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 Tierra y tecnología, nº 42, 45-57 • Segundo semestre de 2012  45 política española (figura 3)  ya es considerada por los españoles como uno de los problemas nacio- nales, incluso por delante del terrorismo. ¿Hasta cuándo vamos a permanecer pasivos presencian- do este desastre? En todos los casos en que son llamativos los destrozos derivados de una inadecuada reurbani- zación, restauración o reincorporación del monu- mento a las nuevas solicitaciones de nuestra época, queda manifiesta la ignorancia de las personas que participan en el proyecto a la hora de comunicarse y establecer el necesario com- promiso con el espíritu para el que se pensó tal o cual edificio patrimonial, iglesia, convento... Cuestión que sólo se puede solventar a través de una especial sensibilidad que otorgan la cultura y el pensar abnegado. En la figura 4 , Javier Sancho explica las obras de restauración del monasterio de Fitero (figura 5) a parlamentarios y personalidades para hemos decidido ponernos ¡manos a la obra! , hubiese sido casi mejor habernos quedado quie- tecitos... España ya es el primer país de Europa y el tercer país del mundo que peor trata su patrimo- nio después de EE. UU. y Perú. Parte de la clase No es por su bien, es por el nuestro. Un país sin memoria está condenado a repetir la historia. Vivir sobre el suelo que sustenta la segunda mayor riqueza natural, arquitectónica, cultural, artística..., del mundo, parece ya un milagro. Somos el país del “urbanismo bulldozer”. Aplicar inadecuadamente las técnicas energéticas y agre- sivas del siglo XXI para “adecuar” y “reorientar” a esos tesoros del siglo X, XII o XX ha supuesto, en ocasiones, un carísimo destrozo. Después de la desamortización de Mendizá- bal, el saqueo de las tropas de Napoleón, nues- tras rabiosas guerras carlistas, el ataque a los monumentos y tesoros destinados al culto antes de la guerra, joyas y obras de arte religioso ardieron por contener alguna imagen sagrada; la propia guerra civil arrasó, una dictadura que usó los conventos e iglesias como campos de con- centración y como cuadras (figura 1) . Pantanos que han engullido verdaderas joyas de la histo- ria... España ¿qué has hecho? Entramos en la CE en 1986, ha pasado más de un cuarto de siglo, muchos años sin que casi nadie haya vuelto su mirada a esos tesoros olvidados, abandonados, saqueados, víctimas del gamberrismo, pillaje, con grafiti inadecuados... (figura 2) , pero lo peor de todo: maltratados. Van más de doscientos años perdidos. La mirada atónita del extranjero con un mínimo de cultura que nos visita no sale de su estupor. Sabe mejor que nosotros que ahí está nuestro futuro. La modernidad no ha solu- cionado mucho esta catástrofe nacional, cuando nos hemos puesto el mundo por montera y PATRIMONIO HISTÓRICO La tormentosa relación de menosprecio cultural, científico, técnico y geotécnico entre España y su patrimonio histórico España es el tercer país del mundo que peor cuida su patrimonio. ¿Regalamos un libro de Historia a nuestros arrogantes dirigentes? En este artículo se denuncia cómo algunos terrenos y monumentos han reaccionado ante la enérgica perturbación que supone para su existencia la ejecución de una fase de quinientas viviendas alrededor, la nueva acometida de aguas de una población entera en semanas o meses, o la creación de un mundo de galerías, compactaciones y servicios a su alrededor o una pavimentación con subbase granular compactada al 100% del Próctor y otras barbaridades heredadas de la ingeniería civil y aplicadas donde no se debe. Mientras estos despropósitos se siguen realizando, los arquitectos municipales, de fundaciones o de las comunidades autónomas responsables, desconocen estas interacciones ruinosas. TEXTO | Antonio Aretxabala, geólogo. Palabras clave Patrimonio histórico, Navarra, Álava. Figura 1. Iglesias, pasos, cuadros, esculturas..., quemadas (1934). Figura 2. Sin palabras (2012). Figura 3. “Personalidades” visitan el monasterio de Fitero (Navarra).

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  • Tierra y tecnologa, n 42, 45-57 Segundo semestre de 2012 45

    poltica espaola (figura 3) ya es considerada por los espaoles como uno de los problemas nacio-nales, incluso por delante del terrorismo. Hasta cundo vamos a permanecer pasivos presencian-do este desastre?

    En todos los casos en que son llamativos los destrozos derivados de una inadecuada reurbani-zacin, restauracin o reincorporacin del monu-mento a las nuevas solicitaciones de nuestra poca, queda manifiesta la ignorancia de las personas que participan en el proyecto a la hora de comunicarse y establecer el necesario com-promiso con el espritu para el que se pens tal o cual edificio patrimonial, iglesia, convento... Cuestin que slo se puede solventar a travs de una especial sensibilidad que otorgan la cultura y el pensar abnegado.

    En la figura 4, Javier Sancho explica las obras de restauracin del monasterio de Fitero (figura 5) a parlamentarios y personalidades para

    hemos decidido ponernos manos a la obra!, hubiese sido casi mejor habernos quedado quie-tecitos...

    Espaa ya es el primer pas de Europa y el tercer pas del mundo que peor trata su patrimo-nio despus de EE. UU. y Per. Parte de la clase

    No es por su bien, es por el nuestro. Un pas sin memoria est condenado a repetir la historia. Vivir sobre el suelo que sustenta la segunda mayor riqueza natural, arquitectnica, cultural, artstica..., del mundo, parece ya un milagro. Somos el pas del urbanismo bulldozer. Aplicar inadecuadamente las tcnicas energticas y agre-sivas del siglo XXI para adecuar y reorientar a esos tesoros del siglo X, XII o XX ha supuesto, en ocasiones, un carsimo destrozo.

    Despus de la desamortizacin de Mendiz-bal, el saqueo de las tropas de Napolen, nues-tras rabiosas guerras carlistas, el ataque a los monumentos y tesoros destinados al culto antes de la guerra, joyas y obras de arte religioso ardieron por contener alguna imagen sagrada; la propia guerra civil arras, una dictadura que us los conventos e iglesias como campos de con-centracin y como cuadras (figura 1). Pantanos que han engullido verdaderas joyas de la histo-ria... Espaa qu has hecho? Entramos en la CE en 1986, ha pasado ms de un cuarto de siglo, muchos aos sin que casi nadie haya vuelto su mirada a esos tesoros olvidados, abandonados, saqueados, vctimas del gamberrismo, pillaje, con grafiti inadecuados... (figura 2), pero lo peor de todo: maltratados. Van ms de doscientos aos perdidos. La mirada atnita del extranjero con un mnimo de cultura que nos visita no sale de su estupor. Sabe mejor que nosotros que ah est nuestro futuro. La modernidad no ha solu-cionado mucho esta catstrofe nacional, cuando nos hemos puesto el mundo por montera y

    PATRIMONIO HISTRICO

    La tormentosa relacin de menosprecio cultural, cientfico, tcnico y geotcnico entre Espaa y su patrimonio histricoEspaa es el tercer pas del mundo que peor cuida su patrimonio. Regalamos un libro de Historia a nuestros arrogantes dirigentes? En este artculo se denuncia cmo algunos terrenos y monumentos han reaccionado ante la enrgica perturbacin que supone para su existencia la ejecucin de una fase de quinientas viviendas alrededor, la nueva acometida de aguas de una poblacin entera en semanas o meses, o la creacin de un mundo de galeras, compactaciones y servicios a su alrededor o una pavimentacin con subbase granular compactada al 100% del Prctor y otras barbaridades heredadas de la ingeniera civil y aplicadas donde no se debe. Mientras estos despropsitos se siguen realizando, los arquitectos municipales, de fundaciones o de las comunidades autnomas responsables, desconocen estas interacciones ruinosas.

    TEXTO | Antonio Aretxabala, gelogo.Palabras clavePatrimonio histrico, Navarra, lava.

    Figura 1. Iglesias, pasos, cuadros, esculturas..., quemadas (1934).

    Figura 2. Sin palabras (2012).

    Figura 3. Personalidades visitan el monasterio de Fitero (Navarra).

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    pero gestual, que denuncia un maltrato sistem-tico, sobre todo en las ltimas dcadas (figura 8). Al ir creciendo, nuestras ciudades, pueblos, al-deas, se han ido urbanizando a veces de manera muy agresiva, produciendo no slo desperfec-tos, deformaciones, roturas, humedades y reven-tones, sino que incluso a veces hemos llegado a la ruina.

    Figura 8. Nada que comentar.

