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Isidora Aguirre (Lado B) Más allá de San Rosendo

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Isidora Aguirre(Lado B)

Más allá de San Rosendo

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Muñ[email protected]

Artículo aparecido en la sección «La Casa de Asterión»ESCÁNER CULTURALRevista Virtual de Arte Contemporáneo y Nuevas VanguardiasN° 77 - Octubre de 2005

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En esta «Casa de Asterión» que me ha tocado cuidar por untiempo (aún no sé cuánto) transitan numerosos personajes.Antes que todo, tengo que aclarar que esta casa no es lamisma que habita el verdadero Asterión, en el cuento deBorges. Esta es mucho más modesta, llamémosla «la casade campo de Asterión», por ahora. Está armada con lassobras de la otra, aquella, la de las habitaciones infinitas,aunque acá también existe una cantidad indeterminada deellas prefiero pensar que tienen un número preciso. En estashabitaciones me he encontrado con personajes que, por logeneral, me sorprenden. Como aquel pintor que hacía unracconto de los últimos años del arte conceptual yexperimental chileno, no sin antes haber bebido un par de

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botellas de ginebra (cosa muy poca chilena a mi entender),o esa vez que me encontré con el fantasma de esa fascinantemujer que me obligó a olvidarme de las otras, me refiero aTeresa Wilms.

Hoy bajaba por una de las escaleras, distraído como siempre,intentando buscar algo en qué matar la lentitud del día, yme encuentro con una mujer, de figura pequeña, sentadaen la cabecera de la mesa que suelo ocupar para cenar, nosólo me sorprendió sino que también me irritó, así que meacerqué con la peor cara que puedo tener y me paré frentea ella; me percaté que era Isidora Aguirre… sí, la dramaturgaque escribió LA PÉRGOLA DE LAS FLORES. Está con una copade vino en su mano y la botella puesta en la mesa, no hacecaso a mi enojo, al contrario sonríe y me invita a sentarme asu lado. De la nada aparece otra copa y un cenicero. Sabede mi soledad en esta casa y yo no resisto a decirleafligidamente: Por favor, Isidora, conversemos.

Ella sonríe y acepta, menciona que le vendría bien conversarun rato ya que espera a alguien, pero me solicita que porfavor, no hablemos sólo de teatro, no de esas cosas que todoel mundo le pregunta. En mi desesperación por buscar algonuevo, mi mente da un salto cuántico y le digo que el primernombre que se me viene a la cabeza al verla es el de MaríaTupper, ella se sorprende y pega un salto también, se mojalos labios en la copa mientras sonríe. Suspira y me dice:María Tupper fue una gran mujer, ¿cómo la conoció?. Yomantengo un silencio sepulcral y observo que sus ojos sellenan de recuerdos mientras mira al techo. «Sí -vuelve a

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decir- María Tupper ha sido la mujer más influyente en mivida, mi madre».

«Ella fue una pintora muy apasionada por lo que hacía, perosiempre estuvo muy al margen de todo el movimientoartístico chileno, a pesar de que ella tiene obras en variosmuseos. Y tuvo un gran prestigio y grandes maestros, ¿quiereque le cuente algo?» Yo no alcanzo a decir nada cuando ellacomienza con su historia. Intentaré relatar mi encuentrocon esta mujer, aunque resulte tan fragmentario como unaconversación o como mis recuerdos.

