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UNA VIDA AL SERVICIO · A la memoria del hermano y pastor Celinde Ortiz, ... Con sincero aprecio, su hermano en Jesucristo. Edgar Romero León. ... ocasiones siendo perseguidos por

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UNA VIDA AL SERVICIO

DEL SEÑOR

DARIO ALZATE OSPINA

PEREIRA

2010

“Pastor Dario Alzate y su esposa Alba Aguirre en la

Iglesia de Dos Quebradas - Risaralda”

Reconocimientos

Doy gracias a Dios, que en su infinita misericordia y

gracia para conmigo me llamó para utilizarme en su obra

dándome su respaldo y fortaleza para poder desarrollar

su llamado, para El sea la gloria y la alabanza.

A mi abnegada esposa, por su apoyo incondicional a

través de todos estos años, compartiendo conmigo

hombro a hombro, los momentos de felicidad y angustia

que tuvimos que experimentar, la soledad que tuvo que

pasar en mis frecuentes salidas para el desarrollo del

ministerio. Por su virtud, para cuidar de nuestros hijos e

infundirles el amor y fidelidad hacia Dios. Por su

testimonio de una mujer de oración, servicio y sumisión.

A mis hijos Alba Nidia, Beatriz, Juan Carlos y Fabio

Hernando que supieron comprenderme y a través de su

obediencia y comportamiento me dieron apoyo.

Al misionero Donaldo Palmer que fue instrumento de

Dios para restauración a la vida cristiana, quien con su

ejemplo y consejos me estimulo para servir al Señor.

A la memoria del hermano y pastor Celinde Ortiz, quien

creyó en mí y con su vida llena de humildad y

consagración me inspiro para que me dedicara al

ministerio para el cual me llamó el Señor.

COMENTARIO DE UN

HERMANO

EN CRISTO JESUS

Al leer la biografía del Pastor Darío Álzate Ospina, ex

presidente de la IUMEC a nivel nacional, mi ser se

estremeció hasta la médula, y no pocas lágrimas

afloraron a mis ojos. Ello en virtud al sinnúmero de

sinsabores que tuvo que afrontar tanto él como su

familia, para superar el desierto en que Dios los colocó -

Desierto dicho sea de paso felizmente superado, gracias

a la infinita misericordia del Altísimo y Señor de los

ejércitos -.

Más que un soldado al servicio del Señor, el Pastor Darío

ha sido todo un mariscal de campo, eso sí valga la

expresión “untándose” esto es cumpliendo la gran

comisión, llevando el evangelio hasta los lugares más

inhóspitos de nuestra arrugada geografía, los peligros

que compartió palmo a palmo, no fueron óbice alguno,

para la difusión del evangelio – ha sido un verdadero

trotamundos, al diseminar la palabra de Dios.

La sencillez, humildad y servicio a nuestro Padre

Celestial por parte del Pastor Darío Álzate Ospina, es

verdaderamente conmovedora; su innata timidez, la ha

trascendido y ha cumplido a cabalidad, empresas que ni

el más osado, se hubiese arriesgado a llevar a efecto.

Empero el Pastor Darío, asistido por la divina

Providencia, siempre ha salido airoso en todo lo que

emprende.

El lector juicioso, hallará en esta edificante biografía,

algunos milagros que de la mano de Dios llevó a cabo el

Pastor Darío, durante sus más de seis lustros como

obrero de Dios nuestro Señor.

Que el buen Dios, siga bendiciéndole tanto al Pastor,

como de similar manera a su familia; son mis sinceros

anhelos unidos a los de mi esposa Editha, en Cristo

Jesús. Con sincero aprecio, su hermano en Jesucristo.

Edgar Romero León.

CAPITULO I

Un Niño Triste

Nací el 18 de Abril de 1940 en la ciudad de Sevilla (Valle

del Cauca), mis padres fueron Arturo Álzate e Irma

Ospina, quienes en las primeras semanas después de

haber nacido me llevaron a la ciudad de Pereira

(Risaralda) donde me crié junto a mis quince hermanos,

de los cuales yo soy el mayor.

Económicamente fuimos muy pobres, mi padre era de

profesión zapatero, por lo cual a medida que la familia

iba aumentando, las limitaciones eran más notorias.

Podría decir que mi niñez no fue normal, como la de

otros niños, pues estuvo rodeada de muchas

restricciones materiales, además, porque en mi hogar no

se disfrutaba de una verdadera armonía, por lo tanto no

recibía el amor y la atención necesaria para desarrollar

una niñez libre de traumas emocionales e inseguridad.

De esta forma fui creciendo en medio de un ambiente

familiar con muchos conflictos.

A la edad de seis años comencé a estudiar en una

escuela privada cuyo profesor era muy religioso, quien

nos infundía que la religión era muy importante en la

vida del ser humano, debido a esto nació en mí una

inclinación hacia las cosas espirituales y religiosas. Así

fue como a la edad de siete años serví de monaguillo en

el convento de “Las Carmelitas Descalzas” de Pereira.

Cuando ingrese a la escuela pública siempre sacaba

calificaciones sobresalientes, especialmente en religión

e historia sagrada.

Como lo cite anteriormente, a medida que iban llegando

más hijos al hogar las dificultades financieras crecían de

igual manera, ya que lo que ganaba mi padre no era

suficiente, a pesar de que mi madre lavaba y planchaba

ropas ajenas para ayudar en algo. Cuando el resto de

hermanos llegaban a la edad de comenzar a estudiar

siempre había muchas dificultades para poder hacerlo, a

pesar del esfuerzo de mis padres por darnos estudio.

A la edad de nueve años comencé a trabajar vendiendo

periódicos en las calles, periódicos como “El tiempo”, “El

Espectador”, “La Patria”, entre otros.

También vendía dulces y otros comestibles en las noches

en el teatro “Centenario” de Pereira, con esto me

ayudaba a comprar útiles y uniformes escolares.

Por los motivos anteriormente narrados, debíamos vivir

en casas de inquilinato, en medio de escándalos y riñas

entre los vecinos, a raíz de las diferentes condiciones

morales y de escasa cultura. Viviendo a un lado de la

estación del ferrocarril, debía madrugar cada mañana

para recoger los restos del carbón que la locomotora

depositaba en medio de los rieles de la carrilera después

de ser utilizados en la caldera del tren, dicho carbón se

utilizaba para coser los alimentos en mi casa.

Después, nos vimos obligados a vivir en las riberas del

rio Otún, en un sector aún más difícil, ya que la mayoría

de los habitantes eran personas dedicadas a delitos

como el robo de gallinas, caballos, además de esto,

cometían en la ciudad hurtos en las casas, para luego

bajar por la pendiente de la calle hacia el rio, en algunas

ocasiones siendo perseguidos por la policía. En varias

oportunidades, la policía realizaba allanamientos a las

casas del sector, en uno de ellos, muy de mañana,

siendo aún oscuro, mis padres que madrugaban a

trabajar, (él en la zapatería y ella en los oficios

domésticos) al ver la puerta de la cocina de atrás,

encontraron allí un agente de policía armado, mi padre

al salir por la puerta delantera de la casa que conducía a

la calle, encontró allí a otro policía, los cuales entraron a

la casa que se componía de un salón y la cocina, dicho

salón servía de dormitorio y a la vez de lugar de trabajo

de mi padre. Allí dormíamos en el piso de esterilla sobre

unas esteras los diez hijos e hijas de ese entonces, mis

padres lo hacían con el más pequeño en una humilde

cama.

Retomando el relato que venía narrando, mi padre y yo

fuimos sacados a un potrero que quedaba al frente de

las casas de este sector, nos colocaron en una larga fila

siendo amenazados con el resto de personas que allí se

encontraban, para obligarnos a denunciar a las personas

que ellos buscaban. Recibíamos insultos y vejámenes de

toda naturaleza. A las nueve de la mañana de ese día,

nos hicieron desfilar a todos los jóvenes y hombres que

estábamos allí custodiados por un piquete de policías

bien armados para ser llevados al cuartel de la policía. A

esta hora los habitantes de los sectores aledaños salían

a observarnos y quizás nos juzgaban a todos por igualo,

como si fuésemos delincuentes.

Durante esta época, en dos o tres noches de la semana,

debía ir con mis hermanos y hermanas menores al

matadero principal a recoger la sangre derramada por

los novillos luego de ser degollados, la cual nos servía

para hacer “claros” como parte del desayuno para toda

la familia. En esos días los fogones de la casa eran

hechos en forma de hornilla con los tarros donde

empacaban manteca vegetal, y estas hornillas eran

alimentadas con cisco de madera, por lo tanto, en las

tardes después de retornar de la escuela, debía llevar

sobre mis hombros un costal lleno con ese cisco para

que mi madre cocinara nuestros alimentos.

A la edad de trece años, aproximadamente, terminé mis

estudios de escuela primaria con excelentes

calificaciones, para continuar estudiando en el colegio,

pero no pude hacerlo, aunque me gustaba mucho

estudiar y tenía buena capacidad intelectual, pues debí

dedicarme a ayudar a mi padre a trabajar en la zapatería

para poder seguir levantando al resto de mis hermanos

y hermanas. Así aprendí el arte de la zapatería, más por

necesidad que por vocación.

Cuando yo contaba con apenas catorce años; mi padre

sufrió un atentado al salir por la mañana del rio Otún, ya

que en la casa no teníamos servicios sanitarios, se debía

ir allí a suplir las necesidades fisiológicas, él recibió un

disparo en su mano y muñeca derecha, con una

escopeta de fisto regadora, cuyas municiones eran

balines de acero. Debido a esto, le fueron destrozados

parte de los huesos de la muñeca y de la mano, también

le alcanzo la pierna, siendo salvado de morir por la

misericordia de Dios para con él y nosotros. Por este

incidente él quedo incapacitado para trabajar por algún

tiempo, por lo que debí asumir toda la obligación del

hogar con la ayuda de mi madre dedicada al lavado y

planchado de ropas ajenas.

Cuando mi hermano y mi hermana que seguían después

de mí en edad no pudieron seguir estudiando,

comenzaron a trabajar, para también ayudar con la

crianza de los demás hermanos y para que estos

pudieran estudiar.

CAPITULO II

Un Futbolista Destacado

Después del incidente en que fuimos detenidos, llevados

al cuartel de la policía y tildados de delincuentes, la

familia de mi padre y unos amigos nos animaban a salir

de ese sector. Fue así como nos trasladaron a un

inquilinato ubicado en un lugar más central, ya que con

la ayuda económica de mi hermana y mi hermano

podíamos pagar un poco más por el arriendo.

Desde pequeño había en mí una inclinación por el

deporte, especialmente por el fútbol. Comencé a jugar

en equipos de ascenso donde me destacaba en la

posición de portero, haciéndolo en forma excelente.

Después fui invitado a jugar en equipos de primera

categoría de la ciudad, y fue así como luego de haber

obtenido una destacada actuación con el equipo de ese

momento, llegamos a ser los campeones del torneo en

el que participábamos. Luego me invitaron a formar

parte del equipo de la fábrica de calzado “Confort”, si lo

hacía, me garantizaban un puesto de trabajo en dicha

fábrica, y allí trabaje varios años.

En aquel entonces, en el sector donde vivíamos, había

también un equipo de fútbol dirigido por un señor

llamado Miguel Aguirre, el cual también era de

profesión zapatero, con el que iniciamos una buena

amistad. Él me pedía que le ayudara reforzando el

equipo en unos compromisos amistosos, a nivel local y

en otros municipios, lo cual acepté. Siempre el equipo

era acompañado por un buen grupo de personas del

sector, entre los acompañantes siempre asistía una

señorita de porte muy recatado, distinguiéndose de las

demás muchachas por su sencillez, humildad y

amabilidad. Ella era la hermana menor del dirigente del

equipo, el señor Miguel.

Con el tiempo sentimos una mutua atracción, y que con

los meses fue creciendo el sentimiento de amor entre

los dos, iniciando así una hermosa relación. Después de

una tragedia que sufrió su familia causada por un

terremoto ocurrido el 30 de Julio de 1962 que sacudió a

la ciudad de Pereira, causando graves daños a casas y

edificios. Muchos de ellos fueron destruidos en su

totalidad, entre ellos el edificio de la fabrica “Don Félix”

donde trabajaban tres de sus hermanas, allí falleció su

hermana mayor, al caerle una columna encima,

provocándole la muerte al instante. Ella era como una

madre para estas, puesto que eran huérfanas; mi futura

esposa se llama Alba Aguirre.

Luego de haber pasado el duelo, una noche le propuse

matrimonio, lo que ella acepto días después. Fue así

como el 23 de Diciembre de 1962 unimos nuestras vidas

en matrimonio en el templo católico “Nuestra Señora

del Perpetuo Socorro”, fue una ceremonia muy sencilla,

donde los acompañantes eran la familia de ella y parte

de la mía.

De ese evento ya han pasado 47 años, tiempo durante el

cual hemos guardado nuestros votos de fidelidad el uno

para el otro, en medio de tiempos de escasez económica

y quizás también de enfermedad física y otras

circunstancias que son parte del acoplamiento de dos

personas con diferentes características y formas de

pensar, pero con la ayuda de Dios y el temor de Él

hemos superado y crecido en nuestra relación conyugal.

De nuestra unión nacieron cuatro hijos, dos mujeres,

Alba Nidia, la mayor, y Beatriz Helena, dos varones, Juan

Carlos y Fabio Hernando, el menor. Los cuales pudimos

levantar en el temor del Señor, infundiéndoles valores

cristianos a pesar de los tiempos de crisis económica

que pudimos pasar.

Cada uno de ellos formó sus hogares con personas

creyentes, hoy siguen al Señor con sus hijos e hijas,

algunos desempeñan puestos de liderazgo en la Iglesia

Unión Misionera de Dosquebradas (Risaralda). En la

actualidad tenemos siete nietos: 3 mujeres y 4 Varones,

dos de ellos Andrés y Daniel, forman parte del grupo de

Alabanza, uno toca el bajo y el otro la guitarra.

En estos cuarenta y cinco años de vida familiar, vivo muy

agradecido del Señor y le alabo continuamente por ser

tan bueno y fiel con nosotros, y estar contado siempre

como familia con su Gracia y Apoyo Misericordioso en

los momentos de desierto que hemos tenido que cruzar

en la vida.

Como familia hemos visto el cumplimiento de Hechos

16:31 “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu

casa”. Confío en su palabra que nos promete en

Filipenses 1:6 “Estando persuadido de esto, que el que

comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará

para el día de Jesucristo” ¿Será una realidad en la vida

de nuestros nietos y nietas?

Quiero cada día permitir al Espíritu Santo que me dé la

convicción profunda en mi espíritu “de que el Señor es

Poderoso para hacer todo lo que me ha prometido”

Romanos 4:21.

