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«Niceto Alcalá-Zamora y Torres: El hombre y el estadista» (Transcripción literal de la charla pronunciada) JOSÉ ALCALÁ-ZAMORA Y QUEIPO DE LLANO

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«Niceto Alcalá-Zamora y Torres:El hombre y el estadista»

(Transcripción literal de la charla pronunciada)

JOSÉ ALCALÁ-ZAMORA Y QUEIPO DE LLANO

Carcabuey
Nota
Alcalá-Zamora y Queipo de Llano, J. 1996. Niceto Alcalá-Zamoray Torres: El hombre y elestadista, pp. 24-42, in Patronato Niceto Alcalá-Zamora y Torres (ed.). Primeras Jornadas Niceto Alcalá-Zamora y su época. Patronato Niceto Alcalá-Zamora y Torres. Priego (Córdoba)
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Ilustrísimas autoridades, compañeros, amigos todos y muy enespecial amigos de este maravilloso pueblo de Priego:

Debo, ante todo, hacer una relación de agradecimientos, comen-zando por la deferencia que se me ha concedido a mí -y a mi familia-por el hecho de intervenir en la primera de las charlas de este ciclo.Tengo que indicar que, aunque soy muy exigente en lo que toca a laretribución del trabajo intelectual, hoy me basta con la satisfacciónde pronunciar esta charla aquí y tampoco, por mi condición de nieto,me ha parecido adecuado percibir ninguna remuneración.

Mi agradecimiento se extiende al señor Alcalde y a la corporaciónmunicipal por todo el apoyo que han dado a las iniciativas relaciona-das con la figura de quien ya, más que a la familia, pertenece a estepueblo, a Andalucía, a España, de Niceto Alcalá-Zamora. A EnriqueAlcalá, un auténtico motor humano al máximo de revoluciones,constantemente activo, entusiasta, que tan gran trabajo está reali-zando en torno a la figura de mi abuelo. Y a José Manuel Cuenca, queha cumplido una labor ardua, una labor que todos los que estamosen la Universidad conocemos bien, para reunir a los profesores eintelectuales que van a participar en las Jornadas. Mi mayor agrade-cimiento pues, al doctor Cuenca Toribio, así como a los conferencian-tes y al público que nos apoya con su presencia. Y mis votos para queestas Jornadas puedan continuar, en beneficio, no sólo del conoci-miento de la figura de mi abuelo, sino de la historia de España y, másaún, para contribuir, como diré al final, al mejor futuro de nuestropaís.

Mi intervención tendrá un carácter distinto a las demás del cicloporque no soy una autoridad en el tema: soy un historiador, pero unhistoriador de la denominada época moderna, más en concreto delsiglo XIII. Distinta cosa es la época contemporánea, que he vivido yque me ha afectado, como a todos, pero en cuyo estudio carezco decompetencia. Esa competencia que sí poseen los oradores queactuarán en las sesiones posteriores.

Voy a procurar. entonces, que el afecto del nieto no eclipse laobjetividad del retratista, ya que no del historiador, para tratar de

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José Alcalá-Zamora yQueipo de Llano. (22-03-95).

explicarles, sobre todo, como creo que era y cuáles fueron las virtudespolíticas y los momentos trascendentales del itinerario biográfico deNiceto Alcalá-Zamora y Torres.

En primer término, he de referirme al desconocimiento y maltratode que ha sido y es objeto el personaje. Entonces, en una España deextremismos, porque era el punto medio cuya autoridad y cuyareferencia y cuya capacitación profesional no quisieron reconocer. Sele criticó con una agresividad que a menudo descendía a lo soez, unapasionamiento que, visto desde la España actual, bastante máscivilizada en su dialéctica que la de hace sesenta años, sorprendetanto por lo injusto como por lo excesivo.

Hoy, todavía, su figura sigue siendo ignorada, sigue siendo des-conocida y maltratada. Aquí en Priego hemos oído como se le da sunombre a colegios, a calles, a plazas, se proyecta su estatua, pero enMadrid, por ejemplo, en la capital de España, no existe una calle consu nombre, y su figura se ha postergado en beneficio de otras muchomenores o ínfimas de la República. Incluso a título de anécdota,podría decir ahora cómo en un periódico de alcance nacional, unescritor, un periodista, Capmany, ha repetido por dos veces unos

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insultos soeces a su figura apoyándose en el testimonio de un Albertide la época de la República, que hoy, a buen seguro, no repetida talespalabras de ninguna manera. Para algunos, aún siguen vivos esemenosprecio, esa hostilidad, esa antipatía, después de sesenta añosy así lo comprobamos desde otro rumbo de la rosa ideológica, en lasgroseras sandeces sobre su personalidad y obra del columnistaUmbral.

Intentaré, pues, repito, describir al hombre y valorar al estadista,a quien tuvo un papel decisivo en el desarrollo histórico de la Españadel siglo XX. A quien trató de evitar el destino trágico de una guerracivil y de una lamentable tiranía de cuarenta años, a quien todavíatiene bastante que decir en esta democracia, donde su ejemplo, sinduda, podría ser fértil y constructivo.

En cuanto al hombre, en cuanto a Niceto Alcalá-Zamora, elhombre, creo que era una persona polifacética y de muy variadas yextensas capacidades. Si tuviese que destacar algo, quizá, más quela memoria, de la que tantos han hablado y citado anécdotas, másque la inteligencia clara y ágil, sería la voluntad, la voluntad de quien,desde un rincón de Andalucía, es capaz de elevarse hasta los másaltos puestos de la nación, por sus propios méritos y sin regalos denadie. Es éste un primer ejemplo, un primer modelo para la juventudde hoy. La voluntad constituye, sin duda, un arma formidable parala conquista de cualquier objetivo.