    No deja de ser paradjico: se realiza este trabajo con estas dos comunidades como teln de fondo, las dos son modlicas, ambas con departamentos y fundaciones especficas muy efectivas, comprometidas y que velan por mante-ner vivo este patrimonio en la UVI. Algn da, una poltica despierta acometer la tarea de soco-rrerlos y librarlos de esta catstrofe nacional. De momento ellos, los tcnicos alaveses y navarros, con bastantes menos medios que otros sectores mucho ms derrochadores, inefectivos y contra-producentes, obran no pocos milagros.

    lava y Navarra son justamente las provin-cias que mejor tratan a su patrimonio, lo cual pone de manifiesto lo mucho que hay que mejo-rar; pero ms an muestran lo que otras comuni-dades con patrimonio tan rico o ms que lava y Navarra, deben aprender y avanzar. Por aqu los monumentos despus de su restauracin rena-cen, suelen ser jvenes; el gran problema que nos persigue es que hay ejemplos que han aca-bado en los tribunales por nacer viejos, an ms viejos que como estaban, y uno de los grandes problemas que nos lleva a ello es el desconoci-miento del terreno sobre el que se asientan, su dinmica e interaccin con el propio monumento; y es que no se pueden desligar.

    Contrariamente a esa parte oscura, hay grandes xitos y ello hay que resaltarlo. Hay ejem-plos de muy buena integracin del tesoro monu-mental en el marco que se le dio para residir, all donde naci, vivi y hoy cumple una funcin administrativa, turstica, urbana o cultural; estos ejemplos excelentes llevan el sello comn de que los tcnicos involucrados en su rehabilita-cin, restauracin o nuevos usos, conocieron de alguna manera (a veces inconsciente o con ayu-da de traductores gelogos, ingenieros, arque-logos o arquitectos) ese lenguaje gestual. Si tuvisemos que destacar alguno, ste sera sin

    No es fcil hacerse consciente de ello cuando se va a someter a un edificio patrimonial antiguo a la reconversin y adecuacin, estructurado en toda su expresin, en todo su gesto; es todo un renacer que articula y consuma la mano del hom-bre moderno, no la del antiguo que es su autor, y esto acarrea unas responsabilidades, una pers-pectiva y unas consecuencias, que sern acerta-das en la medida en que el hombre moderno sea capaz de comprender al antiguo; algunos moder-nos gelogos, ingenieros y arquitectos parecen no saber nada de esto, comportndose como autores en vez de como responsables de confianza a los que se les ha encomendado la tarea de hacer respetar y perdurar la obra. Un error.

    Figura 6. El centro Botn de Santander, proyecto polmico (Cesar Pelli).

    Es muy difcil hacer respetar una bufonada con pretensiones de inmortalizarse, pero tam-bin lo es un final sin pretensiones con las grie-tas que denuncian unas deficiencias tcnicas sonrojantes. Un espacio urbano disonante, cho-cante o rompedor de la armona caracterstica de un entorno, tiene muy difcil erigirse en objeto de respeto; no sera la primera vez que se crea un autntico fantasma arquitectnico de un entorno con identidad y personalidad (figura 6 y 7).

    A los ciudadanos hay que tomarlos en consi-deracin, forman parte del patrimonio (UNESCO). La memoria colectiva es un valor fundamental de apreciacin de un entorno, de un edificio, de un paisaje, de una historia.

    Figura 7. Sevilla, a punto de perder su prestigioso sello de la mano de la especulacin: podra no seguir siendo patrimonio de la humanidad, otro polmico proyecto de Csar Pelli para CAJASOL-CAIXABANC.

    Las provincias de lava y Navarra son el es-cenario de un viaje al interior ms ntimo de nuestros monumentos, vamos a escucharlos; in -tentaremos comprender un lenguaje no articulado,

    que lo entiendan. Las terrazas holocenas de gravas heteromtricas los sustentan, como ha-cen con el propio monasterio. El terreno bajo el monasterio es una intermitencia de arenas y gra-vas en lentejones de extensin horizontal y verti-cal variable. Los antiguos constructores se cuida-ron mucho de apoyar los elementos estructurales sobre las gravas; antiguos, y en este caso tam-bin modernos, todos, un ejemplo a seguir.

    Figura 5. El monasterio de Fitero (Navarra).

    Esta comunicacin entre los proyectistas actuales y los antiguos constructores a travs de las piedras, del suelo, de la dinmica hdrica, de la geologa en general, comienza ya en el ms inci-piente de los conocimientos requeridos para afron-tar con xito una recuperacin, adems es la punta de lanza de todo lo que vendr despus en el pro-yecto y se apoyar en ello: el conocimiento del terreno que sustenta nuestro patrimonio, cuyo sig-nificado va ms all de lo puramente geotcnico. Lo vamos a ver en este artculo; aunque lo geotc-nico juega como traductor de aquel espritu inicial un papel protagonista, es tambin a travs del gesto del terreno que se puede alcanzar lo espiri-tual que inspir ese lugar, cuestin tan importante o ms que el mero conjunto de cifras relativas a la geotecnia: granulometra, plasticidad, deformabili-dad, capacidad portante o resistencia.

    Si no se es consciente de estas aseveracio-nes relativas a la ubicacin geolgica y geogrfi-ca de los antiguos lugares de culto, retiro de paz o estrategia guerrera, la aplicacin de la tecnolo-ga del siglo XXI de forma inadecuada puede acarrear un destrozo mayor que el que se quiere solucionar. Intentar que de una vez Iglesia y Esta-do remen en la misma direccin parece tarea perdida. Y eso nos cuesta muy caro.

    Figura 4. El jefe de la seccin de patrimonio arquitectnico, Javier Sancho, dirige con esa especial clarividencia y sensibilidad de la que aqu hablamos, y que queremos divulgar, las obras de restauracin del patrimonio de Navarra, en una visita al monasterio de Fitero (Navarra).

    LA TORMENTOSA RELACIN DE MENOSPRECIO CULTURAL, CIENTFICO, TCNICO Y GEOTCNICO ENTRE ESPAA Y SU PATRIMONIO HISTRICO

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    PATRIMONIO HISTRICO

    Se pueden concentrar por centenas o miles los caballos de potencia en cualquier aparato de obra que no levanta un metro del suelo, qu no podr transmitir un rodillo vibrante de varias toneladas? Pero ello genera un inconveniente del que ahora comenzamos a ser conscientes: tanta energa concentrada y liberada cumple una fun-cin muy especfica.

    Por ejemplo, en la compactacin de nuevas conducciones, la pavimentacin de los cascos histricos, la urbanizacin de los alrededores de nuestros templos, se ven cada vez ms fagocita-dos por unas urbes voraces; pero cmo pode-mos encerrar la energa liberada dentro de unos lmites sobre los que queremos que acte sin interferir en otras zonas? Podra desencadenar-se una contra-reaccin no deseada como res-puesta? Es una metfora, pero no se aleja de la verdad: hablamos de nuestros edificios como de seres vivos. No andamos muy lejos de la realidad al actuar as, verdaderamente nuestros edificios respiran, y no son pocas las veces que los ahoga-mos, maltratamos o matamos.

    Figura 13. San Martn de Estavillo (lava). Dcadas sin respirar.

    Por ejemplo, el intercambio de agua en es-tado vapor es una actividad que humanos, ani-males, vegetales y edificios compartimos; un asfaltado alrededor de una iglesia aborta la ca-pacidad de intercambio de humedad entre el terreno, como elemento estructural u rgano especfico del edificio cuya funcin es sustentar e intercambiar aire, agua, sales, vibraciones... con el exterior; as que ese vapor buscar por dnde salir, y lo har por los poros de la piel: por la mampostera; ah aparecen las manchas de humedad, las eflorescencias, los intercambios inicos con sustancias presentes en la fbrica, en los cementos modernos, en los excrementos de aves y, finalmente, las roturas de sillares o la-drillos, las patologas (figura 13). Son muchas las ocasiones en las que una visin orgnica de nuestros edificios histricos nos ayuda a com-prenderlos mejor.

    Y como en la vida tambin hay ejemplos a seguir, he aqu uno de ellos: el da 15 de febrero de 2012, la siguiente carta al director apareci en Diario de Navarra, sorprende en una poca en la que no es fcil encontrar un diamante, buscan-do en el filn en el que abunda lo estril. Pero, a veces, sucede, y te encuentras con ese diamante;

    nuestra herencia y, por lo tanto, somos respon-sables de su estado y cuidado. Ninguna iglesia se pens para el bullicio, ningn convento para una vida de estrs, por eso sus lugares origina-les eran tranquilos, de baja energa mecnica y alta energa espiritual.

    Figura 11. San Miguel de Uju, siglo XIII (Navarra). Un buen refugio para el ganado y aperos de labranza.

    Seguramente seamos nosotros los que nos vayamos antes, pero nuestro mensaje, al igual que el de los constructores que nos precedieron, puede quedarse. La importancia que le damos a nuestros conventos e iglesias puede ser estricta-mente esttica o, a lo sumo, cultural, pero cultu-ral es tambin que no deberemos olvidar, con una mente libre de prejuicios, la idea que gener su existencia y el hecho de que hoy perduren materializados en forma de edificio, o dentro de uno de los lenguajes de la arquitectura.

