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Leyendas
y
Costumbres
de un Pueblo Mágico:
TEPOZTLÁN
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Prefacio
La idea de hacer un libro “diferente” sobre el “Pueblo Mágico” de Tepoztlán fue del Ing.
Javier Miranda, director de la Preparatoria Federal por Cooperación Quetzalcóatl en ese
entonces, como proyecto de los alumnos del curso Desarrollo Comunitario encomendado a
la maestra Dulce Keny Ayala Piedra quien amablemente pidió mi cooperación. Sobra
decir que tanto la nueva directora del plantel, maestra Irma Guadalupe García, como los
alumnos del grupo (cuya fotografía se incluye al final de este Prefacio) acogieron con
entusiasmo el proyecto.
En un principio ninguno de nosotros tenía una concepción clara de qué tipo de libro tratar
de hacer. La maestra Ayala y yo pedimos entonces a los alumnos hablar con sus padres,
abuelos y con personas de edad avanzada en general, y pedirles ideas sobre los temas de
que podría tratar el proyectado libro y que fuesen de interés tanto para los tepoztecos
como para los turistas. Prácticamente la totalidad del grupo siguió esa sugerencia y nos
entregaron una gran cantidad de información sumamente interesante con la cual se pudo
formar el plan general del libro. Aun cuando, como se hizo notar, toda la información
recibida fue de utilidad, los datos sometidos por algunos de los alumnos resultó
especialmente relevante, por lo que pareció justo incluir el nombre de dichos alumnos al
tratar los temas que sugirieron junto con información que facilitó en mucho el desarrollo
de dicho tema.
También es necesario hacer un reconocimiento especial al Ing. Ramiro Vargas Labastida
quien gentilmente permitió el uso en este trabajo de algunas de las excelentes fotografías
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de las que es autor, para ilustrar el texto, y a la maestra María de Lourdes García Silva
por el tiempo que distrajo a sus ocupaciones para revisar y hacer pertinentes
observaciones sobre lo escrito que sin duda contribuyeron en mucho para mejorarlo. Mi
profundo agradecimiento para ambos.
Un agradecimiento especial para mi hijo, el Ing. Dionisio H. García, y a Dn. José Ángel
Quintanilla que hicieron posible este libro.
Grupo de Desarrollo Comunitario con la maestra Ayala al frente. Primer semestre del 2011
Dr. Dionisio A. García
4
TEPOZTLÁN: Pueblo Mágico
La denominación de “pueblo mágico” proviene de un programa iniciado por la Secretaría
de Turismo de México en 2001, con el objetivo de impulsar el turismo en pueblos típicos y
ciudades pequeñas del país donde sus pobladores han conservado un estilo de vida
tradicional y típicamente mexicano. Ajustándose a esos requisitos, la Secretaría nombró
“pueblo mágico” a varias poblaciones del país, que conjugan una fuerte influencia de su
pasado indígena con los aportes del legado colonial español, conservando así sus
tradiciones y creando una cultura típicamente mexicana propia de su región.
Tepoztlán es entonces nombrado “pueblo mágico”, ya que, como se verá, cubre con creces
dichos requisitos.
Es refrescante, en esta época de globalización donde todo tiende a uniformarse, encontrar
un lugar que lucha contra la corriente y que se esfuerza por mantener vivas sus tradiciones.
Tepoztlán es uno de esos lugares. Sus habitantes se sienten orgullosos de su pasado
prehispánico y colonial así como de sus costumbres y tradiciones que pretenden mantener
siempre vigentes.
Al llegar a este extraordinario lugar, el visitante admira primeramente las insólitas
montañas a cuyo pie se encuentra el poblado, después se maravilla al contemplar la austera
iglesia de la Natividad, al lado de la cual está el ex convento dominico que ahora alberga un
interesante museo y una excelente librería. A continuación puede acudir al mercado en
donde hallará flores, verduras, frutas, dulces típicos de la región y todo tipo de artesanías
entre las que destacan las originarias de Tepoztlán como las casitas de pochote, y las
pequeñas esculturas talladas en “espinas” de pochoizcatl o árbol de algodón silvestre;
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comer en alguno de los muchos restaurantes existentes, que ofrecen todo género de comidas
a precios moderados y, si así lo desea, pasar la noche en uno de los bonitos y tradicionales
hoteles del pueblo.
En resumen: tal vez no se pueda decir que el pueblo de Tepoztlán es el que más merece el
calificativo de “mágico” en nuestro país, pero sí puede afirmarse que es indudablemente
uno de los más destacados.
El nombre del pueblo deriva
del náhuatl tepoztli, que
significa hacha de cobre y
tlan, lugar donde abunda. O
sea que Tepoztlán significa
“lugar donde abunda el
hacha de cobre”. Se supone
que ese nombre hace referencia al hacha que formaba parte del atuendo del dios del lugar
en los tiempos prehispánicos: Ometochtli Tepoztécatl (dios del pulque). Este dios era
venerado por los habitantes prehispánicos del lugar porque ahí se descubrió el pulque,
según afirma Rojas Rodríguez con base en la siguiente cita de fray Bernardino de Sahagún
considerado el máximo investigador de la cultura nahuatl:
Fueron los habitantes de Temoanchán los que dieron con el secreto, precisamente en
la parte de esta región donde está el pueblo de Tepoztlán. Una mujer llamada
Maiaoel, fue la que comenzó y supo primero agujerar los magueyes para sacar la
miel de que se hace el vino. (38)
Tepoztlán y sus montañas
6
El municipio de Tepoztlán se
localiza al norte del estado de
Morelos e incluye una parte
llana que se extiende hacia el
este hasta el valle de Yautepec y
una sierra montañosa que
corresponde a las estribaciones
meridionales de la Serranía del
Ajusco. Hay una diferencia de
más de 2,400 metros entre la
altura mayor al norte y su punto
más bajo en el sur, lo que origina
diferencias climáticas y, como consecuencia, considerables recursos naturales florísticos,
frutales y de fauna que son aprovechados para surtir al centro del país que carece de ellos
en tal abundancia. Su clima es semi-cálido, con una temperatura promedio de 20°C, nunca
hace demasiado calor ni demasiado frío, por lo que también se le podría aplicar el
calificativo de lugar de la “eterna primavera” como se dice de Cuernavaca.
El pueblo de Tepoztlán se localiza a 18 km. de Cuernavaca y a 80 de la ciudad de México.
Desde el Distrito Federal se puede llegar a él por la autopista México- Cuernavaca en su
desviación a Cuautla a un par de kilómetros de la curva conocida como “la Pera”, o
también llegando a Cuernavaca por la carretera federal y tomando la carretera Tepoztlán-
Yautepec- Cuautla. Es decir, esa cercanía a grandes centros de población, unida a su
Calle de Tepoztlán
7
excelente clima y notable belleza natural, hace que su principal actividad económica derive
del turismo.
El desarrollo de la región es relativamente reciente, pues Tepoztlán fue destruido y
permaneció abandonado durante prácticamente todo el período de la revolución de 1910.
Fue hasta el año de 1957 que llegó a Tepoztlán la energía eléctrica y se inició el alumbrado
del centro del poblado para sustituir el de lámparas de aceite hecho a finales del porfiriato.
En ese mismo año se empezó a construir la red de agua potable. Hasta esa fecha las fosas
sépticas y los servicios sanitarios en el lugar eran poco comunes.
La carretera Cuernavaca-Tepoztlán fue construida en 1937 durante la presidencia de Lázaro
Cárdenas; hasta entonces el pueblo se comunicaba con Cuernavaca y Yautepec por veredas
y caminos de herradura que se remontaban a los tiempos prehispánicos (aunque en 1897 el
ferrocarril llegó a San Juan Tlacotenco situado en el municipio de Tepoztlán y por ello
relativamente cercano). En ese año, 1937, también se inició el transporte público utilizando
camiones de pasajeros pertenecientes a dos líneas: “Ometochtli” y “Los Blancos”, que
todavía existen. Es interesante hacer notar que los empleados de dichas líneas fueron el
primer grupo de trabajadores tepoztecos desvinculados de las labores del campo.
No fue sino hasta 1964 que la autopista México-Cuautla por fin facilitó la llegada a
Tepoztlán de los turistas que hoy constituyen la principal actividad socio económica de la
región, ya que, como antes se dijo, este lugar es uno de los más notables “Pueblos
8
Mágicos” de nuestro
país y siendo de tan
fácil acceso para los
habitantes de la
Ciudad de México, ha
adquirido una muy
bien merecida
popularidad.
Como ya se dijo, en el
mercado y sus alrededores, el visitante encuentra una enorme variedad de excelentes
artesanías que son una importante fuente para el desarrollo económico de Tepoztlán, puesto
que el dinero que generan beneficia directamente a la comunidad ya que la mayoría son
hechas por lugareños.
La agricultura es también un importante factor para el desarrollo económico de la región.
Su clima se presta para la producción de frutas, verduras y flores que consumen no solo los
turistas, sino igualmente los lugareños y, debido a las normalmente buenas cosechas, hay
excedentes que son vendidas a otros lugares, todo ello generando una importante cantidad
de dinero para la comunidad.
En este aspecto, uno de los puntos que más destaca es el ancestral y profundo conocimiento
que tienen los habitantes, de la enorme variedad de hierbas medicinales que, gracias a su
variedad de climas, tiene la región. La sabiduría de los curanderos locales para sanar
Mercado de Tepoztlán
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diversas enfermedades, ha merecido para Tepoztlán la bien ganada fama de “tierra de
brujos”.
Por último, los hoteles y los restaurantes son actividades económicas importantes, ya que
gran cantidad de visitantes pasan de dos a tres días en el pueblo, sin hablar de épocas de
vacaciones en las que el número, ya de por sí considerable, de turistas se duplica o triplica.
Vista de la pirámide y el pueblo
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Breve Historia de la región.
1- Prehispánica
Se conoce poco acerca de los primeros pobladores de la región, pero los hallazgos
arqueológicos permiten suponer que pertenecían a la llamada Cultura Media Arcaica (ca
1400 DC). Existe también la creencia que la región fue la cuna del mitológico Quetzalcóatl,
por lo que se puede suponer igualmente que eran miembros de los Toltecas que se cree
existieron entre los años 850 a 1168 DC. Desde entonces, y hasta la llegada de los
españoles, los habitantes de Tepoztlán se dedicaban principalmente a la elaboración del
papel de amate y al cultivo del maguey para la extracción de fibras, con las que fabricaban
ropa, sogas, etc., y para la elaboración de pulque, que era tan importante para ellos que en
la cumbre del cerro del Tepozteco erigieron un templo dedicado al dios Ometochtli, dios
del pulque.
El pueblo de Amatlán, del náhuatl amatl que significa amate y tlan lugar, situado a unos 10
kilómetros de Tepoztlán, también ha contribuido a la fama de la región, ya que se dice que
ahí nació Ce Acatl Quetzalcóatl en tiempos de la
cultura Tolteca-Chichimeca. El personaje fue
llevado para su educación a Xochicalco donde
destacó tanto que posteriormente se trasladó a
Tula, la capital de los Toltecas, donde fue nombrado Topiltzin (Nuestro Príncipe), jefe
supremo de dicha tribu. Gracias a su inteligencia y grandes dotes naturales, durante su
reinado impulsó notablemente las ciencias y las artes. Desgraciadamente fue en apariencia
Quetzalcoatl según Diego Rivera
11
víctima de la envidia de algunos señores, y tuvo que abandonar Tula para refugiarse en
Cholula y, posteriormente, en Coatzacoalcos (del náhuatl “en donde muere la serpiente”)
lugar en donde falleció no sin antes hacer la profecía que volvería algún día, saliendo del
mar, para reinar sobre todas las tribus indígenas.
Después de su muerte fue considerado como un dios y tuvo una influencia considerable en
las culturas indígenas. De hecho la creencia de que un día regresaría saliendo del mar,
facilitó enormemente la conquista española, ya que Cortés fue considerado como
Quetzalcóatl que regresaba como había profetizado.
En la actualidad Amatlán (hoy llamado Amatlán de Quetazcoatl), tiene alrededor de mil
habitantes que se dedican principalmente a la fabricación de papel amate y de diversas
artesanías entre las que destacan las lámparas de bule. En los alrededores se cultiva sobre
todo el maíz y la ciruela. El 22 de julio, día de Santa Magdalena patrona de Amatlán, es
más que un festejo religioso. Ese día se abren las puertas de las casas de todo el pueblo para
invitar a cualquier persona a comer pipián, mole, arroz y los infaltables “frijolitos”, todos
deliciosos y acompañados por tortillas hechas a mano y recién salidas del comal.
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Entre los años de 1200 y 1300 los Xochimilcas, tribu nahuatleca, conquistan Tepoztlán
donde permanecen hasta 1438-1439 en que los aztecas de Tenochtitlan (hoy Ciudad de
México) bajo el mando de su
emperador Izcóatl, los
derrotan poniendo fin a la
cultura Tolteca-Xochimilca.
El pueblo de Tepoztlán queda
entonces incorporado al
imperio azteca con la
obligación de pagar tributo
consistente, sobre todo, en
papel amate1
1 El papel amate se hace con la corteza del árbol del mismo nombre. En los tiempos prehispánicos fue muy apreciado, ya que en él se escribían los códices, se decoraban los templos y se elaboraban los atuendos de los dioses
, productos
derivados del algodón como
fardos de mantas, huipiles y
naguas, además de diversas
semillas como maíz, chía y
frijol, plumas, jícaras, armas y
trajes de guerreros. Como en la región no parece haber existido el cultivo de algodón, se
supone que los habitantes debían de adquirirlo en alguna parte para entregarlo como
productos elaborados. Desde luego que además del tributo en especie, Tepoztlán debía
aportar hombres tanto para la construcción de nuevos edificios en Tenochtitlan como para
Camino a la pirámide
13
formar parte del ejército imperial. Esta situación persistió hasta la destrucción del imperio
azteca por los españoles.
