85
CAPÍTULO PRIMEROEL CONCEPTO DE LA FILOSOFÍA 1. La definición nominal de la filosofía Es una observación común la de que el verdadero conocimientode las cosas sólo se logra con la experiencia de su frecuentetrato, cuando hemos llegado a adquirir con ellas una ciertaconnaturalidad, por la que efectiva y propiamente se realiza supersonal asimilación. Esto, que en general acontece en todoorden de asuntos, vale, de una manera especial, para la esferade los conocimientos científicos, que son los más difíciles deconseguir. Dé ahí que la comprensión de la naturaleza y sentidode una ciencia sea más un resultado tardío y reflexivo -sobre labase de un previo cultivo de la misma-, que no una laborenteramente apriorística y montada al aire. Sólo, pues, tras haber filosofado, y no de cualquier modo, sino deuna manera insistente y tenaz, puede llegarse a la posesión deuna idea auténtica, realmente vivida, de lo que es la filosofía. Sinembargo, tan cierto como esto es que, sin una “idea previa”, todolo modesta que se quiera, de lo que es una determinadaactividad científica, se nos hace imposible

CAPÍTULO PRIMEROEL CONCEPTO DE LA FILOSOFÍA.docx

Embed Size (px)

Citation preview

CAPTULO PRIMEROEL CONCEPTO DE LA FILOSOFA1. La definicin nominal de la filosofaEs una observacin comn la de que el verdadero conocimientode las cosas slo se logra con la experiencia de su frecuentetrato, cuando hemos llegado a adquirir con ellas una ciertaconnaturalidad, por la que efectiva y propiamente se realiza supersonal asimilacin. Esto, que en general acontece en todoorden de asuntos, vale, de una manera especial, para la esferade los conocimientos cientficos, que son los ms difciles deconseguir. D ah que la comprensin de la naturaleza y sentidode una ciencia sea ms un resultado tardo y reflexivo -sobre labase de un previo cultivo de la misma-, que no una laborenteramente apriorstica y montada al aire.Slo, pues, tras haber filosofado, y no de cualquier modo, sino deuna manera insistente y tenaz, puede llegarse a la posesin deuna idea autntica, realmente vivida, de lo que es la filosofa. Sinembargo, tan cierto como esto es que, sin una idea previa, todolo modesta que se quiera, de lo que es una determinadaactividad cientfica, se nos hace imposible acometerla, cualquiera que sea el grado o la medida en que ello se intente[1]. De ah laconveniencia, en nuestro caso, de una inicialaproximacina laesencia del saber filosfico.En general, toda definicin puede verificarse de una doblemanera: como definicin nominal o como definicinreal,segnse atienda, respectivamente, a la palabra o nombre con quedesignamos a una cosa, o a la propia y formal constitucin, cuyaesencia se busca, de la cosa nombrada. La definicin nominalofrece, pues, la significacin de una palabra; en tanto que ladefinicin real es expresiva de la esencia de una cosa.Conviene, pues, que antes de elucidar la nocin esencial de lafilosofa, se considere aqu la significacin de la palabra con lacual la nombramos. Pero la propia definicin nominal essusceptible, a su vez, de dos modalidades: laetimolgica y lasinonmica,segn que el mtodo de que nos valgamos paramanifestar la significacin de un trmino sea el recurso a suorigen, o la aclaracin por otras voces ms conocidas y de parejasignificacin.La definicin etimolgica es una especie de genealoga verbal;una cierta hermenutica histrica de las palabras. La de la vozcastellana filosofa no es otra que su procedencia de lalatinaphilosophia,eco, a su vez, de la voz griega de anlogo sonido. Eltrmino griegoes un nombre abstracto, en cuyacomposicin interviene, junto a un trmino derivado de una razque significa, en un sentido amplio, lo que en castellano amar, un ilustre vocablo -el de o -, cuyo equivalente latino es eltrminosapientia,que traducimos por "sabidura". Filosofa es,as, etimolgicamente, el amor o tendencia a la sabidura.Es explicable que la vozo aparezca en autores que nousaron el trmino compuesto. Pero el sentido de la palabra era muy amplio y comprensivo en sus orgenes. HOMERO laempleaba para designar, en general, toda habilidad, destreza otcnica, tales como las que poseen los artesanos, los msicos ylos poetas. HERODOTO llama o a todo el que sobresale delos dems por la perfeccin y calidad de sus obras. Anlogosentido tuvo en sus comienzos el trmino, antes derevestir la significacin peyorativa a que se hicieron, en buenaparte, acreedores los intelectuales zaheridos por PLATN[2].Parece que fue HERCLITO quien por primera vez emple eltrmino [3]Hay una venerable tradicin que atribuye aPITGORAS la invencin del vocablo. Segn esta tradicin,cuyos ms destacados promotores fueron, en la antigedad,CICERN[4]y DIGENES LAERCIO[5], eran llamados sabioscuantos se dedicaban al conocimiento de las cosas divinas yhumanas y de los orgenes y causas de todos los hechos; peroPITGORAS, habiendo sido interrogado acerca de su oficio,respondi que no saba ningn arte, sino que era, simplemente,filsofo; y comparando la vida humana a las fiestas olmpicas, alas que unos concurran por el negocio, otros para participar enlos juegos, y los menos, en fin, por el puro placer de ver el espectculo, vena a concluir que slo stos eran los filsofos.La autenticidad de este relato, uno de los ms bellos tpicos denuestra cultura, ha sido discutida por la moderna crtica[6]; masla ancdota vale en cualquier caso como emblema del noble ydesinteresado afn que conduce a la bsqueda del saber y quese ha conservado, durante milenios, como uno de los rasgosesenciales de la actitud filosfica.El verbo filosofar ( ) se