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TEOLOG. DE LA CREACIN...1
TEOLOGIA DE LA CREACIN. SAGRADA ESCRITURA.
Luis Arn.Aldich.
La literatura proftica de la S. E. (Is 40, 55; Jer 27,45) y la sapiencial (Ps 89,10-13; Sab
1,14; 11,18), as como otros numerosos textos del A. y del N. T. que luego mencionaremos,
se refieren repetidas veces a la verdad de la c. que est como presupuesta a todo el mensaje
bblico. Son, sin embargo, los primeros captulos del Gnesis donde esa realidad es tratada
con ms amplitud. Como prtico fundamental a toda la historia religiosa de Israel, el
Gnesis nos da en sus dos primeros captulos dos relatos sobre la c. Las corrientes
exegticas contemporneas que intentan detectar las posibles fuentes del Pentateuco suelen
atribuir esos dos relatos a la tradicin sacerdotal y a la yahwista, respectivamente. Hay
ciertamente entre ellos diferencia de detalle y matiz, pero tal y como estn en el Gnesis
presentan una profunda unidad didctico-literaria; tal es adems la forma en que Dios ha
querido que lleguen a nosotros garantizndonos su verdad mediante la inspiracin
concedida al hagigrafo o autor sagrado. Por eso sera un desacierto aplicar a los relatos de
la c. un mtodo exegtico atomizado, prescindiendo del contexto siguiente, o fijndonos
solamente en el detalle de cada versculo, pues lo que el autor ltimo, inspirado, quiso decir
y ensear ha de determinarse por el ordenamiento de todo el conjunto.
1. El primer relato del Gnesis. a. Sentido del mismo y antecedentes. Gen 1,1-2,4a
contiene la quintaesencia del pensamiento sacerdotal, que refleja la madurez doctrinal
alcanzada por Israel bajo la luz de la Revelacin divina y guiado por su asistencia. Huelga
decir que el relato tiene para el autor sagrado una finalidad netamente teolgica, que es fcil
entrever a travs de una narracin deliberadamente artificial. Pero no se limita a ensear
una teologa, sino, adems, una soteriologa muy concreta y detallada, que puede responder
satisfactoriamente a las preguntas que se hace cualquier hombre: En qu relacin estn
Dios y todo lo que existe fuera de l? En qu se fundan los derechos de Dios sobre el
mundo en general y, en particular, sobre su pueblo escogido, Israel? En qu se basan los
deberes del hombre para con su Creador y del israelita para con Aquel que lo ha elegido?
Como principio bsico inconmovible empieza por ensear que Dios exista antes, fuera e
independientemente del mundo; nicamente l no tuvo autor ni principio, sino que es el
principio y autor de todo. Este Dios nico, eterno, trascendente e infinitamente diverso, con
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potencia soberana, sin ayuda de ningn demiurgo, y sin que un posible adversario pudiera
resistirle, cre al principio los cielos y la tierra (1,1). La accin creadora de Dios constituye
su primera revelacin hacia fuera, el primer testimonio que daba de s mismo a los
hombres. Los mviles que le impulsaron a crear fueron su bondad y sabidura, de lo que se
sigue que todo cuanto cre era muy bueno y perfecto (1,10.12.18.21.25.31). Por la c., todas
las criaturas se encuentran en estado de dependencia total, radical, completa y duradera de
su Creador, y todas, sin excepcin, le deben sujecin y reconocimiento. Ahora bien, si los
cielos y la tierra pregonan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus
manos (Ps 19,2) con slo existir y actuar, con mayor razn el hombre, creado a imagen y
semejanza de Dios (1,27), debe tomar parte activa en este cntico de alabanza y accin de
gracias de las criaturas irracionales, dedicando para ello de modo especial un da a la
semana, el sbado. A esta conclusin jurdica y cultual llega el autor sagrado por el
procedimiento de distribuir artificialmente en seis das de trabajo la obra de la c. para
concluir que el da sptimo Dios ces de toda obra de su actividad creadora (2,4). Dios
bendijo el sbado y lo santific, con lo cual se lo reserv para s y se le consagr.
