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La incómoda verdad
Lágrimas en el paraíso
Puesta de sol en el Algarve portugués/iStock.com; @w oodygraphs
El Algarve (“Al-garbh”, el Oeste), que en tiempos de la invasión árabe llegó a abarcar la región
meridional de la Península Ibérica desde la Costa Atlántica hasta la ciudad de Sevilla, constituye
en la actualidad una región de la República Portuguesa separada de España por el río Guadiana al
Este, por el Océano Atlántico al Sur y Oeste, y por los desérticos páramos de la Región del
Alentejo, que hace las veces de barrera natural entre la cosmopolita y bulliciosa urbe,
concentrada en el Centro y Norte del País, y este rincón paradisíaco, donde el sol brilla al menos
300 días al año, el invierno apenas llega al mes de duración, el resto del año consistiendo en una
eterna primavera, quizá interrumpida en julio o agosto por una semana, tal vez dos, de sofocante
calor sahariano.
Los mejores campos de golf de Europa, playas kilométricas de fina arena blanca, caletas vírgenes
protegidas por colosales formaciones rocosas, tan sólo accesibles por vía marítima, y un largo
etcétera, hicieron del Algarve, antaño región de extrema pobreza que apenas subsistía gracias a
la generosa población piscícola que transita por el Litoral, una región internacionalmente
conocida por su oferta turística. Durante los meses de verano, no es extraño encontrar en sus
playas o espectaculares “superhoteles” a altas personalidades y famosos venidos de todos los
puntos del globo, desde la Princesa de España, Dª Letizia, hasta los componentes del grupo
musical AC/DC.
No resulta extraño encontrar automóviles de superlujo circulando por sus autopistas, hoteles o
restaurantes “reservados para fiestas” durante todo el verano, y otras muchas extravagancias. Al
mismo tiempo, la nada despreciable cifra de 25.000 extranjeros (ingleses y alemanes en su
mayoría) que optaron por trasladar su residencia a estas tierras, acogedoras, y que por su
tradición pescadora, con una inflación baja, que posibilitaba al jubilado venido de estos países
ostentar un nivel socioeconómico elevado cuando en sus países de origen dificilmente
mantendrían el estatuto de clase media, constituye el equivalente a un salario base para los poco
más de 350.000 habitantes de la región, que orientan su actividad profesional a los diferentes
tipos de turismo del que hemos hablado.
La imagen del Algarve, después de esta introducción, es sin lugar a dudas la de un paraíso idílico,
con interminables playas de arena blanca y fina, gastronomía excelente y todo tipo de oferta
para satisfacer la demanda del visitante eventual o del residente, así como un amplio abanico de
profesionales dedicados a asesorar y llevar a cabo todo tipo de trámites a estas personas, cuya
única preocupación consistirá en decidir la marca del vino que prefieren para la cena.
La realidad, descrita por el Dr. Amado, médico, político y nacido, criado y residente en el
Algarve, resulta bien diferente, como revela en una amplia entrevista publicada recientemente
en un conocido periódico regional, donde revela la cara menos amable de este paraíso,
dominado por políticos corruptos a las órdenes de caciques cuya voluntad, a fuerza de dinero, es
ley, y unos servicios de salud igualmente sujetos a estos intereses, que establecen las condiciones
necesarias para que la asistencia pública resulte inviable a quien la necesita, no existiendo más
opción que someterse al monopolio de la medicina privada, que no duda en llevar a cabo todo
tipo de maniobras para aumentar el valor de la factura, consciente de que tanto pacientes como
aseguradoras, carentes de opciones, no tendrán más remedio que aceptar estas normas
impuestas unilateralmente.
“El hambre y los nuevos pobres aumentan rápidamente en
Javier Rodriguez-Vera
Médico, Diplomático y
Empresario, a sus 41
años Jav ier Rodríguez-
Vera compagina a la
perfección sus cargos
Directivos (Viceconsul Honorario de
España en Portugal, Editor Adjunto de la
publicación "Barlavento Médico" y Director
Ejecutivo de la firma Demeraux
Medical&Consulting Ltd), con los
ejecutivos (Médico Internista y de
Cuidados Intensivos), sin por ello perder
un ápice de su extraordinaria capacidad de
transmitir una perspectiva de la realidad
forjada en el crisol de sus vastos
conocimientos en Medicina,
Macroecononomía, Psicologia, Historia,
Antropología, Sociología, Política y un
largo etcétera, que conjugados dan origen a
una lente a través de la cual se dibuja
nitidamente un panorama donde las vagas
tentativas demagógicas de cualquier signo
se disuelven, confiriendo al lector la
capacidad de observar la realidad desnuda,
sin cualquier tipo de disfraz o tinte que
ensombrezca su v irginal transparencia.
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Dr. Amado/JOSE AMADO
el Algarve”, comenta a lo largo de la entrevista el Dr.
Amado, que describe cómo encuentra en los comedores de
caridad a personas que pocos años atrás eran
autosuficientes en el aspecto económico, y la vergüenza de
estas personas al saberse reconocidas. Las más de las veces,
acude un solo miembro de la familia para,
apresuradamente, recoger la ración de los demás y no sufrir
el estigma de la pobreza, que frecuentemente deteriora aún
más las condiciones psicosociales y económicas de los
afectados.
