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Salud Mental en Colombia: mito o realidad Hace mucho tiempo ya que las enfermedades eran consideradas un castigo divino, y que cuando una persona “enloquecía” era tildada de endemoniada y se le desechaba de la sociedad. En la era bíblica la gente enferma debía apartarse de la sociedad a campos desolados en donde todos juntos esperaban el día bienaventurado en el que la muerte llegara a arrebatarles la vida y terminar con su sufrimiento, un lugar en donde estar lejos de los señalamientos y las burlas de una sociedad que no alcanzaba a entender lo grave de la situación. Pero esas épocas parecen no haber pasado, al igual que en la era bíblica, vivimos en un país en donde el poder, el dinero y la fama se han convertido en cosas mucho más importantes que la salud. Vivimos en un país en donde se piensa que la enfermedad es algo trivial que puede solucionarse con un acetaminofén o un ibuprofeno, y en primer plano, como ha servido siempre para la mayoría de los casos, seguimos haciéndolo de la misma forma. Pero, ¿Cuándo entenderá la sociedad, el gobierno y los entes de salud, que las enfermedades mentales son algo más grave?, ¿Cuándo dimensionarán el papel que juega la atención en salud en las vidas de aquellas personas?

Salud mental en colombia: mito o realidad

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Salud Mental en Colombia: mito o realidad

Hace mucho tiempo ya que las enfermedades eran consideradas un

castigo divino, y que cuando una persona “enloquecía” era tildada de

endemoniada y se le desechaba de la sociedad.

En la era bíblica la gente enferma debía apartarse de la sociedad a

campos desolados en donde todos juntos esperaban el día

bienaventurado en el que la muerte llegara a arrebatarles la vida y

terminar con su sufrimiento, un lugar en donde estar lejos de los

señalamientos y las burlas de una sociedad que no alcanzaba a

entender lo grave de la situación.

Pero esas épocas parecen no haber pasado, al igual que en la era

bíblica, vivimos en un país en donde el poder, el dinero y la fama se han

convertido en cosas mucho más importantes que la salud. Vivimos en un

país en donde se piensa que la enfermedad es algo trivial que puede

solucionarse con un acetaminofén o un ibuprofeno, y en primer plano,

como ha servido siempre para la mayoría de los casos, seguimos

haciéndolo de la misma forma.

Pero, ¿Cuándo entenderá la sociedad, el gobierno y los entes de salud,

que las enfermedades mentales son algo más grave?, ¿Cuándo

dimensionarán el papel que juega la atención en salud en las vidas de

aquellas personas?

Hasta el presente año, la salud mental era un tema subvalorado en

nuestro país, un tema del que muchos proponen, pero pocos trabajan y

solucionan. Un tema que se trata más como un mito. Un tabú del que

pocos quieren hablar. Pero, ¿Por qué vendarnos los ojos y tapar el sol

con un dedo, ante una realidad que se hace cada vez más evidente?

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¿Por qué no dar el valor que es necesario a las personas que padecen

enfermedades mentales?

Esta historia, que es más bien una película dramática, la viven cientos y

miles de colombianos que deben lidiar día a día con los señalamientos

de sus vecinos, compañeros de estudio e incluso familiares, que lejos de

tener algún conocimiento acerca de su padecimiento, lo único que hacen

es con sus críticas complicar el estado de salud de aquellos que lo único

que buscan es una respuesta para sus cambios drásticos de ánimo, lo

único que quieren es saber qué pasa dentro de ellos, por qué todo está

cambiando tan repentinamente.

Una luz de esperanza, literalmente, nace en Colombia en el 2013,

cuando el drama de una mujer se convierte en la felicidad de muchos

que cómo ella se estaban viendo ignorados, de muchos que como ella

llevan años luchando contra un sistema de salud que no provee las

condiciones necesarias para que ellos puedan vivir dignamente. No son

demonios ni personajes traídos de un cuento mítico, son personas de

carne y hueso, que al igual que las celebridades y los altos mandatarios

del país necesitan de la atención integral y especializada de los entes de

salud responsables.

Esta esperanza entrega a los pacientes con enfermedades mentales,

algo que nunca antes habían podido tener. Entrega en sus manos una

ley que los protege y que los respalda para así poder hacer valer los

derechos que siempre han tenido, pero que pocos han querido

reconocer. Los incluye dentro de una sociedad en vez de excluirlos, les

da en sus manos la capacidad de reclamar cuando algo no anda bien,

les da un espaldarazo para poder luchar por aquello que necesitan

tener, lo cual es, la atención médica digna y oportuna para así poder

menguar o estancar las consecuencias que la enfermedad que padecen

trae para su vida.

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Esta ley también abre los ojos del gobierno, de los entes de salud y de la

sociedad en general, y les hace ver que estas enfermedades no son solo

de unos pocos, sino que al trascurrir el tiempo, el número de personas

afectadas va aumentando, y que como vivimos en un país en donde las

condiciones sociales cambian día a día, un país en donde los ciudadanos

del común debemos lidiar con la violencia y las malas decisiones de

nuestros gobernantes, la predisposición a presentar dichas

enfermedades cada vez aumenta más.

Esta ley propone que no solo se atienda sino que también se prevenga,

algo que hará de este país, si llegase a cumplirse la ley a cabalidad, un

país más sano, más consciente y más solidario.

Estamos comenzando una nueva era en Colombia, una nueva era que no

puede ser estancada por mandatarios irresponsables, una nueva era que

no debe ser turbada por guerras inoficiosas y por negociaciones

infructuosas.

Los colombianos necesitamos un cambio, las personas con enfermedad

mental también lo necesitan. Todos queremos una Colombia digna, no

solo para los que tienen los recursos económicos, sino para todos los

que llevamos el título a donde quiera que vayamos, de ser,

orgullosamente colombianos.

Hagamos cada uno nuestra parte para que la salud mental en Colombia

cada vez sea menos un mito y más una realidad. Démosle a las

personas que lo necesitan un final feliz en sus vidas y convirtámonos en

una sociedad tolerante en donde todos y cada uno de nosotros tenemos

exactamente los mismos derechos, sin excepciones, sin

discriminaciones. Por una Colombia más justa e igualitaria para todos los

ciudadanos.

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Laura Patricia Díaz Silva([email protected])

Bucaramanga, Santander22 de Noviembre de 2013