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MEDIACIONES FRATERNAS EN LA CRIANZA DE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS DE PRIMERA INFANCIA DEL PROGRAMA DE ATENCIÓN INTEGRAL DE LA FUNDACIÓN LAS GOLONDRINAS, UBICADO EN EL BARRIO CAICEDO, VILLA LILIA EN LA COMUNA 8 DE MEDELLÍN ALBA MERY BLANDÓN GIRALDO UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA SECCIONAL MEDELLÍN FACULTAD DE EDUCACIÓN MAESTRÍA EN EDUCACIÓN MEDELLIN 2015

MEDIACIONES FRATERNAS EN LA CRIANZA DE LOS NIÑOS Y …

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MEDIACIONES FRATERNAS EN LA CRIANZA DE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS DE

PRIMERA INFANCIA DEL PROGRAMA DE ATENCIÓN INTEGRAL DE LA

FUNDACIÓN LAS GOLONDRINAS, UBICADO EN EL BARRIO CAICEDO, VILLA

LILIA EN LA COMUNA 8 DE MEDELLÍN

ALBA MERY BLANDÓN GIRALDO

UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA SECCIONAL MEDELLÍN

FACULTAD DE EDUCACIÓN

MAESTRÍA EN EDUCACIÓN

MEDELLIN

2015

MEDIACIONES FRATERNAS EN LA CRIANZA DE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS DE

PRIMERA INFANCIA DEL PROGRAMA DE ATENCIÓN INTEGRAL DE LA

FUNDACIÓN LAS GOLONDRINAS, UBICADO EN EL BARRIO CAICEDO, VILLA

LILIA EN LA COMUNA 8 DE MEDELLÍN

ALBA MERY BLANDÓN GIRALDO

Tesis para optar al título de Magister en Educación

Asesor

Beatriz Elena Arias Vanegas, Ph.D. en Ciencias Sociales Niñez y Juventud

UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA SECCIONAL MEDELLÍN

FACULTAD DE EDUCAIÓN

MAESTRÍA EN EDUCACIÓN

MEDELLIN

2015

Nota de aceptación

__________________________

__________________________

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__________________________

__________________________

__________________________

Firma del jurado

__________________________

Firma del jurado

Medellín, 5 de junio de 2015

DEDICATORIA

A Emiliano, quien inició conmigo esta aventura… Además, con quien estoy

infinitamente agradecida por enseñarme a descubrir un nuevo mundo, una nueva

forma de entender la vida y de amar sin límites…

AGRADECIMIENTOS

A mi esposo por su entrega, paciencia, solidaridad y por los días y horas que hizo

de padre y madre para que yo pudiera terminar mi maestría. Te amo

inmensamente…

A mi asesora, la Doctora Beatriz Elena Arias Vanegas por ser mi ángel guardián,

por su confianza, su apoyo incondicional, por tantas enseñanzas y por

acompañarme en todo momento.

A la comunidad Afrodescendiente de la Colonia Esfuerzos de paz por abrirnos las

puertas de sus casas y de sus vidas, por acogernos y permitirnos conocer un poco

acerca de su riqueza ancestral.

A mis compañeros: Fray William, Víctor, Colombia, Marta, Angélica, Ana María,

Ángela y Laura por los encuentros pedagógicos, los aprendizajes compartidos y la

fraternidad.

CONTENIDO

1. A MODO DE NTRODUCCIÓN ............................................................................. 8

2. PROPÓSITOS ................................................................................................... 17

3. METODOLOGÍA................................................................................................................ 21

4. HALLAZGOS...................................................................................................................... 27

4.1. DEL GESTO A LA PALABRA…UNA TRAVESÍA MEDIADA POR EL

CUERPO ................................................................................................... 27

4.2. LA MEDIACIÓN DEL ADULTO: ENTRE LA CONSTRUCCIÓN DE LA

CONFIANZA BÁSICA Y LA RUPTURA DEL VÍNCULO ............................ 50

4.3. LA MIMESIS COMO MEDIACION ENTRE PARES Y ADULTOS ...... 62

4.5. ALTRUISMO: UNA SALIDA A LA DESCENTRACIÓN DE SÍ PARA

LLEGAR A LA SOLIDARIDAD EN LA COMUNIDAD ................................ 69

5. CONCLUSIONES GENERALES ....................................................................... 80

6. REFERENCIAS ................................................................................................. 85

7. ANEXOS ............................................................................................................ 87

8

1. A MODO DE INTRODUCCIÓN

Objeto y consideraciones preliminares del trabajo

El presente trabajo hace parte del macroproyecto “Prácticas de crianza escolares,

familiares y comunitarias: un diálogo de saberes con las familias de la Asociación

de Mujeres Afrodescendientes de Medellín (AMAM) y de la Fundación Golondrinas

de la comuna ocho”, adelantado por la Corporación Universitaria Lasallista con su

Grupo de Investigación Educación y Subjetividad (GIES) y el Grupo de

Investigación en Psicología Aplicada (GIPA); la Universidad de San Buenaventura

con su Grupo Interdisciplinario de Estudios Pedagógicos (GIDEP); y la Fundación

Golondrinas.

Por lo tanto, el asunto problémico que se pretende indagar a partir de la temática

del macroproyecto, está relacionado con las mediaciones fraternas de crianza que

tienen los niños y las niñas Afrodescendientes del Programa de Atención Integral

de la Fundación Las Golondrinas de la comuna 8 y su rol como mediadores en

dicho proceso, permitiendo el encuentro de sus pares con el mundo y su cultura.

Planteamiento del problema de investigación

Para este proyecto, se asume el siguiente concepto de crianza: “proceso a través

del cual la comunidad humana en un acto generoso y solidario, recibe, acoge y

ayuda al humano a hacerse humano” (Arias, 2014). Por lo tanto, para Arias (2014),

el proceso de criar va más allá de un asunto meramente asistencialista, donde un

nuevo ser recibe toda la protección y el cuidado necesario, mientras logra

adaptarse al nuevo medio.

De acuerdo con lo anterior, es importante retomar la antropología pedagógica, que

en su discurso sobre las concepciones acerca de la formación del hombre, plantea

9

que “todo esfuerzo de formación se desprende de una concepción antropológica

que, a su vez, implícitamente supone la condición formable, dúctil, o perfectible del

hombre”. (Piñeres, 2011). Entonces, la antropología pedagógica se relaciona con

la crianza en la medida en que ésta última, también supone todo un esfuerzo y

responsabilidad voluntaria de ayudar en la formación de las nuevas generaciones

para que logren el encuentro con sus mundos de la vida, su cultura y en sí, todo lo

que implica la vida en sociedad.

Ahora, la responsabilidad de acercar al nuevo ser humano al encuentro consigo

mismo, con su cultura y con la conciencia de lo humano; tradicionalmente, ha

estado mediada por la figura de un adulto o adultos significativos, que posibilitan,

dentro de muchos otros aspectos, el desarrollo social a través del proceso de

crianza. Ya que “entre adultos, esta interacción se da con facilidad y suavidad; por

el otro lado, al principio de la vida, la capacidad de ajustar la conducta propia con

la de la otra persona es aún muy limitada y cualquier coordinación que se dé debe

por consiguiente depender al principio de un adulto” (Schaffer, 2000, p. 134)

Sin embargo, la apropiación de la cultura a la cual pertenece un niño o niña,

también se puede lograr a través de las relaciones establecidas entre pares,

puesto que “a través de las experiencias directas y vicarias con los pares, los

niños adquieren importantes habilidades cognitivas, comportamentales y sociales

(Plazas, et al, 2010, p.358).

Por lo tanto, vale la pena aclarar que para los intereses de este trabajo, se resalta

el aprendizaje de las habilidades sociales, que según Schaffer (2000), tiene que

ver con la manera en que percibimos y nos hacemos representaciones mentales e

inferencias acerca de los demás. En este sentido, las mediaciones de crianza

entre pares, sin la intervención de un adulto sino de forma fraterna1, propician el

1 Para este trabajo, el concepto de “fraternas” se utiliza para referirse a las modalidades y vicisitudes de la relación entre pares.

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aprendizaje de las destrezas sociales. Es decir, el aprendizaje de las normas, los

hábitos, las prácticas, los valores y todo lo implica la vida en comunidad.

Entonces, por mediaciones de crianza entre pares, se entiende el proceso a partir

de cual un sujeto construye y adquiere las normas, las creencias, los valores y

todo lo que permite concebir la propia forma de ver el mundo, la vida, lo cotidiano;

a la vez que le facilitan la construcción de las relaciones sociales, todo lo anterior

sobre la base de las relaciones con sus pares y consigo mismo.

Por lo anterior, para hablar de las mediaciones de crianza entre pares en la

comuna ocho (8) de Medellín, es necesario hablar de mediaciones que permiten a

los niños y las niñas ser partícipes en la construcción de sus prácticas culturales,

las cuales hacen parte de su entorno social, para apropiarse de ellas y

reinterpretarlas. Y de esta manera, ser actores protagónicos en la producción y

reproducción de hábitos y normas propias de los diferentes ámbitos de la vida

cotidiana: la familia y la comunidad, logrando encarnarlos en su propia historia.

El concepto de mediaciones entre pares, entendido de esta manera, es un tanto

difícil de rastrear en investigaciones, debido a que se le ha acuñado un significado

relacionado con la solución de conflictos entre pares, o bien, a la mediación

descrita por Vigotsky en su zona de desarrollo potencial (ZDP), donde un par “más

capaz”, le ayuda a otro a acercarse a un nivel de aprendizaje más alto.

No obstante, se muestran a continuación algunos autores cuyos trabajos hacen

referencia a las características de las mediaciones entre pares. Sin embargo, se

utilizan otros términos y se resalta el rol del adulto más que el del niño o niña.

Schaffer (2000), en su libro Desarrollo Social resalta el término “interacciones”

como “la conducta de los individuos que participan en una actividad conjunta”,

además el autor resalta que “las interacciones sociales constituyen el principal

contexto en el que el niño se inicia a las maneras más maduras de pensamiento

11

habituales a cada sociedad, y el funcionamiento cognoscitivo puede crecer solo

bajo la guía de los adultos dispuestos a apoyar, dirigir y organizar las actividades

del niño de tal manera que este pueda participar de un modo cada vez más

complejo hasta que a la larga funcione de manera independiente”. (Schaffer, 2000,

p.290)

Ahora, Schaffer (2000), siguiendo a Brioso (2005), plantea que por medio de las

interacciones, los niños aprenden las normas de conducta, las actitudes, los

comportamientos esperados por la sociedad y las herramientas culturales

necesarias para adaptarse al escenario socio-cultural en el habitan.

Por otra parte, Schaffer (2000), propone también el concepto de socialización

entendido como “los procesos por medio de los cuales se transmiten las normas

de una sociedad específica, de una generación a la siguiente”, al igual que las

interacciones, la socialización es una tarea principalmente de los adultos, quienes

guían el proceso hasta que los infantes incorporen las normas y se comporten

acorde a las mismas en la sociedad. (Schaffer, 200, p.287)

Asimismo, Schaffer (2000) plantea que las características del desarrollo social en

edades tempranas, van desde regular los procesos biológicos de los niños y niñas

(por parte de los adultos), hasta desarrollar los medios verbales y simbólicos de

relación con los demás y la reflexión sobre los intercambios sociales.

De acuerdo con lo anterior, la importancia de las características sociales en este

trabajo, radica en que permiten comprender la manera como los niños y las niñas

entre los 3 meses y los 10 años de edad, interactúan para desarrollar las

destrezas sociales, especialmente las relacionadas con la regulación, entendida

según Dale (2011), como la capacidad de percibir, sentir y vivenciar el propio

estado afectivo, de manera que no nuble la forma de razonar y actuar.

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Ahora, el rol del adulto se resalta en la regulación de la conducta hasta que los

niños y las niñas aprenden a asumir la responsabilidad de sus actos, por lo que es

importante decir que las mediaciones de crianza entre iguales, generan el

establecimiento de normas, actitudes y comportamientos.

A razón de lo anterior, es importante mencionar que las mediaciones entre iguales

“dependen de las siguientes destrezas que se desarrollan durante los primeros

dos años de vida: (a) manejo de atención conjunta; (b) regulación emocional; (c)

inhibición de impulsos; (d) imitación de acciones de otros; (e) comprensión de

procesos causa –efecto; y (f) competencia lingüística. Los déficits en estas

destrezas pueden ser compensados por la interacción infantil con los pares que

también están desarrollando gradualmente estas destrezas, por lo tanto pueden

ser menos complacientes, y por ello estas relaciones presentan mayores desafíos”

(Dale, 2011)

Antes de seguir profundizando en el tema de las mediaciones fraternas y teniendo

en cuenta que la población donde se realiza la investigación es afrodescendiente,

vale la pena hacer referencia a la concepción de infancia afrodescendiente en

Colombia.

Según (Caicedo & Castillo, 2012), la concepción de infancia afrodescendiente está

estrechamente relacionada con la comprensión de los contextos sociales y

culturales donde interactúan los niños y las niñas, así como con la influencia de los

procesos de socialización y de crianza que se tienen al interior de cada

comunidad, los cuales están cargados de una herencia histórica de costumbres

que caracterizan las prácticas y los identifica como afrodescendientes.

Por lo anterior, se puede decir que independientemente de la cultura, “los sistemas

de creencias de los padres desempeñan un papel importante en la determinación

de sus prácticas de crianza, que a su vez influyen tanto en el desarrollo de

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conducta de los niños como en los sistemas de creencias que ellos mismos llegan

a desarrollar” (Schaffer, 2000, p.277)

Entonces, vale la pena mencionar algunas características propias de las prácticas

de crianza, que las diferentes culturas afrodescendientes han desarrollado a

través de las generaciones y que hacen parte de su constructo cultural y que

según Caicedo & Castillo (2012), podrían ser:

Las prácticas tradicionales de socialización, están relacionadas con la

familia extensa, donde el rol de los adultos es fundamental para afianzar en

las prácticas de crianza el valor de la solidaridad, manifestado a través del

cuidado de los niños y las niñas por parte de todos los miembros de la

familia.

La trasmisión de los saberes culturales, la cual se basa principalmente en la

tradición oral, la música y la religiosidad.

La asumisión de roles se caracteriza porque los niños acompañan a sus

padres en los trabajos de pesca y agricultura, mientras que las mujeres se

encargan de los oficios relacionados con el sostenimiento de la familia.

Las prácticas de autocuidado, que consisten en el peinado, la apariencia

personal y la higiene del cuerpo, son rasgos que se inculcan a los niños y

las niñas desde edades tempranas.

La construcción de la feminidad, se logra a través de los peinados y

trenzados, no como un asunto de vanidad sino que las abuelas y madrinas

aprovechan estos espacios para contar sus historias y así van inculcando a

las niñas una forma de ser mujer afro y de vivir su corporalidad.

El matriarcado es una práctica de crianza en tanto la predominancia del rol

femenino se hace muy evidente, una mujer mayor controla el trabajo de la

familia y asume la responsabilidad del bienestar de los niños y las niñas.

Los rituales y las creencias, motivan a los adultos a realizar ciertas

prácticas, en relación con la salud física y espiritual.

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La tradición oral donde los niños y las niñas, aprenden a través de la

música a expresar diferentes estados emocionales con sus cuerpos y sus

voces.

Los relatos orales contienen normas de comportamiento, pautas de crianza

y valores como la convivencia y el respeto por la naturaleza. A partir de lo

anterior, la pretensión de este trabajo apunta a la comprensión de las

mediaciones en las prácticas de crianza entre pares, es decir, ya sin la

intervención de los adultos, no con el ánimo de excluir el rol de los adultos

significativos en este proceso, antes bien procurando la inclusión del rol de

los niños y las niñas, que en ocasiones pierde protagonismo, en la tarea de

mediarse entre sí en el aprendizaje de las prácticas cotidianas de

interacción, resaltando las relacionadas con la norma.

A partir de lo anterior, la pretensión de este trabajo apunta a la comprensión de las

mediaciones en las prácticas de crianza entre pares afrodescendientes de la

comuna ocho (8) de Medellín, es decir, ya sin la intervención de los adultos, no

con el ánimo de excluir el rol de los adultos significativos en este proceso, antes

bien procurando la inclusión del rol de los niños y las niñas, que en ocasiones

pierde protagonismo, en la tarea de mediarse entre sí en el aprendizaje de las

prácticas cotidianas de interacción, resaltando las relacionadas con la norma.

Es precisamente esta característica de la norma la que ha generado un gran

interés por parte de algunos autores que han mostrado en sus trabajos cómo se

dan estas interacciones de socialización entre iguales.

Se resalta también que los niños y las niñas aprenden las normas que regulan la

conducta personal inicialmente en el contexto de la familia. Sin embargo “los niños

no sólo actúan de acuerdo con los deseos de los adultos, también intentan dar

sentido a las peticiones que se supone deben cumplir” (Schaffer, 2000, p.314).

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Entonces, el rol de los niños y las niñas en este proceso no es pasivo, pues

además, los niños elaboran cada vez más hipótesis con respecto a lo que se les

pide y por qué. Es decir, van estableciendo mediaciones entre sus formas de ser y

sentir con respecto a la(s) forma(s) de comportarse en el mundo social en que

viven.

De acuerdo con lo anterior, y continuando con el tema de la norma, Piaget (1932),

plantea que en un principio las reglas sociales son impuestas con autoridad por los

adultos y además no pueden cambiarse, por lo tanto la concepción de la norma

por parte de los niños y las niñas también es impuesta, es decir, éstos, siguen las

reglas aunque no les guste. Sin embargo, cuando las normas se establecen en

una relación de igual a igual, donde existe la cooperación y la negociación; ya no

se hablaría de una imposición sino de la capacidad de los niños y niñas para

aceptar diferentes perspectivas. Por lo tanto, “la interacción entre iguales posibilita

superar el egocentrismo y fomentar formas más maduras de pensamiento”

(Piaget, 1932)

En resumen, en el proceso de socialización, el asunto de la norma está implícito y

se funda en la convicción personal de la manera en que las personas deben

comportarse en sociedad y no en la idea de recibir premios o castigos por la forma

de actuar. Por lo tanto, el asunto clave en el tema del establecimiento de normas

no debería estar sujeto únicamente a una relación de poder o de autoridad de un

adulto hacia un niño pues, el aprendizaje de las normas sociales va más allá de

acatar al pie de la letra los convencionalismos que los adultos enseñan, sin

encontrarle un sentido propio.

Teniendo en cuenta todo lo expuesto hasta este punto, vale la pena insistir en que

el asunto de las mediaciones entre pares en edades tempranas es un tema que

ha sido abordado en diferentes investigaciones, artículos y reflexiones

principalmente en el campo de la psicología. Sin embargo, este tema se ha

centrado en las mediaciones del conflicto en instituciones educativas, entendidas

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según Torrego & Galán (2008), como una forma de resolver conflictos entre dos o

más personas con la ayuda de una tercera persona imparcial, el mediador.

Por lo tanto, en el caso de las instituciones educativas, los mediadores pueden ser

alumnos, profesores, padres, directivos, entre otros; quienes asumen un rol

imparcial y no imponen las soluciones, ya que la mediación requiere colaboración

y diálogo por parte de los implicados para la resolución de conflictos relacionados

con la transgresión de las normas de convivencia o cualquier tipo de problemas

entre miembros de la comunidad educativa.

En esta misma lógica, Fernández (2008), describe cómo algunas escuelas han

puesto en práctica propuestas de mediación, de ayuda y de toma de decisiones

por los mismos estudiantes en la resolución de los conflictos, donde se le hace

una apuesta a un proceso de negociación entre los mismos implicados.

Por otra parte, algunos trabajos (también en el campo de la psicología) acerca de

las relaciones entre iguales, hacen referencia a aspectos de la conducta prosocial

y antisocial de los niños y las niñas. Es el caso del trabajo de Plazas, et al (2010),

titulado “Relaciones entre iguales, conducta prosocial y género desde la educación

primaria hasta la universitaria en Colombia”, en el cual los autores, a partir de un

estudio sociométrico, establecieron la existencia de diferencias de género en las

relaciones con iguales y la relación con la conducta prosocial y antisocial, además

encontraron relación entre la conducta prosocial y antisocial y la preferencia y el

impacto social.

Otro trabajo también de corte sociométrico es el de Dale (2011), titulado

“Relaciones tempranas entre pares y sus Impactos en el Desarrollo Infantil”. En el

cual el autor demostró que los niños que son competentes con sus pares en

edades tempranas y aquellos que muestran conductas prosociales, son

especialmente propensos a ser aceptados por sus pares. Por el contrario, los

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niños agresivos son rechazados por los otros, aunque este aspecto no siempre

antecede a la aceptación de los pares.

