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Boletín N°6 (2004). Páginas 82 - 94 Museo Gabriela Mistral de Vicuña ISSN 0718-1116 REFLEXIONES EN TORNO A LA CUESTIÓN INDÍGENA DEL VALLE DE ELQUI: VICUÑA S.XIX Fernando Graña Pezoa

REFLEXIONES EN TORNO A LA CUESTIÓN INDÍGENA DEL VALLE DE ELQUI: VICUÑA S.XIX, Fernando Graña Pezoa

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Boletín N°6 (2004). Páginas 82 - 94, Museo Gabriela Mistral de Vicuña, Chile (ISSN 0718-1116)

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Boletín N°6 (2004). Páginas 82 - 94Museo Gabriela Mistral de Vicuña

ISSN 0718-1116

REFLEXIONES EN TORNO A LA CUESTIÓN INDÍGENA DEL VALLE DE ELQUI:

VICUÑA S.XIX

Fernando Graña Pezoa

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Boletín del Museo Gabriela Mistral N°6 (2004)

Introducción

En los primeros decenios del siglo XIX, la elite dirigente de nuestro país se dedicó

a la compleja tarea de construir el Estado Nacional, lo cual implicó dos cuestiones

fundamentales e íntimamente relacionadas: 1) la construcción del Estado en su

condición de organización suprema del poder en un territorio específico; y 2) la

conformación de la nación, lo que suponía otorgar a la población del país un

sentimiento de pertenencia y cierto grado de unidad política, o sea, “construir la

comunidad imaginada”.

Forjar la nación significaba internalizar una conciencia e identidad colectiva

nacional, mediante la creación de nuevos elementos simbólicos, rituales, míticos e

históricos. El discurso nacionalista de la época habría puesto énfasis en dos

grandes mitos, esenciales para fortalecer el sentido de pertenencia e identidad

nacional. El primero de ellos consistió en el rechazo del pasado hispano. El

segundo fue la exaltación de lo propio, de lo autóctono, es decir, la revalorización

del pasado mapuche o araucano. Simultáneamente, el discurso independentista

definió dos campos semánticos opuestos: 1) españoles invasores, enemigos,

opresores, etc. y 2) mapuches indómitos, valientes, etc. Cada uno de estos influyó

en la construcción de nuestra incipiente “comunidad imaginada”1.

Desde los albores de la república se gestó una discursividad sobre los indios

que dio cuenta de la percepción, caracterización y consideración que la elite

chilena tenía sobre la población aborigen. Se produjo una “etnificación” de lo indio

desde el poder, debidamente funcional a la construcción de la identidad nacional y

al proyecto de nación, que de vez en cuando surgió entre la elite.

La co-existencia de varios discursos sobre los indios es la tónica en un

periodo de ensayo organizacional republicano. Estos discursos conviven en el

tiempo, los cuales pueden estar sujetos a tres miradas sobre lo indio en

perspectiva cronológica: 1) una mirada pretérita, dada en el momento inicial del

1 Véase a Casanova, Holdeins “Entre la ideología y la realidad: la inclusión de los mapuche en la nación chilena (1810-1830)”. En Revista de Historia Indígena 4, Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago, 2000, p.10.

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proceso independentista, la cual pasa por una “apropiación” de una simbología de

lo indio, una mitificación que rescata y pone en vigencia el imaginario de Ercilla

sobre el tema; 2) una mirada futura, en la cual existe una proyección política, la de

conformar una nación de ciudadanos. Una utopía igualitaria para consolidar el

proceso de nacionalización y ciudadanía; y 3) una mirada presente, que constata

diferencias y da cuenta de una realidad heterogénea.2

Gallardo nos plantea que es difícil establecer en nuestro país un discurso

homogéneo y uniforme que se refiera a los indios. Desde el inicio del proceso

independentista, se desarrolló un discurso idealizador de lo indio por parte de los

líderes del periodo. Paralelamente se desarrollo otro discurso, que no rescató el

pasado indio, sino la aspiración a la participación de estos en una nación de

ciudadanos. La incorporación del indígena debió incluir la reducción, y por lo tanto

negación de lo indio como espacio de diferencia. El discurso de la ciudadanía

arrasó con lo indio y establece la chilenidad a toda costa. El indígena real de carne

y hueso, con sus diferencias naturales, debió ser anulado a toda costa. Esos

discursos convivieron simultáneamente en Chile entre 1810 a 1840. En ellos quizás

se encuentren los gérmenes de futuras discursividades que se silenciaron o

renacieron de acuerdo con las necesidades de la construcción nacional3.