Para leer el texto comprendindolo adecuadamente conviene advertir que esa profunda
sntesis teolgica, jurdica y cultual nos es dada haciendo referencia a la imagen del mundo
que tenan los antiguos pueblos orientales y que, con diferencias de matiz, era comn a
Israel con cultura como las de Egipto, Fenicia, Babilonia, etc. En otras palabras, para decir
que Dios ha hecho todas las cosas el relato del Gnesis procede no de una manera abstracta
sino concreta: es decir, no hace una afirmacin general, sino que va recorriendo las diversas
partes y elementos en que esos antiguos pueblos dividan el mundo diciendo que todos y
cada uno de ellos han sido hechos por Dios. Tal era, en efecto, la forma adecuada para
dirigirse a los hombres de aquellas pocas, y consiguientemente, de acuerdo con su
condescendencia con nuestra naturaleza, la que Dios utiliz. Ni que decir tiene que esa
descripcin del mundo no forma parte, en cuanto tal, del mensaje revelado, sino un
presupuesto humano del mismo; conviene, no obstante, conocerla para entender mejor el
texto.
Suele decirse que esa descripcin del mundo corresponde a lo que primeramente
aparece a la mirada: la contemplacin del universo espontnea y sencilla sugiere en efecto
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la imagen de un todo estructurado con un techo celeste, una tierra rodeada de aguas que se
hunden en el abismo, un aire que llena el espacio. Tal era la visin de los antiguos.
Hablaban as de que la tierra, donde moraba el hombre, flotaba sobre las aguas del mar
inferior o del gran abismo (Ex 20,4; Ps 136,6) y se apoyaba sobre slidas columnas, cuyas
extremidades inferiores se hundan en el abismo y las superiores sobresalan al exterior en
forma de montaas. Esta casa csmica tena una inmensa bveda de metal reluciente, terso
como fundido espejo (Job 37,18), por techo, que serva de muro de contencin de las
aguas dulces almacenadas en su parte superior, las cuales se filtraban peridicamente a
travs de los orificios existentes en la plancha del firmamento, y caan en forma de lluvia,
ms o menos intensa, en la medida que Dios abra a su voluntad las compuertas (cataratas,
Gen 7,11; 8,2) del cielo. Entre el firmamento y la tierra firme exista un espacio vaco por el
que revoloteaban las aves, y hacan su recorrido peridico el sol y la luna durante el da y la
noche, respectivamente, para regresar despus a su propia morada, excavada en las
montaas eternas (Ps 19,56). Pero aunque el sol, la luna y las estrellas fueran lumbreras
creadas para separar el da de la noche y alumbrar la tierra, sin embargo, la luz y las
tinieblas eran consideradas como dos entidades distintas, con existencia propia e
independiente. La luz fue creada por Dios el primer da (1,3), mientras que el sol y la luna
lo fueron el da cuarto (1,1418). Por encima del mar de las aguas dulces tena Dios su
morada (Ps 33,14; Is 63,15) y sus habitaciones excelsas (Ps 104,3; Am 9,6).
b. La obra de los seis das (hexmeron). Cundo y cmo alcanz este universo el grado
de perfeccin, equilibrio y organizacin que se admira en l? A partir de la obra divina de
los seis das de la creacin. Antes solamente haba caos, desorden, tinieblas. No existan ni
la tierra ni el firmamento, ni haba separacin entre unos elementos y otros; todo estaba
sumergido bajo las aguas del ocano abismal (hebr. thm), sin forma definida, sin vida, sin
ningn ser. Pero sobre este ocano primitivo aleteaba (hebr. mrahejet), como el ave sobre
el nido de sus polluelos, el espritu (hebr. rah) de Dios, que era a la vez viento que traa el
mensaje de la c. y aliento que sale de la boca de Dios que informa y da vida. Como hemos
dicho, el autor distribuye la obra de la c. en una semana de trabajo, dividida en dos triduos
paralelos. En el primero Dios pone orden al desorden primordial (1,310). Como condicin
previa para poder trabajar, el primer da separa Dios la luz de las tinieblas (1,35). El
segundo da crea el firmamento, o sea, la bveda slida que separara las aguas dulces de
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sobre el firmamento de las saladas de debajo del mismo (1,68). El tercer da, con el fin de
impedir que las aguas de debajo del firmamento inundaran e irrumpieran sobre la tierra,
Dios les puso lmites, y las junt en una reunin (hebr. migweh) para que apareciera la
tierra firme (1,9.13).
