Notas y reflexiones en torno al TIPNIS

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  • 7/31/2019 Notas y reflexiones en torno al TIPNIS

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    Jorge Corts Rodrguez

    notas y REFLEXIONES en

    torno al TIPNIS

    Para

    que

    no

    te

    olvides,

    DiegoMorales,leo/collage1992.

    Lo que sigue son algunos ele-mentos descriptivos de la pro-blemtica del TIPNIS seguidosde otras tantas reexiones,todava muy provisionales, en

    torno a esta temtica y su impacto en lapoltica y la vida nacional. Estn orienta-das sobre todo a motivar un debate co-lectivo en el presente Conversatorio, porello mismo, no constituyen deniciones

    acabadas ni mucho menos denitivas.Solo tratan de llamar la atencin respectode algunos ncleos, o quiz ms bien nu-dos de problemas que la problemtica delTIPNIS parece haber puesto en el tapetede la discusin ciudadana y que quiz eldebate pueda contribuir a desatar.

    Reexin y debate tanto ms necesarios

    cuanto ms compleja se va tornando estaproblemtica. En cualquier caso, como yase ha dicho desde diferentes posiciones,este asunto no parece haber concluido.Por el contrario, la promulgacin de la ll a-mada Ley Corta que establece la prohi-bicin de la carretera por el TIPNIS y de-clara a toda esta rea como intangible,solo parece haber abierto un nuevo cap-tulo en este proceso.

    1. CARACTERSTICAS GENERALES

    El Parque Nacional Isiboro Scure fuecreado el 22 de noviembre de 1965, me-diante Decreto Ley No. 07401, promulga-do por los entonces Co Presidentes dela Repblica, Generales Ren BarrientosOrtuo y Alfredo Ovando Candia. En suparte considerativa, esta norma seala

    Que la construccin del camino marginalde la selva y los planes de colonizacin

    ponen en serio peligro la integridad de

    los recursos naturales renovables y, por

    consiguiente, la belleza escnica de la re-gin

    Desde sus orgenes, el parque fue creadocon el propsito salvaguardar su natura-leza de una carretera que lo atraviese yde la expansin de la colonizacin. Ciertatradicin atribuye adems su creacin ala necesidad de evitar los conictos lim-trofes existentes entre los departamentosde Cochabamba y el Beni en esa regin.De este modo, el Parque nace con unadoble vocacin que se ha mantenido a lolargo de estos aos, marcando su historiacompleja y contradictoria. Una formal, lade proteger la naturaleza y otra informal,pero no menos importante, la de amorti-guar conictos de otra ndole.

    En ese mismo Decreto Ley se jan conclaridad sus lmites. Naci con una su-

    percie de aproximadamente un milln

    de hectreas. Por dcadas mantuvo su

    carcter de rea protegida aunque conun escassimo personal a su cuidado yun menor presupuesto aun para este n.Durante este tiempo fue escenario de unaprovechamiento abusivo de algunos desus recursos naturales (maderas, pielesde animales), aunque, por su extensin,amplias zonas se mantuvieron sin inter-vencin humana. La presencia de la colo-nizacin lleg a sus mrgenes en el sur yadesde la dcada de los aos 60, y de ma-nera signicativa desde la de los aos 80.

    Fue declarado Territorio Indgena Par-que Nacional Isiboro Scure el 24 deseptiembre de 1990 mediante el DecretoSupremo No. 22619 promulgado por elentonces Presidente Jaime Paz Zamora.Desde entonces toma formalmente las si-glas de TIPNIS y su doble condicin de

    rea protegida y territorio indgena. EnDecreto se conrman los lmites del De-creto Ley No. O7401 y se los amplia paraabarcar las reas externas de los rosIsiboro y Scure, incorporando a las co-munidades asentadas en las riberas de

    los ros y constituyendo a lo largo de todo

    su curso una f ranja de amortiguamiento.Desde este momento, el TIPNIS tiene unasupercie de aproximadamente un millndoscientas mil hectreas.

    Tambin se acuerda jar una lnea Rojapara impedir nuevos asentamientos decolonizadores en ese territorio. Finalmen-te, en su artculo sexto se dice expresa-mente:

    ARTICULO SEXTO.- Toda construcciny obras de desarrollo, particularmente de

    vas camineras y poliductos que se reali-cen en el (TIPNIS) debe contar, previa-

    mente, con un pormenorizado estudio deimpacto ambiental debidamente aprobado

    por el Ministerio de Asuntos campesinos

    y Agropecuarios con la participacin de la

    organizacin indgena de la regin.

