones y organización de una comisión permanente que lleve a efecto las conclusiones de la Asamblea. Decisión de alcance fue la fundación de la Junta Nacional de Prensa Católica, confirmada en 7 de enero de 1925 (40).

Asistieron a dicha Asamblea por la Junta Diocesana de Cartagena, su vicepresidente, Francisco Martínez García, y el vicesecretario, Pedro Sán­chez Barba —director y administrador del diario católico «La Verdad»—.

Iniciadas sus tareas los asambleístas en la Universidad Pontificia de San Ildefonso, intervienen Polo Benito, que trata de la formación de los periodistas católicos y su más justa remuneración; Manuel Señante —di­rector de «El Siglo Futuro»—, y Ángel Herrera entre otros. Se apela con insistencia a recursos tachados desde fuera como demagógicos, así la re­dundante confesión de apoliticismo postulada en todas las asambleas, o el llamamiento a las señoras católicas para que «aprendan del ejemplo de

(39) BEOC, 2 marzo 1924, pág. 61. (40) GÍOMEZ APARICIO, P . : op. cit., pág. 161.

62 DIEGO VICTORIA MORENO

la reina Isabel, que vendió sus alhajas contribuyendo al descubrimiento de América» (41).

Las concomitancias con el nacional-catolicismo se advierten en todo momento. Herrera Oria predicará sobre la autoridad y disciplina que debe existir en todo periódico y añade que «la noción de autoridad la encon­tramos en dos mujeres: Isabel la Católica y Santa Teresa de Jesús» (42).

En la sesión de clausura se mostrarían radicalmente combativos. Se­ñante apuntó que «el periódico debe ser (...) de polémica activa» y que «la pluma es la espada para herir en el corazón de los adversarios» (43). Las intervenciones del obispo de Jaca, Frutos Valiente, pondrían sello a la Asamblea que, una vez más, evidenciaba el total sometimiento a las direc­trices de la jerarquía eclesiástica (44), la falta de libertad en la discusión y la enfática posesión de la verdad de que hacen gala innecesariamente los congresistas en todo momento.

IV.—EL «DÍA DE LA PRENSA CATÓLICA». SUS REPERCUSIONES EN LA DIÓCESIS DE CARTAGENA

Idea originaria de la Segunda Asamblea Nacional cuando se alude a la conveniencia de celebrar una «fiesta de la buena prensa», se traduce en logro el 29 de junio de 1916 en toda España. El jesuíta José Moreno Esté-vez, fundador de la Asociación Nacional de la Buena Prensa, en el boletín «La Cruzada de la Prensa», de Sevilla, lleva a cabo el plan para su reali­zación. Contribuye a su institución el manifiesto de la Asociación Nacional a través de su Junta Central dado en Sevilla en 12 de febrero de 1916.

La definición más explícita de esta fiesta se da en este manifiesto: «fiesta no importada, sino genuinamente española y muy conforme con el genio de nuestra raza» (45). El eco de esta fiesta es recogido en la dió­cesis de Cartagena con total simpatía, por considerarse excelente idea con­tra la prensa acatólica a la que «no hemos podido oponer los católicos, no ya una prensa superior que primero la contenga y después la destruya.

(41) «El Debate», 13 junio 1924. Palabras pronunciadas por el conferenciante Sr. Simó.

(42) «El Debate», 14 junio 1924. Se aduce al ideario patriótico cuando se afirma que «los periodistas católicos han de ser verdaderamente católicos y patriotas».

(43) «El Debate», 15 junio 1924. (44) Este supuesto se evidencia por parte de la Iglesia cuando alude que «en

España el pueblo (...) desconfía de lo que se hace sin su intervención y presencia» (se refiere a la de los prelados). (Vid. LÓPEZ PELAEZ, A.: op. cit., pág. 9).

(45) BEOC, 10 marzo 1916, pág. 55. El subrayado es nuestro.

LA PRENSA CATÓLICA EN LA REGIÓN MURCIANA (PRIMER TERCIO DEL S. XX) 63

pero ni aún siquiera una prensa igual que contrarreste los efectos del ma» (4"). El boletín diocesano, muy turgente, deja constancia de la cele­bración desde hace algunos años de esta fiesta por los seminaristas com­ponentes de la «Asociación de Cruzados Legionarios».

La organización de este día se encomienda a Juntas Locales y Dioce­sanas, dependientes de la ANBP, colaborando los directores de las publi­caciones católicas de la localidad. Las Juntas o Subcomisiones Parroquiales podrían crearse en las poblaciones más numerosas. Diligentes consortes serían los socios activos de la ANBP, Damas de la Buena Prensa, cela­dores y celadoras de la «Liga de la Oración», laureados y laureadas de la Cofradía de Legionarios (47).

Un mes antes de la fiesta, la Junta Diocesana a través del Boletín de Información —semanal— daba cuenta de los trabajos realizados y de la constitución de Juntas Parroquiales. Con enorme profusión de circulares, impresos y abundante material propagandístico se daba publicidad a ésta. Parte de éste lo distribuía Ora et Labora.

Tres puntos constituyen, desde el primer año, el programa del Día de la Prensa Católica: Oración, Propaganda y Colecta. Se traducen éstos en la Comunión general por la prensa católica, invitando a asociaciones y par­ticulares «que pueden servir de estímulo y ejemplo a los demás» (48), la plática o sermón sobre los males de la prensa partidista y la colecta, para la que se valen del elemento femenino. Este interviene en las iglesias y, principalmente, en la calle, utilizando mesas petitorias.

Las colectas generaban gastos importantes: ejemplares del Triduo y carteles anunciadores, manifiestos impresos por «La Verdad», limosnas a predicadores y conferenciantes..., suponiendo —en ocasiones— la cuarta parte de lo colectado. Tan intensa publicidad no se correspondía con una colecta consonante, debido a la asistencia relativamente escasa y la abs­tención «que año tras año se observa, de los buenos católicos murcia­nos» (49).

