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1- - Analizar qué es una formación discursiva ¿Cuál es la función de este concepto en los trabajos de Foucault? La pregunta principal de Foucault es sobre las condiciones de posibilidad que hacen que en un momento determinado pueda emerger un concepto, una institución, una norma, etc. Con este objetivo apela a una diversidad de enunciados vinculados a aquello sobre cuyas condiciones de posibilidad se pregunta. Trabaja dichos enunciados en sí mismos relacionándolos con otros para establecer series. Así, podemos decir que el objeto de estudio es construido, y por eso el investigador tiene como tarea dar cuenta de las condiciones de existencia que permiten que ese objeto pueda formarse. Para encarar una pregunta tan amplia, el trabajo arqueológico consta de un momento positivo y de otro negativo: El momento negativo sería aquel en el que el investigador suspende el uso de conceptos y supuestos que suelen ser aceptados acriticamente. Foucault muestra que conceptos como “Tradición”, “Unidad”, Continuidad”, “Autor”, “Origen”, etc. obstaculizan el pensar, “No hay que devolver el discurso a la lejana presencia del origen; hay que tratarlo en el juego de su instancia” 1 . De este modo, Foucault busca alertar sobre el error que sería tomar por un concepto intocable lo que es una interpretación, tratando de “poner fuera de circuito las continuidades irreflexivas por las que se organiza, de antemano, el discurso que se trata de analizar” 2 . Este momento negativo le permite, a su 1 Michel Foucault: “Arqueología del Saber”, Siglo Veintiuno Editores, Pág. 41 2 Michel Foucault: “Arqueología del Saber”, Siglo Veintiuno Editores, Pág. 39.

Parcial Foucault

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Page 1: Parcial Foucault

1- - Analizar qué es una formación discursiva ¿Cuál es la función de este concepto en

los trabajos de Foucault?

La pregunta principal de Foucault es sobre las condiciones de posibilidad que hacen que

en un momento determinado pueda emerger un concepto, una institución, una norma,

etc. Con este objetivo apela a una diversidad de enunciados vinculados a aquello sobre

cuyas condiciones de posibilidad se pregunta. Trabaja dichos enunciados en sí mismos

relacionándolos con otros para establecer series. Así, podemos decir que el objeto de

estudio es construido, y por eso el investigador tiene como tarea dar cuenta de las

condiciones de existencia que permiten que ese objeto pueda formarse.

Para encarar una pregunta tan amplia, el trabajo arqueológico consta de un momento

positivo y de otro negativo: El momento negativo sería aquel en el que el investigador

suspende el uso de conceptos y supuestos que suelen ser aceptados acriticamente.

Foucault muestra que conceptos como “Tradición”, “Unidad”, Continuidad”, “Autor”,

“Origen”, etc. obstaculizan el pensar, “No hay que devolver el discurso a la lejana

presencia del origen; hay que tratarlo en el juego de su instancia”1. De este modo,

Foucault busca alertar sobre el error que sería tomar por un concepto intocable lo que es

una interpretación, tratando de “poner fuera de circuito las continuidades irreflexivas

por las que se organiza, de antemano, el discurso que se trata de analizar”2. Este

momento negativo le permite, a su vez, romper con la idea de que determinados

problemas deben ser estudiados exclusivamente por determinadas disciplinas,

habilitando así un amplio campo de discursos a un nuevo tipo de investigación que

busque las vinculaciones donde era imposible hallarlas. Todo esto ya nos anuncia el

momento positivo: Los documentos no serán valorados por la “verdad” que encerrarían,

sino por los efectos que su circulación provoca y por su relación con otros documentos.

Así el investigador se libera para tener en cuenta los enunciados efectivamente dichos

en la singularidad del momento en que emergen (es decir, tomarlos como

acontecimientos), “Una vez suspendidas esas formas inmediatas de continuidad se

encuentra, en efecto, liberado todo un dominio. Un dominio inmenso, pero que se puede

definir: está constituido por el conjunto de todos los enunciados efectivos (hayan sido

hablados o escritos), en su dispersión de acontecimientos y en la instancia que le es

propia a cada uno”3. De este modo se explica porque Foucault prioriza la atención a las

rupturas, las discontinuidades, los limites y los umbrales para encontrar justamente allí

1 Michel Foucault: “Arqueología del Saber”, Siglo Veintiuno Editores, Pág. 412 Michel Foucault: “Arqueología del Saber”, Siglo Veintiuno Editores, Pág. 39.3 Michel Foucault: “Arqueología del Saber”, Siglo Veintiuno Editores, Pág. 43.

