Periodismo y Literatura

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  • Miriam Rodrguez Betancourt

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    no. 20-21: 30-38, enero-junio de 2000.

    Profesora. Universidad de La Habana.

    Miriam Rodrguez BetancourtMiriam Rodrguez BetancourtMiriam Rodrguez BetancourtMiriam Rodrguez BetancourtMiriam Rodrguez Betancourt

    PPPPPeriodismo y literatura:eriodismo y literatura:eriodismo y literatura:eriodismo y literatura:eriodismo y literatura:la polmica que no cesala polmica que no cesala polmica que no cesala polmica que no cesala polmica que no cesa

    Durante las primeras seis dcadas de este siglo, entrela literatura y el periodismo en particular entrela narrativa y la crnica, la entrevista y el reportajefue abrindose, progresiva y engaosamente, unaescisin en apariencia invencible: dos mundospolarizados. Algunos solan situar a la narrativa en todosu esplendor; y en el mejor de los casos de manerasubsidiaria, pero siempre como parientes pobres de lanarrativa, estos tres gneros periodsticos fueronconsiderados un arte menor, subliteratura de consumopopular, entre todos aquellos cuyo comndenominador era la palabra impresa.

    Esa dicotoma supuestamente estructural, tcnicay lingstica iba encaminada tambin a sealar unadiferencia ms profunda, pero no por eso legtima: sunaturaleza. Adems, la diferencia entre la narrativa ydichos gneros periodsticos vena envuelta en el confusoropaje de los medios de difusin masiva. Por eso, elmero hecho de dirigirse a intereses aparentementedistintos, cuando no opuestos, hicieron pensar enlectores diferentes, y por eso tambin se instal el criteriosegn el cual la novela y el reportaje, por solo mencionardos ejemplos, eran manifestaciones que, en puridad, se

    oponan entre s. La contraposicin entre la invenciny la realidad se torn insalvable.

    Ahora, que falta tan poco para finalizar la centuria,se ve con claridad que ha ocurrido todo lo contrario.Si se examina la evolucin de la narrativa y la de estosgneros periodsticos, y si se comparan las estructuras,las tcnicas y el lenguaje que ellos emplean en suexpresin artstico-literaria, se comprobar que tantounos como otros se sirven de similares recursosformales para cumplir su fin ltimo: la comunicacin.

    Buena parte de la mejor literatura de todos lostiempos afirma Eduardo Galeano proviene deesta misma necesidad de comunicacin.1 Confrecuencia, los gneros narrativos y los periodsticos seintercambian tcnicas y mtodos, gracias a lo cual hoypor hoy forman un corpus expresivo perfectamenteidentificable.

    Tampoco son escasos ni recientes los ejemplos dequienes consideran a gneros como la crnica y elreportaje, manifestaciones muy cercanas odecididamente literarias. En Mxico, un crtico tanimportante como Carlos Monsivais define la crnicacomo reconstruccin literaria de sucesos o figuras

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    donde el empeo formal domina sobre las urgenciasinformativas;2 en tanto, el venezolano Earle Herrera,que cuenta con varios textos dedicados a los gnerosperiodsticos, atribuye caractersticas literarias al reportaje,el ensayo y la crnica.3

    Hito sin dudas en esta evolucin, fue la aparicin,en la dcada de los 60, del Nuevo periodismonorteamericano, que no solo arremeti contra la formaestandarizada de construir el relato periodstico, sinoque produjo, como bien lo califica Miquel RodrigoAlsina, un vuelco definitorio,4 y replante el propioconcepto de construccin de la realidad noticiosa,tergiversado por manuales y enseanzas dogmticas.

    Sin embargo, aunque no se niega de plano el papelque el periodismo ha desempeado en las formasexpresivas de la narrativa, y viceversa, la polmica acercade su comunidad, como se sabe, dista de haberconcluido. Tampoco la que gira en torno a sussemejanzas y diferencias con la disciplina histrica.

    Claro que nadie, a estas alturas, se atrevera a negarlas profundas relaciones entre el periodismo y lahistoriografa desde el punto de vista de sus tcnicas ymodos de aproximarse a los hechos, como bien apuntaPaul Johnson en Periodistas e historiadores, suexcelente disquisicin al respecto.5 Pero el quid de lapolmica sigue estando en las posiciones abroqueladasque, o bien quieren establecer un territorioindiferenciado, o bien intentan negar comunidades msall de usos de la lengua o del estilo.

    Parece necesario atreverse a deslindar o, mejor,reconocer cules son los espacios comunes en que estastres disciplinas tienen sus puntos de encuentro, en losque trasvasan recursos y mtodos para crear (Literatura),interpretar (Historia) y registrar (Periodismo) ciertasparcelas de la realidad sin negar naturaleza, rasgos, reglasy procedimientos singulares, autnomos.

    La convivencia de gneros caracteriza cada vez msel ejercicio de las ms diversas creacionescontemporneas. Ninguna ha perdido su naturaleza enla competencia genrica, antes al contrario, ganan paras modos de expresin ms amplios. Ningn creador,por ello, se autotraslada a los bajos fondos de laactividad en que se expresa.

    Los ejemplos, desde cualquiera de los ngulosmencionados, son abundantes. No es historia noveladaCrnica de una muerte anunciada, de Gabriel GarcaMrquez, en la misma medida en que pudiera valorarsecomo un reportaje histrico? No pudiera afirmarseque la famosa entrevista que Brbara Walters sostuvocon Fidel Castro, all por la dcada de los 70, constituyetambin un relato histrico de esa poca en Cuba?

