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Segundo Congreso Latinoamericano de Historia Económica México, 3 a 5 de febrero de 2010
Sesión:
Los orígenes y tendencias de la desigualdad en América Latina
Luis Bértola y Linda Twrdek (coordinadores)
La evolución de la desigualdad en
Australia, Argentina, Nueva Zelanda y Uruguay, 1870 – 19141
Jorge Álvarez2
Resumen
La integración del mercado mundial y la convergencia de precios fue una de las
principales características de la primera globalización del capitalismo (1870 – 1914).
Los efectos de la globalización sobre la distribución del ingreso ha sido un tema de
creciente interés en el campo de la historia económica en la última década. Se ha
sostenido que en las regiones de asentamiento europeo con abundancia de tierras y
escasez de trabajadores, se produjo un aumento de la desigualdad en el período. Sin
embargo, países como Argentina, Australia, Nueva Zelanda y Uruguay al tiempo que
recibieron inmigración europea ampliaron sus fronteras territoriales. La cambiante
dotación de factores (población y tierras) en estos países durante la primera
globalización, exige analizar la evolución de la desigualdad considerando el impacto
específico de estas tendencias contradictorias.
El objetivo del artículo es aportar evidencia sobre la evolución de la relación entre los
salarios y el precio de la tierra en cuatro provincias de Argentina (Buenos Aires,
Córdoba, Entre Ríos y Santa Fé) y en cuatro estados de Australia (Victoria, New
South Wales, Queensland, South Australia) durante la primera globalización del
capitalismo. Estas tendencias son comparadas con las experimentadas por los
pequeños países de Nueva Zelanda y Uruguay. Adicionalmente, se analizan los
procesos de ampliación de la frontera teniendo en cuenta las instituciones que
regularon la distribución de derechos de propiedad territorial.
La evidencia que surge de un enfoque centrado en el movimiento de la frontera y en
las instituciones domésticas, discute que el aumento de la desigualdad haya sido la
tendencia dominante en el período. También destaca que en el marco de la
1 BORRADOR, se ruega no citar. 2 Programa de Historia Económica y Social de la Unidad Multidisciplinaria. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de la República, Uruguay. E-mail: [email protected] Quiero agradecer al Fondo Clemente Estable, a la Agencia Nacional de Investigación e Innovación y a la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la UdelaR.
1
globalización, las instituciones domésticas contribuyeron a conformar distintos
patrones distributivos en los países de Australasia y del Río de la Plata.
1. Introducción
La integración del mercado mundial y la convergencia de precios fue una de las
principales características de la primera globalización del capitalismo (1870 – 1914).
Los efectos de la globalización sobre la distribución del ingreso ha sido un tema de
creciente interés en el campo de la historia económica en la última década. Se ha
sostenido que en las regiones de asentamiento europeo con abundancia de tierras y
escasez de trabajadores, se produjo un aumento de la desigualdad en el período. Sin
embargo, países como Argentina, Australia, Nueva Zelanda y Uruguay al tiempo que
recibieron inmigración europea ampliaron sus fronteras territoriales. La cambiante
dotación de factores (población y tierras) en estos países durante la primera
globalización, exige analizar la evolución de la desigualdad considerando el impacto
específico de estas tendencias contradictorias.
El objetivo del artículo es aportar evidencia sobre la evolución de la relación
entre los salarios y el precio de la tierra en cuatro provincias de Argentina (Buenos
Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fé) y en cuatro colonias de Australia (Victoria, New
South Wales, Queensland, South Australia) durante la primera globalización del
capitalismo. Estas tendencias son comparadas con las experimentadas por los pequeños
países de Nueva Zelanda y Uruguay. Adicionalmente, se analizan los procesos de
ampliación de la frontera teniendo en cuenta las instituciones que regularon la
distribución de derechos de propiedad territorial.
En este artículo estos procesos son abordados desde un enfoque que considera
explícitamente la cambiante dotación de factores en los procesos de ampliación de la
frontera y las instituciones domésticas que regularon la distribución de derechos de
propiedad territorial durante la primera globalización del capitalismo en las economías
de nuevo asentamiento europeo.
Este trabajo se inscribe en la tradición de estudios que analizan la relación entre
la distribución del ingreso y el crecimiento económico a escala internacional y se nutre
de la producción de estudios históricos comparativos sobre las economías de nuevo
asentamiento europeo, desarrollados por diversos cientistas sociales e historiadores a
escala internacional desde la década de 1960 hasta la actualidad.
El artículo se organiza en siete secciones. Además de la introducción, en la
sección 2 se discuten los enfoques convencionales que analizan las principales
tendencias de la distribución del ingreso a escala internacional durante la primera
globalización, y se presenta el enfoque analítico adoptado en este trabajo.
2
En sección 3, se describen los procesos de ampliación de la frontera territorial en
las colonias australianas, en la región pampeana argentina, en Nueva Zelanda y
Uruguay, y el crecimiento de la población.
En la sección 4, se compara la evolución del precio de los factores (salario y
renta de la tierra) y de la distribución del ingreso en los cuatro países con un enfoque
regional.
En la sección 5, se analizan las principales características de los procesos de
distribución de derechos de propiedad en el contexto de ampliación de la frontera
territorial, la estructura agraria y los sistemas de tenencia que se consolidaron en cada
país.
En la sección 6, se presenta una estimación de la distribución funcional del
ingreso desarrollada en Álvarez & Willebald (2009), y se analiza a la luz de la evidencia
presentada en este trabajo.
Finalmente, se presentan las principales conclusiones.
2. Primera globalización y distribución del ingreso en las economías de nuevo
asentamiento
Las transformaciones tecnológicas asociadas a la segunda etapa de la
Revolución Industrial, en particular, el desarrollo del transporte y de las
comunicaciones, la expansión del comercio a escala mundial, la creciente integración de
los mercados de factores y la convergencia de precios de las commodities, han tenido
poderosos efectos sobre la distribución del ingreso a escala global desde 1870 hasta la
Primera Guerra Mundial. Los trabajos de Williamson (1999, 2000, 2002), O’Rourke &
Williamson (1999) y Lindert & Williamson (2001), basándose en el paradigma
desarrollado por Stopler–Samuelson a partir de la teoría convencional (neoclásica) del
comercio internacional de Heckscher – Ohlin, han señalado que en Europa y en las
economías asiáticas con abundancia relativa de trabajo y escasez de recursos naturales
como la tierra, la desigualdad se redujo durante la primera globalización; y que en las
economías de nuevo asentamiento europeo de América y Australasia con abundancia
relativa de recursos naturales y escasez de trabajo, la desigualdad tendió a crecer. En
esos trabajos, se analiza la distribución del ingreso como resultado de la tendencia de la
relación del precio de los factores: la relación entre los salarios y la renta de la tierra
(salarios-renta).
En las economías de nuevo asentamiento europeo como Argentina, Australia,
Nueva Zelanda y Uruguay, el precio de la tierra aumentó durante la primera
globalización como consecuencia del boom de las exportaciones de bienes primarios
(materias primas y alimentos). Al mismo tiempo, los precios de las commodities
aumentaron con relación a los precios de los bienes manufacturados. Esto se tradujo en
3
un aumento de los ingresos de los propietarios de la tierra con relación a los asalariados,
aunque la intensidad de los efectos sobre los niveles de desigualdad dependió de las
instituciones domésticas que determinaron la distribución de los derechos de propiedad
sobre la tierra en cada país. Este aspecto es tomado en cuenta por Williamson (1999) al
señalar que: “Of course, in those places where the family farm dominated and where
land was distributed more equally, a fall in w/r would not have translated into such a
sharp rise in inequality” (Williamson, 1999: 14) y destacado por Greasley & Oxley
(2004, 2005), Bértola y Porcile (2002), Álvarez (2007, 2008), Álvarez et al (2008) y
Alvarez & Willebald (2009) para los casos de Nueva Zelanda y Australia comparados
con Argentina y Uruguay.
Las conclusiones a las que arribó Williamson en sus trabajos con O’Rourke y
Lindert, se apoyan en el análisis de un grupo reducido de casos. Diversas
investigaciones desarrolladas en los últimos años (y reseñadas en Greasley, Inwood y
Singleton, 2007), continuando el enfoque analítico de aquellos, presentan nueva
evidencia correspondiente a un grupo más amplio de países. La evidencia presentada en
estas investigaciones convalida, en algunos casos, las principales conclusiones de
Williamson; en otros, es contraria a los resultados esperados, esto es, una tendencia
creciente de la relación salarios-renta de la tierra en economías exportadoras de bienes
primarios, con abundancia de tierras y escasez de trabajo. En particular, la evidencia
presentada por Shanahan & Wilson (2007) sobre la relación salario-renta en las colonias
australianas y el muy interesante trabajo desarrollado por Rodríguez Weber (2009)
sobre la distribución del ingreso en Chile durante la primera globalización.