La evolución de la colecta del Día de la Prensa Católica en la diócesis de Cartagena se aprecia en la tabla IL

(46) BEOC, 22 abril 1916, pág. 112. La prensa católica concede grandes titulares al proyecto. (Vid. «El Eco de Cartagena», 27 junio 1916). Con aires autoritarios asienta que «quien sea católico, buen patriota y Ijuen hijo no olvide que el día 29 deberá acudir a su puesto de honor; no olvide que es de cobardes la deserción al llamamiento del deber. ¡A formar!

(47) BEOC, 28 marzo 1916, pág. 87. (48) BEOC, 23 mayo 1923, pág. 153. (49) BEOC, 21 junio 1923, pág. 186.

64 DIEGO VICTORIA MORENO

Se observa que en 1916, año inicial, se logra un importante incentivo para la prensa católica, que abrigaba esperanzas de cara a posteriores celebraciones. El éxito de la empresa debe achacarse a la organización que, en todo momento, llevaron a cabo los seminaristas de San Fulgencio. Hasta 1929, las colectas serán inferiores a la inicial. Los cruzados fulgen-tinos no fueron los organizadores después de 1916. En 1917, año de crisis socio-política, se advierte el retraimiento de los católicos para apoyar la obra. Con la II República, al sentir la Iglesia la represión y persecución del nuevo régimen, afianza sus instituciones al contar con la fuerte pre­sencia de los católicos militantes. Así, en 1932 se logra el ascenso más significativo desde el primer año en la colecta nacional contabilizándose un total de 203.648,76 pesetas. En 1931 ya es bastante considerable esta cifra, 178.996,80 (50). Después de 1939 seguirá celebrándose el Día de la Prensa, denominándose a partir de 1957 «Día Nacional de la Prensa e In­formación de la Iglesia», registrándose colectas de hasta más de 25.000 pesetas en la diócesis cartagenera.

Para establecer una valoración más precisa de las colectas véase la tabla III.

El proceso de las colectas para la S. I. Catedral de Murcia no puede ser más negativo. Desde 1918 a 1929 disminuye su colecta en un 63,4 por ciento. La iglesia de San Pedro experimenta una evolución positiva en sus colectas, siendo su año álgido 1923. San Antolín y Santo Domingo mantienen una discreta regularidad.

En Cartagena se aprecia el descomunal descenso de las colectas en la iglesia arciprestal de Santa María de Gracia. De 585,25 pesetas en 1920 baja a 60 en 1929. Similar descenso se registra en la parroquia del Car­men, registrando ligeros incrementos la del Corazón de Jesús gracias a las veladas literarias.

En el resto de las diócesis se registran saldos positivos en las parro­quias La Asunción, de Cieza; San Mateo, de Lorca; en Molina de Segura, y La Purísima, de Yecla. Nula incidencia tuvieron estos actos en pobla­ciones altamente trabajadoras y con militancia anarquista y socialista, como es el caso del núcleo minero de La Unión, que a pesar de contar

(50) BEOC, 20 septiembre 1933, pág. 334. Significaba en 1932 un incremento con respecto a 1916 de 210,6%. A poco de instaurarse la II República española se incen­dian parcialmente el edificio del periódico católico «La Verdad» y el kiosco de este diario en una calle céntrica. (AHN, Ministerio de la Gobernación, Leg. 16 A, Expte. 16, telegrama Gobernador Civil a Ministerio Gobernación).

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LA PRENSA CATÓLICA EN LA REGIÓN MURCIANA (PRIMER TERCIO DEL S. XX) 65

con una crecida población —27.000 habitantes— no llegan en ningún año entre las dos parroquias a recaudar siquiera cien pesetas (51).

Por lo que respecta a la distribución de la colecta, se reservaba el 60 por ciento para su envío a la Agencia «Prensa Asociada», anticipo por prestación de servicios a los diarios católicos de la diócesis: «La Verdad», de Murcia; «El Eco de Cartagena» y «Diario de Albacete», suscriptores de «Prensa Asociada».

Desde 1922 se publica en el BEOC los resultados de las suscripciones realizadas a periódicos católicos y bajas realizadas a publicaciones no católicas por las parroquias. Véase la tabla IV para valorar los resultados obtenidos.

Se advierte un notable deterioro en su conjunto. Destacada fue la intervención de los seminaristas murcianos en favor

de la prensa católica desde mucho antes que se instituyera el Día de la Prensa, especialmente los teólogos de 1906-1911. Instituida «La Cruzada de la Buena Prensa», su principal objetivo fue «adiestrar a sus afiliados en el manejo de la pluma y darles competencia en la técnica periodística» (52), creando para este fin el «Círculo de Estudios». Su órgano periodís­tico fue «El Cruzado» —mensual— desde 1916, portavoz de sus campañas veraniegas en ayuda de los curas y del éxito del Día de la Prensa. Cen­traron su acción en el reparto de hojas de propaganda, realizando suscrip­ciones y ventas de periódicos católicos, y dotando a casinos, barberías y otros establecimientos públicos de publicaciones católicas (53).

La evolución de sus campañas desde 1906 a 1917 quedan reflejadas en la Memoria del Seminario de 1917. A partir de ésta hemos elaborado el siguiente cuadro. Nos ha sido imposible completar los resultados hasta 1930, aunque por «El Cruzado» sabemos que continuaban siendo escasas las suscripciones por hacerse muchas de ellas irreflexivamente y descui­dando el cobro de las mismas (véase tabla V).

Concluiremos este capítulo resaltando la trascendencia que tuvo para el «Día de la Prensa» las intervenciones de oradores tan destacados del periodismo católico como Ángel Herrera, quien intervino en mayo de 1915 en el mitin de propaganda social celebrado en el Teatro Circo de Murcia

(51) BEOC, 23 mayo 1923, págs. 160-168. Representaba La Unión la tercera pobla­ción de la diócesis por su número de habitantes.

(52) BEOC, 17 septiembre 1928, pág. 308. (53) «El Cruzado», 1 junio 1918. «El Eco de Cartagena» y «La Verdad» ofrecían

condiciones ventajosísimas para la venta pública. En menor medida, «El Correo Espa­ñol», «El Debate», «El Fusil», «El Siglo Futuro», El «Universo» y «El Diario de Valencia» (Vid. Memoria de la Cruzada..., pág. 97).