    Estando de acuerdo con las importantes diferenciasde orden lingstico que el ilustre profesor Coseriuargumenta entre discurso literario y discurso

    informativo,6 y coincidiendo con las evidentes relacionesentre Periodismo e Historia mencionadas por Johnson,parece acertado afirmar que Literatura, Periodismo eHistoria sin lastrar sus esencias, sin perder susidentidades se necesitan entre s para poder expresarlo que muchas veces no pueden lograr a partir de susingularidad.

    Para decirlo con palabras de Lisandro Otero, laliteratura a veces resulta excesiva para cosas que sepueden decir mejor con el periodismo, y el periodismoa veces es insuficiente.7

    O como lo explica Tom Wolfe: Existen ciertaszonas de la vida dentro de las que el periodismo nopuede moverse con soltura, particularmente porrazones de invasin de la intimidad, y es dentro de estemargen que la novela podr desarrollarse en el futuro.8

    Desde la perspectiva anotada, habra que registrarlos aportes recprocos, las tcnicas y modos que entranen el intercambio necesario y que les sirven a cada unopara testimoniar la realidad o fragmentos de ellacon el mayor grado de autenticidad y belleza.

    Por cierto, es oportuno recordar lo negativas quehan resultado, para el pleno desarrollo del relatoperiodstico, las tendencias dogmticas afianzadas en laobjetividad a ultranza, esa escolstica manualstica queha impuesto una camisa de fuerza a la disciplinaperiodstica como posibilidad de expresin artstica,9

    esas crceles acadmicas, segn el mexicano PacoIgnacio Taibo II.10

    En efecto, lo que la escolstica y el dogma nieganes, precisamente, que el Periodismo sea capaz de darun uso esttico al lenguaje, lo que de ser as anulara suspotencialidades mismas, por cuanto el buen uso dellenguaje, es, por antonomasia, el elemento clave de lacomunicacin.

    Sin deslindes necesarios, se ha aludido hasta elcansancio, en textos de redaccin y tcnicas periodsticas,como verdadero vademecum para este profesional: Entredos explicaciones elige la ms clara; entre dos palabras,la ms breve.

    La observacin de la profesora espaola MontseQuesada conserva plena vigencia: [...] todava sonmuchas las trabas con que trabaja el periodismo literarioen su reivindicacin de un espacio en la prensa diaria.11

    Por periodismo literario se debe entender, comoprecisa Otero, el que no solo refiere la peripeciahistrica, la coyuntura accidental, sino aquel cuyo textose arraiga en un medio ambiente para expresar todauna circunstancia social y quienes la han vivido.12

    El avasallante factor tiempo y la no menospresionante brevedad, son obstculos nadadespreciables para cuantos periodistas pretenden unmodo personal de decir y hacer, o dicho con otraspalabras, la bsqueda de perdurabilidad de sus trabajos.

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    Paradjicamente, el obstculo tambin puede devenirincentivo para huir de las estructuras o esquemas clsicosdel lenguaje y estilo periodsticos, y adoptarprocedimientos propios de la literatura. Porque notodas las rutinas productivas ejercen una influencianegativa. Para algunos tal vez para losverdaderamente talentosos las limitaciones o defectosse transforman dialcticamente en elementos queconducen a soluciones favorables. Elena Poniatowskaaseguraba que el hacer una entrevista por da le habaservido de mucho aprendizaje para escribir novelasposteriormente.13

    Pero los ejemplos de quienes transforman lonegativo en positivo, o asumen los esquemas comoprcticas tiles a la larga, no erradican los problemasconcretos inherentes al oficio periodstico, que estncondicionados por fenmenos diversos, entre ellos lamasividad del destinatario, la estandarizacin del lenguaje(impuesto especialmente por las agencias transnacionalesde noticias) y los ritmos productivos de circulacin.

    Sin hacer inventarios demasiado formales, es posibleapuntar los espacios intrafronteras donde Periodismoy Literatura navegan juntos para descubrir la magiaescondida en la vida cotidiana, segn ha definidoEduardo Galeano.14

    En esas zonas de encuentro, el periodista y el literatotrabajan con la realidad, pero cada uno con su particularmundo de ficcin y desde la ndole de su actividad.Sus modos de aproximacin a la realidad sonsemejantes observacin, vivencias, documentacin,aunque difieran sus modos de aprehenderla y referirla.

    Para la obra literaria se dispone de ms tiempo deelaboracin y produccin, no solo por una condicinintrnseca a su naturaleza, en tanto el consumo delproducto periodstico impone al flujo editorial unmargen temporal mucho ms breve y rpido.

    Aun as, Carpentier vea la nica diferencia entre elhacer periodstico y el hacer literario, en lo que l llamuna cuestin de estilo.15

    Conviene citar textualmente al gran novelista:

    El periodista, habituado a ceirse, habituado a decir loms posible en el menor espacio de peridico, adopta loque yo llamara un estilo elptico, un estilo apretado, estiloque consiste en suprimir toda disquisicin, todo elementoajeno al relato directo del hecho. [...] El novelista, en cambio,

    tiene lo que podramos llamar el estilo analtico, queacepta la disquisicin, la conclusin filosfica, el examen deun hecho visto en su totalidad. Luego, puede extendersems, puede desarrollar ms.16

    Convergen Periodismo y Literatura en muchastcnicas e instrumentos; se separan en el estilo segnel grado de subordinacinn de ambas expresiones alfenmeno esttico. En el periodismo, la esttica debecolocarse al servicio de la utilidad y de la funcionalidadde una comunicacin eficaz.

