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Las 5 claves para detectar un bar malo ¿A qué bares no hay que ir jamás? Te habrá pasado varias veces: fuiste a un bar y resultó ser un fiasco. Un lugar que, tal vez desde lejos, te parecía que podía ser un buen destino termina decepcionando. Para evitarte el mal rato, te damos las claves para distinguir a simple vista un lugar bueno de uno malo. Las señales están allí, tan sólo hay que saber leerlas. 1. El exterior. Un lugar que se precie debe ocuparse de, como mínimo, barrer su propia vereda. Es un gesto de buena voluntad, que dice mucho sobre lo limpio que estará el bar por dentro, en especial aquellas secciones que no están a la vista. Si eso falla, habla de una desidia que se verá reflejada en tu cocktail, como

Las 5 Claves Para Detectar Un Bar Malo

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Las 5 claves para detectar un bar malo

¿A qué bares no hay que ir jamás?

Te habrá pasado varias veces: fuiste a un bar y resultó ser un fiasco. Un lugar que, tal vez desde lejos, te parecía que podía ser un buen destino termina decepcionando. Para evitarte el mal rato, te damos las claves para distinguir a simple vista un lugar bueno de uno malo. Las señales están allí, tan sólo hay que saber leerlas.

1. El exterior. Un lugar que se precie debe ocuparse de, como mínimo, barrer su propia vereda. Es un gesto de buena voluntad, que dice mucho sobre lo limpio que estará el bar por dentro, en especial aquellas secciones que no están a la vista. Si eso falla, habla de una desidia que se verá reflejada en tu cocktail, como pasa con la marquesina de La Cigale (25 de mayo 722) a la que se le cayeron varias venecitas.

Otro alerta es el patovica. Un buen lugar puede tener seguridad, conserje, portero. Pero no esos monos de metro noventa, camiseta ajustados y mirada altanera. Un ejemplo:

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Museum (Perú 535). Es importante ver qué se ofrece en las carteleras exteriores e interiores. “Si el happy hour es de tragos demodé como un Sex on the Beach a 2x1, es mala señal”, asegura Julián Díaz, propietario de ocho7ocho (Thames 878). Lo mismo sucede si hay faltas de ortografías en los nombres de las bebidas (“si tienen la botella ahí, y no saben escribir su nombre, imaginate cuando las usan.”) o peor aún, recetas con ingredientes equivocados (“llegué a leer Negroni con duraznos”, dice).

2. La materia prima. Pueden existir bares malos con buena materia prima, pero jamás habrá un bar bueno con mala materia prima. El vodka puede ser Absolut, Finlandia o Stoli pero, ¿qué pasa con las botellas menos conocidas? En muchos lugares tienen licores de calidad básica, correctos en una discoteca, pero sin lugar posible en un buen bar. Cusenier, Tres Plumas: un abanico de colores que debe permanecer lejos de nuestro cocktail. Mucho peor si aparece por allí una lata de pulpa de frutas: desagradables reducciones de fruta con colorantes, conservantes y mal gusto. El pecado original: la botella de jugo de limón Minerva, clara advertencia para salir corriendo (la usan en miles de lados, como el bar rockero Red Bell, en Rivadavia 846). Lo mismo puede decirse sobre jugos artificiales de naranja y pomelo.

3. El servicio. El servicio dice todo sobre un lugar. La clave es el bartender: si es bueno, el lugar será seguramente bueno. ¿Pero, cómo distinguir al que sabe del que no sabe? Primero, la mirada. Un buen barman mira a quién entra. Idealmente hace un gesto como dando entender que nos vio y que ya nos va a atender. Su ropa debe estar prolija, de acuerdo a la estética del bar. Nunca debe pararse cruzado de brazos, ni quedarse de espaldas a la gente. No toma los hielos con la mano, sino con una pala especial; y deja las botellas en su lugar correcto, no en el más cercano. Todas estas premisas debe cumplirlas un buen bartender.

4. Los detalles hacen la diferencia.

- La cristalería: no podemos pedir copas Riedel para el Martini, pero la cristalería tiene que ser razonablemente buena; puede ser original y ecléctica como la de Green Bamboo, o minimal y de diseño como los vasos Bodum de Olsen. Pero no puede ser mala, con burbujas o irregularides en el vidrio.

- La servilleta bajo el vaso: no determina que un bar sea malo, pero habla de la capacidad y entrenamiento del bartender. Cada copa debe ser servida sobre una servilleta o un apoyavasos, de modo que el frío que condensa el vidrio no deje gotas sobre la mesa.

- Las pajitas: sí, el famoso sorbete. Un bar de calidad, utiliza sorbetes de calidad, anchos para que no se traben con las pulpas de frutas, y usualmente de color negro.

- Botellas tapadas: muchos lugares tienen la barra llena de botellas abiertas en un afán por ahorrar tiempo a la hora de preparar un cocktail. No, señores, la botella debe estar tapada, aunque signifique perder unos segundos más por trago.

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- El mobiliario: hay una larga lista de elementos prohibidos en un buen bar. Para empezar, los puffs baratos rellenos de telgopor, cubiertos por cuerina; lo mismo pasa con las sillas de caño, las luces intensas y las mesas de plástico.

- Televisores: los televisores no tienen nada que hacer en un buen bar; están destinados exclusivamente para pasar deportes en bares de rugbiers y norteamericanos sedientos de baseball. 

5. Ambiente y personalidad. Si tenés en cuenta los consejos de esta nota, seguramente elegirás un bar que valga la pena. Pero falta una sola advertencia, que –por lástima- no se puede explicar con palabras. Y es el ambiente. La realidad es que habrá bares que no cumplen con casi ninguna de las premisas listadas más arriba, pero que igualmente son buenos bares (un ejemplo: Puerta Roja, Chacabuco 733). Y otros espacios que, si bien cumplen con todo, son mortalmente aburridos. Palermo está repleto de lugares clonados a lo largo de las calles de moda: tienen una gran inversión, pero dicen poco. Les falta sangre, muestran un vacío de ideas que asusta. Y esto, no hay cómo explicarlo de antemano. Pero, si prestás atención, lo sentirás apenas entres. Se llama “personalidad”. Un sustantivo que por sí mismo define a un buen bar.