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Benito Rebolledo Correa Soy anarquista... my way

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BenitoRebolledo Correa

Soy anarquista... my way

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Muñ[email protected]

Artículo aparecido en la sección «La Casa de Asterión»ESCÁNER CULTURALRevista Virtual de Arte Contemporáneo y Nuevas VanguardiasN° 130 - Septiembre de 2010

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De estos últimos días no puedo decir nada bueno, esta casase ha vuelto más solitaria y fría que antes (algo que, en otrascircunstancia, parecería una exageración), ha sido tanto eldesamparo que la angustia, la nostalgia y la soledad han sidoreemplazadas, con extrema violencia, por una nuevasensación, una que no sólo destruye al portador sino queaniquila todo por donde irradio mi sombra. Hoy la rabia meconsume, me lleva a parajes insospechados del lado nortede mi corazón, de ese territorio que nunca he tomado encuenta porque sólo me interesa el sur, el verdadero sur, eseque todo sumerge en aguas poco calmas. Esta rabia me haobligado a mantener los puños cerrados en cada momento,me resisto, pero ésta es más fuerte, no puedo asir nada,

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lucho contra mis tendones, pero no hay caso. Luego de días,quizás meses, me acostumbro a mi nueva condición, ya nolucho, dejo que las personas mantengan su fingidaarrogancia y su vacuidad, ya no quiero esforzarme en nada,ni siquiera en intentar comprender sus mentiras, y por otraparte comienzan a agradarme mis puños apretados y mibruxismo. Pero la rabia no pasa.

Entonces, como buen desesperado, busco formulas parasuperar este trance circunstancial (al menos eso es lo quecreo), intento salir de esta opresión y no hay caso, al igualque esta maldita casa no tiene puertas ni ventanas, y se mevienen recuerdos terribles sobre la ceguera y la inmadurez,¡no!, no hay caso, no estoy dispuesto a dejarme avasallarpor lo nimio, lo vacuo, lo carente de peso, así que comienzoa correr y esta casa es tremenda, y espero que sucolosalismo, por una vez, sólo por una, se encuentre a miservicio. Así paso por la habitación de los atriles, la de laspelículas, la de las ginebras muertas, la de los perros decartón, la de la desidia, la de esos cuadros regalados y quehan adquirido tanto valor emocional que se encuentran traslos muebles (como un velador, por ejemplo)… así corro yrecorro, y los recuerdos se me vienen encima y la rabia nome deja, ni por un instante, y ahora la fatiga me estáconsumiendo, mis piernas no dan más y caigo al piso, pongolas manos para protegerme, pero no alcanzo a reaccionar,ni a recordar que no las puedo abrir, así que mis nudillosrebotan en el piso salpicado de sangre mi camisa blanca. Ahíquedo, botado, adolorido, agitado, ensangrentado y conrabia.

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Cuando logro reincorporarme me encuentro en uncuadrilátero de boxeo, yo aún con las manos empuñadas,pero con guantes y vestido como para la ocasión. Pantalónazul con vivos rojos, que en sus bordes se les ve la palabraimpresa «víctima», botas color azul y con 78 kilogramos enla balanza. En el otro rincón, con pantaloncillos blancos yvivos rojos, se encuentra un hombre de bigotillo, que debepesar como 98 kilos, sonríe mientras hace un par de flexionesy con su peso estira las cuerdas del ring. No hay público, nohay árbitros, sólo existe la arena. Él me saluda y me grita:«esta es la mejor manera de sacarse la rabia y relajarse»,en el momento que termina la frase suena la campana ycomienza a caminar al centro del cuadrilátero, yo no sé quéhacer, lo imito, siguiendo el juego, vamos a ver si me relajo,sólo por jugar. El entusiasmo por lo lúdico se dispersa con el primer«uppercut» que recibo y que me manda a la lona, todo meda vueltas y como puedo me recupero y logro ponerme depie. Definitivamente el gordo se equivocó, no se me pasa larabia, muy por el contrario comienza a crecerexponencialmente luego de recibir el primer combo (piña).Me abalanzo sobre él con un «recto» que esquiva con unagracia muy poco probable para su figura, lo cual mesorprende tanto que bajo la guardia y él comienza a bailaralrededor mío manteniéndome a distancia con infinitos«jabs». Se mueve por todo el cuadrilátero, yo lo sigo comopuedo, se ríe socarronamente, casi con burla, pienso que élpiensa en ese momento: «vuelo como mariposa y pico comoabeja», la rabia no deja de aumentar. Luego de su primeracarcajada violenta logro descubrir quién es el gordo, es el