    Figura 12. Iglesia romnica: un buen apoyo para contenedores de basura.

    Nuestros edificios histricos se pensaron para cumplir con su cometido en su poca; quiz algn arquitecto o maestro constructor intuy una serie de cambios y los plasm en su obra. Pero probablemente nunca se imaginaron la capacidad del hombre moderno para concentrar energa en la medida en que ahora lo hacemos.

    duda el trabajo que se realiza en la catedral de Santa Mara la Real de Vitoria; aunque slo sea por el gran acierto que supone el haber considerado que los usuarios estn incluidos en los criterios de valoracin del patrimonio, deter-minados as por las cartas de restauracin y poltica cultural de la UNESCO. Un gran ejemplo a seguir.

    Desde este punto de vista, lava y Navarra son dos comunidades hermanas, mucho ms cercanas de lo que creen sus ciudadanos, y tam-bin sus capitales. Vitoria y Pamplona (ambas amuralladas) comparten esa historia en las pie-dras y en las rocas que va ms all de la geolo-ga, la arquitectura o el clima, su similitud clim-tica, paisajstica y de uso del suelo, la piedra, el tipo de roca que las sustenta..., y muchas cosas ms.

    Figura 9. Sacrista de la iglesia de San Flix de Mendaza (Navarra).

    El presente artculo nace como resultado de una conversacin sobre las nuevas circunstan-cias que rodean la vida de nuestro patrimonio histrico, en especial de nuestras iglesias. De hecho, la conversacin se produjo un fro da de invierno en el interior de la iglesia de Menda-za (figura 9), en Navarra, ya casi entrando hacia lava, dedicada a San Flix, una de las iglesias estudiadas, entre otras cosas por las acentuadas patologas desencadenadas en las ltimas dca-das, todas coincidentes con obras de infraestruc-tura, muy violentas para la memoria de ese sub-suelo que la sustenta.

    All charlamos el prroco, personas del ayun-tamiento y del servicio de obras del Arzobispado de Pamplona y Tudela, ante las evidencias de cmo la modernidad ha introducido una serie de fenmenos y circunstancias que a nuestras iglesias de siglos anteriores les resultan como mnimo extraas. Y ante ellas su reaccin: a veces como la de un ser vivo que no sabe hacia dnde dirigirse, como pidiendo ayuda en un len-guaje mecnico, quiz tambin arquitectnico?

    Nuestros edificios histricos y su proyecto nos preceden, y puede seguir proyectndose en el tiempo sin desviarse del espritu para el que fueron pensados (figura 10); esto se llama cultura. Y si lo que queremos es que jueguen otro papel (figuras 11 y 12), tampoco debemos ol vidarnos para qu y por qu se crearon; son

    Figura 10. Restauracin del conjunto monumental de Uju (Navarra).

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    Nuestros constructores de antao supieron articular y armonizar sus obras y sus edificios a los comportamientos que conocan, y que hoy deno-minamos como potencialmente expansivos, co-lapsables, plsticos, etc., aunque no tuvieran aparatos Lambe o edmetros (figura 15), ni siquie-ra un sistema cegesimal o uno internacional de referencia. Pero, por supuesto, ello debera ir acompaado no slo por esa sabidura constructi-va, sino por una tcnica capaz de plasmarla y evitar el abandono de los monumentos (figura 16).

    Figura 16. Santa Mara de Zamarce (Navarra), siglo XII. Dcadas de abandono.

    Vemoslo en las tcnicas de cimentacin. Es un proceso conocido por los estudiosos de pato-logas en edificios histricos que, a partir de ciertas profundidades, el acceso a un substrato de apoyo firme y competente no se culminaba si las excavaciones deban superar una determina-da profundidad. El problema era el acceso. El Laboratorio de Edificacin ha trabajado en esta especialidad desde hace aos en edificios ante-riores al siglo XX (e incluso al XII). En muchos de ellos, y si no se poda alcanzar un substrato de roca o terrenos competentes, las patologas han aparecido de una u otra forma, pero en la mayor parte de los casos muy recientemente, despus de la segunda mitad del siglo XX.

    Son bastantes los casos en que existen terrenos con estratos en los que el estudio geo-tcnico debe ser solapado al arqueolgico, por la peculiaridad de los materiales encontrados, cuyo

    Los fenmenos testificados como colapsos recientes, estudiados en varios monumentos nava-rros y del Pas Vasco (figura 14), manifestados desde mediados del siglo XX en edificios de, a veces, casi un milenio de antigedad, y en terrenos que no son catalogados tradicionalmente como colapsables, no son solamente una coincidencia simultnea a la utilizacin y aplicacin del concepto o cualidad de colapsable, ahora ya ms de moda.

    Los conceptos referentes al terreno como colapsable, hinchable, plstico, etc., pertenecen a una poca muy reciente en nuestra historia lingstico-tcnica, no as los fenmenos natura-les a que apuntan dichos significantes, pues stos eran conocidos y evitados en lo posible, aunque no aparezcan de forma escrita y con claras definiciones, aunque no se ensayasen y cuantifi-casen, como ahora podemos hacer, dentro de un sistema cegesimal y normativa sectorial.

    Y todo ello, el especialista moderno en geo-tecnia lo puede testificar. Los antiguos cons-tructores muestran a travs de sus obras un co-nocimiento para muchos envidiable de esos comportamientos, y una sabidura ms bien intui-tiva del tema, pero tambin basada en la expe-riencia, un lenguaje recuperable. No as muchos de los modernos arquitectos, proyectistas y em-presas de construccin, cuyo acceso a esas in-formaciones a travs de informes geotcnicos, proyectos de instalaciones, etc., forma parte del proyecto global, pero no las entienden.

    una carta pequea que encierra un grandsimo valor sienta muy bien despus de mendigar por las reiterativas columnas polticas, econmicas, deportivas, rosas..., ninguna alegra, pero tuvo que ser una carta al director la que aportase el brillo de toda la tirada, el brillo del que buena nota debiera tomar a quien va dirigida, seor director, pues estamos muy necesitados de estas perspectivas. Adems, la persona firmante se dedica tambin, dentro de la Arquitectura, al estu-dio y la ejecucin de restauraciones del patrimo-nio, lo cual inspira ms esperanza; a veces, nos llevamos tambin una alegra.

    Nuestra experiencia: los edificios hablan, vamos a prestarles un poco de atencinDespus de muchos aos, en los que el que suscribe ha trabajado desde la Escuela de Arqui-tectura de la Universidad de Navarra, en el campo de la geotecnia y en estrecho contacto con tcnicos y entidades dedicadas a la conser-vacin de nuestro patrimonio histrico, en espe-cial a aquel que atae a nuestros inigualables y valiosos edificios religiosos, se ha puesto de manifiesto la reciente aparicin de un nuevo fenmeno en lo que al origen de serias patolo-gas se refiere: las violentas vibraciones de ori-gen humano en el terreno.

    Figura 15. Ensayo Lambe para estudiar el hinchamiento de un suelo.

    Figura 14. San Juan de Estella (Navarra). Colapsos de suelo por obras adyacentes.

    LA TORMENTOSA RELACIN DE MENOSPRECIO CULTURAL, CIENTFICO, TCNICO Y GEOTCNICO ENTRE ESPAA Y SU PATRIMONIO HISTRICO

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    PATRIMONIO HISTRICO

    Las dificultades tecnolgicas y la inexisten-cia a la sazn de una moda constructiva (o paradigma si se prefiere) como la actual (a veces poco justificada) de apoyar sistemticamente en las rocas subyacentes (aunque no sea necesario), as como las caractersticas de los edificios estu-diados bajo esta perspectiva, nos llevan a pensar que existieron corrientes geotcnicas precientfi-cas muy interesantes y a las que se les puede seguir la pista.

    La modernidad, los caballos de vapor, las vibraciones, sus consecuenciasLas vibraciones transmitidas al terreno y que reciben los edificios histricos de cualquier ciu-dad del mundo nada tienen que ver con los que reciban cuando se construyeron. Los terrenos cuaternarios (gravas, arenas, limos, arcillas...) ms fcilmente accesibles y, como hemos visto, la mayor parte de las veces receptores de las cargas, son en general ms porosos o sueltos que los terciarios o cretcicos que los subyacen (rocas).

    Figura 18. Plaza del Caballo Blanco (Pamplona).

    Algunos de los edificios con sobrepeso ms llamativos de la ciudad antigua, como el de la plaza del Caballo Blanco (figura 18), han tenido que ser estudiados y reforzados. Si se consuma-se la implantacin de las inspecciones tcnicas, ya no habra que esperar a que ocurran las ya demasiado habituales desgracias para recalzar, reforzar, sostener o, en el peor de los casos, dar por ruina y derribar...