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la emergencia de lo que permita dar cuenta de los cambios, desencializando las unidades

y totalidades conceptuales.

Cuando Foucault analiza enunciados busca evitar que sus investigaciones se reduzcan al

campo de lo lingüístico, tratando de ver al lenguaje circulando en las prácticas concretas

en condiciones materiales concretas, de las que también debe darse cuenta en la

investigación. Al entrar en el análisis es importante preguntarse sobre las posiciones de

sujeto de los participantes, el ámbito institucional desde el que se enuncia, etc. esto hace

que documentos como reglamentos, la disposición de las letras en un teclado,

prescripciones médicas, puedan ser tomados como enunciados. En este punto se entrevé

la importancia capital que tendrá el cuerpo en los trabajos foucaultianos y la idea de

materialidad de los discursos, en la que habla de que todo discurso se produce siempre

dentro de una relación de fuerzas estratégica, lo cual hace que su circulación genere

efectos de poder sobre los cuerpos individuales y colectivos. De este modo, al construir

una formación discursiva no se debe echar luz únicamente sobre lo dicho o sobre lo

practicado, sino que se debe poner el foco en la materialidad del discurso circulando en

los cuerpos.

Finalmente, trataré de explicar esquemáticamente como es que Foucault explica la

construcción de las formaciones discursivas. Es de vital importancia buscar cuales son

las reglas de existencia que hacen que el objeto de investigación pueda ser construido.

Reglas que, más que buscar una homogeneidad en una unidad de sentido a través del

tiempo, encontrarían una unidad del discurso dada por el espacio en el que diversos

objetos se perfilan y continuamente se transforman, aparecen y se dispersan, en fin se

reparten. Espacio donde múltiples estrategias son posibles. Foucault describe su

análisis como preconceptual ya que se realiza en la superficie de los discursos, en las

reglas que se aplican efectivamente al practicarlos y utilizarlos, “Las reglas de

formación son condiciones de existencia (pero también de coexistencia, de

conservación, de modificación y de desaparición) en una repartición discursiva

determinada”4. Así, busca dar cuenta de la complejidad del discurso mismo

vinculándolo a diversas estrategias y contextos históricos que le permiten aparecer. La

superficie de emergencia es el contexto, el lugar concreto en que el enunciado aparece y

se hace nominable, lugar de diferenciación primera y del cual se debe dar cuenta,

justamente para explicar porque su aparición es un acontecimiento en sí mismo. Esto,

como todo lo demás, debe ser hecho dentro de esa suspensión de ciertos conceptos

4 Michel Foucault: “Arqueología del Saber”, Siglo Veintiuno Editores, Pág. 63

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sintéticos, para que el acontecimiento no quede aislado y pueda “hacerse libre para

describir en él y fuera de él juegos de relaciones”5. Las instancias de delimitación, por

su parte, serían el entramado complejo en que surgen los objetos, por ejemplo en el

juego entre diversas instituciones, ya sea al interior de cada una de ellas como en el

juego entre ellas, los cuales irían aislando e instaurando un objeto. Finalmente, las

rejillas de especificación serían ciertos códigos del ver y del hablar que surgirían a partir

de la superficie de emergencia y de las instancias de delimitacion, es decir en un

momento histórico y en un campo determinado, “…no son los objetos los que se

mantienen constantes, ni el dominio que forman; no son siquiera su punto de

emergencia o su modo de caracterización; sino el establecimiento de una relación entre

las superficies en que pueden aparecer, en que pueden delimitarse, en que pueden

analizarse y especificarse”6.