Conocí al Señor Jesucristo siendo aun muy joven, creo

que tenía unos 16 años, mi padre era una persona muy

inquieta en las cosas espirituales aunque tenía muchos

prejuicios y rechazo por parte de los sacerdotes

católicos, él leía la Biblia en la casa aunque no asistía a

ninguna parte. Un Domingo llegó a la casa en las horas

del medio día y me comentó que había asistido a un

culto evangélico que le había gustado, y me invito para

que lo acompañara en el culto de la noche, era en un

lugar cercano donde vivíamos, era una casa donde había

iniciado la Iglesia Bautista, y era pastoreada por un

estudiante del Seminario Bautista de Cali, juntamente

con su esposa, el nombre de él era Miguel Rodríguez de

nacionalidad Ecuatoriana, quien al final del mensaje hizo

el llamado para recibir al Señor Jesucristo, y entre las

personas que pasaron al frente estuvimos mi padre y yo,

allí comenzó mi andar en la vida cristiana, comenzamos

a recibir clase de catecúmenos preparándonos para dar

el paso de obediencia del bautismo en agua, a los siete

meses aproximadamente fuimos bautizados, se inició

una célula de oración en la casa para alcanzar a mi

mamá y cada domingo asistíamos a la escuela dominical

llevando algunos de mis hermanos que aun estaban

adolescentes, infortunadamente por el carácter violento

de mi padre, se producía una mala relación conyugal con

mi madre e impedía que ella pudiera asimilar el mensaje

del evangelio, algunas hermanas de la iglesia la visitaban

con frecuencia, a pesar de esas circunstancias en mi

comenzó a nacer un deseo profundo de servir al Señor

en algunas ocasiones, con la ayuda de la revista “El

expositor Bíblico” me permitieron enseñar en una

escuela dominical, yo estaba animado con la vida

cristiana a pesar de que en la casa las cosas no

mejoraban sino que empeoraban. La iglesia seguía

creciendo y nuevas personas se añadían a ella y se

trasladó a un lugar más central, a media cuadra de la

catedral de la pobreza, algún tiempo después

comenzaron a surgir ciertos desacuerdos de algunos

miembros con el pastor, se hacían asambleas de

miembros cada mes, las cuales se fueron tornando en

enfrentamientos de dos familias que estaban en contra

del pastor y algunas otras que lo apoyaban, el asunto

creció tanto que en una asamblea un sábado en la noche

estuvieron a punto de agredirse, opositores y el pastor,

esa situación trajo consigo una grave crisis dentro de la

iglesia, tanto que algunas familias se retiraron de ella, a

mi me afecto demasiado porque yo no entendía el

porqué de esta situación, y el enemigo comenzó a crear

en mi cierto desanimo, a los pocos meses el pastor

renunció y salió de la iglesia, entonces comenzaron a

venir estudiantes del seminario Bautista de Cali los fines

de semana, en algunas oportunidades llegaban

profesores del seminario debido a que una de las

familias al salir de la iglesia comenzó a asistir a la iglesia

Pentecostal Unida, visitando hermanos y así se creó una

confusión doctrinal, asistí algunas veces a los cultos, un

señor que era testigo de Jehová empezó a compartirme

de su doctrina y esto aumento más la confusión en mi, y

resultado de esto mi asistencia a los cultos mermó y me

iba concretando en la actividad del fútbol, ya para ese

tiempo trabajaba en la fábrica de calzado “Confort” y me

iba involucrando con algunos compañeros de trabajo en

el consumo de licor y con los días esto fue aumentando,

comencé a hacer cosas que nunca antes había hecho, en

mi se estaba cumpliendo la palabra dicha por el Señor

Jesús “Cuando un espíritu sale de alguien, va buscando

otro lugar y al no encontrarlo regresa a su antiguo lugar

y cuando regresa la encuentra desocupada y limpia,

entonces va y busca otros y la situación de la persona

empeora“ Mt 12:43-45, a pesar de esta situación en que

había caído, cuando escuchaba hablar del evangelio

sentía nostalgia, si alguien quería tomarlo en broma yo

hablaba bien de la palabra y compartía mis conclusiones

y reconocía de ellos mi fracaso espiritual, fue así como

mis compañeros de trabajo conocieron mi situación,

haciendo preguntas de la Biblia y yo las respondía y les

explicaba el verdadero poder del evangelio, en ese

tiempo llegaron a Colombia unos misioneros Jesuitas

para hacer un trabajo misionero en todo el país, quienes

iban de fabrica en fabrica y reunían a los obreros para

hacer una exposición, y fue así como llego a la fabrica un

jesuita del Perú y compartía sus enseñanzas, mis

compañeros me decían que porque no hablaba y yo les

respondía que lo haría en el momento oportuno, el

misionero estaba enseñando sobre la necesidad de un

cambio con base en el esfuerzo propio de cada persona,

cuando el terminó su exposición, yo le pregunté acerca

del argumento expuesto, le dije que la Biblia no

enseñaba esto, que se enseñaba el poder del Espíritu

Santo y la obediencia a la palabra de Dios, él tenía u

libro sobre la mesa y yo pensé que era una Biblia y le

dije que la abriera y nos explicara, y él me contestó que

no la tenía, entonces yo le dije que nos estaba

enseñando palabra de hombre y no de Dios. Tuvimos

una corta discusión, y me dijo algunas cosas para

confundirme pero yo le respondía con citas bíblicas, al

fin me dijo que yo era un seguidor de Martín Lutero y

evadía lo que yo le preguntaba., dio por terminada su

participación y salió. En la noche otra conferencia en el

templo del Padre Claret, quien invitó a los obreros, y

uno de mis compañeros asistió y allí el clérigo dio

testimonio de lo que esa tarde había sucedido, la

discusión en la fábrica con un obrero y afirmo que el

obrero tenía razón, mi compañero me conto al otro día

lo que había sucedido, yo le conteste que el sacerdote

no podría decir lo contrario a mi afirmación.

CAPITULO III

Una Piedra En El Camino

Días después ocurrió algo que me comenzó a causar

preocupación y vergüenza, una mitad de semana bebía

licor en la noche, después de haber regresado del

trabajo, era la primera vez que esto pasaba, llegue a la

casa de madrugada y mi esposa me llamó para ir al

trabajo, yo todavía estaba con el olor a licor y eran las

cinco de la mañana, me alisté debía estar en la fabrica a

las siete de la mañana, cuando llegué a la fabrica tuve

que llegar directo al baño a trasbocar, mis compañeros

se dieron cuenta de mi estado, los mismo que el

gerente, él me dijo que como era posible que yo

conociendo el Evangelio hacia esto, me sentí muy triste

y pase todo el día en el trabajo avergonzado, en la noche

no pude dormir bien pensando en esto, al día siguiente

al llegar al trabajo subí directamente donde el gerente y

le dije que le pedía perdón por lo que había pasado y

que había puesto al Evangelio por el suelo y ser tropiezo

ante él por mi causa, pocos meses después la fabrica fue

cerrada y nosotros despedidos, se nos dio una

indemnización, y con este dinero compre unas hormas y

algo de material para trabajar por cuenta propia, no era

fácil hacerlo sin tener clientes que me compraran la

producción y no dure mucho tiempo en quedar sin

capital para trabajar, vendí las hormas a un vecino del

barrio que también era zapatero quedando el de

pagármelas cierto día, cuando fui para que me cancelara

me dijo que en ese momento no podía hacerlo y en la

tarde me invito a que le acompañara a un culto, le dije

que yo no tenía nada para hacer y le acepte la invitación,

al llegar al lugar de reunión, note que era una librería

cristiana donde se ubicaba la iglesia, era cerca al Parque

Olaya Herrera cerca de la estación del ferrocarril, en la

entrada del salón de reunión había un misionero que me

recibió con un apretón de manos y con una amplia

sonrisa, me invito a que siguiera y tomara asiento que

era la bienvenida al culto, después de terminado éste, al

despedirme de él me pregunto que si podía visitarme al

día siguiente y yo le respondí que si, a la noche siguiente

llego acompañado del Señor que anteriormente me

había invitado al culto, cuyo nombre es Héctor Henao y

el del misionero Donaldo Palmer, les compartí mi

situación, contándoles que había conocido el evangelio,

las causas del fracaso en la vida cristiana, y ellos me

animaron a seguir asistiendo, y así comencé a asistir y

semanalmente me visitaban, y de esta manera inicio mi

restauración espiritual, no fue fácil, cuando uno recibe al

Señor por primera vez es tan bonito todo, pero cuando

se pierde la comunicación con El no es tan fácil regresar

a ella, debido a que uno ha sido atado con muchas cosas

de las cuales ya había sido liberado y ahora ya se habían

añadido otras, se necesita un deseo sincero de querer

hacerlo y tener acompañamiento de otras personas,

eso, lo que estos hermanos comenzaron a hacer

conmigo, en una forma presente, el misionero me

invitaba que lo acompañara en sus visitas pastorales en

las noches, y me fui involucrando de esa manera con el

resto de los hermanos.

En igual momento comenzó para mí una época bastante

difícil en la parte económica, ya que me había quedado

sin trabajo, teníamos tres niños y todo esto llego hasta

tal punto que nos toco vivir con dos hermanos de mi

esposa en Dos Quebradas, de allí salía en las mañanas a

pie hasta Pereira a buscar trabajo, y así me pasaba el día

andando y nadie me ofrecía empleo, ya por la tarde

buscaba que alguien me regalara lo del pasaje para el

bus, que en aquella época costaba 10 centavos y muchas

veces me tocaba regresar a pie hasta la casa porque no

encontraba quien me prestara, yo ignoraba que Dios

empezaba a disciplinarme como dice en Hebreos 12:5-8

“Hijo mío no menospreciéis la disciplina del Señor ni

desmayes cuando eres reprendido por Él, porque el

Señor a quien ama disciplina y azota a todo el que recibe

por hijo, si soportáis la disciplina, Dios os tratara como

hijos porque ¿Qué hijo es aquel a quien el Padre no

disciplina de lo cual todos han sido participantes?,

entonces sois bastardos y no hijos”.

En aquellos días el misionero debía salir a su tiempo de

vacaciones a EE.UU para visitar a las iglesias de la misión

que lo había enviado, decidió buscar un pastor

colombiano que siguiera la dirección de la iglesia, fue

invitado el hermano Aldemar Bonilla que hacía poco

había llegado de estudiar en un seminario en Venezuela,

él tomó la iglesia, pero allí también estaba la misionera

doña Catalina viuda de Blakaal, que había iniciado la

iglesia en su librería, la cual era muy apreciada por los

hermanos por su sencillez y amor con que trataba a los

hermanos, la iglesia siempre la buscaba a ella, el pastor

comenzó a sentir celos por este ambiente y tuvo roces

con Doña Catalina, esto llegó a oídos de los hermanos, a

la mayoría le cayó muy mal esta situación, entonces

comenzó a gestarse una división entre los que apoyaban

al Pastor y el grupo que apoyaba a Doña Catalina, con el

pasar de los días esta situación se puso muy tirante, el

pastor no resistió y salió de la iglesia, quedamos sin

pastor y con una iglesia con una mala relación entre los

miembros de la misma, y como resultado algunos

hermanos también salieron. Llegaron unos enviados que

eran estudiantes del Instituto Bíblico que en aquel

entonces funcionaba en Palmira, ya que habían salido

unos pocos líderes, algunos de los que quedamos, ya

formados tomamos responsabilidad en la visitación y los

cultos entre semana.

CAPITULO IV

El Eje Cafetero;

Un Campo de Actividad

Un Domingo en la mañana llego a la escuela dominical

una pareja que tomaban parte en la discusión de la clase

y hacían comentarios que causaban admiración en

algunos, era una pareja agnóstica y dialogaron con

algunos de los lideres principales, y les fueron

sembrando su doctrina en forma saturada, como causa

de esto algunos de ellos fueron arrastrados, ante lo que

estaba ocurriendo se pidió al comité ejecutivo que

hiciera la solicitud a la directiva de los misioneros para

que trajeran nuevamente al misionero Donaldo Palmer,

lo cual sucedió meses después. Él regreso buscando

restaurar la iglesia con el apoyo de los líderes que

habíamos quedado, pero a la vez se decidió invitar un

estudiante del Instituto Bíblico como pastor de la Iglesia

y que iniciara un trabajo de acoplamiento con la iglesia

contando con el apoyo del misionero, fue así como se

invito al hermano Celinde Ortiz, y la iglesia se

recuperaba lentamente, además llegaron las misioneras

Violeta Smith y Lilian Dik, ellas iniciaron un trabajo con

las damas y con algunas de otras denominaciones de

Pereira, y un seminario por extensión bajo la decisión de

la Iglesia Presbiteriana Cumberland se escogió como

sede local de la Iglesia Unión Misionera y servían como

profesoras las dos misioneras, y así comencé mi

preparación para servir como líder en la iglesia y como

maestro de escuela dominical y se me daba la

oportunidad en algunas ocasiones de predicar en los

cultos generales de la iglesia. Al regresar el misionero se

me enviaba como delegado a las convenciones anuales y

de Mitaca, por la enseñanza que recibía en ellas al

dialogar con algunos pastores, iniciar amistad con ellos y

por los informes que allí se recibían del trabajo en las

iglesias yo iba creciendo no solo en el conocimiento de

la Unión Misionera como misión sino también en el

interés de servir al Señor. En esa época se hacían

reuniones regionales de líderes del viejo Caldas en las

diferente iglesias de la región, aquellas reuniones eran

mensuales y yo asistía a ellas, en las cuales había

enseñanza de capacitación especialmente por parte de

los misioneros Ray Zuerker y Guillermo Shillingsburg,

donde yo seguía creciendo ministerialmente, además de

las capacitaciones se daban informes de cada iglesia, se

oraba por las necesidades de cada lugar y era un tiempo

muy especial, en una de esas reuniones escuchando el

testimonio de un hermano muy humilde que reflejaba

su sabiduría aunque no tenía mucha preparación

intelectual, pero que el Señor estaba usando en gran

manera y había iniciado la iglesia en Risaralda, Caldas,

aquel hombre era el hermano Sigifredo Bedoya, en esa

mañana a través del testimonio de este hermano el

Señor me llamó a su servicio y comencé a involucrarme

más en el trabajo de la iglesia.

Un domingo en la tarde Salí a visitar a algunas familias,

al salir de uno de los hogares me detuve a observar

hacia un lugar cercano de la ciudad de Pereira, en la

salida para Armenia, y miré un caserío y sentí el deseo

de ir a evangelizar a ese lugar, entonces hable con el

Pastor Celinde Ortiz y le comente mi deseo de ir a ese

lugar para evangelizar, él me autorizo para que fuera y al

siguiente domingo en la tarde Salí hacia el lugar. En

aquel entonces no había transporte urbano, la única

forma de ir al caserío mencionado era por la carretera

hacia Armenia, o ir caminando descendiendo al río

Consota por donde por lo general la gente viajaba en

bestia, por lo cual había muchos canelones en el camino

y en invierno se llenaba de lodo. Al llegar al lugar

encontré una señorita sentada en el borde de la puerta,

después de saludarla le explique el motivo por el cual yo

estaba en ese sector, el cual era dar a conocer el

mensaje de las buenas nuevas de Señor Jesucristo por

medio de su palabra, al ver su interés le pregunte si

quería recibir más enseñanzas, a lo que ella respondió

afirmativamente, además le propuse que invitara a

algunos vecinos para que ellos también escucharan y

acordamos que yo regresaría al Marte siguiente en la

tarde. En aquel entonces yo trabajaba en un taller de

zapatería donde debía empezar la tarea diaria en las

primeras horas de la mañana de cada día, por lo general

yo terminaba mi labor a las ocho de la noche, en aquel

martes me levanté del puesto de trabajo antes de las

cinco de la tarde suspendiendo la labor de ese día. Me

alisté, tomé mi Biblia, el tiempo que podía gastar en

llegar era cosa de dos horas a pie, y cuando arrime a la

casa ya había oscurecido, allí encontré un grupo

pequeño de personas que en una forma atenta

escucharon la enseñanza durante aproximadamente 45

minutos. Al terminar debía regresar a la casa para

continuar mi trabajo del día, lo que hacía con mucho

gozo porque había podido enseñar la palabra de Dios a

otros. Así continué, había noches de lluvia, siempre yo

sabía que el camino era muy difícil por el pantano y la

oscuridad, cuando llegaba siempre mi ropa estaba

mojada, pero allí las personas esperaban para escuchar

la palabra de Dios y con el calor de la gente amontonada

en el salón donde nos reuníamos y el bombillo me

secaba el vestido. Al terminar regresaba por el mismo

camino y aun todavía lloviendo, al llegar a casa debía

cambiarme la ropa mojada y embarrada y ponerme a

trabajar y continuar hasta terminar la tarea. Y así seguí

con el grupo creciendo en número y conocimiento del

Señor Jesucristo, alguien nos ofreció su casa para

reunirnos porque era más amplia, yo vi la necesidad de

enseñar la palabra de Dios a los niños y niñas de los

hermanos, ya que había un buen grupo de ellos,

entonces pedí a dos hermanas de la iglesia para que los

sábados en la tarde hicieran reunión con ellos, esto lo

hacían en el patio de la casa. Los niños se sentaban

algunos en troncos de leña y otros en banquitos que

ellos mismos llevaban, después de algún tiempo en ese

caserío las gentes estaban saturadas de la palabra,

después se presentó un incidente, una señora que

asistía a las reuniones muy fielmente tomó en forma

equivocada mi amabilidad y comenzó a expresarme su

admiración por mí, hasta el punto que un día llegó hasta

mi casa en Pereira, ante esta situación yo hable con el

Pastor y le exprese que yo no continuaría con la obra y

le pedí el favor de enviar a otro líder, así se hizo y yo

regresé a colaborarle en la iglesia en la visitación de las

familias y en la escuela dominical.

