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Werner Isaac

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WERNER ISAAC, 17.228

Manuel González Riquelme

ARITMÉTICA EMOCIONAL

FICHA TÉCNICA:

AÑO DE PRODUCCIÓN: 2007DIRECCIÓN: Paolo Borzman.GUIONISTA: Jefferson Lewis, basada en la novela de Matt Cohen Arithmetica Emocional (1990).PRODUCTORAS: Anna Stratton, Susanne Girard.PRODUCTOR EJECUTIVO: Robin Cass.CO-PRODUCTOR EJECUTIVO: Paolo Borzman.DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: Luc Montpellier, C.S.C.DISEÑO DE PRODUCCIÓN: Jean-François Campeau.MÚSICA: Normand Corbeil.MONTAJE: Arthur Tarnowski.VESTUARIO: Nicoletta Massone.REPARTO: Heidi Levitt, Andrea Kenyon, Randi Wells.REPARTO: Melanie Winters (Susan Sarandon); David Winters (Christopher Plummer); Christopher Lewis (Gabriel Byrne); Benjamin Winters (Roy Dupuis); Jakob Bronski (Max von Sydow); Timmy Winters (Dakota Goyo); Jane Radley (Domini Blythe); Jakob de joven (Kris Holden-Reid); Melanie de joven (Regan Jewitt); Christopher de joven (Alexander Nachi).

WERNER ISAAC, 17.228

Hay de Drancy un documento sorprendente. Un cuaderno redactado por un interno Werner Isaac, en marzo de 1944. Relata la vida cotidiana en Drancy. Werner Isaac nació en Alemania. Es un inmigrante que entró en el campo en marzo de 1944. Encontramos en su cuaderno una mezcla de información y humor. Su número: 17.228, el cigarrillo de Drancy, las famosas colillas de Drancy, un chinche y lo puso con un celo pegado a su cuadernillo. Un poco más adelante encontramos una pulga, otra compañera del infierno, los restos del estallido de un obús, un resto de bombardeo hallado en el patio del campo y el documento de recibo alemán que se le da al interno con fecha 12 de mayo de 1944 cuando es evacuado (evakuiert), esto es, cuando es deportado. Cuando sube a un convoy deja sus bienes, las joyas y le dan un recibo (Documental Le France des Camps, 1938-1946, 2009, por Jorge Amat).

La mancha

Al final de la cinta, David expone una original teoría en torno a D. Quijote. Se dirige a Timmy: “Te gustaría D. Quijote. Es listo, divertido, extraño. Los niños no pueden resistirse, les encanta”. “Cuéntales tu teoría” –le sugiere Melanie. “¿Cuál? –pregunta David. “Ya sabes que es judío”. “Dios nadie quiere escuchar eso. Cervantes dice que D. Quijote es el ‘hombre de La Mancha’. La Mancha es una región pero también significa “mancha”. La inquisición estaba convencida de que los conversos estaban “manchados” por la sangre de sus antepasados. Si uno presta atención se da cuenta de que la novela está llena de pistas y mensajes cifrados que indican que pasa algo muy misterioso. ¿Es fascinante, verdad?”.

Jakob y el Ángel

David observa el cuadro de Jakob y el Ángel de Delacroix. Jakob es el padre de los israelitas, como Jakob es el padre adoptivo de nuestros dos protagonistas. Melanie lo interrumpe. David observa que: “Las grandes mentes siguen discutiendo, peleándose. La lucha de Jakob con el

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ángel: Génesis, capítulo 32. La mayoría lo considera un sueño profético, algo que no ocurrió. En ese sueño profético, Jakob ve cómo lucha con el ángel. Pero es una visión tan clara y tangible que cuando se despierta siente realmente el golpe que le ha infligido el ángel”. La alusión a este cuadro es significativa. Jakob es el poeta del gulag que ha luchado siempre contra los elementos. Su cuerpo y su mente están llenos de magulladuras. No ha sido un sueño, es real. El sufrimiento de Jakob es real. El ángel le ha tratado mal. De algún modo, ahora, al final de su vida, está en paz pero las heridas son tan profundas que no hay marcha atrás. Su memoria está afectada, su mano lesionada y su pasado presente.