    El famoso e indiscutido apego a los hechos,fidelidad a la verdad, no atae de la misma manera atodos los gneros periodsticos ni debe ser aplicado ala totalidad de los recursos expresivos de que se valenlos periodistas para su trabajo. Tal vez lo ms sensatosera desestimar el par ficcin-realidad y asumir latriada ficcin-realidad-imaginacin creadora.

    Se puede y se debe seguir un principio general:que la trascendencia, a diferencia de lo que ocurre enla Literatura, el periodista debe obtenerla a partir desu apego a los hechos: tal es su destino comomediador; y que el Periodismo, a diferencia del arte,no se desenvuelve en el campo de las duplicidades,sino en el de las certezas.17

    Mas entender estos principios generales y quereraplicarlos en todas y cada una de las manifestacionesperiodsticas, gneros, temas, autores, perodos derealizacin, contextos informativos y publicaciones,impedira comprender a Garca Mrquezcuando afirmaba opinin que ha reiteradosistemticamente que los mtodos de elaboracindel Periodismo y la Literatura son diferentes, perodeban ser los mismos.18

    Tambin ello supondra interpretar comunidadpor igualdad; hacer equivaler responsabilidadesfuncionales distintas y polarizar las coincidencias, locual sera tan errneo como hacer tabla rasa dediferencias ntidas e importantes que, sin embargo,no convierten al Periodismo y a la Literatura entrminos antagnicamente excluyentes.

    En suma, superada ya como pura retrica lacontroversia sobre los gneros, lo verdaderamenteimportante sera plantearse el problema en trminosde calidad comunicativa, esa credibilidad que se

    Superada ya como pura retrica la controversia sobre losgneros, lo verdaderamente importante sera plantearse elproblema en trminos de calidad comunicativa, esacredibilidad que se obtiene por vas distintas entre laLiteratura y el Periodismo.

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    obtiene por vas distintas entre la Literatura y elPeriodismo.19

    El Nuevo periodismo: influencias y lmites

    El Nuevo periodismo denominacin del quesurgi en los Estados Unidos en la dcada de los 60,repercuti en los modos de contar las historias desdeuna ptica creativa y un quehacer profesional que utilizconscientemente tcnicas narrativas y expresivas propiasde la actividad periodstica y literaria.

    Al tener en cuenta al Nuevo periodismo comoreferente, en torno a la polmica Periodismo-Literatura,es posible percibir la huella casi siempre indirecta,como cabe suponer, pasadas tres dcadas, de algunosde sus procedimientos en la construccin y montaje deobras periodsticas de nuestros das.

    La comprobacin de este supuesto remitir aaceptar, por lo menos, que, aunque este movimientono haya significado una autntica revolucin literario-periodstica a largo plazo, tampoco es posible negarque despus de l se haya podido dar testimoniomeditico de la vida real haciendo caso omiso de suexistencia.

    A tenor de lo expuesto, valdr la pena detenerse untanto en el itinerario histrico del Nuevo periodismo,en la medida en que ello permite ciertaspuntualizaciones sobre aspectos a menudo tratados conexcesiva ligereza.

    El primer Nuevo periodismo norteamericano quelos estudiosos han clasificado se gest hacia finales delsiglo XIX, cuando apareci el peridico de grancirculacin que demand una forma sucinta, econmica,de trasladar las noticias; exigencia tambin determinadapor la expansin ya para entonces extraordinariade las agencias cablegrficas.

    La necesidad de abaratar, a toda costa, cada palabraemitida, hizo nacer el lead, la pirmide invertida, esquemasque en la doctrina de la objetividad y en la divisintajante de hechos y comentarios encontraron armnicocauce de desarrollo.

    Ese Nuevo periodismo o Periodismo nuevo, comotambin se le llam, tuvo sus exponentes mximos enJoseph Pulitzer y William Randolph Hearst, los adalidesdel sensacionalismo.

    Aquel periodismo amarillo, audaz, que no reparabaen prestigios consolidados, ya fueran privados opblicos, domin la escena periodstica norteamericanahasta los aos veinte y afirm, en el plano formal, unestilo narrativo pseudoliterario y pseudoperiodstico queen sus expresiones ms extremas solo renda culto almorbo de un lector cada vez ms cercano a lo que hoydenominamos consumidor. El nfasis se pona en lo

    que pudiera atraer a las masas, en el relato sensacional,tildado de inters humano; lo que no impeda que figurasliterarias y periodsticas de talla Arthur Brisbane,Stephan Crane, Melville Stone se enrolaran en lasgeneralmente bien remuneradas redacciones de laspublicaciones populistas.

    Junto a los reporteros se alinearon los editores deperidicos sobre todo de revistas dedicados a ladenuncia de casos de corrupcin: impetuosamenteproliferaron los muckrackers (escarbadores orecogedores de basura social), antecedente directo delperiodismo de investigacin ms reciente y sensacional:el de los papeles del Pentgono y el caso Watergate.