Para terminar, Clemente, Regal, Górriz & Villanueva (s.f), hicieron un trabajo

titulado “Interacción social entre iguales: comprensión de normas

socioconvencionales y morales”, el cual se relaciona con el presente trabajo de

investigación sobre las mediaciones fraternas de la crianza, específicamente las

mediaciones de la norma, en tanto muestra cómo los niños que presentan

dificultades para comprender las normas socioconvencionales y morales, son

rechazados por sus iguales de la misma edad y sexo, cabe resaltar que la

metodología de esta investigación es también un estudio sociométrico.

Es claro entonces que la finalidad del presente trabajo acerca de alcanzar una

comprensión de las mediaciones fraternas en la crianza de los niños y niñas

Afrodescendientes de la comuna 8 de Medellín, es muy relevante puesto que por

una parte se aborda el tema de las mediaciones en la crianza desde una mirada

antropológica - pedagógica y por el otro, el trabajo se lleva a cabo en un contexto

cultural caracterizado por prácticas ancestrales. Teniendo en cuenta esta última

parte, se propone la siguiente pregunta de investigación:

¿Cómo son las mediaciones fraternas en la crianza de los niños y las niñas de

Primera Infancia del Programa de Atención Integral de la Fundación las

Golondrinas, ubicado en el Barrio Caicedo, Villa Lilia en la comuna 8 de Medellín?

2. PROPÓSITOS

El propósito general que se planteó para esta investigación es Describir y

comprender las mediaciones fraternas en la crianza de los niños y las niñas

primera infancia del programa de Atención Integral de la Fundación las

Golondrinas, ubicado en el Barrio Caicedo, Villa Lilia en la comuna 8 de Medellín.

Y los propósitos más concretos fueron:

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Observar las mediaciones sociales, relacionadas con la crianza, entre los

niños y las niñas.

Describir las interacciones sociales tempranas entre pares y su relación con

la concepción de crianza.

Identificar los escenarios en los cuales se dan las mediaciones de crianza.

Justificación

Cada que un nuevo ser llega al mundo se integra en una cultura a través de la

interacción, el ejemplo o la imitación de quienes lo rodean. Esto implica que existe

una variedad de formas para apropiarse de las pautas, costumbres, normas,

hábitos y valores de su grupo social, llevándolo a asumir e interiorizar ciertos roles

que están establecidos en la sociedad. Del mismo modo, estos roles crean en el

sujeto una identidad y sentido de pertenencia a un grupo dentro de un contexto

cultural específico.

En el caso de la cultura Afrodescendiente, según Caicedo & Castillo (2012), las

prácticas y saberes de crianza “propias” de esta cultura, se han ido transformando

en las últimas tres décadas debido a procesos migratorios y de desplazamiento

forzado, que han llevado a que muchas personas tengan que vivir en las ciudades.

Sin embargo, las personas tratan de mantener vivas sus prácticas y saberes de

sus lugares de origen aún en los contextos urbanos.

De acuerdo con lo anterior y teniendo en cuenta algunas de las fuentes indagadas,

se observa una recurrencia por parte de los autores a establecer una estrecha

relación entre los términos prácticas de crianza y rol de los adultos.

Es decir, el rol de criar siempre se relaciona con la figura del adulto que ejerce

influencia sobre el niño, por ejemplo para Aguirre, Dávila & Durán (2000), la

crianza hace parte de las relaciones familiares donde se resalta el papel que

juegan los padres en la formación de sus hijos a través de la interacción

19

caracterizada por relaciones de poder, el afecto y la influencia, aspectos que

evidencian una idea clara por parte de los padres para cumplir una función de

cuidado y orientación con sus hijos o para domesticarlos, civilizarlos y domarlos

desde una perspectiva de autonomía y represión como se concebía en épocas

anteriores.

Además, Aguirre, Dávila & Durán (2000) plantean que las prácticas de crianza

deben concebirse como comportamientos intencionados y regulados que llevan a

cabo los adultos con los infantes, cuyos comportamientos tienen por objeto

garantizar la supervivencia, el crecimiento y desarrollo psicosocial y el aprendizaje

de conocimientos que acerquen al niño al reconocimiento y apropiación de su

medio circundante. En este punto, el autor enfatiza que las prácticas de crianza se

basan en interacciones familiares donde los padres asumen un rol protagónico en

la formación de los hijos.

En este mismo orden de ideas, Bouquet & Pachajoa (2009) resaltan el rol de los

padres en la crianza asumiéndolo como un conjunto significativo de procesos que

se originan en las relaciones de los padres con los hijos en una cultura específica

y en ese sentido, asumen las prácticas como acciones y comportamientos

aprendidos bien sea de su propia educación o por imitación y las convierten en el

punto de referencia para guiar las conductas de sus propios hijos.

Hasta este punto y según los autores citados, se puede decir que, en la crianza

son los padres los que asumen la tarea de propiciar las condiciones necesarias

para el desarrollo óptimo de sus hijos a través de dichas prácticas, convirtiéndolas

en hábitos que los niños han de asumir.

De acuerdo con todo lo anterior, el asunto problémico acerca del rol de los

niños/as como mediadores de crianza con sus pares, cobra gran importancia y se

convierte en un tema que vale la pena ser indagado.

20

Para alcanzar dicho objetivo y como una forma de ampliar la visión bajo la cual se

han orientado las investigaciones con personas que hacen parte de diferentes

grupos sociales y culturales locales y regionales, este proyecto hará uso del

material que emerge como producto de observaciones participantes de las

interacciones cotidianas de los niños y niñas, en la comuna 8 de Medellín, para

hacer una descripción de las mediaciones fraternas en las prácticas de crianza.

Las observaciones se enfatizarán en la identificación de aspectos relacionados

con la autoridad, las normas, la disciplina, la autorregulación, entre otras prácticas

de crianza utilizadas por los niños y las niñas en sus interacciones.

Además, este proyecto no solo busca tener claridad frente al asunto de las

mediaciones fraternas en la crianza, sino convertirse en una estrategia de

visibilidad de los grupos étnicos Afrodescendientes y sus discursos, generando un

espacio de reflexión, en torno a las diferentes formas de ser y de vivir; donde se

conozcan, comprendan y se respeten las prácticas de esta cultura, ya que se han

construido y conservado a través de la historia. Es así como las diferentes

mediaciones de crianza, están sujetas a las condiciones socio-culturales, y sus

acciones encaminadas a preservar sus tradiciones y la cultura misma de

generación en generación.

En este punto se aclara que los grupos sociales y culturales son de vital

importancia en el conocimiento de la manera como los sujetos hacen parte de los

mismos, y cómo dentro de dichos grupos aparecen diferentes expresiones y

vivencias de lo que ellos conciben como mediaciones fraternas de crianza, lo cual

se convierte en objeto de estudio de esta investigación. Asimismo, este trabajo

será posible punto de partida para profesionales de las ciencias sociales y

humanas que pretendan comprender un poco más acerca del rol de los niños y las

niñas como mediadores de crianza, y así promover la investigación de vivencias e

interacciones humanas en diferentes edades.

21

3. CONSIDERACIONES METODOLÓGICAS

La investigación se desarrolló en la comuna 8 por dos razones, primero porque

esta comuna se ha ido tejiendo con las comunidades que han llegado a la zona en

situación de desplazamiento de diversos lugares del departamento y del país,

justamente es una de las comunas que más población afrodescendiente tiene,

pero con una característica específica y es que no se han cruzado con otras

culturas, sino que en aras de proteger y conservar su cultura afrodescendiente, se

han organizado en colonias, construyendo barreras que no son solo culturales, es

así como al entrar a la colonia de Esfuerzos de Paz, hay que atravesar un corredor

ambiental que separa la población “paisa” de la población afrodescendiente, ese

corredor está limitado por la quebrada Santa Elena, y un bosque natural y nativo

en la zona, el lugar da la impresión de que uno entrara a un pueblo chocoano; la

otra razón es que el macroproyecto se desarrolla con la alianza de tres (3)

instituciones, la corporación Lasallista, la Universidad de San Buenaventura y la

Fundación “Las Golondrinas”, esta última está ubicada en la zona y fue la puerta

de entrada a la comunidad, pues la población que atiende proviene de ella.

Inicialmente se convocó a la comunidad dentro de la institución utilizando como

estrategia el conversatorio como un encuentro de saberes sobre crianza, después

de un año, la comunidad fue abriendo espacios para permitir que una de las

investigadoras principales entrara en la colonia, hay que recordar que el

macroproyecto se desarrolló utilizando metodología IAP, aquí realmente se inicia

el trabajo con comunidad, y para este trabajo en particular y como un ejercicio

etnográfico, es el pretexto para realizar la observación participante con los niños y

niñas y familias de la Colonia Esfuerzos de Paz.

Una estrategia fundamental de trabajo con la comunidad, fue la organización de

eventos comunitarios alrededor de bazares y otras actividades, en los que se

permitió observar en su encuentro natural, las formas de relación de la comunidad,

las tareas de las madres y los roles que asumían los niños y niñas en estos

22

encuentros. Estos espacios en los que igualmente, nosotras como investigadoras,

nos fuimos tejiendo como hilos en la comunidad, la observación se hizo parte del

ejercicio cotidiano, logrando así identificar unos escenarios de interacción entre

pares, la alimentación, el juego, el cuidado de los otros y el momento de la llegada

al centro de atención integral, procurando no intervenir en las interacciones de los

niños y las niñas sino cuando fuera absolutamente necesario porque se ponía en

riesgo la integridad de algún niño.

Estas cuatro categorías planteadas para la observación deductivamente desde los

referentes teóricos y el acervo experiencial previo al diseño de la investigación, se

complejizaron posteriormente con la emergencia inductiva de categorías a partir

de los datos mismos; este proceso es clave para el análisis pues no se busca la

correspondencia mecánica del dato como ejemplo de la teoría, sino el marco de

referencia cultural de las interacciones observadas, escrutando siempre además,

el significado que les dan los actores mismos pues el análisis se aborda desde la

postura EMIC que demanda el paradigma interpretativista.

Las familias de categorías así formadas fueron:

Del gesto a la palabra…una travesía mediada por el cuerpo,

La mediación del adulto: entre la construcción de la confianza básica y la ruptura

del vínculo,

La mimesis como mediación entre pares y adultos,

El altruismo: una salida a la descentración de sí para llegar a la solidaridad en la

comunidad.

Una vez organizada la información de acuerdo a esta categorización y para

proceder al análisis acorde a la postura EMIC, son las mismas observaciones las

que permiten ir dando cuenta de los significados presentes en las interacciones,

23

en un proceso que al no haberse hecho solamente al final sino que se fue

adelantando desde la primera visita, en los posteriores encuentros se pudieron

contrastar y validar la mayor parte de los hallazgos del análisis.

De hecho la preocupación por mantener viva la voz de los actores es lo que hace

que a lo largo del texto se apele permanentemente a la cita textual de las

observaciones para dar cuenta de la explicación y de la interpretación de lo

abordado. Esta fuerza y vitalidad de los registros, que desborda cualquier

pretensión de objetivación en la teoría, tal como afirma Molano (1998, p.104) “Para

mí ese lenguaje simbólico de las expresiones de una cultura, esa riqueza, ese

colorido, es superior a la carga teórica de cualquier escrito, es mucho más rico y

va mucho más directamente al centro de los problemas, de la vida y de la historia,

que las grandes reflexiones y que los grandes conceptos […] creo que el lenguaje

de la gente, el lenguaje directo es el gran instrumento de análisis.” lleva a que el

primer capítulo, donde se da cuenta de las percepciones sobre la crianza y las

mediaciones que se hacen a partir de las interacciones entre pares, más que

entrar a hablar sobre la forma como ellos perciben, se haya optado por una

estrategia metodológica en la que buscando los elementos comunes en los

múltiples registros de la observación, se hayan reconstruido a partir de allí unos

escenarios que permiten definir de qué manera y como se hacen esas

mediaciones entre pares.

Así, acorde a la definición que hace Tobón (2008), el rol que se asume en el

trabajo investigativo es el de testimonialista en la medida en que la opción

metodológica implica un compromiso social basado en la solidaridad con los

marginados de los discursos hegemónicos y en la posibilidad del trabajo conjunto

para la visibilización y reconocimiento de la voz de aquellos “los niños y las niñas”;

sin embargo, es necesario tener siempre en cuenta que si bien, hay respeto e

identificación solidaria con los ellos y ellas que permanentemente comunican en la

medida en que hay apego a la imagen y sus múltiples formas de significación, la

observación resultante es una mediación en la que es el investigador quien

24

escoge y escribe finalmente las descripciones, y quien decide en carácter de los

personajes, acorde a la intención que él como testimonialista ha decidido

privilegiar; de esta manera la veracidad de la significación externa al contexto, está

dada es por la identificación que en ella tengan los lectores al sentirse reconocidos

en tanto se corresponde con su vivencia, o que allí encuentran afinidad ideológica.

De esta manera, al recrear las observaciones entran a participar las madres de la

comunidad, quienes significan e interpretan las acciones de los niños y niñas, cuyo

testimonio original estructura mayoritariamente los registros dados en las

observaciones y el diario de campo de la investigadora, además, allí en el

personaje de “los niños y las niñas” se articulan las voces de quienes se

observaron en la comunidad.

Las tensiones entre la observación y la autobservación.

La inmersión en el trabajo de campo planteó la necesidad de una reflexión

permanente sobre la forma como se desarrollaba la observación, no solamente en

lo procedimental de la recolección de información, sino del rol y la dinámica que se

tiene como observador; esto implica el reconocimiento de distintos aspectos

determinantes del observador, así, el interés que orienta la mirada hace visible o

invisible lo que se considera como “la realidad observada”; un ejemplo de como el

interés puede invisivilizar aquello que queda por fuera del “objeto de estudio” se

encuentra en el texto de Fuentes (2006) sobre los “Taraumaras” donde los

antropólogos franceses no podían ver lo que no querían ver, pues su mirada

estaba iluminada por su cultura eurocéntrica.

Ahora bien, se puede decir que el primer nivel en la reflexión gira alrededor de la

pregunta por el qué es lo que se quiere ver, y la respuesta se cruza por los

intereses teóricos y extra teóricos que llevaron a la decisión inicial de realizar la

investigación, en esta medida en el panorama aparecen tanto los referentes que

se han ido consolidando y las búsquedas teóricas que he realizado alrededor de la

25

crianza, las mediaciones y la educación entre pares, como las motivaciones

emocionales, éticas y pedagógicas que llevan a asumir posturas frente a la crianza

y la posibilidad de respetar la mediación que se hace entre pares y la necesidad

de asumir que la institucionalización de los niños y las niñas sea un dispositivo de

transformación cultural y social, e incluso reconocer el propósito y función política

de la investigación.

Por tanto, desde la elección misma de la comunidad y las personas con las cuales

se iba a observar ya hay definida una determinada identificación. Un segundo nivel

tiene que ver sobre cómo se interpreta la forma en que “los otros” (mujeres

madres, niños y niñas) construyen una imagen de uno en tanto extraño, desde

cuyo significado establecen un tipo de interacción particular. Esta consideración

tiene que ver con el hecho de que el investigador, incluso pretendiendo tener una

actitud participante, siempre será externo al “nosotros” (endogrupo), y así logre

algunos niveles de proximidad y aceptación no puede despojarse de la impronta

de la experiencia previa que lo ubica siempre en una exterioridad insalvable.

En este sentido, el contexto de una cultura afrodescendiente, aun con la empatía

que le genera, el hecho de que el investigador no se incluya o se reconozca

afrodescendiente como parte de su esencia misma, atravesado o mejor colonizado

por una cultura occidental, ubica su posición en el grupo en una condición de

ambigüedad que genera esa exterioridad “…entra, entonces, como el signo de

todas las dudas, puede perfectamente hacer parte de un grupo cultural […] Y ese

es un primer momento de estigmatización hacia el investigador” (Castillejo, 2000,

p.21), haciendo que los primeros contactos que se establecen estén siempre

caracterizados por la desconfianza a pesar de ser presentados a las comunidades

por personas que gozaban de mucha confianza por parte de los profesionales de

la Fundación, como las trabajadoras sociales que los habían acompañado en sus

continuas vicisitudes; la mirada elusiva, los silencios, y la negación, fueron las

primeras respuestas, lo que evidenciaba la tensión que dificultaba los diálogos.

26

Acogiendo el planteamiento de Nicolás Buenaventura (1995, p.56), el discurso

popular reproduce o recrea esta doble dimensión de la cotidianidad humana. No

es unívoco. No es simplemente vertical, como el discurso oficial. Es biunívoco. Es

vertical, es constructivo y es a la vez horizontal, a lo ancho, es pura comunicación

humana. “He allí la importancia de platicar, de garlar, de la conversa, del palique,

de hablar por hablar.” (Buenaventura, 1995).

Es por esto que los primeros encuentros de la investigadora principal del Macro

proyecto con la comunidad, especialmente con unas 50 mujeres, se hacía

alrededor de conversaciones sobre gastronomía, como hacer un sancocho

chocoano, alisados y peinados, en fin, de una manera discursiva tal como se tejen

las trenzas, se cruzaban conversaciones sobre crianza y se observaba las

múltiples formas de interactuar entre madres, hijos y pares, para poder registrar

los objetos, las unidades de significación de este trabajo, aquellas que tenían que

ver con las mediaciones, se buscó establecer una relación más próxima en la que

se pudiera construir confianza básica, presente en todas las interacciones y en la

medida en que hay permanencia en el espacio y la relación.

Se dan conversaciones que permiten crear vínculos desde los significados que

emergen en la comunicación cotidiana, donde lo humano se hace visible al ser

despojados de los roles de investigador y de informante, y así al lograr generar

una cercanía afectiva “ellos” (endogrupo) construyen alteridad donde “nosotros”

(exogrupo) no significamos la desconfianza, y por tanto se dan cambios en las

formas de actuar y de hablar, los silencios cambian de significado y las alusiones a

lo vivido ya no son en tercera persona “Yo siendo la mamá de él, lo cogería…”

para sumir el rol de actor “… yo los dejo que jueguen ahí y se defiendan solos,

solo me meto si veo que uno más grande viene a amenazarlos”, así, también lo

que se da en la cotidianidad ya no es regulado para mostrar como si se tratara de

la visita de algún funcionario de la alcaldía o de Bienestar social o Bienestar

familiar y la comunidad de igual forma ya no actúa para mostrar lo que creen de

antemano uno espera ver, pero esto no quiere decir que la presencia del agente

27

externo ahora pase desapercibida sino que “la persona orienta su actuar dentro

del espacio social en función de las representaciones de alteridad que se

establecen en ese espacio.” (Castillejo, 2000, p.22).

Abordar esto implica entonces, una reflexión doble para hacer visible aquello que

no se veía: lo que la gente hace y la forma como lo hace, lo que nos dicen o no y

la forma como esto se da está determinado por el significado que nos asignan, de

tal suerte que asumir la interpretación va más allá de una postura Emic donde la

descripción se hace desde el punto de vista del “nativo”, en la medida en que la

aproximación se hace sobre lo que percibimos, sobre ese punto de vista, pues

parafraseando a Von Foerster (1991), hay que ver como vemos, lo que vemos.

4. HALLAZGOS

4.1 DEL GESTO A LA PALABRA…UNA TRAVESÍA MEDIDADA POR EL

CUERPO

En la colonia “Esfuerzos de Paz” de la Comuna Ocho (8) de Medellín, se

encuentra una población afrodescendiente, un grupo étnico que busca mantener

sus raíces limpias a través del tiempo… a pesar del desarraigo de su lugar de

origen. Además, una vida endurecida en un lugar foráneo, les ha formado como

personas esforzadas y laboriosas. Así son las personas de la colonia: abiertas,

generosas, de gustos elementales, de fácil palabra, que aman, sufren, lloran y

comparten la vida en comunidad a orillas de la quebrada Santa Elena. Personas

que día a día se la juegan para hacer de la colonia, un pequeño resguardo como

en aquellos tiempos en que los antepasados eran los dueños de las montañas y

de las extensas praderas africanas y de su simple sabiduría.

Pero, más que nada, las mujeres de aquel lugar, exhiben un invaluable capital

humano que comprende su misión socializadora, son una matriz que acoge, nutre

28

y protege la cultura. Por lo tanto, sus prácticas de crianza no se centran

únicamente en transmitir un legado ancestral, sino en proyectar la mirada sobre la

vida, su entorno y extraer lo que más convenga a esa formación personal de las

nuevas generaciones. Es decir, sus prácticas son una muestra de las formas más

solidarias de acercar los nuevos integrantes de la comunidad al encuentro con su

cultura.

Entrar en la colonia “Esfuerzos de Paz”, pone al descubierto y ante los ojos de los

“extraños” los otros que llegamos y que buscamos llegar a ser con vosotros, otra

visión, otro punto de vista, otra lógica para comprender las interacciones, que

desde el mismo momento en el que se llega al mundo, nutren las mediaciones

fraternas en la crianza.

