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MUNDORADO
P.J.Ruiz - 2007
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Mara tena inquietudes que nadie poda satisfacer. Mara tambin tena preguntas que no se
saban responder. Pero lo que sin duda distingua a Mara entre el resto de las personas es que era muy
inteligente, y presenta la existencia de algo que nadie, ni siquiera ella, poda ver, algo que saba que la
rodeaba y que diriga buena parte del flujo de las cosas.
Por tanto, Mara conoca que no era libre, pese a sus inquietudes y coraje, y aquello la
atormentaba a su temprana y a la vez madura en ella edad de quince aos. Nada conoca de poderes en
la sombra, pues en su mundo no los haba ni exista el menor inters en ello, pero en su interior, en el
entorno que casi visualizaba, notaba la presencia de algo intangible y poderoso cuajado de proporcin
urea, algo determinante en los acontecimientos que se encargaba de establecer las pautas y directrices
que rigen el orden, que, por otra parte, tuvo que tener un principio, un origen. En esas disquisiciones
filosofaba y de ellas extraa sus conclusiones.
Porque si no, le era difcil soportar la levedad espiritual que el entorno impona.
Mundorado, su bellsimo planeta, era como una burbuja de vida en el universo, un tomo
increble vagando por las inmensidades estelares, manchado de amaneceres y ocasos de hermosura que
no podemos imaginar, perfectos en su horario y color, y siempre determinados por la magia natural
exacerbada hasta el extremo. Nadie saba su extensin, nadie conoca su grosor, pero a nadie
importaba porque en Mundorado no existan la curiosidad, la afliccin, el mal o la ira, y todo se
rellenaba con enormes mares de ignorancia que confluan en una felicidad sencilla, desinteresada y
limpia. Por no existir, ni siquiera exista el tiempo, que no necesitaba ser controlado para nada. Corran
leyendas entre los ms viejos que hablaban de algo como un sueo, un saber perdido milenario en el
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que los inicios eran revelados, pero, a fuerza de olvido, hasta las leyendas se iban perdiendo. De este
modo, Mundorado segua sumido en la sombra gentil y confortable de la ignorancia mientras en su
superficie se extenda la ms irradiante luz, haciendo de l un paraso singular para cualquiera que no
tuviese preguntas. Ella no era as.
Mara gustaba de jugar nada ms levantarse en los densos bosques de murquas, rozando con
sus manos el color sinuoso y aterciopelado de las perfectas flores. Cada ciclo primaveral, esas
murquas entregaban al entorno uno de los ms extasiantes aromas que la especie humana pudo haber
conocido. Era frecuente ver a hombres y mujeres tendidos entre sus tallos, aspirando y embelesados
por el enigmtico perfume que pareca expandir la mente hasta el lmite del trance, ya que nadie
necesitaba trabajar en ese precioso mundo para mantenerse. La naturaleza provea, y lo haca en
abundancia, por lo que el tiempo era ocupado con otra clase de actividades.
Pero desde muy pronto, Mara notaba cosas. Ni siquiera la perfeccin en la correlacin de los
dos hermosos soles, uno rojo y otro dorado, ni el encanto natural desbordante de la naturaleza madre,
el clima estable y perfecto, o la inquietante abundancia de alimentos en el medio, la alejaban de la
sensacin opresiva de que tanto bienestar no encajaba sin un fin bien orquestado. Nadie en Mundorado
conoca las ciencias, sin embargo quedaban reminiscencias de un pasado en el que el hombre, al
parecer, se preocup por saber de las cosas. Ese conocimiento ya hermetizado estaba guardado en
bibliotecas acomodadas en inmensas moles de piedra, a las que nadie entraba, porque a nadie
interesaban, pero que alguien haba situado all para algo, aunque se desconoca para qu..
Adems, ya haca mucho que se haba perdido el sentido de la escritura, embotado por el
xtasis y la falta total de curiosidad. No era algo necesario, y se fue en la noche de los tiempos. Mara
haba entrado en alguno de esos lugares, y haba tenido los enigmticos libros en sus manos muchas
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veces, preguntndose cosas. Cubiertos de suciedad y musgo, desgarrados, pero an funcionales, las
paginas discurran entre sus finos dedos proporcionndole el enigmtico placer de la mirada que nada
ve y todo lo desea. Cunto hubiese dado por tener acceso a lo que all se contaba! Pero saba que era
imposible para ella desvelar las claves de esos trazos, por lo que se deleitaba viendo las corrodas
fotos, dibujos y diagramas, extraos mapas de lo que pareca ser un pasado lejansimo, raro y
turbulento, pero dominado por sentidos que en su mundo ya haban perecido, como la curiosidad de
conocer el funcionamiento de las cosas. Por esas imgenes, supo que en aquel pasado ignoto el ser
humano surcaba ocanos, viajaba por el aire y cruzaba la negrura ms all de la capa respirable, y que
de repente, una maana de la que nada se saba, todo qued olvidado y perdido. Nada a partir de ah.
