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Vicente GonzÆlez Castro 56 no. 20-21: 56-65, enero-junio de 2000. Especialista en medios de difusin masiva. Instituto Cubano de Radio y Televisin (ICRT). Vicente GonzÆlez Castro Vicente GonzÆlez Castro Vicente GonzÆlez Castro Vicente GonzÆlez Castro Vicente GonzÆlez Castro Medios de difusin Medios de difusin Medios de difusin Medios de difusin Medios de difusin y patr y patr y patr y patr y patrones culturales ones culturales ones culturales ones culturales ones culturales en Cuba en Cuba en Cuba en Cuba en Cuba E l establecimiento de patrones culturales en las sociedades por la accin de los medios de difusin masiva recuerda mucho el viejo dilema filosfico de quiØn fue primero, si el huevo o la gallina. ¿Son los medios los que imponen patrones culturales a las multitudes o son las multitudes las que trazan los derroteros de los mensajes en los medios de difusin? ¿Deben los medios servir de conducto transformador para cambiar las formas caducas de la cultura y el comportamiento social, o deben garantizar su existencia a partir de amplificar esas formas de comportamiento? Las respuestas no son tan simples como pudiera parecer a simple vista. ¿QuiØn decide sobre quiØn? ¿En lo referente a la cultura, tienen realmente los medios de difusin tanta influencia sobre las multitudes como se piensa? ¿Por cuÆles otras vas se conforman valores culturales, tan poderosos, que ni siquiera la accin mancomunada de los medios de difusin puede contra ellos? ¿QuØ influencia tan determinante ejerce la familia sobre el individuo que, en muchos casos, puede inmunizarlo contra la accin de los medios? ¿CuÆntos meses, aæos o siglos se necesitan para cambiar valores arraigados en las masas populares como resultado de una decantacin ancestral en el seno familiar, o que se produce por algœn raro misterio, quiØn sabe si trasmitido hereditariamente como parte de esas sorpresas que los genes cada da nos develan? ¿Existe una cultura de masas o ese concepto ha sido simplemente una coartada para justificar los procesos manipulativos que ejercen los medios sobre ciertos destinatarios? Cuba, un pas socialista en el que todos los medios de difusin estÆn en manos del Estado, es un archipiØlago donde las seæales por satØlite no son accesibles a la poblacin mayoritaria, es una sociedad con un mnimo de influencias forÆneas, provocado no por hermetismo poltico, sino por razones econmicas que impiden la proliferacin de parÆbolas domØsticas, seæales televisivas de cable, publicaciones peridicas sistemÆticas, exhibiciones de numerosos filmes extranjeros y megaespectÆculos comerciales. En tØrminos de su concepcin no mediada por la influencia de los compromisos con los propietarios de las grandes cadenas, con ratings de teleaudiencia y el patrocinio comercial, Cuba sera un caso excepcional en la realidad actual que permitira un anÆlisis, casi en condiciones de

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Vicente González Castro

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no. 20-21: 56-65, enero-junio de 2000.

Especialista en medios de difusión masiva. Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).

Vicente González CastroVicente González CastroVicente González CastroVicente González CastroVicente González Castro

Medios de difusiónMedios de difusiónMedios de difusiónMedios de difusiónMedios de difusióny patry patry patry patry patrones culturalesones culturalesones culturalesones culturalesones culturales

en Cubaen Cubaen Cubaen Cubaen Cuba

El establecimiento de patrones culturales en lassociedades por la acción de los medios de difusión

masiva recuerda mucho el viejo dilema filosófico dequién fue primero, si el huevo o la gallina. ¿Son losmedios los que imponen patrones culturales a lasmultitudes o son las multitudes las que trazan losderroteros de los mensajes en los medios de difusión?¿Deben los medios servir de conducto transformadorpara cambiar las formas caducas de la cultura y elcomportamiento social, o deben garantizar su existenciaa partir de amplificar esas formas de comportamiento?Las respuestas no son tan simples como pudiera parecera simple vista.

¿Quién decide sobre quién? ¿En lo referente a lacultura, tienen realmente los medios de difusión tantainfluencia sobre las multitudes como se piensa? ¿Porcuáles otras vías se conforman valores culturales, tanpoderosos, que ni siquiera la acción mancomunada delos medios de difusión puede contra ellos? ¿Quéinfluencia tan determinante ejerce la familia sobre elindividuo que, en muchos casos, puede inmunizarlocontra la acción de los medios? ¿Cuántos meses, añoso siglos se necesitan para cambiar valores arraigados

en las masas populares como resultado de unadecantación ancestral en el seno familiar, o que seproduce por algún raro misterio, quién sabe sitrasmitido hereditariamente como parte de esassorpresas que los genes cada día nos develan? ¿Existeuna cultura de masas o ese concepto ha sido simplementeuna coartada para justificar los procesos manipulativosque ejercen los medios sobre ciertos destinatarios?

Cuba, un país socialista en el que todos los mediosde difusión están en manos del Estado, es unarchipiélago donde las señales por satélite no sonaccesibles a la población mayoritaria, es una sociedadcon un mínimo de influencias foráneas, provocado nopor hermetismo político, sino por razones económicasque impiden la proliferación de parábolas domésticas,señales televisivas de cable, publicaciones periódicassistemáticas, exhibiciones de numerosos filmesextranjeros y megaespectáculos comerciales. Entérminos de su concepción no mediada por la influenciade los compromisos con los propietarios de las grandescadenas, con ratings de teleaudiencia y el patrociniocomercial, Cuba sería un caso excepcional en la realidadactual que permitiría un análisis, casi en condiciones de

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laboratorio, sobre el asunto de los medios de difusiónmasiva y su influencia sobre la cultura, la política y lasociedad.

En pocos lugares se consigue aislar tantas variablespara el estudio de este tema. Razones que no fuerondeliberadamente planificadas por los investigadores, yque no podríamos precisar en qué medida han sidoconvenientes o negativas, nos presentan una sociedaden la que el control de los medios está en manos de unsolo emisor, las incidencias de los mensajes foráneosson controladas casi enteramente por el Estado, y dondehan transcurrido más de cuarenta años de una políticaconsecuente, sistemática, organizada, dirigida ycontrolada en relación con los medios de difusión, quepermite evaluar �sin las variables que introducen loscambios presidenciales o de partidos políticos� susefectos en la sociedad.