Así, vemos que ningún enunciado tiene significado en sí mismo sino que cobra sentido

en un momento y en una determinada relación de fuerzas estratégica. Por ello, en

“Arqueología del Saber” las relaciones de poder aparecen como una especie de

trascendental, es decir como condición previa a las condiciones de posibilidad de

surgimiento de las formaciones discursivas. En este texto, la noción de poder no es

todavía clara, lo único que hace referencia al tema es la búsqueda de dar cuenta del

lugar desde el que se enuncia y de la posición de sujeto del que pronuncia el discurso,

por ello el poder aparece como un a priori aun no especificado. El concepto de

estrategia aun no hace referencia a la relación entre dominadores y dominados. Se puede

afirmar que el objeto de estudio de la arqueología es el Saber en tanto conjunto de

practicas discursivas y extra discursivas que atraviesan materialmente los actos, los

cuerpos de los sujetos y que son producidas culturalmente, en momentos determinados,

dentro de estratégicas relaciones de fuerza pero cuya característica no es la de la

acumulación y el progreso a través del tiempo sino sus transformaciones y

discontinuidades.

2- Explique porque Foucault rechaza las tesis de que los suplicios perdieron

importancia debido a un progreso del “Humanismo”.

5 Michel Foucault: “Arqueología del Saber”, Siglo Veintiuno Editores, Pág. 47.6 Michel Foucault: “Arqueología del Saber”, Siglo Veintiuno Editores, Pág. 77.

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Según Foucault la reforma penal y el discurso que habla de humanizar las penas que lo

acompaña surge en “en el punto de conjunción entre la lucha contra el sobrepoder del

soberano y la lucha contra el infrapoder de los ilegalismos conquistados y tolerados”7,

luchas que, principalmente, fueron llevadas adelante desde dentro del aparato judicial.

Estas luchas marcan un quiebre con una estrategia de poder que se caracterizaba por su

discontinuidad, falta de eficacia y alto costo económico y que ante los cambios que se

estaban produciendo en la sociedad, dejaba de ser útil. En lo que el autor llama

Sociedad de Soberanía el espacio social se vinculaba por la idea de que el poder era una

relación entre el soberano y sus súbditos. Esto lo hacia discontinuo ya que solo actuaba

cuando éste era atacado, dejando así grandes espacios libres a un ilegalismo que era

tolerado. Así, se generaba una economía del poder basada en el derroche, en la

visibilidad, la violencia y la espectacularidad, es decir en generar terror en los súbditos,

y cuyo dispositivo central era el suplicio como ritual en el que se manifestaba el poder

en toda su magnificencia, al ser todo crimen un ataque al soberano como detentador

exclusivo del mismo. De este modo, la idea del sobrepoder monárquico es aquella que

hace foco en que el derecho de castigar es una atribución personal del soberano, siendo

presa fácil de las acusaciones de irracionalidad e injusticia que le lanzan los

reformadores. Esta economía del poder, en que el dictado de la leyes y su

administración no se delimitaba claramente, donde había privilegios evidentes, donde

los títulos para ser juez eran vendidos por el rey, etc., generaba, a su vez, que la justicia

fuese irregular, “Estas instancias múltiples, a causa de su misma plétora, se neutralizan

y son incapaces de cubrir el cuerpo social en toda su extensión. Su imbricación hace

que la justicia penal esté, paradójicamente, llena de lagunas”8. En esos “huecos” que la

justicia no cubre, se producen una cantidad de ilegalismos necesarios para la

supervivencia de las capas populares y que se basan en la violación de ciertos derechos,

violaciones que eran toleradas y, al serlo, se reproducían.

Al iniciarse un proceso de cambios en la sociedad, el cual Foucault sitúa a mediados del

siglo XVIII, esta forma de ejercicio del poder deja de ser funcional, “con el aumento

general de la riqueza, pero también con el gran empuje demográfico, el principal

blanco del ilegalismo popular tiende a no ser ya en primera línea los derechos sino los

bienes…”9. Esto genera lo que el autor llama crisis del ilegalismo popular. Las

innovaciones particularmente importantes que se generan también en el ámbito

7 Michel Foucault: “Vigilar y Castigar”, Siglo Veintiuno Editores, Madrid, 1981, Pág. 928 Michel Foucault: “Vigilar y Castigar”, Siglo Veintiuno Editores, Madrid, 1981, Pág. 839 Michel Foucault: “Vigilar y Castigar”, Siglo Veintiuno Editores, Madrid, 1981, Pág. 88

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económico, cuyo ejemplo mas claro sería la revolución industrial, generan

modificaciones profundas en el ilegalismo popular el cual comienza a atacar mas bien la

propiedad privada, los bienes, antes que los derechos. Así crecen en cantidad los robos y

los hurtos en detrimento de la resistencia al pago de impuestos; y aquellos ilegalismos

admitidos que facilitaban la supervivencia de los pobres son ahora considerados ataques

contra la propiedad que deben ser castigados.

