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 Corpus. Archivos virtuales de la alteridad americana, Vol. 2, N° 1, 1er semestre 2012, ISSN 1853-8037, URL: hp://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/corpus Tesis  Archivo Ranquel y Nación . Lucio  Victorio Mansilla. Deriv as políticas en la sociedad de frontera hacia 1870 Gustavo Sarmiento Resumen Esta tesis se propone indagar la escritura dislocada del coronel de ejército y dandy argentino Lucio Victorio Mansilla, que se revela en sus cartas de viaje Una excursión a los indios ranqueles. Tal escritura presenta la visualización de archivos antropológicos e históricos, que se alojan en las inscripciones y articulaciones sensibles de las relaciones políticas en Tierra Adentro. Estas abastecen y relacionan los componentes del corpus documental y la sinergia de los cuerpos involucrados en el archivo. Asimismo encontramos que esta dislocación producida por el viaje nacional realizado por Mansilla hacia Tierra Adentro, despliega los dispositivos y lógicas de poder clasicatorio entre diversos archivos en plena tracción mutua, como: 1) la lógica política racial propuesta por D. F. Sarmiento; 2) la lógica política de la civilización clemente mansillesca; y 3) la lógica política de la heterogeneidad ranquel. De este modo se explicita en este estudio a cada uno de estos archivos y sus políticas de registro, concerniente a temas centrales de soberanía en las pampas, tratados de paz y estrategias posibles de nación. Palabras clave:  Archivo, Escritura dislocada, Soberanía Ranquel, Sociedad de frontera, viaje nacional. Ranquel archive and Nation. Lucio Victorio Mansilla. Political drifts in the frontier society by 1870. Abstract This thesis proposes to investigate the dislocated writing by Argentinian army colonel and dandy Lucio Victorio  Mansilla, revealed in his leers Una excursión a los indios ranqueles [An excursion to ra nqueles Indians]. Such writing makes the viewing of anthropological and historical sites, staying in the inscriptions and articulations of political relations in Tierra Adentro. These supply and relate the components of the documentary corpus and synergy of the bodies involved in the archive. We also nd that this dislocation produced by the national tour by Mansilla towards Tierra Adentro, displays the power dispositives and classicatory logics between various archives in full mutual traction, such as: 1) the racial political logic proposed by D. F. Sarmiento, 2) the political logic of mansillesca merciful civilization, and 3) the political logic of ranquel heterogeneity. This is how in this study each of these archives and their policies of register are made explicit, concerning central issues of sovereignty in the pampas, peace treaties and possible strategies for the nation. Keywords: Archive, dis located writing, R anquel sover eignty, frontier society, natio nal journey. Director: Julio Vezub Grado: Licenciado en Historia Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales Defensa: Trelew, 25 noviembre 2011

Mansilla

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  • Corpus. Archivos virtuales de la alteridad americana, Vol. 2, N 1, 1er semestre 2012, ISSN 1853-8037, URL: http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/corpus

    Tesis

    Archivo Ranquel y Nacin. Lucio Victorio Mansilla. Derivas polticas en la sociedad de frontera hacia 1870

    Gustavo Sarmiento

    ResumenEsta tesis se propone indagar la escritura dislocada del coronel de ejrcito y dandy argentino Lucio Victorio Mansilla, que se revela en sus cartas de viaje Una excursin a los indios ranqueles. Tal escritura presenta la visualizacin de archivos antropolgicos e histricos, que se alojan en las inscripciones y articulaciones sensibles de las relaciones polticas en Tierra Adentro. Estas abastecen y relacionan los componentes del corpus documental y la sinergia de los cuerpos involucrados en el archivo. Asimismo encontramos que esta dislocacin producida por el viaje nacional realizado por Mansilla hacia Tierra Adentro, despliega los dispositivos y lgicas de poder clasificatorio entre diversos archivos en plena traccin mutua, como: 1) la lgica poltica racial propuesta por D. F. Sarmiento; 2) la lgica poltica de la civilizacin clemente mansillesca; y 3) la lgica poltica de la heterogeneidad ranquel. De este modo se explicita en este estudio a cada uno de estos archivos y sus polticas de registro, concerniente a temas centrales de soberana en las pampas, tratados de paz y estrategias posibles de nacin.

    Palabras clave: Archivo, Escritura dislocada, Soberana Ranquel, Sociedad de frontera, viaje nacional.

    Ranquel archive and Nation. Lucio Victorio Mansilla. Political drifts in the frontier society by 1870.

    AbstractThis thesis proposes to investigate the dislocated writing by Argentinian army colonel and dandy Lucio Victorio Mansilla, revealed in his letters Una excursin a los indios ranqueles [An excursion to ranqueles Indians]. Such writing makes the viewing of anthropological and historical sites, staying in the inscriptions and articulations of political relations in Tierra Adentro. These supply and relate the components of the documentary corpus and synergy of the bodies involved in the archive. We also find that this dislocation produced by the national tour by Mansilla towards Tierra Adentro, displays the power dispositives and classificatory logics between various archives in full mutual traction, such as: 1) the racial political logic proposed by D. F. Sarmiento, 2) the political logic of mansillesca merciful civilization, and 3) the political logic of ranquel heterogeneity. This is how in this study each of these archives and their policies of register are made explicit, concerning central issues of sovereignty in the pampas, peace treaties and possible strategies for the nation.

    Keywords: Archive, dislocated writing, Ranquel sovereignty, frontier society, national journey.

    Director: Julio Vezub

    Grado: Licenciado en Historia

    Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales

    Defensa: Trelew, 25 noviembre 2011

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    Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

    Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales

    Archivo Ranquel y Nacin. Lucio Victorio Mansilla.

    Derivas polticas en la sociedad de frontera hacia 1870 Tesista: Gustavo A. Sarmiento

    Director: Dr. Julio E. Vezub

    Trelew Chubut

    2011

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    ndice

    Primera parte

    1. Presentacin del problema

    2. Cuestiones tericas, bibliogrficas y metodolgicas

    2.1. Antecedentes y contextualizacin: el viaje de Mansilla, escritura y produccin de la frontera

    2.2. Objetivos e hiptesis sobre la disyuncin temporal de la frontera y los archivos

    Segunda parte

    3. Escritura dislocada: viaje nacional y civilizacin clemente a Tierra Adentro

    4. Estado de guerra: archivo y mquina en las pampas

    5. Las paces de Leubuc: otra originalidad ranquelino-mansillesca

    6. Conclusiones

    7. Bibliografa

    8. Anexos

    Imagen de portada. Mocetn ranquel y soldado fortinero. Monumento ubicado en la ensenada de Las

    Pulgas (Ro Quinto. Villa Mercedes. Provincia de San Luis). A la memoria de los hroes inmolados el 11 de

    marzo 1820. Combate de Las Pulgas. Enfrentamiento entre la coalicin de fuerzas ranqueles, encabezada

    por el caudillo chileno Jos Miguel Carrera y el gobernador de San Luis, el coronel Videla a los once das de

    marzo de 1820 (Fotografa: Julio E. Vezub, 15 marzo 2010).

    ***************

    Primera parte

    1- Presentacin del problema

    Un abundante epistolario conforma la base documental de la presente investigacin. Las sesenta

    cartas escritas por Lucio Victorio Mansilla, destinadas a su interlocutor y amigo chileno Santiago Arcos

    (radicado en Espaa, y publicadas en La Tribuna de Buenos Aires, entre mayo y septiembre de 1870), fueron

    reunidas hacia finales de ese mismo ao bajo la forma de libro, con el ttulo Una excursin a los indios

    ranqueles. Esta obra muestra problemticas de variados tenores que pretendemos dilucidar.

    En trminos generales, el presente trabajo pretende recuperar aspectos de potencial historicidad

    presentes en materiales heterodoxos a la historia, dado que las obras seleccionadas son ante todo referencias

    naturales del gnero literario. No obstante, el carcter marginal de dichas obras respecto del canon literario

    refuerza el inters historiogrfico y brinda la oportunidad de explorar territorios textuales fronterizos entre la

    historia, la antropologa y la literatura.

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    En trminos especficos, una serie de tpicos se articularn y pondrn en tensin, a efectos de lograr

    una narracin histrica que d cuenta de las situaciones sociales y polticas de la sociedad de frontera hacia

    1870, en vsperas de su desarticulacin, y del surgimiento de la modernidad nacional argentina. En tal

    umbral, los territorios involucrados sern aquellos espacios circunscriptos por los itinerarios geogrficos e

    imaginarios recorridos por Mansilla. Nos interesan, por un lado, sus descripciones y perspectivas en el

    contexto de un estado de guerra permanente; por el otro, el importante rol del ejrcito en el desarrollo de un

    doble frente de conflictos fronterizos rioplatenses: al sur, con las confederaciones indias en el corazn mismo

    del desierto pampeano, al norte con el Estado de Paraguay sobre la cuenca del Plata. David Vias afirma que

    esos dos frentes de guerra resultaban complementarios: el uno remita al otro y el segundo era corolario, aval

    y justificacin del primero (Vias, 2003:128-129).

    En este contexto de sociedad de frontera, atravesado por la guerra y la creacin de los Estados

    nacionales argentino-chileno, intentaremos pensar: es posible la Nacin sin genocidio? O es posible la

    nacionalizacin de la Barbarie? Las respuestas partirn desde la condensacin de relaciones sociales y

    polticas que presenta esa sociedad. Michel Foucault explica que el proceso de transformacin de las

    sociedades europeas desde los siglos XVI-XIX, debe ser analizada bajo la nocin de Hacer morir y dejar

    vivir. Este paradigma articulatorio de poder al interior de la sociedad de soberana, tambin es aplicable su

    inversin (Hacer vivir y dejar morir) al dispositivo de poder en el interior de las sociedades modernas

    (1996: 193-215). Estas proposiciones no se excluyen, sino que debern ser entendidas en su mutuo

    complemento y condensacin. Su consideracin biopoltica, pilar de las sociedades modernas, puede ser

    anticipada por la determinacin de uno de sus principales protagonistas e idelogos, Domingo Faustino

    Sarmiento. Al momento de ocupar la primera magistratura del gobierno argentino (1868-1874), ste aclara

    quin define los destinos de las poblaciones americanas que no se ajusten a las nuevas leyes de la

    modernidad, criterios de raza, civilizacin y progreso.

