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44 HISTORIA Y VIDA HISTORIA Y VIDA 45 ZEUGMA CON EL AGUA AL CUELLO En 2000 se excavó in extremis Zeugma, en Turquía, antes de que las aguas la sumergieran parcialmente. ANABEL HERRERA, PERIODISTA E n mayo de 2000 saltó la alar- ma. Parte de la antigua ciudad de Zeugma, en el sudeste de Turquía, iba a quedar sumergi- da por las aguas del río Éufra- tes. Quedaban pocos meses para que concluyeran las obras de construcción de la cercana presa hidráulica de Bire- cik. Los habitantes de la zona anhelaban la llegada de esa fecha, pues la presa iba por fin a abastecer de agua sus áridos campos. No solo la agricultura, también la industria energética, el comercio y el turismo en la región iban a beneficiarse de aquel magno proyecto. Sin embargo, la comunidad arqueológica internacio- nal se echó las manos a la cabeza. ¿Cuán- tos tesoros iban a quedar sepultados? El tiempo corría en su contra. El gobier- no turco, que llevaba poco más de un decenio excavando en Zeugma, se negó en redondo a retrasar la apertura de la infraestructura. La medida suponía unas pérdidas millonarias. No obstante, apro- bó un plan de excavación y rescate ur- gente que la fundación estadounidense Packard Humanities Institute se ofreció a financiar. Su fundador y presidente, David W. Packard, antiguo profesor de Griego y Latín, donó cinco millones de dólares para el denominado Proyecto Arqueológico Zeugma (ZAP son sus si- glas en inglés). Dos semanas después, un centenar de arqueólogos y expertos en restauración de diversos países lle- gaban al yacimiento, al que también se desplazaron más de doscientos trabaja- dores de la zona para dar apoyo como mano de obra. Disponían de cuatro me- ses para escudriñar uno de los mayores centros comerciales, culturales y políti- cos de la época helenística. Un puente transitado La historia de Zeugma se remonta al si- glo iii a. C., cuando Seleuco I Nicátor, ofi- cial de Alejandro Magno, la creó con el nombre de Seleucia en el margen occi- dental del Éufrates, a tan solo 20 km de la actual frontera con Siria. En la orilla opuesta del río, el militar mandó erigir una ciudad gemela, a la que bautizó con el nombre de su esposa, Apamea. Am- bos núcleos se mantenían unidos por un zeugma (puente en griego; de ahí que más tarde Seleucia adoptara este nom- bre), y tenían un valor estratégico úni- co, pues se alzaban en el paso de una de las principales rutas comerciales de la época. Por ello se convirtieron en un transitado punto de intersección entre las culturas persa y grecorromana. Sus propios habitantes formaban un diverso mosaico social, étnico y cultural. En el año 64 a. C., el Imperio romano anexionó Zeugma y Apamea a sus do- minios, y estableció en la primera su IV Legión. Durante los siguientes dos si- glos, la ciudad prosperó en los terrenos económico, artístico y religioso, y lle- gó a albergar a entre veinte mil y treinta mil habitantes. La época de bonanza concluyó con la decadencia del Impe- rio, cuando, a mediados del siglo iii , Zeugma sufrió un violento ataque sasá- nida, que redujo a escombros sus lujo- sas villas. Más tarde, un terremoto le dio la estocada mortal, pues la urbe nunca recuperaría su prosperidad. Con el tiem- po, se establecieron en el lugar pastores y gente humilde, que construyeron ho- gares sencillos y pequeños, con establos y hornos. El auténtico esplendor que un día tuvo la ciudad permanecería oculto durante casi dos milenios. Recuperación sin prisas La antigua Zeugma salió a la luz de for- ma discreta. No en vano, desde que, en 1917, Franz Cumont, experto en religio- nes orientales del Imperio romano, la ubicó –junto a Apamea– en el mapa, hu- bo que esperar seis decenios para que se emprendieran las primeras excava- ciones. De todos modos, éstas se centra- ron básicamente en la epigrafía. A Jörg Wagner le debemos un exhaustivo estu- dio de gran número de inscripciones so- bre materiales duros halladas en el sitio. Los primeros vestigios arquitectónicos no aparecieron hasta finales de los años ochenta, de la mano del equipo lidera- do por el turco Rifat Ergeç, director del cercano Museo Arqueológico de Gazian- tep. Junto a los restos, salieron a la luz los primeros mosaicos. Entre ellos, los que adornaban el pavimento de una lu- josa villa romana con la representación del matrimonio entre Dionisio, dios del vino, y Dánae. Por desgracia, el descu- brimiento de aquellos impresionantes mosaicos, así como de coloristas frescos murales y refinadas esculturas y cerá- micas, rápidamente llamó la atención de los saqueadores. Éstos sustrajeron no pocos vestigios, pese a reforzarse la se- guridad en el yacimiento. El inicio de la construcción de la presa de Birecik, en 1996, no conllevó un inme- diato aceleramiento de las excavaciones, debido a la escasez de fondos. Además, Zeugma no era el único asentamiento afectado por las obras. Según había re- velado un estudio encargado por el go- bierno años antes, centenares de sitios históricos corrían el riesgo de quedar su- mergidos por el conjunto de presas pro- yectadas en la región. Sin embargo, la preocupación por salvar Zeugma dio lu- gar a varias intervenciones que, aunque esporádicas, resultaron fructíferas. Última oportunidad Pocos meses antes de su irreversible ahogo, Zeugma recibió por fin su salva- vidas, el proyecto ZAP. Éste debía aco- meter el rescate de la antigua Seleucia en menos de seis meses, de mayo a oc- tubre de 2000, cuando, en condiciones normales, se estima que hubieran sido necesarios hasta diez años. Los trabajos se dividieron en tres fases. La primera, la más urgente, consistía en proteger o re- cuperar, según el caso, el mayor número posible de vestigios de las dos zonas inundables de la ciudad: la denominada A, que aquel mismo mes de junio iba a quedar cubierta por las aguas, y la B, que ARQUEOLOGÍA EL HALLAZGO DE ESPLÉNDIDOS MOSAICOS Y OTROS TESOROS CAPTÓ LA ATENCIÓN DE LOS SAQUEADORES UN MOSAICO A SALVO de la inundación parcial de Zeugma. En la pág. anterior, excavación en la zona afectada.