Una crianza mediada por interacciones entre pares

Compartir diversos escenarios de la vida en la comunidad de la Colonia Esfuerzos

de Paz, permitió observar la “colonia” como una familia extensa en la cual era

frecuente encontrar que los niños y las niñas no solo mantienen una estrecha

relación fraterna entre ellos, sino que además se relacionan de manera directa

desde recién nacidos con otros adultos; las madres gestantes pululan en la

comunidad, parece que se turnaran y en relevos se repartieran la tarea de dar la

vida, así también pueden encontrarse otro grupo de madres que están lactando y

otras que ya tienen a sus hijos/as más criaditos; así los niños y niñas son de todas

y todas tienen la responsabilidad de cuidarlos. Estas relaciones no

necesariamente son relaciones fundamentadas en la consanguinidad, pero si

están fundamentadas en la solidaridad, puesto que el rol de la crianza es

compartido, por esta razón, el proceso de humanización como tarea fundamental

de la crianza es una construcción conjunta. “El cuidado de los niños y las niñas no

recae solo en los padres biológicos, sino en cualquier miembro de la familia. Es

decir, que la familia es más amplia que la mamá y el papá” (Caicedo & Castillo,

2012)

29

“Durante la actividad del bazar, los pequeños alternaban entre estar jugando

con sus pares que no necesariamente eran sus hermanos mayores y estar

cargados por los adultos que no necesariamente eran sus padres, es decir,

se observaba que todos los niños y niñas más pequeños estaban al cuidado

de todas las demás personas que estaban en el lugar, por ejemplo, un niño

de 1 año, estaba jugando con una niña de 5 años, cuando la mamá de la niña

la llamó para medirle un vestido, ella fue y entregó el bebé a otra niña de 4

años para que siguiera jugando con él. Después otro niño de 7 años llevó el

bebé de la mano a que le pintaran la carita. Luego lo volvió a coger la niña

con la que estaba jugando inicialmente. Cuando me acerqué a preguntarle si

era su hermanito menor, la niña me dijo que no, que el niño no tenía

hermanos. El niño pasó un largo rato jugando con diferentes niños y luego

estaba cargado por una señora, cuando me acerqué a preguntarle si ella era

la mamá, me dijo que no y me explicó que la mamá era la peinadora, pero no

podía estar pendiente del niño porque estaba trabajando, por lo tanto entre

todos cuidaban el niño”. (Situación 1)

Este tipo de observaciones reafirmó la idea de resaltar la participación de los

pares como mediadores en el proceso de crianza, fortaleciendo el grupo social

que solo puede construirse en el marco de la interacción cotidiana. Hay que

resaltar que para la sociedad occidental, las relaciones entre los niños y los

adultos son muy diferentes a las relaciones entre los pares, debido a que “la

relación adulto-niño involucra grandes diferencias en estatus, poder, perspectiva, y

motivación” (Álvarez, Becerra & Meneses, 2004), es, como lo afirma Bustelo

(2009), una relación asimétrica.

Y es que, el rol del adulto con frecuencia regula las interacciones entre los niños y

niñas con el fin de evitar conflictos que lastimen la integridad entre ellos. Pero, si

un niño o niña está en desacuerdo con un adulto, esta relación asimétrica da

poder y razón al adulto, no atiende las lógicas de los niños y niñas o las

subestima, entonces el niño/a termina subordinado y sometido al adulto. Sin

30

embargo, en la colonia se podía observar que los adultos casi nunca intervenían

en los conflictos de los niños y las niñas, salvo cuando alguien más grande le iba a

pegar a un pequeño sin motivo justificable. Por lo tanto, es común que en las

interacciones entre pares infantes, “si el niño está enfadado con otro niño, puede

que grite, discuta, se desquite arrebatándole al otro niño algo que valora o termine

utilizando su cuerpo y su fuerza para imponerse” (Eisenberg, 2000).

“En el bazar dos niñas de 3 años estaban discutiendo por un peluche, ambas

lo halaban de un lado. Cuando la mamá de una de ellas las vio, le dijo a su

hija que no fuera egoísta, que se lo prestara un rato. Su hija le decía que no

quería moviendo su cabeza y le explicaba que era suyo. Su mamá le insistía

que tenía que compartir. La niña se puso a llorar y se aferraba más a su

peluche. Entonces la mamá decidió quitarle el peluche y guardarlo para que

no pelearan más. La niña finalmente accedió a prestarle un rato el peluche a

la otra niña”. (Situación 2)

Entonces, en las relaciones con los pares, los niños y las niñas de la colonia,

establecen diferentes normas, que son fundamentales no solo para aprender a

autorregularse sino también para aprender comportamientos guían las

interacciones de su comunidad. Por lo tanto, los niños y niñas de esta comunidad

implementan mediaciones fraternas de cooperación, de rivalidad, de celos, de

complicidad, de solidaridad, de enojo, de impotencia… por lo que ante alguna

situación de las anteriores, los adultos permiten que entre ellos medien las

soluciones o que lleguen a acuerdos y solo intervienen cuando sea necesario

evitando que se ponga en riesgo la integridad física.

Ahora, las mediaciones que se dan entre iguales de la colonia Esfuerzos de paz,

por una parte se convierten en una oportunidad única de aprendizaje social y por

el otro favorecen la participación de los niños y las niñas en asuntos que les son

propios como la solución de desacuerdos, dificultades con el entorno, con los

objetos y en relación a ellos y ellas en sí mismos, debido a que “los niños a

31

menudo muestran más respuestas activas para resolver problemas con sus pares

que con los adultos porque sus pares los involucran en niveles similares de

estatus, poder, tamaño y destrezas sociales” (Álvarez, Becerra & Meneses, 2004).

“En una actividad lúdica en la cual se estaban pintando las caritas, se les

pidió a todos los niños y niñas que hicieran una fila2. Dos niños de 7 años

estaban peleando por el turno, se empujaban bruscamente y se daban

puños. Una niña de su misma edad se pone en medio de ellos y les dice que

a todos les van a pintar la cara y que además hay varias “muchachas

pintando la cara” entonces que alguno de los dos se fuera donde la otra.

Uno de ellos accedió a cambiarse de lugar”. (Situación 3)

Es claro entonces que entre los niños y las niñas de la comunidad, existe la

capacidad de establecer regulaciones ante los desacuerdos y practicar estas

mediaciones entre sí, en lugar de hacerlo porque un adulto se los impone de

manera autoritaria. Por otra parte, las regulaciones que vienen de los pares, se

convierten en retos para que los niños y las niñas aprendan a descentrase, es

decir, situarse en el lugar del otro, y superar “el egocentrismo, una característica

muy recurrente en edades tempranas” (Piaget 1932), pero además, reconocer a

los demás como una condición ética del proceso de humanización de tal manera

que yo pueda colocarme a la altura del otro (Mélich, 2004).

Los niños y las niñas median sus relaciones desde su propia manera de

entender el mundo

Lo que para muchos adultos significan agresiones de los niños con sus pares, no

siempre corresponden a un exceso de hostilidad, por el contrario, lo que se

2 Esta actividad es importante en el proceso de socialización porque le permite al niño/a respetar turnos, y esto exige reconocer al otro en igualdad a sí mismo, el otro tiene el mismo derecho que yo a participar; igualmente, posibilita la autorregulación.

32

observó en la colonia Esfuerzos de paz, es que cuando no se tienen las palabras,

actúa el cuerpo, lo que no es en sí mismo una agresión, por ejemplo: el gesto de

“colocar un límite con sus palmitas, con sus piecitos o con su cuerpo; fruncir el

ceño, comunicar emociones con el rostro, con los ojos, inclusive con los dientes”,

no se toma como una agresión, son acciones que están comunicando… ante la

ausencia de lenguaje o de otras habilidades sociales, el gesto comunica, esto

explica porque los psicólogos occidentales describen este nivel de comunicación

como un nivel que está afectado por falta de habilidades sociales, “… la falta de

habilidades fundamentales para resolver problemas sociales eficazmente y de

manera no agresiva” (Rubin & Krasnor, 1992).

Ahora, la primera infancia es una etapa en la cual la interacción entre pares brinda

muchas oportunidades de aprendizaje acerca de las relaciones sociales. Según

Clemente, Regal, Górriz & Villanueva (s.f), los niños interactúan con otros niños

desde una edad muy temprana y esta interacción con sus iguales actúa como un

contexto de desarrollo para la adquisición de habilidades, actitudes y experiencias

que van a influir en su proceso de adaptación. Además, “más allá de la familia,

escuela y entorno en general, los iguales resultan unos poderosos agentes de

socialización, contribuyendo a la adaptación social, emocional y cognitiva de los

niños/as, las habilidades necesarias para interactuar competentemente con otros

niños”. (Clemente, Regal, Górriz & Villanueva, s.f)

Por consiguiente, los niños y las niñas de la colonia Esfuerzos de paz, poco a

poco aprenden habilidades que les permitan mediar las diferencias sin llegar a la

agresión física. En la mayoría de las situaciones que se pudieron observar en la

colonia, los problemas sociales aparecían cuando un niño no estaba de acuerdo

con lo que uno de sus pares hacía o decía, también porque se sentían

amenazados o veían que iban a perder un objeto propio. De este modo, la forma

de reaccionar ante esas situaciones o las mediaciones utilizadas para

solucionarlas, también, en la mayoría de los casos, se aprendieron observando e

interactuando entre sí.

33

Otro asunto importante a tener en cuenta es, en cuál sociedad, el gesto, se elimina

como mediación y se colocan otros elementos convencionales de comunicación,

por ejemplo, la distancia entre los cuerpos; los europeos y fundamentalmente los

anglosajones, marcan distancia en el espacio corporal con otros, existe un registro

escópico- dramático distante, de acuerdo con Mandoki (2006). Sin embargo, tanto

en la cultura latina como la cultura afrodescendiente, el cuerpo es cercano, hay

una proxemia-escópica entre los cuerpos, ellos se tocan, se acercan, se rozan con

el cuerpo.

Entonces, las habilidades fundamentales para resolver problemas son aprendidas

y practicadas por niños y las niñas en los ambientes de la primera infancia: los

juegos por ejemplo eran actividades propicias para que entre pares se

establecieran mediaciones con respecto a las normas que beneficiaran o evitaran

llegar a la agresión de los demás.

“En la resolución de los juegos, cabe resaltar que entre los niños y las niñas

entre 5 y 10 años de edad, se imponían ciertas reglas o normas de juego.

Ellos le asignaban una rigurosidad y orden a las actividades tales como: la

toma de objetos que no se estaban utilizando o de objetos que ya estaban

siendo utilizados por otros compañeros, ya que en ocasiones algunos niños

le arrebataban los aros o pelotas a quienes los estaban empleando, entonces

los niños más grandes usaban expresiones como “¡No tomes lo que no es

tuyo!” o “¡Regrésaselo!, que él lo está utilizando” (se resalta regrésalo,

porque también aquí hay un registro de gesto acompañado de tono elevado,

no solo desde la gramática: una orden”. (Situación 4)

Esta situación nos presenta la interiorización que hacen los niños y niñas

afrodescendientes en su cultura del respeto por el otro y por lo otro del otro, la

honestidad es una valor incalculable para las madres, es la carta de presentación

de ellas socialmente, prefieren perder la vida que la honra, quedar deshonrados

ante la comunidad por quitar algo al otro es el peor de los castigos y es castigado

34

por las madres severamente cuando se descubre en un niño, por eso entre los

niños y niñas también se hace por mímesis (tema a tratar más adelante) la

exigencia: ¡Regrésaselo!. Igualmente, es una queja permanente de las madres,

que la relación de sus hijos e hijas con otras culturas, desarrolle una conducta

deshonesta. Vale la pena resaltar que la cultura paisa, maneja entre sus refranes

“el vivo vive del bobo y el bobo del avispao” una especie de doble moral, en la que

no hay que dar papaya, pero papaya dada, papaya partida”

Los múltiples lenguajes de la infancia

El ser humano es humano y se hace humano en sociedad (Freire, 1971), esta

condición lo hace fundamentalmente comunicativo (Habermas, 1967); desde que

nace, pasa la mayor parte de su tiempo emitiendo y recibiendo mensajes. Una

sonrisa, un grito, un llanto, fruncir el ceño…son algunas de las numerosas formas

de comunicación empleada por el ser humano. Sin embargo, cualquier forma de

comunicación exige en el individuo sumergido en el mundo, la necesidad de

representarse interiormente el mundo que lo rodea, transformándose y/o

moldeándose recíprocamente, es decir, haciéndose humano, humanizándose

continuamente.

Lo anterior se debe a que cuando el ser humano nace, no conoce nada de lo que

hay en el espacio y en su entorno, y es a través de sus semejantes (otros seres

humanos) y de los símbolos que hay en la cultura a la que pertenece donde se

inicia una construcción mental en la cual interpreta su realidad, es decir, que

comienza a formar su mundo de la vida.

Entonces, se podría pensar que el ser humano no puede ser otra cosa que la

conformación de sí mismo en un medio social y cultural, que le permite por un

lado, configurar patrones rítmicos del pensamiento estructurado por el lenguaje y

35

la comunicación, y por el otro interpretar la realidad y construir el conocimiento de

la misma.

Bajo la lógica anterior, la adquisición del lenguaje por los niños y las niñas que

comienzan su proceso de socialización, sería uno de los sucesos más admirables

y significativos que se logran en la vida. Este proceso de asociación, repetición e

imitación, se desarrolla para que el ser humano tenga la capacidad de

comunicarse verbalmente. Así, el desarrollo inicia desde los primeros meses de

vida, pero nunca tiene fin, pues a lo largo de la existencia se tiene la posibilidad de

transformar las formas de expresión comunicativa. Por ejemplo:

“En la sala de desarrollo, durante una actividad de rasgar papel, se

encontraban alrededor de 15 bebés entre los 6 y los 24 meses de edad. Uno

de los niños de 15 meses, se apropió de algunos pedazos y cuando un

compañero de dos años, intentó coger un trozo de papel, el niño le hizo

inicialmente un gesto de desaprobación con el rostro, luego movió su

cabeza diciéndole que no y por último con la mano intentó poner el límite

para que su compañero no le quitara el papel. Al ver que no lo conseguía,

acudió a su maestra y le señaló el compañero, pero no encontró ninguna

respuesta o ayuda por parte de ella, entonces se da por vencido y permite

que el otro niño se lleve los pedazos de papel” (Situación 5, en entorno

institucional)

Esta situación que se observó en los niños y niñas en un espacio

institucionalizado, se observó también en ambientes naturales de la comunidad,

de tal manera que los niños y niñas en su primer ciclo de vida utilizan el lenguaje

gestual y el lenguaje corporal con intención comunicativa:

“Dos bebés de 12 y 15 meses, niño y niña jugando con botellas plásticas y

algunos piedras para golpear unas contra otras, se aseguran de que cada

uno tenga sus propios materiales y con gestos que van desde comunicar

36

esto es mío, hasta devuélveme lo que es mío, se aseguran que cada quién

respete lo suyo” (Situación 6, en entorno natural comunitario)

Este asunto es clave porque una de las observaciones más recurrentes en los

niños y niñas de la colonia, ha sido la utilización de gestos en las interacciones.

Gestos que de alguna manera “incrementan” el lenguaje hablado cuando de

establecer normas se trata.

Para dar significado a lo anterior, se hace necesario atravesar el suceso de la

comunicación verbal por la no verbal por medio de las funciones sociales del

lenguaje, las cuales se van adquiriendo en el marco de la misma interacción social

y las experiencias con el otro. Funciones que cumplen la tarea de establecer

relaciones sociales, satisfacer necesidades básicas, expresar sentimientos…

funciones que parecieran estar atravesadas inevitablemente por el lenguaje no

verbal, donde una mirada, una sonrisa, un signo, una señal, una expresión facial o

corporal hacen parte fundamental en la comunicación verbal; ya que pueden

reafirmar o incluso contradecir lo expresado verbalmente.

Entonces, para los niños y las niñas de la colonia Esfuerzos de paz, el cuerpo se

convierte en un instrumento clave para desarrollar todas las potencialidades

cognitivas y comunicativas que se refuerzan y multiplican por medio de las

interacciones sociales. “Sus formas corporales manifiestas, no representan piezas

folclóricas, sino maneras de vivir su identidad como afrodescendientes” (Caicedo

& Castillo, 2012).

Por lo tanto, es importante entender que tanto la paralingüística como la

comunicación no verbal, también son códigos aprendidos que se han establecido

en la sociedad y de alguna manera permiten una comprensión de la comunicación

en las interacciones entre pares puesto que “aún antes de que aparezca la

palabra, los niños empiezan a emplear gestos, es decir, medios no verbales para

37

transmitir mensajes de forma convencional y reconocidos universalmente”

(Schaffer, 2000, p. 153)

Ahora, es muy importante también caer en cuenta de que aunque los estudios

sobre comunicación no verbal tienen una categorización clásica en tres ramas que

son: Kinésica (estudio de los gestos), Proxémica (estudio de la repartición del

espacio) y Cronémica (estudio de la repartición del tiempo), vale la pena hablar de

las funciones del lenguaje que se hicieron evidentes en las interacciones entre

pares de la comunidad.

Halliday (1982), plantea que cuando un niño comienza a aprender su lengua

materna, aprende en realidad nuevos modelos y condiciones de existencia, y su

evolución consiste en aprender una a una, un pequeño conjunto de funciones

básicas del lenguaje…dicho de otro modo, está aprendiendo a significar; y el

potencial de significación que está edificando es un reflejo de lo que puede hacer

con el lenguaje. Se pudo observar en varias ocasiones que los niños y las niñas

más pequeños de la colonia, se daban cuenta de que el lenguaje se usa como

medio para que las cosas se realicen y para satisfacer las necesidades materiales.

Por lo tanto, para ellos y ellas, en sus interacciones no les hacía falta construir

frases completas porque con solo gritar conseguían su objetivo.

“En salacunas, se encontraba un bebé de 9 meses sentado solo en una

colchoneta, a veces lloraba y otras veces aplaudía siguiendo la actividad que

realizaban sus compañeros de cantar canciones. Cuando alguno de sus

compañeros quería acercarse a él o tocaba la colchoneta, inmediatamente

gritaba fuertemente y con esto lograba que los compañeros se alejaran”.

(Situación 7)

De igual modo, los niños y las niñas, también utilizan el lenguaje como medio para

regular la conducta de los demás.

38

“En una actividad del diseño de carteles para el festival Afrodescendiente de

la comunidad, niños y niñas entre 9 y 10 años, se repartieron roles en la

elaboración de dibujos y el texto. Se resalta que las expresiones hacia sus

pares cuando hacían algo “mal” estaba mediada por gritos como: “Esta es

mi parte del cartel, usted haga otra”, “Yo me encargo de este y usted se

encarga de ese”, “¡Yo le ayudo a ella!, “¡No! Usted no está trabajando

conmigo” Usted si dibuja feo” y “¡Qué decoración tan fea!”. A su vez,

cuando uno de los mismos desobedecía la orden de su par, terminaba

recibiendo un empujón o un manotazo”. (Situación 8)

De acuerdo con las situaciones anteriormente descritas, el primer paso en la

ontogénesis del lenguaje es la interacción. Todos los seres humanos

interactuamos desde antes del nacimiento, es decir, desarrollamos actividades

conjuntas con las demás personas de nuestro entorno. Y es ahí, en ese entorno,

en ese contexto concreto, donde comenzamos a desarrollar nuestros códigos. Es

otras palabras, la interacción es el motor del desarrollo de las capacidades

cognitivas entre ellas las capacidades comunicativas.

Es así como los niños y niñas de la colonia Esfuerzos de Paz, están en

permanente interacción, juegan, planean actividades, participan de las actividades

de los adultos. Una de sus actividades particulares y que nos sorprendió

fuertemente, fue que se bañaran en grupo. Todos van a clases al mismo lugar, en

la misma jornada, por lo tanto, después de desayunar, se reúnen y se bañan

juntos.

Llegar a la colonia entre las 9 y las 11 de la mañana, es entrar a participar del

baño de todos los niños y niñas, ellos se bañan utilizando una manguera que sube

el agua de la quebrada hasta la casa de una de las líderes de la comunidad, allí,

unos desnudos totalmente y otros en ropa interior, se bañan entre risas y juegos,

no importa la edad, el grupo acoge niños de menos de 3 años y hasta jóvenes de

13 años. De allí salen envueltos en toallas hasta sus casas. Esta actividad es rica

39

en comunicación, se comunica solidaridad, ayudándose unos a otros,

enjuagándose, enjabonándose, los mayores ayudan a los más pequeños. No hay

un adulto que acompañe directamente el baño, solo saben que se deben bañar y

lo hacen. No observé malicia o juegos que lastimaran la intimidad del otro, es una

práctica naturalizada en la comunidad, no quedó claro, si era las condiciones de la

colonia o si es una práctica ancestral.