Por estas razones, Foucault señala que el discurso de los reformadores a favor de la

benignidad de las penas, criticando las atrocidades del suplicio y pretendiendo defender

la “humanidad” del castigado, encuentra su razón de ser en la necesidad de una

modificación en la forma de ejercer el poder. Esto se enmarcaría dentro de una

estrategia que pretendería introducir el poder de castigar más profundamente en el

cuerpo social, es decir en la persecución de un desplazamiento en la economía del

poder, ya que esta (sociedad de soberanía) no responde a la necesidades que los cambios

en el espacio social generaron en los sectores propietarios, “Se afirma la necesidad de

definir una estrategia y unas técnicas de castigo en las que una economía de la

continuidad y de la permanencia remplacen a la del derroche y el exceso”10. En esta

nueva economía del poder los castigos deberán ser códigos que muestren la

ejemplaridad de una ley que en la precisión que pretende en su dictado para no dejar

escapar ninguna infracción, busca ser austera y discreta en su despliegue pero eficaz en

sus efectos, impidiendo la repetición de la ilegalidad. Ley que al ser debidamente

publicitada tendrá que ser conocida por el pueblo. Castigo ejemplar que silenciosamente

comienza a penetrar el espíritu. Posibilidad de castigo de la que todos quedan

anoticiados.

Las aristas principales de esta nueva estrategia se basan en la protección de la propiedad

privada, poniendo el acento ya no en el crimen y si en la criminalidad donde el infractor

ataca desde ahora a toda la sociedad y no únicamente al soberano. De este modo, el peso

del sistema penal caería con más fuerza sobre los delitos que toman a los bienes como

blanco, quedando el delito contra los derechos en una zona más difusa, siendo este el

lugar de privilegio de los delitos cometidos por la burguesía. No se entrevé una

búsqueda de desaparición de los ilegalismos, mas bien se pretende administrarlos

diferencialmente. En otras palabras, los mecanismos de poder comienzan a hacerse más

precisos, mas delicados, procurando un ejercicio mas estrecho del mismo donde se

empieza a prestar atención a la pequeña delincuencia pero también a los gestos, a las

10 Michel Foucault: “Vigilar y Castigar”, Siglo Veintiuno Editores, Madrid, 1981, Pág. 92

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conductas y a las diversidades que se hallan dentro de una población. Nuevas técnicas

de poder se perfilan, técnicas que tienden a individualizar sus efectos, a regularlos y no

se encuentra lejana la posibilidad de objetivizar al delincuente, “Por debajo de la

humanización de la penas, lo que se encuentra son todas esas reglas que autorizan,

mejor dicho, que exigen ´suavidad´, como una economía calculada del poder de

castigar. Pero piden también un desplazamiento en el punto de aplicación de este

poder: (…) que sea el espíritu o mas bien un juego de representaciones y de signos

circulando con discreción pero necesidad y evidencia en el animo de todos.” 11 Pero

este no es más que un momento y con el correr del libro el autor comienza a describir

cómo una nueva política del cuerpo sustituirá a esta semiotecnica punitiva, basándose

en la penalidad correctiva y atacando tanto el alma como el cuerpo.

3- ¿Cómo se vinculan las dos respuestas anteriores con el concepto de Historia que

sostiene Foucault?

Foucault sostiene un concepto de historia al que llama historia efectiva y al cual

comienza haciendo referencia como contraposición a las visiones metafísicas de la

historia. En su texto, “Nietzsche, la genealogía y la historia”, nuestro autor señala al

sentido histórico como la característica principal del método genealógico, el cual, en

principio, es definido negativamente en contra de aquella historia que utiliza ciertos

conceptos similares a los criticados en la introducción de la “Arqueología del Saber”.

