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    Frederick B. Meyer

    Moiss:

    el siervo de Dios

    CLIE

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    NDICE

    Captulo 1 Nuestro punto de vista 3

    Captulo 2 La fe de su madre 7Captulo 3 Cuando ya era hombre 13Captulo 4 Liberacin por la viva fuerza 20Captulo 5 El maravilloso coloquio 27Captulo 6 A Egipto 34Captulo 7 Fracaso y decepcin 40Captulo 8 el amor de Dios en las primeras cuatro plagas 46Captulo 9 Cmo se desarroll el carcter de Moiss 54Captulo 10 Preparativos para el xodo 62Captulo 11 El paso del Mar Rojo 68Captulo 12 El cntico de victoria 73Captulo 13 Mara y Elim 80Captulo 14 La ddiva del Man 86Captulo 15 Refidim 91Captulo 16 Representantes delante de Dios 99Captulo 17 Al pie del Sina 105Captulo 18 La visin de Dios y su efecto 112Captulo 19 La frase interrumpida 117Captulo 20 La presencia de Dios es nuestro descanso 123

    Captulo 21 Construyendo el Tabernculo 141Captulo 22 La partida del Sina 136Captulo 23 Enteramente noble 141Captulo 24 Una decepcin amarga 148Captulo 25 Fiel bajo el reproche 154Captulo 26 Las consecuencias de la desobediencia 158Captulo 27 Preparndose para Pisga 164Captulo 28 La muerte de Moiss 169

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    Captulo 1:Nuestro punto de vista

    El que escribi la Epstola a los Hebreos saca a luz el secreto de lasmaravillas efectuadas por los hroes de la historia hebrea. Obedientes a sullamamiento, se ordenan en un gran batalln, y a una voz claman, por quos admiris de todas estas cosas? O por qu nos miris tan fijamente, comosi por nuestro propio poder o santidad las hubiramos efectuado? El Dios deAbraham, de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres, extendi su santo

    brazo y obr por medio de nosotros; y su Nombre, la fe en su Nombre, hahecho todas estas maravillosas obras.

    Nos equivocamos profundamente atribuyendo a estos hombres cualidadesextraordinarias de valor y fuerza de cuerpo o alma. Hacer esto es pasar poralto todo el contenido de la reiterada enseanza de la Escritura.

    No eran distintos de los hombres ordinarios sino en su fe. En muchosrespectos es muy probable que fueran inferiores a nosotros mismos.Probablemente nos sorprenderamos mucho si los encontrramos en lasescenas ordinarias de la vida moderna, y hallaramos casi imposible creer

    que efectuaran tales prodigios de valor, padecimientos y liberaciones.Geden y Barac, Sansn y Jeft, pertenecan ms bien al tipo de loscolonizadores (comarcanos) del tiempo de nuestros das primitivos, cuyoshbitos belicosos tenan a nuestras regiones septentrionales en constanteagitacin, que al de nuestros clrigos o filntropos modernos.

    Pero tenan todos una caracterstica en comn que los levant sobre loshombres ordinarios y les aseguro un nicho en el templo de la Escritura:tenan una maravillosa facultad de fe; que, en verdad, no es sino la capacidaddel corazn humano para Dios. Cuatro veces se cita esto como el secreto de

    todo cuanto hizo Moiss para su pueblo.

    La misma verdad se corrobora repetidas veces en la enseanza de nuestroSeor. Nunca se detiene para preguntar cunta puede ser la cantidadespecfica de poder, o sabidura, o entusiasmo, que existe en sus discpulos.En el juicio de l, estas cosas son como el menudo polvo de las balanzas,que no ha de tomarse en seria consideracin; y que no es verosmil que

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    afecte los resultados agregados de la vida del hombre. Pero su demandaincesante es de fe. Si tan slo hay fe, aunque no sea sino como un grano demostaza, los rboles pueden ser sacados de raz, las montaas echadas enmedio del mar y los demonios echados fuera de sus vctimas. A un padre elSeor Jess dijo en una ocasin: No debe haber duda respecto de mi poder.Si t puedes creer, todas las cosas son posibles para el que cree.

    Y qu es esta fe? No es un poder o cualidad inherente a ciertos hombres, envirtud del cual pueden obtener ciertos resultados no realizados por otros. Esms bien el poder de dejar elyo a un lado para que Dios obre sin estorbo pormedio de la naturaleza. Es la actitud del corazn que, habiendo descubiertola voluntad de Dios, y deseando ser instrumento de ella, sigue adelanteesperando que Dios llevar a cabo sus propsitos por medio de l. Enresumen, es la disposicin para someterse completamente a la voluntad de

    Dios para llegar a ser el conducto o vehculo por el cual se transmitan lasbendiciones de Dios. El creyente es el hombre lleno de Dios, movido deDios, posedo de Dios; y la obra que l efecta en el mundo no es suya, sinoque es la de Dios por medio de l.

    Existen, pues, estas condiciones necesarias en toda fe verdadera: el sentidode impotencia y nulidad, una seguridad absoluta de seguir el plan de Dios, laconsagracin entera para que l verifique su voluntad en el corazn y en lavida, el alimento diario de promesa, el atrevimiento de obrar con unaindependencia total de sentimiento sobre una fe que cuenta absolutamente

    con la fidelidad de Dios.

    Nuestra contencin ser, en todas las partes del estudio de la extraordinariavida que vamos considerando que, aunque Moiss haya tenido rasgosimponentes de mente y cuerpo, y haya sido versado en toda la erudicin desu tiempo, sin embargo, el maravilloso resultado de la obra de su vida no sedebi a ninguna de estas cualidades, sino a la fe que una su alma con Dios.Su fe bastaba para hacer lo que todas sus otras cualidades, sin ella, habrandejado de hacer.

    Esperamos ir an ms all, mostrando que todas las bendiciones que Dios,acordndose de su pacto, confiri a Israel, vinieron a aquel pueblo rebelde yobstinado, mediante la fe de Moiss. Es mtodo de Dios buscar lacooperacin del hombre en la ejecucin de sus propsitos, y cumplir su

    promesa por la fe de sus siervos. En este caso fue Moiss quien fue llamado

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    a ser compaero de Jehov, y fue mediante su fe como Dios cumpli lapromesa dada a Abraham, Isaac y Jacob.Cada una de las mencionadas condiciones de una fe poderosa se cumpli enla historia de Moiss. Se le permiti hacer sus primeros esfuerzos para laemancipacin de su pueblo, por la energa de su propia fuerza, y fracasaregregiamente; de modo que huy a Madin, abandonando toda esperanza delibrarlos, y pasando sus aos en soledad y destierro, hasta que, slo con lamayor dificultad, pudo ser inducido a emprender la comisin Divina. Fuereducido al ltimo extremo de impotente nulidad, cuando la zarza ardienteresplandeci en su senda, smbolo de completa debilidad, poseda y ocupaday sin embargo no consumida por Dios, quien es un fuego consumidor.

    No poda dudar del plan de Dios; porque ste le ste revelado en la promesahecha a Abraham haca muchos aos, fijando cuatrocientos como el lmitede la morada en Egipto. Y, en adicin a esto, Dios le dijo claramente que

    haba bajado para librarlos.

    Se cedi tan completamente al propsito de Dios, como la vara que tena enla mano lo estaba a su propia voluntad. A esto se debi su nombre escogidode el siervo del Seor y la constante reiteracin de la frase como el Seormand a Moiss.

    Se alimentaba diariamente de las promesas de Dios, presentndolas en susoraciones, y apoyndose completamente en ellas. Y con frecuencia saba loque era dejar tras s lo familiar y lo experimentado para volverse hacia lo

    extrao y nuevo; por mandato de Dios caminaba, aunque pareciera que nohaba nada donde pisar, arrojndose a s mismo y a tres millones de gentes,absolutamente al cuidado de Dios, asegurado de que la fidelidad de Dios nole faltara.

    Su fe hizo de Moiss todo lo que era. Veremos esto ms claramente mientrascontinuamos. Es nuestro anhelo entender exactamente cmo una fe, cual lade l, fue producida. Por qu no hemos de tenerla nosotros?

    Los mtodos de Dios nunca pasan. No dejaremos de tener su fe, si pagamosel precio de su disciplina. Y si tan slo poseyramos su fe, por qu nohabamos de ver otro xodo? Mares cruzados con sendas de salvacin,enemigos desafiados, cadenas rotas, cautivos emancipados, y Jehovadorado con cantos de triunfo... Seguramente no hay lmite a las

    posibilidades de una vida que ha llegado a ser la abertura o el conducto pordonde Dios puede manifestarse.

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    Tienes voluntad para abandonar toda tu fuerza? Dejar todos tus planespara adoptar los de Dios? Indagar su voluntad y hacerla absolutamente?Ponerte en actitud de rendicin absoluta a sus propsitos? Alimentartediariamente con las promesas de Dios, como una joven con las promesas desu amado ausente? Confiar, sin emocin alguna, en la fidelidad de Dios,slo estando plenamente persuadido de que l har todo cuanto ha

    prometido? Entonces seguramente por medio de ti, Dios, ahora o enadelante, obrar como en los antiguos tiempos de los cuales nuestros padresnos han hablado...

    Es cierto que, mientras pasa el siglo presente, Dios tiene grandes planes quepronto se realizarn. Conforme a su mtodo invariable, tendr queverificarlos mediante la instrumentalidad y la fe de los hombres; la nica

    cuestin es, estamos en tal condicin, es de tal naturaleza nuestra fe, quepuede obrar por medio de nosotros para la gloria de su santo Nombre?Meditemos bien las lecciones enseadas en la vida y el carcter de Moiss,

    para que en el debido tiempo lleguemos a ser instrumentos apropiados parael uso del Maestro, y estemos preparados para toda buena obra.

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    Captulo 2:La fe de su madre

    Fue un mundo muy poco amistoso aquel en que el niito abri losojos. Exteriormente todo era tan hermoso como la naturaleza y el arte podanhacerlo. Cerca de la pobre choza, que por una temporada breve haba deabrigarle, el gran Nilo flua entre sus orillas cubiertas de canas, reflejando deda el subido azul de los Cielos, y las constelaciones de estrellas, de noche.A corta distancia del paseo matutino de una joven, estaba la gran ciudad deMenfis, metrpoli de Egipto, y asiento de la corte; centro de comercio, arte,guerra y religin; el foco en que converga la vida nacional.

    Procesiones reales pasaban por aquella choza, cuando en solemne

    magnificencia el monarca sala a la guerra, o bajaba a la orilla del Nilo paraadorar. Sacerdotes de todas partes del pas pasaban en camino para el grantemplo de Phthah, cuyas avenidas entre columnas y galeras esculpidas yaposentos cubiertos de jeroglficos eran el resultado de siglos de industria yhablaban de la historia de las generaciones que los haban edificado; peroqu lejos estaban de soar que el sitio de la humilde choza atraera el intersde las generaciones hasta el fin de los tiempos, cuando su esplndido templose hubiera desplomado en un confuso montn! Y la demanda perpetua de

    puerros, melones, ajos, cebada, trigo, y centeno, as como de delicadas telas

    de los telares, por las cuales los egipcios se hicieron tan famosos, de especiesy blsamos para la vasta ciudad de los muertos, y de todas las mltiplesprovisiones exigidas por una poblacin grande y rica, deben haber cubiertolos caminos de la comarca con lneas interminables de camellos, asnos ycaravanas; y el ro con una flotilla innumerable de botes, lanchas y navos.