Es esta cotidianidad naturalizada lo que explica que las funciones del lenguaje por

sí solas no se instauran en el proceso de desarrollo del niño, este es un proceso

que se aprende e interioriza en el transcurso de la vida. Entonces, las experiencias

y las influencias sociales y culturales del medio así como de las relaciones con las

personas significativas, son el medio para consolidar diferentes formas de

interacción social. En otras palabras “la conquista del lenguaje por el niño ocurre a

través de una interacción constante de las disposiciones externas, por ejemplo, el

lenguaje de la gente que se encuentra a su alrededor, las que proveen tanto

estimulación como material para la realización de estas disposiciones” (Vygotsky,

1983)

La agresividad, una mediación que comunica

La historia de la cultura afrodescendiente es una historia de dolor, de

sometimiento, de agresiones contra su integridad, que han negado su dignidad

como humanos. La diáspora afrodescendiente en Colombia y en el mundo explica

su permanencia en el planeta gracias a su tenacidad, que en palabras Freudianas

se interpreta como agresividad. Para Freud, la agresividad es una fuerza interna

del ser que incita a la vida y al eros. De otra manera sería imposible explicar cómo

después de tantos siglos de dolor, sometimiento e indignación, logran enfrentar

nuevos territorios, paisajes y nuevas culturas. Sin embargo, la agresividad como

fuerza que impulsa a la vida, no es propia de una sola cultura, es una condición

40

inherente a las características físicas y naturales de los seres humanos, es un

legado filogenético.

“En salacunas, una de las profesoras arma un gimnasio e inmediatamente

todos los niños entre los 6 y los 18 meses de edad, se desplazan hacia este.

Todos quieren estar en lo más alto del gimnasio, por lo que comienzan a

empujarse entre ellos para lograr el objetivo, una de las niñas lo logra y

comienza con sus pies a patear los demás niños y niñas que quieran subir,

impidiendo que lo hagan.”. (Situación 9)

En nuestras visitas a la comunidad y al centro de desarrollo, donde se observaron

los niños y niñas en entornos institucionalizados y en el entorno de la comunidad

en la Colonia, escuchábamos con frecuencia no solo que los niños y niñas

afrodescendientes eran más (en número con respecto a niños antioqueños o de

cultura paisa), sino con relación a que eran más agresivos, a que con frecuencia

se presentaban peleas entre ellos. Sin embargo, estas luchas o enfrentamientos

entre los infantes, comunican diferentes situaciones.

Entonces, como asunto trascendente en las experiencias de lenguaje no verbal en

el campo de la interacción entre pares de la colonia, era que tenían una relación

directa con conductas de “agresión”: así por ejemplo, hacer respetar un turno,

tomar un objeto que no es propio, sobrepasar un límite espacial o territorial, se

convertían en las razones por las cuales la comunicación no verbal se traducía en

una agresión (que no necesariamente era interpretada como violenta) por parte de

los pequeños, es decir, no se generaba un conflicto mayor entre ellos.

Por lo anterior, antes de adquirir las habilidades sociales, los niños y las niñas en

la primera infancia, se enfrentan cotidianamente a situaciones de conflicto que

pueden estar mediadas por una agresión. Ya hemos mencionado antes que un

niño que golpee sus pares o les arrebate bruscamente los juguetes, por ejemplo,

no necesariamente está abusando de hostilidad o tiene todo un plan premeditado

41

para causarle daño a los demás, sino que carece de las herramientas necesarias

para obtener de otra forma los juguetes, como pedirle al otro niño que se lo preste

o esperar el turno para participar de un juego. Lo anterior, se puede comprender

de manera más amplia a partir de la descripción que hace Schaffer (2000) sobre

las formas de agresión: agresión por necesidad, agresión lúdica y agresión hostil.

Es decir, al nacer, todos los humanos lloramos, gritamos y arañamos el mundo,

este lenguaje corporal comunica vida, la intensidad y fuerza que se tenga. En este

lenguaje se expresa la capacidad vital con la que llegamos al mundo. Durante los

primeros días de nacidos solo nos comunicamos así, y durante mucho tiempo esta

forma “agresiva” de comunicar es “eros”, es vida que comunica necesidad del otro.

Si un bebé humano no tiene la fuerza necesaria para llorar, gritar, arañar y coger

el seno materno, para comunicarle a la madre que tiene hambre, sueño, está

cansado, quiere que lo carguen, tiene sueño o simplemente se siente solo e

inseguro, se moriría. La agresividad que incita la vida lo mantiene vivo y esa

agresividad es la que nos mantiene incólumes a pesar de los desastres y de las

derrotas, lo que Ernest Bloch llama también el principio esperanza.

Pero esta agresividad por necesidad se transforma en el lenguaje, cuando puedo

poner en palabras esas necesidades. La particularidad de los niños y niñas en la

colonia, es que a pesar de las palabras, el lenguaje verbal es acompañado de

esas manifestaciones aparentemente agresivas de la comunicación por

necesidad, entonces ante la precariedad y el hambre, reclaman alimentos con

gritos, empujan para ocupar los primeros puestos, arañan la vida para recuperar

su dignidad en el mundo. En el primer Bazar comunitario realizado en septiembre

de 2014, los niños, niñas, jóvenes, madres y abuelas mostraron lo que para

muchos podría ser desorden o discusión, una fuerza para acceder al goce, al

disfrute, jugaron, gritaron, corrieron, fueron y vinieron por toda la colonia, para

tener un almuerzo comunitario, para poder acceder a la compra de un vestido, una

cobija, un utensilio que le sirva para mejorar su condición de vida.

42

La teoría psicológica del desarrollo, específicamente del lenguaje explica que con

la edad se van disminuyendo esas comunicaciones de agresividad por necesidad,

como respuesta al desarrollo de las habilidades para resolver conflictos

socialmente aceptadas, las cuales aumentan en la medida que se van adquiriendo

competencias a nivel del pensamiento como el lenguaje.

Entonces, la utilización de gestos agresivos tiende a desaparecer, o al menos a

ser menos empleada a medida que los niños y las niñas adquieren el lenguaje

hablado y son capaces de reemplazar el gesto por una palabra. Por tanto, “gracias

a que el cerebro va madurando, los niños manejan cada vez mejor una

herramienta que les provee el medio para una mayor confianza en sí mismos: el

lenguaje. Pueden aprender a usar el lenguaje para expresar sus necesidades,

deseos, frustraciones y emociones” Pinillos (2012).

Sin embargo, no se observa así en las interacciones entre niños y niñas

afrodescendientes de la colonia, a pesar de la edad y del desarrollo cognitivo y

social, los juegos, las demandas por atención, la necesidad de colocar límites a

otros, tiene además del lenguaje verbal un apoyo del lenguaje gestual y corporal,

como si las unidades de significación verbal no fueran suficientes.

Por ejemplo, en las observaciones de los bebés en salacunas, entre los 6 y los 24

meses de edad, cuando se les presentaba algún problema con sus pares,

recurrían a menudo a mediaciones muy limitadas como morder, empujar, dar una

palmada o un arañón, acciones que traducen los sentimientos que son incapaces

de expresar con palabras. Esta es una capacidad de todos los seres humanos,

solo que ante la vulnerabilidad y la incapacidad de ser, ésta capacidad se

mantiene en el tiempo como una manera de enfrentar la indignación.

Ya los niños y las niñas de tres años, utilizaban estrategias de mediación mucho

más complejas relacionadas con sus habilidades verbales. Esto generaba una

mejor comunicación con sus pares y poder participar en más juegos cooperativos.

43

También, podían traducir en palabras lo que querían, cómo se sentían, respondían

a las solicitudes de otros niños, seguían reglas de juego y cuando no estaban de

acuerdo con ellas, hacían preguntas de por qué debían seguir ciertas normas o

hacer ciertas cosas. Por lo tanto, se observaba que comenzaban a ser

conscientes de que sus deseos o necesidades debían estar respaldados por

explicaciones, por lo que era común escuchar que daban varias razones para

obtener lo que querían. Sin embargo, en esta edad aún se observaba en algunos

casos, la intolerancia hacia las negativas de sus pares.

“Durante el juego libre, algunos niños entre los 3 y los 4 años de edad,

estaban jugando con diversos juguetes, uno de ellos tomó unas fichas y no

permitía que nadie las tocara, las apretó fuertemente contra su pecho para

cuidarlas y con expresión de seriedad no demostraba interés por estar con

sus compañeros. Cuando alguno de ellos pasa el límite e intenta coger una

ficha, el niño con gestos hace ademán de que son de él y no se las puede

prestar. Su compañero insiste diciendo que si juegan juntos a lo que recibe

una respuesta negativa”. (Situación 10)

Las observaciones realizadas a los niños y niñas de cuatro años, evidenciaron

muchas similitudes con los de tres años, sin embargo, la utilización del lenguaje

hablado aparecía la mayor parte del tiempo, además, podían conseguir más

amigos, a los que intentaban imponer sus propias normas o sus puntos de vista.

También se resalta que continuaban utilizando los gestos en sus interacciones.

“En el momento del juego de obstáculos, hubo una ocasión en la que dos

pequeños de 4 años, se pusieron a discutir, pues una niña estaba ocupando

el puesto que él ya tenía. Ella se estaba metiendo en la fila y él le decía que

no lo hiciera, pero ella no le hizo caso y se filtró, y por hacer presión le pegó

al niño. Éste se fue llorando para donde su mamá. Ella se enojó al verlo así y

le pidió una explicación, pero el niño no le dijo lo sucedido ni le señaló a la

44

niña; así que ella simplemente observó la situación, sonrió y siguió bailando

y jugando y el niño se hizo atrás”. (Situación 11)

Lo más sobresaliente entre los niños y niñas de 5 a 6 años era que se

autorregulaban entre sí sus comportamientos por medio del lenguaje y con mucha

más frecuencia. También se resalta que utilizan el lenguaje verbal para solucionar

diferencias. Además, demuestran habilidades para solucionar problemas entre

ellos mismos pero también entre los demás, buscando el beneficio para ambos.

“Durante la actividad del bazar, cuando todos los niños están observando y

comprando. Una niña de 5 años toma un libro de cuentos del stand, sin

pensarlo otra niña de la misma edad se lo arrebata de las manos diciéndole

que primero debía pagarlo. La madre interviene diciendo que solo lo quería

mirar y se lo quita para devolverlo a su hija. La otra niña le insiste en que las

condiciones fueron no tocar sin permiso y la mamá le dice que ella se lo va a

comprar. Entonces la niña se aleja del lugar”. (Situación 12)

Ahora, con respecto a los niños y las niñas entre los 6 y los 10 años de edad,

siempre utilizan el lenguaje hablado para mediar las diferencias con sus pares. No

obstante, en estas edades, llama la atención que después de hacer uso de la

palabra y no lograr una respuesta esperada en sus pares, la siguiente acción es

acompañarla con un gesto.

“En un juego tradicional llamado “el trencito”, del cual varios niños y niñas

entre los 5 y los 10 años de edad se encontraban participando, se presenta

una situación en la que uno de ellos, un niño de 5 años intenta colarse en la

fila, entonces un niño de 9 años le explica que debe hacer la fila. Sin

embargo, el niño menor hace caso omiso y sigue empujando para meterse

por lo que el otro niño decide empujarlo agresivamente diciéndole: ¡que

debe respetar el turno!”. (Situación 13)

45

En este punto vale la pena preguntarse el por qué la palabra no basta para

manifestar el mensaje que se quiere comunicar. Es como si hubiese una

desconfianza hacia el lenguaje hablado y necesitara ser complementado con un

empujón por poner un ejemplo. Esta relación palabra-gesto, es naturalmente

utilizada en las mediaciones entre los niños y las niñas Afrodescendientes de la

comuna 8, hasta se podría decir que son recíprocas y una no puede darse sino

como refuerzo de la otra. Además, los gestos interfieren constantemente en las

interacciones creando un complejo mundo de interrelaciones comunicativas entre

ellos y ellas.

En todo caso, en la cotidianidad de la colonia y en la interacción con sus pares, los

niños y las niñas, aprenden con sus iguales que sus comportamientos tienen

consecuencias. Entonces, en las interacciones fraternas, se puede observar cómo

ellos y ellas se convierten en socializadores naturales y solidarios a través del

establecimiento de normas, actitudes y comportamientos entre sí y en actividades

conjuntas como el juego.

De esta manera se dan las mediaciones en la colonia, donde en cada interacción,

los niños y las niñas se ponen normas que les permiten pertenecer o no a un

grupo de pares y se pone en juego la capacidad personal de establecer un diálogo

entre la propia conducta y las normas establecidas en un grupo. Se destaca

además, que este proceso de regulación se da simétricamente, es decir, de igual a

igual.

Por lo tanto, la mediación fraterna promueve en los niños y niñas la adquisición de

estrategias de socialización, donde las relaciones de poder o influencia son

recíprocas, sin el autoritarismo del adulto; aspecto que favorece tanto a nivel

personal como grupal el intercambio de valores y comportamientos o conductas

que llevan al aprendizaje de la autorregulación y el establecimiento de normas.

Entonces, “el proceso de construcción infantil de las normas, aunque apoyado por

los avances cognitivos, es un proceso fundamentalmente social (aportaciones

46

paternas, de los iguales, de la sociedad, de la cultura, etc.), así como experiencial

(vivencia personal y riqueza de las interacciones sociales). (Clemente, Regal,

Górriz, & Villanueva, s.f.)

Ahora, cuando dentro del grupo de pares en la colonia, un niño o niña, tiene

problemas sociales y experienciales, inmediatamente los demás le manifiestan su

desaprobación, (rechazándolo o excluyéndolo), hasta que respete y comprenda

las normas establecidas. Sin embargo, queda la duda acerca de cómo ese niño o

niña que son rechazados por sus pares, logran superar dichas dificultades si se

están perdiendo de socializarse en compañía de sus pares.

Este asunto es importante en la regulación entre iguales, porque la exclusión del

grupo a aquellos niños y niñas que aún no logran adaptarse a las normas sociales,

disminuye las posibilidades de interacción y de establecer vínculos. Así, en la

colonia, un niño que enfrenta sus conflictos por medio de la agresión, tienden a

hallarse pronto sin amigos o a ser excluidos de los juegos grupales, porque sus

pares le hacen ver que su comportamiento es inaceptable, al menos hasta que

modifique su conducta. Por tanto, pronto los niños “aprenden que si lastiman a

alguien, pueden encontrase solos, de hecho una de las reglas de supervivencia

social es que los individuos que persisten en usar la agresión física para resolver

sus problemas o descargar sus frustraciones quedan eventualmente excluidos”

(Pinillos, 2012)

Por otro lado, queda claro que los niños y niñas de la colonia, saben que con un

solo gesto agresivo, pueden lograr un juguete, un turno, hacer que sus pares

lloren o griten. Además porque en casi todos los casos consiguen el objetivo: que

su compañero entregue el juguete, llore, o salga corriendo. Pero cuando esto

pasa, y esta forma de mediación se repite a futuro, pronto se encuentran con que

los demás respondan a la agresión, incluso sin comportarse de forma agresiva, lo

que le exige comenzar a utilizar otras mediaciones basadas en el lenguaje

hablado por ejemplo.

47

“Durante el recreo en la institución, los niños de 5-6 años, se encontraban

jugando en el parque. Resulta que varios de ellos jugaban en los pasamanos

y hubo un momento en el que un niño quería hacerlo y los demás no se lo

permitieron porque él era muy grosero. Entonces el niño empujó a quién

tenía en frente y se subió, los niños le dijeron a la profesora, ella lo tomó de

la mano y le dijo que ya no podía jugar más”. (Situación 14)

Ahora, cuando las mediaciones entre los niños y las niñas ponen en riesgo su

integridad, no conviene ignorarlas. Puesto que la seguridad y los derechos de

protección prevalecen en todo momento. Esto es aplicable en la colonia, aunque

como ya lo hemos mencionado, el adulto, interviene de tal forma que no se

convierte en el protagonista de la situación sino que alienta a los niños y las niñas

para encontrar soluciones alternas para la resolución de sus conflictos.

“Durante las actividades recreativas del bazar, un niño de 3 años le arrebató

el lazo a una niña de su misma edad, le dio puntapiés y le pegó para hacer

que lo soltara. La mamá tomó al niño y le dijo, " Devuélvele el lazo que ella lo

tenía primero” y le pide que no le pegue a las niñas porque a “las mujeres no

se les pega”. Pero unos minutos después, el niño le estaba pegando a otro

niño para quitarle una pelota. La mamá le dice que no se debe comportar así

y que mejor se vaya para la casa”. (Situación 15)

En este sentido, las formas cotidianas en que los pares de la colonia, responden a

las mediaciones agresivas entre ellos, tiene un fuerte efecto en los

comportamientos futuros puesto que “existen claros vínculos entre relaciones de

pares a muy temprana edad y aquéllas que se establecen posteriormente durante

la infancia. La aceptación de los pares en la primera infancia es un predictor de

relaciones posteriores. Los niños que no tienen amigos en el jardín infantil

continuaron presentando dificultades en su socialización a los 10 años de edad.

En otras palabras, el tener amigos en la primera infancia parece proteger a los

48

niños contra la aparición de problemas psicológicos posteriores durante la niñez”

(Dale, 2011)

Asimismo, el efecto real de las mediaciones agresivas, depende de la

interpretación que los niños y las niñas hacen de sus comportamientos y de las

consecuencias que tienen en ellos mismos, no de lo que piensen los adultos al

respecto. Por ejemplo, cuando en la colonia, los un niño o una niña, es excluido/a

de los juegos por sus pares porque no respeta los turnos, tiene más presente el

hecho de ser excluido/ por sus amigos/as, que los consejos de un adulto acerca

de cómo comportarse en grupo, ya que “las relaciones con los iguales permiten el

descentramiento social y cognitivo - porque las perspectivas de otros niños son

más próximas que las de los adultos - ; permite canalizar y regularizar la

agresividad y reconocer los derechos y deberes de los demás” (Álvarez, Becerra &

Meneses, 2004).

De acuerdo con lo anterior, las mediaciones entre iguales en la colonia Esfuerzos

de paz, tienen una doble funcionalidad. Por un lado, sirven para regular las

conductas agresivas tanto personales como las de los pares, justo en el momento

en que está ocurriendo la agresión. Acá es preciso aclarar que en el caso de los

niños y las niñas más pequeños, se debe brindar un poco más de tiempo para

anclar este aprendizaje a su estructura cognitiva por lo que olvidan rápidamente lo

que han hecho y les es difícil hacer conexiones entre los eventos que están

separados en el tiempo, por lo que es muy habitual observar que el episodio de

una agresión se repita constantemente debido a que “la memoria también tiene un

rol importante en la inhibición de la agresión física, cuanto más viven y

experimentan, más recuerdan soluciones que no están relacionadas con la

agresión” (Pinillos, 2012)

Una segunda forma en que funcionan las mediaciones es permitiendo que entre

iguales se puedan afianzar y compartir todas las formas positivas de resolver

49

conflictos, es decir, hay un influjo recíproco hacia el cambio de conductas

agresivas por el uso de otras habilidades sociales.

Hasta este punto, es importante resaltar el rol de los niños y las niñas de la

colonia, como mediadores, puesto que dentro de sus interacciones dejan claro que

no son simples receptores de un montón de normas preestablecidas, sino que

ellos y ellas, son partícipes activos que significan y resignifican todo lo que les

rodea y lo traducen o adaptan a su propia vida y a la forma de interactuar en

contexto.

De otra parte, ya mencionamos que entre ellos y ellas, hay formas verbales y no

verbales para satisfacer las necesidades que no se podrían asumir como

agresivas. Por ejemplo, dentro de las formas verbales incluyen conversaciones

entre ellos/as mismos/as acerca de lo que no logran poner en común y las formas

no verbales incluyen simular una barrera con las manos para evitar el contacto

físico.

Ahora, la respuesta verbal más recurrente entre los niños y las niñas es el “no”

que traduce una negación a darse por vencido frente a los requerimientos de los

demás. Ahora, en la colonia, los niños y niñas tienen claro que el "no" por sí solo

no basta, por lo que solían acompañarlo por una razón o explicación. Aunque en

ocasiones tampoco era suficiente debido a que los otros, también querían alcanzar

su objetivo. Y en este caso, las siguientes interacciones entre ellos tomaban varias

formas incluyendo las peleas.

Finalmente, vale la pena recordar que los procesos de autorregulación y

establecimiento de normas, en el contexto de la colonia, ponen a los niños y las

niñas en la travesía del gesto a la palabra, donde asumen el rol de construir una

identidad interiorizando y manifestando a través del cuerpo, los valores culturales

como la solidaridad, el respeto y el compromiso con el bienestar del otro, por lo

50

tanto, cuando recurren a la “agresión”, lo hacen en respuesta a un asunto de

supervivencia más que por causar daño en el otro.