    () Puede ser muy injusto exterminar salvajes, sofocar civilizaciones nacientes, conquistar pueblos

    que estn en posesin de terreno privilegiado; pero gracias a esta injusticia, la Amrica, en lugar de

    permanecer abandonada a los salvajes, incapaces de progreso, est ocupada hoy por la raza

    caucsica, la ms perfecta, la ms inteligente, la ms bella y la ms progresiva de las que pueblan la

    tierra; merced a sta injusticia, la Oceana se llena de pueblos civilizados, el Asia empieza a moverse

    bajo el impulso europeo, el frica ve renacer en sus costas los tiempos de Cartago y los das

    gloriosos de Egipto. As, pues, la poblacin del mundo sujeta a revoluciones que reconocen las leyes

    inmutables: las razas fuertes exterminan las dbiles, los pueblos civilizados suplantan la posesin de

    la tierra a los salvajes (Vias, 2003: 65).

    Desde esta perspectiva, sern relevantes las configuraciones identitarias, polticas y sociales

    resultantes, que desde las tendencias a la centralizacin del poder nacional se impondrn sobre la sociedad de

    frontera en el perodo conocido como los treinta aos de discordia (Halpern Donghi 2004:59-114). Esto

    sucede en el contexto de los tres conflictos masivos de guerra permanente, identificados con el aplastamiento

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    de la resistencia montonera federal, la guerra con el Paraguay del mariscal Lpez, y la campaa de agresin a

    las confederaciones indias pampeano-patagnicas.

    En lo singular, y en direccin al interior de las articulaciones en la sociedad de frontera, o como

    expresa Lucio Mansilla, hacia la llamada Tierra Adentro, ser importante identificar los usos literarios

    de las voces subalternas en su historicidad y correspondencia con los usos econmico y militar de los

    cuerpos. Algunas de estas usanzas son sealados por Josefina Ludmer, cuando expresa que () esas tres

    literaturas se escribieron o culminaron en momentos en que las economas regionales entraban en el mercado

    mundial y, por tanto, en el momento en que el gaucho, el indio y el negro eran los productores de la riqueza

    nacional (Ludmer, 2000:10). Por ende, el ejercicio de la guerra en sus aspectos latente o manifiesto, fsico o

    escritural, poltico o armado, es un tpico central para este perodo de transicin histrica; sea en su funcin

    de uso y despliegue segmental autnomo -propio de la mquina de guerra brbara-1

    El encuentro entre el cacique general Mariano Rosas y el coronel de ejrcito Lucio Victorio

    Mansilla, en las tolderas de Leubuc (abril de 1870), es ocasin para la firma de un tratado de paz nunca

    ratificado por el gobierno argentino. En l se manifiesta la existencia de un archivo ranquel actualizado que

    cuestiona las consideraciones del estatuto poltico del Estado nacional en ciernes. De este modo, las

    narraciones establecidas por Mansilla en el epistolario que comprende Una excursin a los indios Ranqueles,

    insinan restos de prcticas polticas del mundo ranquelino, que desde su condicin opaca y liminar con la

    nacin, producen otros sentidos y puntos de fuga hacia otras narrativas posibles.

    , o como esfuerzo de

    captura y monopolizacin militar o literaria del Estado (Zubieta, 1995). La trama textual tejida por los relatos

    de viajeros ser el escenario de lucha social entre los dispositivos estatales y las multiplicidades irreductibles

    de los cuerpos, ahora subalternos.

    El ejercicio de esta investigacin es dilucidar las intenciones narrativas hegemnicas y subalternas,

    es decir, el colonialismo estatal republicano decimonnico y las soberanas indgenas2

    De este modo, la visualizacin y el despliegue de los archivos, en sus registros tanto ranquelino

    como argentino, se encuentran inscriptos en los intersticios y opacidades de la propia escritura mansillesca.

    Tal cualidad, generadora de fondos documentales, es denotada no solo en una primera mirada de

    aproximacin e ingreso al territorio ranquel del viaje de Mansilla, sino tambin en el viaje mismo de su

    autnomas en los

    territorios de las pampas centrales. Ello conducir a identificar y entender las lgicas de disposicin y los

    dispositivos de inscripcin de los archivos histricos existentes, en su heterogeneidad y heterodoxia.

    1 Deleuze y Guattari desarrollan el concepto de mquina de guerra, invento de los nmadas ganaderos, que con la ganadera y la doma instaura toda una economa de la violencia. Caza y guerra, evolucionan en la esfera de indistincin y convertibilidad de armas-herramientas. (1978:398). Julio Vezub retoma el concepto aplicado a las jefaturas mapuche-tehuelche del norte de la Patagonia entre 1850-1880. Propone profundizar el modo en que las mquinas de guerra mapuche-tehuelche practicaban la geopoltica en relacin con el Estado emergente, los cristianos, y otros agrupamientos indgenas (2011:6). 2 Sobre esta nocin de los modos de produccin de soberana de las identidades huarpe en la regin de Cuyo, Diego Escolar afirma que () la soberana solo se da sobre lo que incluye, aunque esa inclusin nunca es definitiva ni se dirime simplemente en el plano territorial y jurdico en sentido clsico, como inscribe la ficcin del Estado moderno, sino en y a travs de prcticas, mbitos y estructuras sociales. Tampoco es abstracta, ya que siempre supone personas o grupos que detentan, son capaces de disputar o luchan para detentar o resistir el poder soberano del Estado (2007:31).

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    propia escritura3

    De esta manera, recomponer el archivo ranquel en el tiempo ambivalente y heterogneo de la

    sociedad de frontera, ser aproximarse al espacio y tiempo reales de historicidad del mundo ranquel. Dicho

    archivo est constituido y desplegado a partir de cuerpos, papeles, uniformes, ganados y territorios

    movilizados en torno de las representaciones intercambiadas. Se avizora un mundo fronterizo y complejo,

    productivo en soberanas polticas consustanciadas de etnicidad y poder. Si la heterogeneidad es la

    disposicin e inscripcin natural del archivo ranquel, el reverso de esta trama lo constituir el modelo de la

    pgina en blanco o tabula rasa en su extensin y expansin homognea: el archivo estatal. Este ltimo, como

    dispositivo de inscripcin, participa directamente en la desmovilizacin y despolitizacin histrica de las

    soberanas, capacidades, habilidades y potencias de poder, encabezadas por las jefaturas ranquelinas,

    confinndolas a la invisibilizacin en los legajos documentales de abastecimiento de los estatutos

    antropolgicos, arqueolgicos e historiogrficos. En este punto, la crnica de viaje de Una excursin a los

    indios Ranqueles, es recuperada y desclasificada del silencio de ese otro gran archivo anlogo: el discurso

    literario administrativo del canon nacional argentino.

    . sta, dislocada en su produccin narrativa, comienza a iluminar historicidades y

    multiplicidades al interior y al exterior de la frontera. Esa dislocacin constituye los fondos escriturales de

    los archivos ranquel y argentino (que oficiarn de documentacin positiva a los fines de este estudio), pues

    es en la continuidad y contraparte del pliegue liminal que comparten, donde asoman simultneamente la

    efectuacin de una geopoltica soberana de las jefaturas ranquelinas y el doble propsito de un mismo

    proyecto nacional argentino: la civilizacin clemente mansillesca y la civilizacin de exterminio y

    colonizacin sarmientina, ambas necesarias para la posterior vigencia de la vida republicana nacional.

    Se resaltar entonces la hiptesis de que toda escritura implica a su vez una poltica del registro, que

    habilita entender la escritura como acto poltico, y a su vez nos remite a una forma de registro (Menard,

    2006). Surge as el problema de las caractersticas del archivo, donde estas formas de registros se establecen

    de manera diferenciada en relacin con el tiempo, el saber y el poder. En torno a estas nociones de archivo,

    quisiramos poner en relacin dos registros o reductos aparentemente abastecidos por el propio viaje de

    Lucio Mansilla a los toldos ranquelinos: la naturaleza del archivo ranquel y las caractersticas del archivo

    estatal republicano.

    En tales archivos reaparecen, a favor de nuestras inquietudes, dos lgicas de usos y tareas del poder.

    Tales lgicas sern entendidas desde su propia naturaleza: en las prcticas polticas ranquelinas, como

    tendientes a renovados tipos de luchas transversales e inmediatas; en las lgicas estatales, como fuerzas

    centralizadas y mediatizadas. No obstante, esto se complica cuando la lgica poltica ranquelina, de

    equivalencia y alteridad al poder estatal, se deriva hacia polticas de identificacin tnico-nacional,

    presentando clivajes de sentido en el ejercicio de el gobierno de s y de los otros (Foucault, 2009). Aqu se

    condensan y desplazan las lgicas de poder horizontales y verticales, propias del espacio disperso, permeable

    3 Retomamos la idea de viaje de la escritura, utilizada por Alejandro De Oto para la regin somal, en la poca que comprende los viajes de Richard Burton, a mediados del siglo XIX en el este de frica. () Las ciudades como Harar, en su mayora musulmanas, eran los sitios de poder poltico, religioso y comercial en escala local. La llegada de exploradores como Burton implic, integrar nuevas narraciones a este territorio, las cuales contenan pretensiones de dominio y control pero tambin momentos de tensin y de conflicto (1998:19).

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    y denso de la sociedad de frontera. En anticipo del tipo de insumo archivstico con el que trabajaremos, la

    arenga ensayada y exclamada por el coronel Mansilla en los momentos de su arribo a los toldos de cacicales,

    es sugerente de las complejas relaciones de fuerzas, asignacin, adscripcin e interpelacin a identificaciones

    tnicas y nacionales que se generan en el mal llamado desierto argentino:

    () -Viva Mariano Rosas!

    -Viva el presidente de la Repblica!

    -Vivan los indios argentinos! (Mansilla, 2006:140).

    En resumen, la escritura dislocada de Lucio Mansilla en Una excursin a los indios ranqueles,

    presenta la visualizacin de archivos antropolgicos e histricos, que delinean una inscripcin entre el

    corpus documental y los cuerpos que se traccionan. Estos son los que establecen tres lgicas de dispositivos

    de poder: 1) La lgica poltica racial propuesta por Sarmiento; 2) la lgica poltica de la civilizacin

    clemente mansillesca; 3) la lgica poltica de la heterogeneidad ranquel. Es en este sentido como se orienta el

    estudio de exploracin de cada uno de estos archivos y sus polticas de registro.