En agosto de 1940, Stéphane Hessel, se entrevista con su amigo Walter Benjamin en Marsella. El encuentro dura una hora. Hessel afirma: “Me dijo que estaba intentando salir de Francia e ir a Estados Unidos”. El 27 de septiembre de 1940, Walter Benjamin, tras 7 años de exilio, cruza clandestinamente los Pirineos en un desesperado intento de huir de los nazis. Pero al llegar a Portbou en la frontera española, sin el visado francés de salida, no le permiten seguir el viaje rumbo a Lisboa. Se suicida en un pequeño hotel con una sobre dosis de morfina. Apenas dejó una nota a Henny Gurland, con la que viajaba, en la que escribió: “En una situación sin salida, no tengo más opción que ponerle fin. Será en un pequeño pueblo de los Pirineos, en el que no me conoce nadie, donde mi vida se acabará. Le ruego que transmita mis pensamientos a mi amigo Adorno y le explique la situación en la que me ha encontrado. No me queda tiempo suficiente para escribir todas las cartas que me hubiera gustado escribir”. En su maleta se encontró un ensayo sobre lo que serían sus Tesis de Filosofía de la Historia. La tesis 9 habla de un ángel. Primero una cita de Gerhard Scholem: Gruss vom Angelus “Tengo las alas prontas para alzarme, con gusto vuelvo atrás, porque de seguir siendo tiempo vivo, tendría poca suerte”. Walter Benjamin escribe: “Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviera a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso” (en Discursos Interrumpidos I,Taurus, Madrid, 1990). Las Tesis no se publicarían hasta 1955 en Estados Unidos.

Timmy o ¿Por qué hay que ir al lago a escuchar las ranas croar?

Timmy representa la inocencia. Es la promesa de un mundo mejor. La promesa de felicidad. Timmy actúa como un nexo que enlaza a todos los personajes de la trama: “La cena esta lista”. La película se inicia con este mensaje. Un mensaje de presentación pero también un mensaje de iniciación. El director expresa: el lugar principal de la cinta es la cena. Timmy sabe que su abuela ha estado en la cárcel pero no entiende por qué. Invita a todos los personajes a escuchar en el lago el croar de las ranas. El croar es un canto. El recuerdo, el pasado, el pensamiento, las ideas son incompatibles con el croar. Cuando las ranas croan es difícil pensar. Al mismo tiempo, es un espectáculo. El espectáculo al que nos está invitando involuntariamente Timmy es el del olvido.

Jakob

Enterrado vivo es el título del libro de Jakob. “A Melanie, una luz en la oscuridad”.

“Si me preguntáis: ‘¿Crees en Dios?’, contestaré: ‘Todavía no’.He contado el milagro que representa

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diez dedos de la mano y el pie de un recién nacido. He bebido el amor de tus ojos oscuroshasta que los míos han llorado. Sin embargo, he visto cómo arrancabanal recién nacido del pecho de su madre.He visto a mil más desaparecer en humoMientras cantaban a coro ‘y crecían las flores’.Y si me preguntáis: ‘¿Crees en Dios?’,disculpadme si contesto: ‘¿Cree Dios en mí?’”

En palabras de Max von Sydow: “Cuando llega a Drancy, Jakob tiene 18 años. Allí hay niños sin sus padres y él ve que alguien debe cuidar de ellos de una forma u otra o, al menos, mantenerles vivos. Los niños consiguen sobrevivir. La guerra termina antes de que los lleven a otros campos. Él no tiene tanta suerte. Lo transportan a no sabemos qué campos pero sobrevive. Pero la niña crece durante esos años y se entera de que el hombre que la ayudó está vivo y logra contactar con él. De eso trata la película: del rencuentro”. Jakob se convierte en el padre de estos dos supervivientes.

Jakob ve a Melanie y a Christopher como cuando los conoció en Drancy. Son sus eternos testigos. Durante la cinta vemos la proyección de los niños en el establo. Sólo al final los vemos partir, salir del establo, bajo un enorme aguacero. Jakob representa el superviviente. Un hombre que sobrevivió a los campos nazis y soviéticos, cuya dignidad y humanidad continúan intactas. Al contrario que Melanie y Christopher, la defensa de Jakob es el olvido. El mensaje del segundo poema es claro:

“Demasiadas cifras,demasiados detalles,demasiadas palabras.Estaba equivocado. Eras una niña.No debí decirte: ‘¡Recuerda!’Debí decirte: ‘¡Vive!’.

Heydrich en París

El 5 de mayo de 1942, Heydrich General de las SS, Jefe de Seguridad, Representante del Reich en Praga está en París. Himmler, Jefe de las SS y de la Policía Alemana le ha encargado dirigir la toma de posesión de Karl Oberg General de División de las SS y Policía en los Territorios Ocupados. Heydrich preside la Comisión Internacional de la Policía Criminal. Francia siempre ha tenido representación en dicha Comisión. La voz en off de un documental informa: “El General ha aprovechado su estancia en París para recibir a los Secretarios Generales de Policía y Administración, Bousquet e Hilaire. Heydrich también ha visto al Sr. Darquier de Pellepoix recién nombrado Comisario General de Asuntos judíos y al Sr. Brinon”. Estos encuentros marcaron un momento crucial en la historia de los campos. Hasta esa fecha, los campos servían a la política de exclusión de Vichy y fueron usados después por los alemanes en la zona norte. A partir de la primavera de 1942, por petición de los alemanes, son usados para deportar a los judíos de Francia a su exterminio en Auschwitz-Birkenau.

