Ponencia presentada en las IV Jornadas Peirceanas Internacionales UNAM-
UAM-UACM Mxico, mayo de 2011 Es necesaria la verdad en las ciencias sociales?Una
aproximacin peirceana
HYNES, Catalina; Universidad Nacional de Tucumn
Flotan las ciencias en la inmensa suposicin de la verdad
(Ortega y
Gasset, A qu llamamos verdad,
1915) Introduccin
La verdad ha sido vista, desde
la alborada misma del pensamientofilosfico, como la dorada tierra de llegada
para la travesa cognoscitivahumana. Desde Aristteles, quien
consideraba a la filosofa como la cienciaterica de la verdad, la verdad se
mantuvo durante siglos en su sitial de objetosupremo de la filosofa y de
las ciencias. No podemos ignorar que ese reinadoera alborotado, aqu y all,
por una que otra asonada escptica pero, enconjunto, la gran
conviccin que atraves siempre la historia de la filosofa fuela de que la verdad
constitua el sumo bien de la investigacin. Conviccin queculmin en Hegel,
quien consideraba la verdad no slo como la meta de losestudiosos sino como
el fin de la realidad toda en su marcha hacia la absolutaidentidad de
sujeto y objeto, esto es, hacia la Verdad con maysculas. A finesde su siglo, en
cambio, la verdad haba comenzado el descenso de tanelev
adas cumbres. El siglo XIX que, al decir de Ortega, era de suyo y en todopropenso al utilitarismo i
, escuch la fatal respuesta de Nietzsche a la preguntapor la verdad:
Qu es, pues, verdad? Un vivaz ejrcito de metforas, metonimias,antropomorfismos;
brevemente dicho, una suma de relaciones humanas quefueron realzadas de modo potico
y retrico, transmitidas, adornadas, y que,despus de un largo uso, a un pueblo le parecen
definitivas, cannicas yobligatorias: las verdades son ilusiones con respecto a las cuales se ha olvidado
lo que son, metforas ii
El eco de estas palabras nietzschean
as se oy, una y otra vez, durantetodo el siglo XX. En este trabajo me
propongo rescatar la nocin peirceana de
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verdad como fin de la
investigacin sealando su importancia an hoy. Paraello, en primer trmi
no, desgranar muy brevemente las posturas que a lo largode ese
siglo han desacreditado a la verdad, seguidamente afrontar algunascrtic
as clebres que se han dirigido contra la nocin peirceana y, finalmente,tr
atar de brindar pistas para comprender mejor a Peirce en
este aspecto. La devaluacin de la verdad en el siglo XX
Es cierto que era
pertinente matizar, frente a cierta ingenuidad quehaban exhibido a lo
largo de la historia los buscadores de la verdad, algunoscomponentes
demasiado humanos
de lo que se tena por verdadero. Junto alflorecimien
to de los estudios histricos, antropolgicos, psicolgicos,
sociales ylingsticos iii
, se agiganta tambin la evidencia de nuestras
limitaciones y esmenester reconocer que muchas veces tomamos
por verdadero lo quesimplemente est ah, alrededor, como
dictado por la moda, la opinin pblicao los intereses del estado. En una
esplndida pgina Gadamer nos recuerda que, a
unque la idea de la verdad presida absolutamente la vida del
investigador, su libertad para hablar es limitada y polivalente () No podemos
negar
nos dice
que la pregunta Qu es la verdad? en el sentido en que
la formul Pilato sig ue presidiendo hoy nuestra vida
. iv
Quiz podra hacerse una cierta lectura positiva del eclipse de la verdadsi
mantenemos la vista en el escenario poltico en el que el hombre del siglo XXha
tenido que sobrellevar su vida: las dos grandes guerras, genocidios de
todandole, sangrientas disputas entabladas en nombre de certezas ideolgicas
crmenes que con acierto Camus ha llamado lgicos
; todas esasexperiencias
dolorosas deben llevarnos al convencimiento de que el otro
,efectivamente, puede tener razn
. No otra fue la moraleja que los
viejospragmatistas obtuvieron de la Guerra Civil norteamericana; muchas
veces elestar absolutamente cierto de algo slo conduce al atropello y a
la muerte delprjimo. Una pizca de duda en beneficio del adversario, entonces,
siempre serrecomendable.Merecera la pena recorrer aqu el itinerario del
descrdito acontecido ala verdad a lo largo del siglo XX pero, por mor del
tiempo, me he inclinado aesbozar apenas unas pinceladas ligeras. En mi opinin,
la debacle de l