    La organizacin de la tesis se presenta como una tarea de contrapuntos entre los problemas del

    archivo y sus dispositivos de poder; y las derivas polticas de aquellas lgicas hegemnicas que se

    manifiestan en las pampas centrales. Indagar en la escritura de Lucio Mansilla como espacio inestable y

    potente para habilitar e imponer un orden a la poblacin y territorio ranquelinos, y denotar al mismo tiempo

    los conflictos al interior de esa misma narrativa normalizadora. Las herramientas terico-metodolgicas se

    entreveran de manera implcita en nuestro estudio de caso, asumiendo su correspondencia explicita con el

    tratamiento de los antecedentes y contextos histricos y bibliogrficos. Las temticas que se desprenden de

    este estudio se encuentran imbricadas por la fusin de las tecnologas de poder vinculadas a la autoridad

    poltica; la importancia de la tierra, el agua, el ganado; y la participacin activa o no de la poblacin ranquel,

    en la hegemona nacional argentina hacia 1870.

    2- Cuestiones tericas, bibliogrficas y metodolgicas

    2.1. Antecedentes y contextualizacin: el viaje de Mansilla, escritura y produccin de la frontera

    Vista en esa perspectiva, la literatura de frontera no es otra cosa que el

    prrafo final en el largo discurso de la conquista (Vias, 2003:61).

    Importa ahora precisar los contornos ms visibles de la sociedad de frontera; esbozar algunas lneas

    institucionales y de poder colonial-criollo que logran imponerse y hegemonizar en los procesos polticos y

    sociales de larga duracin. Tambin interesa localizar las prcticas, hechos, nuevas subjetividades y

    negociaciones que esas lneas producen, por su interpelacin e incidencia en el mundo indgena. Como

    afirma Ral Mandrini, () la sociedad blanca y la sociedad indgena no constituan mundos aislados y

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    separados y el arco ms o menos fluctuante que describa la lnea de fronteras era ms bien el

    reconocimiento formal de las reas de control de cada sociedad (Mandrini, 1992:61). Nuevos sujetos

    aparecen en la superficie social para conformar -en el vasto territorio pampeano-bonaerense- la compleja

    diversidad de relaciones intertnicas, polticas y econmicas. Esta sociedad de frontera combinaba entonces,

    las relaciones hbridas entre el complejo mundo indgena y no menos inestable mundo europeo-criollo.

    A fines del siglo XVI, se inici un doble proceso de transformacin de las tradiciones culturales del

    mundo indgena, debido, por un lado al contacto con los espaoles asentados en el Ro de la Plata y en el

    interior del actual territorio argentino, por el otro, al proceso de migracin ocurrido entre ambos lados de los

    Andes (Mandrini, 1993:45-46). Como resultado, los indgenas de la regin pampeana, Patagonia

    septentrional y precordillera andina, modificaron profundamente su economa, su estructura sociopoltica,

    sus lenguas, sus costumbres y creencias: as, los grandes cacicatos del siglo XIX, verdaderas jefaturas, poco

    tenan que ver con las bandas de cazadores-recolectores que encontraron los europeos en el siglo XVI

    (Mandrini, 1992:46).

    En cuanto al contacto e influencia de las primeras expediciones y asentamientos hispanos llegados a

    la regin, ocasionan la rpida reproduccin de animales abandonados en el mbito ecolgicamente propicio

    de la llanura pampeana. La incorporacin del caballo4

    Como resultado de estas incorporaciones, una extensa red de circulacin de bienes comenz a

    vincular las distintas regiones del territorio indgena, y a este en su conjunto con las reas controladas por los

    europeos, acentuando la dependencia de cada grupo respecto de los otros y de la sociedad hispano-criolla, y

    estimulando entre los indgenas la obtencin o produccin de bienes estimados por los cristianos a fin de

    canjearlos en las fronteras.

    y el uso de ganados europeos, implicaron el

    aprovechamiento del numeroso ganado cimarrn, de manera que la poblacin indgena no provoc de

    manera inmediata el agotamiento sobre el recurso. Ahora bien, otros tipos de elementos europeos se

    incorporaron a la vida indgena: ovejas que se convirtieron en un recurso esencial que provea lana a las

    tejedoras indias, harinas obtenidas de cereales europeos, instrumentos de hierro, licores y aguardientes,

    azcar, adornos y prendas de vestir europeas. La yerba mate, originaria de la regin de las misiones jesuticas

    del Paraguay, fue otro producto introducido por los europeos entre las poblaciones indias, que rpidamente

    se aficionaron a ella (Mandrini, 1993:50-51).

    As, el mundo indgena durante el siglo XVIII evidenci transformaciones que vinculaban

    estrechamente el rea pampeana con la Araucana trasandina. Los mecanismos de disciplina y control

    coloniales chilenos, en la clave en que los describe Guillaume Boccara (2007), y el aumento de la demanda

    4 Existe una discusin en relacin con la incorporacin del caballo, sobre el alcance de las expresiones cultura del caballo o complejo ecuestre, comnmente utilizados por antroplogos e historiadores. Miguel Palermo otorga precisin al respecto: (...) no es conveniente mantener el tradicional nfasis puesto sobre el caballo en relacin con los cambios econmicos-sociales surgidos tras la difusin del ganado europeo. Porque vacunos y lanares tuvieron notable importancia, en algunos casos (...), (...) el ganado no ha de entenderse nicamente como un bien de consumo (de comunidades cerradas y autosuficientes), sino tambin como un bien de cambio (...), (...) la adquisicin del ganado llev a muchas etnias a integrarse a distintos mercados regionales, como proveedores de ganado y consumidores de manufacturas y otros productos, crendose una fuerte dependencia econmica hacia el exterior; este es el rasgo ms notable de todo ese proceso . (1986: 170-171).

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    de ganados, coincidieron con el agotamiento o extincin paulatina del ganado cimarrn en las pampas. En la

    reconstruccin de este proceso, a partir de los debates entre Ral Mandrini y Leonardo Len Sols sobre la

    transformacin de la actividad indgena, se distinguen dos opciones que prefiguran versiones

    complementarias. Una es de sesgo blico, identificado en la maloca como guerra selectiva de saqueo y

    pillaje segn el historiador chileno, y la otra de corte productivista, defendida por el primero al entender que

    la actividad indgena encontr dos opciones y no una. () La ms inmediata era hacerse maloquero; la

    otra, mediata y all donde las condiciones lo permitan, hacerse pastor y comerciante, claro que sin dejar

    nunca de ser guerrero o maloquero si las circunstancias lo requeran (Mandrini, 1993:57). Existe evidencia

    de la constitucin de un ncleo pastoril durante el siglo XVIII en el sur bonaerense, regin que era foco de

    atraccin por su riqueza para la ganadera. En esta actividad pastoril indgena las ovejas ocupaban un lugar

    destacado. No eran cimarronas en sentido estricto, sino haciendas bien cuidadas que pastaban cerca de las

    tolderas, a las que se les dedicaba especial atencin, y a las que trataba de ponerse a salvo ante cualquier

    amenaza de ataque por parte de las autoridades porteas, arrendolas a zonas ms seguras del interior del

    territorio. A su vez, esta actividad pastoril estaba vinculada directamente con una peculiar movilidad del

    grupo determinada por el patrn estacional, en bsqueda de aguadas y pastos.

    El periodo colonial revela que la vasta rea que comprende la llanura pampeana, la Patagonia y el

    centro de Chile, se ha caracterizado antes que nada por su complejidad. Conformada por grupos tnicamente

    mixtos, alianzas que se arman y se desarman, activa circulacin de personas y de bienes, constantes

    intercambios de productos que se suceden en una intrincada trama que se extiende sobre territorio araucano

    norpatagnico-pampeano, desde el siglo XVII. De este modo, una economa indgena se form como un

    nico sistema que incorporaba a la mayora de los grupos indgenas con la sociedad colonial, cua entre dos

    polos de desarrollo colonial rivales, Santiago y Buenos Aires. Al respecto sostiene Palermo:

    () en nuestra interpretacin se desprende, pues, que las sociedades indgenas pampeano-

    patagnicas y centro chilenas constituyeron en el siglo XVIII (aunque con gestacin iniciada un siglo

    antes) un sistema politnico y policntrico con la sociedad colonial de los polos de desarrollo chileno

    y porteo o bonaerense. Ello ocurri en un marco de mutua autonoma poltica (de las unidades

    indgenas entre s y respecto del aparato colonial) y en un contexto de situacin de friccin

    intertnica, cuya tensin se agudizaba o se atenuaba fluctuantemente siguiendo el ritmo de las

    circunstancias histricas (Palermo, 2000).

    El mundo fronterizo estaba destinado a continuar con transformaciones importantes, provocado por

    un persistente proceso histrico doble: por un lado, la lenta decadencia y la final ruptura del vnculo colonial

    espaol, continuadas por las guerras y la disgregacin en mltiples soberanas del periodo revolucionario

    criollo oligrquico hasta mediados del siglo XIX; por el otro, un continuo proceso de migraciones5

    5 (...) un fenmeno que hoy se reconoce como de muy larga duracin: un fuerte y persistente proceso de migraciones interregionales que, desde la poca colonial, fue derivando excedentes de poblacin desde ese interior sobrepoblado y con una distribucin muy desigual de la escasa tierra hacia un litoral que reclamaba a gritos por trabajadores estacionales y permanentes, pero tambin prometa la posibilidad de convertir a algunos de esos migrantes en productores independientes y quizs hasta en propietarios de una parcela. (Gelman, 1998: 73).

    desde el

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    interior hacia el Litoral, que modificaba la frontera, no solamente en lo relativo a su expansin territorial,

    sino tambin en la complejizacin de las relaciones polticas, sociales y productivas.

    As, en el periodo tardo colonial hacia 1780, la vieja frontera se encontraba extendida hasta el ro

    Salado, distrito bajo la jurisdiccin de los cabildos de Buenos Aires y Lujn, que en comn frontera con

    poblacin indgena, estaba consagrada a proporcionar seguridad y defensa a la retaguardia de la nueva

    capital del virreinato del Ro de la Plata.

    En efecto, las condiciones de la expansin agraria del Litoral y en especial del sur de Buenos aires,

    experimentaron no solo la cra del ganado vacuno para exportar cueros, sino tambin la cra para el abasto

    del mercado local cada vez ms importante, adems de una pujante agricultura, destinada a los mercados

    locales, en la que destacaba el trigo.6

    Los aos transcurridos entre 1820 y 1833 fueron claves para la conformacin de la nueva frontera.

    Por tanto, la convivencia en la sociedad de frontera se estableca no

    solo entre las estancias y las pequeas parcelas agrcolas, sino tambin con grupos indgenas. stos

    encontraban una complementariedad productiva y comercial, sostenida en el momento por la abundancia de

    tierra frtil disponible y una relativa tranquilidad en la frontera.