Después, ¿qué otros valores humanos encontramos en él? Pues alabogado de primera fila, con una carrera que cursa con matrícula dehonor en todas las asignaturas. Hace poco, alguien me decía que sólocuatro personas, Calvo Sotelo, Nicolás Pérez Serrano y SerranoSúñer poseían un expediente igual. Obtiene plaza por oposición enel quizá más prestigioso Cuerpo de la Administración estatal, elConsejo de Estado, con el número uno, por unanimidad del tribunal,entre más de cien candidatos. Su despacho profesional era el mejorde Madrid. A juicio de no pocos de sus amigos, debió limitarse, porinterés y comodidad, al ejercicio de la abogacía, alejándose del duroy difícil mundo de la política de la época.

Pero no sólo es un abogado, es un eminente tratadista de Derecho.Hace pocos días, un destacado jurista español actual, Jesús GonzálezPérez, decía, trazando su semblanza, que sus estudios siguenteniendo hoy día vigencia y pueden ser consultados con provecho porlos especialistas. Más aún, es un jurista en la más alta acepción de

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la palabra, no un hombre que utiliza el Derecho o se sirve de él, sinoquien siente su vocación y vive para el cumplimiento del ideal dejusticia.

Más cosas. Es un empresario. Un empresario que trabaja conti-nua y activamente en sus fincas, en mejorarlas, en ocuparse delpersonal que está en ellas y que sigue pensando y amando esas fincascuando está lejos de España. En sus poemas, de los que hablaré enseguida, recuerda sus fincas, recuerda a La Ginesa, la recuerda conversos tremendamente emotivos. Sigue viendo, con los ojos del alma,en el destierro, las tierras que había dejado.

Y es un hombre cultísimo, un intelectual que conoce muy distin-tos campos del saber humano. Desde la historia a la literatura o lasciencias. Y ello se refleja en su trabajo, en esas tres docenas de librosque tiene publicados cuya existencia pocos conocen y donde toca,aparte de los temas jurídicos, los administrativos, temas culturalesde la envergadura de El Quijote o de las Leyes de Indias o su famosa,su importante edición de la poesía de Góngora o sus análisis delteatro de Ruiz de Alarcón.

También es periodista, un periodista que va a verse obligado arealizar colaboraciones en su destierro, cuando no cuente con dineroy haya de ganarse la vida con este nuevo oficio. En Francia, enArgentina, sus artículos periodísticos tocan los más diversos asuntosy lo hacen con una autoridad y una amplitud de conocimientosrealmente asombrosos. Acabo de releer esos artículos, donde real-mente manifiesta una notable agudeza para enjuiciar temas muyheterogéneos: la mujer, el teatro, la política, los hombres ilustres delas diversas naciones, la historia, la literatura comparada..., todo loabarca y lo analiza con inteligencia.

¡Cómo no destacar al orador! Para mí, los dos oficios más difícilesque existen son el del dramaturgo y el del orador. La oratoria requiereuna serie de cualidades intelectuales que casi nadie reúne. Unafigura, un arte, que se echan de menos en la España actual. Desdeluego, también es, desgraciadamente, una cualidad que no sehereda, como pueden apreciar.

Hay algo más también, algo que es casi desconocido, su veta, suvocación lírica, que no tuvo tiempo de pulir y desarrollar en toda suextensión. La familia editó hace unos años, sigilosamente, un libroque recoge sus poemas. He dado a leer esos poemas a algunos de losmejores poetas españoles de nuestros días y los han encontrado, son

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si desconocido, su veta, suy desarrollar en toda su

os. sigilosamente, un librons poemas a algunos de lossy los han encontrado, son

frases suyas, decorosos, discretos. No es, evidentemente, uno de lospoetas mayores de aquella gran generación de líricos del veintisiete,no es un Alberti o un Lorca o un Hernández. Pero su poesía es dignay añadiré que enormemente emocionante a veces, cuando recuerdaa su tierra, a su país: sobre todo, es absolutamente esencial paracomprender al hombre y al político. Es imprescindible dar a conoceresa poesía, si queremos que los historiadores, el lector, los amigos,los biógrafos, lleguen a entender a su autor.

¿Y qué otras cosas, qué cualidades, quizá más íntimas, podriadestacar? Su condición de hombre de familia, entrañable. Valga unaanécdota: cuando lo van a detener, el 14 de diciembre de 1930, pidevarios favores al inspector encargado de conducirlo a la cárcel y unode ellos es escribir unas letras a su prima Gloria, para tranquilizarla.Su prima Gloria, que le había criado, que había sido como su segundamadre, es lo que le preocupa en esos momentos dramáticos. Cons-tantemente, la familia está presente en él, así como la tierra, lospaisajes queridos: algunos de esos poemas a que antes me he referidorecorren toda la geografía española, desde el norte hasta el sur, desdeGalicia a Cataluña, desde Baleares a Canarias. Tiene cuatro sonetosa Andalucía, muy bellos, si dispusiéramos de tiempo, leería alguno,pues en esos versos se muestra como un espíritu amante,inmensamente amante, de las tierras de España.

Es un hombre bueno, esto que parece una simpleza, pero que estan importante. A la perfección se le podrían aplicar las palabras deAntonio Machado: «Soy, en el buen sentido, de la palabra, bueno».Cuando viaja a la Argentina, hacia el destierro, en un camarote detercera porque carece de medios para mejor alojamiento, habla -ensu libro 441 días, los que duró la travesía-, habla de los niños que loacompañan con un cariño que expresa el talante del hombre inmensay profundamente bondadoso.