    El ao 2009 lograron su Titulo Ejecutorialcomo TCO que signica que desde enton-ces tienen el ttulo legal y formal de pro-pietarios colectivos de ese territorio. Pero

    en este mismo Ttulo se reconoce ams una supercie de aproximadam

    200.000 hectreas a favor de los coloya dentro del Parque Nacional. De emodo, el parque queda con su supcie intacta (1.200.000 Has.), pero el como TCO indgena se reduce (1.000.de Has).

    Actualmente el TIPNIS tiene una dadministracin: como territorio, est malmente a cargo de la Subcentral Igena del TIPNIS, junto a la Subcende Mujeres Indgenas del TIPNIS, amorganizaciones aliadas y fundadora

    la Central de Pueblos tnicos Mojedel Beni -CPEMB- y aliadas a CIDComo rea protegida es administradael Servicio Nacional de reas proteg-SERNAP-. Juntos desarrollan activdes de proteccin y conservacin, diante funcionarios profesionales dep

    dientes del SERNAP y Guarda parqIndgenas oriundos del lugar asalariapor esa misma entidad, junto a iniciatde aprovechamiento sostenible de suscursos naturales, bajo un Plan de Manelaborado con criterios tcnicos.

    La gestin formal de proteccin del por parte del Estado se produjo recdespus de que se aprobara el Remento de reas Protegidas, mediante creto Supremo No. 24781 de 31 de de 1997 y de manera especial, se ebleciera el funcionamiento del ServNacional de reas Protegidas, mediadecreto Supremo 25158 de 4 de septbre de 1998. Ambos sobre la base dley de Medio Ambiente No. 1333 de 27abril de 1992.

    Desde que esta co-administracin exilas actividades extractivas ilegales disminuido notoriamente, aunque la sencia de colonizadores en su porcinse ha incrementado.

    2. EL ESCENARIO NATURAL 1

    En el TIPNIS se encuentran represedas tres ecoregiones de gran signicin. El Ecosistema Subandino de ladera oriental de los Andes, consider

    El ao 2009 lograron su Titulo Ejecutorial como TCO que signica que desde entonces tienen el ttulo legal y formal de prop

    tarios colectivos de ese territorio. Pero en este mismo Ttulo sereconoce adems una supercie de aproximadamente 200.00

    hectreas a favor de los colonos ya dentro del Parque Nacio-nal. De este modo, el parque queda con su supercie intacta

    (1.200.000 Has.), pero el rea como TCO indgena se reduce(1.000.000 de Has).

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    en su totalidad -no slo el TIPNIS- unode los 15 ecosistemas mega diversos enel mundo; el Pi de Monte y la porcin

    sur de lasLlanuras Benianas

    . En conjun-to constituyen uno de los escenarios msricos y representativos del pas y el mundoen recursos naturales de ora y fauna, con

    innidad de especies conocidas y muy po-siblemente, otras tantas por conocer.

    Su importancia radica en su rol de regu-lacin de estos espacios biogeogrcos,particularmente en la regulacin, distribu-cin y almacenamiento de ujos hdricosnaturales. Tambin en la conservacin deuna enorme biodiversidad y su ujo o trn-sito natural, incluyendo varias especiesendmicas, como el siervo de la pampa.

    Est en general bien conservado y man-tiene reas sin ninguna intervencin hu-mana, nicas en Amrica.

    3. POBLACIN

    El TIPNIS mantiene una toponimia conorgenes en el idioma mojeo. Segn elhistoriador Arnaldo Lijern Casanovas,Isiboro signica el ro de los Tajibales yScure, Ro Encajonado. Algunos ros dela regin del Chapare, como el que llevasu nombre tienen la misma raz: Chaparesignica Raz de las Aguas, Chipiriri, Zan-ja de Navegacin o Chimor, por ejemplo,Ro de los Almendrillos.

    En la regin del TIPNIS se encuentran lo-mas articiales y restos arqueolgicos quemuestran que ese territorio form partede la antigua cultura hidrulica de Mojos,caracterizada por el control de las inunda-ciones estacionales y el aprovechamien-to del limo que estas dejaban, en labores

    agrcolas extensivas. Se estima que estesistema, mediante la construccin de lo-mas, lagunas y canales articiales, que

    permiti el cultivo de grandes superciesde terreno.