Historia de los historiadores que “ha supuesto una verdad eterna, un alma que no

muere, una conciencia siempre idéntica a sí misma”12. De un modo mas categórico y

violento que en la “Arqueología”, Foucault se lanza en este texto en contra de la

búsqueda de un origen, lo que equivaldría a pretender encontrar algo que “ya estaba

dado”, algo fuera del tiempo, previo a la caída que sería la historia de los hombres, los

cuales no serían mas que un reflejo corrompido de aquel origen perdido antes del

tiempo del que todo mana y al cual todo debería regresar. En este punto es en el que la

historia de los historiadores y la metafísica se reúnen, los primeros bajo ciertas ideas

como el indetenible progreso de la Libertad, el Espíritu, el Humanismo o la Razón para

darle un sentido finalista a la historia; los otros bajo la idea de un origen divino y

luminoso del hombre, fuente a la cual inevitablemente deberá regresar. La metafísica y

este tipo de historia no serian más que dos caras de la misma moneda. La búsqueda del

11 Michel Foucault: “Vigilar y Castigar”, Siglo Veintiuno Editores, Madrid, 1981, Pág. 10512 Michel Foucault: “Microfísica del Poder”, La Piqueta, Madrid, 1992, Pág. 19

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origen se asocia a las ideas de identidad, perfección y verdad, ideas todas que son

rechazadas tanto por Foucault como por Nietzsche. Según estos autores las cosas no

tienen esencia, se oponen a la idea de que las cosas tengan una identidad primera, “…

detrás de las cosas existe algo muy distinto, en absoluto su secreto esencial y sin fechas,

sino el secreto de que carecen de esencia, o que su esencia fue construida pieza por

pieza a partir de figuras que les eran extrañas”13. A su vez, ambos se resisten a creer en

que las cosas en su origen eran perfectas, paridas por los dioses. Describen al comienzo

histórico como bajo e irónico donde todos los grandes conceptos e ideas se derrumban

ante el temblor que provocan las carcajadas al contemplar sus brotes. Finalmente, el

ataque a la idea de origen como lugar donde la verdad puede ser revelada. Ante este

concepto, Foucault propone una búsqueda que desentrañe los errores de los cuales

surgen las cosas, errores que permiten avanzar, edificar, y que a su vez son la fuente de

esa debilidad constitutiva que contiene toda construcción humana, ir hacia los azarosos

comienzos que inclinaron la balanza hacia un lado cuando perfectamente podría haberse

inclinado hacia el otro. La verdad como historia de un error con el nombre de verdad.

En la refutación de estos conceptos se vislumbra, al igual que en la “Arqueología”, la

lucha de Foucault en contra de los conceptos que bloquean la investigación por estar

referidos a un más allá imposible de escudriñar; y su búsqueda permanente por remitir

los objetos que estudia al “juego de su instancia”. Con esta perspectiva es con la que

Foucault demuestra en “Vigilar y Castigar” cómo la progresiva desaparición del

suplicio, a mediados del siglo XVIII, no respondería a una toma de conciencia de la

humanidad que se habría dado cuenta de la crueldad de ese tipo de castigo, sino que

dicha modificación formaría parte de un proceso complejo en el cual lo que estaba

cambiando era una cierta economía del poder, donde la relación de fuerzas entre la

aristocracia y la burguesía y entre ésta y las clases populares se estaban transformando.

En su visión de la historia hay dos conceptos clave, que son objeto de análisis de la

genealogía: procedencia y emergencia. La procedencia busca dar cuenta de la

multiplicidad de marcas sutiles que en su complejidad se han enraizado en el cuerpo

manteniéndolas en su dispersión. No se trata de hallar características genéricas, sino de

buscar aquello que rompa las unidades ficticias, buscar dónde el Yo se disocia, hacer

inestables las identidades de todo tipo y, al dar cuenta de estas herencias múltiples no

creer que se reconstruye un nuevo lugar de estabilidad: los sucesos pasados que

transitan por el cuerpo se mantienen en conflicto constante. Es fundamental la posición

