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1 DEAD SPACE™ MARTYR La criatura cargó y él se movió del camino. Se estrelló contra la cámara circular con un fuerte crujido, abollando el panel de la pared. Él se incorporó, todo su cuerpo dolía, y cojeo hasta el otro lado de la recamara. Era del doble del tamaño de un hombre. Se adelantaba moviendo sus puntiagudos y quitinosos brazos hacia sus piernas y viceversa, con una velocidad increíble. Él vio como giro, se orientó e inicio nuevamente la carga, haciendo temblar el piso. Espero hasta el último segundo posible y salto de nuevo, su brazo fue abierto esta vez por una de sus púas. La criatura gimió en ira o frustración, mirando hacia todos lados, tratando de localizarlo. Cuando logro hacerlo, él se encontraba en el otro extremo de la habitación, tan lejos como podía estar. Okay pensó, agarrando su brazo lastimado, ahora es mi turno. Cargo contra el nuevamente. Esta vez, en lugar de saltar hacia un costado, se deslizo entre sus brazos, entrando en contacto con su suave abdomen. Saco su cuchillo y corto a través de su carne muerta, abriéndola tanto como pudo, levantándose y alejándose rápidamente, tambaleándose a lo largo del cuarto. Antes de poder alejarse mucho, lo agarro del pie y lo sacudió como un muñeco, y soltándolo. Se golpeó contra la pared, fuerte. Sintió el aire saliendo de su cuerpo por el golpe, pero era más que eso. Tal vez su espalda estaba rota. Esperaba que la criatura cargara nuevamente, pero no lo hizo. En cambio se acercó sin prisa, casi curioso. Lo vio acercarse y su miedo comenzó a aumentar. La grotesca criatura se alzaba sobre él. Lo golpeo una vez, brutalmente, empujándolo contra la pared otra vez. Por un momento creyó que se desmayaría, pero repentinamente el cuarto tomo una intensidad y frescura que antes no tenía. La criatura lo levanto en el aire, emitió otra vez su gimiente rugido. Lo sacudió violentamente antes de llevar su cabeza hacia su mandíbula. Un momento después partió su cuerpo al medio. Un momento más tarde, estaba muerto.

Dead space martyr 2

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Precuela del primer juejo

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DEAD SPACE™ MARTYR

La criatura cargó y él se movió del camino. Se estrelló contra la cámara circular con un fuerte

crujido, abollando el panel de la pared. Él se incorporó, todo su cuerpo dolía, y cojeo hasta el otro

lado de la recamara.

Era del doble del tamaño de un hombre. Se adelantaba moviendo sus puntiagudos y quitinosos

brazos hacia sus piernas y viceversa, con una velocidad increíble. Él vio como giro, se orientó e

inicio nuevamente la carga, haciendo temblar el piso. Espero hasta el último segundo posible y

salto de nuevo, su brazo fue abierto esta vez por una de sus púas. La criatura gimió en ira o

frustración, mirando hacia todos lados, tratando de localizarlo. Cuando logro hacerlo, él se

encontraba en el otro extremo de la habitación, tan lejos como podía estar. Okay pensó,

agarrando su brazo lastimado, ahora es mi turno.

Cargo contra el nuevamente. Esta vez, en lugar de saltar hacia un costado, se deslizo entre sus

brazos, entrando en contacto con su suave abdomen. Saco su cuchillo y corto a través de su carne

muerta, abriéndola tanto como pudo, levantándose y alejándose rápidamente, tambaleándose a

lo largo del cuarto.

Antes de poder alejarse mucho, lo agarro del pie y lo sacudió como un muñeco, y soltándolo. Se

golpeó contra la pared, fuerte. Sintió el aire saliendo de su cuerpo por el golpe, pero era más que

eso. Tal vez su espalda estaba rota.

Esperaba que la criatura cargara nuevamente, pero no lo hizo. En cambio se acercó sin prisa, casi

curioso. Lo vio acercarse y su miedo comenzó a aumentar.

La grotesca criatura se alzaba sobre él. Lo golpeo una vez, brutalmente, empujándolo contra la

pared otra vez. Por un momento creyó que se desmayaría, pero repentinamente el cuarto tomo

una intensidad y frescura que antes no tenía.

La criatura lo levanto en el aire, emitió otra vez su gimiente rugido. Lo sacudió violentamente

antes de llevar su cabeza hacia su mandíbula. Un momento después partió su cuerpo al medio. Un

momento más tarde, estaba muerto.