    Otro rediseo de los modos de hacer periodismoen los Estados Unidos sera el de los convulsos aos60, caracterizado por el libre y eclctico empleo detcnicas literarias y por el empeo de hacer posible unperiodismo que [...] se leyera igual que una novela.20

    Por generarse desde el epicentro de mayor influenciade la prensa internacional, pronto sera conocido,imitado, denostado o reverenciado en todo el mundo.Haba nacido el Nuevo periodismo. Este cristalizaren un perodo histrico que, por la hondura yuniversalizacin de sus problemas, an sigue suscitandoreflexiones. Evocar sucintamente algunos de aquellosacontecimientos a la vuelta de ms de treinta aos,corrobora que el inters terico por la dcadaprodigiosa no es gratuito.

    La Guerra de Vietnam, la expansin del rock, delas drogas psicodlicas, del movimiento hippie; lapermisividad sexual, las protestas de los sectoresmarginados, especialmente los negros, que provoc lafulminante y masiva solidaridad de los estudiantesblancos de izquierda; los asesinatos de Kennedy,Malcolm X y Martin Luther King, Jr.; las multitudinariasmanifestaciones pacficas, marcan una etapa deprofundas transformaciones econmicas, sociales ypolticas en los Estados Unidos, que tuvieronconsiderable repercusin en otras partes del mundo,donde se gestaban, a la vez, otros conflictos laPrimavera de Praga, el Mayo francs tributarios deuna misma poca.

    En el espacio cultural, esa problemtica se hizo sentircual reaccin en cadena con el surgimiento, en el senode la izquierda, del fenmeno denominadocontracultura, como alternativa opuesta al procesotecnocrtico y la brutalidad de la cultura norteamericanadominante.

    El porqu o los porqus de la ausencia de unaexpresin consecuente en el mbito de la literaturanorteamericana de ficcin especialmente en lanovela de semejante universo, tan catico y terriblecomo maravilloso, ha sido objeto de diversas y profusasinterpretaciones. En la misma medida, se han

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    argumentado las razones por las cuales, en ese perodo,el Periodismo asumir la responsabilidad de atrapar ytrasmitir, con intencin esttica, las coordenadas deaquella espectacular realidad.

    Victor Claudin afirma que la realidad de la sociedadnorteamericana superaba en aquellos aos la capacidadimaginativa de los escritores,21 en tanto Wolfe admite,refirindose a ese lado de la vida estadounidense, quese manifest impetuosamente cuando a la opulencianorteamericana de la posguerra le salt la vlvula deseguridad, y que a todo ello los novelistas sencillamentele volvieron la espalda, renunciaron por negligencia.22

    La interpretacin es interesante y ciertamentesugestiva, pero demasiado simple para ser verdad, opor lo menos, toda la verdad. El propio Wolfe secontradice cuando, al analizar el asunto en profundidad,reconoce la evaluacin elitista que predominaba entorno a los literatos, y a los novelistas realistas enparticular, quienes parecan rehuir el realismo social queirremediablemente deban enfrentar para adentrarse enaquel pandemonium de los 60.

    Las explicaciones ms rigurosas en relacin con estaaparente paradoja habra que inferirlas de laconstatacin, harto frecuente por dems, de que cadapoca genera un determinado tipo de periodismo,anlisis que Alsina y el ensayista brasileo Genro Filhoremiten a la categora de lo singular.23

    Ciertamente, los periodistas norteamericanos, alocupar las posiciones abandonadas, ms queaprovechar una coyuntura, legitimaban las funcionessociales que prefiguran el Periodismo: recoger, codificary trasmitir [...] mensajes que contengan informacinpara la comunidad social, con una triple finalidad:informar, formar y entretener.24

    La interpretacin, reflejo, construccin y recreacinde buena parte del mundo norteamericano de los 60corri, en efecto, a cuenta de los periodistas, entre losque, por cierto, era fcil encontrar una larga y fructferatradicin de reporteros que haban combinado a lasmil maravillas Literatura y Periodismo: Stephan Crane,Ernest Hemingway, John Reed, John Hersey, TrumanCapote. Porque justamente de Literatura y Periodismose trataba. No por otra razn se llam nuevosperiodistas a quienes en el plano formal asumiran, comoprocedimiento para introducir sus relatos, las formasliterarias ms en boga, sin importar su complejidad oextravagancia, sobre la base de aquellas tcnicas delrealismo trabajadas por los novelistas, con Balzac yDickens a la cabeza.

    En el plano conceptual, los nuevos periodistas,esta vez exprofeso, se rebelaran contra el mito de laobjetividad periodstica, con lo que propinaran unode los golpes posiblemente ms contundentes que ladoctrina hubiera recibido nunca.

    Crnicas, relatos, reportajes y un conjunto de otrasobras bastante inclasificables en aquellos momentosy an ahora comenzaron a aparecer en laspginas de las publicaciones ms importantes,especialmente en revistas y suplementos,conformados en un estilo eclctico, sorprendente, ysobre todo nuevo para los lectores.

    Los sucesos eran narrrados escena por escena, nohistrica ni cronolgicamente; las conversaciones sepresentaban ntegramente, incluidos pausas y silencios,en largos, inacabables dilogos; cambiaba elpresentador-narrador, que ya no sera siempre el mismo:el periodista; y de los personajes se ofreca unainformacin en extremo detallada de gestos, actitudes,pensamientos, recuerdos, marcas de productos, cifrasde cuentas bancarias, a la manera de un atpico yatiborrante curriculum. Los nuevos periodistas, el Nuevoperiodismo, estaban intentando expresar la vida lo msfielmente posible a como esta suceda.