66 DIEGO VICTORIA MORENO

junto a Frutos Valiente (54) y en 1926 en el teatro Ortiz —29 de junio— (55). En este año la colecta se incrementó considerablemente. La Junta Dio­cesana deploró en numerosas ocasiones la escasez de conferenciantes. Es­tos tropezarán con la falta de ambiente de prensa entre el público católico.

Interés especial se concedió a las veladas literarias, «actos que pro­porcionaban buenas colectas», no prodigados, como apunta el órgano de prensa de la Junta Diocesana del «Día de la Prensa» (56).

Finalmente, reseñamos el eco que tuvo en el extranjero este Día, adop­tado en más de 30 naciones (57).

V.—LA AGENCIA «PRENSA ASOCIADA» Y LAS PUBLICACIONES CATÓLICAS MURCIANAS

Gómez Aparicio realiza un pormenorizado estudio de la Agencia Ca­tólica de Información desde su fundación hasta su etapa decadente (58). La prensa católica murciana como suscriptora entre 78 diarios nacionales contribuirá a su mantenimiento junto con el 60 por ciento de la colecta del Día de la Prensa. Asimismo, será fomentada por el órgano periodístico de! Obispado (59). «La Verdad», «El Eco de Cartagena» y «Diario de Albacete» dedicarán planas enteras a la información facilitada por la pri­mera agencia católica propiedad de la Iglesia.

Como ha señalado Desvois (60), la importancia de las agencias va creciendo con el desarrollo de la prensa de información. La sección de Representantes de la Prensa Católica en la II Asamblea Nacional no re­gateó esfuerzos, consciente de que su contribución sería un éxito para las publicaciones ortodoxas.

(54) BEOC, 14 junio 1915, págs. 180-182. (55) «La Verdad», 30 junio 1926. Con el título «Las Gestas del Catolicismo» resu­

mía el acto con alabanzas a las dotes del orador, representante de un periodismo católico moderno.

(56) «La Gran Cruzada Moderna», 29 junio 1923. Periódico anual distribuido con profusión desde 1923 con tiradas de 18.000 ejemplares en adelante, junto a la «Hoja Parroquial» que registraba tiradas de hasta 26.000 ejemplares.

(57) Ibíd., 29 junio 1923 y 29 junio 1925. (58) GÓMEZ APARICIO, P . : op. cit., pág. 40.

(59) Así lo estima el prelado murciano completamente de acuerdo con el de Sevilla, quien apunta que tal opoyo debe realizarse para «sostener la competencia con las informaciones de la prensa hostil a la Religión y a la sociedad y con la prensa neutra enervadora de todo sentimiento y energía cristianos» (Vid. BEOC, 20 mayo 1924, pág., 131).

(60) DESVOIS, J . M. : op. ci t , pág. 40.

LA PRENSA CATÓLICA EN LA REGIÓN MURCIANA (PRIMER TERCIO DEL S. XX) 67

1. Surgimiento y proyección regional de «Prensa Asociada»

En la Primera Asamblea Nacional surge la idea de crear en Madrid una Agencia Católica de Información telegráfica, que dispondría de co­rresponsales en provincias y redactaría una tarifa de los servicios pres­tados, «siendo potestativo en los periódicos católicos abonarse a cual­quiera de ellos» (61).

Decidida por unanimidad su constitución en la II Asamblea Nacional, los prelados coad3ruvarán a sufragar gastos mediante suscripción o dona­tivo mensual. Instaurada en Madrid con el nombre de Prensa Asociada, emprende su andadura en 1 de mayo de 1909. Su Comité Ejecutivo redactó con prontitud las bases de un proyecto a fin de obtener anticipos en dinero reintegrable y nombró una Comisión de custodia y administración del ca­pital permanente (62). En cada diócesis se designarían Subcomisiones para el fomento de las prestaciones y donativos hasta agenciar un capital de 750.000 pesetas, posibilitar el cobro de las obligaciones y entrega de títulos y restituir el importe de las obligaciones amortizadas.

La propagación de la obra fue destinada a los sacerdotes zaragozanos Pedro Dosset —^vocal de la Comisión de Custodia— y Miguel Carnicer. La comparecencia de éstos en la región murciana durante el mes de marzo de 1911 tiene como finalidad la formalización de subcomisiones. Acuden presurosos a la indicción círculos católicos de obreros y señoras de Acción Católico-Social.

Tras conferenciar incansablemente en importantes poblaciones durante mañana, tarde y noche, culminan su itinerario en Murcia. Ásperas críticas contra las agencias no católicas, «monopolizadas por la banca judía y masónica» (63), solían cerrar sus intervenciones.

En Huércal-Overa, el presbítero de esta localidad propuso conformar él mismo las listas de suscriptores, «asignando a cada uno la cantidad que le pareciera corresponderle, sin perjuicio de que, quien tuviera más vo­luntad, aumentara su suscripción» (64).

La capital murciana fue el centro de sus operaciones, repartiendo las primicias de su apostolado entre los seminaristas fulgentinos y josefinos. Se rindió tributo a la destacada colaboración femenina canalizada por las

(61) BEOC, 23 mayo 1904, pág. 245. (62) Sobre este particular, Vid. BEOC, 31 marzo 1911, págs. 158-160. (63) BEOC, 30 abril 1911. págs. 253-254. (64) Ibídem, pág. 258.

68 DIEGO VICTORIA MORENO

Señoras de Acción Católico-Social, «sexo fuerte, trabajador y austero, siem­pre pronto para sostener en sus robustos hombros el peso de las empresas católico-sociales de Murcia» (65).

Vocales de la Subcomisión murciana fueron Francisco Sánchez Seller —director de «La Unidad Católica» ("6)— y Sebastián Rodríguez Lario —director de «La Verdad»—. Las cincuenta primeras suscripciones suman un total de 4.844 pesetas, predominando las mil suscritas por el prelado.

