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M / s e e /,a n e a
..
tante : pasar de la lectura del libro-escritura a
la del libro-objeto, leer también los volúme
nes en sus anaqueles en tantos objetos , y
de ellos pasar a los propios anaqueles, pa
redes, ventanas, sillas y mesas en tanto sig
nos susceptibles de lectura-escritura (¿cuál
es la diferencia de fondo entre unas y otras
convenciones?). Se trata del Libro de que
habla Carlyle: " En 1833" , señala Jorge Luis
Borges, " Carlyle observó que la historia uni
versal es un infinito libro sagrado que todos
los hombres escriben y leen y tratan de en
tender, y en el que también los escriben".
111. Alteraciones
Cervantes atribuye su conocimiento de la
historia de Quijano a un manuscrito árabe
cuyo autor es "C ide Harnete Benengeli" y
que llegara azarosamente al encuentro del
primero . Sin embargo, de ser verídica tal
versión, este manuscrito por fuerza tendría
que ser si no el propio Libro que prefigura
Carlyle, sí una copia muy aproximada: ¿no
debería incluir, ya en el momento en que
llega a Cervantes por vez primera, la men
ción de la Galatea en uno de los capítulosiniciales?
El manuscrito de Hamete no está incom
pleto : en el capítulo IX de la primera par
te, Cervantes narra cómo contrató a un
mor isco para que le " volviera aquellos car
tapac ios, todos los que trataban de don
Quijote, en lengua castellana, sin quitarles niañadirles nada" . El contratado promete " de
traducirlos bien y fielmente"; para acelerar
este proceso y con clara y comprensible
impaciencia, Cervantes lo hospeda en su
casa, " donde en poco más de mes y medio
la tradujo toda, del mesmo modo que aquí
se ref iere " . (Subrayados nuestros.) Si el
misterioso texto relata la totalidad de la his
toria del Quijote, ¿no por necesidad incluiría
al " Quijote" apócrifo que en el futuro iba a
escribir Avellaneda y que sería el percutor,
la indirecta causa de que Cervantes escri
biera la segunda parte?
Mapa del mapa, además de contener a
los personajes-lectores de la obra, esos car
tapacios ¿no implicarían de la misma ma
nera todas las lecturas posibles, en todas
las épocas, en todos los niveles, incluida la
nuestra?
Es menos verosímil que Cervantes entrara
en posesión del Libro de Libros; que en él
haya leído la trama del mundo y cada una de
las minucias del pasado, presente y futuro ;
que haya elegido escribir (traducir y copiar al
pie de la letra sagrada) sólo una parte de
ese magno Texto (es decir, el minúsculo
fragmento correspondiente a la historia de
Quijano) reservándose en el mayor secreto
-¿con avaricia, con espanto, con fervor?- el
resto impensable (encarga al morisco tradu
cir, de aquellos cartapacios, "todos los que
trataban de don Quijote" , indicando la exis
tencia de otros cartapacios y cargando a és
tos de sentido); todo ello es menos verosí
mil que la ot ra sospecha, menos ardua, más
sensata y ajustada : Cervantes tuvo con
tacto físico con el inmortal Quijote, viajero
del t iempo, y de sus labios escuchó su
propia historia . O mejor : la sola presencia
de Quijano, su transparente mirada, fue el
signo que repercutió en los ojos del escri
tor, llevándolo a una odisea de rabiosa lec
tura de las convenciones y posterior re
lectura de las mismas.
La humildad del autor del Quijote prefirió
que antes se le viera como poseedor de los
ocultos tejidos del t iempo y del espacio,
que confesar la verdad y así delatar la pre
sencia de su amigo, necesitado del anoni
mato en su gesta int emporal. Cervantes
supo cómo heredar el silencio activo sin ca
llar su enfrentamiento con Alonso Quijano,
con ese hondo test imonio : sabiamente, el
escritor determinó desviar la atención hacia
un " manuscrito árabe" para no transgredir
la intimidad de su arquetípico interlocutor.