encuentra en HERODOTO,quien atribuye a CRESO la siguiente frase, dirigida a SOLON:he odo que, por el placer de la especulacin -has recorrido , filosofando ( ), muchos pases[7]. YTUCDIDES pone en boca de PERICLES, que se dirige a losatenienses, estas otras palabras: "amamos la belleza consimplicidad y filosofamos sin timidez"[8].La articulacin ms coherente de los dos elementos que entranen la voz filosofa -y, al propio tiempo, su ms penetranteexgesis- es la que hace PLATN en el Banquete. Apoyndoseen la mitologa del Eros, el discpulo de SCRATES hace decir aste, al que finge inspirado por la sacerdotisa de Mantinea, queel Amor no es un dios, sino un ser intermedio () entredioses y hombres. Hijo de Poros (la abundancia) y Penia (laescasez o penuria), participa, a la vez, del opuesto carcter desus progenitores. No es, pues, ni la opulencia misma, ni la puramiseria; ni la cabal posesin, ni la indigencia estricta y absoluta. La filosofa, por tanto, no es ignorancia ni sabidura, sino algoque no tiene el ignorante (que ni siquiera llega a percatarse de supropia ignorancia), y de lo cual est dispensado el sabio. Enrigor, la modestia" socrtica, por la que se concibe a la sabiduracomo algo divino, ms all de los lmites de nuestra naturalcapacidad, es la expresin de la filosofa como justa medidade laposibilidad intelectual del hombre. La ignorancia total esinfrahumana; la plena e ideal sabidura excede nuestro ser;nicamente la filosofa es natural y propiamente humana.Esta versin de la filosofa como vislumbre de algo que no llega aalcanzarse por completo -como un remoto atisbo de la Sabidura-es la ms honda significacin de la teora platnica aludida.Trtase, pues, no de la misma sabidura, sino tan slo del reflejoo participacin de ella, que al hombre le es posible conseguir. Detal suerte, por tanto, que lo que este saber tiene de humano, lefalta de saber, y es as, esencialmente, una tensin,ms queuna posesin o un verdadero logro[9].* * *Nuestra lengua carece de una correspondencia sinonmicaestricta de la palabra filosofa. En compensacin, muestra ciertaabundancia de vocablos y giros relativamente afines. Como esnatural, todos ellos traducen de algn modo corrientes ydoctrinas filosficas que han impregnado la literatura y el idiomausual. Por lo dems, es muy explicable que lo que ha trascendidoal lenguaje comn sean ms bien las resonancias prcticas y las acepciones concretas, que no los contenidos puramente tericosde esas concepciones. Por su especial influjo, merecendestacarse entre ellas el antiguo estoicismo, la tradicin escolstica y, por ltimo, la moderna corriente positivista.La huella del estoicismo se advierte en nuestra lengua en losgiros y trminos que expresan una idea de la filosofa comoactitud serena ante la vida y las vicisitudes de la existenciahumana. Es un lejano eco del viejo ideal prctico del sabio, yaformulado en Grecia y que Roma acogi con entusiasmo; idea enla cual la sabidura, ms que un sistema de especulaciones,constituye un estilo y un tono existencial. En su virtud, es filsofoslo aquel que sabe conservar el dominio de s mismo, tanto enel xito como en el infortunio; el que mantiene imperturbable elnimo en cualquier ocasin. Tomar las cosas con filosofa esuna frase que se deriva de esta actitud; lo mismo que el empleode nuestro trmino como sinnimo de calma y de paciencia, yaun de una cierta idea, no exenta de irona en ocasiones, desosegada resignacin y consuelo.La tradicin del escolasticismo, castiza en nuestra patria, semanifiesta con el empleo de trminos tales como los de cienciay sabidura en su acepcin puramente secular, comocontradistinta del sentido y origen sobrenatural y divino de la fe yla sagrada teologa. La filosofa es, as, mera sabidura del siglo,por oposicin a la teologa de la fe, que se ampara en el datorevelado. Es verdaderamente notable la riqueza que tienenuestra lengua en vocablos de origen escolstico y de la msclara e intencionada acepcin metafsica. Pero la misma idea del saber filosfico, tal como esa tradicin lo entiende, no estraducida siempre con el mismo acierto; en ocasiones se ladesigna denominando al todo por la parte, como cuando se lahace equivalente a la de metafsica; otras veces se atiendedemasiado a las connotaciones prcticas del trmino y se la llegaa identificar con la prudencia, que aunque es, sin duda, unvocablo de muy ilustre abolengo en la Escuela, slo designa unaespecial virtud, y aun en este sentido no se mantiene puro ennuestro idioma, sino que se halla en una cierta promiscuidad conlas ya mencionadas resonancias estoicas; etc. En general, noobstante, y como fruto y presencia de la concepcin escolstica,la voz filosofa se toma en castellano como designativa de lasuprema ciencia natural humana.Por ltimo, el positivismo ha dejado su huella en este gnero desinonimias a travs de la idea peyorativa, que, respecto primerode la metafsica y ms tarde de la filosofa en general, estuvo enboga en el pasado siglo. As, es frecuente utilizar el trminofilosofa para expresar todo lo que parece una elucubracin sinfundamento, una mera abstraccin o hasta una logomaquia.Es muy curioso el uso del plural para estas acepciones; algoparecido a lo que acontece con el trmino historia. El dejarsede historias y el todo eso son puras filosofas constituyen dosdichos tpicamente ejemplares.Independiente del positivismo, aunque a veces mezclada con l,existe en castellano una acepcin del trmino filsofo, quesignifica, en general, todo hombre abstrado y, por lo mismo,despreocupado de las ms inmediatas y urgentes realidades.

