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UNIVERSIDAD INTERCONTINENTAL MAESTRÍA EN FILOSOFÍA Y CRÍTICA DE LA CULTURA APUNTES DE EPISTEMOLOGÍA Dra. María Teresa Muñoz Sánchez PARTE I LOS MITOS DE LA EPISTEMOLOGÍA CLÁSICA En el periodo moderno, los tratados de la naturaleza y estudios sobre el hombre no pueden entenderse exclusivamente como una antropología; en numerosos casos, se buscaba una tipificación del razonar, había, pues, un empeño epistemológico. Se proponía estudiar las claves de nuestro entendimiento: conocer el conocimiento, pensando el pensamiento. El campo privilegiado de la reflexión metodológica lo constituían las ideas, pues se consideraba que pensar era tener ideas. Saber suponía representar con precisión lo que hay fuera de la mente. Esta forma de entender la posibilidad y naturaleza del conocimiento implica que la forma por medio de la cual la mente conoce es construyendo representaciones 1 . Como es de sobra conocido, este concepto de conocimiento fue asumido por la filosofía y dio lugar a la moderna teoría del conocimiento, que como proyecto supone dos objetivos: apuntando al contexto genético, explicar o dilucidar la naturaleza, alcance y origen del conocimiento humano, bien sea éste cotidiano o científico; y, en el contexto relativo a la validez, dar razón de la posibilidad misma del 1 Cf. Richard Rorty, La filosofía y el espejo de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1995 [1ª ed. ing., 1979], p. 13.

Mito del espacio interior

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Page 1: Mito del espacio interior

UNIVERSIDAD INTERCONTINENTAL

MAESTRÍA EN FILOSOFÍA Y CRÍTICA DE LA CULTURA

APUNTES DE EPISTEMOLOGÍA

Dra. María Teresa Muñoz Sánchez

PARTE I LOS MITOS DE LA EPISTEMOLOGÍA CLÁSICA

En el periodo moderno, los tratados de la naturaleza y

estudios sobre el hombre no pueden entenderse exclusivamente

como una antropología; en numerosos casos, se buscaba una

tipificación del razonar, había, pues, un empeño

epistemológico. Se proponía estudiar las claves de nuestro

entendimiento: conocer el conocimiento, pensando el

pensamiento. El campo privilegiado de la reflexión

metodológica lo constituían las ideas, pues se consideraba

que pensar era tener ideas. Saber suponía representar con

precisión lo que hay fuera de la mente.

Esta forma de entender la posibilidad y naturaleza del

conocimiento implica que la forma por medio de la cual la

mente conoce es construyendo representaciones1. Como es de

sobra conocido, este concepto de conocimiento fue asumido

por la filosofía y dio lugar a la moderna teoría del

conocimiento, que como proyecto supone dos objetivos:

apuntando al contexto genético, explicar o dilucidar la

naturaleza, alcance y origen del conocimiento humano, bien

sea éste cotidiano o científico; y, en el contexto relativo

a la validez, dar razón de la posibilidad misma del

conocimiento. El primer objetivo ya presupone la existencia

del conocimiento, al tiempo que el segundo implica una

reacción contra el escepticismo. En cualquier caso, esta

disciplina, la epistemología, no puede ser virgen; se parte

de una imagen de la naturaleza del conocimiento mismo. Así,

1 Cf. Richard Rorty, La filosofía y el espejo de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1995 [1ª ed. ing., 1979], p. 13.

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se supone que para que alguien pueda tener conocimiento

deben satisfacerse ciertas condiciones, que además se

consideran universales y necesarias. Tres de tales

condiciones se trabajan en este curso por considerarlas

fundamentales para comprender el marco epistemológico

gestado en la modernidad: la constitución de la

interioridad como ámbito desde el cual se valida, se

fundamenta el conocimiento: el Mito del Espacio Interior;

la suposición de que el conocimiento es aquello que se

encuentra contenido en mi mente, lo dado inmediatamente a

la mente ya sea por intuición o por percepción, esto es,

sin que medie un proceso inferencial: el Mito de lo Dado;

y, por último, el anhelo de cimientos sólidos para

construir el edificio del conocimiento: la Metáfora del

Fundamento. Todo lo anterior requiere un nuevo método

heurístico al que se pide fundamentación, descubrimiento y

recta conducción del razonamiento.

La epistemología posee, pues, como rasgo diferencial,

que toda reflexión acerca de las cosas ha de ser analizada

previamente. Antes de hacer afirmaciones sobre el mundo hay

que analizar el conocer. La finalidad de este análisis es

fundamentar el conocimiento, fundarlo en cimientos sólidos.

En la base de estos supuestos se encuentra la idea de

que la representación es el mecanismo por el cual

relacionamos nuestros pensamientos con el mundo.

Tal supuesto puede esquematizarse en las siguientes

tesis:

1. Hay una distinción esencial entre los objetos del

mundo externo y las ideas que de ellos se

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elaboran en la mente, la cual es un espacio o

ámbito interno2.

2. La inmediatez de los objetos de la mente, esto es

de los estados mentales, es garantía de su

incorregibilidad3.

3. A cada idea de la mente corresponde un objeto en

el mundo.

4. Garantizar, entonces, la verdad de nuestro

conocimiento consiste en un proceso de

contrastación de nuestras ideas, esto es, de

estados internos que en cuanto tales son

considerados epistémicos, con los objetos de los

que son copia.

En los apartados que siguen nos ocuparemos de mostrar cómo

esta idea de representación ha dado lugar a los tres mitos

que han servido como soporte a toda una mitología acerca

del conocimiento.

