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LAS CUATRO VIRTUDES Y LAS CUATRO DEUDAS DE GRATITUD ¡JÓVENES, SEAN PALADINESDEL HUMANISMO, E IRRADIEN LA SUPREMA FILOSOFÍA DE LA LEY MÍSTICA!

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LAS CUATRO VIRTUDES Y LAS CUATRO DEUDAS DE GRATITUD

¡JÓVENES, SEAN PALADINESDEL HUMANISMO, E IRRADIEN

LA SUPREMA FILOSOFÍA DE LA LEY MÍSTICA!

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ESTUDIO

LAS CUATRO VIRTUDESY LAS CUATRO DEUDAS DE GRATITUD

Cuando los budas de las tres existencias del pasado, presente y futuro aparecen en el mundo, todos, todos predican la

importancia de saldar las cuatro deudas de gratitud. Y los sabios de la antigüedad, los Tres Soberanos, los Cinco Emperadores, Confucio, Lao Tzu, Yen Hui y otros enseñaron la práctica de las cuatro virtudes, que son: 1) la devoción filial a los padres; 2) la lealtad al señor; 3) la cortesía a los amigos; 4) la compasión y la bondad con las personas menos favorecidas que uno.

En primer lugar, la devoción filial a los padres significa que aunque el progenitor actúe irrazonablemente o hable denotando mala voluntad, uno no debe exhibir el menor enojo ni mostrar su disgusto. Un buen hijo jamás desobedece a sus padres; procura darles siempre toda clase de cosas buenas y, si esto fuese imposible, en el transcurso del día sonreirá al menos dos o tres veces en dirección a ellos.

En segundo lugar, ser leal al señor significa que uno nunca tenga nada de qué avergonzarse en la forma en que le ha prestado servicio, y actuar con buena disposición y voluntad en favor de su amo, aunque uno tuviera que sacrificar su propia vida. Pues aunque la lealtad al principio pase inadvertida, con el tiempo será abiertamente recompensada.

En tercer lugar, tratar a los amigos con cortesía significa saludarlos cordialmente, evitando toda indiferencia, como si hubiesen viajado mil o dos mil millas para venir a vernos, aunque nos crucemos con ellos diez o veinte veces en el término de un solo día.

En cuarto lugar, tratar con bondad compasiva a las personas más desafortunadas significa ser considerados en todo momento con aquellos que tienen circunstancias menos favorables que las de uno, pensar en estas personas como si fueran los propios hijos y tratarlas con amor compasivo.

Estas son, entonces, las cuatro virtudes; el que las cultiva de este modo merece ser llamado sabio o venerable. Si uno tiene en cuenta estos cuatro aspectos, aunque falle en otros sentidos, así y todo seguirá siendo respetado como una

buena persona. Y si uno cumple estas cuatro pautas de conducta, aunque desconozca los tres mil volúmenes de los clásicos de la literatura confuciana o taoísta, será como si, en verdad, los hubiese leído.

A continuación, las cuatro deudas de gratitud que expone el budismo son: 1) la deuda de gratitud que nos une a nuestros padres; 2) la deuda de gratitud que debemos al gobernante de la nación; 3) la deuda de gratitud contraída con todos los seres, y 4) la deuda de gratitud que debe saldarse con los tres tesoros [el Buda, la Ley y la Orden budista].1

En tercer lugar, está la deuda de gratitud hacia todos los seres. Si uno se detiene a pensarlo, verá que, en algún momento del

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pasado, todos los hombres habrán sido su padre, y todas las mujeres, su madre. De tal forma, en el transcurso de las muchas existencias vividas, uno ha contraído una deuda de gratitud con todos los seres. En tal caso, uno debería ayudar a cada uno de los semejantes a lograr la iluminación.

En cuarto lugar, está la deuda de gratitud con los tres tesoros del budismo. [...]

Entonces, si uno preguntara qué sutra permite saldar las cuatro deudas de gratitud, yo señalaría únicamente al Sutra del loto, porque este revela que las mujeres pueden lograr la Budeidad. [...]

¿Qué razón hay para creer que nuestras madres, mediante el poder de este sutra [del Loto], no puedan llegar a ser budas? Por ende,

la persona que practica el Sutra del loto está saldando la deuda de gratitud contraída con sus padres. Aunque uno no sienta en su fuero interno que lo esté haciendo, en verdad puede retribuir lo que debe a sus padres gracias al poder de este sutra.

De ese modo, sabemos que Shakyamuni, Muchos Tesoros y los incontables budas de las diez direcciones; Prácticas Superiores y los demás bodhisattvas que surgieron de la Tierra: Sabio Universal, Manjushri y los demás bodhisattvas de la enseñanza teórica; Shariputra y los otros grandes discípulos que escuchaban la voz; el gran rey celestial Brahma, las deidades del Sol y de la Luna, y los demás señores celestiales y deidades; las ocho clases de seres no humanos; las diez demonios, y las deidades grandes y pequeñas del Japón, todos, sin excepción, protegerán a aquel que posea firme fe en este Sutra del loto y en todo momento mantenga esa fe con actitud tenaz e inquebrantable, tal como una sombra sigue al cuerpo que la proyecta. Piense en esto, piense en esto y nunca deje que su mente se extravíe; sea firme en sus convicciones en todo momento, y gozará de “paz y seguridad en esta existencia y de buenas circunstancias en la próxima”.2

Disertación

El primer seminario de estudio de la División de Jóvenes se llevó a cabo hace sesenta años, en 1952, un año después de haberse fundado la División Juvenil Femenina y la División Juvenil Masculina.

En ese encuentro, se pidió a los participantes que respondieran un cuestionario de veinte preguntas que abarcaban varios temas; entre ellos, la relación entre la ciencia y la religión, las cinco comparaciones,3 y el principio de “abandonar lo transitorio y revelar lo verdadero”.4 Por cada pregunta, se designó a un participante para que diese su respuesta, en no más de cinco minutos. El segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, observó muy complacido el esfuerzo resuelto de esos jóvenes —algunos, francamente nerviosos— que, en sus respuestas, procuraban mostrar el resultado de su estudio cotidiano. Cuando todos terminaron, los elogió por sus sólidos conocimientos sobre tantos temas distintos.