Como se dijo anteriormente, entre las obras construidas por los pobladores de esta región,
se encuentra una pirámide situada en la
cima del cerro del Tepozteco, adyacente
al pueblo de Tepoztlán, en la que se
encuentra una losa empotrada en dicha
construcción con la imagen de Ahuizotl,
emperador de los aztecas, y la fecha
correspondiente a 1502, se ignora si esa
fecha es en la que se terminó de
construir, de alguna renovación de la pirámide o la del fin del reinado de dicho rey azteca.
Desde la cumbre del cerro se observa un espectacular panorama que comprende el pueblo a
sus pies y el amplio valle que conduce a Yautepec, por lo que es posible suponer que,
además de servir como lugar de homenaje al dios del pulque, servía de lugar de vigilancia
para prevenir de ataques de tribus vecinas a los tepoztecos.
La pirámide, de apenas unos nueve metros de altura, es una
construcción hueca, aunque la única entrada a su interior está
cerrada. En su parte superior, según todas las tradiciones
relacionadas con ella, tenía una estatua del dios Ometochtli
que fue destruida por los españoles a su llegada y que ha dado
Cruz del Bautisterio
Pirámide del Tepozteco
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origen a la fiesta llamada por los naturales “Reto al Tepozteco”, que será descrita
posteriormente.
El camino, una vereda, para subir a la pirámide se inicia en un lugar al pie del cerro
llamado Axihtla, en el que antiguamente había un manantial, y en el que, desde tiempos
coloniales, se encuentra la “Cruz del Bautisterio”, monumento que consta de una esfera de
piedra rematada por una cruz y que, según la tradición, conmemora el bautismo del cacique
del lugar y de los habitantes del pueblo, oficiado por el monje dominico Domingo de la
Anunciación.
Durante el ascenso por el camino, de unos dos mil metros de largo desde su inicio hasta
arribar a la pirámide, pueden contemplarse los corredores de aire en la base del cerro
Ehecatépetl (cerro del viento); más adelante se encuentran tres figuras formadas por las
rocas, conocidas como “Las tres Marías”; casi al llegar a la cumbre, una roca de unos 30
metros de altura que,
dependiendo del ángulo en
que se le observa, es
llamada “Los gemelos” o
“El Muñeco”, pues se ven
esas formas; y el camino
termina con un corredor en
zigzag de cinco metros de
anchura que desemboca en
la explanada donde se
Los gemelos
15
encuentra la pirámide y desde donde, como ya se dijo anteriormente, se puede contemplar
un extraordinario panorama del pueblo de Tepoztlán, de las majestuosas montañas que lo
bordean y del fértil valle que conduce a Yautepec. En una palabra, nadie debería perder la
oportunidad de subir al cerro del Tepozteco ya que es una experiencia como pocas pueden
encontrarse en el mundo.
La frase “los corredores de aire en la base del cerro Ehecatépetl” necesita una explicación:
aproximadamente a la mitad de dicha montaña hay un extraño tajo donde se encuentran
varias cuevas que los antiguos pobladores de Tepoztlán creían que comunicaban con el
mundo de los muertos y en las que habitaban los ahuahques (aires), ayudantes de Tláloc –
dios de la lluvia- y que eran objeto de culto religioso. Aún en la actualidad los tepoztecos
depositan ofrendas en ellas durante el mes de mayo para pedir que las lluvias favorezcan el
ciclo agrícola. Existe también una leyenda sobre el origen de dicho tajo que se narra más
adelante, donde se describen algunas tradiciones y costumbres de los tepoztecos.
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2- Colonial
En noviembre de 1518, Hernán Cortés, futuro conquistador de México, sale de La Habana
con la misión de explorar y evangelizar las tierras al oeste de la isla de Cuba. Después de
hacer escalas en lo que hoy es Yucatán y Tabasco, el 11 de abril de 1519 llega a un lugar en
la costa del Golfo de México que formaba parte del imperio azteca, en ese tiempo bajo la
autoridad del Gran Tatloani Moctezuma, donde funda la Villa de la Vera Cruz.
Embajadores aztecas intentan convencerlo de que regrese a Cuba. Cortés se niega y, por el
contrario, decide marchar hacia Tenochtitlan, capital del imperio mexica. Después de
vencer varios obstáculos y de lograr la alianza de los tlaxcaltecas, poderosos enemigos de
los aztecas, el 11 de noviembre del mismo año llega a la capital azteca, donde Moctezuma
recibe a los españoles con honores y los aloja en uno de sus palacios donde permanecen
hasta el 30 de junio de 1520. En esa fecha, debido sobre todo a una imprudente conducta de
Pedro de Alvarado que irrumpe en un templo azteca durante una celebración, destruye los
ídolos y asesina a los sacerdotes, el pueblo azteca se rebela y ataca el palacio donde
moraban los españoles. Moctezuma trata de calmar a sus súbditos, pero en el intento recibe
una pedrada en la cabeza que le produce la muerte.
Al día siguiente, 1 de julio, el pueblo azteca, ahora comandado por Cuitláhuac, continúa
asediando el palacio refugio de los españoles y de sus aliados indígenas. Cortés juzga que la
situación es insostenible y decide abandonar Tenochtitlan esa misma noche.
Sin embargo lo que Cortés creía iba a ser una retirada en orden, se vuelve caótica para él y
sus tropas pues los aztecas habían cortado los puentes que unían a la ciudad, situada en el
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medio de un lago, con la tierra firme y tan solo una minoría de españoles y de sus aliados
logran escapar con vida. El episodio es conocido como la batalla de la Noche Triste.
Aprovechando el error que cometieron los aztecas al no perseguir a los derrotados
españoles, Cortés reorganiza a su ejército reforzándolo con elementos de sus aliados
indígenas, principalmente de los tlaxcaltecas. Vuelve a atacar a Tenochtitlan y logra sitiar
la ciudad, ahora comandada por Cuauhtémoc ya que Cuitlahuac había muerto víctima de la
viruela traída a México por un esclavo de Pánfilo de Narváez y que causó graves estragos
entre la población indígena.
Cuando los pueblos mexicas de tierra caliente y del noreste del actual estado de Morelos,
supieron del sitio de Tenochtitlan, trataron de prestar ayuda a los sitiados, por lo que Cortés
decidió intentar someterlos y, al frente de una tercera parte de sus fuerzas, marchó contra
ellos.
Uno de los primeros pueblos en caer en manos de los españoles fue Tepoztlán, en abril de
1521, posteriormente Cortés ocupa Cuaunáhuac (Cuernavaca) y por fin toda la región
circundante.
La posterior toma de Tenochtitlan y la aprehensión de Cuauhtémoc, marcó el fin del
imperio azteca, el más poderoso de la región central de lo que varios siglos después sería
México. Seguida por la victoria de los españoles sobre otros varios reinos indígenas, como
el de los Mayas, Tarascos, Zapotecas, etc., conduce al dominio ibérico de un extenso
territorio que abarcaba desde California, Colorado y Texas (hoy partes de los Estados
Unidos), hasta la República de Costa Rica en Centroamérica, y que fue denominado La
Nueva España.
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Una vez prácticamente terminada la conquista, Cortés se autonombró Gobernador y
Capitán General de la Nueva España, cargos que, en mayo de 1523, le fueron confirmados
por una cédula real de Carlos V. Como representante del emperador, Cortés debía cumplir
con los compromisos aceptados por España, entre los cuales se encontraba el siguiente:
Por medio de las bulas Intercaetera de mayo 3 de 1493 y Universalis Ecclesiae Regiminis
de julio 28 de 1508, los papas habían concedido a perpetuidad todas las tierras conocidas y
por conocer a España y Portugal a cambio de que los reyes de dichos países propagaran la
fe católica a sus habitantes. Es decir, Cortés, como representante del rey de España, tenía la
obligación de evangelizar a los indígenas de la Nueva España.
Para cumplir con ese requisito, Cortés solicitó eclesiásticos que se encargaran de dicha
misión. En 1523 llegaron tres frailes franciscanos y doce el siguiente año. No fue sino hasta
1526 en que arribaron los siguientes religiosos, que fueron los dominicos, y en 1533 los
agustinos.
La evangelización del actual estado de Morelos fue encargada a franciscanos y dominicos.
Estos últimos se establecieron en Oaxtepec, donde empezaron a construir un convento.
Inicialmente partían a los pueblos vecinos, entre los cuales se encontraba Tepoztlán,
realizaban su labor y regresaban a Oaxtepec, lo que sin duda producía resultados poco
satisfactorios. Posiblemente en 1534, uno de los monjes dominicos, Fray Domingo de la
Anunciación, propuso a sus superiores establecerse permanentemente en Tepoztlán. Su
propuesta fue aceptada y fray Domingo, acompañado por otros dos monjes, se dirigió a
dicho pueblo alojándose en cuartos prehispánicos en el tecpan (residencia) de uno de los
19
notables del lugar. Su misión fue un éxito, en poco tiempo logró que la mayoría de los
pobladores se convirtieran a la fe cristiana.
Existen al menos dos versiones de la razón de los buenos resultados obtenidos por fray
Domingo:
Según afirma Redfield en su libro, fray Domingo de la Anunciación al darse cuenta que la
mayoría de los habitantes del pueblo seguían adorando la estatua de Ometochtli situada
sobre la pirámide del cerro del Tepozteco, logró convencer al cacique del lugar de probar la
divinidad de ese dios arrojando su estatua montaña abajo. Arguyó ante el cacique que si en
verdad era dios, como creían los naturales, la estatua no sufriría ningún daño y llegaría
intacta al pie del cerro. La prueba se llevó a cabo y, como era de esperar, quedó destrozada.
Ante esa evidencia de la falsedad de su dios, el cacique y la mayoría de los habitantes de
Tepoztlán, pidieron ser bautizados, lo que de inmediato hicieron fray Domingo y los
monjes que lo acompañaban, utilizando el agua del manantial de Axihtla en el lugar donde
hoy se encuentra la Cruz del Bautisterio que probablemente fue erigida para conmemorar
ese hecho.
La versión que, del mismo acontecimiento, nos da el libro de Ledesma Y hasta ahora todo
ha sido hacer y deshacer edificios …, varía un tanto. Según las autoras, a su llegada a
Tepoztlán fray Domingo se enteró que los indígenas adoraban una estatua que estaba sobre
la pirámide, estatua que identificó como la del demonio. Subió al cerro, exorcizó el ídolo de
Ometochtli con el rosario que siempre llevaba al cuello y, con la ayuda de los frailes que lo
acompañaban y la de algunos habitantes conversos, derribó la estatua y la arrojó montaña
abajo donde quedó destrozada cerca del manantial de Axihtla. Al día siguiente el señor de
20
Tepoztlán, Tepoztécatl, pidió ser bautizado. Posteriormente fray Domingo logró bautizar a
la mayoría de los habitantes. Hasta aquí la versión del libro citado.
Podría pensarse que esa conversión se debió a que Ometochtli no castigó a los autores del
“sacrilegio”, por lo que sus antiguos adoradores dudaron de su divinidad y decidieron
adoptar la fe cristiana.
Cuando un año después, continúa narrando Ledesma, Tepoztécatl celebraba el primer
aniversario de su bautizo, el 7 de septiembre día de la Virgen de la Natividad, se
presentaron ante él los señores de Cuaunáhuac (Cuernavaca), Yautepec, Oaxtepec y
Tlayacapan para reclamarle que hubiera abandonado el culto a Ometochtli y, lo peor, que
hubiese tolerado la destrucción de su estatua. Tepoztécatl se enfrentó a ellos y logró
convencerlos de que abandonaran su antigua religión y se convirtieran a la fe cristiana,
milagro que se atribuyó a la Virgen de la Natividad que desde entonces se convirtió en la
patrona de Tepoztlán.
Ambas versiones de la conversión de los nativos coinciden en que los restos de la estatua de
Ometochtli fueron llevados a Oaxtepec y usados para los cimientos del convento que se
construía en ese lugar, y en que el derrumbe de la estatua y la conversión de los señores de
los pueblos cercanos tuvieron lugar el 7 de septiembre de 1540 según Dávila Padilla. Para
conmemorar estos acontecimientos, desde 1991 se celebra en Tepoztlán una representación
en náhuatl llamada la “fiesta grande” o Reto al Tepozteco, que ya se dijo que más adelante
se describirá.
Cuando todavía los dominicos habitaban en las mansiones de los señores nobles del pueblo,
empezaron la construcción del primer edificio católico de Tepoztlán, el llamado Teopanco
21
(lugar del templo) sobre una de las plataformas que conformaban el centro urbano
prehispánico, utilizando una plaza antigua como atrio, cosa que iba a marcar una profunda
diferencia con las iglesias europeas. En efecto, los templos en Europa tendían a tener atrios
pequeños, mientras que las iglesias en la Nueva España en general se construyeron con
muy grandes atrios. Esta particularidad se debió a que los padres misioneros notaron que
los indígenas no gustaban de estar en espacios cerrados, por lo que optaron por dichos
grandes atrios en los que acostumbraban predicar a los nativos y aun celebrar diversas
ceremonias religiosas.
Volviendo al tema de la construcción del Teopanco, cuyas ruinas aún existen según afirma
Ledesma en su libro pero que aparentemente los actuales pobladores desconocen, es
importante decir que desde un principio los frailes lo planearon para que tuviese un carácter
provisional y por ello lo cubrieron con un techo de dos aguas de madera. A pesar de lo cual
requirió una enorme cantidad de mano de obra indígena, debido a que un gran número de
operarios, tal vez la mitad de ellos, se dedicaban a demoler los antiguos templo y edificios,
mientras que los demás se ocupaban de la nivelación del terreno donde se edificaría la
iglesia, del corte de árboles y transportación de la madera, así como al acarreo de otros
materiales necesarios como arena, tezontle, etc., y a la construcción en sí del proyectado
templo reutilizando mayormente el material proveniente de la demolición de los edificios
prehispánicos. Las mujeres indígenas, por su parte, preparaban los alimentos para ellas y
para todos los operarios. 1
1 De esta práctica, común en la Nueva España, proviene el nombre del libro de Ledesma, ya que en 1550, Antonio de Mendoza, primer virrey, en su Relación, apuntamientos y avisos …que entrega a su sucesor, Luis de Velasco, consigna que “hasta ahora todo ha sido hacer y deshacer edificios y mudar pueblos de unas partes a otras”
22
León-Portilla nos presenta un “cantar triste” escrito en 1528 que da una idea de la situación
de los pueblos indígenas en esas épocas:
… Y todo esto pasó con nosotros.
Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte
nos vimos angustiados…
Se nos puso precio.
Precio del joven, del sacerdote,
del niño y de la doncella…
Se puede suponer que estos sentimientos son comunes en todos los pueblos conquistados
por enemigos, aun cuando en nuestro país se han aplicado solo a la conquista de los
indígenas por los españoles.
Ya se dijo que desde que fray Domingo de la Anunciación inició la construcción del futuro
templo del Teopanco lo hizo con la intención de que fuese solo provisional, posiblemente
debido a las reducidas proporciones del lugar disponible, que no solo obligarían a que la
iglesia fuese pequeña, sino que también imposibilitarían agrandarla.
Pero también había otra razón, quizá de más peso: los frailes juzgaban que mientras los
indígenas habitaran en un lugar que les fuera familiar, tendrían mayor dificultad en
abandonar sus prácticas idólatras, por lo que planeaban destruir todo el Tepoztlán existente
23
y sustituirlo por una ciudad de corte europeo, en donde “la nueva estructura urbanística y
arquitectónica debía educar a sus moradores en un modo de vida que fuera del agrado de
Dios” (Braunfels, 41)
Los frailes juzgaron que la nueva ciudad podría ubicarse en parte de los llanos adyacentes
al emplazamiento prehispánico en donde se encontraban dos caminos en línea recta, uno al
sur que conducía a Cuaunáhuac, y otro, que lo interceptaba en ángulo recto, con dirección
al este que iba a Yautepec, y planearon construir la nueva ciudad tomando como punto de
partida la intersección de esos caminos, caminos que, con ligeras modificaciones, se usaron
hasta 1937, fecha en que se inauguró la carretera a Cuernavaca y Yautepec. Desde esa
intersección trazaron a cordel un rectángulo que, a su vez, dividieron en tres partes casi
iguales. Gran parte de dos de los rectángulos así formados se destinaron a la construcción
del futuro convento y una iglesia, y el resto para la creación de una plaza y la posterior
edificación de las dependencias civiles y de gobierno que fuesen necesarias. El tercer
rectángulo, el situado más al norte, se dividió en 10 manzanas, también rectangulares,
donde se construiría el nuevo Tepoztlán. Este diseño urbanístico se conservó hasta
mediados del siglo XX, cuando el aumento de la población hizo necesaria la creación de
nuevos barrios en donde las manzanas se trazaron en forma irregular, algunas hasta
triangulares.
24
Una vez terminada esta fase
preliminar, en el año de 1570
y siempre bajo la dirección de
fray Domingo de la
Anunciación, se inició la
construcción del convento que
tomaría diez años para ser
finalmente terminado.
Primeramente se niveló el
terreno donde se asentaría el
conjunto conventual, al tiempo que se introducía el sistema hidráulico mediante un canal
que partía del manantial de Axihtla y se continuaba con tubería de barro hasta un aljibe
hecho en el lugar que ocuparía el atrio del convento. Además se construyeron las casas para
los trabajadores que se requerirían para la obra planeada, tanto locales como de seis
pueblos vecinos, Santa Catarina, San Andrés, Santiago, Amatlán, Ocotitlán y San Juan, que
en aquel tiempo eran conocidos como la “zona de Axihtla”.
Una vez hecho lo anterior, o
tal vez mientras se hacía, se comenzaron las bardas que limitarían el futuro atrio. Bardas
hechas como para una fortaleza ya que tribus vecinas, aún no sometidas, solían atacar los
establecimientos españoles con cierta frecuencia.
El convento tiene aspecto de fortaleza
25
Sabedores los frailes, como ya se dijo, que los indígenas preferían los espacios abiertos,
iniciaron también la edificación de una capilla abierta dentro del atrio. Capilla que, una vez
concluida, sirvió para celebrar las misas dominicales y las de los días de fiesta religiosa
tanto para los tepoztecos como para los habitantes de pueblos vecinos. Se piensa, aunque no
hay constancia de ello, que también era utilizada como escenario para representaciones de
autos sacramentales.
En el centro del atrio en marzo de 1871, es decir poco después de
iniciar la construcción del convento, colocaron una bella cruz
parroquial hecha de piedra y cuyas puntas terminan en forma de
flor de lis, emblema característico de la orden dominica, que aún
se puede observar en un muy buen estado de conservación.
En la parte de atrás de donde se construiría el convento, hicieron
una huerta, aún existente, en donde plantaron árboles frutales, principalmente cítricos
(naranjos y limones), especies que no existían en América antes de la llegada de los
españoles, y cultivaron frijol, tomate y otras legumbres para su consumo.
Naturalmente que continuaron los trabajos de construcción del convento y se iniciaron los
de cimentación de la iglesia que estaría adjunta, todo bajo la dirección de fray Domingo que
continuaría a cargo hasta la terminación de la iglesia en 1580.
Cruz del atrio
26
Otra obra que facilitó mucho la evangelización de los naturales, fue la construcción de
capillas procesionales, también conocidas como capillas posas, cuyo origen derivó de la
observación de los frailes a su llegada a la Nueva España de que los indígenas estaban
acostumbrados a que sus festividades religiosas se celebraran con procesiones y danzas al
aire libre.
Decidieron,
entonces,
incorporar esas
prácticas a las
celebraciones
cristianas
mediante la
creación de
dichas capillas
“posas”.
En Tepoztlán erigieron una en cada esquina del atrio, es decir, cuatro en total. En la
“primer” capilla, la situada en el noreste del atrio, formaban a los nativos y organizaban una
procesión que, llevando al frente y en andas al Santísimo o una imagen de la Virgen u otro
santo, se dirigía rezando, cantando y danzando hacia la “segunda” capilla, la del noroeste.
Al llegar frente a ella posaban la imagen sobre su altar (de ahí el nombre de “posa”), se
arrodillaban, rezaban y, luego de levantarse, repetían el proceso de cantos y danzas yendo a
Capilla posa del NO vista desde el convento
27
la capilla situada en la esquina suroeste del atrio, finalizando la procesión en la cuarta y
última capilla, la del sureste.
Estas capillas eran usadas también para impartir la doctrina por edades y por sexos: una
para los hombres, una para las mujeres, otra para niños y la última para las niñas.
28
3- Independiente
Poco se conoce del papel que haya desempeñado Tepoztlán durante la guerra de
Independencia, aun cuando se puede suponer que se debió haber involucrado en algunas
acciones durante la campaña de José María Morelos en la región que culminó con el Sitio
de Cuautla (febrero a mayo de 1812). Lo que se sabe es que, debido a esas operaciones
bélicas, hubo una gran escasez de comida y agua en el hoy estado de Morelos, que propició
la aparición de enfermedades y epidemias y, tal vez debido a dichas condiciones, en 1813 la
viruela mató a más de 900 habitantes de Tepoztlán.
Una vez consumada la independencia del país, nuevamente no se conoce de ningún hecho
notable en la región. Únicamente se sabe que el entonces ex convento sirvió como cuartel
ocasional de las fuerzas de Maximiliano de Habsburgo durante su imperio (1864 a 1867).
En el inicio de la revolución en contra de Porfirio Díaz, algunos tepoztecos se unieron a las
fuerzas zapatistas, fuerzas que sembraron el pánico en Tepoztlán. Muchas familias
buscaron refugio en las montañas mientras que las más acaudaladas emigraron a la ciudad
de México. En consecuencia el municipio quedó prácticamente abandonado hasta el cese de
las hostilidades cuando muchos antiguos pobladores regresaron a él.
Podría decirse que la historia posrevolucionaria de Tepoztlán comienza en 1937 con la
inauguración de la carretera a Cuernavaca y comprende los acontecimientos y hechos
reseñados con anterioridad en las primeras partes de este trabajo.
29
Principales edificios coloniales.
El convento.
Como se dijo anteriormente, la construcción del convento y de la iglesia de la Virgen de la
Natividad tomó diez años, es decir ambos edificios se terminaron en 1580.
Sobre el convento ya terminado, nos dice Laura Ledesma:
Comúnmente se piensa que los antiguos conventos eran espacios oscuros y
lóbregos, [pero] en su tiempo el convento de Tepoztlán fue un edificio lleno de
luminosidad, decorado con colores claros elegidos para reflejar la luz del patio
claustral hacia sus interiores. (11)
Sin embargo el edificio es austero. Sus pretiles están rematados por una hilera de almenas y
en los ángulos se encuentran garitones (pequeñas torres con troneras que sirven de abrigo y
protección a los
centinelas), que
dan al conjunto
aspecto de
fortaleza. Aspecto
tal vez necesario
en la época en que
fue construido.
El convento tiene
un patio claustral,
en el que los frailes construyeron una fuente ochavada en su centro, pues en ese tiempo las
Patio del convento
30
formas de ocho lados eran una forma de recordar a los creyentes el “octavo día”, símbolo
de resurrección y eternidad en el pensamiento cristiano. Esta fuente desapareció por alguna
circunstancia; su existencia fue desconocida hasta que, en 1998, sus ruinas fueron
casualmente descubiertas y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) la
reconstruyó en su forma original. Es interesante hacer notar que en sus principios en este
patio no había ninguna jardinería, ya que ese era el lugar en que, paseando por él, siempre
en dirección opuesta a las manecillas del reloj, los dominicos hacían oración y juzgaban
que algún detalle de las plantas, digamos un brote curioso o una flor por ejemplo, los podría
distraer.
Murales de la Sala de Profundis
31
Cuando, posiblemente alrededor de 1575, los frailes abandonan su residencia en el
Teopanco para habitar el convento, éste constaba de tres grandes alas con corredores con
bóvedas de “cañón”.
En el ala poniente estaba la Sala de Profundis, que hoy funciona como vestíbulo. En esta
sala los monjes rezaban diariamente el Salmo 129 antes de dirigirse al refectorio a tomar
sus alimentos. Este sitio conserva los mejores murales originales, que fueron recientemente
restaurados, en los cuales se ven diez frailes dominicos (¿los que tomaron parte en la
construcción del convento?) y dos santos de la orden sosteniendo un báculo cada uno. En la
parte superior de estos murales aparece la imagen de fray Domingo de Guzmán, fundador
de la orden en 1215, y la de fray Domingo de la Anunciación, evangelizador de la región y
constructor del
conjunto religioso.
El ala norte contenía
el refectorio y la
cocina que
posteriormente sería
demolida para dar
cabida a las escaleras
para el futuro
segundo piso.
Por último, el ala este consistía en una gran sala que posiblemente se utilizaba como Sala
Capitular e, inicialmente, como dormitorio común de los monjes mientras se construían las
Corredor del convento
32
celdas individuales en el segundo piso. La Sala Capitular reviste suma importancia en un
convento porque es el sitio donde se reúnen los frailes para elegir desde un maestro general
hasta un bibliotecario. Ahí también se discuten y analizan los problemas de la comunidad,
se exponen los aspectos
económicos y se asignan
las tareas de cada miembro
del convento.
Todos los muros de ese
primer convento se
encontraban decorados,
aunque muchas de las
pinturas se han perdido con el tiempo, pero aún se puede apreciar la decoración de los
corredores. En las esquinas del patio claustral había pinturas con escenas de la pasión y
muerte de Cristo. En las paredes, entre otros motivos, los murales incluían el emblema de la
orden dominica - la cruz flordelisada-, flores dedicadas a la Virgen María, figuras
geométricas, hojas de acanto y extrañas figuras de “tritones”, seres fantásticos con torso,
brazos y cabeza humanos, pero con cola de pez. En Tepoztlán aparecen barbados, con
abundante cabellera sobre la que lucen una corona de rey y que sostienen medallones, unos
con el emblema de la orden y otros con un florero con claveles blancos y el nombre de
María. Se desconoce por qué los monjes pintaron esos seres fantásticos, aunque Ledesma
propone la hipótesis de que “podrían representar la comitiva que acompaña a los dominicos
–fervientes devotos de María- en sus meditaciones”. (104)
Tritones
33
Con el transcurso del tiempo la planta inferior del convento fue ampliada y se construyó un
segundo piso que contenía las celdas de los monjes, el antecoro (la entrada al coro de la
iglesia adjunta) y los baños, hasta adquirir el aspecto actual del convento.1
Considerando las dimensiones del ampliado convento, no puede dudarse que fray Domingo
de la Anunciación lo construyó con la idea de que albergara de 15 a 20 monjes; sin
embargo durante todo el tiempo en que fungió como recinto religioso, nunca fue habitado
por más de tres frailes y, a lo mucho, por dos sacerdotes que se encargaban de decir las
misas para los habitantes de Tepoztlán y poblados vecinos. Surge, entonces, la pregunta:
¿por qué fray Domingo construyó tan gran edificio? Una respuesta que parece posible, es
que siendo en aquella época Tepoztlán la más importante ciudad de la región, el fraile
pensó que ahí se establecerían las autoridades civiles de los españoles. Sin embargo, por
alguna razón, Cortés prefirió asentarlas en Cuernavaca y Tepoztlán quedó reducido a un
pequeño poblado con deficientes vías de comunicación con sus vecinos y, como
consecuencia, el convento permaneció siempre semivacío.