1. EL MITO DEL ESPACIO INTERIOR

1.1. La mente como espacio interior

1.1.1 El dualismo cartesiano

Descartes concibe dos sustancias, entendiendo estas como lo

que puede existir independientemente, una es la sustancia

2 Véase René Descartes, Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas (intr., trad. y notas Vidal Peña), Madrid, Alfaguara, 1977, segunda meditación.3 Idem

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extensa (el cuerpo) y otra la pensante (el alma). El alma es

distinta del cuerpo y más fácil de conocer que él. Los

conocimientos que tengo sobre mi cuerpo son superficiales no

conozco los procesos. Esta tesis es conocida como dualismo.

El yo es lo que piensa, una sustancia cuyo atributo es el

pensamiento. Podemos ser sin cuerpo, ahora bien, tenemos un

cuerpo con el que nos confundimos. Se trata de un dualismo

intersustancialista interaccionista. Esto no quiere decir

que los predicados de la mente se confundan con los del

cuerpo. No hay reductibilidad de un reino a otro.

Podríamos destacar cuatro rasgos del dualismo:

1. Supone una diferencia entre dos tipos de fenómenos:

mentales y físicos.

2. Esta diferencia expresa un contraste entre lo mental y

lo físico (como entre bello y feo, claro-obscuro, etc.)

3. Se trata de una distinción de carácter universal: aunque

distinguimos fenómenos particulares lo aplicamos

universalmente.

4. Al mismo tiempo esta distinción supone exclusividad:

ambos ámbitos se excluyen mutuamente. Un fenómeno mental no

puede ser a la vez físico. Hay un abismo ontológico entre

ellos. Los fenómenos físicos o mentales pertenecen o son

atributos de dos substancias distintas. Las ideas son

cogitaciones, es decir, modificaciones o actos que suponen

una sustancia que es el sustento de dichas modificaciones:

el yo o el alma. Las sensaciones o percepciones son

maquinales.

Para Descartes, lo que define a un ser humano es su

conciencia4. ¿Cómo se comunican estas dos sustancias?, a

través de la glándula pineal.5

Existe un yo y su esencia consiste en ser consciente y

finita; es una sustancia pero no es extensa. La esencia del

4 Descartes utiliza indistintamente las nociones de alma y mente.5 M. Bunge, El problema mente cuerpo, Madrid, Tecnos , 1985

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yo queda definida como res cogitans. Sustancia pensante que

es el alma.

El yo es conocido con absoluta seguridad de manera que

no puede depender del cuerpo. El conocimiento de nuestra

alma es más fácil y anterior al conocimiento del cuerpo.

Si retomamos una de las cuestiones fundamentales de la

teoría del conocimiento, la relativa al origen del mismo

tendremos que preguntarnos con Descartes: ¿Cómo concebir el

origen de las ideas?

Descartes distingue tres tipos de ideas: innatas,

adventicias y ficticias.

Ahora bien, las fiables, las que servirán de

fundamento al resto del conocimiento serán las innatas.

Dichas ideas son accesibles a través de la intuición; ésta

será la mejor fuente de conocimiento, y lo es sólo de la

mente. La conciencia es más importante que el cuerpo. Las

ideas adventicias son las que adquirimos a través de los

sentidos. Las ideas ficticias son las generadas por la

imaginación, mezclando ideas adventicias. Todas estas ideas

se presentan a la mente, y son inmediatamente accesibles.

Por el contrario, los objetos del mundo externo sólo nos

son accesibles a través de los sentidos. Como veremos en la

primera meditación de las Meditaciones Metafísicas6, los

sentidos nos engañan.

1.1.2. El conocimiento como contenido de la mente

Con Descartes surge la concepción del entendimiento como

conjunto de representaciones internas. Se produce entonces

un giro gnoseológico fundamental, aparecen los estados

internos o estados de conciencia. La mente humana pasa a

concebirse como un "teatro interior"7 donde tienen cabida

6 R. Descartes, op. cit., p. 187 La idea de la mente como receptáculo se encuentra también en Leibniz, Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, Madrid, Alianza, 1992, en el libro primero “Sobre las ideas innatas”, apart. I, “Sobre si en

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las ideas, entendidas estas como representaciones. El

criterio para definir lo metal no es otro que la

indubitabilidad. Ciertamente nada externo, físico podrá

resultar tan indubitable como los pensamientos y dolores de

uno mismo, esto es, lo presente a la conciencia. Será

considerada conocimiento aquella representación que se

ajuste a lo representado.

Asistimos, entonces, a las primeras manifestaciones de

un mito: el Mito del Espacio Interior8. Descartes define la

mente mediante su estatus epistémico: lo que es mejor

conocido, lo indubitable, lo incorregible. De esta manera,

sus “objetos”, esto es, los estados de la mente, son

también incorregibles y de acceso inmediato. Con la duda

cartesiana del sueño, se pretende precisamente sostener el

presupuesto racionalista, según el cual lo que se intuye

directamente es la idea, en tanto modificación de la

conciencia.

La filosofía moderna como filosofía de la conciencia,

asume que entre la forma o figura de lo representado y la

forma de la representación hay al menos cierta similitud -

si bien no asume el papel del lenguaje -.

Hasta aquí, entonces el primero de los supuestos

señalados al inicio de esta primera parte, a saber: Hay una

distinción esencial entre los objetos del mundo externo y

las ideas (objetos del mundo interno) que me hago de ellos

en la mente la cual es un espacio o ámbito interno.