El velódromo de invierno

El 16 y 17 de julio de 1942, 13.000 judíos extranjeros son detenidos en París. En la redada del velódromo de invierno se arrestó a los menores de 16 años con sus padres y con sus padres son transferidos a los campos de Beaune-la-Rolande y Pithiviers, dos campos de Loiret. A principios

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del mes de agosto, se separa a los padres de sus hijos y se les deporta. Semanas más tarde les seguirán los niños. Se suele hablar del secreto en torno a la “Solución Final” pero los telegramas que se encuentran en los archivos son testimonios tanto de la voluntad de deportación como de la colaboración de alemanes y franceses en la deportación. Annette Muller, detenida en París a los 9 años relata: “Nos despertaron por la mañana con golpes extremadamente violentos. No sé que hora era. Era muy temprano. Es curioso pero no conservo ningún recuerdo de mis hermanos. Sólo me acuerdo de una cosa: mi madre, arrodillada en el suelo, abrazada a las piernas de los policías, creo que inspectores porque me parece que llevaban gabardinas beiges. Ella lloraba, les suplicaba: ‘cójame a mí, pero dejen a mis hijos’. Puedo visualizar al policía al que ella tenía abrazado por las piernas empujarla con el pie de forma despreciativa diciéndole: ‘Dese prisa no nos haga perder el tiempo’. Yo sentí una vergüenza terrible por ver humillarse a mi madre. Esa escena me ha obsesionado durante años. Michel y yo nos quedamos con ni madre rodeados de violencia. Nos empujaron hacia los autobuses que no estaban esperando. Nos llevaron al velódromo de invierno. Yo no sabía adónde. Vimos al autobús que nos llevaría al velódromo de invierno. Se estaba yendo un autocar y oímos cánticos. Eran niños que se iban a las colinas de vacaciones. Entramos en el velódromo y nos pusieron en las gradas. Estaba atestado de gente. Había farolas que no se apagaban nunca y gritos, un estrépito y los altavoces no dejaban de gritarles a los niños y de decir nombres. Recuerdo que había gente que estiraba el cuello hacia los altavoces para intentar oír si hablaban de ellos, por si eso significaba la liberación. Debo decir que en las gradas había excrementos. No había agua y los retretes estaban atascados. Sólo recuerdo que nos dieron alimento una sola vez: una sardina en aceite y una magdalena. Aquello duró varios días. En los últimos, nosotros salimos del velódromo de invierno. Llegamos a Beaune-la-Rolande. Sé que el campo estaba rodeado de alambradas con torretas y focos. Debía haber fusiles apuntándonos. Lo que me chocó al llegar fueron los hoyos para las letrinas. Ni siquiera estaban protegidos, es decir, que adultos y niños hacían sus necesidades a la vista de todos. Nos juntaron a las mujeres y a los niños en medio del campo. Todo mediante una violencia enorme porque había gendarme, gente en uniforme e incluso mujeres que querían arrancarle la ropa a otras mujeres creo que para buscar joyas o cosas escondidas. Nosotros nos pegábamos a los vestidos de nuestras madres. No queríamos dejarlas. Empezaron a pegarnos con la culata de los fusiles, nos pegaban en la cabeza, en los brazos y no había manera, no queríamos soltarnos de los vestidos de nuestras madres. Se llevaron al grupo de mujeres en que mi madre estaba en primera fila. Luego supe que para obligarlas a subir al camión los policías les tiraban de los pelos para llevarlas a Pithiviers y juntarlas con el grupo de mujeres de Pithiviers con hijos un poco mayores, creo que mayores de 12 años, se los llevaron a Auschwitz (7 de agosto de 1942)”. (Documental Le France des Camps, 1938-1946, 2009, por Jorge Amat).

Drancy

En el verano de 1942, el historiador Serge Klarsfeld, Presidente de la Asociación de Hijos de Deportados Judíos en Francia, informa que “los niños llegan en masa procedentes de Beaune-la-Rolande y Pithiviers, tras haber sido separado a la fuerza de sus padres. A los padres los han deportado antes que a ellos. Ellos irían a Drancy porque Berlín no quería trenes sólo de niños. O se enviaba a adultos a Beaune-la Rolande y a Pithiviers, o se enviaba a los niños de los campos de Loiret a través de Drancy donde los judíos adultos de la zona libre llegaban en masa. La Administración francesa y la Gestapo eligen esta solución. Esos niños llegan en un estado lamentable. Desde que Odette Daltroff-Baticle sale de Drancy decide escribir, redactar este testimonio sobre la deportación de miles de niños privados de sus padres en un desamparo espantoso tanto físico como afectivo: ‘Llegan autobuses, sacamos a seres pequeños en un estado inimaginable. Han tardado días y noches en venir de Pithiviers en vagones precintados. Tienen entre 15 meses y 13 años. Su estado de suciedad es indescriptible. Las tres cuartas partes están cubiertos de llagas supurantes. Otro drama: casi todos tienen disentería. Su ropa interior está increíblemente sucia y su pequeño petate no está mejor. Nunca olvidaremos las caras de esos niños. Muy serias, profundas y algo extraordinario en esas pequeñas caras: el

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horror de lo que están sufriendo ha quedado estigmatizado en ellas. No puedo olvidar la voz de aquel niño de cuatro años que repetía sin cesar, en el mismo tono, con una voz grave, una voz de contrabajo inconcebible para un cuerpo tan pequeño: ‘Mamá voy a tener miedo; mamá voy a tener miedo’”. (Documental Le France des Camps, 1938-1946, 2009, por Jorge Amat).