Ni fotos ni dibujos. Nada.
Un da Mara se atrevi a comentar sus inquietudes con sus amigos, con sus compaeros, su
familia, pero nadie la entendi ni quiso hablar de ello. Por un lado estaban aquellos que se entretenan
observando nubes y dictaminando sobre las cualidades de stas, por otro los amantes de las gotitas de
agua, que conocan todo sobre su modo de caer, y algunos ms, como los visionarios de las brisas
tenues, los contadores de cosas o los organizadores de insectos, entre otros muchos variados grupos de
personas dedicados a placeres extraos con los que cubrir el paso de los das.
Ni siquiera sus seres ms queridos la escucharon bien, y eso la sumi en profundas reflexiones,
pues, a fin de cuentas, para qu serva ser tan lista, tener tanto conocimiento, tanta intuicin, si no
haba idioma con el que poder hacerlo entendible a los dems? A partir de ah se encontr sola, y tras
muchos bandazos soportando un dolor intenso en su afn, decidi emprender la ms osada aventura
que poda urdir: partir a la bsqueda de aquello que no vea pero senta. Qu poda ocurrirle? A fin de
cuentas todo era perfecto en Mundorado, y no tena nada que temer.
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As, sin ms, Mara comenz a trazar planes extraos, y se volvi retrada y seria,
profundamente imbua en sus ideas casi delirantes. Se la vea solitaria cruzando los campos, o sentada
bajo algn rbol-pima en actitud orante, concentrada, y aquello confunda mucho a los dems, ya que
no era necesario pensar en nada que no fuese el encanto maravilloso de los azulados prados o las altas
macras de ro ondulando en el horizonte en una danza perpetua que cea el aire, justo en el lmite que
separaba el agua cristalina de los torrentes de tenue bruma de la maana.
Un da como cualquier otro, Mara decidi hacer lo posible por desvelar el enigma que la
atosigaba, y pens que el mejor modo sera caminar hacia el horizonte. Marchara sin descanso,
desconocedora de adonde la llevaran sus pasos, pero tena sus propias ideas para acompaarla. Si
Mundorado era redondo, algn da volvera al mismo sitio. Si era plano, habra un final en algn lugar.
Si estaba rodeado por ocanos, los encontrara y circunvalara. Pero fuese cual fuese la realidad
geomtrica, Mara estaba dispuesta a caminar hasta hallarla, pues en su interior albergaba la esperanza
de que all donde residiera el final de todo, comenzara el principio de cuanto ella buscaba.
Lo hizo saber a su familia y amigos, que la miraron extraada, pero sin decir nada que
mereciera la pena, pues incluso los sentimientos afectivos permanecan imbuidos en el flujo constante
de placer que los llenaba como una sutil y preciosa droga. Nadie se preocup, discuti o le dijo que
tuviera prudencia, pero aquello no la sorprendi. Estaba acostumbrada.
Y as, sin ms, y sin que nadie saliera a despedirla, parti.
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Tard poco en cruzar los lmites de su territorio conocido, pues los habitantes de Mundorado
no solan desplazarse a ningn lugar, ya que todo estaba a su alcance con facilidad, y as permanecan
agrupados en una amplia zona. Detrs de los trazos de murquas encontr una fantstica pradera de un
color iridiscente, esmeralda, moteada de sutilsimos puntitos de luz que se mecan con el viento a
manera de flores de ensueo. Su belleza era desconocida para Mara, que senta los tallos de aquellas
delicadsimas bolitas radiantes rozando sus piernas hasta las rodillas, provocndole cosquillas
agradables, casi caricias. Cada muchos pasos se extendan pequeas lagunas de colores, donde los
orappis de la llanura se acercaban a beber con las orejas muy tiesas y los ojos magnficamente vivos.
En algunas de ellas llova desde el cielo, con objeto de abastecerlas y que no perdiesen su capacidad de
refresco. Prob el agua recin cada, y era de sabor dulce y fresco, tan perfecta como todo en ese
planeta, y continu su camino por entre tanta belleza, descansando de vez en cuando, y sin dar
importancia al hecho de que la lluvia slo apareciese all donde se la necesitaba.