Tenemos que considerar que el Norte y Centro de Chile, incluyendo las

ciudades de Santiago y La Serena con sus respectivos territorios jurisdiccionales,

eran el país “pacificado”, donde vivían las autoridades de la Gobernación. Los

indígenas de estas zonas ya estaban tranquilos y distribuidos en encomiendas y

estancias de españoles y criollos. En este contexto la población aborigen sufriría un

fuerte mestizaje biológico y cultural. Por su parte, a la creciente población mestiza

se le suman los negros, mulatos, zambos y blancos pobres, todos quienes pasarían

a constituir una suerte de “bajo pueblo”. No poemos olvidar que nuestra sociedad

2 Gallardo, Viviana. “Héroes indómitos, bárbaros y ciudadanos chilenos: el discurso sobre el indio en la construcción de la identidad nacional”, En Revista de Historia Indígena 5, Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago, 2001.p.120. 3 Gallardo, op.cit.,p.134.

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tenía plenamente diferenciados los rangos sociales y razas de sus miembros,

jerarquizando piramidalmente a quienes la integraban4.

Recordemos que la sociedad chilena del siglo XIX se organizaba entorno a

distinciones raciales y económicas que asignaban a cada grupo humano su

posición dentro de ella. En la parte superior estaban los descendientes de la

aristocracia hispano-criolla y en el otros extremo, los indígenas y la escasa

población de esclavos negros. Pese a las diversas categorías raciales y

socioculturales con que se definía y clasificaba a los miembros de la población, a

los ojos de la oligarquía, todos quienes estaban fuera de sus propios círculos no

constituían más que el pueblo. Además, ellos solo entendían por sociedad, las

situaciones simbólicas y materiales que construían y reproducían ellos mismos (los

miembros de la oligarquía). Para ellos, las diferencias con el pueblo eran una

cuestión de raza, riqueza, cultura y moral. Los miembros de la oligarquía eran los

únicos poseedores de la cultura superior y de la moralidad ideal. En cambio el

pueblo, los “rotos”, eran vistos como brutos y viciosos5.

Lo indígena en la identidad nacional6

Una de las tantas contradicciones de nuestra historia nacional, tiene que ver con

nuestra relación con lo indígena. Durante muchos años, los libros de historia de

Chile iniciaban sus páginas con los relatos casi épicos de los viajes de Diego de

Almagro y de la empresa de Pedro de Valdivia. Luego vendrían siglos de combates,

guerras, fundaciones y masacres entre dos grupos que se trasformarían en

antagónicos: los hispano y los indígenas. El primero sinónimo de civilización el

segundo de barbarie. El indio era el enemigo, por eso había que enfrentarlo. Las

innumerables destrucciones de ciudades a manos de los “indios” daban la razón.

4 Góngora, Mario. “Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX”. Editorial Universitaria, Santiago, 1998, pp.63-64. 5 Fernández, Enrique. “Estado y Sociedad en Chile, 1891-1931. El Estado excluyente, la lógica estatal oligárquica y la formación de la sociedad”. LOM Ediciones, Santiago, 2003, p.165. 6 Un libro que aborda en profundidad el tema de la identidad nacional es “Identidad Chilena”, de Jorge Larraín, publicado por Ediciones LOM, Santiago, 2001.

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Aún hoy, para muchos nuestra historia nacional comienza con la llagada de los

españoles, sin embargo las nuevas tendencias historiográficas, más tolerantes con

los resultados obtenidos con la investigación arqueológica, etnográfica y

etnohistórica, han permitido ampliar los criterios que definen y delimitan “la

historia nacional”, proyectando su horizonte temporal a épocas cada vez más

lejanas. Por eso hoy en día, muchos de los textos “modernos” de historia incluyen

cada día, más y más paginas dedicadas a los pueblos originarios.

Una vez que Chile logra su relativa independencia administrativa y política

respecto de la metrópoli, en nuestro país se comienza a hablar de una mezcla o

fusión de dos razas guerreras: los mapuches y los españoles. Este discurso

obviamente no venía del europeo, sino del chileno criollo que se hacía del poder y

obviamente necesitaba legitimar en todos los frentes su condición de nuevo grupo

social y étnico dominante. El chileno criollo no era indio, tampoco hispano, sino

una mezcla de ambos, pero con una marcada y nefasta tendencia a valorar en

demasía lo perteneciente a su pasado aristocrático de raigambre colonial.