Que no se trata siempre de una acepcin despectiva, prubalo elhecho de que con frecuencia el sabio distrado es objeto msbien de una benvola y complaciente hilaridad. La ancdota deTALES DE MILETO, quien por ir ntemplando las estrellas seprecipit en un pozo, es ms risuea que oralizante.2. El problema de la definicin real del saber filosficoLas anteriores consideraciones sobre el doble valor, etimolgicoy sinonmico, de la palabra filosofa tienen una innegableutilidad para la aclaracin del respectivo concepto. Pero nobastan para perfilarlo ntegramente. Ms bien, por el contrario,estimulan y urgen la conveniencia de una definicin real. Estadefinicin es, sin embargo, uno de los ms graves y esencialesproblemas de la filosofa.No existe una definicin de la filosofa en la que todos losfilsofos estn de acuerdo; cada sistema -en ocasiones, cadapensador- propone una distinta, y, por lo menos aparentemente,no es posible integrarla en un concepto armnico, superador detoda discrepancia[10]. Este es, por cierto, el inicial escndalo dela filosofa: la dificultad que, ya de entrada, ofrece al principiante,y que es muchas veces decisiva para el futuro de su vocacin.Hasta cierto punto es comprensible el escepticismo que esteestado de cosas ocasiona. La manera ms fcil -la ms tosca- deproceder frente a nuestro problema es la que consiste, simplemente, en retroceder ante el obstculo y abandonar, sinms, todo devaneo filosfico. Pero, en rigor, la misma dificultad , planteada con toda su agudeza, es un ptimo punto de partidapara llegar a una solucin satisfactoria .Es el caso que cada una de las definiciones que se han dado dela filosofa aspira a ser tenida como la nica exclusivamentevlida; de la misma manera que cada sistema filosfico pretendeexcluir a todos los dems. El espectculo de las pugnasfilosficas suele ser, sin embargo, contemplado de una manera harto superficial. De este modo se pierde de vista lo que debieraser ms evidente en la consideracin de tales antagonismos. Noexisten pugnas si las diversas partes en contienda no persiguenun mismo objetivo; si, por debajo de la colisin, no se da unaesencial coincidencia sobre la cual se alzan opuestos intereses.Nos encontramos, pues, ante un gnero idntico, la filosofa,cuyas diferencias especficas discrepan entre s en la medida enque intentan monopolizar el mismo gnero a que pertenecen.Para indagar lo que sea ese gnero no es necesario, sinembargo, recorrer toda la serie de las definiciones de la filosofa.Basta, por el contrario, asumir una perspectiva general. Unsistema filosfico, en efecto, acusa siempre a otro de una deestas dos cosas (o de ambas a la vez): falta de completa latitud,falta de entera profundidad. De forma que un sistema filosficosurge frente a los otros para remediar uno (o los dos) de los mencionados efectos. http://www.mercaba.org/Filosofia/Millan/Fundamentos/01.htm (9 de 32)04/12/2006 23:18:49

EL CONCEPTO DE LA FILOSOFAAqu es, precisamente, donde cobra su ntegro sentido ladiversidad de los sistemas y de las definiciones de la filosofa. Esla realidad entera lo que, como tal, pretenden abarcar lasdiferentes filosofas, cada una en el modo de su respectivainterpretacin. De ah la extraordinaria diversidad de los sistemasfilosficos. Si stos se limitasen a un determinado departamentoo sector de la realidad, las consideraciones que arriba se hicieronfcilmente se hubieran percibido.Interpretaciones tan distintas y opuestas, sistemas tan apartadosunos de otros, como sin duda son los filosficos, slo puedenchocar si todos ellos tienen por objeto el universo entero de larealidad. Conocimiento de la realidad total y radical profundidadde ese conocimiento (en la medida en que una y otra cosa sonasequibles al hombre) se implican y complementan, por tanto, enla nocin de la filosofa. La divulgada definicin segn la cual lafilosofa es la ciencia de todos los seres por sus causas ltimas, yque se adquiere por la luz natural de la razn, fuera de serdiscutible en algn punto o matiz accidental, recoge conamplitud, en su primera parte, la fundamental coincidenciagenrica de todos los sistemas y todas las definiciones de lafilosofa.* * *Como ya etimolgicamente se observ, la filosofa es bsquedade la sabidura. Amar a sta es, como deca PLATN, algointermedio entre poseerla y no poseerla. De este saber que se intenta puede hablarse, por tanto, en dos sentidos. En un sentidoideal, es justamente lo mismo que se pretende poseer; lo cual noes, en rigor, filosofa, sino la propia sabidura. En un sentido real,ese saber, en la medida en que es objeto de hallazgos,interpretaciones y logros sucesivos, va adentrndose ycumplindose en la misma filosofa.La filosofa es una participacinhumana de la sabidura ideal.El fondo comn en el que coinciden todas las definiciones ytodos los sistemas de la filosofa es el objeto mismo de lasabidura. La diversidad de las definiciones y de los sistemasafecta, pues, no a la nocin ltima desta, sino tan slo a lasque intentan esquematizar el contenido de los resultados -forzosamente parciales- de su bsqueda.Mas como quiera que la filosofa es una participacin de lasabidura, puede y debe ser definida de la misma manera en quese define su meta y prototipo ideal, con la esencial restriccin deque se trata de algo humano e in fieri. Esta restriccin ermitecomprender toda la diversidad de sus logros y deficiencias. Ladificultad que al principio plantebamos es perfectamenteretorcible. Definir es poner lmites a una cosa, delimitarla,circunscribirla. La inexistencia de unadefinicin de la filosofa,unida a su mismo reverso -a saber, la pluralidad de lasdefiniciones del saber filosfico-, demuestra justamente quetenemos que habrnoslas con un objeto que de algn modoescapa a toda definicin. La trascendencia de la filosofa a todas sus definiciones no debeser entendida como una absoluta imposibilidad de definirla o desaber lo que es, sino como la imposibilidad de conocerla de otromodo que no sea por referencia a la meta ideal, nuncaalcanzada, que constituye la sabidura. Dicho de otra manera: laimposibilidad de que se trata es la de circunscribir la filosofa asus parciales realizaciones. Y en este mismo sentido tambinhay que aadir que la filosofa nunca queda ntegramentesatisfecha con sus resultados, y toda