La situación no es banal. Los comedores de caridad se
quedan sin recursos. Familias que poseen algún patrimonio,
habitualmente viviendas, y tienen problemas económicos
fruto del desempleo, encuentran en la crisis económica que
asola el Sur de Europa una barrera más para medrar, al no
encontrar compradores para los bienes que poseen, lo que
les permitiría estabilizar sus finanzas durante algún tiempo
y reorientar sus vidas. En cambio, se enfrentan al pago de
las hipotecas sobre sus bienes, llevadas a cabo en una época
de euforia económica en que los bancos no dudaban en financiar cualquier adquisición, siempre
que el solicitante tuviese una fuente de ingresos demostrable.
En el área de Servicios de Salud las perspectivas no son mejores: el sistema que nació en la
octava década del siglo XX con la consigna de garantizar la asistencia universal y gratuita de los
ciudadanos y residentes en el país, y que pocos años después introdujo una tasa moderadora,
valor simbólico que se abonaba por cada acto o examen médico, con el objetivo de evitar la
sobreutilización, se convirtió en un servicio cada vez menos accesible a quienes se encontraban
en una situación económica menos ventajosa, entre otras razones, debido al aumento de aquellos
valores “simbólicos”, que en la actualidad pueden resultar más elevados que la atención en una
consulta privada por un médico con experiencia.
Los fármacos tampoco escapan a la escalada de precios, por lo que no resulta excepcional que
una vez en la farmacia, se origine una curiosa discusión entre el farmacéutico y el paciente, que
juntos tratan de dirimir qué fármaco es indispensable, cuál no es accesible a la escuálida
economía de estas personas, que nunca comprarán el remedio, hechos que implican que los
tratamientos son cumplidos tan solo parcialmente, algo que, según comenta el Dr. Amado, no
tiene como consecuencia un aumento de la demanda de servicios clínicos, en especial Urgencias,
debido a la barrera económica de las tasas antes mencionadas.
Tampoco la gestión de los recursos escapa a la aguda y analítica mente del Dr. Amado. El
problema no es el número de médicos, sino su distribución, aleatoria en la mayor parte de los
casos. No dudó un instante en calificar de maniobra política para “mantener al pueblo en calma”
la existencia del pequeño Hospital de Lagos, a 20 kilómetros de uno de los dos hospitales
públicos de la región, y cuyos orígenes se remontan a la Edad Media, al igual que su estructura y
eficiencia.
Su compromiso con la verdad, en unos tiempos en que la desaprobación de las decisiones u
opiniones de la oligocracia que gobierna la región puede tener serias consecuencias en el futuro
profesional del disidente, no le detiene al calificar de “impensable” el decano proyecto de
construcción de un hospital central para toda la región, explicando las razones con tal sentido
común que, después de oído, no conseguimos imaginar cómo alguna vez alguien pudo estar de
acuerdo con semejante despilfarro.
Su propuesta alternativa consiste en aumentar la movilidad de los médicos entre los dos grandes
hospitales del Algarve, con dotaciones tremendamente asimétricas, y que al formar un sólo
equipo, además de aumentar la eficiencia de los recursos disponibles, existiría una mejora de la
calidad asistencial y de tiempos de lista de espera.
Finalmente, en una tentativa de “ponerlo contra las cuerdas”, la entrevista adquiere una
vertiente política, ya que el Dr. Amado pertenece al partido que actualmente gobierna el país. Su
integridad al expresar aquello que siente, que todos saben, pero nadie dice por miedo a las
consecuencias, resulta desconcertante: el Partido SocialDemócrata (podríamos catalogarlo
ideológicamente como equivalente al Dear Old Party estadounidense) tiene grandes problemas.
El peor de ellos, sus políticos. “No estoy saturado ni cansado de la política, que continúa
fascinándome. Lo que no soporto son las “politiquillas” que aparecen por doquier”.
No resulta menos impresionante la descripción de su recientemente finalizado mandato como
concejal (vereador, en portugués) del Ayuntamiento de Portimao, la segunda ciudad del Algarve
en términos poblacionales. Sin miedo a la censura, describe su experiencia: “Era estar, sabiendo
que mis ideas, por bien preparadas y fundamentadas que fueran, no serían oídas, porque las
decisiones ya estaban tomadas. Las convocatorias e información relativa a reuniones temáticas
nos llegaban el día previo a la Reunión Plenaria…”. Y un largo etcétera de verdades conocidas,
aunque prohibidas, que comunicadas por un hombre como el Dr. Amado, conocido por su
educación, amabilidad, capacidad de trabajo y otras muchas cualidades que hacen de él,
independientemente de la ideología de quien emita su juicio, un Caballero, de aquellos que ya no
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existen, nos abren los ojos y muestra la triste realidad, que no es otra que vivir en una dictadura
vestida con piel de democracia, donde impera el dinero sobre la razón, que arroja a los disidentes
al ostracismo, y sin esperanza alguna de que los moradores de este “Paraíso de Cartón”
recuperen algún día la libertad de elegir y expresarse.
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