    No muy lejos, sobre las arenas del desierto, estaban las pirmides, que aunentonces se iban haciendo vetustas, y estaban destinadas a quedar cuarentasiglos como testigos tanto de la creencia instintiva del hombre en suinmortalidad, como de la indiferencia egosta a la angustia de sussemejantes. En medio de estas circunstancias de riquezas y esplendor, el

    niito naci a una dura suerte.

    Perteneca a una raza extranjera. Haca ms de trescientos aos que losantepasados de su pueblo haban inmigrado de la tierra vecina de Palestina,

    por invitacin del primer ministro de ese tiempo, quien estaba relacionadocon ellos por los vnculos de parentesco y raza. El rey les haba dado la

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    bienvenida como valiosos aliados; porque l tambin perteneca a una razaextranjera, y ocupaba un trono poco estable. Por mandato suyo se habanestablecido en lo mejor de la tierra, una faja verde, llamada Gosn, situadaen medio de vastos trechos de arena. All prosperaron y se multiplicaron,hasta que llegaron al nmero de casi dos millones de almas. Pero

    permanecieron siendo un pueblo tan distinto como lo son ahora a todanacin debajo del Cielo, y como tal estuvieron expuestos a sospechas y odio.Perteneca adems a una raza oprimida. Una dinasta distinta habasubstituido a aquella que les haba dado la bienvenida, y para la nueva, elnombre de Jos no tena encantos.

    Una pequea nube que amenazaba guerra se cerna en el cielo oriental, einsinu al monarca reinante el temor de que hubiera alguna alianza entre susenemigos y la raza hebrea, que haba llegado a ser tan numerosa y poderosa,

    que era muy formidable. Se resolvi pues a consumirlos y reducirlos tantoen nmero como en espritu, por el rigor de su suerte.

    De repente los pastores de Gosn se vieron reclutados para el servicio en loscampos de ladrillo, bajo el ojo y el ltigo de crueles capataces, quienesexigan de ellos diariamente cierto nmero de ladrillos; o tuvieron quetrabajar en el campo, sacando agua del ro para la irrigacin de la tierra, yafanndose en el cultivo del suelo. Y todo servicio con que los hicieronservir, fue riguroso, como si se valieran ansiosamente de toda ocasin paraafligirlos con crueles castigos.

    Es probable que el padre de la pequea familia haya sido obligado a soportarsu parte en la servidumbre y los golpes, que hicieron que la existencia de su

    pueblo fuera tan amarga. Desde la maana hasta la noche tena que trabajardesnudo, bajo el sol ardiente, volviendo con frecuencia con sangrientasheridas abiertas por el azote, e inclinado a dudar de la misma existencia deDios y su carcter misericordioso. Muy oscura era la noche que pesaba sobreel pueblo escogido en estos aos de cruel esclavitud.

    As, Moiss naci en un tiempo de afliccin inusitada. La familia secompona del padre, la madre y una hermana que era la mayor, como dequince aos de edad, maravillosamente dotada con el don del canto, y unhermanito, Aarn, un nio vivo y alegre de tres aos de edad. Cuando stenaci, no haba necesidad especial de secreto; porque el rey estaba

    procurando llevar a cabo su objeto por la poltica enrgica que hemosdescrito. Pero durante el intervalo, haba descubierto que no era bastante

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    severa para alcanzar su propsito; y por eso le haba aadido un plan para ladestruccin de todos los nios hombres, echndoles al ro luego quenacieran.

    No es probable que este decreto estuviera en vigor por ms de unos cuantosmeses. Fue un espasmo de crueldad inspirado por un temor repentino; peroera demasiado opuesto a los mejores instintos de la naturaleza humana, paratener una posicin permanente en la prctica de los subordinados de Faran;

    pero mientras dur fue el elemento de ms amargura en todo su acerbodolor. Las privaciones, los trabajos, el escarnio y el rigor, son fciles desoportar, si tan slo el amado crculo del hogar es dejado intacto; perocuando ste peligra, y los pequeos polluelos son amenazados por el buitre,rebosa la copa.

    Por lo regular, el nacimiento de un nio, especialmente de un hombre, eraocasin de mucho gozo; pero entonces, fue motivo de ansiedad y casi derecelo. No haba anticipacin gozosa, ni bienvenida, ni xtasis, paracompensar la angustia de la madre con el pensamiento de que un hombrehaba nacido al mundo. Sin embargo, a pesar de todo, el pueblo semultiplic y lleg a ser muy poderoso.

    El edicto qued vigente slo un poco de tiempo, pero fue en el de suobservancia forzosa, cuando naci Moiss. Este es el modo de Dios. En lashoras ms oscuras de la noche, l se acerca andando sobre las olas. Acaso al

    despuntar el da de la ejecucin, el ngel lleg a la celda de Pedro, y cuandoestaba lista la horca para Mardoqueo, el insomnio real produjo una reaccina favor de la raza amenazada...

    Alma afligida, puede ser que tengas que llegar a lo peor antes de que lleguetu salvacin; pero sers salva. Puede ser que Dios te haga esperar; perosiempre se acuerda de su pacto, y aparecer para cumplir su palabrainviolable.

    Moiss era hijo de padres creyentes; con todo, sabemos muy poco de ellos.Se dice que el padre era hombre de la casa de Lev, y se nos dice despusque su nombre era Amram, y que descenda de Kohath, el hijo de Lev. Perola tribu de Lev no tena entonces importancia especial; en verdad, parecadestinada a ser dividida en Jacob, y esparcida en Israel.

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    La madre, Jocabed, perteneca a la misma tribu y estaba relacionada con sumarido con una consanguinidad ms cercana de lo que se permiti despus.Era gente humilde, que se regocijaba de recibir sueldo de la mano de losricos y de la realeza; pero haban conservado las mejores tradicionesreligiosas de su nacin, y en esto contrastaban favorablemente con muchosde su raza.

    El Den Stanley escriba que la estancia en Egipto haba producido fatalesresultados en los hijos de Israel: La antigua libertad, la antigua energa y,sobre todo, la antigua religin del perodo patriarcal, se haban acabado.

    De hecho, hay evidencias claras en las Escrituras de los siglos posteriores deque el pueblo participaba de los ritos idlatras de la tierra de su adopcin:

    Vuestros padres -dijo Josu- sirvieron a otros dioses en Egipto (Jos.24:14).

    Y por los labios de Ezequiel Jehov record a la nacin, en una fechaposterior, su infidelidad primitiva: En ese mismo da les alc mi mano,jurando sacarlos de la tierra de Egipto y conducirlos a tierra que tena yaprovista para ellos; tierra que manaba leche y miel, la ms hermosa era detodas las tierras. Y les dije: Desechad cada uno sus cosas detestables dedelante de los ojos; y no abandonaron sus dolos de Egipto; de modo que

    pensaba derramar mi indignacin sobre ellos, para desahogar mi ira en ellos

    en medio de la tierra de Egipto (Ez. 20:6-8).

    El sbado fue olvidado; el rito de la circuncisin, smbolo significativo delpacto, dej de practicarse; la pureza relativa de sus antepasados se mostrincapaz de resistir los atractivos licenciosos de los festivales paganos, a queen aos posteriores perpetuamente recurrieron.

    Pero evidentemente haba mas familias que quedaron fieles en medio de lacorrupcin predominante. Entre stas se contaba aquella en que naci el nioMoiss. El sagrado pacto entre Dios y su raza fue recordado con reverencia,

    y conservado con una fe que osaba creer que, tarde o temprano, Dios nodejara de interceder. Las historias atesoradas conservadas para nosotros enel libro de Gnesis eran cuidadosamente enseadas a los nios luego que suscorazones podan apreciarlas, y sus memorias conservarlas. El primognito,Aarn, probablemente fue separado, con algn gnero de consagracin, paraque cumpliera las funciones de un sacerdote de la familia. Y Mara, la

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    primera mujer de ese nombre en la Escritura, fue enseada a usar su vozdulce y clara en la alabanza y adoracin del Dios de sus padres.

    Pero su vida espiritual fue manifestada an ms claramente por su fe: Porfe Moiss, cuando naci, fue escondido tres meses por sus padres; porquevieron que era hermoso nio, y no tuvieron temor de la orden del rey.

    Se nos ha presentado con frecuencia un cuadro que describe la ansiedad conque los padres recibieron a su nio cuando naci, la angustia de Amram, ylos temores de Jocabed. Semejante cuadro puede representar fielmente aotros padres hebreos, pero no a stos, pues no temieron. Cuando se leanunci a Jocabed que haba dado a luz un nio pudo arrojar sobre Dios elcuidado de l, y recibir la seguridad de que no le vendra ningn dao. Ycuando la pareja se inclin sobre su hijo, en aquella choza campestre, y

    vieron su gran hermosura, creci en sus corazones la conviccin de que ungran destino le esperaba; y de que de alguna manera vivira para ver el findel perodo de esclavitud, predicho siglos antes, en palabras que haban

    pasado de boca en boca; el nico rayo de luz en medio de las tinieblas de lanoche. Josefo dice que se le anunci a Amram en un sueo que Moiss habade ser el libertador de su pueblo.

    Podran aquellos oprimidos esclavos olvidarse de lo que Dios haba dicho asu ilustre antepasado, cuando el horror de una grande oscuridad haba cadoen su alma?

    Ten por cierto que tu simiente ser extranjera en tierra ajena, donde losreducirn a servidumbre, y los oprimirn () mas al cuarto siglo ellosvolvern ac (Gn. 15: 13, 16).

    Los lentos aos haban, al menos, acumulado el nmero prescrito. Si nocompletamente, casi haban transcurrido cuatrocientos aos. La promesadeba estar a punto de cumplirse. La palabra saldrn (Gn. 15:14) sonabacomo una alegre campanita en el corazn del padre, en quien haba unaconfianza nutrida por el espritu de Dios, y por la belleza de su nio,sumamente hermoso (vase x. 2:2; Hch. 7:20; He. 11:23), de que enalguna manera l tendra parte en aquel xodo.La madre tomaba todas las precauciones ordinarias; pero nunca ceda a unexcesivo temor. A veces cuando su corazn desfalleca, arrodillada

    presentaba la promesa divina en la que haba llegado a esperar. Toda lafamilia viva de la fe de aquella mujer, como los hombres viven de pan; y los

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    ngeles de Dios se inclinaban sobre el nio inconsciente, defendindolo conel cuidado ms tierno, y murmurando palabras de amor a su odo.Finalmente la madre fue guiada por el buen Espritu de Dios a tejer con

    juncos de papiro una arquilla o botecito, calafatendolo con betn y breapara hacerlo impermeable a la humedad. All puso al nio dndole muchosbesos, cerr la tapadera sobre su dulce rostro, con sus propias manos lo lleva la orilla del agua, y lo coloc tiernamente entre los juncos que crecan all.Saba que la hija de Faran vena a baarse, y podra ser que notara al

    pequeo expsito y lo defendiera. O, si no, el Dios en quien confiaba laayudara de alguna otra manera. Pero en todo esto nunca perdi su fesencilla y firme: El Seor era su luz y su salvacin, a quin haba detemer? El Seor era la fortaleza de su vida, de quin haba dedespavorirse?.