Se habían iniciado visitas a Cartago a dos familias Clavijo

y Montes, eran creyentes de la unión misionera de la

Iglesia que existió en Naranjal Valle, que fue quemada y

ellos salieron desplazados y llegaron a vivir a Cartago. Se

acordó conseguir una casa en alquiler en el barrio La

Isabela, y allí iniciamos la obra con una campaña

evangelística, en la cual los predicadores fuimos el

Pastor Celinde Ortiz, el Pastor de la Iglesia Bautista de

Pereira Noé Viáfara y yo. De esta campaña quedaron 50

convertidos, el pastor me pidió que me encargara de la

nueva Iglesia, y me dediqué a esta obra con todo

entusiasmo, al mismo tiempo que seguía con mi trabajo

de zapatería con el que sostenía a mi familia, bajaba a

Cartago en la semana varias veces a visitar y a hacer los

cultos, el Pasto Celinde me ayudaba cada que podía,

también nos reuníamos para informarle de un trabajo

arduo que comenzó a dar resultados. Nuevas familias se

añadían a la iglesia, mese después fue enviada la

misionera Lenda Harder para ayudar, ella dirigía la

música y comenzó a preparar maestros para la escuela

dominical, organizando un grupo de niños pequeños y

adolescentes, además me ayudaba en visitación, ella

trabajaba en un forma muy intensa, tuvimos que

cambiar de casa pues necesitábamos un lugar más

espacioso para los cultos y salones para la escuela

dominical, y el Señor me proveyó en la misma cuadra

una casa de una hermana de la Iglesia Bautista. Llego

una familia creyente que habían sido miembros de la

Iglesia Unión Misionera en Quinchía, eran la familia

Guapacha, ellos vivían en un barrio llamado Berlín al

otro extremo de Cartago, allí comenzamos reuniones,

inicialmente algunos de esas familias iban a los cultos a

la Iglesia en La Isabela, pero el grupo siguió creciendo y

nos vimos en la necesidad de organizar allí la segunda

iglesia en Cartago, esto nos demandaba mayor esfuerzo,

a la misionera y a mí me tocaba atender dos iglesias y

seguir trabajando zapatería en Pereira, pero

experimentaba el respaldo del Señor hasta tal punto que

yo observé que el Señor comenzó a darme una agilidad

en las manos para trabajar, el trabajo comenzó a

rendirme más, acababa más temprano la tarea aunque

me habían aumentado la cantidad de zaparos para

hacer, todo esto me servía para invertir más tiempo en

las iglesias de Cartago. Una tarde regresaba de hacer

unas visitas en compañía de la misionera, íbamos en el

carro de ella, cuando nos llamo la atención la hermana

dueña de la casa para avisarme que debía desocuparle la

casa porque su hija iba a casarse y ella le había regalado

la casa para que viviera en ella, después de recibir la

noticia, sin saber realmente porque lo hice, le conteste

que me diera plazo hasta el mes de diciembre de ese

año (entonces transcurría el mes de Julio), porque

íbamos a comprar una casa para la iglesia, la hermana

me contesto muy contenta que si era así no había

ningún problema, al despedirnos la misionera

sorprendida me dijo que como era eso que yo sin

titubear le conteste esto, así que ella también afirmo

que así seria y me dijo que tenía una ofrenda de 200

pesos que le habían enviado de la iglesia de EE.UU, y

nosotros habíamos recogido 1000 pesos que ya

pensábamos en comprar, en total ya contábamos con

1.200 pesos. Al día siguiente bajé de Pereira y comencé

a buscar un lote, diagonal de donde estábamos ubicados

había uno, así que fui a la oficina encargada de su venta

y averigüé el precio, a lo cual me dijeron que valía

12.000 pesos, yo les dije que estaba interesado en

comprarlo y que regresaría para hacer el negocio. Salí a

casa de don Manuel Clavijo quien junto a su familia eran

miembros de la iglesia, él era un poco solvente

económicamente y me tenía mucho aprecio, comencé a

contarle lo del negocio, él tenía algo peculiar, que al

escucharle uno, fruncía la frente, cuando le explique me

respondió que fuera a hacer el negocio porque él nos

prestaba 10.000 pesos para pagárselos cuando

pudiéramos y que él nos regalaba 1.000 pesos, yo solo

daba gracias a Dios por su apoyo y fui a la oficina y cerré

el negocio, se hizo la escritura del lote y comunique a la

iglesia, la cual se lleno de gozo con la noticia y alababan

al Señor por su misericordia, les invite a un día de

trabajo para limpiar el terreno para que apenas

entregaran los planos comenzar a construir y así

sucedió. La congregación era muy pobre y algunos de

ellos trabajaban en los cultivos de soya y sorgo, otros

especialmente las mujeres trabajaban en el matadero

limpiando las pieles del ganado para hacer lazo para

ganadería. Los hermanos comenzaron a traerme

ofrendas para pagar al maestro de obra y su ayudante y

también para comprar materiales para la construcción,

yo sabía, porque conocía la situación económica de cada

uno de ellos que habían semanas que daban parte de lo

que ellos usaban para mercar en sus casas, como en los

tiempos del apóstol Pablo con las iglesias de Macedonia

“La abundancia de su gozo y su profunda pobreza

abundaron en riquezas de su generosidad, doy

testimonio de que con agrado han dado conforme a sus

fuerzas y aun más allá de sus fuerzas.” II Corintios 8:2-3.

Y así veíamos el progreso de la construcción, en el mes

de octubre no se pudo más y hubo que parar el trabajo,

ya no había con que comprar el material que faltaba y

pagarle al oficial, llevaba como una semana que había

parado el trabajo cuando don Manuel me llamó para

preguntarme qué había pasado, yo le informé y él me

pidió que le entregara la obra que él terminaría y que le

pagara después, yo le conteste muy contento que era de

él que la tomara, y así fue como el trabajo se continuó y

el 30 de diciembre que era un domingo salimos de la

cada donde pagábamos arriendo, con nuestras bancas,

iban con tablas de madera en los hombros cantando

alabanzas y dándole gracias a Dios, para ocupar nuestro

lugar de propiedad que nos había dado por su gracia y

misericordia.

Semanas después inauguramos oficialmente la capilla,

en aquel tiempo se hacía en la Unión Misionera una

confraternidad donde llegaban hermanos de otras

iglesias de la misión para hacer la celebración y de cada

una de las iglesias de la Unión Misionera estaba su

representación y además se daba una ofrenda

voluntaria. En aquella mañana la ofrenda fue tan

abundante que fue suficiente para pagarle a Don

Manuel todo lo que le debíamos y aun quedó para otras

necesidades de la iglesia, escribo esto con nostalgia,

pero eran otros tiempos de la Unión Misionera en lo que

nos esforzábamos por ayudarnos los unos a los otros

como familia y cuerpo de Cristo, mi espíritu gime

deseando que esto se recupere entre nosotros como

Iglesia Nacional.

En la campaña evangelística con la cual establecimos la

Iglesia en Cartago, dentro de las personas que hicieron

profesión de Fé en el Señor Jesucristo hubo dos mujeres

cuyo testimonio impactó poderosamente a los vecinos

del sector donde se estableció la iglesia, esto por sus

antecedentes borrascosos y violentos. Una de ellas era

una mujer llamada Ligia Escalante, su aspecto era

delgado, de estatura más bien baja, aunque su aspecto

reflejaba cierta humildad, su mirada era llena de malicia

y desconfianza, su apodo era La Gata, en sus usuales

riñas en las cantinas que frecuentaba eran realizadas

con arma blanca y siempre causaba heridas a sus

contrincantes, ella daba testimonio de haber hecho

pacto con el diablo para su protección, en alguna

ocasión fue sacada hacia la calle arrastrada por un

demonio en medio de gritos aterrorizadores.

Cuando recibió al Señor Jesucristo se llenó de lágrimas al

experimentar el amor perdonador de Dios hacia ella.

Comenzó poder del Espíritu Santo, abrió en ella un

deseo profundo por conocer la palabra de Dios, se

estaba hasta avanzadas horas de la noche estudiándola,

la gente, juntamente con su familia comenzó a observar

en ella la manifestación del nuevo nacimiento en forma

radical, ella compartía el mensaje con un entusiasmo

digno de admiración y la gente recibía su testimonio con

gozo. El fruto de su conversión fue su esposo, su hija y

su yerno, después otro de sus hijos, siguieron tres de sus

cuñadas, hermanas de su esposo, siguieron sus suegros,

un par de ancianos muy religiosos, con los días dos

hermanos de su esposo, en la familia también comenzó

a manifestarse el poder del evangelio, sus hermanos que

algunos de ellos eran también de la misma tendencia

que ella, llegaron a los pues del Señor Jesús debido al

cambio que se había efectuado en su vida , la salvación

también llego a su señora madre y una hermana. Fue

una mujer fiel al Señor hasta la hora en que Él la llamó a

su presencia a pesar de las dificultades que enfrentó por

causa de su Fé en Jesucristo.

Una de las causas que contribuyo al rápido crecimiento

de la obra en Cartago fue el impacto que causo a las

comunidades el testimonio de varias personas de un

trasfondo muy borrascoso y violento que se convirtieron

en bendición para esos lugares. Entre otras personas

quiero mencionar a Zobeida Londoño, quien debido a

sus violentas riñas, había marcado su rostro en la

barbilla con una cicatriz causada por una de sus

frecuentes peleas con sus maridos, a uno de ellos ella le

chuzó el pecho con una puñalada. También quiero

nombrar a Mercedes Castillo en el barrio San Jerónimo,

a quien por sus frecuentes escándalos y riñas le tenían

temor en el vecindario. Al recibir de mi parte el

evangelio, se convirtieron en personas dignas de

admiración por el cambio tan radical en sus vidas.

Las iglesias siguieron creciendo en ambos lugares, se

fueron formando lideres para el trabajo, y un año

después el Pastor Celinde Ortiz renunció a la Iglesia en

Pereira para trasladarse a la Iglesia Unión Misionera en

Tuluá, la iglesia se reunió para estudiar el caso y buscar

un nuevo pastor, por mayoría acordaron pedirme que

regresara a Pereira, para tomar la iglesia, la comisión

nombrada para comunicarme me llamó y me reuní con

ellos para expresarme la decisión de la iglesia, yo recibí

la noticia con asombro y cierto temor, porque yo era

consciente de mis limitaciones para hacerlo por no tener

la suficiente experiencia para trabajar con una iglesia ya

formada, con ciertos resabios, con problemas internos

donde la gente no respondía al compromiso, era una

iglesia en aquel entonces de unos 60 miembros, su

ubicación era en un lugar de mucha inseguridad, a la

gente le daba miedo asistir, había sido un lugar donde

existían cantinas y lugares de prostitución, lo llamaban

“La cumbrecita”, aun quedaban en el sector algunas

cantinas y casas de prostitución; algunas veces se había

acordado vender la propiedad e ir a otro lugar. Allí nadie

se convertía, y la persona nueva que invitaban no volvía,

yo conocía muy bien la iglesia y también recordaba el

dicho del Señor “No hay profeta sin honra, sino en su

propia tierra, entre sus parientes y en su casa”, yo les

dije a los hermanos de la iglesia con cierto temor que yo

aceptaría bajo ciertas condiciones, una de ellas que me

dieran libertad para hacer los cambios en la iglesia que

yo creía convenientes, ellos dijeron que estaban de

acuerdo, y entonces comencé a trabajar de medio

tiempo, en la iglesia me darían una ofrenda de 800

pesos mensuales y trabajaría el otro medio tiempo en la

zapatería. Así comenzó otra nueva etapa ministerial

llena de algunos momentos difíciles pero también de

abundantes bendiciones y respaldo del Señor que

fueron forjándome como siervo de Él.

CAPITULO V

El Hallazgo Macabro

Al recibir la iglesia en Pereira llegue haciendo una

limpieza general del local, el cual estaba en completo

abandono, comencé a sacar toda la basura que había

por todos los rincones, en un sótano que existía en la

parte de atrás que estaba lleno de colchones podridos,

al terminar de limpiarlo pedí que se le echara nuevo piso

y organizarlo bien para convertirlo en un aposento de

oración, nuestra sorpresa fue grande al encontrar

huesos humanos, allí ocurría que asesinaban a la gente y

la enterraban en ese sótano para ocultarlos allí, por

algún tiempo las personas que vivíamos allí, pues yo viví

allí un tiempo, escuchábamos ruidos extraños en

algunas noches, yo seguí preparando la iglesia para algo

que el Señor haría. Poco tiempo después hicimos algo

parecido a lo que hizo el adolescente Rey de Judá

cuando llego al reinado en Jerusalén y comenzó a

limpiar el templo que estaba en completo abandono, allí

encontró el libro de la ley tirado en un salón, y después

de hacer esto comenzó un avivamiento en el pueblo de

Judá. II Crónicas 34 – 35.

Hasta aquello, nadie se convertía al Señor, la gente

llegaba y no se amañaba. Se llego hasta el punto que en

varias reuniones acordaron vender la propiedad pero

nadie se interesaba en comprarla. Después de

terminada la limpieza del lugar, en el culto de oración

los miércoles en la noche, donde la asistencia era de

unas 15 personas promedio pedí a los hermanos que

desearan acompañarme un rato después del culto, para

orar al Señor, por lo general se quedaban 8 personas,

días después de haber comenzado este pequeño grupo

de oración ocurrió algo que cambio la situación y el

rumbo de la iglesia, desde esa noche no volvió a ser la

misma y comenzó un mover precioso de Espíritu Santo.

Esa noche en medio del tiempo de oración yo comencé

a sentir que algunos lloraban al momento en forma

espontánea como cuando el Espíritu realmente obra y

comenzaron cada uno de ellos a ponerse de pié y

empezaron a confesar pecados, de adulterio,

resentimiento, mentira, etc. El culto de oración comenzó

a crecer hasta el punto de tener que cambiarlo para el

lunes en la noche donde durante dos horas solo

ministrábamos al Señor, no había predicación, solo

oración y alabanza en forma espontanea, ese culto de 8

personas llego a ser una reunión donde asistían en

promedio 200 personas y el Señor comenzó a sanar

enfermos sin hacer oración especifica por ellos, una

noche una hermana comenzó a llorar y me pidió que

tocara una parte del cuerpo porque ella estaba sintiendo

que un tumor se le estaba desapareciendo, le toque y

así estaba ocurriendo , en algunas oportunidades pasaba

gente al altar para recibir al Señor sin haber predicado,

eso es lo que sucede cuando verdaderamente se mueve

el Espíritu de Dios con libertad y sin ninguna

manipulación, la casa tenía tres puertas y por el frente

siempre se habían mantenido dos, una se abría para

entrar al salón del culto por una especie zaguán, el llegar

a la iglesia como pastor se abrieron las tres puertas, la

iglesia comenzó a crecer rápida y espontáneamente,

tuvimos que comenzar a tumbar unas paredes que

servían de división hasta llegar al fondo del local, la

escuela dominical comenzó a tener asistencia entre 250

a 300 personas en el culto de la noche la iglesia se

llenaba totalmente y algunas personas quedaban en el

andén de la calle, eran tiempos de mucho calor

Espiritual, compromiso y sentido de pertenencia. El

Señor nos bendijo con cuatro hermanos músicos que

tocaban muy bien las guitarras, eran tiempos de

alabanza y adoración muy inspirados que bendecían

mucho a la congregación , allí se había aprendido que en

el tiempo de alabanza los hermanos antiguos o mayores

podían alabar al Señor en su manera reposada con los

coros e himnos y los nuevos podían expresar los coros

con entusiasmo y emoción, para esa época ya había

comenzado en las iglesias la renovación de la alabanza

usando palmas y coros mucho mas avivados. Eso estaba

causando en la mayoría de las iglesias de la Unión

Misionera desacuerdos entre los hermanos antiguos y

nuevos, entre nosotros había libertad para alabar

respetando y considerando a los demás en su forma

diferente para hacerlo. Un domingo en el culto de la

noche había gente parada afuera en el andén, yo pude

observar en medio de la alabanza a un hombre en la

parte interior del salón pidiendo que le dejaran entrar y

quedo allí de pie hasta que termino el culto, yo Salí a

saludarlo y lo primero que me dijo fue lo siguiente

“Deme de lo que hay aquí”, me contó que estaba en una

cantina tomando licor media cuadra mas debajo de la

capilla, aunque había música en la cantina él comenzó a

escuchar otra música muy diferente que venía de afuera

de la cantina y salió de allí atraído por la música, miro

buscando el lugar de donde salía la música y vio la gente

parada en el andén de la calle y fue atraído como por un

imán y subió rápido hacia donde estaban y encontró la

gente en tanta alegría cantando y tuvo que entrar como

pudo al culto, por eso me decía que quería de eso

porque nunca había experimentado lo que estaba

sintiendo en ese momento.