1.2. La razón como fundamento del conocimiento

el espíritu humano hay principios innatos”, pp. 63-87.8 Se me podría decir que ya en San Agustín podemos encontrar indicios de esta interioridad. La diferencia radica en que el espacio interior es en San Agustín una puerta a la Trascendencia y no una morada que constituye el punto de apoyo desde el cual es posible construir la estructura que soporta al conocimiento, como veremos.

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Pueden, entonces, destacarse las siguientes marcas de lo

mental para la propuesta cartesiana:

a) Capacidad de conocerse a sí mismo incorregiblemente

(“acceso privilegiado”).

b) Capacidad de existir independientemente del cuerpo.

e) No-espacialidad (tener una parte o “elemento” no-

espacial)9.

Todos estos rasgos dan razón de los dos primeros supuestos

anticipados: 1) hay una distinción especial entre los

objetos del mundo externo y las ideas que me hago de los

objetos en la mente que es un espacio interno y 2) la

inmediatez de los objetos de la mente es la garantía de su

incorregibilidad. Pero aún no damos cumplida cuenta de los

últimos supuestos que enunciamos: 3) A cada idea de la mente

le corresponde un objeto en el mundo. 4) Garantizar la

verdad de nuestro conocimiento consiste en un proceso de

contrastación de nuestras ideas con los objetos de que son

copia.

Puede decirse que la “concepción causal de la percepción”,

esto es, la idea de que hay cosas que son la causa de mis

ideas es un supuesto de la propuesta cartesiana. “Descartes

piensa que es de suyo evidente el que si yo tengo

percepciones verídicas, entonces tengo experiencias causadas

por cosas fuera de mí.”10 Ahora bien, aunque Descartes

presenta esta concepción de la mente como un receptáculo de

las ideas que son imágenes de lo objetos que hay “fuera”,

“es más sofisticado en este aspecto al sostener que la

relación entre el movimiento físico externo y la experiencia

interna está mediada de manera compleja, incluso si no vemos

más allá de los movimientos de los órganos de los

9 Cf. Richard Rorty, La filosofía y..., p. 4110 Bernard Williams, Descartes..., p. 57 Recupero esta noción de la “percepción causal de la percepción” del propio Williams.

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sentidos”11. Por ello, abordaremos las tesis acerca de que a

cada idea de la mente le corresponde un objeto en el mundo;

y que garantizar la verdad de nuestro conocimiento consiste

en un proceso de contrastación de nuestras ideas con los

objetos de que son copia, atendiendo a la tradición

empirista.

1.2.1. Duda metódica

La razón es la capacidad o facultad de conocimiento

absolutamente verdadera. Lo importante es conseguir juicios

absolutamente válidos en la medida en que son incorregibles.

Como no todos los juicios son absolutamente verdaderos hay

que conseguir un criterio de incorregibilidad: la evidencia.

Serán juicios evidentes, no los subjetivamente ciertos

sino los objetivamente verdaderos. Posiblemente puedan

coincidir verdad y certeza, lo objetivo y lo subjetivo. Se

trata de que la verdad necesaria de los juicios con la

certeza de enjuiciar (hacer juicios) coincidan. El programa

práctico es lo primero y la justificación teórica es lo

segundo. La formulación de los principios necesariamente

verdaderos a los que llega por la duda metódica. El

postulado de certeza se coimplica con la duda metódica.

El ámbito inicial de aplicación del método es el mundo

natural, a la imagen que tenemos del mundo natural. Más allá

de toda duda razonable creemos que estamos en un mundo

rodeados de objetos y personas, a los que percibimos no

equívocamente. En este mundo de cosas y personas también

estamos nosotros como un cuerpo natural de ese mismo mundo.

También hay relaciones que podemos distinguir. Creemos

además que tenemos un alma espiritual y que los seres que

nos rodean también tienen conciencia pese a que no la

percibimos. Por último, también creemos en un Dios. En

11 Ibidem, p. 241.

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resumen, el ámbito y orden al que se aplicará la duda

metódica es el siguiente:

1. Hay objetos que percibimos. El mundo natural

2. Tenemos cuerpo y alma.

3. La matemática y la física describen las relaciones

entre los objetos. Y

4. Hay Dios.

La pregunta es entonces si los juicios que describen todo

esto son incorregiblemente verdaderos. Para dar solución a

esta pregunta propone la duda metódica. Meditaciones

metafísicas y Discurso del método

Evidencia Subjetiva ------------------ Evidencia objetiva

(Certeza) (Verdad)

Absolutamente ciertos

Juicios incorregibles

Necesariamente verdaderos

Para afirmar la incorregibilidad de los juicios hay que

ponerlos en duda. Tras culminar este proceso adquirirán o no

estatuto de juicios incorregibles. La prueba de fuego será

el escepticismo radical. Aunque no podamos saber si un

juicio es falso, sólo con que haya algo que nos permita

dudar de ello, debemos rechazarlo como falso.

(Fundamentalismo extremo)

Funciones de la duda:Propedéutica, es decir, correctivo de toda clase de

prejuicios. Función negativa.

1. Demarcadora, es decir, permite distinguir verdadero de

falso conocimiento. Función positiva.

2. Del regreso al yo, se trata del retroceso desde la

realidad al pensamiento.

4. Hay otra función de la duda, la función sistemática.

(1a. Meditación, 2da. regla, 3a. parte del Discurso)

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Descartes no introduce la duda sólo como un correctivo sino

como filtro de los juicios incondicionalmente ciertos. Dudar

es buscar certeza incondicional. A la duda subyace el

postulado de la certeza.

1. Es en el ámbito de la práctica donde se necesita

fundamental y primariamente la seguridad de la certeza.