definicin que la limite aellos va contra su propio espritu.Toda definicin subsume lo definido bajo algo que lo excede[11].Definir la filosofa por sus realizaciones parciales es colocar eltodo bajo la parte. Definirla por cualquier otra cosa que no sea lamisma referencia a la sabidura es desconocer su carcter deconocimiento humano supremo[12].La filosofa es, as, una sabidura participada,sapientia humana[13]. Cuando en la definicin que antes se consignanteponamos la palabra ciencia" a todas las dems de lafrmula, no se pretenda colocar el saber filosfico al nivel de lasciencias denominadas particulares, sino al contrario: iniciar laalusin a la sabidura, ciencia suprema y ltima. De esta manerala filosofa se nos presenta como privativa del hombre, en tantoque la sabidura es patrimonio de Dios. Y no porque la filosofatienda a la sabidura, sin alcanzarla, debe desplazrsela delrepertorio de las actividades humanas. Es indigno del hombre - deca ARISTTELES- no buscar una ciencia a la que puedeaspirar[14]. Y el mismo filsofo sostiene que, a pesar de no serms que hombres, no debemos limitarnos, como algunospretenden, a los conocimientos y sentimientos exclusivamentehumanos, ni reducirnos, porque seamos mortales, a unacondicin mortal; es menester, por el contrario, que, en lo quedepende de nosotros, superemos los lmites de nuestra condicinmortal y nos esforcemos por vivir conforme a lo mejor que en nosotros existe [15] . Puede darse, por tanto, esta definicin de la filosofa: sabidurahumana.En ella lo que habra de cumplir la funcin del gneroprximo est sustituido por la causa ejemplar, y lo quecorrespondera a la diferencia especfica se encuentrareemplazado por una limitacin y restriccin del concepto de lasabidura. Este concepto no es una nocin genrica, del mismomodo que tampoco lo es aquello a lo que apunta: la Verdad. Laposesin de la Verdad slo se da absolutamente en Dios. Porconsiguiente, toda sabidura de las criaturas ha de ser unasabidura participada, aminorada. La del hombre, cuyoentendimiento es progresivo, constituye una sabidura a la queafecta necesariamente el carcter de histrica, frente a lainmutable sabidura divina, que se levanta por encima del tiempo.* * *Conviene reparar en el carcter formal de esta definicin de lafilosofa. No es posible forjar un concepto que, de una manera material (es decir, atenta al contenido y la direccin propia decada sistema), logre reunir todas las definiciones histricasdadas; por la obvia razn de que las direcciones y lasconcepciones filosficas de los diversos sistemas son, en antotales,irreductibles a una doctrina comn. Es un empeo vano elde conciliar las doctrinas de las mltiples corrientes filosficas, ytal empeo, ms que profundidad, revela una superficialcomprensin de las cosas, que acaba en ocasiones en undespreocupado eclecticismo. Pero es igualmente cierto quetodas las doctrinas filosficas coinciden, de una manera formal,en ser precisamente eso: filosficas. Y su carcter filosficoestriba en la ndole sapiencial que para s recaban, cada cual asu modo.Contra esta forma de definir la filosofa suele oponerse el reparode que se trata de algo sumamente vago, incapaz, por tanto, dedistinguir lo que es propiamente la filosofa y lo que son, por suparte, los restantes saberes humanos. Esta objecin cobra suposible validez a partir de la poca moderna, cuando lasciencias particulares van independizndose del gran troncocomn de la filosofa antigua y medieval. Cada una de estasciencias no es tambin un saber? Y si ello es as, y la filosofaes, simplemente, sabidura humana, cmo se explica, porejemplo, que nadie considere en la actualidad a la qumica comouna disciplina filosfica?Sin embargo, estas mismas preguntas y la objecin que de ellasparece desprenderse no son muy coherentes con los mismos .que se han independizado del gran tronco comn de la filosofaes frecuente olvidar el hecho mismo de esa escisin.Precisamente por articularse en un saber de totalidad,ntimamente conexo y organizado, es por lo que los variossaberes particulares, ya conocidos por los antiguos, conservabanun sentido filosfico. Lo que en realidad muestra que lofilosfico primordialmente consiste en el saber de totalidad, yque slo de un modo secundario - por su integracin en elsistema de ese universal saber - son filosficos los dems saberes. Pero ocurre, adems, que la filosofa slo es entendida comosabidura humana si de veras se advierte que, por serpropiamente saber, es un saber del ser. La sabidura de que aquhablamos no se contenta con meros fenmenos ni purasposibilidades, sino que pretende conocer lo que realmentees ; y,claro est, pretende conocerlo con certeza y de un modoetiolgico (causal), por lo que es natural que le acontezcan estasdos cosas: 1., que se parezca muy poco a las llamadasciencias positivas, las cuales, por principio, renuncian a conocerotra cosa que no sean los puros fenmenos; 2., que searealmente escaso el nmero de los conocimientos que laintegran, ya que, por una parte, lo esencial siempre es mnimo, ypor otra, slo el mismo Ser puede tener un conocimientoadecuado y perfecto de lo que realmente es.De esta manera, si se la compara con la sabidura divina, se nospresenta slo como una sombra o reflejo de ella; ms si se lahttp://www.mercaba.org/Filosofia/Millan/Fundamentos/01.htm (15 de 32)04/12/2006 23:18:49