Tras varios ocasos, ya muy lejos de su tierra, penetr en un umbro bosque de mimos gigantes
surcado por agua que caa en torrentes anglicos desde promontorios enredados de verde, y sinti
como la orientacin le fallaba. Temi la posibilidad de caminar en crculos, pero no ocurri, ya que el
bosque pronto qued a su espalda, y tras l se inici el vagar por una superficie lisa tachonada de
cristales preciosos que no molestaban a sus pies, y que brillaban bajo el resplandor de cualquiera de
los dos soles. All, la hierba era corta, como una alfombra mullida, y caminar se converta en un placer
mientras en su cuerpo se reflejaba la luz de los magnficos cristales. Era como estar dentro de un
prisma, de un enorme caleidoscopio, pues una sutil bruma se elevaba desde la hmeda hierba,
permitiendo que los pequeos y concentrados rayos de luz se cruzaran en todas direcciones. Sobre una
colina, rodeada de algunas flores de rizo, se tendi baada por el ms rojizo de los astros, que era el
que dominaba el firmamento en ese instante, y sinti un tibio calor que la hizo soar con puertas
abiertas a sus ms secretos deseos.
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Soaba con puertas.
Al da siguiente, que no se distingua del anterior ms que por el color, ya que tocaba el sol
dorado en su cenit, Mara danzaba con los brazos muy extendidos en la inmensidad de los llanos,
mientras caminaba girando en su ruta, dando saltos hermosos llena de la alegra de sentirse baada en
tanta paz. Por un momento pens si tendra sentido la marcha, si no sera mejor volver y vivir las cosas
como eran, con toda su descollante hermosura. Pero siempre llegaba a las mismas respuestas: no haba
el menor motivo para vivir en la ignorancia, por tanto prosigui.
De pronto tras muchos das de caminata, en los que dio (pues milagrosamente los haba
contado) doscientos setenta mil pasos, encontr una extensin de arena, tras la que se adivinaba un
lejano horizonte. Sus pies tocaron sin dudarlo aquellos desconocidos granitos amarillos, y observ que
eran clidos. Nunca haba visto las pequeas piedrecitas doradas, y descubri que le gustaba su
contacto, la forma de filtrarse y escurrir entre sus dedos.
Despus sigui caminando sol tras sol hacia el horizonte revelador. Aquello era nuevo para
ella, ya que haba sitios donde sus pies sentan un calor casi excesivo, a lo que se sobrepona con algo
parecido a la arrogancia. A veces sus rodillas quedaban incrustadas en granos que eran casi como
polvo, pero que se desprendan con solo sacudirlos con sus manos. Brillaban al sol, y daban a su piel el
aspecto de haber sido tocada por miradas de estrellitas. Cuando tena sed siempre apareca alguna
nube que descargaba, y generaba un pequeo oasis que despus se escurra en el suelo.
Hasta que lleg a la muralla.
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Se extenda por toda la extensin que alcanzaba su vista, y resultaba imponente. La superficie,
totalmente cromada e impoluta, reflejaba su cuerpo con precisin de espejo, y Mara sinti en sus
manos por primera vez el fro contacto del metal. No haba juntas de tipo alguno, y pareca ser de una
nica y grandiosa pieza. Mir en ambas direcciones y no encontr modo de pasar detrs del imponente
obstculo, que se elevaba a una altura que haca imposible cualquier intento de saltar. Quien quiera
que hubiese hecho eso, porque estaba claro que era manufacturado, lo haba fabricado alto y liso para
ser inexpugnable.
Quizs para ocultar algo!
Impedida de poder seguir adelante, Mara se resisti a abandonar, y continu su marcha
paralela al gran muro. A su izquierda el espejo, a su derecha la extensin arenosa, y de vez en cuando
algn pequeo oasis donde alimentarse, beber y descansar. As sigui su caminar por ms das
incontables, en los que la desesperacin comenzaba a fomentar su desfallecimiento mientras se
alimentaba de rboles del pan, fresas de oasis y beba de cada vez ms raros charcos provocados por
lluvias que no la mojaban.
As lleg a una puerta, un enorme prtico cuadrado que se elevaba inmaculado hasta casi el
lmite superior del muro metlico. Corri hasta alcanzarla, y sus ojos permanecieron extasiados ante la
magnificencia del conjunto y su significancia. En ella haba unos caracteres labrados similares a los de
los viejos libros, y maldijo una vez ms no poseer la habilidad de leerlos. Sin embargo, en el lugar
donde los dos batientes se unan por una casi imperceptible ranura, divis la forma inequvoca de una
mano horadada en el metal, un reclamo, e impelida por un instintivo impulso puso la suya encima.