Después de estos comentarios, el presidente Toda dio a conocer su famosa visión sobre la ciudadanía mundial. Era un período en que las naciones del mundo no podían trascender las redes de la guerra fría que enfrentaba a los países del bloque comunista con las democracias de Occidente, y el conflicto entre ambos campos se intensificaba a diario. Recuerdo claramente sus palabras: “En lo que a

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ESTUDIO

mí respecta, no estoy del lado de los comunistas ni de los norteamericanos. Mi posición está junto al pueblo de Asia y del mundo. En última instancia, propongo la ciudadanía mundial”.5

La Soka Gakkai todavía era una organización pequeña en esa época, pero el presidente Toda se preguntaba qué clase de ideas y de valores debíamos promover y cómo podríamos construir una sociedad realmente pacífica. Enseñó que el escenario de los jóvenes era el mundo, y que su misión era disolver los conflictos de las ideologías opuestas, de los estrechos intereses nacionales, y unir a todos los pueblos del mundo. A sus jóvenes interlocutores nos fascinó ser partícipes de una visión tan grandiosa como la suya...

En esa reunión, también explicó: “Voy a transferirle la tercera presidencia a un miembro de la División de Jóvenes. [...] Si todos apoyan al tercer presidente, sé que el kosen-rufu se logrará sin falta”.6 Tras declarar que solo la Soka Gakkai ofrecía una esperanza de resolver los problemas del Japón y abrir rutas hacia la felicidad de todas las personas, nos pidió que nos pusiéramos de pie y respondiéramos a ese desafío.7 Los cuatrocientos jóvenes presentes, profundamente inspirados y conmovidos por sus palabras, afirmamos nuestra determinación de acompañarlo.

El maestro, con su esfuerzo incondicional por forjar a los jóvenes, y los jóvenes, con su decisión de asumir la plena responsabilidad del kosen-rufu... Esta solemne inseparabilidad de maestro y discípulo es el punto de partida de una SGI juvenil.

En la época de Nichiren Daishonin, fueron jóvenes discípulos como Nikko Shonin y Nanjo Tokimitsu los que, con su mismo espíritu, se pusieron en marcha a su lado en la gran contienda por cambiar el rumbo de los tiempos.

Cuando leemos los escritos que envió Nichiren Daishonin a Nanjo Tokimitsu —entre ellos, Las cuatro virtudes y las cuatro deudas de gratitud, que estudiaremos en esta oportunidad— vemos con qué denuedo el Daishonin se ocupó de forjar a ese joven, y con qué sinceridad Tokimitsu respondió al sincero aliento de su mentor.

Ha comenzado el 2012, “Año del desarrollo de una SGI juvenil”. Estudiemos, entonces, Las cuatro virtudes y las cuatro deudas de gratitud y examinemos el corazón de los principios budistas humanísticos que el Daishonin impartió a su joven sucesor Nanjo Tokimitsu.

Cuando los budas de las tres existencias del pasado, presente y futuro aparecen en el mundo, todos, todos predican la importancia de saldar las cuatro deudas de gratitud. Y los sabios de la antigüedad, los Tres Soberanos,8 los Cinco Emperadores,9 [los filósofos chinos] Confucio, Lao Tzu, Yen Hui10 y otros enseñaron la práctica de las cuatro virtudes.11

La importancia de nuestro comportamientocomo seres humanos

Nanjo Tokimitsu nació en 1259. Fue el segundo hijo de Nanjo Hyoe Shichiro, administrador de la aldea de Ueno, en la provincia de Suruga (parte de la actual prefectura de Shizuoka). Tanto su padre como su madre se convirtieron a las enseñanzas de Nichiren Daishonin cuando aquel era pequeño. Esto quiere decir que Tokimitsu entabló relación con el Daishonin cuando tenía la edad de los actuales miembros de la División Futuro.

El padre de Tokimitsu, Nanjo Hyoe Shichiro, padecía una enfermedad, por lo cual el Daishonin le enviaba cartas de aliento. Falleció en marzo de 1265, habiendo mantenido una fe firme y correcta en la Ley Mística hasta el último momento de su vida.12 Tokimitsu tenía, en ese momento, siete años. Ese mismo año, el Daishonin viajó a la aldea

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de Ueno y presentó sus respetos ante la tumba de Hyoe Shichiro. No es difícil imaginar el cálido aliento que el Daishonin habrá brindado en esa oportunidad a la familia y al joven Tokimitsu, en esas tristes horas de duelo. En 1274, cuando el Daishonin regresó de su exilio en la isla de Sado y decidió radicarse en el monte Minobu,13 la familia de Nanjo de inmediato le envió sinceras ofrendas. Y quien se ocupó personalmente de entregárselas fue Tokimitsu que tenía entonces, dieciséis. Ese mismo año, murió trágicamente su hermano mayor, Shichiro Taro, en un accidente, dejando en manos de Tokimitsu la gravosa responsabilidad de mantener a la familia y de administrar la aldea de Ueno.

Se cree que esta carta, Las cuatro virtudes y las cuatro deudas de gratitud, fue redactada en 1275, un año después del encuentro entre el Daishonin y Tokimitsu, quien ya era un joven hecho y derecho.

En este escrito, el Daishonin menciona cuatro deudas de gratitud desde la perspectiva del budismo y cuatro virtudes que derivan de las tradiciones taoísta, confuciana y budista. Lo hace para enseñar a su discípulo —aún joven y falto de experiencia— las cualidades humanas y la personalidad que necesitaba cultivar para ser un buen pilar de su familia, un líder responsable de la sociedad y un sucesor en la tarea de propagar la Ley Mística.