Francine Christophe, internada a la edad de 9 años relata lo siguiente: “Drancy en el 42 era un infierno gris porque había en el suelo escorias metálicas, esa especie de polvo metálico que sube y te deja la piel gris y hace que te cueste mucho lavarte. En los dormitorios colectivos hay una especie de abrevadero colectivo con un grifo antediluviano que salpica por todas partes y no siempre lo hay. Son los primero pisos de alquiler subvencionado de Francia. Aún no se han dividido en apartamentos. Por tanto, son inmensos dormitorios de hormigón. El primer año, lo confirman las cartas de mamá que salieron de Drancy: ‘Somos 80 en esa especie de cercado de hormigón’. Ochenta es una cifra colosal. Sobre el jergón de paja que están muy pero que muy sucios”. (Documental Le France des Camps, 1938-1946, 2009, por Jorge Amat). Entre 1942 y 1944, más de 75.000 judíos serán deportados de Francia, sólo regresarán 2.500. El campo de Drancy fue un punto de inflexión en esta política de deportación. A partir del verano de 1942, llega el turno de las redadas en la zona sur porque Vichy acepta co-gestionar la aplicación de la “Solución Final”. Francine Christophe, continúa su relato: “Vi en Drancy a alguien que llevaba un cartelito: ‘amigo de los judíos’. ¡Qué bonito! También a un dominico, o un franciscano, creo con su sayal que llevaba la estrella amarilla. Una conversión no servía de nada en la última guerra. Cuando llegamos a Drancy, eso se va a transformar. El campo está lleno. Lleno. Ya nunca se vaciará porque a medida que se van unos llegan otros. Drancy va a cambiar. Durante un mes no habrá gendarmes. Esos gendarmes de Drancy, los espantosos gendarmes de Drancy. Luego se irán. Yo creo que se irán pero seguirán alrededor del campo porque, a veces, los vemos. Luego llegarán las SS. Vendrá Alois Brunner, el sanguinario. Después de un año, me deportarán (Francine Christophe es deportada al campo de Bergen-Belsen). En el momento en el que el tren pasa la frontera, nosotras que somos las mujeres de prisioneros de guerra tan patriotas, porque hay entre nosotras francesas cono yo, a cuyos maridos han movilizado. Y están todas esas originarias de Europa del Este, cuyos maridos se alistaron al servicio de ese país que los había acogido y cuando no pudieron ir al ejército se alistaron en la legión. Por tanto, son de un patriotismo extraordinario. Mamá dice lo siguiente: ‘Escuchad, amigos, será menos duro en Alemania. Ser prisionero en tu propia tierra es insoportable’”.

En 2008, una conservadora del Memorial dela Shoá de París, Lior Lalieu-Smadja, descubrió en el Instituto Histórico de Varsovia, por azar, el llamado “Álbum de Drancy”. Un álbum elaborado por los alemanes que administraron el campo tras los franceses en 1943. Son imágenes de propaganda. Salen muchos personajes sonrientes pero tambié4n revelan el drama en curso.

Hay una película tras la liberación de París el 25 de agosto de 1944 de Drancy. Habrá que esperar dos años para que salga el último interno de un campo francés en mayo de 1946. Entre 1938 y 1946 habrá habido unas 600.000 personas internadas en los campos, a la vista y con el conocimiento de la población en el conjunto de Francia. Esto nos remite de nuevo al tema de la culpa.

Benjamin o la cocina de la cicatrización

Decir y mostrar son la misma cosa para Wittgenstein, en lo que se refiere a un lenguaje que tiene que ver con el mundo. Wittgenstein distingue entre mundo y realidad. En la primera proposición del Tractatus, Benjamin define el mundo como: “Mundo es todo lo que acontece” y la segunda proposición afirma: “Lo que acontece es el estado de hecho”. Mundo, por tanto, son los estados de hechos existentes. Realidad, en cambio, son los estados de hechos existentes e inexistentes. Por ejemplo, D. Quijote, pertenece al ámbito de la realidad pero no al estado de cosas existentes. El mundo se puede representar, según Wittgenstein, lógica o matemáticamente. Esta es una vieja pretensión desde Galileo. No obstante, hay un ámbito irrepresentable, es lo místico.