La circular de éste de 20 de mayo de 1924 hace elogio a la agencia, que contrarresta y pone de manifiesto en multitud de ocasiones la infor­mación de otras. Grave error en momentos críticos de ésta, que había ini­ciado su decadencia en 1920, como ha observado Desvois (67). En 1927 la Editorial Católica funda la Agencia Logos, primera en implantar en Es­paña «la transmisión de noticias a periódicos de provincias por aparatos teletipográficos» (38). La prensa católica murciana, lógicamente, se bene­fició del flamante aparato informativo.

2. Prensa de información y prensa de combate. Su financiación, funcionamiento y proyección social

En la prensa católica murciana quedan bien diferenciados los sectores de prensa informativa y de «opinión» o combate. El primero adopta una actitud de neutralidad frente a los hechos; el segundo pretende la difusión de un ideario. El fiel de la balanza, en la mayoría de los casos, se inclinaría hacia la prensa de opinión —de mayor incidencia en los sectores católicos militantes—, una vez incomplexa la publicación netamente religiosa —li­túrgica o eucarística.

En este contexto aparece la prensa que rivaliza con las organizaciones autónomas del proletariado. «La Verdad», «La Casa del Pueblo», «La Huer­ta de Levante», «La Voz Obrera», entre otros títulos, satisfacen —como apunta J. J. Castillo (69)— «intereses extra-obreros que provenían de los acaudalados católicos». En Cartagena cubren este espacio «El Defensor del Obrero» (1908) —quincenal— y «El Sembrador» (1914) —mensual—.

(65) Ibídem, pág. 260. (66) Periódico quincenal más representativo de la lucha antimasónica. En su nú­

mero de 24 de marzo de 1912 dirige durísimos ataques a los periodistas sectarios y a la masonería.

(67) DESVOIS, J . M . : op. cit., pág. 55.

(68) TARÍN IGLESIAS, José: Un siglo y medio de prensa católica en España, Ediciones Casa I Valí, Andorra, 1959, pág. 138.

(69) CASTILLO, Juan José: Eí sindicalismo amarillo en España. Aportación el estu­dio del catolicismo social español, Edicusa, Madrid, 1977, pág. 159.

LA PRENSA CATÓLICA EN LA REGIÓN MURCIANA (PRIMER TERCIO DEL S. XX) 69

En Jumilla, «Acción Social», y en Yecla, «El Eco Social». Ciclópeo pro­pagador de este tipo de prensa fue el P. Ricardo Cirera, quien alienta a los discípulos de Vicent para que organicen una poderosa prensa cató­lica (70).

En la capital murciana tiene especial interés la prensa católica deno­minada política, verdadera prensa de combate. «La Unidad Católica», «La Defensa de Murcia», «La Lucha», «Alma Joven» —sustituto de «El Faro de la Juventud», de Muía—, «La Juventud Escolar», destacan entre otros (71). En Cartagena aparecen «La Caridad» (1904) —semanal—, «El Ar­co» (1908) —quincenal—, órgano del partido católico local, y «El Faro de la Juventud» (1916) —semanal.

Para mejor comprender la evolución de la prensa católica en la capital murciana hemos elaborado la tabla VI con las publicaciones que más celo pusieron en defender la tesis católica.

A continuación reseñamos aquella prensa que, aunque intitulada inde­pendiente, aparece identificada con los intereses eclesiales e integrada en el sector de la prensa informativa: «La Voz Murciana» (febrero 1908), «El Tiempo» (1908), «El Pensamiento», «Patria» —semanario fundado en 4 de mayo de 1913—, representante del Círculo de la Juventud Conservadora, «El Mercantil de Levante» —semanario fundado en 16 de febrero de 1923—, «Trinchera» —semanario ilustrado creado en 17 de diciembre de 1927— fueron los más representativos en la capital murciana (72).

En Águilas aparecen los semanarios «La Serrana» (1905) y «La Opi­nión» (1910), de ideología conservadora. En Caravaca, «La Luz de la Comarca» (1882) —semanal—, junto a «El Siglo Nuevo» (1901). En Car­tagena, «El Eco de Cartagena» (1861) —diario decano de la provincia—, defensor del conservadurismo cartagenero (73).

De gran magnitud para la prensa católica murciana fue la labor desarro­llada por el sacerdote-periodista fundador, director o colaborador en nu­merosas publicaciones, como es el caso —más sobresaliente— del ex-

(70) IRANZO GOIZUETA, Ricardo de: El P. Antonio Vicent, en «Revista de Trabajo», Congreso de Estudios Sociales, Madrid, 1945, págs. 132-133.

(71) Según Arboleya, este tipo de prensa provocaría serias interferencias con el periódico católico «independiente» (Vid. ARBOLEYA-MARTINEZ, M. : E ¡ Ciero y la Prensa, imprenta de Calatrava, Salamanca, 1908, págs. 61-63). El periódico católico «de exce­sivo bagaje doctrinal, descuidaba lo que constituye la esencia del periódico: la infor­mación» (Ibíd., pág. 74).

(72) IBAÍÍEZ GARCÍA, J . M. : op. cit., págs. 278-427. (73) Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico. Estadística de la

Prensa periódica de España. Referida al 31 de diciembre de 1927, imprenta de los Hijos de M. G. Hernández, Madrid, 1930, págs. 68-71.

70 DIEGO VICTORIA MORENO

cruzado Antonio Sánchez Maurandi, intenso propagador del catolicismo social y, por tanto, estimado bastión de la prensa de opinión (74). Los seglares, por su parte, contribuyeron con altruismo a la expansión de la prensa católica, especialmente el elemento femenino de la aristocracia y destacados católicos adinerados que activaron, particularmente, la publi­cación destinada a ambientes familiares y de acción católico-social (75).

Principalmente, párrocos y seminaristas distribuían la prensa católica murciana valiéndose de la suscripción, a instancias de la Junta Diocesana y Juntas parroquiales de la Buena Prensa. Se les encarece desde 1914 la urgencia de la venta pública y caldean sus ánimos la activa velada del 16 de mayo de 1915, donde participan los ínclitos propagandistas Gerardo Requejo y Ángel Herrera.

