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Por Em mal1l1el CARBALLO LIBROS 25 en este sentido, a las conversa- ciones sobre el tiempo: son una manera de salir del paso". Los políticos, a su vez, hablan de éste. "Es deci r: de nada"'- burlando así a los que creen que conversan con sus amigos ele los "secretos públicos". AqltÍ Reyes se burla de los fi- lósofos: el domingo vl'intitrés de enero de mil novecientos trece -fecha en que escrihe esta divagación- "el día ama- neció despeinado y ojeroso". Otro domingo, Domillgo S'ie- te de diciembre del mismo año, le sirve de pretexto para ha- blar de la verdael y sus matices de mentira. A veces, la verdad resulta inoportuna y, lo que es mús, innecesaria -como en el cuento que relata de Juanito V las brujas-; ansiar este tipo ele- verdad "es una inercia ló- gica, tina sol idi ficación elel es- píritu, y una falta de educa- ción". A \'l'ces se prcsenta co- lno una verdad a medias: "la de los políticos, la de los mé- dicos, la de toelo el que fornm- la diagnósticos o dice la buena ventura por sociologia, quími- ca, astronomía o quiromancia; 1,: ele los augurcs de toda espe- Cie, CJue ya ('n los dichosos tiempos ele Catón soltaban la risa al encontrarse". "La ver- dad cs. en esencia. un modo ele oportunidad. Es, vista desde afuera, una adecuación. -"Y, vista por dentro, un estado ele ánimo, como la ale- gría o la pena -oigo e1ecir al otro escéptico". Claro, el Al- fonso ;Reyes de esta gación es un frívolo para los que anuncian un porvenir me- jor, para nCJuellos que están seguros ele que la mejor ele las formas de la vida es la presen- te. Los lógicos "mecanistas" le responderán, indignados, que "la verelael innecesaria es una verdad absoluta". El co- noce ele antemano la objeción, pero no le convenece: su ojo derecho se llama dogmatismo; su iZCJuierdo, escepticismo. La postura ele I{('yes en est.a divagación se asocia con b tjue sustenta en l/JI 'illth-pl'ctc de I?cllá1/. Asi como I'inre Las- serrl' usó c!t'1 autur de La vida d" Jesús "como ele un patrón para apreciar valores actuales", l\eyes usa a Lasserre para in- sillua l' la convenicncia de "apreci:lr -simultáneamcnte - el mUlldo clos opuestas perspectivas". ]lustra· el co- ¡r;clltario COIl ulla fábula: "Un hombre se propuso un día no tener ideas preconcebidas, 110 tener prejuicios; y este mis- mo día percliú la vista. .'\1 si- guiente se colgó de una sola idea, como ckses¡wrado. y fUIl- de') ell ella tocio un sistema del mundo: y siguió a ciegas. Al tercer dia meelitó ('n sus dos experiencias. Y como al hacer- lo tuviera CJue confrontar lq REYE S DE AGUII,A cromca túnica griega. Ambos tienen "que soportar cOl-tesa- nias de monumento público". Goethe ahuyentaba a los ino- portunos' "turistas e1el intelec- to", "mostrándoles sus colec- ciones osteológicas": Reves, dándoles lecciones de cocina, hablándoles de su actual dieta, ambos, en primer término, per- maneciendo con la "máscara oficial" o Goethe, en detrimen- to de la esposa de Eckermanil. atrapó a éste entre sus garras, conversó en ycz de escribir li- bros de notas. Reyes, cortés "como indio mexicano", respe- ta la tranquilidad de las muje- res: escribe libros de notas, ca- rece de secretario. Goethe es, por extensión, una águila bicé- fala; l"\eyes, una solitaria águi- la azteca. El mejor elogio que ele am- bos podemos hacer -los p:l11e- gíricos suelen ser contraprodu- centes- consiste en signo irrefutable de la actuali- dada de un escritor. La segunda edición de El cazador ele Alfonso l{eyes con- vida más a una descripción de sus excelencias, a hac=r un:\ breve antología de sus ex- presiones afortunadas, ele sus ideas más jugosas, que a inten- tar una obvia valoración que, al declarar en tono ecuánime: "éste es uno de los libros más bellos y sugerentes que se han escrito en México durante nuestro siglo", no arrojaría más luz sobre El libro se abre con una "di- vagación" sobre el tiempo: "hablar del tiempo es habb ¡- de las grullas", del hombre: "¿ Qué es e] hombre? El hom- bre es un ser que habla del tiempo con sus semejantes", que habla de las grullas cuan- do es agricultor en la vida ° en la liter;'.tura, asociándo!:ls con la época propicia para arar; cuando l'S U!l aburrido ciudadano, el i(1L-ntifi- ca el tiempo con la política: ¡'Las conversaciones del tran- da sobre la política se parecen, ALFONSO NA '1' UR Al, EZA * A LF ° N soR EYE s, El ca- ::ador. L:.nsayos y divagaciones (1910-1921). Segunda edición. Te- zontle. México, 1954. 