4.2 LA MEDIACIÓN DEL ADULTO: ENTRE LA CONSTRUCCIÓN DE LA

CONFIANZA BÁSICA Y LA RUPTURA DEL VÍNCULO

En el capítulo anterior, se abordó un poco acerca de la historia de dolor, de

injusticia, de exclusión y discriminación padecida por la cultura afrodescendiente,

por siglos, no solo por parte de los colonizadores, sino por sus hermanos de

sangre “los amos conscientemente les cedieron el látigo y ellos

inconscientemente, lo cogieron. En lo sucesivo eran los capitanes o capataces

encargados de darle los latigazos a los esclavos, y lo hacían con mucha dureza

para mantener su posición; de esta manera el odio no se dirigió hacia el

esclavizador sino hacia la víctima que ahora fungía como victimario” (Caicedo &

Castillo, 2012)

Solo San Pedro Claver (amigo y salvador de los negros), sabe que en el alma de

un pueblo afrodescendiente, se ha encarnado tanto sufrimiento que parece irónico

ver las personas de la colonia Esfuerzos de Paz, sonrientes, con ganas de salir

adelante, orgullosas de su identidad y su procedencia.

Sin embargo, este pasado doloroso explica de alguna manera la dureza

manifestada en las formas de mediación entre los adultos y los niños de la colonia.

“Durante la actividad del bazar, una mamá se encontraba con su menor de 5

años. Después de observar la variedad de artículos que se encontraban en el

lugar, hacen unas compras entre ropa para ambos y algunos juguetes para

el niño. Cuando comienzan las actividades lúdicas el niño le pide a su madre

que le ayude a cargar sus juguetes para él irse a jugar. La madre enseguida

le responde: ¡No faltaba más que echar los sapos al agua!, ¡son cosas suyas

51

no mías. ¡Si quiere vaya llévelas a la casa! El niño se pone triste y se aleja de

ella” (Situación 16)

Durante las visitas a la colonia Esfuerzos de Paz, era común escuchar que las

madres respondieran a las peticiones de sus hijos con expresiones como “debes

esforzarte como lo hago yo”, “no puedes tener todo tan fácil”, “la vida no es

tan fácil”, “las cosas hay que ganárselas”. De hecho, entraban a justificar sus

respuestas hablando entre ellas de cómo no podían seguirles todos los caprichos

a sus hijos o cómo esto les ayudaría a ser responsables de sus cosas y a

solucionar problemas.

Las expresiones de estas madres, sin duda están cargadas del deseo que sus

hijos comiencen a hacerse responsables, independientes, solidarios…no obstante,

es importante mirar la otra parte de la situación. La necesidad del niño o la niña de

que un adulto le preste atención cuando sienta que no puede solucionar una

dificultad.

La crianza algo más que satisfacer necesidades biológicas

Dentro del conjunto de saberes y prácticas de la colonia Esfuerzos de paz, se

hacen evidentes unas tradiciones y conocimientos que se han consolidado a

través de siglos. Basta con mirar como las madres cuidan, bañan, protegen,

juegan, alimentan, peinan y en general, se encargan de que sus hijos e hijas, sean

partícipes de todas estas actividades cotidianas que enriquecen y fortalecen los

vínculos comunitarios.

Ahora, ya hemos mencionado antes que en este trabajo retomamos el concepto

de crianza desde una mirada antropológica – pedagógica, por lo tanto “la crianza

no es solo una práctica pueril o de cuidados del recién nacido relacionada con la

alimentación, el cuidado, la atención, la comunicación, las interacciones que se

52

dan entre la madre u otros adultos cercanos al recién nacido, propias de cada

cultura, se asume la crianza como el proceso a través del cual la comunidad

humana en un acto generoso y solidario, recibe, acoge y ayuda al humano a

hacerse humano” (Arias, 2014).

Todas las características descritas en el párrafo anterior por la autora, tienen lugar

en la Colonia Esfuerzos de paz. Existe una solidaridad compartida hacia el

“cuidado” de los niños y las niñas. Hay preocupación por parte de las madres

porque sus hijos se alimenten, porque las niñas tengan hermosos peinados,

tengan los enseres en buen estado para asistir a la escuela. Y todas estas

prácticas están atravesadas por el afecto (aunque se manifieste con dureza). Sin

embargo, los niños y las niñas no solo demandan necesidades físicas sino

también necesidad de sentirse seguros, escuchados y atendidos.

“En el bazar, haciendo compras, se encontraban las madres con sus hijos.

Los niños y las niñas, miraban qué cosas les llamaban la atención y les

preguntaban a sus madres si lo podían comprar. En una ocasión, una niña

estaba llorando porque quería algo y su madre no le prestaba atención por

estar ocupada mirando otras cosas. Cuando por fin, la madre miró a la niña

la regañó, diciéndole que no pidiera nada y que dejara de molestar y de

llorar”. (Situación 17)

Con relación a lo anterior, las formas que adquieren esas acciones en la crianza

en la cotidianidad de la comuna, determinan las posibilidades reales de que los

niños y las niñas comiencen a humanizar-se sus actitudes y formas de interacción

y son los adultos los ejercen gran influencia en este proceso.

Ahora, ya se ha mencionado antes que las madres de la colonia, no usan estas

formas de interacción porque no quieran sus hijos e hijas (aunque haya una

tendencia hacia una mediación muy fuerte) sino que se convierten en maneras de

vivir y expresar sus prácticas de crianza “en todas las culturas del mundo, a los

53

niños y a las niñas se les socializa de acuerdo con las tradiciones y creencias

existentes” (Caicedo & Castillo, 2012).

Por lo tanto, las prácticas de crianza que se comparten en la colonia, no pueden

comprenderse si no se toma distancia de los discursos que nos atraviesan como

occidentales, que nos lleven a juzgar ciertas prácticas como adecuadas o no.

Puesto que es claro que las costumbres de las madres, están respaldadas por una

herencia cultural y están encaminadas a lograr el bienestar y la protección de los

niños y las niñas. Además, detrás de todas estas prácticas de crianza hay un

conocimiento implícito por parte de las mamás apoyadas en unas creencias

ancestrales, de lo que se debe hacer con los hijos e hijas hasta que ellos y ellas

puedan valerse por sí mismos.

Es decir, en la colonia “la crianza se termina cuando el sujeto humano es

autónomo, es decir tiene la capacidad de autocuidado, autodefinición y asume las

responsabilidades propias de su participación en la vida en sociedad. En este

sentido, la crianza desde su paideia, tiene en su esencia un fin educativo y

socializador con arreglo a un plan, este fin determina entonces el carácter

formativo de la crianza en el sujeto y está fuertemente ligado a la cultura tanto en

su filogénesis como en su ontogénesis y microgénesis”. (Arias, 2014)

Confianza básica

El asunto de cuidar a los niños y las niñas afrodescendientes bajo unas prácticas

cimentadas en la solidaridad, va más allá de que se formen o no como personas

autónomas e independientes, tiene que ver con lo que Erikson (1950), siguiendo a

Winnicott, llamó “confianza básica”. Es decir, la confianza en los adultos

significativos.

54

Por lo tanto, la construcción de la confianza básica se logra por medio de las

experiencias tempranas de la infancia. Así, las respuestas de las madres

afrodescendientes en el entorno de la comunidad, o de las maestras en el entorno

institucional ante las necesidades de los niños y las niñas, les genera una imagen

confiable y segura en los otros y lo otro, porque el niño tiene “esperanza” en que

va a ser escuchado, atendido, reconocido. Tiene “fe” en que hay alguien con quien

puede establecer un vínculo mediado por el amor y la solidaridad.

Erikson (1950), plantea que durante los primeros años de vida es necesario crear

en los niños un sentido de confianza tanto en el mundo del cuidador como en el

del niño:

“En el bazar, se encontraba una joven con su hija de 20 días de nacida. Ella

era la encargada de uno de los toldos. Algunas de las otras mamás que

pasaban por el lugar le decían que era mejor que llevara la bebé a la casa,

que allá la podían cuidar mejor. La joven les respondió que no era necesario

porque ella podía cargarla y alimentarla, además que no le estaba

estorbando. Ella tenía su hija envuelta en una cobija recostada contra su

pecho. Cabe resaltar que en todo el día no se escuchó el llanto de la bebé,

dormía plácidamente en el regazo de su madre” (Situación 18)

En la situación anterior, lo que la madre le está enseñando a su hija al no

separarse de ella es que “no le estorba” por el contrario, ambas se necesitan y

quieren estar juntas. Además, que la niña no está sola en el mundo y por lo tanto

es un lugar en el que vale la pena confiar. Pronto la niña comenzará a valorar las

relaciones de apoyo y solidaridad. Por el contrario, si la madre ignora las

necesidades de su hija, se genera un sentimiento de desconfianza tanto en el

mundo como en las relaciones interpersonales. “Se ha encontrado que en niños

pequeños la seguridad de apego predice fuertemente la aceptación de los pares,

mientras que un temperamento difícil es un predictor fuerte del rechazo; por lo

55

tanto, al parecer un buen apego en la primera infancia deviene en niños más

seguros y con buena competencia social” (Plazas, et al, 2010).

Se convierte así la confianza básica en una “coraza protectora” utilizada por los

niños y las niñas, para resistir las adversidades, los problemas, las angustias…

que se presentan en las interacciones con los demás y en general en la vida

cotidiana.

De acuerdo a lo anterior, los niños en la primera infancia necesitan sentir y creer

que hay personas en su vida con las que pueden contar y a las que pueden acudir

cuando lo necesiten.

“En la llegada al centro de atención una mañana, en la puerta de

caminadores–fabricada en vidrio- se encontraba una niña de 2 años llorando,

enojada y haciendo fuerza para intentar abrirla. Una de las profesoras

encargadas de dicha aula dijo que era el primer día de la niña en el lugar, y

que cuando veía a alguien parado en la puerta trataba de que la sacaran,

llorando y haciéndole presión al vidrio, pero que era normal por ser su

primer día en la institución. Hay que resaltar aquí que para ella era normal

escuchar el llanto de la niña, por lo que su expresión facial no demostraba

ninguna incomodidad. Sin embargo, para algunos niños sí, éstos se

acercaban y le preguntaban qué le sucedía, le sobaban la cabeza, la

acariciaban y le cantaban, aun cuando este gesto no lograba calmar la niña”

(Situación 19, entorno institucional)

En el contexto anterior, hay que tener en cuenta varios aspectos, el primero

relacionado con la actitud de la maestra hacia el llanto de una niña, resaltando que

“era normal” que sucediera. La cuestión es dónde queda la sensibilidad de la

profesora, aplicada al acto de la enseñanza. Esa sensibilidad que marca la

diferencia entre lo que ella piensa y su forma de actuar, y no solamente lo que dice

y hace con respecto al sentimiento de la niña. Dónde está su disposición para

56

trascender el rol de cumplir un horario y un encuentro vacío con los niños y las

niñas, dónde está su disposición también para crear situaciones y prácticas

formativas que faciliten la construcción de confianza básica y la práctica de la

solidaridad a la que cotidianamente están acostumbrados en la colonia, donde a

los niños y las niñas se les acoge, reconoce y acepta. Al respecto “la relación

entre maestro y alumno es una relación ética que debería traducirse en una actitud

de acogida y de compromiso hacia el alumno, haciéndose cargo de él” (Ortega,

2004).

Entonces, la función del maestro, va más allá de realizar una actividad técnica o

profesional, puesto que “la educación, en sí misma, es un acontecimiento ético,

una experiencia ética y no una relación entre profesor y alumno” (Ortega, 2004).

Por lo tanto, la ética de la profesora le exigirá darse cuenta que la niña llora-como

ella, le duele el abandono-como a ella, que siente miedo e inseguridad ante lo

desconocido-como ella, por lo que deja de ser tan natural o normal esa situación.

Y es tarea de la profesora una actitud y aptitud para el cuidado de todos los niños

y las niñas de su clase. Además porque al igual que la crianza, la educación

transcurre como un proceso de humanización.

Entonces, por supuesto que era “normal” que la niña tuviera una angustia tan

grande porque se sentía abandonada por su madre en un lugar que no conocía,

rodeada de personas que le eran extrañas y su llanto representaba que “no era

normal” lo que estaba sucediendo. Entonces, llorar y empujar la puerta formaban

parte de sus estrategias de supervivencia en un lugar que era amenazante para

ella.

El segundo aspecto, está relacionado con la forma en que los adultos

“naturalizamos” las necesidades de los niños y las niñas. En este caso específico

la maestra le está enseñando a los niños y las niñas que no importa el dolor del

otro, al demostrar que su atención no merece ser captada por el llanto de una

57

niña. Entonces, como adultos occidentalizados, prestamos poco interés a los

asuntos de los niños y las niñas, de acuerdo una escala de valores bajo nuestras

propias lógicas, juzgando de importantes o no lo que les pasa, o si nos afecta a

nosotros o al entorno, sin tener en cuenta que “la actitud de respuesta que tiene el

adulto está relacionada a la inteligencia, empatía, escasa agresión o depresión,

autorregulación, y competencia social. (Ríos, 2015).

Sin embargo, dentro de la colonia Esfuerzos de paz, la seguridad ontológica tiene

su origen en las relaciones seguras, apoyadas en la importancia que les dan a los

niños y las niñas, por eso las actitudes e intenciones que adoptan las madres con

relación a sus hijos e hijas, y con otros seres humanos involucran creencias

alrededor de estas actitudes e intenciones forman personas de bien.

Y por tercero, cabe resaltar el hecho de que los niños y las niñas de la colonia son

muy sensibles a las necesidades de sus pares, se hace evidente en la importancia

que le prestan al llanto de alguno de sus amigos, no solo en la institución, también

en su comunidad acuden inmediatamente a ver qué ha sucedido y cómo pueden

ayudar a solucionarlo. El asunto es que la sensibilidad ante la vulnerabilidad o la

necesidad que se demuestran entre niños y las niñas de la colonia, existe un reto

para los que estamos “afuera” y tiene que ver con la experiencia de enfrentarnos

con una exigencia de la responsabilidad que se tiene ante un niño, niña o

cualquier ser humano que esté en relación con nosotros. En otras palabras, es

preciso recuperar nuestro sentido ético que da sentido la existencia.

Por lo anterior, se resalta entonces la importancia de la respuesta sensible del

adulto, porque para un niño o una niña, enfrentar situaciones amenazantes solos

o solas, no significa que están adquiriendo independencia, significa que están

solos, que no son importantes para nadie, generando que se sientan vencidos y

abandonados.

58

“Al no conseguirlo buscó a la profesora para que lo solucionara sin

encontrar respuesta por parte de ella. Finalmente se da por vencido y

permite que el compañero se lleve los pedazos de papel” (Situación 5.1,

entorno institucional)

Ahora, dentro de la colonia, que los niños y las niñas sean independientes,

significa que están en la capacidad de vivir y relacionarse en comunidad, de

expresar las necesidades con el fin de obtener la ayuda de otros, y por supuesto,

ofrecer la ayuda a los demás cuando lo necesiten. No significa que sean

autosuficientes o autónomos para resolver los problemas. Por lo que los niños y

las niñas tienen confianza en sus pares y adultos, porque saben que ante ciertas

vicisitudes siempre obtendrán ayuda, saben que la solidaridad hacia ellos y ellas

aparece siempre.

También saben dónde están en relación a todo lo que le rodea, aprenden a

encontrar las formas de afrontar sus problemas por medio de las mediaciones

entre pares y adultos, tienen una sensación de vínculo mediado por el afecto, se

sienten importantes, útiles y valiosos en y para la vida en comunidad…

Seguridad ontológica

Mientras que en la colonia haya experiencias positivas de confianza básica entre

los adultos y los infantes, más posibilidades existen que los niños y las niñas

desarrollen esperanza y seguridad en los demás, pero principalmente en sí

mismos.

“Cuando todos terminamos de comernos el sancocho, nos reunimos en la

cancha nuevamente, vendiendo las últimos utilidades para desarmar los

toldos. Todos los productos fueron vendidos y las organizadoras del

proyecto lograron recolectar algo de dinero. En el momento de desarmarlos,

59

esta vez, sólo los niños estuvieron ayudando. En grupitos fueron

desarmando y llevando las piezas al mismo lugar donde las habían recogido

al comienzo. En ese momento, sucedió que una niña, de aproximadamente

cinco años, quiso ayudar. Las piezas eran realmente pesadas, y ello no fue

un obstáculo para que ella estuviera presente colaborando, pues intentó

llevarlo, y los demás niños al verla, le ayudaban. Ella insistía y regresaba

por algo para llevar, hasta que finalmente logró cargar algunos de los palos

más livianos” (Situación 20)

En este punto vale la pena mencionar que las prácticas ancestrales de la colonia,

distan con lo que se predica respecto al tema de la confianza básica, puesto que

culturalmente a las madres se les ha insistido en que si prestan demasiada

atención a las necesidades de los hijos, pronto estarán sometidas a suplir todos

sus caprichos. Pero, no se trata de inculcar en los hijos malas costumbres, se trata

de ser más responsivos ante una necesidad de los niños y las niñas durante los

primeros años, lo que les ayudará a ser seguros de sí mismos y solidarios con la

comunidad.

Por lo anterior, se resalta que las madres de la colonia saben que cuando un niño

o una niña es ignorado, se le está enseñando que sus necesidades no son

realmente importantes, y que otras personas saben más y pueden decidir mejor

que él mismo lo que le conviene y lo que no. Por lo tanto, se les está enseñando

que tienen que depender de los demás y que no merecen que les hagan caso.

Aspectos que distan de los intereses de conservar sus prácticas ancestrales a

través del tiempo…

“En el momento de compartir la natilla y las hojuelas en el bazar navideño,

varios niños entre los 2 y los 10 años de edad se acercaron al lugar para que

les entregaran sus paltos. Un niño de 6 años le dijo a la mamá que estaba

sirviendo que él quería un plato de color verde, la señora le contestó que no

estaban escogiendo colores. El niño se estaba alejando cuando ella lo llamó

60

y le explicó que los otros platos estaban separados porque eran para unos

regalos, por lo tanto no se lo podía cambiar. El niño asintió con la cabeza y

se fue” (Situación 21)

En la naturalidad de la vida en comunidad. La respuesta a la pregunta más simple

o al comentario más elemental expresado por un niño o una niña, le siguen unas

consecuencias en su forma de percibir las relaciones con el otro. Es por esto que

la respuesta de la mamá no necesariamente estaba dirigida a complacer lo que el

niño quería, fue mucho más que eso, porque el niño comprendió que su deseo no

podía ser satisfecho, pero esto no significó que fuera ignorado o no mereciera que

la madre le prestase atención cuando él le estaba hablando.

Es necesario entonces que los niños y las niñas sientan que son valiosos para los

demás, que forman parte importante en las relaciones cotidianas. Con esto, las

madres de la colonia Esfuerzos de paz, les transmiten a sus hijos e hijas, un

sentido de identidad, que les permite creer que pueden pertenecer a un grupo y

les ayuda a desarrollar su capacidad para establecer vínculos.

La ruptura del vínculo

Ya hemos mencionado antes que el contacto físico o la proximidad, es

característico en las relaciones que establecen las personas de la colonia

Esfuerzos de paz. También mencionamos que las madres son muy responsivas

ante los sentimientos de sus hijos e hijas, lo que les brinda confianza y seguridad

en los otros y en el mundo en sí.

Esta proximidad, les permite establecer vínculos tan fuertes que configuran su

manera de concebir el mundo y la interacción con los semejantes y el entorno. Por

lo tanto, cuando los bebés son separados de sus madres para estar en la

institución, se sienten tan angustiados que se rompe el vínculo y por este motivo

61

lloran. “el significado biológico de este motivo en los individuos indefensos e

inmaduros es claro: de esta manera garantizan el cuidado, la protección y la

seguridad” (Schaffer, 200, p.164).

“En la sala de desarrollo, se encontraban 15 bebés entre los 6 y los 24 meses

de edad, una niña de aproximadamente 9 meses, permanecía en los brazos

de una auxiliar de la investigación. En el momento en que la profesora sacó

una caja de juguetes, la auxiliar incita la niña para que vaya a jugar y ella se

baja de los brazos dirigiéndose a coger una pelota. Apenas lo logra, vuelve a

pedirle a la auxiliar que la cargue. Esta actitud la repitió en varias ocasiones,

iba por juguetes y volvía para jugar cerca de la auxiliar” (Situación 22)

En la situación anterior, cabe resaltar que entre la niña y la auxiliar se había

establecido un vínculo. Desde las primeras visitas, cuando llegábamos a la sala de

desarrollo, la niña inmediatamente dejaba lo que estaba haciendo y se iba a jugar

con la auxiliar, caso que nos parecía curioso porque las visitas no eran diarias, de

hecho en algunas ocasiones la auxiliar no entraba al centro, sino que se dirigía a

la comunidad. Por lo que la actitud de la niña, nos daba cuenta de que había

establecido un fuerte lazo con la auxiliar. Tanto que en el momento de la

alimentación permitía que ella le diera la compota o el suplemento (con

autorización de la profesora). Según Schaffer (2000, p.165), siguiendo a Bowlby,

los niños pequeños poseen una “predisposición biológica” a establecer lazos con

quienes cuidan de él, puesto que este hecho, en la historia de la humanidad,

garantizaba la supervivencia ante el peligro de los depredadores.

Por el contrario, en los casos donde un adulto rompía el vínculo con un niño o una

niña, porque ignoraba sus necesidades, la actitud o comportamiento siguiente era

marcado por la desconfianza.