A partir de la independencia se reconocía la igualdad entre los diferente

grupos étnicos y sociales del territorio nacional. Ahora todos eran chilenos. Ello dio

pié para que muchos de los nuevos ciudadanos iniciaran un cruel proceso de

apropiación de tierras, antes exclusivas del indígena.

El problema local

Cada vez que en lo cotidiano se habla de lo “indígena”, en nuestra región se hace

referencia al legado cultural de la llamada Cultura Diaguita. Muchos se maravillan

con la magistral confección alfarera de los diaguitas, los diseños, el colorido, etc.

Normalmente en los procesos de enseñanza formal se menciona e incluye a los

diaguitas en el ámbito de lo precolombino, de lo pasado y ya extinto.

Es fácil caer en generalización en extremo burdas para definir lo “indígena”.

Recordemos que ser parte de una cultura, de una etnia, pueblo o nación, acarrea

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un profundo compromiso histórico y social para con lo propio, manifestando en la

practica cotidiana múltiples tradiciones de origen milenario. El valle de Elqui vivió

un temprano proceso de ocupación, el que se inició mucho antes de la llegada del

español. Cuando el europeo arriba al territorio, todas las tierras aprovechables y

con algún tipo de potencial económico son distribuidas a los encomenderos

(durante la Colonia) y posteriormente a los vecinos más ilustres del valle (durante

la República). La población indígena se vio sometida a un fuerte proceso de

presión demográfica, social y cultural, el cual no se detuvo con el fin de la colonia

ni con el inicio de la República. Además, desde fines del siglo XVIII y comienzos

del XIX, los gobiernos desarrollan una campaña de fundación de villas y ciudades.

Muchos de estos nuevos asentamientos nacen de conglomerados preexistentes, y

en el caso de la villa San Isidro de Vicuña, desde un pueblo de indios conocido

como Marquesa la Alta7. Cuando se produce la fundación en 1821, aún vivía en el

territorio una importante población indígena, la cual deja de figurar como tal en los

posteriores censos oficiales. Todos los chilenos éramos iguales, lo cual llevo a

desconocer las diferencias étnicas y culturales existentes. Al igual que en muchos

territorios de nuestra nación, en el valle de Elqui ser indio ya no era una opción8.

¿Extinción o negación indígena?

¿Qué ocurrió con los indígenas que habitaban el valle de Elqui, específicamente los

alrededores de la ciudad de Vicuña?. Una de las respuestas a priori que se podría

dar es que los indígenas desaparecieron, se extinguieron, asimilándose a la

población criolla chilena. Es posible que la realidad y/o verdad sobre el problema

se encuentra en ese orden de cosas. Sin embargo, considero que no es posible

7 Véase entre otros documentos el “Informe del Intendente don Joaquín Vicuña” (fojas 14 a 24, Volumen 1048, ANCG) y el “Decreto de Fundación de la Villa San isidro de Vicuña” (foja 25, Volumen 1048, ANCG). Esta documentación se encuentra transcrita en el texto de Rojas, Olga ““Proceso de modernización de la ciudad de Vicuña 1866-1900”. Prerrequisito para optar al Título de Profesor de Estado en Historia y Geografía, Universidad de La Serena, 1985. 8 Estas ideas corresponden a la ponencia “Ranchos y territorios de indios en la periferia de la villa San Isidro de Vicuña (s.XIX)”, presentada por el autor de este documento al Taller de Arqueología Histórica, Museo de Santiago, Casa Colorada, 26 al 30 de noviembre del 2001, Santiago.

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llegar a afirmar de manera tan liviana el concepto de extinción o asimilación

étnica-cultural. Para nosotros la cuestión debería ir por otro lado. Es claro que se

produjo una asimilación de la población indígena hacia la criolla chilena. Sin

embargo no me deja inquietar el cómo fue que esta se produjo. Asimismo,

establecer las verdades y/o razones del porqué de ello. No bastaría una explicación

que mencione a procesos naturales motivados por el contacto permanente de dos

o más etnias o naciones. Eso sería válido para otras zonas donde el componente

indígena tenía y aún hoy en día tiene un referente étnico vivo, como el caso de la

zona mapuche.