216 pp. ,'Y de aguda, aves de presa del espíri- tu, poetas de ale- gria supel-ior para quienes la felicidad es la belleza". Alfon- so Reyes pertenece a este tipo de naturalezas. Al ponernos en contacto con su obra perdemos tierra; ya en las alturas, el cau- tiverio resulta, paradój icamen- te, beneficioso, nutricio. Pero toda lectl1l'a tiene final. La caí- da siempre que se trate de su obra será dolorosa: nuestra re- lación con él es indirecta, de kctores. (Y un lector siemJ?re es una espera, una cosa pasIVa condicionada en su existir a la aparición de un nuevo libro). Una solución ficticia para pro- longar nuestra estancia en esa constelación de la Vía Láctea -El Aguila- consiste en to- mar la parte por el todo, una obra -en este caso El caza·- la vida, entablar conversación con ella: apócri- fos Ec1cennanns con un Goe- the ausente. Toda comparación es arbi- traria; entre nosotros, funesta. Ei pródigo siglo XIX mexicano sobreestructuró a sus escrito- res: Píndaros, Virgilios, Mar- ciales ... Pero hablar, asocián- dolos, de dos escritores de la misma familia -naturaleza-, es menos peligroso. Reyes co- mo Goethe tiene tantas caras como géneros existen en litera- tura. Como el germano es un pedagogo, sin pedantería, por- que nunca se 10 propuso como meta; un alacrán hembra, en- trañable alimento; el pastor -en lenguaje homérico- de la literatura de su país. A am- bos se les acusa de un mismo vicio: el de perfección en la obra, el del excesivo aprendi- zaje, nunca colmado, en la vi- da. A Goethe nos 10 presentan con una "vieja peluca" de cor- tesano; a Reyes, con una ana- Ver de nuevo Jil acorazado Potelllkin o Un f¡e}'ro aJldduz (',; \"ol\'er .... 1 tiempo de las pro- mesas. No se les más rango que ése. Aquí cstán las prue- bas. l\1ueran bs prom·::'sas. "Celuloide eres, y en celu- loide te convertirás". UNIVERSIDAD DE MEXICO o y el parto de las cámaras "ólo dió a luz un bombín y un par de zapatos viejos y gran- ·des. La idea de los Estados Unidos como lo inocente, lo puro, lo no-cont,uninado, cs una de las norte:ulll'ricanas centrales. Gran' parte de su literatura podría resumirse en este sentimiento; el mismo Hcnry Jamcs, ¿ no cstá en- fren6nclo b inocencia -"\'lli- gar" pero sana- de sus turis- las noxteamericanos, al refina- miento enfermizo aristocrú- tico, incomprensible a la es- pontaneidad, del europeo? "God's Country" es un dato de conCiencia inmediato, y con- duce a la justificación, a ia épica, al optimismo. La j u:.;- tificación requiere "villanos" que la sometan a prueba (El Gran F'fe Pies Morados, Pan- cho Villa, Kaiser, Gestapo, NKVD). La épica, da todas las' soluciones de antemana (recompensas, castigos, las tropas de la Unión salvan las situaciones con cronóme- tro; todo criminal está senta- do, ya, sobre la silla eléctrica). El optimismo vislumbra la per- feccióli absoluta del mej 01', de los mundos. Gregory Peck derrota, single-handed, a las fuerzas villanas, extranjeras, mal vestidas, anti-higiénicas. El que la hace, la paga. Happy Ending. tos. No deja márgenes de con- ciencia al espectador porque ésté -hombre o comunidad- no le interesa: el cine es para el público. El cine, dirigido al público, busca expresarse en sentido univoco, sin posibles dudas o interpretaciones acerca de lo que quiere decir: este es el bueno y este es· el malo; este pequeño montaje indica que nuestro héro::' ha la razón: este movimiento de cámara significa que tú, cre- tino de la fila H, prever un asesinato; esk "c1ose-up" ( <le una flor subraya la melancolía de nuestra heroína. Su filosofía es la de pan, pan, vino, vino. Y todo <u-k -la poesía, en primer término- vive de la significación múl- tiple, de llamar al pan guada- ña, risa, piedra, de explotar continuamente en la sangre de la participación. De ser, un po- co, riesgo, y también, respon- sabilidad: lo quc nunca ha si- do el cinc.