Hombre sencillo también. en contraste con lo que hoy vemos,cuando de tanta magnificencia y aparato gusta de rodearse hasta elúltimo funcionario de la Administración, con séquito de guardaes-paldas y laboriosos trámites de acceso. Niceto Alcalá-Zamora, que,como Jefe del Estado, hubiera podido alojarse en el Palacio deOriente, prefería vivir en su casa, con excelente lección de modestiay proximidad. Hace pocas semanas, me contaba un testigo de laescena. que lo había visto, siendo Presidente de la República, en lacola de un cine de Madrid para adquirir su localidad. Esto sería hoy

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angustiosa durante _i svenido describiendo erghombre, pero también salel político.

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absolutamente impensable, no ya para un Jefe de Estado o deGobierno, sino, seguramente, para cualquier Director General.

Fue persona de afectos y cordialidad, con anécdotas al respectocomo las que nos acaba de referir Enrique Alcalá, se preocupaba, sindistinciones, de grandes y pequeños. Hay que destacar esta conside-ración en aquella República donde muchos de sus miembros hicie-ron alarde de intemperancia y de acritud, que fueron algunas de lascausas del derribo del régimen que tantas esperanzas hizo concebiral instaurarse y que tantas calamidades acarreó con su caída.

Y hombre de reflexión ética y de conciencia. Constantemente,hablaremos de circunstancias concretas luego, está preguntándosesobre el deber, sobre lo que tiene que hacer en cada momento. En1930, en 1931, en 1936, siempre, «¿qué conducta debo adoptar?»«¿Qué es lo que se ajusta a la ética?». Y la honradez, esa virtud quehoy no siempre resplandece en los comportamientos privados y -loque es mucho más lamentable por el daño a la ejemplaridad exigible-en las conductas públicas. Me parece que se trata de una virtud quehemos de esforzarnos por todos los medios en rescatar y poner enprimer término ante nosotros, porque es fundamental su observan-cia en la vida política y económica, en cualquier faceta de nuestraactividad. Pululan hoy demasiados tiburones de la economía, de lapolítica, de la cultura, naturalmente no lo son todos, ni siquiera losmás, pero algunos son ya exceso insoportable y hay que llamar laatención, gritar, la importancia de la honradez. Viene aquí a cuentocómo Niceto Alcalá-Zamora devuelve el sobrante de sus gastos derepresentación, que administra con decoro pero sin despilfarro. Noes que sitúe su dinero fuera de España, no es que estafe o defraudeal Erario público, es que devuelve a la Hacienda lo que legalmente essuyo. Y cuando hay un momento de debilidad de la peseta, él, quetenía dinero fuera de España, en Paris, como abogado del CreditLyonnais, repatria inmediatamente ese dinero, que después le hubie-ra hecho muchísima falta, y lo trae a nuestro país para que sea unsímbolo de confianza en la moneda nacional. Y cuando sale alextranjero en 1936, vísperas de la guerra, lleva consigo la cifra exactade dinero que le autoriza la ley. Ante un régimen que le ha despojadode sus poderes, que le ha destituido, sin embargo él sigue siendoescrupulosamente respetuoso con las disposiciones legales y no sacani un céntimo más de lo que ellas le permiten, lo que le acarrearíainmediatamente, a él y a los suyos, una situación de penuria

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Ilustrísimas autoridades, compañeros, amigos todos y muy enespecial amigos de este maravilloso pueblo de Priego:

Debo, ante todo, hacer una relación de agradecimientos, comen-zando por la deferencia que se me ha concedido a mí -y a mi familia-por el hecho de intervenir en la primera de las charlas de este ciclo.Tengo que indicar que, aunque soy muy exigente en lo que toca a laretribución del trabajo intelectual, hoy me basta con la satisfacciónde pronunciar esta charla aquí y tampoco, por mi condición de nieto,me ha parecido adecuado percibir ninguna remuneración.

Mi agradecimiento se extiende al señor Alcalde y a la corporaciónmunicipal por todo el apoyo que han dado a las iniciativas relaciona-das con la figura de quien ya, más que a la familia, pertenece a estepueblo, a Andalucía, a España, de Niceto Alcalá-Zamora. A EnriqueAlcalá, un auténtico motor humano al máximo de revoluciones,constantemente activo, entusiasta, que tan gran trabajo está reali-zando en torno a la figura de mi abuelo. Y a José Manuel Cuenca, queha cumplido una labor ardua, una labor que todos los que estamosen la Universidad conocemos bien, para reunir a los profesores eintelectuales que van a participar en las Jornadas. Mi mayor agrade-cimiento pues, al doctor Cuenca Toribio, así como a los conferencian-tes y al público que nos apoya con su presencia. Y mis votos para queestas Jornadas puedan continuar, en beneficio, no sólo del conoci-miento de la figura de mi abuelo, sino de la historia de España y, másaún, para contribuir, como diré al final, al mejor futuro de nuestropaís.

Mi intervención tendrá un carácter distinto a las demás del cicloporque no soy una autoridad en el tema: soy un historiador, pero unhistoriador de la denominada época moderna, más en concreto delsiglo XIII. Distinta cosa es la época contemporánea, que he vivido yque me ha afectado, como a todos, pero en cuyo estudio carezco decompetencia. Esa competencia que sí poseen los oradores queactuarán en las sesiones posteriores.