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PARTE UNO

PUERTO CHICXULUB

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Chava despertó más temprano de lo usual ese día, justo antes del amanecer. Su madre y su

hermana aún dormían. Su padre se había ido, viajando otra vez. Cuando el chico le preguntaba

dónde iba, él siempre se mostraba evasivo, y Chava había aprendido a no preguntar más. Tomo un

cucharon lleno con agua del balde y la bebió, con cuidado para no despertar a su hermana. Vertió

otro en un tazón y lavo su cara, manos y brazos antes de derramar silenciosamente el resto en el

suelo de tierra.

Seguía somnoliento. Miro a su hermana moverse un poco, emitiendo un leve gemido. Por qué se

había levantado temprano? Estaba en medio de un atemorizante sueño. Algo lo perseguía. Una

extraña, tambaleante criatura, algo que se movía de un lado a otro entre estrellas, algo que

parecía al mismo tiempo vivo y muerto. Sacudió su cabeza, preguntándose como algo podría estar

tanto vivo como muerto.

Se puso su ropa y salió de la choza, con cuidado para evitar que el trozo de aluminio que hacía las

veces de puerta golpeara tras él. Afuera, podía oler la sal en el aire, podía ver, unos cuantos

cientos de metros más allá, las grises olas. La marea se había retirado, las olas eran gentiles ahora,

difíciles de escuchar en la distancia.

Algo merodeaba en su cabeza, un ruido un extraño sonido: un susurro. Estaba diciendo palabras

pero en un lenguaje que él no podía entender, tan suavemente que no podía decir cuando una

palabra terminaba y otra comenzaba. Trato de eliminar el sonido, pero aunque disminuía, no

desaparecía. Simplemente se escondió en lo más profundo de su cráneo, molestándolo.

Su sueño se apresuró a llenar el espacio. La criatura era grande, apenas más grande que un

hombre. Él la veía de espaldas. En el sueño, primero pensó que era un hombre, pero cuando se dio

vuelta, vio que faltaba una parte de su cara, la mandíbula. También había algo mal con sus brazos,

pero el sueño era borroso y no podía distinguir que era exactamente. Lo vio con ojos tan blancos e

inhumanos como los ojos de un pez. Y entonces, en un solo segundo, silbando, estaba sobre él, su

babeante medía mandíbula, intentando hundir sus dientes rotos en su garganta.

Deambulaba, sin estar realmente seguro de donde iba, tratando de combatir esos fragmentos de

sueño que se repetían en su semi-consiente mente. Estaba sorprendido de encontrarse a sí mismo

en la costa. A la izquierda, la costa estaba vacía. Hacia la derecha, lejos en la distancia, había dos o

tres Pescadores, parados en la arena, tratando de sacar algo del agua. Lo que fuera, el chico lo

sabía, estaría casi deformado y sabría a combustible. Seria todo un reto comérselo. Ya no era

seguro pescar. El mar aquí está contaminado y comenzando a morir, y problemas similares se

adentraban también hacia el continente.

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Había escuchado a su padre hablar enojado del tema. Cortes que hacía pocos años habían sido

fuertes y saludables, ahora venían mal desarrollados, si es que aparecían siquiera. La única comida

supuestamente segura era la comida patentada, crecida en ambientes controlados por Mega

Corporaciones, comida que pocos podían pagar. Así que la opción, decía su padre, era comer cosas

que lentamente los matarían o perder todo por comprar comida que no podías pagar, mientras el

resto seguía destruyendo el mundo.

Comenzó a caminar hacia los Pescadores, pero algo detuvo sus pasos, girándolo lentamente.

Empezó a dirigirse hacia la otra parte de la playa, donde estaba desierto. O casi desierto; había

algo ahí, algo rodando en la orilla. Un pez tal vez, pensó al principio, pero al acercarse, era muy

grande para tratarse de un pez. Y la forma no era la correcta. Un cuerpo tal vez, un hombre

ahogado? Pero cuando empezó a sacudirse en el oleaje supo que estaba equivocado. Que estaba

mal.

El aire comenzó a soplar en el cuello de Chava. Camino hacia esa cosa, tratando de no escuchar la

creciente cacofonía de susurros que invadían su cabeza.

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Michael Altman refregó sus ojos y aparto la Mirada de su holopantalla. Era un hombre alto en sus

cuarentas, con cabello oscuro apenas tornándose gris en las raíces y ojos de un vivo azul verdoso.

Normalmente tenía una mirada inteligente y aguda, pero hoy su cara estaba caída, algo cansada.

No había dormido bien la noche anterior. Había tenido pesadillas, cosas viscerales; todo muerte,

sangre y gore. Nada que quisiera recordar.

“Eso es raro,” dijo James Field, el geofísico con quien compartía el laboratorio. Field pasó sus

regordetes dedos a través de su fino cabello blanco tirándose hacia atrás, su silla chillo detrás

suyo, mientras él miraba a Altman al otro extremo del cuarto. “Altman, recibiste estas mismas

mediciones?”

