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LA LIBERTAD DE CÁTEDRA. UN FUNDAMENTO PARA DEMOCRATIZAR LA EDUCACIÓN Presenta: Edwin Godofredo Valladares Portillo. El objetivo de este artículo no tiene como propósito revisar el contenido jurídico de la libertad de cátedra, sino desde un punto de vista ético-político tratar de poner en evidencia que una práctica docente amparada en una visión absoluta de este derecho, anula el derecho del alumno-alumna a su propia formación y el de la institución educativa a organizar los lineamientos pedagógicos. Esto sin perder de vista, que el techo ético-político de dicha libertad es el de mediar la construcción de una “sociedad en la que quepan todos y todas”. Sin lugar a duda la libertad de cátedra para una pedagógica de la “Totalidad”, es el medio idóneo para excluir o marginar la opinión o libertad de expresión del “Otro”, es decir, del alumno y alumna, a quienes se le puede llegar a considerar como el objeto apropiado para reproducir en el futuro el sistema de dominación vigente. En efecto desde una pedagogía dominante, es el profesor quien bajo el paraguas de la libertad de cátedra oculta un tipo de actuación que anula al estudiante su a derecho a expresar sus ideas u opiniones con relación a los contenidos pedagógicos y metodologías de enseñanza, convirtiéndolo con ello en un sujeto dócil, obediente y sin capacidad de transformar en el futuro su realidad personal y social. Ante esta problemática nosotros reivindicamos la necesidad de llevar al debate público la propuesta de considerar la libertad de cátedra como uno de los pilares fundamentales para democratizar la educación. Esto sin ocultar que en sociedades excluyentes y marginadoras como la nuestra, el de suyo de esta libertad debe ser la solidaridad hacia las mayorías, con el objetivo de integrarlos a la sociedad no como lo “mismo del sistema”, sino como lo “diferente”, pues por su condición social siempre estarán expuesto a ser vulnerado en sus derechos fundamentales. De ahí que el fundamento de la libertad de cátedra entendido como un elemento trascendental para democratizar la educación, debe hundir sus raíces en el “Otro”

La libertad de cátedra. fundamento para democratizr la educación

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Page 1: La libertad de cátedra. fundamento para democratizr la educación

LA LIBERTAD DE CÁTEDRA. UN FUNDAMENTO PARA DEMOCRATIZAR LA EDUCACIÓN

Presenta: Edwin Godofredo Valladares Portillo.

El objetivo de este artículo no tiene como propósito revisar el contenido jurídico de la libertad de cátedra, sino desde un punto de vista ético-político tratar de poner en evidencia que una práctica docente amparada en una visión absoluta de este derecho, anula el derecho del alumno-alumna a su propia formación y el de la institución educativa a organizar los lineamientos pedagógicos. Esto sin perder de vista, que el techo ético-político de dicha libertad es el de mediar la construcción de una “sociedad en la que quepan todos y todas”.

Sin lugar a duda la libertad de cátedra para una pedagógica de la “Totalidad”, es el medio idóneo para excluir o marginar la opinión o libertad de expresión del “Otro”, es decir, del alumno y alumna, a quienes se le puede llegar a considerar como el objeto apropiado para reproducir en el futuro el sistema de dominación vigente. En efecto desde una pedagogía dominante, es el profesor quien bajo el paraguas de la libertad de cátedra oculta un tipo de actuación que anula al estudiante su a derecho a expresar sus ideas u opiniones con relación a los contenidos pedagógicos y metodologías de enseñanza, convirtiéndolo con ello en un sujeto dócil, obediente y sin capacidad de transformar en el futuro su realidad personal y social.

Ante esta problemática nosotros reivindicamos la necesidad de llevar al debate público la propuesta de considerar la libertad de cátedra como uno de los pilares fundamentales para democratizar la educación. Esto sin ocultar que en sociedades excluyentes y marginadoras como la nuestra, el de suyo de esta libertad debe ser la solidaridad hacia las mayorías, con el objetivo de integrarlos a la sociedad no como lo “mismo del sistema”, sino como lo “diferente”, pues por su condición social siempre estarán expuesto a ser vulnerado en sus derechos fundamentales. De ahí que el fundamento de la libertad de cátedra entendido como un elemento trascendental para democratizar la educación, debe hundir sus raíces en el “Otro” como estudiante excluido y marginado, y no en el ego del profesor o bien en el supuesto de prolongar el sistema dominante. Por ello no se trata de una libertad de cátedra unidimensional sino dialógica, es decir, que incluye al estudiante, pero no como una simple propaganda ideológica, sí como parte importante y fin de la libertad de cátedra.

En este contexto, la libertad de cátedra mira no solo difundir la conciencia del profesor, al contrario mira también la conciencia del alumno en cuanto a su libertad de expresar sus ideas, pero no solo de expresarlas sino para ser tomadas en cuenta en su formación educativa. Esto porque la libertad de cátedra como elemento democratizador de la educación, no pretende estandarizar o uniformar el conocimiento si no abrir espacios de creatividad e imaginación al estudiante, en donde incluya todas las opiniones e ideas a fin de alcanzar la síntesis en esa diversidad. Esto será así, sí su pretensión es la de incluir.

Como vemos la libertad de cátedra que incluye al “Otro” de cara a funcionar como elemento de democratización de la educación tiene que partir de lo “diferente” y no de lo “mismo”. En ese entender, los valores emergentes de participación, solidaridad, pluralidad, justicia,

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igualdad y libertad le son inherentes, y por ello la práctica docente debe bajar de la sabiduría académica hacia la realidad mundanal para caer a la cuenta que la libertad de cátedra no es un valor ético absoluto, sino un medio para que cada alumno y alumna pueda realizarse como ser humano.

Ahora el éxito de esta reflexión se mide no desde la imposición de una ideología o creencia, al contrario se mide desde la participación igualitaria de todas y todas en cuanto al modelo de sistema educativo que queremos. Así, si nuestra pretensión es la de un sistema educativo dominante la libertad de cátedra como valor absoluto es el medio idóneo, pero si nuestra pretensión es la de un sistema educativo democrático, participativo, solidario e incluyente, la libertad de cátedra como un valor complementario a la reproducción de la vida social y cultural es ineludible. Por ello, nosotros creemos que la libertad de cátedra no puede quedar limitada al propósito de proteger únicamente al docente para propiciar una educación de calidad, al contrario el estudiante como origen y fin de la educación también juega un rol importante en la creación e innovación de la ciencia y la técnica. Es aquí, donde debemos suscitar el debate y mirar que la libertad de cátedra en el sentido que venimos proponiendo es modeladora de democracia participativa.

Al concluir las líneas que anteceden, hemos intentado presentar algunas ideas que examinadas con mayor atención pueden arrojar elementos teóricos muy valiosos para medir los límites y alcances de la libertad de cátedra. Por supuesto que no hemos pretendido aportar soluciones, únicamente posibilitar el debate, el cual puede complementarse con otras áreas del conocimiento.

Nuestra carencia en este caso responde a la falta de tiempo para reflexionar a profundidad el tema. Ahora nuestro éxito, es el de realizar el primer tanteo en este punto, pues es probable que otras reflexiones en materia de libertad de cátedra estén centradas en contenidos estrictamente jurídicos. Pero, creemos que si la libertad de cátedra es un concepto no unidireccional sino dialógico. Su reflexión tiene que ser dialógica, es decir, en diálogo con otras disciplinas.

San Miguel, 18 de Junio de 2010.