Septiembre 2014 Labajos

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    Razn y Fe,2014, t. 270, n 1391, pp. 165-176, ISSN 0034-0235 165

    Hasta hace unas dcadas la litur-

    gia era un aspecto de la fe cuyo

    dominio pareca exclusivo de los

    ministros del altar. De ritus et preces

    se hablaba en los monasterios, los

    seminarios y las sacristas. Hoy el

    conocimiento y las opiniones sobrela celebracin cristiana se han de-

    mocratizado. Sin embargo, cincuen-

    ta aos despus de la aprobacin

    de Sacrosanctum Conciliumpor una

    amplsima mayora de padres con-

    ciliares, su recepcin no est exenta

    de enfrentamientos eclesiales.

    En estas pginas pretendemos

    tomar el pulso a la situacin li-

    Qu est pasandoen la liturgia actual?Tensiones eclesiales a propsitode la celebracin cristiana

    Alejandro Labajos Broncano, SJUniversidad Pontificia ComillasE-mail: [email protected]

    fe-cultura

    Recibido: 20 de abril de 2014Aceptado: 6 de mayo de 2014

    RESUMEN: En el panorama litrgico actual conviven diversas tendencias causantesde enfrentamientos eclesiales. Las tensiones, ms all de opciones estticas, afectana la identidad de la Iglesia y su relacin con el mundo contemporneo. En este pa-norama, las decisiones de Benedicto XVI ponen de manifiesto algunas cuestiones noresueltas cincuenta aos despus de la reforma litrgica promovida por el ConcilioVaticano II: la sacralidad y la dialctica moderna entre el culto y la cultura.

    PALABRAS CLAVE: Sacrosanctum Concilium, sacralidad, relacin culto/cultura,Summorum Pontificum, mistagoga.

    trgica y ofrecer algunas pistas

    de comprensin. Presentaremosvarios aspectos del panorama li-

    trgico actual y realizaremos un

    recorrido por las decisiones ponti-

    ficias recientes, para recalar en el

    anlisis de dos de las causas de di-chas tensiones. Nos encontramos

    ante cuestiones que afectan a la fe

    y a la identidad de la Iglesia.

    Algunos aspectos del escenario

    litrgico actual

    Se constata la abundancia de sitios

    de Internet dedicados a la cele-

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    bracin cristiana. Las pginas yvdeos disponibles se cuentan por

    millones. Las temticas presentanuna amplia variedad: lecturasde la misa, espacios catequticos,reflexin teolgica e historia de laliturgia. La autora de estos recur-sos se debe a sacerdotes, catequis-tas, aficionados, y algunos comen-tatodo que recurren a la liturgia

    como modo de generar polmicaeclesial 1. En pocos segundos po-demos conocer cmo celebran lafe diversas tradiciones cristianasy adentrarnos en directo en susrituales. La liturgia se ha instala-do vigorosamente en el continentedigital.

    Sntoma del inters por la liturgiatambin parece ser el crecientenmero de publicaciones sobre eltema. De los clsicos libros orien-tados a preparar la homila, se hapasado a editar escritos acerca decomo entender y vivir mejor lacelebracin cristiana, sus gestos,

    smbolos y oraciones. Proliferanlas obras teolgicas que tratan dejustificar las opciones celebrativasdel panorama postconciliar. A na-die extraa ya que haya personasque siguen la liturgia de la Pala-bra ayudados de sus smartphones.Los diarios electrnicos religiosos

    1 Cfr. J. GONZLEZPADRS, Las nue-vas goras litrgicas: Phase 398(2012), 173-193.

    publican frecuentemente noticiassobre asuntos litrgicos.

    Estn surgiendo numerosas con-gregaciones religiosas (i.e. Frater-nidades de Bethlem) y movimien-tos laicales (i.e. SantEgidio) quededican un tiempo sustancial ala celebracin de la fe. Cuidan laliturgia con esmero. Muchas de

    ellas llevan su mirada hacia losusos celebrativos propios de lasIglesias de Oriente menos aus-tera en su expresin que los de laIglesia latina. Coincide que enun proceso que el tiempo con-solidar y purificar presentangran nmero de vocaciones juve-niles. Con frecuencia, los posibles

    candidatos llegan atrados por labelleza de la liturgia. Asistimosa un fenmeno de involucin oautodefensa? Es una demanda delos jvenes creyentes actuales? Co-mo en todo, las interpretaciones semultiplican. El fenmeno es real.