    En primer lugar, luego del derrumbe del primer poder poltico criollo posrevolucionario, Buenos

    Aires impuls una poltica activa de carcter expansivo sobre las tierras bajo control indgena. El avance

    duplic el territorio con la incorporacin de la regin comprendida entre el Salado y la primera cadena de las

    sierras pampeanas. Los tratados o pactos de paz realizados con algunas parcialidades, seran acompaados de

    aqu en ms -ante la continua presin y maloqueo indgena- por la efectiva y creciente importancia de la

    milicia bonaerense, al mando del oficial Federico Rauch.

    En segundo trmino, la Campaa al Desierto dirigida por Juan Manuel de Rosas, en 1833,

    consolid los avances antes realizados,7

    En un mundo indgena profundamente transformado por el largo contacto e incorporacin de

    mltiples elementos de origen europeo y trasandino; y en la clave en que la describe Ral Mandrini, en

    articulacin con un complejo sistema de intercambios, la economa

    permitindole constituir un sistema de alianzas integradas con

    parcialidades indgenas, sistema que por casi veinte aos habra de instaurar un perodo de paz en la frontera.

    8

    6 (...) hoy se sabe que la produccin de ese cereal era tan importante como la ganadera del vacuno a finales de la Colonia y que la pequea produccin familiar era la forma predominante en cualquiera de los rubros agrarios.... (Gelman, 1998: 81).

    fue una de las bases del poder alcanzado

    por los grandes cacicatos de la regin, que a mediados del siglo XIX llegaron a enfrentar con xito a la

    sociedad criolla. El propio mundo criollo tambin sufri un profundo proceso de transformacin poltica, a

    partir del cual se formaron desde 1820 las tendencias de articulacin social asociada a una ruralizacin de las

    7 (...) As lo entiende Rosas...(...)...esa necesidad proviene de que Buenos Aires vislumbra en su campaa la fuente de una nueva prosperidad, capaz de reemplazar a la que en pocas coloniales derivaba de su condicin de centro poltico y comercial, en un territorio que abarcaba desde el Ro de la Plata hasta el Titicaca y el Pacifico...(...)...no resulta en absoluto extrao que esta se vuelque entonces hacia su propia campaa, y busque en ella la base de su rehabilitacin econmica. (Halpern Donghi, 1975: 59). 8 Ral Mandrini distingue dos ciclos complementarios articulados por un complejo sistema de intercambios. El primero, basado en el movimiento de ganado a gran escala hacia Chile, asociado a un conjunto de actividades vinculadas a la circulacin e intercambio. El segundo, abarcaba un conjunto de actividades productivas diversificadas, destinadas a proveer y satisfacer las necesidades de las tolderas. (Mandrini, 1994:10-14).

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    bases del poder, con la emergencia y consolidacin de la figura del caudillo, que predominar durante todo el

    perodo, hasta 1852. Este rgimen poltico gener una triple articulacin, constituida como base de los

    estados provinciales: los negocios particulares y las finanzas pblicas; el mundo de la campaa y el mundo

    de la ciudad; el poder poltico y militar.

    La poltica de pacificar la frontera en tiempos de la colonia fue continuada y sistematizada por la

    gestin del gobernador bonaerense Juan Manuel de Rosas, denominada luego poltica de Negocio Pacfico

    de Indios, a partir de la cual se establecan estrechas relaciones con los llamados caciques amigos, y

    acuerdos con otros, especialmente con el poderoso Calfucur, entregndoles en forma peridica regalos,

    donativos y raciones9

    Pero los cambios producidos hacia mediados del siglo XIX en la sociedad de frontera, muestran la

    reaparicin y profundizacin de las tensiones. Vinculados a la disputa por recursos naturales

    interdependientes, que constituan la base de subsistencia sobre la cual se organiz la vida social y poltica de

    las poblaciones; las tierras y ganados reaparecen en el centro de la escena. Una muestra elocuente de este

    conflicto es la discusin en el parlamento ranquelino realizado en los toldos de Leubuc, en la Pampa

    central, entre el cacique general Mariano Rosas y el Coronel Lucio Mansilla:

    . Hay que sealar que los caciques amigos actuaban como defensores de la frontera y

    como aliados polticos del gobernador y caudillo federal de Buenos Aires, sirviendo como verdadera fuerza

    de represin (Ratto, 1996). No obstante, superando el sesgo marcadamente econmico de Mandrini

    (vinculado a la produccin pastoril y al maln en su conexin de arreo al mercado transcordillerano de la

    actividad indgena pampeana), las investigaciones de Rolf Foerster y de Julio Vezub postulan () acerca

    del modo de apropiacin de la riqueza que el sistema de tratados implementados por los gobiernos

    bonaerenses y argentinos, con sostn en el abasto de ganado para fines de consumo, cra y comercializacin,

    sumi en el olvido la maloca como actividad de los caciques (2011:10). De este modo, el factor Juan

    Manuel de Rosas contribuy a que los grandes ncleos de jefaturas cristalizaran hacia 1840 en Pampa y

    Patagonia, gracias a que el sistema de raciones, o Negocio Pacifico de Indios se haba consolidado

    (Foerster-Vezub, 2001: 12).

    () Usted me pregunta que con qu derecho acopiamos la tierra? Yo les pregunto a ustedes, con

    qu derecho nos invaden para acopiar ganados? (Mansilla, 2006:306).

    Ante la derrota militar y la desarticulacin de la confederacin rosista hacia 1852, realizada por los

    ejrcitos dirigidos por Urquiza, recrudece el conflicto en las fronteras, especialmente en el rea pampeano-

    bonaerense. En los aos siguientes, tras la secesin, Buenos Aires como Estado independiente de la

    Confederacin Argentina -presidida por Justo Jos de Urquiza-, fue atacada por malones que recuperaron

    territorio. Calfulcur se manifest aliado de aqul, organizando una poderosa confederacin indgena para tal

    fin. Los malones reconquistaron tierras, y la frontera bonaerense retrocedi. Numerosos cautivos fueron

    llevados a las tolderas y el ejrcito de Buenos Aires sufri duros reveses, tal es el caso de Sierra Chica.

    9 Para mantener esa poltica, Rosas dispona de recursos materiales concretos, excedentes econmicos obtenidos de la reduccin de las exportaciones de carnes y cueros debido al bloqueo anglo-francs y a la confiscacin de tierras y ganados de sus opositores polticos (Mandrini, 1994: 9).

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    Con excepcin del interregno 1852-1855, siempre hubo tratados de paz hasta 1878. La dcada de

    1870 muestra la reanudacin de los acuerdos sistemticos de paz con las jefaturas indgenas, impulsados

    ahora desde la presidencia nacional de Domingo Faustino Sarmiento. Sin embargo, tambin estos tratados

    son acompaados de avances militares, comerciales y de poblados efectivos sobre los territorios indgenas.

    El 15 de mayo de 1870, en su mensaje presidencial al Congreso de la Nacin, Sarmiento presenta los

    resultados obtenidos por estos medios:

    () se cuentan por miles las leguas de terreno reconquistadas a la industria, y de un extremo al otro

    de nuestras dilatadas fronteras puede leerse en los semblantes de los vecinos el sentimiento de

    seguridad de que participan. Dos grandes vas carriles de antiguo abandonadas, la del Chaco y las de

    las Pampas, quedan hoy dentro y muy distantes de la frontera, y por ellas se agita ya un poderoso

    comercio10

    (Mansilla, 2007:515).

    Asociado al optimismo sarmientino, logrado por la reconquista de las antiguas rutas coloniales -que

    solo marcan una estrecha franja territorial central, entre medio de dos bloques regionales al norte y al sur

    bajo el control de la barbarie-, el provinciano y federal Nicasio Oroo, precisa tambin (un ao antes) los

    pretendidos lmites extremos de la civilizacin, en los que -sin decirlo-, la frontera se parece ms a un gran

    portal que es atravesado por la barbarie indgena en su entrada y salida, que al pretendido lugar de

    domesticacin y expulsin de indgenas al ms all del desierto:

    () las tribus estrechadas por la civilizacin se han visto obligadas a conformarse con los hbitos y

    costumbres de las poblaciones cristianas, o a internarse en el desierto poniendo por lmites, entre

    ellos y nosotros, los ros Negro y Bermejo (Vias, 2003:127).

    Esta supuesta estrechez ejercida por la civilizacin sobre la barbarie, en su reverso narrativo y

    argumentativo, muestra justamente la amplitud cultural de la movilidad fronteriza, cuya prctica de idas y

    vueltas entre los territorios de Tierra Adentro y los estatales era habitual. Mansilla pregunta al gaucho

    Miguelito, refugiado en medio de los toldos ranquelinos:

    () - Y otros paisanos de los que estn aqu, salen como t y van a sus casas?

    - El que quiere lo hace; usted sabe, mi coronel, que los campos no tienen puertas; las descubiertas de

    los fortines, ya sabe uno a qu hora hacen servicio, y luego, al frente casi nunca salen. Es lo ms

    fcil cruzar el ro Quinto y la lnea, y estando a retaguardia ya est uno seguro, porque a quin le

    faltan amigos? (2006: 169)

    De todos modos, los bordes de la civilizacin, imaginados en los extremos norte y sur del Bermejo y

    el ro Negro, respectivamente, fueron acompaados por una poltica de instalacin de colonias agrcolas y de

    fortines. Luego de Caseros, retomando la continuidad establecida por la impronta de Estanislao Lpez, se

    iniciaba la puesta en marcha del programa liberal de instalacin de inmigrantes europeos para el Litoral y el

    10 Mensaje presidencial fechado el 15 de mayo de 1870.

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    gran Chaco. Las colonias agrcolas de Esperanza, la actividad colonizadora orientada hacia Salta y Bolivia, y

    las reas de colonizacin en Sunchales, Tostado y Zapallar se proyectan en la dcada del sesenta. Todas

    cumplen nuevas y variadas funciones: el desmonte de nuevas tierras para la produccin, favorable en el

    futuro inmediato a los intereses latifundistas; la utilizacin como vanguardia de choque en el enfrentamiento

    con los indios. La perspicacia de Vias es clarificadora cuando afirma:

    () por cierto, estas colonias, con un ritmo anlogo al de los fortines del sur, se van convirtiendo

    en los puntos de partida de proyectos y desplazamientos hacia el Chaco y de permanente

    enfrentamiento con los malones (Vias, 2003:134).

    Este mundo presentaba una dura situacin para el colono, incluyendo sus contradictorios lmites.