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Lo místico se muestra pero es indecible. Aquí decir y mostrar no coinciden. Lo místico, por tanto, tiene que ver con lo irrepresentable. Por místico entendemos las proposiciones de la ética, la estética y la religión. El medio mediante el cual me represento la realidad es través del lenguaje. Pensamiento y lenguaje son la misma cosa. El ámbito de lo místico carece de lenguaje. Benjamin representa la realidad a través de la comida. Intenta representar lo que no se puede representar: el dolor, la tristeza, la melancolía, el recuerdo, la memoria, el amor perdido, a través de la cocina. Es por esto siempre está cocinando. Conoce el pasado de Melanie pero no del todo. Un día al regresar del colegio, a los once años, descubre por azar, el libro de Drancy de Melanie. Allí había una fotografía de Melanie, Christopher y Jakob juntos. Cuando la vio, pensaba que Jakob era su abuelo. Benjamin intenta hacer posible lo imposible. La cena es una cena imposible. Benjamin es Hefesto, esto es, el antiguo dios del fuego, no obstante, sin ninguna tara física, salvo no entender nada respecto a lo que está pasando. Hefesto es un dios cojo. Aquí, la tara afecta a la memoria y la reconciliación. La cocina, por tanto, pretende ser ditirámbica pero se convierte en una cena de ausencias.

David o la pasión de Lete

Lete, el Olvido, es hija de Éride (la Discordia) y, según, una tradición madre de las Cárites (las Gracias). Había dado su nombre a una fuente, la Fuente del Olvido, situada en los infiernos, de la que bebían los muertos para olvidar su vida terrestre. Del mismo modo, en las concepciones de los filósofos de las que se hace eco Platón, antes de volver a la vida y hallar otra vez un cuerpo, las almas bebían de este brebaje, que les borraba de la memoria lo que habían visto en el mundo subterráneo. Cerca del oráculo de Trofonio, en Lebadea (Beocia) había dos manantiales, de cuyas aguas debían beber los consultantes: la fuente del olvido (Lete) y la de la memoria (Mnemósine). Lete pasó a convertirse en una alegoría: el Olvido, hermano de la muerte y del Sueño. David es la necesidad del olvido. El deseo de pasar página. Profesor de historia jubilado. Ha rescatado a Melanie del infierno. Es el que informa sobre la relación de Jakob con el ángel. Acaba de regresar del hospital después de un infarto y tiene un miedo terrible a la muerte. A quedarse dormido y no despertar jamás. “No tenéis ni idea de cómo es estar con ella. Está… obsesionada. Todo lo que pasa le ocurre a ella. Melanie siente el dolor del mundo como si fuera el suyo propio. Joder, tenemos seis millones de judíos viviendo en el desván y las víctimas de Pol Pot, los campos de la muerte. Están todos en el desván, a su lado, mientras sufre de migrañas por la traición. Y es verdad ¿cómo puede uno hablar del dolor después de lo que habéis pasado? Esa ha sido mi vida. Soy un hombre que no ha tenido derecho al dolor porque el dolor de su mujer es mayor que cualquier otro”. “Eres la víctima indirecta de las atrocidades de la guerra” –responde Jakob. “Sí, puede ser. ¿Y nosotros? ¿Tu marido? ¿Tu hijo? ¿Tu familia? ¿Debemos de pasar por la tortura o la muerte para importarte?” –pregunta David. Jakob se convierte también en su salvador en la escena de la cocina cuando ambos compartes un trozo del pastel preparado por Benjamin con sabor a nuez moscada. “Tengo miedo a morir. Si cierro los ojos, temo no despertarme”. “Entonces come” –propone Jakob. “Si no quieres morir, debes comer. Es la única solución”. Esta es la máxima seguida por Jakob con los niños de Drancy. Ahora es empleada con David.

Christopher, el amor perdido, el gran ausente, la estatua de sal

Orfeo desciende a los infiernos para recuperar a Eurídice. Eurídice es una ninfa (una dríade) o bien una hija de Apolo. Paseando un día por la orilla de un río de Tracia, fue perseguida por Aristeo que intentó violarla. Al correr por la hierba le mordió una serpiente y murió. Orfeo, inconsolable, descendió a los infiernos en busca de su esposa. Con los acentos de su lira encanta no sólo a los monstruos del Tártaro, sino incluso a los dioses infernales. Hades y Perséfone acceden a restituir a Eurídice a su marido que da tales pruebas de amor pero ponen una condición: que Orfeo vuelva a la luz del día, seguido de su esposa, sin moverse a mirarla antes de haber salido de su reino. Orfeo acepta y emprende el camino. Ha llegado hasta la luz del sol cuando le asalta una terrible duda: ¿No se habrá burlado Perséfone de él? ¿Le sigue

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realmente Eurídice? Y se vuelve. Pero Eurídice se desvanece y muere por segunda vez. Orfeo trata de recuperarla nuevamente pero esta vez, Caronte permanece inflexible y le impide el acceso al mundo infernal. Desconsolado ha de reintegrarse a los humanos. Orfeo nunca olvidará a Eurídice pero esta ausencia es irreparable. Christopher es una estatua de sal. Enamorado de un fantasma, el recuerdo de Melanie. Está paralizado hasta que decide acompañar a Jakob. Vive en París. Su especialidad son las avispas. No es casual, Christopher contra el mundo. Las avispas tienen unos aguijones terribles.