13 Michel Foucault: “Microfísica del Poder”, La Piqueta, Madrid, 1992, Pág. 10

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que ocupa el cuerpo en la idea de procedencia porque es en él en donde se adhieren los

efectos de los acontecimientos (no como hechos específicos sino como un proceso en el

que una relación de fuerzas puede invertirse), “La genealogía, como el análisis de la

procedencia, se encuentra por tanto en la articulación del cuerpo y de la historia. Debe

mostrar al cuerpo impregnado de historia, y a la historia como destructora del

cuerpo.”14La emergencia, por su parte, es un punto de surgimiento. Es, sin ser un campo

cerrado, un lugar de enfrentamiento entre las fuerzas y siempre se produce en un

determinado estado de fuerzas. La emergencia sería un lugar de enfrentamiento pero es

más bien la distancia entre los adversarios, un no lugar, ya que los rivales no pertenecen

a un mismo espacio, “nadie es pues responsable de una emergencia, nadie puede

vanagloriarse de ella; esta se produce siempre en el intersticio”15. Los protagonistas

que se enfrentan en este intersticio son siempre los dominadores y los dominados, lucha

que jamás se detiene y que se convierte en ritual, mediante procedimientos precisos

graba sus marcas en los cuerpos y en las almas. No existe la paz, esta no sería mas que

el momento en que la dominación es reglamentada por la ley, cuyo mismo vacío

esconde siempre la posibilidad de una inversión en la relación de fuerzas. Las distintas

emergencias en la historia no responden a una continuidad que las haría inteligibles,

sino que su lógica es la de la ruptura, la sustitución, el emplazamiento, el desvío.

Volviendo a la idea de sentido histórico, podemos definirla como una cierta mirada que,

luego de haber destruido las unidades y las supuestas intenciones profundas que

guiarían la historia desde las sombras, es consciente de ser una perspectiva. La

genealogía, guiada por el sentido histórico, pone el foco sobre el cuerpo y las relaciones

de fuerza en que este queda encerrado, busca dar cuenta de las prácticas de construcción

y de destrucción del ser. De este modo, la idea de la historia que busca un pasado en el

cual reconocer el presente, que sostiene ciertos principios cuya continuidad harían

inteligible la historia y que cree en un conocimiento acumulativo y objetivo que deja de

lado las pasiones para dar una justa medida de los hechos pasados, es atacada en sus

pilares y reemplazada por la parodia a lo que implica esa búsqueda de glorias perdidas

para enmascarar el presente; la destrucción de la identidades buscando las

discontinuidades que nos atraviesan, y el sacrificio del sujeto de conocimiento que

conociendo la imposibilidad de la objetividad se inmola en la experimentación

apasionada de distintas perspectivas de saber. Así, el sentido histórico es un saber en

14 Michel Foucault: “Microfísica del Poder”, La Piqueta, Madrid, 1992, Pág. 1515 Michel Foucault: “Microfísica del Poder”, La Piqueta, Madrid, 1992, Pág. 17

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perspectiva, que al igual que el método arqueológico al construir las formaciones

discursivas, es consciente de sí, mira a través de los documentos qué cuerpos se están

moldeando y de qué forma y siempre prestando atención a la relación de fuerzas en que

esto se produce. Este último punto es quizás la novedad con respecto a la “Arqueología

del Saber”. En el método genealógico se vislumbra con mayor claridad el concepto de

poder, muy claro ya en Vigilar y Castigar. El cuerpo aparece claramente como volumen

constantemente atravesado por relaciones de poder sin dejar de estar transitado, a su

vez, por las rejillas del ver y del hablar que componen el Saber. El cuerpo como

residencia de los efectos de poder, que al quedar atrapado en dispositivos es

objetualizado y convertido en objeto de Saber. A la critica de las condiciones de

posibilidad para que un discurso emerja en un momento dado, se le suma la indagación

acerca de las relaciones de fuerza en que esto se produce, no solo pensando en la

posición del sujeto que enuncia, sino en un sentido mas amplio, si es que ya se habla de

dominadores y dominados; y poniendo al cuerpo como residencia principal de todas

estas luchas, luchas que jamás dejan de generar efectos en él mismo, “El cuerpo:

superficie de inscripción de los sucesos (…), lugar de disociación del Yo (…), volumen

en perpetuo derrumbamiento.”16

16 Michel Foucault: “Microfísica del Poder”, La Piqueta, Madrid, 1992, Pág. 15

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SABER, PODER Y

GUBERNAMENTALIDAD.

Foucault y la teoría critica.

Cátedra: Murillo.

Segundo Cuatrimestre 2008

Parcial Domiciliario.

Alumno: Alejandro Swieczewski.