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Tal como hoy nos podemos encontrar con distintas tribus urbanas; punkies, roqueros, rastras, pijos...., en el Madrid castizo pululaban diferentes tipos de personajes que actualmente forman parte del "casticismo" de Madrid. Estos, no eran personajes imaginarios de los sainetes o de las zarzuelas , sino tipos reales al igual que hoy lo son los individuos de las distintas llamadas tribus urbanas. Y al igual que a estos, no se los podía confundir o llamar, con el nombre de alguno de los otros. Eran tipos que fundamentalmente dependían del "barrio" en el que se habían criado y vivían, generalmente de origen humilde, y que adoptaban una vestimenta particular así como un determinado comportamiento social. Todos ellos se diferenciaban en los colores y cortes de sus trajes y en las formas de las patillas y tupés. De manera estereotipada, los tipos castizos pueden dividirse en: Majos y Majas , Manolos y Manolas ( Oriundos de Lavapiés ) ,Chisperos y Chisperas , Chulos y Chulas e Isidros Manolo es una derivación coloquial del nombre Manuel , y desde finales del siglo XVIII , por un famoso sainete de Ramón de la Cruz ( 1769 ), se utiliza como sinónimo de guapo , valiente o chulo , los rasgos con los que se identificaba a las clases populares madrileñas, de un modo equivalente al concepto de majo (para las mujeres, manola y estas vestían con mantilla y maja ) y en relación con los de chulapo y chispero . Existió por algún tiempo la rivalidad entre manolos y manolas , nombres asignados a los habitantes del barrio de Lavapiés (lo que tendría su origen en la profusión del nombre Manuel, con el que se dice que se bautizaron muchos judeoconversos , aunque en otras fuentes se asocia esta costumbre con los moriscos ), y los chulapos y chulapas , nombres asignados a los del barrio de Malasaña o de Maravillas, también llamados majos . Hoy en día se suelen emplear cualquiera de los términos indistintamente (no así el de majo o maja , que se reserva al traje goyesco) para

Manolas

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Tal como hoy nos podemos encontrar con distintas tribus urbanas; punkies, roqueros, rastras, pijos...., en el Madrid castizo pululaban diferentes tipos de personajes que actualmente forman parte del "casticismo" de Madrid. Estos, no eran personajes imaginarios de los sainetes o de las zarzuelas, sino tipos reales al igual que hoy lo son los individuos de las distintas llamadas tribus urbanas. Y al igual que a estos, no se los podía confundir o llamar, con el nombre de alguno de los otros.

Eran tipos que fundamentalmente dependían del "barrio" en el que se habían criado y vivían, generalmente de origen humilde, y que adoptaban una vestimenta particular así como un determinado comportamiento social. Todos ellos se diferenciaban en los colores y cortes de sus trajes y en las formas de las patillas y tupés. De manera estereotipada, los tipos castizos pueden dividirse en: Majos y Majas , Manolos y Manolas ( Oriundos de Lavapiés) ,Chisperos y Chisperas , Chulos y Chulas e Isidros

Manolo es una derivación coloquial del nombre Manuel, y desde finales del siglo XVIII, por un famoso sainete de Ramón de la Cruz (1769), se utiliza como sinónimo de guapo, valiente o chulo, los rasgos con los que se identificaba a las clases populares madrileñas, de un modo equivalente al concepto de majo (para las mujeres, manola y estas vestían con mantilla y maja) y en relación con los de chulapo y chispero.

Existió por algún tiempo la rivalidad entre manolos y manolas, nombres asignados a los habitantes del barrio de Lavapiés (lo que tendría su origen en la profusión del nombre Manuel, con el que se dice que se bautizaron muchos judeoconversos, aunque en otras fuentes se asocia esta costumbre con los moriscos), y los chulapos y chulapas, nombres asignados a los del barrio de Malasaña o de Maravillas, también llamados majos. Hoy en día se suelen emplear cualquiera de los términos indistintamente (no así el de majo o maja, que se reserva al traje goyesco) para

referirse a la gente vestida con el atuendo "tradicional" madrileño, fijado por las zarzuelas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX .

Las “manolas”, son esas señoritas y señoras típicas y tradicionales que desfilan en Semana Santa acompañando a los “Pasos”, y que representan a la mujer española que lloran la muerte de Cristo, y celebran con júbilo y jolgorio la resurrección del mismo. La indumentaria de estas mujeres es mantener vivas la tradicional mantilla y peineta española , dos elementos típicos usados en actos relevantes que forman parte de la vestimenta femenina de éste país. La mantilla es una prenda de tradición española, de seda, blonda, lana u otro tejido, adornado a veces con tul o encaje que usan las mujeres para cubrirse la cabeza y los hombros en fiestas y actos solemnes,variante del velo que antiguamente utilizaban las mujeres para acudir a celebraciones religiosas. Aunque su origen no es del todo claro, se cree que proviene de la cultura ibera, donde las mujeres se cubrían la cabeza con mantos a modo de abrigo o como forma de adornar su cabeza.Era el pueblo llano quien utilizaba la mantilla, limitando su uso aquellos de los altos estratos sociales a prenda de abrigo u ornamental, pero sin peineta, y no fue hasta principios del siglo XVII cuando se extendió su uso, y evolucionó para convertirse en pieza ornamental del vestuario femenino, sustituyéndose el paño por los encajes, siendo la Reina Isabel II (1833-1868), muy aficionada al uso de tocados, encajes y diademas, quien populariza finalmente su uso, contagiando a todas las mujeres que la rodeaban.Las damas cortesanas y altos estratos sociales comienzan a utilizar esta prenda en diversos actos sociales, lo que contribuye a darle un toque distinguido, tal y como ha llegado hasta nuestros días.