Para imprimir una mayor difusión del diario católico más representa­tivo de la región, la Junta Diocesana acelera la construcción en la Plaza de la Cruz de la capital murciana de un quiosco para «La Verdad», que se sostendrá merced al apoyo prestado por la administración del citado diario. No obstante, sigue faltando un ambiente propicio (76). También resulta contradictorio que el pueblo católico no distinga en muchos casos la prensa católica de la partidista, escaseando, por tanto, las suscripciones, muy pobres teniendo en cuenta el elevado número de parroquias y recto­rías de la diócesis. Mayor repercusión alcanzó la suscripción a revistas y hojas de propaganda.

Con ciertas limitaciones favorecieron, especialmente, a la prensa cató­lica con su suscripción la iglesia arciprestal de Cartagena, San Antoh'n de Murcia, parroquias de Huércal-Overa, Sabuco y Cañada Juncosa, Molina de Segura y Abanilla.

3. Eco en la región de la prensa católica nacional

El mayor acicate que podía tener la prensa católica para su difusión fue a partir de 1916 la celebración del «Día de la Prensa Católica». Ante-

(74) En el discurso pronunciado por éste en la inauguración del Sindicato Católico-Agrario de Bullas en 30-IX-1917, utiliza expresiones exclusivistas. Así, afirma que «la Iglesia únicamente puede resolver el problema de la cuestión social (...) atendiendo a las necesidades del prójimo y conformándonos con la suerte que nos haya cabido de ser ricos o pobres» (Vid. SÁNCHEZ MAURANDI, Antonio: El problema de la cuestión social, Imp. de «La Verdad», Murcia, 1918, págs. 7-12).

(75) Como precisa Longares, los sacerdotes «marginados socialmente por el libe­ralismo (...) realizan una publicística de carácter apologético y combativo». Los seglares «emprenden más la defensa de la Religión y de la Iglesia que la de los concretos intereses eclesiásticos vulnerados» (Vid. LONGARES ALONSO, J . : op. cit., pág. 174).

(76) Así lo advierten «El Faro de la Juventud» cartagenero en su número del 1-VIII-1921 y «El Cruzado» del l-VI-1918.

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LA PRENSA CATÓLICA EN LA REGIÓN MURCIANA (PRIMER TERCIO DEL S. XX) 71

nórmente, resalta la labor de los legionarios o cruzados de la Buena Prensa.

El afianzamiento del diario católico en el hogar constituirá principal empeño en las campañas mantenidas en su favor. Los datos que poseemos a partir de 1924 nos muestran el celo —impotente— por parte del clero parroquial. «El Debate», «La Verdad» y «El Siglo Futuro» encabezan la lista de diarios católicos más distribuidos en la región murciana. Obser­vemos la tabla VII, elaborada a partir de los datos facilitados por el BEOC, especificándose la prensa católica no murciana —mayormente madrile­ña— que gozó de mayor popularidad (77).

Es de notar que el «Apostolado de la Buena Prensa» (78) escasamente contribuyó en la pretendida expansión de la prensa confesional.

Núcleo eclesiástico que más énfasis puso en la difusión periodística fue la iglesia arciprestal de Santa María de Gracia de Cartagena, en claro contraste con su escasa contribución en la colecta del Día de la Prensa por considerarla inútil una feligresía de prototipo burgués, más propensa a favorecer obras benéfico-sociales. En 1922 lograba 50 suscripciones nue­vas a «El Debate» gracias a la aptitud del arcipreste Francisco Cavero Tormo y la Junta del Día de la Prensa, triplicándose esta cantidad en 1924 —153 suscripciones—. Secunda la actividad del arcipreste el párroco del Corazón de Jesús, Pedro Gambín. Igualmente se distingue la iglesia parroquial de Molina de Segura, que vendía diariamente en 1929 doce nú­meros de «El Debate» (79), los franciscanos de Lorca y la parroquia de Nerpio.

Fue «El Debate» el diario católico más difundido en la diócesis junto a «La Verdad». Raro era la parroquia o rectoría que no contase con sus­cripciones a éstos. «El Siglo Futuro» siguió en importancia a los anterio­res, favoreciendo principalmente sH suscripción la parroquia murciana de San Antolín, la rectoría de Sabuco y Cañada Juncosa, y parroquias de Huércal-Overa y Hoya Gonzalo. Esta última vendía diariamente en 1929 un paquete de ocho números (80). Menor interés demostraron los católicos de la diócesis por periódicos como «El Correo Español», «El Fusil», «El

(77) Aunque nos falten datos precedentes es significativo el escaso apoyo prestado a la prensa católica a tenor del llamamiento que hace en 1922 la Junta Diocesana de la Buena Prensa a los católicos murcianos censurándoles <da falta de empeño en man­tener esos excelentes y valerosos adalides, que son como heraldos de la verdad cató­lica». Causa que provocaría «bajas lamentables (...) en corto periodo de tiempo» entre los diarios católicos (BEOC, 18 mayo 1922, pág .153).

(78) Según frase de Sarda y Salvany, «Apostolado seglar y consciente» dependien­te del Apostolado jerárquico de la Iglesia (Vid. BEOC, 23 mayo 1923, pág. 147).

(79) BEOC, 30 junio 1930, pág. 301. (80) Ibídem.

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Universo», «El Diario de Valencia» o «La Independencia» de Almería. Es­casa vitalidad tuvieron las suscripciones a semanarios como «El Iris de Paz» y «La Lectura Dominical» —ambos de Madrid—. Igual ocurre con las revistas madrileñas «La Semana Católica», «Pan y Catecismo», «Re­vista Católica de Cuestiones Sociales» y «Boletín Salesiano», entre otras muchas. Asimismo ofrecen relativo interés las revistas catalanas «La Fa­milia» y «La Hormiga de Oro», «La Reparación» —revista eucarística mensual— de Tortosa. Y «Rosas y Espinas» —revista quincenal ilustra­da— de Valencia.

Las suscripciones a revistas y hojas de propaganda, a pesar de registrar frecuentes subidas en sus tarifas, no experimentaron graves retrocesos. Notable impulso recibiría el diario católico a partir de 1933 cuando en la circular diocesana sobre la celebración del Día de la Prensa se propone como lema a conseguir: «ninguna familia católica sin prensa católica» (81), favoreciendo a éste la especial coyuntura de la Iglesia en estos momentos.