Jakob y Melanie dan un paseo por el lago. Jakob aprovecha la oportunidad para contarle a Melanie que: “Su padre siempre andaba detrás de los soldados. Hacía preguntas. Insistía en saber por qué estaban encerrados. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué nosotros, por qué toda esa gente? A ver ¿Por qué? Una buena mañana, ya no estaba. No hubo ninguna explicación, desapareció. Christopher se sentó en una esquina, estaba en los huesos. Esperaba. No se movía, no hablaba. Le obligué a comer y a seguirme a todas partes. Y un día, llegaste tú. Su mirada se iluminó. Por eso necesitaba venir aquí. Entiéndelo. Te has convertido en una mujer muy guapa y también por dentro. Eres guapa y valiente, me doy cuenta”. “¿Por dentro? ¿Crees que nos hicieron algo?” –pregunta Melanie. “Sí” –responde Jakob.

El pasado es idealizado con Melanie. “Melanie sólo quiero decirte que también estoy allí. Que también entro en Drancy. Fue el día en que mi vida se detuvo. No vas a creerme pero lo echo de menos. No me refiero a lo inhumano, a la barbarie, a la brutalidad sino a la simple alegría de estar vivo contigo. No tuve la oportunidad de decirte… no debí dejarte marchar. Era un niño. ¿Aún te acuerdas de nosotros, a veces” –pregunta Christopher. “Siempre” –responde Melanie. Flash back: “Tengo miedo, ¿vamos a morir?” –pregunta Melanie: “No tengas miedo. Moriremos juntos” –afirma Christopher. Cuarenta años después todo es posible, al menos, la reconciliación.

MELANIE, EL TESTIGO

Melanie representa el testigo. Jakob al llegar a Drancy le obsequia un libro: “Toma. De ahora en adelante apúntalo todo. Nombres, altura, peso, de dónde son, su edad. Somos testigos. Algún día querrán saber qué ocurrió aquí. Así podremos decírselo. ¿Entiendes? Vamos toma. Bien, a trabajar. Christopher, cuida de ella”. Los niños abren el libro: “22 de noviembre de 1942. Cuatro autobuses. Llegaron alas 11:15, esta mañana. 234 adultos, 52 niños”. Melanie cierra el libro. La propia Susan Sarandon afirma que: “Mi personaje ha decidido transformar su pérdida y su drama a base de tener conciencia de lo que pasa en el mundo. Decide que su vida tiene sentido porque es testigo de lo que pasó y porque sigue siéndolo mediante organizaciones contemporáneas tipo Amnistía Internacional. Ella lucha por estar ahí, a la vez, hay algo inocente en su actitud… Tiene un espíritu puro, en cierto modo”.

Paolo Borzman aclara: “Primero, si quieres olvidar, tienes que saber lo que olvidas. Es fácil decir: ‘esto lo olvido’ pero hay que identificarlo. Hay cosas en las que hay que pensar. No puedes barrerlas bajo la alfombra y fingir que no están. Por eso, creemos que la película aunque habla del Holocausto, es contemporánea y también ver que no hay una respuesta fácil. No es una decisión tipo: ‘¡Ah!, pues lo olvido’. Encierro el Holocausto aquí y no pienso más en ello. Eso es imposible. De eso, va la película”. Melanie decide no olvidar. La cuestión es: “¿Se puede olvidar sin que sea una traición? Y ¿Qué hay que recordar? Lo paradójico es que para seguir adelante tienes que olvidar. No puedes recordar todos los horrores porque entonces te conviertes en un museo de los horrores·”, afirma el director. Susan Sarandon explica que: “La gente afronta los dramas de diferente manera. Ya sea la pérdida de un hijo o algo tan grave como haber estado en un campo de concentración o cualquier tipo de pérdida. Tienes la opción de fingir que nunca ocurrió, seguir con tu vida, no hablar de ello. A menudo, las personas que vuelven de una guerra no sacan el tema”.

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Melanie sufre crisis de ansiedad y depresiones periódicas que la obligan a ingresar en un hospital psiquiátrico. Pregunta a Christopher: “¿A qué has venido? ¿De verdad creías que podías presentarte así, de golpe, después de tanto tiempo y que no pasaría nada? Estaba a punto de ahogarme. David me dijo que cuidaría de mí. Sabía que estaba hecha un lío pero no le importaba, quería cuidar de mí”. “Yo podía cuidar de ti” –le reprocha Christopher. “Ya estaba casada cuando recibí tu carta. Compréndelo. Estaba embarazada. Era demasiado tarde, ya era demasiado… Es así de simple, era demasiado tarde”. “Te habría querido” –afirma Christopher. “No digas eso. No. ¿Tienes idea de lo que me costó rehacer mi vida? ¿Tienes idea de lo duro que fue seguir viviendo sin ti? ¿No lo sabes? ¿De verdad, no lo sabes? Quiero irme a casa. Necesito ir a casa”. Plano del bosque. Es otoño. Plano cenital de la camioneta.