    Anunciaba, sobre todo, la gnesis de las asignaciones sociales del proyecto moderno liberal, que estaran

    destinadas a perdurar por largo tiempo. En ellas, una clase media campesina siempre disponible en alianza

    poltica con los seores de la tierra, podran excluir a los indios -en esta versin de asignaciones en el

    escenario social- remitindolos a un no lugar en la consabida encarnacin corporal de la barbarie.

    La creciente madurez y solidez de los proyectos polticos nacionales y de sus alianzas entre las lites

    regionales criollas, anunciaban la configuracin de una imagen de unidad geopoltica sobre un incierto y

    desconocido espacio territorial nacional, aun bajo control de jefaturas indias. Esta tarea era entorpecida por

    conflictos intestinos en la propia elite gobernante, que distraan gran parte de su atencin y esfuerzos por

    dirimirlos.

    Con mayor precisin, el testimonio dejado por el coronel Manuel Baigorria, en los meses posteriores

    de abril de 1865 (frontera de Crdoba en Ro IV), muestra las importantes tensiones existentes:

    () En esos das lleg el general don Emilio Mitre. ste se preparaba (para una invasin) (abrir la

    campaa) sobre los salvajes cuando volvi al Ro 4 de Mendoza; en esos afanes se encontr con la

    invasin del Paraguay a Corrientes donde se frustraron los proyectos de l y su hermano el

    Presidente. A ese mismo tiempo el indio Mariano Rosas mand proponer tratados de paz: a lo que el

    general Mitre, por la que se le presentaba, tuvo que aceptar. Celebr el tratado con bastante

    conformidad y se march al Paraguay dejando a Baigorria encargado (tanto) de la relacin de indios,

    como de la Frontera en la provincia de Crdoba. (1977: 123) (Destacado en el original).

    La participacin en la guerra contra el Paraguay o las rebeliones de Lpez Jordn y la liderada por ex

    presidente Mitre, fueron algunos de los problemas que dificultaron el desarrollo de los proyectos de

    integracin y control estatal, sobre un vasto territorio indgena, an intacto en sus soberanas.

    En este contexto se establecieron una serie de tratados con diversas jefaturas indgenas. La

    negociacin y celebracin de uno de stos fue realizada por el coronel Mansilla con el cacique Mariano

    Rosas. El historiador Walter Delrio sostiene que los tratados de paz realizados se elaboraron en base a la

    interpretacin de un tipo de derecho originado en la antigua Roma. Distinguindose la firma de aquellos

    tratados de paz bajo la denominacin de tribus indias, y no bajo la de naciones indias, se entendieron de

    este modo a los trminos como no intercambiables, a fines de evadir el reconocimiento a los pueblos indios

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    en la documentacin oficial. De esta manera, aparecan como grupos sujetos a las leyes de la nacin, y no

    como un colectivo externo o extranjero. La intencin estatal fue el inscribir a los grupos indgenas en el

    derecho privado como pertenecientes a la comunidad civil, mediante convenios, pactos y acuerdos, alejando

    la posibilidad legal de sentar precedentes de tratados internacionales o de carcter pblico (Delrio, 2005:49).

    Esto ltimo estaba presente en los reclamos de caciques que con habida documentacin en sus secretaras,

    esgriman tratados establecidos en el pasado, concertados con autoridades coloniales o provinciales criollas.

    Desde un enfoque ms particular a nuestro caso, y retomando el problema de la generacin de

    conflictos fronterizos vinculados a la posesin de la tierra y del ganado, los tratados de paz fueron el acto de

    negociar la descompresin de los conflictos y disputas de control territorial. Esto, en la frontera comn entre

    las autoridades nacionales y las jefaturas indgenas, delineada desde Mendoza, pasando por San Luis,

    Crdoba, hasta Buenos Aires. En esta institucin se definan tanto las raciones mensuales o anuales a

    entregar por el gobierno, como las prestaciones o colaboracin por parte de la jefatura indgena y su

    parcialidad. As, la rivalidad y competencia por tierras y ganados, manifest la condicin material e

    ideolgica que defina la guerra o la paz, como un espectro poltico inquieto que filtraba todas las relaciones

    de la vida en la frontera comn entre diversas parcialidades indgenas y las autoridades criollas. La pulseada

    interna de la elite gobernante nacional, que se debata en torno a la denominada cuestin indgena,

    pivoteaba entre las polticas indigenistas,11

    () -Cmo se entienden las paces? Amigo con los ranqueles y Calfucur invadindolo los

    porteos (Mansilla, 2006: 295).

    y caracteriz tanto a decisiones integradoras, como a las ms

    duras medidas de agresin y exterminio (Vezub, 2001: 175-200; Delrio, 2005: 48-60). Mientras que la

    geopoltica brbara se prolongaba, intacta en su estrategia de heterogeneidad poltica y territorial, las

    jefaturas mostraban su mximo nivel de acumulacin de riquezas y profundizacin de las redes superpuestas,

    que conectaban los nodos mapuche con las autoridades, y los notables cristianos de Argentina y Chile.

    (Vezub, 2009a:23). La pregunta urticante, hecha por un clebre gaucho cordobs llamado Manuel Alfonso

    (Chailao), antiguo morador de la frontera de ro Cuarto, dej ofuscado al coronel Mansilla y mostr la

    fragilidad de las polticas de pacificacin nacional:

    De todos modos, la estrategia de la poltica indigenista nacional en aos previos a su afn de

    supresin de la autonoma indgena, articulaba una geopoltica de conquista militar, comercio y escritura

    sobre las fronteras del siglo XIX. Como asegura Vezub () La praxis de la escritura contribuy al

    ordenamiento y al disciplinamiento de las elites de las tolderas (2009a:45). Sin embargo, termin por

    imponerse la primera de las metodologas, la conquista como la solucin final al problema indgena, que

    privilegi la tierra y el ganado, destinndolos a un proyecto poltico y econmico concreto: Orden y

    Progreso. No obstante, la tierra y el ganado deban tener un tratamiento especfico. Ese proyecto impona

    que la tierra deba ser incorporada sin su poblacin nativa, y por tanto justificaba su etnocidio y sustitucin

    por poblacin europea, sin considerar el complejo y segmental mundo indgena largo tiempo consolidado.

    11 Vase nota 17 (Vezub, 2009a:45-46).

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    Esta victoria puso fin a las histricas relaciones fronterizas, e inici una literaturizacin de la frontera en

    formatos cientficos y militares, bajo el predominio de la pica de la Conquista del Desierto. lvaro

    Barros, Estanislao Zeballos, Francisco Pascasio Moreno, Manuel Olascoaga, Conrado Villegas y Julio

    Argentino Roca, fueron los ms conspicuos hacedores de este proceso. Fue la historicidad del viaje y la

    escritura de la excursin a los indios Ranqueles, realizada por el coronel Mansilla, la que tension el discurso

    triunfal de aquella conquista.

    Existe abundante material bibliogrfico referido a los antecedentes de la vida poltica y literaria de

    Mansilla (Ramos, 1996; Stern, 1985; Iglesia, 2002; Sorin, 2000; Bibb, 2004). Algunos son relatos de cuo

    pico castrense, memorialista o indigenista, con descripciones parciales del universo de la frontera donde

    este actu. (Racedo, 1881; Baigorria, 1977; Fernndez, 1998). Otros, vinculados a su estada e itinerario en

    la frontera cordobesa-puntana, resultan ms escasos y fragmentarios. De todos modos, al corroborar que son

    diversas e intensas las relaciones sociales y polticas que se producen en la frontera desde el siglo XVI al

    XIX, intentaremos esbozar algunas de ellas, en lnea con la mirada crtica de David Vias. Asimismo,

    visualizaremos algunos momentos de su produccin vinculada con la conquista territorial y narrativa, de la

    que la excursin del coronel argentino hacia los toldos ranquelinos, fechada en abril de 1870, es un ejemplo.

    Son amplias las aproximaciones a Mansilla y su obra mxima. Los tratamientos desde perspectivas

    literarias, antropolgicas e histricas, dan cuenta de una riqueza singular. Por esto mismo, las intervenciones

    son desiguales en su utilizacin. Algunos enfatizan en los aspectos biogrficos del autor, diferencindolos de

    la obra como registro etnogrfico o histrico.

    Para este propsito, es significativa la contribucin de David Vias en su obra Indios, ejrcito y

    frontera, especialmente por las nociones en las que hace coincidir la textualidad de los relatos y testimonios,

    con los territorios limtrofes involucrados en la frontera. Tal coincidencia deja definida la frontera norte y sur

    de la Argirpolis rioplatense, en su expansin nacional: Pampa y Chaco () eran los lmites reales donde

    necesitaba asentarse la civilizacin; esto es, el mercado nacional entendido como espacio fluido ya

    diagramado (2003:128). Los testimonios epistolares de carcter oficial, enviados por Bartolom Mitre al

    cacique Calfucur, fechados en Monte Chilu el 8 marzo de 1863 en el sur bonaerense, y la presencia del

    colono pionero-militar en la colonizacin del Chaco, proyectan instalaciones en Sunchales, Tostado y

    Zapallar como vanguardias de choque a la barbarie indgena. Son las fisonomas sociales del cuerpo

    geogrfico de la frontera en su tensin con la civilizacin.

    Por aadidura y en trminos particulares, Vias rescata a Una excursin a los indios ranqueles y a su

    autor, de la exaltacin acrtica del () discurso literario administrativo de la Argentina () como

    paradigma de relato sobre los indios en el momento previo a la culminacin de la campaa de Roca (),

    [que] paralelamente, ha diluido los elementos histricos del texto as como los rasgos ms heterodoxos del

    propio autor (2003:159). En este ejercicio viesco de desclasificacin del canon literario argentino, Josefina

    Ludmer interviene redoblando la apuesta, al identificar la operacin administrativo literaria realizada por

    () la modernizacin de 1880 (que) obliga a la adopcin, por parte del estado, de una cultura nacional

    (obliga a la nacionalizacin de una literatura y la literaturizacin de la nacin) porque la nacionalidad es

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    requisito para funcionar como `un sujeto en el nuevo orden mundial moderno (1999:43. Destacado en el

    original).

    De este modo, el repensar el canon literario nacional desclasificando y reclasificando a esta obra-; y

    el desnaturalizar la concepcin del sujeto histrico nacional que representa, nos habilita y abre las

    condiciones de historicidad para comprender los reposicionamientos de Mansilla y su viaje. En conexin con

    esto, la literaturizacin de las historias y la historicidad de la literatura, sern la apuesta metodolgica de esta

    tesis, en correspondencia con los propsitos de hallazgo, constitucin y visibilidad del archivo mansillesco-

    ranquelino que se ensaya.