Algo mucho más importante: Cuba es uno de lospocos países del mundo en el que la acción de losmedios de difusión masiva puede ir perfectamentemancomunada con los objetivos de la instituciónescolar, la familia, las organizaciones políticas y de masas,pues todas están regidas también, en mayor o menormedida, por la misma representación de poder político.Quienes deciden los contenidos de los medios dedifusión son los mismos intereses que determinan losprogramas escolares, desde la primaria hasta lasuniversidades, y trazan las acciones de las organizacionesde masas y su influencia sobre la familia a través dediferentes sistemas. Y algo todavía más importante:desde 1961 Cuba erradicó el analfabetismo del país, laeducación es gratuita y generalizada, sus ciudadanostienen niveles escolares promedios equivalentes a laescuela secundaria media. El nivel de escolarización dela sociedad cubana la convierte en una población noacrítica, capaz de comprender la esencia de los mensajesde los medios, más allá de sus contenidos epidérmicos;la ubica en una posición privilegiada respecto a otrosmuchos países de América Latina en relación con elconsumo de literatura impresa, cine y televisión.Nuestras condiciones para el estudio de este tema son,incuestionablemente, excepcionales.

¿Por dónde andan las cosas?

La situación actual en el mundo es muy diferente.Los cambios políticos que se producen como resultadode los procesos electorales cada cierto tiempo, cambianpolíticas que inciden coyunturalmente en los grandesmedios de difusión y, con ellas, los contenidos de losmensajes, el estilo comunicativo empleado, los gruposdestinatarios predominantes y la credibilidad ciudadanasobre los medios, también cambian.

La diferencia de objetivos y fines entre los grupospolíticos, las instituciones escolares, a veces autónomas;las iglesias; las familias, y la diversidad de empresas quepatrocinan los diferentes medios presentan dificultades,a veces insalvables, en los contenidos de los mensajesque influyen sobre el individuo.

Las exigencias de la globalización crean otras tantasdificultades. Como en la economía moderna, lasacciones de las grandes empresas comercializadoras dela cultura �cadenas de radio y televisión, empresaspublicitarias, redes distribuidoras, firmas disqueras�conforman patrones artificiales del gusto de las personas,diseñados unas veces, impuestos por repetición otras,que en ocasiones nada tienen en común con los valoresautóctonos de cada país. Curiosamente, estos conceptosestéticos acuñados por la fuerza de la repetición y deldominio de los circuitos de distribución, llegan inclusoa incidir en las apreciaciones que sobre la belleza, elbien y el mal, lo moralmente correcto o incorrecto, loéticamente válido o no, tienen las personas. Hasta en elsentido de identidad racial pueden ejercer valoresnegativos ajenos a las propuestas sociales de la escuelay de la ética de los grupos religiosos, porque promuevenpatrones de belleza en los spots publicitarios o en losvideoclips, que en poco o nada se parecen a los biotiposy genotipos nacionales.

Las redes satelitales de información traen, unidosen un solo atado, sus grandes bondades y susdemoledores defectos. Si bien es incuestionable elderecho ciudadano a tener conciencia de lo que pasaen el planeta, a disfrutar las formas más diversas de lacultura universal, a conocer las circunstancias incidentalesque mueven el mundo moderno, lo cierto es que inducena una homogeneización de la cultura humana, a la vezque tienden a pulverizar los medios de difusión localescon pocas posibilidades de alcance. El acceso común alos satélites de comunicación internacional es unverdadero eufemismo; la mayoría de los países conuna economía deficiente no pueden subir sus señales alos satélites por razones estrictamente económicas. Enesa tecnología de punta, que se encuentra en manos depaíses del Primer mundo, las tarifas de empleo porminuto de trasmisión son a veces prohibitivas.

La rentabilidad de las empresas de comunicaciónse consigue, actualmente, en la medida en que ellas lograndiversificar los circuitos de trasmisión o distribuciónde los mensajes. Para ello, es requisito indispensable quelos programas que se ubiquen en esas grandes redesrespondan a las exigencias contextuales de los otrosmensajes, con los cuales tienen que coexistir �lacompetencia, en el estricto sentido comercial. Estosupone que el mensaje debe parecerse lo más posible alos otros que están al lado, antes y después; que debetener un tratamiento estético casi idéntico, para que el

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receptor, acostumbrado a las lecturas de los materialesde las grandes empresas de la comunicación, no detectefisuras entre la factura foránea y la doméstica.

Una revisión del mundo de los musicales en losvideoclips puede servir para comprender el daño quela globalización ha hecho a la difusión musical actual.Los canales de música destinados a la trasmisión devideoclips pasan materiales casi idénticos, todosrealizados con la misma factura visual, el mismo ritmo,el tratamiento de montaje idéntico, sin importardemasiado si se trata de una rumba caribeña o un rap.Imágenes desfocadas; cortes continuos, a vecesinjustificados, para acelerar el ritmo visual; estéticasurrealista de la imagen, marcada por la incoherencianarrativa de los planos; fraccionamiento de la canciónen diferentes escenarios simultáneos, son formasrepetidas, lugares comunes, que caracterizan la estéticade todos esos materiales, con independiencia de la casaproductora o el país que los genera.

En el cine sucede otro tanto; los filmes comercialessostienen, en una fórmula, invariables proporcionesquímicas entre sexo, violencia, persecucionesacrobáticas de buenos y malos, de automóviles quecatastróficamente terminarán reducidos a chatarra.

En las producciones televisivas, el drama puede serpeor. La televisión y la radio son los medios de difusiónde mayor alcance y, por ende, de mayor incidencia enla formación cultural de la sociedad. En AméricaLatina, donde los niveles de analfabetismo sonimpresionantes aún a finales del presente siglo, latelevisión doblada al idioma nativo es una soluciónventajosa para quienes no pueden disfrutar un buenlibro, una revista o un periódico.