El convento permaneció en manos de los dominicos hasta que en 1773, debido a las leyes
Borbónicas que eliminaron en todo el imperio español muchas de las canonjías de las
órdenes religiosas, fue entregado al clero secular. Cesa la vida religiosa del conjunto en
1857, como consecuencia de la promulgación de las Leyes de Reforma hecha por el
gobierno de Benito Juárez y el edificio es abandonado, aun cuando sirvió como cuartel
ocasional de las tropas de Maximiliano (1864 – 1867) y, décadas después durante la
revolución de 1910, de los ejércitos zapatistas y constitucionalistas. En 1939 el gobierno de
1 Las personas interesadas pueden conocer las etapas de las ampliaciones y renovaciones hechas por los frailes, consultando el interesante libro de Ledesma que aparece en la bibliografía.
34
Lázaro Cárdenas lo entrega al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para
que lo convierta en un centro cultural para difundir y conservar la historia y la cultura
locales.
Con ese objetivo el INAH inicia el trabajo de conservación y restauración del ex convento
empleando técnicas y materiales originales con tal éxito que en 1994 la UNESCO lo
declara Patrimonio de la Humanidad.
Desde el año 2000 el inmueble alberga el Museo Histórico de Tepoztlán, un Centro de
Documentación Histórica y una excelente librería.
El atractivo Museo Histórico, inaugurado el 26 de noviembre del 2000, consta de cinco
salas que ocupan las antiguas celdas originalmente dedicadas a alojar a eclesiásticos
importantes de la orden dominica y que, por ello, eran mucho más grandes que las de los
frailes comunes:
La ahora sala I, además de mostrar las características geográficas del territorio aledaño
(orografía, hidrografía, flora y fauna), reseña algunos de los principales mitos y leyendas
ancestrales de los tepoztecos.
La sala II está dedicada a los aspectos económicos más importantes de la zona. En primer
lugar la agricultura y sus actividades paralelas como la producción de cal, la elaboración de
papel de amate y, sobre todo en la época prehispánica, la elaboración de textiles. Durante el
siglo XIX, la producción de leña y la elaboración de carbón vegetal y en la actualidad la
prestación de servicios tanto al turismo como al comercio que este genera.
35
En la sala III, dedicada a la vida cotidiana, se exponen la comida, la indumentaria, el
mobiliario y la utilería doméstica de la vivienda tradicional. También se destaca, como
característica especial de Tepoztlán, la organización de la vida comunitaria mediante los
ocho barrios en que se divide el poblado. Este peculiar tipo de organización es ya muy
antiguo, aparece mencionado en el censo de 1807, aunque en ese documento se identifican
tan solo 7 barrios con los nombres y límites que conservan hasta hoy. Los barrios llevan el
nombre de un santo patrón y de un animal distintivo (por ejemplo: sapo, lagartija, hormiga)
y en cada uno de ellos hay una capilla naturalmente dedicada al santo patrón. Los más
grandes: Santo Domingo, San Miguel y La Santísima, se localizan alrededor de la plaza
central del poblado, mientras que los demás se encuentran al norte y ya en la falda de la
montaña. En dichos barrios existe un fuerte sentido de pertenencia, al grado que según
reporta Lewis, en 1956 el 42% de todos los matrimonios fueron entre gente del mismo
barrio y el 50% entre personas de barrios vecinos. (Tepoztlán, Village in Mexico, 51) Sin
embargo, si un habitante cambia su domicilio de un barrio a otro, con que cubra la cuota
anual para la fiesta del santo patrón bastará para que se le considere “vecino” del barrio, es
decir cualquier persona puede ser “vecino” de dos o más barrios. Aparentemente desde que
los barrios existen eligen, en una asamblea que se celebra el 1 de noviembre en el atrio de
la capilla respectiva, a un “mayordomo” que deberá encargarse de velar por los intereses
del barrio, de cobrar las cuotas vecinales para la fiesta del santo patrono y de organizar
dicha fiesta. Fiestas que comienzan en la madrugada con los sonidos de la chirimía y del
teponaxtle y que continúan durante todo el día con música y danzas –en muchos casos con
los danzantes portando atuendos especiales, algunos de los cuales aparecen en las
siguientes salas.
36
En la sala IV, dedicada a la religiosidad popular, se muestran aspectos de la religión
prehispánica y del proceso de evangelización de la comarca.
La sala V, y última, expone la riqueza cultural presente en las costumbres, tradiciones y
fiestas del pueblo, mucha de ella con origen en la época colonial pero en la que sobreviven
muchos elementos prehispánicos.
En resumen, un interesante museo que bien vale la pena visitar.
Museo de arte prehispánico Carlos Pellicer
Ubicado a espaldas del ex convento tiene su origen en la donación de la colección
arqueológica de su propiedad que el célebre poeta tabasqueño, quien vivió ahí varios años,
hizo en 1965 a Tepoztlán, fundando lo que él llamó Casa de la Paz que el 6 de junio
inaugura
formalmente el
entonces ex
presidente Adolfo
López Mateos.
En su única sala de
exhibición pueden
observarse más de
mil piezas de las
culturas zapoteca,
maya, mexica y olmeca, destacando cinco fragmentos del ídolo de piedra de Ometochtli
encontrados en las faldas del cerro del Tepozteco. La sala es también utilizada para diversas
Restos del ídolo de Ometochtli
37
exposiciones como la efectuada a principios de 2011 sobre la insurrección zapatista (1911 –
1914).
38
Iglesia de la Virgen de la Natividad
Este austero templo construido, como ya se dijo, bajo la dirección de fray Domingo de la
Anunciación y terminado en 1580, tiene una planta rectangular, sus muros se apoyan en
macizos contrafuertes y están rematados por una bóveda de cañón corrido solo
interrumpido por un arco triunfal al inicio del presbiterio.
Su frontispicio es de estilo plateresco y muestra a la Virgen María acompañada por santo
Domingo de Guzmán y por santa Catalina de Siena, muy venerada por los dominicos. Se
entra al templo por un arco de medio punto decorado con imágenes de querubines y
enmarcado por columnas clásicas y capiteles jónicos.
Iglesia de la Natividad
39
Originalmente la iglesia estaba decorada con pintura al temple de colores blanco, negro y sepia, en
la que se utilizaron como colorantes arcillas de la región.
En su entrada se encuentra una pila bautismal de piedra
que posiblemente se remonta al tiempo en que se
construyó el convento.
A un lado del altar existen murales, uno de los cuales
representa al profeta Elías subiendo al cielo en un
carro de fuego ante la atónita mirada de su discípulo
Eliseo, otro al triunfo de Constantino bajo la señal de
la cruz, uno más posiblemente del rey David y dos últimos con personajes difíciles de
identificar cuando menos para el autor.
Las torres a los lados de la iglesia son diferentes entre sí. La del norte sobrepasa la altura
del templo, mientras que la situada al lado sur es más baja y Ledesma supone que “sirvió
seguramente de campanario”. (94) Como en el caso del convento, las torres también
presentan el aspecto de torres de una fortaleza con aspilleras a sus lados.
Interior del templo
40
Costumbres típicas de Tepoztlán
1.0.- Cómo se celebraba el día anterior a una boda a principios del siglo XX
La alumna Alitzel Castillo Nava relata una simpática ceremonia que le fue contada por su
abuelo y que, cuando menos hasta principios del siglo XX, se acostumbraba llevar a cabo
en Tepoztlán posiblemente derivada de costumbres españolas adaptadas por los tepoztecos
a su cultura.
En la mañana del día anterior a la boda, en casa del novio se danzaba un baile llamado
Xochipitzahuac, encabezado por uno de los asistentes llevando vivo un guajolote que sería
después sacrificado, seguido por otros invitados cargando manojos de leña que serían
utilizados para cocer el animal; a continuación otros de los presentes con las flores que
servirían para decorar la iglesia donde tendría lugar la boda y también la casa de la novia
donde al día siguiente se serviría el banquete de bodas; y, finalmente, una persona, tal vez
la más importante entre los asistentes o quizá el padrino de boda, llevando el vestido de
novia que debía ser de color blanco para simbolizar su pureza.
No tenemos más detalles de esta singular ceremonia, pero se puede suponer que contaba
con la presencia de músicos que acompañarían a los danzantes, que el baile duraría unas
dos horas y que durante su transcurso se obsequiaría algún licor a los asistentes.
Esa tarde se mataba al guajolote degollándolo y cuidando de mantener su cabeza y cuello
en el mejor estado posible, se cocía con la leña que los invitados habían cargado por la
mañana, se preparaban ollas de mole rojo y verde y tamales rellenos de frijol envueltos en
hojas de maíz.
41
Ya caída la noche, se colocaba el guajolote rodeado de tamales en un chiquihuite (especie
de cesta de palma), encima se colocaba la cabeza del animal adornada con flores para
simular la cabeza de un pavorreal y se organizaba una procesión que se dirigiría a la casa de
los padres de la novia. Dicha procesión la encabezaba el padrino de la boda portando el
chiquihuite con el pavo, seguido por los padres del novio y otros familiares y amigos
llevando jarros de mole, y todos partían a su destino danzando a los sones de un violinista.
Al llegar a la casa de los padres de la novia, éstos les agradecían su atención y obsequiaban
a todos los miembros de la procesión un jarro de licor.
A continuación los padres del novio daban a los de la novia un cuartillo (aprox. 1.560 lts.)
de monedas de plata como manifestación de su agradecimiento por haber criado a una
persona tan maravillosa como su hija que, al día siguiente, también sería su hija. 1
Después de agradecer cumplidamente el obsequio, los dueños de la casa invitaban a los
asistentes a tomar asiento sobre petates colocados en el suelo y les servían mole verde y
rojo acompañado de tamales, al tiempo que tronaban cohetes.
Esta
práctica llama la atención porque en Europa eran los padres de la novia los que daban la
dote. No sabemos si esta costumbre era prehispánica o fue adoptada a la llegada de los
españoles, pero en todo caso indica que la sociedad indígena y mestiza de la Nueva España
apreciaba más a la mujer que sus congéneres europeos.
Durante la noche se velaba el vestido de novia “sahumándolo” (utilizando una especie de
incensario hecho de barro llamado sahumerio) con copal.
1 Si la familia del novio no tenía la posición económica suficiente para obsequiar esa cantidad, era aceptable que diesen una menor, pero siempre en monedas de plata.
42
1.1.- El día de la boda-
La celebración de la boda se ajusta a las costumbres “tradicionales”: la novia viste el
vestido obsequiado por el novio, la boda se celebra en la parroquia o en una de las capillas
de los barrios y culmina con un banquete de bodas en casa de los padres de la novia en
donde se sirven los platillos llevados ahí el día anterior.
43
2.0.- La antigua y tradicional celebración del Día de Muertos.
Aunque el día de muertos en México es el 2 de noviembre, en Tepoztlán su celebración
comienza el 18 de octubre. En esa fecha, a las 7 de la noche, todas las iglesias del pueblo,
es decir, tanto la Parroquia de la Natividad como las diversas capillas de los barrios, dan
una campanada. Al día siguiente, a la misma hora, dan dos y así sucesivamente hasta que el
1 de noviembre a las 7 se escucharán 15 campanadas en toda la población.
Ese tarde los niños salen a pedir para “su calavera”, que será parte de la ofrenda que al día
siguiente será depositada en la tumba de sus familiares. En la actualidad reciben sobre todo
dinero y tal vez alguna fruta, pero anteriormente los vecinos acostumbraban darles naranjas,
limas, mandarinas y jícamas (que no son propiamente frutas) y arroz con leche sobre
totomoxtles (hojas secas de las mazorcas de maíz). Donativos que, junto con velas, un vaso
de agua, un frasquito de agua bendita y las flores que recolectarán el día siguiente, son parte
fundamental de la ofrenda que será depositada en las tumbas de sus parientes fallecidos.
En la mañana del día 2, los mismos niños salían a cortar flores, sobre todo las llamadas
cempazúchitl, muy abundantes en esta época del año, también conocidas como “flor de
muerto”, ya que existe la creencia de que por su llamativo color amarillo-naranja y fuerte
olor característico, sirven para guiar a los muertos en su camino de vuelta a la tierra para
convivir esa noche con sus familiares.
Las mujeres, mientras tanto, preparan el resto de la ofrenda para sus difuntos: mole rojo y
verde, tamales de frijoles y un pollo que se hierve junto con chayotes. Todo eso hecho en
vasijas nuevas de barro. Es importante que el pollo sea gallina, ya que se dice que los
muertos se retiran cuando oyen cantar a los gallos.
44
A eso de las 3 de la tarde, los hombres acuden al cementerio en donde en un sahumerio
queman copal caminando alrededor de las tumbas, pidiendo a gritos a sus familiares
muertos que les hagan el honor de asistir esa noche y comer de las ofrendas que les
llevarán.
Cerca de las 7 de la noche, la gallina cocinada esa mañana y los tamales, se colocan en un
chiquihuite nuevo, el resto de la ofrenda en una canasta también nueva y la familia se dirige
al panteón. A esa hora se prendían hogueras en algunas esquinas y ahí se vendía ponche de
naranja a los peregrinos que, al llegar al cementerio proceden a adornar las tumbas con
flores y velas con un listón negro, cuidando siempre de poner una vela para honrar a los
familiares muertos olvidados, y distribuyendo su ofrenda de comida alrededor de las
tumbas de sus familiares.
El panteón el día de muertos
45
Después de arreglar sus tumbas, la familia, junto con familiares y amigos, disfrutan de una
velada en la que abundan leyendas y cuentos de ultratumba y en la que nunca falta alguien
con una guitarra por lo que, a lo largo de la noche, se escucha en el cementerio música y
cantos de todo tipo. Y las familias permanecen, o permanecían, en el panteón hasta las 6 de
la mañana del día siguiente.
Pero en Tepoztlán ahí no termina la celebración del día de los muertos, pues hasta donde se
sabe, es el único municipio en México (posiblemente en el mundo) que conmemora la
octava de los fieles difuntos. Las campanas prosiguen sonando hasta el día 10, y en ese día
los tepoztecos vuelven a poner ofrendas en las tumbas, ahora más modestas, consistentes en
chayote hervido, cacahuates, maíz fresco y frutas.