Ambos hombres compartieron la más
plena corporalidad y quisieron transformar
sus respectivas " ficciones" en una gesta de
lectura andante, alteradora, ávida y heredita
ria. Por ello también comparten el sagrado
carácter de precursores, dentro del libro,
fuera del libro: en el Libro. O
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Del páramode huizaches al bosquede pinosRicardo Pérez Montfort
El panorama bibliográfico que los meló
manos nacionales se han visto obliga
dos a enfrentar en por lo menos los diez úl
timos años, es más semejante a un páramo
reseco con unos cuantos huizaches que a
un refrescante bosque de frondosos pinos .
Llama la atención que en un país con unaculturamusical tan vasta y tan múltiple pocos
se ocupen de su estudio sistemático y
concienzudo. Cierto es que unas cuantas
insti tuciones, entre las que destacan el
CENIDIM, eIINAH , el Museo de Culturas Po
pularesy el Instituto de Investigaciones Esté
t icas de la UNAM, se han preocupado por la
historia y los quehaceresde la música mexi
cana, tanto la popular como la "acadé
mica" . Pero también es cierto que los estu
dios realizados bajo su amparo reflejan sólo
una mínima parte de ese gigantesco rumbo
de la cultura nacional que es la música, y
que prácticamente no necesita pretexto
para mostrar sus presencias y posibilidades
-y por lo mismo su importancia- tanto en el
pasado como en el presente cultural de
nuestro país.
Es un lugar común asentar que la música
acompaña prácticamente todas las activida
des del mexicano. Si esto es así, habríaque
preguntarse qué sucede con los estudios
sobre nuestra música. En comparación con
el inmenso panorama bibl iográfico, por
cierto en constante renovación, que mues
tran otras áreas de la cultura nacional como
la pintura, las artesanías, o la literatura, la
música muy ocasionalmente presenta nue
vos textos, y lamentablemente, cuando lo
hace, no parecen demasiado originales. Por
lo general se trata de trabajos muy especí
ficos y con un alcance de poco vuelo, tan
to en términos de difusión como de profun
didad.Aquel que se acerque a la histor ia de la
música mexicana se encontrará con las clá
sicas obras de Gabriel Saldívar, Vicente T .
Mendoza, Pablo Castellanos, Otto Mayer
Serra, Guillermo Orta Velázquez y unas
cuantas más pertenecientes a una genera
ción que publicó sus últimos trabajos hace
por lo menos veinte años. Ese mismo lector
tal vez dé con textos un poco más recientes
como los que editara Julio Estrada o los que
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IHi!·TYYYY.YYY YY~, 1'1 liliI
José Luis Martines~
HERNANCORTÉS
Loe bergantines. Cddiu FlormtinD.Ubro XII.
Un honesto afán de conocimiento es la normaprincipal que guía la presente obra. Como paralograrlo sólo tenemos lostestimonios del pasado,lo que unos y otros con- ~
taron y observaron, seevita todo vuelo imaginativo de modo quecada hecho recogidotenga una base documental. Y cada vez quese llega a episodios controvertidos, se recogentodas las versiones conocidas --españolas, indiaso mestizas- para quefrente a las divergenciassea el lector el que juzgue y el que recoja la perplejidad.
.
publicaran Tomás Stanford, Jas Reuter oJuanito S. Garrido. Al repasar otras obrasse quedaría con cierto sabor de platillo conocido, o para decirlo llanamente, tal pareceria que pocas novedades ofreció la obligada revisión que de la historia musicalmexicana hicieron las generaciones quecontinuaron con la laborde los clásicos.
Las publicaciones periódicas especializadas, esto es, aquellas que tienen comoprincipal interés el estudio sistemático y seriode nuestro acontecer musical, son muy pocas si se tiene enmente la gran riqueza conlaque Euterpe agració a México. Sucirculación es muylimitada y tal parece quesu lectura y discusión lo son aún más.