Después es necesario también fundamentar lo teórico.

2. Descartes pretende determinar la acción mediante la

razón.

3. Para aislar los conocimientos indudables hay que llevar

todo conocimiento al escepticismo radicar.

Un juicio cumple todas estas condiciones y además es

fundante: “Cogito, ergo sum”- “Pienso, luego existo”. Hay

otros juicios indudables que no sirven para fundamentar.

La duda desde el punto de vista genético.

Biográficamente se podría afirmar que es el resultado de los

viajes de Descartes en los que aprecia la diversidad de

costumbres. De manera que relativiza lo propio a través de

lo otro.

Problemas hermenéuticos de la duda:1. El escepticismo es usado para poder superarlo. Descartes

no es un escéptico sino un luchador contra el escepticismo.

2. Las exclusiones de la duda:

Cuanto afecta a la práctica. A excepción de la moral

provisional (como si ...)De marea que Descartes centra el

foco analítico en lo teórico para desde allí abordar la

práctica.

Excluye todo lo que es materia de fe. Pide autonomía de la

teología. Las verdades dogmáticas son intocables por la

duda. (Tesis del disimulo, de las máscaras de Descartes)

Es necesario considerar que finalmente recurrirá Dios

(verdad de la teología y por ello indudable)

Page 11: Mito del espacio interior

Los niveles de la duda1er Nivel Realismo de sentido común

Cosas + Nuestro propio cuerpo --------------------

Conciencia

Recepción sensible

Fenómeno

Partiendo de este nivel y de la aplicación de la regla de la

evidencia llegaremos a la duda; en tanto, los sentido no

siempre son ciertos. Los sentidos nos engañan (1a.

meditación)

Duda de los sentidos

Tenemos razones de peso para dudar de aquello que nos engañó

una vez. Los escépticos ya son un precedente en esta

afirmación. Descartes juega con un principio de causalidad

implícito: son las cosas las que causan nuestras

percepciones.

2do Nivel: Duda de las cosas mismas: Hipótesis del sueño.

Esto nos lleva a la duda misma de la existencia de las

cosas. Descartes lleva al extremo la duda del mundo exterior

a través de la hipótesis del sueño. ¿Y si nuestra vida es

sueño?

El argumento del sueño descansa sobre un supuesto: Los

objetos inmediatos de la conciencia son los objetos

independientes del mundo. Nuestras ideas son modificaciones

de la conciencia. (Mentalismo) Descartes aceptaría el

representacionismo de Wittgenstein. ¿Cuál es la relación

entre la idea y lo ideado?

Descartes supone que nuestras representaciones en el sueño y

en la vigilia son las mismas12. ((Pag. 94. del Discurso del

Método))

12¿Qué sería probar la existencia del mundo externo? Este es un problema irresoluble.

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Las impresiones sensoriales no pueden ser observadas, según

Descartes, y por otro lado las ideas sí pueden ser

observadas por la conciencia. Somos conscientes de nuestros

procesos interiores. (3a. Meditación)

Lo que se pretende con la hipótesis del sueño es hacer

posible el presupuesto racionalista según el cual lo que se

experimenta directamente es la idea.

3er. Nivel Duda del razonamiento matemático, fallos de

memoria.

(Discurso del Método, p. 93.) Se trata de una radicalización

de la duda, que en las Meditaciones llega incluso a las

tautologías, en un paso metafísico.

La hipótesis del genio maligno.

La radicalización del genio maligno radica en que parece

ponerse en duda la regla de la evidencia. “Y si existe un

genio maligno que me hace evidente lo que es falso ...” Lo

que hay que precisar es que esta regla no se cancela sino

que se le sustrae su carácter de criterio de la verdad

intersubjetiva.

Si decimos que dudar es buscar la certeza, entonces se

suponen los conceptos de verdad y falsedad. Estamos en un

momento límite en el que no hay un sistema de coordenadas en

el que podamos apoyarnos, ya que verdad y falsedad no son

objetivos. La intención de Descartes parece ser que la

cancelación entre certeza y verdad lleva a hacer posible el

dar con una certeza que pueda tener la garantía de verdad.

La hipótesis del genio maligno es una hipótesis de la que

Descartes se va alejando, y además supone un Dios veraz que

será el sustento desde el que partirá toda fundamentación.

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Se trata de una concepción del conocimiento como

ideística. No llama ideas a las imágenes de la fantasía. Son

ideas falsas las que representan cosas que no existen; ideas

verdaderas las que representan cosas que existen. Para

hablar de verdad y falsedad se necesita establecer una

correlación entre la idea y lo ideado. Pero, ¿qué ocurre con

los conceptos ideales del entendimiento puro? Hay una

analogía entre la duda de los juicios matemáticos y las

percepciones. En ambos casos lo que se pone en duda es la

correspondencia entre la idea y lo ideado.

El genio engañador nos ayuda a poner en duda tal

correspondencia. Por eso tiene plausibidad poner en duda

las condiciones de verdad de los juicios matemáticos. Sólo

se puede dudar de esos juicios de forma hiperbólica o

metafísica. Se llega a dudar de dichos juicios por

exigencias del método.

La aspiración de objetividad de los juicios no es

posible en tanto se da la intersubjetividad. Lo que se está

buscando en última instancia son principios metafísicos

absolutos.

Dios veraz

El Dios veraz es fundamento y prueba, en tanto que deja caer

el genio maligno. ¿Cómo? En función de la bondad divina.

Ella será garantía del primer axioma absolutamente

indubitable “Pienso, luego existo”.

