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    Ciertamente, la importancia de la raza y del sexo en la actual campaapresidencial estadounidense ha sido consecuencia de la prominencia delracismo y del sexismo, es decir, de la discriminacin, en la sociedad nor-teamericana; un hecho que fue destacado en artculos posteriores a lasprimarias como el que public The New York Times: La discriminacinpor la edad se une a las de raza y sexo1. Sin duda, es difcil ver la discri-minacin por la edad como un equivalente exacto de las otras dos; des-pus de todo, una parte del problema del racismo y del sexismo es quesupuestamente perpetan falsos estereotipos, mientras que, como alguienque acaba de llegar a los sesenta, puedo atestiguar que un cierto nme-ro de los estereotipos que constituyen la discriminacin por la edad sonciertos. Pero la falta de verosimilitud de la idea de que el problema prin-cipal de hacerse viejo sea la discriminacin por tus achaques, en vez delos propios achaques, sugiere la fuerza de la discriminacin como bare-mo de la injusticia en Estados Unidos y, por ello, cmo su superacinocupa un lugar central en nuestro modelo de justicia.

    Desde ese punto de vista, la contienda entre Obama y Clinton fue un triun-fo, mostrando, como lo hizo, tanto los grandes pasos que se han dado ha-cia el objetivo de vencer el racismo y el sexismo, como el largo caminoque queda para alcanzar ese objetivo. En otras palabras, hizo posible con-cebir a Estados Unidos como una sociedad orientada en la direccin co-rrecta pero con un largo camino por recorrer. El atractivo de esta visin noslo para los estadounidenses, sino para todo el mundo, es evidente. Peroel problema es que es una visin falsa. Ciertamente, Estados Unidos es enla actualidad una sociedad menos discriminatoria de lo que era antes delmovimiento por los derechos civiles y del despegue del feminismo, perono es una sociedad ms justa, abierta e igualitaria. Por el contrario, es msinjusta, menos abierta y mucho ms desigual.

    * ste es el texto de una conferencia pronunciada en el Einstein Forum de Potsdam el 26 dejunio de 2008.1 The New York Times, 15 de junio de 2008.

    CONTRA LA DIVERSIDAD*

    WALTER BENN MICHAELS

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    ARTCULOS En 1947, siete aos antes de la decisin del Tribunal Supremo en el caso

    de Brown contra la Comisin de Educacin, diecisis aos antes de la pu-blicacin de la obra de Betty Friedan The Feminine Mystique, en EstadosUnidos la quinta parte de los asalariados mejor retribuidos reciba el 43por 100 de la masa salarial. Actualmente esa quinta parte recibe el 50,5 por100. En 1947, la quinta parte de la poblacin con los salarios ms bajosreciba el 5 por 100 de los ingresos totales; actualmente recibe el 3,4 por100. Despus de medio siglo de antirracismo y feminismo, Estados Uni-dos es, en la actualidad, una sociedad menos igualitaria de lo que era lasociedad racista y sexista de Jim Crow. An ms, virtualmente todo el cre-cimiento de la desigualdad se ha producido desde la aprobacin del Actade Derechos Civiles de 1965, lo que significa no slo que el xito de lalucha contra la discriminacin ha fracasado en aliviar la desigualdad, sinoque ha sido compatible con una expansin radical de esa desigualdad.Realmente ha facilitado el creciente abismo entre ricos y pobres.

    Por qu? Porque hoy en da es la explotacin y no la discriminacin laprimera causa de la desigualdad. Es el neoliberalismo, no el racismo ni elsexismo (ni la homofobia ni la discriminacin por la edad), el que crealas desigualdades ms importantes de la sociedad estadounidense; el ra-cismo y el sexismo son solamente dispositivos de clasificacin. De hecho,uno de los grandes descubrimientos del neoliberalismo es que, desde elpunto de vista econmico, no son dispositivos de clasificacin demasia-do eficientes. Si, por ejemplo, ests buscando ascender a alguien a jefe de

    ventas en tu empresa y tienes que elegir entre un convencional varnblanco y una lesbiana negra que, de hecho, es mejor vendedora que el

    varn blanco, el racismo y la homofobia te pueden decir que elijas al va-rn blanco, pero el capitalismo te dice que elijas a la lesbiana negra. Olo que es lo mismo, aunque algunos capitalistas puedan ser racistas, se-xistas y homfobos, el capitalismo en s mismo no lo es.

