3
Reflexiones en torno al cuerpo Luis Ernesto Cruz Ocaña ¿Cómo disertar acerca de las experiencias vividas en estos días que, en muchos sentidos, sobrepasan los límites de mi pensamiento? ¿Cómo externar mi yo más interno y hacer que sea mi cuerpo el que se manifieste más que mi sola razón? La verdad no sé cómo realizar una tan grande hazaña, pero un intento sí es posible. Para eso, tengo que recordar los momentos más placenteros de mi vida, los que me han hecho experimentar una serie de sensaciones difíciles de manifestar con sólo palabras. Recordando esto, no sólo con mi mente, sino también con mi cuerpo, puesto que emparentado a esas imágenes cerebrales, vienen también estremecimientos corporales que me hacen recordar que soy más que un mundo de ideas, soy un cuerpo con sensaciones no siempre correctamente ordenadas, pero sí en extremo vibrantes. Pensando en esto recordé una novela La Inmortalidadde mi literato favorito: Milan Kundera, cuyas obras no sólo representan para mí un reto intelectual, sino una experiencia sublime que me desconecta de la realidad y me hace sentir cosas que comúnmente no estoy dispuesto a sentir. Me hace pensar y escribir como ahora: todo de una sola vez sin detenerme a revisar qué es lo que hago. Me hace llevarme únicamente por el impulso de dejar salir todo aquello que está en mi interior. Lo que siento y pienso sin pasar por el filtro de mi exagerado perfeccionismo que me hace pasar horas y horas escribiendo unas cuantas líneas. Al final no sabré lo que he dicho, sólo sabré que lo he dicho. Recordando una de sus magníficas obras, recordé algunas de sus frases que se pueden conectar muy bien con la experiencia de estos días. Pensaba que cuando Kundera (1989:45) decía que “… el individuo ya no se pertenece a sí mismo,… es del todo y por completo propiedad de otros”, se refería a esta época que vivimos en donde una multitud de ojos nos observan día con día. Un periodo donde lo que somos, lo más visible de nosotros: el cuerpo, ha pasado a ser propiedad de todos y de ninguno, o tal vez sí de alguien o, mejor aún, de algo: el mercado. Nuestros cuerpos venden y son vendidos, son un producto para mostrar, más que para contemplar. Poca atención le ponemos a nuestro cuerpo y, cuando creemos que lo hacemos, no es más que para manifestar nuestro desagrado o nuestras ideas utópicas de mejorarlo de tal manera que sea “perfecto”, agradable a la vista –no nuestra, sino de los demás según ciertos estándares extraídos de quién sabe dónde , e incorruptible. Todo esto es un sinsentido. Todos somos cuerpo, no poseemos un cuerpo. El cuerpo es parte de nosotros, somos parte de él. Como bien pregunta el escritor checo (1989:121), si a una persona le quitas el cuerpo, ¿sigue siendo una persona?. Somos personas en tanto tenemos un cuerpo, un sentido de corporalidad que no es una esencia, sino una experiencia social. Aprendemos formas específicas de vivir el cuerpo y relacionarnos con los otros a través de él. Creo que el cuerpo nos hace humanos, pero más que eso, nos convierte en personas en relación con otros. No sé qué tanto sean posibles las personas no humanas de las que habla el “maestro espiritual” Eckart Tolle (2008), puesto que somos personas coporizadas. La experiencia corporal es fundamental en todo y para todo. Es una ilusión creer que se pueden llegar a estados donde el cuerpo se desvanezca, donde sus experiencias placenteras sean totalmente menospreciadas. Sea como sea, siempre está ahí.

Reflexiones en Torno Al Cuerpo

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Breves reflexiones sobre la corporalidad.

Citation preview

  • Reflexiones en torno al cuerpo Luis Ernesto Cruz Ocaa

    Cmo disertar acerca de las experiencias vividas en estos das que, en muchos sentidos,

    sobrepasan los lmites de mi pensamiento? Cmo externar mi yo ms interno y hacer que

    sea mi cuerpo el que se manifieste ms que mi sola razn? La verdad no s cmo realizar

    una tan grande hazaa, pero un intento s es posible. Para eso, tengo que recordar los

    momentos ms placenteros de mi vida, los que me han hecho experimentar una serie de

    sensaciones difciles de manifestar con slo palabras. Recordando esto, no slo con mi

    mente, sino tambin con mi cuerpo, puesto que emparentado a esas imgenes cerebrales,

    vienen tambin estremecimientos corporales que me hacen recordar que soy ms que un

    mundo de ideas, soy un cuerpo con sensaciones no siempre correctamente ordenadas, pero

    s en extremo vibrantes.