CAPITULO VI

¡Un Cambio!

¿Un Beneficio?

Lo que estaba sucediendo en la iglesia comenzó a

conocerse en todas las iglesias de la Unión Misionera y

en otras iglesias de otras denominaciones fuera de

Pereira. En la escuela dominical de un domingo noté que

entro un hombre con apariencia de extranjero y

participó de la alabanza con tanto entusiasmo y alegría

que me causo admiración porque no le había visto antes

en la iglesia, cuando termino el culto Salí a saludarlo, al

hablar con él me dijo que él era el rector del seminario

Bíblico de la Alianza Cristiana en Armenia, el se llamaba

Carlos Wesmayer de nacionalidad alemana, en el

seminario de Armenia habían escuchado lo que estaba

pasando en la Unión Misionera de Pereira, y me dijo que

lo que había visto y experimentado esa mañana era

mucho más de lo que habían contado, me abrazó con

mucho afecto y me invitó para que en esa semana fuera

al seminario a dar una conferencia a los estudiantes. El

Señor comenzó a ensancharme el ministerio dentro de

las iglesias de la Unión Misionera e iglesias de otras

denominaciones que me invitaban a compartir la

palabra de Dios, el mover des Espíritu Santo en la iglesia

de Pereira y sus resultados empezaron a traerme

problemas y oposición por una parte de pastores,

especialmente los antiguos y los misioneros, esta

oposición era motivada por temor a una división dentro

de la Unión Misionera debido a que un pastor en la

ciudad de Cali que había comenzado antes que yo, era

un hombre de mucha visión evangelística, había

fundado la iglesia en el barrio Sindical y en el barrio

Meléndez y había comenzado obra en Buenaventura, él

había tomado una actitud de cierta independencia en

cuanto a la doctrina de la Unión Misionera, no asistía a

las convenciones y asambleas, no respondía a los

llamados que se le hacían, como invitaba a predicar a

otros pastores de otras corrientes doctrinales diferentes

a las nuestras y prácticas con mucho emocionalismo y

extremistas, entonces pensaban que sería lo mismo

conmigo, pero al contrario de este pastor yo me movía

dentro de las normas doctrinales, asistía fielmente a las

convenciones y asambleas o cualquier evento que se

desarrollaba a nivel regional o nacional, además

apoyábamos fielmente al fondo unido con el porcentaje

establecido.

Comenzaron a enviar periódicamente hermanos en

forma sorpresiva a observar que pasaba en los cultos

que fuera anormal y solo veían una iglesia alabando al

Señor con mucho entusiasmo y un crecimiento notable,

llegamos a ser la iglesia más numerosa en membrecía

bautizada y asistencia en los cultos dentro de la misión

en esa época y la segunda después de la iglesia

Pentecostal en Pereira, los demás pastores e iglesias de

las demás denominaciones de la ciudad nos reconocían

y admiraban. En ese tiempo estábamos organizados

dentro de la misión en regiones, éramos la región del

Norte, yo era el coordinador regional, por lo tanto yo

visitaban las iglesias de sector para compartir con el

pastor y la iglesia, la oposición en contra mía había

crecido, yo no me había dado cuenta de eso porque yo

estaba actuando dentro de la Unión Misionera con

transparencia y lealtad a nuestros fundamentos

doctrinales y en sumisión. Al llegar a una iglesia yo note

cierta indiferencia por parte del pastor que trataba de

evadir hablar conmigo, después de terminado el culto yo

le pregunté qué pasaba, él me respondió que una

misionera había llegado allí y les había dicho que

iituvieran mucho cuidado conmigo cuando llegara

porque yo era un hereje. Después yo fui informado que

un pastor de mucha trayectoria, jerarquía y respetado

había llegado a la iglesia en Honduras, Cauca y dentro

del mensaje comenzó a atacarme por lo que estaba

pasando en Pereira, luego de terminado el culto los

líderes de la iglesia le llamaron y le dijeron que él no era

bienvenido a esa iglesia si seguía en contra mía porque

ellos me conocían muy bien y sabían de mi lealtad a la

misión. La situación comenzó a preocuparme demasiado

porque no había malicia ni mala intención en mi corazón

con lo que sucedía en Pereira, fue tanta la angustia que

se estaba apoderando de mi que comencé a buscan

consejería en otros siervos de algunas denominaciones

con los cuales tenía amistad para que me orientaran en

ese momento, siempre he acostumbrado pedir ayuda y

consejo de otros, porque yo estaba pensando en

renunciar al ministerio pastoral, ellos me animaron a no

desmayar y permanecer dentro de la Unión Misionera

trabajando en sujeción como lo estaba haciendo, que

eso era lo que el Señor esperaba que yo hiciera en ese

momento, que Él me estaba respaldando.

En una asamblea de Mitaca se me pidió por parte del

comité ejecutivo que fijara mi posición con la UMEC y

que explicara a la asamblea lo que pasaba en Pereira,

con mucho temor y temblor me pare ante la asamblea

pastoral, los misioneros y el conferencista de dicha

asamblea, quien era el hermano Ruperto Vélez, pedí una

tiza para escribir en el tablero, recuerdo muy bien que

hice una raya horizontal con dos pequeñas rayas

verticales, una en el extremo derecho, otra en la parte

izquierda y una en el centro, les dije que ambos

extremos eran malos, que nosotros habíamos estado en

el extremo de tradición y la ortodoxia y no

alcanzábamos mucho crecimiento, el otro extremo era

también negativo porque se practicaba y enseñaba

conceptos extra bíblicos y practicas emocionales; pero

yo estaba en el centro, yo era una persona Cristo

céntrica y bíblico céntrica, que estaba convencido de

que era lo que el Señor quería, además no se podía

acusarme porque en Pereira no había desorden en el

tiempo del culto ni se enseñaban cosas fuera de la

doctrina bíblica de la Unión Misionera como podían dar

testimonio los hermanos que iban a observar nuestras

reuniones, era sólo una iglesia alegre donde el Espíritu

Santo estaba obrando en sanidades de los enfermos y

sobre todo salvando y trasformando muchas vidas, el

Señor me dio en ese momento una seguridad muy

profunda para expresarme entre ellos, en esa tarde

sentía su presencia junto a mí, terminé mi intervención

pidiendo el favor de definir mi situación, si pertenecía a

la Unión Misionera o no, y si era así, yo pedía el permiso

para empacar mi maletín y regresar a casa, les dije que

yo había llegado a la Unión Misionera solo con mi familia

y solo me iría, pero jamás cometería el pecado de dividir

la iglesia, que por favor enviaran un pastor para recibirlo

y con mucho revuelo termino la sección esa tarde, yo

salí a sentarme a un lado de la “manga” a descansar y

meditar en lo que había pasado, comenzaron a llegar

algunos pastores, unos me decían que estaban conmigo

que no desmayara que continuara, otros me decían que

dejara tanta cosa que no me buscara dificultades,

momentos después se me acerco el misionero Ray

Zuerker para preguntarme si yo estaba de acuerdo con

Mateo 8:17 Para que se cumpliera lo dicho por el

profeta Isaías “El mismo tomo nuestras enfermedades y

llevo nuestras dolencias” yo le respondí que yo estaba

de acuerdo con lo que decía la Biblia, que lo que yo

hacía era orar por los enfermos y las necesidades de las

personas como decía la escritura. Desde ese día cuando

dije y aclare mi posición delante de la asamblea de

pastores todo cambio para mí. Por parte de los pastores

nacionales quienes comenzaron a respaldarme y no me

atacaron más los que lo habían hecho, sólo algunos de

los misioneros guardaban hacia mi cierta desconfianza.

Quiero expresar mi gratitud al Señor por el misionero

Ray Zuerker, que era el director de los misioneros, el

aprecio y apoyo que me ofreció, hasta el punto que iba a

Cali a alguna reunión en su casa y disfrutábamos de un

excelente compañerismo hasta que él salió de Colombia.

Después de aquella asamblea el Señor por su gracia me

ensanchó el ministerio a nivel de toda la Unión

Misionera, era invitado con mucha frecuencia por las

iglesias para campañas, retiros, seminarios, también

comencé a formar parte de la comisión de evangelismo,

del comité ejecutivo de la misión, y para una asamblea

de Mitaca se me pidió que fuera el que expusiera la

palabra, esto me llevó a buscar al Señor intensamente

ya que era consciente de la responsabilidad que me

estaban encargando, predicar ante pastores y

misioneros de mucha experiencia y conocimiento,

reconociendo mis limitaciones, pero también

apropiándome de la palabra escrita por el Apóstol Pablo

“No que estemos capacitados para hacer algo por

nosotros mismos al contrario nuestra capacidad

proviene de Dios” II Corintios 3:5. En el primer

mensaje el Espíritu Santo ministró en una manera tan

especial que al final del mensaje había un

quebrantamiento total a tal punto que la mayoría de

pastores y misioneros lloraban, se me acercó uno de los

directivos llorando y me decía “Darío, si nosotros no

cambiamos no habrá progreso de la Unión Misionera”.

Mientras tanto la iglesia en Pereira seguía

fortaleciéndose, espiritualmente, numerosamente y

comprometiéndose con el trabajo evangelístico,

hacíamos cultos en diferentes barrios de la ciudad, en el

parque de Corocito cerca de la capilla, en algunas

ocasiones en los cultos de los miércoles después de

terminado éste, salíamos a ese parque para un culto

relámpago, en el que se cantaban algunos coros, se daba

un corto mensaje, la gente salía a los portones a

escuchar, nosotros llegábamos a ellos con tratados y

tras un corto dialogo siempre habían personas que

hacían la oración de Fé, les seguíamos visitando e iban

llegando después a la iglesia. En algunos sábados en la

noche salíamos con los jóvenes al parque de la libertad y

allí nos sentábamos en el centro y hacíamos un circulo, y

cantábamos y la gente se acercaba, dábamos un corto

pensamiento de la palabra y comenzábamos a conversar

con la gente explicándoles el evangelio y siempre habían

personas que hacían la oración de fe recibiendo al Señor

Jesucristo, era tanto el entusiasmo de los jóvenes en el

evangelismo, que una vez que salíamos hacia el sector

de la galería donde había mucha prostitución en las

residencias que asistían allí, y comenzábamos a entrar

pieza por pieza para hablar de Jesús a esas pobres

mujeres que debían vender sus cuerpos por unos pesos

para alimentarse con sus hijos, en aquel lugar tuve una

experiencia que nunca he olvidado, entré a uno de esos

cuartos y encontré a una mujer con tres niños alrededor

de ella, su estado de desnutrición era mayúsculo y

comencé a testificarle del Señor y ella me escuchaba con

mucha atención, al terminar ella me dijo que quería

seguir el evangelio, pero qué podía hacer, si no sabía

hacer más sino vender su cuerpo para poder pagar la

pieza y dar de comer a sus hijos, yo me sentí totalmente

desarmado ante esta situación, por no poder ofrecerle

algo que le sirviera para salir de su estado de miseria. A

la vez comenzamos a ir a diferentes barrios de la ciudad

a hacer cultos y organizar grupos de oración y estudio

bíblico, en algunos de ellos establecimos reuniones

semanales y encargaba a un líder en cada lugar.

Recuerdo algunos de esos barrios San Nicolás,

Matecaña, La Esneda, Cuba, donde tuvimos una iglesia

después, Dosquebradas, allí también establecimos otra

congregación, algunos más como el barrio El triunfo, El

Balso, San Judas, entre otros. Aquella fue una época

inolvidable.

En el día 19 de julio de 1979 fui ordenado como pastor,

fue una ceremonia muy significativa para la iglesia, ya el

templo había sido ampliado en toda su capacidad, esa

noche fue insuficiente para albergar a toda la iglesia,

quedó gente afuera en la calle, en ese tiempo la

ordenación de un pastor era un acontecimiento muy

importante en la Unión Misionera, asistía el comité

ejecutivo en pleno, el concilio de ordenación era

integrado por todos los pastores ordenados de la misión

y todos debían asistir a la ceremonia. Siempre he creído

que el ministerio de la iglesia debe ser integral, debe

tratar de llenar todas las necesidades del individuo,

espíritu, alma y cuerpo, fue el evangelio del reino que

predicó el Señor Jesucristo.

CAPITULO VII

El Barrio De Los Cristianos

En esos días un hermano de la iglesia de nombre Oscar

Duque fue inquietado en su corazón por la gran

necesidad de la mayoría de hermanos que no tenían

casa de propiedad y comenzó a compartir con algunos la

idea de un plan de vivienda para cristiano de las iglesias

de Pereira, él me compartió la idea y le dije que si él

creía que era posible lo iniciáramos y así sucedió, pero

desconocíamos las implicaciones que traía un proyecto

de éstos, los hermanos de las diferentes iglesias

comenzaron a inscribirse en el plan, la asociación de

pastores de la ciudad estaba dispuesta a apoyar el plan

si yo lo dirigía, yo acepté pero para mí esto significo una

gran responsabilidad que en algunas oportunidades me

quitaba la paz debido a la cantidad de dificultades en el

proceso, por desconocer todas las normas

gubernamentales que había que cumplir pero que

nosotros ignorábamos y no tuvimos una buena asesoría.

A los pocos meses de orar y buscar el terreno, Él Señor

en su misericordia y fidelidad nos ayudó a negociar un

buen lote en el municipio de Dos Quebradas en un lugar

muy central, de una forma muy especial como Él hace

las cosas, sólo teníamos 100.000 pesos recogidos por las

inscripciones y el lote costaba en ese tiempo 5´000.000

de pesos que en esa época era mucho dinero, cuando le

planteé la propuesta de comprarlo y le explique quien

era yo, para qué quería el lote y que solo teníamos

100.000 pesos para negociarlo, yo le propuse darle ese

dinero para cerrar el negocio, firmando un documento

con una multa para quien se retirara, y que le daría

1´000.000 de pesos cada tres meses y que al recibir el

primer millón haríamos la escritura pública, la persona

con la que trataba en ese momento se sorprendió con

mi propuesta y dijo que me aceptaría el negocio por la

forma tan sincera en que yo hablaba y por el motivo por

el cual lo queríamos comprar. Allí comenzó nuestra

prueba de fuego, la gente recibió con mucha alegría y

entusiasmo la noticia y se comprometieron a cumplir

con sus cuotas para pagar cumplidamente el terreno,

como siempre ocurre dentro del pueblo de Dios, algunos

se dejaron influenciar de satanás y comenzó un espíritu

de murmuración y desconfianza que fue desanimando a

una parte de los socios, algunos se retiraron, otros no

cotizaban cumplidamente, faltando 15 días para la

primera cuota apenas había entrado la mitad del

dinero, los pastores me llamaron preocupados por la

situación, satanás me insinuaba en la mente que iba a

fracasar, que iba a quedar en ridículo, que mi imagen

como pastor iba a ser afectada y otras cosas más, ¿Con

qué iba a pagar la multa?, yo le respondía a los pastores

que yo estaba seguro que el Señor no me dejaría

avergonzar, que me apoyaran en oración, el día de la

asamblea entro la mitad del dinero que faltaba y algo

más, al día siguiente pude recibir las escrituras.