Las discrepancias entre los resultados esperados por los trabajos inspirados en la
teoría neoclásica del comercio internacional y la evidencia que surge de los estudios de
casos, exige abordar la evolución de la desigualdad en las economías periféricas de
nuevo asentamiento europeo con un enfoque que integre los efectos de la cambiante
dotación de factores (mano de obra y tierras) que experimentaron países como
Argentina, Australia, Nueva Zelanda y Uruguay durante la primera globalización del
capitalismo, y los procesos históricos que consolidaron las instituciones que regularon
la distribución de los derechos de propiedad territorial.
2.1. Un enfoque analítico: instituciones y distribución del ingreso
Para ello, es preciso que las investigaciones sobre la globalización y sus efectos
sobre la desigualdad, incorporen explícitamente el concepto de frontera (Harley, 2007),
esto es, la progresiva expansión económica liderada por Europa Occidental hacia las
nuevas regiones del mundo, especialmente, hacia las nueva periferia de asentamiento
europeo. Esta perspectiva permite introducir, y contribuye a jerarquizar, la dimensión
4
histórica en el análisis de la relación entre la distribución del ingreso y el crecimiento
económico.
Los enfoques institucionalistas y neoinstitucionalistas han destacado que la
estructura de derechos de propiedad es un factor clave en la conformación del sistema
de incentivos para el desarrollo económico. Al mismo tiempo, han desarrollado un
enfoque crítico de la economía convencional buscando incorporar una teoría del cambio
histórico al análisis económico (North, 1984, 1995). Al cuestionar el supuesto de la
racionalidad sustantiva de los agentes (el homus economicus neoclásico), y al considerar
que los sujetos se enfrentan a situaciones de incertidumbre, el institucionalismo
jerarquiza la reconstrucción de contextos históricos concretos y de las instituciones
económicas conformadas por los actores históricos. Este enfoque contribuye a
comprender el funcionamiento de la economía y sus resultados a partir del análisis de
las instituciones específicas que configura cada sociedad y que emergen de la
interacción entre factores geográficos, económicos, políticos, culturales e ideológicos.
Desde este enfoque, la distribución del ingreso está determinada por la estructura
de derechos de propiedad y ésta por los mecanismos establecidos para la resolución de
los conflictos de intereses inherentes a cada sociedad. Esta relación es destacada por
Acemoglu et al (2004), al señalar que las configuraciones institucionales que
promueven el crecimiento económico combinan derechos de propiedad y mercados
operando de manera eficiente, con cierta equidad en el acceso de la población a los
recursos económicos. De este modo, la estructura de los mercados se configura
endógenamente y se encuentra determinada por la existencia o la ausencia de estructuras
de incentivos que inclinen a los agentes a invertir en capital físico y humano, y en
innovación tecnológica o a desarrollar conductas rentísticas.
Con otro énfasis, Engerman y Sokoloff (2002) establecen que la dotación de
recursos (clima, tierra y densidad demográfica), de una economía es el fundamento de
sus instituciones. En otras palabras, la dotación de recursos de una economía determina
la especialización productiva y ésta el patrón de distribución de la riqueza. De estas
relaciones emergen las instituciones que, a su vez, tienden a reforzar y perpetuar el
patrón de distribución.
De este modo, el enfoque que adoptamos en este trabajo considera que la
globalización y las tendencias de la evolución del ingreso predominantes en las
economías periféricas de nuevo asentamiento, no debe ser entendida restrictivamente
como el resultado de la convergencia de precios que resultó de su incorporación al
mercado mundial, sino como un proceso en el que la expansión de la frontera territorial
en la periferia y sus efectos sobre la distribución y el crecimiento económico estuvo
mediada por las instituciones económicas.
En particular, por las instituciones que definieron la apropiación de las nuevas
tierras en el proceso de expansión de la frontera. Estas instituciones fueron
5
condicionadas por la legislación y las costumbres que se configuraron durante la
colonización y la primera mitad del siglo XIX en los territorios de más antigua
ocupación. También, por las características naturales de las nuevas tierras (calidad), por
la dotación relativa de trabajo y por el costo del transporte. La escasez de población en
la frontera tendió a debilitar a las instituciones, entre ellas, el poder del estado. Por ello,
la distribución de derechos de propiedad territorial fue el resultado de complejos
procesos en el que interactuaron las características físicas y geográficas de los recursos
disponibles, las instituciones configuradas en el pasado, las políticas diseñadas por los
gobiernos (las normas jurídicas que regularon la distribución de tierras), el tipo de
estado que configuró cada sociedad y la dotación de factores. Adicionalmente, la
estructura de la propiedad de la tierra, que emergió de los procesos de distribución de
derechos de propiedad, fue el resultado de la tecnología disponible (la adaptación de
innovaciones generadas a escala mundial o la innovación local), del costo relativo de los
factores, y de la combinación específica que estas variables adoptaron en cada uno de
los países.
3. Evolución de la dotación de factores: expansión de la frontera y crecimiento de
la población en Australia, Argentina, Nueva Zelanda y Uruguay
3.1. Expansión de la frontera territorial
Argentina, Australia y Nueva Zelanda ampliaron sus fronteras territoriales,
durante el período, aumentando la cantidad de tierras destinada a la producción agraria.
Uruguay alcanzó tempranamente la frontera territorial en la década de 1870,
manteniendo fijo el stock de tierras durante la globalización, en un período de fuerte
expansión del sector primario y de fuerte crecimiento de la población. Esto le imprimió
a Uruguay rasgos particulares con relación a Nueva Zelanda, a la región pampeana
argentina y a Australia. Esta expansión de la frontera y sus efectos sobre la distribución
del ingreso adquirió características específicas en cada país, asociadas a las instituciones
que regularon la distribución de derechos de propiedad sobre las nuevas tierras y a la
estructura de la propiedad, procesos que serán analizados en la sección 5.
Australia multiplicó por diez las tierras ocupadas entre 1870 a 1914 pasando de
32 millones de hectáreas a 380 millones de hectáreas. Sin embargo, en las colonias de
más antiguo poblamiento el crecimiento de la cantidad de tierras destinadas a la
producción no fue tan importante. En Victoria la expansión fue de 14 a 15 millones de
hectáreas, en New South Wales el stock de tierras se mantuvo en los mismos niveles (70
millones de hectáreas), en South Australia aumentó de 17 a 47 millones de hectáreas
entre 1870 y 1914, habiendo superado los 60 millones de hectáreas en la década de
6
1880, y Queensland incorporó más de 30 millones de hectáreas, pasando de 100 a 136
millones de hectárea entre 1883 y 1914 (Taylor, 1994)
[Insertar aquí Gráfico 1]
La región pampeana argentina (Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y
La Pampa) amplió la frontera territorial e incorporó 40 millones de hectáreas,
aproximadamente, entre 1867 y 1890 (Cortés Conde, 1975, 1979; Gaignard, 1989). La
Provincia de Buenos Aires pasó de 11.6 millones de hectáreas en 1867 a poco más de
30 millones en 1890, Santa Fe de 5.7 millones a 13.2 millones en el mismo período,
Córdoba de 15 millones a 17.5, en tanto, Entre Ríos no incorporó nuevas tierras a la
producción conservando una extensión de 7.5 millones de hectáreas en el mismo
período.
[Insertar aquí Gráfico 2]
Nueva Zelanda amplió su frontera territorial pasando de 9 millones de hectáreas
en la década de 1870 a 16 millones de hectáreas en 1911. En este país, la incorporación
de nuevas tierras a la producción fue un proceso complejo. Las nuevas tierras (bosques,
pantanos, etc.), no eran aptas originalmente para la producción ganadera lo que exigió
transformar el paisaje natural (desecación de pantanos, deforestación y creación de
praderas artificiales) para incorporarlas a la producción. Por otra parte, el
desplazamiento de la población Maorí fue un proceso conflictivo, en particular, en la
década de 1860. La presión por nuevas tierras de una población en crecimiento y la
expansión de la demanda internacional por bienes agrarios, hicieron rentable la
incorporación de las nuevas tierras a la producción, a pesar de los altos costos que
implicó este procesos.