Puesto a explicarle las cuatro deudas de gratitud y las cuatro virtudes, el Daishonin se enfoca en la importancia de nuestro comportamiento como seres humanos. Expone la enseñanza budista fundamental de respetar a los demás y de vivir con agradecimiento, de una manera comprensible y fácil de poner en práctica en el contexto de la vida cotidiana. Así, brinda orientación sencilla y concisa para crear el máximo valor posible día a día, y construir una vida victoriosa.

El budismo de Nichiren Daishonin ofrece invalorables principios para forjar jóvenes que respeten a todas las personas y que trabajen simultáneamente por la felicidad propia y la de todos los semejantes.

[Las cuatro virtudes] son: 1) la devoción filial a los padres; 2) la lealtad al señor; 3) la cortesía a los amigos; 4) la compasión y la bondad [en jap. jihi o amor compasivo] con las personas menos favorecidas que uno.

En primer lugar, la devoción filial a los padres significa que, aunque el progenitor actúe irrazonablemente o hable denotando mala voluntad, uno no debe exhibir el menor enojo ni mostrar su disgusto. Un buen hijo jamás desobedece a sus padres; procura darles siempre toda clase de cosas buenas y, si esto fuese imposible, en el transcurso del día sonreirá al menos dos o tres veces en dirección a ellos.

En segundo lugar, ser leal al señor significa que uno nunca tenga nada de qué avergonzarse en la forma en que le ha prestado servicio, y actuar con buena disposición y voluntad en favor de su señor, aunque uno tuviera que sacrificar su propia vida. Pues aunque la lealtad al principio pase inadvertida, con el tiempo será abiertamente recompensada.14

Esforzarnos por “superar la frialdady la indiferencia de nuestra propia vida”

El Daishonin comienza citando las cuatro virtudes del amor filial, la lealtad, la cortesía, y la bondad compasiva (o amor compasivo), ofreciendo instrucciones detalladas sobre la conducta de una persona sabia o venerable. Las primeras tres virtudes —devoción filial, lealtad y cortesía—

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se encuentran en las enseñanzas confucianas y taoístas, mientras que la última —la bondad compasiva— se recalca en las doctrinas budistas.

Al citar estas cuatro virtudes, el Daishonin no se limita a repetir viejos valores estereotipados. Antes bien, de todo el acervo de la filosofía y el pensamiento asiáticos, ha seleccionado cuidadosamente aquellos que podían serle de provecho y de base práctica a Tokimitsu. Además, no expone la devoción filial, la lealtad y la cortesía como virtudes abstractas, sino como la manifestación viva del comportamiento correcto que debe tener un budista.

Ante todo, el Daishonin analiza el amor filial a ambos padres.15 En otras palabras, la importancia de ser buenos hijos.

Incluso los padres sumamente críticos o proclives a formas anticuadas de pensar, poco comprensivos de la joven generación, pueden estar motivados por un intenso afecto hacia sus hijos y por la voluntad de aceptar cualquier sacrificio en bien de ellos. Cuando los hijos están dispuestos a hacer ese esfuerzo adicional por entender el punto de vista de sus padres, dan un paso adelante fundamental que les hace enriquecer su propia personalidad y apreciar la lucha de sus progenitores.

Para bien o para mal, en un nivel profundo las tendencias de vida suelen transmitirse de padres a hijos. Lo importante es transformar lo negativo y pernicioso en actitudes positivas y constructivas, que nos permitan desplegar en forma ilimitada nuestra bondad inherente. El budismo de Nichiren Daishonin enseña que todos poseemos el poder de iniciar esa transformación.

El señor Toda decía: “Hay muchos jóvenes incapaces de sentir amor profundo por sus padres. ¿Cómo esperar que puedan sentir sincera preocupación por gente extraña? El esfuerzo por superar la indiferencia y la frialdad en su propia vida y por lograr el mismo grado de amor compasivo que el Buda es la esencia de la revolución humana”.16 Nos dice que todo depende de que podamos superar nuestra frialdad y nuestra indiferencia; necesitamos asumir la responsabilidad para transformar nuestro karma. El señor Toda urgía especialmente a los jóvenes a que priorizaran el esfuerzo en su revolución humana.

Yo he alentado a los jóvenes con esta misma actitud. Ser buenos hijos es el primer paso de la práctica budista para tratar a todas las personas con amor compasivo.

A través de enseñar a Tokimitsu la importancia de ser un buen hijo y de sonreírle a su madre dos o tres veces cada día,17 el Daishonin establece un importante paso de la revolución humana basada en la fe en la Ley Mística, clave para manifestar el estado de Budeidad y abrir el camino hacia la felicidad de todas las personas.

Al respecto, el autor francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) escribió: “A menudo, lo esencial no tiene peso. Aquí, lo esencial parece haber sido una mera sonrisa. Una sonrisa suele ser lo más esencial. Una sonrisa nos recompensa. Una sonrisa nos gratifica. Una sonrisa nos anima. Hay sonrisas por las que vale la pena dar la vida entera”.18

Cuando sonríen a sus padres y encienden una luz en lo profundo de su corazón, hacen la causa que activa un cambio fundamental. Una sonrisa sincera es el “botón de encendido” que los pondrá a ustedes, a su familia y a su comunidad en el carril que conduce a elevar el estado de vida.

La sinceridad y la confianzason los mayores tesoros de la juventud

En segundo término, el Daishonin analiza el significado de “ser leal a nuestro señor”.19 Con ello, cabe interpretar, quiere enseñarle a Tokimitsu la actitud necesaria para ganar la confianza de la comunidad y de la sociedad. Recalca la importancia de comportarnos con integridad y de merecer la confianza en el proceso de prestar servicio a nuestros superiores. Ya sea que nuestra lealtad sea reconocida o no,

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la virtud invisible se acumula hasta el punto de brillar en forma de recompensas visibles.

Los jóvenes a menudo sienten que el esfuerzo con que trabajan para sus empleadores suele pasar inadvertido y no se traduce en una retribución clara. Pero si siguen aprendiendo, mejorando y esforzándose al máximo, y la base de este esfuerzo es su fe en la Ley Mística, lograrán resultados positivos y ganarán la amplia confianza de las personas. Si avanzan con sinceridad a partir del cimiento de su fe, acumularán buena fortuna y tesoros del corazón. Y sus tesoros del cuerpo —su salud, sus aptitudes y talentos, y otro tipo de riqueza interior— también brillarán a pleno. La sinceridad y la confianza son los mayores tesoros de la juventud.

