Raices_linguisticas

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Apuntes de Raíces lingüísticas en la península ibérica.

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  • Raices lingsticas de la Pennsula Ibrica

    1. La lengua y la escritura ibricas, y las lenguas de los berosEntendemos por escritura ibrica la variedad de escritura hispnica primitiva utilizada en el alfabeto monetal

    de la mayora de las cecas hispanas que acuaron en escritura indgena y en las inscripciones halladas en elterritorio de la cultura ibrica. Por lo tanto, la nocin de escritura ibrica se opone a la de las restantes escrituraspaleohispnicas.

    Por otro lado, entendemos por lengua ibrica como la lengua que se deja reconocer en un cierto nmero deisoglosas fonticas, gramaticales, lxicas y onomsticas en la mencionadas inscripciones greco-ibricas.

    En cuanto a los ibro son gente cuya cultura material corresponde a la que los arquelogos denominancultura ibrica en sentido amplio. Debemos de preguntarnos qu relacin hay entre estos tres concepto as cmohasta qu punto podemos pensar que los beros hablaban en su mayora ibrico y de no ser as a qu grupospertenecera esa lengua.

    La escritura ibrica, tal y como hemos dicho, es una de las variantes de la escritura paleohispnica. Todaslas escrituras paleohispnicas tienen evidentes relaciones entra la mayor parte de sus grafemas, con coinciden-cias totales y parciales en su forma y valor. Tambin encontramos particularidades estructurales en comn,las ms importantes seran su carcter mixto. Estas coincidencias obligan a concluir que todas las escrituraspaleohispnicas tienen un origen nico y que las distintas variantes han nacido como modificacin del modelooriginal debido a causas que deben ser estudiadas cada una en su caso particular.

    De momento conocemos tres variantes: la ibrica, la meridional y las del S.O, cuyo desciframiento todavaplantea bastantes problemas. Las escrituras meridional corresponde a un grupo no muy numeroso de inscrip-ciones andaluzas y del S.E de la Pennsula. La escritura S.O est bsicamente representada por una serie delpidas sepulcrales procedentes del sur de Portugal y, en un nmero muy reducido, del S.O de Espaa, estemparetada con la escritura meridional, pero se distingue de esta con claridad.

    No podemos afirmar con seguridad cul de estas variedades conocidas es la primitiva, ni siquiera si esaprimitiva escritura est realmente atestiguada aun. Sin embargo, nos centraremos en dejar claro que la escriturapaleohispnica debe de incluir como modelo el alfabeto fenicio, el griego o ambos.

    En principio existe una bsica correspondencia entre lo que llamamos lengua ibrica y lo que llamamosescritura ibrica; la mayor parte de las inscripciones en lengua ibrica estn escritas en escritura ibrica y slotenemos testimonios ocasionales de la utilizacin de la escritura ibrica para notar otra lengua, y ello limitadoa datos onomsticos. Sin embargo podemos afirmar que la escritura ibrica, si se cre originalmente parareproducir la lengua ibrica, naci fuertemente condicionada por una escritura adaptada a las caractersticasde una lengua totalmente distinta de la ibrica.

    Sabemos que gracias a la epigrafa greco-ibrica y a algunas transcripciones de trminos ibricos al griegoy al latn, a lo que se puede aadir el testimonio de una variedad particular de la propia escritura ibrica, quela lengua contaba, al menos en el caso de las oclusivas dentales y velares, con una oposicin de sonoridad. Sinembargo, esta oposicin no se recoge en la escritura.

    Lo mismo cabe decir de otro rasgo fonolgico que la escritura oculta y que conocemos a travs de laepigrafa greco-ibrica: encontramos formas terminadas en oclusiva. Este rasgo es especialmente significativo yaque aparentemente existe una perfecta adecuacin entre la estructura silbica de la lengua ibrica y el carctersemisilbico de la escritura.

    Otros indicios del carcter secundario de la escritura ibrica los tenemos en los grafemas correspondientesa vibrantes y nasales, sin embargo nos es un indicio claro.

    El ibrico conoca una oposicin entre dos tipos de vibrantes que transcribimos como r y . En cuanto alas nasales, todo parece indicar que el modelo no contaba sino con un nico signo que pas al ibrico con elvalor de n, pero la lengua ibrica, al menos dialectalmente, opona /m/ y /n/, por lo que una escuela primitivacre un nuevo signo con valor /m/, modificando el signo primitivo. De todas la modificaciones que conocemos,solo la m, modificando el valor de n, podra utilizarse como argumento contra la derivacin directa del ibrico

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  • a partir del modelo forneo. En todo caso, es posible demostrar que la escritura ibrica estaba condicionadadesde sus orgenes por un modelo inmediato distinto del mediato y del foraneo.

    Adems de los argumentos grafemticos, es necesario hablar del contexto histrico en el que ha podidoproducirse la aparicin de la escritura ibrica y en especial las dos cuestiones bsicas: las posibilidades decontactos con los portadores de una o ms escrituras modelo, y el nivel de desarrollo interno de la propiacultura ibrica.

    Desde este punto de vista, nada se opone a que en principio a que la escritura ibrica sea la derivacin directade un modelo forneo. Existen contactos suficientes con griegos y fenicios o pnicos y existe el desarrollo internosuficiente para que se justifique la utilizacin de una escritura, puesto que la escritura ibrica existe. Tambinla epigrafa greco-ibrica, constituye una prueba importante para demostrar la existencia de una derivacindirecta de un modelo forneo en el mundo ibrico.

    Sin embargo, es importante saber plantearse el problema: los que debemos preguntarnos es qu zona de laPennsula ibrica estuvo en un momento ms temprano en condiciones de desarrollar la primera de la escrituraspaleohispnicas, de la que luego derivaran las dems.

    Planteado as el problema, es obvio que ningua de las zona en que se utiliz la escritura ibrica reuni enfecha temprana las condiciones adecuadas: ni el territorio ibrico francs, ni Catalua, ni el valle del Ebro... Porlo tanto, la historia de la Pennsula en la primera mitad del primer milenio, nos lleva por lo tanto a buscar enAndaluca el lugar de origen de la ms antigua escritura paleohipnica. Una vez tenemos esto claro, debemospreguntarnos si la escritura meridional, que est atestiguada en Andaluca, y en la que tambin se ha escritoibrico, pudo ser creada para reproducir esta lengua y pudo ser la escritura paleohipnica original. Sin embargo,todo apunta a que la respuesta es negativa: si recapitulamos lo que sabemos de la escritura meridional, sta estatestiguada desde el siglo IV a.C al menos. Parte de los documentos resultan completamente enigmticos, perootros sin embarg, contienen textos ibricos o al menos secuencias que se repiten en los textos ibricos levantinos.Esto nos es de extraar ya que est clara la convivencia entre ambos textos. Esto nos lleva a dos afirmaciones:la amplitud de coincidencias entre un texto y otro confirma la dependencia que existe entre ellos y la existenciade discrepacias significativas, algunas de las cuales, nos ha permitido observar el carcter secundario de laescritura ibrica. El hecho de que la escritura meridional no permita distinguir algunos matices propios de lalengua ibrica nos hace pensar que fue creada para una lengua distinta al ibrico.

    Todo esto no implica que la escritura meridional no sea la ms primitiva hispnica, sino tan slo que enese caso, no fue creada para escribir ibrico. En efecto, si se cre para la lengua ibrica, las inadecuacionesimplicaran que dependa de otra escritura anterior. Si la escritura meridional representa la primera de laspaleohispnicas, habra de reproducir otra lengua distinta al ibrico, y este solo recibi influencia de la meridionalde forma secundaria.

    El problema que se nos plante ahora es intentar determinar en qu zonas se empez a usar la escriturameridional para escribir ibrico y en dnde naci la escritura ibrica levantina. Ambos problemas nos llevan alde los lmites reales de la lengua ibrica. La cuestin de los lmites de la lengua ibrica ha sido ya abordadarepetidas veces con criterios objetivos: existen una serie de isoglosas que podemos considerar ibricas y que sedejan situar sobre el mapa, podemos suponer que los lmites que buscamos coinciden con esas dos isoglosas.

    El elemento ms llamativo de la lengua ibrica es la onomstica personal (PREGUNTA EXAMEN). LosNNP ibricos suelen estar formados por dos segmentos, ambos habitualmente bislabos y tienden a repetirse enlas ms diversas combinaciones. Podemos utilizar el conjunto de esos elementos como un primer indicador de lapresencia de la lengua. Fueron en buena medida estos elementos los que permitieron a Toyar delimitar lo que ldenomin .extensin de la lengua ibrica en Andaluca". Atendiendo a este criterio, los lmites septentrionalesde la lengua coinciden con los del uso de la escritura ibrica.

    El problema del S.E, es ms complejo, pero finalmente tambin permite llegar a conclusiones claras. Porsupuesto, encontramos onomstica ibrica en las inscripciones en escritura ibrica y en alfabeto greco-ibrico,pero adems la encontramos tambn en inscripciones latinas que proceden no solo de S.E sino tambin de laAlta Andaluca y en inscripciones en escritura meridional extendidas desde Obulco hasta el Segura. Antes devalorar los testimonios andaluces conviene revisar los elementos gramaticales.

    En principio, puede parecer especialmente significativo el caso de los elementos gramaticales que caracterizana las leyendas monetales y que por tanto pertenecen a inscripciones pblicas y que podemos suponer que seexpresan en la lengua de la comunidad emisora. El morfema (s/n)ken es el ms extendido y el nico significativodesde el punto de vista que ahora nos interesa, su distribucin alcanza desde el sur de Francia noronken, laantigua Narbona urkesken... Tomando como base este morfema podramos concluir por lo tanto que la lenguaibrica tena una extensin equivalente a la de la escritura ibrica y que alcanza adems una amplia zona delS.E, sin que podamos sacar conclusiones sobre su extensin hacia la Alta Andaluca.

    Otros morfemas son menos significativos porque aparecen en textos fcilmente transportables y/o en relacin

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  • estrecha con NNP. Por ejemplo en el vaso cermico Giribaile, un NP va seguido de un sufijo -en conocido comoindicador de pertenencia en todo el rea ibrica.

    En cuanto a los NNP ibricos abundan entre los magistrados monetales de Obulco, y algunos atestiguadosen Cstulo. Sin embargo, al sur del Guadalquivir la situacin es ms confusa, especialmente en el territoriomontaoso que se extiende entre el curso alto de ese ro y la costa y secundariamente la serie de elementosonomsticos ibricos visibles en el plomo de Gdor permiten considerar provisionalmente a los bastetanos comogentes de agua ibrica.

    Por lo tanto, la imagen que tenemos de aqu de la extensin de la lengua ibrica antes de las llegada romanaes de una notable extensin.

    Existen, sin embargo, ciertas dificultades para aceptar una extensin tan amplia de la lengua ibrica comolengua primera de la poblacin. Sin embargo, antes de referirnos a datos concretos de la Pennsula Ibrica,hay que recordar una serie de cuestiones generales. Como decimos, una de esas cuestiones es que a la hora deestudiar un material lingstico tomamos un modelo derivado de la realidad lingstica que nos es ms familiarlade las lenguas nacionales de los modernos estados europeos, sin embargo la situacin europea actual es bastanteanmala.