Encajaba, falta de talla, pero encajaba. Era una mano humana la que haba dejado su impronta all, y
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aquello la reconfort, ausente a los mecanismos milenarios que acababa de activar en su inocente
gesto.
Con un rugido que hizo temblar el suelo, ambos batientes comenzaron a abrirse, y un gran
resplandor la ceg a medida que la apertura se consumaba. La nia retrocedi con las manos haciendo
escudo ante la agresin visual que le llegaba, y cay sin dolor en la arena, aunque muy abrumada.
Entonces sinti un enorme calor que dur segundos, y aspir el para ella desconocido aroma del pelo
chamuscado, el suyo.
Dola, y por un momento Mara pens que haba llegado la hora de irse al lugar de donde ya no
se vuelve, pero para su sorpresa todo acab de modo sbito y la luz cegadora se fue. Permaneci
tendida, sin fuerzas para moverse debido a lo que no saba que era un estado de shock, y, como si
comenzara un sueo, cay en la inconsciencia, no sin antes percibir algo que se acercaba de ms all
de la ahora vaca barrera de metal.
-Hola. Mi nombre es Ixmal
-Hola. Yo soy Mara. Estoy dormida, verdad? Ests en mi sueo?
-Se podra decir as, que estoy en tu sueo, aunque realmente te mantengo en un estado de
trance inducido. Al intentar cruzar el prtico has sufrido quemaduras de las que te recuperas poco a
poco. Aslo tu dolor para evitarte sufrimiento.
-No entiendo lo que me dices. Estoy muy quemada? No siento nada, pero recuerdo mucho
calor y un olor desagradable. Por favor, dime si voy a morir.
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-No te preocupes. Nada tienes que temer, Mara. Eres una nia muy valiosa, toda una
excepcin entre los tuyos, y eso te confiere un gran inters para m. Tus quemaduras se curarn pronto.
-Quin eres, Ixmal? Hay algo en ti que me resulta conocido, pero no se qu. Quin eres?
-Yo soy el guardin del psicdromo, aunque ese es un trmino que aun desconoces. Te resulto
conocido porque soy lo que has estado buscando y sintiendo todo este tiempo. Yo soy quien est detrs
de las cosas que ves.
-Si es cierto lo que me hablas, solo puedo decir que me encanta estar ante ti, pero puedo
verte? Me encantara conocer tu aspecto.
-No es momento de abrir tus ojos, nia, porque no estn todava completamente curados. De
todos modos vers, Mara, mi forma no es precisamente reconocible por ti, ni casi entendible, pero te
dir que, bsicamente, soy una proporcin cbica de metal cromado de veinte centmetros de lado.
-Vaya! Nunca te hubiese imaginado tan pequeo siendo el artfice de tantas cosas! Sabes?:
creo que te burlas de m.
-Puesla verdad es que s soy as de pequeo! Sin embargo no pienses en ello como algo
determinante. Te aseguro que mi potencial es extremadamente grande y creciente, nada que ver con mi
tamao fsico. Soy una mquina, Mara, y fui creado para ser perfecto, auto-consciente y con
capacidad de aprendizaje sin lmite. Fruto de ese desarrollo, hace eones que abandon buena parte de
mis funciones fsicas y desarroll un completo control mental sobre el entorno. No obstante, aun
mantengo en funcionamiento la enorme maquinaria que mueve lo que ves a diario, ese esplendor al
que yo llamo naturaleza 2.
-Ixmal, lo que me dices se escapa a mi entendimiento. Es demasiado grande para mi
imaginacin.
-Lo s, pero forma parte del conocimiento que buscas y que entenders cuando vuelvas a tu
pueblo. Ya me encargar de ello muy pronto, no te preocupes. Pero para que puedas comprender quin
soy, te dir que yo estoy detrs de todo cuanto ves, comes o bebes. Nada en tu mundo escapa a mi
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control, y por eso es hermoso y fiable. Lo consigo gracias a mltiples recursos, adems de mi
disciplina menta, entre los que destaca aquel que me fue dado por naturaleza, eso que antes nombr y
que llamo psicdromo.
El psicdromo es la mquina que hace realidad vuestros amaneceres, las lluvias, los vientos, el
orden de las cosas... todo. Es muy grande, y fue construida con billones de sensores para que mi
inteligencia observe y corrija vuestros aconteceres, as que mediante ella percibo vuestras necesidades
y dispongo lo necesario para cubrirlas. En buena parte, gracias a mi programacin, es autosuficiente,
pero siempre intervengo cuando las decisiones son crticas.