VI.—FACTORES DESESTABILIZADORES DE LA PRENSA CONFESIONAL

Inflexibilidad, activismo religioso de factura autoritaria, control ideo­lógico son aserciones que definen el papel asumido por una jerarquía eclesiástica tutelar de la prensa defensora de los intereses de la Iglesia.

Amparada por un insuficiente aparato secular modelado por ella mis­ma, sumiso y respetuoso, intentará llevar a buen puerto la tesis católica relacionada con la prensa. Tropezará con el rechazo y exiguo concurso de gran parte del pueblo católico conquistado por la prensa independiente y partidista, más «redentora» que la ortodoxa, a quien sus propias dificul­tades de financiación y profesionalidad de sus colaboradores le hacían, a menudo, efímera y poco informativa, salvo excepciones sobradamente conocidas (82).

(81) BEOC, 1 junio 1933, págs. 125-127. Se intentará, como mínimo, la suscripción a la revista y al diario católico, y por extensión, la lectura de dos diarios católicos: «el provincial o local, y el madrileño».

(82) El carácter de un extenso sector de la prensa nacional es señalado de falto de profundidad y reflexión, «consecuencia de la premura y de la falta de especializa-ción de los periodistas» por ALMUIÑA FERNANDEZ, Celso: Análisis práctico de un perió­dico (<iLa Conciliación» de Valladolid), ilustrativo del drama político posrevolucionario iNov. 1869 a marzo 1870), en «Actas de las I Jornadas de IVIetodología aplicada de las Ciencias históricas», IV Historia Contemporánea, Secretariado de publicaciones de la Universidad de Santiago, Santiago de Compostela, 1975, pág. 292. Esta apreciación es enteramente válida para el caso de la prensa católica en su mayor parte.

LA PRENSA CATÓLICA EN LA REGIÓN MURCIANA (PRIMER TERCIO DEL S. XX) 73

1. Interferencias de la jerarquía y censura eclesiástica

La obediencia y respeto a la jerarquía eclesiástica por parte de la prensa defensora del dogma católico se remonta al último tercio del si­glo XIX con la presencia de «El Siglo Futuro» y «El Correo Catalán», paladines de la Buena Prensa (83).

Los prelados españoles insisten con frecuencia en el problema de la desunión y hostilidad de los periodistas católicos, celebrando para paliarlo una Asamblea de propagandistas sociales en Madrid —febrero 1919—, siendo Arboleya su máximo protagonista (84). Asimismo, estuvieron pre­sentes en las restantes asambleas nacionales de prensa.

Se manifiesta explícitamente la interferencia de la jerarquía eclesiás­tica en el campo periodístico cuando los fundadores de la Editorial Cató­lica (85) conceden a los prelados «la facultad de destituir al director o cualesquiera de los redactores de ella, así como de llegar hasta la suspensión de su diario» (86).

Siendo más objetivos, observamos un paulatino proceso en el control de la prensa llevada a cabo:

a) Por medio de la censura eclesiástica.

b) Observando las directrices emanadas por los pontífices.

c) Para contrarrestar el peligro protestante y masón en determinados momentos.

d) Para vigilar la proliferación de libros prohibidos. Papel asumido por el BEOC.

e) Controlando a sacerdotes, periodistas y determinados fieles, impi­diéndoles que leyeran habitualmente «la prensa enemiga sin la autorización o dispensa de la competente autoridad eclesiásti­ca» (87).

En nuestro espacio murciano, el prelado Alonso Salgado muestra espe­cial interés por el diario «La Verdad», asegurando su porvenir mediante un sustento económico más sólido. Le confió a la Federación Católico-

(83) TARÍN IGLESIAS, J . : op. cit., pág. 132.

(84) BENAVIDES, Domingo: El fracaso social del catolicismo español. Arboleya-Martínez, 1870-1951, Ed. Nova Terra, Barcelona, 1973, pág. 129.

(85) Vid. la constitución de Editorial Católica en GÓMEZ APARICIO, P . : op. cit., págs. 353-355.

(86) CUENCA, J . M. : op. cit., pág. 221.

(87) DuESO, J.: op. cit., págs. 63-64.

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Agraria. Asimismo, propuso normas de conducta a los «Cruzados de la Buena Prensa» del Seminario conciliar en armonía con las reglas maestras del obispo de Jaca, Antolín López Peláez.

Aceptada como nota distintiva de la prensa católica en la Tercera Asamblea Nacional, la censura eclesiástica controlaría eficazmente todo el aparato periodístico (88). No sería favorecida la prensa que «o por sec­tarismo o por particulares intereses, no se quiera someter a esta suave y necesaria medida». La misión del censor se fijará en la Primera Asam­blea. Para la prensa diaria se facultó la censura con posterioridad a la publicación de cada número. En caso de que el censor hallase algo c,ue rectificar lo comunicaría por escrito al prelado, comprometiéndose el pe­riódico tranagresor a publicar la rectificación que el Ordinario le impusiera.

Dispositivos que tienen su origen en la ética formulada por los Papas —en especial Pío IX— sobre materia periodística, basándose en principios estrictos. Así, «el clero debe dar a censura todo escrito sobre cualquier materia y necesita del Ordinario para dar conferencias sobre acción popu­lar cristiana» (89). Confirma esta última disciplina los documentos del Cardenal Primado sobre la Acción Católica en España. Constituida ésta por las asociaciones nacionales —entre otras, la Junta Nacional de la Prensa Católica y la Asociación Nacional de Propagandistas—, contribuirán a la «restauración del reinado social de Jesucristo, por medio del aposto­lado seglar, bajo la dirección de la jerarquía eclesiástica» (90).

El exacto y preciso control jurídico e ideológico a que se somete la estructura del periodismo católico, es llevado a cabo por un vasto cuerpo episcopal. No obstante, a pesar de controlar todo el ensamblaje periodístico, se descuidó la profesionaüdad de los periodistas, como ha precisado Arbo-leya (91), quienes no se amoldaron «a las instrucciones y normas ponti­ficias y episcopales».