    Pensando en esto record una novela La Inmortalidad de mi literato favorito: Milan Kundera, cuyas obras no slo representan para m un reto intelectual, sino una experiencia

    sublime que me desconecta de la realidad y me hace sentir cosas que comnmente no estoy

    dispuesto a sentir. Me hace pensar y escribir como ahora: todo de una sola vez sin

    detenerme a revisar qu es lo que hago. Me hace llevarme nicamente por el impulso de

    dejar salir todo aquello que est en mi interior. Lo que siento y pienso sin pasar por el filtro

    de mi exagerado perfeccionismo que me hace pasar horas y horas escribiendo unas cuantas

    lneas. Al final no sabr lo que he dicho, slo sabr que lo he dicho.

    Recordando una de sus magnficas obras, record algunas de sus frases que se pueden

    conectar muy bien con la experiencia de estos das. Pensaba que cuando Kundera (1989:45)

    deca que el individuo ya no se pertenece a s mismo, es del todo y por completo propiedad de otros, se refera a esta poca que vivimos en donde una multitud de ojos nos observan da con da. Un periodo donde lo que somos, lo ms visible de nosotros: el

    cuerpo, ha pasado a ser propiedad de todos y de ninguno, o tal vez s de alguien o, mejor

    an, de algo: el mercado. Nuestros cuerpos venden y son vendidos, son un producto para

    mostrar, ms que para contemplar. Poca atencin le ponemos a nuestro cuerpo y, cuando

    creemos que lo hacemos, no es ms que para manifestar nuestro desagrado o nuestras ideas

    utpicas de mejorarlo de tal manera que sea perfecto, agradable a la vista no nuestra, sino de los dems segn ciertos estndares extrados de quin sabe dnde, e incorruptible.

    Todo esto es un sinsentido. Todos somos cuerpo, no poseemos un cuerpo. El cuerpo

    es parte de nosotros, somos parte de l. Como bien pregunta el escritor checo (1989:121),

    si a una persona le quitas el cuerpo, sigue siendo una persona?. Somos personas en tanto tenemos un cuerpo, un sentido de corporalidad que no es una esencia, sino una

    experiencia social. Aprendemos formas especficas de vivir el cuerpo y relacionarnos con

    los otros a travs de l. Creo que el cuerpo nos hace humanos, pero ms que eso, nos

    convierte en personas en relacin con otros. No s qu tanto sean posibles las personas no

    humanas de las que habla el maestro espiritual Eckart Tolle (2008), puesto que somos personas coporizadas. La experiencia corporal es fundamental en todo y para todo. Es una

    ilusin creer que se pueden llegar a estados donde el cuerpo se desvanezca, donde sus

    experiencias placenteras sean totalmente menospreciadas. Sea como sea, siempre est ah.

  • Sentimos con y por el cuerpo.

    No es posible continuar con la idea de suprimir nuestro cuerpo, de obviarlo. S, Laura era como Gaia, perfectamente identificada con su cuerpo, en el que se senta como

    en un habitculo magnficamente instalado. Y el cuerpo no era solamente lo que vea en el

    espejo, lo ms preciado estaba dentro (Kundera, 1989:121). As quisiera ser yo, as podramos ser todos. Personas perfectamente identificadas con nuestros cuerpos, sabiendo

    que l no es slo una expresin dirigida hacia los otros, es parte de nosotros, somos

    nosotros. Somos cuerpos. Un entramado de cuestiones biolgicas y sociales. Somos ms de

    lo que se ve, por qu? Porque no somos nicamente vista, somos tacto, olfato, odo, gusto.

    Seres complejos que pueden sentir y experimentar a los otros y a s mismo, ms all de lo

    que los ojos pueden captar. Estamos conectados con la naturaleza, es slo la supuesta razn

    la que nos ha hecho olvidar que tenemos rastros del universo, como han pensado los mayas

    u otras formas de vida orientales. Somos personas en relacin permanente con otros y con

    la naturaleza, no esos individuos que creen que son slo un cerebro desconectado de todo lo

    que est en el mundo porque ellos, en s, son o creen ser el mundo.

