Navaja y otros textos por Tzolkin Montiel Ugalde

N a v a j a y o t r o s t e x t o s p o r T z o l k i n M o n t i e l U g a l d e

E D I C I Ó N E S P E C I A L

N a v a j a y o t r o s t e x t o s p o r T z o l k i n M o n t i e l U g a l d e

E D I C I Ó N E S P E C I A L

Textos y

fotografía

Tzolkin Montiel Ugalde.

Edición

Mario Eduardo Ángeles.

La Testadura, una literatura de paso.

www.issuu.com/latestadura

[email protected]

[email protected]

México, Mayo 2015.

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Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus autores. La Testadura, una literatura de paso, hecha para

olvidarse en los lugares públicos o salas de espera.

CONTENIDO

Navaja Especialistas

Pelu Rueda

Huesos en el camino Changochía Fríosilencio

Col morada y tomates verdes Deja vû terrible

Escuela lluvia frasco niña gris Cabeza Tapada

Sueños rojos

Tzolk i n Mont ie l Uga lde

6

Navaja Y entonces me di cuenta que mi respi-

ración era cortada por una navaja de afei-tar vieja, llena de sarro y oxidada. Le di las gracias por haber estado ahí y le expliqué que ya no la necesitaba. Mis palabras ja-más serán calladas.

Nava ja y otros textos

7

Especialistas Las personas como tú y como yo tenemos

[patologías similares. Mas que amigos, cómplices. Especialistas en abrir las manos cuando

[algo bueno está floreciendo. Especialistas en blindar sentimientos

[como si el mundo fuera en realidad tan [[cruel.

Especialistas en guardar silencio. En saber todo y nada al mismo tiempo. En cerrar los ojos y voltear la cara para no


8

verte a los ojos. En fingir cordura en lugar de demencia. En el fondo, tú y yo sabemos que te

[encanta tener mi cara en tus huevos.


9

Pelu Anoche soñé con mi gatita que tanto

quiero y extraño. Su pelo no era gris, sedo-so y largo; era atigrado, corto y áspero, estaba llena de heridas y raspones y la cargué. Por un momento dudé que me per-mitiera hacerlo.... pero era ella, mi pelu-che. Íbamos por la calle llena de gente y su pelaje ya no era ni atigrado, ni corto, ni áspero, ni tenía heridas: era negro, brilloso y sedoso. Al principio dudé que fuera ella, pero si lo era: su mirada, ternura y carác-ter divoso; inquieta y tranquila, alegre y retraída.... era mi gatita.... Desperté con una sensación de alegría.


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Rueda Cual hámster en el rincón del cuarto

sentada en un banco fumando un cigarro hablando un monólogo donde afortunada-mente hay otros oídos escuchando en el otro rincón del cuarto en el inter dormir y leer un libro de otros monólogos pero es-critos que también afortunadamente escu-chan otros oídos.


11

Huesos en el camino Puedo digerir- te ahora que no estás

[conmigo recuerdo tus mentiras y tus verdades fantasías que tapan realidades Como aquella vez que me presentaste a un

[amigo, te vio mejor que la primera vez [[que llegaste a ese terruño.

En esa ocasión venías aún con el torso [vendado, huyendo de las decisiones que

[[habías tomado. Cuando ibas conmigo traías zapatos [nuevos y no esperabas (tanto) que la vida

[[pasara a tu lado. ¿Recuerdas cuando te acompañé a buscar


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a un ser amado? Estaba oscuro, calles sin pavimento llenas

[de lodazales, luciérnagas se apagaban a [[lo largo del camino.

Esperé a tu lado en silencio mientras [mirabas de lejos la casucha donde habías

[[vivido. Observé pacientemente como pedías

[informes. - ¿Se habrá casado? Si, si se había casado. Moría de risa al verte de capa caída, la

[espalda encorvada, arrastrando la cobija. No podía llorar tus lágrimas. No estaba dentro de mi cuadrilátero


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mental lanzarte un hueso de compasión [para ver si reaccionabas.

Y caminé a tu lado Sí caminé a tu lado en silencio y cantando en tormentas y en cansancio durmiendo como leones o en vigilia. Sí caminé a tu lado, Sí tuviera otra vez la oportunidad de [compartir pasos contigo, otra vez lanzaría

[[el hueso de la compasión en dirección [[[opuesta a lo establecido.