EL CONCEPTO DE LA FILOSOFAconfronta con lo que otras ciencias dicen constituir, fcilmente seadvierte su eminencia, pues, aunque pobre en la cantidad, es,respecto de ellas, cualitativamente- ms apetecible[16].3. El origen del filosofarNo cabe duda de que el filosofar es imposible cuando las msapremiantes necesidades comprometen al hombre, de unamanera prctica, en los concretos menesteres de la vida. Paraque la actividad filosfica tenga lugar se requiere una mnimadosis de ocio y de despreocupacin. El puro teorizar supone unacierta holgura en nuestra vida[17]y, en tanto que es una especiede lujo existencial, es incompatible no slo con las exigenciasinmediatas de todo quehacer prctico, sino tambin con lainevitable serie de preocupaciones que ellas traen consigo. Elfilosofar, es, pues, de hecho, un parntesis en la ordinaria vidade negocio, y slo se realiza, tanto en la historia de la humanidadcomo en la singular existencia de los individuos, cuando se danlas circunstancias necesarias para que el hombre puedarecogerse en la consideracin especulativa de las cosas.Pero esto significa nicamente que el ocio y sus supuestosnaturales son una imprescindible condicin de la actividadfilosfica. Cul sea el origen y la causa propia que, de unamanera eficiente, se halla en la base de esta actividad, es, sinembargo, una cuestin distinta. Con relacin a ella puede hablarse, en principio, de un impulsoradical o raz de todo impulso humano hacia el saber y, por tanto,hacia la filosofa. (Con esto no se persigue an la esencia mismade lo que hace el origen del filosofar, pero se toca una dimensinhumana sin la cual ese origen carecera completamente desentido).El impulso de que hemos hablado es precisamente la tendenciaal saber, a la que ARISTTELES consideraba naturalmentehumana. Con esta afirmacin se abren, por cierto, los librosmetafsicos del Estagirita: todos los hombres tienden pornaturaleza al saber[18]. Por tres razones cree SANTO TOMSque es, efectivamente, natural esta tendencia[19]. En primerlugar, el hombre tiende al saber como la materia a la forma.Por materia se entiende, en esta terminologa, de un modogeneral, todo lo que es indeterminado y necesita intrnsecamentede una determinacin o perfeccionamiento; y, recprocamente, sedenomina forma a lo que perfecciona y determina de ese modo ala materia. (Por el saber, en efecto, el entendimiento, que es desuyo indeterminado y vaco, se puebla con los seres que vaefectivamente asimilando.)En segundo lugar, todo ente tiene una inclinacin natural a suoperacin propia; y la operacin propia, caracterstica delhombre, es justamente el saber tal como arriba ha sidocaracterizado, es decir, en cuanto es algo que conviene anuestro ser especficamente intelectual -a diferencia del animal-,pero que no es tampoco la sabidura plena y absoluta. Tal inclinacin es natural, por tanto, en cuanto expresiva de nuestrapropia y peculiar naturaleza.Por ltimo -y aunque ste es un dato cuya perfecta comprensinsupone muchos puntos del sistema tomista -, entiende el Santoque la felicidad humana slo se alcanza por aquella unin conDios que se realiza por el entendimiento; de donde la naturalinclinacin al saber, como consecuencia de su natural deseo defelicidad.Pero con todo ello queda dicho solamente que la filosofa seencuentra, de una maneraradical,en el hombre, o, si se quiere,que el hombre es radicalmente filsofo. Cabe, por tanto,preguntarse ahora: qu es preciso, de hecho, para que tambinlo sea de una manera formal? Tal es el tema de la mocin oimpulso efectivo del filosofar.PLATN Y ARISTTELES lo ponen en la admiracin[20].Segnesto, el impulso determinante de la actividad filosfica no debeser identificado a la ordinaria solicitud con que la realidadnormalmente pulsa nuestra facultad sensible. El entendimientoes movido a la filosofa con una mocin extraordinaria: sacudidopor una conmocin. En el conocimiento puramente sensible, laespontnea tendencia a la aprehensin de las cosas sedespliega, de una manera esencialmente fcil, sobre la realidaden torno y en ella se desliza normalmente, como en silencio detoda interna trepidacin. Los datos sensibles se encuentran ah,frente a nosotros, con nosotros, y su presencia parece resultarnos lo ms natural del mundo.Pero de pronto algo surge que atrae nuestra atencin y nos laroba de todo lo dems. Este algo se sale de lo corriente: es unacosa extraordinaria y que nos admira. La admiracin se distinguede la mirada indiferente y distrada en que es un mirar que seadhiere a su objeto y pugna por penetrarlo. Por eso, no es nuncaun mirar puramente sensible, sino que implica, por su mismaesencia, una operacin intelectual. Esta operacin, sin embargo,no es un conocimiento positivo, algo que nos informe sobre lacosa admirada, sino al revs: un no saber explicarnos cmo ellasea posible. Nos asombramos al darnos cuenta de algo de queno podemos dar cuenta.Conviene distinguir en la paradjica estructura de la admiracindos notas o matices que se mezclan y entrecruzan, haciendomuy difcil su anlisis. Hay en la admiracin un factor intelectual yotro sentimental. Lo extraordinario y sorprendente, lo maravilloso,seduce nuestro inters. Pero, a la vez, inquieta, perturba a lainteligencia. La admiracin que da lugar a la filosofa no es tantoun admirar algo, como un "admirarse de" algo. Por el asombroviene a ponerse en juego el entendimiento, en una primeraoperacin intelectual, que consiste tan slo en darnos cuenta denuestra propia ignorancia.Frecuentemente, nuestra capacidad de admiracin parecehallarse inmersa en una especie de sueo, del que nicamente lapresencia de lo misterioso logra hacerla salir. En ocasiones, la FILOSOFApropia admiracin se detiene en su fase sentimental y parececohibir toda manifestacin del espritu. Sin embargo, ya en estosmismos casos existe un cierto reconocimiento de nuestraignorancia. Lo que acontece es que este reconocimiento no esplenamente eficaz, porque se encuentra ahogado por una densacapa de sentimiento admirativo. Slo tiene vigencia cientfica laadmiracin cuyo matiz intelectual logra imponerse, haciendo delreconocimiento de nuestra ignorancia un impulso que excite elnatural deseo humano de saber.En la base de la teora platnico-aristotlica de la admiracincomo principio del saber se halla la prctica de la ironasocrtica. La admiracin, como la irona que inspira a antosdilogos platnicos, nos hace caer en la cuenta de nuestra propiaignorancia. SCRATES hace admirarse a sus ontemporneosde las cosas que tenan por ms palmarias. La admiracin y lairona ponen "entre parntesis" los mismos conocimientos delsaber vulgar y mueven al intelecto a penetrarlos con una nuevamirada, que es ya, precisamente, el ejercicio del saber cientfico.La admiracin, sin embargo, no es la filosofa ms que de unamanera incoativa. Si no tiene eficacia para movernos a laaspiracin de la sabidura, carece del definitivo valor intelectual.En todo caso, la admiracin es slo el principiode la actividadfilosfica. Esta no se limita a sealar portentos ni a formularpreguntas, sino que intenta explicar aqullos y responder a stas.Por lo dems, en todoser, justamente por ser, est presenteuna misteriosa condicin, fuente inagotable del filosofar.