“Durante las actividades recreativas del bazar comunitario, una de las

recreacionistas comenzó a repartir los aros. Resulta que todos los niños y

62

las niñas se acercaron rápidamente. Ella les pidió hacer la fila, pero en el

afán de coger los aros, la mayoría hizo caso omiso de la orden, sólo dos

niñas de siete años lo hicieron. La joven repartió los aros así en desorden

sin darse cuenta de las dos niñas que estaban en fila. Luego en varias

ocasiones la recreacionista invitó las niñas a participar de las actividades y

ellas preferían seguir jugando solas aparte” (Situación 23)

Esta situación nos muestra claramente como las niñas, reconocen inmediatamente

cuándo no se logra establecer o hay una ruptura del vínculo con el adulto, es algo

que han interiorizado en las interacciones cotidianas dentro de la colonia. Este

aprendizaje es fundamental en el desarrollo social puesto que según Schaffer

(2000), la forma de comportarse de un niño o una niña cambia radicalmente al

establecerse un sistema de apego con personas específicas. Los niños y las niñas

ponen emociones y sentimientos en dicha relación, por lo que la ruptura del

vínculo se convierte en una amenaza y ya no ven a esa persona como alguien de

confianza.

Lo anterior es importante porque además de evidenciar la importancia de que el

adulto responda asertivamente en las relaciones vinculares con los niños y las

niñas, muestra cómo se van adquiriendo herramientas de aprendizaje social por

parte de los pequeños, lo que les permite adaptarse al grupo social en el que se

encuentran inmersos.

4.3 LA MIMESIS COMO MEDIACIÓN ENTRE PARES Y ADULTOS

La identidad de la cultura afrodescendiente se ha construido a partir de valores y

sentimientos trasmitidos de generación en generación. Todo este legado

ancestral, les permite tener una visión sobre su ser como pueblo afro. Pero

también les permite aún en contextos ajenos a sus raíces, conservar prácticas y

63

saberes con los cuales afianzan los lazos afectivos y los procesos de identidad

cultural y étnica. De esta forma, en la colonia esfuerzos de paz “resisten los

embates del desarrollismo, que se impone arrasando las tradiciones. Las prácticas

tradicionales, permiten que las culturas afrocolombianas puedan paliar los efectos

de la guerra, la marginalidad y la exclusión histórica de la que han sido víctimas,

logrando mantener algunos legados culturales con base en resistencias que han

mantenido en sus creencias más íntimas” (Caicedo & Castillo, 2012)

Por lo anterior, para comprender las diferentes mediaciones establecidas entre los

niños y las niñas, así como con los adultos en la colonia Esfuerzos de paz, exige

para quién trata de aproximarse a dicha realidad, la necesidad de reconocer la

riqueza de interacciones que se viven cotidianamente, las cuales evolucionan

filogenéticamente apoyadas por las prácticas culturales; prácticas que han sido

separadas geográficamente con el objeto de protegerlas.

Por lo tanto, para hacer visibles sus prácticas, se precisa, hablar desde sus

lugares, retomar sus historias, intentando trascender el extractismo y a cambio

de su solidaridad, ayudarles a encontrar mecanismos que les permitan consolidar

sus prácticas y saberes en un contexto que constantemente se está

transformando, haciendo que la supervivencia cultural de los grupos

afrodescendientes sea cada vez más compleja.

Cabe resaltar que en las observaciones realizadas, las personas de la colonia

Esfuerzos de paz, es muy marcada la adopción de prácticas culturales que

responden a sistemas de pensamiento tradicionales, es decir, todas estas

personas aun cuando viven y comparten espacios y tiempos en la cultura paisa,

no han dejado de ser afrodescendientes. Por el contrario, pese a procesos de

hibridación cultural, se empeñan por hacer visibles sus prácticas; lo que por un

lado, les permite apropiarse de estrategias de conservación de su legado ancestral

y por el otro, se convierte en una forma de resistirse a perder su identidad como

pueblo afro.

64

Bajo esta lógica, en este capítulo se retoma el asunto de la mimesis como

estrategia de mediación cultural entre los miembros de la colonia Esfuerzos de

paz. Entendiendo mimesis como “el primer paso hacia la descontextualización o

explicitación progresiva de la mente con acceso a representaciones culturalmente

generadas. La mímesis se caracteriza por un control progresivo de la acción,

comunicación gestual (secuencias de acción simuladas)” (Arias, B. 2008)

Siguiendo los pasos de los adultos significativos

No cabe duda de la influencia de los adultos en las formas de actuar de los niños y

las niñas de la colonia. Aunque ya es claro que no es la única fuente de

aprendizaje social, porque entre pares también se dan estas mediaciones, el

adulto, sigue siendo un modelo a seguir por los pequeños que pareciera tuvieran

una tendencia innata a comportarse de manera similar a las manifestadas por los

adultos.

“Terminada la actividad del bazar, mientras esperábamos el carro que

llevaría los toldos comenzó a llover. Los niños y niñas que se quedaron con

nosotros, disfrutaban mojarse. La lluvia no les molestaba, por el contrario,

estaban felices jugando bajo ésta. Algunos se acostaron en la calle para

sentirla en todo el cuerpo. Una niña de 10 años más o menos, se quitó una

chancla y le pegó a su hermana menor de 5 años, explicándole que no debía

haberse mojado la ropa porque a su mamá no le gustaba y se iba a enojar”

(Situación 24)

La descripción de esta situación nos permite ver cómo los niños y las niñas al

formar parte de la vida en comunidad, se encuentran inmersos en interacciones

con los adultos de quienes aprenden ciertos comportamientos que luego replican

65

en las interacciones con sus iguales. Estas situaciones nos permiten pensar que

de esta forma se han conservado ciertas prácticas a través del tiempo.

Y es que todas las formas en que las madres cuidan los niños y las niñas en la

colonia; como por ejemplo, los momentos de la alimentación, se convierten en la

forma de que los niños y las niñas imiten de ellas el gusto por los sabores, los

olores y hasta las cantidades de la comida. Porque se podía observar que desde

el más grande hasta el más chico, manifestaban ciertos caprichos, al momento de

sentarse a comer: oler primero la comida, exigir cierta cantidad, no permitir que

alguien se acercara demasiado al plato, voltear el plato en todas las direcciones

hasta tomar el último poquito de alimento…

Esto significa que en la vida cotidiana, los niños y las niñas de la colonia Esfuerzos

de paz, aprenden junto a sus madres, una manera de apropiarse de lo que los

rodea a través de la imitación.

Otras formas de imitación de las acciones de los adultos, está relacionada con las

prácticas de trabajo, las madres de la colonia realizan varias actividades con el fin

de sostener o llevar la obligación de sus hogares: lavar y planchar ropa por días,

vender comidas en lugares específicos de la ciudad, hacer peinados, organizar

uñas, en fin, ellas se las ingenian para conseguir el sustento de sus casas.

Asimismo, principalmente algunos niños de la colonia, en varias ocasiones,

expresaron que debían trabajar, lavando carros, bailando en un semáforo,

ayudando a sus mamás a vender comidas…

“Después de realizar los carteles para promocionar el primer bazar

comunitario, todos los niños y las niñas que participaron de esta actividad,

se dispusieron a repartir los carteles, teniendo en cuenta de debían ponerlos

donde estuvieran más visibles para que ningún miembro de la comunidad se

quedara sin obtener la información. Mientras caminábamos hacia los lugares

66

elegidos, un niño nos contó que ese sábado se iba para Guatapé a trabajar

con su padre, y que por tanto, no podía estar en el bazar” (Situación 25)

De acuerdo con la situación anterior, la práctica del trabajo o realizar oficios,

dentro de la colonia Esfuerzos de paz, lejos de significar la explotación de los

niños y las niñas se constituye en una forma de enseñarles la responsabilidad.

“Otras formas de cuidado se relacionan con las prácticas de labores como la

pesca, la agricultura, la minería y la orfebrería, pues principalmente los niños,

pasan gran parte del tiempo con sus padres, por lo que el cuidado se relaciona

intrínsecamente con el trabajo” (Caicedo & Castillo, 2012)

En este mismo sentido, se puede resaltar que con respecto a las niñas, los

trabajos u oficios que imitan de sus madres, estaban encaminados al cuidado de

los hermanos menores como por ejemplo: ayudarlos a bañarse, a vestirse,

peinarlos, cuidando cada detalle de lo que observan que hacen sus madres,

poniendo límites cuando es necesario: ¡necesito que te quedes quieta para

terminarte de vestir!, ¡ya es hora de salir del agua! Cuando se trataba de

acompañarlos a la escuela, les exigían que las tomaran de la mano, les

recomendaban tener cuidado con los carros, portarse bien en la

institución…también había ocasiones en las que las niñas, se sentaban a acariciar

sus hermanos/as, jugaban con ellos/as, (los niños también lo hacen), los invitaban

a seguir ciertas canciones y hasta arrullarlos cuando tenían sueño.

Acá hay que resaltar que, en la mayoría de los casos, estas tareas eran realizadas

casi sin que las mamás lo sugirieran, es decir, para las niñas es algo que ya hace

parte de sus costumbres y prácticas.

Otro asunto que no quisiéramos dejar pasar y que en el primer capítulo hicimos

referencia, es que las jovencitas se embarazan por grupos, es decir, cuando

llegamos a la colonia, había seis (6) adolescentes embarazadas y otro grupito ya

estaba lactando, es como si se turnaran en la tarea de dar la vida. Ahora, sin la

67

idea de argumentar que se embarazan por imitación a sus madres, si vale la pena

mencionar que este asunto, hace parte de sus modos de ser y hacer parte de

mantener viva la colonia.

“Durante la reunión con las madres de la comunidad, se acercó una de ellas

al lugar de encuentro con un bebé de días de nacido, ella dijo que no

pensaba ir a la reunión porque su hermana menor que hacía poco había

tenido el bebé, aún no podía hacerse cargo de él, por lo que ella debía

cuidarlo. Esta situación incitó a que las demás madres hablaran de sus

experiencias maternales, una de ellas dijo que aun cuando era muy doloroso

ella había dado a luz a seis (6) hijos, pero que habían otras que alcanzaron a

criar el doble” (Situación 26)

Por lo anterior, no cabe duda de que las familias extensas dentro de la comunidad,

de alguna manera se convierten en una garantía para conservar su legado

cultural, sus prácticas y saberes por varias generaciones.

El aporte de los pares mayores

Ya dedicamos un capítulo para hablar acerca de todo lo que implica la mediación

entre pares de la colonia, resaltando particularmente la incidencia de las

interacciones recíprocas en el establecimiento de normas. En este orden de ideas,

vale la pena hablar acerca de un asunto que también tiene lugar en dichas

interacciones y es la imitación de los comportamientos, sobre todo de parte de los

niños y niñas más pequeños de la comunidad.

Entonces, el grado de influencia de los pares mayores es fundamental en las

interacciones, ya que esto permite que los pares menores se familiaricen con las

normas sociales mientras comparten actividades como el juego con sus pares

mayores donde se les exige respetar y tomar tunos.

68

“Un niño de 5 años intenta colarse en la fila, entonces un niño de 9 años le

explica que debe hacer la fila. Sin embargo, el niño menor hace caso omiso y

sigue empujando para meterse por lo que el otro niño decide empujarlo

agresivamente diciéndole: ¡que debe respetar el turno!” (Situación 12.1)

Estos espacios de interacción, se convierten para los niños y las niñas de la

colonia en un contexto epistémico, puesto que los confronta y les permite entender

y originar inquietudes alrededor de las normas que regulan las formas de

comportarse dentro de la comunidad. Son espacios donde sin duda alguna hay

rivalidades, bien sea por cuestiones de edad o emocionales, pero son

oportunidades de encuentro únicas, donde se gestan más conocimientos acerca

del trato relacional en contextos cotidianos. Igualmente, también son prácticas que

históricamente, la comunidad afrodescendiente aprendió, “el negro esclavo era

obligado a obedecer con látigo, cuando no del amo blanco, del capataz negro que

había aprendido muy bien, como enseñar a sus pares a obedecer” (Pazantés,

2008)

Otro aspecto importante en la imitación es que los niños pequeños admiran

profundamente a hermanos o amigos mayores porque los protegen; y por lo tanto,

se convierten en personas muy importantes en sus vidas. Lo anterior, explica en

algunos casos, el deseo de imitarlos. Convirtiéndose la imitación en un influjo para

que los pequeños adquieran habilidades de autocuidado, pero también de

responsabilidad por el otro.

“Entre conversaciones, un grupo de niños entre los 9 y 10 años

aproximadamente, nos contó que algunos fines de semana iban a Envigado

a trabajar. Su trabajo consiste en bailar en los semáforos y que a veces

recogen alrededor de 50 mil pesos, que se reparten y usan para compran

ropa, comida o suplir necesidades. Les preguntamos que con quiénes

trabajaban, nos contestaron que antes lo hacían con sus hermanos mayores,

quienes los cuidaban. Pero que ya habían aprendido a irse solos. Insistimos

69

en preguntar que ahora quién los cuidaba y respondieron que ya podían

cuidarse entre ellos mismos” (Situación 27)

Esta situación, evidencia que en la colonia, los grupos de niños o de niñas que

suelen conformarse, se perciben como grupos donde la cooperación y ayuda

recíprocas es muy importante para lograr los objetivos comunes. Además, la

capacidad de descentración (tema que profundizaremos en el próximo capítulo),

hace posible que discutan, resuelvan los problemas y se cuiden entre ellos.

Esta descentración les permite posteriormente, imitar actitudes o comportamientos

en las relaciones basadas en la reciprocidad: se puede observar cómo los niños y

las niñas menores comienzan a confiar unos en los otros para lograr lo que los

beneficie a todos. Ese “nos repartimos el dinero entre todos” puede servir de

ejemplo para decir que, por un lado comprenden y valoran el trabajo en equipo. Y

por el otro piensan en el bienestar de los demás y no solo en el propio.

4.4 EL ALTRUISMO: UNA SALIDA A LA DESCENTRACIÓN DE SÍ PARA

LLEGAR A LA SOLIDARIDAD EN LA COMUNIDAD

Ya hemos mencionado antes que la solidaridad y la generosidad son

características de las personas de la colonia Esfuerzos de paz. Este asunto, hace

parte de sus formas de ser y estar. De acuerdo con lo anterior, Torres (2012),

plantea que históricamente las poblaciones afrodescendientes han conservado

prácticas tradicionales fundamentadas en la solidaridad, las cuales se expresan en

el cuidado de los niños y las niñas por parte de todos los miembros de una

comunidad. Igualmente, estas características sociales y afectivas de la

comunidad, son principios fundamentales de la crianza, tal como se ha planteado

en este trabajo, “la crianza es un acto de generosidad y solidaridad de la

70

comunidad humana que recibe, acoge y ayuda a un humano a hacerse humano”

(Arias, 2014)

En este capítulo, profundizaremos un poco acerca de la trascendencia que tienen

dichas características tanto en las mediaciones de los niños y las niñas de la

comunidad como en el proceso mismo de humanización.

Y es que los niños y las niñas de la colonia Esfuerzos de paz, desde los más

pequeños hasta los adolescentes, demuestran sentido de solidaridad, es decir de

una alta sensibilidad por las necesidades del otro y por lo otro. Es muy recurrente

entonces, observar en ellos y ellas, una disposición a ayudarse entre sí. Además,

es algo que se manifiesta de forma tan natural, que es como si el sentido de

responsabilidad se asumiera como un proceso filogenético, que se reafirma a

través de la ontogenia. En la situación que se describe a continuación estamos

hablando de niños y niñas en una sala de desarrollo del nivel de cunas:

“…Sin embargo, a algunos niños si les importó que una de las niñas (de 9

meses) llorara sin parar, éstos se acercaban y le preguntaban qué le sucedía,

le tocaban suavemente la cabeza, la acariciaban y le cantaban, aun cuando

este gesto no lograba calmar el llanto de la niña” (Situación 18.1).

Un comportamiento así, de acuerdo con Mélich (2010) solo se da si hay una

extrema “sensibilidad ante el sufrimiento ajeno”. Es decir, son capaces de ponerse

a la “altura del sufrimiento del otro”, por lo tanto, se solidarizan con el dolor y la

angustia que tiene la niña acompañándola, abrazándola, acariciándola,

distrayéndola, aun cuando con esto, no logran que la niña pare de llorar…, para

llegar a este nivel de sensibilidad es necesario que la formación del ser humano

focalice la importancia de descentrarse.

71

El primer paso hacia el altruismo es descentrarse de sí mismo

Nuestra sociedad, marcada históricamente por el colonialismo occidental, que se

refleja en el individualismo competitivo y la escasa ayuda al otro, de un mundo del

“Sálvese quien pueda” que se ha naturalizado y justificado como estrategia de

supervivencia, atravesada por la consigna de que todo es válido; como lo plantea

Aredn´t, (1967) “la modernidad ha tecnificado y racionalizado estratégicamente

que el ser humano actúe para el bien propio, llegando a la banalidad del mal”. Es

entonces una excepción, cuando una persona se preocupa por las demás, es algo

que vale la pena resaltar, porque no es muy usual que alguien se comprometa con

el otro sin tener ninguna obligación.

Lo anterior tiene un sentido trascendente teniendo en cuenta que la colonia

Esfuerzos de paz, se instala, como una especie de “oasis” en un barrio cuya

cultura paisa se caracteriza por la diversidad de la población y la hibridación de

valores culturales, generada por las migraciones y por una orientación más

individualista, donde el bien personal predomina sobre el bien común. Entonces,

prestar un beneficio a otra persona sin obtener una ganancia personal, es igual a

ser “poco avispado”, es decir, no hay una tendencia a apoyar a otros sin

recompensa, no hay tendencia hacia la solidaridad.

Entonces, para las personas de la comunidad, habitar un espacio geográfico

donde existe una tendencia al egocentrismo, a interesase por los asuntos propios

y no por los ajenos, contradice el modus operandi de quienes están por fuera de la

colonia, es por esto que cuando las familias afrodescendientes se interesan por

los demás, se constituye en una cualidad que los identifica, que reivindica su

deseo de conservar sus propias costumbres, a pesar del desarraigo de sus

lugares de origen.

“En el momento del almuerzo, durante la actividad del bazar, un niño le

estaba limpiando la nariz a un bebé y le estaba dando la sopa, como si se

72

tratara de su hermano menor. Al preguntarle cuál era el vínculo entre ellos,

respondió que era un vecino; sin embargo, pudimos presenciar que él, de

aproximadamente 10 años de edad, cuidaba del pequeño tratándolo como si

fuera miembro de su familia, después del almuerzo en varias ocasiones se

acercó al bebé para jugar con él. Esta situación también se presenta entre

otros niños, comparten el tiempo y se cuidan entre ellos. Los más grandes

indican a los pequeños qué hacer y ellos les hacen caso” (Situación 28)

Este tipo de mediaciones dan cuenta de cómo los niños y las niñas de la colonia,

asumen de manera natural el servicio y la ayuda a los otros. Durante las diferentes

actividades cotidianas, participan de manera naturalmente servicial con los que lo

necesitan: ayudar a ponerse los zapatos, dar la comida, invitar a participar de los

juegos, limpiar los mocos, avisar cuando hay situaciones de peligro… como para

mencionar algunos ejemplos de la ayuda que se brindan entre sí.

Por otro lado, dan cuenta de la descentración de sí mismos, porque están atentos

a la vulnerabilidad de sus pares y quieren transmitirles seguridad y confianza, cuyo

efecto es la adaptación equilibrada a los grupos o contextos en los que interactúan

diariamente. Ponen entonces intereses comunes que beneficien a todos los que

habitan la colonia y se relevan en las tareas de cuidar a niños más pequeños, los

enfermos, los abuelos, vecinos, la casa, la colonia…

“Durante una de las visitas a la colonia, nos encontramos un niño con

Síndrome Down montado en un triciclo, desplazándose hacia atrás y

rodando unos metros por la pequeña pendiente hasta chocar con la pared, lo

cual le generaba bastante risa. Llegó un momento en que dos niñas de

aproximadamente 7 años, al ver que se acercaba mucho al final de la acera,

corrieron a detenerlo y lo llevaron cerca a la casa donde vivía. Se quedaron

jugando con él hasta que la hermana mayor lo entró a la casa para bañarlo”

(Situación 29)

73

Este tipo de actuaciones por parte de los niños y las niñas, exige de ellos mismos

vivir a la luz de una ética de la compasión, que de acuerdo con Mélich, se

fundamenta en la capacidad de encontrarse con el otro, “compadecerse es

ponerse al lado del que sufre, acompañarlo en su dolor que es sólo suyo y no es

ponerse en su lugar, ni pretender dar ejemplo” (Mélich, 2010). Este tipo de

concepción acerca de la vida y la ética solo puede encontrarse en culturas que no

se han construido bajo la influencia de la racionalidad moderna, que construyen

sus relaciones desde la particularidad del ser, y que por lo tanto no actúan desde

la categorización de los individuos, es por eso que autores como Pazantés, (2006)

afirma que la exclusión histórica a que fue sometida la cultura afrodescendiente,

ha hecho posible que dicha cultura mantenga empatía y se solidaricen con otros

grupos humanos que hayan sufrido otras formas de exclusión social.