LIBROS - revistadelauniversidad.unam.mx · trece -fecha en que escrihe ... blar de la verdael y sus matices de mentira. A veces, la verdad ... o y el parto de las cámaras

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Por Em mal1l1el CARBALLO

LIBROS25

en este sentido, a las conversa­ciones sobre el tiempo: sonuna manera de salir del paso".Los políticos, a su vez, hablande éste. "Es deci r: de nada"'­burlando así a los que creenque conversan con sus amigosele los "secretos públicos".AqltÍ Reyes se burla de los fi­lósofos: el domingo vl'intitrésde enero de mil novecientostrece -fecha en que escriheesta divagación- "el día ama­neció despeinado y ojeroso".

Otro domingo, Domillgo S'ie­te de diciembre del mismo año,le sirve de pretexto para ha­blar de la verdael y sus maticesde mentira. A veces, la verdadresulta inoportuna y, lo que esmús, innecesaria -como en elcuento que relata de Juanito Vlas brujas-; ansiar este tipoele- verdad "es una inercia ló­gica, tina sol idi ficación elel es­píritu, y una falta de educa­ción". A \'l'ces se prcsenta co­lno una verdad a medias: "lade los políticos, la de los mé­dicos, la de toelo el que fornm­la diagnósticos o dice la buenaventura por sociologia, quími­ca, astronomía o quiromancia;1,: ele los augurcs de toda espe­Cie, CJue ya ('n los dichosostiempos ele Catón soltaban larisa al encontrarse". "La ver­dad cs. en esencia. un modo eleoportunidad. Es, vista desdea fuera, una adecuación.

-"Y, vista por dentro, unestado ele ánimo, como la ale­gría o la pena -oigo e1ecir alotro escéptico". Claro, el Al­fonso ;Reyes de esta d~va­

gación es un frívolo para losque anuncian un porvenir me­jor, para nCJuellos que estánseguros ele que la mejor ele lasformas de la vida es la presen­te. Los lógicos "mecanistas"le responderán, indignados,que "la verelael innecesaria esuna verdad absoluta". El co­noce ele antemano la objeción,pero no le convenece: su ojoderecho se llama dogmatismo;su iZCJuierdo, escepticismo.

La postura ele I{('yes en est.adivagación se asocia con b tjuesustenta en l/JI 'illth-pl'ctc deI?cllá1/. Asi como I'inre Las­serrl' usó c!t'1 autur de La vidad" Jesús "como ele un patrónpara apreciar valores actuales",l\eyes usa a Lasserre para in­sillua l' la convenicncia de"apreci:lr -simultáneamcnte- el mUlldo descl~ clos opuestasperspectivas". ] lustra· el co­¡r;clltario COIl ulla fábula: "Unhombre se propuso un día notener ideas preconcebidas,110 tener prejuicios; y este mis­mo día percliú la vista . .'\1 si­guiente se colgó de una solaidea, como ckses¡wrado. y fUIl­de') ell ella tocio un sistema delmundo: y siguió a ciegas. Altercer dia meelitó ('n sus dosexperiencias. Y como al hacer­lo tuviera CJue confrontar lq

R E Y E SDE AGUII,A

cromca túnica griega. Ambostienen "que soportar cOl-tesa­nias de monumento público".Goethe ahuyentaba a los ino­portunos' "turistas e1el intelec­to", "mostrándoles sus colec­ciones osteológicas": Reves,dándoles lecciones de cocina,hablándoles de su actual dieta,ambos, en primer término, per­maneciendo con la "máscaraoficial" o Goethe, en detrimen­to de la esposa de Eckermanil.atrapó a éste entre sus garras,conversó en ycz de escribir li­bros de notas. Reyes, cortés"como indio mexicano", respe­ta la tranquilidad de las muje­res: escribe libros de notas, ca­rece de secretario. Goethe es,por extensión, una águila bicé­fala; l"\eyes, una solitaria águi­la azteca.