* * *La admiracin, que hace de principio de la actividad filosfica, essusceptible de muy diversas formas y puede producirse pordistintos motivos. El admirarse de no se refiere slo a las cosasexternas, distintas del sujeto que se asombra. Puede, en efecto,ocurrir que lo que se nos vuelva problemtico sea nuestra mismasubjetividad, en una de sus mltiples facetas, o tal vez enconjunto, precisamente como subjetividad. Determinadassituaciones vitales, en las que el hombre parece replegarse sobresu propio ser, concentrando en s mismo la fuerza de la atencinintelectual, favorecen, sin duda, la meditacin de los temasantropolgicos, aunque a travs de ellos puedan alcanzar unavirtualidad filosfica ms amplia. La consideracin del tema de lamuerte o la del fenmeno, profundamente humano, de laangustia vital, son ocasiones privilegiadas, fuentesexcepcionales de admiracin y, por tanto -si se sabepenetrarlas-, tambin de filosofa.Tan extremoso es, no obstante, circunscribir el campo de laadmiracin a los solos problemas de la subjetividad humana,como entender que aqulla debe recaer nicamente sobre losdems seres. Y, por otra parte, es conveniente observar que lasimple vivencia, por intensa que sea, de las situaciones quehemos considerado excepcionales o privilegiadas a los efectosde la admiracin, no es filosofa, ni siquiera, tampoco, admiracinque nos conduzca a sta, ms que en el caso de que el factorintelectual, presente siempre en el verdadero asombro, tenga la

suficiente lucidez y no est perturbado por el predominio de losfactores emocionales. La filosofa no es una sensiblera ilustrada,ni la admiracin un mero estado afectivo (mucho menos, unasimple vivencia patolgica).En este mismo sentido tambin conviene aadir que laextraeza de que parte el filsofo no es el prurito, pedantesco yburdo, de fingir repugnancia a las ms obvias y elementalesevidencias. Y es muy necesario distinguir la autntica vocacinpor la filosofa y lo que tan slo constituye una superficialcomplacencia -mero esteticismo- ante el estilo, frecuentemente nervioso y paradjico, en que el filsofo plantea sus problemas.La filosofa no es un sistema de reactivos literarios, ni su funcinconsiste en provocar "trascendentales" estremecimientos.4. Sentido y finalidad de la filosofaLa ms frecuente y divulgada objecin a la filosofa es la queinsiste -desde el positivismo, sobre todo- en que se trata de unaactividad perfectamente intil, sin valor, por tanto, para elhombre prctico. Esta objecin afecta especialmente a la partems noble de la filosofa, la metafsica; pues respecto de otras,como, por ejemplo, la psicologa y la tica, se advierteninmediatas conexiones con lo que, en un sentido muy estricto ypragmtico, se conviene en llamar la realidad. Tal realidad, queno es otra, en sustancia, que la de la vida de negocio en susconcretas e inapelables urgencias, no slo quedara fuera de laconsideracin ms tpicamente filosfica, sino que tampoco recibira ningn provecho de ella.Hay ciertamente un punto de razn en todas estasconsideraciones. Ante todo, es verdad que la filosofa no sedirige a esa realidad as delimitada de una manera puramentepragmtica. Mejor dicho, no se refiere a ella, en ningn caso, deuna forma pragmtica a su vez. Y es tambin necesario aadir -desde el punto de vista de los hechos- que, como quiera que elfilosofar es una actividad esencialmente especulativa, no slo nose afana con esa realidad, sino que positivamente hace que nosdesentendamos o despreocupemos de ella[21].Esta ltima afirmacin se presta, sin embargo, a un ciertoequvoco. Es posible, en efecto, aprovecharla para asignar a lafilosofa un sentido evasivo o de descanso con relacin a losempeos y dificultades de la vida ordinaria. Mas todo ello, queefectivamente puede darse y hasta ser la razn ocasional delejercicio de la actividad filosfica, no es, sin embargo, su sentidoesencial. Por de pronto, es claro que lo mismo tambin puedeobtenerse, y de un modo ms fcil e inmediato, recurriendo aotras formas de llenar el ocio; y aun cuando se admitiera que lafilosofa es la mas intensa, no se puede afirmar que estoconstituya su sentido inmediato y directo, sino, a lo sumo, algoque realmente le acompaa o sigue.En cualquier caso, es clara la inutilidad de la filosofa para lavida puramente pragmtica. Pero esto, en rigor, no es unaverdadera acusacin. Lo sera, realmente, si el supremo valor fuese la utilidad. Tal es, por cierto, el oculto prejuicio en que sebasan quienes as pretenden descalificar la filosofa. Esindudable que la utilidad constituye una especie o forma de valor.Mas no es la nica, ni la ms eminente; sino, precisamente, lams baja y precaria. Lo que es til -y en tanto que lo es- noposee un valor absoluto; vale solamente en la medida en quesirve para algo, y este serviciolo subordinaa aquello mismo quemediante l se obtiene. Lo til se comporta como un medio, y es,pues, naturalmente inferior a su fin. De ah que no sea apetecidopor s mismo, sino -en tanto que til- por sus resultados.El hecho, en suma, de que algo no sea til no significa, sin ms,que no tenga valor; puede ocurrir que valga por s mismo.Solamente en el caso de que, no valiendo por s mismo, tampocosirva para ningn fin, la acusacin de inutilidad ser expresiva deuna real descalificacin. E inversamente: no realza a los seresms perfectos, sino que, al contrario, los deprime, elconsiderarlos tiles. En este sentido puede y debe decirse, porejemplo, que la utilidad no debe ser atribuida a Dios, pues su serno es un medio para ningn ente, sino que todo ente se ordenaal Ser Supremo como a su ltimo y definitivo fin.De una manera anloga, la filosofa no es propiamentedescalificada porque de ella se diga que no es til para la vidaprctica. Hara falta tambin, para menospreciarla con derecho,que por s misma no valiese nada. Pero acontece, por elcontrario, que la filosofa es justamente el saber ms apeteciblepor s mismo. ARISTTELES consideraba a la metafsica comouna ciencia libre ( ), pues se trata de algo que persigue el hombre, no por razn de las necesidades oconveniencias de la vida prctica, para las cuales es realmenteintil, sino como un saber que es en s mismo la causa de suapetibilidad. Es la especulacin que ms conviene al hombre teramente libre de preocupaciones; la que ms se hace por smisma, ya que, en efecto, es la que menos tiene que ver conningn provecho diferente del que, de una manera inmediata,lleva consigo su realizacin.* * *Es importante, sin embargo, advertir que la carencia de finalidadprctica no es una absoluta falta de finalidad. La filosofa, comotoda bsqueda o tendencia, tiene naturalmente un objetivo o fin.Cosa muy distinta acontece en el caso de la Sabidura. Esta yano es una tendencia, sino la misma plena posesin de aquello alo que en definitiva est ordenado el saber filosfico.Al referirnos ahora a la finalidad de la filosofa, lo hacemos desdeun punto de vista intrnseco y esencial. Cabe tambin hablar deotras finalidades de la actividad filosfica, pero en un sentidoaccidental e impropio. Sin embargo, aun desde el punto de vistaesencial, se habla algunas veces en plural del objetivo o fin de lafilosofa, e incluso se ha llegado hasta afirmar la imposibilidad deatribuir a la filosofa una finalidad idntica y constante[22]. Y larazn que se suele aducir es que esta ltima sera contradictoriacon la exigencia de autonoma y originalidad propia delpensamiento filosfico. De la misma manera que en esa concepcin, muy generalizada, la filosofa tiene el derecho y eldeber de fijar su objeto, as el filsofo puede y debe sealarse suobjetivo.Esta manera de entender las cosas tiene una pretendida base enla consideracin puramente superficial de la historia de lafilosofa, y si se intenta justificar de una manera terica, se ve, enltimo trmino, forzada a incurrir en la contradiccin de aplicar lapalabra filosofa a una serie de cosas que no habran de tenernada en comn, ya que si lo tuvieran siempre sera posiblesealar, bajo las diferencias, una nota idntica y constante querecogiese la aspiracin o finalidad esencial de las mltiplesformas de concebir la actividad filosfica. La pluralidad de finesde la filosofa es algo que conviene nicamente al planoaccidental de las diversas realizaciones parciales quehistricamente se han dado de ella; no al sentido esencial porcuya virtud esas realizaciones, pese a sus innegablesdiferencias, son encuadradas en un mismo concepto: el defilosofa.En ese esencial sentido, la finalidad ltima del saber filosfico es,objetivamente considerada, la Verdad real, el mismo Ser, queen la absoluta sabidura es posedo sin residuo alguno y sinnecesidad de bsqueda o tendencia de ninguna especie; y desdeel punto de vista subjetivo, la mxima ntegracin,humanamente posible, de nuestro propio ser, que por hallarse enuna esencial y constitutiva tensin a la verdad, necesita de stapara ser plenamente.