Voyv a procurar. entonces, que el afecto del nieto no eclipse laobjetividad del retratista, ya que no del historiador, para tratar de

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muchos españoles de entonces.¿Qué más? Sus amplios conocimientos históricos. El conocimien-

to de la Historia, del pasado, me parece bagaje indispensable para elpolítico. La reflexión histórica, como la humanística en general, esalgo que hoy se descuida, con grave negligencia, empezando por suretroceso en la Enseñanza. Estamos ol vidando la Historia, relegán-dola a los museos del espíritu, y esto representa una deficienciaconsiderable en la formación intelectual de los dirigentes políticos.Niceto Alcalá-Zamora, desde su tesis doctoral, donde estudia, advier-tan la articulación de horizontes, el poder político en los reinos de laReconquista, se ocupa de la Historia y sus conocimientos en estavertiente son muy grandes, muy extensos. Así, cuando en el destierrono dispone de libros para la consulta de datos, manifiesta siempre undominio extraordinario del pasado, no sólo español, sino también deEuropa y del mundo. Una anécdota más, cuando Galán, el célebrecapitán Galán, va a visitarlo antes de su desgraciado pronunciamien-to de Jaca, le dice que Jaca es decisiva para la caída de la Monarquía.Niceto Alcalá-Zamora no le dice nada, no comenta sus palabras, peropiensa -y nos lo revela en sus Memorias-, piensa: no, lo decisivo enEspaña siempre ha sido el Sur, en el Sur se ha decidido la Historiade España en los momentos cruciales, Munda, el Guadalete, lasNavas de Tolosa, el Salado, Gibraltar, Bailén, más recientemente, enLas Cabezas de San Juan, en Alcolea. Unos años después hubierapodido añadir a la lista, con propiedad, el episodio de Sevilla en laGuerra Civil, determinante para la suerte de la contienda. En fin, elejemplo nos peimite contemplar de cerca al hombre para quien laHistoria es una referencia, un paralelo petulanente.

Y sus conocimientos juridicos y legales. Su sabiduria en esteterreno va a ser esencial en la transición del régimen, en la implan-tación de la República. Dice, en su Discurso del veintiocho de juliode 1931, sobre la gestión del Gobierno Provisional:

«En ese convencimiento, seguros del método, practicando unanálisis, en el cual la huella de la pasión violenta, la huella de lavenganza impulsiva se perdía por completo, clasificamos los actos dela Dictadura en cuatro grupos, y el primero, el más importante, elbásico el de los decretos-leyes, en otros cuatro. La obra de laDictadura era leyes, actos administrativos, gestión de magnos inte-reses nacionales, problema de responsabilidades políticas y degestión. Y el problema de los decretos-leyes, el primero que surgía,

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aquel que era necesario derribar y conservar, barrer y reconstruir,aquel que peiuiitiría, una vez resuelto, formarse idea de cuál habíasido el cuadro normal de nuestras instituciones jurídicas, ese loclasificamos, seguros de acertar en el método, en cuatro grupos:preceptos cuya derogación era obligada para la República, pero sinacometer la obra temeraria de destituir toda la firmeza de situacionesjurídicas inconmovibles o creadas de buena fe en torno a su vigencia;agravios a la civilización, atropellos de orden penal, negacionesabsolutas de libertad, en los cuales la ejemplaridad pedía que con elprecepto cayeran todas las situaciones mostruosas que a su amparose habían creado; preceptos de mera vanidad suntuaria, faltos detécnica juridica, que se atribuyeron el carácter de decretos-leyes,cuando no eran sino el uso noi vial de la potestad reglamentaria, ybastaba reducirlos a su rango; y allá, en el último grupo, lo que máshabíamos de analizar, lo que mejor habíamos de medir: los escasosaciertos ocasionales, incorporación unas veces a rumbos del derechosocial, exigencias de convenios internacionales, atisbos de aciertoque se mezclaron entre el error o aquellos imperativos de realidad aque antes me refería. Y trazada en un decreto, el mismo día 15 deabril, la pauta clasificadora de la obra legislativa de la Dictadura, encuyo cuadro de clasificación se ve la serenidad de un criterio jurídicoy de gobernantes, no el apasionamiento de unos facciosos queasaltan el poder».

Conoce Niceto Alcalá-Zamora en toda su extensión y detalles lalegislación aplicable a cada caso y conflicto y es por ello insustituiblepara el correcto funcionamiento del nuevo régimen, para expresar enlenguaje jurídico coherente las ideas formuladas por sus compañe-ros de Gabinete. No menos útil es, muy en especial a los principios,su experiencia en la Administración del Estado. En aquella Repúbli-ca de dirigentes nuevos era de los pocos, de los poquísimos, que habíaido recorriendo todos los escalones de la maquinaria estatal, desdelas Direcciones Generales hasta la cúpula de los Ministerios, quehabía conocido a los mayores políticos de la etapa anterior. Era unhombre de Gobierno que sabia lo que se podía y debía hacer en cadamomento, con capacidad para decir, sistematizar y transformar laspropuestas en idioma administrativo y legal.

¿Qué más, en cuanto a sus cualidades como político? Pues sumoderación el respeto a las distintas posiciones, siempre que seatuviesen sin reticencias a las reglas del juego democrático. Modera-

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ción y respeto, esa forma de ver las cosas que tanto faltó en laRepública y que en tan gran medida contribuyó a su catástrofe.Aquella República aclamada por casi todos y que en seis años sederrumbó con el insensato concurso de las constantes manifestacio-nes de desprecio e intransigencia hacia quien opinaba de distintamanera.

Veamos, por ejemplo, como habla al Ejército. A ese ejército quejugará un papel determinante en el derribo de la República y al quecon tanta imprudencia, escaso tacto y estupidez suicida atacaronalgunos de quienes hoy figuran, con discutibles méritos, en elsantoral o mitología republicanos. Les dice, con halago sincero: «ElEjército profesional seguirá siendo una cosa noble, santa y grande,seguirá simbolizando significaciones hermosas, insustituibles; seráescuela de saber, custodia de tradición, depósito y contraste deexperiencias». Estas frases, pronunciadas en 1918 y cuyo espíritupuedo asegurarles no se había modificado con el paso de los años,tanto constituían elogio como advertencia del papel de los militaresen la sociedad democrática.