1.3. La relación entre evidencia y verdadTras todo el proceso de la duda se consigue un juicio que se

mantenga, tal sería la base del conocimiento. El ámbito que

se busca es el de la autoconciencia. Si alguien trata de

dudar de su propia duda cae en contradicción. Luego “pienso

luego existo” es el primer principio que estabamos buscando.

Lo que lleva al cogito es la duda, el método conduce al

primer principio. La certeza de la propia existencia sólo

Page 14: Mito del espacio interior

puede ser alcanzada dentro del sistema a través del proceso

de duda. Derivados de este proceso son: El yo, el mundo, el

conocimiento a través de los sentidos.

Así, la certeza es psicológica, inquebrantable y de

hecho; la verdad es certeza metafísica de derecho. Pero el

nudo del primer principio YO SOY, no es un hecho. La

expresión yo ¿denota algo? No. Pero el juicio yo soy, es

necesariamente verdadero. La necesidad del primer principio

radica en la necesidad de hacer juicios, de predicar. ¿qué

es lo que existe? ¿qué soy yo que sé que soy? Es preciso

distinguir entre la certeza de la esencia y de la

existencia. No es lo mismo afirmar que soy, que preguntar

¿qué soy? Esta es una distinción puramente artificial que

introduce la duda metódica. No podemos preguntarnos por la

esencia del yo sin conocer antes su existencia. Y no podemos

aceptar la tesis de que si conocemos la existencia no

conocemos de alguna manera la esencia. Descartes en las

Meditaciones muestra una preeminencia del conocimiento de la

existencia sobre la esencia en lo relativo al yo y a Dios.

Ahora bien, “yo soy” (en cuanto sujeto determinado de este y

de este modo). También se puede entender que el yo pienso va

ligado a lo que piensa. Según Descartes no se puede

preguntar por la esencia sin haber determinado la

existencia.

En todo acto de pensamiento y por ello también en la

duda, está la autoconciencia pero éste no puede ser puesto

en duda. El sujeto autorreflexiona y expresa un conocimiento

que surge en esta autorreflexión. La duda llega hasta el

sujeto, pues, sin sujeto no hay duda, luego la existencia

del sujeto es indubitable.

¿Qué se revela como indubitable la duda o el sujeto que

duda? La duda es lo único indubitable. En ella está

contenido un momento de autoconciencia. La duda es pues,

inejecutable “Yo no pienso” es irrealizable esta

Page 15: Mito del espacio interior

proposición. Engañarse en el grado máximo, es decir, a

través del genio maligno es pensar. Descartes no concibe el

primer principio como resultado de un razonamiento, sino

como el resultado de una auto-conciencia. Lo que le importa

no es demostrar al lector la validez del primer principio

sino que nos invita a que reflexionemos. No se trata de una

argumentación de carácter lógico. Ahora bien, lo que se

aprende es la auto-certeza o auto-evidencia pero no el ego.

No podemos experimentar el yo. El yo es lo que piensa, una

sustancia cuyo atributo es el pensamiento13.

Contenido del primer principio

El primer principio es condición de posibilidad de la

experiencia humana. (¿Cómo es posible el conocimiento de los

objetos y sus relaciones?) Las ideas son cogitaciones,

modificaciones o actos que suponen una sustancia, el yo, el

alma.

En la medida en que la sustancia forma ideas distintas

son espirituales. La forma de los objetos depende de la

sustancia infinita.

Las proposiciones sobre el sujeto finito, su sustancia,

etc., sirven para hacer comprensibles los límites del

conocimiento, de la experiencia. Así la teoría de la

experiencia en Descartes no es empírica sino que busca una

metafísica de la experiencia.

La teoría en la que se genera el primer principio

también es una teoría de la experiencia que aporta un

criterio de verdad. Para obtenerlo parte del hecho de que el

cogito es la primera verdad de la que no se puede dudar y

además de que lo particular puede generarse en lo general.14

El criterio será la claridad y distinción. El primado

corresponde a la evidencia que es en primera instancia de

los juicios analíticos y matemáticos.

13 Véase, Principios de la Filosofía, parágrafo 9, 51-5214 Véase, Discurso del Método, parte IV

Page 16: Mito del espacio interior

¿Qué es claridad y distinción?

Claridad (contenido): algo que le sea a la mente patente y

manifiesto.

Distinción (extensión del concepto): Distinguible de lo

demás.

El último paso es aplicar el concepto de la evidencia a la

metafísica con la pretensión de que sean tan evidentes como

los de la matemática. El yo es una res cogitans, no extensa.

Si aceptamos un concepto de pensar podemos aceptar el soy

como claro y distinto.

¿Qué entiende Descartes por verdadero? Dos significados:

1. Juicios que expresan una relación de conceptos: la

matemática

Verdad es coherencia o correspondencia con estados de cosas

reales o ideales.

2. Juicios como yo soy o Dios existe. Verdad aquí también es

correspondencia entre el aserto de existencia y la

existencia misma.

El criterio de claridad y distinción está vinculado a la

evidencia.

¿Qué entender por evidencia? Lo manifiesto, lo patente pero

también la inevitabilidad del asentimiento a un juicio.

(pero si aceptamos esto ¿no caemos en la psicología?)

El “Yo soy es verdadero desde el segundo punto, es decir,

como correspondencia entre un aserto y lo afirmado. Pero

nosotros no conocemos el yo para establecer la

correspondencia, luego el juicio cogito ergo sum no puede

ser caracterizado como verdadero.

Yo soy es igual a yo soy una sustancia pensante finita.

El concepto de yo remite a una entidad que existe realmente.

