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Estamos en la Semana 27 del Tiempo Ordinario y seguimos profundizando en la madurez de nuestra fe y nuestra vida.

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El tema de las dos semanas anteriores (fundamentar la fe y la actuación tanto en el modo de hacer justicia que tiene Dios como en la apertura a las personas y al mundo), está muy relacionado con la convicción cristiana de que todo es de Dios y lo que nos da lo hace para establecer con nosotros una relación de comunión, que no es otra que la amistad con la piedra angular que es Cristo, Nuestro Señor.

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Con el Evangelio de esta semana (Mt. 21, 23-43), la Liturgia nos ofrece la oportunidad de hacer una evaluación serena pero sincera del fruto que en verdad estamos dando en todo lo que tengamos entre manos por pequeño o grande que sea.

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En la parábola de los viñadores asesinos,Jesús expone el modo de relación que Dios ha querido entablar con los hombres y las mujeres, tanto de ayer como de nuestro tiempo. Por eso nos entrega en calidad de administradores lo que es Suyo, la vida, la creación, las cosas y hasta nos encomienda personas, para que en lo encomendado, y no en otra cosa, demos los frutos a su tiempo.

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La Parábola resalta que la iniciativa de tal relación la toma el mismo Dios, encomendándonos lo que es de su exclusiva propiedad, su viña: la vida. Y lo hace para que la administremos como si fuera nuestro, pero sin perder de vista que es un bien de Dios. Por eso, el fruto que demos en nuestra propia existencia, la familia, el trabajo, el grupo u organización, lugar donde habitamos y en las personas que se nos encomiendan, etc., es un asunto Personal con Dios. A eso se debe que Jesús cierre esta parábola con la advertencia: si a los que Dios encomienda lo suyo, no fructifican, entonces lo entregará a otros que si produzcan los frutos y a su tiempo (Mat. 21,43).

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Dios no quiere una relación de convidados pasivos, ni de petulancia, ni de acaparamiento, sino una relación que produzca un rendimiento. Pero no cualquiera, sino un rendimiento solidario, un rendimiento compartido. Porque de este modo de proceder es del que surge la amistad y la fe que saben de apuestas humanas grandes.

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Pero para que fructifiquemos en la administración de lo que no es nuestro sino de Dios, hemos de superar la nostalgia, la avidez y la ansiedad. Porque la NOSTALGIA detiene la marcha de la vida al dejarnos anclados en el pasado; la AVIDEZ reduce todo a los meros intereses individuales; y la ANSIEDAD dispersa y distrae, agotando el aliento divino en las personas.

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Los nuevos viñadores a quienes Dios ha de entregar la administración de lo que es suyo (la vida), han de tener un modo de producir capaz de afrontar con audacia y osadía los retos, incluso las contradicciones. Es decir, que los que se experimenten viñadores de Dios, han de adquirir una fe y un modo de proceder, entendidos, no como inteligencia para evitar que se nos hundan las cosas, sino como una fuerza maravillosa para levantarnos y levantar a los demás cuando las cosas se nos hundan. Sólo así, nuestra producción audaz y osada se convertirá en savia vivificadora.

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Señor,ayúdame a producir frutos compartidos, de comunión.

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Para dar frutos con rendimiento de Comunión, necesitamos superar la NOSTALGIA, ya que paraliza los frutos, porque sólo permite aceptar lo que se parece a uno mismo, lo que no se diferencia de nuestros conceptos y lo que no escapa a nuestros controles. Y así se paraliza la marcha del Reino.

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Dispongámonos con generosidad para desempeñarnos en todo momento y en toda circunstancia con la alegría de ser servidores del mundo.

Para dar frutos con rendimiento de Comunión, necesitamos superar la AVIDEZ, ya que malogra los frutos, porque reduce todo a nuestros intereses, calculando con los cálculos de la productividad mercantilista, la cual no valora, no reconoce, no aprecia lo pequeño, ni agradece el don.

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Dispongamos toda nuestra inteligencia para cuidar y llevar a buen puerto (al de Dios) todas las cosas que nos encomienda la vida.

Para dar frutos con rendimiento de Comunión, necesitamos superar la ANSIEDAD, ya que mata los frutos, porque no deja captar los signos del mundo ni las señales del cielo, haciendo que prescindamos de las personas, dispersando fuerzas, desperdiciando energías y agotando ilusiones.

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Dispongamos toda nuestra voluntad para acompañar como “algo divino” a las personas que nos ha puesto el Señor en nuestro camino.

CELEBRA LA VIDA

No sé si soñaba, no sé si dormía, y la voz de un ángel dijo que te diga: celebra la vida.

Piensa libremente, ayuda a la gente y por lo que quieras lucha y sé paciente.Lleva poca carga, y a nada te aferres porque en este mundo, nada es para

siempre. Búscate una estrella que sea tu guía, no hieras a nadie reparte alegría. Celebra la vida, celebra la vida, que nada se guarda, que todo se brinda.

Celebra la vida, celebra la vida, segundo a segundo y día tras día. Y si alguien te engaña al decir "te quiero", pon más leña al fuego y empieza de

nuevo. No dejes que caigan tus sueños al suelo, que mientras más amas, más cerca está el cielo. Grita contra el odio, contra la mentira, que la guerra es muerte, y la paz es vida.

No sé si soñaba, no sé si dormía, y la voz de un ángel dijo que te diga: Celebra la vida, celebra la vida y deja en la tierra tu mejor semilla; celebra la vida, celebra la vida, que es mucho más vida cuando tú la cuidas.

(Axel Fernando)[ ]