Porque estoy completamente segura, de

[que tú harías lo mismo conmigo.


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Changochía Soy como un changuito drogado senta-

do interminables horas en una silla. Me entretengo moviendo de arriba a abajo la botella de agua de limón con chía que pre-paré en la mañana.

Con la mirada perdida observo como suben y bajan las semillas, como bailan y se mueven tranquilamente sin prisa.

Tomo un trago y también me mantengo con vida.


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Fríosilencio Si no escribo muero desde mis aden-

tros, desde mis entrañas que me duelen en lo más profundo del grito, en lo más oscu-ro de mi sentimiento.

Fumar un cigarrillo en estas altitudes

es trepar diario el Everest sin máscara de oxígeno.

Los detalles, las sonrisas, las palabras;

cada vez tienen más significado. Paso de un momento a otro de la ira, a

la tristeza, a la locura, a la risa, al silencio.


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Col morada y tomates verdes Y entonces estaba TAN nerviosa pen-

sando ¿Qué podrá comer, qué podrá co-mer? Que agarré del supermercado una pinche col morada y medio kilo de toma-tes. ¿Por qué? No sé…si ni siquiera se po-día mover. Me abrió su vecino y me dijo que si estaba pero que no podía salir. Cuando llegué a su casa intentó abrirme la puerta pero se fue de hocico y se rompió la nariz. Entré a su cuarto con la col y los to-mates y otras viandas que llevé. Lo vi sen-tado todo madreado. En el diminuto cuarto a oscuras sonaba música de Sabina acom-pañada de un chingo de tonayán y pelícu-las pornográficas. ¿Qué le digo qué le digo q u é l e d i g o ? M m m m M m m m m MMMMMMMMMMM….. - -“Siento un chin-go de dolor” - -- Al menos sientes dolor - “-"No te sientes ahí porque está orinado. Mi compa es un buen amigo, me recogió


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varias veces del baño.” Le pasé un litro de leche, lo abrió y al tratar de tragar se le salió todo de la boca. Bueno. Terminé sen-tándome en el suelo mientras cotorreába-mos y le echaba carrilla mientras su vecino (que probablemente también estaba hasta la madre) pensaba 5 minutos en dar un paso para ir por agua porque le daba pena mi presencia. - -“Tengo esos dos palos de escoba de bastones” Para no hacer el cuento largo estuve un par de horas para después partir sin dolor. Se levantó y ape-nas consiguió detenerse de la pared con la mano que le funcionaba. - -No te caíste, estabas haciendo lagartijas. No se me ocurrió más qué decir y luego me fui.


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Deja vû terrible Volver a escribir en hoja con pluma, porque

[hay deja vûs terribles Eterno retorno a los errores Círculo y espiral sin prisa Sabes bien en qué has fallado y deseas

[con ansia retorcerte en tu pasado Cosquillas que excitan el vientre Lágrimas que ya has derramado "Tropezar de nuevo con la misma piedra" Ponerte el mismo zapato que te aprieta Soñar los mismos recurrentes sueños Tragar el mismo siempre sufrimiento Llorar siempre el eterno silencio Congelar la misma sangre antes del primer

[impacto Coagular saliva después/antes de volverte


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[convexo Cóncavo de suposiciones repetidas

[eternamente Papel de baño con fluidos disecados Hay deja vûs terribles porque solo me [queda volver a escribir en hoja con pluma


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Escuela lluvia frasco niña gris Espacio en el que se desenvuelve el

sueño: Mezcla de escuelas primaria (escuela

de monjas/privada), preparatoria (escuela mixta privada), Universidad (pública).

Estoy en la escuela como adulta, no me

veo, pero soy una alumna, estoy jugando con niñas desde los 3 o 4 años, con ado-lescentes, cuando juego con las niñas yo también soy una niña, cuando juego con adolecentes, yo también soy una adoles-cente.

Corremos, subimos, bajamos, gritamos,

nos escondemos.


21

En determinado momento hay sensa-ción de miedo y enojo, yo siento el miedo y el enojo por parte de una niña rubia hacia mí.

Todo es confuso. De repente como adulta, entre la con-

fusión, veo a una niña pequeña de unos 4 años, uniforme, cabello lacio, oscuro, bri-lloso, ojos muy expresivos, le pregunto ¿estás bien?.