    Las situaciones tpicas a lo largo de la historia son considerablemente ms complejas. Un caso extremosera el de un individuo que emplea una lengua local en su familia y su comunidad, otra lengua de uso mscomn cuando necesita relacionarse con vecinos y una lengua vehicular en el caso de que tuviera comunicarseen la capital o un mercado ms alejado. Modelos como este, resultan ms adecuados para estudiar provinciaslingsticas del mundo antiguo. Que precisamente, este sea el caso en la Pennsula Ibrica y que parece contarcon una mayor diversidad lingstica resulta bastante verosmil. Hay algunos testimonios de estas idea comoun texto famoso de Estrabn en donde afirma que los beros utilizan distintos tipos de escrituras y lenguas.

    Mucho ms significativa que las fuentes es la historia del poblamiento del territorio ocupado posteriormentepor la cultura ibrica. En efecto, a fines del segundo milenio en este territorio no encontramos ningn atisbo deunidad, sino una considerable diversidad cultural. Se ha sentido, sin embargo, una influencia cultural extica,movimientos de poblaciones que han podido tener repercusiones lingsticas. Las dos ms visibles correspondena las gentes de la Meseta y a los grupos originados al norte de los Pirineos que introdujeron los campos deurnas en la Pennsula. Las primeras han podido ser homogneas, aunque no es seguro y han penetrado en variospuntos de lo que luego ser el territorio de la lengua ibrica escrita, pero no desde luego en la mayor partede ese territorio. En cuanto a los segundos, su homogeneidad es dudosa y la densidad de su penetracin muyvariable; es ms que probable que haya podido imponer su lengua en el futuro territorio del sur de Francia.

    Sera importante mencionar tambin otro posible movimiento humano aunque es menos seguro que losanteriores, se trata de la fuerte influencia tartesia que se deja sentir desde el bajo Guadalquivir, pero estainfluencia habra afectado a una pequea parte del posterior territorio ibrico.

    Sin embargo los esencial es averiguar los indicios de la presencia de otras lenguas en el mismo territorio en elque tenemos atestiguada la ibrica. Afortunadamente estos indicios existen. Untermann demostr la complejidadlingstica de la zona del sur de Francia en la que se utilizaba la escritura ibrica y en la que convivan, utilizandola escritura ibrica y al parecer tambin la lengua, iberos, galos y un tercer grupo, probablemente primitivoshabitantes de la zona.

    Un dato interesante es la aparicin de un plomo ibrico en la zona de Ampurias en el cual uno de los textosque aparecen en el consiste en una sola palabra, katulatien. Puede ser un NP galo compuesto de dos elementos:Katu, con carcter cltico y latio. Son ambos muy frecuentes en la formacin de los NNP galos.

    Si se acepta como nombre galo caben tres hiptesis:

    Dada la inseguridad del valor del morfema ibrico -en y la presencia de gentes con nombre galo en el surde Francia, katulatien sera el emisor de la carta.

    Dada la posicin del NP en el plomo se podra mantener que Katulatios fuese el receptor de la carta enAmpurias, en este caso se debaten dos alternativas:

    que Katulatios sera el agente en Ampurias de uno varios Mercaderes del sur de Francia. podran haberse producido penetraciones de gentes galas en el norte de la Pennsula, sin peso su-

    ficiente para dejar huella arqueolgica. Por lo que Katulatios sera un galo que habra llegado aadquirir cierto status en Ampurias. Esta hiptesis es la ms aventurada.

    En todo caso, se confirma la lengua ibrica como lengua vehicular, utilizada por gentes de la lengua gala enlas relaciones mercantiles.

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  • Los restantes indicios de la utilizacin de la lengua y la escritura ibricas por hablantes de otras lenguasson menos claros, pero merecen la pena ser citados. En Ullastret tenemos ampliamente atestiguada la escrituraibrica en textos de cierta entidad y en un considerable nmero de inscripciones en vasos que en principio debenser consideradas como NNP de propietarios. Los NNP son ibricos en un nmero reducido de casos.

    Evidentemente dado lo poco que sabemos an de la lengua ibrica sera inadecuado sacar conclusiones firmesde esos hechos. Podra tratarse en efecto de NNP no ibricos sino pertenecientes a otro estrato lingstico,concretamente un estrato indgena de Ullastret. La idea resulta probable si tenemos en cuenta no slo elargumento morfolgico de la ausencia de paralelos sino tambin el punto de vista general desde el que estamosobservando los hecho ltimamente. En ese caso tendramos en Ullastret gentes de lengua ibrica o tal vezsimplemente que haba adoptado la onomstica ibrica por razones sociales y gentes de otra lengua.

    El caso de Ullastret no es nico, sino tambin el de Azaila, aunque aqu la onomstica propiamente ibricaest mucho mejor representada, encontramos numerosos NPP no identificables: antu, abaio, aboki, irsal, balte,barbor, bartar.

    Fuera de Azaila y Ullastret no contamos con conjuntos amplios de grafitos u otras inscripciones en los quese puedan conocer a priori NNP. Hay que reconocer, sin embargo, que todos los NNP aislables con seguridaden estelas sepulcrales ibricas, procedan de donde procedan, pertenecen al repertorio propiamente ibrico.

    Por otra parte, se pueden sealar algunos ejemplos sueltos de casi seguros NNP que no pertenecen al reperto-rio ibrico y que aparecen en escritura ibrica e incluso en algn caso con sufijos gramaticales indiscutiblementeibricos. En Tarragona tenemos un letaonYi, es decir un NP letaon; de la provincia de Barcelona procede unEukin, etc. Sin embargo, de todos lo casos que hay ninguno pertenece a la provincia de Valencia o Alicante.

    Por lo tanto, podemos afirmar por razones histricas que la lengua ibrica era una lengua vehicular, utilizadacomo lengua escrita, pero como lengua hablada no tenemos condiciones para afirmar nada, pero probablementeexistira un cierto paralelismo.

    Las razones para explicar esta expansin de una lengua vehicular, son polticas, econmicas o culturales.En el caso del ibrico difcilmente se pueden invocar por razones polticas; no existe ningn indicio slido quepermita hablar de la conquista de un pueblo especfico portador de la cultura ibrica de un territorio tan ampliocomo corresponde a los testimonios de la lengua ibrica.

    Tambin podemos considerar el ascenso de la lengua ibrica como lengua vehicular por razones de prestigiovehicular. Lo cual nos dara el testimonio ms importante de la superioridad de una de las zonas de la culturaibrica sobre el resto del territorio en cuestin, pero histricamente no parecen que esas diferencias sean tanimportantes como para considerar un prestigio cultural. Por lo tanto, en principio parecen ms probables causasde tipo econmicas.

    De nuevo el sur de Francia nos proporciona informacin particularmente explcita, puesto que es significativoel que se haya utilizado la escritura ibrica en una considerable cantidad de sellos anfricos, lo que demuestraque los productores, incluso cuando se trata de gente con NP galo, vean en el ibrico un vehculo adecuadopara la comercializacin. Pero un ejemplo mucho ms claro es el de la nforas republicanas de Veille-Tolouse,cuyos diptini ibricos comprenden abreviaturas y numerales claramente relacionadas con el comercio del vino,por lo que la lengua ibrica era un vehculo privilegiado en las relaciones mercantiles.

    Pero al margen de los yacimientos, es el conjunto de los tipos epigrficos ibricos el que puede confirmar laidea de la lengua ibrica que proponemos. Los documentos ms comunes de la epigrafa ibrica son las tablillasde plomo. El nmero de plomos que contienen indicaciones numerales puede referirse a transacciones o al menosa operaciones econmicas.

    Teniendo en cuenta todo esto, es posible llegar a una conclusin: los griegos establecieron una relacineconmica privilegiada con una de las comunidades indgenas con las que entraron en contacto en la Pennsulaprobablemente porque esa comunidad haba desarrollado una actividad mercantil imporntante. Esta comunidadprobablemente asimil varios conceptos griegos, entre ellos usos epigrficos, que contribuyeron a dar ms alcancea la actividad econmica, lo que facilit que se convirtiera en leguna vehicular.

    Naturalmente si la lengua ibrica no es la lengua de todo el territorio que habitualmente denominamosibrico, debemos de plantear la cuestin de en qu parte est. Aqu s contamos con un testimonio preciso eimportante, aunque solo resuelve parte del problema. En efecto, la epigrafa greco-ibrica parece ser un elementopuramente contestano y que implica la adaptacin local del alfabeto griego precisamente para escribir ibrico,nos garantiza que al menos era esa la lengua de la regin de Alicante en la antigedad. Sin embargo, el que loscontestanos hablasen ibrico no implica sin embargo que fuesen ellos solo entre los pueblos llamado ibricos ensentido amplio aqu es donde hay interrogantes.

    Por otro lado, es imposible conocer el origen de la escritura ibrica levantina. Podra pensarse que coexis-tieron una o dos variantes de la escritura hipnica en dos reas distinta lo cual di origen a dos adaptacionesdiferentes, una poco innovadora, la meridional y la otra ms radical, la levantina. El problema de su existencia

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  • de esta lengua as como la de la levantina es insoluble por ahora. Todo nos hace volver a Contestania, ya que allse dan ambas escrituras y adems rene los rasgos histricos que permiten explicar su capacidad innovadoray expansiva en la lengua y escritura sino tambin incluirlo en una sntesis histrico-cultural de ms ampliaperspectiva.

    Por lo tanto, aunque an quedan muchos interrogantes, podemos decir que la escritura levantina es el mslogrado de los experimentos bajo la influencia del griego que sirvi como instrumento bsico en los pueblosibricos.

    2. las lenguas y la epigrafa prerromanas de la pennsula ibricaEl momento histrico en que nos es factible obtener una visin ms completa de la epigrafa prerromana

    peninsular conicide con los dos primeros siglos de la presencia romana en Espaa, siglos de conquista, deromanizacin, en los que, antes de desaparecer la lengua de los indgenas, nos dan con mayor abundancia queantes testimonio de su existencia, a la vez que la escritura latina penetra en la Pennsula y crea las condicionespara que tengamos testimonio de otras zonas ms apartadas, ajenas hasta entonces al mundo de la letra.

    Si atendemos a las escrituras empleadas, tenemos que contar con no menos de cinco, tal vez siete especies,que por razones ms prcticas que cientficas conviene agrupar en dos grandes familias, en un lado estaran lascoloniales, que han llegado a la Pennsula ya formadas, como instrumentos para los pueblos para comercializaro conquistar; por otro lado estaran las lenguas "hispnicas"porque todo parece indicar que han sido creadas enHispania y para expresar en lenguas hispnicas. Esta distincin, tal y como hemos dicho, es ms prctica que otracosa, por lo que no es totalmente pertinente desde el punto de vista epigrfico, sino que, como en general en todoslos campos de la cultura, parece de mayor transcendencia la oposicin entre pueblos propiamente civilizados,entre los que la escritura es un fenmeno normal aunque quiz reducido a mbitos sociales concretos, ya seanestos pueblos, griegos, fenicios o ibricos y otros pueblos "brbaros"que no conocan la escritura o entre loscuales esta se daba como fenmeno extraordinario; es decir, el gaditano o el saguntino.