Como curiosidad, les voy a indicar quienes fueron los gobernantescélebres que destaca en sus artículos de periódico publicados en laArgentina. En Alemania, Bismarck, no los emperadores Guillermo Iy Guillermo II; en Italia, Cavour; para Rusia, Pedro I el Grande, noCatalina ni Alejandro I, con los que no simpatiza; en Inglaterra esIsabel I a la que admira; en España, su modelo es Fernando elCatólico, en cuyo homenaje redacta bastantes páginas magistrales.

Pero, ¿cuáles fueron los ideales políticos de Niceto Alcalá-Zamoray Torres?

Pues, antes de nada, señalar la importancia de los ideales: «Nodebe haber gobernante sin un ideal ni imperio sin una civilización-afirma-, cuando les faltan, son efímeros y borrados, no tenían razónde ser».

El sentimiento de España, muy vigoroso en él y acerca del cual sonmuy ilustrativas sus palabras al responder a Cambó en la discusióndel Mensaje de la Corona en junio de 1916. En estas fechas finalesdel siglo XX, cuando España, desde varios sectores, se halla en tranceo riesgo o chantaje de disociación territorial, escuchen sus palabrasnobilísimas:

«El propio señor Cambó, en noble y espontánea manifestación desu discurso, cuyo alcance quizá en aquel momento no meditaba,

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osas que tanto faltó en laconmbuvó a su catástrofe.codos v que en seis años seas constantes manifestacio-

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cuya contradicción no se presentó ante su ánimo, me da la explica-ción, la prueba plena de que en España puede haber regiones muydefinidas, muy grandes, muy vigorosas, pero hay una sola Nación.

Porque cuando el señor Cambó afirmaba que España no era unartificio jurídico, ni un lazo político, sino un ser vivo, venía a decir queera una personalidad natural, trazada en el territorio, circunscrita enla geografía, definida en la Historia, enlazada por la convivencia queengendra dolores y alegrías, con una conciencia que en su sentir sesobrepone a las mudanzas transitorias, a las exaltaciones múltiplesde una opinión que no es tan fuerte y perenne como la nacionalidad.

Y así como en el orden político, la soberanía es la expresión másalta del Poder, en el orden de las entidades colectivas, nación es lacomunidad natural organizada más amplia, dentro de la cual vivenlos hombres, y si España es ese ser vivo, esa entidad natural másamplia que sus regiones, España es la nación de que son facetas yelementos integrantes todas las regiones que la constituyen.

Pero yo dina más: yo diría que, sobre ser imposible destruirla obrade la Historia, aun en los siglos del particularismo medieval, en esemomento hay diversidad de Estados en España; pero hay el presen-timiento, la noción imprecisa y vaga, pero enérgica, de una comuni-dad española natural que no se define con el tecnicismo y precisiónde estos tiempos, pero que se percibe con la energía de aquellasépocas. Quien recuerde la historia de nuestra España medieval, dela España de la Reconquista, verá allí latente, explícita algunas veces,una distinción entre estos tres términos: el reino particular, lacomunidad española, el extranjero. Mil hechos lo recuerdan».

Siempre tiene presente la idea de la América hispana, tan distantey tan íntima y necesaria para un español culto, y siente un gran pesarporque las complejas circunstancias políticas le retengan a este ladodel Atlántico, impidiéndole cumplir su ilusión de trasladarse allá conun mensaje de buena voluntad de la República.

Y el punto sagrado de la libertad, columna vertebral de laauténtica democracia. «La libertad -nos dice- es tan heiuiosa quepuede mostrarse envejecida; el despotismo es tan horrible quenecesita a cada paso engañar, llamándose novedad». Y añade en otropárrafo: «No hay daños provenientes de la libertad comparables a losde suprimirla. Y sin embargo se suele gozar en cercenarla hasta enlo más estricto y lícito».

Y objetivos claros y posibles de gobierno, de transformación

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gradual, sin traumas, de España, a fin de convertirla en un paisavanzado, en una sociedad progresista, proyecto y destino que paralos más han pasado inadvertidos o se ha considerado más cómodo oútil ignorarlos. Y así, con frecuencia e inercia repetitiva, se le atribuyeun talante político conservador e, inclusive, reaccionario, lo que nopuede ser más injusto ni más ajeno a la verdad. Y si no, vean lo quedice en su famoso Discurso de Valencia, en abril de 1930: (( Si enEspaña llega a implantarse la República, será cada día más avanzaday en definitiva radical, porque ese es el curso de la vida, llena desdeel primer día del progreso, que comenzará siendo gradual en losavances de la justicia social y tiene que ser inicialmente prudentísi-mo, con un sedimento y con un apoyo conservador, sin el cual suexistencia no es posible». Es ésta una cita clave para entender lospropósitos y acciones de Alcalá-Zamora. Desea una España deprogreso, una España avanzada, pero construida con prudencia yacuerdo. Esa prudencia y disponibilidad para el diálogo de quecarecieron, hay que decirlo con rotunda claridad, quienes arrojaronla República por la borda con su inconsciencia en el ejercicio delpoder. Quienes no superaban el proyecto del político de Priego, sinoque lo desbordaron e hicieron imposible con la incontinencia verbal,con precipitaciones atolondradas, con fanatismo. Porque NicetoAlcalá-Zamora tuvo la mayor cualidad del estadista, la de pensar conmesura y por sus pasos un futuro mejor, sin violencias ni demago-gias, para los que vivirán ese mañana que él no verá, pero cuyoscimientos dispone con sabiduría. No se lo pei niitieron.

