Memoria y Ciudad- Ensayo 2

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Un viaje por la memoria y la ciudad

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Memoria y ciudad: el origen de la democracia

Los ncleos urbanos que se configura con las sociedades humanas estn todos depositado en ese complejo entramado de prcticas, costumbres y discursos que circulan en la ciudad. De all, que la sociedades conformadas a partir del hecho urbano[footnoteRef:1] se orienten como lo indica Nicole Loraux (2008), en la perspectiva de que la ciudad piensa (p, 17), y al hacerlo se expresa principalmente desde los anales de su memoria[footnoteRef:2]. Pues dicho concepto, hace alusin directa a la vida vivida, a los acontecimientos que emergen desde los intersticios de la cotidianidad y se hacen significativos en la experiencia del grupo. Esto en la medida, en la que el espacio urbano se configura como un todo interdependiente que constantemente se piensa, se recuenta, se perpeta en la palabra con la que sus ciudadanos nombran la ciudad. [1: Aldo Rossi (2012), considera que el hecho urbano comprendido en la ciudad antigua es ejecutado sobre una dimensin que no solo es fsica y material, el hecho urbano en la ciudad antigua reposa en establecer un vnculo con sus habitantes, consolidando en gran medida legados del pasado en su identidad presente (p,73).] [2: Para distintos tericos el trmino de memoria, se consolida como un tpico comn del que parte su reflexin. No obstante, el concepto es asumido de manera divergente. Entre estos se halla que por ejemplo, el enfoque de Tzvetan Todorov (2000) quien realiza a un anlisis de carcter sociolgico, ya que para este autor toda memoria deriva de las dinmicas socio-culturales que se da en los grupos humanos, mientras el estudio de Jacques Le Goff (1991), sta ms prximo a la reconstruccin histrico-hermenutica con la que observa la memoria como una cualidad antropolgica que reside en la estructura del mismo hombre. Nicole Loraux (2008), aborda el desarrollo de memoria como mecanismo histrico-poltico. ]

En este sentido el vnculo entre la memoria y la ciudad, dota de significado los espacios fsicos que conforman el territorio[footnoteRef:3]: los jardines colgantes de Persia, los templos religiosos en la hlade, las fuentes y los baos pblicos en Roma, constituyen huellas memorsticas que consolidan el significado urbano de la ciudad ms all de sus dimensiones meramente fsicas[footnoteRef:4]. Por tal razn, la memoria adquiere a manera de evidencia antropolgica legitimidad en la medida en que expone las normas, costumbres, pautas de convivencia y continuidad del grupo en su contexto, comprendiendo que ambos elementos, la memoria y la ciudad, se establecen como puntos de partida que convocan a sus pobladores a desarrollar la capacidad de seleccionar, conservar y ordenar los acontecimientos del pasado. En este sentido, la memoria se puede entender como vehculo expresivo presente en todas las sociedades, permitiendo conocer que tan importe ha sido su rol en la conformacin de ncleos urbanos. [3: El concepto de territorio, se entiende como el conjunto de espacios fsicos que articulan la ciudad sobre una dimension no fsica, haciendo posible que esta dote de mltiples sentidos socio-culturales sus espacios. Al respecto puede consultase (Rossi, 2012.)] [4: Al respecto pude ampliarse este panorama en el estudio realizado por (Malinowski, 1946). ]

Como lo explica Jacque Le Goff (1991, p,181), ningn periodo histrico de las sociedades humanas ha podido ser posible sin la memoria y por ello esta se ha manifestado de manera distinta dentro de contextos histricos especficos, como el de las sociedades salvajes, antiguas, y modernas[footnoteRef:5], el hecho de que de dichos periodos puedan conocerse rasgos de su identidad remite a una visin donde la memoria se legitima por su expresin; el relato oral, la escritura y los monumentos esculturales son prueba de ello. De manera especial en la Atenas de Pericles, donde la ciudad como un lugar a partir de la memoria se dispuso para que en sus dimensiones fsicas y espaciales la construccin urbana de la , convergiera en un modo de vida para sus ciudadanos. [5: Le Goff (1991) introduce estas tres sociedades como modelos evidentes de la evolucin paulatina de la memoria. As distingue las sociedades salvajes como aquellas que no conocieron la escritura y preservaron sus legados culturales, religiosos y cvicos a travs de la oralidad, posterior a estas sociedades surgieron las denominadas sociedades antiguas en quienes predomin el lenguaje escrito y las tcnicas selectivas de los acontecimientos memorables, es decir la memoria como funcin selectiva y moral. En la constante evolucin de los grupos humanos se llega a la poca moderna, periodo en que la memoria se tecnifica y los archivadores virtuales se tornan en una extensin del pensamiento humano (pp, 134-135).]