    Adems del progresivo aumento de peso que provoca la modernidad (tambin aqu hay un paralelismo con el ser humano) al llenar nuestros edificios antiguos de soluciones estticas ms pesadas, mejores materiales, baldosas, cuartos de bao, aadidos verticales, grandes electro-domsticos, etc., nuestros edificios reciben una carga adicional mecnica externa cada vez que se acomete una nueva obra de infraestructura: VIBRACIONES.

    Automviles, maquinaria de obras pblicas, camiones de distintos tipos de basura, etc., son habituales generadores de vibraciones en el terreno; son elementos externos pocas veces tenidos en cuenta a la hora de valorar la salud de

    En algunos casos, el efecto de los esperados asientos se solventaba excavando hasta donde se poda y rellenando con mampostera; en otros, se excavaba ms extensin horizontal y se repar-tan las cargas con una distribucin que buscaba menor magnitud de peso por unidad de superfi-cie. En ambos casos, el objetivo era que dicha distribucin amortiguara en lo posible la apari-cin de las consabidas deformaciones que ven-dran con el tiempo, pero las estructuras ms flexibles de madera y mampostera respondan bastante mejor que en los mismos casos que se dieron bajo idnticas circunstancias, con mto-dos constructivos y arquitectnicos ms rgidos.

    La aparicin de uno de los substratos busca-dos por los constructores de antiguas pocas era necesariamente alguno de los dos descritos, y parcialmente se consigui en muchos edifi-cios. Y es al nivel de gravas cuaternarias o casca-jo al que apuntan la mayora de las observaciones realizadas en Navarra y lava, si las margas (tufas o cayuelas) eran poco o nada accesibles.

    Es habitual comprobar la extendida, persis-tente y saludable tradicin constructiva navarra y alavesa, observada en la mayora de los edificios histricos (y que an hoy se puede escuchar en boca de no pocos encargados, aparejadores y arquitectos a pie de obra, en algunos pueblos de la zona media, de la Ribera y tambin de las cuencas) de bajar al cascajo o al almendrn, salvando los niveles arcillosos aluviales y eluvia-les iniciales, o ms tcnicamente expresado: la sana costumbre de apoyar sobre estas terrazas cuaternarias.

    Se puede ver cmo este acceso elemental se llev a cabo al construir iglesias, palacios, casti-llos, etc., pudiendo descartar casi categrica-mente que se excavase ms all de los 5 m cuando lo que aparece a esas cotas son los pri-meros niveles de rocas.

    Para comprender esto en su completo signi-ficado, debemos tener muy en cuenta que esta tradicin no era, como actualmente, una opcin geotcnica ms y una eleccin de apoyo entre otras, sino una autntica necesidad constructiva que hoy, en retrospectiva, representa un paradig-ma en maestra arquitectnica y un desafo a las dificultades que ofrecan unas villas en continua expansin horizontal y vertical, en especial Pam-plona, que hasta bien pasado el siglo XX, no sali de las murallas con el primer ensanche; mientras tanto, haba crecido en vertical, lo cual trajo con la modernidad no pocos problemas de estabilidad estructural. Hoy, Pamplona encierra en su casco histrico una sorprendente ciudad medieval con edificios de hasta seis plantas.

    Pero a veces la necesidad de encontrar un buen apoyo no era satisfecha. Y de esta manera, son los terrenos cuaternarios, en general ms porosos y sueltos, los que reciben gran parte de las cargas de los edificios histricos.

    inters trasciende lo geotcnico. Se pueden ver en toda Navarra, lava y, en particular, en los cascos antiguos de Pamplona y Vitoria. Hay edi-ficios que hemos estudiado desde el punto de vista geotcnico y que, o bien se apoyan sobre antiguos cimientos de edificios remoldeados (romanos, medievales, renacentistas), bien sobre rellenos tanto cuaternarios como antrpicos, o bien una parte sobre terreno consistente y otra sobre esta naturaleza de rellenos.

    En todos los casos se puede observar un factor comn: con las tecnologas anteriores al siglo XX, y en buena parte tambin durante la primera mitad del mismo, a veces se haca tcni-camente imposible que los cimientos de los edi-ficios pudiesen apoyar en toda su extensin horizontal y vertical sobre uno de los dos substra-tos competentes que el subsuelo presenta en estas zonas. En especial, este fenmeno se des-taca en toda la cuenca de Pamplona o de la de Vitoria, ciudades con una geologa similar en lo que a efectos geotcnicos se refiere; por supues-to muy en particular los cascos histricos de ambas ciudades.

    Tanto sobre las terrazas cuaternarias de gra-vas redondeadas (local e histricamente denomi-nadas cascajos y almendrones) como sobre las rocas sedimentarias del tipo marga (tufas y cayue-las), no siempre se haca posible el apoyo com-pleto debido a dificultades de acceso aunque, como se ha podido observar, ste se buscaba; sin embargo, cualquier especialista en arquitectura de restauracin puede testificar que no son pocos los edificios que no lo consiguieron, o los que slo lo hicieron parcialmente.

    Figura 17. Parlamento de Navarra, antigua Audiencia.

    El Parlamento de Navarra (figura 17) es un edificio apoyado en gravas (cascajos) hasta el inicio de las obras de adecuacin a finales del siglo XX. Despus de la creacin de stanos se apoy parte de la nueva estructura en la roca de margas (tufas). Las prisas hicieron que una noche previa a San Fermn se desplomase el muro interior sur. Con el terreno nunca se cuenta, la geotecnia y la hidrologa son las ciencias ocul-tas de la construccin. Otra forma ms de encarecer las restauraciones. No hubo daos personales, el edificio avis horas antes; segn algunos testigos, chasquidos, crujidos, golpes, se sucedieron durante horas; eran los gritos de ayuda previos al colapso, fcil de entender por cualquiera, pero colaps.

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    patrimoniales, con un buen conocimiento del terreno de apoyo, estructural, estado de la mam-postera, tejados, obras realizadas en distintas pocas, conducciones, etc.; en una palabra, una ITE (Inspeccin Tcnica de Edificios) para ciuda-des histricas de carcter multidisciplinar.

    Figura 21. Panormica de Santa Mara de Eunate.

    La iglesia de Santa Mara de Eunate (figura 21), en Navarra, presenta numerosas irregularida-des constructivas que hacen de ella todo un sm-bolo de destreza, habilidades y misterio. Ninguna de ellas supuso un problema de estabilidad para el monumento; nunca se temi por su seguridad. En las diferentes restauraciones se mantuvieron siempre esas heterogeneidades, pocas referen-cias hay (o muchas pero muy dispares y hasta de lo ms extravagantes) a su significado, an muchas permanecen esotricas al profano.

    El ahorro de recursos a la hora de afrontar estas investigaciones no est reido con la efec-tividad de las soluciones. Como es sabido, se han dado casos en que algunos edificios histricos han requerido de estudios geotcnicos direc-tos que han derivado en enormes gastos y esca-sas soluciones, o han sido inviables por algo muy importante y cada vez ms a tener en cuenta: la seguridad. La inseguridad e imprevisin, tanto laboral como tcnica, se deriva de una falta de perspectiva integrada entre la geotecnia, las estructuras, la prevencin, el conocimiento de las artes constructivas con mirada histrica y la familiarizacin directa: la complicidad que se establece entre el tcnico actual y el mensaje que desde el pasado enva el edificio histrico. El tcnico debe saber comunicarse con el edifi-cio, debe saber leer en sus paredes, en sus pila-res, en sus grietas, sus fisuras, sus manchas de humedad. Cada unos de esos detalles conforman el eplogo de una serie de procesos que han con-fluido en esa iglesia, en ese palacio, ese hotel, y ah han impreso su letra; si un proceso determi-nado supera el umbral de lo esttico (una fisura puede gustar o molestar) entrando de lleno en el campo de lo patolgico, es tambin un mensaje del edificio en su lenguaje mecnico, y alguien debe saber leerlo.

    As, a veces los estudios de la patologa del terreno podran ser perfectamente justificados como indirectos si se garantizase tanto la seguri-dad del propio patrimonio como la de las personas que debieran ejecutar trabajos peligrosos y, por

    edifico histrico que presente alguna patologa y es prcticamente inaccesible desde el punto de vista de la investigacin geotcnica, puede daar o poner en peligro a otros edificios o personas si se acometen trabajos directos en las zonas ms vulnerables. Se hacen los estudios para conocer las caractersticas de estabilidad, y lo paradji-co: a veces deteriorndola precisamente para estudiarla. Si las evidencias de la necesidad del recalce son manifiestas y el conocimiento del medio es notable, un verdadero especialista puede reconocer el origen del problema y propo-ner soluciones que devuelvan al edificio un estado de equilibrio con el entorno, si ste toda-va pudiera lograrse, o una necesidad de adecua-cin a las nuevas condiciones, si no fuera el caso. Sera un ahorro seguro, basado en la expe-riencia y en la capacidad de observacin, es decir de hacer ciencia til, de prestar atencin al lenguaje de los edificios histricos. Pero esperar que esta ciencia se desarrolle en Espaa es casi una utopa.