Walter Benjamin en su tesis 2 de filosofía de la historia escribe: “la imagen de la felicidad que albergamos, se halla enteramente teñida por el tiempo en el que de una vez por todas nos ha relegado el decurso de nuestra existencia. (…) ‘Entre las peculiaridades más dignas de mención del temple humano’, dice Lotz, ‘cuenta a más de tanto egoísmo particular, la general falta de envidia del presente respecto al futuro’. La felicidad que podría despertar nuestra envidia existe sólo en el aire que hemos respirado, entre los hombres con los que hubiésemos podido hablar, entre las mujeres que hubiesen podido entregársenos. Con otras palabras, en la representación de felicidad vibra inalienablemente la de redención. Y lo mismo ocurre con la representación del pasado, del cual hace la historia asunto suyo. El pasado lleva consigo un índice temporal mediante el cual queda remitido a la redención. Existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra. Y como a cada generación que vivió antes que nosotros, nos ha sido dada una flaca fuerza mesiánica sobre la que el pasado exige derechos. No se debe despachar esta exigencia a la ligera. Algo sabe de ello el materialismo histórico”. Sin duda, hay una cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra. Esta débil fuerza mesiánica es la que intenta rescatar Melanie. Walter Benjamin continúa en su tesis 18, B: “Seguro que los adivinos, que le preguntaban al tiempo lo que ocultaba en su regazo, no experimentaron que fuese homogéneo y vacío. Quien tenga esto presente, quizás llegue a comprender cómo se experimentaba el tiempo pasado en la conmemoración: a saber, conmemorándolo. Se sabe que a los judíos les estaba prohibido escrutar el futuro. En cambio, la Thora y la plegaria les instruyen en la conmemoración. Esto desencantaba el futuro, al cual sucumben los que buscan información en los adivinos. Pero no por eso se convertía el futuro para los judíos en un tiempo homogéneo y vacío ya que cada segundo era en él la pequeña puerta por la que podía entrar el Mesías”. No obstante, podemos decir que: “En la felicidad aspira su decadencia todo lo terreno, y sólo en la felicidad les está destinado encontrarla. Mientras que la inmediata intensidad mesiánica del corazón, de cada hombre interior, pasa por la desgracia, en el sentido del sufrimiento”.

La cena, el momento de la conmemoración, el libro

La cena es el acontecimiento central de la película. Una conmemoración imposible. Las heridas están abiertas. Se exige el momento de la reconciliación. También es el momento de la memoria. Una especie de Sabat. El Sabat es el momento del descanso tras la creación del mundo. Los rabinos del Talmud no se cansan en afirmar que “El Mesías vendrá cuando todo el pueblo de Israel observe el Sabat”. La cena es una especie de Sabat, esto es, representa un descanso, es una condición de posibilidad. La posibilidad de la reconciliación. ¿Vendrá El Mesías? ¿Cómo será posible? Melanie acude con un bonito traje rojo: “Que suerte la mía estar con tantos hombres apuestos”. Melanie propone un brindis: “Por Jakob y por el milagro que te ha traído aquí”. Christopher recuerda que: “Nunca como espárragos sin pensar en ti, Jakob”. Jakob pregunta por qué. “En el campo siempre teníamos hambre. Incluso cuando no había comida. Jakob nos hacía sentar a la mesa y fingía ser el camarero de un buen restaurante, ¿verdad?, la servilleta colgada del brazo [Melanie se une al relato] nos anunciaba lo que había en la carta. Esta noche tenemos lenguado asado y espárragos”. “Era una terapia contra el hambre” –afirma Jakob. “Sí, el humor de los campos de exterminio” –comenta David. Una tormenta se avecina. El

