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Nueva York, Estados Unidos. 27 Abril 1961 Damas y caballeros, agradezco su generosa invitación para estar con ustedes esta noche. Ustedes cargan con grandes responsabilidades en estos días, y, un artículo que leí hace un tiempo me hizo recordar lo particularmente pesadas que son las cargas que deben soportar debido a su profesión. Como recordarán, en 1851, el New York Herald Tribune, bajo el patrocinio y publicación de Horace Greeley, empleó como corresponsal en Londres a un obscuro periodista con nombre de: Karl Marx. Se nos ha dicho que este corresponsal foráneo, Marx, estando en la total bancarrota y con una familia enferma y desnutrida, apelaba de manera constante a Greeley y al encargado de edición, Charles Dana, para un aumento en su generoso salario de 5 dólares por entrega, un salario que él (Marx) y Engels, etiquetaron de manera desagradecida, como “la peor y más mezquina trampa burgués”. Pero cuando todas las apelaciones para el aumento en su salario fueron rechazados, Marx buscó otras maneras de sobrevivir y de obtener fama, terminando eventualmente, su relación con el Tribune, y dedicando sus talentos en tiempo completo a la causa que legaría al mundo las semillas del Leninismo, Stalinismo, revolución y guerra fría. Si tan solo este diario neoyorquino capitalista lo haya tratado más amablemente, si tan solo Marx hubiera permanecido como un corresponsal foráneo, la historia probablemente hubiera sido diferente. Hay dos requisitos que podrán verse contradictorios en tono, pero que deben de ser reconciliados y cumplidos, si hemos de afrontar este riesgo en la nación. Me refiero en 1era instancia, a la necesidad de una mayor información pública y en 2do lugar a una necesidad mayor en los secretos oficiales. La palabra secreto es repugnante en una sociedad abierta y libre, y nosotros como personas estamos inherentemente e históricamente en contra de las sociedades secretas, a pactos secretos y a procedimientos secretos. Hemos resuelto desde hace tiempo que los riesgos del excesivo e injustificado ocultamiento de hechos puntuales sobrepasan los riesgos que son citados para justificarlos. Incluso hoy existe poco valor en oponerse a la amenaza de una sociedad cerrada por medio de la imitación de sus arbitrarias restricciones, incluso hoy, existe poco valor en asegurar la sobrevivencia de nuestra nación si nuestras tradiciones no sobreviven con ella, y hay un grave peligro que una necesidad anunciada por un incremento en la seguridad será aprovechado por aquellos que están ansiosos de expandir su propósito al límite extremo de la censura y la ocultación oficial. Eso no pretendo permitir, hasta donde mi control me permita, tampoco ninguno de los oficiales de mi administración, sea de rango alto o bajo, sea civil o militar, deberá interpretar mis palabras aquí esta noche, como una excusa para censurar las noticias, para ahogar la disidencia, para cubrir nuestros errores o para retener de la prensa y del público los hechos que merecen conocer. Porque estamos opuestos alrededor del mundo a una monolítica y despiadada sociedad que se basa ante todo, en medios encubiertos para expandir su esfera de influencia: en infiltración en lugar de invasión, en subversión en lugar de elección, en intimidación en lugar de libre elección, en guerrillas por la noche en lugar de ejércitos por el día. Es un sistema que ha reclutado grandes recursos humanos y materiales, para hacer un apretado nudo, una máquina altamente eficiente que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas. Sus preparaciones son ocultadas, no publicadas; sus errores son enterrados, no encabezados; sus disidentes son silenciados no alabados; ningún gasto es cuestionado, ningún rumor es publicado, ningún secreto es revelado.

Plagio No 2 Sobre Un Tema de

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Nueva York, Estados Unidos. 27 Abril 1961Damas y caballeros, agradezco su generosa invitacin para estar con ustedes esta noche. Ustedes cargan con grandes responsabilidades en estos das, y, un artculo que le hace un tiempo me hizo recordar lo particularmente pesadas que son las cargas que deben soportar debido a su profesin.Como recordarn, en 1851, el New York Herald Tribune, bajo el patrocinio y publicacin de Horace Greeley, emple como corresponsal en Londres a un obscuro periodista con nombre de: Karl Marx. Se nos ha dicho que este corresponsal forneo, Marx, estando en la total bancarrota y con una familia enferma y desnutrida, apelaba de manera constante a Greeley y al encargado de edicin, Charles Dana, para un aumento en su generoso salario de 5 dlares por entrega, un salario que l (Marx) y Engels, etiquetaron de manera desagradecida, como la peor y ms mezquina trampa burgus. Pero cuando todas las apelaciones para el aumento en su salario fueron rechazados, Marx busc otras maneras de sobrevivir y de obtener fama, terminando eventualmente, su relacin con el Tribune, y dedicando sus talentos en tiempo completo a la causa que legara al mundo las semillas del Leninismo, Stalinismo, revolucin y guerra fra. Si tan solo este diario neoyorquino capitalista lo haya tratado ms amablemente, si tan solo Marx hubiera permanecido como un corresponsal forneo, la historia probablemente hubiera sido diferente.Hay dos requisitos que podrn verse contradictorios en tono, pero que deben de ser reconciliados y cumplidos, si hemos de afrontar este riesgo en la nacin. Me refiero en 1era instancia, a la necesidad de una mayor informacin pblica y en 2do lugar a una necesidad mayor en los secretos oficiales. La palabra secreto es repugnante en una sociedad abierta y libre, y nosotros como personas estamos inherentemente e histricamente en contra de las sociedades secretas, a pactos secretos y a procedimientos secretos. Hemos resuelto desde hace tiempo que los riesgos del excesivo e injustificado ocultamiento de hechos puntuales sobrepasan los riesgos que son citados para justificarlos. Incluso hoy existe poco valor en oponerse a la amenaza de una sociedad cerrada por medio de la imitacin de sus arbitrarias restricciones, incluso hoy, existe poco valor en asegurar la sobrevivencia de nuestra nacin si nuestras tradiciones no sobreviven con ella, y hay un grave peligro que una necesidad anunciada por un incremento en la seguridad ser aprovechado por aquellos que estn ansiosos de expandir su propsito al lmite extremo de la censura y la ocultacin oficial. Eso no pretendo permitir, hasta donde mi control me permita, tampoco ninguno de los oficiales de mi administracin, sea de rango alto o bajo, sea civil o militar, deber interpretar mis palabras aqu esta noche, como una excusa para censurar las noticias, para ahogar la disidencia, para cubrir nuestros errores o para retener de la prensa y del pblico los hechos que merecen conocer.Porque estamos opuestos alrededor del mundo a una monoltica y despiadada sociedad que se basa ante todo, en medios encubiertos para expandir su esfera de influencia: en infiltracin en lugar de invasin, en subversin en lugar de eleccin, en intimidacin en lugar de libre eleccin, en guerrillas por la noche en lugar de ejrcitos por el da. Es un sistema que ha reclutado grandes recursos humanos y materiales, para hacer un apretado nudo, una mquina altamente eficiente que combina operaciones militares, diplomticas, de inteligencia, econmicas, cientficas y polticas. Sus preparaciones son ocultadas, no publicadas; sus errores son enterrados, no encabezados; sus disidentes son silenciados no alabados; ningn gasto es cuestionado, ningn rumor es publicado, ningn secreto es revelado.

John F. Kennedy. 2 aos antes de su asesinato.