El mejor elogio que ele am­bos podemos hacer -los p:l11e­gíricos suelen ser contraprodu­centes- consiste en I~erlos,

signo irrefutable de la actuali­dada de un escritor.

La segunda edición de Elcazador ele Alfonso l{eyes con­vida más a una descripción desus excelencias, a hac=r un:\breve antología de sus ex­presiones afortunadas, ele susideas más jugosas, que a inten­tar una obvia valoración que, aldeclarar en tono ecuánime:"éste es uno de los libros másbellos y sugerentes que se hanescrito en México durantenuestro siglo", no arrojaríamás luz sobre ~us mérito~.

El libro se abre con una "di­vagación" sobre el tiempo:"hablar del tiempo es habb ¡­

de las grullas", del hombre:"¿ Qué es e] hombre? El hom­bre es un ser que habla deltiempo con sus semejantes",que habla de las grullas cuan­do es agricultor en la vida °en la liter;'.tura, asociándo!:lscon la época propicia paraarar; cuando l'S U!l aburridociudadano, el hombr~ i(1L-ntifi­ca el tiempo con la política:¡'Las conversaciones del tran­da sobre la política se parecen,

ALFONSON A '1' U R Al, E Z A

* A L F °N soR E Y E s, El ca­::ador. L:.nsayos y divagaciones(1910-1921). Segunda edición. Te­zontle. México, 1954. 216 pp.

,'Y h;~y l~atl1l'alezas deaguda, aves depresa del espíri­tu, poetas de ale-

gria supel-ior para quienes lafelicidad es la belleza". Alfon­so Reyes pertenece a este tipode naturalezas. Al ponernos encontacto con su obra perdemostierra; ya en las alturas, el cau­tiverio resulta, paradój icamen­te, beneficioso, nutricio. Perotoda lectl1l'a tiene final. La caí­da siempre que se trate de suobra será dolorosa: nuestra re­lación con él es indirecta, dekctores. (Y un lector siemJ?rees una espera, una cosa pasIVacondicionada en su existir a laaparición de un nuevo libro).Una solución ficticia para pro­longar nuestra estancia en esaconstelación de la Vía Láctea-El Aguila- consiste en to­mar la parte por el todo, unaobra -en este caso El caza·­dor~'-por la vida, entablarconversación con ella: apócri­fos Ec1cennanns con un Goe­the ausente.

Toda comparación es arbi­traria; entre nosotros, funesta.Ei pródigo siglo XIX mexicanosobreestructuró a sus escrito­res: Píndaros, Virgilios, Mar­ciales ... Pero hablar, asocián­dolos, de dos escritores de lamisma familia -naturaleza-,es menos peligroso. Reyes co­mo Goethe tiene tantas carascomo géneros existen en litera­tura. Como el germano es unpedagogo, sin pedantería, por­que nunca se 10 propuso comometa; un alacrán hembra, en­trañable alimento; el pastor-en lenguaje homérico- dela literatura de su país. A am­bos se les acusa de un mismovicio: el de perfección en laobra, el del excesivo aprendi­zaje, nunca colmado, en la vi­da. A Goethe nos 10 presentancon una "vieja peluca" de cor­tesano; a Reyes, con una ana-

• Ver de nuevo Jil acorazadoPotelllkin o Un f¡e}'ro aJldduz(',; \"ol\'er ....1 tiempo de las pro­mesas. N o se les dé más rangoque ése. Aquí cstán las prue­bas. l\1ueran bs prom·::'sas.

• "Celuloide eres, y en celu­loide te convertirás".

UNIVERSIDAD DE MEXICO

o y el parto de las cámaras"ólo dió a luz un bombín y unpar de zapatos viejos y gran­·des.