Las aspiraciones de los realizadores de TV deintercalar sus programas en las redes de cable o desatélite del mundo los obliga a elaborar mensajesplásticos, de gran alcance, donde los provincianismos,los modismos lingüísticos, las expresiones populares yel costumbrismo perecen aplastados por una formade hablar que sea comprensible por los ciudadanos decualquier rincón del planeta. Es poco probable que enla televisión argentina podamos escuchar un tratamientode «che», de «vos» o en la mexicana un «cuate» porqueesos modismos son incompatibles con la distribucióninternacional estandarizada de los mensajes.

Los contenidos para los grandes grupos popularesse diseñan para la media, es decir, para aquellos quequedan comprendidos en la parte más importante dela campana de probabilidades de comprensión: poreso, son mediocres. La persistencia de mensajes de estaíndole conduce a la formación de un individuo tambiénmediocre.

Los canales de cable, la televisión interactiva, lossistemas multimedios y los equipos de registro

doméstico de la señal televisiva, han propiciado formasmás «democráticas» de ver televisión, de acuerdo conlos niveles de ingreso del individuo. Los canales de aire�broadcasting� han quedado como la expresión yano popular, sino populista, de la televisión queconocimos en los años 50.

En las estaciones de cable, en especial de las ciudadespequeñas donde coinciden más de cuarenta canales, seproducen efectos dignos de estudio. Unos pocos canaleslocales pueden insertarse junto a las poderosastransnacionales, como la CNN, ABC, Discovery,Cartoon Network, VH1... y quedan virtualmenteaplastados. Solo un desastre local, un hecho violento,un incidente despampanante, consiguen imponer laatención a estos medios sobre las grandes cadenas. Porobra y gracia de la era espacial, un cantante local trasmitesu mensaje, modestamente elaborado, al mismo tiempoque en el canal de al lado Michael Jackson muestra losartificios de la más moderna tecnología en el diseñodigital de las imágenes de su último videoclip.

Esas diferencias económicas de origen, que puedenestar tan claras para los adultos formados antes de laglobalización, ¿son tan evidentes para los adolescentes,jóvenes y niños formados en el drástico pragmatismode la sociedad posmoderna? ¿Hasta dónde seextenderán las consecuencias futuras de esa globalizaciónen lo que a cultura se refiere? Existen deferentesenfoques sobre el asunto.

La teoría de la sociedad de masas ha sido ampliamenteestudiada por los comunicólogos. Kornhauser1

proporciona una estrecha discusión sobre la cultura demasas con la cual ha pretendido explicar, incluso, losprocesos revolucionarios socialistas. Según él, losciudadanos de esos países han abandonado todos losroles sociales tradicionales y dependen por entero delcontacto con los medios de difusión en manos de líderescarismáticos.

En la sociedad de masas está implícita una concepción delproceso de comunicación masiva. A través de los mediosimpresos y trasmisiones, líderes carismáticos alcanzabandirectamente a los individuos pulverizados. Debido a lacarencia de roles [...] es fácil motivar a las masas a seguir lasinstrucciones de los líderes.2

Sobre esta base de análisis, las masas operan comoun ente acéfalo, sin capacidad de discernimiento,fácilmente manipulable, carente de opinión propia.Desde ese punto de vista, quien haga mejor uso de losmedios tendrá las ventajas del poder político y socialen general.

Las teorías elitistas conciben los procesos deculturización de masas como la influencia de sectoresminoritarios �la élite social� sobre los grandessectores populares; son ellos quienes conforman los

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gustos, los intereses, las tendencias y apetencias de losgrandes grupos populares.

Por el contrario, las teorías pluralistas establecen quelos medios masivos afectan la política a través de supapel como grupos de interés pluralista, al igual que unsindicato, un gremio, una universidad. Ellos señalan que«ciertos valores profesionales, intereses comerciales yla estructura burocrática limitan frecuentemente el quelos medios funcionen tan libremente como otros gruposde interés en la persecución de sus propios objetivos...».3

Según estas teorías, la sociedad se conduce comoresultado de la incidencia de grupos de poder, entrelos cuales los medios son los más limitados comoconsecuencia del compromiso social y comercial a queestán sometidos. En el caso cubano, esto no es válido;los medios de difusión están en igualdad de condicionesque otros grupos, ya que dependen todoseconómicamente del Estado.

Si de algo pudiera culparse a los medios de difusiónde Cuba en su labor de comunicación social es de quehan sido demasiado «didácticos», extremadamentepersuasivos, al seguir un modelo comunicativosemejante al que se empleaba en los años 60 cuando lapoblación no tenía el nivel de escolarización y concienciaque tiene hoy. En ellos se acude más a la razón que a lasemociones y por eso, para muchos cubanos, su mensajeresulta demasiado frío, impersonal, reiterativo.

Para los expertos actuales, la televisión es el mediomás poderoso en lo que a implantación de patronesculturales se refiere, y es también el más peligroso, porsu propia esencia electrónica.

Los medios electrónicos no llaman a la puerta; seintroducen a hurtadillas, como ladrones en la noche. A los«huéspedes» que reciben un chico a través de los medioselectrónicos, ya no se les puede detener en el umbral, a laespera de la aprobación de los dueños de la casa. [...] Losmensajes electrónicos se filtran a través de las paredes ysalvan grandes distancias.4

Estas incidencias, provenientes de medios cuyasesencias fundamentales las dictan los patrocinadores yel concepto publicístico de mercado, interfieren demodo considerable en las acciones de la familia, la iglesia,la escuela, y �puede suceder, también� del Estado.

