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RETRATO DE RODRIGO DÍAZ DE VIVAR

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RETRATO DE RODRIGO DÍAZ DE VIVAR

-EL CID CAMPEADOR-

En la obra, el Cid aparece idealizado y engrandecido para destacar su heroísmo. Es un modelo de héroe medieval, al que se le muestra con un conjunto de cualidades que en la Edad Media eran propias de un buen caballero. Este caballero medieval es presentado como un vasallo deshonrado, que ha de hacer méritos para recuperar la confianza del Rey, y al mismo tiempo conseguir una situación honorable para sus hijas. El Cid, un noble de bajo linaje, es un buen vasallo y se ve obligado a recuperar la honra, tanto profesional como familiar.

En primer lugar vamos a hablar de las virtudes de éste como vasallo. El Cid es un buen vasallo y fiel a su Señor, y, aunque ha sido desterrado injustamente, es capaz de hacer cualquier cosa con tal de satisfacer a éste y ayudar a su patria. Para demostrarlo:

Que me juzgue el Creador, y que me juzguen sus santos,

no puedo hacer otra cosa, muy a la fuerza lo hago.

En este otro ejemplo se muestra como el pueblo está de parte del Cid:

“Y de los labios de todos sale la misma razón: «¡Qué buen vasallo sería si tuviese

buen señor”

Durante el poema también se describe al Cid como un señor generoso y honrado, agradecido por todo lo que hacen por él, trata a sus vasallos con respeto y confianza, como si fueran sus amigos; éstos a su vez están dispuestos a ayudarlo y darlo todo por él, son leales a su Señor. En ésta parte del poema demuestra lo compenetrado que está con su vasallo Alvar Fáñez al partir para el destierro: «¡Ánimo, Alvar Fáñez, ánimo, de nuestra tierra nos echan, pero cargados de honra hemos de volver a ella!». Un ejemplo de la lealtad que le tienen sus vasallos es:

“Oíd ahora lo que el bueno de Álvar Fáñez quiso hablar:

"Mío Cid, lo que habéis dicho como os place se hará,

dadme a mí cien caballeros, no os quiero pedir más,

vos con los otros que quedan de frente iréis a atacar.

Heridlos sin compasión, atacad sin vacilar,

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que yo con los otros ciento por otro lado iré a entrar

y fío en el Dios del cielo que el triunfo nuestro será".

Por otra parte, se detalla al Cid como un guerrero que lucha por su rey, su Dios y su fe contra los enemigos de su religión y su patria, siendo valiente, fuerte, abnegado y buen estratega, aunque prudente y sensato a la hora de pensar. Es el caballero perfecto para arengar a los ejércitos en la lucha:

"Sálveos el Creador, mesnadas, y ahora escuchad:

después de que nos salimos de la limpia cristiandad

-y no fue por nuestro gusto, no se pudo remediar--,

gracias a Dios nuestras cosas siempre hacia adelante van.

Hoy las gentes de Valencia nos han venido a cercar;

si en estas tierras nosotros nos quisiéramos quedar,

muy firmemente a estos moros tenemos que escarmentar".

Ésta faceta del Cid se muestra cuando derrota a los moros, con la ayuda de su pequeño ejército y se apodera de Valencia, convirtiéndose en el Señor de esas tierras. Ejemplo de este comportamiento:

Con el alba Mío Cid contra los moros se va:

"Por Jesucristo y Santiago que allá en los cielos están,

atacad, mis caballeros, a esos moros de verdad.

Aquí está Rodrigo Díaz, aquí está el Cid de Vivar".

También una de las cualidades que posee el Cid , es la astucia, que se puede comprobar en el fragmento del poema en el que, con ayuda de su fiel lugarteniente Martín Antolinez, consigue dinero de manera mas o menos fraudulenta de los judíos Raquel y Vidas para poder mantener a su ejército. Ejemplos:

Ahora ya tengo gastado todo mi oro y mi plata,

bien veis, Martín Antolínez, que ya no me queda nada.

Plata y oro necesito para toda mi compaña,

No me lo darán de grado, lo he de sacar por las malas.

Martín, con vuestro consejo hacer quisiera dos arcas,

Las llenaremos de arena por que sean muy pesadas,

bien guarnecidas de oro y de clavos adornadas.

Bermejo ha de ser el cuero y los clavos bien dorados.

Buscadme a Raquel y Vidas, decid que voy desterrado

por el rey y que aquí en Burgos el comprar me está vedado.

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Que mis bienes pesan mucho y no podría llevármelos,

yo por lo que sea justo se los dejaré empeñados.

En el cantar de la afrenta de Corpes el Cid demuestra que, como padre y esposo, aunque sea valiente, intrépido y fuerte, a su vez es tierno, cariñoso y afectuoso con su familia; todo esto se puede apreciar al recuperar la honra, haciendo saber al Rey, que la agresión a sus dos hijas Elvira y Sol a manos de los infantes de Carrión, tiene que ser vengada.

Finalmente hay que destacar la religiosidad del protagonista del Cantar, que en algunos versos del poema se da a conocer por su gran afinidad cristiana. Ejemplos de ello son:

De allí se aparta, por Burgos a buen paso atravesaba,a Santa María llega, del caballo descabalgalas rodillas hinca en tierra y de corazón rogaba.Cuando acabó su oración el Cid otra vez cabalgade las murallas salió, el río Arlanzón cruzaba.

«¡Bendito seas Dios mío, Padre que estás en lo alto!Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados.»

En conclusión, Rodrigo Díaz de Vivar-el Cid campeador-es el modelo de héroe medieval, caracterizado como un protagonista digno, del cual se narraron numerosas hazañas en el poema de Mio Cid, el cantar más importante de la literatura castellana. Considerado como un héroe invencible y magnánimo, representa una de las figuras medievales más importantes de la literatura.

Realizado por: Inmaculada Maldonado, Elena de la O, Pastora Domínguez y María Rodríguez.