46
3.0 El carnaval en Tepoztlán.
Comúnmente se cree que la palabra carnaval deriva del latín carnevale, compuesta de carne
(carne) y vale (adiós), pero esta creencia es errónea ya que vale era más un saludo que una
despedida. En realidad nuestra palabra viene de carne levare (llevarse la carne) cuyo
significado equivale a otra palabra en español usada también para designar los días
anteriores a la cuaresma: carnestolendas, ya que el latín toles significa eliminar. Es decir,
carnaval o carnestolendas, significa un “adiós a la carne” refiriéndose a la prohibición de la
iglesia católica de comer carne en determinados días de la cuaresma. Como es sabido, la
cuaresma no tiene una fecha fija para iniciarse, por lo que el carnaval se celebra también en
fechas variables aunque generalmente lo es durante los meses de marzo o abril en los tres o
cuatro días anteriores al miércoles de ceniza, fecha en la que comienza la cuaresma, con
énfasis en el llamado “martes de carnaval”.
En Tepoztlán la celebración de su carnaval comienza el sábado anterior al inicio de la
cuaresma y se distingue por el tradicional “baile, o brinco, de los chinelos”, característica
que lo hace diferente a todos los demás en el mundo.
El nombre de “chinelo” aplicado a los danzantes, se cree que viene del nahua tzineloa que
significa movimiento de caderas, que bien puede tomarse como una aceptable descripción
de su baile que, al compás de alegres ritmos de una orquesta de vientos, consiste en una
serie de brincos, contorsiones y vueltas que resulta muy agradable para los espectadores.
El cómo se originó la tradición de los chinelos no está muy claro. La versión más aceptada
es que en 1870 un grupo de jóvenes, molestos por las privaciones a que se verían sujetos
durante la cuaresma, se vistieron con ropas viejas, se cubrieron el rostro con pañuelos y
comenzaron a gritar y dar brincos en las calles. La gente recibió la ocurrencia con tal gusto
47
que, de ahí en adelante, se
acostumbró repetirla cada
año en los días anteriores al
inicio de la cuaresma, es
decir en los días de
carnaval.
Con el paso de los años la
danza se hizo cada vez más
elaborada, apareció el
nombre de “chinelo”, los
pañuelos fueron sustituidos
por máscaras con barba
para representar a los
conquistadores españoles,
iguales para todos los
miembros de una misma
comparsa (grupo
enmascarado) y se
uniformó el atuendo de los
danzantes, que ahora consiste en una vestidura larga, tipo sotana, de color azul, rosa o
amarillo; una capa cuadrada también de esos colores que se porta sobre los hombros; un
sombrero grande adornado con una pluma de avestruz y guantes. Además, durante la danza,
Los chinelos en el carnaval
48
cada chinelo acostumbra llevar un pañuelo con confeti y una pequeña botella de loción,
para arrojar el confeti o vertir unas gotas del perfume a alguna muchacha “bonita”.
Los miembros de las comparsas prestan mucha atención al diseño de sus vestiduras,
diseñan los dibujos que llevarán, escogen los colores que prefieren y los bordan a mano,
pues cada integrante quiere lucir el mejor atuendo de su grupo.
En cada uno de los tres principales barrios se formaron comparsas: en el de Santo Domingo
(sapos), en el de San Miguel (lagartijas) y en de la Santísima (hormigas).
Cuando llega el tiempo del carnaval las calles son adornadas con banderitas de papel de
china de diversos colores y llega al pueblo una pequeña feria con rueda de la fortuna,
carrusel, etc., que
permanecerá ahí
durante toda la
celebración.
A partir del
sábado anterior al
miércoles de
ceniza, fecha en
que oficialmente
comienza el
tiempo de carnaval y hasta el martes en que termina, cada día a las 3 de la tarde se lanza un
cohete desde la casa del “presidente de las comparsas” (muy probablemente el mayordomo
del barrio) y de ahí salen danzando los chinelos, al compás de una banda de vientos,
Día de carnaval
49
portando banderas satíricas y “mojigangas” (grandes muñecos de cartón). Formados en fila
india se dirigen, siempre
danzando, a la plaza en la que
permanecerán hasta la noche.
Tradicionalmente la comparsa de
las hormigas va a danzar frente a
la Presidencia Municipal, la de los
sapos al Zócalo y la de las
lagartijas a la Plaza Cívica.
El ambiente se alegra con la quema de cohetes, los habitantes pasan momentos muy
agradables contemplando las danzas, consumiendo helados, tomando ponche de leche y de
naranja agria y visitando la feria.
La jornada termina a eso de las 10 de la noche con la truena de “toritos” hechos
especialmente para esa ocasión.
Detalle del sombrero chinelo
50
4.0 Semana Santa
Parte de la información sobre este evento fue proporcionada por Aidee Hernández Pacheco,
alumna de la PREFECO Quetzalcóatl de Tepoztlán.
En Tepoztlán la celebración de la Semana Santa –en que se recuerda la entrada triunfal de
Jesús a Jerusalén, su pasión, muerte y resurrección –es muy similar a la que se lleva a cabo
en el resto del país con una interesante diferencia que se menciona más adelante.
Como es sabido la Semana Santa se inicia el Domingo de Ramos en el que se recuerda la
entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. En ese día en Tepoztlán el Cristo del barrio de La
Santísima es llevado en procesión por las principales calles con la particularidad que tanto
los participantes como los espectadores portan palmas, generalmente tejidas como cruces.
La procesión termina en la principal iglesia del pueblo en la que celebra una misa y se
bendicen las palmas que después las familias colocan en la entrada de sus hogares como
protección contra “los malos espíritus”.
Durante los tres días siguientes no hay ninguna ceremonia religiosa especial, pero se
mantiene un ambiente de recogimiento.
El llamado Jueves Santo comienzan las ceremonias tradicionales de la Iglesia Católica: ese
jueves el “lavatorio de pies”, el viernes el Sermón de las siete palabras, el sábado, por la
noche, la misa de Pascua, etc.
El domingo de Pascua es celebrado en Tepoztlán con un gran desfile en el que participan
los chinelos de los cuatro principales barrios: San Miguel, La Santísima, Santo Domingo y
Santa Cruz, y que rivaliza favorablemente con los desfiles del carnaval. En todo el pueblo
51
se respira un ambiente de alegría al que ayuda la gran Feria Artesanal organizada en estas
fechas y a la que acuden más de 50 artesanos, la mayoría tepoztecos, que exponen diversos
objetos de madera, barro, casas de pochote, joyería, etc.
Lo que, como se dijo, distingue particularmente la celebración de la Semana Santa de
Tepoztlán de las celebraciones en otros lugares, son las flores de papel de china que se
colocan en los Cristos, que son una artesanía que requiere gran creatividad y paciencia.
Aunque la tradición de la hechura y colocación de las flores son una tradición que se
remonta a muchos años atrás, a últimas fechas se ha estado perdiendo, “ya quedan pocas
familias que conservan esta tradición”, reporta la página web de Azteca Noticias.
Antiguamente cada familia fabricaba 50 flores de papel de china de diversos colores, labor
que requería el trabajo de al menos dos semanas, y que se colocaban la tarde del Viernes
Santo en los brazos y piernas de Cristo en la cruz, como un símbolo del deseo de los
creyentes de aliviar el dolor causado por los clavos en las extremidades de Jesús. Flores que
Las flores de papel en un Cristo
52
permanecían sobre la imagen hasta el año siguiente en que serían reemplazadas por otras
nuevas.
No deja de parecer extraño, quizá también un poco triste, que esta original tradición esté
desapareciendo en una comunidad como Tepoztlán, que se ha caracterizado por la defensa
de sus tradiciones y costumbres a pesar de los costos y sacrificios, en ocasiones tal vez
excesivos, que esa defensa les ha representado.
Sería de desear que los tepoztecos no dejaran morir esa peculiar tradición.
53
Tradiciones de Tepoztlán.
Leyenda del Tepozteco y de los “Corredores de viento”.
La información sobre esta leyenda fue principalmente proporcionada por los siguientes
alumnos de la maestra Dulce Keny Ayala que impartía el curso de Desarrollo Comunitario:
Alitzel Castillo, Teresa Hernández, Gisela Medina y María Guadalupe Tapia.
La serranía que bordea el norte de Tepoztlán, está formada por espectaculares cerros
quebrados, abruptos y en su mayoría cortados a pico. Uno de ellos, muy cercano al pueblo
y llamado Ehecatépetl (montaña del viento), a la mitad de su altura muestra una especie de
tajo que parece haber sido hecho por la mano del hombre, aunque seguramente fue causado
por la erosión del viento y las lluvias a través de los siglos, que
semeja ser un corredor a lo ancho de todo el cerro y que es
conocido por los habitantes de Tepoztlán con el nombre de “los
corredores del viento”. Sobre el origen de esta singular formación
existe la siguiente leyenda:
Se dice que en la antigüedad, el entonces Señor de Tepoztlán tenía una hermosa hija que
gustaba ir por las tardes a recostarse a orillas del manantial de Axihtla para disfrutar la
frescura del lugar, el aroma de las flores y el canto de los pájaros que ahí abundaban. Pero,
en una de esas tardes, fue vista por Ehécatl, dios del viento, que moraba en un cerro
cercano. Al contemplar su belleza el dios se enamoró de ella, se transformó en un gran
pájaro con plumaje rojo vivo, se posó en su vientre y la “enfermó de niño”.
Ehécatl. Códice Borgia
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Pasaron los meses y la doncella dio a luz un robusto niño. El Señor de Tepoztlán se negó a
creer lo que su hija decía sobre su embarazo y decidió deshacerse del recién nacido
colocándolo sobre un hormiguero. Al día siguiente, al pasar cerca de dicho hormiguero,
constató con sorpresa que las hormigas no solo no lo habían atacado, sino que lo
alimentaban poniendo en su boca gotitas de miel. Molesto, tomó al niño y lo dejó expuesto
a los rayos del sol sobre las pencas de un maguey. La mañana siguiente volvió al lugar para
descubrir que las pencas del maguey habían dado sombra al recién nacido y que de ellas
goteaban hilillos de aguamiel sobre la boca del infante.
Decidido a terminar por fin con el niño, lo puso en una cesta que abandonó en el río para
que la corriente se lo llevara. Pero sucedió que río abajo la cesta se atoró en unas peñas
donde fue encontrada por un matrimonio de campesinos que no habían podido tener
descendencia. La pareja recogió al niño, le puso por nombre Tepoztécatl y lo crió como si
fuese su hijo enseñándole todo lo que sabían, como el cultivo de la tierra y el manejo de las
armas usadas para cazar.
En aquella época Tepoztlán y todos los pueblos vecinos enfrentaban un serio problema: en
Xochicalco habitaba una gigantesca y sanguinaria serpiente llamada Mazacoatl, que cada
año exigía que cada pueblo de la región le enviara una persona para devorarla. Con una
lógica entendible, los pueblos acostumbraban enviar a la persona más anciana de cada lugar
y un día el elegido en Tepoztlán fue el padre adoptivo del entonces ya joven Tepoztécatl
quien, no sin trabajo, logró que su padre aceptara que él, Tepoztécatl, fuese en su lugar al
encuentro con la serpiente pues pensaba que podría deshacerse de ella.
55
Se cuenta que Tepoztécatl al despedirse de sus padres les dijo que si tenía éxito, aparecería
en el poniente una nube de humo blanco, si la nube fuese de humo negro significaría que
había muerto.
En el camino hacia Xochicalco, Tepoztécatl fue recogiendo trozos de obsidiana y piedras
picudas guardándolas cuidadosamente en un morral que portaba. Al llegar a su destino y
presentarse ante la enorme serpiente, esta lo devoró de un bocado.
En el estómago del animal Tepoztécatl pudo sacar de su morral los trozos de obsidiana y las
piedras recogidas en su camino y, con ellas, desgarró las entrañas del Mazacoatl que murió
en medio de terribles convulsiones al tiempo que el tepozteco lograba salir de ella por los
cortes que había logrado hacer. En ese momento se levantó una gran nube de humo blanco
que fue visible en toda la región y que causó gran júbilo entre todos sus habitantes pues
señalaba el fin de la temible serpiente.
En su camino de regreso a Tepoztlán, Tepoztécatl pasó por Cuaunáhuac en donde se
llevaba a cabo una gran fiesta amenizada por el sonido de un gran teponaxtle. El viajero
pidió a los notables del pueblo que le permitieran tocar el instrumento, pero el permiso le
fue negado. Ofendido, Tepoztécatl hizo levantar una tolvanera, no olvidemos que era hijo
del dios del viento, acompañada de una gran nube de polvo que impidió ver a los
pobladores de Cuaunáhuac que se apoderaba del teponaxtle y huía con él. Al despejarse el
polvo y darse cuenta del hecho, los habitantes salieron en su persecución.
Ya cerca de Tepoztlán, Tepoztécatl notó que sus perseguidores se acercaban, por lo que
subió a la cima del escarpado cerro Ehecatépetl mientras que los que le perseguían apenas
lograron ascender hasta la mitad de la montaña. Viendo que no lograrían escalar el cerro,
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los perseguidores decidieron derribar el cerro cortando su base, tarea que de inmediato
iniciaron. En la cima, Tepoztécatl contempló sus esfuerzos tocando alegremente el
teponaxtle robado. Después de un tiempo los pobladores de Cuauhnahuac se dieron cuenta
que no podrían lograr intento por lo que, frustrados, lo abandonaron y regresaron a su
pueblo dejando el tajo que habían hecho hasta entonces. Tajo en las faldas del cerro
Ehecatépetl que los habitantes del Tepoztlán de hoy llaman “los corredores de aire”.