Pero en todo esto, comoen lamayoría delas cosas, hay honrosas excepciones quehacen necesarias algunas consideracionesuntanto más optimistas. El librode YolandaMoreno Rivas que hoy nos ocupa es una deesas excepciones. Y para entrar en materiamevoy a permitir una breve hojeada al pasado del mismo.
Hace poco más de diez años, en 1979,apareció en algunas tiendas de autoserviciouna serie de 22 discos LP's agrupados en11 álbumes que llevaban ~I títulogeneral deHistoria ilustrada de la música popular mexicana. Dicha serie de discos fue expuesta alosasiduosvisitantes deaquellas tiendas enuna especie de oferta. Cada semana y durante poco más de dos meses el consumidorpodría adquirir unálbum condos discosy un folleto explicativo, y así enriquecer suacervo doméstico con " lo mejor de la música popular mexicana" . Como suele suceder con estas grandes promociones, laautoría de dicha historia era difícil de determinar si uno sólose atenía a la portada delproducto. Una vez abierto el celofán, el interesado podía enterarse que la obra era elresultado de una investigación colectivadirigida por Yolanda Moreno Rivas, con laparticipación de Angélica Tarragó, AlejandroPérez Sáez, María de los Ángeles Chapay Clara Puchet. Porahí también sedaba crédito a la investigaciónfotográficade Aureliode los Reyes y a las ilustraciones de PhilipHays.
Cada una deestas entregas semanales serefería a algún rubro relevante en el quehacer de la música popular mexicana, desdefines del siglo pasado hasta nuestros días.Los rubros o capítulos eran los siguientes:La música de tiempos de Don Porfirio -queincluía tanto valses como poikas, danzas ycanciones-; La música dela epopeya revolucionaria -que presentaba sobre todo corrídos-; La época deoro dela radio, el cine yelteatro -en el que era posible escuchar tanto
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a los inolvidables de la radio como los grandes éxitos de la pantalla y del teatro de revísta-: El apogeo de la canción romántica-que incluía desde la trova yucateca hastalostriasdelosañoscincuenta, y La época delmúsico poeta Agustín Lara, con susintérpretes y algunos compositores contemporáneos. La quinta entrega se llamaba Tres décadas de clásicos -o La etema presencia delbolero romántico-; lasexta: La músicabravía,que no sólo incluía a los inmortales de lacanción ranchera comoLucha Reyes o PepeGuízar, sinoquetambiénnoshacía escucharalgunos de los sones de mariachi más famosos. Los otros álbumes se titulaban: Clásicos de lacanción ranchera, que supo incluir alinevitable José Alfredo Jiménez y a sus intérpretes junto con otras grandes estrellasde ese mexicanísimo estilo; Los ídolos de lacanción -un álbum completito dedicado aPedro Infante, JorgeNegrete y JavierSolls-:La música bailable -que se dividió en cincomeneos: danzón, bolero, mambo, cha-chacha, cumbia y salsa-, y La música de rack ylamúsica modema -que serefería a los ídolos juveniles de los sesenta y setenta tantorockanroleros como baladistas. El últimose llamaba Elalma viviente de la música mexicana: hacía un veloz recorrido por la música regional frecuentemente llamada"folklórica" destacando sobre todo los sones jarochos y huastecos.
Tanto la selección de estos 11 capftulosjunto con los ejemplos musicales incluidosen los acetatos, así como la presentacióngráfica, formaban parte del trabajo más seductor y llamativo, realizado hasta esa fecha, en materia de historia de la música popular mexicana. Con él sepodía unoacercarde manera amable y sencilla a unpanoramageneral de nuestra música vernácula escuchando sus mejores momentos en versiones bien escogidas, tanto antiguas comomodernas.