• La idea de los EstadosUnidos como lo inocente, lopuro, lo no-cont,uninado, csuna de las norte:ulll'ricanascentrales. Gran' parte de suliteratura podría resumirse eneste sentimiento; el mismoHcnry Jamcs, ¿ no cstá en­fren6nclo b inocencia -"\'lli­gar" pero sana- de sus turis­las noxteamericanos, al refina­miento enfermizo aristocrú­tico, incomprensible a la es­pontaneidad, del europeo?"God's Country" es un datode conCiencia inmediato, y con­duce a la justificación, a iaépica, al optimismo. La j u:.;­tificación requiere "villanos"que la sometan a prueba (ElGran F'fe Pies Morados, Pan­cho Villa, Kaiser, Gestapo,NKVD). La épica, da todaslas' soluciones de antemana(recompensas, castigos, lastropas de la Unión salvanlas situaciones con cronóme­tro; todo criminal está senta­do, ya, sobre la silla eléctrica).El optimismo vislumbra la per­feccióli absoluta del mej 01', delos mundos. Gregory Peckderrota, single-handed, a lasfuerzas villanas, extranjeras,mal vestidas, anti-higiénicas.El que la hace, la paga. HappyEnding.

tos. No deja márgenes de con­ciencia al espectador porqueésté -hombre o comunidad­no le interesa: el cine es parael público. El cine, dirigido alpúblico, busca expresarse ensentido univoco, sin posiblesdudas o interpretaciones acercade lo que quiere decir: estees el bueno y este es· el malo;este pequeño montaje indicaque nuestro héro::' ha perdido~

la razón: este movimiento decámara significa que tú, cre­tino de la fila H, deb~s preverun asesinato; esk "c1ose-up" (<le una flor subraya la intens~

melancolía de nuestra heroína.Su filosofía es la de pan, pan,vino, vino. Y todo <u-k -lapoesía, en primer término­vive de la significación múl­tiple, de llamar al pan guada­ña, risa, piedra, de explotarcontinuamente en la sangre dela participación. De ser, un po­co, riesgo, y también, respon­sabilidad: lo quc nunca ha si­do el cinc.

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desconfianza en todas las ideas-de.la antevíspera- con la feen una sola idea -de la víspe­ra- recobró súbitamente lavista. '"

_"¡ Eureka! -salió gritan­do a la calle-. Y de hoy másmi ojo derecho se llamará dog­matismo. y mi izquierdo es¡;ep­ticismo". Moraleja: "Vete alas antípodas, hijo mío".

En Madame CaiUnux 'V laficción finalista, J(ey~s' rei­vindica el l11isterió, recuerdala sola yerdad absoluta sobrela que se funda 1:1 naturalez:lhl'll1ana: "rl hombre es inex­plicable", incongruente; sepa­rn las pepitas de' oro de losminutos lúcidos" de las incon­tables arenas de los "minutosciegos". La mayor parte de losactos del hombre no están re­aidos por la finalidad: "Nih d'premeditación, ni no preme 1-tación, ni ambas cosas a la vez,ni ninguna de ellas. Sino otracosa. i La eterna otra cosa (ohhijos del azar y del misterio)que no nos es dable definir!"'.Descon fiemos, pues.: el mun­do y nuestra conducta son in­congruentes". La razón está departe de los coros de Eurípides,no de la lógica finahsta ..

Sir J:'dward Gray y la tra­gedia del síJnbolo le sirve paracontraponer el acto social conel acto revolucionario. El hom­bre en compañía de hombres esuna avispa sin aguijón. Lo quedice -no importa, es más, im­porta que no diga nada. Elhombre del centro, cuyo papelconsiste únicamente en ser sím­bolo, en encarnar a su gruposocial, habla con un aire de"inmovilidad trágica": "el va­lor de sus palabras está en sersuyas, está en el poder sobre­humano del centro; que no pre­suma, pues, de sutil, de fantás­tico o de innovador. Merezca,en silencio, el honor de encar­nar el centro; respete la invi­sible fuerza geométrica confia­da a sus manos; domínese, cas­tíguese, mátese". Lo que dicees "como el aire, invisible depuro ambiente. Cada una desus palabras es neutra, y hastala sintaxis que las liga estátoda predeterminada. El oídose desliza, oyéndolo, sin tropie­zos ni sobresaltos. Asegu10que hablaría con tono monó­tono y sin mover las manos:los ojos, cargados de vida, re­velarían -a pesar de la sereni­dad de la boca- toda la trage­dia de ser símbolo ; de no podertronar y estallar, de ser encar­nación de lo fijo; de no podercrear ni matar, de ser la encar­nación de lo eterno". Si elhombrr del centro debe pa­recerse a los de! círculo, éstosdeben identificarse entre sí:"Ya no importa lo que seamos,10 que valgamos: para ser so­ciales, para conversar con los

demás, hemos de ser comoellos, parecernos a todos. Ha­cerse sentir es ser grosero.¡ Ay del que quiera hablar co­mo lo que es! Ni al más finoy depurado escritor toleraríala sociedad un modo distintode charlar. Un hombre puedeescribir, si guiere (¡ oh solita­rio milagro de escribir!), qúegasta de la aventura; pero lasFurias Sociales no le puedenconsentir que sea aventurero.Al llegar al círculo, tiene queneutralizarse, escondiendo apunto su aguijón. Si le toca elc"ntro del círculo, llorémosley:t como lloraríamos al amigoconvertido en estatua".