Porque los niños y las niñas puede que no alcancen a imaginar el estado en el que

se encuentran sus amigos, puede que tampoco dispongan de los recursos o las

formas inmediatas para ayudarlos, pero, lo que sí queda claro es que se sienten

tristes con la tristeza de sus pares, encuentran en el dolor del otro su propio dolor

y su propia historia, lo que los hace “uno con el otro” que es el verdadero sentido

de la solidaridad, “ser uno con el otro” y brindarles apoyo. Lo anterior, de acuerdo

con lo observado en las visitas a la colonia Esfuerzos de paz, permite comprender

que descentrarse de sí, tiene que ver con sentir juntos, con el compromiso de

hacerse uno con el otro, de trascender el límite del individualismo y reconocer la

alteridad del otro, que es, vive y siente como “yo”.

En general, las personas de la colonia, tienen facilidad, aunque no todas de la

misma manera, de sentir como propios los problemas de los demás. Por lo que

ante una situación difícil de alguno de sus miembros, las muestras espontáneas

de la solidaridad no se hacen esperar.

“Durante la actividad del bazar, se notó la ausencia de una de las líderes de

la comunidad. La razón es que estaba muy enferma hacía varios días. Las

74

demás madres, estuvieron muy atentas de guardarle el almuerzo e ir a

llevárselo. De hecho, nos invitaron a visitarla para que no sintiera que la

habíamos olvidado” (Situación 30)

Este sentimiento solidario; sentirse mal por el dolor que sufre otro, expresa el valor

de la vida en comunidad, la necesidad de hacer las cosas por el bien común día a

día. Reivindica el incalculable valor de establecer vínculos y formas de

generosidad que, en la mayoría de las interacciones se hacen presentes.

A partir de lo anterior, se puede resaltar que en las prácticas cotidianas de la

colonia Esfuerzos de paz, está puesto el deseo de que todos sus miembros,

principalmente las nuevas generaciones, pongan sus intereses propios en

sintonía con los sentimientos de los demás, con la idea firme de que les están

ayudando a descentrarse de sí mismos, para ayudarlos a mantenerse abiertos a

las necesidades de sus iguales y no completamente absortos por sus propias

necesidades, es decir, les están mostrando el camino hacia el altruismo.

Del egocentrismo al altruismo... un camino que se aprende cada día

Cuando se tiene la fortuna de compartir la cotidianidad de la vida en comunidad

con todos sus avatares; las posibilidades de aprender a comportarse de forma

altruista son incontables, es decir, aprender a comportarse de tal forma que

contribuya al bienestar común sin esperar nada a cambio. Este es el caso de la

colonia Esfuerzos de paz, donde los niños y las niñas desde edades muy

tempranas, aprenden la sensibilidad emocional hacia sus pares, lo que les permite

comprender sus necesidades.

Entonces, dentro de la experiencia de vida en comunidad, los niños y las niñas,

aprenden los valores culturales como la solidaridad hacia los demás. En este

sentido, nos dice Schaffer (2000), siguiendo a Hoffman (1987) que “los niños

75

perciben los sentimientos de los demás no sólo como reacciones momentáneas

sino como expresiones de su experiencia de vida en general” (Schaffer, 2000. P.

331)

“En el primer festival afro, (realizado en el campus de la Universidad de San

Buenaventura el 22 de Octubre de 2015) los niños y las niñas estuvieron

jugando y corriendo por toda la universidad, algunos se integraron a

actividades lúdicas dirigidas y otros deambularon libremente haciendo uso

de los espacios y los recursos del campus. En el momento del almuerzo, los

mayores (6-12 años), después de terminar su comida, se dirigían hacia los

niños más pequeños para ayudarles. Esto con el fin de que pudieran retomar

los juegos que estaban realizando. Todos se mantuvieron en pequeños

grupos, jugando, cogiendo frutas, cuidándose y compartiendo entre sí. Se

hicieron responsables unos de los otros. Además, de vez en cuando se

acercaban a sus mamás para ayudarles con lo que podían” (Situación 31)

En la situación anterior, los vínculos interpersonales que se establecen entre los

niños y las niñas, constituyen un lugar donde puede y debe practicarse el

altruismo. Ya hemos dicho antes que la interacción entre iguales se caracteriza

por las relaciones simétricas, es decir, cara a cara y que a través de gestos y

palabras los niños y las niñas, crean un vínculo mutuo y se implican en actividades

conjuntas de participación. Por consiguiente, se puede observar el interés que

manifiestan por los asuntos de los demás, como respuesta ante sus necesidades.

Ahora, de una cosa estamos seguros, y es que el altruismo puede enseñarse y

aprenderse. Y las personas de la colonia Esfuerzos de paz, sí que lo tienen claro,

puesto que hay un compromiso serio de toda la comunidad con la educación y la

socialización como ejes fundamentales del proceso humanizante de sus nuevas

generaciones, estimulando la sensibilidad hacia los otros, sus problemas, sus

intereses… todo lo anterior, supone en cierto modo, hacer posible una nueva

76

forma de tejer lazos dentro de la comunidad cimentados en la solidaridad y la

generosidad.

De todas formas, lo significativo de la experiencia de la vida cotidiana en la colonia

Esfuerzos de paz, es la gratificación que genera observar que todavía existen

personas que se preocupan por otras y que se ayudan entre sí comedidamente y

de forma constante, lo que por un lado, aumenta los vínculos de afecto entre todos

los integrantes de la comunidad y por el otro hace posible que estas prácticas se

repliquen en las mediaciones fraternas por encima de todas las presiones del

mundo capitalista que promueve el individualismo en la ciudad de Medellín.

Aprendiendo de los adultos

Una relación comprensiva entre los adultos y los niños y las niñas, atravesada por

experiencias de solidaridad compartidas entre sí, sin duda juegan un papel

importante en el aprendizaje de las respuestas de participación afectiva para

superar las necesidades propias y los deseos egocéntricos.

Por lo tanto, en el capítulo tres se insiste en el hecho de que los adultos sean

responsivos ante las necesidades de los niños y las niñas, porque estas actitudes

generan seguridad ontológica pero también se convierten en el fundamento para

lograr que se formen como personas altruistas.

En la cotidianidad de la comuna, se logran identificar diferentes experiencias que

contribuyen a mejorar la sensibilidad hacia los demás: las madres expresan con

fuerza; a veces con dureza (ya explicamos por qué), el deseo de que sus hijos e

hijas sean personas útiles y serviciales para la comunidad, por lo que se esfuerzan

porque sean generosos, serviciales y comprometidos:

77

“En la comunidad, una señora le pide a su vecina que “le preste el niño”

para que vaya a la tienda a traerle un ajo, la señora llama a su hijo y le dice

que vaya para que le haga un mandado a la vecina. El niño inmediatamente

va y le recibe la plata para ir a la tienda, ella le entrega una moneda para que

se compre algo. La mamá del niño inmediatamente interviene diciéndole a la

señora que no le enseñe al niño a cobrar por los favores. La otra señora

insiste en que la tienda queda muy abajo y se merece al menos un confite,

pero la mamá se mantiene en su decisión y le dice que con agradecérselo es

suficiente y no deja que le entregue la moneda” (Situación 32)

Una práctica como la anterior, explican por sí sola, las conductas altruistas de los

niños y las niñas de la colonia Esfuerzos de paz. De hecho, en el ejemplo anterior,

se pueden resaltar varios aspectos: en primer lugar, la mamá le permite a su hijo

experimentar varios aprendizajes relacionadas con que, un agradecimiento por

hacer un favor es más valioso que “un confite”, el niño puede ser consciente de

que no necesita recompensas materiales, ni ser reconocido o alabado por ser

solidario, además de está en la capacidad de prestar un beneficio a los demás y lo

hace parte de su identidad.

En segundo lugar, la mamá, tiene muy claro que cuando a los niños se les enseña

que sus buenas obras hacia los demás, debe respaldarse con estímulos externos,

es poco probable que sean solidarios cuando ya no estén esos estímulos y en

este caso específico, es muy probable que el niño vaya a hacer los favores porque

su mamá lo obliga. Entonces, depende de que ella esté presente para que su hijo

ofrezca ayuda.

Y en tercer lugar, la mamá le está dando una lección de vida en comunidad a su

vecina al recordarle que no tiene por qué pagar los favores con dinero, porque

esta actitud no está contemplada dentro de sus prácticas ancestrales. Además ella

reivindica la voz olvidada de muchas mujeres para quienes el verdadero sentido

de la solidaridad comienza por la valoración del vínculo de ayuda mutua.

78

Con respecto a lo anterior, como ya se mencionó antes, en la colonia Esfuerzos de

paz, las madres constantemente y de manera implícita, están ayudando a sus

hijos e hijas a descentrarse de sí mismos para ponerse al servicio de la

comunidad, pedirles que se encarguen de sus hermanos menores, de la abuela

que no puede valerse por sí misma, que respeten las pertenencias de los otros,

que compartan, que tengan un trato respetuoso con los adultos; son formas que

utilizan las mujeres para inculcar el valor del cuidado mutuo, que sin duda alguna,

es la puerta de entrada a establecer relaciones interpersonales basadas en el

afecto y la solidaridad.

“La niña fue y entregó al niño a otra niña de 4 años para que siguiera

jugando con él. Cuando se les fue el balón muy lejos, la niña lo dejó solo

para ir por el balón y el niño se puso a llorar, entonces llegó otro niño de 7

años y lo llevó de la mano a que le pintaran la carita” (Situación 1.1).

Acoger al otro significa reconocerlo, valorarlo y aceptarlo tal y como es. Significa

tener la capacidad de dialogar, de escuchar y prestar atención al otro (establecer

una relación mediada por la confianza básica), todo lo descrito hasta este punto,

es observado en el día a día de los niños y las niñas en la colonia, pero todo lo

anterior, exige del observador, liberarse de prejuicios para comprender todos estos

comportamientos en su entorno natural, en la red de relaciones que establecen

unos con otros en la comunidad. Y sobre todo, aceptar ser atravesado por los

otros que irrumpen en nuestra vida y en nuestra forma de concebir el mundo.

Trenzar la solidaridad

Cada nueva visita a la colonia Esfuerzos de paz, se convertía en una oportunidad

para conocer y disfrutar de sus costumbres, sus tradiciones, su alegría. Las

ancianas y líderes de la comunidad tienen el poder de llevar los niños y las niñas –

79

y de paso a nosotros- a un mundo de historia, poblado de danzas, música, fiestas,

duros trabajos, curaciones y creencias.

Estas historias son trenzadas como sus cabellos con chaquiras de muchos

colores. Es decir, están cargadas de alegrías, tristezas, momentos difíciles y

sueños; vividos y compartidos desde su llegada a la colonia. Pero las historias

también son trenzadas para que las nuevas generaciones no se pierdan en el

camino tan fácilmente, por el contrario, se resistan y mantengan vivas, de hecho,

le den más vida sus raíces ancestrales. “Después de un largo día de trabajo, las

mujeres se reunían en los patios y allí peinaban a las más pequeñas. En sus

cabezas diseñaban mapas llenos de caminitos y salidas de escape, ubicando allí

los montes, ríos y árboles más altos. Estos peinados constituían unos verdaderos

códigos de rutas de escape, que permitían a los esclavos huir…” (Caicedo &

Castillo, 2012)

“Mientras compartíamos un sancocho en la casa de una de las líderes de la

comunidad, una anciana comenzó a contarnos historias sobre varios

aspectos, los trabajos en las casas de ricos cuando recién llegó a Medellín

con sus hijos, la importancia de la honradez para durar en los trabajos, la

muerte de su esposo, los cuidados con las embarazadas, la generosidad o la

malicia que expresan las personas con su mirada, en fin…mientras hablaba,

ella acariciaba el cabello de algunas de las niñas que estaban allí y les

reforzaba los valores que iba mencionando: la honestidad, valorar lo que se

tiene, el agradecimiento…” (Situación 33)

Se puede resaltar entonces, como en la colonia, los adultos se aferran a una

memoria que los identifica como pueblo y se esfuerzan porque los niños y las

niñas se apropien de ella, como esperanza de mantener viva su cultura. Por lo

tanto, no es de extrañar que los niños y las niñas, aprendan desde pequeños y en

un ambiente natural, por ejemplo compartiendo alrededor del fogón, todos los

valores que exigen la vida en comunidad y su ser como afrodescendientes “las

80

largas horas que se invierten en los peinados y trenzados, no son simplemente un

asunto de vanidad personal. Las abuelas trenzan no solo el cabello de las niñas,

también trenzan sus historias, y de este modo van inculcando una forma de ser

afro y de vivir su propia corporalidad”. (Caicedo & Castillo, 2012).

Ahora, el valor de la solidaridad queda tan bien trenzado en la colonia que llega el

momento en que los niños y las niñas no requieren que se les ordene hacerle un

favor a los demás, lo hacen de manera espontánea y por consiguiente tiene un

significado muy diferente a la imposición. Por otra parte, no saben vanagloriarse a

sí mismos por ser solidarios, es decir, no buscan impresionar a nadie, solo saben

que cuando alguien necesita de ellos y ellas responden a esos llamados y ya.

“Durante el almuerzo en el centro de desarrollo, algunos niños más grandes

(6 años) al terminar de almorzar, se van por las mesas a ayudarle a dar la

comida a otros niños. Uno de ellos se le acerca a un bebe que estaba

comiendo con las manos y le explica cómo debe coger la cuchara para

alimentarse” (Situación 34)

Para finalizar, vale la pena decir que las mediaciones entre pares fundamentadas

en la solidaridad, permite pensar en una concepción de niño y niña que valoran,

conocen y asumen su rol de mediadores recíprocos en el empoderamiento de su

identidad y su cultura, con un valor agregado que es la humanización de sus

prácticas.

5. CONCLUSIONES GENERALES

Al terminar el presente trabajo de investigación, como un ejercicio etnográfico que

se propuso describir y comprender las mediaciones fraternas en la crianza de los

niños y las niñas de primera infancia del Programa de Atención Integral de la

Fundación Las Golondrinas ubicado en Caicedo Villa Lilia en la comuna 8 de

81

Medellín, podría concluir que tanto su propósito general como sus objetivos

específicos se cumplieron, en la medida que el proceso de observación de la

mediaciones sociales se realizó de manera consecuente a través de las visitas

semanales, la vinculación como investigadores a la comunidad en el

macroproyecto “diálogo de saberes” y por lo tanto, investigadoras, madres, niños y

niñas llegamos a un nivel de comunión tal, que pudimos sentirnos como en familia;

así mismo, encontrar a los niños y niñas entre 3 meses y 10 años en las salas de

desarrollo del programa de Atención Integral “Caminos de Paz” de la Fundación

las Golondrinas y descubrir el vínculo que nos unía, al ver que ellos y ellas, siendo

tan pequeños, reconocían en nosotros, un ser familiar que les daba seguridad,

permitió que las observaciones se realizaran como un encuentro natural para

todos.

Igualmente, estos espacios (la Colonia y los ranchos que habitaban las familias de

los niños y niñas participantes, como la salas de desarrollo y ambientes de

aprendizaje) fueron los escenarios naturales para conocer y describir las

interacciones y sus multiformas de ayudar en la crianza, en diferentes momentos

como el ingreso al centro, los momentos de alimentación, el juego y los momentos

de salida del centro. De tal manera que el proceso de observación se hace entre

sujetos participantes (investigadoras y comunidad, madres, niños y niñas)

La historia de la colonia Esfuerzos de paz, se caracteriza por situaciones de dolor,

incertidumbre, exclusión y desarraigo de sus lugares de origen, también por el

anhelo de recuperar lo que perdieron, no solamente las cosas materiales como

sus casas o sus tierras, sino toda su riqueza ancestral manifestado en unas

prácticas culturales que hacen parte de su identidad. Entonces, para conservar

sus saberes en un lugar al que no pertenecen, pero que lo han tejido como propio

y se han resguardado en una parte de la comuna 8 de Medellín, donde al estar

entre bosque nativo y a orillas de la quebrada Santa Elena de alguna manera, les

permite mantener viva su historia, sus costumbres y tradiciones, así como ese

espacio geográfico de donde fueron arrancados.

82

Ahora, ese resguardo geográfico no es suficiente para situarse como una

comunidad afrodescendiente en el contexto paisa. Esta colonia está presente a

través de sus prácticas de crianza, cimentadas en la solidaridad y a partir de las

cuales, “reciben, acogen y ayudan a las nuevas generaciones a humanizarse.

Estas prácticas en la colonia Esfuerzos de paz, no son tarea exclusiva de las

madres, sino de toda la comunidad. De hecho, los niños y las niñas de la primera

infancia también cumplen un rol protagónico en el proceso de la crianza. Es decir,

entre ellos mismos establecen mediaciones y formas de regulación que les

permite empoderarse de las normas sociales que guían el contexto en el que

habitan.

En la colonia, estas mediaciones fraternas son atravesadas por el lenguaje del

cuerpo que acompaña de manera recíproca el lenguaje hablado. Entonces los

niños y las niñas que viven en constante interacción, ven en su cuerpo la

herramienta para transmitir sus propios mensajes: un grito, un empujón, poner

límites espaciales con sus propias manos; son mensajes enviados a sus pares y

así mismo los reciben de ellos. No significando con lo anterior, que los niños y las

niñas recurren a algún tipo de agresión hostil para comunicarse. Todo lo contrario,

son interacciones basadas en el respeto y la solidaridad que necesitan ser

respaldadas por el contacto físico.

En este sentido, es indudable que las mediaciones fraternas en la crianza, les

permite a los niños y las niñas de la colonia Esfuerzos de paz, formar su identidad

y la forma de ver el mundo desde sus propias lógicas; pero, de otro lado, es

necesario hacer la salvedad, que aunque se resaltan las mediaciones entre pares,

en sí, toda la comunidad desde el más bebe hasta el más anciano, comparten un

espacio común de interacción y encuentro, en el cual diariamente, de manera

natural y espontánea tejen vínculos de afecto y solidaridad.

83

Ahora, también se hace la salvedad que las interacciones entre adultos y niños,

está mediada por la fuerza y la dureza en las expresiones de las madres, que las

caracteriza, pero no hay duda que también están mediadas por el afecto y el

deseo que sus hijos e hijas sean personas serviciales, generosas, gentiles…con

esto se logra establecer vínculos seguros que favorecen la confianza básica en los

niños y las niñas; aspectos fundamentales no solo en su proceso de socialización

sino en la manera misma de asumirse y sentirse parte fundamental en la

construcción y transformación de comunidad.

Otro asunto importante para resaltar en las mediaciones fraternas de la crianza

era el hecho de si la forma en que los niños y las niñas regulan la forma de actuar

de sus pares, formaba parte de un proceso que surge de las necesidades de los

mismos niños y niñas o es un asunto que responde a la mimesis que hacen de los

adultos o los pares mayores. Llegando a la conclusión de que si bien, en ese

compartir con los demás, los niños y las niñas van construyendo su propia

identidad, que les permite asumirse como seres únicos, es decir, al interactuar con

las personas de toda la comunidad, no necesariamente se convierten en una copia

exacta de comportamientos y actitudes que imitan de los demás, sino que asumen

todos estos comportamientos y los transforman de acuerdo a sus propias

convicciones y formas de comprender la realidad. Se quiere decir, con lo anterior,

que los niños y las niñas tienen en frente unos espejos de comportamiento social,

a partir de los cuales construyen y reconstruyen sus maneras de ver el mundo,

asimismo, se resalta que la crianza aun siendo un asunto que evidencia las

vivencias cotidianas de toda la colonia, da cuenta de alguna manera, de cómo

cada niño y cada niña las acogen en su proceso de humanización.

Por ello, las mediaciones fraternas en la crianza, continúan sujetas a intereses

comunes; de tal manera, que tienen una intención por parte de los adultos, de

vincular-se con las nuevas generaciones en la tarea de preservar un legado

ancestral que los identifica.

84

De esta manera, la participación de toda la colonia en los asuntos de los niños y

las niñas, no es sólo una cuestión de cuidados básicos, sino también una forma de

resistirse al individualismo y egocentrismo de una sociedad dominante.

Es claro entonces que esta comunidad, tiene la consigna de que sus prácticas de

crianza formen niños y niñas altruistas, con gran sentido de solidaridad,

responsabilidad, respeto y ayuda por el otro.

Se recomienda, entonces para nosotros los “extraños” a estas otras formas de ser

y estar en el mundo, ampliar nuestras cosmovisiones a diferentes formas de

mediaciones en la crianza, las cuales están insertas en espacios y tiempos

históricos, que no necesariamente son occidentales Por esta razón, hemos

seleccionado ciertas situaciones en las interacciones de la comunidad, que

evidencian de alguna manera el conflicto con el pensamiento occidental frente a

las prácticas de crianza, resaltando que las que se llevan a cabo en la colonia

Esfuerzos de paz, están atravesadas por la tradición ancestral, pero también por

situaciones sociales e ideológicas que configuran su identidad y su solidaridad,

entre otros valores.