    Cuando se acercaban contra ella los malhechores, sus adversarios y susenemigos, para comer sus carnes, tropezaban y caan:Aunque un ejrcito asentara campo contra ella, no temera su corazn.Mara, la hermana de Moiss, fue puesta a vigilar para ver lo queacontecera; y Jocabed volvi a casa, luchando con la ansiedad natural deuna madre, pero con una fe que se asa al mismo brazo de Jehov, segura deque no le faltara, aunque los cielos cayeran y las pirmides fueran arrojadasal ancho seno del Nilo. He aqu la poderosa fe de una madre! Podemos,

    pues, admirarnos de la fe de un hombre que naci de semejante madre, y fuecriado en semejante hogar?

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    Captulo 3:Cuando era ya hombre

    Todo sucedi segn la fe de la madre. La princesa, acompaada porun squito de doncellas, vino a la orilla del ro a baarse. Vio la arquillaentre los juncos y envi a una de sus doncellas a traerla. En medio del

    pequeo grupo, la tapa fue cuidadosamente quitada; sus ojos se encantaronal ver el hermoso rostro, mientras sus corazones fueron conmovidos por elllanto del nio, que extraaba a su madre, y se asust por las inslitasescenas y las muchas caras desconocidas.

    Al momento el corazn de la princesa adivin el secreto. La proximidad dechozas hebreas, las facciones y el color del nene, la inverosimilitud de que

    una madre olvidara a un nio de pecho, el repentino recuerdo del severoedicto que su padre haba promulgado recientemente, todo sealaba a laconclusin inevitable: Uno de los nios hebreos es ste.

    La intervencin de Mara, que haba presenciado ansiosamente toda laescena, con su sugestin ingenua de traer una nodriza hebrea, resolvi el

    problema de lo que haba de hacerse con el expsito, casi al momento depresentarse. Pronto la madre del nio estuvo ante la princesa, y recibi desus manos la preciosa carga; y al hacerlo, no hubo algo en su movimientocasi convulsivo, que revelara a aquel ojo entendido el secreto del pequeocomplot?

    Si esto fue as, o no, la historia no lo revela. Pero con qu xtasis de gozo lamadre derramara su corazn, cuando el pequeo grupo estuvo a solas en lachoza? La vida del nio estaba segura bajo la proteccin de la hija delmismo Faran, quien haba dicho: Cramele. Y el sueldo que haba

    prometido iba a suplir todas sus necesidades. Dios haba hecho infinitamentems de lo que se le haba podido pedir...

    Cuntos aos pas el nio en aquella casa humilde, no lo sabemos -tal vezhasta que tuvo cuatro o cinco aos-, pero el tiempo suficiente, en todo caso,

    para que supiera algo de los peligros y padecimientos de la suerte de supueblo; para saber aquellas sagradas tradiciones de su pasado, que despushaba de relatar con tan majestuosa sencillez en el libro de Gnesis, y recibiren su corazn el amor del nico Dios, que haba de llegar a ser la gran

    pasin y la estrella polar de su carrera. Los sacerdotes, los filsofos, y los

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    eruditos, quizs haran lo posible para desviarlo despus; pero estas cosashaban sido introducidas en la creciente estructura de su alma, y nunca

    podran ser quitadas de ella.

    Cunto debe animar a las madres esta narracin para que empleen bien losprimeros aos en que los nios estn confiados a su cuidado! Lascircunstancias en que el cuidado de los nios debe ser confiado a otrosdeberan en verdad ser excepcionales.

    Al fin lleg el tiempo en que Thermutis reclam como suyo al nio a quienhaba rescatado. Haba ahora llegado a ser tan hermoso, que segn nos diceJosefo, los transentes se detenan para mirarlo y los trabajadores dejabansus faenas para verlo pasar. Sin duda el corazn de la madre sufriamargamente cuando dej a su nio entrar en el mundo desconocido de ms

    all de la gran puerta del palacio; y debe haber quedado muy solitario elpequeo hogar cuando se le dieron los ltimos besos, las ltimasinstrucciones, y se hizo la ltima oracin.

    Qu multitud de pensamientos tiernos, especulaciones curiosas y ansiososanhelos deben haber seguido al pequeo favorito del hogar hebreo, cuandosu madre lo tom y lo llevo a la hija de Faran, y vino a ser su hijo! Pero, enmedio de todo esto, la fe se hizo preeminente, y ella crea que Aquel quehaba librado al nio de los peligros del Nilo lo guardara puro y dulce enmedio de las fascinaciones de la corte.

    Qu magnfica tierra debe haber sido Egipto en aquellos das de que hablanHerodoto y los jeroglficos! No haba lluvias; el Nilo traa desde lejos la ricatierra aluvial, que daba suficiente trigo para alimentar al mundo; las orillasdel ro estaban cubiertas de ciudades, villas, templos y todas las evidenciasde una gran civilizacin; mientras las grandes pirmides y figuras colosalesse erguan hasta cien pies de altura. Siete millones de personas vivan en estaverde faja de territorio; y mientras la gran mayora de ellos eran

    probablemente pobres e ignorantes, las clases superiores, y especialmente

    los sacerdotes, eran notables por su familiaridad con muchas cosas que nosjactamos de saber ahora. La flor y nata de todo esto fue vertida en la copade Moiss. Fue criado en el palacio y tratado como nieto de Faran. Si salaa la calle era en un carruaje real, en medio de los gritos de doblad larodilla. Si navegaba en el Nilo, era en una dorada chalupa al son de unamsica voluptuosa. Si deseaba alguna cosa, los tesoros casi ilimitados deEgipto estaban a su alcance.

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    All, en palacio, aprendi a leer y escribir los misteriosos jeroglficos; alltambin fue instruido en matemticas, astronoma y qumica, en cuyosestudios los egipcios eran muy sabios. All tambin adquiri gusto para lamsica, de modo que en aos posteriores poda cantar alegres y triunfalescantos de victoria y componer odas que conservaron la historia de lasrelaciones de Dios con su pueblo. Cun maravillosamente Dios lo preparaba

    para su vida posterior! Dijo Esteban: Y fue instruido Moiss en toda lasabidura de los egipcios (Hch. 7:22).

    Indudablemente gran parte de ella era completamente vana; pero otra partetambin le fue muy til cuando lleg a ser el fundador de un nuevo estado.Pero Moiss era algo ms que un estudiante real, que pasaba sus aos en losrefinamientos de la cultura y el sosiego de los eruditos. Era estadista ysoldado. Esteban nos dice que era poderoso en palabras y en hechos:

    poderoso en palabras -all est el estadista-, poderoso en hechos: all est elsoldado. Josefo dice que cuando estaba todava en los primeros aos de suvirilidad, los etopes invadieron Egipto, derrotaron al ejrcito enviado contraellos, y amenazaron Menfis. A causa del pnico, los orculos fueronconsultados; y por su recomendacin, el mando de las tropas reales se le dioa Moiss. Inmediatamente emprendi la campaa, sorprendi y derrot alenemigo, captur su ciudad principal, Meroe, ciudad de pantanos, y volvi aEgipto cargado de los despojos de la victoria.

    As sigui ao tras ao hasta que tena cuarenta aos de edad. Ya le estaban

    abiertos los puestos importantes del estado; y pareca como si el ro de suvida siguiera en el mismo cauce, ancho y ms profundo en su corriente.

    Pero, ante todo, otro pensamiento siempre estaba presente con l, ypaulatinamente fue empequeeciendo todos los dems, a medida que crecaen su alma. No poda olvidarse de que sus padres eran esclavos; que losesclavos que geman en las ladrilleras bajo el ltigo de los capataces eran sushermanos. Nunca dej de pensar en Dios, a quien su madre le habaenseado a orar, y en sus momentos ms alegres de triunfo, cuando apuraba

    el cliz venenoso del xito terrenal, no poda deshacerse de la impresin deque su destino no lo conduca en medio de semejante ambiente, sino que dealguna manera iba a ser asociado con aquella promesa que haba odo contanta frecuencia de los labios de su madre.

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    Pensamientos como stos con frecuencia ensombrecan de una maneraextraa su rostro, sorprendiendo a aquellos que lo conocan mejor. Su madreadoptiva poda atribuirlo a mala salud o a algn amor no correspondido. Susamigos y compaeros se burlaban de su distraccin. Su comitiva confrecuencia discuta el asunto de la depresin de su amo, preguntndoseacerca de su causa. Pero el misterio qued escondido en su corazn hastaque sus impresiones vagas llegaron a ser resultados firmes, y con tantasuavidad como le fue posible, dio a su bienhechora la noticia de que ya no

    poda permanecer en la posicin a la que ella lo haba elevado, esto es,llamarse su hijo, sino que tena que volver a la posicin humilde a que

    perteneca por nacimiento.

    El anuncio fue recibido, tal vez, con amargas lgrimas y ardienteindignacin por parte de aquella a quien deba tanto; pero ningunas de estas

    cosas lo hicieron apartarse en lo ms mnimo de su propsito. Y cun grandedebi haber sido la sensacin causada en la corte cuando lleg a saberse lanoticia... En cuntos crculos sera discutida, y cun distintasinterpretaciones se le daran! Algunos lo atribuiran a mortificacin o celo;otros a la presencia en sus venas de la baja sangre de los esclavos; y otros, aalgn plan para engrandecerse a s mismo de alguna manera. Todoscompadecieron a la princesa cuya bondad pareca tan mal pagada. Peronadie adivinaba la fuerza o la pureza del propsito oculto, nacido de Dios, ynutrido por su buen Espritu.

    Ntense los nobles ingredientes de esta gran resolucin de Moiss...

    En primer lugar, fue hecha en la plena madurez de sus potencias. El ardorimpulsivo de la juventud a veces har que un joven diga: Este pueblo sermi pueblo y su Dios mi Dios.

    Pero no haba nada de esto aqu; fue la resolucin deliberada de un hombreque haba visto mucho en la vida, que saba todo cuanto poda presentarsedesde cualquier punto y que ya estaba en la edad madura. No esperandoganar nada sino sabiendo que lo perdera todo, despus de examinarlo tododetenidamente, descendi de los peldaos del trono ms elevado del mundo.Adems, fue hecha cuando los hijos de Israel estaban en la ms bajacondicin. Eran esclavos, sufran afliccin y reproche. En lugar de palaciohaba choza; en lugar de lujo, duras condiciones y comida ordinaria; en lugarde respeto y honra, odio y desprecio; en lugar de los tesoros de Egipto,

    pobreza y necesidad; en lugar de la asociacin con los eruditos y

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    aristocrticos, asociacin con los ignorantes y depravados. Pero ninguna deestas cosas lo conmovieron; las cont como el polvo insignificante de la

    balanza. Con una resolucin deliberada baj la cerviz para recibir el yugo,aunque era spero y pesado.

    Finalmente, esta resolucin de Moiss fue hecha cuando los placeres delpecado parecan ms fascinantes. No se gana nada afirmando que no hayplaceres en el pecado: los hay. El fruto prohibido es hermoso a los ojos ygrato al paladar; los primeros pasos en el camino ancho se dan sobre unaaterciopelada alfombra de flores. Hay notas dulces en el canto de las sirenasque arrebatan el corazn. La tentacin no tendra fuerza ninguna si no fueraas. El estremecimiento del placer es el cebo en el que el enemigo de lasalmas esconde el anzuelo. Y Moiss no era insensible a todo esto; sinembargo, en el meridiano de su fuerza, en los primeros aos de su virilidad,

    en una corte donde la continencia y la pureza deben de haber sidodesconocidas, l renunci a todo eso.