“Que mediciones?” Pregunto Altman.

Field empujo una copia de su holopantalla hacia Altman. Mostraba un mapa gravitacional

Bouguer/Salvo de las 110 millas de diámetro del cráter Chicxulub. El cráter había sido creado

cuando un cuerpo de 10 kilómetros golpeo contra la tierra hace 65 millones de años.

James Field, ahora terminando sus cincuentas, había pasado la mayor parte de su Carrera micro

mapeando el cráter para la Central American Sector Resource Corporation (CASRC) propiedad del

estado. Se enfocó principalmente en el perímetro tierra adentro, donde pequeñas

concentraciones de minerales clave podían ser encontradas y rápidamente extraídas. Ya que la

gente hacia lo mismo desde hace cientos de años, esto significaba más que nada regresar por

cantidades mucho más pequeñas que equipos anteriores, antes de la crisis de recursos, no eran

considerados como fuentes útiles. Era un trabajo lento y tedioso, lo más cercano posible a ser un

contador, siendo aún un geofísico. El que a Field realmente le gustara ese trabajo, le decía a

Altman mucho más de lo que quería saber sobre él.

Altman, por otra parte, hacia solo un año que trabajaba en Chicxulub. Su novia, Ada Chávez, una

antropóloga, había conseguido fondos para estudiar el rol contemporáneo del folklore y los mitos

de los Mayas de Yucatán. El apenas logro mover las suficientes cuerdas y cobrar algunos favores

para seguirla a México. Se suponía que él se encargaría de la porción sumergida del cráter,

creando un mapa de las estructuras geológicas debajo de media milla de barro, interpretando los

datos enviados por el satélite y las sondas submarinas. Era, en teoría, un proyecto científico, pero

él sabía que cualquier información que obtuviera, seria vendida por la Universidad a una compañía

de extracción. Trataba de no pensar en eso. El trabajo era lento y no tenía grandes recompensas,

pero intentaba convencerse de que no era tan inútil como lo que Field hacía.

Miro hacia la holopantalla de Field. Se veía normal para él, lo típico en lecturas gravitacionales.

“Que estoy buscando?” preguntó Altman.

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Field levanto su ceja. “Me olvido que eres nuevo,” dijo. “ampliare la imagen central.”

El centro del cráter estaba en aguas profundas, a una media docena de millas del laboratorio.

Altman se inclinó hacia el monitor, intrigado. Una obscuridad en el corazón del cráter revelo una

anormalidad gravitacional.

“Así es como se veía hace un mes,” dijo Field. “Ves?”

Abrió otro perfil. En este, Altman vio que la obscuridad en el centro no estaba. Volvió a mirar el

primer perfil. Las lecturas en todas partes menos en el centro estaban iguales.

“Como es posible?” pregunto.

“No tiene sentido, cierto?” dijo Field. “No cambiaria así como así.”

“Probably just an equipment malfunction,” said Altman.

“He trabajo aquí un largo tiempo,” dijo Field. “Reconozco una falla de equipo cuando la veo. Esto

no lo es. La anomalía está presente tanto en las imágenes satelitales como en los escaneos

submarinos, así que no puede ser.”

“Pero como podría cambiar?” preguntó Altman. “Una erupción volcánica tal vez?”

Field sacudió su cabeza. “Eso no provocaría ese tipo de anomalía. Además, los otros instrumentos

lo hubiesen registrado. No puedo explicarlo. Algo está mal,” dijo mientras buscaba su teléfono.

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3

Mientras se acercaba, Chava se ponía más y más nervioso. No era un pez ni nada parecido. No era

una tortuga marina, o un perro o un jaguar. Pensó que quizás era un mono, pero era demasiado

grande para serlo. Hizo la señal de la cruz y cruzo dos dedos para protegerse, pero siguió

avanzando.

Incluso antes de poder verlo claramente, podía escucharlo respirando. Hacia un extraño sonido

sofocado, como alguien que intentaba expulsar algo con lo que se estaba ahogando. Una ola lo

golpeo y por un momento el quejido se detuvo, la criatura se vio envuelta por el agua y la espuma.

Entonces el agua se retiró y lo dejo jadeando en la pantanosa arena. Se dio vuelta en una sacudida

y dirigió algo similar a una cabeza en su dirección.