    Como contraste,existe todava unsector de creyentes entre ellossacerdotes de la generacin in-mediatamente postconciliar quemira la liturgia con sospecha. Larelegaron a un asunto puramenteclerical y, aun celebrando coti-dianamente, no conocen bien losrituales ni la mistagoga propues-

    ta por el Concilio Vaticano II. Enparalelo, se percibe una preocupa-cin en la jerarqua eclesial por la

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    ausencia de una seria formacinen el ars celebrandi2.

    Polarizacin ideolgicade la liturgia

    Un paseo por la red en busca deimgenes litrgicas ilustra losfenmenos reseados ms arriba.

    En el panorama actual conviventendencias divergentes: fotografasde liturgias de estilo postconciliar,celebraciones versus orientem, casu-llas con ilustraciones de Batmany Superman, resucitadas tonsurasque evocan las escenas monsticasde Zurbarn, presidentes de laeucarista en vaqueros y estola, de-sempolvados ajuares barrocos, es-pectculos eucarsticos al estilo deBroadway, etc. La contemplacinde este paisaje inmediatamenteplantea una pregunta: nos referi-mos todos a lo mismo al hablar deliturgia?

    Estas imgenes provienen de lu-gares al servicio de sensibilidadesque en algunos casos han tomadola liturgia como arma ideolgicade primer orden. Asistimos a una

    2 Vease p.ej. las indicaciones delPapa Francisco sobre la predicacinen su Exhortacin Apostlica Evange-lli Gaudium, 135-146 (todos los docu-mentos pontificios citados provienende www.vatican.va).

    fuerte polarizacin entre los que

    se proclaman abanderados de la

    liturgia del Vaticano II y los de la

    preconciliar. De manera especial,

    los blogs dan cauce a reclamos

    apologticos, en muchos casos

    poniendo en duda el valor de las

    directrices de Sacrosanctum Con-

    cilium. Abundan espacios donde

    se denuncian abusos litrgicos

    ilustrados con vdeos o fotogra-fas. Asistimos a un cierto control

    litrgico social.

    Internet se ha transformado en

    un mentidero litrgico escaparate

    de perspectivas contrapuestas.

    El tratamiento dado a la liturgia

    en los foros, el auge editorial, elempeo celebrativo de las nacien-

    tes congregaciones, la persistente

    sospecha clerical y la fuerte pola-

    rizacin ideolgica constituyen al-

    gunos ejemplos de que la liturgia

    est viva, que manifiesta y provo-

    ca tensiones eclesiales.

    Una aproximacin superficial cir-

    cunscribira el tema a cuestin

    de formalismos, de envoltorio, de

    aspectos que no rozan el cora-

    zn de los problemas teolgicos,

    eclesiales y culturales de hoy. Sin

    embargo, la cuestin posee mayor

    calado. Hagamos una primera in-cursin en el magisterio pontificio

    reciente para constatarlo.

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    Decisiones pontificias recientes

    El Concilio Vaticano II y su recep-cin por parte del cuerpo eclesialconstituyen el marco de compren-sin en el que situar las convulsio-nes litrgicas y sus altas dosis deideologa. La acogida, profundiza-cin y asimilacin de las directri-ces conciliares abrieron una nueva

    etapa del mismo. Hubo sectoreseclesiales a los que sus resolucio-nes les supieron a poco; otros lasvivieron como una violacin delos principios y usos tradicionalesde la Iglesia. Estas sensibilidadespermanecen vivas y, con frecuen-cia, utilizan la praxis litrgicacomo bandera y como proyectil.En la etapa postconciliar la polari-zacin se ha agudizado.

    Los ltimos pontfices han se-alado en repetidas ocasionesque el instrumento de referenciaindiscutible para la peregrinacineclesial contempornea es el Con-

    cilio. Sin embargo, no acabamosde ponernos de acuerdo dondeest el norte de esta brjula, comolo denomin Juan Pablo II, que hade guiar nuestra marcha3. El pro-

    3 Ver, p.ej., las orientaciones contra-puestas de estas dos obras recientes: E.YON, Sainte Liturgie: Relire le Concile, Pa-ris 2011; M. FAGGIOLI, True Reform: Litur-gy and Ecclesiology in Sacrosanctum Conci-lium, Collegeville 2013.

    blema esencial al que nos enfren-tamos es la dialctica entre nove-

    dad y tradicin, entre ruptura ycontinuidad de la Iglesia contem-pornea con su propia historia enel contexto de la modernidad. Lassacudidas litrgicas manifiestanlos diversos intentos de forzar elrumbo. Benedicto XVI conscientede esta tensin eclesial seal al

    comienzo del Ao de la fela nece-sidad de volver al Concilio comogua sin nostalgias anacrnicasni huidas hacia adelante4.