Incluso en sociedades como la norteamericana, ladistorsión de la realidad propiciada por los medioses digna de estudio. Hollywood produce la mayorparte de los filmes que circulan en las amplias redesde comercialización internacional, no solo por suvolumen, sino por el dispositivo de publicidadcomercial que mueve millones de dólares en todo elmundo. La incidencia de esos filmes sobre losconceptos políticos, sociales y culturales de millonesde personas en el mundo son importantes; sinembargo, Hollywood acepta que sus filmes nada tienen

que ver con la realidad actual que viven, incluso, lospropios norteamericanos. Es en esencia un mecanismode fuga, de evasión social psicológica, de idealización;al respecto se ha declarado que

los realizadores de Hollywood no están presionados porla obligación de ver el mundo de una forma distinta a laque eligen. [...] La nueva élite de Hollywood, como otrasque en tiempos recientes han ido ganando poder en lasociedad (distintas de las más tradicionales, como las delos hombres de negocios, los militares y los líderesreligiosos), en la actualidad tiende a considerar al mundode forma diferente a la de la mayoría de la población. Lejosde ser una fuerza conservadora o reaccionaria de la sociedad,como muchos académicos sostienen, la élite de Hollywoodencarna actitudes y backgrounds cosmopolitas y liberales; ysus películas también tienden a expresar esos valores. [...]Dado el extraordinario poder de las películas, hay un cambiosignificativo en la sociedad norteamericana que habrá deafectar de modo inevitable el modo en que esta sociedad seconsidera a sí misma.5

La situación actual, en lo que a medios de difusiónse refiere, se caracteriza por las presiones de los grandesmecanismos de distribución sobre las empresaspequeñas, nacionales, locales. Los mensajesrepresentativos de una cultura autóctona sucumben casisiempre por la aplastante factura de las produccionesinternacionales, donde los regionalismos se resumen anotas de interés turístico. La acción sostenida de estasgrandes empresas de la difusión audiovisualinternacional sobre los individuos, conforma patronesde gusto, niveles de intereses, jerarquías de valores,criterios evaluativos del producto cultural, que se parecencada vez más a los del Primer mundo, que los genera,y menos a las idiosincrasias nacionales.

Un poco de historia

La población autóctona de Cuba fue virtualmenteexterminada durante la etapa de la colonizaciónespañola. No se produjo, como en otras tierras deAmérica, una hibridación entre las tendenciascanonizadoras y la cultura indígena autóctona.

Nuestra población desapareció sin que tengamos,incluso en nuestros días, suficientes elementos de cómoeran sus costumbres y sus hábitos de vida, cuáles susancestros culturales. No hubo aquí templos como losde México o Perú, ni culturas establecidas como latolteca, la maya o la inca. La cultura cubana se formóesencialmente a partir del proceso de transculturación,nutriéndose, como se ha dicho, de tres fuentes esenciales:los españoles que vinieron a residir a la isla en busca defortuna �y acá se quedaron, casi siempre sin fortuna�pero nos legaron, entre otras cosas importantes, elidioma; los negros provenientes de África que fuerontraídos en las tratas de esclavos, primero para sustituir

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la mano de obra indígena ya en exterminio, eincrementados después considerablemente con el augeazucarero de los siglos XVIII y XIX,6 que se mezclaroncon los españoles residentes en una alquimiaimpredecible; y algunos chinos, que sin ser un gruponumeroso o estadísticamente significativo, activaron decierta manera la economía y lograron dejar huellas enlas costumbres culturales de los nativos de la isla.

Los españoles, por muchos años, aportaron a estepaís tropical sus costumbres, sin ser depuradas, filtradas,sometidas a la estilización necesaria para adaptarlas alCaribe. En los hábitos alimenticios �que también soncultura� introdujeron sus pesados caldos hirvientesen un mediodía tropical; trajeron también su música,su vestuario de pana y terciopelo, sus levas y suscostumbres inquisitorias en lo que a la familia se refiere.

Por ejemplo, todavía hoy puede percibirse conclaridad, en muchas ciudades y pueblos cubanos, lainfluencia sevillana, en sus comadreos provincianos yen la costumbre de sentarse a la puerta, para airearse enlas aceras, en las noches cálidas. Trajeron también suscreencias religiosas con sus iconos, y su concepto de lafamilia, un tanto matriarcal, que perdura en muchoshogares cubanos hasta nuestros días.

Pero la negra era una cultura más fuerte. El tamborse impuso a la guitarra o transformó su musicalidad.Expresión cultural menos refinada, curtida con látigo ycepo, esas costumbres culturales sobrevivieron muchomás que sus portadores, que morían como moscas enlos rigores del trabajo esclavo o en manos de losrancheadores. Sus ídolos religiosos, adorados primeroen secreto, se fueron mezclando con las deidadescatólicas y se formó una amalgama increíble, como enotras tierras del Caribe, que hoy definimos comosincretismo religioso. La negritud es un hecho culturalque delinea a muchos ciudadanos del país, todavía hoy,más allá de cualquier posible indicio de discriminaciónracial.

Los chinos, en medida mucho menor, influyerontambién en la cultura; de ellos heredamos algunascostumbres culinarias, y también la preferencia porciertos objetos ornamentales, como las diosas deporcelana o los feos budas barrigones, sin llegar a trazarpautas significativas en lo que a religión se refiere.

Nuestra nación surgió esencialmente de los blancos,negros y mestizos criollos, nacidos aquí, hijos deemigrantes o esclavos. De ellos brotaron nuestraseminencias en el arte, la ciencia, la cultura, el deporte ola música. De todo eso devino este engendro simpático,obstinado, audaz, desafiante, maravilloso, deslumbrante,a veces impertinente, que llamamos cubano.

Se formó esta cultura que tiene un Capitolio comoel de Washington, un Cristo como el de Río de Janeiroy un Prado como el de Madrid, pero que no se pareceni a la de Norteamérica, ni a la de Sudamérica, ni a laespañola, ni a ninguna otra.

Un hecho curioso es que, en Cuba, todos los mediosde difusión siempre estuvieron, predominantemente,en manos de ciudadanos cubanos. Los periódicosprimero, el cine, la radio y por último la televisión nofueron propiedad de extranjeros que pudierandeterminar el rumbo de las cosas. Esto perfiló un ciertonacionalismo en ellos, que después del triunfo de laRevolución se transformó en verdadero patriotismo.