El grupo humano en qtie vi­ve Alfonso Heyes trata de con­vertirlo en el hombre del cen­tro, quiere que lo encarne co­mo símbolo. Pero el hombredel centro, por definición, ese! que más se parece a sus se~

mejantes, el menos personal;sus actos siguen la corriente,nada tienen de revolucionarios.Heyes no posee la facultad mi­mética, es uno -individual­en la obra y en el obrar. Jo es-como quieren los "alejandri­nos de todas las épocas" ­"un manso y aseado cordero";por el contrario, es una "her­masa bestia de la tierra: elhombre desnudo"; "represen­ta la existencia humana en sucrudo aspecto de problema, deasombro, de guerra y de sim­bolo confuso".

En el ensayo De la lenguavulgaJ', Reyes parece respondera los que lo atacarán, cuandoaparezca El deslinde, de nousar una terminología másccherente, precisa y científica:"¡ Oh, no me deis a mi taleslenguajes como el de la filo­sofía moderna, que consta demeras voces artificiales y casiidénticas en todos los idiomasdel mundo! Este esperanto dela filosofía podrá ser muy ló­gico, mas no es lenguaje". Re­yes es un hombre revoluciona­rio que lucha con el lenguaje,un poeta -en prosa y en ver­so-- que rescata las palabrasde su función de "clisés", con­virtiéndolas en vida, en bulli­ciosa sangre ele su obra. (Elhombre del centro -convieneaquí insistir en él- se expresacon cadáveres, utiliza el espe­ranto) .

"La lectura monótona -di­ce en. La lectura estética- esel ritmo neutro y adecuado pa­ra la fácil comunicación de lasideas. Los trozos recitados conénfasis salen afuera sucios conese tamo, ese flogel o pelusillade la pasión". La lectura mo­nótona se identifica con la lec­tura estética porque no tratade persuadir, de demostrar:apela a la inteligencia de loshombres, no a su pasajero en­tusiasmo. La lectura enfática

"es inmoral; busca la victoria"."Es una de las formas posi­bles del engaño". Necesita pa­ra triunfar de la persuasiónsensible o emocional de suslectores: intenta demostrar. Lalectura monótona "es la leal­tad del lector: a través de ella,parece que la obra leída re~,ue­

na por -su sola. virtud. La lec­tura- enfática pertenece aún ala era de lá onomatopeya; noasí la monótona, que es la pro­pia de la cultura. Si aquélla esasiática, ésta es ateniense". Elénfasis es patrimonio de laoratoria; la monotonía dela lectura estética.

Alfonso Reyes suele publi­car sus notas con el título deEpílogos (Ver Epílogos de1953. Revista Universidad dtM éxico, Vol. VIII, NQ 6, febre­ro de 1954). En el ensayo Loslibros de notas nos habla deotro escritor que hacía lo mis­mo: "Rémy de Gourmont so­lía publicar sus libros de notasbajo el nombre griego de Epí­logos". En este ensayo, ade­más de citar a un escritor quelo antecedió en publicar estaclase de libros, se refiere a lacausa que los origina: "Los li­bros de notas -pulso febrildel tiempo- serán la litera­tura de mañana, y ya casi sonla de hoy".