En El objeto de devoción para observar la vida, el Daishonin escribe: “Cuando el cielo se despeja, la tierra se ilumina. Del mismo modo, cuando uno conoce el Sutra del

loto [la Ley Mística], comprende el significado de todas las cuestiones mundanas”.20

Nuestra fe se manifiesta en la vida cotidiana, y el budismo se pone en práctica en la sociedad. Lo que debemos ponderar es cómo triunfar allí donde estemos en este momento. Practicar el budismo del Daishonin nos permite desplegar en nuestra vida el sol de la sabiduría ilimitada para percibir claramente el verdadero aspecto de la realidad.

En tercer lugar, tratar a los amigos con cortesía significa saludarlos cordialmente, evitando toda indiferencia, como si hubiesen viajado mil o dos mil millas para venir a vernos, aunque nos crucemos con ellos diez o veinte veces en el término de un solo día.

En cuarto lugar, tratar con bondad y compasión a las personas más desafortunadas significa ser considerados en todo momento con aquellos que tienen circunstancias menos favorables que las de uno, pensar en estas personas como si fueran los propios hijos y tratarlas con bondad y compasión.

Estas son, entonces, las cuatro virtudes; el que las cultiva de este modo merece ser llamado sabio o venerable. Si uno tiene en cuenta estos cuatro aspectos, aunque falle en otros sentidos, así y todo seguirá siendo respetado como una buena persona. Y si uno cumple estas cuatro pautas de conducta, aunque desconozca los tres mil volúmenes de la literatura confuciana o taoísta, será como si, en verdad, los hubiese leído.21

Respetar a todos: el espíritu del Sutra del loto

En tercer lugar, el Daishonin analiza la virtud de la “cortesía a los amigos”.22 Dice: “Tratar a los amigos con cortesía significa saludarlos cordialmente, evitando toda indiferencia, como si hubiesen viajado mil o dos mil millas para venir a vernos, aunque nos crucemos con ellos diez o veinte veces en el término de un solo día”.23

Esto tiene mucho en común con el espíritu de nuestras reuniones de diálogo y de otras actividades de la SGI. Si alguien llega tarde, tenemos que recibirlo cordialmente y agradecerle el esfuerzo de haber asistido, aunque sea al final, pese a sus muchas obligaciones. La SGI debe ser siempre un mundo que infunde calidez y seguridad interior en los miembros.

La cortesía, debe decirse, no tiene nada que ver con los formulismos ni con las expresiones vacías. Lo que cuenta

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es nuestra sinceridad, nuestro respeto hacia la otra persona, que se manifiesta en la voz, la gestualidad y las acciones.

“El propósito con el cual nació en este mundo el buda Shakyamuni, señor de las enseñanzas, yace en su comportamiento como ser humano”,24 afirma el Daishonin. Por ende, no es exagerado decir que el propósito del budismo es enseñarnos la suprema expresión del comportamiento humano, ejemplificada por la práctica de respetar a los demás, tal como muestra en el Sutra del loto el bodhisattva Jamás Despreciar.25

En relación con el pasaje del Sutra del loto que dice: “Si ves a alguien que acepta y abraza este sutra, deberás ponerte de pie y saludarlo desde lejos, con el mismo respeto que mostrarías al Buda”,26 el Daishonin lo describe como “el punto más importante que [Shakyamuni] nos quiso transmitir”.27

Por debajo de la norma de tratar a los amigos con cortesía, lo que circula es la importancia de respetar a todas las personas.

El sentimiento fraterno y compasivode desear la felicidad ajena

En cuarto lugar, el Daishonin menciona “tratar con bondad compasiva a las personas más desafortunadas”.28 Siempre debemos ser compasivos y bondadosos con las personas vulnerables o menos favorecidas que nosotros, y tratarlas como si fueran nuestros propios hijos.29 La frase “más desafortunados” no implica menospreciar a estas personas como inferiores, sino tan solo el reconocimiento de diferencias objetivas en las condiciones de salud, edad o privilegios sociales, y la observación de que, en determinados momentos, debemos tomar la iniciativa de ayudar a los demás. 

La palabra japonesa con que se escribe “amor compasivo” (jihi) está formada por dos ideogramas que representan las palabras sánscritas maitri (“amistad”) y karuna (“compasión” o “solidaridad”). El Sutra del nirvana, el Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría de Nagarjuna y otras escrituras budistas definen el amor compasivo como la inclinación a “aliviar el sufrimiento e impartir alegría”. En tal sentido, el amor compasivo del budismo constituye la verdadera amistad y el deseo de que nuestros seres queridos sean felices.

Como escribió el filósofo Cicerón de la antigua Roma: “Eliminar la amistad de la vida es como borrar el sol del cielo”.30 Cicerón también expresó que uno no debería “buscar ese amigo que es como uno quisiera ser y no puede, ni tampoco pretender de los amigos lo que uno mismo es incapaz de brindar. El curso correcto es ser uno mismo una buena persona, y luego buscar a otros de personalidad afín”.31

La amistad y el amor compasivo, entonces, comienzan por ser uno mismo un buen amigo.

El señor Toda decía: “No hay en el mundo fuerza más poderosa que el amor compasivo”. Y a menudo nos enseñaba: “La valentía es el rostro visible del amor compasivo”.

Preocupados por la felicidad de sus amigos, van a su encuentro para dialogar activamente con ellos. Con este corazón, dicen lo que haga falta decir. Piensan en sus amigos, hacen lo que pueden por ellos, oran por su felicidad... En verdad, compartir con otros la Ley Mística y propagar los principios y las enseñanzas del budismo del Daishonin son actos de suprema valentía y amor compasivo.