Era como la criatura en su sueño, pero mucho peor. No era humano, pero parecía haberlo sido

alguna vez. Su piel parecía haber sido arrancada de su cuello, la médula rojiza debajo, moteada

con manchas blancas, supurando lentamente. Lo que parecían ser ojos no eran más que bolsillos

vacíos llenos de membranas cubiertas de venas opacas. El hueso de la mandíbula parecía haber

desaparecido por completo, dejando solamente una aleta de tejido suelto y un agujero donde

debía estar la boca. El quejido provenía de esa apertura, junto con un olor amargo y agrio que hizo

toser a Chava.

La criatura estaba encorvada, sus dedos unidos, una fina membrana corría entre su hombro y su

cadera como el ala de un murciélago. Trato de pararse, pero cayó nuevamente en la arena

pantanosa. Había dos grandes ampollas rojas, más grandes que sus puños en su espalda. Estaban

creciendo.

Madre de Dios, pensó Chava.

La criatura emitió un sonido similar a un gruñido, los bultos en su espalda latían. Los huesos en sus

brazos se rompieron, haciéndolos girar sobre sí mismos, volviéndose menos humano. Tosió un

líquido lechoso que colgaba en hilos del hueco en su rostro. La espalda se abrió por completo con

un fuerte sonido, salpicando sangre, y exponiendo sacos grises y esponjosos que se inflaban y

desinflaban; inflaban y desinflaban.

Chava no podía moverse. La criatura repentinamente nivelo su cabeza, mirándolo con su rostro

carente de ojos. Sus músculos se tensionaron y el hueco se deformo en una pobre imitación de

una sonrisa. Chava giro sobre su talón y comenzó a correr.

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Unos minutos más tarde, Field había hablado con Ramírez y Showalter, dos geofísicos trabajando

en el área. Ellos lo confirmaron: estaban recibiendo las mismas lecturas que Field. No era un

problema de equipo: algo había cambiado en el corazón mismo del cráter.

“Pero por qué?” preguntó Altman.

Field sacudió su cabeza. “Quién sabe?” dijo. “Showalter pensó que podría tener algo que ver con

actividad sísmica enfocada directamente a uno de los sensores, pero incluso sugirió estar poco

convencido de eso. Ramírez esta tan confundido como nosotros. Ha hablado con otros pocos,

ninguno parecía saber que está pasando. Algo cambio, algo es diferente, pero nadie sabe porque

cambio o inclusive, que puede ser. Nadie ha visto nada como esto.”

“Que deberíamos hacer?” preguntó Altman.

Field se encogió, pensando por un momento. “No lo sé”, dijo lentamente. Se sentó moviendo sus

dedos por su fino cabello, mirando a la nada. “No hay mucho que podamos hacer por nuestra

cuenta,” dijo finalmente. “Enviare un reporte al CASRC y veré que recomiendan. Hasta que

respondan supongo que seguiré las lecturas.”

Con un suspiro, Field volvió a mirar su pantalla. Altman solo lo miraba, disgustado.

“Que pasa contigo?” pregunto. “No te intriga por lo menos?”

“Que?” dijo Field, dándose vuelta. “Claro que sí, pero no sé qué hacer con esto. Tratamos de

entenderlo y todo el mundo esta tan confundido como nosotros.”

“Y eso es todo? Te vas a rendir.”

“Para nada,” dijo Field, elevando su voz. “Te dije: voy a llenar un reporte para el CASRC.

Seguramente tendrán algunas ideas. Esa parece ser la mejor manera de manejarlo.”

“Y entonces que, esperas unas pocas semanas a que alguien lea el reporte y luego otras más a

recibir una respuesta? Que pasa mientras tanto? Sigues tomando notas? Que eres, un hombre de

la compañía?”

La cara de Field se sonrojo. “No hay nada de malo en seguir protocolos,” dijo. “Solo hago mi

trabajo.”

“Esto podría ser inmenso,” dijo Altman. “Tú mismo lo dijiste, no es como nada que hayas visto

antes. Tenemos que tratar de descifrarlo!”

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Field apunto un tembloroso dedo hacia él. “Haz lo que quieras,” dijo en un quebradizo y bajo tono.

“Ve y hazte el rebelde y ve donde te lleva. Esto es algo grande, y necesita ser tratado

apropiadamente. Hare mi trabajo como sé que debe hacerse.”

Altman se volteo, apretando sus labios. Voy a descubrir que está pasando, juro, incluso si muero

haciéndolo. Horas más tarde, Altman no había avanzado mucho más que Field. Llamo a cada

científico que conocía en los alrededores de Chicxulub, cualquiera con algún interés en el cráter.

Golpeando cada vez con la misma pared, preguntando a cada uno si conocía a alguien más a quien

debería llamar y luego llamándolos.

A quince minutos de las cinco de la tarde, no había conseguido nada y se estaba quedando sin

nombres. Corrió nuevamente los datos y los correlaciono con lo que pudo conseguir que sus

colegas le envíen. Si, definitivamente había una anomalía gravitacional. Algo había cambiado en el

campo electromagnético también, pero eso era todo lo que sabía.