Esta serie de 22 discos, comoya sedijo,venía acompañada de 11 folletos con textos explicativos, fotografías, pequeños recuadros con biografías, comentarios yanécdotas de intérpretes y compositores,que pretendían guiar a través de aquel viajemusical. Yolanda Moreno Rivas era laresponsable dedichos textos. Al internarse enestosfolletos, elmelómano encontraba ladescripción de diversos géneros, estilos, formas einstrumentaciones, Ylaevocacióndeuna inmensa gama de artistas, todo íntimamenteligado auna concepciónmuyparticular de lamúsica mexicana y su historia. En aquellostextosestaba presente, comoenningún otroestudio sobre el tema, el porqué y el cómoesta música adquirió su dimensión popular.
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En otras palabras: no setrataba sólodeacumular datos, establecer cronología y narraracontecimientos musicales. Elfolleto llevabaal lector mucho más allá. Consideracionessobre la vidaartística y cultural de Méxicoydeotrospaíses latinoamericanos, reflexionessobre las condiciones socioeconómicasque permitieron el desarrollo de una formamusical espedfica, cierta crítica a los medios masivos de comunicación, el análisisde letrasrelacionadas condeterminadas corrientes literarias, y sobre todo lasconstantes referencias a la historia -entendiéndolacomo un fenómeno que incorpora elementos capaces de explicar y no sólo describirlos acontecimientos- hadan de aquellostextos una verdadera delicia que complementaba magníficamente la música que ellector-melómano escuchaba en su fonógrafo.
Así pues, esta Historia ilustrada de la música popular mexicana era un verdadero tesoro para aquellos amantes de la músicaque también se interesaban en los porquésy los cómos de las vertientes populares denuestra música. Desafortunadamente lapromoción deaquellas tiendas de autoservicio se terminó, por lo que aquel que no lahabía aprovechado oportunamente perdía elacceso a un trabajo realmente espléndido.Pareda, pues, haber corrido la misma fortunade muchos otros trabajos relacionados
O· •
con la música mexicana, que, como ya decía, por naturaleza parecen ser un tanto efímeros cuando no inaccesibles para un público mayoritario y mucho más difíciles decorisultar para las nuevas generaciones.
Esta lamentable situación se ha podidosalvar, al menos parcialmente, con la publicación de esta Historia de la música popularmexicana de Yolanda Moreno Rivas, segundo volumen de la serie LosNoventa queeditan el Consejo Nacional para la Cultura ylasArtes y Alianza EditorialMexicana. Aquellos textos que integraban los folletos de lacolección de discos antes mencionadapueden ahora consultarse eneste libro, queespero no tardeenconvertirse enreferenciaobligatoria para los amantes y estudiososde lamúsicapopular mexicana. Si bien algunos de los 11 capítulos o rubros originalesde aquella " serie comercial" han pasado aformar parte de los ahora ocho apartadosque componen el libro, no cabe duda quecomotal tienen muchas y muynotorias virtudes. Sus defectos sonmínimos y tienen quever sobre todo con algunas ausencias, engran medida perdonables, y en términoseconómicos, hoy en día, muy justificables,comoel no haber incluido en estaedición lainvestigación fotográfica que tan bien ilustraba el multicitado trabajo anterior; o laomisión de un índice analítico que en unaobra como ésta sería de suma utilidad.
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Enumerar todas las virtudes del libro deYolanda Moreno Rivas seria un tanto pretencioso y abusivo demi parte. Porellosólodestacaré algunos aspectos del mismo queme parecen dignos de encomio, intentando que sirvan de estímulo para futuros lectores.