Page 17: Mito del espacio interior

En el primer principio encontramos una noción de verdad como

correspondencia y como coherencia. Hay un realismo a la base

del racionalismo cartesiano. La formulación del primer

principio es un primer paso hacia la fundamentación del

saber. La esencia del yo que da definida como res cogitans.

La sustancia pensante es el alma. El primer principio es

pues, que el alma existe.

Todos los juicios de las cosas materiales dependen de

la fuerza de la imaginación. El yo es conocido con absoluta

seguridad; luego el alma no puede depender del cuerpo. El

autoconocimiento es el solo entendimiento. El conocimiento

de nuestra lama es más fácil y anterior que el de nuestro

cuerpo. De ahí el dualismo alma-cuerpo. Dios es el garante

de la validez objetiva de lo evidente. Esto exige que Dios

sea veraz.

La idea de Dios juega un papel central en el filosofía

cartesiana. Sólo puede superarse la hipótesis del genio

maligno probando sus insostenibilidad. Para ello necesita a

un Dios veraz. La prueba del Dios veraz elimina el supuesto

del Dios engañador.

El análisis del concepto del yo, en cuanto pensante, es

lo que no lleva a la existencia de Dios. El yo pensante,

como sustancia sustento de modificaciones, cogitaciones,

quiere decir que el yo posee fenómenos de conciencia

divididos en:

Ideas (figura de las cosas)

Juicios

Fenómenos emocionales (de la voluntad)

¿Cómo es posible que tengamos la idea de un ser máximamente

perfecto y veraz? Es preciso, para responder a esta cuestión

distinguir entre ideas adventicias (procedentes del mundo

externo), e ideas ficticias (procedentes de nuestra

fantasía).

Page 18: Mito del espacio interior

La idea de Dios no es adventicia, no procede de los

sentidos; ni ficticia, somos finitos y no podemos poseer una

idea de algo infinito. Y ello por que Descartes cree que es

necesario sujetarse al principio de causalidad la realidad

objetiva de la idea. Es decir, en la causa de la idea hay

tanta realidad formal como realidad objetiva tiene la idea.

Pero ¿qué ocurre con la idea de un ser infinito? La causa de

la idea de Dios no puede ser ni objeto del mundo exterior

(que son finitos) ni de la fantasía (también la imaginación

es finita)

[[Sabemos que el mundo es finito porque deseamos y esto es

así porque hay carencias]] Después de toda esta

argumentación se concluye que la idea de Dios es innata. Ni

adquirida ni producida. Innata en sentido potencial no

actual, es decir, está en nosotros potencialmente.

Todo lo que se piensa necesariamente se comporta

también así en la realidad (segunda prueba de la existencia

de Dios en los predicados)

Por mucho que se diga que un triángulo tiene tres

lados, y por muy claro que esto se presente, ello no nos

permite afirmar la existencia del triángulo. Pero en la idea

de un ser absolutamente perfecto sí se implica la

existencia. Ya que es perfecto, la existencia es una

perfección, luego existe. De cualquier objeto finito por el

hecho de tener la idea no se implica la existencia, pero en

Dios, por ser infinitamente perfecto, sí se deriva la

existencia de la idea. “Es casi lo mismo concebir a Dios que

concebir que existe” (Descartes) Este racionalismo puro

implica un paso de la necesidad del pensamiento a la

necesidad del ser.

Descartes formula dos pruebas de la existencia de Dios:

1. Casual

Page 19: Mito del espacio interior

2. Priórica (ontológica)15 Paso de la idea de causa perfecta

a existencia de la causa.

Las pruebas se apoyan unas en otras.

Objeciones:

1. ¿Hay grados de realidad?

2. Círculo vicioso (IV obj. De Arnauld): La duda se supera

por el conocimiento de un Dios veraz. El conocimiento de

Dios es por la ayuda de los principios sometidos ellos

mismos a la duda externa (como el principio de causalidad)16

Descartes repasa su mecanicismo y concluye que no se

puede llevar la duda tan lejos. Primado de lo infinito sobre

lo finito. La metafísica cartesiana existe a otro nivel

distinto del de los juicios científicos. Las proposiciones

matemáticas son más comprensivas que las metafísicas. La

existencia de Dios, primera y más eterna de todas las

verdades. Y es de la que todas derivan17.

Dios creador de las cosas y de las verdades.

Conocimiento de Dios y su naturaleza. Coinciden validez

objetiva y certeza subjetiva: esta es el objetivo de la

metafísica de la experiencia cartesiana. La primera relación

con lo extra-subjetivo: relación Yo-Dios. Dios me ha creado

a mí mismo y a todas las demás cosas (si es y existe cosa

alguna). Tengo en mí la noción de Dios antes que la de mí

mismo.

Yo: finitud e imperfección. Rasgos de los seres

finitos:

Dudar: no saber algo

Desear: tener carencia

15 Véase 5ª. meditación16 Véase 4ª. meditación17 Desde la perspectiva wittgensteiniana se trata de tres tipos de juegos lingüísticos:1. Juicios metafísicos2. Juicios matemáticos o científicos3. Juicios cotidianos u ordinarios

Page 20: Mito del espacio interior

Lo infinito es lo anterior al orden del ser y del conocer,

anterior a lo finito.

La metafísica ejerce pues, el principio de fundamentar:

“Dios en cuanto ser absolutamente perfecto, existe” En la

Edad Media se consideraba la idea de Dios como un signo

impreso en la criatura por su creador. Con Descartes cuantas

veces digo “ego sum” implico “Deus est”. Se equipara el ser

con Dios. Por otro lado, algunos autores han equiparado el

Dios de Descartes con el Dios cristiano. Pero entonces ¿qué

hay de nuevo en Descartes? La existencia del alma y de Dios

ya fue afirmada por la teología dogmática escolástica.