A nuestro juicio hay que poner mayor atención a la presión ejercida por el

Estado y por la población criolla, quienes desarrollaron un claro afán

homogenizador respecto a todo lo existente en el ámbito étnico, nacional y

cultural, bajo el rótulo de “lo chileno”. Ser chileno era –y quizás aún hoy en día lo

es- pertenecer a una raza mestiza donde españoles y mapuches se mezclaban

dando origen a un híbrido caracterizado por la belicosidad, astucia y resistencia-

tolerancia al rigor. Las cualidades esenciales (actitudinales, cognitivas y valóricas)

del chileno-criollo, deberían tener su contraparte o mejor dicho complemento en la

forma. Recordemos que las castas finalizaron con la independencia nacional. A

partir de ese entonces todos éramos iguales en dignidad, derechos y deberes. Sin

embargo la apariencia física de un individuo, siempre entrega referencias sobre el

origen étnico. Gente morena de rasgos fuertes y pelo negro liso, con nariz aguileña

y mirada aguda difícilmente sería considerada como parte del segmento hispano-

criollo. El ser o no ser indio no dependía de uno o más decretos. Quizás en aquella

época se terminó con las castas, pero la percepción del otro, en lo que se refiere a

su origen y condición étnica no terminarían con igual facilidad y rapidez. Es posible

que no existía discriminación evidente o explícita hacia los elquinos de origen

indígena, pero la presión hacia ellos habría sido de tal fuerza, que estos no

tuvieron otra alternativa salvo la de negar su condición étnica, renunciando a sus

historias y culturas para guardarlas en un baúl de las anécdotas y recuerdos.

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Una cosmovisión y etnopercepción del mundo diferente, una relación con el

medio humano y cultural diametralmente opuesta a la ejercida por el español y

posteriormente por el chileno-criollo, contribuyeron a la desaparición oficial de los

indígenas elquinos. Las ventas de tierras y propiedades, los matrimonios, las

enfermedades y la miseria, entre otras cosas, llevaron a la disminución

demográfica y la reducción del impacto territorial y económico de los indios en la

zona.

La negación étnica de los habitantes de Vicuña, debería tener –además-

otras motivaciones y/o causas, quizás secundarias, pero causas al fin, las que no

deberíamos pasar por alto. No es desconocido para nadie el discurso ya casi

institucionalizado en el cual se afirma que un factor de vital importancia en los

triunfos de Chile en las guerras contra Perú y Bolivia, fue una supuesta

superioridad racial9. Se ha dicho por mucho tiempo que el chileno, mezcla de

hispano y mapuche, es superior al peruano y boliviano, estos últimos con una

marcada impronta indígena multiétnica andina. Lo indio-chileno, aceptable en el

discurso nacional, es lo que se vinculaba o tenía que ver con lo mapuche o

araucano. Otros indios no existían en ese contexto. Los indios del norte, o mejor

dicho, los del Perú y Bolivia, eran vistos como parte de lo “no chileno”, del

enemigo al cual había que derrotar.

Quizás por eso la existencia de indios al norte de Santiago, en épocas

posteriores a las guerras contra Perú y Bolivia, pudo haber sido percibido como

algo peligroso, casi inaceptable. ¿Qué indígena de Elqui, al ver y percibir el

contexto y discurso dominante que destacaba la superioridad del chileno de origen

hispano-mapuche, se atrevería siquiera a mencionar, menos aún defender su

origen étnico vinculado a lo indígena del norte de Santiago? La población indígena

de Elqui tenía que deshacer sus nexos con su pasado étnico para construir nuevos

vínculos sociales, culturales e históricos con el naciente estado nacional chileno.

9 Larraín, op.cit., p.147

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Otro punto que nos interesa esbozar, se vincula a la existencia de ciertos

grupos de indígenas pro-realistas, quienes protagonizaron una breve rebelión en el

Choapa. Sobre el particular nos da cuenta Ruiz10, mencionando lo ocurrido en

Chalinga en 1818. Esto es sugerente al momento de visualizar las cifras del censo

de 1813 correspondientes al valle de Elqui, donde se aprecia el importante número

de indígenas existentes entre las localidades de El Molle y Rivadavia.

Cuadro 1: Cifras globales para el área de Vicuña según el Censo de 1813.