    Para un estudio completo de la magnitud del problema es fundamental conocer el papel que juega la interaccin terreno-cimiento, profundi-dad de apoyo, magnitud de las cargas, tipo de terreno, naturaleza del mismo, humedad y sus cambios estacionales anuales, cambios bajo condiciones extremas como sequas, inundacio-nes, obras cercanas, trfico, adems de todos los parmetros geotcnicos habituales.

    Los cascos antiguos de las ciudades han sido objeto de muchos estudios desperdigados. Pocas administraciones recopilan esta tradicin y acervo cultural colectivo. Acometer un estudio en el casco antiguo de cualquier ciudad, villa o pueblo pasa siempre por la bsqueda de prece-dentes; es una actividad que a veces es, en la era de la comunicacin, una tarea perdida, hasta tal punto que el tcnico que escribe se ha encontra-do con estudios redundantes, muy deficientes o fraudulentos. Un estudio general de este tipo debera complementarse en todas las ciudades

    un edifico histrico. Menos an se tiene presen-te la vulnerabilidad de los rellenos antrpicos o cuaternarios al reajuste de partculas o colapsos inducidos por tales vibraciones. Pero no es aven-turado afirmar que, muchas veces, se es el ori-gen de las patologas ms importantes de todas las mostradas por nuestro patrimonio arquitect-nico.

    Comienza a ser habitual que la conclusin final de restauracin pase por recalzar iglesias (figura 19), conventos, palacios, edificios histri-cos en general (figura 20), para su futuro uso en nuevas condiciones histricas, econmicas y sociales. La pericia, la destreza y la experiencia de un tcnico conocedor del problema y con datos basados en la observacin directa y en una investigacin de campo suficiente, son determi-nantes para detectar que una patologa se ha generado por la contaminacin vibracional u otras causas, pudiendo as tomarse las decisio-nes correctas al respecto y atajar el problema sin tener que destrozar parte del monumento. Y esto viene a colacin, por la cantidad de deterioro que conllevan algunos estudios.

    Podra perfectamente puentearse, en algu-nos casos muy determinados de inaccesibilidad o peligrosidad, un estudio excesivamente deta-llado, caro e incluso esotrico por el lenguaje y metodologa utilizados para explicar las carac-tersticas de la interaccin terreno-cimiento. Un

    Figura 19. Recalce de una iglesia con micropilotes.

    Figura 20. Recalce de un edificio histrico por bataches.

    a) Seccin tpica

    Antiguo cimiento

    Hormign

    Encofrado

    Posterior relleno de tierra apisonada

    mn. 0.80

    LA TORMENTOSA RELACIN DE MENOSPRECIO CULTURAL, CIENTFICO, TCNICO Y GEOTCNICO ENTRE ESPAA Y SU PATRIMONIO HISTRICO

  • Tierra y tecnologa, n 42, 45-57 Segundo semestre de 2012 51

    PATRIMONIO HISTRICO

    Algunos ejemplos cercanos. Los edificios hablando: Hay alguien ah?Los pilares del Palacio del Condestable de Pam-plona (figura 24) transmitieron durante siglos ms de 5 kp/cm sobre las gravas o terrazas de Pamplona por medio de unas zapatas de sillar de forma redonda y sucesivas elevaciones con tapial de la misma grava; no hubo deformaciones significativas durante dcadas. Aunque se lleg a temer por su estabilidad en las primeras fases de la restauracin, se minimizaron los efectos de las vibraciones al mximo. Hoy es un centro de exposiciones y de actividades culturales.

    Figura 24. Arcos del Palacio del Condestable.

    Figura 25. Palacio del Condestable. Cimientos de diferentes pocas y tumbas del siglo X.

    El Palacio del Condestable ha sufrido duran-te siglos varias transformaciones internas y de su entorno urbano. Entre tumbas del siglo X (figura 25) aparecen tapiales muy antiguos convi-viendo con estructuras modernas. Se han dado varios reajustes tensionales, debidos a tantas actuaciones, hubo que reforzar varias zonas del

    Un estudio estructural siempre da luz sobre el estado general del edificio, una comprobacin de si las deformaciones del terreno han afectado a otros elementos de sostenimiento es necesaria y complementara lo observado en cada caso particular.

    Uno de los problemas de la era de la comuni-cacin es la falta de ella, y pocas son las veces en que todas las personas que participan en la recuperacin de nuestro patrimonio se renen bajo el cobijo del edificio a recuperar. Pero cuan-do esto se hace, l, el edificio, tambin se comu-nica. As, la comunicacin efectiva es proporcio-nal a la durabilidad de las soluciones finales, y esto es una experiencia contrastada.

    Las vibraciones excesivas en el terreno estn deteriorando cada vez ms nuestro patrimonio, y pocas son las personas cuya clarividencia al res-pecto es tenida en cuenta, sus voces que se alzaron ante las obras de nuevas acometidas sobredimensionadas, monstruosas manzanas de adosados que nacen como setas, y clamaron en defensa de nuestros viejos palacios o iglesias (stos cada vez ms rodeados y fagocitados), permanecieron sordas, eclipsadas por los decibe-lios de la maquinaria de edificacin. Los edificios histricos, palacios, iglesias, castillos, etc., en este pas, segunda potencia mundial en patrimo-nio cultural, estn integrados (cuando lo estn) casi exclusivamente desde el punto de vista esttico, pero no desde el energtico. Un ejemplo clarificador de esta situacin es la iglesia de Noin (figura 23), vctima de excavadoras, escari-ficadoras, rodillos y compactadoras al reurbanizar los alrededores. En un principio se le ech la cul-pa a la sismicidad inducida por la puesta en carga del pantano de Itoiz, pero se pudo estudiar y demostrar que el tremendo movimiento de tierras de alrededor fue la causa de sus males.

    Es muy importante tener en cuenta que una integracin completa pasa por considerar que unas nuevas condiciones contextuales son tam-bin siempre unas nuevas condiciones mecni-cas, energticas y vibracionales.

    supuesto, la deteccin y solucin de un problema de estabilidad. No sera la primera vez que parte de un sillar cae cerca de un usuario o feligrs, incluso sobre l, sin que antes se hubiese destacado un avance de grietas, un aumento de las manchas de humedad, una deformacin de la sillera, un abom-bamiento del tejado, etc.; esto no es lo habitual, pero sin duda ha pasado.

    Por otro lado, la existencia de muchos traba-jos previos, e incluso contiguos a cualquier edifi-cacin y las experiencias geotcnicas en el casco antiguo de cualquier ciudad, constituyen con el testimonio de los sistemas de cimentacin utiliza-dos antao, una base slida basada en la confian-za traducida del lenguaje del pasado. El mapa geolgico es una gran herramienta de trabajo (figura 22). Para el caso de Pamplona, es una informacin urbana realizada recopilando muchos estudios previos y varias campaas de completa-do, una herramienta fundamental para una correc-ta distribucin del territorio, de la adecuacin de espacios urbanos, de cuidado del patrimonio y del uso del suelo.

    Sobre ello se puede fundamentar una hipte-sis en la que el recalce, el aislamiento estructural, o el drenaje, etc., no slo seran viables, necesa-rios y funcionaran en las nuevas circunstancias de contaminacin vibracional del siglo XXI, sino que adems, a partir de los datos previos, se obtienen medidas con bastante exactitud de los parmetros geotcnicos de los terrenos involucrados, su distri-bucin y su naturaleza, adems de su origen. Ello nos sita en una posicin poco habitual, por privi-legiada, a la hora de tomar decisiones o hacer clculos geotcnicos o de ingeniera.

    Debemos comprobar, adems, que la natura-leza de algunos elementos constructivos: ladri-llos, mampostera, etc., no sean responsables de las deformaciones observadas; su funciona-lidad y buen estado es un requisito fundamen-tal. Despus del recalce (si se opta por ello) o de forma simultnea, el acceso y la toma de muestras ser mucho ms segura y represen-tativa.

    Figura 22. Mapa geolgico del suroeste de Pamplona. Figura 23. Iglesia de Noin (Navarra).

  • 52 Tierra y tecnologa, n 42, 45-57 Segundo semestre de 2012

    a unos 15 m de la iglesia supuso una autntica paliza que remataba varios aos de soportar continuos movimientos de tierra, vibraciones, trfico pesado, arranque y extraccin de rocas, etc. An hoy, la iglesia y la casa parroquial se recuperan de la agresividad de las actuaciones. Hacia 1998, los alrededores de la iglesia eran campos de cultivo de cereal, como prcticamente durante todo el ltimo milenio, pero en menos de 8 aos, y esto supone menos del 1% de su vida, la invasin de urbanizaciones de adosados, pis-tas deportivas, variantes, etc., conforman un panorama como el que culmina en 2005: Noin es una continuidad de Pamplona. El movimiento de tierras, rocas, ataluzados, explanaciones, urba-nizaciones, terraplenados, compactaciones, ejecutados en slo unos meses, suponen la con-centracin de tales niveles de energa en un espacio tan reducido que superara en varias veces la suma de cientos de aos de carros de bueyes, caballos, e incluso tractores, en el ante-rior 99% de tiempo de existencia.