Al concluir el desarrollo del presente trabajo, hacemos la salvedad como lo

manifestamos en la introducción, que todo lo abordado en este texto, se constituye

en un punto de partida para nuevas investigaciones, porque consideramos que

éste da la posibilidad ampliar el horizonte frente a las mediaciones fraternas en la

crianza. Sin embargo, advertimos también que para acercarse a otras formas de

saber, es necesario superar la lógica de tratar de incluir las diferentes culturas al

logos occidental, como único modelo, al que todo popular debe llegar.

Asimismo, recomendamos que al acercarse a una cultura diferente, se mantenga

el límite de la ética, sin llegar a hacer juicios de valor o a mirar a los otros como los

exóticos, los raros, los nativos…

85

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7. ANEXOS

MATRIZ CATEGORIAL

Matriz categorial

Observación Teoría Análisis

Durante una actividad

pedagógica de rasgar

papel se encontraban

alrededor de 15 bebés

El modelo regulador del

lenguaje se refiere a la

utilización del lenguaje

como medio regulador de

En las interacciones

fraternas, se puede

observar cómo ellos se

convierten en

88

entre los 6 y los 24 meses

de edad. Uno de los

niños de 15 meses, se

apropió de algunos

pedazos y cuando un

compañero de 2 años,

intentó coger un trozo de

papel, el niño le hizo

inicialmente un gesto de

desaprobación con el

rostro, luego movió su

cabeza diciendo que no y

por último con la mano

intentó poner el límite

para que su compañero

no le quitara el papel. Al

no conseguirlo buscó a la

profesora para que lo

solucionara sin encontrar

respuesta por parte de

ella. Finalmente se da por

vencido y permite que el

compañero se lleve los

pedazos de papel.

En el aula de salacunas,

una de las profesoras

arma un gimnasio e

la conducta de los demás,

es decir, control a través

de una categorización de

conducta en términos

opuestos de aprobación /

desaprobación. (Halliday

1982)

Las cultura

afrodescendiente », -

quiero argumentar aquí-

reciben una importante

«dosis» de confianza

(trust) en sus primeros

años lo que determina el

alivio o la exacerbación de

esas susceptibilidades

existenciales. O, alterando

un poco la metáfora,

reciben la inoculación

emotiva que les protege

contra las ansiedades

ontológicas a las que

todos los seres humanos

están potencialmente

expuestos. El agente de

esta inoculación es la

primordial figura en el

socializadores

naturales y solidarios a

través del

establecimiento de

normas, actitudes y

comportamientos entre

sí y en actividades

conjuntas como el

juego. La pertenencia o

no a un grupo de pares

depende de la

capacidad personal de

establecer un diálogo

entre su conducta y las

normas establecidas en

un grupo. Lo más

importante de este

proceso de regulación

es que se da

simétricamente, es

decir, de igual a igual.

La mediación fraterna

permite a los niños y

niñas adquirir

estrategias de

89

inmediatamente todos los

niños entre los 6 y los 18

meses de edad, se

desplazan hacia este.

Todos quieren estar en lo

más alto del gimnasio, por

lo que comienzan a

empujarse entre ellos

para lograr el objetivo,

una de las niñas lo logra y

comienza con sus pies a

patear los demás niños y

niñas que quieran subir,

impidiendo que lo hagan.

En ese momento la

profesora baja de la silla

del comedor a uno de los

niños, quien

inmediatamente sube al

gimnasio y de un empujón

baja la niña, asumiendo la

tarea que hasta ese

momento ella hacía.

Entonces la profesora

interviene diciéndole que

debe regresar a la silla

porque no está

respetando los amigos. El

niño, llora y ella le explica

cuidado de la infancia:

para la enorme mayoría

de la gente, la madre.

ARENDT, H. (1996)

En este sentido, el

proceso de socialización

se instaura en la

intersección de las

siguientes variables: las

tendencias individuales,

las exigencias y

requerimientos de la

sociedad -que en la

práctica se encaman en el

"otro"- y la regulación que

introduce la norma en las

relaciones

interpersonales. Aguirre

(2000)

Las relaciones con ellos

permiten el

descentramiento social y

cognitivo - porque las

perspectivas de otros

niños son más próximas

interacción,

interacciones donde

hay una relación de

poder o influencia

recíproca, sin el

autoritarismo del

adulto; ayuda a que

tanto a nivel personal

como grupal, se

intercambien valores,

comportamientos o

conductas que llevan al

aprendizaje de la

autorregulación y el

establecimiento de

normas.

Así, cuando las

conductas o los

comportamientos son

impuestos por un

adulto sin la

participación de los

90

que no puede bajar de la

silla hasta que no respete

los demás.

En el comedor, las

maestras dejan claro las

normas de

comportamiento en este

lugar, entre éstas, no

pararse de la mesa. Sin

embargo, los niños más

pequeños (entre 6 y 24

meses) se levantan de las

sillas a caminar por el

lugar. Tanto las maestras

como los niños más

grandes (4 y 6 años)

intentan que los bebés se

comporten

“adecuadamente” sin

conseguirlo porque los

bebés lloran cuando los

cogen y se niegan

moviendo sus pies y

manos a ser sentados de

nuevo.

que las de los adultos - ;

permite canalizar y

regularizar la agresividad

y reconocer los derechos

y deberes de los demás.

(Álvarez, Becerra &

Meneses, 2004).

Los niños interactúan con

otros niños desde una

edad muy temprana,

actuando esta interacción

entre iguales como un

importante contexto de

desarrollo para la

adquisición de

habilidades, actitudes y

experiencias que, sin

duda, influirán en su

adaptación futura. Más

allá de la familia, escuela

y entorno en general, los

iguales resultan unos

poderosos agentes de

socialización,

contribuyendo a la

niños, se puede estar

corriendo el riesgo de

que la conducta cambie

sólo porque el adulto lo

exige, lo que implica

una relación de poder,

de manipulación o de

autoritarismo. Por otro

lado, los niños pierden

una oportunidad de

hacerse responsables

de sus acciones y de

ser conscientes de

controlar o cambiar sus

conductas.

En las relaciones con

sus pares, los niños

establecen diferentes

normas, que son

fundamentales no solo

para aprender a

autorregularse sino

también para su

proceso de

socialización.

91

En la llegada al centro de

atención, una mañana en

la puerta –fabricada con

vidrio- se encontraba una

niña de 2 años llorando,

enojada y haciendo

fuerza para intentar

abrirla. Una de las

profesoras encargadas de

dicha aula dijo que era el

primer día de la niña en el

lugar, y que cuando veía

a alguien parado en la

puerta trataba de que la

sacaran, llorando y

haciéndole presión al

vidrio. Hay que resaltar

aquí que para ella era

normal escuchar llanto,

por lo que su expresión

facial no demostraba

ninguna incomodidad. Sin

embargo, a algunos niños

sí les importó, éstos se

acercaban y le

preguntaban qué le

sucedía, le sobaban la

cabeza, la acariciaban y

le cantaban, aun cuando

adaptación social,

emocional y cognitiva de

los niños. (Clemente,

Regal & Gorriz)

El proceso de

construcción infantil de las

normas, aunque apoyado

por los avances

cognitivos, es un proceso

fundamentalmente social

(aportaciones paternas, de

los iguales, de la

sociedad, de la cultura,

etc.), así como

experiencial (vivencia

personal y riqueza de las

interacciones sociales).

Por lo tanto, si es un

proceso

fundamentalmente social,

en determinadas

poblaciones con

problemas sociales y

experienciales (por

ejemplo, los sujetos

rechazados por sus

iguales), podrían ser

Hay mediaciones

fraternas de

cooperación, de

rivalidad, de celos, de

complicidad, de

solidaridad, de enojo,

de impotencia, de

inseguridad... por lo

que ante alguna

situación de las

anteriores, la actitud de

un adulto debería ser

“pasiva” y dejar que

entre ellos medien las

soluciones o que

lleguen a acuerdos, sin

que lleguen a formas

de agresión que

exponga su integridad

física.

-

92

este gesto no lograba

calmar el llanto de la niña.

Uno de los momentos

pedagógicos es el

descanso, durante esta

actividad todos los niños y

niñas (entre los 6 y los 24

meses) se acuestan para

hacer la siesta. Algunos

de ellos, por obtener

comodidad al acostarse o

tomar un objeto de

interés, pasaban por

encima del que estaba

dormido o el que estaba

tranquilo, despertándolo o

haciéndolo llorar, la

profesora les pedía que

se disculparan con sus

compañeros y ellos

seguían su camino.

Durante el juego libre,

algunos niños entre los 18

y los 2 años de edad,

tienen un dominio sobre

esperables ciertas

diferencias en la

comprensión de estas

normas. Estos sujetos

rechazados por sus

iguales se caracterizan

precisamente por la

existencia de malas

relaciones entre iguales,

con lo cual éstos dejan de

cumplir su importante

función socializadora

(Díaz-Aguado, 1996).

La interacción social entre

iguales incluye numerosos

elementos a tener en

cuenta: habilidades

sociales (toma de turnos,

asertividad, etc.),

comprensión de los

estados mentales de los

demás (intenciones,

creencias, emociones),

adecuación con el

contexto en el que tiene

lugar, etc. Uno de los

elementos que también

93

los juguetes, no permiten

que nadie toque lo que

tienen, lo aprietan

fuertemente contra su

pecho para cuidarlo y

con expresión de

seriedad no demuestran

interés por estar con

algún compañero.

Durante el bazar, un

niño de 3 años le arrebata

el lazo a una niña de su

misma edad, le da

puntapiés y le pega para

hacer que lo suelte. La

mamá toma a niño y le

dice, " Devuélvele el lazo

que ella lo tenía primero”

y le pide que no le pegue

a las niñas porque a “las

mujeres no se les pega”.

Pero unos minutos

después, el niño le estaba

pegando a otro niño para

quitarle una pelota, el

niño llora y su mamá le

dice que no se debe

resulta fundamental para

un adecuado

funcionamiento social en

el contexto de los iguales,

resulta ser la comprensión

de las normas sociales

que rigen ese contexto

determinado.

- Ignorar la agresión

puede ser perjudicial. Un

adulto que presencie una

situación agresiva y no

interfiera, puede darles a

entender a los niños que

aprueba dicha conducta

agresiva. Es factible que

la agresión en presencia

de un adulto que no

reacciona aumente con el

tiempo, presumiblemente

porque los niños

interpretan la falta de

reacción del adulto como

una aceptación tácita de

su agresión (Berkowitz,

1993).

94

comportar así y que mejor

se vaya para la casa.

En un juego tradicional

llamado “el trencito”, del

cual varios niños y niñas

entre los 5 y los 10 años

de edad se encontraban

participando, se presenta

una situación en la que un

niño de 5 años intenta

colarse en la fila,

entonces un niño de 9

años le explica que debe

hacer la fila. Sin embargo,

el niño menos hace caso

omiso y sigue empujando

para meterse por lo que el

otro niño decide

empujarlo agresivamente

diciéndole que debe

respetar el turno.

Función instrumental del

lenguaje: Es a través de

esta que el niño se da

cuenta que el lenguaje le

sirve para que las cosas

se realicen, tiene que ver

con la satisfacción de las

necesidades materiales.

El éxito en esta función no

depende de la

construcción de las frases

ya que un grito puede

tener el efecto esperado.

(Halliday, 1982)

El primer lenguaje del niño

es esencialmente social,

primero es global y

multifuncional: más

adelante sus funciones

comienzan a

diferenciarse. El lenguaje

social emerge cuando el

niño transfiere las formas

de comportamientos

sociales, participantes a la

95

Durante la actividad del

bazar, cuando todos los

niños están observando y

comprando. Una niña de

6 años toma un libro de

cuentos del stand, sin

pensarlo otra niña de la

misma edad se lo

arrebata de las manos

diciéndole que primero

debía pagarlo. La madre

interviene diciendo que

solo lo quería mirar y se

lo quita para devolverlo a

su hija. La otra niña le

insiste en que las

condiciones fueron no

tocar sin permiso y la

mamá le dice que ella se

lo va a comprar. Entonces

la niña se aleja del lugar.

Durante el almuerzo en el

centro de desarrollo,

algunos niños más

grandes (6 años) al

esfera personal-interior de

las funciones psíquicas.

La tendencia del niño a

transferir a sus procesos

interiores, patrones de

comportamiento que

fueron anteriormente

sociales, es bien conocida

por Piaget. El describe en

otro contexto cómo los

argumentos entre los

niños dan lugar a los

comienzos de la reflexión

lógica. Sucede algo

similar, creemos, cuando

el pequeño comienza a

conversar consigo como lo

ha estado haciendo con

otros, cuando las

circunstancias lo fuerzan a

detenerse y pensar, él ya

está listo para pensar en

voz alta…

La conquista del lenguaje

por el niño ocurre a través

de una interacción

constante de las

96

terminar de almorzar, se

van por las mesas a

ayudarle a dar la comida

a otros niños. Uno de

ellos se le acerca a un

bebe y trata de tomar la

cuchara que estaba en la

mesa porque él estaba

comiendo con las manos,

inmediatamente el bebé

le paga un grito y le quita

la cuchara. El niño le

explica que coma con la

cuchara y el bebé vuelve

a gritar, entonces el otro

niño decide alejarse.

Durante el recreo en la

institución, los niños de 5-

6 años, se encontraban

jugando en el parque.

Resulta que varios de

ellos jugaban en los

pasamanos y hubo un

momento en el que un

niño quería hacerlo y los

demás no se lo

permitieron porque él era

disposiciones externas,

por ejemplo, el lenguaje

de la gente que se

encuentra a su alrededor,

las que proveen tanto

estimulación como

material para la

realización de estas

disposiciones. (Vigotsky

1983: 42, 43, 56)

El modelo interaccional se

refiere a la utilización del

lenguaje en la interacción

entre el yo y los

demás…se utiliza el

lenguaje para definir y

consolidar el grupo, para

incluir y excluir, para

mostrar quién es “uno de

nosotros” y quién no lo es,

para imponer

determinadas situaciones y

para poner en tela de juicio

posiciones ya impuestas;

el humor, el ridículo, la

decepción, la persuasión y

todos los ardides lícitos y

97

muy grosero. Entonces el

niño empujó a quién tenía

en frente y se subió, los

niños le dijeron a la

profesora y ella lo tomó

de la mano y le dijo que

ya no podía jugar más.

En el bazar, un niño de 1

año, estaba jugando con

una niña de 5 años,

cuando la mamá la llamó

para medirle un vestido,

la niña fue y entregó al

niño a otra niña de 4 años

para que siguiera jugando

con él. Cuando se les fue

el balón muy lejos, la niña

lo dejó solo para ir por el

balón y el niño se puso a

llorar, entonces llegó otro

niño de 7 años y lo llevó

de la mano a que le

pintaran la carita. Luego

lo volvió a coger la niña

con la que estaba

teatrales del lenguaje

llegan a intervenir…

Función reguladora: Es

cuando se utiliza el

lenguaje como medio

regulador de la conducta

de los demás. Es la

función del “hazlo como yo

te digo”. El niño toma

conciencia de que el

lenguaje es un medio para

controlar y ser controlado.

Esta función da pie al

lenguaje de las normas e

instrucciones.

Función interaccional: Se

refiere a la utilización del

lenguaje entre el yo y los

demás. Se trata de un

tercer modelo de lenguaje

que se forja en el niño y

por medio de él el

lenguaje cumple un rol

muy importante en la

consolidación de variados

tipos de interacción social

98

jugando inicialmente.

Cuando me acerqué a

preguntarle si era su

hermanito menor, la niña

me dijo que no, que el

niño no tenía hermanos.

En el bazar dos niñas de

3 años estaban

discutiendo por un

peluche, ambas lo

halaban de un lado.

Cuando la mamá de una

de ellas las vio, le dijo a

su hija que no fuera

egoísta, que se lo

prestara un rato. Su hija

le decía que no quería

moviendo su cabeza y le

explicaba que era suyo.

Su mamá le insistía que

tenía que compartir. La

nena se puso a llorar y se

aferraba más a su

peluche. Finalmente su

mamá decidió quitarle el

peluche y guardarlo para

como con el vecindario y

los grupos de amigos.

99

que no pelearan más.

En la resolución de los

juegos, cabe resaltar que

entre los niños y las niñas

entre 5 y 10 años de

edad, se imponían ciertas

reglas o normas de juego.

Ellos le asignaban una

rigurosidad y orden a las

actividades como la toma

de objetos que no se

estaban utilizando o de

objetos que ya estaban

siendo utilizados por otros

compañeros, ya que en

ocasiones algunos niños

le arrebataban los aros o

pelotas a quienes los

estaban empleando.

Dicho orden fue impuesto

a través de gritos, con

expresiones tales como

“¡No tomes lo que no es

tuyo!” o “¡Regrésaselo!,

que él lo está utilizando”.

100

En una actividad del

diseño de carteles para el

festival Afro, niños y niñas

entre 9 y 10 años, se

repartieron roles en la

elaboración de dibujos y

el texto. Se resalta que

las expresiones hacia sus

pares cuando hacían algo

“mal” estaba mediada por

gritos como: “Esta es mi

parte del cartel, usted

haga otra”, “Yo me

encargo de este y usted

se encarga de ese”, “¡Yo

le ayudo a ella!, ¡YO LE

AYUDO!” “¡No! Usted no

está trabajando conmigo”

Usted si dibuja feo” y

“¡Qué decoración tan

fea!”, fueron escuchadas.

A su vez, cuando uno de

los mismos desobedecía

la orden de su par,

terminaba recibiendo un

empujón o un manotazo.

Terminada la actividad del

101

bazar, en la espera del

carro que llevaría los

toldos, los niños que se

quedaron con nosotros,

disfrutaban de la lluvia.

Esta no les molestaba,

antes jugaban con ella y

se acostaban en la calle

para sentirla en todo el

cuerpo. Una niña de 10

años más o menos, se

quitó una chancla y le

pegó a su hermana

menor, explicándole que

no debía haberse mojado

la ropa porque a su mamá

no le gustaba y se iba a

enojar.

En el bazar, haciendo

compras, se encontraban

los padres con sus hijos.

Estos últimos miraban

qué cosas les llamaba la

atención y les

preguntaban a sus padres

102

si lo podían comprar. En

una ocasión, una niña

estaba llorando porque

quería algo y su madre no

le prestaba atención por

estar ocupada mirando

otras cosas. El padre de

la niña se acercó a

pregúntale qué le sucedía

y ella le contó. Él le

preguntó por el valor del

producto y cuando le fue

a dar el dinero para

comprarlo, la madre miró

a la niña y la regañó,

diciéndole que no pidiera

más cosas, que dejara de

molestar y de llorar.

En el momento del juego

de obstáculos, hubo una

ocasión en la que dos

pequeños de 4 años, se

pusieron a discutir, pues

una niña estaba

ocupando el puesto que

él ya tenía. Ella se estaba

metiendo en la fila y él le

decía que no lo hiciera,

pero ella no le hizo caso y

103

se filtró, y por hacer

presión le pegó al niño.

Éste se fue llorando para

donde su mamá. Ella se

enojó al verlo así y le

pidió una explicación,

pero el niño no le dijo lo

sucedido ni le señaló a la

niña; así que ella

simplemente observó la

situación, sonrió y siguió

bailando y jugando.

Algunas chicas que

dirigían la recreación

vieron lo que sucedió,

pero no hicieron nada, y

el niño se hizo atrás.

En el momento del

almuerzo, durante la

actividad del bazar, un

niño le estaba limpiando

la nariz a un bebé, como

si se tratara de su

hermano menor. Al

preguntarle cuál era el

vínculo entre ellos,

104

respondió que era un

vecino; sin embargo,

pudimos presenciar que

él, de aproximadamente

10 años de edad, cuidaba

del pequeño tratándolo

como si fuera miembro de

su familia; lo cual también

sucede entre otros niños,

comparten el tiempo y se

cuidan entre ellos. Los

más grandes indican a los

pequeños qué hacer y

ellos les hacen caso.

En el salón de salacunas,

se encontraba un bebé de

9 meses sentado solo en

una colchoneta, a veces

lloraba y otras veces

aplaudía siguiendo la

actividad que realizaban

sus compañeros de

cantar canciones. Cuando

alguno de sus

compañeros quería

acercarse a él o tocaba la

colchoneta,

105

inmediatamente gritaba

fuertemente y con esto

lograba que los

compañeros se alejaran.

El momento de pintar las

caritas durante el bazar,

se les a todos los niños

que hicieran la fila, dos

niños estaban peleando y

una amiguita se pone en

medio de ellos y les

explica que hay varias

personas pintando la cara

que no deben pelearse

por eso.