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pintor Benito Rebolledo Correa… ¡ahora sí!, ¡ahora sí quevamos a arreglar cuentas! De ahí en más, se me hacenabsolutamente comprensibles y adivinables sus bailes en elring. Cuando se mueve a la izquierda logro alcanzarlo conun «gancho» derecho, que lo manda en contra de lascuerdas, mientras le grito: «¡este es por usar tantoscolores!», me abalanzo, ahora con un «crochet» izquierdoy le digo: «¡este por tu anarquismo mal entendido!», en esemomento se me ocurre darle otro «gancho» derecho, perome demoro en decidir si le digo o no que ese va por susupuesto antisemitismo, lo que le da tiempo para recuperarseen parte, y me lanza su famoso «uppercut» que me dejabotado, medio muerto. Cuando me reincorporo estoy enluna playa, el sol es terrible, los colores inflamables, la luzdetestable para mi, y ahí me quedo, tendido, sufriendo conel dolor de mi mentón.

Benito Rebolledo Correa en su taller, 1935.

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Hacia la luz

Como todas las historias, esta tiene un carácter metonímicobrutal, es más, sólo me referiré a algunos sucesos que meresultan interesantes (muy poco democráticos, por cierto),y los cuales no son muchos, no porque no los haya, sinoporque mi estado de ánimo me obliga a encontrarle pocagracia a todo, y si a usted le resulta más cómodo, podríadecir, por que quiero y punto.

Este pintor chileno nació en la ciudad de Curicó el día 2 deagosto de 1880 (según Rosa Anwandter, nieta del pintor, fueel 3 de agosto de 1881), Benito provenía de una familiaarraigada en las labores campesinas y de muy pocosrecursos. Los paisajes que inundaron sus pupilas en lainfancia estuvieron siempre bañados por todo lo que implicalo agreste, la barbarie dirían algunos intelectuales de suépoca. Si bien, las labores del campo le eranextremadamente familiares, nadie entendía que el niñoquedará suspendido en el aire por largos períodos de tiempo,quieto, observando todo a su alrededor, como incorporandolíneas, puntos, formas, texturas, sombras y colores a susojos. Así pasó los primeros años de su infancia, por unaparte llevando las labores agrícolas, y la carencia desobrevivir en el campo (nada más lejos del bucólicoimaginario del citadino), y por otra, la de andar con unaramita dibujando en la tierra todo lo que veía.

El tiempo y las ganas (en estos casos es mejor hablar denecesidad) por dedicarse a este monstruo llamado arte loobligaron a viajar a la ciudad de Santiago (que es Chile), en

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1895, con la idea de dedicarse profesionalmente a lacreación de afiches y a la pintura decorativa, sin embargo,primero que todo tuvo que trabajar para vivir o mejor dichosobrevivir, no olvidemos que la carencia, la pobreza y elhambre en el campo, así como en el litoral es totalmentediferente a la que se vive en la metrópolis, donde todo calacon la frialdad que ofrece el cemento. En esa dinámicaRebolledo no tiene más alternativa que vivir en un barrioobrero y realizar labores de obrero, él trabajaba duro, perosólo pensando en un único objetivo, tener la posibilidad deingresar a la Escuela de Bellas de Artes, cuestión que a lalarga logra antes de cumplir los 18 años, allí fue un alumno

Chicos en la playa. Óleo sobre tela 54 x 70 cm

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que intentaba aprovechar cada minuto que tenía frente alos modelos, a las telas, a los papeles y a los profesores,entre los que se encontraban Pedro Lira y Juan FranciscoGonzález.