    En tiempos prehispnicos ya fue un terri-torio multitnico, donde compartan y dis-putaban el espacio los pueblos de origenArawak que dieron lugar a la posteriorconformacin del actual pueblo Mojeo,con otros pueblos de idiomas distintos,

    entre ellos los Tsimanes y Yuracars.La historia colonial de estos pueblos esdistinta. Los mojeos fueron trasladados

    desde estas regiones y desde las riberasdel Mamor, hacia las famosas misio-nes jesuticas de Mojos, en el siglo XVII(Nuestra Seora de Loreto, Santsima Tri-nidad, San Ignacio de Mojos y San Javier,especialmente). All, sus distintas parcia-lidades se fundieron en el actual pueblomojeo, adoptando ese idioma como len-gua universal en las reducciones de suporcin sur, con sus propias peculiarida-des.

    Las misiones constituyeron la principal es-trategia colonial de ocupacin estatal delespacio de las tierras bajas del territoriode la Audiencia de Charcas. Las asigna-das a los jesuitas, como es bien sabido,lograron un avanzado desarrollo dentrode ese modelo. Tuvieron un rgimen degobierno y administracin muy distinto al

    resto del Estado colonial. Fueron reascerradas a los espaoles, donde semantuvo el territorio como propiedad ind-gena, se establecieron formas de trabajocomunitarias y donde la convivencia de lacultura indgena con la catlica reduccio-nal tuvo manifestaciones complejas y pro-fundas en varios rdenes, incluyendo la

    tradicin poltica de los Cabildos, ademsde la msica y la religin.

    Con la expulsin de los jesuitas, las mi-siones fueron abiertas al comercio y otraspoblaciones. Sin embargo, por las distan-cias y la marginalidad general de la regin,la poblacin que lleg al principio a esasregiones fue poco numerosa. El estilo devida misional se mantuvo en sus rasgosgenerales, aunque la administracin decuras seculares y administradores esta-tales marcaron las primeras experiencias,por cierto negativas, para las sociedadesindgenas. El paso de la Colonia a la Re-pblica e incluso la creacin del propioDepartamento del Beni en 1842, tampocotuvieron gran signicacin en su vida co-tidiana.

    Fue recin en la poca del auge gomero,en las ltimas dcadas del siglo XIX, enque la presencia estatal fue ms agresiva.Los sumisos mojeos fueron la primeramano de obra masiva enganchada o re-clutada para los trabajos en los gomalesdel norte amaznico. Tal fue la envergadu-ra de este reclutamiento que su poblacin,estimada en unas 40.000 personas unosaos antes en todas las misiones, se re-dujo a 8.000 en 1879 (Keller, 1978, citadopor Moreno, 1984).

    Fue esta situacin de crisis la que oca-sion el movimiento conocido como debsqueda de la Loma Santa que describoen otro lugar2. Bsicamente se trata enun movimiento mesinico, que expresala forma de resistencia indgena anteel avance de la sociedad boliviana. Con-siste en abandonar los pueblos misiona-

    En general, podra decirse que el proceso de fortalecimiento desus culturas experimentado mientras este territorio se mantuvoaislado, ahora se combina, de manera compleja, con nuevasprcticas culturales (por ejemplo el acullicu), de produccin, derelacionamiento con otras comunidades o el acceso a determina-dos servicios estatales (escuelas, postas sanitarias) que inevita-blemente llevan a grados de aculturacin.

    Huscar, Diego Morales, leo 1992. Wara, Diego Morales, leo 1992.

    les y retornar a sus lugares de origen: elactual TIPNIS. Desde 1887 la poblacinmojea regres a su territorio de maneraprogresiva y lo fue ocupando hasta el dade hoy. En su territorio pudieron recons-truir su cultura en sus vertientes indgenay reduccional, con cierta tranquilidad dadolo inaccesibles de esos parajes, hasta losltimos aos que veremos ms adelante.

    Tsimanes y Yuracars en cambio no fue-ron parte de las misiones. Se mantuvieroncomo pueblos perifricos a ellas. Los Yu-racars, ya en el siglo XIX, intentaron serreducidos en misiones franciscanas enla zona del Chapare, pero sin mayor xi-to. Mantuvieron su cultura en esa regin,los Yuracars al sur, en el Chapare, quefue su hbitat originario, y los Tsimanesal norte, con escaso contacto con la so-ciedad colonial y luego republicana hastaentrado el siglo XX. Fueron parte de aque-llos pueblos que cierta tradicin y luego lapropia Ley de Reformas Agraria de 1953consideraba que vivan en estado salva-je (Ley de Reforma Agraria. Art. 129).