Uruguay utilizó toda la tierra productiva disponible (16-17 millones de
hectáreas) desde la década de 1870, aprovechando las muy buenas condiciones naturales
de su pradera para la producción ganadera. No incorporó nuevas tierras a la producción
porque alcanzó tempranamente su frontera. El crecimiento de la producción agraria
registrado entre 1870 y 1914 estuvo asociado, fundamentalmente, al aumento de la
productividad, debido a las transformaciones institucionales (consolidación política del
estado, establecimiento de una estructura de derechos de propiedad segura en el medio
rural) y tecnológicas (alambramiento de los campos, expansión del ferrocarril)
desarrolladas a partir de 1870.
[Insertar aquí Gráfico 3]
7
3.2. Población
Argentina y Australia, también Nueva Zelanda y Uruguay, son considerados por
la historiografía económica países de nuevo asentamiento europeo: regiones
escasamente pobladas, con una alta relación tierra – población, que recibieron intensas
corrientes migratorias de origen europeo durante la primera globalización. Esto no
significa que los cuatro países hayan sido en el pasado espacios territoriales vacíos,
terra nullius, según el supuesto jurídico que hasta la década de 1990 mantuvo la
Suprema Corte de Australia. La población nativa, escasamente considerada en la
tradición historiográfica de las settler societies, conformó la población original de estas
regiones. El proceso de colonización y apropiación de los nuevos territorios por parte de
los colonos y de los nuevos estados en Australasia y en el Río de la Plata, implicó la
reducción demográfica, la marginación, cuando no el exterminio de sus comunidades
originarias.
Las corrientes migratorias de origen europeo que arribaron a estas tierras
periféricas de clima templado, desde mediados del siglo XIX, aceleraron el crecimiento
de la población de los cuatro países. Entre 1870 y 1914 Australia, Nueva Zelanda y
Uruguay triplicaron la cantidad de habitantes. Argentina aumentó 4.5 veces su
población en el mismo período.
[Insertar aquí Cuadro 1]
La distribución territorial de la población dependió del grado de saturación de
las regiones de más antiguo poblamiento y de la expansión de la frontera. En Argentina,
las provincias que aumentaron más aceleradamente su población fueron las que
incorporaron más tierra a la producción entre 1870 y 1914. La Provincia de Buenos
Aires multiplicó por siete su población entre 1869 y 1914 (sin contar la ciudad de
Buenos Aires que aumentó su población 8.4 veces) y la Provincia de Santa Fe
multiplicó su población por diez y pasó de ser la provincia pampeana con menor
población en 1869 a ser la segunda más poblada, después de Buenos Aires, en 1914.
Las provincias de Córdoba y Entre Ríos triplicaron su población en el período.
En las colonias australianas más densamente pobladas y de más antigua
colonización, la población se duplicó (New South Wales, Victoria y Tasmania),
inclusive en South Australia que incorporó nuevas tierras en el período. En las colonias
más nuevas y menos pobladas la población aumentó 5 veces en Queensland, 17 veces
en Northem Territory y 11 veces en Western Australia.
En Nueva Zelanda cambió la distribución territorial de la población en el
período. El crecimiento demográfico de la población de origen europeo fue mayor en la
8
Isla Norte, donde se incorporaron nuevas tierra a la producción, que en la Isla Sur. La
primera concentró en 1870 el 37 % de la población y en 1914 el 60 % (Prichard, 1970)
[Insertar aquí Cuadros 2 y 3]
Entre 1815 y la primera guerra mundial, más de 40 millones de europeos
emigraron hacia las nuevas regiones de América y de Australasia. Esta es una de las
principales consecuencias de la Revolución Industrial y una de las principales
características de la primera globalización, junto a la expansión del comercio mundial y
al crecimiento de la exportación de capitales. Entre 1815 y 1914 Argentina y Australia
recibieron más de 4 millones de inmigrantes cada una (Taylor, 1994). Sin embargo, la
inmigración europea hacia Australia comenzó antes y fue más numerosa que la
inmigración hacia Argentina anterior a 1870. Entre 1870 y 1914, Australia tuvo un
saldo de 900 mil inmigrantes. En el mismo período, el saldo migratorio de Argentina
fue de 3.2 millones (Mitchell, 1998). Las corrientes migratorias que se dirigieron a
Nueva Zelanda y Uruguay, formaron parte de los mismos contingentes que arribaron a
los vecinos más grandes. Nueva Zelanda tuvo un saldo migratorio de 300 mil y Uruguay
de 147 mil en el período (Briggs, 2003; Álvarez, 2008). Sin embargo, el impacto de la
inmigración sobre el crecimiento de la población no fue el mismo en los cuatro países:
el impacto fue mayor en Argentina (52 %) y Nueva Zelanda (40 %) que en Australia (27
%) y Uruguay (20 %).
[Insertar aquí Gráfico 4]
Estos procesos migratorios tuvieron diversos y poderosos efectos sobre las
sociedades receptoras: aceleraron el ritmo de crecimiento de la población total;
modificaron la estructura de edades de las poblaciones receptoras; incrementaron la tasa
de masculinidad; aumentaron la proporción de la población económicamente activa; y
transformaron los mercados de trabajo.
El interesante trabajo comparativo de Taylor (1994) sobre las corrientes
migratorias de Argentina y Australia muestra que, a pesar de las similitudes, la
composición de las corrientes migratorias revela importantes diferencias entre los
respectivos mercados de trabajo. La inmigración de Australia –esto vale también para
Nueva Zelanda- partió de un mercado de trabajo con niveles salariales más altos que la
inmigración que se dirigió Argentina y a Uruguay. Los inmigrantes de Australia (80 %)
y Nueva Zelanda (90 %) fueron en su gran mayoría de origen británico. Los inmigrantes
que se dirigieron a Argentina y Uruguay fueron, predominantemente, italianos y
españoles que, en conjunto, representaron el 70 %, aproximadamente, de la inmigración
en cada país. Estas diferencias (origen de los inmigrantes y niveles salariales) dan
9
cuenta de la existencia de un mercado internacional de trabajo segmentado en el
período.
Otra diferencia significativa de la inmigración hacia ambas regiones, estuvo
definida por las políticas públicas desplegadas para fomentar la inmigración. En
Australia y en Nueva Zelanda se diseñaron y practicaron políticas sistemáticas de apoyo
y subsidio a los inmigrantes. En Argentina y Uruguay, si bien hubo una serie de
estímulos y una política abierta y liberal, la asistencia pública a los inmigrantes fue
marginal, menos sistemática y acotada en el tiempo.
Entre 1861 y 1900 casi 400 mil inmigrantes, de un flujo neto de 767 mil, fueron
asistidos por los gobiernos de las colonias australianas. (Taylor, 1994). Desde 1901, con
la conformación de federación australiana, la asistencia continuó, pero con una política
muy restrictiva (“Australia Blanca”) que estimuló la inmigración británica y limitó la
población proveniente de países de menores ingresos. En Nueva Zelanda, fueron
asistidos por los gobiernos más de la mitad de los inmigrantes que se establecieron en el
país. La asistencia se interrumpió únicamente en los años de crisis (Martin; 1996: 384;
Prichard, 1970: 142; Bloomfield, 1984).
En Argentina, con excepción de los intentos de organizar de forma sistemática la
inmigración durante el gobierno de Avellaneda (1874 – 1880), y los subsidios otorgados
en la segunda mitad de la década de 1880, la inmigración fue en general espontánea. De
igual modo, en Uruguay el estado no subsidió el arribo de inmigrantes, con la excepción
del establecimiento de colonias agrícolas en la década de 1870 y de alguna iniciativa
frustrada en la década de 1880 (Oddone, 1966).
Estos procesos ponen en evidencia las diferentes capacidades de los estados de
los países de Australasia y del Río de la Plata para desplegar políticas públicas para
atraer y financiar a los inmigrantes. Pero también estas diferencias forman parte de la
segmentación del mercado internacional de trabajo como destacó Taylor (1994). Como
muestra este autor con relación a Argentina y Australia, y Bértola et al (2000), con
relación a Uruguay, las diferencias salariales entre los países del Sur de Europa y los
países del Río de la Plata eran muy superiores a las diferencias salariales entre los países
del Norte de Europa y los países de Australasia. Esta es una de las principales razones
por la que millones de inmigrantes arribaron al Río de la Plata sin recibir ningún tipo de
subsidio.