A esta triple obra de separacin, sigui la de ornamentar en tres das los espacios
netamente diferenciados y separados (1,11.31). Tan pronto como la tierra emergi de entre
las aguas, Dios le orden que hiciera brotar de su seno las plantas, clasificadas en tres
categoras: hierba verde (hebr. dele'), plantas con semilla (hebr. `seb), como los cereales y
legumbres, y rboles frutales (hebr. `es pri), cuya simiente est en el fruto, como la
palmera y el olivo (1,11-13). Con ello acab Dios la obra del tercer da. En el cuarto
procedi a la c. de lumbreras en el firmamento de los cielos, a las cuales seal una triple
misin: separar el da de la noche, servir de seales para que el hombre seminmada
pudiera orientarse, y determinar las diversas estaciones del ao (1,14-19). El da quinto cre
Dios los peces, los grandes cetceos marinos (hebr. tanninim) y las aves, lo que el autor
expresa con las palabras que pone en boca de Dios: Hiervan de animales las aguas y
vuelen sobre la tierra aves bajo el firmamento de los cielos (1,20), que pueden
interpretarse en el sentido de que tambin las aves son de origen acutico, como opinaban
los antiguos egipcios y griegos. La primera obra del da sexto fue la c. de los animales
terrestres que, como la de las plantas, se hizo mediante la tierra como intermediaria: Brote
la tierra seres animados segn su especie, ganados, reptiles y bestias salvajes (1,24). Al
final, y como ser aparte y representante divino en el santuario del mundo, Dios cre a
Adn, al hombre (1,26-28).
El autor sagrado expone toda esta actividad divina con estilo hiertico, conciso,
simtrico y ordenado, con paralelismo de frases y repeticin constante de frmulas
esteestilo hiertico, conciso, simtrico y montono, con paralelismo de frases y repeticin
constante de frmulas estereotipadas de introduccin, mandato, ejecucin, descripcin,
nombre dado al nuevo ser creado, alabanza y conclusin. A cada da corresponde una obra,
menos al tercero y cuarto que se les asignan dos, con el fin de no rebasar los seis das de
trabajo. El ritmo ternario empleado constantemente (tres mediambientes, tres series de
plantas, tres series de animales, de astros, etc.) expresa simblicamente la idea de que todo
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fue creado con orden y sabidura. Pero el nmero que ms simbolismo encierra es el siete,
que adems de reunir las perfecciones del tercero y cuarto, indica universalidad, y se aduce
como razn suprema para la observancia del reposo sabtico (Ex 31,17). El nmero 10 (10
veces se emplea la frmula: Y dijo Dios) es el ms perfecto y completo, como el
Declogo y la obra completa y perfecta del mundo (=3+4+3).
c. Creacin en sentido universal y absoluto. Todo este cosmos sabiamente organizado,
ordenado y bueno es obra de Dios, pero cul era su situacin antes de que Dios
interviniera con su accin creadora? Seguramente que el orden, la armona y la separacin
entre los elementos csmicos no existan. Cabe entonces preguntar: Hay en Gen 1,1 una
afirmacin introductoria de que Dios cre el mundo de la nada, como si la existencia del
caos fuera el primer resultado de la accin divina creadora, o seala solamente la situacin
inicial en el proceso de la c., insistiendo ms en la transformacin del abismo primordial
que en una produccin a partir de la nada? a) En el primer caso, la traduccin ms exacta
del primer versculo del Gnesis sera: Al principio cre Dios los cielos y la tierra. Es,
como se ve, la traduccin clsica y tradicional.
b) En el segundo caso la traduccin podra ser: Cuando Dios empez a crear el
universo, la tierra estaba desierta y vaca, las tinieblas cubran la haz del abismo y el
espritu de Dios planeaba sobre las aguas, entonces dijo Dios: `Haya luz'... (1,13). En esta
traduccin, el nfasis de la frase no recae sobre al principio (hebr. bre'sit), como si
indicara el comienzo absoluto del universo con el tiempo (estado absoluto), sino sobre el
mandato divino: Haya luz (1,3), en cuyo caso bre'sit sera una partcula temporal
relativa a la frase que introduce (estado relativo). La c. de la luz el primer da supone que
antes haba tinieblas, es decir, lo equivalente a un caos anterior a la c. del cosmos, a la
organizacin de lo que primeramente era toh waboh, tinieblas, confusin y desorden.