    Actualmente el TIPNIS est poblado porcerca de 70 pequeas comunidades de in-dgenas de Trinitarios, Yuracars y Tsima-nes asentadas en las riveras de los ros,lo que hace un total de algo ms de 8.000personas, siendo los Mojeos Trinitariosla gran mayora. No tenemos una informa-cin actualizada de la poblacin de colo-nizadores dentro del Parque, pero puedetratarse de una cifra mayor.

    4. MODELOS DE DESARROLLO ENEL TIPNIS

    La Evaluacin Ambiental Estratgica delTIPNIS realizada por el SERNAP estemismo ao plantea la convivencia en esteterritorio de dos modelos de desarrollo:el indgena y el colonizador.

    4.1 El modelo indgena

    En trminos generales, Mojeos, Yuraca-rs y Tsimanes comparten algunos ras-gos similares, con sus propias caracters-ticas claro est, en relacin a l a ocupacindel espacio y el aprovechamiento de susrecursos naturales. Sobre la base de laposesin colectiva de su territorio, todosellos practican la agricultura de roza, tum-ba y quema, con cultivos diversicados ycomplementados con actividades de caza,pesca y recoleccin. Bajo distintas modali-dades, cada vez ms sujetas a l as premu-ras de la vida contempornea, mantienenaun la movilidad de sus asentamientos enlugares diversos. Esta movilidad obedecea una antigua estrategia de cultivos itine-

    rantes, por la cual cada cierto nmero deao desplazaban sus lugares de asenta-miento para permitirles su recuperacin

    natural y no ocasionar demasiada presobre sus recursos naturales, favorecdo la conservacin de los ecosistemas

    Sus asentamientos se realizan normmente a la rivera de los ros, lo que ams de permitirles el uso de este imptantsimo medio de comunicacin y recursos naturales, les permite el aprochamiento de los bosques de galera ctinuos, cuyos suelos sueles ser ms appara las labores agrcolas.

    Su cultura, particularmente su religles permite tambin un aprovechamiecontrolado de los recursos, especialmeen cuanto a la caza, la pesca, la talarboles y la recoleccin. Sus dioses htan en la naturaleza y pueden castigaabusos contra ella.

    Estas condiciones de vida, aisladas -engrado que rpidamente se transformamercado y el resto de la vida nacional,

    El rechazo de los indgenas ala construccin de la carreterapor su territorio, no signica

    un rechazo a la comunicacinterrestre entre los departa-mentos involucrados. Expresasu temor a que la carreteraen su territorio sea el vehculoinmediato para la penetracinde los colonizadores en l.

    Ellos temen, en realidad, serinvadidos por los colonizado-res y quedar expuestos y/osometidos a sus formas devida, trabajo y cultura, per-diendo las suyas.

    Hambre de pan no, hambre de Dios s, Diego Morales, leo/collage 1992.

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    una baja densidad poblacional, favorecenla reproduccin de su cultura y los eco-sistemas de su territorio, de all que seaperfectamente compatible el desarrollo dela vida indgena con la poltica de conser-vacin de reas protegidas.

    Hoy en da se mantienen esos rasgos,combinados con nuevas estrategias comoel aprovechamiento sostenible de ciertos

    recursos del TIPNIS como las actividadesforestales, el aprovechamiento del cuerode saurios o el turismo. Asimismo, unafuente de monetizacin suele ser la ventade su fuerza de trabajo a los colonizadoreso en las estancias ganaderas prximas olas que estn dentro del propio parque.Naturalmente, mantienen la propiedad co-munitaria ya que se trata de una TCO.

    En general, podra decirse que el procesode fortalecimiento de sus culturas experi-mentado mientras este territorio se mantu-vo aislado, ahora se combina, de maneracompleja, con nuevas prcticas culturales(por ejemplo el acullicu), de produccin,de relacionamiento con otras comunida-des o el acceso a determinados serviciosestatales (escuelas, postas sanitarias)que inevitablemente llevan a grados de

    aculturacin.

    El rechazo de los indgenas a la construc-cin de la carretera por su territorio, nosignica un rechazo a la comunicacin te-rrestre entre los departamentos involucra-dos. Expresa su temor a que la carreteraen su territorio sea el vehculo inmediatopara la penetracin de los colonizadoresen l. Ellos temen, en realidad, ser inva-didos por los colonizadores y quedar ex-

    puestos y/o sometidos a sus formas devida, trabajo y cultura, perdiendo las su-yas.

    Se trata de una difcil convivencia entredos modos de vivir distintos: el de ellosy el de los colonizadores que ya hemosdescrito. En el fondo, se trata de poner enprctica la vigencia del reciente EstadoPlurinacional.

