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Seminario Pontificio Mayor Tercero de Filosofía TRABAJO FINAL DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA “LAS PASIONES” EL odio

PASIONES: El odio

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Seminario Pontificio Mayor

Tercero de Filosofa

TRABAJO FINAL DE ANTROPOLOGA FILOSFICA

LAS PASIONES

EL odio

Profesor: Anbal Edwards E., s.j.Alumno: Walter Alfaro L.

Introduccin

En este informe me propongo revisar el tema de las pasiones, tomando en particular la cuestin del odio, relacionndolo con los conceptos principales de la Antropologa filosfica que el Padre Anbal Edwards nos ha expuesto a travs de este ao. Tratar de mostrar cmo el odio nos puede alejar del campo sagrado del habla, cuando repercute en nuestras elecciones libres y cmo, cuando se pierde la hegemona de la razn, el hombre se aleja de su ser personal orientado al bien, y se cierra a la presencia, gratuidad y comunicacin; cmo tambin puede afectar en las distintas valoraciones del hombre y su relacin con la dimensin comunitaria. Finalmente expondr cmo el odio puede cortar el vnculo original entre creador y creatura.

En estos dos semestres hemos estado revisando, en esta Antropologa Filosfica, lo propio y especficamente humano. En este recorrido nos introdujimos en la profundidad del habla comunicativa (que est constituida por palabras y acciones intrnsecamente conexas; DV2), como aquel espacio metafsico[footnoteRef:2] en el cual el hombre se desarrolla, busca el sentido de su vida orientndola hacia la verdad, y que se muestra en los hechos histricos, frutos de los actos de la conciencia (de la razn) y de la voluntad (acto del libre albedro) del hombre. En estos hechos histricos se ve la expresin del ser personal, es decir, se ve el habla comunicativa, lo propio y especficamente humano. Pero no se trata de reducir al hombre a meros fenmenos, como lo podran hacer las antropologas cientficas, sino que se busca penetrar en el ser del hombre, para encontrar lo que es de suyo. [2: EDWARDS, Anbal. Apuntes del curso de Antropologa Filosfica, 2008.]

El hombre se va constituyendo a travs del habla, siendo seor de sus propios actos y formando valores personales, desarrollados a partir de su habla comunicativa, pues el hombre vive a travs del habla, y habla con las obras de su vida misma[footnoteRef:3], buscando la verdad, que es Dios mismo. Pero el hombre no est determinado hacia la verdad, sino que, por su propio libre albedro, tiene la capacidad de acogerla o negarla, a travs de sus propias elecciones. Estas elecciones se ven afectadas, entre otros factores, por los constantes bombardeos y estmulos que el hombre recibe[footnoteRef:4], lo que indica que no somos cuerpos independientes de la realidad, de la experiencia. Pienso que es en este contexto en donde asoma la necesidad de pasar revista a las pasiones, pues ellas cumplen un rol particular en el estudio del hombre, en tanto que poseen un rol heurstico , pues por medio de ellas se develan al hombre las mociones ms ntimas de su ser creatural (las pasiones son como ojos y ventanas del alma[footnoteRef:5]), en el que se halla al principio del ser, al Creador. Si del pronunciamiento del Concilio Lateranense IV se sigue que Dios en tanto Creador, est y opera en lo ms ntimo del ser creatural- entonces es imprescindible aproximarse con clarividencia a las primeras mociones del ser humano; y stas se manifiestan sin duda, en los sentimientos[footnoteRef:6] [3: Cf. EDWARDS, Anbal. Un Tesario de Antropologa Filosfica. Santiago, Seminario Pontificio Mayor de los Santos ngeles Custodios, Publicaciones Teolgicas, 1997, Coleccin Filosfica N 1, p. 166.] [4: EDWARDS, Anbal. Apuntes del curso de Antropologa Filosfica, 2008.] [5: Ibid.] [6: Cf. EDWARDS, Anbal. Las pasiones. Parfrasis comentada del tratado de Toms de Aquino. n/e, p. 3.]

Las pasiones advierten al hombre en el sentido que se dan por una afeccin, producida por el objeto que activa el apetito sensitivo, que se encausa a ese objeto como a un fin. Este apetito sensitivo se divide fundamentalmente en dos especies, a saber, el concupiscible y el irascible. Por el concupiscible hay una inclinacin a lo sensiblemente conveniente y un alejamiento de lo sensiblemente daino, de donde brotan el deseo, la delectacin, el amor y el dolor; por el irascible hay un soportar lo daino y un buscar afanoso de lo conveniente, de donde nacen la esperanza, el temor, la audacia y la ira. La sensualidad se activa en contacto entitativo con su objeto, que es el fin de su apetito. El apetito sensitivo es en general una fuerza cuyo nombre es sensualidad, se divide en dos potencias o especies de apetito sensitivo: el concupiscible y el irascible. Se llama concupiscible la potencia [que] inclina a conseguir lo que conviene y rehuir lo daino segn los sentidos. Se llama irascible la potencia en virtud de la cual el animal resiste lo daino en ardua bsqueda de lo que le conviene[footnoteRef:7] [7: Cf. Ibid., p. 8.]

Estas mociones anmicas o pasiones, tiene implicancias profundas, en la medida en que se actualizan por una accin humana. En este sentido, sus implicancias son antropolgicas, morales y religiosas, en tanto que se refieren a los actos voluntarios del hombre, susceptibles de calificacin moral, y que son operados en vistas a un fin al que la voluntad se pliega. Las cosas operables por el hombre [son] las cosas cuya realizacin depende de un acto voluntario. Se llaman humanas, las acciones en que el hombre es seor de su acto por la razn y voluntad deliberada. Pero es manifiesto que todas las acciones que proceden de alguna potencia, son causadas por ella segn razn de su objeto. Objeto de la voluntad es el fin y el bien. De donde es preciso que todas las acciones humanas sean por el fin[footnoteRef:8] [8: Cf. Ibid., p.9.]