Hay que destacar también su permanente esfuerzo, en los planosde la discusión teórica y de la crítica cotidiana, para el perfecciona-miento de las instituciones, advirtiendo sin cesar sobre los riesgos delrégimen parlamentario unicameral y las excesivas primas a lamayoría del sistema electoral, caracteres que tanto contribuyeron alos violentos vaivenes de la Segunda República.

Y de continuo, la referencia ética. «Es terrible que el Gobiernoasesine -dice en su «pensamiento 410»-y todavía más espantoso queel asesinato gobierne, porque aquello deshonra al poder y estodestruye al Estado».

Quiso una España tolerante y moderna, sin enfrentamientosexcluyentes, que ni los hombres, con mayor responsabilidad losdirigentes, ni las difíciles circunstancias, le dejaron hacer, porquerecordemos que sobre España se arrojaban, como dijo Vicens Vives,

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L de convertirla en un paísproyecto y destino que paraconsiderado más cómodo orcia repetitiva, se le atribuyei ve. reaccionario, lo que noverdad. Y si no, vean lo quea. en abril de 1930: «Si enserá cada día más avanzadaurso de la vida, llena desde

rá siendo gradual en losper inicialmente prudentísi-conservador. sin el cual suiota clave para entender losra. Desea una España deonstz-uida con prudencia yad para el diálogo de queclaridad. quienes arrojaronciencia en el ejercicio dela del politico de Priego, sinoon la incontinencia verbal,fanatismo. Porque Niceto

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tizna_ sin enfrentamientospavor responsabilidad los

le dejaron hacer, porquean. como dijo Vicens Vives,

los tremendos vendavales de las tensiones ideológicas que por unlado veían modelos fascistas y por el otro veían a Stalin. Dos modelosque, para bien de la humanidad, se hundieron castastróficamente,el uno en el año 45, el otro en fechas bien recientes, 1990. Y la crisiseconómica, la depresión posterior al veintinueve, con un mayorimpacto en las áreas periféricas del mundo capitalista. Aberracionesideológicas y problemas gravísimos de orden económico que convul-sionaron la estructura social y cultural española, muy rezagadarespecto al itinerario político que se pretendía recorrer, una estruc-tura social sobre todo muy rezagada respecto a las vanguardiasdesaforadas que encaminaban ese movimiento fuera de todo realis-mo. Extremos ideológicos que lindaban a veces con el energumenismoy la coacción o la amenaza. El proyecto político de Alcalá-Zamora, unproyecto a la par progresista y viable, como les acabo de sugerir,feneció precisamente por la incapacidad de sus contemporáneospara comprenderlo y valorarlo, en unos casos, en otros, por losdelirios utópicos o totalitarios.

Cambiemos ahora de terreno. ¿Cuáles fueron los momentosdecisivos en la trayectoria política de nuestro personaje y cómo losvivió? En primer lugar, a sus 52 años, el trece de abril de 1930, unacontecimiento importante en la historia de España que también seolvida frecuentemente: su Discurso en el teatro Apolo de Valencia. Elaquí es consciente de la situación de ilegitimidad e ilegalidad en quese ha colocado la Monarquía de Alfonso XIII tras su beneplácito a laDictadura y el consiguiente rompimiento del pacto constitucional yde la necesidad de encontrar una salida al contubernio. Encuentrala solución mejor y razonable en la República. La Monarquía ya noinspira confianza a los españoles, está por completo desacreditada,debe ser sustituida. Pero se le plantea un conflicto personal deconciencia, porque ha jurado, como Ministro de la Monarquía, unaserie de lealtades: a España, a la Constitución y al rey. Entonces, ensu examen de conciencia de aquel momento, decide que sus obliga-ciones fundamentales, en orden jerárquico, están, primero conEspaña, después con la Constitución y por último con el rey; si haycontradicción, lo fundamental es el país y la Constitución vulneradapor el rey. En ese Discurso de Valencia se declara republicano, lo cualva a tener consecuencias muy importantes, ya que es el primerhombre con una situación acomodada, con una posición de prestigioreconocida, que apoya la solución republicana.

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Estamos a mediados de abril de 1930. La Monarquía no respondea los requerimientos de transformación rápida, quizá con abdicaciónde Alfonso XIII, y ello fuerza el movimiento revolucionario del que esjefe, precisamente, Niceto Alcalá-Zamora. El golpe de fuerza sedispone para diciembre de 1930 y va a ser abortado por la precipita-ción protagonística de Galán y García Hernández en Jaca. Es elsegundo momento decisivo en la biografía del político prieguense. Lalucha contra la Monarquía ha pasado de las palabras a la acción, endiciembre, ocho meses después. Y cuatro meses más tarde, un añojusto después del Discurso de Valencia, se produce la proclamaciónde la República en medio del entusiasmo general. Él es la persona depeso y autoridad que tranquiliza, persuade y organiza en aquellosmomentos de regocijo, pero de confusión e incógnitas.