María Tupper

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De su madre (con los ojos llenitos de recuerdos)

María Tupper Huneeus, pintora y madre de Isidora, vivióentre los años 1894 y 1965, con ella se inicia en Chile unacorriente, definida en esa época como neoprimitivismo. Susmaestros fueron dos destacados pintores, Juan FranciscoGonzález (1853-1933) y el ruso Boris Grigoriev (1886-1939),contratado el año 1928 como profesor de Pintura en nuestropaís. Las biografías encontradas por ahí la destacan comouna alumna sobresaliente y permeable a las didácticas deldocente. El maestro González era muy amigo de MaríaTupper, en ese contexto Isidora lo conoce, entre susrecuerdos más vivos están las jornadas de pintura querealizaban junto a su madre en los puentes del Mapocho,salían con un pisito de tres patas que él tenía, con cuero,que se desarmaba y quedaba como un bastón y con sucaballete. Él bien alto y la pintora, gordita, más bien baja ymuy alta de pecho; ahí pasaban las horas contemplando ypintando los paisajes de la cordillera. Es por eso que losprimeros cuadros de Tupper tienen una influencia clarísimade Juan Francisco González.

Cuando Isidora contaba con 14 años, González decide ponerfin a su vida, aunque no sería la última vez que supo de él, yaque reproduce una carta suya en su libro DOY POR VIVIDOTODO LO SOÑADO, donde el maestro aconseja a MaríaTupper, ya que ella se encontraba sobrepasada por lospaisajes de Quilquilco, lugar cercano a la ciudad de Victoria,donde la familia pasaba sus vacaciones. Isidora recuerdaque un poco más cerca de la cordillera, se veían los pumasen la noche y tempestades eléctricas, que eran terribles.

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Campesina de Cauquenes (María Tupper)

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La Casa de los Espíritus (lecciones del más allá)

Entre las peculiaridades de María Tupper estaba la de serespiritista, o practicar el espiritismo, se reunían con un grupode amigas en su casa, la cual quedaba ubicada en Rozas,entre Manuel Rodríguez y San Martín, donde ahora seencuentra el Teatro Teletón, en Santiago. Entre lasconcurrentes estaban las hermanas Morla (Ximena yCarmen) e Isabel Barros, abuela de la escritora IsabelAllende. Ximena Morla era quien quedaba en trance eIsidora, la más pequeña de las asistentes, tenía la misión deanotar lo que la «conectada» dictaba. Se contactaron conmuchos personajes, entre ellos muchos pintores, recibiendoclases desde más allá del mismo Grigoriev, es decir, elhombre no abandonó a su querida discípula, siguió siendosu maestro a pesar del pequeño detalle de estar muerto.También recuerda que vino a la «mesa de tres partas»Jeanne Habuterne, la amante mujer que se mató porAmadeo Modigliani, ella contaba cosas fabulosas en francés,por ejemplo les contó que estando en Venecia, estudiandoarte, vio a «Modi» (como ella le decía a Modigliani) en unagóndola, muerto de frío, ella se sacó su pelerín, que era sucapa, y se la puso para ampararlo de alguna manera, desdeese instante nunca más pudo separarse de él. También contósobre el entierro del desafortunado pintor; ella teníasolamente un vestido bello y presentable, el cual se lo habíaregalado él, la prenda era de un rojo profundo y muydelgado. Con él fue al entierro, caminando por la nieve,mientras el viento implacable traspasaba la tela hasta suspropios huesos. Cuando volvió a la casa que habitaroncompró veneno para ratones, porque ella comprendía que

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no podía seguir viviendo sin él. Al final ella se suicida,lanzándose por la ventana.

Esta es la verdadera «Casa de los Espíritus» de Isabel Allende,y más que de ella, de su abuela.

El amor (de una mujer apasionada)

Según sus propias palabras ella nunca fue tan bohemia, sinoaventurera más bien y su larga vida (86 años) tiene como20.000 etapas. Se casó a los 21 años, siendo virgen, con unjoven Capitán de Tanque de la Guerra Civil Española y partióa vivir al campo. Aprendió todo lo que una campesina puedenecesitar en las labores domésticas. Pero no pudo sacarsede encima el tremendo amor por el arte que siempre tuvo yque el tipo de educación a la que fue sometida potenció.