Todas las pasiones requieren de la hegemona de la razn; debe haber una colaboracin entre estos dos mundos. El impulso desordenado y relativamente independiente de los instintos no debe impedirse, y menos negarse o suprimir, sino que debemos asegurar la integracin de los valores biolgicos e instintivos, no sin sacrificio ciertamente, ni renuncia, ni violencia, con la unidad de una persona que se define por su orientacin espiritual[footnoteRef:9]. La esencia o naturaleza humana, es cuerpo y espritu, una unidad personal; esta unidad sustancial, implica entender al hombre en su unidad corpreo espiritual, y no cabe instancia de entenderlo en una dualidad. De no haber esta colaboracin, pueden las pasiones, provocar un alejamiento del hombre del camino a la verdad, es decir, su salida del campo del habla comunicativa. Precisamente en relacin a lo que puede causar un alejamiento del habla, es que me centrar en el odio, que como todas las otras pasiones presupone el amor, pues, [footnoteRef:10]. As como , el odio [footnoteRef:11]. [9: Cf. SIMON, Ren. Moral. 3 Ed., Barcelona, ed. Herder, 1978, Tomo 7 de Curso de Filosofa Tomista, p.363-364] [10: Cf. Santo Toms. Suma Teolgica. I-II, q.27, a. 4] [11: Cf. Ibid., I-II q. 29, a. 1]

Para revisar cmo el odio puede alejar del habla, revisaremos los elementos propios de sta, a saber, presencia, gratuidad y comunicacin. La presencia, que es algo ms que la presencia fsica de un objeta, es la capacidad de ser para s, de reflexionar, y de este modo es capaz de estar para otro libremente (estar a tiro); en este caso el odio puede impedir la presencia de ser personal para otro, por ejemplo, en el caso de que un hijo pueda sentir odio por sus padres, al sentirse privados de algo que el cree es un bien para el; en este sentido se pierde toda presencia del ser del hijo para con sus padres, pues por el predominio de una pasin, no se expone ante otros. En la gratuidad, en donde el hombre no acta por mero inters, sino que lo trasciende, sta puede transformarse en su contrario, es decir, en utilidad, por la hegemona del odio en el hombre, como por ejemplo, puede ocurrir, con alguien que odia hacer aseo en su casa, pero lo hace igualmente para no ser reprendido, en este caso se ha perdido toda gratuidad, y solo se hace por una cierta utilidad. En el caso de la comunicacin, en donde la persona transmite su propio ser, se puede perder a causa del odio, en una persona que por ejemplo, odia reflexionar acerca de su propia forma de ser y por el contrario, prefiere revisarse de forma superficial; como la comunicacin es la transmisin de la propia singularidad, que se conoce volvindose hacia s mismo, una persona envuelta en el odio de aceptarse tal cual es, se aparta de la comunicacin propia del habla. Con la presencia de estos tres elementos se afirma en el hombre el reino de la libertad, por el contrario, la presencia del odio coarta este reino, y lleva a una cierta esclavitud para el hombre.

Otro aspecto en que la presencia del odio puede alejarnos del habla, es cuando la valoracin se ve desvirtuada por la presencia de esta pasin contraria al amor. Pues por ejemplo, veamos el caso de un hombre que ama profundamente a una mujer, pero que no puede tenerla, porque ella tiene ya un esposo; el amor pasional de este hombre, si no est asistida por la razn, puede llevarlo pensar que matando al obstculo (en este caso el esposo de la mujer), lograr obtener el objeto de su deseo; si as lo decide, ser el odio pasional el que lo determine en su valoracin, la que ser por tanto errada, pues se valorar a los otros, ya no como interlocutores vlidos, sino como simples medios para lograr lo que quiero. El odio tambin afecta la valoracin de la dimensin comunitaria del hombre, pues por ejemplo si un hombre tiene un fuerte odio a personas de raza negra, esto se ver expresado en la relacin con todo este gnero, y en tal caso afectar a la comunidad en la que est inserto.

Con esto, podemos darnos cuenta en cmo el odio, presente en las elecciones de un hombre, pueden llevar a que este se vaya alejando del campo sagrado del habla. El habla al ser dada por Dios, es originalmente una relacin entre creador y creatura, por lo tanto, el odio corta finalmente con la relacin con Dios, y oculta por tanto la sobrenaturalidad del ser personal.

Conclusin

La vida sensible es comn a los hombres y a los animales. Pero los animales estn determinados por su instinto, en cambio en el hombre, sustancia individual de naturaleza racional, se da una mutua compenetracin entre cuerpo y espritu[footnoteRef:12], esto es, cuerpo espiritualizado, espritu encarnado. No se puede hacer una escisin en estos dos mbitos, sino que se debe buscar el equilibrio, de modo que lo carnal tienda a lo espiritual y lo espiritual sea forma verdadera e inmediata del cuerpo, y as ir desarrollando lo humano en su plenitud. Por lo tanto al reflexionar sobre las pasiones en el hombre, no se pueden entender separadas de su racionalidad, y por tanto de su libre albedro, sino que debe darse una colaboracin para lograr una hegemona sobre estas mociones. [12: Cf. EDWARDS, Anbal. Un Tesario de Antropologa Filosfica. Santiago, Seminario Pontificio Mayor de los Santos ngeles Custodios, Publicaciones Teolgicas, 1997, Coleccin Filosfica N 1, p. 147]