    Acotada a este recorte histrico y literario, la investigacin de Axel Lazzari es sustanciosa, en tanto

    examina el entrecruzamiento estratgico de diversos rdenes discursivos que interpelan las relaciones

    sociales de la frontera; y a su vez coteja el relato de Mansilla con las memorias del padre Burela y el fraile

    Marcos Donatti. Este ejercicio demuestra las fluidas relaciones entre las parcialidades ranquelinas y las

    autoridades militares y religiosas del sur de Crdoba, en sus intentos poltico- estratgicos de defender su

    existencia soberana.

    En este entrecruzamiento poltico estratgico de la frontera, propio del contacto entre ranqueles y

    autoridades criollas, se sita el viaje nacional realizado por la escritura de Mansilla en su excursin a los

    toldos: () flaneur de las pampas y observador estudioso, Mansilla en el entramado de distancias y

    oposiciones que median en y entre esos pasajes, prepara el terreno de su escritura, excurso-excusa para la (re-

    ) construccin de un escenario y un sujeto poltico-culturales (Andermann, 2000:110-111). La relacin entre

    viaje, escritura y nacin, no ofrece solo un relato lineal de los acontecimientos en la frontera, construido

    desde el discurso civilizador hegemnico sarmientito. Por el contrario, se busca escribir desde las

    contradicciones y complejidades de componentes sustanciales a la temtica de la cuestin indgena y los

    territorios que controlan. El viaje de Mansilla transcurre en el tiempo poltico nacional del debate territorial.

    En este sentido, De Oto -citando a Stewart- en su nocin de viaje de la escritura, expresa que () el viaje es

    una forma de escritura y la escritura una forma de viaje. El viaje, como la transversal de un espacio, que

    evoca nociones impulsadas por el deseo y el movimiento de un cuerpo a travs de un paisaje que es

    convocado para significar (1998:44. Destacado en el original). Andermann refuerza la idea de que () la

    literatura de viaje genera estructuras de actitud y referencia que abarcan no solo a las imaginaciones

    hegemnicas de lo nacional sino tambin sus reelaboraciones en funcin de autorizar subjetividades

    alternativas (2000: 106).

    De este modo se deslindan en el viaje poltico de Mansilla, dos aristas punzantes del mismo ariete: la

    confrontacin poltico-cultural con la escritura y el Estado sarmientino; y el rediseo de las alianzas polticas

    con las jefaturas ranquelinas.

    () Esa reconquista de un lugar poltico a travs del doble viaje en el espacio [territorio] y la

    escritura a la otredad, es lo que vuelve, desfigurado por lo grotesco, en los sueos imperiales de

    Mansilla donde, convertido en Lucius Victorius Imperator, emperador de los ranqueles (), se lanza

    a la conquista de la civilizacin decrpita (Andermann, 2000: 116).

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    Sin escatimar autocomplacencia, Mansilla expresa: () ms grandes somos por nuestros arranques

    geniales, que por nuestras combinaciones fras y reflexivas (2006: 162). Son varios los autores que sealan

    los desencuentros entre Mansilla y Sarmiento, Axel Lazzari (1996), Jens Andermann (2000), Julio Bois-

    Caillet12

    Walter Delrio expresa que durante la dcada de 1870, se realizaron tres tratados entre el Estado

    argentino y las tribus ranquelinas: 1870, 1872 y 1878. En 1865 se haba celebrado un tratado con dichos

    grupos con el objeto de separarlos de los levantamientos montoneros. En l se invitaba a los ranqueles a

    formar parte de la poblacin argentina, mientras que se les exiga la entrega de los refugiados pertenecientes

    a las montoneras del Chacho Pealoza. En 1870, el motivo pasaba por evitar una potencial alianza entre los

    ranqueles y los salineros, como tambin por el objetivo de que los primeros reconociesen la soberana

    territorial de la nacin. El negociador encargado fue precisamente Mansilla (Delrio, 2005:56-57).

    , Andrea Cobas Carral (2005), entre otros. Por otro lado, sobre la construccin de un sujeto poltico-

    cultural para el rediseo de la poltica de alianzas en la frontera, hay varias iniciativas que quisiramos

    profundizar.

    () Las paces estaban definitivamente hechas. El sufragio popular les haba puesto su sello

    soberano en la junta. Las sospechas haban desaparecido. Yo era mirado ya como un indio.

    Numerosas visitas llegaban a saludarme. El viento de Leubuc me era favorable. (Mansilla 2006:

    317).

    A diferencia del grueso de los textos que venimos tratando, ubicados dentro de la crtica literaria y

    los estudios culturales y que al ponerlos en dialogo con distintas tradiciones tericas y epistemolgicas,

    enriquece el propsito de tramarlos en un objeto de estudio comn- Miguel A. Palermo13 enuncia sus

    planteamientos desde la historia y la antropologa de Pampa, destacando que la posicin personal de

    Mansilla, a diferencia de otros partidarios de una poltica agresiva o directamente del exterminio de los

    indgenas, lo llevaba a una posicin ms negociadora, heredada seguramente de su origen federal. En este

    sentido, esas pesquisas nos habilitan para inquietarnos sobre la razn por la cual Mansilla celebr un tratado

    de paz el 5 de febrero de 1870 con los ranqueles en Ro Cuarto, y meses despus se intern en la pampa

    haciendo su viaje hacia los toldos ranquelinos. Mansilla corrobor y afianz la confianza en la firma del

    tratado de paz como si de una empresa personal se tratase, sin esperar la autorizacin previa del presidente de

    la nacin, Domingo Faustino Sarmiento. Posteriormente public todas aquellas vicisitudes y modificaciones

    al tratado de paz de febrero, en el diario La Tribuna de Buenos Aires. Desde estas perspectivas, Julio Caillet-

    Bois14

    12 Ver Prlogo. Una excursin a los indios ranqueles. Emec. Buenos Aires. 2007.

    enriquece esas discrepancias, al afirmar que a las dscolas acciones de Mansilla, el primer mandatario

    nacional las reconoce como pertenecientes a () un coronel o un negociador de pluma y espada, ya que

    son anomalas que solo se ven entre nosotros, y le llamaba la atencin por la publicidad que le haba dado al

    asunto, dando consejos y opiniones al gobierno por la prensa (2007:516). De este modo, los aportes

    13 Ver Prlogo. Una excursin a los indios ranqueles. Centro Editor de Amrica Latina. Buenos Aires. 1980. 14 Ver Prlogo. Una excursin a los indios ranqueles. Emec. Buenos Aires. 2007.

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    brindados por Caillet-Bois desde los estudios literarios, indican que tanto las anomalas como la

    publicidad que se le haba dado al asunto, son los sntomas de las relaciones polticas complejas que se

    generan en la frontera de la nacin, y las discrepancias estratgicas en el seno de dirigencia poltica nacional.

    En este sentido, debemos internarnos a comprender las lgicas de las alianzas polticas en la

    frontera, al responder al interrogante de Mansilla: () la paz y la guerra, no se resuelven as? (315). Esta

    afirmacin puede recoger toda la certidumbre de haber logrado plenamente los objetivos de la negociacin.

    No obstante, tal expresin solo hace constatar los fines hegemnicos de Mansilla al darle un carcter

    inclusivo al problema de la cuestin indgena, ya que intenta demostrar la similitud existente entre el

    parlamento argentino y la junta ranquelina. De todos modos, lo que est en juego en las negociaciones de

    abril de 1870, son dos nociones polticas distintas: la razn de Estado y la lgica mantica de las alianzas,

    aun imbricadas en sus relaciones fronterizas. De este modo el interrogante mansillesco por la resolucin de la

    paz y la guerra, nos introduce a las operaciones y dispositivos de poder al interior de las negociaciones del

    tratado de paz, entre las jefaturas ranquelinas y la autoridad argentina.

    Ahora bien, desde nuestra perspectiva terico-metodolgica, buscaremos justificar el desplazamiento

    de las nociones de viaje, escritura y nacin, hasta su condensacin en los criterios de registros que conforman

    los problemas del archivo, tanto ranquelino como mansillesco. En este sentido, De Oto expresa para la regin

    del este de frica en el siglo XIX:

    () Cuando Richard F. Burton se siente en casa dentro del espacio y la temporalidad musulmanas,

    est dando cuenta de este problema. ste es el momento en el que las miradas dualistas se desplazan

    para dar lugar a las miradas intersectadas por distintos registros. Tal situacin, a mi juicio, no es de

    menor importancia si retomamos el problema de la inmunidad y los contextos polticos que de esta

    idea se desprenden. La idea de las intersecciones se dirige exactamente al corazn de los mbitos

    inmunes y define con mayor claridad lo complejo de las situaciones donde se producen

    enfrentamientos, tensiones y cruces culturales. Al mismo tiempo, esta idea sita a la escritura en un

    registro menos cerrado en la medida en que le restituye la posibilidad de no ser siempre un

    dispositivo de dominacin y control (1998: 53-54).

    Estas miradas temporales y espaciales intersectadas por distintos registros, conforman los archivos

    que se analizarn. Gonzlez Echeverra, desde otra perspectiva, afirma que stos cumplen la funcin de

    depsito en el atesoramiento y la acumulacin de documentos. En ltima instancia:

    () El archivo es un mito de mitos () [que] confieren a la figura del Archivo un poder arcano que

    es claramente originario e imposible de expresar, un secreto alojado en la expresin misma del

    Archivo, no separado de l y, por ello, imposible de volverse totalmente discursivo (1998: 239-

    240).

    De este modo, gracias a las caractersticas constitutivas abiertas por las miradas intersectadas de los

    registros definidos por el viaje, en contraste con una condicin cerrada y arcana del archivo, se justifica la

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    prctica historiogrfica en su enlace y reconexin de restos invisibilizados por el archivo histrico. En este

    sentido, De Oto expresa:

    () que dichos hiatos son los puntos de entrada a otras narrativas histricas que se enlazan con la

    produccin de la diferencia desde la subalternidad y con experiencias de supervivencia no

    registradas por el archivo histrico, pero que parecen articular prcticas inscriptas de manera

    ambivalente (Vernik, 2004:49).