    A pesar de todo, la distincin colonial/hispnico es conveniente, a pesar de lo que hemos dicho, en el terrenode la epigrafa por razones prcticas a la hora de organizacin. Esto se debe a que la epigrafa hispnica se tratade una disciplina autnoma en sus materiales, por mucho que dependa de la epigrafa clsica; por el contrario,la epigrafa colonial no deja de ser un simple captulo dentro del estudio de la epigrafa fenicia, griega o romana.

    Pasamos pues, a ocuparnos de la epigrafa hispnica, siguiendo el hilo conductor de la cronologa y de lasvariedades de escritura.

    Lengua y escritura como fenmenos histricos estn intimamente relacionados pero se confunden en absoluto.La escritura posee un valor como rasgo cultural, en s y en sus diversas variedades, altamente indicativo parael historiador y distinto del que caracteriza a la lengua. En concreto, en el caso de la Pennsula Ibrica en laAntigedad, los documentos epigrficos en lenguas no descifradas o muy mal comprendidas, cuyo valor histricocomo hechos de lengua es todava nulo o casi nulo, constituyen sin embargo por el tipo de escritura en que estnredactados importantes testimonios de la personalidad de un rea cultura y de las relaciones entre pueblos.

    Por otro lado las fuentes para la historia de la escritura y la de la lengua en s se confuenden en buenaparte, ya que en ambos casos se trata esencialmente de los textos conservado, cuya tipologa y sistematizacincronolgica y geogrfica deben ser hoy por hoy el campo de estudio fundamental de este terreno. Las noticiasde autores antiguos es apenas mnima en utilidad por su escaso nmero y por su carcter general. De ah queel conocimiento lingstico de la Pennsula antigua se apoye sobre todo en la arqueologa y que su progresorepercuta directamente en la epigrafa. No es necesario subrayar la importancia de la cronologa de los docu-mentos epigrficos, tanto a la hora de hacer una historia de las escrituras como a la de valorar el panoramalingstico de la Pennsula antigua, pero actualmente s que existe una cronologa epigrfica propiamente dichay dependemos de los datos arqueolgicos para observar el contexto en el que han aparecido los documentos.

    Otra cuestin importante es el inters de la lingstica contemporanea en el contexto de la situacin, esdecir, el conjunto de circunstancia que rodean a un acto de habla y que contribuyen a darle un significadopreciso; a menudo esas circunstancias estn sometidas a convenciones culturales y obedecen a determinadospatrones de comportamiento. Cuando el aspecto propiamente lingstico de un acto de habla nos resulta malconocido puede ser aclarado mediante esos elementos contextuales.

    Aunque nos encontramos en un perodo inicial de la investigacin, en cierto sentido ya se ha recorrido unlargo camino. Desde el Renacimiento los eruditos antiguos anticuarios se preocuparon por la escritura ibricaque apareca en las monedas antiguas; por otra parte llamaron la atencin sobre las pocas noticias que las fuentesantiguas nos haban dejado sobre las lenguas prerromanas. Toda la labor anterior fue sistematizada a fines delsiglo pasado por Hbner, pero su obra tena dos grandes defectos, la inadecuada concepcin de la escritura

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  • ibrica como un alfabeto y una teora vulgarizada por Humboldt a la que haba consagrado como autoridad,segn la cual, la Pennsula antigua haba tenido una unidad lingstica de la que todava nos queda vivo elEuskera. El paso adelante no lo veremos hasta los aos veinte con Gomez Moreno, quien logr comprender laestructura interna de la escritura ibrica, mezcla de alfabeto y silabario, comparando los topnimos y tnicostransmitiso en la fuentes clsicas monetarias o literarias. Gracias a esto, las reas lingsticas fueron mejordefinidias.

    Todos estos progresos y gracia a Tovar, el conocimiento del celtbero progres considerablemente. Sin em-bargo, la lengua ibrica permaneci hermtica en cuanto a su desciframiento y las cuestiones relativas a laformacin e historia de la escritura, tropezaron con las escritura propia de la zona, relacionada con la ibri-ca, pero no descifrada. A partir de ese punto, muchos estudiosos progresaron en la investigacin y gracias aldescubrimiento de nuevos documentos (multiplicacin de hallazgos de bronce, plomo en vlaneica, o Algarve)observamos una revitalizacin.

    Por otra parte, los testimonios ms antiguos sobre las lenguas habladas en la Pennsula son de dos tipos muydiferentes; en el Suroeste tenemos documentos escritos directamente estudiables; en el resto de la Pennsulainferencias deducibles de la situacin lingstica posterior en combinacin con los datos arqueolgicos.

    Todos estos hallazgos apuntan a que fue en el Suroeste donde se cre la ms primitiva escritura hispnica.Al menos desde el siglo VIII, los fenicios frecuentaban las costas de la Pennsula y haba establecido contactosculturales con los indgenas. Uno de los resultados fue la creacin de una escritura basada en la fenicia. La nuevaescritura est atestiguada en el siglo XII en Huelva y posteriormente parece haberse expandido a Portugal. Losdescubrimientos de las inscripciones del Algarve as confirman esta fecha.

    La distribucin de esos primeros textos epigrficos y su cronologa confirman la hiptesis de un origensuroccidental en el siglo VIII, pero salvo por los testimonios portugueses, el resto son pruebas bastante pobres. Laescritura andaluza posterior, todava no descifrada, pertenece como veremos, a la misma familia que la ibrica,con la que coincide en estructura bsica y en la forma y valor de buena parte de signos. Las inscripcionesdel Algarve utilizan la misma escritura que las andaluzas al parecer, pero con ciertas particularidades quehacen aconsejable considerarlas portadoras de una escritura peculiar, es significativo el uso frecuente de signosvoclicos que coinciden en valor con la vocal del signo silbico que les precede. Tampoco podemos juzgar, salvopor hiptesis las diferencias entre la escritura andaluza y la del sur de Portugal.

    Hasta aqu el problema de la escritura. Debemos ocuparnos ahora de los problema lingsticos y de los usosepigrficos. Los documentos ms antiguos son grafitos sobre cermica en Andaluca y Extremadura, y lpidassepulcrales en el Sur de Portugal, Andaluca y Extremadura. A pesar de los tres ejemplos andaluces y los dosextremeos, por el momento hay que considerarlas como un material tpicamente portugus pero no se puededar por supuesto que hayan producido en este territorio. En cuanto a la idea de la lpida sepulcral es probableque proceda de los colonos fenicios, que ya estaban familiarizados con el uso de la escritura.

    En cuanto a los grafitos cermicos parece tratarse del tipo conocido en todas las culturas y normal comosubproducto de la escritura, la indicacin de propiedad. Lo importante es que ni los grafitos ni las lpidassepulcrales basta a explicar el tremendo paso culutral que implica la creacin y adopcin de una escritura; esnecesario suponer que la justificacin de ese proceso debe estar en otros documentos no conservados.

    En cuanto al valor lingstico de los primeros documentos es casi nulo dado su carcter breve y fragmentario,las dificultades que an plantea la escritura y la falta de relaciones entre las lenguas conocidas. Los grafitoscermicos son inutilizables. En cuanto a las estelas, el rasgo ms llamativo el esquema tipo Kaa, tee... puedeobedecer a hechos fonticos pero puede ser tambin una prctica ortogrfica.

    La toponimia tampoco nos ayuda mucho. Existen zona suroccidentales de la Pennsula con algunos topni-mos caractersticos como -ipo, -oba... pero son imposibles de fechar y no se le puede atribuir una antigedadconsiderable.

    En el resto de la Pennsula hasta prcticamente el siglo IV no hay documentos que informen directamentesobre la situacin lingstica y epigrfica.

    En el rea que posteriormente ocupar la lengua ibrica no hay motivo para pensar que se hablase otradiferente. En el Centro, Norte y Oeste hay que contar dos grupos: lenguas preindoeuropeas de las que nosabemos nada y desaparecern sin dejar apenas huellas.

    Efectivamente en un perodo todava no definible con absoluta precisin, porque la imagen arqueolgicaan no es clara, se produce la indoeuropeizacin de la Pennsula. Los datos lingsticos slidos que podemosretrotraer a ese perodo son los siguientes: una toponimia, hidronimia sobre todo.

    Es posible que en este perodo arcaico los dialectos indoeuropeos hayan penetrado en zonas meridionales ylevantinas en las que posteriormente, absorbidos por las lenguas locales, no sobrevivirn.

    Desde comienzos del siglo VI la implantacin de griegos en Catalua y sur de Francia es un hecho seguro.Los beros aprenden a escribir como consecuencia de dos diversas influencias, la griega y la meridional quiz

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  • sumada a influencias fenicias.A patir de fines del siglo V, est atestiguada tambin la escritura ibrica, la cual es una adaptacin de

    la meridional, de la que se conserva el semisilabismo y conservando la mayor parte de los signos. Los signosmodificados suelen coincidir en forma con los signos griegos, por lo que la direccin de la escritura es ahoratambin griega. La existencia de textos ibricos nos permite hablar de lengua ibrica y de usos de la escrituraentre los beros. En el perodo que se inicia con los comienzos de la escritura ibrica y alcanza el comienzo de laconquista homana, los beros han adoptado y adaptado a su propia cultura, un nmero considerable de tipos dedocumento. Los tipos ms importantes por el momento son las lpidas sepulcrales y los plomos. Pueden indicarel nombre del difunto solo, el nombre de ms filiaciones o una cadena de nombres cuya relacin es difcilmenteaveriguable.

    En cuanto a la lengua ibrica, se extiende desde Almera y Murcia hasta el sur de Francia. La penetracinde la lengua hacia el interior es difcil de fijar; en poca romana alcanza la regin de Jan por el valle del Ebrohasta Zaragoza, pero conocemos pocos detalles. Se trata de una lengua con un sisitema fonticos relativamentesimple, muy similar al que se puede reconstruir para el vasco primitivos. La escritura no da un conocimientoadecuado de la fontica ibrica.

    De la morfologa ibrica sabemos poco, an no se ha podido identificar ni un solo verbo. Conocemos pocosmorfemas: -ar y -en solos o en combinacin indican pertenencia, por ejemplo o -sken puede formar tnicos.

    Del lxico tampoco sabemos apenas nada, tenemos seltar en las monedas, pero se trata de una palabracultural viajera que proviene de Oriente.

    Por lo tanto, el resultado hasta la fecha es mnimo y no se puede sealar ningua lengua con la que tengarelacin el ibrico.

    Del siglo V al III a. C lo que sabemos de las lenguas habladas fuera del rea ibrica es prcticamente nada.En las zonas indoeuropeizadas debieron de producirse reagrupaciones y cambios; en Andaluca la oscuridad esabsoluta. El dato ms seguro pertence a Extremadura y el Sur de Portugal.