En la televisión, el más complejo de todos losmedios, el cubano �santiaguero por más señas�Goar Mestre, propietario de diversas plantas de radioy de algunos de los canales de televisión másimportantes, definió como política que en Cuba latelevisión debía ser «de los cubanos y trabajada porcubanos».7 También hubo un cine cubanoverdaderamente autóctono, antes y después de laRevolución, salvando claro está, las diferencias temáticas,estéticas y de producción de dos épocas tan diferentes.En sus inicios, copiaba casi al calco la etapa de oro delcine mexicano y argentino, con filmes melodramáticos,musicales y alguna obra histórica distorsionadora denuestra realidad. Si bien en ese entonces no hubo uncine con una estética propia, se hicieron obras quealertaron a los ciudadanos del país de que existía uncine nacional �bueno, regular o malo�, a diferenciade otros países del continente, que solo hace unos pocosaños lograron producir sus primeros documentales olargometrajes.

La independencia de la colonia española y elestablecimiento posterior de la República promovieronvalores culturales que todavía no podían identificarselimpiamente como una identidad cultural nacional; hubo

Los mensajes se ajustaron a los nuevos contenidos quedemandaba la sociedad y se conformaron nuevos lenguajescomunicativos que surgieron de la mezcla milagrosa defórmulas viejas pero aceptadas, de tendencias clásicasencontradas en los manuales de materialismo y de lainteligencia creativa de los comunicadores.

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expresiones, como la plástica o la música, en que laidentidad nacional evolucionó con rapidez. Pero en losmedios electrónicos se produjo un resultado mimético,que sin llegar a apagar manifestaciones legítimas denuestra cultura � especialmente en las obras dramáticas,radionovelas y telenovelas� exteriorizaban, sobre todoen la década de los 40 y 50, una copia, burda o refinada,del estilo de vida norteamericano. Esto permeó lasformas de hacer y las de percibir los mensajes de losmedios de difusión, pero lo más importante es quedelineó el gusto de los ciudadanos del país, sus conceptosartísticos: desde el modo de decorar los interiores delas viviendas, hasta las recetas de cocina.

La televisión cubana nació imitando los patronesde programación de los norteamericanos: el ritmointerior de los programas, los espacios tipo «show dediversiones», las revistas de variedades. Las frivolidadesy contenidos de la programación se parecían mucho alos canales ya establecidos en Norteamérica, aunquecon un nivel de profesionalismo en la realización quetodavía hoy resulta asombroso. Los programasenlatados, mucho más económicos que los deproducción nacional, comprados en paquetes al pormayor, reproducían palmo a palmo la cultura familiary doméstica de ese país. Los cubanos no escaparon a laabrumadora inteligencia de Rin Tin Tín, la suspicaciadesmedida de Bat Masterson, las coqueterías hogareñasde Lucy Ball, el humanismo conmovedor de Lassie, ola eficiencia aplastante de las Patrullas de Caminos.También hubo espacios realizados acá, pero copiadosal calco de los de allá, como los programas departicipación, los varietés, o las comedias frívolas. Apesar de eso, en los años 50, la cubana fue una televisiónvanguardista en todo el continente, quizás por esasingular apetencia por lo nuevo que siempre sentimoslos cubanos, tal vez por la experiencia acumulada yreafirmada en la radio, o por el esfuerzo entusiasta delos propietarios de algunas cadenas, que mantuvieronun sistema organizativo casi espartano, y se preocuparonsiempre por lograr cosas para demostrar laspotencialidades inimaginables de este nuevo medio.8

Al triunfo de la Revolución se intervinieron todoslos medios de difusión masiva, en unos casos paragarantizar la fidelidad de los mensajes que el nuevogobierno revolucionario necesitaba hacer llegar a lapoblación sin distorsiones ni manipulaciones; en otros,como en la televisión, porque su estructura comercialse debilitó con la nacionalización de las empresas depetróleo, jabones, cigarros, rones, cervezas, yautomóviles, que eran los principales patrocinadoresde las emisoras que, desde entonces, debían dependeríntegramente del presupuesto estatal.

Este hecho produjo, hasta nuestros días, unasituación excepcional: a partir de ese momento, todos

los mensajes y todos los medios provienen del mismoemisor �el Estado� y responden a la mismaideología, a los mismos objetivos políticos, culturales,educativos, informativos e ideológicos.

Parejamente, se produjo otro hecho trascendentalen la cultura cubana: se emprendió en 1961 la CampañaNacional de Alfabetización y quedó erradicado, en unaño, el analfabetismo. Desde entonces todo cambió.

Fueron estas determinaciones, sin dudas, las que másayudaron a la Revolución naciente en el empeño dehacer que las masas tomaran conciencia de los cambiossociales que se estaban produciendo en el país. Losmedios contribuyeron a educar a los ciudadanos, deforma didáctica, en lo referente a la Ley de ReformaAgraria, la nacionalización de las empresas extranjeras,la reforma urbana, la necesidad de la alfabetizaciónpopular, las tramas secretas de la invasión de Playa Giróno las desventuras de la Crisis de octubre.

Para satisfacer la sed de conocimientos de lapoblación y de miles de alfabetizados se crearon casaseditoriales que imprimieron millones de libros de bajocosto, que divulgaron obras tan diversas como ElQuijote, las tragedias de Shakespeare, Doña Bárbara,Rayuela. Y también la producción de autorescontemporáneos de diversos continentes.

Esta misma estructura se alzó como una murallapoderosa contra toda manifestación externa de culturaque fuera considerada dañina para la sociedad enformación; ni los Beatles escaparon de tales restricciones.El emblemático cuarteto inglés solo era escuchado, casiclandestinamente, si se rastreaban emisoras de ondacorta o por aquellos que tenían la posibilidad de accedera alguna grabación. Fue la memorable época del ritmomozambique y del pilón; del Salón de Mayo de París,traído al recién inaugurado Pabellón Cuba de LaRampa, oloroso a heno y adornado con los ejemplaresmás lustrosos de nuestra ganadería naciente; la deMemorias del subdesarrollo, la de Silvio Rodríguez, SaraGonzález y Pablo Milanés.

Todavía es demasiado temprano para juzgar losaciertos y desaciertos de aquellos tiempos. Unarevolución naciente tiene que asumir métodos radicalespara su subsistencia; todas lo han hecho en ciertomomento, y algunas han sido mucho más extremistasque la nuestra. Desterrar todo lo que oliera a pasado,todo lo que pudiera hacer peligrar la estabilidad delproceso, no fue fácil.