La indigencia del hombre es el supuesto de toda especulacinhumana; mximamente, de la filosofa. Pero no la indigencia quese remedia con los bienes logrados en la vida prctica, sino otrams esencial y profunda: el hecho mismo de que nuestro ser,precisamente en tanto que ser, es potencial e incompleto,constitutivamente pobre, pues nuestro entendimiento, por el cualdiferimos de los animales, no es una entidad que se baste a spropia, sino que necesita de los dems seres para llenar suinterna vaciedad. El conocimiento es, en rigor, una necesidadhumana; la necesidad que el hombre tiene de saturar suindeterminacin, de completar, con las dems cosas, su precariaentidad. De esta exigencia de nuestro ser, la filosofa se hacecargo en una forma radical y plenaria. Y por el hecho mismo deque el entendimiento humano no se limita a los fenmenos nitampoco a un sector determinado de entes, sino que, porprincipio, est en tensin a todo ente y toda verdad, la filosofa,no obstante su inutilidad para la vida prctica, es, en rigor, lamxima necesidad humana.En la teora platnica del Eros hay a su modo, mitolgicamenteformulada, una profunda alusin a nuestro ser. Eros no es undios; no tiene la opulencia entitativa; antes bien, como hijo dePenia, es un ente precario, a medias, indigente. Como hijo dePoros, sin embargo, es rico en expedientes y recursos paraperfeccionar y completar su ser. Anlogamente, el hombre es unser precario; pero dispone de una capacidad deperfeccionamiento, que remedia, a su modo, esa constitutivaimperfeccin. En tal sentido, pues, cabe decir que la filosofa esel mximo arbitrio natural de que el hombre dispone para remediar su deficiencia entitativa.* * *Desde un punto de vista no esencial, puede tambin hablarse delas consecuencias que el filosofar, como por una ciertaresonancia, produce en nuestra vida. No son lo que define deuna manera intrnseca y directa, el sentido de la filosofa; peroposeen una importante significacin en la economa total de laexistencia humana.El ocuparse con los temas que afectan a las ultimidades de laexistencia representa, de suyo, aunque slo alcanzara un valormeramente formal, trascender nuestra vida cotidiana, levantar elespritu hacia un dominio en que ampliamente se desborda elcondicionamiento sensible de los negocios de nuestro vivir. Laadmiracin que da lugar a la filosofa nos hace suspender por unmomento la ajetreada ocupacin en que nuestro ser se dispersav afana, y viene a colocarlo bajo un interrogante en que elhombre se torna sobre s. La forma ms frecuente de filosofar, laque en rigor no falta a ningn hombre, es la que consiste enpreguntarse por el sentido total de todo eso que hacemos vdeshacemos en la faena de nuestra vida. Nuestro ser necesitaaclararse el valor v sentido de su propio operar. Y al recogerseen la meditacin de estos temas, trasciende la dispersin de sudiario vivir en el plano sensible y material y se libera, siquiera seapor un momento, del peso de nuestro cuerpo sobre la tierra.

Mientras se filosofa, la tensin del espritu se alzaeminentemente sobre el estado de propensin vegetativa y deanimalidad que en ocasiones afecta a nuestro ser. Claro es queel ocio filosfico no puede cubrir la latitud completa de la vidahumana. Pero un continuo negocio, al que jams el ocio de lofilosfico venga a suspender para imprimirle un sentido, es unavida infrahumana. Ni se trata tampoco de que el filosofar eleve alhombre a una categora superior a la que, de un modo natural, lecorresponde. Slo la gracia sobrenatural eleva nuestro ser hastahacerle partcipe de la naturaleza divina. Pero es indudable quemientras el hombre filosofa, su espritu, de ordinario vuelto a lossentidos, se alza hacia las cosas trascendentes y se libera, a sumodo, de la servidumbre de lo sensible[23].*** *** ***BIBLIOGRAFA Cap. 1PLATN: Banquete(especialmente el discurso de Scrates); ARISTTELES :Met., 1, 1 v 2; SAN AGUSTN:De civit. Dei,VIII, 2; SANTO TOMS: In met., I,lect. 1-3; SUREZ : Disp. met ., I; KANT: Lgica, II;BALMES:Filosofafundamental..E.BAUDIN: Introduction gnrale la philosophie, I; Quest ce que laphilosophie?; A. BUMLER-S. SCHRTER: Handbuch der Philosophie; A.BRUNNER: ideario filosfico; M. GARCA MORENTE y J. ZARAGETA:Fundamentos de filosofa; J. GAOS:Dos ideas de la filosofa(pro y contra de lafilosofa); A. GONZLEZ ALVREZ:Introduccin a la filosofa;J. GREDT:Elementa philosophiaae aaristotelico-thomisticae,I; K. JASPERS:Introduccin ala filosofa; R. JOLIVET: Trait de Philosophie,I; O. KULPE:Introduccin a lafilosofa; G. M. MANSER:La esencia del tomismo;J. MARAS:Introduccin a lafilosofa; J. MARITAIN: Elementos de Philosophie,I,Introd. gn. la philosophie;