Hoy, a favor de las sombras del tiempo transcurrido, algunosentonces personajillos se arrogan protagonismos que no tuvieron yescribientes pretenciosos adjudican papel de actores a quienesdesempeñaron el de comparsa, pero lo cierto es que la figuradeterminante del catorce de abril fue él. Escuchémosle, sólo pararecordar una de sus intervenciones decisivas de aquel día: «Fuirápidamente hablando, por otro teléfono, con las Capitanías Gene-rales, a cuyos jefes, que conocía por haber servido todos a misórdenes, decidí dirigirme. Preferí ser yo quien -sin protesta o reivin-dicación de Azaña- evitara la orden áspera y la expresión seca de ésteen aquel instante delicado del primer contacto con la fuerza militar,para exhortar a la obediencia, encargar la disciplina, anunciarrelevos, autorizar sustituciones, demandar interinidades y reclamaracatamientos». Aprecien, por cierto, la precisión del texto y laelocuente oposición de los vocablos delicadeza y aspereza, tan dignade ser meditada en términos políticos e históricos. En el instantetrascendental de incorporar las fuerzas armadas al nuevo régimen,de inclinar al ejército en favor de la República, es Alcalá-Zamoraquien desempeña con feliz acierto y en singular el papel protagonístico.¿Qué hubiera sucedido si estos Capitanes Generales de la Monar-quía, muchos con simpatía hacia ella, hubiesen adoptado unaactitud renuente o de abierta rebeldía? Y, naturalmente, no se limitóa estas conversaciones su frenética actividad en aquella jornada:otras negociaciones urgentes, la redacción de los primeros decretosfundacionales y operativos del nuevo régimen, etc., etc. Es, sin lugara dudas, el hombre que proclama y establece la Segunda República

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. La Monarquía no respondeápida. quizá con abdicaciónto revolucionario del que esrra. El golpe de fuerza ser abortado por la precipita-Hernández en Jaca. Es ela del politico prieguense. Lalas palabras a la acción, eno meses más tarde, un añose produce la proclamacióngeneral. El es la persona deade v organiza en aquellos

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Española el catorce de abril del 31.Su cuarta encrucijada política es su dimisión ante las medidas

provocadoramente innecesarias o innecesariamente provocadoras,como prefieran, de algunos miembros del Gobierno provisional quemolestan o violentan a sectores de significación y volumen destaca-dos con disposiciones, por ejemplo, antirreligiosas. Nuestro biografiadodecide dimitir, como manifestación de protesta por disposiciones quejuzga injustas, además de torpes. Pero después, en diciembre,aceptará la jefatura del Estado, la presidencia de la República, conla esperanza última de que, desde este poder moderador, podrátranquilizar los ánimos y proporcionar estabilidad al régimen repu-blicano. Aunque no se ilusiona demasiado -podria expresarlo consus propias palabras-, su ferviente deseo no logra engañarle, porqueno ignora que para muchos su alta magistratura, con muy cortospoderes, significa apartarle de la lucha parlamentaria, facilitando asíla andadura de caminos más expeditivos hacia objetivos peligrososy amenazadores, verdadera bomba de relojería, para quien no tuvieselos ojos vendados por el dogmatismo y la obcecación.

Otro momento crucial de su itinerario político fue su decisión dedisolver las Cortes en ejercicio de las atribuciones que la Constitu-ción otorgaba al Jefe del Estado. Disolución de las Cortes realizadaen parte, con el aplauso de los partidos de Izquierda, para evitar elacceso al poder de la Derecho de Gil Robles, quien, la Historia y casitodos lo han reconocido así, se manifestaba de un modo muyambivalente, muy ambiguo, no se sabia a ciencia cierta hacia dondequería ir ni si se proponía respetar la legalidad republicana.

El momento más toinientoso de la carrera política de mi abuelo,el más triste, fue, que duda cabe, el de su destitución, el siete de abrilde 1936. Él sabe que lo van a destituir. Tanto es así, que siemprehacía a finales de año un presupuesto, un cálculo de sus ingresospara el año siguiente y en la estimación que hace de los correspon-dientes a 1936 sólo incluye los sueldos procedentes de Presidenciahasta marzo, solamente, con escaso margen de error real, el primertrimestre. Está seguro de que la Derecha o la Izquierda procederá adestituirle en la primera oportunidad que se presente. Y, en efecto,así ocurre en la vergonzosa sesión de las Cortes del siete de abril. Séque me expreso con dureza y no lo lamento. En aquella sesión, losdiputados de las Cortes revelaron una tremenda mezquindad, de laque luego muchos se arrepintieron, soy testigo, para con el hombre

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que tanto había hecho por la República. Hasta los más amigos yéticos prostituyeron su conciencia con el pretexto de la disciplina devoto partidista o el temor de mostrarse poco entusiastas del rumboque tomaban los acontecimientos. El resultado de aquella votaciónparlamentaria constituyó una arbitrariedad juridica y un disparatepolítico. Fue un acto de cinismo colectivo escandaloso, en últimoextremo, un auténtico golpe de estado parlamentario que colocó a laRepública de aquellos insensatos fuera de la ley. Y empieza la cuentaatrás. Cien días después, otro golpe de Estado, de signo opuesto,inicia una horrorosa guerra civil y prepara una no menos lamentabledictadura. El espíritu de la concordia, ya tan en precario, desaparecedefinitivamente a partir de abril, eliminada la figura simbólica de lamoderación y de la posibilidad de diálogo: casi cada español ve amedia España como enemiga, como obstáculo a destruir paraalcanzar la felicidad. Así nos lo explica él mismo, el estudioso de laciencia política, cuando se refiere a la vigorosa inercia, a la fuerza ycapacidad de resistencia de los regímenes políticos cuya caída hayque achacar principalmente a sus propios errores: «La muerteviolenta -escribe- de un régimen político, no hace falta autopsia, hasido siempre por suicidio».