Field, como buen burócrata abandono rápidamente a las cinco como cada día, comenzó a

transmitir sus datos y a empacar.

“Te vas?” preguntó Altman.

Field sonrió y alzo su cuerpo en forma de pera de la silla. “No hay nada más que hacer aquí por

hoy,” dijo. “No me pagan horas extra,” explico y entonces salió por la puerta.

Altman se quedó unas horas más, revisando los datos y mapas nuevamente, buscando

precedentes sobre cambios como este en los records del mismo cráter o sitios similares, records

que iban tan atrás como el siglo veinte. Nada.

Estaba a punto de atravesar la puerta cuando su teléfono sonó.

“Dr. Altman, por favor?” dijo una voz. Era apenas más alta que un susurro.

“Habla Altman,” dijo.

“Se dice que ha estado preguntando por el cráter,” dijo la voz.

“Así es,” dijo, “Hay una extraña anorm—”

“No por teléfono,” susurro la voz. “Ya ha dicho demasiado con eso. Ocho en punto, en el bar

cercano al muelle. Sabe dónde es?”

“Claro que lo sé,” dijo Altman. “Quien habla?”

Pero la llamada ya se había cortado.

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Para el momento en que Chava regreso, arrastrando a su madre y otras pocas personas del barrio,

la criatura había cambiado nuevamente. Los húmedos sacos grises en su espalda eran más

grandes, cada uno del tamaño de un hombre cuando se inflaban. Sus brazos y piernas se habían

unido de alguna manera, fundiéndose entre ellos. La desollada calidad de su cuello había

cambiado, la carne ahora parecía estar cubierta de hormigas.

El aire a su alrededor había tomado un tono agrio y amarillento. Formaba una pesada nube, y

cuando alguien se acercaba mucho, encontraba difícil respirar. Un hombre, un pequeño viejo

borracho de aspecto digno, se aventuró dentro de la nube, luego de toser fuertemente, colapso.

Otros dos pueblerinos lo sacaron arrastrándolo por los pies y comenzaron a abofetearlo.

Chava miro hasta que el borracho recobro la conciencia y comenzó a buscar su botella, entonces

volteo a mirar a la criatura. “Que es eso?” pregunto Chava a su madre.

Su madre consultaba en susurros con sus vecinos, mirando a la criatura. Era difícil para Chava

escuchar todo lo que decían, pero escucho una palabra repetirse una y otra vez: Ixtab. Ixtab.

Finalmente su madre volteo hacia él. “Quien es Ixtab?” pregunto Chava nerviosamente.

“Ve a buscar a la vieja bruja,” le dijo. “Ella sabrá que hacer.”

La bruja ya estaba en camino a la playa cuando él la encontró. Se movía lentamente, apoyándose

en un bastón. Era vieja y frágil, mucho de su cabello ya no estaba y su cara estaba cubierta de

arrugas. Su madre decía que ella estaba viva cuando los españoles mataron a los mayas, mil años

atrás.

“Es como un libro perdido,” dijo su madre en otra ocasión. “Ella sabe todo lo que los demás han

olvidado.”

Ella cargaba un bolso colgando sobre su hombro. Él comenzó a explicar sobre la criatura, pero ella

lo silencio con un gesto. “Ya lo sé”, le dijo “Te esperaba más temprano.”

Él tomo su brazo y la ayudo a seguir. Otros del barrio se acercaban también a la playa, algunos

caminando como si estuviesen hipnotizados. Algunos lloraron, otros corrieron.

“Quien es Ixtab?” Pregunto Chava de repente.

“Ah, Ixtab,” dijo la bruja. Dejo de caminar y giro para verlo a la cara. “Ella es una diosa. Es la mujer

cuerda. Ella cuelga del árbol, con una cuerda en su cuello, sus ojos cerrados en la muerte y su

cuerpo comenzando a pudrirse. Pero aún es una diosa.”

“Pero está muerta?”

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“La Diosa del suicidio”, murmuró la bruja. “Ella es la Diosa colgada, la Diosa del final. Y junta a su

alrededor a todos aquellos que están muertos con medios inciertos.” Ella miro al chico

intensamente. “Es una amante muy dura,” dijo.

Chava asintió.

“Dime,” dijo la bruja, “tuviste un sueño anoche?”

Chava asintió.

“Cuéntame tu sueño,” dijo la bruja, y entonces escucho con cuidado mientras él lo contaba

confusamente, en pequeñas porciones. Ella hizo un gesto a la gente que se encontraba frente a

ellos, a la muchedumbre que se abultaba alrededor de la criatura más adelante. “Ellos también,”

dijo, “ellos han compartido nuestro sueño.”