El proyecto siguió avanzando con muchas dificultades

pero el Señor me iba ayudando, y hubo que abrirlo para

algunas familias no creyentes porque el gobierno no

permitía que fuera exclusivo para un grupo, después de

algunos años se entregaron los lotes totalmente

urbanizados con sus correspondientes servicios, la gente

comenzó a construir con mucho entusiasmo, y hoy es un

barrio donde la gran mayoría de sus familias son

miembros de diferentes iglesias de Pereira y

Dosquebradas.

Un domingo en la mañana después de la escuela

dominical se me acerco un joven para decirme que él

vivía en Finlandia, Quindío, donde él vivía con su familia

en una vereda muy cercana de la zona urbana, ellos

habían conocido el mensaje del evangelio por medio de

la emisora radio Trasmundial y quiera que se hicieran

reuniones en su casa. En esa misma semana comencé a

visitarles en compañía del misionero Enrique Jeferri que

vivía en ese entonces en Pereira, pocos meses después

fue bautizada toda la familia compuesta por sus padres,

hermanas, hermanos y cuñados, eran unas quinces

personas fuera de algunos niños, así nació la iglesia en

Filandia, poco tiempo después conseguimos un local en

el casco urbano, que pertenecía a dos señoras que eran

miembros de la legión de María, cuando el sacerdote se

dio cuenta las regaño y ordeno que nos sacaran

inmediatamente y un hermano de la familia que vivía en

Circasia se traslado a Filandia, consiguió casa allí y en

este lugar comenzamos cultos, algunas personas se

sumaron al grupo, también se hizo una campaña

evangelística donde presentamos unas películas de la

vida de Jesús, eso causo mucho revuelo en el pueblo y

cientos de personas asistieron; a pesar de la oposición

que el sacerdote hacia desde el pulpito de su iglesia.

Una noche asistió el comandante de la policía y nos dijo

que presentáramos las películas en el parque principal

del pueblo. Hacíamos los cultos del día sábado en la

calle y usábamos megáfono, la casa quedaba detrás del

convento de las monjas y seguramente ellas escuchaban

el mensaje, en una noche estaba yo en la casa de

Pereira cuando escuche tocar la puerta y al abrirla había

una mujer más bien joven y algo nerviosa, me dijo que

se le dejara entrar ya que necesitaba urgentemente

hablar conmigo, al entrar y sentarse comenzó a decirme

que ella me escuchaba predicar en Filandia y que una

noche cuando invite hacer la oración de fe recibiendo a

Jesucristo, ella la había hecho, esta era una de las

monjas del convento y había huido de allí para seguir a

Jesucristo, me dijo que la ayudara que no quería

regresar al convento, para mí fue de gran sorpresa saber

esto pero no sabía qué hacer con ella en ese momento,

así que llame al pastor de la iglesia bautista de Pereira,

mi hermano y amigo Abelardo Bolaños y le comente el

caso, el expreso que había una forma de ayudarla

llevándola para Cali al seminario Bautista, el hizo los

contactos correspondientes y la llevo al seminario y

quedando allí comenzó a estudiar. Estuve viajando al

seminario por varios años a hacer diligencias sobre

películas y en otras oportunidades para talleres de

capacitación, y la encontraba trabajando en el ministerio

de las comunicaciones, tengo que bendecir al señor por

su soberanía para actuar por medio del poder de su

palabra aun a través de los muros de convento para

salvar una monja, de allí extendimos el evangelio a dos

veredas de Filandia, varias veces me dejaba el ultimo

bus que salía de allí en la noche y debía regresar

caminando por la carretera dos o tres horas para salir a

un lugar llamado Cruces y esperar que algún vehículo

me recogiera para llegar a la casa once o doce de la

noche, lo hacía con gozo en mi corazón porque no es en

vano el trabajo en la obra del señor. Eran tiempos muy

especiales de sensibilidad de la gente al mensaje del

evangelio.

También se abrió una pequeña congregación en una

vereda del municipio de Balboa llamada Limones, allí

una familia nos abrió la casa para la predicación del

evangelio, semanalmente se reunían de treinta a

cuarenta personas, para llegar a ese lugar había que

bajar al municipio de la Virginia y coger un “Willis” a las

cuatro de la tarde para llegar hasta un lugar llamado la

Bodega, de allí a pie se bordeaba la quebrada, se iba

ascendiendo hacia la casa, la cual quedaba a unos veinte

minutos caminando desde donde me dejaba el carro,

algunas veces no llegaba a la hora de salida del carro en

la Virginia y había que caminar hasta llegar a la casa

unas dos horas. Además se hizo un esfuerzo para abrir

obra en Anserma Caldas, se tuvo reuniones por varios

meses y se sembró una semilla de la palabra, aquella era

una ciudad demasiado religiosa y muy cerrada al

evangelio en ese tiempo, doy gracias a Dios que hoy

existe una iglesia allí, que es el resultado del trabajo del

hermano Alberto Vallejo, pastor de la iglesia en

Risaralda Caldas. A través del ministerio de los jóvenes

de la iglesia se hacían cultos semanalmente en Santa

Rosa de Cabal, buscando establecer una iglesia pero por

algunas circunstancias que se dieron donde nos

reuníamos no se pudo realizar el objetivo. Soy un

convencido de que la iglesia local es llamada a extender

el evangelio a través del establecimiento de nuevas

iglesias, doy gracias a Dios de que en la Unión Misionera

en este tiempo hay algunos que están trabajando con

esta visión, que es el modelo bíblico para que la IUMEC

pueda seguir creciendo en estos cien años de nuestra

historia en Colombia.

CAPITULO VIII

Caminando Sobre Oro

En el año 1976 el hermano Germán Becerra era el pastor

de Quibdó Choco, el me invito para que participara con

él en un seminario para las iglesias que estaban

establecidas en las iglesias del Rio Arquia, el evento se

realizaría en Belén, al viajar allí y conocer la situación

moral y espiritual de los habitantes de esta región, y las

dificultades que los hermanos tienen que afrontar para

asistir a cultos, unas veces caminando por el monte

otras viajando por los ríos remando en sus canoas, mi

espíritu fue tocado y puedo decir que desde ese viaje mi

vida quedo ligada al Chocó y sus gentes. Con mucha

expectativa llegue al día señalado para salir, como a las

cuatro de la tarde iniciamos el viaje desde Quibdó por el

rio Atrato que se encontraba demasiado crecido, en una

barcaza que utilizaban para cargar madera, víveres y

mercancía para entregar en los pequeños pueblos que

estaban a la orilla del Atrato, era un viaje muy

incomodo, la mayoría de los pasajeros viajaban sentados

sobre los bloques de madera y los bultos que allí

cargaban, gran parte de las personas eran cholos, así se

llama a los indígenas de esa región, me tocó viajar junto

a una señora indígena con varios niños pequeños,, uno

de ellos iba con diarrea y allí no había sanitario, ella

llevaba un vaso de noche y allí el niño constantemente

hacia su necesidad fisiológica y el excremento era tirado

al rio, como yo estaba al lado al lanzarlo al rio pasaba

por mi rostro, llegamos a Tagachí, donde debíamos

bajarnos, nuestro arribo fue pasada media noche por lo

consiguiente estaba demasiado oscuro, solo

resplandecía los bombillos en una vivienda que estaba a

la orilla del rio, para uno pasar de la barcaza a la orilla

del rio se hace sobre una tabla de madera, yo no tenía

ninguna experiencia para andar sobre una tabla y

menos de noche sin suficiente luz, al poner mi pie sobre

la tabla resbale y mi pie se hundía en el agua pero la

mano de Dios estaba de parte mía y una mano fuerte

me agarro y me sostuvo para no hundirme en el rio, allí

se opero un milagro de Dios, puedo afirmar que ese día

fue mi bautismo en el ministerio con una visión

misionera que el Señor me estaba entregando para

cumplir. Al entrar a la casa donde pasaríamos la noche

tendieron una sabana sobre un tablado que servía de

piso a la casa, al levantarme en la mañana salí a la

puerta de la casa y me di cuenta que estábamos casi en

el centro del rio, a las ocho de la mañana llegaron unos

hermano a recogernos para llevarnos a Belén, venían en

dos canoas, recuerdo especialmente a dos de ellos

porque desde eses momento me unió a ellos una

profunda amistad y aprecio por su entrega, sacrificio y

fidelidad al Señor, servían con tanto sacrificio y amor a la

obra, ellos eran Alejandrino Mosquera y Dermo Pestaña,

hombres que admiro y valoro por el trabajo que

desarrollaron en esa región. Iniciamos nuestro viaje, yo

con cierto nerviosismo pero a la vez emoción y gratitud

al Señor por la experiencia que me estaba permitiendo

vivir, pasamos hacia otra orilla del Atrato y entramos a la

desembocadura del rio Arquía donde es algo grande y

profundo, porque al ir avanzando por él se va volviendo

un poco caudaloso y bajito, por la cantidad de piedra se

pone en parte algo difícil para navegar y uno debe

bajarse de la canoa para andar por la orilla mientras los

hermanos que la llevan la pueden sacar a lugares un

poco más profundos y así llegamos como a las cinco de

la tarde a Belén donde nos estaban esperando un buen

grupo de hermanos que nos dieron la bienvenida. En los

días que estuvimos allí compartiendo la enseñanza de

las escrituras hubo dos casos que eran nuevos para mí

por la poca experiencia que tenía en el ministerio,

durante el día yo daba la enseñanza y en la noche el

hermano Germán, siempre asistía el sacerdote católico

alemán, misionero en un pueblo cercano llamado

Begaes, que siempre estaba muy atento y

conversábamos en los tiempos de receso, en una de las

charlas me dijo que el estudiaba la Biblia y no estaba de

acuerdo con la idolatría y las imágenes de los santo, que

al llegar allí habían convencido a los feligreses de que

debían quitar las imágenes del templo, Dios no quería

eso, me dijo, como eran tan católicos y no querían

ofenderlos les propuso hacer un inmenso hueco para

enterrarlos y más bien colocar cuadros en las paredes, lo

cual ellos habían aceptado de buena gana. El otro caso

es una tarde después de terminar ese día las reuniones,

ocurrió cuando estábamos jugando futbol con los

jóvenes de allí, cuando una culebra pico a uno de los

jóvenes, esto causo mucha preocupación en la gente

porque no había forma de atenderlo y en Begaes existía

un puesto de salud pero hacia días no había quien

atendiera allí, en el Chocó por no haber recursos

médicos para atender hay que depender del Señor y su

Palabra, en esto comencé a aprender esa verdad, me

llamaron para que orara por el joven, lo que hice y a los

pocos momentos el muchacho estaba totalmente sano y

jugando nuevamente, de esto da testimonio el hermano

Marcial Marmolejo que en ese entonces era un

adolescente que había ido acompañando a su mamá. He

aquí un milagro más de nuestro amado Padre Celestial

Desde ese primer viaje al Chocó por el rio Arquia

comenzaron mis viajes con más regularidad hacia el

Atrato medio de los diferentes caseríos que allí se

encuentran a orillas del rio, en los tiempos de invierno el

rio crece demasiado y se sale de cause e inunda los

caseríos junto con la mayoría de las viviendas, y hay que

entrar en canoa hasta ellas, la mayoría de las casas en

los zarzos le hacen una especie de cuarto para poder

subir algunos de sus enseres y allí pasar las noches.

Cuando comencé a viajar por el rio Atrato por lo general

me acompañaban dos hermanos de la iglesia en Quibdó

vienes eran Antonio Moreno y su hermano José, ellos

tenían una pasión muy profunda para servir al Señor en

el evangelismo, en una de esas giras que hacíamos

entramos por el rio Buey, un afluente del Atrato, allí

existían dos caseríos, uno llamado San Antonio del Buey

y otro San José del Buey; visitamos cada uno de ellos

para compartir el mensaje del evangelio con sus

habitantes. Nos quedamos la primera noche en San

Antonio, en aquel entonces se debía llevar el mercado al

llegar se le pedía a alguna señora que nos hiciera el

favor de hacernos la comida y que sacra del mercado

para hacer par ella. En las noches después del culto en

que varias personas hicieron la oraciones de fe para

recibir al Señor Jesucristo, se pregunto donde podíamos

dormir y nos ofrecieron una choza que había allí, fuimos

y tendimos unas sabanas sobre las esterillas y colocamos

los maletines de almohada y pasamos la mayoría de la

noche espantando ratas que nos rodeaban. Como ven,

no fue una noche propiamente de perros, sino de

roedores por doquier.

Mis viajes al Chocó al correr los días se volvieron más

frecuentes, siempre avanzando por el Atrato medio, en

la mayoría de las a veces para efectuar cursillos de

capacitación para líderes de la región y se realizaban

entre 3 a 4 días en un lugar especifico donde asistían los

lideres y algunos hermanos de todas las congregaciones

del Atrato medio y el río Arquia, de lugares como

Tagachí, San Antonio de Padua, Buchadó, San José de la

Calle, Bebarameño. En una de las actividades en San

Antonio de Padua encontré un niño que llevaba varios

días muy enfermo y ya le estaba dando paroxismo, la

gente no daba esperanza de que sobreviviera, allí no

había ningún recurso medico y estaban pendientes de

mi llegada, me llevaron para orar por él, después de

hacerlo a la hora el niño estaba jugando en la calle con

los otros niños. De nuevo hace su aparición milagrosa el

Divino Hacedor. Estos casos eran muy frecuentes en mis

viajes al Atrato medio, allí pude apreciar mas la

misericordia de Dios que se manifiesta en medio de

gente tan necesitada, donde prácticamente no hay

ninguna ayuda en el momento de la emergencia, el

Señor interviene de una forma tan maravillosa.

En un viaje por el río Buchadó, afluente del Atrato, para

visitar una tribu indígena, me acompañaban dos

hermanos llamados Otoniel Perea y Marcial Palacios,

obrero de la congregación de Buchadó, hermano Marcial

había llevado tres pescados para nuestra comida, yendo

muy adelante el recordó que no había llevado nada para

aliñarlos, ni siquiera sal, pensamos que al llegar allí

encontraríamos, el día anterior había bajado una

borrasca que llevo todo lo que había en el caserío y no

se podía encontrar una cucharada de la y nos toco asar

los pescados y comerlos sin sal i ningún aliño y tomar

agua, pero en la noche se reunían unos sesenta

indígenas para escuchar el mensaje de la Palabra y

después extendimos sobre las esterillas unas sabanas y

pasamos a descansar gozosos de poder haber

compartido a la tribu el evangelio.

En el último viaje por el rio Arquia el Señor me dio el

privilegio de subir hasta un lugar llamado Punta de

Ocaidó, es un lugar muy hermoso pero difícil para llegar

porque no se puede viajar por el rio, ello debido a que

su caída es muy pendiente, además es muy pedregoso y

hay que ascender por la orilla; saltando sobre las rocas

con mucho riesgo ya que se resbala demasiado, allí se

unen el rio Ocaidó y el rio Arquia, y tiene una

particularidad muy especial ya que las aguas del rio

Arquia son frías y las del Ocaidó son cálidas. Sobre un

pequeño cerro esta el caserío donde hay una

congregación de la Unión Misionera, al llegar allí al

atardecer para estar con ellos varios días encontré un

grupo de personas uniformadas y muy bien armadas, yo

pensé que era alguna tropa del Ejercito nacional, pero al

preguntar a un hermano me dijo que era un frente de

las FARC que había llegado allí para quedarse unos días.