Distrito censal Total Españoles Indios Mestizos Otros

Entre Marquesa

Baja y El Tambo

1270 409 621 106 134 mulatos

Entre Diaguitas y

Río Turbio

1274 1034 108 60 46 mulatos

26 negros

Entre Marquesa Alta

y San Isidro

1627 1054 341 59 2

extranjeros

157 mulatos

14 negros

Totales 4171 2497 1070 225 379

Sin realizar mayores cálculos estadísticos, se puede afirmar que

aproximadamente 1/3 de la población de esta zona del valle era indígena. Esto nos

lleva a pensar en un nuevo factor que podría haber influido en la fundación de un

centro urbano en la zona de Marquesa Alta: el temor a las “asonadas indígenas”.

Quizás en Elqui no habían caudillos ni grandes motivos para generar un estado de

10 “Era Chalinga una aldea o pueblo de indios, formado según el plan establecido por el presidente don Ambrosio O’Higgins cuando suprimió el servicio personal de los indios. Sus habitantes eran gobernados por el juez de la reducción, que con el título de cacique, era designado cada año por la primera autoridad del distrito o partido de Illapel. El nombramiento de cacique hecho a principios de 1818 por el teniente gobernador de ese partido, don Tomás Echavarría, había producido gran descontento en la reducción, y excitado a los indios a rebelarse, aprovechando la debilidad en que suponían al gobierno por las atenciones que le imponía el estado de guerra”. Barros Arana, citado por Ruiz, op. cit. p.172

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rebelión similar a lo ocurrido en Choapa, sin embargo, la presencia de autoridades

“indígenas” si estaba presente, manteniéndose incluso bien entrado el siglo XIX, lo

cual fue un elemento de cohesión socio-cultural entre los miembros de un grupo

humano percibido como diferente en relación a lo chileno-criollo11.

Para incorporar a “los otros” al nuevo orden político, social y cultural,

nuestra sociedad ha desarrollado un sinnúmero de estrategias que incitan, seducen

y/o fuerzan a la inclusión. Es posible que una de esas estrategias, a través de las

cuales los indígenas elquinos se incorporarían a lo chileno, fuese su incorporación a

las milicias. Por ejemplo, al revisar los listados de los integrantes de las compañías

de Fusileros y Granaderos de la Infantería Cívica de Vicuña correspondientes a al

año1842, pese a su escaso número, notamos claramente la presencia de un

importante contingente de milicianos cuyo origen es “indígena”. 12

Ahora bien, la proporción de estos respecto al total de los milicianos es

bastante baja, pero no menos significativa. Al menos un 18% de los integrantes de

las milicias registradas en febrero de 1842 tienen apellido de origen indígena. Esto

no implica que sus portadores desarrollen costumbres ni modos de vida propios de

un grupo étnico, sin embargo nos ayuda a visualizar la presencia de este

componente –el étnico- dentro de la población local.

11 Sobre el particular, podemos citar un acta del cabildo de Vicuña del 10 de septiembre de 1843, donde señala que se “...acordó que se extinguiese en el barrio de los indígenas de esta Villa, el mando llamado Cacique, y que sus habitantes, que dasen sujetos bajo las autoridades del Subdelegado, é Inspectores que tiene nombra dos, y que nombrase en lo sucesivo el Señor Gobernador departamental conforme se allan sujetos los demas individuos de la Republica ..” (f. 58-58v, Libro 2, ANMV) 12 En “Documentos para la historia de Vicuña del Archivo de la Gobernación Departamental de Ovalle (Siglo XIX)”. Transcripción de Marco Alcayaga A., Museo Gabriela Mistral de Vicuña, 2004. pp.29-32

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Cuadro 2: Integrantes de las Milicias Cívicas de Vicuña con apellido de origen indígena (Vicuña, febrero 1842, ADGO).