4. Evolución del precio de los factores y distribución del ingreso: un enfoque
regional
Como ha sido señalado en la sección 2, los trabajos que han analizado la
evolución de la distribución del ingreso a escala mundial desde el paradigma
desarrollado por Heckscher – Ohlin y Stopler–Samuelson, han tendido a ver a Australia
10
y a Argentina (Williamson, 1999), también a Nueva Zelanda y a Uruguay, como
ejemplos clásicos de economías de nuevo asentamiento europeo que experimentaron
una caída de la relación salario-renta, es decir, un aumento de la desigualdad.
Williamson, (1999), muestra que la relación salario-renta cayó en Australia en 1914 a la
cuarta parte de 1870 y en Argentina a menos de la quinta parte de 1880. Sin embargo,
estos resultados solo consideran, tanto para el caso de Australia como para el caso de
Argentina, datos regionales que son tomados como representativos de todo el país. En
efecto, en el caso de Australia O’Rourke & Williamson (1999), consideran los precios
de la tierra de la colonia de Victoria. En el caso de Argentina, Williamson (1999)
considera salarios y precio de la tierra de la Provincia de Buenos Aires.
[Insertar aquí Gráfico 5]
En esta sección, buscamos comparar la evolución de la relación salarios-renta de
la tierra en cuatro colonias australianas (estados federados desde 1901) (New South
Wales, South Australia, Queensland y Victoria) y cuatro provincias Argentinas de la
región pampeana (Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba). Estas tendencias, son
comparadas también con las exhibidas por Nueva Zelanda y Uruguay. El análisis
regional permite observar el movimiento relativo del precio de los factores en regiones
que conservaron características específicas y experimentaron una cambiante dotación de
factores durante la primera globalización. En particular, aumentaron el stock de tierras
destinadas a la producción agraria, ampliaron su frontera territorial, e incrementaron su
población por efecto del influjo de las corrientes de inmigración europea.
Una de las mayores limitaciones de la comparación histórica es la escasez y
fragilidad de los datos comparables. Sin bien, en las últimas décadas, ha habido
importantes esfuerzos por mejorar la información histórica disponible a escala
internacional sobre diversos indicadores (producto, población, precios de factores -tierra
y salarios- costos de vida, etc.), aún son importantes los agujeros de información. En
particular, cuando se realizan comparaciones que buscan analizar tendencias en el nivel
regional. Esta es una de las principales limitaciones que enfrenta este trabajo que, por
otra parte, se encuentra en sus etapas iniciales de desarrollo.
Por contar con una cultura estadística más sólida, los países de origen británico
como Australia y Nueva Zelanda, cuentan con información más completa y
sistematizada que los países del Río de la Plata. Esta es la principal dificultad que
hallamos al intentar reconstruir la información sobre la evolución del precio de la tierra
y, en particular, sobre el precio de los salarios en las provincias argentinas. La
información sobre el precio de los factores de Nueva Zelanda y Uruguay, casos que
investigamos desde hace varios años, lo tomamos de anterior investigaciones (Álvarez,
2007, 2008) y no exigieron, para este trabajo, un esfuerzo específico de indagación. De
11
todas formas, pensamos que es posible identificar tendencias claras de la distribución
del ingreso durante la globalización en las colonias australianas, en las cuatro provincias
argentinas, en Nueva Zelanda y Uruguay que futuros trabajos, seguramente, mejorarán.
4.1. Australia
Australia ha sido considerada un caso típico, entre las economías de nuevo
asentamiento europeo, que experimentó un aumento de la desigualdad durante la
primera globalización en línea con las predicciones de los enfoques propuestos por
Heckscher – Ohlin y Stopler–Samuelson. Sin embargo, estos abordajes no han
considerado que, en el siglo XIX, Australia estuvo conformada por colonias autónomas
que siguieron trayectorias específicas con relación a la expansión de sus fronteras
territoriales, al asentamiento de población, a las políticas públicas implementadas por
sus gobiernos autónomos y al tipo de especialización productiva (minería, agricultura y
ganadería) configurada a partir de las dotación de factores. En este sentido, Denoon
(1983), Meredith & Dyster (1999) y Shanahan & Wilson (2007), destacan que cada
colonia tuvo una legislación propia, más allá de contar con estructuras parlamentarias
similares, y cierto grado de competencia y rivalidad que se expresó en las políticas
específicas que desarrollaron los gobiernos para atraer comercio, población y capitales.
Australia no fue conformada hasta 1901 con un sentido nacional, ni fue
organizada como un mercado único. Por ejemplo, el sistema ferroviario, que contó con
un gran desarrollo a partir de la década de 1880, con la construcción, propiedad y
gestión pública, no fue pensado como un sistema ferroviario integrado. Las redes
ferroviarias conectaron las principales ciudades coloniales con su hinterland, pero no a
las colonias. En 1881, hubo catorce sistemas de ferrocarril en New South Wales y
Queensland que no estaban unidos entre si (Denoon, 1983). Había varias economías
aisladas, cada una con su puerto y su territorio, y el ferrocarril reflejó esta realidad. La
expansión del ferrocarril acompañó la expansión ganadera y agrícola, y la ampliación de
la frontera territorial. Sin embargo, señala Denoon (1983), tampoco hay que exagerar la
fragmentación de la sociedad australiana antes de la federación. Las seis colonias fueron
muy similares en su composición social y en la forma como se desarrollaron. También
hubo cierta especialización regional y una importante movilidad demográfica entre
ellas, lo que muestra cierto grado de integración de las diversas economías.
Atendiendo esta diversidad, Shanahan & Wilson (2007) examinan la tendencia
de la desigualdad en las colonias australianas, a través de la evolución de la relación
salarios-renta de la tierra en cada colonia, a partir de la información sobre el precio de la
tierra y de los salarios que proporcionan Wither et al, (1985), Taylor (1992), Vamplew
(1987) y las estadísticas oficiales de las colonias. Las tendencias de la evolución de la
12
relación salario-renta que presentamos en este artículo se basan en la evidencia
presentada por Shanahan & Wilson (2007).
En términos generales, la evolución de la relación salarios-renta de la tierra en
las colonias de New South Wales, South Australia, Queensland y Victoria muestra un
aumento de la desigualdad en las cuatro colonias (caída de la relación salario-renta)
desde el segundo lustro de la década de 1880 hasta los primeros años del siglo XX. Con
la siguiente precisión: en los casos de New South Wales y Queensland solo hay
información disponible, sobre la relación salarios-renta, a partir de la década de 1880.
Desde los últimos años de la década de 1890 la evolución horizontal de la relación
salario-renta no indica una tendencia clara sobre el aumento o la caída de la
desigualdad, en particular en New South Wales, Queensland y South Australia.
[Insertar aquí Gráfico 6]
Victoria y South Australia exhiben tendencias contradictorias de la relación
salario-renta entre la década de 1860 y 1880. La evidencia muestra que la desigualdad
cayó en South Australia y aumentó en Victoria. Llama la atención, entonces, la
evolución de la relación salario-renta en South Australia porque en el período esta
colonia incrementó sostenidamente las exportaciones de granos hacia las otras colonias
y hacia el mercado internacional. Esta evolución contradice las predicciones del teorema
Stolper – Samuelson. La principal causa de la caída de la relación salario – renta en
South Australia entre 1869 y 1883, aproximadamente, fue la caída del precio de la
tierra.
[Insertar aquí Gráfico 7]
Shanahan & Wilson (2007) destacan dos posibles causas para la caída del precio
de la tierra en South Australia en un contexto de expansión de sus exportaciones
agrarias: una, de carácter institucional; la otra, asociada a diversas innovaciones
tecnológicas que permitieron incorporar, con mayor facilidad que en el pasado, nuevas
tierras a la producción agrícola. La primera, se relaciona con las políticas públicas de
distribución de tierras basadas en la legislación de la década de 1860 (Scrub Act, 1866 y
Waste lands Amendment Act, 1869). Estas leyes, permitieron arrendar a los agricultores
tierras públicas por largos períodos (21 años) y a muy bajo precio (Scrub Act, 1866), y
adquirir tierras en propiedad a pequeños productores rurales con créditos otorgados por
el gobierno con el compromiso de deforestar los predios y cultivarlos (Waste lands
Amendment Act, 1869). La segunda, consistió en el desarrollo de nuevas técnicas para
limpiar las tierras de arbustos densos (mullenizing) (ver Figura 1), y ararlas con un tipo
especial de arado (stump-jump) (ver Figura 2) que permitía trabajar la tierra aún con
13
restos de raíces y troncos de árboles. En consecuencia, estos factores permitieron
incorporar nuevas tierras a la producción (la tierra en uso creció de 15 millones de
hectáreas a 60 millones entre 1867 y 1885) y ampliar la frontera territorial hacia tierras
marginales, lo que tendió a deprimir el precio promedio de la tierra en South Australia
(ver Gráfico 1 y 7)
En Victoria el precio de la tierra tendió a crecer desde 1860 (con la excepción
del primer lustro de la década de 1880 y en la década de 1890), la frontera se mantuvo
estable (en el entorno de 15-20 millones de hectáreas) y su población se duplicó en el
mismo período.