    Con la llegada de los romanos se producen cambios radicales no solo en la configuracin lingstica de laPennsula sino en nuestros medios de valorarla; la escritura, primero la ibrica, luego la laitna, se difunde enms amplias zonas; algunos nuevos tipos epigrficos aparecen; las monedas y la antroponimia nos otorgan unmapa con la distribucin de hechos lingsticos mucho ms preciso.

    La moneda es, por tanto, el documento epigrficos de ms importacia. En el perodo republicano la Pennsulapuede ser dividida en cinco zonas gracias a la moneda; zona ibrica rn que se dan acuaciones en escritura ibricay con rasgos lingsticos ibricos, en especial es sufijo -sken, zona celtbera: acuaciones en escritura ibrica ycon rasgos lingsticos clticos; zona norte emparentada con el grupo celtibrico; una ceca al menos en este grupoparece ostentar un rasgo vasco; cecas andaluzas, con escritura meridional o latina. En general son significativasdesde el punto de vista lingstico.

    Pasamos ahora a examinar en concreto la situacin lingstica y epigrfica de los distintos grupos aislados;en primer lugar el ibrico.

    Los beros, como pueblo civilizado, se asimilan con relativa rapidez a la cultura romana. En poca imperialsu lengua slo deba subsistir en zonas montaosas. El proceso de romanizacin noda lugar a nuevos tiposepigrficos. Testimonios de inters de la romanizacin son el uso de la escritura ibrica por individuos quellevan ya nombre romano o la aparicin de la famosa inscripcin de la Turma Salluitana, en la que aparecenindgenas con nombre ibrico y otros con nombre latino.

    La zona norte, sin embargo, sigue resultando enigmtica. Las monedas muestran rasgos lingsticos noclasificables, los antropnimos en las inscripciones latinas son en general indoeuropeos. Slo en algn casoencontramos nombres claramente vascos. Probablemente sea un hecho ms cultural que lingstico; entre lapoblacin probablemente hubo grupos culturalmente ms prestigiosos, por lo que adoptaran su onomstica.

    Andaluca es tambin extremadamente enigmtica. En este perodo tenemos un cierto nmero de inscrip-ciones de escritura meridional, que muestra la penetracin de una costumbre helenstica. La romanizacin fueaqu mucho ms rpida que en territorio ibrico, apenas quedan restos indgenas en la epigrafa romana. Hayelementos ibricos, tambin, en la zona andaluza oriental visible en los nombres en escritura de los magistradosmonetales y en inscripciones latinas posteriores.

    De las zonas indoeuropeas la que ofrece ms datos es la celtibrica.Los celtberos reciiberon la escritura de los beros en un momento no precisable, pero no debi ser muy

    anterior a la llegada de los romanos. En los ltimos aos de vida la lengua, a comienzos del perodo imperial,se utiliz tambin para escribir la escritura latina.

    Epigrficamente los celtberos han innovado sobre los tipos ibricos, desarrollando bajo el influjo romanonuevas clases de documentos. En total existen inscripciones celtibricas en cermica, monetales, sepulcrales,religiosas y dedicatorias, estos dos ltimos en escritura latina. Lingsticamente el celtberico es un alengua

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  • cltica de rasgos muy arcaicos. Su conocimiento es todava muy insuficiente ya que el material cltico, conel que debe ser comparado en primer lugar, o es escaso y por lo tanto mal comprendido. An as los rasgosarcaicos del celtibrico son evidentes y demuestran la temprana entrada en la Pennsula de los grupos que seconsolidaran posteriormente como nacin celtibrica.

    El bronce de Botorrita ha revitalizado los estudios celtibricos y actualmente no slo se progresa mucho enel conocmiento de esta lengua sino que estos resultados estn repercutiendo en el desciframiento del galo.

    El resto de la Hispania indoeuropea es peor conocido que an el territorio celtberico. La penetracin degrupos debi continuar hasta fechas plenamente romanas, como lo demuestran las fuentes clsicas y arqueol-gicas. Pero la escasez de datos no nos permite hacernos una idea muy clara del mapa lingstico de Hispaniaoccidental, ya que en esta zona no penetr la escritura ibrica y latina. Nuestras fuentes para el conocimientolingstico de estos pueblos son esencialmente dos, la onomstica y las escasas inscripciones, siempre en escrituralatina.

    De los nombres de persona hay que aadir a lo ya dicho que en toda la Hispania indoeuropea presentan unaspecto muy homogneo lo que hace pensar que los contactos entre tribus y la movilidad de esos pueblos durantesiglos haba creado un repertorio comn de diversos orgenes. Solo en casos aislados se puede considerar algnnombre caracterstico, como la zona de Lusitania, por ejemplo. De esta homogeneidad onomstica no se puedededucir sin embargo una homogeneidad de lengua. As lo demuestran los pocos datos seguros que tenemos: lamodificaciones fonticoas y de declinacin que sufre el latn en el noroeste.

    Por lo tanto, la epigrafa nos muestra bastante poco, esto se hace sentir de forma especialmente dolorosa enlas dos lenguas de las que poseemos mayor documentacin, el ibrico y el celtibrico. El ibrico es una lenguaindescifrada, ms aun una lengua que a primera vista parece carecer de parientes conocidos que pudieranfacilitar el desciframiento. En esas condiciones el mtodo de trabajo es siempre complicado. El punto de partidaest en el aprovechamiento exhaustivo de toda la informacin exterior y explcita que sobre la lengua nodescifrada se puede reunir. Desde el punto de vista lingstico, la informacin ms importante que sobre elibrico nos ofrecen los textos clsicos estriba en la identificacin de las caractersticas de los nombres propios depersona. Nuestra fuente principal para esto es el Bronce de Ascoli, en el que se concede la ciudadana romanaa treinta jinetes ibricos. Observamos aqu que los nombres recogidos de los jinetes de la Turna Saturnaliavan acompaados de los nombres de sus padres; basta la simple relacin para advertir las caracterstica msinteresantes de la antroponimia ibrica: nombres en general compuestos de dos elementos que a su vez suelenser bislabos como sani-belser, en algunos casos algunos de los elementos son monosilbicos, como nes-ille. Sinembargo, es importante observar que los patronmicos no han sido adaptados en las declinaciones latinas paradotarlos de marcas morfolgicas, lo que podra ser indicio de que tales marcas eran necesarias en ibrico.

    El Bronce de Ascoli nos proporciona adems de ciertas reglas de la gramtica propia a la formacin de losnombres personales ibricos de las que slo hemos citado las esenciales.

    Sin embargo, si todava pretendemos ir ms all para ampliar nuestro repertorio de elementos nominalestenemos que utilizar como fuentes los propios textos ibricos. Los textos ibricos, en efecto, no pueden contenerpara nosotros ninguna indicacin explcita que permita reconocer en una determinada secuencia de signos depersona. Para ello las consideraciones epigrficas tendrn excesiva importancia; los textos ibricos correspondena diversas clases de documentos con buenos paralelos en la epigrafa clsica y el aspecto externo de esosdocumentos constituye ya en cierta medida un significante que nos informa al menos de ciertas condicionesdel significado en ellos esperable. El epgrafe contiene diversos contextos de mayor o menor importancia, desdeprecisiones cronolgicas o testimonios que contribuyen a la interpretacin de estos.

    Otras veces es el simple sentido comn el que puede dirigir nuestras aproximaciones al texto. Por ejemplo,es fcil suponer que representan nombres de propietarios; otras veces son esos paralelos culturales, en el casode la epigrafa ibrica muy especialmente los clsicos que han podido ejercer una influencia directa.

    Tambin nos pueden ayudar las lpidas sepulcrales ibricas, las cuales ofrecen ejemplos sencillos para resolvernuestros problemas. Un tipo ms complejo de nombre propio atestiguado en lpidas e inscripciones cermicas,es el que podemos formular NP-Yi, es decir, aquel formado por un nombre personal seguido de dos signos, elnico signo an no descifrado y el grafema -i, de cuyo valor, por ahora no hablaremos.

    Otro tipo aparecido slo en lpidas podemos formularlo como NP-seltar atestiguada en contextos ms omenos complejos pero exclusivamente en lpidas y siempre cerca de un nombre de persona. Tenemos ademsotros tipos funerarios como NP-ar-Yi, lo cual nos afirma que el ibrico no slo contaba con un cierto nmero depostposiciones, sino que stos podan encadenarse en series de por lo menos, tres elementos. Estas postposicionespodan indicar la relacin entre la propiedad y la persona designada en l.

    Algunos rasgos interesantes los vemoss tambin en las leyendas monetales; la postposicin de morfemas-sken, -etar, etc; la preoposicon del nombre determinante, lo que en trminos indoeuropeos sera en genitivo.Estos y ms rasgos, son rasgos ya estudiados por la tipologa lingstica que ha sealado no solo las relaciones

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  • de mutua implicacin sino sobre todo, la que guardan con uno de los tipos fundamentales de organizacin dela frase simple, el OV. Sin embargo, es obvio que mientras no se descifre el ibro, apenas se podr progresar.

    En cuanto a la lengua celtibrica se trata de una lengua igualmente no descifrada, o si se prefiere una lenguaque no entendemos, por ms que podamos hacernos una cierta idea del contenido de los textos, a diferenciadel ibrico, esto se debe a que se trata de una lengua de familia conocida , suceptible de recibir un tratamientocomparativo. Pero conviene no hacese excesivas ilusiones sobre el valor del mtodo comparativo en el caso delenguas tan mal atestiguadas y tan poco cercanas a sus parientes conocidos.

    Una vez visto los casos ibricos, pasaremos a estudiar ciertos casos en celtibrico. Las inscripciones latinasde la Hispania indoeuropea, tanto en territorio celtibrico como fuera de l, nos proporcionan buenas muestrasdel repertorio de nombres propios prerromanos y de las diversas frmulas onomsticas. Las mismas frmulasaparecen en las inscripciones en lengua celtibrica. En algunos casos otros mtodos aparte del comparativo nosayudarn a resolver varios problemas. En todo caso, no cabe dudar de las luces que la comparacin, cuandoes posible aporta en los procesos de desciframiento. Sin embargo, a pesar de su familiaridad, hay que admitirciertos riesgos. En principio no se puede aceptar el mtodo sin el apoyo de otros mtodos.

    Un ejemplo de las posibles trampas que la comparacin nos tiende est en la desinencia celtibrica -tus. Estadesinencia apareci por primera vez en el Bronce de Botorrita. Muchos la consideraron 3o del verbo usbituscon las formas galas karnitus. El sufijo -tu- se interpreta habitualmente como marca temporal y no pareceadmisible que las formas de Botorrita sean pasados, la analoga gala ha guiado sin embargo la interpretacindel celtibrico -tus no solo en las primeras aproximaciones sino en la explicacin ms detallada propuesta porSchmidt: -t- 3a pesona, -u- modal y -s plural.

    Sin embargo, si dejamos de la lado el mtodo comparativo, sin renunciar a los datos ms seguros, e intro-ducimos consideraciones combinatorias, resulta ms probable otras consideraciones.