    La proliferacin de obras bajo este nuevo patrn,tambin llamado periodismo en primera personapues, incluso, introduca al periodista en lo expuestocomo si fuera otro personaje, tendra un momentoculminante en 1966 con la publicacin de A sangre fra,de Truman Capote, quien, insatisfecho con la etiquetade Nuevo periodismo que le endilgaron de inmediatoa su obra, prefiri denominarla novela sin ficcin.Otro momento crucial fue en 1968 cuando NormanMailer public Los ejrcitos de la noche.

    A sangre fra signific para la obra de Capote la clsicaconsagracin (las ediciones se sucedieronvertiginosamente); para la novela, lo que muchos crticosconsideraron un nuevo perfil; para la norteamericanaen particular, la esperanza del ansiado retorno a suEdad de Oro; para el Periodismo, la credencial que lefaltaba para entrar limpiamente en el reino de laLiteratura y sentarse de t a t en la misma mesa,como deca Vargas Llosa; para el Nuevo periodismo,el disparo que lo proyect definitivamente comomovimiento, escuela o corriente a la cual, ms o menos,reconocindola o no, seguiran los periodistas aqu yall.

    A partir de A sangre fra, devino mrito que las obrasperiodsticas se pudieran leer como novelas, y que enaos recientes, por extensin, las influencias del Nuevoperiodismo sigan reconocindose: De hecho, lasmejores novelas latinoamericanas convivieronsimultneamente con otras como A sangre fra, Los ejrcitosde la noche, La noche de Tlatelolco. La misma obra dePoniatowska se ha nutrido indistintamente de una y otratendencias [se refiere al Nuevo periodismo y al realismomgico] sin menoscabo de calidad, escribe elimportante crtico y novelista mexicano Hernn LaraZavala.25

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    No obstante el xito arrollador de obras que enuna medida u otra tributaban al Nuevo periodismo,este, desde los momentos iniciales de su aparicin, habasuscitado crticas fuertes y polmicas. Muy diversos hansido y son los cuestionamientos: desde suspicacias sobresu autenticidad, hasta rechazos absolutos de sus tcnicasy, claro est, de sus posibles aportes. Ya recin salidode las prensas, las influyentes The New York Review ofBooks y Columbia Journalism Review lo bautizarondespectivamente como forma bastarda yparaperiodismo.26

    De vez en vez se renuevan las polmicas y rechazostanto en los Estados Unidos como en otras latitudes.Hacia los 90, la Revista de la Facultad de Comunicacin Social,de Panam, recoga un trabajo del profesor RafaelCandanedo en el que se deca que Janet Cooke, laperiodista norteamericana a quien se le retir el PremioPulitzer por un reportaje inventado, haba construidosu relato amparndose en la escuela del Nuevoperiodismo.27

    Candanedo, no satisfecho con esta ms que dudosaacusacin, intercala una cita del clsico texto de MichaelJohnson, El Nuevo periodismo, que parece escrita apropsito del fallido reportaje, solo que el libro deJohnson apareci en 1975 y el trabajo de la Cooke esde 1979.

    Al Nuevo periodismo se le critic, y an se lereprocha, por presentarse como nuevo cuando,ciertamente, su originalidad es discutible. Pero tal vezsea esto lo menos importante, como reconoce Wolfe,su ms popular divulgador y exgeta: Fue a finales de1966 cuando se oy hablar por primera vez a la gentedel Nuevo periodismo [...] A decir verdad, jams meha gustado esa etiqueta. Todo movimiento, grupo,partido, programa, filosofa o teora que pretenda sernuevo no hace ms que pedir guerra.28

    Otro rechazo que han merecido los cultivadoresdel Nuevo periodismo se debe al excesivo empleo dela primera persona, del yo protagnico, que, en verdad,caracteriza algunas obras de estos realizadores.

    En torno a los aportes del Nuevo Periodismosiempre se ha concertado un conjunto variopinto deopiniones. Las simplificadoras (mezcla de tcnicaliteraria y reporterismo,29 las equilibradas (Esta forma

    de hacer periodismo dej buenas enseanzas, aunqueno todas las inventaron sus propugnadores, pero, almenos, fueron los primeros en registrarlas);30 lasdespectivas (especie de sarampin infantil que haafectado a buena parte del mejor periodismo occidentalde los ltimos diez aos);31 las definitivas o negadoras(Nada nuevo bajo el sol);32 las elogiosas a ultranza(Ni por un momento adivinaron [los NuevosPeriodistas] que la tarea que llevaran a cabo [...] iba adestronar a la novela como mximo exponenteliterario).33

    Otros autores, sin mencionar explcitamente alNuevo periodismo, reconocen la legitimidad deemplear recursos de ficcin, concretamente en laentrevista. La conocida periodista uruguaya Mara EsterGilio afirma que, en la medida en que ella intervienepara comentar lo que dice su entrevistado, introduceelementos ficcionales en su texto. En este sentido,responde al periodista Anbal Para: como en todacreacin, hay ficcin. Adems, no es solamente lo queyo veo en el otro, porque dnde est el lmite entre loque veo y lo que imagino? A partir de lo que uno ve,uno imagina.34

    La explicacin del procedimiento ilustra unainfluencia concreta del periodismo subjetivo(caracterstico del Nuevo periodismo, al punto de queas tambin se le llam) en las actuales modalidades deentrevista.

