4
S A N DRA B E C E R R I L R O B L E D O La ventana

La ventana

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Cuento de Sandra Becerril

Citation preview

S A N DRA B E C E R R I L R O B L E D O La ventana

Siente que la muerte está cerca y se ve a si misma… Estoy dentro de las cobijas de la cama de mi mamá. Siento el calor de su cuerpo junto a mi y su respiración pausada arrullándome. Oigo de lejos la lluvia caer y a los árboles quejarse contra la ventana. Hay un mundo allá afuera. Aquí estamos solas ella y yo. Se mueve un poco y admiro su perfil, su cabello rubio, su pálida piel. Así me gustaría estar. Ahora que estoy cubierta por un velo negro y no veo quien me viene a visitar; ahora que estoy muerta dentro de este ataúd. Cuando vivía, siempre pensé qué clase de cosas podría pensar cuando estuviese muerta. Y no era nada parecido. Antes pensaba que mi mente divagaría en los momentos felices con él, con mis amigos, con mi familia… pero no. Ahora sólo fantaseo con cosas que no sé si viví o me faltaron por vivir.

Pienso en el aire decembrino rajando mi rostro cuando caminaba por

aquella calle frente al mar. Recuerdo con claridad el rostro de “él” rozando el mío. Su cuerpo. La vocecita de mi muñeca llamándome para jugar. El latir que no late más dentro de mi… ese ritmo constante que me hacía vivir. Recuerdo un futuro que nunca tuve, pero que me hubiera gustado. Al bebé, a mi papá sobre todo, a él… Escenas de películas. Su voz… esa voz retumba ahora en mi cabeza con un sonido hueco, que me acompaña por siempre. Su última frase. A mis abuelos. El patio de la escuela. Mi primer libro. Su perfume inunda mi pequeño espacio y me absorbe. Me quema. Tira de mis huesos y se los come con sal. Su sal. Recuerdo lugares donde estuve. Un día vi morir a alguien y no lo ayudé. Me senté sobre la banqueta a ver como el alma se salía de su cuerpo. Nunca la vi, pero supe cuando se fue porque un hilo de sangre corrió por su boca como si el alma se hubiera desatado. Luego regresé a casa, escribí sobre eso y lo actué. Todo el mundo pensó

que era ficción. Me alabaron por aquella representación. Y era verdad. Ya no me da risa.

A mí nadie me vio morir. Dormía, soñando que lo veía, cuando se me olvidó respirar. Me desperté aquí. Nadie vendrá nunca más. No hay un más allá, paraísos, ni esperanzas estúpidas. Estoy aquí hasta que mi cuerpo se desintegre, esperando el aroma de las flores que dejan arriba… se cuela por las ranuras del ataúd y me da un poco de vida. Escucho pasos de niños corriendo sobre mi tumba. Recuerdo mi niñez… no es verdad… no la recuerdo….Ya no recuerdo nada…tampoco es verdad.