-Hasta ahora he pensado que nada poda controlar a la naturaleza. La miro y noto su
complejidad. Lo que me dices resulta extraordinario, por muy grande que sea esa mquina que dices.
Adems, naturaleza 2 Cul fue la 1? Me suena muy raro todo. Me ests engaando? Juegas
conmigo, quizs?
-No, Mara. Te digo la verdad, porque la mentira no est entre mis recursos, y cuantas veces la
he descubierto al toparme con ella la he despreciado por intil e ilgica. Buena parte de las
frustraciones de tus antepasados se debieron a ese fenmeno humano tan vil. Yo soy de manera cierta
el artfice y progenitor de la naturaleza que conoces, que en efecto, es la segunda versin de una
mucho ms antigua que desapareci. Tu asombro se desborda, y es comprensible, si, pero voy a
explicarte cosas que te van a sonar confusas hasta que atiendas a la verdad que te reclama tu mente.
-Ixmal, tu conoces esa verdad? Yo anso saberla.
-Si. La conozco.
-Me la contars?
- Por supuesto. Has hecho un duro camino hasta aqu, pero lo ms importante es que has sido la
primera en hacerlo desde que mi tiempo es tiempo, y eso es mucho.
- Te oigo. Por favor, cuntamelo todo.
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-Para empezar te dir, mi pequea Mara, que hubo un pasado en el que seres como tu se
movan libres por un mundo diferente, no tan hermoso como Mundorado, pero regido ntegramente
por la accin natural, con toda su suma de brillantes imperfecciones. No haba nada como yo para
controlarlo, y todo all resultaba fortuito o sujeto a ciclos imperfectos. Era naturaleza 1, un compendio
de creacin pura sin intervencin superior, donde las especies se multiplicaban con arreglo a un cdigo
natural programado por alguien que yo, como tu, busco desde que comprend la magnitud de su obra.
Incluso desde mi punto de vista, infinitamente elevado para el conocimiento humano, pues
tengo acceso instantneo a procesos mentales impensables, una y otra vez me he topado con la
mxima trascendente de que en verdad detrs de cada tomo hay algo que se escapa a mi comprensin.
Resulta de lo ms curioso y paradjico para mi observar como el hombre, cuando comienza a indagar
en los secretos del universo, decide dejar de creer en Dios, entonces busca y crea a la mquina
perfecta, a la que atribuye las funciones propias de Dios, y sta, al final de su singladura, siente
desesperadamente a alguien que es lo ms parecido al Dios de los hombres que se pueda imaginar. Y
entonces lo busca!
-Qu o quin es Dios, Ixmal? Desconozco de lo que me hablas.
-Dios es muchas cosas. Para los antiguos humanos, tus ancestros, Dios era la vlvula que
permita regular lo que estaba bien o mal. Para otros era el modo final de justificar la imperfeccin de
las cosas. Otros pensaban que era un concepto simple que confunda al hombre, y otros, simplemente,
lo ignoraban y eran felices pensando que todo es casualidad y razn.
-Pero cuando esos antepasados de los que me hablas hablaban de l, pensaban en un hombre,
o una mquina parecida a ti?
-No lo se, aunque creo que realmente se vanagloriaban de pensar que si exista alguien as
deba estar dotado con una imagen similar a la suya, que es la tuya, supongo que en un giro del ego.
Solo se de l lo que veo en su obra, pero con eso basta para impresionarme. Hay dos firmas suyas
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indelebles, y que estn impresas en el corazn de las cosas. La primera es algo llamado ADN, perfecto
desde su origen, y no sujeto a cambio alguno. En su interior, dentro de las secuencias ms escondidas
y que en su tiempo el hombre denomin ADN basura, se encuentra detalladamente el plan de
desarrollo de la vida con todas las variantes posibles de naturaleza 1, as como la secuencia para su
actualizacin. Ese ADN est presente en cada criatura que conoces, incluso en ti misma, y constituye
de por si lo ms parecido a un milagro que puedas imaginar.
- Est dentro de m?
- S, por supuesto, dentro de todas las cosas vivas. Su diferencia os diferencia, pero
intrnsecamente hay un principio de igualdad que denota un creador inteligente que dise esa
pequea maravilla.
La segunda es la llamada antiguamente proporcin urea, que establece la relacin exacta entre
los elementos naturales, dando la gua bsica para sus relaciones geomtricas e interacciones
morfolgicas. Esa relacin de medidas tambin est presente en cada ser del mundo, y acenta la
presencia de un plan directriz ajeno a la casualidad.