En esta carta, el Daishonin dice que quien observa las cuatro virtudes merece ser considerado un sabio o un venerable.32 Motivado en el deseo de que el joven Tokimitsu se desarrolle como un gran ser humano, el Daishonin busca enseñarle diversas cualidades y aptitudes de liderazgo, sabiendo que debía de estar experimentando temores y esperanzas en esa etapa de su vida en que debía afrontar nuevas responsabilidades sociales.

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A continuación, las cuatro deudas de gratitud que expone el budismo son: 1) la deuda de gratitud que nos une a nuestros padres; 2) la deuda de gratitud que debemos al gobernante de la nación; 3) la deuda de gratitud contraída con todos los seres, y 4) la deuda de gratitud que debe saldarse con los tres tesoros [el Buda, la Ley y la Orden budista]. [...]

En tercer lugar, está la deuda de gratitud hacia todos los seres. Si uno se detiene a pensarlo, verá que, en algún momento del pasado, todos los hombres habrán sido su padre, y todas las mujeres, su madre. De tal forma, en el transcurso de las muchas existencias vividas, uno ha contraído una deuda de gratitud con todos los seres. En tal caso, uno debería ayudar a cada uno de los semejantes a lograr la iluminación.33

La forma de saldar nuestras deudas de gratitudes desafiarnos en nuestra revolución humana

A continuación, el Daishonin analiza las cuatro deudas de gratitud desde la perspectiva del budismo.

El agradecimiento implica reconocer con quién estamos en deuda en esta existencia y a quién debemos nuestras circunstancias, para retribuirles a esas personas por medio de nuestra dedicación a la práctica budista. En otro sentido, saldar las deudas de gratitud significa elevar nuestro estado de vida para dejar de ser personas que dependen de los demás y convertirnos en individuos capaces de apoyar a otros, en la medida en que cultivamos nuestro más profundo poder interior.

En sánscrito, la expresión krita-jna significa, literalmente, “reconocer (jna) lo que otros han hecho por nosotros (krita)”. Cuando uno ha reconocido y valorado lo que otros han hecho en su bien, el paso siguiente es vivir una existencia dedicada al bienestar de los semejantes. Este es el origen del término “saldar las deudas de gratitud” que aparece en los sutras chinos.

Reconocer y valorar que somos lo que somos gracias a las acciones y al apoyo de muchos otros puede imprimir un potente giro a la conciencia de nuestra propia identidad y establecer sólidas bases para nuestra vida. Esto se traducirá en un desarrollo personal constante.

Saldar las deudas de gratitud es el desafío de nuestra revolución humana, el proceso por el cual podemos cultivar nuestro potencial al máximo.

En esta carta, el Daishonin discurre sobre las cuatro deudas de gratitud que tienen todos los seres.34

La primera es la deuda de gratitud con los padres. ¡Qué infinidad de cosas debemos a los padres que nos dieron la vida y nos criaron! El Daishonin dice que la deuda de gratitud contraída con el padre es más alta que el monte Sumeru,35 y que los favores recibidos de nuestra madre son más profundos que el océano.36 Debemos encontrar un modo de retribuir tantos beneficios recibidos de nuestros progenitores... Lo primero que corresponde hacer, dice el Daishonin, es tener fe en el budismo.37 El deseo más grande que tiene un padre o una madre es la felicidad y el desarrollo de sus hijos, de modo que entrar en el camino de la felicidad por medio de la fe y la práctica budista es lo más considerado que podemos hacer por nuestros padres y la mejor forma de saldar nuestra deuda de gratitud con ellos.

En segundo lugar, está la deuda de gratitud con el gobernante de la nación. Esto denota el agradecimiento al soberano, que provee medios de subsistencia, alimentos, vivienda y ropa.38 En el mundo democrático de hoy, en que la soberanía reside en el pueblo, la expresión correcta de este principio es el agradecimiento a la sociedad. De manera similar, las observaciones del Daishonin sobre orar por el gobernante para “gozar de paz y de seguridad en esta existencia y de buenas circunstancias en la próxima”39 hoy podrían interpretarse como orar por la felicidad de cada miembro de la sociedad.

En tercer lugar, está la deuda de gratitud con todos los seres. La vida es eterna y abarca las tres existencias (pasado,

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presente y futuro); los sutras enseñan que hemos nacido en este mundo tras repetir infinidad de veces el ciclo de nacimiento y muerte. Desde ese punto de vista, en algún momento del pasado, todos los hombres han sido nuestro padre y todas las mujeres han sido nuestra madre.40 El budismo considera que todos estamos relacionados con todos en términos de gratitud.

Aquí, el Daishonin indica que por ese motivo debemos desear la felicidad de todas las personas. Ya que la dicha suprema yace en manifestar el estado de Budeidad, la mejor forma de retribuir lo que debemos a nuestros semejantes es enseñarles el budismo, el medio directo para manifestar la iluminación.

El señor Toda decía: “La verdadera grandeza se encuentra en olvidar, quizá, lo que uno ha hecho por otros, pero jamás perder de vista lo que otros han hecho por uno, y hacer todo lo posible por saldar esta deuda de gratitud. Aquí resplandece la luz del budismo. Las personas que actúan así irradian integridad, profundidad humana, generosidad y encanto personal”.

Esta también es la conclusión a la cual yo he llegado después de sesenta años de práctica. En todo este tiempo, he visto a infinidad de personas distintas; he conocido gente ingrata y gente agradecida. Los que tienen sentido del agradecimiento son seres amados por todos, gozan de la confianza ajena y viven de manera profundamente satisfactoria y plena. A partir de lo que enseña el budismo del Daishonin, es claro que la luz interior de los que encarnan la gratitud verdadera iluminará su vida de buena fortuna y de beneficios a través de las tres existencias.

En cuarto lugar, está la deuda de gratitud con los tres tesoros del budismo. [...]

Entonces, si uno preguntara qué sutra permite saldar las cuatro deudas de gratitud, yo señalaría únicamente al Sutra del loto, porque este revela que las mujeres pueden lograr la Budeidad. [...]