    Para dar cuenta de la vida real, el Nuevo periodismopotenci una serie de recursos y marc un trnsito anuevas concepciones del gnero, tanto de la crnicacomo de la entrevista.35

    Uno de sus procedimientos clsicos, la inclusin delreportero como personaje de lo narrado, permiti unamayor libertad para recorrer el interior del personaje yel entorno fsico, sicolgico y ambiental de este.

    Se acude a la primera persona para testimoniar lasacciones y para desdoblarse como elementoprotagnico de la historia en la que, por supuesto, elentrevistado sigue siendo el personaje principal, el centrodel que emergen todas las bifurcaciones, comosubtramas. La subjetividad permite certificar loscambios de poca, a travs del estudio del personaje

    La interpretacin, reflejo, construccin y recreacin de buenaparte del mundo norteamericano de los 60 corri, en efecto,a cuenta de los periodistas, entre los que, por cierto, era fcilencontrar una larga y fructfera tradicin de reporteros quehaban combinado a las mil maravillas Literatura yPeriodismo.

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    presentado, por ejemplo, en el escenario de la vidacotidiana.

    Las obras realizadas con tcnicas del Nuevoperiodismo pueden ser identificadas por el desarrollode un discurso esttico, la conjugacin de las vertientesliteraria y periodstica; el amplio y universal balanceinformativo; la extensin espacial; los dilogos totalesque incluyen clima, detalles, situacin, una estructuraen extremo flexible para dar cuenta de cambios de actitudo de ritmo; la atemporalidad; la prolija documentaciny la bsqueda de informacin integral para documentarlos backgrounds.

    Si bien la ambicin esttica, inherente a las obrasinspiradas en y por el Nuevo periodismo, se entrelazacon muchos rasgos y caractersticas de un gnero comola entrevista creativa, esta conexin ficcional no obliga aque una y otra manifestaciones abjuren de su fidelidad ala base testimonial y documental verdica. Los aportes ydotacin de tcnicas ms evidentes se advierten en laaplicacin de los recursos que emplean los periodistaspara estrechar el crculo de observacin del entornodel entrevistado,36 uno de los procedimientos bsicosdel Nuevo periodismo: el status de la vida de las personas,y la intensidad del dilogo, revelado desde los comienzosde la nueva escuela como mtodo principal.

    El principio de un dilogo en el que era posiblepreguntar absolutamente por todo, para llegar a penetrarcon exactitud en los pensamientos de otra persona, yaadir al resultado de las respuestas una indagacincontextual tan profunda y abarcadora como la propiaconversacin, elev el papel del reportero y le aport,sin dudas, modos concretos y mrgenes de libertad anmayores para la decodificacin del ser ltimo delpersonaje.

    Hacer que pase a primer plano humano la personadetrs de la palabra forma parte, sin duda, de las deudascontradas con algunas tcnicas, que estimul estemovimiento literario-periodstico (o periodstico-literariosi se prefiere).

    Como afirma Cantavella, refirindose a laposibilidad de que el entrevistado aparezca comorealidad humana total ante los ojos y la comprensindel lector, esta actitud de globalidad se ha vistopotenciada por las aportaciones del Nuevoperiodismo.37

    Tambin para Jorge B. Rivera esta corriente revalorizel aporte del color, de la anotacin de atmsferas y gestos,rasgos reprimidos por la bsqueda exclusiva de laobjetividad y la centralidad discursiva.38

    En otro orden de relaciones influyentes, debavalorarse asimismo el empleo que los nuevos periodistashicieron muchas veces exagerado y arbitrario designos de puntuacin, elementos tipogrficos,onomatopeyas, interjecciones, tendientes a crear la ilusinde que una persona no solo hablaba, sino tambin

    pensaba; recursos que, con debidos ajustes pero con igualintencin, siguen utilizndose en muchas modalidades ygneros del Periodismo.

    Recursos periodstico-literarios

    En el fecundo entrecruzamiento literario-periodstico que tiene lugar cuando se trata deaproximar visiones de la realidad afincadas en loshechos y no en el mbito de la imaginacin, de laficcin, se han ido desarrollando tcnicas y recursosque, por su frecuencia y eficacia, tambin se inscribencon naturalidad en la metdica del Periodismo.

    Con ellos, el periodista pretende construir lo quese ha dado en llamar una verosimilizacin de lainformacin, en la misma medida que intervieneen la investigacin de la realidad o de algunas de susparcelas.

    Como elementos que sirven, justamente, paraapresar el entorno inmediato, estos son empleadospor los escritores de ficcin con fines ms o menossemejantes a los de los periodistas: hacer ms creblessus historias.

    No debe resultar extrao que el periodista, entanto escritor de esa lengua literaria especial, tome,cree y recree de cuantas expresiones le circundan.En definitiva, el periodista es [...] un usuario de losmtodos ms diversos para documentar larealidad.39

    De esta apreciacin van a surgir, transformadosen el contexto de la prctica periodstica, tcnicas yrecursos que, en ocasiones, se originan incluso en ellenguaje cinematogrfico (como el corte directo y elflash back) o en el teatral. Estos recursos no se puedenaplicar mecnicamente; tampoco en todos losgneros son pertinentes. Pero si algunos se avienenms con el artculo o con el reportaje, ello no losexcluye de ser utilizados tambin en otros gneros,solo que requerirn de una adaptacin creativa.