    Es necesario adquirir herramientas tericas tiles para narrativas no incluidas en el archivo histrico,

    que fundamenten un nuevo concepto de escritura (en el sentido ms amplio del trmino), y que funcionen

    para el principio del juego formal de diferencias otorgadas por el registro del viaje. Retomamos entonces los

    conceptos de Jacques Derrida, quien deconstruye la concepcin representativista de la escritura (lengua y

    escritura como dos sistemas de signos distintos), ntimamente ligada a la prctica de la escritura fontico-

    alfabtica. Considera que no se debe privilegiar una sustancia fnica (temporal) excluyendo a la de sustancia

    grfica (espacial), sino involucrar todo proceso de significacin de trazas (2002:25-26). La autonoma e

    interseccin de trazas o diferencias definen la archi-escritura15

    Imbricado con lo anterior, los aportes respectivos desde la antropologa y la historia elaborados por

    Andr Menard y Julio Vezub, nos conectan directamente con los antecedentes de la problemtica del archivo

    y su historicidad en las sociedades mapuche-tehuelches del siglo XIX. Ambos autores dotan a sus

    respectivos corpus documentales -en contra de aquella supuesta falta o escasez de escritura y escritos

    indgenas- del despliegue de un sentido amplio de textualidad. Utilizan para esto la herramienta terica de la

    deconstruccin, en oposicin a la clasificatoria divisin entre escritura-oralidad. Estos autores llevan hasta el

    lmite la escritura en su sentido ms amplio, al interior mismo del lenguaje y su articulacin con

    heterogneos soportes y formas de registro.

    , nocin esencial que conceptualiza y alberga

    los registros del juego bizarro de las diferencias al interior de las relaciones polticas y sociales en la frontera

    cordobesa-ranquelina, registros de los cuales se conforma el archivo mansillesco-ranquelino.

    De este modo, y en correspondencia con la problemtica de la escritura de las articulaciones

    heterogneas, las investigaciones mapuchelgicas realizadas por Andr Menard para la regin de la

    Araucana del siglo XIX, han demostrado que la naturaleza del archivo mapuche la constituyen los nexos

    entre las nociones de registro y potencia mantica. La ecuacin menardiana se explicita expresando que toda

    escritura implica una poltica del registro, y todo acto poltico constituye una forma de registro. Este autor

    afirma que el archivo mapuche funciona como un archivo en el que se registra una serie de devenires y

    alianzas, y por lo tanto como una fuente de man mgico y poltico. (2010 a). Hay una atribucin mgica y

    poltica del man, originado en el carcter diferencial de la cosa misma: voces, cosas, nombres, etctera. Es

    el momento donde el man, como potencia o eficacia de la cosa misma, aunque separado de la cosa, est

    15 Jacques Derrida, desde su perspectiva deconstructivista, muestra los mltiples estratos de sentido en que trabaja el lenguaje. Tomada de una cadena de trminos significantes, acua la nocin de differance. Esta remite al movimiento que consiste en diferir la presencia de la representacin del signo. El movimiento, como tal, produce los diferentes, en tanto diferencia. Es la raz comn de todas las oposiciones de conceptos que escanden nuestro lenguaje. (2002:13-14).

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    presente en las alianzas polticas realizadas ante potenciales alteridades, adversarios o enemigos, que se

    instituyen por medio de las prcticas del don-contra don y la venganza; como tambin por la costumbre del

    Laku o acto de donacin del nombre propio (Menard, 2010a). De esta manera, las escrituras de articulaciones

    heterogneas registradas por diversas formas y objetos de intercambio -uniformes, cartas, raciones,

    fotografas, nombres propios, etctera-, proporcionadas por aquellas prcticas, inscriben el registro y archivo

    de una alianza en tanto acontecimiento histrico y poltico.

    De igual modo, equiparado para la regin del norte de Patagonia, en continuidad territorial entre la

    regin de la Araucana y la Pampa central, Vezub realiza su investigacin sobre el corpus mapuche-

    tehuelche hacia mediados del siglo XIX, interrogndose sobre la propia prctica historiogrfica en relacin a

    las cartas de los caciques mapuche:

    () Qu clase de engendro emprico producimos para narrar la historia que se encuentra en este

    libro? Qu metodologa legitima manipular documentacin, o nominar un corpus de una manera

    diferente a la clasificacin instituida por los archivos? Simplemente proponemos un nuevo

    ordenamiento, conforme a nuevos criterios, generados en torno al reconocimiento de la historicidad

    de las sociedades indgenas (2010a: 40).

    Este ejercicio de desclasificacin de los conjuntos documentales de archivos y repositorios

    tradicionales, otorga estatuto a la creacin de la Secretaria de Valentn Saygueque, en tanto corpus

    documental disperso, sin entidad oficial reconocida por la lgica del archivo nacional. La captura,

    confiscacin y ocultamiento de la correspondencia y documentacin manzanera bajo un legajo del Archivo

    General de la Nacin, eran los sntomas de la oclusin de un proyecto inclusivo (2009: 41). En este sentido,

    el reordenamiento y adecuacin a su lazo de gestin original se corresponden con los principios de

    produccin de esos documentos emanados por la pluma de los secretarios del cacique Valentn Saygueque.

    La redaccin y acopio de documentos, cartas y papeles se encontraban ntimamente ligados a la poltica,

    comercio y escritura, un trptico complementario en las fronteras del siglo XIX (2009: 45). La parte

    fundamental de las cartas trataba precisamente de la administracin, la poltica y los problemas puntuales del

    sistema de racionamiento. Es decir, como expresa Vezub, el xito de la poltica de las raciones explica la

    proliferacin de cartas, pero el xito de la poltica de las cartas explica tambin la proliferacin de las

    raciones que las autoridades bonaerenses y argentinas suministraban a los caciques norpatagnicos (2009:

    67).

    En sincrona con algunas de aquellas prcticas de escritura en las regiones de la Araucana y el Pas

    de Las Manzanas, creemos que stas son extensibles sobre la base del mapudungun como lengua franca en

    territorio ranquel, al visualizar y reordenar el testimonio del coronel Mansilla en su excursin, para la

    conformacin bsica de un archivo mansillesco-ranquelino.

    En conclusin, el abastecimiento de estos recursos tericos, metodolgicos y antecedentes histricos

    que se presentaron, implica dar estatuto a nuevos tipos de archivos emanados del reconocimiento de la

    produccin misma de sus protagonistas, encaminados a orientar y reforzar las inquietudes que sobrevuelan al

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    archivo mansillesco-ranquelino en construccin. Nuestro estudio de caso especfico -la poltica y el corpus

    de la parcialidad ranquelina-, presenta una serie de claves para la comprensin de estos problemas.

    2.2. Objetivos e hiptesis sobre la disyuncin temporal de la frontera y los archivos () Lo que faltaba averiguar era si Macas pona lo que le mandaba o no; si las

    contradicciones entre lo que me escriban y me decan, no era gramtica parda, (o)

    diplomacia ranquelina. El tiempo, inicindome en las cosas de Leubuc, me aclar el

    misterio de todo (Mansilla, 2006:320).

    La dcada de 1870 muestra el apogeo pero tambin la paulatina desarticulacin de la sociedad de

    frontera. En esta suerte de bisagra cronolgica, la utilizacin de la variable temporal se nutre directamente de

    la condensacin de tres dimensiones distintas.

    En primer trmino, el tiempo recorrido por los itinerarios personales y geogrficos realizados por

    Lucio Mansilla, entre el fuerte Sarmiento y Leubuc en un primer tramo y entre esta toldera y Villa

    Mercedes, su culminacin. Cabalgata recorrida por la marcha exploratoria, siempre intervenida por las

    condiciones logsticas de abastecimiento brindado por el monte pampeano, y por los retenes y requisitoria de

    la diplomacia ranquelina (se adjunta mapa en el Anexo). El tiempo subsumido a las variaciones de velocidad

    de marcha, estaba marcado y dotado por los diversos momentos de movimiento y reposo determinado por la

    logstica y la diplomacia:

    () La parada no se efectu nicamente por alterar la monotona de la marcha; por hacer descansar

    los caballos. La diplomacia tuvo en ello gran parte. Yo tena motivos para retardar mi arribo a la

    Verde, en donde no quera detenerme, sino encontrarme, en todo caso, con el capitn Rivadavia, o

    con algn embajador de Mariano Rosas. Cuando despus de haber medido las distancias con el

    comps de la imaginacin, el reloj me dijo que era hora de proseguir la marcha, mand poner los

    frenos y cinchar (Mansilla, 2006: 378).

    Al parecer, la excursin a las tierras ranquelinas alter la forma de medicin del tiempo, pero

    tambin la percepcin del mismo reloj de bolsillo de Mansilla, sustituyndolo por otro instrumento menos

    racional pero ms subjetivo y eficaz a las necesidades de supervivencia en las pampas. Esta sustitucin fue

    sugerida por el cacique Mariano Rosas:

    () Saqu el reloj, y hacindoselo ver a Mariano, dije: las cuatro. El indio lo mir, como dndome

    a entender que estaba familiarizado con el objeto y me dijo: -Muy bueno, yo tengo uno de plata. Pero

    no lo uso. Aqu no hay necesidad. -Es verdad- le contest (Mansilla, 2006:205).

    En segundo trmino, nos encontramos con el tiempo de la narracin. En esta se ofrecen

    desplazamientos temporales de carcter alegrico, onrico e imaginario, pero que tienden a sentidos ms

    estabilizados de la representacin de un tiempo homogneo. El mismo Mansilla, en respuesta a su propia

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    pregunta, por qu se viaja?, afirma: () todos los que viajan ponderan alguna maravilla, la que ms ha

    llamado su atencin, o tienen alguna ancdota favorita, algo que contar (Mansilla 2006:53. Destacado en el

    original). Otro viajero contemporneo a l, el britnico Richard Burton, comenta en ocasin de su encuentro

    en Buenos Aires con el presidente argentino en mando: es l () quien me obsequi un ejemplar de su libro

    con la simptica inscripcin: Au Capitaine Burton, voyageur en route; D.F. Sarmiento, voyageur en repos. Y

    quien me permiti que en agradecimiento por su amabilidad yo le dedicara estas pginas (Burton, 1998:

    238). Insina de algn modo el viaje de la escritura y sus vinculaciones con las esferas del poder poltico. No

    se duda del carcter de viajeros de Mansilla, Sarmiento y Burton, sino que parece que el algo que contar se

    nutre ms del movimiento del viajero en camino, que de aquel otro que se ha quedado ocupado de la

    administracin poltica del Estado y las rencillas intraoligrquicas. Interesa el tiempo poltico imperial o

    nacional narrado por el viaje, porque es el que vehiculiza la reescritura del tiempo nacional en los bordes del

    reposo de las representaciones homogneas del Estado.