Uno de sus principales valores es sinduda el ofrecer, comobien dice la presentaciónen la contraportada, una visión panorá
.mica, "coherenteycontinua" delosdistintosgéneros y estilos que han conformado lahistoria de la música popular mexicana. Alincorporar los cómos y los porqués, la historia queYolanda Moreno Rivas cuenta, nosóloinforma al lectorde los quehaceres musicales, sino que los mismos adquieren unsentido mucho más sólido en la medida enque se les relaciona con fenómenos deotros órdenes. Tal es el caso de sus reflexiones generales sobre los ídolos antes deentrarle de lleno a las figuras de Pedro Infante, Jorge Negrete y JavierSalís en el capítulo dedicado a " Los inmortales de la canción ranchera" . Otro ejemplo de lo mismosacado un tanto al azar, sería la descripcióndel ambiente en Yucatán durante los añosveinte para después concentrarse en elflorecimiento de la trova peninsular en elcapítulo titulado "El apogeo de la canciónromántica" .
Por otra parte el acercamiento a los mediosmasivos de comunicación -cine, teatroy radio principalmente- desde la perspectiva de la música popular le permite a la autora enfocar de manera crítica algunas delas " desviaciones" más notables de aquellos encargados de popularizar determinados estilos o géneros tanto en el pasadocomo en el presente. Su señalamiento sobre la " indulgencia" quecaracteriza al quehacer musical de los grandes festivales internacionales instrumentados por Televisa ysus filiales es un buen ejemplo de ello. AsI,la música popular se revisa a la luz de unaconcepción integral de compositores, intérpretes, medios, receptores y ambientes quelos determinan, enla queestán muypresentes la reflexión, la crítica y la prosa inteligente y amable.
Particularmente sugerentes me parecieron los capítulos dedicados a la canción romántica, a la época de oro de la radio, elcine y el teatro de revista, así como en elúltimo apartado titulado " La música delrock" enlos quepone a los medios enjustarelación con los intérpretes, los creadoresy los intereses que representan.
Aun para aquellos enemigos de las explicaciones, este libro puede resultar de granutilidad. Losapéndicesde cada capítulo reú-
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nen tantoanécdotas y biografías decompositores e intérpretes destacados, comodescripciones sucintas de instrumentos,opiniones y notas monográficas sobre determinados géneros, listas de autores y deobras durante periodos específicos, cuadroscronológicos, y una que otra narraciónperteneciente a la sabrosísima y popularísima tradición del chisme siempre presenteenel acontecer musical popular. Aunque untanto escuetos, estos apéndices complementan el texto de la autora, que suelecircunscribirse a ideas un tanto más generales, de vez en cuando salpicadas con referencias muyconcretas y chispa de buen humor. Útil también resulta la " Bibliograffa mínima" que se adjunta al final del libro, sobretodo para mostrar el tipo de trabajo académico, literario y periodístico que sehahechoentorno a la música popular mexicana yde otros países del continente.
Sería muyinjustoafirmarquelaHistoria dela música popular mexicana que ahora sepresenta es la misma que apareció en1979. La de ahora tiene algunas notablesmodificaciones además de las ya anotadas.En primer lugar los capítulos se agrupan demanera mucho más coherente y sistemáticaya que su fin ya no es el de acompañar auna serie de discos. Sus ocho capítulos serefieren a los ocho sistemas estelares quehan formado la gran galaxia de la músicapopular mexicana del presente siglo: desdela música de la época de don Porfirio hastael rock. sin olvidar aquellos brillos fugacescomo la canción de protesta de principiosde los años setenta o los hoyos negros delos posibles plagios de Agustin Lara, durante la llamada " época de oro de la can-
ción mexicana" . Aun cuando la temáticamedular de esta historia se concentra en elsiglo xx, lasconstantes referencias a un pasado un tanto más lejano, aquel de los siglos XVIII y XIX, le rinden tributo generoso alosmencionados porqués y cómosde nuestra música. Si bien la reducción al númerode capítulos le ayudó mucho a esta nuevaversión, creo que de pronto la reubicaciónde alguno, particularmente el de la músicaregional, no resultó del todo afortunada.Después de laspáginas dedicadas al corridoy antesde lasquese ocupan de los mediosmasivos de comunicación, la música regional parece sacar al lector de la secuencia temático-cronológica que lleva el libro.