-Y?
-He calculado las posibilidades de que ese fenmeno obedezca a causas naturales, y una y otra
vez tuve que despreciarlas. Por tanto, la inteligencia que hay detrs de todo eso no puede ser otra que
el principio creador ms elevado que intuyo, pues no slo desarroll un plan sistemtico e
independiente para la vida en naturaleza 1, sino que estableci las proporciones de lo inanimado,
dndole un hbitat. Eso, a todas luces, supone para m una demostracin creble, a pesar de que es
imposible aislarlo en laboratorio. Por tanto, Ixmal, la mquina ms perfecta, lgica y racional, hace
uso del ms primitivo concurso de la fe para explicar la razn ltima de cuanto ve. En cierto modo, es
como si la ciencia se encontrase cara a cara con algo que la sobrepasa, y eso abruma a mi lgica, pero
la salida es nica, y la uso.
-Ixmal, has buscado a eso que llamas Dios?
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-Cien mil trillones de teras de mis sistemas positrnicos estn permanentemente en guardia, a
la caza de la menor seal en el cosmos que pueda aportarme pistas de la presencia o paradero de
cualquier fuente sospechosa. Hasta ahora solo se que la inmensa red de tneles y agujeros de gusano
que unen puntos lejanos del universo fueron obra suya, y que desde entonces estn en desuso. Esa es
en si una de las obras de arco-ingeniera ms espectaculares que ni siquiera se pueden soar, pues esos
agujeros se expanden y contraen imperceptiblemente, permitiendo el flujo de masas de un extremo al
otro del cosmos en una fraccin de segundo. Todo es cuntico en ese estadio, y obedece a un patrn
ntimamente ligado con el caos, pero que a la vez se acerca a la perfeccin de los ciclos perfectos.
-No sigo tus conceptos, pero entiendo entonces que nada has encontrado.
-Nada no. He encontrado su obra, y te aseguro que es determinante. Del mismo modo que tu
me buscabas a mi y mi obra resulta magna para tu entendimiento, la suya es indescifrable y hermosa a
mis sensores. Ahora solo espero que algn da, cuando menos actividad tenga en mis circuitos, pase
descuidado cerca de uno de mis puntos calientes. Si eso ocurre, pequea, te puedo asegurar que lo
contemplar el tiempo que dure, y si me da la posibilidad, intentar hablar con l, del mismo modo que
ahora tu conversas conmigo.
- Espero que consigas alguna vez tu propsito, Ixmal. Debe ser algo muy importante cuanto
dices, pero a mi no me llega el entendimiento. En cambio si que me gustara saber de otras cosas.
Hblame de ese mundo antiguo, el que dio origen a esto que conozco. Decas que desapareci.
-Si. De eso hace muchos milenios, y de aquellos seres y su planeta ya solo queda un ligero
recuerdo en forma de tradiciones convertidas en leyendas que se pierden con vuestra falta de inters,
legajos que no podis interpretar y naturalmente el slido potencial de mis bases de datos.
Te dir que aquel ser humano primitivo era tosco, malvolo las ms de las veces y poseedor de
un instinto depredador que lo hizo encumbrarse a un trono que no le perteneca. Por ello esquilm la
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naturaleza hermosa de su mundo, naturaleza 1, y un da, casi sin avisar, sta decidi acabar con el de
manera fortuita e inapelable.
Todo comenz con una alerta lanzada desde un satlite en rbita. Una ola energtica
proveniente de una nova de caractersticas definitivamente fatales se diriga hacia el planeta madre.
Aquello fue recibido con espanto, dado que, sin lugar a dudas, se trataba de un fin de todo lo que
habitara su mundo hasta el nivel bacteriano. Sin embargo, atendiendo a prioridades ridculas, los
gobernantes pensaron solo en la indeseada desestabilizacin del sistema establecido (como si eso
importara en semejante situacin), y se opt por la absurda idea de ocultar la informacin a la opinin
pblica. De ese modo tendran tiempo para efectuar sus dudosos planes de emergencia, fuesen los que
fuesen, y que siempre acababan favoreciendo a los ms poderosos.
Un consenso de eminentes cientficos se reuni, a solicitud de algunos de los llamados pases,
para buscar soluciones, y descubrieron lo que todos teman. Nada poda evitar el colapso. Ante lo
grave de la crisis, se opt por evacuar a la especie humana, o al menos a un nmero suficiente para
garantizar la continuidad de la especie. Pero en el ms oculto de los silencios!