En directo prefiere nohablar del amor, porquepiensa que escandaliza atodo mundo (lo mencionariéndose). Pero mencionaque siempre está ahí, en susnovelas, en DOY PORVIVIDO TODO LO SOÑADOhay un personaje llamadoPalmira que tiene amorescon un tal Lorenzo, esa esella, pero la presenta comosu hermana, una hermanaque sale de los espejos, un

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reflejo de ella, una hermana virtual. En otro libro, CARTAS AROQUE DALTON, muestra su amor por el escritorsalvadoreño. En la última novela, SANTIAGO DE DICIEMBREA DICIEMBRE, dedicada a Salvador Allende, ahí también estáel amor, es muy autobiográfica claro que ella se disimulautilizando otro nombre. Y en esto del amor, tiene uno desdehace 40 años atrás, un pintor mexicano que estuvo en Chile8 años, en ese tiempo vivieron el amor, estando amboscasados con distintas personas. Según sus palabras, nuncase casó con él, por eso el amor se mantuvo hasta el día dehoy. Abre su cartera y saca un papel, me lee un mail que leenvió hace un par de días este mexicano, después de haberlallamado por teléfono: «cuando escuché su voz al teléfono,pasó una viva transparencia de aguas de río que no expresadudas, si no una singular caricia que me hizo bajar a lo másprofundo de nuestra relación». Deja de leer sonriente yguarda el mail. Suspira y vuelve a mojar sus labios en lacopa, luego me dice: «Nosotros estuvimos juntos entre los1962 y 1970, luego se casó y se fue a México, se casó conotra, pero yo estaba casada también. Yo no estaba biencon mi marido, pero estaba casada y no me quería separar.Los amores con los que uno no se casa, duran. Yo me casé 2veces, pero las demás fueron sin Civil».

«Soy muy enamoradiza, pero nunca he tenido un amordesgraciado que no me corresponda, porque yo solamenterespondo a los que me llaman o a los que me buscan.Después yo me separé la segunda vez de mi marido. Buenoen rigor, él se fue con su secretaria, yo no me separé. Desdeese momento recuerdo que siempre me encontraba conpersonas menores que yo, 15 ó 20 años más jóvenes y eso

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causaba mucho escándalo. Yo hice de aventurera variasveces, me fui 3 veces a recorrer América por tierra,recorriendo los países, por conocer y siempre fui con uncompañero joven. Tenía sus gracias ya que me llevaba losbultos, me acompañaba, me cuidaba y además era micompañero sexualmente hablando. Bueno, en todo casotengo una vida muy plena en cuanto al amor, yo no separoel sexo del amor».

La música (hasta Los Quincheros)

Isidora mira la guitarra que tengo colgada en la pared y lainvito a cantar, ella entona una canción muy linda de la GuerraCivil Española. Vuelve a besar la copa y dice: «Yo tocaba elpiano, quería ser bailarina, alcancé a estudiar danza, luegocomencé a componer canciones, me costaba menos crearque interpretar, así que compuse muchas canciones, cadavez que peleaba con un pololo componía algo. Y hay discosen las que aparecen, uno en la Unión Soviética (no le quisedecir que todo se había acabado, de seguro que lo sabe yprefiere olvidar), en el que está YUYITO, una canción míacantada por la Margot Loyola y otro en España, LAVERTIENTE también cantada por ella. Incluso, losQuincheros comenzaron sus grabaciones con una canciónmía, se llamaba PARECERES y es como altiplanánica»Nuevamente comienza a cantar: «Verde arbolito, tusombra....te miraría crecer... si fuera verde arbolito». Yo lepuse un punteo araucano (pam, pam, pam, pam, pam). Ellosla aprendieron de mi profesor de guitarra, al cual yo se la

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había cantado, y debutaron en radio con ella e hicieron undisco, de esos de ’33.