En sus Memorias, Niceto Alcalá-Zamora describe su examen deconciencia ante su inminente destitución como dramático y angus-tioso. La vive como un drama y con angustia. Porque le estánpresionando para que dimita, para que no se produzca la irregulari-dad y el escándalo de su apartamiento del poder en virtud del votoparlamentario. Porque dispone, con argumentos sólidos y perspec-tivas firmes de la alternativa y opción de la resistencia. Es conscientede que le asisten las razones y la razón para enfrentarse al Parlamen-to y sabe que dispone de la fuerza, que se le ha ofrecido por losmilitares, y que buena parte del país comprendería, aplaudiría yapoyaría su gesto de oposición a la arbitrariedad y de enderezamientodel rumbo revolucionario y cainita de los acontecimientos. Y, ade-más, ve con claridad que su resistencia hubiera conducido a unasolución en semanas o días, tal vez en horas y no en una guerra atrozy probablemente larga. Sin embargo, no quiere aceptar esa oferta dela fuerza, renuncia al empleo de la fuerza, pero tampoco va a dimitir,pues ello significaria abandono medroso de responsabilidades yaceptación de culpas. Tendrá que ser destituido, porque la interven-ción del Ejército para restablecer el orden institucional amenazado

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L Hasta los más amigos ypretexto de la disciplina deoodo entusiastas del rumboastado de aquella votacióndad jurídica y un disparateizo escandaloso, en últimoulamentario que colocó a lae la ley. Y empieza la cuentaEstado. de signo opuesto.a una no menos lamentabletan en precario, desapareceda la figura simbólica de lago: casi cada español ve aobstáculo a destruir paraI mismo. el estudioso de la;prosa inercia, a la fuerza yes políticos cuya caída hayapios errores: «La muerte, no hace falta autopsia, ha

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supondría una medida autoritaria que le repugna, no quiere, niasistido por la justicia de su derecho y el patriotismo, ser causa delenfrentamiento fratricida entre españoles. Alberga la remota espe-ranza de que quizá se equivoque en su diagnóstico y de que el caminoemprendido por España acabe por resolverse de modo favorable alargo plazo. Desgraciadamente, no se equivocó en sus temores máspesimistas y fuimos a la guerra civil. En último extremo, piensa quesi resiste y triunfa se verá prisionero de los vencedores y habrá depagar un alto precio en obligaciones políticas y en aceptación derepresalias, perspectiva que rechaza: prefiere la destitución y laamargura tremenda del fracaso que, en esos instantes agónicos de subiografía, prevé para la República.

En fin, última disyuntiva y decisión de su itinerario político. Haestallado la guerra civil y los españoles se matan unos a otros conentusiasmo, satanizan al vecino de ideas distintas, se instalancrédulamente en absurdas epopeyas incompatibles. ¿Con quiénes sealineará Alcalá-Zamora, a qué causa prestará el apoyo de su voz? Connadie, a ninguno de los dos bandos. No hubiera sido mala resoluciónque todos los españoles de entonces hubiesen hecho lo mismo,arrojando las armas homicidas y sentándose a la mesa de negocia-ciones, no sin antes, desde luego, haber relegado al ostracismodefinitivo a los hombres y a las ideologías provocadores del desastre.

Termino. En unas circunstancias mucho menos tempestuosasque las de 1931-1936, España afronta una crisis seria de identidady de valores. Curiosamente, todos los finales de siglo, desde hacequinientos años, han sido difíciles para nuestro país. En el siglo XVIcon la amenaza formidable de las guerras septentrionales; en el XVII,la sucesión de Carlos II y los repartos de la Monarquía Hispánica; enel siglo XVII con el comienzo de la devastadora crisis transecular quedegradará a España de su rango de gran potencia y la relegará a unlugar subordinado en el concierto internacional y en el desarrolloeconómico; a fines del siglo XIX, con la crisis colonial y regeneracionista.Hoy también vivimos una crisis, aunque distinta, en un país que hacrecido en sus dimensiones económicas, que es un país rico orelativamente rico, dentro del mundo capitalista opulento, en laUnión Europea. Poseemos una estructura social muchísimo mássana que la de 1936, con unas amplias y variadas clases mediasdominantes. Pero no hemos alcanzado el horizonte que tanto preocu-pó a las mejores cabezas de la etapa republicana, por el que tanto

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lucharon, el desarrollo de la cultura, de la auténtica enseñanza y delos principios éticos. En este campo, se observa una desorientaciónmás o menos extensa en todos y más honda y lamentable en lapoblación juvenil, tan vulnerable, desde un punto de vista, y tanimportante, al representar el porvenir, desde el otro.

La debilidad del pulso profundo de nuestro país en el presente finde siglo nos exige un análisis cuidadoso de la realidad y de las causasdel desencanto y de los espejismos que nos apartan de la ruta mejor,nos pide volver a arraigarnos en la propia cultura y pasado, levantarsin agresividades exasperadas la bandera de nuestra identidadhistórica y ofrecer a la juventud caminos y objetivos atrayentes en losque las actitudes críticas y los valores humanísticos desplacen a loscriterios pragmáticos, la neurosis consumista, las habilidades tecno-lógicas transitorias y la inercia acomodaticia que a cada paso se lesugiere y por todas partes la rodea. Dia tras día se torna más precisay urgente la reflexión, mirar a nuestro alrededor con sabiduría ymirarnos con sinceridad hasta lo más hondo de quienes somos, a lamanera de esos exámenes de conciencia que hemos visto practicara Niceto Alcalá-Zamora y referir nuestra conducta a unos principiosmínimos de rectitud y convivencia, sin hipocresías victorianas, conel máximo grado de libertad. Y estudiar y amar la Historia, que nosproporciona suelo más firme, ilustra, educa y orienta hacia elmañana.

No otro es el mayor interés actual y validez de la figura de NicetoAlcalá-Zamora y Torres, aquel hombre de Priego, de Andalucía y deEspaña al que sería bueno y justo recuperar del menosprecio o delolvido, porque el análisis y la meditación de su biografía, de su obramúltiple y de su proyecto político malogrado nos ayudará a edificarun futuro mejor para nuestro país y para nuestros hijos.

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