    Y por supuesto fue hecha de una manera decisiva. Muchos habran tratadode retener la encumbrada posicin, y favorecer a sus hermanos esclavizadosal mismo tiempo, de practicar un culto exterior a Osiris, y lealtad de corazna Jehov, de guardar buenas relaciones en la corte y tambin en el campo delos ladrilleros. Pero no haba rastros de esto en la gran renuncia que separ aMoiss de toda asociacin con las relaciones caras y fascinadoras de su

    juventud.

    No hay ocasiones en la vida de todos nosotros cuando tenemos que dar unpaso semejante? Tenemos que morir a mucho de lo que es agradable yatractivo a fin de levantarnos a nuestra verdadera vida. Tenemos que sersepultados para dar fruto; mutilados, para entrar en la vida. Tenemos que

    poner a nuestro Isaac sobre el altar, para poder llegar a ser gua de los fieles,volvernos de la puerta de un alegre jardn, para seguir una senda mas oscuray pedregosa, renunciar lo que otros retienen sin reprensin, a causa de algn

    propsito noble que se ha hecho sentir en el alma, escoger el Getseman, el

    Calvario, el sepulcro, y el compaerismo con el Varn de Dolores, estardispuestos a renunciar a amigos, riquezas, reputacin y buen xito, y a serechados como un marinero nufrago, en alguna playa solitaria, a causa dealguna visin que nos llama. Los que han hecho alguno de estos sacrificios

    pueden entender, como no pueden hacerlo otros, la nobleza y grandeza de laeleccin de Moiss.

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    Por fe Moiss rehus.Ciertamente, la fe descansa en promesa. Para ella la promesa equivale alcumplimiento, puesto que si tan slo tiene la primera, se atreve a contar losegundo como si ya fuera suyo. Importa relativamente poco que la cosa

    prometida no sea dada; es segura y cierta porque Dios ha dado su palabraacerca de ella, y con anticipacin se goza. Pesa las cosas que puede tocarcontra aquellas que no son sino predichas, porque en su juicio stas son tanreales como aquellas. As sucedi con Moiss.

    As, Moiss crea en la promesa de Dios dada a Abraham, que despus decuatrocientos aos de esclavitud, su pueblo saldra; y saba que ese perodocasi haba espirado. Acariciaba una creencia ferviente en la promesa hechaal pueblo escogido, de que de entre ellos mismos, el verdadero Libertadorhaba de levantarse; una creencia vaga en el Mesas venidero, que, no

    obstante su vaguedad, la retena. Crea que esperaba al pueblo escogido en ellejano futuro, un destino que sobrepujara a toda la pompa y el esplendor delmagnfico Faran. Crea que les esperaba ms all de los lmites de Egiptouna remuneracin ms gloriosa que sus ms grandes premios y honras.Evidentemente crea lo que esperaba que sus hermanos creyeran: que Dioslos librara por la mano de l. Y fue esto lo que lo determin.

    De haber obrado sencillamente por lo que vea, nunca habra dejado elpalacio de Faran. Pero su fe le hablaba de cosas escondidas a suscontemporneos; y stas cambiaron su curso, y lo hicieron obrar de una

    manera que para ellos era incomprensible.

    No simplemente cerr los ojos a las demandas de Egipto, y se fortalecicontra las amenazas de Faran, aislndose como ciudadano, pues esto podahaber sido dictado por una poltica fuerte y sabia, sino que hizo lo que hizo

    porque vio por fe lo que ojo no haba visto, ni odo escuchado, ni coraznconcebido; y siendo estas cosas -aquellas riquezas y aquella remuneracin-mucho mejor que todo lo que Egipto poda ofrecer, tom contento la sendade afliccin, de abnegacin y vituperio, que conduca a ellas.

    Ve, hijo de Dios, lo que est a tu alcance, si tan slo te atreves a negarte ytomar tu cruz! Enva los espas a la tierra de promisin. Sube las montaasdeleitosas y pon el telescopio delante de tus ojos. Y cuando el lejano yextremo peso eterno de la gloria se presente a tu visin estars preparado

    para contar todo lo dems que te haba parecido era ganancia, como prdiday escoria, e indigno de mencionarse en la comparacin. Es difcil la

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    renuncia? No te olvides de que Cristo est sufriendo contigo en toda ella.Sus pisadas pasan por ese camino. Es el vituperio de Cristo, una pequeafase de su largo padecimiento por los padecimientos de su pueblo. Conocetodos los pasos del camino, porque tantas veces lo ha transitado en su propiaexperiencia. No hay otro consuelo tan dulce para el alma angustiada como lamencin perpetua de su querido Nombre, como si sintiera que en todas susaflicciones l est afligido, y que el ngel de su presencia va a su lado.

    Y quin puede estimar el resultado? El agua brota de la pea herida, la flornace de la semilla muerta, el ro cristalino fluye de la morena delventisquero, el brillante oro emerge de la mina oscura y las llamas

    purificadoras. En definitiva, un xodo y el nacimiento de una nacin dehombres libres fueron el resultado de esta gran renuncia...

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    Captulo 4:Liberacin por viva fuerza

    Hubo verdadero herosmo en el acto cuando Moiss baj del trono deFaran para participar de la suerte de sus hermanos. Podra haberseconformado con enviarles dinero de los tesoros de Egipto; pero era una cosams grande y ms noble darse a s mismo. Y el verdadero instinto religiosode su alma resplandeci cuando l lo hizo. Hubo una revelacin de la fe quehaba sido encendida en l cuando se arrodillaba al lado de su madre en suchoza de esclavos, y haba sobrevivido a todas las influencias de la corteegipcia, como una chispa de fuego viviendo entre los negros carbones.

    Al mismo tiempo tena mucho que aprender. En das posteriores haba de

    conocer los caminos del Seor. Mejor dicho, Dios se los dara a conocer(vase Sal. 103:7-9); pero justamente ahora estaba lleno de sus propias ideas.En das posteriores haba de ser una mano usada y fortalecida por Diosmismo (Sal. 77:20); pero ahora obraba con su propia energa: temerario,impetuoso, obstinado, cindose y andando a donde quera. En das

    posteriores haba de ser el ms manso y menos importuno de los hombres,demasiado consciente de su propia debilidad, y a cada paso mirando arriba

    para pedir direccin y ayuda; pero ahora se apoyaba completamente en supropio entendimiento, y, sin tomar consejo con Dios, esperaba asegurar la

    emancipacin de su pueblo por su propia voluntad, y el ejercicio de supoder.

    Tena material para ser un santo; pero habran sido necesarios muchos ylargos aos de pruebas y una vida solitaria, antes de que esta naturalezafuerte y obstinada hubiera sido vencida, transformada en un instrumento til

    para el uso del maestro, y preparada para toda obra buena. La obra de Diospuede ser hecha slo por los instrumentos escogidos por l, y tienen que serespecialmente preparados para el servicio exigido de ellos. Aquellaadaptacin especial no es natural en ninguno de nosotros, y slo puede venir

    despus de aos de profunda y escrutadora disciplina.

    Su primer esfuerzo de liberacin result en gran parte por la simpatahumana. Luego que lleg a Gosn su primer acto fue salir y ver a sushermanos en medio de sus faenas, trabajando en las ms difcilescondiciones. El hacer ladrillos en pozos de barro tiene era trabajo arduo,pero cunto ms lo era cuando en Egipto el sol derramaba verticalmente sus

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    rayos sobre ellos, y un capataz estaba a su lado con un pesado ltigo paracastigar el menor esfuerzo de evitar el trabajo o escaparse del yugo!Imaginaos al cortesano cumplido, acostumbrado al lujo, al hombre erudito yde hechos poderosos, movindose en medio de estas largas filas de esclavos.Al principio debe haberle parecido muy extrao comprender que tena

    parentesco tan cercano con estos hebreos que trabajaban, padecan y moran.

    Sali a visitar a sus hermanos.Pronto sinti Moiss una intensa conmiseracin; al or a la nacin gemir acausa de la servidumbre y suspirar por sus acumulados pesares, su alma sellen de tierna compasin. Pero, a poco, aquella compasin se convirti enindignacin contra sus opresores. A pocos pasos vio a uno de los capatacesazotando cruelmente a un hebreo; y al ver el terrible espectculo, los pesadosgolpes cayendo sobre el cuerpo indefenso y tembloroso, ya no pudo

    refrenarse y arroj al malvado muerto al suelo, y entonces se llev su cuerpoy lo sepult en las arenas ms cercanas, que siempre avanzaban sobre lastierras ms cultivadas de Egipto.

    Fue un acto caballeresco, hecho con buena intencin y, al menos,significativo de la fuerza de las emociones que lo llenaban; pero despus detodo, el mero impulso de compasin nunca habra sido bastante fuerte parasostenerlo a travs de los cansados aos de la marcha por el desierto. Bajolas repetidas provocaciones del pueblo, se habra acabado. Nunca podrahaberlos llevado como una nodriza en su seno, o rogado que fuese quitadosu nombre del libro de la vida para que el de ellos permaneciera, ni habraabogado por Dios con ellos. Nada menos que una provisin de la pacienciaDivina, internada en su alma como las olas del ocano hallan paso en una

    playa profundamente cortada, podra bastar para las demandas que se leharan en aquellos terribles aos venideros.

    No hay una leccin aqu para muchos de los obreros de Dios? No hanaprendido a distinguir entre pasin y principio, entre impulso y propsitofijo. Si se relata alguna historia conmovedora, se hace una peticin

    compasiva de ayuda, o si alguna gran congregacin es arrollada por una olade entusiasmo, son los primeros en cederse al impulso, en dar su serviciovoluntariamente, en dar su dinero y arrojarse en la brecha. Pero, despus detodo, esto no es el motivo ms alto para el servicio cristiano, y por cierto noes el ms permanente. En poco tiempo se acaba, y nos deja sobre la playacomo nufragos. Es mucho mejor sacrificar el impulso natural a favor delfuerte sentido de lo que es recto, y lo que Dios exige. Si emprendemos una

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    obra definida porque l nos ha llamado a hacerlo, porque nos es propuestacomo un deber por amor a l, o por ser nosotros conductos por donde fluyela corriente invariable de su compasin, hemos alcanzado un principio deaccin que nos sostendr en medio de decepciones, fracasos e ingratitudes.La manera en que los hombres nos traten no nos importar, porqueestaremos hacindolo todo por l.

    Sin embargo, la seal que haba de dar Dios para la liberacin de su pueblono iba a darse en cuarenta aos. La iniquidad de los amorreos no haballegado a su colmo aunque estaba en el borde de la copa (Gn. 15:16). Su

    propia educacin estaba muy incompleta; se necesitaban al menos cuarentaaos para despojarlo de su voluntad propia y su dependencia de s mismo, yhacerlo un vaso escogido para el uso del Maestro. El pueblo hebreo no haballegado todava al grado de angustia a que se hace una referencia tan

    conmovedora cuando la muerte de su principal opresor parece haberproducido en ellos una crisis, y abandonaron los dioses falsos a quieneshaban dedicado sus vidas a fin de volver al Dios de sus padres (x. 2:23).