“Que significa?” pregunto Chava.

“Que significa?” pregunto, apuntando un tembloroso dedo hacia la criatura, sus sacos grises ahora

eran casi del doble del tamaño de un hombre, la nube de gas nocivo creciendo. “Aquí ves lo que

significa.”

“Lo soñamos y lo hicimos realidad?” pregunto Chava sorprendido.

Ella emitió una gran sonrisa sin dientes y rio. “Crees que eres tan poderoso?” pregunto, y comenzó

a avanzar nuevamente. “Crees que somos tan poderosos? No,” dijo. “No podríamos hacer esto.

Nuestro sueño es una advertencia.”

“Una advertencia?”

“El sueño nos dice que algo está mal,” dijo. “Debemos corregirlo.”

Por un tiempo caminaron por la arena sin hablar, la anciana mujer respiraba con dificultad. Chava

podía escuchar el silbido de la criatura, más fuerte que el chocar de las olas.

“Haz comenzado a soñar despierto?” pregunto la bruja.

“Que quiere decir?” pregunto asustado.

“Ah, sí,” dijo. “Puedo oír en tu voz que lo has hecho. Debes tener cuidado. Tú la encontraste

primero. Quiere llevarte. Chicxulub: sabes que significa esa palabra?”

El chico sacudió su cabeza.

“Aunque has vivido en este pueblo toda tu vida,” lo regaño. “haz vivido dentro de una palabra que

no conoces.”

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Se quedó en silencio por un momento, luego pregunto, “eso está mal?”

Ella hizo un sonido con sus labios pero no respondió. Al parecer no era una pregunta digna de

respuesta.

“Que significa Chicxulub?” pregunto un momento después.

Ella se detuvo brevemente y con la punta de su bastón dibujo una figura en la arena. Eran dos

líneas enroscadas en sí mismas. El cruzo sus dedos imitándolo al hacer el símbolo de protección

que había aprendido de chico. Ella asintió.

“Que es esto?” pregunto.

Ella no dijo nada. Abrió ampliamente su boca sin dientes, que por un momento se parecía

desconcertantemente similar al rostro sin mandíbula de la criatura en la playa.

“Cola del Diablo,” respondió. “El Diablo ha comenzado a despertar y mueve su cola. Si no logramos

que regrese a dormir, este será nuestro fin.”

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No había razón para ir, pensaba Altman. Era tonto, probablemente alguien quería jugarle una

broma. Haces las suficientes preguntas y es inevitable que alguien quiera bromear contigo. Lo

último que necesitaba era comenzar a pensar en espionaje y conspiraciones. Necesitaba descifrar

esto de manera racional y científica.

Así que en lugar de ir al bar, se fue a casa. Cuando llego, Ada siempre estaba ahí. Estaba sentada

en la mesa, recostada en la silla, dormida, su largo cabello negro se acomodaba tras sus orejas y

caía sobre sus hombros. Altman beso su cuello y la despertó.

Ella sonrió y sus oscuros ojos brillaron. “Llegas más tarde de lo común Michael,” dijo. “No habrás

estado engañándome o sí?” bromeaba.

“Yo no soy el que esta exhausto,” contesto.

“No dormí bien anoche,” dijo. “Tuve el peor de los sueños.”

“Yo también,” contesto. Se sentó y respiro profundamente. “Algo raro está pasando,” dijo. Le

conto sobre lo que él y Field habían descubierto, las llamadas que había hecho, el sentimiento

general que tenía y que otros parecían compartir, que algo estaba mal.

“Es raro,” dijo Ada. “Y no de una Buena manera. Para mí fue igual hoy.”

“Descubriste una anomalía gravitacional, cierto?”

“Algo así,” contesto. “O por lo menos su equivalente antropológico. Las historias están

cambiando.”

“Que historias?”

“El folklore, están empezando a cambiar, y rápidamente también. Eso no sucede Michael. Jamás lo

hace.”

Altman se puso serio de repente. “Nunca?”

“Nunca.”

“Mierda.”

“Seguían hablando de la Cola del Diablo,” continuo, “una cosa alargada y retorcida. Cuando lo

mencionan, cruzan sus dedos, así.”

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Ella alzo su dedo medio y el índice, cruzándolos. “Pero cuando trato de hablar con ellos sobre el

tema, caían en silencio. Nunca antes se comportaron así conmigo. Es como si ya no confiaran en

mí.”

Ella limpio la mesa con su mano. “Quieres saber que es lo más raro de todo?”

“Que?”