Entre las clasificaciones queusa en T em peramentos de es­critor encontramos dos, paranosotros fundamentales: Escri­tores que escriben y escritoresque no escriben. En Méxicopara adquirir la ciudadanía li­teraria, los escritores debenpertenecer a la segunda cate.­goría: constituye un acto so­cial puro. Un escritor que noescribe complace a todos losde su oficio: "En ese: la tran­quilidad de todos reposa enese". Puede -"el que niás separece a todos resulta el pri­mero"- llegar a la Academiade la Lengua. Cuando este tipode escritor quebranta los sabiospreceptos -l:l1 el ensayo Losorígenes de la guerra tlterariaen LsjJaiía se encuentra unejemplo magistral- se le apli­ca "ese delicado procedimien­to, corona de la destreza y ladiscreción, que hoy conocemoscon el nombre de la conspira­ción del silencio". El santo pa­trono de la literatura mexicanadebería ser -de ser alguno­Juan Alfonso de Baena, el delCancionero, creador de este su­til procedimiento. El ejemploque es peligroso seguir, el delpropio Alfonso Reyes, el es­critor mexicano que más escri­be, que más enemigos tiene.

De las citas es un ensayo enel que Reyes nos confiesacuándo y por qué usa las comi­llas: "De mí diré que sólosiendo indispensable las uso--las citas-, porque han co-

,UNIVERSIDAD DE MEXICO

menzado a avergonzarme: sonel signo de lo no incorporado,de lo yuxtapuesto, de lo que nosabemos; ell<is sirven admira­blemente para exhibir el cuer­po extraño incrustado en nues­tro organismo. No puedo pa­sarlas: me punzan en la ga1-­ganta como los mosquitos t'n

el vino de que se quejaba Que­vedo". Previamente, y de mo­do genérico, había afirmado:"No se debe citar para enno­blecerse con la cita, sino pdraennoblecerla" .\ Mrs. Amyot, protagonistade un Cllento de Edith Whar­ton, ha legado a la posteridadsu nombre, símbolo de lainexactitud. Poseía dos "donesfatales: una memoria genial­mente obtusa y una extraordi­naria fluidez verbal". Todo lorecordaba, pero lo recordabaa medias. "El amiotismo esnuestra ley: errar es de huma­nos". "La inexactitud no ess,iempre fruto espontáneo. So­berbia flor de invernadero, eshija del leer y del escribir, ypudiera representársela comoun hombre que hojea un librode prisa. La cultura produceprimero, y después se pudre:de aquí la inexactitud".

M ontaigne y la mujer poseeuna de las más certeras imáge­nes del autor de Los ensayos:"Visto así, en conjunto, pare­ce indudable que Montaigne es'un ejemplo más de esta espe­cie de desamor que acompañasiempre al egoísmo". Cree, re­firiéndose a Jos Ensayos, "queno hay mejor medio para ig­norar la fisonomía de un hom­bre que conocerlo por milí-metros". .

La cuarta y última parte dellibro está formada por Unosmemuscritos olvidados. Eeyesdedica estas páginas a JesúsAcevedo "que sonreía tanamablemente cuando lograbasorprender, como en una vis­lumbre, el alma confusa de susamigos". Acevedo ya nos erarostro familiar, es uno de lospersonajes, junto con Carbo­nel, de La entre'vista de El pla­no obliclto (1920). La narra­ción es autobiográfica. Aceve­do aparece en ella disfraza­do, se apellida Robledo. Esaquí, corno lo pinta la dedica­toria de El cazador, un ser"ávido de almas". Aparte decIue sus rasgos espiritualescoinciden en la ficción y en lavida, Reyes lo delata -página39- cuando lo nombra por supropio apellido: "Acevedo yale ha entendido, y corta comoun rayo'·... Líneas despuésel error se subsana: de nue\'ovuelve a ser Robledo. l:."n des­cuido momentáneo del autorofrece la pista de este curiosodato.

(1'11.1'11 11 /a pág, 32)

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ALFONSO

REYES(rolas de Ricardo Sa./.azar)

Del diario de un joven des­. conocido, 'aporta, en moldes

si¡1tétioos; profundos esbozos'de e§ta' edad:

1. "Vivo aún tan enamoradode¡ mu'n'do; que el último queme habla tiene razón.'

2. "No me pidáis constancia,amigos: tengo que seguir a to­dos los pájaros del aire.

3. "Ya, ya veréis a lo quesabe salir de promesa y pararen ·fracaso definitivo.

4. "Los jóvenes son siemprealgo fatuos, y sentencian des­de arriba." ..

Alfonso Rey€s es el cazadorperfecto: no hay en este librotma· sola detonación que no al­:cancé. el objeto que se propo­níá. La lección que en él ofre­~ e es perfecta: además de lapreceptiva y la retórica, el es­'~ritor debe estar familiarizado-l-0:1 la ca7a. debe nracticarlacomo )m p'rofesionai.