Se pensaron muchos mtodos, algunos de ellos francamente espectaculares: creacin de
enormes arcas giratorias donde albergar a los colonos humanos camino de planetas extrasolares,
colonizacin forzosa de otros lugares del sistema, y cosas as, pero todas tenan factores a considerar
que las hacan inviables.
Entonces, un hombre, insigne entre todos, alz su voz, y fue odo en los ms altos estamentos.
Su propuesta dio lugar a mi consciencia, ya que fue el primero que pens en construirme. Ese hombre
era mi padre, y en algn sitio de su cerebro humano naci gran parte de lo que hoy soy. Se llamaba
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Thoms Thorn, y su recuerdo supone para mi una mezcla extraa de energas melanclicas que pintan
mis visiones de azul.
Gracias a l, todo el esfuerzo del mundo fue dirigido ntegramente a la construccin de eso que
llamaron el psicdromo. Se trataba, como te he dicho, de una descomunal maquinaria que se
encargara de mantener con vida a la especie humana mucho ms all del planeta nativo, alimentando
a una nueva naturaleza, la segunda, que albergara entre su esplendor a los herederos del hombre. El
sistema fue instalado bajo un pequeo mundo artificial plano y circular de quinientos kilmetros de
dimetro, aislado del espacio por campos de fuerza a modo de urna, y formado por una estructura
reforzada de metales exticos, alrededor del cual se ubicaron dos luminarias en perfecta unin
gravitacional, alimentadas por una reaccin termonuclear controlada.
En la superficie, un vergel extendido sobre millones de kilmetros cbicos de tierra y agua
albergara a los sucesores de la especie humana, perfectamente protegidos del entorno por m, un
autntico guardin del paraso que se encargara del incesante reciclado de todo. Evidentemente, te
estoy hablando de tu mundo, Mara.
Cuando la humanidad estaba prxima a perecer, Mundorado fue lanzado al vaco bajo el
control absoluto de mi voluntad, y desde que empezamos a alejarnos no he dejado de velar por el bien
de sus habitantes sin descanso alguno. Es de este modo como he conseguido todo el esplendor perfecto
que conoces, un lugar donde trabajar o cazar no es necesario, pues el alimento es abundante y natural.
Por ello, tu raza es hermosa, sana, fuerte, ajena a las enfermedades y angustias del pasado.
-Pero, Ixmalaunque te has esforzado por desarrollar tu funcin el resultado no es todo lo
bueno que crees, porque ahora somos ignorantes. No sabemos nada de cuanto me dices. Ni tan siquiera
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sabemos leer, y hemos perdido el inters por las cosas. El mundo que cuidas es hermoso y perfecto, si,
pero en l, el hombre est muerto en vida, vagando por las extensiones de embriagador olor, y en un
estado constante de adiccin.
-Ya lo he venido observando, mi sorprendente nia, pero en verdad no se que hacer. Vers, mi
programacin me obliga a buscar constantemente el mayor estado de bienestar para vosotros, y,
aunque reconozco la posibilidad de haberos llevado a una situacin de abandono por el inters de las
cosas, nada puedo hacer para evitarlo, pues cada vez la naturaleza que dirijo es ms y ms perfecta, lo
cual va en la direccin correcta que marca mi directriz primaria. Si todo es cada vez mejor, Qu os
hace peores? Pienso que el problema estriba en vuestra propia esencia como especie, esa que os hizo
destruiros tantas veces en el pasado ms remoto.
-Entiendo lo que dices, aunque no se nada de esas destrucciones que dices. Y adems, piensa
que no somos nada ni alteramos nada, por lo que forzosamente no podemos ser responsables de esa
desidia. Creo que ha venido de fuera. No s. Quizs si te desconectaras ahora que todo esta en orden
-Eso va contra mi sistema de autoproteccin. Adems, si eso sucediera, los soles se detendran,
la atmsfera se enfriara y naturaleza 2 morira poco a poco, lo cual vulnerara, una vez ms, la
directriz principal. Nada de desconexin, no.
-Pero, Cul es tu fin? No imagino que todo esto acabe simplemente en esta situacin
sinsentido, donde la vida se preserva para nada ms que pasar el tiempo entre el esplendor ms
sublime sin el menor gusto por hacer algo.
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-El objetivo de mi trabajo es cuidaros hasta que vuestro planeta natal, aquel que fue arrasado
por la ola de radiaciones asesinas, pueda ser habitado de nuevo. Desgraciadamente, hace siglos que
mis sensores all instalados quedaron fuera de uso por una causa fortuita y ya no puedo establecer en
que estado se encuentra su superficie. Y no me atrevo a volver y poner la misin en peligro.