Sin embargo, milagrosamente, persistieron aferradosen la mente de los ciudadanos cubanos muchoselementos que se quedaron para siempre, quesobrevivieron a todos los embates y exorcismos.Persistió una cierta forma de hacer televisión, que jamásse pareció a la de los países socialistas europeos. La TVque caracterizó siempre los mensajes nacionales, incluso

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los de mayor contenido político, estaba mucho máscercana a los patrones norteamericanos del espectáculo.Las telenovelas jaboneras, con su misterioso encanto,fueron usadas para trasmitir, a través de ellas, mensajessociales positivos; los romances intrascendentes entrela jovencita pobre y el millonario distinguido, a la usanzade Corín Tellado, fueron transformados por AleidaAmaya primero y Maité Vera después, en los avataressentimentales entre la compañera administradora de lafábrica y el obrero de la empresa productora de níquelo de la vaquería insignia del país. De repente los sectoresmarginales tomaron importancia protagónica en latelevisión: el negro, el pobre, el obrero, los barrios, loscampesinos más humildes.9

Se produjo desde entonces un proceso interesantey único: los mensajes se ajustaron a los nuevoscontenidos que demandaba la sociedad y seconformaron nuevos lenguajes comunicativos quesurgieron de la mezcla milagrosa de fórmulas viejaspero aceptadas, de tendencias clásicas encontradas enlos manuales de materialismo y de la inteligencia creativade los comunicadores.

Huellas quedaron

Como suele suceder en las grandes explosionesnucleares �y una revolución se parece mucho a eso�se transformaron algunos elementos, desaparecieronotros y se formaron nuevos que los expertos nosospechaban. Las masas populares se identificaronpronto con expresiones auténticamente revolucionarias.

Quizás los elementos más significativos de eseproceso los encontramos en el cine cubano, renovadoren su esencia, que se había nutrido de modo sustancialdel neorrealismo italiano y por ello encontraba muchospuntos de coincidencia con los procesos sociales endesarrollo. El gusto por el cine nacional se desarrollócon paso de gigante y todavía hoy los records de taquilla,en las salas de exhibición del país, se han mantenidosiempre para películas realizadas por directores cubanoscon la temática nacional.

El cine marcó también una renovación en losconceptos de la gráfica nacional. El ICAIC aglutinó alos más destacados diseñadores del país y, con recursosprecarios, en un modesto taller de serigrafía, sentócátedra en una estética comunicativa simbólica,novedosa y creativa, para la divulgación de la obracinematográfica. Para las generaciones de entonces, lasdecoraciones ambientales kitsch, conformadas por loscuadros del Sagrado Corazón de Jesús y los inmortalescisnes rosados, fueron sustituidas por bastidores rústicosdonde aparecían, montados al aire, los mejores afiches

del cine cubano, con las firmas de Muñoz Bachs,Frémez, Rostgaard y muchos otros.

El Grupo de Experimentación Sonora del ICAICfue otro de los iniciadores del cambio. Nuestra imagenmusical internacional, conformada casi siempre por cha-cha-chás, rumbas y guarachas, encontró una cancióndonde lo más importante eran los textos sugerentes,poéticos, difíciles de interpretar. La llamada NuevaTrova se convirtió en fuente de adicción de millonesde jóvenes en Cuba y en el mundo, y desterró de golpe,para muchos, aquellas canciones y cantantes sensibleros.

Para sectores populares donde no existían hábitosde lectura antes de 1959, fue fácil ajustar los contenidosa los que requería la nueva sociedad. El consumo delibros no era un pasatiempo, ni mucho menos una fuentede cultura importante, antes de la Revolución. Lasmujeres amas de casa, en no pocos casos, soloconsumían revistas frívolas con alguna cursi novela deamor. La aparición de millones de libros policíacos,novelas, poesía, materiales históricos y políticos, clásicosy, en especial, la obra de nuestros creadores nacionales,favoreció la formación de un repertorio internacionaly, muy pronto, de una identificación con la producciónauténticamente cubana.

La radio mantuvo su programación dramáticaajustada a los nuevos requerimientos políticos, socialesy culturales. Fue este medio el primero en romper elautobloqueo musical internacional; en programas deincreíble audiencia, comenzaron a radiarse las cancionesde los Beatles y con ellos las expresiones diversas delfenómeno cultural de los años 60 y 70 que, sin dudas,marcaron a varias generaciones. Florecieron decenasde intérpretes nacionales, solistas y agrupaciones detodos los géneros, para todos los gustos y exigenciasculturales. Fue la radio cubana la que puso al mismonivel a Silvio Rodríguez y a los Beatles, y con ello,simbólicamente, a lo mejor de las expresiones musicalesinternacionales junto a los exponentes más trascendentesde la nuestra. Rescató también los mejores valores dela música tradicional cubana, que hasta hoy convivenamigablemente, aunque asediados todos por esefenómeno económico-cultural, de imprevisiblesconsecuencias futuras, que se llama «salsa».

La televisión merece un análisis aparte; este medioen Cuba siempre ha sido considerado mucho máscomo un vehículo de ideología que de cultura. Para elcubano que no frecuenta las salas de teatro, que va alcine quizás solo una vez al mes, que no tiene en su casalibros recientes ni máquinas de video, que no compraobras de arte, ni acude a conciertos o galerías, que nova a los museos, la televisión es la fuente principal �sino única� de acercamiento a la cultura nacional yuniversal. Este medio es también el más caudalosomedio de difusión, de educación, de entretenimiento.

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Predominan en la televisión los mensajes que seevalúan más por sus contenidos políticos que por susconnotaciones culturales.

Las formas estéticas de la televisión son viejas engeneral, con excepciones contadas que solo confirmanla regla. No ha nacido en todos estos años una estéticatelevisiva propia, auténtica; no hemos podidoconformar en estos cambios sociales una televisióngenuinamente cubana, que responda a la profundidadde los contenidos, a la austeridad económica, a laeficiencia comunicativa y a la dignidad artística. Nuestrosinformativos copian sin pudor alguno a los noticierosde las grandes cadenas internacionales, nuestrastelenovelas hacen arder de placer al público, a la críticay a los directivos cuando consiguen acercarse a lospatrones brasileños, nuestros musicales mantienen lasformas ancestrales que conoció la televisión en susorígenes, los humorísticos se descomponen comomateria orgánica en el intento de conseguir un humorinocuo que a nadie moleste.