Puede sostenerse esta ltima interpretacin? Desde un punto de vista dogmtico la
cuestin puede considerarse libre, pues si bien pertenece a la fe el hecho de que en la S. E.
se habla de una c. en sentido absoluto o ex nihilo, los textos en que eso se dice son
bastantes luego los mencionaremos y no est expresamente definido que sea se el sentido
de este texto concretamente. Desde un punto de vista de exgesis cientfica, la versin
tradicional cuenta con buenos argumentos crticos, a lo que hay que unir el peso de la
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tradicin, dato no definitivo, pero ciertamente no despreciable. De todas ntaneras nos
parece que la segunda opinin es defendible, siempre que se la entienda en sus justos
lmites. Sabido es que el verbo bara', crear, en las formas de qal y nifal, designa siempre
una accin divina que produce algo esencialmente nuevo en virtud de su poder soberano. Y
eso es lo que significa en Gen 1,1, donde el autor sagrado nos describe el carcter universal
de la intervencin divina, afirmando que nada escapa a esta accin y que el mundo depende
enteramente de Dios. Despus de haber afirmado que Dios cre el universo libremente y sin
obstculo, alude a un abismo primordial (thm) y a sus elementos, que para l no eran otra
cosa que material inerte de construccin, utilizado por el ilimitado poder y grandeza del
Creador para ordenar el mundo. El abismo primordial obedeca incondicionalmente a la
voluntad de un Dios trascendente, que poda reducirlo libremente a la nada, pura criatura y,
por lo mismo, se hallaba en estado de dependencia total y sustancial de Dios todopoderoso.
El abismo inicial pudo ser un dato anterior al principio que seala el comienzo del mundo y
de su historia, pero l, en s mismo, no tiene ms historia que la de su sujecin al espritu
creador de Dios. Por lo mismo, el caos propiamente no existe para el autor sagrado, y lo
concibe no por razn de s mismo, sino en orden al cosmos, al cual precede lgicamente,
pero no en el orden cronolgico. Al decir el texto que la tierra estaba desierta y vaca...
(1,2), no se quiere indicar esto como primer resultado de la accin divina, sino que se
describe la situacin inicial en el proceso de la creacin. En la narracin bblica la c. es
concebida como la transformacin del caos en un cosmos, sin entrar a definir el origen de
ese caos. Para captar en toda su fuerza las afirmaciones del Gnesis conviene compararlas
con algunas cosmogonas de pueblos relacionados con Israel. As, segn la cosmogona
egipcia, los dioses y todos los otros seres nacieron del agua primitiva y del caos. Segn los
babilonios, en el principio exista el caos acuoso, mezcla de aguas dulces (Apsu) y saladas
(Tiamat). Al revs de la Biblia, en estas cosmogonas el caos primitivo es el punto de
partida de cuanto existe y precede al cosmos cronolgicamente. Para los egipcios este
ocano catico primordial es un elemento primitivo; para los babilonios una fuerza mtica
indomable. En el Gnesis se excluye toda idea de lucha entre Dios y algo que se site frente
a l; el caos es algo impotente, inerte y sin vida, Dios es el nico que acta con fuerza
omnipotente. De esa forma el texto del Gen 1 ensea la verdad de la c. frente a los mitos
circundantes, formulando una verdad que textos posteriores van comentando y perfilando.
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2. El segundo relato del Gnesis. A continuacin del relato sacerdotal sobre la creacin,
est el de proveniencia yahwista (2,4b-25). En l no se plantea la cuestin de la procedencia
de los elementos que han servido de materiales para organizar el mundo, sino que se parte
del conocimiento de fe de que Dios hizo la tierra y los cielos. Su cosmogona es seca.