    4.2 El modelo colonizador

    Desde el siglo XIX, apenas iniciada la Re-

    pblica, el Estado intent colonizar susabandonadas tierras bajas, tratando deatraer inmigrantes europeos, intentos quenunca llegaron a concretarse.

    Las polticas de colonizacin ms impor-tantes y exitosas datan de la dcada delos aos 50 del siglo pasado, en el marcode la Revolucin Nacional y la ReformaAgraria. Se cre un Instituto Nacional deColonizacin y fuertes mecanismos de im-pulso a la migracin de la poblacin indiaandina hacia el oriente del pas. En los pri-meros aos se trat de una colonizacindirigida, planicada desde el Estado, conpolticas y mecanismos de apoyo a losasentamientos de los nuevos ncleos decolonizadores en diferentes regiones delpas, entre ellas, la del Chapare.

    En el marco del Plan Bohan que promo-vi diversas alternativas de desarrollo deloriente boliviano. Se trataba de ofrecer alas comunidades andinas, de alta densi-dad demogrca, que viva en los sperosterrenos andinos, la alternativa de nuevastierras que se consideraban vacas yfrtiles en las inmensas planicies de lastierras bajas.

    El proceso alcanz tal magnitud que pron-to el Estado se vio sobrepasado y se pasde la etapa de la colonizacin dirigida ala espontnea, sin apoyo estatal. De all,por efecto adems de otras polticas esta-tales como la privatizacin de la minerao por los efectos de sequas agudas enla zona andina, se pas a la colonizacinmasiva de nuestros das.

    El modelo de colonizacin, particularmen-te en la regin del Chapare, tiene comobase la propiedad privada de la tierra y elmonocultivo. Por el tipo de suelos de la re-gin, de vocacin forestal, el monocultivoocasiona una rpida prdida de producti-vidad de los suelos lo que ocasiona a suvez, la habilitacin constante de nuevassupercies de cultivo. Esta prctica tie-ne fuertes impactos ambientales, los quesumados a su gran crecimiento demogr-

    co, han hecho de esa regin una zona

    prspera pero amenazada crecientemen-te por el deterioro ambiental y el empobre-cimiento de sus suelos y ecosistemas engeneral. De all tambin su necesidad dereas de expansin que resultan ser losparques nacionales continuos: el parquenacional Carrasco al sur, y el TIPNIS alnorte.

    La produccin de coca ha tenido un granrol en su acelerado desarrollo. Ya sea porsus implicaciones con el narcotrco, opor los programas de desarrollo alterna-

    tivo para evitarlo, la coca ha permitido aesta regin recibir signicativas inversio-nes.

    Las organizaciones de los colonizadores-que han cambiado su denominacin porla de comunidades interculturales-, parti-cularmente las seis Federaciones del Cha-pare, han alcanzado, no sin mrito quedeba reconocerse de manera expresa, unalto grado de desarrollo cuya trayectoriay rol en el actual proceso de cambio sonbien conocidas. Por contrapartida, ya noexiste el Instituto Nacional de Coloniza-cin ni se cuentan con polticas estatalesespeccas para este sector, habiendo de-jado de tener vigencia las del mencionadodesarrollo alternativo.

    En los ltimos tiempos se ha generadouna corriente de opinin en ciertos crcu-los de colonizadores, que sostiene queel TIPNIS en particular, pero tambin elconjunto de las reas Protegidas del pase incluso las propias TCOs, constituyencreaciones del modelo neoliberal queobedecen a intereses externos al pas yque, por tanto, deben revisarse. En el fon-do de esta posicin parece estar la tradi-cin desarrollista y pragmtica de progre-so generada desde le poca de los aos50.

    5. EL TIPNIS COMO ESPACIO DECONFLICTOS

    Desde aproximadamente la dcada de losaos 80 el TIPNIS dej su remoto aisla-miento y se convirti en espacio codicia-do desde varios frentes. Desde el sur seinici el avance de los colonizadores yamencionada, pero desde el norte recibilos embates de ganaderos desde el Beni.Al mismo tiempo, y desde distintas partes,fue acometido por madereros y narcotra-cantes.