    Los periodistas siempre han de tener en cuentaque sus mtodos y tcnicas estn en funcin delreceptor, de la fluidez comunicativa y del objetivode informacin entre otras condicionantes de primerorden. En resumen, sin atender dichas exigenciascomunicativas no es posible determinar la pertinenciay oportunidad de un recurso u otro.

    Se alude con mucha frecuencia a los recursos ytcnicas periodsticos, pero cuando se intenta labsqueda y precisin consecuentes, la mayora delos estudiosos no van ms all, por ejemplo, del lead,la pirmide invertida y los cuatro conocidosprocedimientos del Nuevo periodismo que Wolfe

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    menciona en su libro. Los especialistas tampocohacen dist inciones puntuales de carctermetodolgico.

    He tomado referencias de autores que hanincursionado en el tema desde pticas docentes,periodsticas y literarias, aun cuando esas menciones seancomo en muchos casos han sido indirectas; ascomo la revisin y comprobacin sistemtica deejemplos en materiales de prensa, para organizar unlistado de procedimientos tpicos de la prosaperiodstica que son el fruto del dialctico intercambioaludido entre Literatura y Periodismo.

    l Privilegia el presentismo.Ello otorga actualidad al relato, al destacar el aqu y ahora delos sucesos, comentarios, informaciones, mediante laprecisin temporal-cronolgica explcita o implcitamente.Propio del reportaje.

    lllll Combina lo significativo con el detalle marginal.

    Confiere mayor verosimilitud a lo que se trasmite; el autorselecciona algn elemento secundario que dote de mayorrealismo a su narracin. Caracterstico de entrevistas yreportajes.

    lllll Introduce trminos comunes, coloquiales.

    Mantiene lo que se ha llamado familiarizacin con el lector;aparecen vocablos de uso comn intercalados en laexposicin. Frecuente en reportajes, entrevistas y ciertoscomentarios.

    lllll Imprime tono confidencial.

    De este modo se hace partcipe al lector de las tesis o ideasexpuestas, con lo que se logra su confianza. Se empleamucho en la columna, y se caracteriza por el uso de laprimera persona del singular.

    lllll Describe el proceso visual de la conversacin o delsuceso.

    Sirve para situar el contexto ambiental, sicolgico yreferencial que las respuestas no pueden ofrecer plenamente.Recurso propio de la entrevista.

    lllll Incluye ancdotas.

    As se consigue humanizar y amenizar los relatos. Seemplea en la mayora de los gneros narrativos.

    lllll Emplea tono coloquial y detalle cotidiano.

    Con este recurso es posible establecer dilogo con elreceptor. Muy usual en gneros narrativos y tambin enalgunos de opinin.

    lllll Presenta directamente.

    Resulta eficaz para lograr claridad. Posibilita tambin laargumentacin lgica. Caracterstico de la informacin;frecuente en los gneros narrativos y de opinin.

    lllll Introduce los elementos de consecuencia de lo quese narra o expone.

    Permite dar cierta gratificacin al lector. Con este recurso setiende a resolver los problemas planteados. Su empleoes general.

    lllll Destaca la singularidad de los hechos y/o asuntos.

    Es un procedimiento que busca atraer atencin y dotar deoriginalidad lo expuesto, por eso es frecuente que seincluyan datos paradjicos cuando no contradictorios.Propio de gneros narrativos y opinticos.

    lllll Codifica los elementos resumidos de una realidad.

    El lector, desde las primeras lneas, dispone rpidamentede una aproximacin al hecho o asunto que se presenta.Es la tcnica del lead, propia de la informacin noticiosa.

    lllll Utiliza la repregunta.

    Para disentir de la fuente, o para profundizar, aclarar ydestacar sus respuestas, el periodista re-plantea, desde otrongulo, la misma interrogacin. Tcnica propia de laentrevista.

    lllll Apoya las afirmaciones e informaciones con citasde protagonistas, criterios de expertos o de autoridad,testigos.

    til cuando es necesario reforzar la credibilidad de loexpuesto, su veracidad y objetividad. Muy empleado eninformaciones, tambin en el resto de los gneros.

    lllll Apunta detalle revelador.

    Es un recurso que permite revelar el aspecto inslito osignificativo. Aunque puede aparecer en cualquier gnero,se utiliza mucho en el reportaje.

    lllll Alterna frases cortas con frases largas.

    Conserva el ritmo de la lectura y contribuye a que no sepierda el inters por la exposicin. Propio de relatos yexposiciones opinticas.

    Provenientes del periodismo grfico pudierancitarse el empleo de sumarios, listas o recuentos queofrecen comodidad a la lectura y favorecen los pasesen las transiciones inter-prrafos. De las aportacionesestrictamente literarias, debemos destacar el monlogoen reportajes, entrevistas y otros gneros que se valendel relato oral, y la retroperspectiva (muy enriquecidapor el lenguaje cinematogrfico) como procedimientosque han sido aprovechados y re-elaborados por la prosaperiodstica.

    La relacin anterior, obviamente no definitiva,intenta ilustrar las reflexiones hechas a lo largo de estetrabajo en cuanto a la pertinencia inevitable deltrasvase de tcnicas y procedimientos entre Periodismoy Literatura. Pero no solo porque ambas actividadescompartan el comn territorio de la lengua, sino debidoa un hecho que parece todava ms decisivo: que eldestinatario actual de los medios es un receptorcualitativamente superior por su acceso y permanentecontacto con una gama muy variada de manifestaciones

  • Miriam Rodrguez Betancourt

    38

    comunicativas; un receptor, pues, que demanda formasdistintas, sugerentes y nuevas de contar.