En el siglo XX, la mantilla fue perdiendo popularidad salvo en algunas regiones como Madrid o Andalucía donde tardó en desaparecer. En Semana Santa era tradicional que las damas se vistieran de negro portando sus mejores

galas: peineta de carey sobre la cual se ponían la mantilla negra de encaje, que se lucían acompañando a las procesiones y visitando las iglesias de la ciudad. Hasta mediados de siglo esta tradición se mantuvo fielmente de madres a hijas.

A finales del siglo XIX y principios del XX, la mantilla deja de ser una prenda de uso "cotidiano" en eventos, y empieza su declive. Tan solo se conserva, una pequeña "mantilla" que suelen utilizar las señoras en la iglesia, a la que se la conocía como "toquilla" (pañuelo, generalmente triangular, que se ponen las mujeres en la cabeza). Se trata de una versión "reducida" de la mantilla, que se viste sin peineta.

Por una dispensa Papal solamente las Reinas de España y Portugal pueden lucir mantilla blanca ante el Papa; y como en Portugal no hay monarquía regente, teóricamente, solo la reina de España estaría en disposición de vestir mantilla blanca ante el Papa. Por alguna razón, que desconocemos, el resto de las reinas de Europa han "asimilado" este derecho y visten de mantilla blanca ante el Papa. En ningún momento a lo largo de la historia, se conoce dispensa alguna o ley donde se conceda este derecho al resto de reinas europeas.

La tradición dice que la mujer debe vestir con mantilla negra Jueves Santo, Viernes y Sábado Santo, que es cuando supuestamente Jesucristo está muerto, y la mantilla debe ser blanca o de color crudo el Domingo de Resurrección. “Ahora bien, existen algunas publicaciones en las que se indica que la mantilla blanca es la que lucen las mujeres solteras y la negra las mujeres casadas (al menos en las bodas y celebraciones festivas). Han de llevar un vestido entero (no traje de dos piezas) de color negro liso, de manga larga o semi larga (francesa, por debajo del codo), con un largo por debajo de la rodilla. Los zapatos deben ser también negros, de medio tacón no muy fino. Las medias, también negras no excesivamente tupidas, unos 20dns está bien. Los guantes, de encaje o terciopelo negro, cortos a la muñeca. La peineta debe ser

de carey a ser posible si la economía lo permite. Por su parte, la mantilla (o manola) debe ser negra, de tul, blonda, chantilly o encaje de Bruselas. La mantilla deberá contar con el largo adecuado a cada persona. Por la parte delantera, deberá contar con un largo hasta la altura de las manos, y por la parte trasera, un largo unos dedos por debajo de la altura de la cadera. Para evitar el "vuelo" de la mantilla, es conveniente sujetarla al vestido de forma discreta (generalmente por los hombros). Un truco para hacer una buena sujeción y con suficiente "holgura", es ladear la cabeza al lado izquierdo, y sujetar la mantilla del hombro derecho y viceversa (ladear la cabeza hacia la derecha y sujetar la mantilla en el hombro izquierdo).

l EL vestido, preferentemente llevará cuello a caja o con un ligero escote en pico o redondo, que no llegará al canalillo. Nunca se descubrirán los hombros ni se usarán tirantes y mucho menos el escote palabra de honor. Será de corte ajustado (nada de vuelos, tablas o similar), sin ser excesivamente ceñido. Puede llevar un pequeño corte trasero en la falda para facilitar los movimientos. Puede ser del mismo tejido que la mantilla y convenientemente forrado de forma muy tupida. En caso de frío extremo, se acompañará de un abrigo de paño negro (nada de pieles de ningún tipo).

Los zapatos serán cerrados, nada de sandalias o plataformas. De tipo salón, sin hebillas ni adornos. El tacón, como he dicho, de media altura (5-6 cms.) y ancho de apoyo. Esto, por dos razones. Una, porque el tacón de aguja o fino se asocia a otros acontecimientos de carácter social y mucho más lúdicos; y otra porque una base ancha ayuda a soportar la caminata y en caso de vías empedradas o soladas impedirá accidentes.

El peinado de las señoras debe ser un recogido en moño, nunca el pelo suelto. Si por el largo del cabello no fuera posible recogerlo, se hará uso de un postizo.

El maquillaje será muy discreto, evitando las sombras y lápiz de labios llamativos.

Las joyas, igualmente muy discretas y sencillas, preferentemente perlas blancas, azabache y plata. Puede llevarse un prendedor sujetando la mantilla a la altura del moño.Si se desea llevar un bolso, habrá de ser de mano, y de color negro sin adornos. Aunque en las procesiones se llevará rosario.

Y por último, al procesionar debe tenerse en cuenta que es un acto de extrema devoción, en una situación de gran recogimiento, por lo que el porte ha de ser sobrio, serio, y siempre en silencio.