Repite los dos principios de la teología dogmática cristiana

tradicional y además cae en un círculo. ¿Cuál es el

progreso?

Funciones de Dios:

1. Negativa: destruye la hipótesis del genio maligno.

2. Positiva: Garantiza la validez objetiva del

conocimiento.

Descartes parte de que toda idea es algo. Las naturalezas

o formas son reales y provienen de Dios: Natura de la

materia: corpórea; Natura de la conciencia: intelectual.

Todas las naturalezas son creadas. Nuestro pensamiento está

sometido al mismo orden que las cosas reales. Prescripción

de un orden superior por parte de Dios que lo crea. Todas

las cosas han sido causadas por Dios. Descartes defiende un

creacionismo voluntarista de la verdad:

1. Racionalismo en el conocimiento

2. Presupuesto de la omnipotencia de Dios

Dios no cambia nada porque en ese caso sería imperfecto

A todo ello se debe que Descartes defienda la noción de

verdad como correspondencia entre juicios evidentes y la

estructura de la realidad.

Este es uno de los temas fundamentales en el ámbito de

la epistemología. El tema de la verdad nos lleva a la

Page 21: Mito del espacio interior

necesidad de postular una método. El yo se considera un

apoyo fundamental en la búsqueda de la verdad. Se vuelve,

pues, a la subjetividad y la introspección. Este

subjetivismo nos conduce al problema de las ideas. Para los

racionalistas, Descartes entre ellos, no es necesario el

aporte de la experiencia porque las ideas son innatas, para

los empiristas, Hume, la experiencia es el origen de las

ideas ya que surgen de relaciones de asociación. En el

racionalismo se parte, pues, de la autonomía de la razón en

cuanto a la experiencia. Por el contrario, la conciencia de

los empiristas es pasiva. De manera que el conocimiento es

dependiente de la posibilidad de la experiencia.

Estamos en una época en que se piensa que sólo cabe

saber lo que es; lo que es válido en el conocimiento se

desvela y conoce su proceso de génesis. Ahora bien,

mientras el racionalismo cartesiano se interesa

primordialmente por los procesos de gestación de certezas,

ya que con las ideas o contenidos de conciencia se contaba;

en el empirismo, por su parte, la génesis que preocupa es

la génesis de los contenidos o ideas, puesto que el punto

de partida es una conciencia vacía.

En el caso de Descartes, hemos podido cerciorarnos de

que la motivación de todo su método es precisamente la

búsqueda de la evidencia, de la verdad, es decir, de aquel

conocimiento que tras pasar por todos los filtros de la

duda metódica alcanza el estatuto de absolutamente evidente

y, por ello, indubitable.

Todo el proceso de la duda metódica nos conduce a un

juicio “Pienso, luego existo” que se constituye en el

fundamento del conocimiento. Como veremos en la próxima

unidad este es el ámbito de la autoconciencia. Si alguien

trata de dudar de su propia duda cae en contradicción.

Page 22: Mito del espacio interior

Así la búsqueda de un conocimiento indudablemente cierto,

es decir, verdadero, nos conduce a la recuperación de tres

principios metafísicos:

El yo

El mundo

El conocimiento a través de los sentidos

El primer principio alcanzado tras el proceso de duda es

condición de posibilidad de la experiencia humana. ¿Cómo es

posible el conocimiento de los objetos y de sus relaciones?

Las ideas son cogitaciones, es decir, modificaciones en una

sustancia que contiene dichas modificaciones y es el yo.

(Mentalismo) Así, Descartes ha demostrado que existe un yo

y que su esencia consiste en ser consciente.

El cogito es la primera verdad de la que no puede

dudarse. Aplicando el criterio de claridad y distinción

podremos recuperar de forma justificada todo nuestro

conocimiento. El yo es res cogitans, no extensa. Si

aceptamos un concepto de pensar podemos aceptar el soy como

claro y distinto. Así la esencia del yo queda definida como

res cogitans - cosa que piensa -. La formulación de este

primer principio es un primer paso hacia la fundamentación

del saber.

Un excursus sobre el papel del sujeto en la modernidad

El sujeto que construye la modernidad es múltiple:

Por un lado, el Cogito ergo sum, elaborado desde un

paradigma solipsista. Es un sujeto aislado frente al que se

construye un objeto. El mundo es un objeto para el hombre.

Este es el caso de Descartes, quien tuvo una concepción del

mundo que contiene un conjunto de cosas especiales, “yoes”

inmateriales sustanciales, y buscó llegar a este concepto

teniendo como único fundamento el de la conciencia. Ahora

Page 23: Mito del espacio interior

bien, partiendo únicamente de la conciencia no se puede

obtener ninguna concepción objetiva de que haya muchos yoes.

En la segunda fase de la Modernidad, (Hegel) se

produce un expansión del sujeto. Es una fase

intersubjetiva. Del yo al nosotros. Nosotros vamos a

ocuparnos de la primera fase. Etapa solipsista. Hay una

interrelación profunda entre la legaliformidad del mundo y

de la mente. Partiendo de aquí tenemos que es preciso

entender ya analizar nuestras mentes. También subyace una

idea de la teoría representacional del mundo. El problema

del conocimiento consiste en reflejar el mundo.