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estado de la naturaleza sigue una línea paralela a los estados de ánimo. Melanie, obstinada, pretende desafiar a la naturaleza. “Jakob tengo una sorpresa para ti”. Melanie le entrega un regalo. “Adelante, ábrelo. Christopher ayúdale, ábrelo, vamos… Es el cuaderno que me diste hace años”. Jakob pregunta aturdido: “¿Te di un cuaderno?”. “Es el cuaderno que me diste cuando llegué al campo”. Jakob no lo recuerda. “Mira [Melanie se lo arrebata de las manos], espera, te lo enseñaré. Bien, aquí está: “16 de septiembre de 1943. Llueve. Llegaron 512 esta mañana. 247 hombres, 116 mujeres, 48 niños y un recién nacido en una caja de cartón. 467 se fueron en el tren a las 8 de la mañana. ¿Lo ves? Dijiste: ‘Apúntalo todo. Eres un testigo, algún día alguien querrá saber qué ocurrió’. Y lo hice. Todos los detalles, los nombres, las edades, lo apunté todo para ti. Incluso después de que te llevaran. Seguí haciéndolo después de que te fueras. No lo olvidé. Tienes que acordarte Jakob, lo hice por ti”. Christopher también lo recuerda: “No entiendo cómo conseguiste guardarlo”. “Mi memoria. Con los electrochoques, se perdieron muchas cosas. Entiéndelo, lo siento” –se justifica Jakob. “Melanie, no se acuerda. O quizá quiere olvidar. Olvidar, dejarlo atrás, seguir adelante. Olvidar no es tan terrible, créeme” –afirma David. “No. Debes recordar y luchar por los vivos. Si no, todo eso no habrá servido para nada. Volverá a pasar. Es lo que nos enseñaste, Jakob, ¿recuerdas? A ver, tengo razón, ¿verdad, Christopher? [Christopher asiente con la cabeza] ¿por qué estamos vivos? ¿Por qué nosotros?”. “No tengo hambre, ¿puedo irme a la cama?” –pregunta Timmy. “Sí cariño. Voy contigo” –propone Melanie.

La pregunta que nos hacíamos arriba, sigue presente: ¿Deben las víctimas olvidar y traicionar así la memoria de los que vivieron?

Melanie lleva un censo de todo lo que ocurrió. Para las generaciones futuras. Es el testigo por antonomasia. Jakob no lo recuerda. Ella ha cumplido como buena alumna, la tarea encargada por el profesor. Hay un censo en Drancy. El testigo representa el momento de la verdad. Pero la verdad es tan intensa que necesita una puerta trasera para poder ser asumida sin riesgo alguno. El pasado explota en el presente. Todo tiene sentido, si hay un libro. El libro es el lugar donde están los desaparecidos. Recordemos otras películas como La lista de Schindler de Steven Spielberg del año 1993. La importancia de los nombres. Jakob en Aritmética Emocional, dentro del establo se refiere a los terneros con los nombres de sus jóvenes protegidos: “Dimski, Garbov, Limnitt, Vogel, Tarnow, Davidowski, Paskett, Derndel, Derndel, Derndel, Dimpel, Garnowitz”. Los pronuncia con énfasis, como si estuviera pasando lista. Hay que recordar. ¿Hay que olvidar para seguir viviendo? Esta es la paradoja. En Sin Destino, se plantea el tema de la dominación absoluta. Los nazis eliminaban primero, a la persona jurídica, el internado sólo tenía un número. Segundo, se elimina a la persona moral, el territorio del campo es un territorio extramoral, Hannah Arendt, afirma que se trata de la sociedad de la abyección por la supervivencia, finalmente, se elimina la identidad, el sujeto no es un ser humano sino una cosa. Insignificante como un mosquito. El nombre es el ejercicio del bautismo, esto es, de la identidad. Salvaguardar los nombres es un deber moral. No obstante, en la cinta, Aritmética Emocional, la naturaleza es la encargada de pasar página. El aguacero descarga sobre el libro, diluyendo la tinta y borrando los nombres. Benjamin es el encargado del rescate, con un secador intenta hacer algo por lo que, de forma irreversible, ha causado la naturaleza.

La mañana siguiente

La tormenta ha pasado. Gabriel Byrne afirma: “Creo que el paisaje es un reflejo de lo que les está pasando a los personajes. Se trata de la idea de que la naturaleza refleja lo que es el hombre. Realmente, de que están en el otoño de su vida. Con esa luz que había allí”. La novela transcurre en Ontario del Este, no obstante, la productora se inclinó por los paisajes del Este de Quebec para la película. La luz, el paisaje, los colores anaranjados, el otoño, el lago… el entorno forma una simbiosis con la trama. La familia se vuelve a encontrar en torno a la mesa. Hay una refundación. Distintos actos se van desarrollando. El primero: Christopher y Jakob: “Te vi aquel día. ¿Sabes? El día en que sobornaste a los guardias. ¿Qué hizo falta? Un paquete de Lucky para que borrasen nuestros nombres y pusieran el tuyo? Nunca tuve la oportunidad de darte las

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gracias”. “Dos paquete de Lucky” –confiesa Jakob. “Fue un buen trato. Me sentí feliz”. “Sacrificaste tu vida por nosotros”. “Fue un regalo” –afirma Jakob. En segundo lugar, Christopher y Melanie se despiden, un gran beso, un gran abrazo. El botón que Melanie le arrancó a Christopher cuando los separaron de Drancy, lo guardará para la próxima vez. Benjamin acercará a Christopher al aeropuerto, mientras David y Jakob van con Timmy a escuchar las ranas croar. Quizás las ranas estén sordas.