Sin embargo, a la televisión le cabe el mérito dehaber servido de amplificador de expresiones artísticasconsideradas elitistas y que ahora son asimiladas yaceptadas con satisfacción por grandes masas populares.Ese es el caso del ballet, que gracias a la trasmisión deespectáculos del Ballet Nacional de Cuba, institucióncultural insignia del país, es hoy comprendido ydisfrutado, quizás como en ningún otro sitio delcontinente. La cultura cinematográfica general delpueblo cubano se debe al esfuerzo común del ICAICy de la Televisión, que desde hace más de treinta añosmantienen espacios de orientación cinematográfica, paraabordar asuntos de la historia del cine, la evaluación deobras clásicas de cinemateca, las vanguardias estilísticaso el análisis del manipulativo aparataje del cinehollywoodense actual; decenas de prestigiados críticosy pedagogos del cine han laborado en ese intento.

Al no estar comprometidos con cadenasdistribuidoras internacionales, el resultado de estos añosde incidencia de los medios de difusión sobre la culturacubana podría resumirse en un conocimiento bastantegeneralizado del quehacer internacional de la literatura,el cine, la danza, la música y, en menor medida, deotras expresiones como la plástica. Se caracteriza

también por el predominio de los valores nacionalesen todas las expresiones artísticas, el reconocimientode los mejores exponentes contemporáneos y unacapacidad considerable para hacer lecturas críticas delos mensajes recibidos por cualquiera de los medios.

Los avatares de la crisis económica

La agudización de la crisis económica a partir de ladesaparición del bloque socialista europeo desencadenólo que se llama entre cubanos «Período especial». Estascircunstancias obligaron a buscar respuestas pactadas amuchos problemas, con la certeza de que de esassoluciones se derivarían males secundarios inevitables.

Dentro de los elementos que más han perjudicadoel trabajo de los medios de difusión masiva en lo que acultura se refiere, están el incremento del turismo en elpaís, con sus inevitables secuelas, la entrada de materialesclandestinos en videos, revistas y especialmente lapublicidad comercial, ignorada por generaciones depersonas que nacieron en Cuba después de 1959.

La búsqueda de financiamiento propio parasostener los diferentes medios �el cine, la televisión,los libros, incluso el teatro�, ha hecho revisar loscontenidos de las obras para facilitar los ingresos detaquilla y asegurar la venta al exterior. La divulgaciónde la música, por ejemplo, está deformada por losintereses comerciales de los productores, que beneficiana los empresarios económicamente poderosos, demodo explícito o implícito.

La circulación simultánea en el país de dos monedas�el dólar y el peso cubano� tiene tambiénconsecuencias negativas para la cultura. Muchos actoresy realizadores emigraron a otros países en busca deempleo, cuando se produjeron los drásticos recortesde la programación del cine y la televisión nacional.Muchas de las grandes figuras han desaparecido de laspantallas, ya que no renuncian a una gira internacional.

Excelentes colegas, realizadores de alto vuelo, se handedicado a trabajar como free lancers para mitigar lasdificultades económicas existentes, mientras las empresasde radio y televisión no pueden ofrecerles trabajo porfalta de presupuesto para emprender nuevos proyectos.Cualquier programa costoso, de realización complicada

No ha nacido en todos estos años una estética televisiva propia,auténtica; no hemos podido conformar en estos cambiossociales una televisión genuinamente cubana, que respondaa la profundidad de los contenidos, a la austeridad económica,a la eficiencia comunicativa y a la dignidad artística.

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o que pretenda ir más allá de la media, quedavirtualmente limitado por las condiciones reales de estosmedios, que enfrentan innumerables dificultadestecnológicas, y se debaten en una escasez de recursosque afecta el vestuario, el maquillaje, las escenografías, yhasta el transporte para las gestiones de producción olas filmaciones en exteriores.10

En el momento histórico en que más se necesita unmensaje cultural fuerte y poderoso para enfrentar la«cultura de pacotilla» que arrastra el turismo, estamosen las peores condiciones económicas para hacerlo. Elturismo, si no se asume con absoluta inteligencia, es undevorador de la cultura: puede demoler en meses elpatrimonio nacional que costó siglos edificar.

Basta ver un show artístico de recreación en unavilla turística, o en un cabaret destinado a ese público,para apreciar cómo el concepto de cubanía se reduce aunas mulatas semidesnudas, un número de santería, quemezcla el concepto hollywoodense del espectáculo conel misticismo de una misa espiritual y a lo más kitsch delas canciones populares. Las aspiraciones culturales degeneraciones de cubanos se desmoronan en manos deproductores de espectáculos que enjuician al turista�quizás acríticamente� como una especie deindividuo fronterizo que no puede entender nadacomplejo y elaborado. Los estereotipos se repiten hastael agotamiento casi de la misma forma; lo único quedistingue a un lugar de otro, es el lujo o la diferenciasustancial del pago del cover . Una monotoníainconcebible se apodera de los espectáculos destinadosal turismo internacional en una nación cuya riqueza ydiversidad cultural la hacen una de las más exuberantesdel Caribe.

Las serias implicaciones que estas cosas tienen parala política, la cultura y la sociedad se analizan casi adiario, pero las medidas drásticas para erradicar sussecuelas no avanzan con la rapidez deseada.

Reflexiones necesarias

El término cultura de masas supone siempre unconcepto discriminatorio de las grandes masaspopulares y de manipulación de esos sectores porpersonas poderosas, por élites influyentes o por líderescolosales. En la sociedad cubana, por elementoscasuísticos que no se repiten en ningún otro lugar delplaneta �ni siquiera en el desaparecido bloque socialistade Europa del Este� estos conceptos no son aplicablesde la misma manera.