Dios comienza por organizar la tierra y hacer que de sus entraas brotaran los cardos y las
malezas del desierto (hebr. siah), las plantas propias de los terrenos de labor (hebr. `eseb) y
las que son comestibles (hebr. sadeh). La razn de esta esterilidad del suelo obedeca a que
Yahwh Dios no haba hecho llover todava sobre la tierra (2,5), y porque no haba
hombre que cultivase el suelo (2,5). Despus de este enunciado se habla de un manantial
que brotaba de la tierra y regaba toda la superficie del suelo (2,6), con lo que supone la
existencia de aguas subterrneas. El relato se adecua a la experiencia palestinense, en cuyas
tierras se desarrolla la vegetacin durante y despus de la estacin lluviosa, o en los oasis
regados por las aguas de algn manantial. Su autor da por supuesta la creacin de los cielos
y fija su mirada en la tierra, en cuanto va a servir de lugar de encuentro entre Dios y el
hombre. Dios forma primero al hombre (2,7), planta rboles y crea los animales para su
recreo; finalmente, para que el hombre no estuviera solo, crea a Eva (2,18-22).
La yuxtaposicin de los relatos de la c. pone de relieve su ntima unidad. En los dos se
afirma que nicamente Dios pudo crear el mundo, organizarlo y hacerlo habitable. Por ms
que se retroceda en las profundidades insondables del tiempo y del espacio, siempre se
encontrar la materia en estado de dependencia y sujecin total al Creador. Dios dio un
comienzo al mundo y, por consiguiente, lo dio tambin al tiempo, pero l no tiene
principio. Sea que se diga que Dios transform el caos primitivo en un cosmos organizado,
o hizo brotar la vida de una tierra reseca y rida, siempre se presupone su trascendencia y
existencia eterna. Volvamos a repetir lo que ya antes apuntamos: Dios habla a hombres, a
seres limitados, y lo hace acomodndose a nuestra limitacin; slo as en efecto podemos
entenderlo. Nada tiene, pues, de extrao que los relatos de la c. dejen vislumbrar las
concepciones antiguas sobre la estructura del mundo fsico, o que se aluda, con el propsito
de desmitizarlos, a los diversos mitos de la antigedad oriental pagana en torno a los
orgenes. Ambos relatos no son un reportaje sobre el modo cmo se desarrolla el cosmos,
sino una explicacin teolgica del hecho de la creacin. Por eso, no entr en su mente
ensear la constitucin intrnseca de las cosas visibles, el orden que Dios sigui en la c., ni
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sealar el cmo y el cundo cre el universo, y en qu consisti el acto creador, sino referir
en un lenguaje simple y figurado, acomodado a la inteligencia de una humanidad menos
avanzada, las verdades fundamentales presupuestas por la economa de la salvacin, al
mismo tiempo que la descripcin popular de los orgenes del gnero humano y del pueblo
elegido (Pontificia Comisin Bblica, 16 en. 1948). Lo que importa en suma es que
comprendamos que el universo entero depende de Dios, y eso por la razn ms honda:
porque es l quien lo ha hecho y quien le da constantemente realidad.
3. La creacin en otros lugares del Antiguo Testamento. La idea de la c. del mundo por
Dios est presente en toda la literatura proftica y sapiencial veterotestamentaria. Yahwh
es el que lo ha hecho todo, el que despliega solo los cielos, el que asienta la tierra sin
ayuda de nadie (Is 44,24; Neh 9,6), ya que antes de 1 no existi ningn Dios (Is
43,10), porque slo Yahwh es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra (Is
40,28). Antes que los montes fuesen, antes que naciesen la tierra y el orbe, de eternidad a
eternidad T eres Dios (Ps 90,2). Con la c. comenz el mundo y el tiempo (Ps 90,2; Prov
8,22-26). Todo cuanto existe fuera de l es obra suya: los cielos y la tierra Os 42,5; 45,18),
el sol, la luna y las estrellas (Ps 148,35), a los que llama por su nombre (Is 40,26), la luz y
las tinieblas (Is 45,70; Am 4,13), los montes y los vientos (Am 4,13) y los hombres todos
(Is 43,7; 45,12; 54,16; Ez 28,13-15; Mal 2,10).