CON EL AGUA tEsOROs CAptó LA AtENCióN dE LOs …

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44   h i s t o r i a y v i d a h i s t o r i a y v i d a   45

ZEUGMA

CON EL AGUA AL CUELLO En 2000 se excavó in extremis Zeugma, en turquía, antes de que las aguas la sumergieran parcialmente.ANABEL HERRERA, pEriodista

 En mayo de 2000 saltó la alar-ma. Parte de la antigua ciudad de Zeugma, en el sudeste de Turquía, iba a quedar sumergi-da por las aguas del río Éufra-

tes. Quedaban pocos meses para que concluyeran las obras de construcción de la cercana presa hidráulica de Bire-cik. Los habitantes de la zona anhelaban la llegada de esa fecha, pues la presa iba por fin a abastecer de agua sus áridos campos. No solo la agricultura, también la industria energética, el comercio y el turismo en la región iban a beneficiarse de aquel magno proyecto. Sin embargo, la comunidad arqueológica internacio-nal se echó las manos a la cabeza. ¿Cuán-tos tesoros iban a quedar sepultados? El tiempo corría en su contra. El gobier-no turco, que llevaba poco más de un decenio excavando en Zeugma, se negó en redondo a retrasar la apertura de la infraestructura. La medida suponía unas pérdidas millonarias. No obstante, apro-bó un plan de excavación y rescate ur-gente que la fundación estadounidense Packard Humanities Institute se ofreció a financiar. Su fundador y presidente, David W. Packard, antiguo profesor de Griego y Latín, donó cinco millones de dólares para el denominado Proyecto Arqueológico Zeugma (ZAP son sus si-glas en inglés). Dos semanas después, un centenar de arqueólogos y expertos en restauración de diversos países lle-gaban al yacimiento, al que también se desplazaron más de doscientos trabaja-dores de la zona para dar apoyo como mano de obra. Disponían de cuatro me-ses para escudriñar uno de los mayores centros comerciales, culturales y políti-cos de la época helenística.