Llama la atención la semejanza que esta leyenda presenta con dos mitos de la Grecia
antigua. Primero con el de Leda, princesa espartana que es embarazada por el dios Zeus que
adopta la figura de un ave, en este caso de un cisne, en forma muy similar al de la hija del
Señor de Tepoztlán que también lo es por un dios que toma la figura de un ave, un gran
Los corredores de aire
57
pájaro rojo. Y el otro mito el de Teseo que se ofrece como voluntario para deshacerse de un
monstruo: el minotauro que habitaba en la isla de Creta y que exigía que Atenas enviara
personas para devorarlas. Caso muy parecido al de Tepoztécatl. Aquí existe otra rara
similitud: al abordar la nave que habrá de llevarlo a Creta, Teseo dice a su padre que de
triunfar a su regreso la nave portará velas blancas, de lo contrario las velas serán negras.
Tepoztécatl promete a su padre humo blanco si triunfa y negro si perece.
Estas semejanzas entre leyendas tan separadas en tiempo y distancia, difícilmente se
pueden atribuir a mera coincidencia. Más bien podrían indicar que la leyenda de
Tepoztécatl nace después de la conquista y que los autores fueron personas familiarizadas
con la cultura de la Grecia clásica. Desde luego esta teoría es una simple suposición y no
pretende restar ningún mérito a la leyenda del Tepozteco y de los “corredores de viento” de
Tepoztlán.
Retomando el tema de esa leyenda, es interesante mencionar que el Portal de Semillas (lo
que son los portales se describirá más adelante) de 1995 estuvo dedicado a ella y recibió el
nombre de “La leyenda del Tepozteco. Un abrazo de cruz y serpiente en el día de la
Natividad”. A continuación haremos una breve descripción de dicho Portal:
En el centro de la parte superior aparecía un nudo de dos serpientes vigilado por el sol. Las
serpientes caían hasta la mitad del portal con las fauces abiertas para simbolizar la amenaza
representada por los problemas que, según los tepoztecos, podrían afectar tanto la flora y la
fauna de la región como la identidad prehispánica-cristiana de sus habitantes. Hasta ese
año, 1995, se referían sobre todo a los siguientes: creación de un campo de golf con un
hotel de cinco estrellas y un fraccionamiento para elegantes residencias en las cercanías del
58
pueblo; la construcción de un teleférico para acceder fácilmente a la pirámide de la
montaña del Tepozteco, planeado para 1979; y la construcción de un ferrocarril turístico
para Tepoztlán que requeriría la perforación de túneles en montañas que el pueblo
considera sagradas.
El resto del portal resume, como se dijo, la leyenda del Tepozteco, tal vez para comunicar
la idea de que si una vez el personaje libró al pueblo de la amenaza del monstruo de
Xochicalco, también ahora los libraría de las que percibían en ese año de 1995.
El portal debe comenzarse a interpretar partiendo de la parte inferior derecha, ahí aparece la
hija del Señor de Tepoztán tomando un baño en el manantial de Axihtla donde es
embarazada por el viento. Continuando hacia arriba aparece el no deseado niño abandonado
sobre un hormiguero, luego sobre magueyes y finalmente arrojado a un arroyo en una cesta
Portal de 1995
59
de mimbre. También en la parte de arriba del mosaico de semillas, pero ya del lado
izquierdo aparece el joven Tepoztécatl apuntando al sol con su arco y flecha mientras a su
alrededor caen aves, conejos y venados como demostración de su habilidad de cazador.
Siguiendo hacia abajo siempre por la parte izquierda, se muestra al personaje en su camino
a Xochicalco recogiendo pedernales, luego saliendo del estómago del monstruo mientras el
cielo se cubre de nubes blancas; ya triunfador, en una fiesta en Cuernavaca donde arrebata
el teponaxtle a sus portadores y, en la extrema izquierda de la parte inferior, tocando dicho
instrumento en la cumbre de una montaña ante la frustración de sus perseguidores. Es
decir, este portal es un atinado y artístico resumen de la leyenda.
Cabe mencionar que existe otra leyenda asociada al mítico Tepoztécatl. Se dice que acudió
a una fiesta organizada por los Grandes de los pueblos vecinos, pero que el Señor de
Tepoztlán iba vestido humildemente por lo que no fue reconocido y se le negó la entrada a
la celebración. Tepoztécatl se dirigió entonces a su palacio, vistió sus más elegantes ropas y
volvió nuevamente al lugar de la fiesta donde fue recibido con honores.
Cuando los alimentos fueron servidos, Tepoztécatl los tomó y los vertió en sus vestiduras.
Escandalizados, los anfitriones le preguntaron el porqué había procedido así y el Señor de
Tepoztlán replicó: “Cuando anteriormente vine con otras ropas, me negaron la entrada;
pero cuando volví vistiendo las que ahora traigo fui recibido con honores. Me queda claro
entonces que, para ustedes, yo no soy importante, sino que mis vestiduras son las que
tienen importancia. Por ello, son estas ropas las que merecen los alimentos y no yo”.
60
Es fama que, desde entonces, los habitantes de Tepoztlán reciben cordialmente a quien se
presenta en una de sus celebraciones, invitado o no, independientemente de como vaya
vestido.
Aun cuando esta leyenda haya conducido a una conducta generalizada digna de alabanza,
no encaja con el carácter de un personaje que cuando joven, y siendo en apariencia tan solo
el hijo de un campesino pobre, monta en cólera cuando los Viejos de Cuaunáhuac le niegan
el permiso para tocar su Teponaxtle y toma cumplida venganza robando el instrumento y
burlándose de sus perseguidores. No parece lógico que ese personaje, que además llega a
ser el Señor de la más importante ciudad de la región, acepte pasivamente ser excluido de
una celebración y que su única reacción sea el cambiar sus vestiduras. Repetimos, es
nuestra opinión que esta anécdota no encaja con el carácter del personaje que elimina al
monstruo de Xochicalco y si la incluimos en esta relación, es porque aparentemente es muy
conocida y apreciada por los actuales habitantes de Tepoztlán.
(Y no podemos evitar la mención de esa parábola del Nuevo Testamento que narra que un
rey expulsa de la fiesta del casamiento de su hijo, a un invitado que no traía vestiduras de
fiesta. Que cada lector tome sus propias conclusiones).
61
La creación de una futura leyenda; Escuela Preparatoria por Cooperación Quetzalcóatl.
La información sobre este tema fue proporcionada principalmente por los profesores María
de Jesús Cortés Ayala y Rodolfo Guerrero a quienes se agradece profundamente su
cooperación.
Creemos que en un futuro próximo la manera en que se fundó la Preparatoria Federal por
Cooperación (PREFECO) Quetzalcóatl, se convertirá en una nueva leyenda de la
comunidad tepozteca y que tendrá una ventaja sobre las demás, porque la creación de esa
escuela no se debió, cuando menos de manera directa, a la acción de un dios, sino a los
esfuerzos y tenacidad de un grupo de personas, nativas del lugar, que supieron vencer
obstáculos “insalvables” para lograr el objetivo de fundar la hasta ahora única escuela
preparatoria de la región.
Hasta el año de 1978, los aproximadamente 600 jóvenes que terminaban su educación
secundaria en Tepoztlán y sus alrededores, no tenían una escuela preparatoria en el
municipio en donde poder continuar sus estudios, sino que tenían que ir a Yautepec,
Cuernavaca o aun a la misma Ciudad de México para hacerlo. La carencia de suficientes
medios económicos, hacía que cerca de un 70% de ellos se vieran precisados a abandonar
sus estudios y dedicarse a las labores del campo o a trabajar en la industria de la
construcción sin poder aspirar a mejores empleos.
En ese año, el profesor Erasmo Cortés Vargas, que encabezaba un grupo formado por los
también profesores Miguel Ángel Robles, Nicanor Morales Solís y Alfonso Sedaño
Peñaloza, entre otros, se entrevistó con el rector de la Universidad Autónoma del Estado de
Morelos, pidiéndole la fundación de una preparatoria en Tepoztlán que dependiera de la
62
Universidad. Desgraciadamente su petición fue rechazada ya que la Universidad carecía de
los recursos necesarios.
En vista de ese hecho, el grupo se dio a la tarea de visitar a algunas personas nativas de
Tepoztlán que trabajaban en la Secretaría de Educación Pública (SEP) y, por medio de
ellos, se tuvo contacto con el C. P. Adrián Mora Aguilar, contralor de uno de los
departamentos de la SEP, quien les informó que existía la posibilidad de la creación de una
Escuela Preparatoria Federal por Cooperación con base en un decreto promulgado en la
década de 1940. Para ello sería necesario que se cumplieran los siguientes cuatro requisitos:
1- Existencia de un número razonable de posibles alumnos.
2- Solicitud avalada por los padres de familia con hijos interesados en ingresar a la
nueva preparatoria, detallando las razones por las cuales sus hijos no podían
desplazarse a Cuernavaca o Yautepec.
3- Existencia de un Patronato legalmente constituido.
4- Contar con edificio propio.
El último requisito descorazonó un tanto al grupo, ya que con algún esfuerzo podrían
cumplir con los tres primeros, pero adquirir un edificio estaba fuera de sus posibilidades al
menos en un futuro próximo. Sin embargo se dieron a la tarea de formular la solicitud
correspondiente, de hacer el censo de jóvenes aspirantes y de recabar las firmas de los
padres de familia.
Con esos documentos en mano, el Sr. Cortés Vargas se trasladó nuevamente a la Ciudad de
México donde los entregó a la SEP para que se iniciaran los trámites correspondientes.
Veinte días después, sorpresivamente, recibieron un telefonema pidiéndole que fuese con
63
urgencia a México para entrevistarse con el Director General de Educación Media Superior,
Sr. Manuel Barrientos de León. El grupo decidió acudir en pleno anunciándose en la SEP
como “la Comisión de Tepoztlán”. El funcionario les informó que su solicitud había sido
aprobada y les entregó la autorización para abrir en su municipio la Preparatoria Federal
por Cooperación Tepoztlán con clave EMS 2/123, por lo que de inmediato podían
comenzar la inscripción de los jóvenes interesados.
Con alegría retornaron a su ciudad, abrieron las inscripciones de la nueva escuela,
comenzaron los trámites para crear el Patronato Pro-Construcción de la PREFECO
Tepoztlán (que posteriormente cambiaría su nombre a “Quetzalcóatl”) y comenzaron a
tratar de encontrar algún lugar adecuado para poder iniciar la operación de la escuela.
Cuando el Patronato quedó constituido bajo la presidencia del profesor Nicanor Morales
Solís, se logró conseguir que la directora de la Escuela Primaria Federal Francisco I.
Madero, permitiera el uso de algunas de sus aulas para que la nueva preparatoria iniciara su
primer ciclo escolar en turno vespertino, con la condición de que sus alumnos se encargaran
del mantenimiento de esas aulas, baños y jardines. Simultáneamente, mediante donaciones
de los habitantes del lugar, se pudo adquirir el equipo esencial para una oficina: escritorio,
sillas, máquina de escribir, etc., una bandera y la papelería necesaria para las inscripciones
de los jóvenes interesados.
Fue así que la Preparatoria Quetzalcóatl pudo iniciar sus operaciones en agosto de 1978,
siendo su primer director el profesor Nicanor Morales Solís.
Mientras transcurría ese primer ciclo escolar de la preparatoria, el Patronato se concentró en
dos puntos: conseguir un mejor sitio para los cursos posteriores, ya que los salones y
64
pupitres de la escuela primaria resultaban muy incómodos para los jóvenes preparatorianos,
y localizar algún terreno que pudieran adquirir para iniciar la construcción de su propio
edificio.
En ambos empeños lograron el éxito: Para el siguiente curso escolar, primero de 1979,
consiguieron que la directora de la escuela secundaria Benito Juárez. Profesora Raquel
Romero Rosales, permitiera a la preparatoria el uso de sus salones en turno vespertino.
En lo que respecta al terreno para construir la escuela, el señor Fulgencio Navarrete Solís y
su esposa señora Silvina Ortiz, filantrópicamente donaron la mitad de un terreno situado en
el Km 15 de la carretera Cuernavaca-Tepoztlán, a escasos dos kilómetros del centro de la
ciudad (posteriormente, con ayuda de fondos federales, se les pudo comprar la otra mitad).
Sin embargo el terreno tenía el inconveniente de que carecía de acceso a dicha carretera,
pero el Patronato logró que el señor Miguel
Bello Lara accediera a venderles parte de
una propiedad que lindaba con la ruta y el
terreno adquirido para la escuela tuvo
acceso directo a la carretera.
O sea, que la PREFECO Quetzalcóatl ya
poseía el terreno apropiado para iniciar la
construcción de sus instalaciones, cosa que
se comenzó a hacer a principios de 1980
básicamente con ayuda federal, aunque con
serias dificultades ya que el terreno carecía
Fachada de la Preparatoria
65
de los indispensables servicios de agua y electricidad que llegaban tan solo a la denominada
Granja Hortensia situada a
unos 500 metros del terreno
de la preparatoria.
El problema del agua se
resolvió gracias a la donación
de $400,000 de una empresa
constructora administrada por
el Sr. Ángel Zúñiga
Navarrete. Con ese dinero y
la cooperación del Sistema de Agua Potable de la ciudad, se adquirió la tubería necesaria y
a mediados de ese año se tuvo ya el servicio de agua en el terreno, en donde a pesar de las
carencias iniciales se había iniciado ya la construcción de las primeras aulas.
En esas condiciones, por fin el 18 de octubre de 1980, el Patronato pudo inaugurar el
primer ciclo escolar en las nuevas instalaciones de la Preparatoria Federal por Cooperación
Quetzalcóatl con gran éxito, ya que contaba con 400 alumnos en el turno vespertino y tuvo
que abrir un curso matutino con otros 55.
Inicialmente la escuela contaba con un laboratorio para química, física y biología; un salón
de mecanografía y dibujo; seis aulas y el espacio para una futura cancha de futbol.