    3. Perodo de Romanizacin: El latn de hispania. El latn vulgar.El latn vulgar es esencialmente la lengua hablada de las gentes poco influidas por la tradicin literaria, se

    puede hablar de latn vulgar desde el momento en que existe una tradicin literaria, es decir, desde los ltimossiglos de la Republica. Sin embargo, las primeras informaciones relativamente numerosas y sistemticas dellatn vulgar proceden del primer siglo de nuestra era, como es el caso de las inscripciones de Pompeya.

    3.1. El latn vulgar: nociones preliminares.El trmino Latn vulgar, consagrado para designar los diversos fenmenos latinos que no estn de acuerdo

    con las normas clsicas, tiene las ventajas y los inconvenientes de todo trmino consagrado. De hecho, hasido a menudo atacado entre los latinistas. Hacen notar que el epteto "vulgar"se presta a equvocos porqueevoca demasiado al habla inculta y consideran que esto no se corresponde con la realidad lingstica, queriendosustituirlo por trminos como latn popular por ejemplo; protorromance que situara los fenmenos no clsicosen una persectiva histrica, comoo base de las lenguas romances. Otros estudiosos, sin embargo, se resignan aconservar el trmino consagrado.

    Por otra parte los romanistas desde comienzo de siglo, no opondrn el latn vulgar y el latn clsico comodos idiomas diferentes. El latn, en efecto, no es ms que una transicin entro los dos estados idiomticos, elindo-europeo y el romance: las diferentes variedades romances representan los dialectos medievales y modernosdel latn.

    Es importante tambin conocer la idea que se tiene del latn es con demasiada frecuencia la de una lenguano slo unida, sino tambin fijada de una vez para siempre y como inmutable. Esto se explica por el latnliterario, establecido en el siglo III a.C, parece haber conservado una misma estructura general tras casi ochosiglos sucesivos. Pero la estabilidad relativa de la lengua escrita no ha sido ms que la mscara de numerososcambios realizados en la lengua hablada. El latn del que son continuacin las lenguas romances se encuentra enfranco desacuerdo con la forma literaria y sore todo clsica. Quien quier a explicar expresiones romances como"parler"nodebe acudir por ejemplo a "loqui"transimitido por la literatura romana sino a la expresin familiarfabulari. En este y otros casos, se tratan de innovaciones surgidas desde abajo; el hombre sin cultura se sirve deconstrucciones simples ms que en la lengua literaria. Por lo dems, hay que aclarar que el hablar descuidadono est relacionado solo con el pueblo bajo, el mismo Cicern le gustaba usar en su correspondencia ntimausos populares.

    El habla espontnea, poco atenta tambin a las reglas gramaticales, no es el latn vivo el latn verdadero?.Semejante idea no viene de hace poco ya que el mismo Quintiliano hablaba de conceder ms importancia al eluso del lenguaje que a la gramtica.

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  • Pasaremos ahora a observar todas la particularidades, y tendencias ms o menos vivas, propias de la lenguapopular y familiar y que se substraen en la norma clsica y en general la literaria. Trataremos de captar lalengua viva y real. Por lo que trmios como "protorromance"no nos serviran a nuestro propsito ya que en unprincipio el trmino se aplica a una forma de lengua reconstituida y por otra, excluye el estudio de los fenmenosque forman parte del fondo popular del lain, pero que no han sobrevivido. El latn vulgar, por el contrario,comprende los estados sucesivos desde la fijacin de latn comn en el perodo arcaico hasta la vspera de laconsignacin por escrito de los textos escritos en romance, por lo que no se excluyen ni las variaciones socialesni las regionales.

    3.2. El latn a la conquista del mundoLa fortuna de la lengua latina va a la par con la historia del poder poltico y la civilizacin romana y despus

    con su decadencia. Tambin la historia del latn se ha desenvuelto en dos tiempos: bajo el signo de la unificaciny bajo el de la disgresin.

    3.3. La expansin romanaEn el momento en que los romanos penetran en la historia, Italia era un combinado de razas. Los Ligures

    o los Vnetos, se hallaban confinados en el norte de la Pennsula, mientras que el centro estaba ocupado porlos enigmticos Etruscos, los cuales fueron durante un tiempo los dueos de Roma. Sin embargo, Roma, aldeasituada en el corazn del Lacio y de toda la pennsula, gozaba de una situacin privilegiada. Todo contribua ahacer de ella una gran metrpolis. Expulsado Tarquinio el Soberbio, el ltimo etrusco, todo fue una sucesin deconquistas por parte de los romanos. Estas conquistas se fueron convirtiendo en ciudadanos romanos. El imperioromano, que prcticamente se identificaba con el mundo conocido por los antiguos, se mantuvo al precios deguerras como la de los Antoninos. El siglo siguiente a esta dio paso al comienzo del ocaso. Roma, por tanto,dej de ser capital.

    3.4. La romanizacinLa romanizacin de los diversos pueblos sometidos no se efectu en todas partes de igual manera. En Italia

    este proceso fue relativamente rpido y profundo gracias a las afinidades tnicas y lingsticas de los habitantes.Es verdad que en territorio helenstico este proceso cost ms, al ser una civilizacin considerada superior, seopuso a estos con cierta resistencia.

    En Occidente, Hispania y las Galias, vieron desarrollarse centros romanos florecientes, como Crdoba, sedede los dos Snecas o Sevilla; Lion, Reims o Burdeos. En el siglo II Hispania suministr los mejores emperadoresa Roma. frica o Cartago conoci un verdadero florecimiento bajo Roma.

    La lengua latina, por tanto, se impuso a los vencidos, no por la violencia, sino por el prestigio de losvencedores. Ante todo serva de comunicacin entre los autctonos y los romanos.

    El nombre Romani, que al principio se opona al de Latinos mismo, ha terminado por comprender a todoslos pueblos del Imperio con relacin a los Brbaros y extranjeros.

    3.5. Elaboracin del latn comn y literarioEl latn, en concurrencia con el Griego, se convirti en la segunda lengua mundial, destinada, tal vez, a

    tener un porvenir an ms grande que el griego, sin embargo, sin alcanzar la grandeza del griego. El latn erauna lengua de campesinos, "habitar"viene de colere. Se prestaba poco a la derivacin y a la composicin; lasnociones de orden espiritual se expresaban por circonloquios, como Caesar occisus. Por lo que el latn es elresultado de una fusin de elementos rsticos y extranjeros, por ejemplo la pronunciacin de e por ae eranfenmenos rsticos. El contacto con la civilizacin helnica ha sido una importancia capital tanto para el nivelde vida como para la lengua de los Romanos.

    El elemento griego penetr en la lengua de todos los medios sociales de Roma. Estos prstamos, denuncianla diversidad de las vas de acceso. Los ms antiguos pertenecen a la lengua de cada da y fueron transmitidospor el pueblo: aer o poena...

    3.6. Las .edades"del latnEl desmembraminento de la evolucin del latn en piezas cronolgicas ha de ser, por necesidad, ms o menos

    arbitrario, como lo es, por ejemplo, la divisin del francs en perodo antiguo, medio y moderno. La cronologa

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  • siguiente, es una de las muchas posibilidades:

    Latn arcaico y preclsico (desde los orgenes hasta fines de siglo I a.C.): tenemos fuentes como inscripcionesgrabadas, fragmentos de cantos rituales, actas oficiales. La ms antigua, la inscripcin de la fbula dePreneste, es todava un documento aislado. A travs de vacilaciones y tanteos, la lengua literaria se liberade arcasmos y se unifica. Pertenecen a este perodo: Ennio, primer poeta original, los cmicos Plauto yTerencio, estn a caballo entre los perodos preclsico y clsico.

    Latn clsico (desde la mitad del siglo I a.C a la muerte de Augusto): estamos en el apogeo de las letrasromanas, que coincide con el auge de la poltica romana. La retrica y la filosofa estn personalizadas enCicern, que depura la lengua y crea la prosa artstica, el latn clsico por Csar o Tito Livio y la picacon Virgilio.

    Latn postclsico (desde la muerte de Augusto hasta el 200): es el barroco de la literatura latina, ca-racterizado por la afectacin del estilo y de elementos populares y arcaicos: Tcito, historiador con unestilo personal, forzado y asimtrico; Sneca el Filsofo, moralista o innovadores como Petronio con suSatiricn, Apuleyo o Marcial.

    Latn tardo (desde el 200 hasta la llegada de las lenguas romances): este perodo nos lleva hasta el finalde la latinidad propiamente dicha. Su proceso de disgregacin no vienen sin reaccin y hasta retorno alos modelos clsicos: como es el caso de Lactancio o el filsofo Boecio.

    Tambin de la larga lista de escritores cristianos, hemos de recordar a los padres de la Iglesia: como SanAgustn o San Jernimo. La poesa cristiana hace su aparicin con San Ambrosio cuyo ejemplo sigui elespaol San Ambrosio. En general, el nivel gramtico y literario de todo cuanto se escribe en esta pocava en declive desde el siglo VI hasta la reforma carolingia en el siglo VIII.

    3.7. Fuentes del latn vulgarLa literatura romana utilizaba un latn alejado del pueblo; se trataba de una lengua con gran esfuerzo de

    figuras oratorias, de periodos combinados, y de mtrica destinadas a consituir una armona. Hemos de decir queel habitante del pueblo romano no aparece en estas obras, salvo en algunas partes del Satiricn. Para colmo,hemos perdido todo el teatro de los romanos y buena parte de su stira.

    Al esforzarnos por descubrir el latn hablado, nos vemos perjudicados por la literatura propiamente dicha.Es ocioso decir que n existe texto alguno en latn vulgar; hay "vulgarismos", pero nada ms. Tenemos quebuscar en las faltas que a veces cometan algunos autores y en las lenguas romances el latn vulgar.

    Gramticos latinos: la serie de puristas que sealan formas deficientes es larga: Apio Claudio, VirgilioMarn. Sus observaciones hay que usarlas con precaucin ya que las reglas que ellos establecan eran aveces arbitrarias.

    Glosarios latinos: se trata de vocabularios rudimentarios, generalmente monolinges, que traducen pala-bras ajenas a la poca por expresiones ma corrientes. El ms antiguo es el glosario de Verrius Flaccus.El ms clebre de los glosadores fue Isidoro de Sevilla quien en sus Etimologiae proporciona mucha infor-macin sobre el latn tardo y popular.

    Inscripciones latinas: se distinguen muchos tipos de inscripciones: las inscripciones grabadas, que son fr-mulas ms o menos estereotipadas, inscripciones pintadas, que pueden ser anuncios, inscripciones trazadascon punzn, ms raramente con carbn, llamadas grafitos, numerosos en Pompeya y Herculano, tambinexistan las defixionum tabellae frmulas grabadas en lminas de plomo, destinadas a llevar mala suerteal enemigo o papiros con textos privados.