Los inicios en la literatura (La Revista Familia)

«Yo cobré mis primeras platas con eso (la música), y sabequién me impulsó a escribir en cierto modo, porque yoempecé a escribir cuentos desde que aprendí a escribir, fuela escritora Marta Brunet, quien era íntima amiga de mimadre, iba mucho a la casa, nos contaba cuentos, era unaencantadora mujer. Y ella dirigía una revista que se llamaba«Familia». Un día en que vio que yo dibujaba y escribíacuentos, me dijo: «¿Por qué no tomas la página infantil»?Así comencé, al principio yo traducía unos cuentos que salíanen unas revistas francesas y me pagaba por eso, yo yaganaba algo de dinero y eso que aún estaba en el colegio,en el «Juana de Arco».

Un día, se me acabaron de repente los cuentos franceses, yno tenía qué publicar esa semana, así que decidí escribir mispropios cuentos. Junté 8 cuentos para niños, escritos entrelos 16 y los 18 años, mi papá los leyó y me dijo: «oye sonmuy buenos tus cuentos, ¿por qué no los ilustras y yo te lospublico?», así que hice las ilustraciones en colores congouache y unas anilinas que mi papá me regaló, unasalemanas que eran unos papelitos que yo los ponía en aguay daban unas cosas muy luminosas. Mi papá hizo uncontrato en Zig Zag. Todos sufrimos, porque en Zig Zag eraprimera vez que imprimían en colores, estoy hablando dehace 60 años atrás, entonces los colores impresos eran

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extrañísimos, alfinal, entretantas pruebassalió el libro, nisiquiera puse quelo había ilustradoyo, no se meocurrió, puseMEMÉ AGUIRRE,8 CUENTOS. Eneste momentotengo un soloejemplar al cualle sacofotocopias paramis nietos y misbisnietos. Tengo 4

hijos, 8 nietas; las mayores ya están casadas y tienen sushijos, así que voy en el bisnieto número 11 y seguiránnaciendo porque todavía tengo varias nietas no casadas,espero sobrevivir».

El Teatro y La Pérgola de las Flores (caímos en lo desiempre)

No pude resistir la tentación (no quise) de preguntarle porLA PÉRGOLA DE LA FLORES; la verdad, le pregunté si sentíaque la obra la había superado como Isidora Aguirre, ya quemuchas personas conocen la obra, pero, en el fondo piensanque se escribió sola, o que siempre estuvo ahí, como las

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leyendas. Ella, como toda la tarde-noche besó la copa ycomenzó:

«Una vez, un chofer de taxi me dijo que él creía que la obrase había escrito sola y ¿cómo le pregunté?. Bueno, -dijo-yo pensé que habían tomado cosas de la realidad y lashabían puesto encima.

Esa obra me costó tanto, porque me la pidieron cuandoestaba muy pobre y necesitaba ganar algo de dinero y metenté por la plata, tengo que confesar que era una obraque no me tincaba, ni siquiera el tema, también encontrabaridículo que en medio de la obra los actores se pusieran acantar, tampoco me gustaba Pancho Flores y para peor,no conocía la comedia. Pero una de las razones que meimpulsó a aceptar el encargo, aparte del dinero, fue saberque la iba a dirigir Eugenio Guzmán, y yo en él me afirmabamucho.

Me costó mucho escribir la obra, yo me tuve que documentarexcesivamente, iba todo el tiempo a hablar con laspergoleras, me paraba al lado de los puestos para escucharcómo hablaban, qué palabras utilizaban, me leí todas lasrevistas que se editaron en el año en que pasan losacontecimientos de la obra.