    Figura 30. Iglesia de San Juan Bautista de Estella.

    La iglesia de San Juan Bautista de Estella (figura 30) sufri una serie de cambios en su entorno durante todo el siglo XX, algunos muy agresivos, entre los que cabe destacar la cons-truccin de una sala multiusos (hoy abando-nada) en los stanos de la Plaza Mayor. La interferencia en los cursos naturales de agua subterrnea, el movimiento horizontal de mate-riales cuaternarios y las vibraciones de las obras colindantes a los que se suman los del trfico pesado, el incremento de circulacin en varias pocas que se permita por el casco vie-jo, etc., se sumaron tambin al deterioro patri-monial. A mediados de los aos 90 del siglo XX, se acometi la restauracin teniendo en cuenta estos fenmenos que estudiamos. Se lleg a

    actuaciones ms o menos afortunadas, parches, etc., incluso refuerzos durante el siglo XIX y XX que, al ser parciales, han supuesto una inestabi-lidad mayor. Quiz, una de las iglesias ms afectadas por el crecimiento de una villa con un subsuelo especialmente vulnerable.

    En la parte norte un vial, en la parte sur otro, un aparcamiento cercano, trfico pesado, elemen-tos aadidos y unas urbanizaciones muy agresivas han llevado no slo al monumento, sino tambin a algunas de las edificaciones de Mendaza a aco-modarse a esas nuevas circunstancias tensionales. Acumulaciones de agua localizadas y vibraciones intermitentes en varias tandas de acondiciona-miento de conducciones y pavimentacin han lle-vado al monumento a un estado merecedor de actuaciones urgentes. A unos 100 m de la iglesia, en la parte baja del pueblo, un edificio del siglo XVIII se vio especialmente afectado por obras de las acometidas, en 1995.

    Quiz, uno de los mejores ejemplos de cmo el crecimiento urbano es capaz de comerse el entorno de un edificio histrico, lo tenemos en el crecimiento de Noin y la zona de su iglesia de San Miguel (figura 29). La rotonda que se ejecut

    edificio, las tcnicas constructivas histricas esta-ban estratificadas: las ms antiguas abajo, en el medio la Edad Media y las edades modernas arriba. Una cuestin de perogrullo que trajo muchos quebraderos de cabeza.

    Las obras de adecuacin de las calles de Puente la Reina (conducciones, pavimentacin, etc.), introducan tal nivel de vibraciones en el terreno que se notaban a ms de 50 m desde el foco de compactacin que las emita. Las grietas de los edificios comenzaron a aparecer semanas despus. En la figura 26 hay una vista anterior a la restauracin de calles y edificios. En la figura 27 una reciente vista con las calles y las edifica-ciones ya restauradas.

    La iglesia de San Flix de Mendaza muestra en la sacrista (figura 28) las huellas de varias actuaciones que han supuesto una larga lista de reajustes de elementos, manchas de humedad,

    Figura 26. Vista de Puente la Reina.

    Figura 27. Vista de Puente la Reina, una vez restauradas sus calles.

    Figura 28. Iglesia de San Flix, Mendaza (Navarra). Figura 29. Iglesia de San Miguel de Noin.

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  • Tierra y tecnologa, n 42, 45-57 Segundo semestre de 2012 53

    PATRIMONIO HISTRICO

    aparcamiento subterrneo y todo un mundo de galeras y conducciones se instalaron en sus inmediaciones. El grupo multidisciplinar que restaur el monumento es otro ejemplo de exce-lencia y buen hacer.

    Figura 36. Castillo de Fontecha (lava).

    El castillo de Fontecha (figura 36), en lava, se preparaba para nuevos usos pedaggicos, la reconstruccin y adecuacin de su entorno. Y ah va uno de los grandes aciertos: precisamente una escuela profesional relacionada con la res-tauracin de monumentos, de la piedra, de can-tera, de madera, etc. Un enclave y una iniciativa oficial envidiables, a los que hay que sumar una previsin y una concienciacin de los tcnicos ms que loable, en los que el hecho de conocer el terreno de antemano, por un estudio enfocado a ello, evit y minimiz en un grado modlico una enrgica actuacin sobre el monumento y su entorno, de consecuencias como las denuncia-das en el presente artculo.

    El Palacio de Guendulin (figura 37), en Navarra, ha sufrido el abandono progresivo de las ltimas dcadas. Es otro de los monumentos a los que un estudio previo con un conocimiento ntegro de la dinmica del terreno, incluida la posible influencia de las antiguas galeras de Potasas, S.A., sita a sus tcnicos como ejemplo de previsin, concienciacin y buena prctica

    Otro fantstico ejemplo de cmo abarcar con acierto y de forma multidisciplinar una joya del siglo XII es la iglesia de Santa Mara de Zamarce, en Huarte Arakil (figuras 32 y 33), en las faldas de la Sierra de Aralar. Esta iglesia, recientemente restau-rada, no ha sufrido grandes actuaciones en su entorno salvando una pequea carretera que pasa cerca. Su lejana a un casco urbano ha preservado durante casi mil aos un monumento al que el aban-dono por dcadas ha pasado una buena factura.

    Figura 34. Iglesia de San Andrs de Ayesa (Navarra).

    La parroquia de San Andrs en Ayesa (figura 34), Navarra, es otro ejemplo: las vibraciones ejercidas por los rodillos y apisonadoras al eje-cutar una pista de acceso a la zona alta del pueblo, le ha supuesto un reajuste estructural. Dicha pista circunda buena parte de su permetro y, a pesar de su moderada lejana del centro de la villa, varios factores se juntan para poder apuntar otra vez a las actuaciones humanas desmesuradas en lo que a liberacin de energa se refiere como responsables de grietas, fisuras, y movimientos de la sillera.

    La iglesia de Jess y Mara (figura 35), en la calle Compaa de Pamplona, vivi en pleno casco urbano una transformacin tanto de uso como de fisonoma que ya comenz cuando un

    temer por su estabilidad, pero se consigui el equilibrio tensional.

    Figura 31. San Martn de Gceta (lava).

    Las ocho fases o etapas de crecimiento de la iglesia de San Martn de Gceta, en lava (figura 31). A su alrededor se produjeron cambios hdricos debidos a regados y una carretera que cruza por delante ha sido arreglada en diversas ocasiones (con una delicadeza inigualable). Actualmente, recin terminada su restauracin ha sido reforza-da. Los estudios previos a su restauracin mues-tran uno de los ejemplos modlicos a seguir, una excelente manera de restaurar patrimonio.

    Figura 32. Iglesia de Santa Mara de Zamarce (siglo XII).

    Figura 33. Santa Mara de Zamarce con su albergue (a la izquierda), a las faldas de la Sierra de Aralar.

    Figura 35. Iglesia de Jess y Mara. Albergue para peregrinos del camino.

  • 54 Tierra y tecnologa, n 42, 45-57 Segundo semestre de 2012

    Figura 40. Monasterio de Roncesvalles (Navarra), otra restauracin ejemplar.

    Pero no todo son desastres. El monasterio de Roncesvalles (figura 40), en Navarra, es un ejem-plo de buena restauracin y conservacin.

    Estas reflexiones valen tambin para aquellos tesoros innumerables desperdigados por la geo-grafa espaola, en los que ya se han hecho des-trozos por urbanizaciones agresivas, pavimenta-ciones de carcter urgente, etc., y comienzan a resentirse. Espero con ello que nazca tambin un impulso para la concienciacin de que parte de lo ms valioso de nuestro patrimonio histrico, lo religioso y cultual sigue vivo, y por lo tanto necesita de unas atenciones especiales.

    Figura 41. Iglesia de San Martn de Grcin.

    La iglesia de San Martn de Grcin (figura 41), en Navarra, ha tenido que soportar durante aos el trfico pesado de camiones y maquinaria pesada que accede a una cantera cercana, y que pasan precisamente por debajo de un muro de contencin a unos 5 a 10 m de la iglesia, y no slo eso, para facilitar su acceso, la carretera ha sido recompactada, reasfaltada y arreglada en varias ocasiones, y cmo no, la iglesia con ella.

    Figura 42. San Emeterio y San Celedonio, Tajonar (Navarra).

    edificios de hasta cuatro o cinco plantas comien-zan a destacar entre las pequeas viviendas. Ah estaba lo que todava hoy llamamos extramu-ros: el convento de los padres Capuchinos. En la actualidad, de extramuros slo conserva el nombre, que podra ser entre-rotondas. El entor-no del convento est completamente inmerso entre grandes avenidas, edificios de viviendas y, por supuesto, dos de las inevitables rotondas pegadas al edificio, camiones, trfico las vein-ticuatro horas del da, maquinaria de obras, un mundo de conducciones... Todo, menos la paz espiritual de sus inicios medievales.