¿Qué razón hay para creer que nuestras madres, mediante el poder de este sutra [del Loto], no puedan llegar a ser budas? Por ende, la persona que practica el Sutra del loto está saldando la deuda de gratitud contraída con sus padres. Aunque uno no sienta en su fuero interno que lo esté haciendo, en verdad puede retribuir lo que debe a sus padres gracias al poder de este sutra.41

El Sutra del loto es la únicaenseñanza budista que nos permite

retribuir lo mucho que debemos a nuestra madre

En cuarto lugar, el Daishonin enseña que saldar la deuda de gratitud con los tres tesoros del budismo es lo más importante para poder vivir de la manera más elevada como seres humanos. Los tres tesoros son los tres pilares de

la fe y la práctica budistas: el tesoro del Buda, el tesoro de la Ley (las enseñanzas que este predicó), y el tesoro de la Orden budista (o comunidad de creyentes). Lo que expone el Daishonin en este escrito sobre la deuda de gratitud con los tres tesoros se basa en indagar cuál sutra beneficia realmente a todas las personas.

El gran maestro T’ien-t’ai de la China clasifica en cinco períodos42 las enseñanzas expuestas por Shakyamuni en toda su existencia; a partir de este ordenamiento, el Daishonin investiga de manera específica qué sutras contienen la enseñanza sobre la iluminación de las mujeres, que él identifica como criterio para saldar la deuda de gratitud con los padres, especialmente con la madre. La clasificación en cinco períodos evalúa las enseñanzas de Shakyamuni no a partir de su secuencia cronológica, sino de determinar la verdadera intención del Buda; es decir, cuál fue su mensaje y de qué manera procuró transmitir. Podemos suponer que el Daishonin, con esta enunciación, quiere explicarle a

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Tokimitsu esta jerarquía de manera fácil y comprensible, para ayudar al joven a estudiar y entender aún más el budismo.

Luego, el Daishonin se pregunta qué sutra nos permite realmente saldar las cuatro deudas de gratitud.43 Dice que, cuando uno evalúa las escrituras budistas tomando como referencia la enseñanza sobre la iluminación de las mujeres, el único que supera la prueba es el Sutra del loto.

El padre de Tokimitsu había fallecido cuando el joven era apenas un niño; por lo tanto, fue la madre [conocida como la monja laica de Ueno] la que mantuvo unida la familia. Tokimitsu, testigo directo de esta proeza, debe haber tenido un hondo sentimiento de gratitud hacia su madre, además del deseo de asegurar su felicidad perpetua. Al mismo tiempo, habrá querido saldar la deuda de gratitud con su padre, la persona que le transmitió la fe en la Ley Mística.

En esta carta, el Daishonin se refiere directamente a la preocupación fundamental de Tokimitsu, abriendo los ojos del joven a la grandeza del budismo y enseñándole cómo vivir de manera realmente sabia.

Cuando las cuatro virtudes —que comenzaron con la enseñanza taoísta y confucianista de la devoción filial y evolucionaron en el código de conducta de sabios y venerables— vuelven a examinarse desde la perspectiva de la enseñanza suprema del Sutra del loto, pueden verse como el comportamiento de los budas en el contexto de la vida cotidiana. Esto abarca actitudes como sonreírle a nuestra madre e infundirle tranquilidad, merecer la confianza de los demás en el lugar de trabajo, respetar a los amigos y tratar con consideración a los sucesores.

La Ley Mística es la gran enseñanza que conduce a una felicidad duradera no solo a nuestros padres, a quienes tanto debemos, sino también a los hermanos, amigos y personas que forman parte de nuestra vida. Esa felicidad prevalece a través del pasado, el presente y el futuro (las tres existencias). Aunque nuestros padres y amigos en este momento no entiendan nuestra práctica budista, el poder benéfico de la Ley Mística es absoluto. Si nos esforzamos sinceramente en la fe, podremos guiar a la iluminación a las personas que nos rodean, tal como el sol se eleva en el cielo e ilumina a plena luz toda la tierra. No hay necesidad de apresurar las cosas ni de generar ansiedad.

Algunas familias no tienen hijos. Pero todos los jóvenes de la Soka Gakkai son nuestros hijos, nuestros sucesores del kosen-rufu. Tengan la convicción y la seguridad de que su aliento a estos jóvenes sucesores será para ellos una fuente de fortaleza y resplandecerá en su vida como un tesoro del corazón.

De ese modo, sabemos que Shakyamuni, Muchos Tesoros y los incontables budas de las diez direcciones; Prácticas Superiores y los demás bodhisattvas que irrumpieron de la Tierra: Sabio Universal, Manjushri y los demás bodhisattvas de la enseñanza teórica; Shariputra y los otros grandes discípulos que escuchaban la voz; el gran rey celestial Brahma, las deidades del Sol y de la Luna, y las demás funciones y deidades celestiales; las ocho clases de seres no humanos; las diez demonios44; y las deidades grandes y pequeñas del Japón, todos, sin excepción, protegerán a todo aquel que posea firme fe en este Sutra del loto y en todo momento mantenga esa fe con actitud tenaz e inquebrantable, tal como una sombra sigue al cuerpo que la proyecta. Piense en esto, piense en esto y nunca deje que su mente se extravíe; sea firme en sus convicciones en todo momento, y gozará de “paz y seguridad en esta existencia y de buenas circunstancias en la próxima”45.46

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La paz y la seguridad verdaderasse encuentran en una fe inamovible

Esta es la parte final de la carta. El Daishonin escribe que “aquel que posea firme fe

en este Sutra del loto y en todo momento mantenga esa fe con actitud tenaz e inquebrantable” será protegido resueltamente por incontables budas, bodhisattvas y funciones del universo, y tendrá la certeza de experimentar “paz y seguridad en esta existencia y buenas circunstancias en la próxima”.47 También expresa: “Nunca deje que su mente se extravíe, sea firme en sus convicciones en todo momento”,48 exhortando a Tokimitsu a mantener siempre viva la determinación pura y sincera de su juventud, en cualquier circunstancia.