En la noche en el culto algunos de ellos asistieron, y el

comandante del frente se paró junto a la ventana para

escuchar, al terminar yo me acerque para saludarle e

iniciamos un dialogo, y él me presento su proyecto de

cambiar la situación y establecer un gobierno para el

pueblo donde hubiera igualdad y justicia social, por eso

estaban levantados en armas, yo le explique que no

estaba de acuerdo con su planteamiento y que nosotros

buscábamos el cambio de la situación del país no con

armas sino con el poder de la Palabra y el Espíritu para

conseguir el cambio, primero de la forma de pensar y

actitud para alcanzar ese objetivo, ellos cada mañana

reunían a los niños del caserío en una ”manga” para

transmitirles a ellos su ideología, yo pedí el domingo en

la mañana después de que ellos salieron para otro lugar

a unos hermanos que reuniera a los niños y les hablaran

del amor de Jesucristo y su propósito, en el Chocó existe

lo que yo he llamado tres principados espirituales

demoniacos, la idolatría, la hechicería y la inmoralidad,.

En las fiesta patronales de San Pacho el santo que

venera todo el Chocó, son varios días de celebración en

todos los lugares en medio de carnavales, ceremonias

religiosas, donde los chocuanos compran vestidos

nuevos para estrenar durante estos días, donde mucho

creyente se ve envuelto en ella por ser una fiesta

cultural de la región, en esos lugares hay

manifestaciones y practicas hasta el punto de que allí

matan hombres y mujeres por medio de las hechicerías

para poder quedarse con la mujer o marido de la

víctima, algunos líderes creyente practican la

superstición como el secreto, son rezos para cuidar las

picaduras e culebras o enfermedades de los niños, o

para evita peligros, el amor libre allí es parte de su

forma de vida, algunos hombres viven con dos mujeres

en la misma casa, casi nadie se casa, dese la edad muy

temprana las niñas se juntan a vivir con hombres, ya

sean jóvenes o mayores que ellas. Después de varios

años de estar allí enseñando las verdades bíblicas acerca

de lo que significa ser cristiano, las personas

comenzaron a pensar en el matrimonio, el pueblo de

Tagachí se sintió asombrado por este acontecimiento,

algunas personas creían que era imposible que allí se

casarse un par de jóvenes vírgenes, yo les respondía que

ese es el poder del Evangelio que cambiaba la forma de

pensar y sus costumbres. Pocos meses después se

celebraba el matrimonio de nueve parejas que habían

decidió legalizar su relación conyugal delante de Dios y

la sociedad.

Durante veinte tres años aproximadamente visite el

Chocó por el rio Atrato, Arquia, Quibdó, Doña Josefa,

Tutunendo y Puerto Nuevo, hasta que la malaria que me

repitió tres veces, los médicos me recomendaron no

regresar por algunos años, el año pasado regresa

después de once años a tener un seminario de tres días

en Padua, fue muy emocionante regresar, los hermanos

se regocijaron al verme nuevamente, pues el Señor les

ha colocado un profundo sentimiento de gratitud y

afecto para conmigo, hoy añoro regresar porque miro

con preocupación la iglesia del Chocó, por el rio Atrato y

sus alrededores, en el cual la Unión Misionera ha

invertido vidas como Pedro Noreña, Polonio Forí,

Antonio Rojas, José Sánchez, Germán Becerra y algunos

misioneros, se está envejeciendo la iglesia y no hay un

trabajo para jóvenes, adolescentes y niños para que

ellos sigan levantando la llama de la Unión Misionera y

no se vaya a apagar en esa región tal olvidada por los

entes gubernamentales y aun eclesiales, pero tan amada

por el Señor.

En la convención de enero de 1985 estaba sentado en el

prado del campamento el llanito con dos pastores

dialogando, cuando me llamo el pastor José Rengifo

para decirme que él quería colocarme en la plancha de

candidatos para elegir presidente del Unión Misionera,

en aquel tiempo no se hacía campaña a favor o en

contra de ninguna persona, antes ni dentro de la

asamblea, se nombrara una comisión para elaborar la

plancha, eran tres pastores de trayectoria y ellos

miraban las personas que ellos creían que eran dignas

de ocupar el cargo y después los presentaba el comité y

este a su vez lo presentaba a la asamblea de pastores y

delegados para que ellos en forma espontanea y a

conciencia hicieran la elección. Yo le respondí a el que

yo no era la persona indicada porque yo creía no tener

la suficiente capacidad y experiencia, el me insistió, lo

hizo en tal forma que yo le dije que estaba bien, le

respondí por cortesía, y por la forma en que me

suplicaba, yo no pensaba ni aspiraba a esa posición. En

la tarde de la elección, con asombro y alegría de la

mayoría de los pastores salí elegido presidente, con

mucho temor y nerviosismo acepté, al finalizar la

reunión se me acerco el presidente de la junta de los

misioneros en Colombia y con asombro escuche sus

palabras, en tono energético me decía que no estaba de

acuerdo conmigo, yo le respondí diciéndole que yo le

pedía que me ayudara cuando viera que yo estaba

equivocado en mis decisiones, como siempre ha sido mi

costumbre me entregue por completo a cumplir la obra

que le Señor me había confiado por su gracias, siempre

ha sido mi principio, yo trabajo para el Señor a través de

los hombre, como escribió el apóstol Pablo “no sirviendo

al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino

como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad,

como al Señor y no a los hombres” Efesios 6: 6-7.

En ese momento la Unión Misionera estaba, integrada

por sesenta iglesias y congregaciones, en ese año todas

las iglesias fueron visitadas y así ocurrió durante los años

que fui presidente. En la iglesia nacional se vivía un

ambiente tenso, entre los misioneros, pastores antiguos,

los obreros y pastores nuevos, por el cambio que se

estaba desarrollando en la expresión de la alabanza y

oración, eso se manifestaba mucho más en las

reuniones de las asambleas y convenciones, yo comencé

a buscar que los dos grupos conciliaran y cada uno podía

expresarse en su forma, aceptando que los otros lo

hacían de corazón, para el Señor, y cada uno respetaría

al otro, sin criticas ni menosprecios, con el tiempo esto

se fue consiguiendo, fortaleciéndose la unidad a pesar

de la diversidad de criterios. En la convención del año

siguiente, se hacia la elección del nuevo comité

ejecutivo, que se realizaba cada año, pero se podía

reelegir según el resultado de su gestión, el hermano

Miguel Pérez se paro en medio de la reunión y expreso

que cuando yo había sido elegido había temor en una

parte del pastorado, de que yo iba a dividir la misión

pero l contrario había una misión unida trabajando en

armonía y proponía que yo fuera reelegido por

aclamación y ocurrió que toda la asamblea se puso en

pie aprobando la propuesta y así continué cuatro años

hasta que renuncie.

CAPITULO IX

Jugando Nuevamente

De Local

Mi llamado y mi vocación pastoral me movían a

pastorear nuevamente una iglesia local. Eventos que nos

ayudaron en esos años para alcanzar unidad, identidad y

sentido de pertenencia, fue entre ellos el desarrollo del

plan master con la asesoría de “Sepal” bajo la dirección

del hermano Dario Platt, esa estrategia había sido

aceptada e iniciada bajo la presidencia anterior del

hermano Manuel Badillo, nosotros veníamos de una

variedad de conceptos doctrinales, porque los

misioneros que trabajan aquí en Colombia con nosotros

venían de diferentes denominaciones, Presbiteriana,

Bautista, Menonitas especialmente, ya que EEUU no

teníamos iglesia de la Unión Misionera, sino que había

una agencia misionera que reclutaba misioneros de

estas denominaciones y eran enviados bajo la Unión

Misionera, su sede en Kansas City EEUU. También se

institucionalizo dentro de la Unión Misionera el mes de

la Biblia en el mes de octubre en cada año, durante ese

tiempo se desarrolla un seminario en cada iglesia local

sobre temas unificados de doctrina y formación

ministerial entre ellos, la salvación, dones espirituales,

ministerios de los ancianos, diáconos, mayordomía,

evangelismo, etc. Todos los pastores recibíamos

capacitación durante una semana en el llanito, las cuales

eran dictadas por algunos misioneros y maestros que se

invitaban para esos eventos, a cada pastor se le asignaba

una o dos iglesias para trasmitir la enseñanza, el pastor

de la iglesia local quedaba para acompañar al pastor

invitado y esto permitía el poder tener compañerismo

pleno y conocimiento interpersonal, y esto ayudó a

crear un ambiente muy saludable de relaciones sanas,

libre de celos y competencia, aprendíamos a

reconocernos y valorarnos como miembros del mismo

cuerpo que éramos y nos enriquecíamos al poder

ministraros los unos a los otros. También realizamos

varios concilios de doctrina que eran controversiales en

el cambio que estábamos experimentando, además

teníamos una confesión de fe muy superficial debido a

los diferentes conceptos doctrinales de los misioneros,

eran concilios sobre la obra del Espíritu Santo en el

cristiano, bautismo, llenura, plenitud, el divorcio y el

nuevo matrimonio, bautismo en agua, ya que estos se

habían efectuado por aspersión y sumersión debido a

que Carlos Chapman era presbiteriano y Teodoro

Houston era bautista y el concilio se acordó que en la

Unión Misionera Colombiana se bautizaría por

inmersión, para estos concilios se delegaban a pastores

de experiencia y trayectoria dentro de la misión, que

elaborarían ponencias sobre los temas a debatir, por las

tendencias que teníamos e la iglesia nacional, primero

se reunían varios días de una semana los exponentes

con un grupo más amplio y allí cada ponente defendí su

posición con amplios argumentos apoyados en las

Escrituras, después de largas discusiones a veces un

poco tensas, si conciliaban las posiciones se sacaba un

documento que se presentaba ante la asamblea de

pastores y era aprobado como nuestra forma de fe y así

fuimos conformando nuestra propia confesión de fe que

nos fue dando identidad y unidad doctrinal en la Unión

Misionera Evangélica de Colombia.

Se establecieron los seminarios pastorales para

fortalecer los ministerios y profundizar en el estudio de

la Palabra y eran dictados por maestros con autoridad

en el manejo del tema asignado. E las convenciones se

trataba de buscar conferencistas de experiencia

ministerial, entre ellos recuerdo al pastor costarricense

Alberto Barrento, con un prestigio a nivel

latinoamericano, recuerdo también al hermano

Fernando Vangioni, evangelista y maestro argentino, y

así se iba consolidando con estabilidad ministerial

dentro de la iglesia nacional, a nivel personal se iba

adquiriendo madurez y experiencia ministerial. Yo

participaba en la mayoría de los eventos organizados

por las iglesias locales y los regionales, que eran cursillos

para líderes, campaña, etc. En ese tiempo se celebro la

primera convención indígena nacional al que asistieron

diferentes comunidades tales como los paeces,

guámbianos, entre otros. Yo fui invitado por el hermano

Salvador Ramos, pastor de la iglesia en Belén, Toribio,

para ser el predicador central del evento, lo que fue par

mi una experiencia muy agradable en ese reunión, allí

habían cerca de mil quinientos humanos indígenas, allí

nació en mi una admiración, aprecio y reconocimiento

por los hermanos, porque me impactó de ellos la

fidelidad y sacrificio para asistir a las reuniones, hacia

caminatas de varias horas por caminos a veces llenos de

lodo a causa de la lluvia. Continuaron mis visitas muy

frecuentes a esa región, constantemente me estaban

invitando a sus actividades locales, comencé a distinguí

los lideres que estaban al frente de las congregaciones y

empecé con ellos una estrecha amistad y los admiro,

porque han sido ejemplo de consagración para servir en

la obra del Señor con tanto gozo, compromiso y entrega

para escribir con sus vidas la historia de la Unión

Misionera que son pocos conocidos y reconocidos

dentro de la misión, quiero mencionar algunos de ellos:

Luis Evelio Yule, Julián Pito, Angelino Cometa, Guillermo

Calambaz, Emiliano Ulcué, Calixto Tálaga, Mario Uegia,

Luis Yule. En esta región del cauca también mis viajes se extendían

a las iglesias de Honduras, Mochique, Asnazú, y

subiendo hacia la cordillera a unas cuatro horas de

Suarez teníamos una iglesia en el lugar de Bellavista, los

hermanos llegaban en la noche a los cultos en medio de

la llovizna, bajando por caminos de herradura con

muchos canelones formados por el paso de las bestias,

caminos llenos de lodo, alumbrando el camino con

linterna o mechas incrustadas en tarros llenos de

petróleo.

CAPITULO X

Conociendo El Cauca

En la región Naya existía una numerosa congregación

liderada en aquel tiempo por un hermano de nombre

Floro Taquinaz, allí se viajaba a una confraternidad que

se hacía en el mes de julio de cada año, algunos

hermanos de Honduras, Villarrica y Rionegro invitaban a

algún pastor de la misión como predicador, a mí ya me

habían invitado por el comité ejecutivo no me permita

asistir por mi posición como presidente de la misión,

debido a que esa región estaba bajo el total control de la

guerrilla, además solo podían entrar las personas que

ellos autorizaban, eso creaba cierto temor en ellos y en

mi familia, pero ante las repetidas invitaciones que me

hacían, sentí mucha pena y decidí ir, le dije a los

miembros que iba a ir y que me encomendaran al Señor,

en el día indicado viaje de Palmira en compañía del

hermano Franz Aguirre y en una población llamada El

Cedal, dos o tres horas arriba de Timba, Cauca, nos

esperaban un grupo de hermanos de la iglesia de

Honduras, entre ellos se destacaban Clemente Carabalí,

Antonio Rodallega, Ovidio Ararat, Gonzalo Caicedo,

quienes formaban el cuerpo de ancianos de la iglesia,

además el hermano Polonio Forí de Villarrica. Iniciamos

nuestro ascenso caminado hacia la cordillera occidental,

llegamos a las cinco de la tarde a un lugar llamado Casa

de Lata donde siempre se amanecía, allí nos quedamos

esa noche, al día siguiente salimos a las cinco de la

mañana para continuar nuestro ascenso hacia la cúspide

de la cordillera llamado la línea comenzamos el

descenso a las siete de la mañana por un camino en

partes estrecho y en forma de escalones que había que

estar saltando al borde de algunos abismos muy

profundos, por lo tanto las piernas iban perdiendo

fuerzas, además había que pasar un punto de un rio

colgados de un cable, el cual solo tenía unas tablillas

muy angostas donde colocábamos los pies y pasábamos

de lado ya que no había capacidad para hacerlo de

frente, después de pasar algunos trechos un poco planos

y otros empinados éramos supervisores, en algunos

lugares, por guerrilleros que se comunicaban por radio

para informar por dónde íbamos pasando. Llegamos

aproximadamente a las cinco de la tarde, yo llegue con

mis tobillos sangrando por las peladuras que me

resultaron por la larga y forzada caminada de dos días, al

estar descansando y curándome las heridas llego un

hombre más bien joven, de buena apariencia y bien

armado que se me presentó como un comandante del

frente de las FARC en ese lugar, después de saludarnos

me dijo que había ido para verificar quiénes habían

llegado. En el culto de la noche él estaba en primera

banca, por el resto del salón y afuera en el patio estaban

otros guerrilleros, y así era cada noche, además se había

llevado un proyector y se presenta una película cristiana

después del culto, y así era cada noche, en el día

teníamos enseñanzas especiales para los líderes de la

región, en la noche del viernes el hermano Floro me

expresó su preocupación porque había ido mucha gente

y ya se había acabado la carne y se debía conseguir una

res y no había como comprarla, y no se atrevía a pedir

ofrenda porque los guerrilleros no estaban de acuerdo,

yo le dije que me dejara a mí que yo lo haría y en el

momento oportuno yo expliqué la situación y por qué

íbamos a recoger una ofrenda voluntaria para comprar

una res, el comandante se paró y sacó unos billetes para

dar la ofrenda y lo siguieron los demás integrantes que

estaban en el culto. El domingo en la noche que

clausurábamos la campaña se me arrimó el comandante

para darme los agradecimientos por haber estado allí y

me dijo que mientras él estuviera allí yo era bienvenido,

a las primeras horas del lunes iniciamos el regreso con

mucho gozo y llegamos el martes a las cuatro de la tarde

al Cedal y regresé a casa.