    El sector petrolero tambin ha incursiona-do en l. Ya en la dcada de los 60 unaempresa norteamericana realiz prospec-ciones y estudios llegando a perforar un

    Una hebra para tratarde acometer este complejonudo temtico podra ser elmencionado derecho de lospueblos indgenas a la consul-ta previa. ste est basado asu vez en otro precepto Cons-titucional, el de la autodeter-minacin de los pueblos (CPE.Cap. I, Art. 2). El derecho ala consulta que postulan los

    indgenas no es un derechohumanitario. Es un derechopoltico, esto es, de carctervinculante. Un derecho a par-ticipar en la toma de decisinde autoridad (CPE. Cap IV.Art. 30. Prrafo 15).

    pozo en la zona sur del TIPNIS, aunquesin xito (cerca de la actual comunidadmojea de Santsima Trinidad, al sur delParque). Desde entonces se han realiza-

    do diversos estudios. Aunque no se tieneinformacin ocial, se supone que el rea

    es potencialmente rica en importantes re-servas de gas y petrleo.

    A lo anterior debe agregarse que el con-icto de lmites entre los departamentos

    de Cochabamba y el Beni no est resuel-to, mantenindose como escenario posi-ble de conictividad.

    6. LA CARRETERA COCHABAMBA TRINIDAD

    Esta carretera es sin duda, una antiguaambicin de ambos departamentos quese remonta, por lo menos, a la poca pos-terior a la expulsin de los jesuitas en elsiglo XVIII. Desde entonces se han reali-zado numerosos proyectos para comuni-

    car las ciudades de Cochabamba con lade Trinidad, los ms de ellos atravesandoel actual TIPNIS, aunque tambin existenejemplos de alternativas, como la de la vaal oeste del Mamor.

    Cabe aqu, sin embargo, recordar quedesde la dcada de los aos 80, se adop-t en Bolivia la poltica de considerar losimpactos ambientales para toda obrade desarrollo, incluyendo las carreteras,

    como condicin indispensable para suconstruccin. Condicin que antes no slono exista, sino que no formaba parte delos conceptos de desarrollo de entonces.

    Los conceptos desarrollistas del pasadoconsideraban a las carreteras como unvalor en s del progreso.

    Como ancdota, mencionar que cuandose iniciaba la construccin del tramo Chi-mor Yapacan, de la actual carreteranueva de Cochabamba a Santa Cruz,los organismos que la nanciaron obliga-ron al Gobierno boliviano de entonces aemprender rpidamente los estudios deimpacto ambiental y a establecer las me-didas correctivas al respecto. La necesi-dad de realizar tales actividades motiv lacreacin de la Secretara Nacional de Me-dio Ambiente, como entidad dependientedel antiguo MACA. Desde entonces, todacarretera debe someterse a este requeri-miento, segn manda la Ley Ambiental y,recientemente, la Constitucin Poltica del

    Estado.

    7. LA VIII MARCHA DE LOS PUEBLOSINDGENAS Y ALGUNOS TEMASDE REFLEXIN.

    Hasta donde puede saberse, en el mo-mento que sala la marcha de Trinidad, enAgosto de este ao, posiblemente un buennmero de sus integrantes se sentan to-dava adherentes del proceso de cambio,

    del Gobierno y su Presidente. Sin emgo, el propio hecho de tener que recurla marcha muestra ya su inconformiden ese momento, porque consideraba

    construccin de la carretera una meddesacertada y amenazante para ellosDesde el ao 2006 comenzaron a tenoticias sobre el actual emprendimieSalan noticias en la prensa, se hablde proyectos que luego fueron contraEl Presidente y el Vicepresidente seunan con varios sectores de la poblapara dialogar al respecto, como los ppios colonizadores del Chapare o sectodel empresariado cochabambino. Incse realizaron pomposas inauguraciode su construccin. A ninguno de es

    Lo que parece raticado es

    capacidad poltica y la entereza de los pueblos indgenal momento de defender su

    reivindicaciones. No solo socapaces de desarrollar aliazas y promover simpatas,sino adems, de no amilanase frente al poder y expresasus opiniones con claridad.Una claridad que las clasesmedias parecen haber olviddo.

    El hombre enemigo del hombre (detalle), Diego Morales, leo 1997.

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    eventos fue invitada la dirigencia indgenadel TIPNIS. Ms aun, enviaron numerosascartas al Gobierno y solicitaron repetidasveces entrevistas con el Presidente alprincipio y luego con cualquier autoridadque quiera darles informacin al respecto

    y escuchar sus planteamientos. Por lo vis-to, estas gestiones no tuvieron xito.

    Por ello, cuando la marcha parti, losindgenas estaban embargados de unsentimiento de frustracin, pero tenan laesperanza de que el Presidente, en al-gn momento, los escuchara. Cuando lamarcha concluy. Cuando se promulg laLey que prohiba la carretera, haban cam-biado muchas cosas. Con los anteceden-tes expuestos tratemos colectivamente de

    desentraar algunos de estos temas notodos, claro est-, en la medida en queesta compleja situacin lo permita.