La esencia de la fe en la Ley Mística es “en todo momento mantener la fe con actitud firme e inquebrantable”. Nanjo Tokimitsu siguió esforzándose sin apartarse de las enseñanzas del Daishonin, y superando en el transcurso de su vida diversas dificultades y sufrimientos. Cuando se produjo la persecución de Atsuhara,49 Tokimitsu fue duramente criticado y perseguido; las autoridades lo obligaron a pagar impuestos onerosos que pusieron en peligro su supervivencia. Perdió a su hermano menor [Shichiro Goro],50 y él mismo tuvo graves problemas de salud.51 Pero triunfó sobre todas esas adversidades gracias a una sincera fe en la Ley Mística, y pudo consagrar su vida entera al gran juramento del kosen-rufu.

El maestro Toda a menudo decía: “La fe es de extrema importancia”, y “La clave reside en forjar personas que puedan vivir basadas en la fe”. Necesitamos alentar y formar a los jóvenes de manera constante, procurando nutrir espléndidos individuos de fe que actúen en la sociedad como personas irreemplazables. Afortunadamente, el Daishonin nos dio un perfecto modelo que podemos tomar como referencia.

Desde luego, el objetivo de formar una SGI juvenil no sólo es el crecimiento y el desarrollo de los jóvenes. Forjar a la juventud es crear un futuro brillante y lleno de esperanza, que a su vez sirva para rejuvenecer a cada miembro e irradiar en cada organización y vecindario un espíritu renovado y vibrante.

Si podemos fortalecer nuestra tradición que es forjar y apoyar a los jóvenes en cada nivel organizativo, y crear valores humanos que contribuyan a la sociedad, la SGI será capaz de generar en sí misma una cultura juvenil y de proyectar una energía más dinámica que nunca. Y si la corriente de la filosofía humanística se propaga en la joven generación, de la misma manera que el Daishonin procuró enseñar a Nanjo Tokimitsu la enseñanza del Sutra del loto de respeto humanístico a todas las personas, el destino de toda la sociedad experimentará una gran transformación. La revolución humana de un solo joven podrá transformar su familia, su sociedad y el destino global de todo el género humano.

Pido a todos nuestros miembros que participen en la solemne tarea de forjar sucesores como Tokimitsu.

En todo el Japón y en el mundo, está surgiendo una firme

corriente de jóvenes que asumirán la misión del kosen-rufu en el siglo XXI. En verdad, estamos en los albores de una nueva época.

¡Jóvenes, escalen las nuevas montañas del kosen-rufu en el siglo XXI! Como integrantes de la familia de la SGI, decidamos la absoluta victoria del año que comienza.

(Traducción del artículo publicado en la edición de enero de 2012 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai).

NOTAS

1 The Writings of Nichiren Daishonin (WND), Tokio: Soka Gakkai, 2006, vol. 2, págs. 636-637.

2 WND, vol. 2, págs. 637-638.3 Cinco comparaciones: Cinco niveles de comparación

sucesivos que estableció Nichiren Daishonin en La apertura de los ojos para mostrar la superioridad de Nam-myoho-renge-kyo sobre las demás enseñanzas.

4 Abandonar lo transitorio y revelar lo verdadero: Intervención que hace un buda para revelar su verdadera identidad como tal y descartar su identidad o posición provisional. Aquí se refiere a la persecución de Tatsunokuchi, cuando el Daishonin descartó su “posición transitoria” como persona común, en “el estado en el cual se escucha el nombre y las palabras de la verdad”, y reveló su “verdadera identidad” como “Buda de la alegría ilimitada que ha estado iluminado desde el tiempo sin comienzo”, sin dejar de ser un simple ser humano.

5 Toda, Josei: Toda Josei Zenshu (Obras completas de Josei Toda), Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1991, vol. 3, pág. 460.

6 Ib., pág. 461.7 Véase Ib. 8 Tres Soberanos: También denominados Tres Gobernantes.

Fueron Fu Hsi, Shen Nung y Huang Ti (el Emperador Amarillo), legendarios gobernantes de la China antigua. Se los considera, respectivamente, inventores de la pesca, la agricultura y la medicina. En sus escritos, Nichiren Daishonin menciona a menudo a Shen Nung y a Huang Ti como maestros de la medicina y afirma que en los reinados de Fu Hsi y de Shen Nung se logró establecer una sociedades ideales.

9 Cinco Emperadores: Cinco legendarios emperadores sabios de la China que, según la creencia, reinaron después de los Tres Soberanos. Los clásicos mencionan tres grupos distintos de monarcas con la denominación “Cinco Emperadores”; uno de ellos está integrado por Shao Hao, Chuan Hsü, Ti Kao, T’ang Yao y Yü Shun.

10 Yen Hui: Discípulo más prominente de Confucio. Amaba el estudio, actividad a la que se dedicó incluso en medio de la pobreza, y fue hombre de reconocida virtud. Sin embargo, murió antes que su maestro, lo cual afligió mucho a Confucio.

11 WND, vol. 2, pág. 636.

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12 En una carta a Nanjo Tokimitsu, el Daishonin escribe: “Aunque su difunto padre fue guerrero, tenía firme fe en el Sutra del loto, por lo cual [...] sé que concluyó su vida con la disposición espiritual de un verdadero creyente”. Véase WND, vol. 2, pág. 499.

13 Monte Minobu: Situado en la actual prefectura de Yamanashi. Nichiren Daishonin vivió allí los últimos años de su vida, desde mayo de 1274 hasta setiembre de 1282, justo antes de morir. Allí se consagró a educar a sus discípulos, a dirigir las tareas de propagación y a escribir tratados doctrinales.

14 WND, vol. 2, pág. 636.15 Véase WND, vol. 2, pág. 636.16 Toda, Josei: “Guidelines for Youth” (Guías para los

jóvenes), en Toda Josei Zenshu (Obras completas de Josei Toda), Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1992, vol. 1, pág. 60.