    sta es tambin la razn por la cual las victorias reales (aunque parciales)sobre el racismo y el sexismo representadas por las campaas de Clinton yObama no son victorias sobre el neoliberalismo sino victorias del neolibe-ralismo; victorias de un compromiso con la justicia que no tiene ningunarelacin con la desigualdad, ya que sus beneficiarios son racial y sexual-mente tan diversos como sus vctimas. se es el significado de expresionescomo la barrera de cristal y de todas las estadsticas que muestran cmolas mujeres ganan menos que los hombres o los afroamericanos menos quelos blancos. No es que las estadsticas sean falsas, es que hacer de estos pa-rmetros el principal motivo de queja supone pensar que solamente si msmujeres pudieran romper esa barrera y ganar lo que ganan los varones ri-cos, o que solamente con que los negros ganaran lo mismo que los blan-cos, Estados Unidos estara ms cerca de ser una sociedad justa.

    La desigualdad procede de la creciente brecha entre ricos y pobres, y re-configurando la raza y el sexo de aquellos que triunfan se deja la brechaintacta. Con el neoliberalismo actual, las mujeres y los negros estn despro-

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    porcionadamente representados tanto en la quinta parte inferior (muchos)como en la superior (pocos) de la distribucin de los salarios en EstadosUnidos. En la utopa neoliberal que representa la campaa de Obama, losnegros seran el 13,2 por 100 de los numerosos pobres y el 13,2 por 100 delos pocos ricos; las mujeres seran el 50,3 por 100 de ambos segmentos.Para los neoliberales, lo que forma esta utopa es que la discriminacin nodesempeara ningn papel en administrar la desigualdad; lo que hace lautopa neoliberal es que la desigualdad permanezca intacta.

    Todava peor, no se trata solamente de que la desigualdad permanezca in-tacta, sino que tambin, al no proceder de la discriminacin, quede legiti-mada. Aparentemente los liberales estadounidenses se sienten mucho mejoren un mundo en el que el 20 por 100 se est haciendo cada vez ms ricoa expensas del resto, siempre que ese 20 por 100 incluya un nmero pro-porcionado de mujeres y de afroamericanos. En este aspecto, la habilidadde la campaa de Obama para hacernos sentirnos bien con nosotros mis-mos, al mismo tiempo que deja nuestra riqueza intacta, es llamativa. Mues-tra de ello son sus propuestas fiscales, encaminadas a exigir ms de losacaudalados, pero no de la clase media. Pero quines son los acaudala-dos? En su pgina web, Obama dice: En general, incluyo entre los acau-dalados a la gente que est ganando 250.000 dlares al ao o ms. Lo quesignifica que la gente que gana 225.000 dlares anuales (que estn en elpercentil nonagsimo sptimo de las rentas superiores en Estados Unidos)es clase media y merece el mismo tratamiento fiscal que el 50 por 100 quegana menos de 49.000 dlares. El encabezamiento de la pgina web don-de aparece esto es: Os estoy pidiendo que creis. Pero pedir al 40 por 100de los estadounidenses que gana menos de 42.000 dlares que crean quepertenecen a la misma clase media que los que ganan entre 100.000 y250.000 puede que sea pedir demasiado. Sin embargo, eso es lo que el Par-tido Demcrata les ha estado pidiendo durante los ltimos veinte aos. Ladesigualdad econmica no creci tan rpidamente durante la Administra-cin Clinton como lo hizo con la de los Bush, pero creci. En 1992, cuan-do Clinton result elegido, la quinta parte inferior obtena el 3,8 por 100 dela renta, mientras que la quinta parte superior obtena el 46,9 por 100; en2000, al final de su segundo mandato, la quinta parte inferior haba descen-dido al 3,6 por 100, mientras que la superior haba aumentado al 49,8.