    Todos sabemos algo de este apresuramiento. Hallamos muy difcilquedarnos quietos mientras nuestro gran Booz hace su trabajo (Rt. 3:18).Pensamos que el tiempo sealado para la salvacin de Dios deba haberllegado mucho tiempo antes de que la hora sonara en el reloj. Como Sal en

    presencia de la invasin de los Filisteos, suponemos que no podemos durarotra hora, y nos violentamos a ofrecer el holocausto; y nos inquietamos al

    ver la figura de Samuel acercndose lentamente por la senda montaosa,mientras las ltimas chispas del fuego se extinguen, y omos de sus labios lasentencia de destitucin por nuestra impaciencia (vase 1 S. 13: 12, 14).Bien puede el Maestro decir de nosotros, como dijo en una ocasin a sushermanos: Mi tiempo no ha llegado todava; mas vuestro tiempo siempreest listo (Jn. 7:6).

    Quisiramos tener la gracia para esperar a Dios, aunque terror de grandeoscuridad cayera sobre nosotros, y el sueo embargara nuestros ojos, y las

    canas de la vejez cubrieran nuestras cabezas! Un golpe dado cuando eltiempo es venido vale ms que mil dados con ansiedad prematura. No espara ti, oh alma ma, saber los tiempos y las sazones que el Padre ha puestoen su propia potestad; en Dios solamente confa callada porque de ldepende tu esperanza; espera a las puertas de Jeric an siete das: no

    pronuncies palabra hasta que l diga clama; pero cuando l d la seal,

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    con un grito gozoso de triunfo pasars sobre el muro derrumbado a laciudad.

    Era muy natural que supusiera Moiss que poda hacer algo para mejorar lasuerte de su pueblo. Siempre haba estado acostumbrado a hacer su propiavoluntad. Multitud de servidores y cortesanos obsequiosos haban obedecidosu ms leve capricho. Con su propia diestra fuerte se haba abierto una grancarrera. Consciente de que posea grandes tesoros de energa juvenil y defuerzas naturales que no haban sido utilizadas, y que seguramente no habansido disminuidas por excesos fsicos, crea que poda hacer algo digno. Haraque aquella nacin de opresores se tambaleara ante sus golpes, y porsupuesto sera aclamado por sus hermanos como su libertador enviado deDios.

    Fue una sorpresa ruda cuando, al siguiente da, al salir para continuar la tareaque se haba impuesto, y procurar ajustar una diferencia entre dos hebreos,uno de ellos le dijo: Quin te ha puesto a ti por prncipe y juez sobrenosotros?.

    Nunca haba esperado recibir una repulsa de uno de ellos. Pues supona quesus hermanos hubieran de entender que Dios por mano de l les darasalvacin; mas ellos no lo entendieron as. Evidentemente, pues el tiempo deDios no haba llegado; ni poda llegar hasta que el calor de su espritu sehubiera evaporado lentamente con el aire del desierto, y hubiera aprendido la

    ms difcil de las lecciones, la de que por fuerza propia no prevalecerninguno.

    Hemos estado demasiado dispuestos a atribuir mucho del triunfo del xodo alas cualidades naturales del gran lder; pero debemos acordarnos siempre deque, al principio, como la hueste de Geden, tena demasiada fuerza propia

    para agradar a Dios. Dios no puede dar su gloria a otro. No se atreve aconfiar su poder a los hombres hasta que estn humillados, y despojados yconscientes de su impotencia. Aun el Hijo aprendi la obediencia por lascosas que sufri, y descendi hasta la misma muerte clamando: Mas yo soygusano y no hombre, antes de poder decir: Toda potestad me es dada en elCielo y en la Tierra. El ms eminente de los santos tena que sufrir de unaespina en la carne, para recordarle su debilidad; y confes su gratitud porello porque slo siendo dbil era fuerte.

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    Cuando el alma est hinchada con una sobrada confianza en su suficiencia,el poder de Dios no puede efectuar su entrada, o utilizar aquella alma comoconducto para su obra. Es cuando estamos dispuestos a ser contados comogusanos, como caas cascadas, como nios, como insensatos, dbiles, bajos,menospreciados, como cosas que no son, cuando llegamos a saber quesomos medios para que obre en nosotros la fortaleza de su poder, que obren Cristo cuando le levant de entre los muertos. Tienes que dejar de confiaren ti mismo antes de que Dios pueda comenzar a usarte. Pero una vez quehas llegado a ese punto, no hay lmite a lo que pueda efectuarse en eltranscurso de una sola vida por el hecho de pasar por ella su poder y Deidadeternos.

    Moiss pensaba demasiado en el juicio de otros hombres. Se nos dice quemir a todas partes antes de herir al egipcio; y cuando supo que su acto de

    venganza se conoca, temi y huy (vase x. 2:15). Pero suponiendo quehubiera sentido que haba sido divinamente comisionado para ejecutar juiciosobre Egipto, suponiendo que hubiera comprendido que la presencia Divinaestaba con l, le habra importado quin lo vea o qu se deca? No habrasido posible esto. Fijando su vista en el movimiento de la nube divina,absorto en la nica pasin de hacer la voluntad de Dios, seguro de que erainmortal hasta que hubiera acabado su obra, habra sido completamenteindiferente a la aprobacin de los hombres. Siempre que los hombres mirana todas partes para ver lo que otros hombres estn haciendo o diciendo,

    podemos estar completamente seguros de que no saben el plan de suMaestro; estn adelantndose a l, y estn obrando segn el dictamen de su

    propia voluntad, aunque tal vez lo atribuyan al celo religioso.

    No ha pisado este mundo sino un slo Siervo perfecto de Dios. El nuncamir a todas partes. All arriba en la cumbre de la comunin no alterada,recibi el plan de su vida, cuyos detalles cumpli diariamente, y l fue elnico que pudo decir: El que me envi est conmigo; el Padre no me hadejado solo, porque Yo hago siempre las cosas que le agradan.

    Quisiera Dios concedernos ojo sencillo, para que todo el cuerpo fuera llenode luz!

    La nueva del primer esfuerzo de Moiss lleg a odos de Faran y quisomatarlo. Pero Moiss temi y huy de la presencia de Faran. En otros aos,

    bajo circunstancias semejantes se dice: Dej Egipto, no temiendo la ira delrey (He. 11:27).

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    Y cuando nos preguntamos la razn de su valor, aprendemos que fue por feque lo hizo as: porque persista como quien vea al que es Invisible. Perosi este fue el caso despus, por qu no fue as en el tiempo de que tratamos?Por qu no ejerca fe en el Dios invisible? Por qu no lata su corazntranquilamente en la primera crisis como en la segunda? La razn es obvia.

    La fe no es posible sino cuando estamos siguiendo el plan de Dios yconfiando en su promesa. Es intil pedir aumento de fe hasta que hayamoscumplido las condiciones de la fe. Es igualmente intil gastar tiempo enremordimientos y lgrimas por los fracasos que se deben a nuestraincredulidad: Jehov empero respondi a Josu: Levntate! Por qu ests

    postrado as sobre tu rostro?.

    La fe es tan natural a las condiciones rectas del alma, como lo es la flor a la

    planta. Y entre aquellas condiciones la primera es alimentarse con laspromesas de Dios. Y cuando cada una de stas est cumplida la fe viene pors misma; y no hay absolutamente nada que sea imposible. El alma creyente

    puede hacerlo todo con Dios, porque est viajando por el camino sealadopor Dios; en verdad es ella como los rieles a lo largo de los cuales Diosviene a los hombres en amor, gracia y verdad.

    Pero Moiss no estaba en comunin con Dios; y por esto huy y cruz eldesierto que estaba entre l y la frontera oriental; pas por las gargantas de la

    pennsula de Sina, a lo largo de las cuales en aos posteriores haba de

    conducir a su pueblo; y al fin se sent cansado junto a un pozo en la tierra deMadin. All de repente se vio precisado a intervenir caballerosamente afavor de las hijas del sacerdote de Madin, que segn parece tenan quesoportar diariamente la insolencia de los pastores que se apropiaban el aguaque las pastoras haban sacado para sus rebaos. Ese da, sin embargo, los

    patanes fueron reprendidos y obligados a dejar las artesas a las mujeres, lascuales llegaron a casa ms temprano que de ordinario, para decir, con elentusiasmo de la juventud, cmo un egipcio las haba librado de las manosde los pastores. Fue un hecho bueno que no poda pasar sin ser premiado en

    aquella tierra hospitalaria, y que abri la puerta a la tienda del jeque. Y al finvino el casamiento con una de aquellas pastoras; y ms tarde la vidasosegada de un pastor en los espacios abiertos y tranquilos de aquellamaravillosa tierra, que, en ms de una ocasin ha servido como una escuelaDivina.

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    Semejantes experiencias nos vienen a todos nosotros. Nos apresuramos,pensando en hacerlo todo a nuestra manera, damos unos cuantos golpes envano, tenemos que soportar una cruel decepcin, y retrocedemos... Acasonos atemoriza la primera palabra de desaprobacin humana. Huimos de lasescenas de nuestro desconcierto para escondernos mortificados. Entoncesestamos escondidos del orgullo del hombre, en el secreto de la presencia deDios. Y all se esclarece nuestra visin: el fango cae de la corriente denuestra vida, as como del Rdano a su paso por las profundas aguas del lagode Ginebra; nuestra vida egosta mengua, nuestro espritu bebe del ro deDios, que tiene agua en abundancia, nuestra fe comienza a asirse de su

    brazo, y a ser el conducto para la manifestacin de su poder; y as, al finsalimos para ser su mano que conduce un xodo. Esto tambin procede deJehov de los ejrcitos, el cual es maravilloso en consejo y grande ensabidura.

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    Captulo 5:

    El maravilloso coloquioUn da memorable. Hay das en la vida de todos nosotros que vienensin anunciarse; no nos miran rostros de ngeles del Cielo, ni vocesangelicales nos amonestan, pero al mirarlas retrospectivamente en aos

    posteriores, comprendemos que desde entonces nuestra existencia ha sidodistinta. Tal vez deseamos volver a la monotona de la vida que los precedi,

    pero el ngel, con la espada desenvainada, prohbe nuestra vuelta, y exigeque sigamos adelante. As sucedi con Moiss...

    Completamente ordinaria era aquella maana cuando amaneci. El sol salicomo siempre entre neblinas sobre la expansin de arena, o encima de lospicos desnudos de las montaas, quebradas y cortadas en peascos, y alavanzar el nuevo da, comenz a brillar en un cielo sin nubes, arrojandolargas sombras sobre las llanuras, y al llegar al cenit arroj una luzescrutadora, ardiente, en cada abertura del panorama de abajo. Las ovejas

    pacan como de costumbre en la escasa hierba, o yacan jadeantes a lasombra de un gran peasco; pero nada haba en su actitud que sugiriera el

    pensamiento de que Dios estaba cercano.

    Las formas gigantescas de las montaas, la expansin de los cielos, elasombroso silencio no interrumpido por cantos de pjaros o zumbidos deinsectos, las acacias bajo el calor no mitigado con la sombra, estas cosasestaban como haban estado por cuarenta aos, y como amenazaban estardespus de haber cado Moiss en un sepulcro oscuro y olvidado. Entonces,de repente, un arbusto comn comenz a resplandecer con el emblema de laDeidad; y de su corazn de fuego la voz de Dios rompi el silencio de lasedades con palabras que cayeron sobre el odo del pastor como un toqueredoblado: Moiss, Moiss.