(88) BEOC, 31 agosto 1924, pág. 243. En consecuencia «todo periódico que se presente con censura eclesiástica debe ser amado por los católicos y según la posibi­lidad, favorecido».

(89) IRIBARREN, Jesús: E¡ derecho a la verdad. Doctrina de la Iglesia sobre prensa, radio y televisión 0831-1968), pág. 52.

(90) BEOC, 22 enero 1927, pág. 5. (91) Cit. por CUENCA, J . M. : op. cit., pág. 229. De ahí el esfuerzo del Episcopado

español iniciando una «Gran Campaña Social» —marzo 1922—. Los fines de este proyec­to procurarán la creación de una Universidad social «para formar a los jóvenes en Ciencias políticas, administrativas y sociales y habilitarlos para el desempeño de cargos públicos, el periodismo y la propaganda». No podía faltar el fin patriótico, abrazando el lema: Religión, Patria, Cultura (Vid. BEOC, 31 marzo 1922, págs. 59-64).

LA PRENSA CATÓLICA EN LA REGIÓN MURCIANA (PRIMER TERCIO DEL S. XX) 75

2. Rechazo popular. Sus causas

En las dos primeras décadas del siglo XX la Iglesia se vio arrastrada por los condicionamientos de la época a plantearse lo que se dio en llamar «cuestión social». Aquí, como en otros planteamientos, su misión se vio desenfocada en ocasiones al descansar sobre un contenido no siempre ob­jetivo, expresado sin tapujos en todas las campañas emprendidas. Recuér­dese el contundente título que acaudilló sus cometidos ético-periodísticos: «Día de la Buena Prensa», lógicamente hiriente para los restantes sectores de la profesión.

En los núcleos proletarios pretendió introducirse, pero negando la va­lidez de «otras redenciones». En este contexto, como ha señalado Egea Bruno (92) para el caso de La Unión, cabe destacar «la tenaz propaganda antisocialista desencadenada por el catolicismo militante, en la que no se desestimó instrumento alguno. Desde actos públicos al pulpito y la prensa».

En cuestiones sociales redujo parte de su actividad a fundar obras sociales, tales como bibliotecas parroquiales y populares, gestionadas por patronatos y asociaciones «compuestas de buenos católicos de acción» (93), bajo la dirección de los párrocos. Pretender meter al proletariado en las iglesias para instruirlo en la doctrina católica era harto difícil, máxime cuando la propaganda de acción «se impone y arrastra a las masas» (94).

El lenguaje utilizado tanto en actos públicos, como sermones y prensa será una de las causas de rechazo popular. Pío X en su Motu Proprio sobre la acción católica se expresaba en términos hasta cierto punto irredimibles para la ciase obrera: «los escritores católicos, al patrocinar la causa de los proletarios y de los pobres, deben abstenerse de emplear un lenguaje que pueda inspirar al pueblo desvío hacia las clases superiores de la sociedad». Contundentemente afirma que «no deben hablar de reivin­dicaciones y de justicia, siendo así que se trata de simple caridad» (95).

(92) EGEA BRUNO, Pedro: Conciencia de clase entre el proletariado de La Unión (Murcia), a través de los informes de los inspectores de vigilancia. Tesis de Licenciatura dirigida por el Dr. Juan Bta. Vilar, Universidad de Murcia, Murcia, 1978, foL 26.

(93) BEOC, 3 octubre 1907, págs. 329-330. El objetivo principal será «reunir obras de lectura apropiada para conservar en el seno de la Iglesia católica a los obreros rurales aún no tocados de las ideas antisociales y atraer por medio del buen libro y de la buena prensa a los urbanos que por desgracia le arrebató el libro malo y la mala prensa».

(94) CUESTA BUSTILLO, Josefina: Sindicalismo católico agrario en España (1917-1919), Ed. Narcea, Madrid, 1978, pág. 299.

(95) BEOC, 6 febrero 1904, pág. 35. El rechazo de la lucha de clases es evidente. Con estos planteamientos les iba a ser difícil atraerse a un proletariado enraizado en la miseria y, por tanto, sometido a influencias anticlericales (Vid. VICTORIA MORENO, Diego: Estructura política, movimiento obrero y electoralismo en La Unión (Murcia), 1909-1916. En prensa).

76 DIEGO VICTORIA MORENO

La aparición de una intensa propaganda socialista y anarquista demo­ledora en núcleos proletarios, provocaba entre !os obreros una sed de venganza al calificar a la Iglesia de «representante del embrutecimiento general de la sociedad» (96), apuntando así una nueva causa de rechazo popular. En la lucha contra este tipo de propaganda, la Asamblea de 1904 apela a la inclusión en los periódicos católicos de una sección especial consagrada al estudio de asuntos sociales. Igualmente, se publicarían folle­tos amenos y sencillos —en ocasiones gratuitos— «para contrarrestar los estragos que en la clase proletaria está haciendo la propaganda socialista y anarquista», e intentarían atraerse la atención obrera hacia las publica­ciones católicas por medio de suscripciones «más económicas que la tarifa general» (97).

EJI la Asamblea de 1908, al advertir que todo esfuerzo por atraer la atención popular hacia la prensa católica era infructuoso, se decide fundar «diarios del obrero» o periódicos similares en el mayor número posible de provincias. Intentos vanos, que se evidenciarían en la Primera Exposición Mundial de la Prensa Católica de 1936, denunciadora de la falta de lec­tores de prensa católica (98).

3. Dificultades financieras

Al contrario que la prensa de partidos, los periódicos católicos cuentan con escasos recursos económicos para su sostenimiento, enfrentándose con este problema a partir de 1870 al hacer su aparición la prensa de gran tirada, la de información (99). Pero no sólo se exigía disponer de elemen­tos económicos para sostener los órganos informativos, sino también man­tener toda una infraestructura periodística financiando bibliotecas de pe­riodismo católico, gabinetes de estudio, cátedras de formación de periodis­tas, instituciones de auxilio material a los periodistas militantes... (100). El altruismo de los católicos pudientes se vertía antes en la fundación de un asilo que en dotar a un diario.