4.2. Argentina
Argentina también ha sido considerado un caso típico, entre las economía de
nuevo asentamiento europeo, que experimentó durante la globalización un persistente
incremento de la desigualdad (Williamson, 1999).
Una de las principales características de Argentina fue haber contado con una
frontera territorial abierta hasta la década de 1890. El corrimiento de la frontera
territorial, por medio de las campañas militares, de la expansión de la producción
agropecuaria y del avance del ferrocarril, permitió una oferta elástica de tierra en el
período. En términos generales, hasta la década de 1880 el mercado de tierras fue
limitado y el precio que se pagó por ella fue fijado por la autoridad pública con base en
criterios ajenos al mercado. Desde la década de 1880, el mercado de tierras se consolidó
como consecuencia de las transformaciones institucionales (control militar de los
nuevos territorios y consolidación de los derechos de propiedad) que permitieron el
corrimiento de la frontera, la transferencia masiva de tierras públicas a los particulares y
el desarrollo de una red de transporte que hizo posible y rentable la explotación de las
nuevas tierras.
Luego de un importante aumento en la década de 1880, se registró, en el primer
lustro de la década de 1890, una caída del precio de la tierra como efecto de la crisis.
Cortés Conde (1979) ha señalado que la caída del precio de la tierra en los años noventa
coincidió con el alza de los precios de los productos agrícolas, en particular, de los
cereales, lo que alentó la expansión de la actividad agrícola. En la segunda mitad de la
década de 1890, se observa un crecimiento del precio de la tierra, pero el aumento
espectacular comenzará recién a partir de los primeros años de 1900 y se prolongará
hasta la primera guerra mundial. En este período el precio de la tierra creció a mayor
ritmo que el precio de las exportaciones agrícolas y ganaderas (Cortés Conde, 1979:
183)
[Insertar aquí Gráfico 8]
14
El incremento del precio de la tierra en los primeros años del siglo XX, se
explica por el cierre de la frontera y la imposibilidad de integrar nuevas tierras
marginales a la producción. La valorización de la tierra se debió, en parte, al
crecimiento del precio de la producción agrícola y a las transformaciones productivas
experimentadas en esos años por las actividades ganadera y agrícola, lo que redundó en
un aumento de la productividad
Los salarios crecieron en todo el período, a pesar del rápido crecimiento de la
población total y trabajadora. También hubo una gran cantidad de trabajadores que se
movilizaron de un sector de actividad a otro, sin contar los movimientos estacionales de
la migración europea (migración golondrina). Esto permitió que, en los períodos en los
que se registró una caída de la actividad económica y de la demanda de trabajo, el
desplazamiento de mano de obra del sector urbano al agrario y la reducción de los flujos
migratorios, hicieron muy elástica la oferta de mano de obra.
Más allá de estas tendencias generales, la información sobre la evolución de los
salarios en las provincias de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos es muy precaria. Hasta
1907 no existen estadísticas oficiales sobre salarios. La serie de salarios más
consistente, a partir de la década de 1880, corresponde a la Provincia de Buenos Aires y
fue elaborada por Cortés Conde (1975). No contamos con series de salarios para el resto
de las provincias, con excepción de la evolución por provincia que consigna Cortés
Conde (1975 b) entre 1898 y 1912. En este período, los salarios fueron más altos en
Córdoba, Santa Fe y La Pampa y crecieron a mayor ritmo que en Buenos Aires y Entre
Ríos. En parte, esto fue así por los altos beneficios que prometían las nuevas y más
baratas tierras de las zonas alejadas, lo que habría justificado pagar salarios más altos
que en las regiones más densamente pobladas.
Con base en esta escasa información elaboramos las series de la evolución
relativa de los salarios y la renta de la tierra correspondiente a las cuatro provincias
argentinas.
[Insertar aquí Gráfico 9]
Considerando que el salario tendió a crecer durante todo el período, el
movimiento de la relación salario-renta está determinado, fundamentalmente, por la
evolución del precio de la tierra. El fuerte aumento de la desigualdad (caída de la
relación salario-renta) que se observa durante la década de 1880, se debió al crecimiento
que experimentó el precio de la tierra por esos años. En el primer lustro de la década de
1890, la tendencia de la relación salario – renta se revierte a favor de los salarios en las
cuatro provincias, para seguir una tendencia fluctuante hasta 1900. En Buenos Aires,
Córdoba y Entre Ríos, la relación salario renta fluctuó en torno a los mismos niveles en
15
la segunda mitad de la década de 1890. Santa Fe muestra una tendencia creciente de la
relación salario – renta desde 1897 a 1904. Estas tendencias se explican, en parte,
porque en la década de 1890 hubo una reducción del ingreso de inmigrantes (Gráfico 4),
lo que redujo el crecimiento de la oferta de trabajo, y una fuerte expansión del área
cultivada, más trabajo-intensiva que la producción ganadera. Esto se refleja en la
tendencia creciente de la relación salario – renta que muestra Santa Fe hasta 1904. La
fuerte y constante caída de la relación salario – renta, que se observa en las cuatro
provincias ente el novecientos y la primera guerra mundial, responde al aumento del
precio de la tierra, en un período de fuerte expansión de la actividad agraria y de las
exportaciones, también al cierre de la frontera en la región pampeana y al fuerte
aumento de la cantidad de inmigrantes que, probablemente, tendió a ralentizar el
crecimiento de los salarios.
4.3. Nueva Zelanda y Uruguay
La evolución de la relación salario – renta en Nueva Zelanda y Uruguay indica
que la desigualdad tendió a crecer durante la primera globalización.
En Nueva Zelanda los salarios crecieron 25 % entre 1875 y 1880,
aproximadamente, y más lentamente desde comienzos de la década de 1880 hasta 1900.
En los primeros años del siglo XX hasta la primera guerra mundial el salario se
mantuvo estable, fluctuando alrededor de los mismos niveles. El precio de la tierra, por
su parte, creció de forma constante en todo el período, con caídas que coincidieron con
los años de crisis, registrando un crecimiento de 80 %, en términos reales, entre 1875 y
1914.
En Uruguay los salarios reales cayeron levemente entre 1875 y 1884, crecieron
hasta los primeros años de la década de 1890, para caer, luego de la crisis, hasta
comienzos del siglo XX y recuperarse lentamente hasta 1913. La evolución del precio
de la tierra muestra una tendencia similar a la experimentada por la Provincia de Buenos
Aires en Argentina. Un crecimiento hasta mediados de la década de 1880, como
consecuencia del aumento de la productividad asociada a las transformaciones
institucionales (consolidación de los derechos de propiedad, afirmación de la autoridad
del estado en todo el territorio) y tecnológicas (cercado de los campos y expansión del
ferrocarril) experimentadas en el período. Desde mediados de la década de 1880 hasta
1900 el precio de la tierra registra una evolución estable, para crecer fuertemente hasta
1911 – 1912.
[Insertar aquí Gráfico 10]
16
Podría suponerse que el precio de la tierra con relación a los salarios debería
haber crecido más rápidamente en Uruguay durante todo el período, con una frontera
territorial cerrada, que en Nueva Zelanda, con una frontera territorial móvil hasta la
primera década del siglo XX (ver Gráfico 3). Sin embargo, estas tendencias se vieron
contrarrestadas por el intenso flujo de inmigrantes que recibió Nueva Zelanda en el
período, que duplicó la cantidad de inmigrantes que se establecieron en Uruguay
(Cuadro 1)
.De estas tendencias resulta la relación salario – renta en ambos países.