    El fino anlisis de la realidad ecle-sial realizado por el Papa emritoas como su aguda capacidad paradetectar y nombrar problemas, lellevaron a proponer un criterio in-terpretativo del que la liturgia noes ajena. Se trata del paradigma dela novedad en la continuidadfrente ala hermenutica de la ruptura.

    En el mbito litrgico, el papaRatzinger constata que hay fieles

    deseosos de celebrar segn losusos preconciliares a causa de unasupuesta prdida de sacralidad enlos modos actuales se ha rotocon la tradicin?5; adems, sea-

    4 BENEDICTOXVI,Homila de la misa deapertura del Ao de la fe(11 de octubrede 2012).5 ID., Carta apostlica adjunta al motu

    proprio Summorum Pontificum (7 de ju-lio de 2007).

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    la como algunos sectores ms afi-nes a la sensibilidad conciliar no

    haban asumido plenamente lasdirectrices y el espritu de Sacro-sanctumConciliumcmo celebrarsegn la sensibilidad actual?6.

    Por un lado, los mbitos donde sepercibe la aoranza de los usosantiguos se han hecho ms vi-

    sibles. A menudo, esta nostalgiaest revestida de desconfianzahacia el Concilio Vaticano II y depuesta en duda de su autoridadmagisterial. Desde una herme-nutica cuestionable, se seala:si esta es la liturgia que nos hatrado el Concilio refirindose alos abusos litrgicos postconcilia-

    res, entonces este se equivoc.As, o bien se vuelve a la praxistridentina con una cierta rigidez ysin conocimiento del contexto enque surgieron sus rituales, o biense espolvorea la liturgia conciliarcon ingredientes antiguos sin caeren la cuenta de que una praxis

    ritual y otra funcionan desde pa-radigmas teolgicos y lingstico-culturales diferentes. Estos gru-pos de fieles se autodenominanadeptos a la liturgia tradicional. Setrata de una expresin engaosaporque conlleva afirmar que laliturgia del Vaticano II supuso una

    6 ID., Discurso en el encuentro con losprrocos y el clero de Roma (14 de febre-ro de 2013).

    ruptura con la historia de la Igle-sia e ignorar el trabajo de relectura

    de las fuentes llevado a cabo por elmovimiento litrgico y los peritosconciliares7.

    Por otro lado, no faltan quienesllevaron a cabo acciones litrgicas

    en nombre del Concilio que norespondan al mismo. Amparn-

    dose en l, pero ignorando losrituales que iban apareciendo ysu espiritualidad, se lanzaron a laaventura de una creatividad pocodiscernida. Todava se escuchauna pregunta que fue habitual:

    para qu sirve la liturgia sinopara saltrsela?. Los grupos deliturgia parroquiales se agotan enel esfuerzo de entretener.

    Estas posturas se suelen alinearcon ideologas conservadoras y

    progresistas, cuyo trasfondo sonconcepciones divergentes de Igle-sia. La tensin que provocan se

    7 El ejemplo ms claro es la acusa-cin de la Fraternidad Sacerdotal SanPio X a la Iglesia catlica de haber ca-do en las redes protestantes y haberpactado con la modernidad. Cfr. D.BONNETERRE, Le mouvement liturgiquede Dom Guranger Annibal Bugnini oule Cheval de Troie dans la Cit de Dieu,Escurolles 1980, 159. Esta obra sealaque el origen de todas las desviacionesde la liturgia actual se encuentra en lainspiracin protestante del ordo mis-saede 1969 en el ritual de Taiz.

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    halla presente en la vida cotidianaeclesial; no es cuestin exclusiva

    de las estancias vaticanas. La pro-blemtica, adems, viene de lejos.Mientras los obispos del primersnodo postconciliar (1967) alaba-ban la reforma litrgica, surganvoces en contra de la misma8.