En una primera etapa Benito utilizó como temas lorelacionado con el obrerismo y lo que veía a diario, algunospodrían llamarlo «temática social» no obstante para él (aligual que los pintores del Barroco) todo era paisaje, y el serhumano un elemento más conformador de la estructura dela obra. Cabe destacar que nadie, o casi nadie, tomó encuenta al «huaso» y sus telas. Con el tiempo su mirada fuelegitimando la ausencia de la labor humana en la obra,dándole una importancia mayor al color, ante los cualesvuelve a mirar al campo, a la naturaleza y comienzan aaparecer una serie de paisajes, animales, marinas y uno queotro retrato. Desde sus paisajes hacia adelante el «huasitopintoresco que pintaba» dejó de ser un desconocido ycomenzó a llamar la atención de las familias, que olían a buenbrandy, amantes del arte, quienes murmuraban entre si quesu pincelada y su modo se parecía a la de un pintorValenciano de apellido Sorolla, entonces, qué mejor para laaristocracia chilena que miraba Europa con admiración, quetener un hombre proveniente desde la barbarie, pero con«buen gusto», es decir, la pedagogización del «pueblo»estaba funcionando al mejor estilo sarmientino. Si bienrecalcaban que Benito estaba enmarcado dentro delNaturalismo más duro, él a la larga se encargó dedesfragmentarlo con toda la luz que plasmaba en su obra,siempre fue un tipo de campo… haciendo las cosas a sumanera.

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Sus colegas de la, nunca bien ponderada, «Generación del13» no podían encontrarse más lejos de Benito (o él de ellos…da lo mismo), mientras ellos armaban una fiesta todos losdías, sólo porque el sol se escondía o salía, Rebolledopracticaba el deporte, el boxeo en particular y llevaba unavida sana; en el ámbito netamente técnico mientras losbohemios se encaminaban a la pasta opaca en la pintura,Benito caminaba hacia a la luz, como si fuera uno de losmasones que tanto detestaba.

Como un loco en la Colonia Tolstoyana – Contracultura(pero religiosa)

A los 22 años, en 1902 obtiene la Medalla de Honor en elSalón Oficial (Concurso creado por el Museo de Bellas Artesde la Quinta Normal), en 1904 obtiene la Tercera Medalla.Ese mismo año (ó 1903 ó 1905, no hay una fechaconsensuada) pasa formar parte de la llamada «ColoniaTolstoyana», conformada por artistas, intelectuales,músicos, arquitectos, artesanos y obreros ilustrados queintentaban vivir en una comunidad con ideas anarquistas(¡que horror!), incluso practicando el vegetarianismo (¡máshorror!), leyendo los evangelios (no coment!) y haciendovotos de castidad (ahhhhhhhhhhhhhh!!). La idea de estacolonia sui generis era la de vivir más cerca de la naturaleza,cultivar la tierra, alejándose de la urbe y del molestomundanal, y convivir en una especie de comunidad de bienes.

Esta surgió de la cabeza de tres personajes de la historia delas letras y de la pintura chilena: Augusto D’Halmar, Fernando

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Santiván y Julio Ortíz de Zárate. Los cuales embobados porla idea de León Tolstoy que plantaba la idea de que el hombresólo podía mejorar muy cerca de la naturaleza, practicandola comida moderada, haciendo ejercicios (calistenia para laépoca), la meditación y la lectura de la Biblia, decidieronfundar su propia Yasnaia Poliana (propiedad agrícola de lafamilia de Tolstoy ubicada al sur de Moscú) en el fin delmundo. El entusiasmo surgió de inmediato en todos losintelectualoides de la época, siempre es tentador ir en contradel orden establecido con una propuesta tan radical… sobretodo leyendo los evangelios.

Si bien la idea primigenia era instalarse en la provincia deArauco, esto no prosperó por diferencias con D’Halmar,quien era el que ponía la música (el Supernumerario, quiense paseaba con una túnica y una fez), así que un pocoobligados por las circunstancia decidieron armarla en losterrenos cedidos por Manuel Magallanes Moure al sur deSantiago, en la hoy comuna de San Bernardo. Así se fueronsumando cada día más personajes y el enclave era visitadoseguidamente por los escritores Luis Ross, Baldomero Lillo,Víctor Domingo Silva y Carlos Mondaca. Y los por pintoresRafael Valdés, José Backhaus y Pablo Burchard, yobviamente, nuestro Benito Rebolledo Correa. En esastertulias discutían sobre el arte, literatura, política y setransmitían algunos secretillos técnicos de cada oficio. Noobstante la problemática mayor surgió cuando un grupo deéstos postuló la idea de integrar a artesanos, obreros ymujeres a la Comunidad a lo que D’Halmar se opusotajantemente, así comenzó a surgir tenuemente una fisuraentre los D’Halmarianos y Santivanianos.