Nombre Grado Compañía Juan Cuturrufo Cabo 1º 1ª de Fusileros José Cuturrufo Cabo 2º 1ª de Fusileros Pedro Chinga Soldado 1ª de Fusileros Miguel Arelluna Soldado 1ª de Fusileros Juan Guaman Soldado 1ª de Fusileros Bartolo Alday Soldado 1ª de Fusileros Enrique Chinga Soldado 1ª de Fusileros Carlos Guaman Soldado 1ª de Fusileros José Celestino Cuturrufo Soldado 1ª de Fusileros José Guaman Soldado 1ª de Fusileros Pedro Alringo Soldado 1ª de Fusileros Victorio Garrote Soldado 1ª de Fusileros José Alquinta Soldado 1ª de Fusileros Ypolito Guaman Soldado 1ª de Fusileros Fermin Chinga Soldado 1ª de Fusileros Francisco Cuturrufo Soldado 1ª de Fusileros León Cuturrufo Tambor Granaderos Lucas Cuturrufo Soldado Granaderos Ynocencio Casanga Soldado Granaderos José Dolores Guaman Soldado Granaderos José Dolores Garrote Soldado Granaderos Mauricio Chinga Soldado Granaderos Marcos Cuturrufo Soldado Granaderos Basilio Alquintar Soldado Granaderos Bartolomé Menay Soldado Granaderos Domingo Garrote Soldado Granaderos Leandro Cuturrufo Soldado Granaderos Felipe Garrote Soldado Granaderos José Dolores Totoral Soldado Granaderos Benito Chinga Soldado Granaderos Vicente Cuturrufo Soldado Granaderos

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Reflexiones finales

Quizás se perciba en esta propuesta de trabajo, una marcada tendencia a valorar –

quizás sobrevalorar lo indígena-, sin embargo tras lo étnico, hay una problemática

mayor, de carácter socioeconómico y cultural. Los indios eran parte del bajo

pueblo, eran parte de los sin poder. Los “indios” de Elqui se sitúan en un espacio

delimitado por lo mítico, lo misterioso y sugerente de lo precolombino –por un

lado- y lo extinto, lo que ya no existe desde hace siglos13.

La cuestión indígena en el valle de Elqui, específicamente en el área de

Vicuña, debe ser abordada de manera específica y particular, delimitando

territorialmente el espacio histórico a la zona de Vicuña y su entorno inmediato.

Esto nos daría mayores antecedentes sobre un área en particular, los que en

investigaciones posteriores, podrían ser comparados y debidamente situados el

contexto regional.

La “cuestión indígena” debería ser considerada como un problema

fundamental para ser desarrollado por los investigadores de la zona. Para ello hay

que abandonar ciertos dogmas, realizar una lectura mucho más próxima a lo

“étnico” de las fuentes documentales y materiales disponibles. Por último sería

muy constructivo valorar en su justa medida la información entregada por los

mismos habitantes de la zona, quienes con sus palabras y silencios constituyen la

clave para conocer nuestro pasado.

13 Sobre el particular, es interesante la percepción respecto a lo indígena que existía a comienzos del siglo XX. Esto queda en evidencia en la obra de José Segundo Varela “Reseña Histórica del valle de Elqui” del año 1921, donde nos plantea lo siguiente: “...se recuerdan los apellidos (indígenas) de los Garrote, Alringo, Chinga, Guamán, Menay, Higuera, Lagunaba, Peuco y otros. De estos troncos existen algunos vástagos, pero puede decirse, que la raza – en su pureza primitiva- está extinguida...”. Este autor señala mas adelante: “...debió predominar en nuestros indios el carácter sufrido; pues se necesitaba de lucha para labrar la tierra y para arrancar sus tesoros... En sus ocios, la quena debió ser la nota alegre, la espresión del alma; que, por su lúgubre sonido, era el lamento de un pueblo que gemía en la esclavitud”.p12.

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Referencias de Archivo

Archivo Departamental de la Gobernación de Ovalle (ADGO)

Archivo Nacional, Fondo Capitanía General (ANCG)

Archivo Nacional, Municipalidad de Vicuña (ANMV)

Referencias bibliográficas

CASANOVA, H. “Entre la ideología y la realidad: la inclusión de los mapuche en la nación chilena (1810-1830)”. En Revista de Historia Indígena 4, Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago, 2000. pp9-48

FERNÁNDEZ, E. “Estado y Sociedad en Chile, 1891-1931. El Estado excluyente, la lógica estatal oligárquica y la formación de la sociedad”. LOM Ediciones, Santiago, 2003.

GALLARDO, V. “Héroes indómitos, bárbaros y ciudadanos chilenos: el discurso sobre el indio en la construcción de la identidad nacional”. En Revista de Historia Indígena 5, departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago, 2001.pp119-134

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VARELA, J. “Reseña histórica del valle de Elqui”, Imprenta Moderna, La Serena, 1921.

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