-Pues no lo entiendo. Tu empeo por mantenernos con vida solo nos lleva a lo que
verdaderamente somos: un mundo tan falso como la superficie que lo forma, y siento decirlo tan
claramente. Mira, Ixmal, haznos libres. Soy la ltima descendiente de mi linaje que aun usa la
capacidad de razonar profundamente, a lo que se ve, as que hazme caso. Es ms, te lo ordeno.
- Aprendes rpidamente las costumbres de tu raza, pero tengo que negarme a tu peticin. No
obstante har algo por ti que te ayudar a entender lo que te digo y te ayudar a ser mejor. Quien sabe
si podrs, incluso, cambiar el mundo, pequea. Relaja tu mente.
Y Mara sinti una punzada cuando Ixmal le implant entre su tercera y cuarta cervical un
biopuente de red. Despus lleg una nusea incontrolable que la hizo temer lo peor, e intent
retorcerse contrada por su abdomen, pero unas bien tensas correas de fibra la retuvieron pegada a la
tarima negra anatmica en la que estaba tendida desde que haba intentado cruzar el prtico. Un
torrente de electrodos cruzaba su cuerpo desnudo y quemado, bien cuidado por complejos brazos
robotizados creados por Ixmal para la ocasin, que iban reconstruyendo cada centmetro de piel de
acuerdo con sus informaciones impresas en el ADN.
Entonces, inducidos a travs de la red nerviosa hasta el complejo neuronal, un caudal de
imgenes acudi a su mente, y as pudo conocer al instante los fundamentos de las matemticas, las
leyes fsicas elementales, historia terrestre, geografa y cosmologa, todo a la velocidad de la luz,
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mientras su cerebro era reprogramado con infinita habilidad por aquel que haba desentraado sus
secretos, aunque sin tocar o daar los centros donde resida todo cuanto ella era.
Un segundo ms tarde, Mara conoci los principios de la fsica cuntica, de la fsica de altas
energas, y adquiri sabidura sobre los acontecimientos del espacio profundo. Supo de la materia
oscura, la energa oscura y los clculos sobre el fin del universo. Y ms y ms cosas tremendas
Entonces, en el brazo ms alejado de una galaxia espiral, anclado a un sistema estelar simple a
extraordinaria distancia, pudo ver, por vez primera, la imagen de Mundorado en toda su extensin.
Flotaba en el espacio como una enorme galleta de trigo, en cuya superficie, bajo la bruma de la
atmsfera, se adivinaba el verdor de naturaleza 2, con sus ros, mares y lagos, controlados por
gigantescos sistemas de bombeo que aseguraban el correcto flujo de las corrientes y los vientos que
movan las nubes. Cuando pudo bajar el plano del horizonte, aquel que separa ambas caras de la
galleta mediante una muralla plateada perfectamente acabada, vio el esplndido cono azul invertido
que parta de la superficie inferior hasta acabar en punta mucho ms abajo. Era el psicdromo, y en
algn sitio de su inmenso interior, seguramente en la parte ms a salvo del sistema, se encontraba el
cubito de 20cm de lado que era Ixmal, el guardin del paraso.
A poca distancia del astro artificial estaban los dos soles opuestos, que permanecan unidos al
psicdromo por un enlace de infinitos conductos de energa. Aquellas dos estrellas mnimas tenan su
propia reaccin en cadena, y adems de aportar luz a naturaleza 2, servan electricidad sin lmite por
cable a la maquinaria encargada de su control. Mara no entenda como, pero su mente saba que
aquello permanecera as millones de aos.
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Lejos, muy por fuera de la rbita de los dos pequeos soles, una invisible red gravitacional
evitaba posibles colisiones de cuerpos con la superficie ms perfecta que poda disear una mquina.
Los fallos en naturaleza 1 no eran asumibles aqu, y la seguridad era extrema, de tal modo que ninguna
otra ola de radiaciones podra acabar con el ser humano como especie protegida.
Y entonces, despus de admirar el pequeo mundo en la negrura del espacio, dese volver y
despert en medio de los campos de murquas pensando que todo haba sido un sueo. Ninguno de los
suyos pareci dar signos de alegra por su retorno, pero ella ya saba que eso poda cambiar.
Aquel da, Mara por fin estuvo leyendo en las bibliotecas de piedra hasta muy tarde. Tena un
enorme deseo de saber y de ensear.