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No puedo dejar de mencionar un dato más que anecdótico,entre todos los concurrentes a estas tertulias había unmarino, el Contraalmirante Arturo Fernández Vial (si le suenaa fútbol, está en lo correcto), este marino, sobreviviente delCombate Naval de Iquique, era un anarquista de tomo y lomo(para la época), buscaba «educar al pueblo» y sacarlo de lapeste de la ignorancia, a través de la máxima: «vida sana,cuerpo sano», ya que consideraba que el alcoholismo era elprincipal problema de los chilenos (hoy debe estarrevolcándose en su tumba). Fernández Vial incendiaba lasnoches con sus discursos a favor de las playas nudistas y dela creación de escuelas populares (luego de su jubilaciónfundó catorce). Así de variopinto eran los personajes quedesfilaban por la Comuna y Benito se embobaba cada díamás, se le volvía a armar su vida fragmentada: el campo, loagrícola, el obrerismo, el anarquismo, el deporte (boxeo para

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él) y el arte… no podía pedir más, disfrutaba de todo, mientrashacía pan amasado, pasaba el arado o pintaba un cuadro.Pero ojo, un proyecto de este estilo no podía perdurarmucho, una cosa es ser ecléctico y otra ciego, sólo hay quepensar cómo pueden convivir un grupo de artistas, de porsí bohemios, con ideas como el vegetarismo, la vida sana,los evangelios, la castidad y el anarquismo…

La Colonia a la larga fundó una nueva sede (1906 ó 1907,otros plantean que fue en 1903) que funcionó paralelamentea la de San Bernardo, en calle Pío Nono, al pie del Cerro SanCristóbal, la cual era mucho más política y más radical.Aceptaron a obreros y mujeres, dejaron de practicar elcelibato y comenzaron a insertarse en los camposprotosindicales. En ella se veía pasear a Benito, con su gruesafigura, su pelo chascón, su barba de revolucionario, moreno,riéndose a gritos con una carcajada que era capaz de levantarmuertos. Con un exceso de personalidad (cosa rara paraalguien del campo) y con arrebatos de lujo (nada de raro enun artista), de hecho cuenta Pedro Sienna que «losComisarios de los Salones le temblaban. Y con razón. Unavez se encaró, delante de todo el público que concurría a laapertura de una exposición, con un crítico de arte, porquefrente a un cuadro suyo expresó, señalando una parte de latela: «Este trocito está bien pintado…» -¡quítese de ahíseñor!- ¡Qué sabe usted! ¿De dónde saca que ese trocito nomás está bien pintado? ¡Todo el cuadro está bien pintado!¿Me entendió?... y lo sacó a empellones hasta la puerta».Así era Rebolledo, nadie sabía con qué cosa podía salir, noimportándole dónde ni con quién se encontrara.

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De esta sede se pueden obtener datos a través de unaextensa carta que Rebolledo envía, el 31 de octubre de 1950,a su amigo, el escritor, Fernando Santiván. En ésta describeel devenir de la Colonia y quienes la conformaban dejandouna serie de apreciaciones riquísimas en contenido ya quealgunos comentarios llegan a asustar para alguien que sedecía anarquista (de seguro a la chilena).

En esa casa que les servía de parapeto y que les costaba $75.- (no señala la frecuencia de pago), se habían juntado unaserie de personajes que Rebolledo describe en su carta:Alejandro Escobar y Carvallo, quien se desempeñaba comomédico homeópata. Miguel Silva, mueblista y tapicero. JulioFossa Calderón, el pintor, quien era un católico acérrimo,que según Rebolledo volvió a Chile a dirigir la Escuela deBellas, «pero los futuristas y masones le hicieron una guerraterrible y de un empujón nos echaron a los dos, a él y a mí,donde yo le acompañaba como profesor. Una cátedra queme había dado por amistad. También salieron otrosprofesores adeptos a él y desde entonces están en el poderlos futuristas, encumbrados por el P. Comunista; tambiénson dueños del llamado Premio Nacional». VicenteSaavedra, tipógrafo de mucha cultura. Manuel Cádiz,ebanista. Mamerto González, empastador de libros. TeófiloGalleguillos, comerciante de la Vega. Alfonso Renau,zapatero francés y astrónomo aficionado. Francisco Roberts,que venía de París y también se desempeñaba comozapatero. Aquiles Lemure, otro zapatero francés y deportistaaficionado al box. Y Manuel Pinto que de joyero pasó tambiéna ser zapatero.