    El telogo Ratzinger ya se haba

    pronunciado sobre las turbulen-cias litrgicas en el marco ms am-plio de la recepcin del Concilio.Una de sus mayores insistenciasera la necesidad de reencontrar elprimado de la adoracin de Diosfrente a la autocelebracin, puescuanto ms hacemos la liturgiapara nosotros mismos sealabamenos atractiva resulta, porquetodos sienten que lo esencial sepierde cada vez9. Tal afirmacinla conecta estrechamente conel sujeto de la modernidad y subsqueda de liturgias de autoafir-macin10.

    Es decir, el problema es ms am-plio que lo puramente intraecle-sial, pues arraiga en la cultura del

    8 Cfr. T. CASINI, La tnica Straccia-ta, Florencia 1968, cuyo prefacio fueescrito por el cardenal de la curiaA. Bacci.9 J. RATZINGER, Convocados en el ca-mino de la fe, Madrid 2004, 132.10 J. Ratzinger,Un canto nuevo parael Seor, Salamanca 1993, 43-45.

    creyente actual: el de la seculari-

    zacin occidental, con su crisis de

    transmisin de valores y exalta-cin del individuo. Cmo acoger

    hoy la Tradicin litrgica? Es sta

    sinnimo de inmovilismo o fuente

    de una sana creatividad? Quin

    es el creyente de hoy? Un motivo

    repetido en su pensamiento es

    que para nada sirve el arcasmo,

    as como tampoco sirve para nadala pura modernizacin11.

    Una parte de las generaciones cre-

    yentes actuales aora la llamada

    liturgia tradicional que muchos

    nunca conocieron. Otra parte tal

    vez no entendi la reforma e ins-

    pirados por el utopismo de Mayodel 68 tuvieron serias dificultades

    para acoger los verdaderos valores

    del Concilio y su deseo de un ag-

    giornamento desde dentro. En am-

    bos casos, el reto contina siendo

    el modo de articular una relacin

    fecunda de la Tradicin con la

    11 J. RATZINGER y V. MESSORI, Informesobre la fe, Madrid 20052, 131 y 145. Cfr.el estudio sobre la perspectiva litrgi-ca de Ratzinger en el conjunto de suteologa en J. BALDOVIN, Reforming theLiturgy: A Response to the Critics, Co-llegeville 2008, 65-69, 77-78. La mis-ma cuestin la abordan otros autoresdesde una perspectiva complemen-taria, ver AA.VV. [G. AUGUSTN y K.KOCH(eds.)], La liturgia como centro dela vida cristiana, Santander 2013, esp.137-166.

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    sensibilidad de los hombres y las

    mujeres de hoy. La subjetividad

    individual como criterio prima-

    rio de la vivencia religiosa con

    esttica pre- o post- conciliar se

    confronta directamente con la

    pretensin litrgica de objetivi-

    dad, de herencia recibida, de mis-

    tagoga estructurada 12. Trento y

    el Vaticano II constituyeron actos

    de Tradicin que siguen deman-dando nuevas profundizaciones.

    Ms all de los ritos mismos, se

    disputa la identidad eclesial en el

    mundo contemporneo.

    Pretendiendo afrontar las posibles

    consecuencias de una divisin

    eclesial ms fuerte, Benedicto XVItrat de ofrecer una solucin. As,

    a los pocos meses de su eleccin

    como pontfice, en el discurso a la

    curia con motivo de la celebracin

    navidea, lanz una tesis que se

    ha convertido en lugar comn: la

    novedad en la continuidadcomo mo-

    do de salir al paso de las tensioneshermenuticas postconciliares.

    Sus decisiones en materia litrgi-

    ca sern manifestacin de dicha

    propuesta interpretativa13.

    12 J. RATZINGER, Informe sobre la fe,32.13 Cfr. BENEDICTOXVI, Discurso a la cu-ria romana (22 de diciembre de 2005);

    ID., Sacramentum Caritatis (22 de febre-ro de 2007), 62; ID., Instruccin Univer-sa Ecclesiae(13 de mayo de 2011).

    Aos antes Juan Pablo II habaintentado afrontar la cuestin. En

    1988 cre la Pontificia ComisinEcclesia Dei para abordar espe-cficamente la problemtica conla Fraternidad San Pio X. En eldocumento constitutivo deman-daba respeto por aquellos que sesienten atrados por la tradicinlitrgica latina y peda que los

    telogos clarificasen plenamentela continuidad del Concilio conla Tradicin14. Conviene subrayarque fue el mismo Juan Pablo IIquien excomulg a los lefebvristas-firmes defensores del ordo vetus-.