EL CONCEPTO DE LA FILOSOFAA. MUOZ ALONSO: Fundamentos de filosofa;A. MLLER:Introduccin a laFilosofa;PROF. SOC. JESU FAC PHIL. HIS:Philosophiae Scolasticae Summa;F. PUSTET-J. KSEL:Philosophische Handbibliothek;L. DE RAEYMAAEKER:Introductin la philosophie; S. M. RAMREZ:El concepto de la filosofa;J.URRABURU: Instituciones philosophiae,I; X. ZUBIRI:Naturaleza, Historia, Dios.Entre los diccionarios y lxicos filosficos generales, merecen citarse: J. M.BALDWIN: Dictionary of Philosophy and Psycology;R. EISLER:Wrterbuch derphilosophischen Begrife;A. LALANDE:Vocabulaire technique et chritique de laphilosophie;J. FERRATER MORA:Diccionario de la filosofa.Aunque especializados en algn filsofo o sistema, deben citarse tambin, porsu destacado inters, los de: H. BONITZ: Index aristotelicus;R. EISLER:Kant-Lexikon: H. GLOCKNER: Hegel-Lexikon;E. GILSON:Index scolastico-cartesien;L. SCHTZ:Thomas-Lexikon.[1]El estudio reflejo que el saber filosfico hace de s mismo -la filosofa de la filosofa-corresponde, de una manera formal, a la metafsica, nica ciencia que, por tener unobjeto enteramente universal, puede considerar adecuadamente todas las ciencias. Cf.SANTIAGO MARA RAMREZ:El concepto de la Filosofa(Biblioteca Hispnica deFilosofa, Madrid, 1954), c. 1.Sobre la distincin entre la verdadera vivencia y la simple idea previa de la filosofa, M.GARCA MORENTE y J. ZARAGETA Fundamentos de Filosofa(Madrid, 1947), c. 11.[2]Con ese trmino fueron designados los "siete sabios" de la fama y - segnJENOFONTE- tambin los filsofos naturalistas.[3]"Es necesario que los hombres filsofos sean buenos investigadores de muchascosas" (F. 35, DIELS).[4]Tusc., V, e. 3, n. 7-9.[5] De claror. philosoph. vitis. (edic. DIDOT), 1. 8, c. 1, n. 8.[6]Segn KRUC, (Allgem. Handw. der philos. Wissensch., III, 211), el relato procede deun escrito perdido de - - de HERCLIDES PNTICO, un pitagrico queconcurri a la escuela platnica y que, en su fervor por PITGORAS, atribua a ste lasideas de aqulla. A esta misma opinin adhiere ZELLER (Philos. Der Griech., Einleit., I).Por su parte, RITTER y PRELLER (Hist. Philos, graecae , n. 3) sostienen que

EL CONCEPTO DE LA FILOSOFAHERCLIDES atribuy a PITGORAS lo que en realidad era propio de la modestiasocrtica (In Pythagoram transtulit Heraclides quod erat Socraticae modestiaeproprium).La fidelidad del testimonio heracldeo tiene un defensor en BURNET (Die Anfnge dergriechisch. Philos., p. 86;es la traduc. alemana, por E. SCHENKL del original ingls);pero W. JAEGER ha vuelto a atacarla con fuertes argumentos (Aristteles, Ap. 1, p. 475y siguientes, de la traduc. castellana de J. GAOS en el Fondo de la Cultura Econmica,Mxico, 1946).[7] Hist., lib. 1, c. 30.[8]II, 30.[9]En la docta ignorantia, de NICOLS DE CUSA, y en algunas frmulas actuales del"problematicismo filosficoy de la "dialctica del no-saber hay una resonancia - enocasiones, una extremosa amplificacin- del esencial aspecto negativo que ya en suorigen muestra el filosofar. (Valgan respectivamente, N. HARTMANN y K. JASPERScomo los ms destacados ejemplos.)[10]En su conocida Introduccin a la Filosofa, O. KLPE llega a sostener la necesidadde renunciar a toda definicin de la filosofa.[11]La definicin articula a lo definido mediante dos elementos: uno comn y otrodiferencial (gnero y especie). El "hombre", por ejemplo, se define por suencuadramiento en el gnero "animal" y su determinacin por la diferencia racional.[12]As como el "ser" es indefinible -aunque tenemos una cierta intuicin de l-, de lamisma manera el propio ser de la filosofa no es susceptible de definicin, ms que en laforma de referirlo a la sabidura, que, por cierto, es el ltimo y verdadero conocimientodel ser.[13]ARISTTELES emplea ese concepto - -, aunque a veces lorestringe a una de las partes del saber filosfico: la filosofa natural. (Apud RAMIREZ, op.cit., pag. 129, en nota).[14] Met ., I, 2.[15] Et. Nichom ., X, cap. VII, 8; 1.177 b.[16] Cf. ARISTOTELES: De part. anim., cap. V; 644 b; y De Coelo et mundo, cap. XII, 1;291 b. Sera demasiado fcil ironizar sobre la escasez cuantitativa del saber filosfico, y, sinduda, muy sintomtico de una mentalidad de "nuevos ricos" del saber positivo (los ataquesde Karl Popper a la excesiva pltora de minucias en el empirismo lgico son una prueba dela autenticidad filosfica de este autor).[17]Esta es la inmediata significacin de la conocida frase, que tanto se ha interpretadoy comentado desde los ms diversos puntos de vista : "Primero, vivir; luego, filosofar".Cf. PLATN:Teetetos, 155 d.[18] Met ., 980 a 22. [19] Comm. in lib. methaphys. Arist ., Lib I, c. 1, lect. 1. [20] Cf. PLATN: "La pasin especfica del filsofo es la admiracin, pues no es otro elprincipio de la filosofa"(Teetet., 155 d), y ARISTTELES: "Por la admiracin hanempezado los hombres, ahora y antes, a filosofar" (Met.,A, 982 b, 12) . [21] Se cuenta que ANAXGORAS sealaba al cielo al asegurar que se preocupaba porsu patria. [22] Cf. G. SIMMEL: Problemas fundamentales de la filosofa (traduccin castellana en"Revista de Occidente"), c. I. [23] Tal es el sentido de la concepcin platnica de la filosofa como (purificacin).http://www.mercaba.org/Filosofia/Millan/Fundamentos/01.htm (32 de 32)04/12/2006 23:18:49