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Estos eran los hombres que vivían en la Colonia y Benitoaprovechaba cada instante para boxear y pintar, también selas arreglaba para ir a la plaza a realizar manifestaciones ydiscursos incendiarios, ya que se veían como Iluminados(según palabras del propio pintor): «Éramos iluminados poruna luz mística: el amor a la Humanidad. Sobre todo a loshumildes, a los pobres, por los que luchan sin esperanza,por los que mueren sin haber tenido jamás una satisfacciónde verdadera vida». En esa dinámica relata que un díaparten con Inocencio Lombardossi, un anarquista llegadode la Argentina, a un mitin en la Plaza de Armas, el argentinotenía un discurso que hacía llorar a cualquiera «se subía auno de los escaños de la Plaza muy erguido, miraba de frentea la policía de Castro y de aquel famoso Comisario quellamaban «el terrible huaso Gómez», que nos vigilaba,descubriéndose el pecho con las manos y gritaba muyfuerte, con voz de trágico: «¡¡¡Aquí tenéis mi pecho, elbaluarte de los explotados, de los hambrientos, de los quetienen hambre y sed de justicia!!! ¡No temáis que mearredre! ¡¡¡Disparad vuestras carabinas mercenarias!!!».Lo decía con voz de tenor, vibrante y armoniosa como unclarín de guerra. Y así seguía hablando sin interrupciónhasta más de media hora. Los pobre policías, los «pacos»,como les llamaban, se ponían pálidos y al cuarto de hora deoírlo hablar, olvidaban el desafío que les había hecho y laslágrimas corrían por la mejillas curtidas yendo a caer a lascrines de los caballos silenciosos». ¿Qué más poético paraun grupo de artistas y obreros anarquistas?

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Retratando a una de sus hijas.

El arrepentimiento, es al final lo que queda

Rebolledo vierte en la carta mencionada, el por quéabandona la Colonia, no puedo dejar de sorprenderme porel carácter semi-nazi-católico (lo de «semi» es para ponerun poco de eufemismo) que tiene su texto:

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«Yo por mi parte, fui el más desengañado. Investigacionesy estudios que he hecho, me informaron que estábamossirviendo, inconscientemente, a la causa secreta delJudaísmo, porque todos estos ideales llamadosrevolucionarios y redentores los esgrime el judaísmointernacional para dividir a la familia humana no judía, comoun plan de guerra sigiloso y secreto. Por esto no quierosaber nada de estos tales ideales, pues me he convencidodel fraude que éramos víctimas. Tengo pruebas irrefutablesal respecto.

Busca el libro de Monseñor Caro, titulado: «Misterio de laMasonería». –Descorriendo el velo».- Sin la lectura del libroya mencionado, estos informes te quedarán incompletos;por él sabrás quienes son los autores de los atentados de losllamados anarquistas… Y también por qué no obtienen lospremios en dinero los que no son masones, cuando los quedisciernen son masones».

Tengo que señalar que ese libro existe y que Monseñor Carolo escribe con una violencia sólo utilizada cuando se le disparaal enemigo, lo curioso y tragicómico es que las referenciasutilizadas por el prelado provenían de una de las tomadurasde pelo más grande de la historia. Un periodista que se hacíallamar Leo Taxil en Francia comenzó a inventar una serie deacusaciones en contra de la Masonería, cuestión quedespertó el interés de muchos, los rituales raros, los bañosde sangre, los bebés devorados y cuánta patraña sin sentidose le ocurriera, hasta que un día publica en su pasquín querevelará el peor secreto de todos, en un teatro, en una fechay a una hora señalada. Ese día ya no cabían más personas

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en el edificio, cuando aparece un tipo que declara que todofue una tomadura de pelo riéndose en la cara de todos susadmiradores. Cuando la Iglesia Católica Chilena se enterade todo esto hacen desaparecer los libros sacrosantos deMonseñor Caro, que de seguro, de pura vergüenza nuncamás se refirió al tema.