    Apoyndose en dicha comisin,en 2007, Benedicto XVI public el

    motu proprio Summorum Ponti-ficum permitiendo bajo determi-nadas condiciones la celebracinlitrgica segn la forma previa alConcilio. En el documento animaa los obispos a acoger amplia ygenerosamente la posible peticinde grupos de fieles. Las razonesaducidas son el reconocimien-to de la riqueza de la Tradicineclesial y la posibilidad abiertapara integrar la reforma conciliarsin rupturas. Para ello acu lasexpresiones forma ordinaria y for-ma extraordinaria para los ritualespostconciliar y preconciliar res-pectivamente. Paradjicamente,

    14 JUANPABLOII, Ecclesia Dei(2 de ju-lio de 2008), 5.

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    la coexistencia de dos expresioneslitrgicas en nuestra tradicin su-

    pone una novedad en la historiade la liturgia.

    En dicho motu proprio, Benedic-to XVI afirma: El Concilio Vati-cano II expres el deseo de quela debida y respetuosa reverenciarespecto al culto divino se reno-

    vase de nuevo y se adaptase a lasnecesidades de nuestra poca 15.Temiendo que la reforma litrgi-ca se pusiese en duda, la formaextraordinaria contribuira a lamejor celebracin segn el ritualpostconciliar; es decir, permitirarecuperar la expresin de la sacra-lidad como elemento perdido enel aggiornamento litrgico. El focolo dirige, por tanto, al modo decelebrar y no en la reforma misma.De hecho, el pontfice aade: Nosera coherente con el reconoci-miento del valor y de la santidaddel nuevo rito la exclusin total delmismo por parte de quienes usan

    la forma extraordinaria

    16

    .

    Para el Papa emrito, en definiti-va, lo decisivo es que la tradicinlitrgica se perciba como algo

    15 Cfr. BENEDICTOXVI, Summorum Pon-tificum(7 de julio de 2007).16 Cfr. carta adjunta a SummorumPontificum(sobre ello ya se haba pro-nunciado el papa en Sacramentum Ca-ritatis3).

    vivo, cuyo crecimiento y progresose dan en la historia misma de la

    Iglesia. Cmo renovar la expre-sin de la sacralidad en las cele-braciones actuales? Cmo con-tinuar afirmando la primaca deDios en tiempos de reafirmacindel individuo? Las consecuenciasteolgicas y eclesiales de estasdecisiones son evidentes. Como

    Benedicto XVI reconoce entranen juego la confesin de la fe, launidad de la Iglesia y su lugar enel mundo contemporneo.

    La sacralidad en cuestin

    En la carta anexa a SummorumPontificumy en otros escritos pre-vios Ratzinger apuntaba a la faltade vivencia de la sacralidad comouno de los factores causantes delos desequilibrios litrgicos. Reve-rencia y veneracin parecen voca-blos y realidades desaparecidas denuestros espacios celebrativos. El

    hecho se antoja una reaccin a untiempo en que pudo confundirseel respeto por lo sagrado con elmiedo y la represin. El silencio yel recogimiento han dejado pasoa las conversaciones y los sonidosde los dispositivos mviles en losespacios litrgicos.

    La acusacin de la prdida de sa-cralidad, por un lado, parece ser

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    uno de los motivos presentadospor los grupos tradicionalistas

    para regresar a la forma extraor-dinaria. Por otro lado, la excesivalejana con respecto a la fe vividacada da ha podido motivar laalergia por todo lo que pueda serpercibido como formalismo vacoy ritualismo acicalado. Llevadas alextremo, estas posturas transpa-

    rentan adems de los respectivosenrocamientos ideolgicos laparadjica relacin entre la sacra-lidad religiosa y la modernidad.

    El retorno a lo sagrado y la per-vivencia de rituales secularesestablecidos contrastan con labsqueda de inmediatez relacio-

    nal a travs de las redes sociales yel deseo de dejar a toda costa unsello de originalidad personal. Lasacralizacin de lugares estadiosde futbol, objetos smartphones ypersonas mitos culturales sigueperviviendo, pero se combina conel culto al yo s t mismo17.