    En el presente artculo se esboza una posible lnea de investigacin futura, una asignatura pen-diente para el sector de la construccin y para las administraciones; esta pudiera culminar algn da en algn tipo de normativa, pliego tcnico o docu-mento que se enfoque a preservar la salud de nuestros antiguos palacios, castillos, iglesias o conventos, cuando en ellos mismos o en sus alre-dedores se acometa una modernizacin en forma de urbanizacin, promocin de viviendas, etc.

    Figura 39. Iglesia de San Esteban de Alagua.

    Tal vez, uno de los ejemplos ms claros de cmo destrozar un monumento sea el de San Esteban de Alangua (figura 39), en lava. Suce-sivas pavimentaciones de hormign en masa compactadas con rodillos vibrantes, a menos de 2 m de la iglesia, supusieron prcticamente su ruina. No se escucharon los avisos de sus veci-nos que en varias ocasiones denunciaron el peligro. Finalmente una actuacin de emergencia ha medio salvado la iglesia. Un ejemplo ms del resultado de no contar con parte del patrimonio, como dicen las cartas de la UNESCO: los usuarios.

    arquitectnica a la hora de afrontar una obra de restauracin con otra perspectiva que se apar-ta de lo puramente especulativo o mecanicista.

    Entre enero y febrero de 2005, uno de los muros del NO del Castillo de Guendulin se desplom, las causas se achacaban a la antigua existencia de galeras y antiguas explotaciones de Potasas, S.A. Sin embargo, un estudio minu-cioso del terreno y de la documentacin existen-te puso de manifiesto que esto no era as, sino que en esa zona el terreno presentaba unas caractersticas geotcnicas ms deficientes que en el resto de la edificacin. Con los aos, la edificacin fue cediendo hasta el colapso final en la poca de obras. El castillo es un emblema de varios captulos de la historia de Navarra.

    Figura 38. Iglesia de Tirapu (Navarra).

    La iglesia de Tirapu (figura 38) tuvo una contro-vertida historia en relacin con sus construccin ya en su inicios, desde la recepcin de la piedra hasta problemas de pagos; algunos aadidos ya moder-nos obviaron que el terreno sobre el que se asienta mantiene unas caractersticas especiales de cam-bios fsicos y qumicos cclicos dependientes di -rectamente de las circunstancias meteorolgicas. Durante este trabajo surgi la cuestin del cambio climtico y la salud de nuestros monumentos; las oscilaciones estacionales hace siglos no debieron ser tan bruscas como ahora.

    A principios del siglo XX, la Rochapea y Ansoain, barrio de Pamplona y ayuntamiento colindante a la ciudad, respectivamente, todava eran un grupo de campos de cultivo y viviendas de aspecto rural a las afueras de una ciudad que creca con cierta moderacin. Hacia 1963 comienzan a tener un aspecto hbrido entre el de una zona rural y dormitorio perifrico. Algunos

    Figura 37. Palacio de Guendulin.

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    PATRIMONIO HISTRICO

    central, provoc deformaciones en la sillera que llegaron hasta nuestros das. En un principio se crey que era un asiento del terreno: no lo era, se investig.

    Figura 47. Convento de Recoletas de Tafalla (Navarra).

    El convento de Recoletas de Tafalla (figura 47) es una zona donde convergen las aguas superficiales y subterrneas de Tafalla hacia el ro Cidacos, tanto por infiltracin como por esco-rrenta, a travs de cascajos o gravas redondea-das muy permeables. Las monjas, cansadas de tanta humedad, barnizaron una buena parte de la superficie del monumento; los problemas de capilaridad derivados afectaron a la mamposte-ra y a los morteros, hubo que actuar con nuevos drenajes, ventilacin y cambio de materiales.

    La baslica de San Gregorio Ostense (figura 48), en Sorlada (Navarra, y ya muy cerca de lava por el interior), con su convento parecen imi-tar el entorno. Estratos verticales (figura 49) con

    somos un pas demasiado paleto para valorar semejante regalo dejado por Chronos. Llevamos doscientos aos de ignorancia y son muchos!, y hay evidencias ya, mensajes en ellos que el mis-mo Chronos nos enva como avisos muy claros; el problema es que a su cuidado hemos puesto la mayora de las veces a personas no bien prepa-radas. Su mantenimiento nos fue encomendado, su restauracin, su integracin en el siglo XXI pasa por diferenciar claramente los mecanismos y contextos de expresin arquitectnica y tcni-ca, pero tambin espiritual pensados para la modernidad, que en cierta manera difieren de los que se pensaron en el pasado.

    Figura 45. El monasterio de Irache (Navarra) tiene una fuente de vino.

    El monasterio de Irache (figura 45), en pleno Camino de Santiago, sufri como tantos otros monumentos los avatares de las guerras, la desamortizacin, las tropas de Napolen, etc., pero tuvo que luchar desde su estructura con varios niveles de agua intermitentes, superpues-tos en el subsuelo, con una geologa muy com-pleja; varios asientos diferenciales, reajustes de sillera, actuaciones parciales, refuerzos con ati-rantados y cambios de sillera han hecho que las labores de recuperacin fuesen ms costosas de lo pensado inicialmente, pero mereci la pena; es otro gran ejemplo de una intervencin multi-disciplinar.

    Figura 46. Palacio de Gngora, Aranguren (Navarra).

    El Palacio de Gngora (figura 46) ya tena un objetivo y un papel antes de ser restaurado, lo que facilita mucho las cosas. Leyendas de todas las clases ponen un problema estructural en las guerras contra los ingleses (siglos XVI y XVII). El apoyo de troncos de rboles (robles y hayas) para construir barcos destinados a la armada espaola, justo sobre el muro este de la plaza

    La iglesia de San Emeterio y San Celedonio de Taponar (figura 42), en Navarra, ha sufrido al mismo tiempo que se realizaron las obras de acceso y restauracin de un talud en su parte norte, un grado excesivo de reptacin del suelo por ciclos de humedad muy acentuados en las ltimas dcadas, adems de reajustes tensiona-les por hinchamiento y retraccin del terreno que afect sobre todo a la sacrista.

    Figura 43. Iglesia vieja de la Asuncin de Murchante, hace unos 50 aos.

    La iglesia de la Asuncin de Murchante (figura 43), en Navarra, ha sufrido entre otras cosas el ataque de los sulfatos en sus cimientos de hormign no sulforresistente, pero en los ltimos aos varias urbanizaciones, conduccio-nes, prdidas de agua y obras la han llevado a ser recalzada y arreglada desde varios puntos de vista (figura 44).

    Figura 44. Interior de la nueva iglesia de la Asuncin de Murchante.

    Todos estos monumentos son, adems de patrimonio cultural y autnticos tesoros exclusi-vos de este pas, nuestro futuro. Nadie ms los tiene, son la envidia de las naciones desarrolla-das, un lujo exclusivo que la herencia de la historia ha querido dejar en la pennsula Ibrica. Pero Figura 49. Estratos de arenisca.

    Figura 48. Baslica y convento de Sorlada (Navarra).

  • 56 Tierra y tecnologa, n 42, 45-57 Segundo semestre de 2012

    ver repetido en varios de los elementos estructu-rales y ornamentales del mismo, en diversos lugares como Soria, Burgos o Valladolid.

    San Pedro de Olite (figura 53), en Navarra, fue romnica en origen y, a pesar de haber recibido notables modificaciones adecundola a los cam-biantes gustos de la moda edificativa, an conser-va un vestigio notable de su pasado romnico. Actualmente, est siendo objeto de restauracin y adecuacin. Parte de la zona ms baja ha sufrido tambin las consecuencias histricas de ejecucin de viales, con sus capas de explanada mejorada, subbase, base, capa de rodadura asfltica, etc., realizado con maquinaria de obras pblicas preci-samente indicada para la obra pblica. La cada de un rayo en el siglo XVII, el terremoto de Arnedillo de 1817, el de Turruncn de 1929, han ido poco a poco aportando su in crescendo conjunto de fen-menos vibracionales que culminan en el siglo XXI con la ejecucin y apertura de una rotonda a unos 20 m, que recibe la desviacin de todo el trfico pesado de Olite.