[Insertar aquí Gráfico 11]
Sin embargo, como destacamos en anteriores trabajos (Álvarez, 2007 y 2008), la
evolución de la relación salarios – renta, que indicaría una similar tendencia de la
desigualdad en ambos países, oculta los diferentes patrones distributivos que se
conformaron en Nueva Zelanda y Uruguay durante el período con relación a la
propiedad territorial
El aumento del precio de la tierra, que experimentaron ambos países durante la
primera globalización, como expresión del aumento del precio de los bienes agrarios en
el mercado mundial, de la evolución favorable de los términos de intercambio y del
crecimiento de la productividad de la tierra, benefició a una proporción mayor de la
población en Nueva Zelanda que en Uruguay. La existencia de una mayor cantidad de
productores rurales en Nueva Zelanda durante la primera globalización (Nueva Zelanda
tenía 74 mil predios rurales en la primera década del siglo XX y Uruguay 43 mil), y la
mayor cantidad de productores propietarios de la tierra (40 mil en Nueva Zelanda frente
a 22 mil en Uruguay) permitió que los ingresos derivados de los términos de
intercambio favorables fueran capturados en Nueva Zelanda por un mayor número de
productores rurales que en Uruguay, en general pequeños y medianos propietarios. Los
productores que explotaban grandes predios en Nueva Zelanda practicaron una
ganadería extensiva en tierras arrendadas al estado. En Uruguay, el aumento de los
ingresos derivados del crecimiento del precio de la tierra, benefició en mayor
proporción a los grandes propietarios ganaderos y a los propietarios rentistas de los
predios medianos y pequeños.
5. Expansión de la frontera territorial y distribución de los derechos de propiedad
La distribución de derechos de propiedad territorial en el proceso de ampliación
de la frontera estuvo condicionada en los cuatro países por diversos factores. Entre
ellos, destacamos la influencia de las distintas formas que asumió la incorporación de
los nuevos espacios coloniales por las metrópolis (Gran Bretaña y España) en el pasado
17
colonial; el accionar de los estados independientes (en el caso de los países del Río de la
Plata), y de los gobiernos autónomos (en los casos de las colonias australianas y de
Nueva Zelanda), y su relación con los actores sociales y económicos locales; las
dinámicas específicas que adoptó la conformación de los mercados de tierras en cada
país; la tecnología disponible, la dotación de factores y la demanda internacional, que
asociados a los anteriores procesos, modelaron las estructuras de la propiedad y los
sistemas de tenencia de la tierra.
España y Gran Bretaña determinaron que los territorios del nuevo mundo les
pertenecían por derecho de conquista a partir de la jurisprudencia internacional
desarrollada en Europa con base en la Divina Providencia y en el derecho natural. De
este modo, las poblaciones originales fueron despojadas de sus territorios. En algunos
casos, se reconocieron los derechos de propiedad territorial de las comunidades
aborígenes como en Nueva Zelanda. Allí el gobierno colonial realizó acuerdos con las
tribus Maorí (Tratado de Waitangi de 1840) en los que se estipulaban los mecanismos
de transferencia de los derechos de propiedad para la Corona británica. En el resto de
los casos, la tierra fue considerada propiedad Real y, sin más trámite, la distribución de
tierras a los particulares, por concesión o por venta, fue potestad exclusiva de la Corona
(española en el Río de la Plata y británica en Australia y Nueva Zelanda).
Más allá de las previsiones del la Corona española por realizar un reparto de la
tierra ordenado y racional en el Río de la Plata, en particular, luego de las reformas
borbónicas y del espíritu fisiócrata que las inspiró, el latifundio ganadero determinó una
estructura de la propiedad concentrada que, grosso modo, las políticas de tierras de los
nuevos estados argentino y uruguayo, las condiciones técnicas de la producción
ganadera en el siglo XIX y la demanda internacional durante la primera globalización,
terminaron de consolidar.
La Corona británica buscó realizar un reparto de tierras en sus colonias
tendientes a estimular la colonización y la producción de los nuevos territorios. Sin
embargo, a pesar del férreo control (militar, político, jurídico y económico) de la
Corona británica sobre sus territorios coloniales, en comparación con el alcanzado por
la Corona española en el Río de la Plata, el proceso de colonización en Australasia no
estuvo exento de conflictos. El ejemplo más destacado fue la colonización de los
grandes productores ganaderos de New South Wales y los conflictos entre los squatting
y las autoridades coloniales. No obstante, el resultado fue una estructura de la propiedad
menos concentrada que la consolidada finalmente en el Río de la Plata.
En Australia y en Nueva Zelanda las tierras de la Corona fueron distribuidas
entre los productores a través de diversos procedimientos y el estado fue un actor
fundamental que reguló el mercado de tierras desde el siglo XIX. La legislación de
tierras, que ordenó el reparto de predios entre la población, fue transformándose con la
expansión de la frontera. En términos generales, las tierras fueron otorgadas a los
18
productores por venta directa o por remates públicos a pagar en muy largo plazos.
También los productores contaron con complejos sistemas de arrendamiento de tierras
públicas. Estos sistemas permitieron el acceso a la tierra a un amplio sector de la
población y garantizaron las inversiones de los productores que gozaron de contratos a
muy largos plazos (8, 21 años o, en algunos casos, en perpetuidad)3.
En Argentina y Uruguay, las tierras públicas fueron transferidas a los
particulares masivamente en el siglo XIX, fundamentalmente por los nuevos estados
independientes (ver Álvarez & Willebald, 2009). En Uruguay, el 80 % de la tierra era
propiedad del estado en 1830. Los primeros gobiernos comenzaron un rápido proceso
de privatización de la tierra en la década de 1830, luego de eliminar el sistema de
enfiteusis. En la década de 1870, el estado uruguayo apenas conservaba el 25 % de la
tierra sobre la que, además, carecía de control por tratarse de tierras (en su mayoría
sobras fiscales) que en los hechos fueron incorporadas a los predios particulares
(latifundios ganaderos) en el proceso de alambramiento de los campos. El proceso de
privatización de la tierra en Uruguay, estaba concluido en el último cuarto del siglo
XIX.
En Argentina, el proceso de privatización se aceleró con la expansión agraria de
la segunda mitad del siglo XIX. Gaignard (1989) destaca que el gobierno de la
provincia de Buenos Aires vendió 5.2 millones de hectáreas entre 1872 y 1878. La
“campaña del desierto” de 1879 y la siguientes expediciones militares realizadas entre
1879 y 1884 permitieron incorporar a la producción grandes extensiones de tierras. Se
ha estimado que este movimiento de la frontera permitió incorporar 30 millones de
hectáreas (Cortés Conde, 1979; Tur, 1984; Di Tella, 1989). Según Gaignard (1989), la
totalidad de las tierras pampeanas ya tenían dueño en 1884. En términos generales, la
ocupación de los nuevos territorios consolidó una estructura concentrada de la
propiedad rural, más allá de los proyectos, normas y leyes que buscaron limitarla.
Cortés Conde (1979) ha destacado que la expansión de la frontera hasta 1880 fue la
expansión de la frontera ganadera y no el resultado de la presión de una población en
crecimiento demandando tierras. Esto determinó que en la frontera se consolidara un
tipo de explotación ganadera extensiva, por lo que, la gran propiedad no habría sido el
resultado de las instituciones que regularon la distribución de tierras sino de las
condiciones económicas imperantes. La gran propiedad habría permitido una efectiva
ocupación del territorio anterior al fuerte crecimiento demográfico ocasionado por la
inmigración que, como vimos, se aceleró luego de que la frontera había sido alcanzada.
Recientemente Miguez (2007) ha destacado que las instituciones que regularon el
derecho de propiedad sobre al tierra pampeana fueron el resultado de un proceso
histórico complejo, en el que se combinaron las condiciones físicas de los recursos
3 En otro trabajo (Álvarez & Willebald, 2009) se puede consultar el marco jurídico que, a lo largo del siglo XIX, reguló la distribución de tierras en Australia, Nueva Zelanda, Argentina y Uruguay.
19
disponibles, las instituciones existentes en la sociedad, los proyectos de los dirigentes, la
mentalidad de los actores, la oferta de los factores, entre otros. De todo esto resultó la
estructura agraria que, aunque concentrada, puso en marcha de forma eficiente un
sistema productivo que hizo posible el gran desempeño exportador y el fuerte
crecimiento económico del período. No obstante, consideramos que dicho proceso tuvo
marcadas consecuencias distributivas.