En los textos citados anteriormente, y en otros, la idea de la c. del mundo por Dios se
expresa principalmente mediante los verbos `asah (hacer) banah (edificar), yasar (formar),
qanah (crear) y, a menudo, por el verbo bara'. que figura en Gen 1,1. Este ltimo verbo se
toma en el sentido de una accin divina de la cual resulta algo nuevo, o que reviste una
forma nueva, que antes no exista. Los diversos textos profticos y sapienciales sobre la c.
la presentan como un dominio del Dios eterno sobre el caos primitivo (Job 26,1213; Ps
74,13-14), oponiendo Dios trascendente, que exista antes, fuera e independientemente del
mundo, a la totalidad del universo, del cosmos, que empez a existir porque Dios lo cre.
Dios es el nico increado; todo lo dems ha sido creado por l. En este sentido deben
entenderse Sap 1,14; Prov. 8,21-29. El texto de Sap. 11,17: Tu mano omnipotente que
cre el universo de la materia informe, no se refiere al origen de la materia, sino a la
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ordenacin de la misma, como aparece de Sap 9,1; 11,24-25; 13, 51. Slo Dios es eterno;
todo lo dems ha recibido de l la existencia.
El caos primitivo, el thm, si exista, no se concibe como potencia monstruosa capaz
de resistir al Dios ordenador, sino como materia informe y muerta en estado de
dependencia total, sustancial (como corresponde a su estado de creatura) al supremo
Creador, que, en el momento escogido por l, la transforma librrimamente con un soplo
divino, principio de vida (ls 51,9-10; 27,1; Job 9,13; 26,12-13; Ps 74,13-17), en el universo
visible y organizado. Dios es el Seor absoluto del universo que cre; sin l no hubiera
existido. Todo lo cre con su poder, su sabidura e inteligencia (Jer 10,12). 1 dijo, y
todo fue hecho, lo mand, y todo existi (Ps 9,1; 33,6.9); Dios crea por su palabra.
La idea de la c. de la nada que se sugiere de manera implcita en los textos
veterotestamentarios sirvindose de imgenes, se expresa explcitamente en 2 Mac 7,28 por
boca de la madre de los Macabeos: Rugote, hijo, que mires al cielo y a la tierra, y veas
cuanto hay en ellos, y entiendas que de la nada lo hizo todo Dios.
4. La creacin en el Nuevo Testamento. No tena necesidad el pueblo judo de que
Cristo y los Apstoles les recordaran la doctrina de la c. del mundo por Dios, que admita
sin duda alguna; pero era imprescindible que los Apstoles hicieran hincapi en ella en su
predicacin a los gentiles y fuera como el centro de su apostolado. Se repite a menudo ante
ese pblico pagano, o ante los cristianos provenientes del paganismo, que Dios cre el
cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos hay (Act 14,15; 17,24; Apc 4,11; 10,6; 14,7). De
l y por ti y en l son todas las cosas (Rom 11,36). Todo fue hecho por l, y sin l nada
se hizo (Jn 1,3). Porque Dios lo ha creado todo, el universo lleva impreso su sello, lo que
permite al hombre conocer por l a Dios, porque lo invisible de Dios se hace visible en sus
obras desde la c. del mundo (Rom 1,20). Nada existe que no lo haya creado Dios (Rom
1,25; 11,26; 1 Cor 8,6; Col 1,16). Dios, por consiguiente es Seor de cielos y tierra (Mi
11,25). Dios cre al mundo desde sus inicios (Mi 24,21; Mc 13,19), desde el principio de la
c. (Mc 10,6). Jess pide al Padre que le glorifique con la gloria que tena con l, antes de
existir el mundo (Jn 17,5). La insistencia con que los textos neotestamentarios aluden al
principio de la c. (Mt 19,4.8; 24,2; 2 Tes 2,13, etc.), debe interpretarse en el sentido de que
se refieren a una c. propiamente dicha, que, de hecho, no difiere de lo que nosotros
TEOLOG. DE LA CREACIN...10
llamamos creacin ex nihilo, porque todo lo que no es Dios se encuentra ante l en estado
de critatura.
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