    El antiguo Palacio de Capitana, ahora Archivo General de Navarra (figura 54) (Rafael Moneo) se asentaba sobre una zona donde desde la Edad Media se acumulaban huesos, restos de animales como caballos, burros, etc., que se utilizaban en diferentes labores preindustriales. La restauracin comenz con un estudio geotcnico completo para determinar perfectamente unos perfiles amplia-mente cambiantes y de materiales acumulados, tanto orgnicos como inorgnicos, sin prctica-mente valor arqueolgico. Consta de dos partes diferenciadas. Por un lado, la recuperacin de la parte del antiguo edificio medieval, donde se encuentra el rea de consulta y atencin al pblico. Por el otro, la construccin de un moderno edificio de nueva planta, amplio y capaz, en el que est ubicado el depsito documental.

    el primer gtico trajeron los primeros cambios. El gtico buscaba el espacio, la elevacin, la altura. Hasta tres veces se cay la cubierta, en intentos fallidos. Finalmente, una cubierta no tan alta se ejecut, pero al mismo tiempo el suelo se baj ms de un metro; parte del cimiento qued al descubierto, una actuacin de contencin con un muerte de bloques contra un terreno semisatura-do pero con suficiente cohesin, salv la posibi-lidad de un cambio brusco de las condiciones del mismo y, por lo tanto, de la estabilidad. La construccin de un ascensor urbano cercano casi cuesta un disgusto, pues las fuertes vibraciones durante su ejecucin provocaron asientos y movimientos indeseados del terreno. Adems de su altar mayor, destacan las columnas torsas (figura 52), uno de los misterios mejor guardados de este monumento y un motivo que se puede

    diferentes comportamientos, areniscas y arcillas, supusieron una evolucin ladera abajo con un movimiento en la zona de arcillas de 1 cm/siglo. Despus de casi quinientos aos, las deforma-ciones eran muy aparentes, unos dados de hor-mign y un refuerzo econmico solucion los problemas estructurales; otro ejemplo de cmo hacer las cosas en el orden lgico, antes de actuar, el terreno dijo cmo evolucionaba la zona.

    La catedral de Tudela (figura 50) se asienta sobre potentes cascajeras o gravas del ro Ebro en la parte alta de la ciudad; una contaminacin por excrementos de palomas, cigeas, por el siglo XX con sus coches y humos y sucesivas rehabilitacio-nes con diferentes piedras, diferentes morteros y diferentes capilaridad. Una sinfona de inconve-niencias hicieron que el monumento sufriese una inoculacin de sales mviles que se extendan por todo el sillar; cuando se secaban en los meses de verano cristalizaban en forma de fosfatos y sulfa-tos, y los cristales al crecer hacan explotar la pie-dra; algunos cascotes cayeron sobre los usuarios, tambin valiosas figuras histricas explotaron, un problema detectado y prcticamente resuelto.

    En la iglesia y conjunto monumental de San Pedro de la Ra de Estella (figura 51), en Nava-rra, las modas constructivas entre el romnico y

    Figura 50. Catedral de Tudela (Navarra). Figura 52. Las columnas torsas.

    Figura 51. San Pedro de la Ra, Estella.

    Figura 53. San Pedro de Olite (Navarra).

    LA TORMENTOSA RELACIN DE MENOSPRECIO CULTURAL, CIENTFICO, TCNICO Y GEOTCNICO ENTRE ESPAA Y SU PATRIMONIO HISTRICO

  • Tierra y tecnologa, n 42, 45-57 Segundo semestre de 2012 57

    PATRIMONIO HISTRICO

    Cada ao algn edificio es declarado en ruina, inyectado o recalzado, con todas las molestias correspondientes, desalojos, juicios, realojos... En crculos geotcnicos es bien conocido, los vecinos tambin lo saben, pero nadie ataja el problema desde donde hay que hacerlo. La necesidad de inspecciones tcnicas es una prioridad en esta villa, pero no se hace, no se cotejan como en Aragn mapas locales de peligrosidad geotcnica con los planes urbansticos, no existen tales mapas. Los intereses polticos sucesivos han hecho de Peralta el lugar menos resiliente de los estudiados en lava y Navarra, puesto que el gran problema de sobreponerse a la peculiaridad que supone la deficiencia geotcnica de su subsuelo no se ha comprendido, o no se ha querido comprender.

    La iglesia de San Zoilo (figuras 56 y 57), Cse-da, es una de las asignaturas pendientes de los navarros, uno de los parajes ms bellos de su patrimonio. An se encuentra en un estado de abandono demasiado acentuado para la riqueza patrimonial que es, seguramente, uno de los casos ms sangrantes de la desidia y la dejadez de las inversiones en cultura, pero tambin de la poca imaginacin de nuestros dirigentes para promo-cionar ambas, la cultura y el disfrute de ella.

    Nuestro patrimonio es nuestra ms valiosa herencia. El estado general de los edificios patrimo-niales y su cuidado est siendo una autntica catstrofe y una desconsoladora falta de resiliencia para el pas de Europa con ms recursos naturales. La mayora estn en un estado lamentable o han sido objeto de chapuzas progres o hechas desde la soberbia, aunque, como hemos visto, cuando se sintoniza con el monumento, el resultado es bellsi-mo, fuente de riqueza cultural y econmica. Algunos pases, cuyos tesoros patrimoniales no nos llegan

    Figura 54. Archivo General de Navarra.

    El edificio conserva algunos componentes de la primitiva construccin gtica, al que en uno de los vrtices, se ha aadido una torre de doce plantas, tres de las cuales se sitan por debajo del nivel del suelo.

    La iglesia de San Juan de Peralta (figura 55), en Navarra, se sita sobre un autntico paraso de las patologas. En 1992 casi se declara en ruina. Una urgente actuacin con jet grouting lo salv. Se present rpidamente un proyecto de recalce con esa tecnologa por primera vez en un monumento navarro, y as fue como se salv. Se intent utilizar la tcnica de los micropilotes, pero Peralta es una villa en la que los peligros de punzonamiento son conocidos. Peralta tiene suelos colapsables, relle-nos incontrolados en proceso de consolidacin, asientos plsticos, karst, oquedades, desprendi-mientos y todos los cnceres del terreno conoci-dos, adems de sulfatos (son montaas de yeso). El terremoto de la Rioja baja (Turruncn) de 1929 se ensa con Peralta a travs de los efectos geotcnicos de colapso diferencial, an recordado por los ms viejos de la villa como el peor ao de sus vidas, con la depresin y el terremoto.

    Desde hace veinticinco aos, el autor ha intentado concienciar a sucesivos ayuntamientos, al gobierno de Navarra, al sector de la construccin en general de la zona, para abarcar una campaa global de estudio que frene ese tremendo gasto anual para siempre. El resultado no ha tenido eco, o no se entiende. En Peralta es habitual el efecto domin: el reventn de las tuberas tan comn en la villa conlleva patologas carsimas de reparar en las edificaciones afectadas por colapsos; gene-ran adems, entre otras cosas, otros reventones, que a su vez generan otras patologas, que a su vez generan

    Figura 55. Pueblo de Peralta (Navarra) con la iglesia de San Juan.

    Figura 57. Dos guerreros portan escudos navarros en la portada de San Zoilo, siglo XIV, Cseda (Navarra).

    Figura 56. San Zoilo, en Cseda, Navarra.

    ni a rozar, conciben estos atentados al patrimonio como actos criminales; ya es tiempo de escoger esos modelos ms responsables y tomar buena nota de ello, pues es nuestro futuro.

    Consideraciones finalesEl papel que han jugado y juegan en nuestras vidas las catedrales, iglesias, conventos, palacios, castillos y parques naturales seamos o no cre-yentes, seamos o no amantes de la naturaleza nos precede, y puede seguir proyectndose en el tiempo sin desviarse del espritu para el que fue-ron pensados, si nuestra memoria tampoco se pierde. Y si lo que queremos es que jueguen otro papel, tampoco debemos olvidarnos para qu y por qu se crearon; son nuestra herencia y, por lo tanto, somos responsables de su estado y cuida-do. El pensar as es cultura, el no hacerlo es lo contrario: prejuicio.

    Ninguna iglesia se pens para el bullicio, ningn convento para una vida de estrs, por eso sus lugares originales eran tranquilos, de baja energa mecnica y alta energa espiritual. Segu-ramente seamos nosotros los que nos vayamos antes, pero nuestro mensaje, al igual que el de los constructores que nos precedieron, puede quedarse y algn da nos leern, como algunos ya hacemos hoy al escuchar las voces grabadas en las piedras de los que nos precedieron.

    Aunque la importancia que le demos a nuestros conventos e iglesias sea estrictamente esttica, o a lo sumo cultural, deberemos recordar siempre, con una mente libre de prejuicios, que la idea que gener su existencia, el hecho de que hoy perduren materializados en forma de edificio, o dentro de uno de los lenguajes de la arquitectura, es de origen espiritual, religioso, cultual, y que esa idea estuvo aqu plasmada antes que nosotros.

    Cualquier nuevo rumbo que se le d a nuestros edificios religiosos puede enfocarse como un signo de adaptacin a los nuevos tiempos, y ello es bueno para su salud y su vida si se hace conscientemente, pero una violacin de su espritu inicial. La rotura de un eslabn en la cadena del tiempo, o lo que es lo mismo, un fallo en la memoria que es un alarde de ignorancia, provocar una denuncia mecnica del mismo edificio por la imposibilidad de adaptacin, y entonces sern las piedras las que hablen, y lo harn con el lenguaje que la naturaleza les asign.