Habría que referirse a la cultura de las masas �y no ala cultura de masas�, como una síntesis de las expresionesmultitudinarias y populares que la población cubana

tiene o ha alcanzado, como consecuencia de muydiversos factores, entre ellos los heredados de nuestrosancestros, los conformados durante la colonia española,la República mediatizada y el proceso revolucionariosocialista, y los que llegan, gracias a los satélitescontemporáneos, a través de las modernas vías decomunicación internacionales.

El uso sistemático de los medios de difusión, enmanos del Estado como único poseedor, ha tenidoincuestionablemente grandes aciertos en lo que a formary educar a los sectores populares se refiere. La Campañade Alfabetización les proporcionó la independenciacultural que no tenían y les permitió la opción departicipar individualmente en la cultura.

La incidencia de los medios sobre la poblacióncubana, como exponentes de la política cultural del país,proporcionó un nivel cultural promedio superior al detodos los países de este continente; una identidad culturalnacional que se ha salvaguardado de las consecuenciashomogeneizadoras de la globalización y de la aldeaplanetaria que Mc Luhan vaticinó; una sensibilidad porexpresiones culturales que para muchos países sonelitistas. Valoró también el producto cultural cubano ala misma altura que las expresiones internacionales,amparadas estas, muchas veces, por capitales millonariosde promoción y protegidas por las reglas de ladistribución comercial internacional; preservó �conmedidas que hoy podrían ser cuestionables, peroválidas� la cultura autóctona contra la influenciaforánea. Proporcionó a los ciudadanos una visión deamplio espectro en lo que a cine, literatura, teatro, músicay danza se refiere. Y lo que es más importante, permitióconciliar las acciones de los medios de difusión con losintereses de la escuela, las universidades, la familia, lasorganizaciones políticas y de masas, el quehacer prácticode la sociedad y su sistema de poder.

Las incidencias de la crisis económica nacional, reflejode la crisis internacional como consecuencia de la caídadel bloque socialista europeo, ha ocasionado dificultadesen la sustentación económica de algunas institucionesculturales y de los medios de difusión, que hanerosionado sutilmente algunos de los logrosmencionados. Les corresponde a las instancias delEstado, a los intelectuales y artistas comprometidos conla cultura nacional, desplegar acciones que puedandisminuir hasta lo tolerable los efectos de tales crisis eimpedir que en ellas se laceren los valores espiritualesarraigados en la población del país.

Los métodos empleados durante estos años parasalvaguardar lo logrado, pueden ser sometidos a críticasseveras por los expertos o las nuevas generaciones; perolos resultados están ahí. El precio que pagaron algunosindividuos �y hasta generaciones� para conseguir estos

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logros, también puede ser valorado históricamente;pero los resultados son tangibles.

Hay evidencias y testimonios suficientes paradesarrollar investigaciones futuras en muchas disciplinas,que podrían resumir los aciertos y las deficiencias deun sistema de influencias de esta naturaleza sobre elindividuo, donde la llamada cultura de masas no sea elresultado del capricho de una élite o de la burdamanipulación de los poderosos, sino una cultura de lasmasas como resultado de una acción coherente de losmedios, del trabajo intenso de artistas y comunicadoresy, sobre todo, de cambios trascendentales en el ordensocial y cultural.

Notas

1. William Kornhauser, The Politics of Mass Society, Free Press,Glencoe, III, 1959.

2. Sidney Kauss y Dennis Davis, Comunicación masiva: sus efectos en elcomportamiento político, Biblioteca Internacional de Comunicación,Ed. Trillas, México, D.F., 1991.

3. Véase Joseph Lyford, «The Pacification of the Press», en MichaelEmery y Ted Smythe, Readings in Mass Communications, Wm.C. Brown, Dubuque, Iowa, 1974.

4. Joshua Meyrowitz, No Sense of Place, Oxford University Press,Nueva York, 1985.

5. Stanley Rothman, Los medios de comunicación en las sociedadesdemocráticas liberales, Ed. Devenir, Buenos Aires, 1995, p. 445.

6. En el censo de 1841, período aún de clímax de la sociedadesclavista, se observa que el 22,9% de los esclavos trabajaba en losingenios, el 13,7% en cafetales, el 15,1% en sitios y estancias, el44,9% eran esclavos domésticos, en su mayoría urbanos y solo el3,2% en vegas.

7. Conferencia pronunciada por Goar Mestre en Buenos Aires,titulada Mi vida con la televisión, en su empresa TELEINDE S.A.,fragmento grabado en video, utilizado en la serie televisiva delautor, Hasta el último aliento, conmemorativa del 45 aniversario de lafundación de la Televisión cubana.

8. Con solo tres años de fundada, la televisión de Cuba realizóhazañas que todavía hoy figuran, en la literatura especializada,como antológicas. Podría señalarse la trasmisión de juegos de béisbolde las Grandes Ligas desde los Estados Unidos a La Habana, consolo una hora y cuarenta minutos de diferencia, mediante la filmaciónen kinescopio y revelado inmediato a bordo de un avión, o latrasmisión en vivo de esos juegos, al año siguiente, cuando nadiepodría imaginar el uso de satélites. Esto se conoce como estratovisión,y se consiguió con un avión que sobrevolaba el Estrecho de LaFlorida y servía de repetidor, mientras duraba el juego. Jamás esahazaña pudo repetirse en otras latitudes.

9. Todavía se conservan grabaciones de muchas de esas telenovelas,conocidas por algunos expertos como «novelas sindicales», entreellas Lengua de pájaro, con el tema de los mineros; El viejo espigón,sobre el tema de los obreros portuarios; La Peña del León, queabordaba el asunto de la vida en las cooperativas agropecuarias y laúltima de ese período, Por amor, sobre la construcción del pedraplénque enlaza a uno de nuestros cayos con la isla grande.

10. En los momentos en que este trabajo entra en prensa, el Consejode Estado designó un considerable presupuesto adicional, en monedaconvertible, para aliviar la situación tecnológica de las instalacionesde televisión, radio y los telecentros provinciales. También seincrementaron los presupuestos para las producciones nacionales,especialmente los programas dramatizados.

© , 2000.