La niña me mira con un poco de rencor

y comienza a alejarse pero me sigue mi-rando.

Le pregunto: ¿Quieres que les diga al-

go?. Me contesta: NO, diles que estaré bien,

ya me voy.


22

Hay baños grandes muy grandes, hay

lluvia, agua… Estamos buscando algo que está ente-

rrado, cavamos con desesperación. Somos una combinación de niñas de diferentes edades al mismo tiempo y hablamos al mismo tiempo.

Encontramos un frasco de vidrio, todas

lo empezamos a limpiar en el lavamanos, las niñas dicen que ya está limpio, yo les digo que no, que aún falta.

Lo tomo (soy adulta) y le quito el lodo

que quedaba (las niñas se callan y se que-dan quietas):

Hay una historia tallada en el frasco,

como cuando tallas con una piedra sobre una pared.


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Es la historia de una niña rubia, es una

historia trágica que pasó desde 1835 y se viene repitiendo hasta llegar a mí.

Abro el frasco y suena como cuando

abres un gerber, sale humo gris, siento que se quita la presión de mi pecho.

Hay todavía una sensación de miedo,

de algo desconocido, estoy como adulta preocupada de cómo dejaré a esas niñas, de cómo se sienten.

Sé que tengo que irme, me acompañan

muchas niñas y adolescentes para despe-dirme, la niña de 4 años me dice “Quédate conmigo” le contesto firmemente NO, ten-go que irme. Me mira con la cara de un perrito regañado.

Acaricio su cabello, se siente un poco


24

mejor. La niña de 4 años que me miraba con

desprecio se empieza a convertir en una adolescente, trae su uniforme, me sonríe con una sonrisa que muestra todos sus blancos dientes, se despide de mí diciendo adiós con la mano.

Está contenta, me dice que estará bien,

yo me siento satisfecha de que esté con-tenta.

Me despierto, noto mi cuerpo comple-

tamente tenso, sin poderlo mover, lloro, me calmo y escribo.


25

Cabeza tapada Tú y yo nunca podríamos estar juntos. Dices mientras sudas con la cabeza

[tapada. Tú y yo nunca podríamos estar juntos. Dices mientras deliras con tigres

[siberianos. Tú y yo nunca podríamos estar juntos. Dices mientras me cuentas tres razones. Tú y yo nunca podríamos estar juntos. Dices mientras el mareo casi tumba tu

[cuerpo. Tú y yo nunca podríamos estar juntos. Dices mientras cierras el refrigerador para


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[evitar un vino tinto. Tú y yo nunca podríamos estar juntos. Dices ofreciendo un café negro. Tú y yo nunca podríamos estar juntos. Dices mientras sudas dentro de la

[computadora. Tú y yo nunca podríamos estar juntos. Dices mientras rezas porque haya paz en

[mi mundo. Tú y yo nunca podríamos estar juntos. Dices mientras dices.


27

Sueños Rojos Hay amaneceres en nuestro departa-

mento como días después del trabajo en el Moulin Rouge de Lautrec. ... completamen-te destrozadas salimos de las cobijas y arrastramos los pies. Compartimos un té y pan tostado sin voltearnos a ver. Aún no... aún no... las manecillas tienen que correr un poco mas y acompañar cada uno de nuestros ritos. Por cierto, hoy es tu cum-pleaños y anoche soñé contigo pedazo de mierda que me moliste el cuerpo a golpes hace cuatro años casi y medio. Gracias a ti, mi umbral del dolor a aumentado. La rodilla, el tobillo, la mandíbula, las costi-llas, los dientes, la cabeza mantienen cica-trices que me recuerdan que jamás deberé entregarme. Ya estoy despertando, esta-mos despertando... ...comenzamos a ha-blarnos y organizarnos nuestros movi-


28

mientos son cada vez más rápidos nues-tras ropas se transforman los cabellos ali-sados las caras lavadas los pasos presuro-sos Corre que se hace tarde... ... pero me doy el tiempo.... ...me doy el momento de recordarme que jamás deberé de entregar-me... en ningún sentido.


29

Tzolkin Montiel Ugalde (Querétaro, 1977) http://esoesloqueyodecia.blogspot.mx/

Estudios en sociología, danza contemporánea, danza hindú; diplomado en creación literaria por la SOGEM; especialista en fiestas particulares con

la mente.

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