    Finalmente, el tiempo disyuntivo de la frontera estara caracterizado por la dispersin de las

    relaciones hacia el interior de la Tierra Adentro. La movilizacin colectiva y segmental estaba asentada en la

    relacin toldo-maln. Circunscripta a una territorializacin de los recursos de tierras y ganados, esenciales

    para la subsistencia, generaba un tiempo heterogneo, disyuntivo y diferencial, en oposicin a la

    temporalidad estatizante de la nacin, en el contexto del capitalismo finisecular en progreso.

    Se propone entonces la articulacin de una cronologa desde el interior denso de la sociedad de

    frontera, sin subordinarla a las periodizaciones estancas que han sido establecidas por la historiografa

    clsica, en sus versiones de cuo estatal argentino o chileno (Vezub, 2009b:34). Emprendemos el examen del

    problema de la temporalidad histrica. Esto formula De Oto cuando expresa:

    () all es por donde el relato colonial tramado en el discurso de la nacin, y desplegado en el

    historiogrfico, prepara una idea de tiempo homogneo y simultneo que se encuentra desplazado,

    dislocado (deshabitado?) de los modos en que se despliega en las prcticas (2004:45).

    Por esa razn, las narraciones establecidas por Mansilla insinan restos de prcticas constituidas en

    el orden de la contingencia, que desde su opacidad y en su liminaridad con la nacin, producen otros sentidos

    como puntos de fuga hacia otras narrativas posibles. Entendiendo el resto como producto del corte y su

    necesario vnculo, genera en la frontera una lgica del agenciamiento toldo-maln-autoridad ranquel y

    argentina.

    El tiempo heterogneo de la sociedad de frontera es el espacio real de las relaciones sociales, que en

    su carcter de prcticas dispersas o no disciplinadas, definen su modo de subsistencia vinculado a la tierra, al

    ganado, la toldera y el maln. Este es un mundo hbrido y complejo, que simultneo y resistente a las

    pedagogas nacionalistas ms homogneas, es habitado por personajes y comunidades no admitidos en el

    archivo estatal, pero que ofrecen narrativas de historicidad con demandas polticamente movilizadas. En este

    sentido, Vezub seala para los amanuenses de la Gobernacin Indgena de Las Manzanas, que:

    () la sistematicidad con la cual se fechaba cada carta emitida por la Secretara de Valentn

    Saygueque evidencia que el ncleo de escribas estaba muy atento al devenir de los das conforme al

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    calendario gregoriano. Ms all de la coexistencia y la superposicin de temporalidades, la

    penetracin de misioneros, soldados y mercaderas hizo que desde el siglo XVIII fuesen cada vez

    ms escasas las sociedades por fuera del tiempo y la historia occidentales (2010b: 63).

    A estas prcticas ambivalentes y ambiguas de tiempo disyuntivo, podramos aadirles (reforzando el

    carcter endgeno de la temporalidad fronteriza, vinculado a las condiciones de posibilidad del archivo

    ranquel), () que su historicidad no (es) reducida al de una conciencia histrica y su rol como definidora de

    un sujeto, ya que si existe una conciencia, sta sera la del registro, y no solamente en el sentido de alguien

    consciente del acto de registrar, sino que en el sentido del registro como nica manifestacin de lo que

    podemos llamar una conciencia (Menard, 2010b:159).

    De este modo, la escritura mansillesco-ranquelina implica a su vez una poltica del registro que se

    despliega sobre temporalidades discontinuas, habilita a entender la escritura como acto poltico, y a su vez

    nos remite a una forma de registro (Menard, 2010b). Encontramos as las caractersticas del archivo,

    constituido de manera diferenciada en relacin con el tiempo, el saber y el poder.

    Si aceptamos estas premisas como viables, tambin debemos hacerlas corresponder y traccionar con

    la pregunta problematizadora del comienzo: es posible la Nacin sin genocidio? O es posible la

    nacionalizacin de la Barbarie? Problema central que atraviesa y organiza las discusiones sobre la cuestin

    indgena.

    Al indagar en estos interrogantes, podemos establecer algunos objetivos de estudio a desarrollar:

    Demostrar que las nociones de archivo, abastecidas por el propio viaje nacional de Lucio Mansilla a

    Tierra Adentro, revelan la naturaleza del archivo ranquel y las caractersticas del archivo estatal republicano.

    Indicar que tal viaje, impulsado por la iniciativa personal de Lucio Mansilla de visitar Leubuc; y la

    casi inmediata publicacin diaria de su excursin en La Tribuna de Buenos Aires, desde el 20 de mayo hasta

    el 7 de septiembre de 1870, revela la persistencia y traccin de prcticas y decisiones polticas en espacios

    liminares y descentrados de la nacin, en procesos de captura y unificacin por el Estado liberal desde 1862.

    Proponer que desde estos desplazamientos, la dislocacin escritural y el descentramiento nacional,

    Mansilla imagina una civilizacin clemente destinada a la poblacin ranquelina al interior de una particular

    hegemona argentina.

    Plantear que al momento de su visita de dieciocho das como coronel del ejrcito argentino

    acompaado de una escolta poco numerosa a tierras ranquelinas, Mansilla era consciente de la paridad en la

    relacin de fuerzas entre la confederacin ranquelina y las autoridades nacionales argentinas. sta era la

    condicin existente en los das de negociacin poltica del tratado de paz con los principales caciques

    ranquelinos. En estas circunstancias, Mansilla descifr las tareas y usos polticos del contagio mantico o de

    las representaciones intercambiadas que se producen y que sostienen la geopoltica brbara, intacta en su

    soberana de heterogeneidad poltica y territorial, su mquina y archivo.

    Por ltimo, diremos que, desde estas apreciaciones, Mansilla encara ante una demandante y

    tumultuosa junta ranquelina, la exposicin y argumentos por la forma y cantidad de raciones que entregara

    el gobierno nacional para el mantenimiento de las paces, ante el advertido adelanto de la nueva lnea de

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    frontera nacional. Esa lnea llegaba ahora hasta el ro Quinto (Fuerte Sarmiento y Tres de Febrero),

    abarcando territorios recientemente aadidos en cumplimiento al plan nacional ejecutado por el mismo

    Mansilla, en julio de 1869. En este escenario de tenso clima de negociacin y de sospechas mutuas, se

    ambienta la junta grande que da cierre al tratado de paz, donde el registro de los nombres o los nombres del

    registro, son las formas reales en las que se discuten las paces de Leubuc y las garantas de entrega de las

    raciones.

    Es decir, en el marco de temporalidades discontinuas, ambivalentes y antagnicas, explicaremos

    cmo aparecen las originales maneras que el registro contractual republicano mansillesco, y el registro

    mantico de alianzas ranquelino ponen en juego. Lo hacen tocando temas de alta tensin y proyeccin

    poltica, como la entrega de raciones por parte del gobierno, a cambio de la entrada y concesin a territorios

    entre el ro Quinto y Cuarto de la pampa central al progreso y a la civilizacin. Finalmente, las propias

    argumentaciones de Mansilla sobre el funcionamiento y la eficacia de la complicada maquinaria contractual

    republicana -defendida vehementemente en medio del parlamento ranquel- fueron luego negadas y

    reformuladas en su propia imaginacin poltica y nueva gramtica de la cultura nacional, por una bizarra

    confederacin de epifanas rosistas, salineras y ranquelinas. Onrica alianza poltica que lo llevara desde el

    recinto vedado de Leubuc a la primera magistratura presidencial en Buenos Aires, bajo el ttulo de Lucius

    Victorius Imperator. Su tesis no parece descabellada, si pensamos que diez aos despus Julio Argentino

    Roca llegara a la presidencia con la anexin de la totalidad de los territorios pampeanos y patagnicos,

    aunque con una alianza poltica excluyente de los grandes cacicatos y la aniquilacin de las soberanas

    indgenas.

  • Corpus. Archivos virtuales de la alteridad americana, Vol. 2, N 1, 1er semestre 2012, ISSN 1853-8037, URL: http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/corpus

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    Segunda parte

    3. Escritura dislocada: viaje nacional y civilizacin clemente a Tierra Adentro

    () Como Gulliver, en su viaje a Lilliput, yo he visto al mundo tal cual es en mi

    viaje a los ranqueles. Somos unos pobres diablos. Los enanos nos dan la medida de los

    gigantes y los brbaros la medida de la civilizacin (Mansilla, 2006: 316).

    Llegada la hora de pernoctar, la expedicin comandada por el coronel Mansilla se detuvo en las

    cercanas de los albardones de Coli-Mula, lugar dispuesto para una fascinante y aguda reflexin sobre los

    objetivos de la civilizacin y la poltica nacional argentina, como reflejos de una modernidad en danza. No

    obstante, la llegada de Mansilla a las puertas de entrada a Tierra Adentro, fue tambin el inicio de una lenta

    pero visible prdida de extraamiento de aquel desconocido mundo ranquel, con el que tiene que renegociar

    un tratado de paz.16

    () los modos de participacin poltica caractersticos de la Repblica de la Opinin, incluyeron

    prcticas y actores profundamente heterogneos, que permitieron dar vida a un consenso considerado

    indispensable por los actores polticos () producto de la integracin entre formas institucionales

    tradicionales y prcticas participativas informales, el nuevo rgimen poltico fue generoso en sus

    contradicciones a cada paso, lo formal y lo informal, lo material y lo simblico dejaban sus huellas

    en los comportamientos pblicos, componiendo un juego en el cual la puesta en escena adquiri un

    carcter determinante (2006:250).

    Esa prdida insina, por el contrario, las fisuras y grietas de una modernidad en creciente

    vigor, cuya versin rioplatense encarnada en su elite centralista -de la que el mismo Mansilla era parte- se

    abalanzaba con objetivos de expansin sobre sus adyacentes y promisorias fronteras territoriales. Llegado a

    este punto, la narracin de Una Excursin revela simultneamente dos dimensiones importantes. Por un

    lado, las intenciones y discusiones al interior del turbulento orden de legitimacin en la Repblica de la

    Opinin, establecida en el seno de las clases letradas y polticas de la nacin. Por el otro, los trazos ms

    legibles del archivo ranquel, que se muestran en los intersticios y opacidades discursivas descriptas por

    Mansilla. En cuanto a la primera de stas, la idea est presente en Alberto Lettieri, cuando expresa:

    No obstante, aqu nos interesan los efectos de verdad que produce la pgina escrita en la

    proliferacin y desarrollo de