Atenas la ciudad fundada en la memoriaEn la Atenas clsica la palabra (ciudad) designaba para sus ciudadanos un modo de vida. Habitar la ciudad fue para el hombre griego equivalente a cultivar su propia existencia, pues al hacerlo dotaba de sentido el espacio cvico en su dimensin fsica, entrelazando la arquitectura y sus monumentos como parte fundamental de un todo que se estructura a partir de la actividad humana. Es en la donde se torna posible consolidar la imagen del hombre como punto de partida y continuidad histrica. Afirmado en la ciudad, el griego comprendi la importancia de mantener viva su identidad a travs del ejercicio constante de la memoria. Por ello, la Atenas de Pericles lograr resplandecer como en ninguna poca lo haba hecho. Esto en gran medida porque en la ciudad tica el hecho urbano, se consolid para mantener activa la memoria, a partir de lo cual, piensa Vernant (1992, p. 136), distintas disciplinas se articulan principalmente desde el lenguaje democrtico que desarrollo la en su actividad cvica. La geometra, la medicina, la arquitectura formaron en su conjunto una nueva imagen del mundo[footnoteRef:6], en la que acontecimientos sociolgicos como el de la democracia fueron comprendidos y promovidos a partir de la memoria como escenario dialgico. [6: Segn Vernant (1992), la nueva imagen del mundo que posiciona Anaximandro, consiste en distribuir como trminos simtricos y reversible, la dominacin y la sumisin, la extensin y la retraccin, la fuerza y la debilidad, el nacimiento y la muerte de todos los elementos que para Anaximandro segn el orden del tiempo, se dan mutuamente reparacin (tisis) y justicia (dik) (p, 137).]

De manera explcita la ciudad compagin sus expectativas poltico-democrticas a la disposicin urbana del espacio cvico; las esculturas y las inscripciones constituyen un monumento que cohabita la ciudad sobre una dimensin que no solo es fsica, pues a partir de estos, la concepcin de un espacio fsico simtricamente organizado alrededor de un centro reproduce ciertas representaciones de orden social (Vernant, 1992, p, 140). En este sentido, la afirmacin de Loraux (2008): la ciudad piensa (p, 56), se comprende como el conjunto de cualidades intelectuales que posibilitan la vida en la ciudad y la dotan de continuidad.Fidias el gran arquitecto en la Atenas de Pericles, forj un paisaje urbano que trasmita la importancia de ser atenienses. En los frontones del Este y el Oeste, represent la lucha que Atenea y Poseidn, libraron por la tenencia del Atica, lo cual enseaba como lo indica Maurice Bowra (1983), que Atenas es grande, tanto por tierra como por mar, porque en ambos un dios anhela poseerla (p, 104). As mismo los frisos que decoraban la Acrpolis, mostraban que los dioses apacibles y satisfechos se disponan al dilogo, invitando a hombres, mujeres, viejos y jvenes (Bowra, 1983, p. 105), a mantener esa actitud propia de la democracia como virtud abiertamente cvica.De este modo, la ciudad presenta evidencias que permiten ver que su desarrollo se ciment en funcin de la memoria como capacidad racional y crtica, cuya envergadura hizo posible articular un espacio de reciprocidad poltica como el de la democracia, que en la Atenas clsica, encontr el territorio frtil de una ciudad preparada para asumir la envergadura socio-poltico de una distribucin en las esferas del poder que brindar a sus habitantes el garante de habitar la ciudad en ideal de que sta permanentemente puede -hablar- consigo misma y relatarse- (Nicole Loraux, 2008, p. 17).

Referentes bibliogrficos:Maurice, Bowra. 1983. La Atenas de Pericles, Madrid, siglo XXI. Davenport, Guy. 2006. El museo en s, Valencia, Ed pre-textos. Le Goff, Jacques. 1991. El orden de la memoria, Barcelona, Paids. Loraux, Nicole. 2008. La ciudad dividida, Buenos Aires, Ed conocimiento. Malinowski, Bronislaw. 1948. Magia, ciencia y religin, Barcelona, Ed planeta-agostini. Rossi, Aldo. 2012. La arquitectura de la ciudad, Barcelona, Ed Gustabo Gil. Todorov, Tzvetan. 2000. Los abusos de la memoria, Barcelona, Paids. Vernant, Jean- Pierre. 1992. Los origenes del pensamiento griego, Barcelona, Paids.