Desgraciadamente no tenía aún servicio de electricidad, por lo que en el turno vespertino se
utilizaron lámparas de gas, lo que resultaba sumamente incómodo tanto para alumnos como
para maestros. Naturalmente que el Patronato continuaba tratando de llevar el servicio
66
eléctrico a la escuela. Firmó un contrato
provisional con la Compañía de Luz y Fuerza,
logró que esta compañía le prestara 300 metros
de cable, pudo comprar el faltante y, tres días
antes de la terminación del ciclo escolar, por fin
la escuela tuvo el anhelado servicio de
electricidad.
A partir de entonces los cursos fueron
ininterrumpidos y las instalaciones se fueron
mejorando hasta llegar a su estado actual
(2011) en el que la escuela cuenta con nueve
salones de clase bien equipados; un aula de medios con 35 computadoras; laboratorio para
física, química y biología y biblioteca con más de 4,500 volúmenes. Asimismo tiene una
cancha de futbol
y una de
basquetbol. La
escuela no solo
cuidó las
actividades
científicas y
artísticas, sino
que también
Aspecto de la biblioteca
Uno de los murales hechos por alumnos
67
adoptó prácticas diversas con el objetivo de conservar tradiciones del lugar. Dos ejemplos:
el día de la Periconada (o de “la elotada” como también es conocido este festejo), los
alumnos organizan una “feria gastronómica” en la que exponen algunos de los diversos
alimentos elaborados con elote; y en días anteriores al día de muertos cada salón elabora
una ofrenda
para sus
muertos.
Sin embargo,
por razones que
hoy dicen
desconocer, en
2008 dejaron de
recibir recursos
federales por lo
que a la fecha dependen de las cuotas, relativamente moderadas, de los alumnos. También
los cursos vespertinos, que hasta entonces contaban con la mayoría de la población escolar,
fueron suspendidos y ahora se imparten solo cursos matutinos con una plantilla de 18
profesores y capacidad máxima de 350 alumnos.
Tomando en consideración lo anterior, aparentemente la escuela está pasando por un
período de declinación, o al menos de estancamiento, aun cuando la calidad de su
instrucción no ha disminuido ya que sus egresados no encuentran mayor dificultad para
aprobar los exámenes de admisión de la Universidad Autónoma de Morelos.
La feria gastronómica
68
Es de esperar que el espíritu de
entusiasmo y esfuerzo de los
tepoztecos que logró el
establecimiento de esta importante
escuela, resurja y que la Preparatoria
Quetzalcóatl alcance el merecido
grado de excelencia que bien merece el pueblo de Tepoztlán.
Desde la cancha de futbol
Salón de computadoras
69
El portal de semillas y El reto al Tepozteco
Entre las prácticas que hoy ya se han vuelto tradicionales de Tepoztlán, destacan dos que
tuvieron una fecha de iniciación que parece un tanto extraña. Nos referimos a la creación de
un portal para adornar la entrada del atrio de la iglesia de la Virgen de la Natividad, patrona
de la ciudad, y a la ceremonia llamada El reto al Tepozteco que se representa cada año la
noche del 7 de septiembre.
Estas dos tradiciones se relacionan con la fecha del 8 de septiembre de 1540 en la que,
según las crónicas, los Señores de Cuaunáhuac, Yautepec, Oaxtepec y Tlayacapan,
indignados porque el Tepozteco, Señor de Tepoztlán, había abrazado la fe cristiana y
destrozado el ídolo de Ometochtli, llegaron con la amenaza de destituirlo. Pero el de
Tepoztlán, como se mencionó anteriormente, pudo calmarlos y “con la ayuda de la Virgen
de la Natividad”, logró que también ellos se convirtieran al cristianismo.
Vistos estos antecedentes, podría esperarse que tanto los portales de semillas, que son un
homenaje a la santa patrona de la ciudad, como la representación del hecho mencionado en
el párrafo anterior, se remontaran al siglo XVI. Sin embargo no sucedió así, ya que no fue
sino hasta finales de la década de 1980 cuando se iniciaron estas prácticas, lo que,
repetimos, parece extraño, ya que no encontramos ninguna razón que explicara el por qué
fue precisamente hasta entonces que comenzaron y se volvieron tradicionales, al extremo
de que actualmente atraen visitantes no solo de México sino también de diversos países
tanto del continente americano como del europeo.
A continuación expondremos con un poco más de detalle ambas tradiciones comenzando
con el extraordinario Portal de semillas.
70
El Portal de semillas.
En el año de 1991 los habitantes de Tepoztlán iniciaron una práctica que se ha convertido
en una tradición posiblemente única en el mundo: la elaboración de un portal con figuras
hechas de semillas que, como homenaje a la Virgen de la Natividad patrona de la ciudad, es
colocado la noche del 7 de septiembre de cada año en la entrada principal del atrio de la
iglesia de la mencionada Virgen, en donde permanecerá un año hasta ser sustituido por un
nuevo portal.
Este portal es un gigantesco mosaico que, en forma comunal, fabrican los tepoztecos
pegando sobre una tabla de triplay en forma de arco, miles de más de 65 variedades de
semillas, todas en sus colores naturales. La obra terminada tiene aproximadamente seis
metros de ancho y once de alto, teniendo como objetivo fundamental comunicar y
consolidar el valor de la mezcla de las culturas prehispánica y colonial que caracteriza a los
habitantes de la región.
Es por ello que el arco, además de ser una ofrenda a la Virgen, tiene también el propósito
de conservar las tradiciones, leyendas, costumbres e historia de Tepoztlán y sus
alrededores, a través de dibujos y figuras semejantes a los que aparecen en los códices
prehispánicos. Y logra ese fin mediante la utilización de un medio que trasciende las
fronteras de las clases sociales y comunica a todos los acontecimientos –pasados, presentes
o futuros –que la comunidad juzga importantes. Es decir, que aunque el portal es
primordialmente un testimonio de devoción a la santa patrona, es asimismo un mensaje
cultural e histórico comunicado por una obra de arte efímera, ya que desaparecerá al
término de un año.
71
Como se mencionó, la costumbre de construir estos arcos comenzó a finales de la década de
1980. Inicialmente se utilizaban
flores de plástico para su
elaboración, hasta que en 1991 la
señora Josefina Ramírez sugirió
que se emplearan semillas. La
idea fue aprobada con
entusiasmo por las varias uniones
de Comerciantes del centro que, desde entonces, financian el proyecto anual que tiene un
costo aproximado de $70,000. Es así que el primer portal de semillas fue el de 1992.
A primera vista el costo mencionado puede parecer muy alto teniendo en cuenta que
muchas de las semillas que se emplean son donadas, pero la erogación se comprende ya que
en el proyecto intervienen entre 250 y 300 personas que trabajan en él entre 5 y 6 semanas
para consumarlo.
Los temas a tratar en los Portales fueron
sugeridos hasta 2008 por el arquitecto Arturo
Demesa Ortiz quien en ese año, por motivos
de salud, tuvo que delegar esa función al Sr.
Otilio Conde, comerciante del mercado. Los temas que se han tocado son muy variados,
pero todos relacionados con Tepoztlán en alguna forma; por ejemplo, el portal de 1992
(como se dijo, el primero hecho de semillas), trató de la Cruz del Bautisterio; el de 1997 del
Último Portal de flores de plástico. 1991
Primer Portal de semillas. 1992
72
bautismo del Señor de Tepoztlán; el de 1998 de la lucha en contra de la creación de un club
de golf en terrenos comunales; el de 2010 sobre la celebración del bicentenario de la
Independencia y el centenario de la Revolución, etc.
Aprobado el tema se procede a la elaboración del dibujo que debe desarrollarlo con
personajes y colores lo más semejante posible a los que aparecen en los códices
prehispánicos, dibujo que después se pasa en
grande para que sirva de guía a los artesanos
encargados de pegar, una a una, las semillas, tarea
de la que por muchos años ha estado a cargo del
Sr. Rafael Carrillo Campos.
Una vez que todas las semillas necesarias están
pegadas en su sitio, labor que como se dijo
requiere el trabajo de entre 250 y 300 personas
durante 5 o 6 semanas, se procede a barnizar el
portal con al menos tres capas para que soporte el
sol y la lluvia durante un año.
Comienza, entonces, la parte más pesada del trabajo, pues se supone que durante la tarde-
noche del 7 de septiembre, el portal que ha adornado la entrada al atrio de la iglesia todo un
año, debería ser desmontado y removido. En la práctica el mural es removido tres o cuatro
días antes ya que en otra forma el trabajo sería demasiado para hacerse en una noche.
Es así que, cuando temprano en la mañana del día 8 la Virgen de la Natividad es llevada en
procesión por todo el pueblo para celebrar su día, el atrio no tiene ningún portal. Mas
Detalle de un portal de semillas
73
durante el tiempo en que la Virgen es paseada por las calles, el nuevo portal es colocado en
su lugar para que la Virgen lo encuentre ahí al término de su procesión. A la entrada del
atrio la procesión se detiene un poco para que el sacerdote que la encabeza bendiga el
nuevo portal y la ceremonia se da por terminada.
En resumen el Portal de semillas, además de ser una obra de arte única en el mundo, es la
realización concreta de los anhelos de una comunidad por conservar su visión de una
particular cultura con raíces prehispánicas y coloniales, mediante el entusiasta aporte de su
trabajo y recursos económicos y aun llegando al extremo del rechazo de proyectos juzgados
contrarios a dicha cultura aunque estos pudieran mejorar el nivel de vida de los habitantes
de la región. Se puede estar o no de acuerdo con esta idealista postura, pero indudablemente
merece nuestro respeto.
P i t l d ill 1992
74
Fiesta de la flor de pericón o “día de la periconada” (Septiembre 28 de cada año)
La información sobre esta fiesta fue proporcionada por la alumna María Guadalupe Tapia
Noriega.
El pericón es una planta que crece de mayo a
noviembre en climas subtropicales y que llega a
alcanzar una altura de un metro. Sus flores son de
un amarillo intenso y crecen formando racimos de
cuatro o cinco flores sumamente olorosas, al
extremo de que los apicultores de la región en que estas plantas existen, al cosechar la miel
detectan su olor en la cera de los panales. El pericón tiene además propiedades medicinales,
su infusión es analgésica, expectorante y un excelente antidepresivo. Y, en septiembre 28,
como se hizo notar
en el encabezado,
los habitantes de
Tepoztlán celebran
el para ellos
tradicional “día de
la periconada”,
también conocido
como “día de la
elotada”
La flor del pericón
La flor del pericón
El día de la periconada en los maizales
75
El dí d l i d l i l
Temprano ese día, la familia prepara todo lo necesario para pasarlo en los sembradíos de
maíz pues ha llegado el tiempo de empezar su cosecha. Una vez terminados los
preparativos, la familia sale rumbo a los campos de cultivo deteniéndose para cortar flores
de perdigón hasta formar nutridos ramos que llevan consigo a los maizales. Esta práctica se
cree se remonta a la época prehispánica y que a la llegada de los frailes, dominicos en el
caso de Tepoztlán, estos la adoptaron dándole el significado de que la flores del pericón
servían de protección contra Satanás que ese día anda suelto, pues no será sino hasta el día
siguiente, fiesta de San Miguel, que el arcángel lo someterá nuevamente.
A la llegada al campo de labor primeramente entre todos elaboran cruces con las flores,
cruces que son colocadas en los cuatro puntos cardinales del terreno para evitar que los
fuertes vientos, normales en esa fecha, que desata Satán, perjudiquen la cosecha y también
para impedir que manos extrañas puedan robarla. A continuación se recoge leña seca para
hacer una gran fogata que, tradicionalmente, se enciende sin usar fósforos sino mediante la
frotación de madera seca, tarea que requiere conocimientos y paciencia. Una vez prendida
la hoguera se asan en ella elotes tiernos recién cortados que constituyen un excelente
manjar y que, con el alimento traído de casa, hacen una muy buena comida que
tradicionalmente se acompañaba con ponche de leche caliente, pero que ahora se hace con
todo tipo de bebidas.
Esta práctica es tan popular que en la tarde del 28 de septiembre se observa el humo que se
eleva de abundantes hogueras en los cerros y lomas que rodean Tepoztlán.
Los vecinos del barrio de San Miguel retornan con una mayor cantidad de flores, ya que
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con ellas también adornarán la entrada de la capilla de su santo patrón cuya fiesta se
celebrará el día siguiente.
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El reto al Tepozteco (7 y 8 de Septiembre de cada año).
Intencionalmente hemos dejado la descripción de esta fiesta, sin duda la más importante de
todas las de Tepoztlán, hasta el final del volumen, ya que retrata de manera excelente la
forma en que dicho pueblo no solo conserva sus tradiciones y costumbres, sino que, como
se verá, las adapta a la época actual sin que pierdan su esencia original.
Como se señala en el título, a partir de 1850 los días 7 y 8 de septiembre de cada año, se
protagoniza en Tepoztlán una representación teatral única en el mundo y que
indudablemente es una de las principales razones por las que la ciudad mereció el
calificativo de “pueblo mágico”. Esta representación es llamada Altepeilhuitl o “Fiesta del
pueblo”, pero más comúnmente Ecaliztli lhuicpan Tepoztecatl que se traduce como “Reto
al Tepozteco”, nombre con el que se conoce en prácticamente todo México, y aun
internacionalmente, y que convoca a miles de turistas para presenciarla.
El tema de esta extraordinaria representación es el recuerdo de dos importantes hechos de la
historia tepozteca mencionados con anterioridad y que se han vuelto parte de las
tradiciones de la ciudad. El primero es la conversión y el bautismo del Tepozteco, Señor del
Tepoztlán prehispánico, que tuvieron lugar la noche del 7 y la mañana del 8 de septiembre
de 1538. El segundo hecho, un año después, el reto que los Señores de las más importantes
ciudades de la región en ese entonces, Cuaunáhuac, Oaxtepec, Yautepec y Tlayacapan,
hicieron al convertido Señor de Tepoztlán con la amenaza de derrocarlo por haber destruido
el ídolo de Ometochtli y haberse convertido al cristianismo. La obra teatral narra estos dos
acontecimientos y la forma en que el acaecido el 8 de septiembre no solo frustró las bélicas
intenciones de los Señores de los pueblos vecinos, sino que logró que también se
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convirtieran – según narra la leyenda –con la ayuda y la inspiración de la Virgen de la
Natividad, ya desde entonces Patrona de la ciudad, y cuya celebración es precisamente el
día 8 de septiembre.