El Señor me dio la oportunidad de extender el ministerio

al departamento del Putumayo y Caquetá los hermanos

del Congo iniciaron un trabajo de Colonización y

evangelización del Putumayo en un lugar llamado

Juanambú, que queda a tres horas más allá de Mocoa,

para ir es una parte en carro y otra a pié por la montaña.

Fui invitado a celebrar allí una campaña, lo que fue una

experiencia muy bonita y bendecida, pero la distancia

era muy larga para viajar saliendo por Cali, fueron acerca

de veintiocho horas, lo que fue más bien agotador

especialmente de Pasto para allá porque la carretera

estaba en muy malas condiciones para el transporte, un

grupo de hermanos de Honduras fueron a abrir una

finca como colonos en un lugar llamado Alejandría, allí

ellos formaron una congregación y viajaban al año dos o

tres veces a visitarlos para celebrar campañas

evangelística y seminarios de capacitación para líderes,

ellos visitaban otros lugares más adentro como: La

Maquina, el Vaticano, y el Alto de la Cruz.

En una oportunidad viaje al lugar del vaticano que eran

tres horas caminando por la selva por caminos muy

difíciles y por la vegetación tan tupida el sol no podía

secar los caminos que siempre permanecían muy

cargados de barro, yo quedé admirado al ver el sacrificio

y consagración de los creyentes que caminaban horas

enteras don niños en los brazos, iluminando el camino

en la noche con caperuzas o linternas por un lugar

donde se encuentra muchas serpientes venenosas, allí

se que cuando oír la Palabra es difícil, por la distancia o

las pocas visitas que reciben se aparecía demasiado esa

oportunidad, sin importar el sacrificio que se debe hacer

para poder escuchar; lo contrario sucede en las ciudades

donde todo es tan fácil y cómodo y no se aprecia la

bendición de reunirse a alabar al Señor y oír la Palabra,

por eso tanta indiferencia y apatía, aún en gran parte de

los creyentes, la comodidad de las ciudades, muchas

veces vuelve apáticos a no pocos creyentes. Algo bien

triste por decir, lo menos. ¿Verdad?

Gran parte de los hermanos decidieron vivir en

Mayoyoque, un pequeño pueblo a la orilla del rio mismo

nombre y el rio Caquetá, allí construyeron una cas par

los cultos y que sirviera como casa pastoral con el

propósito de alcanzar personas del pueblo, allí

comenzaron a llegar los primeros pastores, entre ellos

Jorge Eliecer Tumbo, Felipe Ballen, Fermín Hurtado y

Álvaro Filigrana de allí iban a hacer visitas a una

población cercana a la orilla del rio Caquetá y el

Orteguaza a unos cuarenta minutos esta un pueblo

llamado Solano, allí los hermanos Fermín y Álvaro

comenzaron a trabajar con mucho entusiasmo y el Señor

les dio gracia delante de la gente, y así a los pocos meses

había una congregación allí, a raíz de la venta de tamales

que ellos hacían para vender en el pueblo levantaron

fondos para construir la capilla y casa pastoral, de allí

salían a visitar lugares cercanos y la gente comenzó a

creer en el Señor Jesucristo yo hacía dos o tres visitas al

año para tener compañerismo con ellos y enseñar la

Palabra, ellos estuvieron ocho años y cuando salieron

dejaron muy en alto el nombre de la Unión Misionera

por su testimonio y entrega al trabajo, por eso la gente

aún inconversa del lugar lamentaban la salida de ellos y

anhelaban que regresaran. Llego el hermano Rodrigo a

pastorear la iglesia pero la situación de orden público

comenzó a empeorar con amenazas y un ataque de la

guerrilla, algunas familias salieron desplazadas, por lo

tanto la iglesia fue diezmándose, la capilla fue

construida al frente del cuartel de la policía, de la

alcaldía y Telecom, pero debido a los frecuentes

hostigamientos de la guerrilla la alcaldía y Telecom

fueron trasladados a otro lugar y allí la gente no quería

asistir en una noche por el temor a un ataque al cuartel

de la policía.

Se celebró en el campamento del Llanito un encuentro

entre líderes de las iglesias de la Unión Misionera del

Ecuador, Panamá y Colombia. Allí asistió el hermano

Decilio Guevara, presidente de la Unión Misionera de

Panamá, con el cual tuve una sincera amistad. Él quería

conocer algo de la obra colombiana y después del

encuentro viajamos a Bellavista Cauca a visitar las dos

congregaciones que allí teníamos, teniendo un buen

tiempo con los hermanos de ese lugar. Cuando

regresábamos debíamos caminar hora y media para

llegar al pueblo de la Cecilia donde tomaríamos el bus

que nos llevaría a Suarez Cauca. Llegamos cinco minutos

después de salido el ultimo bus, y nos toco seguir

caminando hacia Suarez para tomar allí el bus que nos

llevaría a Cali. Debimos caminar unas tres horas y al

llegar ahí el último bus ya había salido. Nos tocó seguir

caminando hasta Asnazú, el estaba alojado en Palmira

en la casa que yo vivía y me hablo de la posibilidad de ir

a pastorear una iglesia, a los pocos meses me llego la

invitación y los pasajes de una iglesia en la ciudad de

Santiago para tener una campaña y ver la posibilidad de

trabajar allí, estuve durante un mes con ellos, hicimos

un principio de acuerdo para ellos comenzar a solicitar la

visa para ir juntamente con mi familia, en ese tiempo

aun teníamos dos hijos terminando su bachillerato y

faltaba definir su situación militar, y esa circunstancia no

permitió nuestro viaje.

Al año siguiente fui invitado como predicador a la

convenció de las iglesia de ellos y además tenían unas

campañas en cuatro iglesias de diferentes ciudades, fue

para mí una experiencia muy linda por el respaldo que

me dio el Señor en cada iglesia donde tuve varias

manifestaciones especiales, pero una de ellas me

impresiono especialmente, estaba predicando en un

iglesia de una población llamada San José en una de las

noches de la campaña, la capilla tenía capacidad para

unas doscientas personas y estaba lleno el lugar, allí no

había equipo de amplificación y no se podía usar

micrófono. Al finalizar el culto la hija del pastor con su

rostro que reflejaba mucha alegría hablaba por medio

de señas con algunos hermanos, yo pregunte qué

sucedía a lo que me respondieron que ella era

sordomuda y estaba diciendo que había escuchado todo

el mensaje, ella estaba sentada en la última banca de la

capilla, solo el Poder de Dios en su misericordia lo hace.

CAPITULO XI

Un Valle De Conflictos

A los cuatro años consecutivos de ocupar la posición de

presidente, renuncie porque mi llamado y vocación

como pastor de la iglesia local fue demasiado fuerte y

me llevo a renunciar, fui invitado a pastorear la iglesia

de Florida, donde estuve cuatro años, siendo la

bendición y el respaldo del Señor hasta el punto de que

en el crecimiento de la membrecía hubo que ampliar el

templo en dos veces hasta cubrir todo el lote hasta el

fondo, fue una iglesia donde experimentamos como

familia mucho aprecio y amor cristiano, fue una iglesia

extremadamente generosa con nosotros en la parte

económica y material, Vivian muy pendientes de

nuestras necesidades como familia, éramos dignificados

por ellos, allí vi la realidad del cumplimiento de la

Palabra de 1ra de Timoteo 5: 18 “pues la escritura dice:

no podrán bozal al buey que trilla, digno es el obrero de

su salario”.

Se presento una división en la iglesia Príncipe de Paz de

Palmira causada por un joven pastor que había traído de

un gran interés entre los jóvenes que en esos días eran

el grupo mauro en la iglesia con el apoyo de algunas

familias, la divinos se decidió debido a una practicas

extremas que causaban desorden y cierta confusión,

siendo que la iglesia por su tradición causo desagrada a

los lideres y hermanos más antiguos de la misma,

además ciertos conceptos doctrinales que reñían con

nuestra posición. Fui llamado varias veces por los

directivos de la iglesia para tratar de evitar ir a

extremos, también fui invitado al cuerpo pastoral para

darle algunos consejos para manejar la situación que se

le había ido de las manos, él se comprometía a tomar en

cuento lo que se le recomendaba pero la situación se

empeoraba hasta que decidió renunciar, pero al salir con

el apoyo de una iglesia en Cali se llevo la gran mayoría

de la membrecía para un teatro a pocas cuadras de la

iglesia, como consecuencia la iglesia Principie de Paz

quedo totalmente diezmada y dolida con este hecho,

además de ellos venían a la puerta del templo a burlarse

cuando los hermanos estaban en culto y les decían que

los iban a acabar, en medio de esta situación enviaron a

Florida a buscarme para decirme que el grupo que había

quedado, en forma unánime me pedían que fuera a

ayudarles como pastor de ellos, par mi fue gran sorpresa

esta invitación, casi ningún pastor de la misión deseaba

pastorear allí, por su tradición tan arraigada y el carácter

de alguno lideres más antiguo que siempre estaban allí,

comencé a orar con mi esposa buscando la dirección de

Dios, además pedí consejo a algunos de mis consiervos

unos me decían que no me metiera allí, oros me

animaban a aceptar, hable con el cuerpo pastoral y me

expresaron la necesidad tan apremiante, que si yo

decidía hacerlo tenía su respaldo, a pesar que tenían la

invitación de la iglesia de Florida para que continuara

con ellos y otra iglesia me estaba invitando también al

ver la necesidad tan imperante acepté confiando en el

respaldo del Señor, siempre fue mi posición ministerial

estar en lugares que necesitaran de mi ayuda. Nos

trasladamos a Palmira y encontramos la congregación

con mucho desanimo y muy sentida con los que habían

hecho el daño a la iglesia, era una iglesia que necesitaba

un ministerio de restauración que sanara antes que

cualquier otra cosa, el Señor me había confirmado el

ministerio de restauración que me había entregado.

Inicie este trabajo y con gozo los pocos meses comencé

a ver en los hermanos cambios de actitud y un nuevo

animo, el ambiente también comenzó a caminar

favorablemente, personas nuevas comenzaron a llegar,

algunos de los que habían salido comenzaron a expresar

su deseo de regresar, la iglesia mostraba cada día signos

de santidad, las heridas se iban curando los hermanos

comenzaron a hablar sin expresar resentimiento por los

que había salido y así estuve durante cuatro años

trabajando intensamente, siendo el respaldo del Señor y

recibiendo del aprecio y reconocimiento de ellos, se

comenzaron a ver cambios en la forma del culto, a

experimentar alegría en el tiempo de alabanza y el culto

de oración más dinámicos. Aquí se cumplió aquella bella

porción bíblica en Filipenses 4:7 “y la paz de Dios, que

sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros

corazones y vuestros corazones y vuestros pensamientos

en Cristo Jesús”.

Nació en mi un sentir de que era el tiempo de regresar a

Pereira, que ya se había dado el trabajo que llevo a

conseguir la restauración de la iglesia, hable con los

líderes de mi salida y me preguntaron si me hacía falta

algo o que más quería, yo les exprese mis

agradecimientos por lo que habían hecho por nosotros

como familia, el amor y el respaldo que me habían dado,

era el tiempo de que otro continuara dando el impulso a

la iglesia, regresamos a Pereira y en el proyecto de

vivienda que se había realizado los hermanos me habían

regalado un lote para la casa de nosotros, yo le había

dicho a mi hija y a su esposo que construyeran la primer

planta de la casa para que o pagaran mas arrendo, yo

comencé a construir la segunda planta con la ayuda de

algunos amigos y hermanos, era la respuesta a una

petición hecha al Señor hacia unos veinte cinco años, la

cual consistía en que antes de que terminara mi

dependencia laboral, tuviera un techo propio donde

vivir con mi familia, el Señor en su misericordia me

respondiera en el tiempo de ÉL y cuando vio que yo

tenía necesidad de ella, y así fue, porque el Señor no

responde antes ni después, sino en el momento preciso.

El horario del Señor nuestro Dios, difiere bastante del

nuestro.

En el barrio vivía una familia compuesta de unas diez

personas entre adolescentes y adultos que habían

conocido al Señor cuando yo trabajaba como pastor en

la iglesia de Pereira pero que en ese tiempo estaban

alejados del Señor y estando ya instalados en la casa que

tenía un sótano bien organizado les invite a empezar un

grupo de oración y estudio de la Palabra y así ayudarlos

a su restauración espiritual, después de varios meses de

estar reuniéndonos cada martes en la noche, ya había

llegado otras personas al grupo y con mi yerno, mis dos

hijas y nietos sentimos el deseo de conseguir una casa

alquilada en Dosquebradas, y de esta manera comenzar

la iglesia en ese lugar, nosotros mismos recogimos con

las ofrendas para pagar el primer mes de arrendo,

conseguimos una casa en el barrio la Pradera y allí se

organizo la iglesia en Dosquebradas. Ya en años

anteriores había hecho dos intentos para hacerlos pero

por otras circunstancias no se había podido llegar a cabo

ese deseo que había en mi corazón. Hicimos nuestra

primera escuela dominical con veinte hermanos y nos

toco alquilar las sillas para esa reunión, el Señor

comenzó a proveernos las cosas que necesitábamos

para el desarrollo de la obra, después de estar allí unos

mese nos toco trasladarnos a un lugar cerca de alii, más

cómodo para los cultos pero la iglesia siguió creciendo y

el salón nos quedo estrecho para el grupo que se reunía,

decidimos entonces, conseguir un lugar más amplio y

central, cuando resulto que aparte del lugar para los

cultos necesitábamos otro apartamento para las clases

de escuela dominical y se dio que el lugar nos costaba

dos veces más de lo que podíamos pagarle en ese

momento. Orando al Señor nos animamos a tomar el

lugar confiando en el respaldo y la fidelidad del Señor

que había mostrado para con nosotros, nos trasladamos

y el Señor siguió dándole crecimiento a la iglesia y

además dándonos todos los elementos que todavía nos

hacían falta para el desarrollos del culto.

La iglesia de la Floresta de Cali, tuvo una fuerte crisis

debido al enfrentamiento que tuvieron el pastor

principal y el copastor que era el líder de alabanza, esto

causo una división entre la iglesia, los que apoyaban al

pastor y los que respaldaban al copastor. Esta situación

llevo a que varias familias salieran de la iglesia y se

creara un ambiente muy tenso dentro de ella, después

de varios meses la situación no cambiaba sino que

empeoraba a pesar de la ayuda del cuerpo pastoral, este

decidió en común acuerdo trasladar al pastor y al

copastor y me pidieron a mí para que fuera a pastorear

la iglesia en ese momento, yo no sentía que debía dejar

la iglesia de Dosquebradas, porque seguía creciendo y

consolidándose, tampoco era autosuficiente para

sostener un pastor de afuera, entonces propuse a la

iglesia de la Floresta que les ayudaría medio tiempo,

estando con ellos quince días al mes, y en los otros

quince días atendía la iglesia de Dosquebradas, encargue

al hermano Bernardo Restrepo, quien era el líder

principal de la iglesia, para que estuviera al frente de la

iglesia mientras yo ayudaba en Cali. Recibía de los

líderes mucho apoyo para el trabajo de restauración y

sanidad y en pocos meses la iglesia había tomado

ánimos y el ambiente de la iglesia era muy bueno,

llegaron personas nueva y algunas de las que había

restaurado y me pidieron que siguiera tiempo completo,

no acepte y regrese a Dosquebradas a continuar allí con

la iglesia.

Fui elegido en una asamblea del distrito para ser

supervisor y desempeñar este ministerio por varios

años. En el mes de diciembre del 2006 entregue la

iglesia definitivamente al hermano Bernardo Restrepo

para que siguiera él como obrero completo en

Dosquebradas, inicialmente como siempre ocurre en un

cambio de pastor en una iglesia nuevo hubo algunas

dificultades y algunas familias salieron pero con los días

la congregación fue reconociendo el ministerio del

hermano Bernardo y la iglesia comenzó a recuperarse,

llegaron familiar nuevas y la mayoría de las que se

habían salido regresaron, ya el local les está quedando

un tano pequeño para los cultos.