Ahora, con respecto a qué me pasa con la obra, yo sientoque cuando uno escribe una obra, es de uno, muy personal,mientras está en el papel. Pero cuando está en manos deldirector ya es menos de uno; cuando está en el ensayotodavía es de uno, porque en el caso mío la sigo trabajando;

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pero cuando se estrena la obra pasa a ser de los actores ydel público, nunca del autor. Que la Pérgola me hayasuperado o no, es algo que está ahí al lado mío, no estádentro de mí. Yo cuando la veo nunca pienso que yo la escribí.Eso sí, a la Pérgola le debo muchas cosas, por ejemplo, unavez quería salir del país, en 1974, me hicieron uninterrogatorio los agentes del Estado de esos años, porqueme tenían fichada, yo militaba en el Partido Comunista,aunque nunca me aprendí «La Internacional», y servímuchas veces de enlace con gente del MIR (Movimiento deIzquierda Revolucionario), además de asilar a personas deizquierda. Por eso me interrogaron tanto en esaoportunidad, yo ya estaba cansada y le pregunté al agente:¿Y estoy fichada por eso?

Señora Isidora -me dijo- usted no está fichada. Todo Chilese saca el sombrero ante la autora de la PÉRGOLA DE LASFLORES. Cómo no voy a estar agradecida de la PÉRGOLA DELAS FLORES, además me ha dado plata.

Pero para mí lo gratificante son los pequeños detalles quedan las obras, por ejemplo, en RETABLO DE YUMBEL, quehabla de los desaparecidos durante la Dictadura dePinochet, como público fueron los familiares de ellos, esosmismos parientes que me dieron los datos para poderescribir la obra y al escuchar que estaban nombrados todossus parientes desaparecidos, me abrazaban con amor, confelicitaciones, con lágrimas. Con la obra LAUTARO, losMapuches me agradecieron que yo hablara bien de ellos,me pasó lo mismo con los campesinos, siempre están mispersonajes en platea, también las pergoleras; la primera

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función de la PÉRGOLA DE LAS FLORES fue solamente paraellas y cada vez que los actores decían: ¡Viva la Pérgola! separaba todo el teatro y gritaba ¡Viva la Pérgola!En una función de LOS PAPELEROS, se subió una mujer alescenario, indignada y comenzó a gritar: «¡Por qué no vienemás gente, primera vez que hablan sobre nosotros y dicenla verdad!», y me proponía que su marido repartierapapelitos en el estadio para que viniera más gente a ver laobra.

Con la Pérgola me pasa algo raro, cuando la gente meconoce, tiende a felicitarme por mis obras, por ejemplo medicen; «MANUEL RODRÍGUEZ la escribió usted, qué buenasu obra». LAUTARO, qué lindo, me dicen, me felicitan muysinceramente y es lindo recibir ese aplauso, pero cuandodigo que yo soy la autora de la PÉRGOLA DE LAS FLORES,me miran como un fenómeno, no me felicitan, se quedanasí (tiesos), es muy cómico, la obra se convirtió en un mito.

Los objetos sagrados (La bendición)

Isidora sigue recorriendo la habitación con su mirada, sedetiene en mi colección de mates (tengo unos muy bellos enrealidad). Ante lo cual aprovecho de preguntarle si tienealgo de fetichista con algún objeto sagrado en su vida, ella,responde que sí, que le sucede eso con la figura de su madre,que hasta el día de conversa con ella. Y me señala unamedalla que cuelga de su cuello y dice: «esta medalla metrae suerte también, aunque en realidad es un aro mapucheauténtico, me la regaló un amigo argentino. Soy fetichista

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en ese sentido, cuando mis hijos viajan se las paso así(recorre su frente con el objeto) para que les vaya bien».

En ese momento aparece una niña con un regalo e Isidoraexclama: ¡Qué bueno!, es para mi. Al abrir el regalo dice:¡Justo lo que no tenía, ando con unas medias rotas! Sacados pares de medias de la bolsa y se para de su asiento,toma su aro mapuche y me lo pasa por la frente en silencio eingresa a una habitación con la niña, sé que no volverá, deestas habitaciones las personas pueden pasar a dondequieran y por lo general no vuelven. Esta casa siempretermina dejándome solo, pero le agradezco por permitirmeconocer a personas de verdad.

Fuente:

Basado en Entrevista a Isidora Aguirre. Muñozcoloma.Concepción,Chile, Septiembre 7 de 2005.

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