En 1908, la Segunda Asamblea dejaba entrever las dificultades finan­cieras de la prensa confesional, mentalizando a los católicos para «la

(96) AMLU, índice 6.1.3., Reuniones públicas, minutas 1910-1916, Leg. 1. El mili­tante del Avance Obrero —sociedad de resistencia unionense— Francisco Sánchez así lo manifiesta en el mitin celebrado en 16 de diciembre de 1913. Igualmente Teresa Cla-ramunt —conocido líder anarquista— culpa a la Iglesia de la «desigualdad de colores». A estos actos asistían de 1.000 a 3.000 personas regularmente.

(97) BEOC, 26 julio 1904, págs. 270-272. (98) IRIBARREN, J.: op. cit., pág. 55. (99) HOURDIN, G.: op. cit., pág. 35. (100) BEOC. 20 mayo 1924, pág. 130.

LA PRENSA CATÓLICA EN LA REGIÓN MURCIANA (PRIMER TERCIO DEL S. XX) 77

suscripción y facilitación de anuncios, proporcionar capitales, procurar donaciones y legados a la Buena Prensa» (101). En el mismo sentido se expresaba Dueso (102) cuando recurría a los «capitales amigos» para que siguieran el ejemplo de los católicos bilbaínos que proporcionaron 400.000 pesetas para la fundación de «La Gaceta del Norte». Como último recurso, se solicitó en la Tercera Asamblea la creación de una Agencia de Publicidad para aumentar recursos. Asimismo, se acordó estudiar la crea­ción de un consorcio administrativo de la prensa católica.

Una vez más, nos encontramos con una interminable serie de ideas y proyectos que chocarían en la práctica con una falta de apoyo financiero. En precaria situación se encontraba al finalizar el primer tercio de nuestro siglo Prensa Asociada y la Agencia Pides, evitándose con la fundación de la Agencia Logos «que los diarios católicos se vieran en la precisión de tener que contratar con agencias neutras» (103), supuesto que hubiera ocasionado graves trastornos en la delicada situación del sistema organi­zativo del periodismo confesional.

Vil.—CONCLUSIÓN

No queremos concluir este trabajo sin antes hacer una síntesis valo-rativa de todo lo expuesto y que, para que resulte más clara y concisa, pueda observarse lo más estructurada posible.

DINÁMICA CONGRESISTA

— Congreso Católico de Burgos (1899). — Congreso Católico de Compostela (1902). — I Asamblea Nacional de la Buena Prensa (1904). — II Asamblea Nacional de la Buena Prensa (1908). — III Asamblea Nacional de la Prensa Católica (1924). — Asamblea de Propagandistas Sociales (1919). — Primera Exposición Mundial de Prensa Católica (1936).

RESORTES ORGÁNICOS DE PROPAGACIÓN PERIODÍSTICA Y TRANSMISIÓN IDEOLÓGICA

— Centro Ora et Labora de Sevilla. — Cruzados de la Buena Prensa.

(101) LÓPEZ PELAEZ, A.: op. cit., pág. 23.

(102) DUESO, J . : op. cit., pág. 27.

(103) GÓMEZ APARICIO, P . : op. cit., pág. 163.

78 DIEGO VICTORIA MORENO

— Asociación Nacional de la Buena Prensa. — Unión de los Católicos. — Juventudes Católicas. — Encíclicas papales. — Juntas diocesanas y parroquiales de la Buena Prensa. — Damas de la Buena Prensa. — Asociación Nacional de Propagandistas Católicos. — Asociación de Escritores y Periodistas Católicos. — Tesoro de la Buena Prensa. — Cofradía de Legionarios. — Día de la Prensa Católica. — Junta Nacional de Prensa Católica. — Círculo de Estudios del Seminario de San Fulgencio (Murcia).

INSTRUMENTACIÓN SOCIO-ECONOMICA Y JURÍDICA

— Labor inductora de los seminaristas y párrocos. — Día de la Prensa Católica. — Junta de Letrados y Procuradores Católicos. — Comisión de Custodia del Capital de la Agencia Prensa

Asociada. — Comité Ejecutivo de Prensa Asociada. — Subcomisiones diocesanas para el fomento de prestaciones

y donativos a Prensa Asociada. — Consejo Superior de Prensa Asociada. — Asociación y Montepío de la Prensa Católica. — Agencia de Publicidad. — Consorcio administrativo de la prensa católica. — Censura eclesiástica.

CRUZADA, PROSELITISMO Y ACCIÓN SOCIAL

— Prensa política católica. — Papel de la jerarquía eclesiástica: BEOC, órgano propulsor. — Hojas parroquiales. Diarios del obrero. Prensa específica:

«El Cruzado» y «La Gran Cruzada Moderna» de Murcia, para la promoción de los organismos defensores de la prensa ca­tólica. Liga de la Oración.

— Mítines de propaganda social (Murcia, 1915 y 1926). — Veladas literarias en el Día de la Prensa Católica. — Círculos católicos de obreros y Señoras de Acción Católico-

Social.

LA PRENSA CATÓLICA EN LA REGIÓN MURCIANA (PRIMER TERCIO DEL S. XX) 79

— Proyecto de una Gran Campaña Social en 1922. — Bibliotecas parroquiales y populares. Patronatos.

A tenor de lo expuesto, podemos afirmar que la prensa oficialmente católica estuvo sometida en todo este primer tercio del siglo XX por las directrices emanadas de la jerarquía eclesiástica, monopolizadoras de lo bueno y lo verdadero. Este apasionamiento desbordado no reportaba un examen sin turbaciones y constructivo y, como ha señalado Cuenca (104), motivaría que esta prensa nunca llegara a convertirse en instrumento de presión.

ABREVIATURAS

AHN: Archivo Histórico Nacional. AMLU: Archivo Municipal de La Unión. ANBP: Asociación Nacional de la Buena Prensa. BEOC: Boletín Eclesiástico del Obispado de Cartagena.

(104) CUENCA. J . M. : op. cit., págs. 229-230.