Benito, a estas alturas, ya era un artista reconocido, todosquerían una tela del maestro que había ganado entre otros,la Segunda Medalla del salón Oficial de 1907, y al otro año,la Primera Medalla. Incluso en la ciudad más linda delmundo, Buenos Aires, obtiene la Tercera Medalla de laExposición Universal de 1910, el mismo año gana la PrimeraMedalla del Certamen Centenario en Santiago. Rebolledose paseaba con pinceladas gruesas de óleo por las telas o lamadera, sus temas comenzaron a ser influidos totalmentepor la luz, mientras sus colegas iban hacia la pasta opaca, élseguía como un demente hacia la luz. Sus temas pasaron aser un festín de paisajes y personajes que vivían en susrecuerdos, también lo religioso bañó su trabajo (tanto leerel Evangelio, de seguro) pintando incluso, en 1926, la bóvedadel Templo de los Agustinos en la ciudad de Santiago, con 32escenas religiosas, obviamente, sobre la vida de San Agustíny de los evangelistas.

Definitivamente Rebolledo no paraba de hacer noticia,obteniendo el Premio de Honor del Salón Oficial de 1926, aesas alturas los encargos no cesaban y Benito no tuvo mejoridea (como muchos artistas) de copiarse, de hacer cuadrosrepetidos como «El niño del barril», «La niña taimada»,«Pescadores sacando la barca» o «Niños frente al mar» que

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salían en masa (es una exageración, por cierto) de su tallerubicado en O’Higgins 2091 de Santiago, dejando tras sumuerte una serie de discusiones entre los propietarios deestas obras ya que cada uno alegaba que ellos poseían laoriginal, craso error, todas eran originales y realizadas porRebolledo (él con su gruesa carcajada de seguro los miradesde alguna mancha de luz).

Rebolledo parte desde Santiago hacia su Dios Padre el día29 de junio de 1964, luego de haber sido distinguido como«Hijo Ilustre de Curicó» en 1951 y haber recibido el PremioNacional de Arte en 1959 (el mismo que según éladministraban los Comunistas). Por la boca muere el pez.

Chicos en la playa.

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Yo por mi parte, me reincorporo del suelo, la pesadilla hapasado, lo fragmentario se ha ido y me doy cuenta que larabia ya no está, ya no tengo las manos en puños, ahorasólo me queda la nostalgia (como siempre).

Fuentes:

- «Carta de Benito Rebolledo Correa a Fernando Santiván». BenitoRebolledo Correa. Mapocho / Biblioteca Nacional. Santiag : LaBiblioteca, 1963- (Santiago: Universitaria) v. no. 42 (segundosemestre 1997) p. 203-213. Biblioteca Nacionalhttp://www.memoriachilena.cl/temas/documento_detalle.asp?id=MC0013477

- «Benito Rebolledo, pintor de Chile». Pedro Sienna. Revista Enviaje / Empresa de los Ferrocarriles del Estado. Santiago: La Empresa,1933-1973. v., no. 94, (ago. 1941), p. 14-16 (suplemento) BibliotecaNacional

- Portal del Arte. Benito Rebolledohttp://www.portaldearte.cl/autores/rebolledo2.htm

- «Biografía de Benito Rebolledo Correa. Un soñador de antaño».Rosa Anwandterhttp://www.ceoniric.cl/spanol/galeria/Benito%20Rebolledo%20Correa.htm

- «La Colonia Tolstoyana: Síntesis de las tendencias artísticas deinicios del siglo XX». Jaime Alberto Galganihttp://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-68482006000100005&lng=es&nrm=iso

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- «Arturo Fernández Vial, Mi héroe, el Contraalmirante». NibaldoMosciatti http://razonyfuerza.mforos.com/549916/8089991-arturo-fernandez-vial/

- «Educación artística en Chile: Fernando Alvarez de Sotomayor,Juan Francisco González y Pablo Burchard, tres maestrosemblemáticos» - Atenea N° 495– I Sem. 2007: 185-211. PedroEmilio Zamorano Pérezhttp://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-04622007000100011&lng=es&nrm=iso

- Artículo «Templo de los Agustinos devela sus secretos». Ana MaríaHurtado. Diario El Mercurio. Domingo 28 de Marzo de 2004http://diario.elmercurio.cl/detalle/index.asp?id={d6d2cf5d-984a-46dd-a2f7-6b13ced0c6ac}

- Artículo «Réplicas pictóricas inducen a error». Víctor M.Mandujano. Diario El Mercurio. Sábado 26 de Agosto de 2006http://diario.elmercurio.cl/detalle/index.asp?id={1a939437-fe1b-4325-baa0-0657555443b4}

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