Un puente transitadoLa historia de Zeugma se remonta al si-glo iii a. C., cuando Seleuco I Nicátor, ofi-cial de Alejandro Magno, la creó con el nombre de Seleucia en el margen occi-dental del Éufrates, a tan solo 20 km de la actual frontera con Siria. En la orilla opuesta del río, el militar mandó erigir una ciudad gemela, a la que bautizó con el nombre de su esposa, Apamea. Am-bos núcleos se mantenían unidos por un zeugma (puente en griego; de ahí que más tarde Seleucia adoptara este nom-

bre), y tenían un valor estratégico úni-co, pues se alzaban en el paso de una de las principales rutas comerciales de la época. Por ello se convirtieron en un transitado punto de intersección entre las culturas persa y grecorromana. Sus propios habitantes formaban un diverso mosaico social, étnico y cultural.En el año 64 a. C., el Imperio romano anexionó Zeugma y Apamea a sus do-minios, y estableció en la primera su IV Legión. Durante los siguientes dos si-glos, la ciudad prosperó en los terrenos económico, artístico y religioso, y lle-gó a albergar a entre veinte mil y treinta mil habitantes. La época de bonanza concluyó con la decadencia del Impe-rio, cuando, a mediados del siglo iii, Zeugma sufrió un violento ataque sasá-nida, que redujo a escombros sus lujo-sas villas. Más tarde, un terremoto le dio la estocada mortal, pues la urbe nunca recuperaría su prosperidad. Con el tiem-po, se establecieron en el lugar pastores y gente humilde, que construyeron ho-gares sencillos y pequeños, con establos y hornos. El auténtico esplendor que un

día tuvo la ciudad permanecería oculto durante casi dos milenios.

Recuperación sin prisasLa antigua Zeugma salió a la luz de for-ma discreta. No en vano, desde que, en 1917, Franz Cumont, experto en religio-nes orientales del Imperio romano, la ubicó –junto a Apamea– en el mapa, hu-bo que esperar seis decenios para que se emprendieran las primeras excava-ciones. De todos modos, éstas se centra-

ron básicamente en la epigrafía. A Jörg Wagner le debemos un exhaustivo estu-dio de gran número de inscripciones so-bre materiales duros halladas en el sitio. Los primeros vestigios arquitectónicos no aparecieron hasta finales de los años ochenta, de la mano del equipo lidera-do por el turco Rifat Ergeç, director del cercano Museo Arqueológico de Gazian-tep. Junto a los restos, salieron a la luz los primeros mosaicos. Entre ellos, los que adornaban el pavimento de una lu-

josa villa romana con la representación del matrimonio entre Dionisio, dios del vino, y Dánae. Por desgracia, el descu-brimiento de aquellos impresionantes mosaicos, así como de coloristas frescos murales y refinadas esculturas y cerá-micas, rápidamente llamó la atención de los saqueadores. Éstos sustrajeron no pocos vestigios, pese a reforzarse la se-guridad en el yacimiento. El inicio de la construcción de la presa de Birecik, en 1996, no conllevó un inme-

diato aceleramiento de las excavaciones, debido a la escasez de fondos. Además, Zeugma no era el único asentamiento afectado por las obras. Según había re-velado un estudio encargado por el go-bierno años antes, centenares de sitios históricos corrían el riesgo de quedar su-mergidos por el conjunto de presas pro-yectadas en la región. Sin embargo, la preocupación por salvar Zeugma dio lu-gar a varias intervenciones que, aunque esporádicas, resultaron fructíferas.