Capítulo XII

Un Camino De Cuatro

Décadas

Continuo dándole gracias a Dios por su gracia para

conmigo por haberme permitido desarrollar el

ministerio durante cuarenta años dentro de este país en

la Unión Misionera Evangélica Colombiana, y también en

algunas ciudades y estados de Norteamérica, en los

últimos veintisiete años he podido viajar a los EEUU en

varias oportunidades a algunas ciudades como New

York, Miami, Houston, New Jersey, Connecticut y

Oregón. En la visita que hice al hermano Roy Libby fui

invitado a predicar en varias iglesias hispanas de la

misión a la que él pertenecía, en todos estos lugares el

Señor respaldo su Palabra, la que colocaba en mi boca

para edificar parte de su cuerpo “la iglesia” en ese país.

Además pude visitar la sede de la misión “GMU” en

Missouri, estado de Kansas, de donde fue enviado a

Colombia Carlos Champan y todos los misioneros que

estuvieron con nosotros. Pude participar en la

conferencia de misioneros de diferentes lugares del

mundo donde la Unión misionera tenia obra, en aquel

entonces cada uno daba informe y testimonio de lo que

está sucediendo en sus respectivos campos de trabajo,

se me pidió informar de lo que estaba sucediendo en la

IUMEC acá en Colombia, todo esto lo pude hace con el

respaldo del hermano Donaldo Palmer que había sido

misionero en Pereira y en ese tiempo era el secretario

ejecutivo para la América Latina, además me ayudo con

la traducción al inglés, se me invito a tener una reunión

con el comité ejecutivo de la “GMU” para presentar las

necesidades y planes de la IUMEC en Colombia, por lo

cual alabo a Dios con gratitud por darme el privilegio.

Fuera de esto en los primeros viajes que hice

experimente la guianza y protección del Señor para

conmigo, entre ellos, una noche estuve perdido en New

York en el condado de Bronx, un lugar en su mayoría de

habitantes de color, al regresar de Manhattan me

distraje y pase derecho del lugar donde debía bajarme

del bus, comencé a dar vueltas por el sector si saber

para donde dirigirme, sin poder comunicarme con nadie

por no saber inglés ni poder dar ninguna dirección

especifica, después de un tiempo de estar caminando

sin rumbo fijo, comencé a ponerme nervioso, ya estaba

de noche (después me informaron que ese era un sector

peligroso), comencé a orar al Señor para que me sacara

de esa situación al poco tiempo de estar caminado

resulte parado al frente de la acera donde me estaba

hospedando. En el aeropuerto de Miami después de

haber pasado por inmigración fui llevado por unos

agentes a un cuarto para requisar muy cuidadosamente

la maleta y hacerme un intenso interrogatorio, que par

mi no era muy claro por su forma de hablar español, yo

contestaba lo que podía entenderles, comencé a

ponerme nervioso, en ultimas me dijeron que los

acompañara a un hospital para hacerme un examen de

rayos X para verificar si llevaba droga en el estomago, yo

estaba preparándome para salir con ellos y comenzaron

a empacarme la maleta, me miraron y me dijeron que

perdonara porque ya sabían quién era yo y que podía

salir. En otro caso al llegar al aeropuerto de Houston,

por mala información de la hora llegada, el pastor que

debía esperarme no llego, y mientras esperaba pasaba el

tempo y nadie llegaba a recogerme, ya se hacía tarde y

comencé a orar al Señor que me ayudara, a los minutos

apareció un joven mexicano (un ángel del Señor para mí)

que me puso conversa y comenzó a preguntarme que

necesitaba yo y en que podía ayudarme, le explique mi

situación y me dijo que lo esperara que iba a ver cómo

podía ayudarme, al momento regreso y me indico que

entrara a una cabina telefónica que estaba al frente de

donde estaba sentado, que allí me iban a llamar para

orientarme, al instante sonó el teléfono y una persona

me pregunto cuál era mi problema, yo le explique y me

dijo que saliera fuera del aeropuerto que en una esquina

al frente encontraría un carro que me llevaría al lugar

donde yo iba, y que debía entregarle por escrito al

chofer la dirección porque no hablaba español, que él

me llevaría y así fue, después de unos cuarenta minutos

de viaje me dejo en la puerta de la casa del pastor, de

esa manera experimente la fidelidad del Señor para

conmigo.

Otro de los métodos que el Señor utilizo para

capacitarme y renovarme, no solo los conocimientos

sino la visón para desarrollar el ministerio para el cual

me había llamado fue cuando me dio la bendiciones de

asistir a algunos eventos internacionales, entre ellos, en

cuando por parte del comité ejecutivo de la IUMEC fui

como delegado al primer congreso latinoamericano

sobre misioneros en la ciudad de Quito Ecuador, donde

recibí capacitación y visión para la obra misionera por

medio de talleres allí recibidos, fui escogido entre los

invitados en el congreso para obreros y evangelistas

itinerantes en Ámsterdam Holanda, evento patrocinado

por la asociación Billi Graham allí en medio de diez mil

evangelistas y obreros de cinco continentes eran

enriquecido en talleres que eran dictados por maestros

de la Palabra de mucha experiencia ministerial, como si

fuera poco, mi amigo y consiervo Decilio Guevara quien

en aquel tiempo era presidente de la Unión Misionera

de Panamá, me invito a que lo acompañara en unión de

otros pastores suramericanos a visitar dos ciudades de

Alemania y Bruselas, capital de Bélgica a conocer la sede

donde se reúnen los miembros del mercado común

europeo, otro evento internación que me ayudo en mi

preparación fue el haberme provisto el Señor en su

misericordia los recursos para asistir al primer congreso

iberoamericano de misiones en la ciudad de Sao Pablo

Brasil, con otros eventos tuve la preparación que

necesitaba para el ministerio al no poder recibir una

preparación formal, que yo deseé recibir pero que no

me fue posible por las circunstancias económicas y mi

obligación en el hogar, de una esposa y cuatro hijos.

Comparto esto con sencillez de corazón y temor al Señor

para mostrar la generosidad y amor de Dios al que yo

sirvo y al cual ustedes también sirven, a ÉL sea la gloria y

la honra por los siglos.

Capitulo XIII

Los cien años de la IUMEC

En la convención de diciembre de 2007 al hermano

presidente renuncio su cargo de presidente de la IUMEC

siendo yo el vicepresidente debía asumir por estatuto el

cargo para completar el periodo que le faltaba a él, el

cual era de un año, el cuerpo pastoral presento la

situación a la asamblea pastoral nacional y fui ratificado

por la mayoría de votos, asumí la presidencia para el

2008, esto implicaba para mi mucho, era un gran

privilegio pero a la vez un desafío y una gran

responsabilidad ya que era el año que celebraríamos

nuestros primeros cien años de historia como iglesia en

Colombia, teníamos que enfrentar algunas dificultades,

entre ellas la parte económica ya que el presupuesto del

evento era alto, no se había podido conseguir lugar

porque los escenarios en Cali que podíamos usar

estaban en remodelación para los juegos atléticos

nacionales que se realizarían en esa ciudad el mismo

año, los conferencistas que habíamos contactado no

aceptaban la invitación, eso causo ciertas dudas en la

convención y eso causo ciertas dudas en la convicción y

solo nos quedaban seis meses para su realización en esa

fecha, comenzamos a confiar en que el Señor no nos

dejaría avergonzar y continuamos trabajando

arduamente a través de la comisión de los cien años

presidida por la hermana Islena Quintana, quien con

tanta diligencia , entrega y sacrificio trabajaba, el Señor

en su misericordia comenzó a despejarnos el camino en

una forma my especial, todo fue resultando en la forma

y el tiempo en la soberanía de Dios. Que me tocaría

presidir este magno evento era algo que nunca pasaba

por mi mente, pero el Señor le plació en su gracia y

misericordia que así fuera, este privilegio fue para mí

algo muy grande por lo que esta misión representa, ya

que aquí el Señor me restauró, me llamo al ministerio,

siendo un actor activo en su historia en los últimos

cuarenta años, permitiéndome servir en todas las

posiciones de responsabilidad, recibiendo el apoyo,

reconocimiento y aprecio de la mayoría de mis

consiervos e iglesias. El evento se convertía en algo de

mucha trascendencia y así el día treinta de junio de 2008

con el sincero beneplácito de una gran mayoría de

consiervos y hermanos de iglesias, que así me lo

expresaron, era el elegido para recibir el reconocimiento

y condecoración que se le otorgaba a la Unión Misionera

Evangélica de Colombia por parte de representantes del

Senado de la Republica, la asamblea departamental del

valle, el consejo municipal y otras entidades eclesiales

de Colombia, todo esto es algo que me compromete a

ser más agradecido con el Señor y seguir sirviéndole con

más entusiasmo y sacrificio hasta que El decida llevarme

a su presencia. Siempre tuve como principio todos estos

años de ministerio que cuando el Señor me da una

responsabilidad en alguna posición o cargo es una

oportunidad que EL me da para servir a mis consiervos y

hermanos por eso me entrego totalmente a hacerlo con

mucho amor, así lo hice en este ultimo año que ejercí la

presidencia de la IUMEC, me gocé y crecí

ministerialmente al estar con cada uno de mis

consiervos y familias en cada lugar donde el Señor los ha

colocado para administrar su iglesia, no me intereso

donde estaba ubicada, ni la distancia de una

congregación, allí estuve para experimentar el

compañerismo y pude conocerles mas y observar la

fidelidad y compromiso que tienen con la IUMEC. A

pesar de las privaciones y limitaciones que algunos de

ellos están sufriendo, con gozo siguen escribiendo en la

historia de la Unión Misionera, lo que me llevo a

descubrir en ellos virtudes que no conocía y aprendí a

apreciarlos y valorarlos mucho mas, por lo cual estoy

muy agradecido con el Señor por haberme dado ese

privilegio.

Capitulo XIV

Reflexiones Finales

Una necesidad de este tiempo cuando el sistema esta

desfigurado el verdadero sentido bíblico del ministerio

es hacer una profunda reflexión frente a la palabra y

mirar con detenimiento los principios, valores y normas

que el Señor estableció en ella para su desarrollo. El

ministerio es un llamado que Dios hace en su soberanía

basada en su gracia y no en nuestras capacidades, como

lo expreso el apóstol Pablo en Gálatas 1: 15 “pero

cuando agrado a Dios que me aparto dese el vientre de

mi madre y me llamó por su gracias” por eso debe

ejercerse en una actitud de humildad, Romanos 12:3

“Digo, pues, por la gracias que mes dada, a cada cual

que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto

de si que el que debe tener, sino que piense de si con

cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a

cada uno” entones el ministerio no es una profesión ni

un titulo que se consigue por capacidades y méritos

propios.

Somos llamados a apacentar la iglesia del Señor y no la

de nosotros como está escrito en Hechos 20:28 “por

tanto, mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el

Espíritu Santo os ha puesto como obispos para

apacentar la iglesia del Señor, la cual el ganó con su

propia sangre.” Por ese motivo no podemos

apoderarnos, ni maltratar, ni utilizar la iglesia para

nuestros propios intereses, porque es la iglesia del ÉL,

que Él compró con su propia sangre. El apóstol Pedro

afirma esta verdad en su primera carta 1 Pedro 5:2-3

“apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,

cuidado de ella, no por fuerza, sino voluntariamente, no

por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto, no

como teniendo señorío sobre los que están a nuestro

cuidado sino ejemplos de la grey. Enfatizo la frase “ no

como teniendo señoreo sobre los que están a nuestro

cuidado” hoy se ha ido perdiendo el verdadero sentido

de lo que es autoridad espiritual dentro del ministerio,

para ejercer autoritarismo y poder sobre la iglesia,

cuando reclamamos obediencia absoluta a nosotros y

que se nos reconozca nuestra autoridad, la verdadera

autoridad espiritual basada en la Palabra de Dios no se

reclama ni se impone, se recibe a través del servicio y el

ejemplo, eso fue lo que el Señor Jesús enseño a sus

apóstoles Santiago y Juan cuando le pidieron que les

diera los puestos de honor al sentarlos en su reino a su

derecha e izquierda. El respondió: Marcos 10: 42-44

“sabéis que son tenidos por gobernantes de las naciones

se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas

potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que

quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro

servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será

siervo de todos” cuando celebro la ultima cena con sus

discípulos la noche anterior de su crucifixión recordemos

el acto del levantamiento de los pies de ellos y la

enseñanza que hay allí con la expresión del Señor Jesús;

Juan 13:13-16 “vosotros me llamáis Maestro, y Señor y

decís bien porque lo soy. Pues si yo el Señor y el Maestro,

he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros

los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado,

para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.

De cierto de cierto os digo: el siervo no es mayor que su

Señor, ni el enviado mayor que el que le envió”. Otra

frase que debe subrayarse del versículo tres del capítulo

5 de primera de Pedro es: “siendo ejemplos de la grey”

es algo que se debe recuperar en el ministerio, que

debemos se modelos con nuestro ejemplo para modelar

a otros como lo expresa el apóstol Pablo.

En 1 de Corintios 11:1 “sed imitadores de mi como yo de

Cristo” Filipenses 3:17 “sed imitadores de mi, y mirad a

los que así se conducen, según el ejemplo que tenéis en

nosotros”. Siempre he considerado que en el capítulo 2

de 1 de Tesalonicenses el apóstol nos presenta los

verdaderos valores y principios que deben existir en los

que ejercen ministerio para alcanzar verdadero éxito en

el servicio al Señor, en el transcurso de la vida en el mi

misterio que el Señor en su gracia me ha permitido

desarrollar me he esforzado en aplicarlos en el ejercicio

de él, no es fácil pero es posible conseguirlo porque l

Señor quiere y pide que sirvamos. Siempre doy gracias a

Dios por haberme llamado a servirle, por su gracia y

misericordia y que ese llamado está vigente hasta el día

que me llame a su presencia o venga a levantarnos

como iglesia, por lo tanto las fuerza el vigor que Él nos

da deben ser para continuar con el mismo fervor y

entusiasmo, sirviéndole porque ese debe ser el motivo

de nuestra experiencia en esta tierra. Para Él sea la

gloria, la honra y la alabanza.

Por mi forma de ser siempre he sido muy tímido para

escribir y decir cosas acerca de mi, aunque ya me habían

pedido en algunas oportunidades diferentes personas

que escribiera algo de mi vida nunca lo hice, escribo esta

breve biografía personal, ya que no es posible todo lo

que el Señor ha hecho en mi y a través de mi en el

trascurso de la existencia que Él me ha dado, esto lo hice

en obediencia a la petición del hermano Abadías Ladino,

lo hago con mucho temor y temblor esperando que

pueda ser de bendición y desafío al ser conocido por mis

consiervos que tanto amo y valoro en el Señor,

A Dios Padre, Dios Hijos, y Dios Espíritu Santo sea todo

honor y gloria hoy y por la eternidad. Amén.

Fotografías

“Pastor Dario Alzate ministrando en la Iglesia Alianza

Cristiana y Misionera en la ciudad de Morrestown New

Jersey”

“Pastor Daria Alzate ministrando en la Iglesia Unión

Misionera en Dos Quebradas Risaralda”

“Pastor Dario Alzate y los pastores de la Iglesia

Ministerio de Liberación Restauración y Reconciliación

en New York”

“Pastor Dario Alzate ministrando en la Iglesia Alianza

Cristiana y Misionera en la ciudad de Morrestown New

Jersey”

“Pastor Dario Alzate ministrando en la Iglesia

Ministerio de Liberación Restauración y Reconciliación

en New York”

“Tiempo de compañerismo con el pastor y lideres de la

Iglesia Alianza Cristiana y Misionera en la ciudad de

Morrestown New Jersey”

“Pastor Dario Alzate acompañado de la Familia

Castañeda en el estado de Oregon”

“Pastor Dario Alzate con el misionero Roy Libby en

Portland estado de Oregon”

“Pastor Dario Alzate visitando a los misioneros Enrique

y Judy Jeferri en el estado de Oregon”

“Pastor Dario Alzate con algunos de sus discípulos

colombianos en la ciudad de New York”