    La cuestin es que la nominacin de Obama es una gran noticia para losliberales estadounidenses, que adoran la igualdad cuando se refiere a laraza y al sexo, pero no son tan entusiastas cuando se refiere al dinero. Losliberales son personas que creen que las universidades y colegios del passe han vuelto ms abiertos porque, aunque siguen siendo accesibles sola-mente a los ricos, actualmente un nmero mayor de estos ricos son de co-lor. (La popularidad de Obama en los campus universitarios no es una ca-sualidad, es la imagen de la diversidad.) Despus de haber contribuido amantener a los pobres fuera de las universidades y as asegurarse de quesiguieran siendo pobres, los liberales estn ahora ansiosos por sealar quesolamente los votantes blancos con educacin primaria (la misma gente

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    ARTCULOS que no va a Harvard) se muestran desproporcionadamente escpticos con

    Obama; estn contentos de deplorar el racismo ignorante de la gente a laque han mantenido en la ignorancia y cuyo racismo ellos mismos han re-forzado. En otras palabras, la candidatura de Obama es una gran noticiapara un liberalismo que es tan elitista como dicen los crticos conservado-res, aunque evidentemente no tanto como esos mismos crticos.

    Hay una diferencia real entre Obama y McCain. Pero es la diferencia entreun neoliberalismo de centro o uno de derechas. Gane el que gane, la de-sigualdad en Estados Unidos permanecer esencialmente intacta, y es im-portante recordar lo grande que es esa desigualdad. Un indicador habitualde la desigualdad econmica es el coeficiente de Gini, donde el 0 repre-senta la igualdad perfecta (todo el mundo gana lo mismo) y el 1 represen-ta la desigualdad perfecta (una persona gana todo). El coeficiente de Ginipara Estados Unidos en 2006 era 0,470 (en 1968 estaba en 0,386). Actual-mente en Alemania es de 0,283, en Francia 0,327. A los estadounidenses to-dava les gusta hablar del sueo americano, pero ese sueo no ha estadonunca tan alejado de la realidad como sucede actualmente. No slo porquela desigualdad sea tan elevada, sino porque la movilidad social es muy baja;realmente ms baja que en Alemania o Francia. Cualquiera que nazca enChicago tiene mayores oportunidades de alcanzar el sueo americano apren-diendo alemn y marchando a Berln que quedndose en casa.

    Si los debates sobre raza y sexo en la poltica de Estados Unidos suponenuna autocomplacencia por todo el progreso que los Estados Unidos han al-canzado, una flagelacin por el camino que queda por recorrer, o si sirvenpara discutir si es peor el racismo o el sexismo, lo cierto es que, en reali-dad, se trata de un debate esencialmente vaco. Evidentemente, la discrimi-nacin est mal, nadie en la corriente general de la poltica de Estados Uni-dos la defiende, y ningn neoliberal que comprenda las implicaciones delneoliberalismo la defender. Pero no es la discriminacin la que ha produ-cido los niveles sin precedente de desigualdad que se encuentran en Esta-dos Unidos en la actualidad: esos niveles son el resultado del capitalismo.

    De cualquier forma, visto de esa manera, est claro que la calificacin deldebate sobre raza y genero como vaco necesita quedar clara. La respues-ta a la pregunta Por qu los liberales se ocupan del racismo y del sexis-mo cuando deberan ocuparse del capitalismo? es evidente: precisamentepara evitar hacerlo. Ya sea porque genuinamente creen que la desigualdadest bien en la medida en que no se halla en funcin de la discriminacin(en cuyo caso son neoliberales de derechas), ya porque piensan que lu-char contra las desigualdades raciales y de sexo es, por lo menos, un pasoen la direccin de la igualdad real (en cuyo caso son neoliberales de iz-quierda). Dadas estas opciones, los neoliberales de derechas quiz estnen una posicin ms fuerte, ya que la historia econmica de los ltimostreinta aos sugiere que las elites diversificadas funcionan incluso mejorque las no diversificadas. Pero, desde luego, stas no son las nicas op-ciones posibles.