    Hay que aprender a conectarse con el cuerpo, a escuchar cuando nos habla, a sentir

    placer al tocar, al rozarse, al tener contacto con otros seres. Como continua Kundera, para Laura el cuerpo era sexual desde el comienzo, a priori, incesantemente y por completo, en

    esencia. Amar a alguien significaba para ella: ofrecerle un cuerpo, darle un cuerpo, un

    cuerpo con todo lo que tiene que tener, tal como es, en la superficie y por dentro, incluido

    el tiempo que lentamente lo corroe (Kundera, 1989:123). El cuerpo es en esencia sexual? Si por sexual se entiende sujeto no objeto de placer, entonces pienso que s lo es. En caso contrario, si se toma el cuerpo slo como un objeto para ser entregado a relaciones que

    hemos denominado coitales, creo que se le reduce en demasa. Es un cuerpo de placer,

    somos sujetos de placer. Sentimos placer no slo en actos como el coito, sino en simples actos de contacto con los otros, de sentir el viento, de observar un atardecer, de escuchar las

    aves cantar, de leer un buen libro, de pensar en un sabor y un aroma delicioso El placer es, posiblemente, una prueba de la eternidad. El instante en que lo dems se borra y uno

    slo se concentra en la sensacin que tiene en ese momento. Pero es slo una prueba.

    La vivencia corporal se hace as un elemento imprescindible. Algo que no se puede

    dejar de lado. Tal vez es algo que no se puede describir completamente, pero tampoco por

    eso es inexistente. No obstante, el placer est contextualizado, nuestra corporalidad

    responde a condiciones sociales muy precisas; lo cual no significa que sean las mejores ni

    las ptimas para el desarrollo de nuestra corporalidad, pero si establecen las maneras en que

    experimentamos ese placer. De esta forma, vernos como corporalidad, como sujetos de

    placer, no significa en ningn momento desligarse de los otros, de la realidad circundante.

    Implica una mayor atencin a todo lo que nos rodea y nos hace ser cuerpos sintientes.

    Dejemos de pensar en abstracto y comencemos a pensar sintiendo. Slo as podremos

    aspirar a una comprensin ms placentera de lo que somos, de lo que siempre hemos sido

    pero que, por diversas razones, hemos ocultado o hemos querido desaparecer en aras de

    prohibiciones sociales, religiosas o de otra ndole.

    He de reconocer que lo que he escrito es algo espontneo, ms sentido que razonado;

    por lo que no s si sea lo correcto adems de que no me detuve a revisar lo escrito como

  • tradicionalmente suelo hacer ligado a mi carcter disciplinado. El criterio de veracidad y falsedad tal vez no sea lgico, sino vivencial, por lo tanto, no universal, sino relativo no relativista a realidades concretas y personas ubicadas espacio-temporalmente. No tengo ms que decir. Slo que las experiencias actuales con mi propio cuerpo me han llevado a

    abrirme a placeres que antes no habra aceptado, a escuchar mi cuerpo justo ahora que tanto

    me habla pidiendo una atencin que muchos aos le negu.

    La experiencia del cuerpo es aprender a vivir pero tambin, eventualmente, aprender

    a morir. Saber que el cuerpo se va deteriorando, que se corrompe, pero nunca pierde su

    belleza, simplemente se transforma para extenderse a otros mbitos que ni siquiera

    conocemos. Los cobardes, dice mi buen amigo Kundera (1989:35), temen por su vida y por eso son capaces de pelear furiosamente por ella. No deseo pelear por mi vida ni luchar por mantener un cuerpo estilizado segn criterios de belleza, slo quiero vivir y

    morir cuando sea preciso, aceptar mi cuerpo y aceptarme a m mismo. Es lo nico que

    puedo hacer y que puedo decir. Si lo cumplir, no lo s, pero al menos he avanzado en algo.

    Referencias bibliogrficas

    Kundera, Milan (1989). La inmortalidad. Barcelona: Fbula Tusquets.

    Tolle, Eckhart (2008). Un nuevo mundo ahora. Barcelona: De Bolsillo.