    8. LA DIMENSIN INDGENA

    Si la primera marcha indgena de 1990les permiti ser reconocidos como ciuda-danos plenos de la sociedad boliviana eincluso los puso como actores de primerplano en la poltica nacional, posiblementeesta marcha ayud a raticar algunos as-pectos y a precisar otros.

    Lo que parece raticado es la capacidadpoltica y la entereza de los pueblos ind-genas al momento de defender sus reivin-dicaciones. No solo son capaces de de-

    sarrollar alianzas y promover simpatas,sino adems, de no amilanarse frente alpoder y expresar sus opiniones con clari-dad. Una claridad que las clases mediasparecen haber olvidado.

    Entre las cosas que se han precisado estel hecho de que la poblacin indgena noes homognea y que la diversidad y l a plu-riculturalidad existen de verdad y son rea-lidades complejas. Otra vez los indgenasllevaron a la calle nociones que circulabanen el campo estrecho de la academia.Por ejemplo, fue palpable aquello que la

    estadstica ya mostraba desde el CensoNacional del ao 2001, que as como haygrandes mayoras indgenas, tambin es-tn las grandes minoras. Que del 62% dela poblacin que se auto identicaba comoindgena, el 92% eran quechuas y ayma-ras 3. Que los pueblos de las tierras bajaseran pequeas minoras que, en casos,apenas llegan a las decenas de personas.Y lo que es ms grave, que esa diferenciademogrca, adems de una diversidadcultural, contiene otras diversidades: po-lticas, econmicas y sociales. Y que esasdiferencias se ejercen en varios sentidos.

    El Estado Plurinacional no solo suponeun enunciado de la CPE, sino tambin uncomplejo proceso de construccin, que noest libre de connotaciones polticas. Unproceso que recin comienza y sobre elque cabe aun mucho trabajo de investiga-cin, elaboracin y de deniciones que el

    conicto del TIPNIS parece inaugurar.

    Una hebra para tratar de acometer estecomplejo nudo temtico podra ser elmencionado derecho de los pueblos in-dgenas a la consulta previa. ste estbasado a su vez en otro precepto Consti-tucional, el de la autodeterminacin de lospueblos (CPE. Cap. I, Art. 2). El derecho ala consulta que postulan los indgenas noes un derecho humanitario. Es un derechopoltico, esto es, de carcter vinculante.Un derecho a participar en la toma de de-cisin de autoridad (CPE. Cap IV. Art. 30.Prrafo 15).

    Ha habido controversia al respecto. Lasrespuestas del gobierno parecen interpre-tar este derecho como de mero trmite bu-rocrtico y que estas consultas no puedenser vinculantes.Sarela Paz, una investigadora acuciosadel tema, arma que no pueden confun -dirse los derechos a la consulta que tienenlos ciudadanos en general, que no sonvinculantes efectivamente, con la consul-ta a los pueblos indgenas, puesto que laconstitucin les reconoce su derecho a laautodeterminacin, basado a su vez en su

    El loco de la casa blanca, Diego Morales, leo 1987.

    historia. Son pueblos preexistentes a lacolonia.

    El tema de fondo es que no est cons-truida la ingeniera institucional del Esta-do Plurinacional, que no solo reconoce aestos pueblos sino tambin su derechoa gobernarse en determinados mbitos.El Estado Plurinacional entendido comoun Estado de poderes a su vez diversos.Cmo compatibilizar esos poderes di-versos reconocidos para el ejercicio realy cotidiano de los diversos pueblos ind-genas?; Cmo compatibilizarlos con los

    intereses y demandas de la poblacin noindgena?; Cules las instituciones -la-se reglas de juego- permanentes, queregulan estos procesos? Tal las dimensio-nes del tema puesto en la mesa.

    8.2 La dimensin ambiental

    Otro tanto parece ocurrir en este mbito.La actual Constitucin Poltica de Estadoes muchsimo ms generosa que cual-quiera de sus predecesoras en este tema.A ello se debe aadir la intensa campa-a nacional, y sobre todo internacional,a favor de los Derechos de la Madre Tie-rra. Pero estos argumentos no aparecie-ron durante el proceso. Ms aun, se haproyectado una imagen contradictoria alrespecto, que ha puesto en entredicholos avances del gobierno en este campo,poniendo en duda su seriedad al respectotanto dentro como fuera del pas.