El yo va asumiendo el lugar del Dios legislador. La

conciencia se da a sí misma la ley. A lo largo del siglo

XVII Dios sigue siendo el garante de la certeza. Todo

conocimiento cierto y evidente tiene que venir garantizado

por la existencia de Dios. Ahora bien, el fundamento

epistemológico central es el yo, la mente, la conciencia,

etc.

El primado de la subjetividad en el Renacimiento se

convierte en fundamento epistémico al mismo tiempo que en

objeto de estudio, especialmente en el racionalismo y,

aunque en menor medida, también en el empirismo.

Así para Descartes:

1. Nada puede conocerse sin tener conciencia del propio

entendimiento

2. Todo otro conocimiento depende de este (regla VIII)

Para Descartes la idea es forma del pensamiento y en cuanto

tal convierte al pensamiento en consciente de sí mismo. La

autoconciencia pasa por la conciencia que yo tengo de las

ideas, que además median entre sujeto y objeto. En la

tercera meditación Descartes sostiene que los contenidos de

nuestra mente están en nosotros y a ellos es a los que

accedo con mayor facilidad. Lo objetivo, pues, no es más

Page 24: Mito del espacio interior

que lo subjetivo. Antes que al objeto accedo a mi idea de

objeto.

La búsqueda de la verdad se identifica con la vuelta

del espíritu a la claridad y evidencia de las ideas. (Si en

el racionalismo las ideas se generan espontáneamente, de

forma innata; en el empirismo también podemos encontrar un

cierto subjetivismo.)

Así se va gestando la noción de sujeto. En castellano

la noción de sujeto se relaciona con la de sustancia (lo

que está debajo, lo que sirve de fundamento) Se trata del

modo fundamental de ser al que remiten todos los demás. En

épocas posteriores se pasó a utilizar el término para

referirse al hombre.

Lo importante es establecer la relación entre verdad

(objetiva en tanto se concibe como adecuación) y certeza

subjetiva. El hombre es sede de la certeza y de la verdad.

¿Qué sentido tiene la búsqueda de un fundamento absoluto de

toda verdad? Lo más importante es tener un criterio para

determinar la verdad. En este punto hay que insertar el

cogito ergo sum de Descartes. Yo digo que todo pensamiento

que yo tengo se me pone de manifiesto en mi propia

subjetividad. Descartes interpretó la certeza psicológica

de la primera persona como una presencia íntima para el

sujeto de cierta clase de hechos, y también concibió que

esos hechos estaban tan determinados como los de la

realidad física.

Por ello propone:

1. La búsqueda de la certeza

2. La instalación en la autorreflexión

3. La aprehensión de la evidencia de que todo pensar es

representación.

Conocer es representar

La palabra representación viene a ser clave en la filosofía

moderna. Pensar es presentar. Lo que está ante mí es

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aquello de lo que yo tengo conciencia. Pero qué quiere

decir que tenemos conciencia de algo. Nos remite a una

autoconciencia que viene a ser la condición de posibilidad

de la conciencia de lo demás. Representación es mi

representación en principio. Yo soy en todas las

representaciones, esta es la certeza mayor:

Sujeto------------ (representación) ---------------- Objeto

Del lado del objeto tenemos que el ente es lo que está

arrojado ante mí. Consecuencia de esto es el circuito entre

sujeto y objeto. ¿En virtud de qué podría yo asegurar que

hay algo fuera que no es mi representación que no sea a su

vez mi representación? La entidad pasa a ser la

objetividad, el estar dado ante mí. Heidegger argumenta

que el ser se oculta en los entes. Las cosas son algo que

está ahí dado. Cada cosa posee unas características

determinadas dadas:

Sustancia: --------------- Propiedad o atributo

Sujeto ------------------ Predicado

Para Aristóteles en la Metafísica el hombre es también un

ente pero con la característica de poseer conocimiento. En

el contexto moderno conocer pasa a ser constatar las cosas

que tengo ante mí, que están ahí. El sujeto es un tener

ante sí tanto al objeto como a sí mismo. ¿Quién dice que

para la Modernidad el sujeto no es cosa? Res cogitans. El

sujeto se convierte en el auténtico ser.

Lo que me interesa destacar es Descartes acepta la

teoría de la representación. La relación que establece

entre la idea y lo ideado, es decir, el mundo exterior, es

de copia. Es en este sentido en el que se le puede

considerar un realista. Las impresiones sensoriales no

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pueden ser observadas, según Descartes, por otro lado, las

ideas sí pueden ser observadas por la conciencia. Somos

conscientes de nuestros procesos interiores.18 Lo que se

pretende con el proceso de la duda metódica (primera

meditación) es precisamente hacer sostenible el presupuesto

racionalista según el cual lo que se conoce directamente es

la idea. Esta inmediatez de las ideas es garantía de su

indubitabilidad.

Hasta aquí, entonces los dos primeros supuestos señalados al

inicio de esta primera parte, a saber: Hay una distinción

esencial entre los objetos del mundo externo y las ideas

(objetos del mundo interno) que me hago de ellos en la mente

la cual es un espacio o ámbito interno; y la inmediatez de

los objetos de la mente es la garantía de su

incorregibilidad.

Veamos los dos siguientes en la tradición empirista.

Con ello nos acercaremos al segundo mito, El mito de lo

dado.

Con Descartes se constituye la interioridad como

ámbito desde el cual se valida, se fundamenta el

conocimiento: el Mito del Espacio Interior; con el

empirismo de Locke y Hume se gesta la suposición de que el

conocimiento es aquello que se encuentra contenido en mi

mente, lo dado inmediatamente a la mente ya sea por

intuición o por percepción, esto es, sin que medie un

proceso inferencial: el Mito de lo Dado.

18

? Véase tercer meditación.

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