    Notas

    1. Eduardo Galeano, Las huellas de la pelea, Casa de las Amricas,n. 174, a. 29, La Habana, 1989, p. 100.

    2. Carlos Monsivais, A ustedes les consta. Antologa de la crnica enMxico, segunda edicin, Ediciones ERA, Mxico, 1985, p. 13.

    3. Earle Herrera, Del ensayo al reportaje. De un gnero a otro, EdicionesELDORADO, Caracas, 1991, p. 75.

    4. Miguel Rodrigo Alsina, La construccin de la noticia, PaidsComunicacin, Barcelona, 1989, p. 185.

    5. Paul Jonhson, Periodistas e historiadores, The World, Londres,11 de marzo de 1990, p. 4.

    6. Eugenio Coseriu, Informacin y literatura, Comunicacin ySociedad, v. III, n. 1 y 2, Navarra, 1990, pp. 185-200.

    7. Lisandro Otero, citado por Agenor Mart, Hablar con ellos, EditorialOriente, Santiago de Cuba, 1985. (Diez aos despus Otero le dira la periodista mexicana Adriana Padilla que la estructura delPeriodismo, en una entrevista, un reportaje, tambin auxilia en elandamiaje para formar una novela. Quizs sea cierto que soy unhombre de transicin, Excelsior, Mxico, 23 de julio de 1995, p. 7.

    8. Tom Wolfe, El Nuevo Periodismo. Editorial Pablo, La Habana,1989, p. 32.

    9. Earle Herrera, ob. cit., p. 16.

    10. Paco Ignacio Taibo II, Notas sobre un curso de periodismo enLa Habana Boletn SIC, n. 1, La Habana, 1988, p. 22.

    11. Montse Quesada, La entrevista. Obra creativa, Mitre, Barcelona,1984, p. 11.

    12. Lisandro Otero, citado por Agenor Mart, ob. cit., pp. 138-9.

    13. Elena Poniatowska, Periodismo, oficio que requiere humildad,Boletn NTX, n. 6, Mxico, junio de 1992, p. 12.

    14. Eduardo Galeano, ob. cit., pp. 90-1.

    15. Alejo Carpentier, El periodista, un cronista de su tiempo, EditorialPablo, La Habana, 1989, p. 4.

    16. Ibdem, pp. 4-5.

    17. Eduardo Ulibarri, Idea y vida del reportaje, primera edicin, Trillas,Mxico, 1994, p. 110.

    18. Gabriel Garca Mrquez, Entrevista en Prisma, a. 34, n. 12,La Habana, 1976, p. 12.

    19. Alex Fleites, Prlogo, en Leonardo Padura, El viaje ms largo,Ediciones Unin, La Habana, 1994, p. 12.

    20. Tom Wolfe, ob. cit., p. 7.

    21. Vctor Claudin, citado por Sebastia Bernal y Luis Chilln,Periodismo informativo de creacin, Mitre, Barcelona, 1985.

    22. Tom Wolfe, ob. cit., p.27.

    23. M. Rodrigo Alsina, ob. cit., p. 177; Filho Adelmo Genro,O segredo da piramide invertida. Pra una teora marxista do jornalismo,Editorial Tche, Barcelona, 1987, p. 60.

    24. Eugenio Castelli, Manual de periodismo, Plus Ultra, Buenos Aires,1981, p. 14.

    25. Hernn Lara Zavala, Nuevo periodismo y novelalatinoamericana, La Jornada Semanal, n. 122, Mxico, D.F., 13 deoctubre de 1991, p. 33.

    26. Tom Wolfe, ob. cit., p. 10.

    27. Rafael Candanedo, Nuevo periodismo: fabular o informar?,Boletn SIC, a. II, n. 7, La Habana, octubre de 1989, p. 57.

    28. Tom Wolfe, ob. cit., p. 21.

    29. E. Ulibarri, ob. cit., p. 52.

    30. E. Herrera, ob. cit., p. 68.

    31. Jos Luis Martnez Albertos, Curso general de redaccin periodstica.Lenguaje, estilos y gneros periodsticos en prensa, radio, televisin y cine(edicin revisada), Paraninfo, Madrid, 1992, p. 385.

    32. Alejandro Iigo, El periodismo literario, Ediciones Gernika,Mxico, D. F., 1988, p. 117.

    33. Tom Wolfe, ob. cit., p. 7.

    34. Mara Esther Gilio, Preguntando a la preguntona, Chasqui,n. 48, Quito, abril de 1994, pp. 67-70.

    35. Leonor Arfuch, La entrevista. Una invencin dialgica, primeraedicin, Paids, Buenos Aires, 1995, p. 103.

    36. M. Quesada y Eric Frattini, La entrevista. El arte y la ciencia,Editorial Eudema S. A., Madrid, 1994, pp. 296-7.

    37. Juan Cantavella, Manual de la entrevista periodstica, Ariel S. A.,Barcelona, 1999, p. 65.

    38. Jorge B. Rivera, El periodismo cultural, Paids, Buenos Aires,1995, p. 130.

    39. E. Ulibarri, ob. cit., p. 60.

    , 2000.