    3.8. Autores latinos antiguos, clsicos y de la .edad de plata"Este clima se acomoda a un estilo descuidado que se aproxima al habla ordinaria. Caso aparte constituye el

    epistolario de Cicern. La palabra o el giro popular saltan tambin a la pluma de todo los que quieren ofrecernosun dilogo entre la gente del pueblo; es el caso de la comedia antigua, como Plauto, sin embargo este colocaen escena personajes griegos ms que romanos. Pasa lo mismo cuando Horacio o Juvenal nos cuentan algunaancdota.

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  • 3.9. Tratados tcnicosVitrubio Polin, que escribi un tratado de arquitectura en tiempos de Augusto pide excusas por su poca

    correccin lingstica. Del mismo modo los autores de tratados de agricultura como Catn el Viejo, Varrny Columela tienen en general pocos conocimientos gramaticales, lo cual hace interesantes sus escritos desdenuestro punto de vista.

    3.10. Historias y crnicas a partir del siglo VISe trata de obras toscas y sin pretensiones literarias, redactadas en un latn con vulgarismos y reminiscencias

    clsicas, como la Historia Francorum de Gregorio de Tours.

    3.11. Leyes, diplomas, cartas y formulariosLa lengua de estos textos es un injerto extrao, mezcla de elemntos populares y reminiscencias literarias o

    pasadas de moda. Sin embargo, las cartas y los diplomas originales tienen el mrito de estar desprovistos de lascorrecciones que alteran los manuscritos de los textos literarios.

    3.12. Autores cristianosLos cristianos de los primeros tiempos tambin rechazaron el normativismo del latn culto. La lengua era

    considerada como un instrumento que deba estar pronto a dar expresin a la ideologa cristiana. Este "latnde los cristianos"sobre todo el de las antiguas versiones de la Biblia estaban cuajadas de expresiones y girospropios de la lengua popular. Los traductores de la Sagrada Escritura se preocupaban, no de la forma literaria,sino de la exactitud e inteligibilidad de la versin. Esta actitud es propia de San Agustn. Sin embargo, hacia elsiglo IV se nota un cierto retorno a la antigua tradicin romana y helenstica que confiere a las obras cristianasun carcter ma docto.

    Muchos de los escritos religiosos del perodo que nos ocupa son de gran inters lingstico, como es el casode la peregrinacin hecha a Tierra Santa por una piadosa dama llamada Egeria, la lengua de estos textos ofrecenumerosos "vulgarismos".

    3.13. Reconstruccin del latn vulgar por el estudio comparado de las lenguasromnicas

    Por ltimo, es la gramtica comparada de los idiomas romnicos la que revela las principales transformacio-nes sufridas por el latn hablado, tales como el paso del ritmo cuantitativo al ritmo acentual, la casi abolicinde la declinacin, la prdida de ciertas formas del sistema verbal..

    Se sienta como principio que un elemento protorromnico restituido deba formar parte del latn real cuandoeste elemento es exigido:

    Por todas las lenguas romnicas o por la mayora de ellas; ej acutiare (it aguzzare, esp textitaguzar).

    Por un grupo geogrficamente unido.

    Pero tales principios no tienen nada de absoluto. Por lo pronto no tienen validez ms que en el caso deque la forma en cuestin no haya podido producirse independientemente en cada una de las lenguas quela poseen.

    Sin embargo, una correspondencia entre varias lengua romnicas puede no probar nada para el latn, comoes el caso de prstamos hecho entre una lengua moderna y otra como el francs gardo que ha sido cedidoal espaol jardn. Sucede lo mismo con numerosos derivados.

    En fin, no se puede pretender reconstruir todo el latn vulgar por el mtodo comparativo. Hay quecontar con esas "vrgenes de la genealoga", es decir, fenmenos populares que por una u otra razn nohan sobrevivido en las lenguas romnicas. Es necesario, sobre todo, renunciar al deseo de reconstruir elsistema gramatical del latn vulgar en su conjunto a partid de las lenguas romnicas.

    En todo caso, es indiscutible que el mtodo comparativo, con todas las restricciones que se imponena su respecto, enriquece y precisa nuestros conocimientos del latn popular. Finalmente, la lenguas noromnicas pertenecientes a la regiones limtrofes proporcionan tambin diversos datos que interesan allatn vulgar, sobre todo en cuanto al lxico y la fontica.

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  • 4. De la unidad latina a la diversidad romnicaSabiendo que las lenguas romnicas no son otra cosa que el latn evolucionado y ramificado, se nos plantea

    un problema: por qu razones y en qu poca se han declarado primero e implantado despus las diferenciaslocales?. Podemos situar la causa primera como que a diferencia del griego, las reglas lingsticas romanasno eran tan complicadas, por el hecho de no estar la lengua dividida en dialectos. Tenemos que esperar a SanJernimo para poder hablar de dialectos, pero, son tantas las diferencias como para poder hablar de dialectos?.Es verad que los textos en la poca imperial y sobre todo los de la alta Edad Media no dejan de proporcionarrasgos propiamente de regionalismos, como la palabra tata o monumentum que sobreviven en rumano. Perolo que caracteriza a estos textos es el paralelismo de las particularidades regionales destinadas a sobrevivir enromance. Y lo ms importante, numerosas particularidades que, lgicamente, debera pertenecer como propiasa un rea determinada y ms bien restringida, se encuentran esparcidas en regiones ms vasta de las que lashan coservado en romance. Por ejemplo, Las provincias perifricas en Hipania y Dacia, han preferido formosus(esp hermoso, port formoso) a bellus que se ha generalizado en el resto de la Romana.

    Por otra parte, pasa por axioma que una lengua hablada en una extensin tan grande y por tan heterogneaspoblaciones como lo era el latn en la poca imperial no puede tardar en disgregarse segn los lugares y segnlos medios sociales al mismo tiempo. Las causas de esta variacin pueden ser de tres tipos: tnicas, sociales ycronolgicas. Por factores tnicos se entiende la accin que ejerce sobre una lengua un pueblo o una comunidadlingstica diferenciada. Una vieja hiptesis afirma que los colonos romanos y los soldados han transplantadoa provincias un latn fuertemente contaminado por elementos itlicos. Es ciertamente un hecho comprobadoque los antiguos poseedores de un idioma en pueblo que han adoptado una lengua de ms prestigio dejan sobresta algunas huellas llamadas sustratos. Pero con respecto a los sustratos latinos no podemos decir mucho msdebido a la falta de documentos.

    Desde el punto de vista social, el latn ha conocido desde el perodo antiguo variedades de formas, deconstrucciones y sobre todo de pronunciaciones que permiten clasificar al sujeto en una condicin social concreta.Es necesario, sin embargo, tener en cuenta que la jerarqua social de una lengua cambia con ms o menos rapidez.Por ejemplo, la pronunicacin de la [ue] en frances, era propio de las clases superiores en la Revolucin y despusfue propia del provincionalismo.

    Debemos de ocuparnos, por ltimo, del elemento cronolgico y evolutivo. El latn no ha cesado de evolucio-nar: tampoco el latn llevado a la Galia como consecuencias de las conquistas de Csar, pero seguramente esasprovincias romanizadas haban guardado en un principio elementos arcaicos del latn.

    Por tanto, se cree que la teora de la unidad latina no es plausible por esas divergencias que empezarona surgir en el lxico romance. Por ejemplo, si territorios como Hispania forman un grupo aparte es porqueRoma no tiene ya la autoridad necesaria para imponerse a las provincias lejanas. Aunque es un hecho la unidaddel latn posclsico y tarda al menos en su forma escrita. Ciertamente, los hechos que los romanistas hanestablecido y cuya existencia suponen en la lengua hablada de tal o cual regin desde el siglo III o II, hablana favor de una tendencia antigua y absolutamente natural a diferenciar localmente el latn vulgar. Pero estadiferenciacin, por ese momento, no debi de ir muy lejos.

    5. La evolucin fontica

    5.1. El vocalismoEn poca clsica, el latn tena un sistema voclico aparentemente bien equilibrado. Constaba de cinco vocales

    simples y cada una de estas vocales poda ser larga o breve. La duracin de las vocales que diferan entre s solopor la duracin constituan fonemas autnomos y bastaban por s solas para diferenciar palabras, por ejemplo,mlum (el mal) y malum (manzana), son de timbre identico pero de diferente duracin. Ordenando las vocalesdel latn clsico segn su grado de abertura (en orden de cierre creciente de abajo a arriba) tendriamos: (copiarpag 37

    Adems, el latn posea algunos diptongos como au o ae (caelum).En el curso de la primera mitad del primer milenio y sobre todo los aos que precedieron la cada del

    Imperio este sistema se modific profundamente. Por una parte, las distinciones de duracin se fueron borrandopaulatinamente y antiguas oposiciones de duracin fonolgica desaparecieron. Muchos gramticos hablaron deellos como Mario Plocio Sacerdote, quien seala la abreviacin de las vocales largas de la slaba final, llamndolan barbarismo de nuestra poca". La confusin empez en las slabas tonas, pero pronto se extendi a la mismaslaba acentuada. La desaparicin de la distincin cuantitativa fonolgica debi de ser particularmente rpidadonde la lengua de origen de la poblacin autctona recientemente latinizada no tena oposiciones fonolgicas

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  • fundadas sobre diferencias de duracin voclica. Es necesario, sin embargo, precisar que la desaparicin de lasantiguas oposiciones de duracin no signific la desaparicin de las diferencias de duracin entre las vocales; perolas nuevas diferencias no servan ya para distinguir palabras diferentes, sino diferencias ligadas a la naturalezade la slaba, es decir, propiedades secundarias.

    Adems de los testimonios de los gramticos, hay otros hechos que ponen de manifiesto la pertubacincuantitativa sobrevenida en el latn vulgar tardo: se pueden sealar las faltas de versificacin, que muestranque los metros heredados, fundados sobre la oposicin de slabas largas y breves, se manejaban con torpezacreciente.

    Las lenguas romnicas son unnimes en atestiguar en atestiguar el derrumbamiento del antiguo sistemacuantitativo latino: largas y breves han dado un resultado idntico en sardo logudors (por ejemplo filum hadado all filu) en las otras lenguas las vocales clsicas e e i desembocan en un solo fonema cuya nueva duracinno depende en absoluto de la antigua duracin fonolgica latina.

    El derrumbamiento cuantitativo parece haber estado acompaado de cierta reorganizacin de los timbres.Con toda seguridad las largas deban ser ms cerradas que las breves. Estas diferencias de timbre haban pasadoa ser rasgos distintivos esenciales a medida que se perda la oposicin de duracin: los trminos venit "vienevenit "vino", que se oponan en latn por la diferencia de duracin ahora su rasgo distintivo era una diferenciade timbre. La antigua vocal breve haba desembocado en una e y la antigua larga en una e..

    Los diptongos tampoco quedaron intactos: si eu desapareci junto con las escasas palabras que lo contenan,ae y oe dieron la en la fecha temprana monoptongos, desembocando ae en e y oe en e. El diptongo au, encambio, se conserv durante toda la evolucin latina, pese a ciertas tendencias a transformarlo en o, y perviveen nuestros das en ciertas lenguas romnicas, entre otras, el rumano.