Más allá de la discusión sobre el origen de la estructura agraria emergente, si
fueron los mecanismos legales y las instituciones informales, en el sentido que le asigna
North (1984), o si respondió a la dotación de factores y a las condiciones tecnológicas,
podemos afirmar que los procesos de ampliación de la frontera territorial en Argentina,
Australia y Nueva Zelanda, también en Uruguay, consolidaron distintas estructuras
agrarias y muy diferentes sistemas de tenencia de la tierra.
Los estados de Australia y Nueva Zelanda conservaron la propiedad de
importantes extensiones de tierra en producción, a través de diversos sistemas de
arrendamiento a los productores. Esto significó que el estado australiano y el estado
neozelandés mantuvieron un férreo control sobre las tierras públicas y contaron con
ellas como una importante fuente de recursos fiscales. En la primera década del siglo
XX, en Nueva Zelanda casi la mitad del territorio ocupado y en producción era
propiedad pública y en Australia el 40 % del territorio, aproximadamente, eran tierras
públicas explotadas por los particulares bajo algún tipo de arrendamiento.
[Insertar aquí Cuadro 4 y Cuadro 5]
Estos procesos dan cuenta de la existencia de dos patrones de distribución de la
tierra en Australia y Nueva Zelanda, por un lado, y en Argentina y Uruguay, por el otro,
que derivaron en diferentes estructuras agrarias y en distintos sistemas de tenencia. Pero
¿cómo afectaron estas dinámicas institucionales locales los procesos distribución del
ingreso en cada país? ¿Acaso la investigación basada en las teorías convencionales del
comercio internacional (Heckscher – Ohlin) y en la distribución del ingreso (Stolper –
Samuelson) sobre los efectos distributivos de la globalización puede capturarlos?
Pensamos que no.
6. La distribución del ingreso en el sector agrario
Es por ello que junto a Henry Willebald, estimamos la distribución funcional del
ingreso del sector agrario en los cuatro países durante la primera globalización y hasta la
década de 1930 (Álvarez & Willebald, 2009)
[Insertar aquí Cuadro 6]
20
La distribución del ingreso en el sector agrario favoreció el ingreso de los
trabajadores y de las inversiones productivas antes que a los propietarios de la tierra.
Las inversiones orientadas a incrementar la productividad agraria fueron más atractivas
en Australia y Nueva Zelanda que en Argentina y Uruguay, donde los propietarios de la
tierra capturaron una parte significativa del producto agrario. Considerando el promedio
del período, la renta de la tierra en los países del Río de la Plata concentró el 50 % del
producto agrario. En Australia y Nueva Zelanda, la renta capturó, en promedio, el 40 %
y el 35 %, respectivamente.
A partir de la década de 1890 hasta la primera guerra mundial, cuando se
produce la fuerte expansión de las exportaciones de los cuatro países, con el crecimiento
del comercio y de los precios de las commodities en el mercado mundial, la renta
aumentó su participación en el producto agrario en los cuatro países. En este contexto,
se observa con claridad un aumento de la desigualdad en el sector agrario que favoreció
a los propietarios de la tierra. Sin embargo, este deterioro de la distribución del ingreso
fue más intenso en Argentina y Uruguay que en Australia y Nueva Zelanda. En
particular, si considera que, en éstos últimos países, el estado fue el principal propietario
de tierras.
7. Conclusiones
La evolución de la desigualdad en las economías de nuevo asentamiento durante
la primera globalización, ha sido enfocada tradicionalmente desde la óptica del
paradigma Heckscher & Ohlin – Stopler & Samuelson, que identifica un aumento de la
desigualdad en los países del nuevo mundo con abundancia relativa de recursos
naturales y escasez relativa de trabajo. Este enfoque, que se basa en la convergencia
internacional de precios (de bienes y de factores) a escala internacional, no considera la
cambiante dotación de factores (tierra y población) que experimentaron las economías
de asentamiento europeo durante la primera globalización en el proceso de expansión de
sus fronteras territoriales.
En este trabajo, asumimos un enfoque que considera explícitamente el
movimiento de la frontera territorial y el crecimiento de la población en cuatro
provincias argentinas, en cuatro colonias australianas, y en dos países vecinos de
pequeñas dimensiones como Nueva Zelanda y Uruguay. Considerado el conjunto de
casos, la evidencia indica una tendencia creciente de la desigualdad en el período. Sin
embargo, si se analiza la evolución de la relación salario – renta en el nivel regional se
observa caída de la desigualdad, en South Australia entre 1862 y 1883, en las cuatro
provincias argentinas entre 1888 y 1894 y, con fluctuaciones y una tendencia menos
clara, en la provincia argentina de Santa Fe entre 1897 y 1904.
21
También asumimos que la distribución del ingreso en las economías de nuevo
asentamiento dependió de la distribución de los derechos de propiedad territorial en los
procesos de ampliación de la frontera y del papel de actores claves como el estado. De
estos procesos y de su combinación con la dotación de factores y la tecnología
disponible, resultaron distintos sistemas de tenencia de la tierra y diferentes estructuras
agrarias en los países de Australasia y del Río de la Plata. Una estimación de la
distribución funcional del ingreso en el sector agrario (de la retribución al trabajo, al
capital y a la propiedad de la tierra como proporción del producto agrario), indica que
en Australia y en Nueva Zelanda los factores generadores de riqueza, desde un enfoque
clásico, recibieron en salarios y beneficios una proporción mayor del producto agrario
que la propiedad de la tierra (renta). En Argentina y Uruguay, la renta concentró una
mayor proporción del producto agrario (Álvarez & Willebald, 2009). El enfoque
centrado en la frontera y en las instituciones domésticas permite observar que en el
marco de la globalización hubo distintas tendencias de la desigualdad en el nivel
regional. También permiten distinguir distintos patrones distributivos en las economías
de nuevo asentamiento europeo. Estos patrones dependieron de las instituciones
económicas domésticas que se configuraron en cada país.
22
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26
9. Gráficos y Cuadros
Gráfico 1 Australia
Tierra en uso (hás)
010
2030
4050
607080
90100
110120
130140
1865
1868
1871
1874
1877
1880
1883
1886
1889
1892
1895
1898
1901
1904
1907
1910
1913
Mill
ones
de
hect
área
s
VICTORIA NEW SOUTH WALES QUEENSALND SOUTH AUSTRALIA
Fuente: Taylor (1992: 16 – 21, Table 6-10) y Álvarez & Willebald (2009)
Gráfico 2 Argentina
Expansión territorial (hás)
0
5
10
15
20
25
30
35
1855
1867
1876
1890
1914
Millo
nes
de h
ectá
reas Buenos Aires Santa Fe
Entre Ríos Córdoba
Fuente: Cortés Conde (1979: 56) Cuadro 2.1
27
Gráfico 3 Tierra en uso en Nueva Zelanda y Uruguay
Tierra en uso
9
11
13
15
17
1874 1878 1881 1886 1891 1896 1901 1906 1911
Mill
ones
de
hect
área
s
Nueva Zelanda Uruguay
Fuente: Bloomfield (1984: 167-168) Cuadro 6. Álvarez (2008)
Cuadro 1 Población y saldo migratorios
Argentina Australia Nueva Zelanda Uruguay Población (miles)
1870 1.737 1.648 291 420 1914 7.882 4.941 1.050 1.169
Saldos migratorios (miles) 1870 – 1914 3.215 879 305 147
Proporción debida a la inmigración (%) 1870 – 1914 52 27 40 20
Fuente: elaborado con base en Australia, Mitchell (1998) Argentina, Vazquez-Presedo,Vicente (1971) Estadísticas históricas argentinas 1875 - 1914; Rappoport (2000) Cuadro 1.11:41-42 Nueva Zelanda, Prichard (1970) - Hawkes (1985) - Phil Briggs NZIER (2003). Uruguay, Banco de Datos del Programa de Población – UM – FCS – Udelar.