Última oportunidadPocos meses antes de su irreversible ahogo, Zeugma recibió por fin su salva-vidas, el proyecto ZAP. Éste debía aco-meter el rescate de la antigua Seleucia en menos de seis meses, de mayo a oc-tubre de 2000, cuando, en condiciones normales, se estima que hubieran sido necesarios hasta diez años. Los trabajos se dividieron en tres fases. La primera, la más urgente, consistía en proteger o re-cuperar, según el caso, el mayor número posible de vestigios de las dos zonas inundables de la ciudad: la denominada A, que aquel mismo mes de junio iba a quedar cubierta por las aguas, y la B, que

arquEología

EL HALLAZGO dE EspLéNdidOs MOsAiCOs y OtROs tEsOROs CAptó LA AtENCióN dE LOs sAqUEAdOREs

Un mosaico a salvo de la inundación parcial de Zeugma. En la pág. anterior, excavación en la zona afectada.

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ZEUGMA

iba a sufrir el mismo destino a partir de octubre. Tras las tareas de excavación, recuperación y conservación del legado en estas dos áreas, los trabajos se cen-trarían en la zona que no corría peligro, la C, casi el 70% de la superficie de Zeug-ma. Por último, se contemplaba la edifi-cación de un parque arqueológico.

Zeugma resplandecePrácticamente de la noche a la mañana se levantaron casi una veintena de zonas de excavación a lo largo de un kilóme-tro de superficie. Los trabajos pusieron al descubierto restos del asentamiento militar romano, con sus viviendas y es-tructuras circulares destinadas a la prác-tica de ejercicios, así como la existencia de un anfiteatro, varios templos y edifi-cios administrativos, entre otros monu-mentos. Las excavaciones revelaron que el área militar se había extendido hasta integrarse con la antigua ciudad hele-nística, rodeada por una muralla. En el corazón de la urbe se localizó el ágora, una plaza circular pavimentada con grandes bloques de piedra y deli-mitada por pórticos. En el mercado que la rodeaba se recuperaron objetos de ce-

rámica vidriada negra de importación y la friolera de 60.000 sellos de arcilla, que se estampaban sobre documentos oficiales. Todo ello indicaba que Zeug-ma fue, ya desde su fundación, un cen-tro comercial de peso.Se desenterraron muchas otras piezas, desde simples ollas hasta miles de mo-nedas de bronce y plata y adornos per-sonales, como colgantes, anillos de oro, brazaletes y broches. Causó furor una estatua de Marte, dios romano de la gue-rra, que se rescató entera. Pero, sin du-da, los mosaicos de las viviendas fueron los vestigios que más fama alcanzaron. De los 45 que se destaparon, 22 se ha-bían conservado completos, gracias al lecho de escombros que los había man-tenido a salvo de los saqueadores. Algu-nos de los mosaicos se documentaron y cubrieron con una capa protectora antes de ser engullidos por el agua. Otros se

trasladaron al futuro Museo de los Mo-saicos de Zeugma, en Gaziantep.

otra perspectivaCuando, el 4 de octubre, se inauguró la presa, Apamea quedó totalmente sumer-

gida, mientras que Zeugma perdió el 30% de su superficie (las zonas A y B). Los expertos calculan que lograron res-catar el 80% de artefactos del área inun-dada. Durante los siguientes cuatro años, los esfuerzos se centraron en analizar y conservar las evidencias rescatadas, so-bre todo los mosaicos y frescos. En 2005 le llegó el turno a la zona seca. El profesor Kutalmis Görkay, del Depar-tamento de Arqueología de la Universi-dad de Ankara, asumió la dirección de los trabajos arqueológicos, ya sin la fi-nanciación del Packard Humanities Ins-titute. Los fondos gubernamentales se destinaron a combatir el saqueo, una la-cra difícil de erradicar, y a tareas de ex-cavación e investigación. Se levantaron unas plataformas que permitían a los visitantes recorrer parte de la zona resi-dencial, mientras los especialistas tra-bajaban sobre los mosaicos.