    Y desde ese momento, toda su vida cambi. La puerta que haba tardadotanto tiempo en repararse, de repente fue puesta de nuevo sobre sus goznes yabierta. La pacfica quietud, la sosegada meditacin, el retiro de la contiendade las lenguas, la sencilla piedad del hogar donde ministraba el sacerdote deMadin, y de donde Sfora sala con sus nios a darle la bienvenida, cuandotraa el rebao a su redil, de pronto se desvanecieron, como un trayecto de

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    tierra sumergido bajo el ocano. Y sali, no sabiendo claramente a dnde;sabiendo solamente que no se atreva a ser desobediente a la visin celestial,o a rehusar la voz de Aquel que le hablaba.

    Aquella voz habla todava a los que tienen el corazn preparado para or. Porla carta escrita o la pgina impresa, por la hermosura de una vida santa, elencanto de alguna memoria preciosa, o la voz de algn maestro que vive, elDios de las generaciones pasadas todava da a conocer su voluntad al ododel ungido. No ser nuestra vida tan satisfactoria hasta que comprendamosque Dios tiene un plan para cada hora en ella; y que espera revelar ese planal corazn amante y vivo, dndolo a conocer por uno de los milesministerios que estn a nuestro derredor. Insensiblemente contraemos elhbito de pensar en l como el Dios de los muertos, que habl a los padres

    por medio de orculos y profetas; mientras que el Yo soy es Dios de los

    vivos: pasa por nuestros caminos atestados, cobijando nuestros lugaresdesiertos, y buscando corazones que estn suficientemente desocupados desus propios planes y actividades para prestar atencin. El punto principal

    para nosotros es poder contestar al llamamiento con las palabras: Aquestoy. Parecer larga la espera tal vez, y tardo en venir el da tan deseado,de modo que el corazn desfallezca, oprimido con la multitud de los dasordinarios, perdiendo la esperanza; pero tu oportunidad vendr al fin...

    Estte siempre listo! No dejes que tus lomos estn desceidos, ni que seextingan las lmparas; nunca te arrojes perezosamente cuan largo eres, para

    beber del lmpido riachuelo. A la hora que t no esperas vendr el seor.Qu xtasis poder contestar a su llamamiento con las palabras aqu estoy!Si aquella intimacin se nos hiciera hoy, muchos de nosotros tendramos que

    pedir un momento ms para acabar alguna obligacin descuidada.Quisiramos tener el espritu libre y desembarazado, enteramente sin trabas,

    para estar prontos a ir en cualquier momento a donde quiera que el Seornos dirigiera.

    De aquella zarza sali la voz de Dios, mezclando lo pasado, lo presente y lo

    futuro en una maravillosa declaracin. A saber, lo pasado:Yo soy el Diosde tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob.

    Lo presente: He visto la afliccin de mi pueblo que est en Egipto, y heescuchado su clamor a causa de sus exactores; porque conozco sus dolores, yhe descendido para libertarle (x. 3: 7 y 8).

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    Y lo futuro:Ahora pues ven, y te enviar a Faran (vs. 10).

    Nos embargan pensamientos profundos y escrutadores que deben meditarsecon suma seriedad, especialmente por los ms ocupados obreros del Seor.Somos demasiado dados a correr antes de ser enviados, como hizo Moissen sus primeros esfuerzos bien intencionados, pero prematuros. Por nuestra

    propia voluntad echamos mano a una obra que necesita hacerse, suplicamosa Dios que nos ayude y seguimos muy bien, impulsados por nuestra propiaenerga por un da al menos. Pero al da siguiente, cuando se suscitan quejas,reprensiones y dificultades, como sucedi con Moiss, nos decepcionamos,y dejamos la empresa, huyendo y escondindonos en el desierto.Pero qu contraste a todo este esfuerzo ineficaz y triste desilusin se

    presenta a los que han aprendido a esperar a Dios! Cumplido el tiempo, looyen decir: He bajado, y te enviar; y desde ese momento ya no son

    promovedores, sino instrumentos, y agentes, mediante los cuales ejecuta susplanes.

    Qu pues son las dificultades para ellos? Las ven venir sin ansiedad; lassoportan sin temor. Dios debe haber visto todo antes de echar mano a laobra. Sin duda, l conoce una senda para atravesar el desierto que parece serintransitable. Sabe de una puerta que da paso a travs de lo que parece seruna barrera inexpugnable de roca. De todos modos el alma escogida,sencillamente tiene que andar con l; estar pronta para dar los recados quel exige, ya sea que consistan en reprender monarcas, en levantar una vara o

    en hablar sus palabras. Esto es todo; y entonces estar queda para mirar concunta facilidad abre un paso a travs del mar y da provisiones en eldesierto.

    En su entusiasmo juvenil, Moiss haba tenido la impetuosidad de hacer elesfuerzo para emancipar a su pueblo con los golpes de su diestra. Pero yaque Dios le propone enviarlo para dirigir un xodo, se sobrecoge de temorcasi petrificado por la proposicin. Pero cun natural es esto! El estudiante,como muchacho de escuela, cree que sabe todo cuanto puede aprenderse de

    cierto ramo de la ciencia; pero veinte aos despus, siente que no hadominado sus elementos, aunque nunca ha cesado de estudiar. El creyenteque comenz llamndose el menor de los santos acaba llamndose el msgrande de los pecadores. Y Moiss, que se haba adelantado a Dios confebril impaciencia, ahora sigue tras l, desfallecido de corazn.

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    Al principio contendi: Quin soy yo, para que vaya a Faran?.

    Haba aqu ms que humildad; haba un tono de desprecio de s mismo, queera inconsecuente con una verdadera fe en la seleccin y eleccin de Dios.Seguramente le toca a Dios escoger sus instrumentos especiales; cuandoestamos persuadidos de que estamos cumpliendo sus propsitos, no tenemosderecho para dudar de la sabidura de sus mandatos, ni de dudar de su podery voluntad para llenar todas nuestras necesidades:Y dijo Dios: Ve, porqueYo estar contigo.

    En otras palabras: Yo cuya gloria resplandece aqu, Yo que soy taninalterable por el transcurso de las edades como lo es esta zarza por el fuego,Yo que no necesito sostenimiento ni combustible del hombre, Yo que hicede los padres lo que eran; cuya naturaleza es incapaz de cambio: Yo ser

    contigo.

    Qu seguridad haba aqu! Y todava algo de esto se nos dice cuando somosllamados a emprender alguna cosa nueva. Hemos sido llamados a lacomunin del Hijo de Dios: El cual muri por nosotros.

    Y esto para que en aquel da, estemos velando o durmiendo, vayamos a vivirjuntamente con l. Est con nosotros todos los das aun hasta el fin del siglo.Nunca nos dejar ni nos desamparar. No temas -parece decirnos-, Yo soycontigo; Yo que no cambio, y que sin M, ni un pajarillo cae al suelo. Ni una

    hora sin que Yo te acompae; ninguna dificultad sin mi cooperacin; ni unMar Rojo sin mi diestra; ni una milla de viaje en el desierto sin el ngel demi presencia.

    Nuestros das son muy distintos. A veces, al abrir la puerta, vemos el mundoinundado de luz; a veces, un cielo cubierto de negras nubes; luego funerales;entonces bodas; hay horas en que es un lujo vivir, y otras que pasan con

    pasos de plomo; pero nada puede separarnos de nuestro Divino compaero,nada, sino la congoja intil o el pecado permitido.

    En su siguiente excusa, Moiss declar ser incapaz de responder si se lepreguntaba el Nombre de Dios (vs. 13); y esto fue contrarrestado con laproclamacin del Nombre que conmueve el espritu: Yo soy el que soy.All tenemos la unidad de Dios con exclusin de los muchos dioses deEgipto; la inmutabilidad de Dios que vive en un eterno presente; lasuficiencia de Dios que no tiene equivalente.

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    Ningn otro trmino puede describirle; cuando has dicho lo ms posibletienes que volver a ste: Dios es Dios.

    El trmino Jehov no era del todo desconocido para Moiss, porque entrabaen el nombre de su madre: Jocabed, que significa Jehov mi gloria; peroahora por primera vez fue adoptado como el ttulo nico con que Dios habade ser conocido en Israel. Lentamente se introdujo en la fe del pueblo, ysiempre que se emplea habla de la existencia de por s y las cualidadesredentoras de la naturaleza de Dios, y est encerrado para siempre en el

    Nombre precioso de nuestro Salvador, Jess. Toda la vida subsecuente deMoiss y de Israel fue inspirada por este Nombre. En todas partes de suhistoria el pensamiento de lo que era, y lo que sera para ellos, sonaba comoun repique de campanas.

    Y para nosotros es de gran significacin. ste -dijo l- es mi Nombre parasiempre, y este es mi memorial de siglo en siglo (vs. 15).

    Y cuando su plena significacin se descubre a nuestra visin es como si Diospusiera en nuestras manos un cheque, para que nosotros lo llenramos anuestro gusto. Estamos en oscuridad? Aadamos a su Yo soy las

    palabras la verdadera luz. Estamos hambrientos? Usemos las palabras elpan de vida. Carecemos de defensa? Pronunciemos las palabras el buenPastor. Estamos fatigados? Las palabras Silo, el Dador de Descanso,nos ayudarn...

    Porque en l reside toda la plenitud de la Deidad corporalmente; y vosotrosestis completos en l (Col. 2: 9 y 10).

    La tercera excusa de Moiss fue que el pueblo no le creera, ni escuchara suvoz (vase x. 4:1). Pero Dios contrarrest esto tambin bondadosamente,mostrndole milagros que poda hacer en Egipto, y que le ensearanlecciones profundas a l mismo: Qu es eso que tienes en tu mano? Y lrespondi: Una vara (vs. 2).

    Probablemente slo era un cayado de pastor. Sin embargo, qu historiahaba de tener! Haba de ser extendida sobre el Mar Rojo, sealando uncamino a travs de sus profundidades, herir la dura pea, ganar la victoriasobre las huestes de Amalec, ser conocida como la vara de Dios. Y es quecuando Dios necesita un implemento para su servicio, no escoge el cetro deoro, sino el cayado de un pastor; la cosa ms dbil e insignificante que puedehallar -un cuerno de carnero, un pan de cebada, un aguijn de bueyes, un

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    cntaro de barro, una honda de pastor, un gusano para trillar las montaas ydesmenuzar los collados como tamo-, ello es lo que emplea. Porque una varaen la mano de Dios es ms poderosa que el ejrcito ms grande.

    Al mandato de Dios la vara fue echada al suelo y se hizo serpiente. En elculto egipcio la serpiente tena un papel muy conspicuo. Y mientras seagitaba en el suelo y procuraba hacerle dao, de modo que hua de ella, eraun emblema de la potencia de Egipto ante la cual se haba hecho fugitivo.Pero cuando Dios dio su palabra, con cunta facilidad vino a ser de nuevouna vara en su mano, al coger sin temor al animal venenoso por la cola. AsDios quera instruir su fe. Si tan slo se resolva a obrar como le eramandado, Faran y todos sus sacerdotes, y toda la fuerza del imperio egipcioseran igualmente sumisos.