“Sabes como dicen ‘Cola del Diablo’ en el idioma Maya? Igual que el nombre del cráter:

Chicxulub.”

Altman sintió que su garganta se secaba. Miro al reloj, faltaban quince minutos para las ocho. Aún

estaba a tiempo de llegar al bar después de todo.

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Por un tiempo, nadie hablaba. Solo se quedaron parados ahí, mirando a la bruja, quien en cambio,

apoyada en el hombro de Chava, solo miraba a la criatura.

“Lo ves,” dijo en un susurro que casi era ahogado por el silbido de la criatura. “Está creciendo

más.”

Busco en el fondo de su bolso y saco un puñado de algo. Comenzó a bailar, trazando un lento

circulo alrededor de la criatura, sobre el límite de la nube que la criatura creaba para sí misma. Ella

arrastro a Chava a su lado, salpicando algo en la arena frente a ella. Era una danza desorganizada,

sin ritmo, casi borracha. Al principio los otros solo miraban, pero al poco tiempo, uno o dos de

ellos comenzaron a seguirla, luego algunos más. Algunos sacudían su cabeza como si estuvieran

saliendo de algún trance.

Cuando se vio directamente frente a la cabeza de la criatura, se detuvo y comenzó a girar en el

lugar. Pronto todos estaban haciendo esto, mirando a la bruja, cayendo en el lugar, lentamente

formando un círculo completo. Ellos giraron alrededor de la criatura, algunos con el agua de la

costa hasta las rodillas.

Ella balanceo su bastón hacia el frente, retrocediendo y avanzando nuevamente. Los otros la

seguían. Chava se adentró demasiado y se vio tosiendo por respirar algo del gas que la criatura

emitía. Sus ojos y su garganta ardían.

La bruja alzo sus manos, sus dedos medio e índice cruzados. Chicxulub, murmuró, y giro

nuevamente. La palabra ascendió saliendo de la boca de los demás, como un gemido.

La bruja lentamente giro y se alejó, su espalda más derecha y su pulso más firme que en el camino

de regreso. Se alejó unas yardas del círculo y cavo en la arena hasta que desenterró un pedazo de

madera, entonces regreso al círculo. Hizo gestos y asintió hacia Chava, quien entonces también

abandono el circulo para regresar con madera. Uno por uno los otros siguieron, abandonando el

circulo y luego regresando.

La piel que formaba los sacos en la espalda de la criatura se volvía cada vez más fina. Ahora era

casi transparente. Los sacos lentamente se hinchaban hasta tensarse y luego se desinflaban, solo

por la mitad, para luego volver a hincharse. Era algo terrible para ver. Chava seguía esperando que

reventaran.

La bruja estaba bailando de Nuevo. Levanto su trozo de madera en lo alto, emitió una sonrisa sin

dientes, y lo arrojo hacia la criatura. Lo golpeo suavemente en la cara y cayó en la arena frente a

ella. La criatura no reacciono en lo más mínimo.

“Ahora tú,” dijo la bruja a Chava. “Más alto y más fuerte.”

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Él tiro su trozo de madera alto y con fuerza, hacia el saco de la izquierda. Lo golpeo cerca del fondo

y lo rasgo levemente. El aire comenzó a salir. La bruja levanto sus manos mientras los demás

arrojaban sus maderos también. Uno o dos fallaron, uno o dos rebotaron, pero muchos otros

rompieron los sacos, algunos bastante profundos. El aire salía con fuerza de ellos; la agria nube

comenzó a dispersarse.

“Ahora, ve,” dijo la bruja a Chava, su voz se elevó. “Ves a ese hombre sin nombre allí,

tambaleándose y borracho como siempre. Corre hacia él, toma su botella y tráemela.”

El corrió rápidamente fuera del círculo hacia el pequeño hombre borracho de cabello oscuro que

se había acercado demasiado a la nube antes y casi murió. El hombre giro y le sonrió, antes de que

pudiera reaccionar, Chava agarro la botella que tenía agarrada con sus pies y huyo de regreso

hacia la bruja.

Ella tomo la botella y la destapo. Detrás el borracho estaba protestando, algunos otros lo

mantenían alejado. “mantén tu respiración,” dijo a Chava al darle la botella. “Debes rociar esto en

la madera y en la criatura misma.”

Su corazón palpitaba con fuerza, Chava respire hondo y se apresuró hacia adelante. La piel rasgada

de los sacos ya había comenzado a regenerarse. Aún estaban mayormente desinflados, pero

comenzaban a elevarse. Él abrió la botella, salpicando a la criatura y a la madera alrededor,

regresando luego apresurado hacia la bruja. Sus ojos estaban hinchados y picaban.