    Pero, a qu nos referimos con losacro? Desde el punto de vista dela antropologa, es aquello que seopone a lo profano. Clsicos sonlos apuntes de E. Durkheim en losque explica como en toda sociedad

    17 E. DURKHEIM, Las formas elementalesde la vida religiosa, Madrid 1992, 32-37 ;cfr.A. DUCH, Liturgia y retorno de losagrado: Phase181 (1991), 67-76.

    se lleva a cabo una clasificacin delugares, objetos, roles sociales, etc.,

    para poner de manifiesto esta opo-sicin. A dicha nocin se vinculana menudo las ideas de prohibicin,pureza ritual y tab. Frente a unainstancia considerada sagradano necesariamente religiosa, seguarda una cierta separacin y re-verencia por el valor que se le atri-

    buye. De algn modo, la relacincon lo sagrado permite expresar ladistancia frente a lo desconocido,lo trascendente, lo inaccesible18.

    Aunque las comunidades cristia-nas de la primera hora parecieronhuir del lenguaje sacro de su en-torno ante posibles derivas m-gicas, muy pronto el vocabulariocristiano se resacraliz 19. De ahque sigamos hablando de sacerdo-cio y sacrificio, y que en los docu-mentos del Vaticano II aparezcanen multitud de ocasiones las pala-bras sacro, reverencia, respeto, etc.

    En realidad, la crisis de lo sacro ennuestras celebraciones apunta a laposibilidad misma de delimitar alhilo de la existencia ciertos lugares,usos y modos de proceder que per-

    18 Cfr. A. VERGOTE, Equivoques etarticulations du sacr, en E. CASTELLI(ed.), Le sacr, Pars 1974, 417-492.19 L.-M. CHAUVET, Sacrificio: una no-cin dentro del cristianismo: Conci-lium 352 (2013), 499-500.

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    mitan realizar un itinerario hacia

    el Misterio de Dios. La clave supera

    el nimo de recuperar lo sacro encuanto separacin buscada por

    s misma; se trata del inters por

    santificar la existencia y de abrir

    espacios de adoracin. Si muchos

    jvenes muchos religiosos aman

    la liturgia, quiz haya que pensar

    que buscan referencias explcitas a

    Dios ausentes del mundo secular,no slo refugio ante amenazantes

    rapaces de la modernidad20.

    Desde esta perspectiva, lo sacro

    sigue poseyendo su carta de ciu-

    dadana en el universo celebrativo

    cristiano 21. Necesitamos superar

    las tensiones insistimos, a me-nudo ideologizadas y buscar

    renovados modos de manifestar

    el respeto y la admiracin ante la

    Trascendencia con el lenguaje de

    hoy. Se identifica necesariamente

    la sacralidad con una determinada

    esttica, sea esta barroca o post-

    moderna? No resultar suficiente

    el recurso a los modos hierticosdel pasado ni la eliminacin de to-

    da forma de separacin bajo capa

    de cercana y espontaneidad. Inti-

    20 Cfr. M. BRULIN, Requte de sacra-lit ou entre dans le Mystere?: La

    Maison Dieu257 (2009), 99-129.21 Cfr. H. U. VON BALTHASAR, Litur-gia y respeto, Sponsa Verbi II, Madrid2001, 455-464; VV.AA., La liturgia alla

    prova del sacro, Roma 2013.

    midad y distancia son parmetrosnecesarios en toda relacin huma-

    na madura, tambin con Dios.

    El riesgo de absolutizacin de losacro, manifestado en una ciertaviolencia contra los no-iniciadosy contra quienes rompen las re-glas establecidas de relacin; osu ridiculizacin, bajo capa de

    una supuesta capacidad msticade contacto directo con lo divino,impiden la apertura de la personaa la Trascendencia y su juego demediaciones. Entre la absolutaopacidad y la diafana transparen-te, el lenguaje litrgico proponela epifana, a saber, la vivencia dela irrupcin del Misterio de Dioshecho hombre a travs de un itine-rario de mediaciones. Tal criterioayudar a reencontrar la expre-sin de la sacralidad, pues todacelebracin litrgica, en cuantoobra de Cristo sacerdote y de sucuerpo, que es la Iglesia, es accinsagrada por excelencia (SC 7).

    La dialctica culto/cultura

    Junto a la cuestin de la sacrali-dad, un segundo factor causantede las tensiones eclesiales sale alpaso: la dialctica entre las formas

    rituales y la cultura contempor-nea. Se suele afirmar que ya no secomprenden los signos ni las pa-

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    Qu est pasando en la liturgia actual?