    La segunda seal fue an ms significativa. Su mano metida en el seno sehizo leprosa; y luego, pura y limpia. Fue como si Dios reconociera suconciencia de contaminacin moral, y le enseara que poda serle quitadatan fcilmente como su carne fue limpiada por su gracia perdonadora.Y la tercera seal, en la cual fue prometido que el agua del Nilo vendra a sersangre sobre la tierra seca, estaba llena de terrible amenaza para los diosesde ese pas, cuyo pueblo dependa tan enteramente de su ro, adorndolocomo si fuera un dios.

    Haremos bien en meditar en estas seales significativas. No somos

    solamente como varas, y varas que antes eran serpientes? Sin embargo, Diospuede hacer grandes cosas por medio de nosotros si tan slo estamosdispuestos a ser manejados por su mano. Estamos contaminados con lalepra del pecado? No obstante, podemos ser como la mano metida en el senohecha limpia y pura. Son muchos nuestros enemigos? Son tambinenemigos de l, absolutamente en su poder, para que los llene de confusin.La ltima excusa que present Moiss fue su falta de elocuencia: Ah,Seor! Nunca he sido hombre elocuente, sino que soy torpe de boca y torpede lengua (vs. 10).

    Probablemente como Oliverio Cromwell, no tena muchas palabras. PeroDios estaba dispuesto a contestar esto tambin, con su gracia y paciencia; ysi tan slo Moiss hubiera querido confiar en l, es probable que hubieraaadido los dones de una oratoria persuasiva y esplndida a los otrostalentos con que fue dotado tan abundantemente:

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    Le dijo Jehov: Quin dio la boca al hombre? O quin le hace mudo osordo, dotado de vista o ciego? Acaso no soy Yo Jehov? Ahora pues, ve,

    que Yo estar con tu boca, y te ensear lo que has de decir (vs. 11 y 12).

    Pero Moiss no quiso creerlo; de modo que al fin se encendi en contra de lla ira Divina y el Seor acab la conferencia dicindole que enviara a Aarncon l para ser su colega y hablar por l. Habra sido mil veces mejor para lcreer a Dios que ser depuesto as del primer lugar. Aarn hizo el becerro deoro, cometi pecado en Israel y vino a ser una espina en el costado del santode Dios. Y probablemente a la vista de sus contemporneos, Aarn recibims atencin y tuvo ms de la honra y crdito de la gran liberacin.Finalmente, respondi Moiss: Ah Seor! enva te ruego por mano deaquel que has de enviar.

    Era como si dijera: Puesto que ests resuelto a enviarme, y tengo queemprender la misin, sea as; pero ojal que hubieras escogido a otro, puesyo voy porque soy compelido a ello.

    Con mucha frecuencia retrocedemos del sacrificio o de la obligacin a queDios nos llama; nos parece que vamos a la destruccin. Buscamos todas lasrazones para escapar de la voluntad Divina, comprendiendo poco que l estforzndonos a salir del hogar sosegado a una carrera que incluye, entre otrascosas, el cntico de victoria sobre las playas del Mar Rojo, las dos solitariasestancias de cuarenta das de comunin con Dios, el rostro resplandeciente,la visin de gloria y la honra suprema de estar al lado del Seor en el Montede la Transfiguracin.

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    Captulo 6:A Egipto

    El fuego se apag en la zarza. La luz que sobrepujaba el resplandordel sol se extingui. La voz call; y Moiss mir a su alrededor las ovejas ylas grandes montaas, con la admiracin de un hombre que se despierta deun xtasis. Haba sido la hora suprema de su vida; para la cual todos los aos

    previos haban estado preparndole y de la cual todos los futuros tomaran sufecha.

    Lenta, pensativa, tal vez penosamente, Moiss se prepar para obedecer elmandato celestial. Reuniendo su rebao, lo condujo desde la parte posteriordel desierto, dejando su severa grandeza, sus espacios desocupados, su

    silencio intenso, a Madin, el sitio de su tribu, donde las voces e intereseshumanos pudieran volver a sentirse: Moiss entonces fue, y volvi a Jetrosu suegro.

    Casndose en la tribu de que Jetro era jeque, Moiss haba tenido queadoptar aquellas antiguas costumbres que todava prevalecen, invariablescomo el mundo de la naturaleza, entre los hijos montaraces del desierto. Unade estas costumbres exiga que cualquier miembro de la tribu tena que pediry obtener permiso antes de emprender un viaje largo, que implicara unalarga ausencia del campamento. Este permiso Moiss lo busc:Ir, si te parece, y volver a mis hermanos que estn en Egipto, y ver siviven todava.

    Probablemente no dijera nada de la visin que haba visto, ni de la misinque le haba sido encargada; y fue una reserva noble. Conservamos la fuerzaespiritual cuando nos detenemos de hablar de nuestras experiencias con elSeor. Por supuesto, a veces es necesario hablar de ellas, para explicarnuestras razones de obrar o para conducir a otras almas a las mismasexperiencias; pero quita frescura y delicadeza a nuestra comunin ntima con

    Dios estar siempre hablando de ellas. No es la naturaleza del amor msprofundo descubrir todos sus encarecimientos a los ojos no simpatizantes. Esmucho ms importante que estos hombres vean y aprovechen los frutos desemejante compaerismo, y no que sean admitidos a estudiar sus secretosntimos. As fue que Moiss no hizo ms que pedir permiso para partir por elcamino por donde haba venido cuarenta aos antes.

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    Sin duda la splica acarre sorpresa y pena a toda la familia. Nuncasospecharon que aquel noble corazn anhelaba ver de nuevo la tierra dondesus parientes eran esclavos. Pareca haberse identificado tan completamentecon ellos... Y su ida implicara la de su esposa e hijos y la del nio que habanacido recientemente. Sin embargo, no se le puso obstculo en su camino, yel permiso que pidi le fue concedido con la respuesta lacnica: Vte en

    paz!.

    Pero aun entonces se detuvo. Tan completamente haban hecho su obra loscuarenta aos, que su espritu impulsivo y arrojado se haba moderado; y elque antes se haba adelantado a Dios, comenz ahora a quedarse atrs. No seapresuraba a irse. Sera que recelaba del tumulto y el bullicio de aquellasciudades atestadas de hombres activos? Sera que haba llegado a sentir el

    peso de los aos, que le indisponan para hacer grandes esfuerzos? Sera

    porque amaba el silencio de aquellas soledades desiertas, y el compaerismode aquellas grandiosas montaas, y senta separarse de ellas? Sera quedudaba de la seguridad de su persona si se expona al odio del rey y de lacorte? No sabemos la razn; nuestro nico punto es notar la maravillosatransformacin que haba sido efectuada en su vida interior, la deliberacin,el seoro de s, la reserva. Porque estas cualidades predominaban tanto, quefue necesario que Dios volviera a mandarle: Jehov tambin haba dicho aMoiss en Madin: Anda, vuelve a Egipto; que ya han muerto todos loshombres que buscaban tu vida.

    Movido por este segundo mandato, como lo haba sido Abraham con lasegunda orden -que le vino a l tambin-, cuando haba muerto Tera, Moissse prepar para marcharse a Egipto. Fue una cabalgata muy sencilla, y nosrecuerda otra, semejante en su humildad, aunque siglos despus, que fuedestinada a viajar a travs de una parte de ese mismo desierto hacia elmismo pas. Moiss, empero, iba como el siervo que era fiel en toda su casa;

    pero el infante a quien Mara llevaba era el Hijo que haba construido lacasa, y vena para vivir en ella para siempre.

    Imaginemos, pues, aquella partida. Sfora sentada sobre el asno, tal vezteniendo en su regazo un niito recin nacido, mientras el marido y padrecaminaba a su lado. Y en su mano estaba la vara sagrada -que no era sino uncayado de pastor, pero que era ahora la vara de Dios-, destinada a serempleada para efectuar hechos de poder trascendental, y recordndolesiempre lo que pueden hacer las cosas dbiles cuando son manejadas pormanos fuertes.

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    Tres cosas sucedieron en aquel viaje...

    En primer lugar, otra revelacin: Y dijo Jehov a Moiss... (vs. 21).Y sigui un maravilloso eptome de los acontecimientos que haban desuceder dentro de pocos meses despus, desde la conversin del agua ensangre, hasta la muerte del primognito.

    Esto est en armona con uno de los ms grandes principios en el reinomoral y espiritual. Slo aprendemos cuando procuramos obedecer. Se nos daluz para saber el prximo paso que debemos dar; justamente la suficienteluz, y nada ms; un rayo de luz rodeado de oscuridad, cayendo como undbil crculo sobre nuestra senda. Daremos ese paso? Vacilamos, porque no

    podemos ver el de ms all, y luego el siguiente; o porque dejamos de ver larazn, y no estamos satisfechos de obrar sobre la conviccin de un deber

    conocido; o porque recelamos de la terrible pena que amenaza anonadarnosy hacer desfallecer el corazn. Pero mientras rehusamos obrar, aquella luzno puede aumentarse, sino que inevitablemente comienza a menguar. Laobediencia es la nica condicin de su aumento, y aun, de su mantenimiento.

    Puede ser que ests envuelto en una oscuridad como la que envolvi al reySal hacia el fin de su agitado reinado, cuando el Seor no le contestaba, ni

    por sueos, ni por Urim, ni por profetas. Hace mucho que oste su voz, oviste su rostro. Pero as como sucedi a Sal, as te ha sucedido: ladesobediencia es la causa. Has dejado de obedecer los mandamientos

    Divinos; has desobedecido la palabra clara del Seor. Y nunca volvers alcrculo ferviente y bendito de su presencia manifiesta, donde se ve su sonrisay se oye su voz, hasta que hayas vuelto al lugar donde dejaste caer el hilo dela obediencia, y, tomndolo de donde lo dejaste, hagas lo que sabes es la

    palabra y la voluntad de Dios. Entonces cuando comiences a obedecer, lavoz de Dios te saludar de nuevo con el antiguo tono familiar.

    En segundo lugar, hubo un rito Preparatorio. Parece que en la posada Moissfuese atacado por una enfermedad repentina y peligrosa, y estuvo a punto de

    morir. Qu visin tan extraa y terrible, que el que haba sido destinado aser el libertador de Israel muriese en medio de la batahola y confusin de unkhan oriental! Cancelado su llamamiento, vuelta su esposa a su pueblo, yaviuda, sus hijos hurfanos, su pueblo no emancipado. Pero en medio deaquella hora de horror, la conciencia hizo su obra tranquilamente, yescudri los secretos de su corazn con su antorcha encendida. Con cuntafrecuencia hemos experimentado semejante trato de manos del Seor!

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    Hemos pasado la noche en un bao de fuego; hemos sufrido casi hastavolvernos locos; hemos bajado a las profundidades del ocano del dolor: y allevantar nuestros cansados ojos a Dios, y preguntar la razn de disciplina tanestricta, l nos ha contestado hacindonos recordar algn pecado secreto odeber descuidado.