    Los hecho que atestiguan esta reorganizacin son muy numerosos. Se pueden recordar, entre otros, lasinnumerables confusiones grficas que se atestiguan en las inscripciones tardas: a menudo encontramos la letraI en lugar de una e clsica y la letra E en lugar de una i; para las gentes de esta poca, estos dos sonidoseran uno solo, por ejemplo,rigna o tris. Todos estos elementos procedentes de inscripciones de la Galia, puedenobservarse de manera anloga en la mayor parte de los otros territorios del Imperio como Hispania o frica.Las lenguas romnicas por su parte testimonian claramente la existencia del sistema voclico "vulgar". Comohemos visto, e e i desembocan en un mismo fonema en la mayora de esas lenguas.

    El testimonio de las lenguas romnicas permite precisar la extensin geogrfica de los cambios: la reorgani-zacin de los timbres no se efectu en Cerdea y nicamente se realiz de modo parcial en la latinidad del este.En sardo, han quedado intactos solo los timbres, mientras que las diferencias de duracin han desaparecidocomo en todas partes a fleur en francs corresponden en sardo flore mientras en la mayor parte de las lenguasse ha producido una fusin de timbre.

    La conservacin, completa o parcial, en sardo, en rumanon, de los timbres claicos puede considerarse unrasgo arcaizante: se suele argumentar que estas regiones perifricas, aisladas muy pronto de las otras regionesromanizadas, reflejan un estadio temprano en la evolucin del latn vulgar, estadio que no se haba realizadotodava en la reagrupacin de los timbres voclicos. Esta explicacin encierra una parte de verdad: en ciertasregiones el reagrupamiento de los timbres palatales, realizado incluso en rumano, parece haber sido ms antiguoque el reagrupamiento de los timbres velares, el cual el rumano no conoce.

    Las transformaciones que acabamos de ver tuvieron lugar con total claridad slo en slaba acentuada.En las no acentuadas la desaparicin de las oposiciones de cantidad fue ms temprana y la confusin detimbres tuvo una amplitud mayor que la de las slabas acentuadas. Por ejemplo, la mayor parte de las regionesromances nicamente conocen en slaba final una e, proveniente de e e e clsicas (en el siglo V ya vemos escritoinditintamente iacet o iacit. En las proparoxtonas, la vocal de la penltima slaba es particularmente dbil ycae con facilidad: caldus en lugar de calidus. Pero no todas las lenguas van igual de lejos: el rumano o el italianoconservan gran parte de las proparoxtonas.

    Aunque sea de pasada, hay que mencionar otros dos fenmenos voclicos. Primero la aparicin antes ungrupo incial s+consonante de una vocal ", por ejemplo iscripta en lugar de scripta. El segundo es la confusinde una semivocal de e e i no acentuadas y en hiato; esta evolucin est atestiguada, adems de por las lenguasromances, por la confusin de e,i en esta posicin en latn.

    Todo este proceso que hemos estado observando nos dice que el acento ha jugado un papel muy importanteen el curso de los primeros siglos de nuestra era. Es ms que probable que el acento latino sufriera modifi-caciones despus del periodo clsico. Segn la teora, el latn pudo ser un acento ms meldico que intenso,siendo sustituido este por el ltimo con el paso del tiempo. Aunque hay algunos elementos que atestiguan uncomponente de intensidad. Ambas hiptesis parecen explicar particularidades importantes de la evolucin dellatn vulgar.

    Por ltimo, es importante sealar que el acento, aunque modificado en su naturaleza, su posicin en la

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  • palabra no ha cambiado prcticamente. La slaba acentuada en latn clsico sigue acentuada en latn vulgar yseguir acentuada en romance segn se puede comprobar en innumerables ejemplos documentados: civittemfr cit, it. citt, esp. ciudad.

    5.2. El consonantismoPor lo que se refiere al vocalismo, prcticamente todas las lenguas romnicas se dejan reconducir a una base

    vulgar comn o al menos parcialmente comn, baso que supone un cambio de conjunto del sistema latino; porcontra, las modificaciones sobrevenidas en el consonantismo del latn vulgar, en fecha lo suficiente tempranacomo para que se reflejen en todas las lenguas romnnicas son mucho ms aisladas y perifricas; los grandesreagrupamientos sistemticos en el dominio de las consonantes no se inician hasta poca bastante tarda y noextiende a todas las zonas romanizadas.

    Hay que mencionar en primer lugar un cambio que se produjo desde poca republicana: la aspirada larngea hdesapareci en todas las posiciones. Hay numerosos errores de grafa que testimonian este hecho: las inscripcionesomiten muy a menudo la h all donde la tradicin la exigira, por ejemplo, ic en lugar de hic, e igualmente porun deseo impropio de correccin, se escribe h all donde no tena ningua razn de ser, por ejemplo holim enlugar de olim.

    Otro cambio general y relativamente temprano consisti en una modificacin de u en funcin consonnticatal y como se le encuentra en palabras como gravis. Originariamente era una semivocal labiovelar: el movimientode los labios se combinaba con una elevacin enrgica de la lengua hacia el velo del paladar. En consecuencia estesonido era diferente de v labiodental presente en la mayora de las lenguas romnicas como el fr.vivre o it.vivere,pero era tambin diferente del sonido bilabial de la -v- intervoclica del espaol vivir. Este componente velarde la articulacin se perdi pronto, quiz a fines de poca republicana y el sonido evolucion al de una fricativabilabial sonora, como lo atestiguan las innumerables confusiones grficas entre u en funcin de consonantey b. En la mayor parte de las regiones romanizadas, esta fricativa bilabial se transform pronto en fricativalabiodental. Los datos epigrficos testimonian esta transformacin: en decenuir en lugar de decemuir. Estoscambios suceden igual independientemente de las posiciones. Las otras modificaciones consonnticas estnligadas a determinadas posiciones en la palabra o en el enunciado.

    Consonantes en posicin final:En posicin final de palabra -m parece haber sido caduca desde antes de nuestra era; en la versificacin,ante inicial voclica, se la trataba como inexistente y su presencia no impeda la contraccin en una solaslaba de la vocal que la preceda y de la vocal siguiente, por ejemplo en la Eneida IV Oceanum interea, esdecir -num -in- formando una sola slaba. Quintiano en el siglo I indica que -m ante vocal no se percibaapenas. En la grafa de las inscripciones, -m se omite a veces desde poca arcaica y en las inscripcionestardas los casos de omisin son innumerables. Como ejemplos representativos podemos citar: dece en lugarde decem. Las lenguas romnicas no guardan vestigios de -m final latina excepto algunos monoslaboscomo quem esp. quien.Entre las otras consonantes, es preciso mencionar -s y -t en posicin final, que mostraban igualmentesignos de debilidad. En las inscripciones arcaicas la cada de -s es bastante frecuente, pero las grafascon -s se restablecieron despus, sin duda en conformidad con la pronunciacin, puesto que una granparte de las lenguas romnicas ha conservado la -s latina hasta nuestros das (es el caso de las lenguasiberorromnicas, ej, hijos

  • Las lenguas romnicas guardan vestigios slo muy espordicos de -t ; se supone fundadamente que, desdepoca tarda, -t haba enmudecido en ciertas condiciones. Sin embargo, se la encuentra an en los msantiguos textos franceses: los Serments de Strabourg presentan por ejemplo iutar. Incluso la -t persistean en la ortografa de ciertas formas verbales.Al hablar de la desaparicin de consonantes finales, no debemos olvidar que la suerte de stas, anmantenindose dentro de la competencia de la fontica y la fonologa histricas, se vincula tambin conotros niveles de estructura lingstica. Estos sonidos en posicin final eran tambin elementos morfolgicosque servan de marcas distintivas para diversas categoras de los sitemas flexionales del latn. Es el caso, porejemplo, de -s final, cuya mera presencia distingua ciertos casos de la declinacin (por ejemplo, dativo yablativo domino y el acusativo plural dominos; tras la desaparicin de -m, el nominativo singular dominusdel acusativo singular dominu[m]) y en la conjugacin de un gran nmero de verbos, la segunda personadel singular del presente de indicativo de la senguda persona del imperativo en singular (laudas/lauda. Lanecesidad de mantener distinciones morofolgicas necesarias pudo condicionar y retrasar la cada de ciertasconsonantes en determinadas posiciones; asimismo, la debilitacin de tal o cual distincin morfosintcticpudo facilitar la desaparicin de la diferencia fonolgica entre formas ya equivalentes desde el punto devista funcional.

    La palatalizaciones:Ciertas consonantes de realizacin palatal (las variantes con oclusin palatal de las velares [k] y [g] cuandose hallaban ante una vocal palatal y tambin el sonido [j], que era una constrictiva palatal) se muestranparticularmente inestables en latn vulgar. Esto se explica en parte por su misma naturaleza: puesto que elpaladar representa una superficie relativamente grande donde la lengua puede adoptar diferentes puntosde apoyo, estos poemas pueden realizarse en un gran abanico de variantes y ofrecen as fcilmente la llavede influencias asimilatorias que emanan de su contexto fontico. Lo inverso es igualmente cierto: algunossonidos, cuyo punto de aritulacin es slo vecino del paladar, se deslizan fcilmente, por el influjo de uncontexto palatal, hacia realizaciones de tipo palatal, es decir, se palatalizan. El proceso ms caractersticoque se puede mencionar a este propsito es la asibilacin de [k] ante un sonido [j] (proveniente de e,i enhiato): por influencia de [j], el punto de articulacin de [k] se adelanta hasta la zona prepalatal e inclusoalveolar y como consecuencia de la relajacin de su articulacin, [k] pasa entonces a la africada [ts]. Esinteresante observar que la articulacin de t ante ,[j] se relaja igualmente, y el resultado es en casi toda laRomania una africada del mismo tipo, es decir, un sonido [ts]; por ejemplo, en Roma se documenta nacioneen lugar de natione desde antes de la aparicin de la epigrafa cristiana. Con el paso del tiempo estasgrafas se hace ms frecuentes. Gramticos del siglo V, VI mencionan ya la pronunciacin [ts]. Tambin seemplea la letra s para representar la africada, por ejemplo consientia en lugar de conscientia. A pesar delparalelismo entre las evoluciones de k[j] y t[j], deba haber una diferencia entre los dos procesos en ciertasregiones al menos, pues hay lenguas romnicas donde los resultados de las dos evoluciones difieren, comomuestra que tras vocal, t, seguida de [j], evoluciona normalmente hasta una africada sonora fr, raison(

  • sonorizacin, cuando es sorda, de su relajacin en fricativa cuando es sonora, y, finalmente de su totaldesaparicin. Como se acaba de decir, el debilitamiento de las intervoclicas es slo general y tempranoen el caso de -b-, que, tras la relajacin de su oclusin, se confundi con u consonante, la cual se habatransformado a su vez, tras la prdida de su componente velar. formas como sivi en lugar de sibi, soncorrientes en todo el territorio del Imperio desde los primeros siglos de nuestra era. Es posible que estaconfusin sea tan slo un aspecto de una risis de labiales". Hay en efecto extensas regiones donde hayconfusin grfica entre b-u. En las inscripciones tardas, se encuentran innumerables formas como bixiten lugar de vixit. Se trata de la consecuencia grfica de la pronunciacin de u consonntica, que se habaaproximado, tras la cada de su componente velar, a una b con la oclusin relajada.