Además, se excavó por vez primera en la parte más elevada y visible del yacimien-to. Allí se descubrieron los restos de un templo (se cree que, por su ubicación, era el más importante de Zeugma) que al-bergaba los fragmentos de dos estatuas de culto: una femenina, ataviada con el manto típico de la antigua Grecia, y otra masculina, tal vez Zeus.Desde hace cuatro años, la prioridad ra-dica en determinar los contornos físicos de la ciudad, algo que no fue posible es-tudiar durante el rescate a toda prisa de 2000. Hoy, el foco de atención también recala en la Unesco, a la que el pasado año se solicitó que incluyera Zeugma en la lista del Patrimonio Mundial. A la es-pera de conocerse su decisión, el yaci-miento sigue desvelando su pasado. Si bien muchos de sus misterios quedarán sumergidos –algunos esperan que no pa-ra siempre–, el profesor Görkay está con-vencido de que Zeugma no ha hecho más que empezar a contar su historia.

internetZeugma Archaeological Project. En inglés. www.zeugmaarchproject.com Gaziantep Zeugma Mosaic Museum. En inglés.www.muze.gov.tr/gaziantep-en

PaRa sabER más

los mosaicos son El máximo rEclamo turístico dE ZEugma. algunos sE muEstran in situ; otros, cobijados En El musEo más grandE dE su catEgoría.

Miles de pedazos a todo color

1 un arte funcionalLa mayoría de atrios, o patios, de las

viviendas se cubrían con pavimentos de mosaico. Su función era doble: decorar el espacio e impedir que el suelo absorbiera el agua de lluvia. Ésta se recogía mediante un sistema de cisternas situadas en los bordes del patio y, en ocasiones, mediante implu­viums, piscinas de poca profundidad.

2 en torno al aguaLos mosaicos situados en los patios de

las domus (casas) ilustran temas relaciona­dos con el agua. Poseidón, Océano y la nin­fa del mar Tetis son las principales figuras representadas, siempre acompañadas de peces y otras criaturas marinas.

3guías visuales La elección de los temas del resto de

mosaicos de la casa dependía de la fun­ción de la estancia que debían decorar. Los dormitorios solían incluir historias de amantes, como la de Eros (Amor) y Psi­que (Alma). En cambio, las salas dedica­das a los intereses culturales se cubrían de musas, fuente de inspiración para la literatura, la ciencia y las artes.

4señas de identidadLa ubicación de las obras tampoco era

aleatoria. Cuando alguien accedía por pri­mera vez a una casa, era recibido por un gran mosaico que debía darle pistas sobre quién y cómo era su propietario. Facilitar su visualización también era clave. De ahí que muchos mosaicos del comedor se dis­tribuyeran alrededor de los divanes, en los que se recostaban los hombres para co­mer y beber (como esta escena de caza).

5fuente de informaciónLa mayor parte de los mosaicos desen­

terrados en Zeugma pueden contemplarse en el Museo de los Mosaicos de Zeugma, en la vecina Gaziantep. Inaugurado en 2011, es el mayor dedicado en exclusiva a este arte. Contiene más de siete mil me­tros cuadrados de superficie pavimentada con mosaicos. Entre ellos, el de la imagen superior, conocido como La chica gitana y descubierto en el invierno de 1998 a 1999.

arquEología

tRAs LA ApERtURA dE LA pREsA, sE iNUNdó EL 30% dE LA sUpERfiCiE dE ZEUGMA y EL 100% dE ApAMEA

REstaURación de una estatua de marte completa hallada en Zeugma en 2000.