Es decir, esta representación, dividida en varias partes luego descritas, narra la forma en
que una gran parte del hoy estado de Morelos se convirtiera al catolicismo y se asocia a la
celebración religiosa que conmemora la Natividad de la Virgen María.
Cabe la observación que toda la representación es hecha en náhuatl con traducción
“simultánea” al español. El actor dice su parlamento en el idioma indígena y, cuando
termina de hacerlo, una persona lo traduce usando un micrófono. Esta peculiar forma de
presentación puede conducir a dos preguntas: ¿por qué no usar directamente el español?, y
¿no se rompe la fluidez de la puesta en escena? Las dos preguntas tienen una muy
razonable respuesta.
Cuando a mediados del siglo XIX (la primera representación de El reto al Tepozteco tuvo
lugar en 1850), un autor anónimo, probablemente religioso, escribió el texto, la totalidad de
la población hablaba el náhuatl, por lo que era natural hacerlo en ese idioma. Aun cuando el
conocimiento de esa lengua ha disminuido, inicialmente fue con mucha lentitud, todavía en
1930 el 96% de los pobladores la hablaba. Pero posteriormente la disminución fue radical,
al extremo que según el censo Inegi de 2010, de los 41,629 habitantes del municipio de
Tepoztlán, únicamente 2,230 (5.4%) aún conocían el idioma. Si se quería seguir empleando
el texto original, la traducción era indispensable para que los espectadores entendieran la
obra. Pero Tepoztlán se esfuerza en conservar sus tradiciones ancestrales, por lo que se
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decidió seguir utilizando el texto original en náhuatl añadiendo algún tipo de traducción
que permitiera su comprensión a los espectadores actuales.
Surge, entonces, la segunda pregunta: ¿esa práctica no rompe la fluidez de la
representación? La respuesta es negativa por la siguiente razón: la obra se asemeja más a un
ballet que a una representación de teatro. En una obra de teatro todos los personajes hacen
uso de la palabra, dialogan entre sí casi sin interrupción; mientras que en El Reto al
Tepozteco únicamente los principales personajes tienen papeles hablados que consisten en
parlamentos relativamente extensos que no tienen una respuesta inmediata, sino que son
seguidos por danzas diversas durante las cuales se escucha la traducción de lo dicho en el
discurso y la obra no pierde fluidez alguna.
Veamos, por ejemplo, la forma en que se representa la llegada del Señor de Cuaunáhuac y
de los demás Señores a la presencia del Tepoztécatl:
Primeramente digamos que el escenario donde se representa este episodio, que da el
nombre a todas las partes del festejo, a las 7 de la noche del día 8, es la Plaza Cívica de la
ciudad, donde en el costado oriente se coloca una pirámide de madera de unos cuatro
metros de altura adornada con motivos prehispánicos; en los demás costados se arman
tribunas para los espectadores. Cuando arriba el Señor de Cuaunáhuac, el Tepoztécatl ya ha
subido a la pirámide, precedido por danzas de sus doncellas, y se encuentra en su parte
superior rodeado de toda su corte. Es entonces que, al son de chirimías y tambores, entra a
la plaza el Señor de Cuaunáhuac acompañado por un vasallo que porta el estandarte de su
ciudad y de unos quince o veinte guerreros con escudos y armados con lanzas y mazas.
Todos ellos danzando y simulando un asalto a la pirámide. Finaliza la danza cuando el
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cacique sube a la mitad de la pirámide, no por las escaleras sino dando un salto. Desde ahí
grita al Tepoztécatl su parlamento en náhuatl. Cuando termina su discurso, sin esperar
respuesta baja de la pirámide y, junto con sus acompañantes, sale de la plaza danzando con
gestos amenazadores dirigidos hacia el Señor de Tepoztlán. Su retirada dura unos dos
minutos, durante los cuales se escucha la traducción de su exaltado parlamento:
“El Señor de Cuernavaca ha dicho: ‘Oh, Tepoztécatl, habitante entre altas montañas … te
busca ansioso el Señor de Cuernavaca, siendo mi ira contra ti. ¿Cómo no te atemoriza mi
presencia, mis duras palabras, mi poderío, al escuchar mi voz? ¿En dónde has dejado a
nuestros adorados dioses? Te has entregado a otra religión extranjera, lejana; has obrado
muy mal; has pecado infinitamente. Ahora, decidido, he venido para convertirte en tierra y
polvo con mi dura macana. ¡Te lo juro por mi corazón guerrero!’”.
Cuando deja de escucharse la traducción, los acompañantes del Señor de Cuernavaca
apenas están terminando de salir de la plaza. Entonces, por otro ángulo de ella, irrumpe el
Señor de alguno de los otros pueblos con su estandarte y sus guerreros y, plantándose frente
a Tepoztécatl, grita un parlamento muy parecido al discurso del de Cuernavaca, y la
representación continúa con la aparición de los otros dos señores con representaciones
similares.
Después de escuchar las quejas y las amenazas de los cuatro Señores, el Tepoztécatl los
convoca junto con sus guerreros frente a sí y los arenga para que se conviertan al
cristianismo, cosa que logra. La representación concluye con los cinco Señores en lo alto de
la pirámide donde el Tepoztécatl se dirige a todos con las siguientes palabras: “Les ruego
que de hoy en adelante no nos estorbemos y perdonemos las tiranías y ofensas cometidas en
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este reto y así termine, de una vez por todas, este mal. En torno a la Virgen María y a su
amparo por esta unidad, bailemos al son del teponaztli, la chirimía, el tambor y las
sonajas”. Comienzan a sonar rítmicamente dichos instrumentos y “El reto al Tepozteco”
termina entre animadas danzas de los principales personajes que portan vistosos tocados de
plumas, capas pintadas o bordadas de colores encendidos y hacen sonar los cascabeles que
traen en brazos y piernas.
En resumen: una puesta en escena extraordinaria, con más de cien actores, excelentes
decorados y colorido vestuario de todos los participantes, en la que el espectador observa
danzas prehispánicas y escucha música de chirimías y teponaxtle que, en conjunto, forman
un espectáculo extremadamente interesante que nadie debía perderse.
Apartándonos un poco del tema del Reto al Tepozteco, aunque ligado a él en cierta forma,
tal vez sea conveniente decir algunas palabras sobre los instrumentos musicales usados en
la representación.
Comenzáremos con la chirimía, que es un instrumento de viento hecho de madera, parecido
al clarinete, de unos 70 cm. de largo con nueve o diez agujeros y boquilla de caña.
Contrariamente a la creencia popular, no es un instrumento prehispánico sino una imitación
de la flauta española que aparece en la Nueva España a mediados del siglo XVI; es decir,
20 o 30 años después de la llegada de los españoles.
En contraste el teponaxtle (del náhuatl teponaztli), es un instrumento de percusión que fue
usado por los antiguos mexicanos en sus ceremonias y guerras. Originalmente estaba hecho
del tronco cilíndrico del árbol llamado precisamente teponaztli, ahuecado y labrado
primorosamente, en el que se dejaban dos lengüetas que, al ser golpeadas por dos palillos
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(baquetas de tambor), producen dos notas graves
desiguales. En la actualidad se fabrican principalmente
con la madera de un árbol llamado “zopilote” de
familia de la caoba, porque la madera del teponaztli es
hoy bastante escaza. En Tepoztlán existe la creencia
que ellos poseen el teponaxtle original que, según
vimos anteriormente, el primer Tepoztécatl, el hijo del
dios del viento, robó a los habitantes de Cuaunáhuac y
que luego entregó al mayordomo del barrio de la
Santísima, que desde entonces lo guarda celosamente en
un lugar secreto del que solo lo saca precisamente para los festejos del Reto del Tepozteco.
Volviendo al festejo del Reto, como se dijo, este comienza el día 7 de septiembre con las
siguientes principales ceremonias:
12:00 Hrs. El Ayuntamiento en pleno acompañado por el pueblo, sube hasta la pirámide al
son de la chirimía y del teponaxtle “original” que ese día aparece en forma misteriosa, para
hacer una ofrenda al Tepozteco que, para los lugareños, no solo es un dios o héroe
legendario, sino también una fuerza que da cohesión e identidad a los nativos de Tepoztlán.
16:00 Hrs. Callejoneada con la participación de Estudiantinas y Rondallas de Tepoztlán,
Cuernavaca y Cuautla, organizada por la Tuna Angelus de Tlaltenango.
19:00 Hrs. Velación de la indumentaria del Rey Tepozteco y de la de sus doncellas en el
pasillo del Palacio Municipal. Indumentaria que será bendecida a las 20:30 Hrs.
Velación de las indumentarias
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21:00 Hrs. Danzas prehispánicas en el atrio de la Parroquia de Nuestra Señora de la
Natividad de María.
22:00 Hrs. En la Parroquia de Nuestra Señora de la Natividad de María, Acto Mariano y
“Mañanitas” a la Virgen.
El día siguiente, 8 de septiembre, a las 5:00 Hrs. la ciudad despierta con el toque del
teponaxtle y la chirimía y, una hora después, se vuelven a cantar las “Mañanitas”
acompañadas por una salva de cohetes en el atrio de la Parroquia.
En el mismo lugar, comenzando a las 10:00 Hrs., tienen lugar danzas de Concheros
interpretadas por diversos conjuntos, hasta las 12:00 Hrs. en que se celebra una misa
solemne en honor a la Natividad de la Virgen María.
Las celebraciones, si no las necesariamente principales, sí las más vistosas tienen lugar en
esa tarde como sigue:
17:00 Hrs. Salen de la Parroquia los “Misioneros” que habrán de bautizar al Rey
Tepozteco, con rumbo al antiguo manantial de Axihtla.
17:30 Hrs. En las faldas de la montaña, junto a la Cruz del Bautisterio, es bautizado el
Tepoztécatl quien, finalizada la ceremonia del bautizo, se encamina junto con sus
doncellas y su corte a la Parroquia para dar gracias y pedir la protección de la Virgen.
19:00 Hrs. En la Plaza Cívica se lleva a cabo la representación del Reto al Tepozteco, como
se describió arriba, que termina alrededor de las 21:30 Hrs. y que, en últimas fechas, es
seguida de la coronación de la reina de las fiestas patrias de Tepoztlán. En resumen, todo el
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tradicional festejo es una celebración fuera de serie y que, además, es una manifestación del
legítimo orgullo de los lugareños por sus tradiciones y leyendas.
El bautismo del
Tepozteco
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Representación del Reto al Tepozteco en la Plaza Cívica de Tepoztlán
86
87
Conclusión
En este trabajo hemos intentado describir las leyendas y costumbres típicas de esta
interesante y atractiva región tepozteca. Decimos “típicas” ya que en Tepoztlán también se
llevan a cabo otro tipo de celebraciones, como, por ejemplo, las de las fiestas patrias y las
de Navidad y año nuevo; pero estas celebraciones, comunes en México, difieren muy poco
entre ellas y, por ello, no fueron descritas y nos concentramos en aquellas que solo tienen
lugar en la tierra tepozteca.
Cabe la aclaración de que en Tepoztlán se celebran también unos más pequeños festejos.
Nos referimos a las fiestas anuales que tienen lugar en cada uno de los ocho barrios en que
se divide la ciudad que posiblemente merecieran algún tipo de reseña. Sin embargo, por
ocurrir estas fiestas en únicamente un barrio, involucran tan solo a un relativamente menor
número de lugareños (además de ser todas ellas muy parecidas), por lo que juzgamos que
una descripción de ellas se apartaría del tema principal de este trabajo.
No obstante quisiéramos mencionar tres de las fiestas anuales que, en nuestra opinión,
destacan:
- Fiesta del barrio de Los Reyes, que se lleva a cabo la noche del 5 de enero de todos
los años y que se inicia con la llegada de los “pastores” provenientes de otros
barrios para, el día siguiente, participar en la celebración de la fiesta de los Santos
Reyes Magos.
- Fiesta del barrio de San Sebastian, que tiene lugar el 20 de enero de cada año, con la
particularidad que al día siguiente se lleva a cabo “El brinco de los Tiznados”, que
se inicia en el barrio y recorre las calles del poblado hasta terminar en la Plaza
Cívica.
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- Fiesta del barrio de San Pedro, el día 29 de junio, que se caracteriza por el
tradicional baile llamado “Dancitas de San Pedro” ejecutado por niños y niñas del
0barrio.
Para finalizar expresamos nuestro deseo de que este trabajo contribuya en algo para que
esta extraordinaria región de nuestra patria, que bien merece el calificativo de “mágica”,
sea mejor conocida y apreciada, no solo en México, sino también en el extranjero.
Culminación del Reto al Tepozteco y de este libro
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http://www.municipiodetepoztlan.com/index.php/galerias
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INDICE
Prefacio Pág. 2
TEPOZTLÁN: Pueblo Mágico 4
Breve historia de la región:
1- Prehispánica 10
2- Colonial 16
3- Independiente 27
Principales edificios coloniales:
El convento 28
Museo de arte prehispánico Carlos Pellicer 35
Costumbres típicas de Tepoztlán;
Cómo se celebraba el día anterior a una boda a principios del siglo XX 39
El día de la boda 41
La antigua y tradicional celebración del Día de Muertos 42
El Carnaval en Tepoztlán 45
Semana Santa 49
Tradiciones de Tepoztlán
Leyenda del Tepozteco y de los “Corredores de Aire” 52
92
La creación de una futura leyenda: Escuela Preparatoria por Cooperación
Quetzalcóatl 60
El Portal de Semillas y El reto al Tepozteco 68
El Portal de Semillas 69
Fiesta de la flor de pericón o “día de la periconada” 73
El Reto al Tepozteco 76
Conclusión 86
Bibliografía 90