17 Véase WND, vol. 2, pág. 636.18 SaInT-EXupéry, Antoine de: Wartime Writings, 1939–1940

(Escritos de la guerra), trad. Noah Purcell, San Diego: Harcourt, Inc., 1986, pág. 112.

19 WND, vol. 2, pág. 636.20 Los escritos de Nichiren Daishonin (END),Tokio: Soka

Gakkai, 2008, pág. 398.21 WND, vol. 2, pág. 636.22 Ib.23 Ib.24 END, pág. 893.25 Bodhisattva Jamás Despreciar: Bodhisattva descrito en el

capítulo homónimo (20.o) del Sutra del loto. Shakyamuni en una existencia anterior. Este bodhisattva se inclinaba en respetuosa reverencia ante las cuatro clases de creyentes: monjes, monjas, laicos y laicas, y los saludaba diciendo: “Siento profundo respeto por vosotros. Jamás osaría trataros con desprecio o arrogancia. ¿Por qué? Porque todos practicaréis el camino del bodhisattva y podréis lograr la Budeidad”. Véase The Lotus Sutra and Its Opening and Closing Sutras (El “Sutra del loto” y los sutras de inicio y de cierre), trad. por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2009, cap. 20, pág. 308. Sin embargo, la respuesta de las personas arrogantes era atacarlo con palos y varas, y apedrearlo. El sutra explica que su práctica de respetar la naturaleza de Buda en cada persona fue la causa que le permitió lograr la Budeidad.

26 The Lotus Sutra and Its Opening and Closing Sutras (El “Sutra del loto” y los sutras de inicio y de cierre), op. cit., cap. 28, pág. 365.

27 The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 1996, pág. 192.

28 WND, vol. 2, pág. 636.29 Véase ib.30 CICEro, Marcus Tullius: Letters of Marcus Tullius Cicero,

with His Treatises on Friendship and Old Age (Cartas de Marco Tulio Cicerón, con sus tratados sobre la amistad y la vejez), trad. por E. S. Shuckburgh y edit. por Charles W. Eliot, Nueva York: P. F. Collier and Son, 1909, pág. 25.

31 Ib., pág. 36.32 Véase WND, vol. 2, pág. 636.33 WND, vol. 2, págs. 636-637.34 Las cuatro deudas de gratitud de las que habla el

Daishonin en esta carta se basan en la enunciación del Sutra sobre la contemplación de la mente como terreno. La definición de las cuatro deudas de gratitud varía según la fuente que se cite. Además, la lista que menciona el Daishonin en otro tratado, Saldar las deudas de gratitud, abarca las deudas contraídas con los padres, el maestro, los tres tesoros y el soberano. En este caso particular, se cree que incluyó la gratitud al maestro como muestra de agradecimiento hacia su difunto mentor, Dozen-bo.

35 El monte Sumeru es la montaña que, según la cosmología india antigua, se erige en el centro del mundo.

36 Véase WND, vol. 2, pág. 637.37 WND, vol. 2 , pág. 637.38 Ib.39 El capítulo “La parábola de las hierbas medicinales” (5.o)

del Sutra del loto señala: “Una vez que estos seres hayan escuchado la Ley, disfrutarán de paz y de seguridad en esta existencia y de buenas circunstancias en existencias futuras”. Véase The Lotus Sutra and Its Opening and Closing Sutras (El “Sutra del loto” y los sutras de inicio y de cierre), op. cit., cap. 5, pág. 136.

40 WND, vol. 2, pág. 637.41 WND, vol. 2, págs. 637-638.42 Los cinco períodos son: 1) el período Guirnalda de Flores,

2) el período Agama; 3) el período Correcto e Igual, 4) el período Sabiduría, y 5) el período Loto y Nirvana.

43 WND, vol. 2, pág. 638.44 Diez demonios: Son diez deidades protectoras que

aparecen en el capítulo “Dharani” (26.o) del Sutra del loto como las “hijas de los demonios rakshasas” o como “las diez hijas de los rakshasas”. En el capítulo “Dharani” (26.o) del Sutra del loto, juran proteger a los devotos del sutra y dicen que infligirán castigo a todos aquellos que molesten a sus practicantes.

45 The Lotus Sutra and Its Opening and Closing Sutras (El “Sutra del loto” y los sutras de inicio y de cierre), op. cit., cap. 5, pág. 136.

46 WND, vol. 2, pág. 638.47 Véase ib.48 WND, vol. 2, pág. 638.49 Persecución de Atsuhara: Sucesión de amenazas y actos

de violencia perpetrados contra los seguidores del Daishonin en la aldea de Atsuhara, distrito Fuji de la provincia de Suruga (hoy, zona central de la prefectura de Shizuoka), que comenzaron en 1275 y persistieron hasta 1283, aproximadamente. En 1279, veinte campesinos fueron injustamente arrestados y enviados a Kamakura, donde los interrogó con crueldad Hei no Saemon, jefe interino del Departamento de Asuntos Policiales y Militares. Este los presionó para que renunciaran a la fe. Sin embargo, ¡ni uno solo de ellos claudicó! Al poco tiempo, Hei no Saemon mandó ejecutar a tres de ellos. Nanjo Tokimitsu utilizó su influencia para proteger a sus compañeros de fe durante ese período, y llegó a

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albergar a algunos en su propio hogar. El Daishonin lo elogió por su valentía y su esfuerzo infatigable llamándolo “Ueno el Sabio”, aunque en ese momento, Nanjo Tokimitsu tenía apenas veinte años.

50 El hermano menor de Tokimitsu, Shichiro Goro, nació tras la muerte de su padre. Conoció al Daishonin en junio de 1280, junto con Tokimitsu, pero murió tres meses después. El Daishonin escribió varias cartas de condolencias a este último y a su madre.

51 A los veinticuatro años, el joven contrajo una grave enfermedad. El Daishonin escribió la carta titulada La prueba del “Sutra del loto” para confrontar la función demoníaca que representaba esa enfermedad de Tokimitsu. Este no sólo se recuperó, sino que vivió cincuenta años más.