Sin embargo, reunir bajo un solo rubro alacanción romántica -incorporandola trovayucateca, los tríos, Agustín tara. sus intérpretes y suscontemporáneos- así comoincorporar al capítulo de la canción ranchera alos ídolos Pedro Infante, Jorge Negrete yJavier Salís, a José Alfredo Jiménez, a lascantantes bravías, y hasta Rubén Méndez-el autor de "Zacazonapan" - me parecieron dos grandes aciertos que permitenseguir la continuidad de dos vertientesfundamentales de la música popular mexicana. También es valiosa la inclusión de losnuevos textos referentes a los avances oretroceso de.Ios años ochenta, en los queincluso se atisba un optimismo, que muy apesar de las tendencias homogeneizadorasimperantes enel acontecer de lamúsica popular contemporánea, revelan la fe que laautora y sus colaboradores tienen en loscreadores e intérpretes de hoy en día.
Finalmente es importante recalcar que alpasearse por lashojas de este libro el lectorno sólo adquiere esa visión general "coherente y continua" de la historia de la música popular mexicana, sino que se convierte en testigo del respeto y sobre tododel gran amor que Yolanda Moreno Rivas,Angélica Tarragó, María de los ÁngelesChapa , Clara Puchet y Alejandro PérezSáez, le profesan alpasado y alpresente denuestro acontecer musical. Amor que dehaber en abundancia podría transformar elpáramo huizachero de la bibliografía musicalmexicana contemporánea en un valle fértilcapaz de permitirel crecimiento sanode unbosque de frondosos estudios sobre nuestra música. Este amor de Yolanda y suequipo es sin duda el mayor mérito de suHistoria de la música popular mexicana. O
Yolanda Moreno Rivas. Historia delamúsica popularmexicana . México, CONATUR y Alianza Editorial Mexicana, 1989.
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La tragedia de unamujer con lenguaje
Ruxandra Chisalita
Una verdad se intuye mucho antes decomprenderla; sentirla de nuevo, una
vezcomprendida, corroborándola con la intensidad de la razón, significa quizá lo queJulia Castillo define como reconciliación entre poesía y filosofía en su introducción a Latumba deAntígona de María Zambrano. Talreconciliación tendría caso sólo si nos refiriéramos a la filosofía como aquella poesíaque surge tras la comprensión y el razonamiento; y transmite en su lenguaje específico la coherencia profunda de una expresión poética final.
Reescribir el epílogo de una tragediagriega es en sí una tarea ardua y soberbia:¿de quémanera añadirse nada menos que aSófocles y a un saber legado por tantos siglos de relecturas? Como si se tratara deuna reincidencia inevitable, Zambrano demuestra que esto debe suceder con simplicidad: ¿acaso sería posible creer que el
hombre se ha desentendido, aunque fuerapor un instante, de los sucesos míticosqueconformaron su individualidad? ¿No se habrávivido unamisma tragedia con nombresdiferentes para unos mismos personajes,antes y después deAntígona? Sepuede afirmarentonces que el potencial mítico no seha agotado nunca y que por lo mismo, losdestinos míticos repetidos han generadoformas diferentes de conciencia.
El mito de la individualidad -y todos losmitos lo son- es la incursión del hombre enla atemporalidad subyacente al tiempo y elaprendizaje fundamental queésta implica; laconciencia que genera estanueva condiciónincita de manera natural a la confrontacióncon las leyes, memoria rígida de la especie,que motiva al rebelde a desenmascarar sucaducidad. En La tumba deAntígona, la memoria íntima se manifiesta en la veneracióndel dios desconocido, cultodionisíaco de origen bárbaro a la vida continua e inmutable,opuesta a la historia que. ella sí, desgasta,corroe el tiempo al inscribir en él la acción
histórica de los hombres. El tiempo se renueva mientras que la historia sucede, se