    En numerosos dialectos de la Italia meridional y tambin en gascn, b y u en funcin de consonante hantenido una evolucin convergente en inicial y como se sabe ocurre lo miemo en espaol, aunque no seabsolutamente seguro que esta evolucin sea simplemente el reflejo de la situacin en latn, tanto menos sise tiene en cuenta que las inscripciones de Hispania presentan relativamente pocos ejemplos de confusinentre b y u.

    En lo que refiere en las otras oclusivas, se sabe que se conservan en la Romania oriental, mientras que engrados muy diversos, se dibilitan en las otras lenguas. As, mutare latino da muta en rumano y mutareen italiano. Se ha tratado de encontrar los primeros vestigios de esta debilitacin en los documentosepigrficos de poca imperial; los ejemplos muy espordicos que documentan estos hechos deben tomarsecon mucha precaucin y los primeros casos seguro que datan del siglo VI. Para t>d hay un pequeo grupode ejemplos de poca imperial, pero muy aislados e inseguros, no haciendose seguros hasta el siglo VIIcomo podibat, potebat. Parece, pues, que la debilitacin de las intervoclicas se remonta a una poca dondelos diversos territorios romanizados vivan ya independientemente.

    5.3. Los grupos consonnticos

    Se puede decir de manera general que el latn vulgar tena la tendencia a simplificar sus grupos deconsonantes. Sera intil enumerar aqu todos los cosas que pueden presentarse y bastar, por tanto, consealar los ms caractersticos. El grupo -ns- se reduce a -s- por enmudecimiento de n, las inscripcionesestn llenas de grafas como mesis, sposus... en lugar de mensis o sponsus; mn, ct, ks se reducen auna consonante simple por asimilacin de sus primeros elementos, asimilacin atestiguada por grafascomo onibus en lugar de omnibus; los grupos de tres consonantes se simplifican en grupos de dos porenmudecimiento del elemento consonntico intermedio, por ejemplo imtores, en lugar de emptores.

    Se asiste tambin a la simplificacin de numerosos compuestos por una consonante y una semivocal: [j]parece haber sido inestable, pues se encuentran formas como facunt en lugar de faciunt. En lo que serefiere a la u en fuencin de consonante, un conjunto de confusiones cada vez ms frecuentes entre qu y clo que revela que las grafas qu y c eran considerads como fonticamente equivalentes, por ejemplo qurpusen lugar de corpus, muestran que dicha u en funcin de consonante tena tendencia a debilitarse tras [k].

    Para terminar, aadir la tendencia de las geminadas a la simplificacin: es sobre todo hacia el fin delImperio cuando resultan frecuentes grafas del tipo puela, en lugar de puella. Dichas grafas concuerdancon la evolucin romance, que tender casi en todos los territorios a simplificar las geminadas latinas.

    6. Las flexiones

    6.1. La declinacin

    La flexin nominal configuraba en latn un sistema rico y en principio bien equilibrado: los sustantivosestaban distribuidos en tres gneros: masculino, femenino y neutro y se declinaban en cinco tipos dedeclinaciones. Los adjetivos se declinaban siguiendo las declinaciones I y II o conforme al modelo dela tercera declinacin (ej, grandis grande) y tenan las mismas formas que los sustantivos; el caso delos pronombres, aunque su declinacin coincida con la de los sustantivos y adjetivos, ser tratado msadelante. En cada declinacin, haba cinco casos, tanto en singular como en plural (nomin, voc, acus,genitivo, dat y abl, el locativo y el vocativo est reservado para distintos nombres). Pero este sistemano era tan bien equilibrado como pareca a primera vista, pues, como la mayor parte de los sistemasflexionales de otras lenguas, contena formas cuya distribucin era a menudo muy asimtrica, as mientras

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  • que en la primera declinacin el genitivo y el dativo singular tenan una forma idntica (ae, en la senguadeclinacin ocurra lo mismo pero con el dativo y el ablativo singular (o).

    La correspondencia entre terminaciones y categoras no era consecuente: una terminacin idntica en suconstitucin fontica poda corresponder a categoras flexionales muy diversas (por ejemplo, una -i era lamarca del genitivo de la sengua declinacin, a la vez que la marca del nominativo plural masculino de lamisma declinacin; pero en la tercera declinacin era la marca de dativo.

    Estas asimetras y faltas de paralelismo jugaban paradjicamente un papel en el funcionamiento de lalengua: por lo que se refiere a los sintagmas nominales, por ejemplo, esto permita mantener distincionesque se habran perdido si la estructura de los paradigmas hubiera sido rigurosamente asimtrica: porejemplo boni milites slo poda ser un nominativo plural, pero a su vez Boni militis no poda ser otra cosaque un genitivo singular. Si queremos comprender la evolucin de la declinacin en la latinidad tarda,debemos tener en cuenta esta situacin de partida.

    En los textos de carcter vulgar se perciben claramente signos de debilidad del sistema, de la descompo-sicin de sus categoras y del empleo inadecuado de sus morfemas. Tras la cada del imperio este procesoparece acelerarse y en las lenguas romnicas el sistema de flexin nominal se ve reducido a su ms simpleexpresin: un caso nico en el singular y otro en el plural. Una excepcin bien conocida era la de la Ga-liaque mantiene durante algunos siglos un sistema llamado "declinacin bicasualompuesto por un casosujeto y un caso rgimen, que suele conservar el antiguo acusativo. Otra excepcin es la del rumano queen la mayor parte de los femeninos, conserva una distincin entre nominativ-acusativo por una parte yde genitivo-dativo por otra.

    La historia de la flexin nominal en el latn vulgar preludia, pues, el nacimiento de un sistema nominalprofundamente diferente del latino.

    El cambio ms importante y que iba a entraar las repercusiones ms amplias en las estructuras gra-maticales del latn clsico fue la reduccin del sistema casual propiamente dicho. Antes de examinar losmecanismos e investigar los factores que pudieron condicionarlo, es preciso recordar que esta reduccinno comenz en latn vulgar, pues el sistema flexional del nombre, en latn clsico, era ya en s el resul-tadode su baso indoeuropea el latn tena un nmero ms reducido de casos sino que, adems, ciertasformas, diferentes todava en latn preliterario y arcaico, terminaron coincidiendo en una forma idntica(por ejemplo la terminacin -o del dativo y ablativo singular de la segunda declinacin resulta de lasevoluciones respectivas de un antiguo dativo -oi y de un antiguo ablativo -od. Ciertamente, el latn vulgaracelera y culmina la reduccin, pero lo que hace es continuar una tendencia evolutiva muy antigua.

    Las modificaciones fonticas sobrevenidas en el latn hablado en poca posclsica contribuyeron por smismas a debilitar los lmites formales entre ciertos casos. Como consecuencia de la desaparicin de-m final, de la desaparicin de las distinciones de cantidad, el nominativo rosa, el ablativo rosa y elacusativo rosam. En este estadio, que debi culminar hacia el siglo V, la primera declinacin no dispona,en el singular, ms que de dos formas distintas, la primera declinacin, por ejemplo, no dispona yams de dos formas, rosa, rose

  • muy a menudo en latn vulgar: sub hun titulum y sub hoc titulo alternan casi libremente. La transitividadtambin aument: muchos verbos que exigan un carcter vulgar con acusativo aparecen con tal caso;maledicere se empleaba en la lengua clsica con un dativo, pero en Petronio aparece con un acusativo. Elcarcter de aso rgimen universal"del acusativo se pone, finalmente, en evidencia por la aparicin, haciael fin del Imperio, de una nueva construccin, el acusativo absoluto, modelada sobre el ablativo absolutoy desempeando la funcin subordinada temporal.

    Se debe observar que, pese a la confusin creciente en el empleo de los casos, parece que el acusativo yel nominativo se siguen distinguiendo en las inscripciones de numerosas regiones y en la Galia. Hay sinembargo, una serie de ejemplos en los que aparece una forma de acusativo en funcin de nominativo: en elplural de los femeninos de la primera declinacin encontramos una forma en -as en lugar de nominativo -ae.En la Galia esta forma solo penetra en el siglo V, pero a partir de este momento se extiende rpidamente. Lasituacin en este territorio nos hace saber que el cambio fue puramente formal y no fruto de una confusinentre casos. En cuanto al origen de esta innovacin, hay razones para pensar en una dialectismo: las dosgrandes lenguas itlicas emparentadas con el latn, el osco y el umbro, tena un nominativo pluras en -asy en los textos latinos arcaicos encontramos ejemplos de este tipo.

    Paralelamente a la confusiones que reflejaban el debilitamiento de los lmites semnticos y funcionalesentre el acusativo y los otros casos oblicuos, sobre todo el ablativos, los dominios del genitivo y el dativoterminaron tambin interpenetrndose.

    El dativo poda desde siempre designar, una relacin posesiva, por una parte en construcciones tipo mihiest y por otra en el empleo adnominal, donde el dativo llamado tico, serva a menudo para denotar unarelacin extralingstica que habra podido ser designada por un genitivo (auto COLLO decus aut CAPITI,.ornato para un cuello o para una frente), en este caso, tiene una funcin que puede ser interpretada comoposesiva. Ese dativo posesivo se encuentra cada vez ms presente en latn tardo, en las obras tcnicas,muy vulgares, por ejemplo leemos en Mulomedicina Chironis: cui caput erigere si volueris "si quisieraslevantarle la cabeza (al animal)". Ms tarde el dativo tambin llega a sustituir al genitivo en sus funcionesno posesivas, cosa que puede atestiguar un ejemplo como cui supra meminimus. Hay confusiones tambinen el empleo inverso, cuando aparece un genitivo donde se espera un dativo, pero sus ejemplos son msespordicos.

    Con todo lo que hemos visto basta para comprender el proceso de desaparicin de la declinacin: eldebilitamiento de los lmites fonticos entre las formas estuvo secundado y reforzado por el debilitamientode los lmites entre funciones. Las asimetras y las faltas de paralelismo que hemos observado en ladeclinacin contribuyeron a propagar diversos tipos de confusin de una declinacin a otra y del singulara plural.

    En resumen, es legtimo suponer, que a mediados del primer milenio, la declinacin en la lengua habladaestaba muy modificada o reducida a simples vestigios. En los detalles, difieron unas y otras regiones.

    En la Galia y sin duda en los territorios alpinos adyacentes, la lengua conoca un solo caso oblico idnticoen la forma al acusativo y representado en la grafa por la forma escrita de uno u otro de los antiguos casosoblicouos, forma tomada casi al azar de textos muy vulgares. Cuando leemos la ms antigua redaccinde la Ley Slica, qui cum rege ancilla... estamos frente a la forma rege que podra ser interpretada desdeun punto de vista estrictamente morfolgico como un ablativo, o por el debilitamiento de la -m com