28
Cuadro 2 AUSTRALIA
Población de las divisiones administrativas (colonias/estados) en años seleccionados (miles)
Años N
ew S
outh
Wal
es
Nor
them
Ter
ritor
y
Que
ensl
and
Sou
th A
ustr
alia
Tas
man
ia
Vic
toria
Wes
tern
Aus
tral
ia
Tot
al
1861 351 30 127 90 539 16 1.153 1871 503 0,2 120 186 100 730 26 1.665 1881 750 3,5 214 276 116 862 30 2.252 1891 1.124 4,9 394 316 147 1.140 50 3.176 1901 1.355 4,8 498 358 172 1.201 184 3.773 1911 1.647 3,3 606 409 191 1.316 282 4.454
Crecimiento de la Población (1911 con relación a 1871) 3 17 5 2 2 2 11 3
Fuente: Mitchell (1998)
Cuadro 3 ARGENTINA
Evolución de la población en la región pampeana en años seleccionados (miles)
Años
Bue
nos
Aire
s
Bue
nos
Aire
s (c
iuda
d)
Cór
doba
San
ta F
e
Ent
re R
íos
La P
ampa
Tot
al R
egió
n pa
mpe
ana
1869 308 187 210 89 134 928 1895 921 664 351 397 292 26 2651 1914 2100 1576 735 900 425 101 5837
Crecimiento de la Población (1914 con relación a 1869) 6,8 8,4 3,5 10 3,2 6,3
Fuente: datos censales elaborado con base en Gallo (1984: 270) Cuadro 18; Gaignard (1989: 310) Cuadro 32; Indec - Censos Nacionales.
29
Gráfico 4 Saldos migratorios, Argentina y Australia
Saldos migratorios
-75
-25
25
75
125
175
225
18
50
18
54
18
58
18
62
18
66
18
70
18
74
18
78
18
82
18
86
18
90
18
94
18
98
19
02
19
06
19
10
19
14
mile
s
Australia Argentina
Fuentes: Australia Mitchell, (1998) Argentina: Cortés Conde (1993: 56) Table 2
Gráfico 5
Relación salario-renta (índice 1911 = 100)Promedio quinquenal
0
200
400
600
800
1000
1200
1870 -1874
1875 -1879
1880 -1884
1885 -1889
1890 -1894
1895 -1899
1900 -1904
1905 -1909
1910 -1914
Argentina Australia
Nueva Zelanda Uruguay
Fuentes: Williamson (1999) y Greasley and Oxley (2004: 27, 28)
30
Gráfico 6 AUSTRALIA
Relación salario-renta (1913 = 100)
0,0
100,0
200,0
300,0
400,0
500,0
600,0
700,0
800,0
1862
1865
1868
1871
1874
1877
1880
1883
1886
1889
1892
1895
1898
1901
1904
1907
1910
1913
South Australia New South Wales
Queensland Victoria
Fuente: Shanahan & Wilson (2007: 20-21, Appendix)
Gráfico 7
AUSTRALIA
Evolución del precio de la tierra (1913 = 100)
0,00
20,00
40,00
60,00
80,00
100,00
1865
1867
1869
1871
1873
1875
1877
1879
1881
1883
1885
1887
1889
1891
1893
1895
1897
1899
1901
1903
1905
1907
1909
1911
1913
VICTORIA NEW SOUTH WALES QUEENSALND SOUTH AUSTRALIA
Fuente: Taylor (1992: 16 – 21, Table 6-10) y Álvarez & Willebald (2009)
31
Gráfico 8 ARGENTINA
Evolución del precio de la tierra (1913 = 100)
0
20
40
60
80
100
120
140
160
180
1884
1886
1888
1890
1892
1894
1896
1898
1900
1902
1904
1906
1908
1910
1912
Buenos Aires Santa Fé Córdoba Entre Ríos
Fuente: Cortés Conde (1979) Cuadro 3.8 (164); 3.10 (166); 3.11 (168). Díaz Alejandro (1970) Cuadro 1.24 (46). Álvarez & Willebald (2009)
Gráfico 9 ARGENTINA
relación salario - renta
0
100
200
300
400
500
600
700
800
900
1000
188
4
188
6
188
8
189
0
189
2
189
4
189
6
189
8
190
0
190
2
190
4
190
6
190
8
191
0
191
2
Buenos Aires Santa Fé Córdoba Entre Ríos
Fuente: Elaboración propia con base en: Renta: Cortés Conde (1979) Cuadro 3.8 (164); 3.10 (166); 3.11 (168). Díaz Alejandro (1970) Cuadro 1.24 (46). Álvarez & Willebald (2009) Salario: Cortés Conde (1979) Cuadro 4.10 (pág. 226); Cuadro 4.12 (pág. 228). Nota: (1898 - 1913) Estimación propia de la evolución de los salarios con base en Cortés Conde (1975b) Cuadro 10 (pág. 154) a partir de Estadísticas Agrícolas, Buenos Aires, 1912
32
Gráfico 10
Evolución del precio de la tierra en Nueva Zelanda y Uruguay
Evolución del precio de la tierra (1913 = 100)
0,0
20,0
40,0
60,0
80,0
100,0
120,018
75
1877
1879
1881
1883
1885
1887
1889
1891
1893
1895
1897
1899
1901
1903
1905
1907
1909
1911
1913
Nueva Zelanda Uruguay
Fuente: Nueva Zelanda: Precio real de la tierra, Greasley and Oxley (2004: 27, 28) Uruguay: UY - Indice de Precio real de la tierra en Uruguay estimado con base en el índice nominal del precio de la tierra Banco de Datos PHES, e IPC de Bertola, Calicchio, Camou, Porcile (1996
Gráfico 11 Nueva Zelanda y Uruguay
Relación salario - renta (1913 = 100)
0
100
200
300
400
500
600
700
800
900
1000
187
5
187
7
187
9
188
1
188
3
188
5
188
7
188
9
189
1
189
3
189
5
189
7
189
9
190
1
190
3
190
5
190
7
190
9
191
1
191
3UY NZ
Fuente: Nueva Zelanda – Salarios reales y precio reales de la tierra: Greasley and Oxley (2004: 27, 28); Uruguay - Indice de Precio real de la tierra en Uruguay estimado con base en índice nominal del precio de la tierra Banco de Datos PHES, IPC Bertola, Calicchio, Camou, Porcile (1996). Salario real, estimado con base en Bértola, Calicchio, Camou, Porcile (1998).
33
Cuadro 4 Evolución de la propiedad pública y privada de la tierra
NUEVA ZELANDA
Propiedad Privada Tierras Públicas TOTAL
años % %
1881 67,8 32,2 100
1891 64,0 36,0 100
1913 51,4 48,6 100
Fuentes: Álvarez (2008) con base en Prichard (1970; 138, 334); The statesman's year-book (1930; 411), (1931; 411), (1932, 413), (1933; 416), (1935, 429), (1937, 439).
Comentario: El total de tierras en Nueva Zelanda corresponde a tierras ocupadas en explotación. No se incluyen las áreas en reserva, ni las tierras públicas disponibles no adjudicadas.
34
Cuadro 5 Tierras de propiedad pública y privada en Australia 1901 – 1912
Fuente: Tomado de Official Year Book of the Commonwealth of Australia – 1914, Section VI, Land Tenure and Settlement (págs. 273 y 274)
35
Cuadro 6
Salario Renta Beneficio Salario Renta Beneficio1895 21% 42% 37% 1891 21% 39% 41%1914 20% 60% 20% 1911 23% 42% 35%1935 25% 59% 15% 1921 24% 36% 40%
1933 21% 55% 24%
Promedio 22% 54% 24% Promedio 22% 43% 35%
Salario Renta Beneficio Salario Renta Beneficio1891 24% 56% 21% 1891 28% 34% 37%1911 22% 70% 8% 1911 29% 44% 28%1921 25% 41% 33% 1921 28% 35% 37%1933 28% 42% 30% 1933 34% 26% 40%
Promedio 25% 52% 23% Promedio 30% 35% 35%
SECTOR AGRARIO: DISTRIBUCIÓN FUNCIONAL DEL INGRESOPorcentaje en el total del PBI Agrario
ARGENTINA AUSTRALIA
NUEVA ZELANDAURUGUAY
Fuente: Álvarez & Willebald (2009) Table 3 (pág. 40)
Figura 1 Mullenizing.
Nota: Invento desarrollado por Charles Mullen, productor rural de South Australia, en la década de 1870. Este invento fue producido masivamente y adoptado rápidamente por otros productores rurales.
36
Figura 2 Stump-jump plough
Nota: Este arado fue inventado por Richard Bowyer Smith y desarrollado más tarde por Clarence Herbert Smith. Cuando la cuchilla del arado encuentra un obstáculo (raíz, tronco o piedra) sale de la tierra y, gracias a un sistema de pesas, cae nuevamente a la tierra una vez que el obstáculo ha sido superado. Esta invención resultó muy eficaz y fue adoptado masivamente por los productores.