    Razn y Fe,2014, t. 270, n 1391, pp. 165-176, ISSN 0034-0235 175

    labras de nuestras celebraciones.Es decir, nos encontraramos ante

    un problema de lenguaje: cmoarticular la programacin ritualque el cristianismo reconoce ensu tradicin y las sensibilidadesculturales de nuestro tiempo?

    Esta tensin irrumpe con toda sucrudeza con el advenimiento de la

    modernidad. La cultura se ha idocomprendiendo ms como expre-sin de la propia originalidad delindividuo y menos como cristali-zacin de los referentes identita-rios asimilados por los colectivossociales.

    La dialctica entre culto religiosoy cultura moderna podra ex-presarse as: el culto apunta a laTrascendencia, la cultura remiteal sujeto; el culto conlleva con-formismo con unas normas con-vencionales, la cultura desarrollala expresin de s mismo; el cultorepite, la cultura innova; el culto

    es teocrtico, la cultura sita al su-jeto como maestro y seor; el cultoest restringido a una casta inicia-da, la cultura es un bien de todos,etc. 22. De ser as, estos extremos

    22 Cfr. P. M. GY, Culte et culture:La Maison Dieu 159 (1984), 83-89;P. MAYOL, Culte et culture en ten-sion: Id. 208 (1996), 47-64; J. GAGEY,Intriorit, culte et liturgie, La Mai-son Dieu208 (199), 113-131.

    abriran una brecha insalvableentre nuestro mundo celebrativo

    y el lenguaje cultural contempo-rneo. El culto religioso quedarareducido a sumisin y formalismoexterno; siendo el ideal de la cul-tura la articulacin de un espacioen el que el sujeto vive segn supropio ritmo, temporalidad, deseoy lenguaje. Por esta razn, confrecuencia se critica a la liturgiapor estar constituida de una seriede ritos y smbolos impuestos queparece que ya no sirven para hoy.Ah radica la necesidad que tan-tos equipos de liturgia tienen deponer a prueba constantemente sucreatividad y de construir celebra-ciones entretenidas.

    El ncleo de la cuestin que enocasiones queremos reducir a unlenguaje que se entienda es laconcepcin de la cultura como ins-tancia identitaria auto-construida;mientras que la ritualidad cristia-na, en su propia lgica interna,pretende erigirse como construc-tora de una identidad que se origi-na y recibe del misterio pascual.

    Por eso, la armona no se alcanzarslo con un aggiornamento simb-lico, pues la marca propia de lamodernidad implica el culto a laparticularidad del individuo y a

    la auto-celebracin. Estamos anteun escollo insuperable? Tanto lacreatividad revestida de puesta al

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    Alejandro Labajos Broncano, SJ

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    da cultural como la absolutizacinde las rbricas tradicionales,

    desplazan lo esencial de la liturgia:Dios que salva. Cuando se dan al-gunos de esos extremos se acentael nosotrosde los celebrantes.

    En este sentido, la liturgia tienemucho de contracultural, pues esla memoria de la historia de la

    salvacin recibida de Dios y nosolo un acto de culto propio delejercicio religioso individual. Laprogramacin ritual cristiana esla puesta en escena del reconoci-miento de la accin siempre actualde Cristo a travs de sus gestosy palabras; es la asociacin de laIglesia a una obra santificadora

    que no es propia. Este es el factorque ha de regir cualquier aggior-namento litrgico y en virtud delcual la Iglesia ha sabido evangeli-zar y crear cultura.

    Nuestra mentalidad moderna seresiste a admitir tal criterio de dis-

    cernimiento, pero el tema supera

    la conservacin o actualizacin

    de las formas. Es una cuestin deconfesin de la fe: el primado de

    Dios en la Iglesia y la purificacin

    de la idea ilustrada segn la cual

    para que crezca el ser humano,

    Dios habra de desaparecer.

    Conclusin

    El cincuentenario de Sacrosanctum

    Concilium viene acompaado de

    enfrentamientos eclesiales no re-

    sueltos. A pesar de que hoy ocupa

    un puesto en la plaza pblica ecle-

    sial, la liturgia alberga tensiones

    que cuestionan la identidad de laIglesia en el mundo. El aniversario

    de la constitucin conciliar consti-

    tuye una buena oportunidad para

    su relectura y para la reflexin, a

    fin de que el hombre de este tiem-

    po pueda seguir celebrando con

    verdad los sagrados misterios. n