    Pero adems, frente a un avance consi-derable de la conciencia ciudadana so-bre esta problemtica, se ha puesto enevidencia que el conjunto de la gestinambiental, ms all del TIPNIS, est tam-bin detenida. La capacidad operativa co-tidiana del Ministerio de Medio Ambientepara conducir, regular y scalizar estos

    procesos, est drsticamente disminuida.Esta entidad ha dejado de tener protago-nismo en ste y en otros aspectos de laproblemtica ambiental y no tiene inciden-cia alguna en los espacios de decisin delGobierno.

    Un apunte nal en este tema. El de laintangibilidad del TIPNIS, establecidaen la reciente ley Corta. El conjunto denormas nacionales e internacionales, in-cluyendo la propia CPE, establecen laposibilidad e incluso la necesidad de quelas comunidades indgenas originarias delas reas Protegidas puedan realizar unaprovechamiento sostenible de sus recur-sos naturales, sobre la base de Planes deManejo aprobados por la autoridad com-petente, en este caso, el SERNAP. Dentro

    de estos Planes de Manejo, es posible de-clarar intangibles determinadas zonas,muy especcas, que ya sea por su fragi-lidad y/o su representatividad en cuanto aecosistemas y biodiversidad requieran deesta especial medida de proteccin.

    Si se sigue esta norma de la intangibilidaddel TIPNIS en sentido estricto, todos sushabitantes, indgenas y tambin colonos,debern suspender sus actividades deaprovechamiento de recursos naturales,incluyendo las plantaciones de coca. Posi-blemente tendremos sobre este tema otro

    espacio de controversia.

    9. EL FUTURO

    Ms all de los efectos polticos inmedia-tos de la marcha los buenos y malos hu-mores generados e incluso el lamentableepisodio de la represin a la marcha, conlo que nos quedan varios temas en el tin-tero- queda por analizar el impacto gene-ral de sta sobre la sociedad boliviana yel Gobierno.

    Por el lado de la sociedad, la marcha delos indgenas del TIPNIS parece habercontribuido a que importantes sectores ur-banos hayan incrementado su sensibilidadfrente a la presencia indgena de manerapositiva. De que la marginalidad de estospueblos, de todos ellos, incluyendo los an-dinos, debe superarse denitivamente. Seha avanzado en asimilar la idea de que nosolo somos un pas culturalmente diverso,sino que convivimos en realidades, histo-rias, economas, intereses y expectativasdistintas. En n, se avanzado en la com-prensin y la participacin de que un Esta-do Plurinacional, en su abstraccin gene-ral, es la va idnea para una convivenciaentre estas realidades distintas.La oposicin y el sistema de partidos, porsu parte, adems de sumarse a la eufo-ria de la marcha, poco han aportado enplanteamientos serios hacia el futuro. Lamarcha no ha cambiado su debilidad es-tructural actual.

    Por otra parte, la marcha tambin hapuesto en evidencia la dispersin de laspolticas gubernamentales. Las voces so-bre retomar la Agenda de Octubre soncada vez ms frecuentes. Muchos hanrecordado tambin que el Plan de Desa-rrollo implantado por el gobierno en losprimeros meses de su gestin, el ao2006, ha sido largamente abandonado.Paradjicamente, sectores que lo apoyane incluso miembros del propio Ejecutivoparecen recuperar las viejas corrientesdesarrollistas emergentes del proceso

    de la Revolucin Nacional, con el rezhistrico consiguiente. Un desarrollispragmtico, poco abierto a los desade la diversidad plurinacional y el meambiente.

    El Gobierno ha declarado su necesidadcontar con una nueva estrategia de derrollo, y con esa nalidad ha convocaduna Cumbre de sectores sociales. No starea fcil. Junto a sectores que plantla reconduccin del proceso en el made la CPE, otros optan por el mencionpragmatismo en su visin del desarrosustentados en su favorable correlacde fuerzas polticas.

    Como puede verse, la marcha por el TNIS en n, parece poner en debate el dtino mismo de nuestro desarrollo futurnada menos.

    Jorge Corts Rodrges historia

    1 Para contar con una visin detallada de las

    caractersticas del TIPNIS vase el documento

    Evaluacin Ambiental Estrat gica del TIPNISSERNAP. 2011.

    2 J. Corts. Una historia de marchas y esperanNueva crnica y Buen Gobierno. No. 93. Octude 2011.

    3 Censo Nacional de Poblacin y Vivienda. INE2001.

    Nuestra seorita de La Paz, Mario Conde, acuarela 5

    and miosa48 and mioa