    Parece que por algn motivo Moiss haba descuidado el rito de lacircuncisin en uno de sus nios, tal vez en el recin nacido. Puede ser quefuera por la aversin de Sfora. Moiss le permiti obrar segn su gusto;

    pero, como cabeza de la casa, era responsable de esta omisin. No podemoslibrarnos de las responsabilidades puestas sobre nuestros hombros, por Diosmismo. El esposo no debe dejarlas sobre la esposa, ni la esposa quitarlas delesposo. Y mientras pareca estar suspendido entre la vida y la muerte, se lerecord esto, y fue obligado a insistir en que el rito se efectuara. Era

    relativamente una cosa trivial, insignificante a la vista de los hombres; sinembargo, no hay cosas triviales en conexin con los tratos del hombre conDios.

    Grandes principios estn envueltos en actos muy insignificantes, as comograndes puentes se revuelven en pivotes muy pequeos. A veces el egosmoest ms atrincherado en una cosa pequea que en una grande. Y as se lehace esperar en el umbral de la gran empresa de su vida, porque este rito dela circuncisin no haba sido administrado a un recin nacido. Podemos estarconscientes de haber sido enviados a hacer una gran obra por Dios y, sin

    embargo, estar rehusando cumplir con un pequeo deber, y la desobedienciaaqu impedir nuestro progreso, como la piedra en el zapato del caminante.

    Nunca podremos aprender demasiado bien la leccin, de que nuestra manerade obrar en los actos ordinarios de la vida est decidiendo nuestro destino.Lo que seamos en ellos afectar todo nuestro futuro, hacindonos ya losemancipadores de nuestro pueblo, o ya cadveres que se emblanquecen enlas arenas del desierto.

    Hay un pasaje notable en uno de los profetas menores en el que Dios dice:

    A vosotros solos he conocido de entre todas las parentelas de la Tierra; portanto os castigar por todas vuestras iniquidades (Am. 3:2).

    Mientras ms caros seamos a Dios, ms cuidado pondr en corregirnos.Mientras ms cualidades idneas para dar fruto poseamos, mscumplidamente seremos podados. Los metales ms finos, ms raros, sonexpuestos al calor ms intenso. Y fue porque Moiss haba de ser usado tan

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    eminentemente por lo que fue sometido a la disciplina ms estricta de Dios.Anmate hijo de Dios que sufres! Dios castiga porque ama, y est parausarte. Pon cuidado en cerciorarte de las cosas malas que le contristan, yabandnalas; o si te parece imposible separarlas de tu vida, suplica alSacerdote, que te las corte, porque, aunque tocado con nuestro dolor, ltiene una espada aguda de dos filos que penetra hasta el mero lmite entrealma y espritu. Entonces Dios quitar su mano castigadora: Y Jehov lesolt.

    La manifestacin de incompatibilidad manifestada por Sfora, cuando habacumplido con el rito, parece haber hecho a Moiss sentir que no sera

    prudente llevarla consigo; y, bien considerado, le pareca mejor que sequedara sosegadamente con su propio pueblo, hasta que fuera consumado elacto de liberacin. Y esto era ms fcil puesto que Dios le haba dicho que

    conducira al pueblo por aquellos mismos desiertos en camino para Canan(vase x. 3:12). Y sucedi segn su fe porque en la narracin subsecuentehallamos esta noticia: Vino pues Jetro suegro de Moiss con los hijos y lamujer de ste, a Moiss en el desierto, donde haba acampado junto al Montede Dios (x. 18:5).

    No debemos seguir siempre este ejemplo de deshacernos de los vnculos dela familia para hacer la obra de Dios. Al mismo tiempo, el hombre debesiempre adelantar firmemente, siguiendo el plan sealado para su vida, nodirigido por los miembros de su hogar, sino llevndolos a ellos consigo

    mismo en una obra comn. Las circunstancias deben ser muy excepcionalescuando afectan los crculos ntimos del hogar; pero cuando talescircunstancias se presentan, sern tan evidentemente indicadas por la

    presencia de Dios, que no acarrearn reproche sobre el carcter de sussiervos.

    Finalmente, hubo una alianza fraternal. A saber, recobrado de suenfermedad, pero solo, Moiss, habiendo devuelto a su mujer e hijos,emprendi de nuevo su viaje, desfilando entre aquellas gargantas de piedra

    arenisca, por donde haba pasado haca cuarenta aos. Pero cun distintopareca ya todo! l mismo era diferente. Ya no era un hombre decepcionado,irritado por el sentido de un fracaso reciente; sino fuerte en el Seor, y en el

    poder de su fortaleza, consciente de una gran misin, y de la presencia de unngel a su lado que sera su compaero en toda dificultad.

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    Y saba que la misma potencia que lo haca avanzar, traa hacia l a unhermano que no haba visto por cuarenta aos. Cmo latan los corazonesde ambos, con el pensamiento de verse de nuevo! Cun ansiosamente cadauno se apresurara en su camino! Con cunto anhelo mirara cada uno lafigura del otro en lontananza! Y, finalmente, Dios arregl de modo que seencontraron en el Monte de Dios, donde haba ardido la zarza, y la voz deDios haba llamado a Moiss de pastorear un rebao para ser hecho el pastorde una hueste. Entonces, qu saludos! Y le bes.

    Qu intercambio de confidencias: Y Moiss hizo presente a Aarn todas laspalabras que Jehov le haba enviado a decir. Cuntas preguntas hara l,de los seres a quienes haba amado!

    As nos encontraremos nosotros. Dios sabe dnde est nuestro Aarn, el

    alma gemela que necesitamos tener a nuestro lado para el cumplimiento dela obra de nuestra vida. Puede ser que est muy lejos. Pero est acercndoloa nosotros, y nosotros a l. Se va Sfora, pero viene Aarn. Y no dejaremosde encontrarlo puesto que l es el Gua. Vivamos en su providencia y amor;y finalmente todo lo arreglar, de modo que nos encontremos en el Monte deDios, en algn sitio consagrado, en algn lugar adecuado para plticassantas, en algn bendito retiro escogido por l mismo. Y el abrazo, el gozo,el beso de bienvenida, nos harn olvidar, en el xtasis, los cuarenta aos dedestierro, soledad y pesar.

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    Captulo 7:Fracaso y decepcin

    En intercambio afectuoso de pensamiento, los nobles y venerableshermanos llegaron a Egipto; y en obediencia al mandato Divino citaron a losancianos de Israel a una conferencia, en la cual haban de presentar suscredenciales y anunciar el mensaje Divino que les haba sido confiado.

    La entrevista con los ancianos debi haber sido una reunin muy notable, talvez la primera de su clase que se tuviera jams. Nunca antes haba estanacin oprimida tenido el valor de dar semejante paso, el primero en verdad,hacia la autonoma nacional. No se nos dice si hubo alguna inclinacin de

    parte de estos ancianos, quienes eran probablemente las cabezas de lasfamilias y tribus hebreas, a dudar del derecho de los hermanos paraconvocarlos. Con toda probabilidad, tuvieron muchsimo gusto en olvidartodas las pretensiones anteriores y egostas, en un esfuerzo unido a favor desu pueblo; y probablemente se relataban muchas historias de la vida y loshechos de Moiss, antes de su expatriacin extraa y repentina, que los

    predisponan a obedecer su llamamiento y a reunirse en algn lugarconveniente dentro del territorio sealado para su habitacin.

    Cuando todos se haban reunido, Aarn relat de parte de Moiss, queprobablemente estuvo a su lado sin decir palabra, las grandiosas palabrashabladas desde la zarza (vase x. 3:16-22). No sabemos cmo fueronrecibidas. Tal vez el temor de Moiss que expres a Dios -ellos no mecreern, ni escucharn mi voz, porque dirn, no te ha aparecido Jehov-fuera en parte realizado. Puede ser que los largos aos de esclavitudhubieran extinguido sus esperanzas y avasallado sus espritus al grado de no

    poder comprender que la hora de la liberacin haba llegado. As como losque estaban en la casa de Mara no pudieron comprender que Pedro, porcuya liberacin haban estado rogando realmente, estuviera a la puerta, as

    les era casi imposible creer a ellos que los das de su esclavitud ya tocaban asu fin, y que las manecillas del reloj de su destino al fin sealaban la hora desu emancipacin.

    En este trance los hermanos probablemente dieron las seales con que Dioslos haba provisto: la vara cambiada en serpiente, la mano leprosa vueltanatural y sana, el agua del ro convertida en sangre al ser vertida en la tierra

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    (vase x. 4:2-9). Estas produjeron conviccin; y desde aquella reunin lanueva se extendi a todos los de la nacin, murmurada de choza en choza,narrada a media voz entre los esclavos en las ladrilleras: Y crey el pueblo;y oyendo que Jehov haba visitado a los hijos de Israel, y que haba miradosu afliccin, inclinaron la cabeza y adoraron (vs. 31).

    La siguiente cosa que deban hacer los hermanos era ir a Faran, con lademanda de que dejara al pueblo ir a tener una fiesta en el desierto. Esto sehizo en conformidad con la direccin Divina (vase x. 3:18); y adems deesto era una splica razonable. Un pueblo tan melindroso como lo eran losegipcios, bien poda entender que Israel prefera observar sus ritos donde no

    pudiera ser mirado por los extranjeros, ni sufrir el contagio del cultoreligioso, predominante en su derredor. Adems de eso, era como pedir un

    breve descanso, despus de un trmino ininterrumpido de trabajo incesante.

    No se manifest todo lo que ellos deseaban; pero siendo que era unaconclusin entendida que Faran no concedera nada, se puso todo cuidadoen privarle de la excusa de que sus demandas eran exageradas.

    Fue probablemente en el auditorio de un esplndido palacio, donde elaugusto Faran reciba diputaciones y embajadas, donde lo vieron. Cunmezclados estaran los sentimientos de Moiss al entrar como suplicante enaquellos recintos donde haba tenido un papel tan conspicuo en aquellosaos lejanos! Entonces Aarn y l hablaron las palabras, que repercutieroncomo un trueno en el auditorio: As dice Jehov, el Dios de Israel:Deja ir ami pueblo, para que ellos me celebren una fiesta solemne en el desierto.

    Para poder apreciar la audacia de la demanda, debemos recordar el poder yautoridad no refrenados que se arrogaban los monarcas egipcios. CadaFaran era el hijo del Sol. Se le pintaba como el mimado de los dioses ysentado con ellos en los santuarios de sus templos para recibir culto igual alde ellos. Por la vida de Faran, era el juramento supremo. Sin Faran, no

    poda ningn hombre levantar mano ni pie en toda la tierra de Egipto. Para lera el gran Egipto. Para l todos los dems hombres vivan, sufran y moran.

    Para l el gran Nilo flua de fuentes desconocidas para fertilizar el suelo.Para l grandes ejrcitos de sacerdotes, magos y cortesanos, trabajaban yministraban.

    Desde su alto trono vea las miserables multitudes de pueblos sojuzgados,indiferente a sus miserias. Qu eran sus lgrimas y gemidos y el lamento desu esclavitud, sino un sacrificio alto para ser ofrecido a su exaltada majestad!

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    Por aadidura, aquel monarca haba recientemente, por medio de susgenerales, alcanzado ciertas grandes victorias; y estos xitos habanaumentado con mucho, su arrogante orgullo. De modo que fue con unacceso de menosprecio altanero como contest la demanda divina: Quin esJehov, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? No conozco a Jehov, nitampoco dejar ir a Israel.

    El punto de la respuesta se halla en la palabra obedecer. Faran vio que estoshombres no