La bruja encendió la punta de su bastón y cuidadosamente se adelantó, tocando la cabeza de la

criatura con el fuego.

Ambos, la criatura y la madera encendieron inmediatamente. Ella soltó su bastón, dejando que se

queme también. La criatura gritaba y se movía, pero nunca intento alejarse de las llamas. Los sacos

grises en su espalda se volvieron cenizas y volaron con el viento. Eventualmente dejo de moverse

por completo.

La bruja, tambaleándose, los guio nuevamente en una lenta danza. Chava encontraba sus pies

siguiendo el ritmo naturalmente, adaptándose a él, casi como si alguien más guiara sus piernas. Se

preguntaba cuántos de sus compañeros sentían lo mismo. El borracho del pueblo no formaba

parte del círculo; él se mantenía apenas alejado, tambaleándose lentamente, mirando el fuego

con sus cejas fruncidas. Siguieron haciéndolo, marcando lentos movimientos curvos en el aire,

hasta que lo poco que quedaba de la criatura era un deformado esqueleto carbonizado.

Despojado de su carne y quemado, parecía casi humano.

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8

Él ordeno una botella de cerveza y se aseguró de que la tapa aún estaba sellada. Mientras

esperaba su cambio, escaneo el bar, tratando de determinar quién podría haberlo llamado por

teléfono. Los únicos habitantes del pequeño bar eran una media docena de científicos del sector

Norte Americano—solo podría haber sido uno de ellos.

Se sentó en la mesa. Acababa de abrir la cerveza y tomado un sorbo cuando un hombre se

aproximó a él. El hombre era flaco y de piel pálida, vestía un sobretodo y tenía el cabello corto.

Altman supuso que se trataba de algún técnico de alguna clase.

“Tú eres Altman,” dijo el hombre. No fue una pregunta.

“Así es,” dijo Altman. “y tú eres..?”

“Solo digo mi nombre a amigos,” dijo. “Eres un amigo?”

Altman lo miro fijamente.

“De acuerdo,” dijo el hombre. “Tal vez no haces amigos enseguida. Okay, sea lo que sea que

pienses de lo que te diré, si cualquiera pregunta, no lo oíste de mí.”

Altman dudo solo un momento. “De acuerdo,” dijo.

“un apretón de manos?” sugirió el hombre.

El hombre extendió una mano. Altman la tomo y sacudió. “Hammond” dijo el hombre, “Charles

Hammond.” Corrió la otra silla de la mesa y se sentó.

“Un gusto conocerte,” dijo Altman. “Ahora supongo que me dirás que está pasando.”

Hammond se incline sobre la mesa. “Has notado ciertas cosas,” dijo. “No eres el único.”

“No?” dijo Altman.

“Estoy en comunicaciones. Independiente, más que nada instalaciones industriales.” Se estiro y

toco suavemente el pecho de Altman con un dedo. “Yo lo he notado también.”

“Okay...”

“Hay un pulso,” dijo Hammond. “Lento e irregular, y muy débil, pero lo suficientemente fuerte

para alterar otras señales un poco. Soy un perfeccionista. Cuando preparo algo, me gusta que sea

claro como el cristal. Las cosas que no molestan a la mayoría de la gente me molestan a mí. Es por

eso que lo note.”

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Se detuvo. Altman espero que siguiera. Cuando no lo hizo, Altman bebió un sorbo de su cerveza y

pregunto “Que notaste?”

Hammond asintió. “Exactamente,” dijo. “Al principio pensé que era un problema con la terminal

de comunicaciones que estaba instalando para DredgerCorp.”

“No sabía que DredgerCorp tenía un lugar aquí,” interrumpió Altman. Eso ya era suficiente

indicativo para él de que algo raro estaba pasando. DredgerCorp era una de las más sombrías

corporaciones de recuperación de recursos, el tipo de compañías dispuestas a volar rápidamente a

un área bajo el radar del gobierno, mina abandonada o yacimiento y tomar cuanto pudieran antes

de que los descubrieran, para luego volar rápidamente fuera del lugar.

“Oficialmente no lo tienen. Acabo de llegar. Muy apurado,” dijo Hammond. “no se supone que

sepa quiénes son. Eso no importa, al principio pensé que era una conexión suelta, algo lo

suficientemente fuera de lugar para causar una descarga eléctrica menor que daba a la línea un

leve silbido de vez en cuando. Así que lo desarme. No había nada mal en el equipo. Lo arme

nuevamente. El silbido continuaba. A veces cada uno o dos minutos, duraba unos segundos, a

veces ni siquiera eso. Tal vez te falto algo. Me dije a mi mismo. Estaba a punto de desarmar esa

porquería otra vez cuando pensé que sería mejor chequear con otra terminal en el mismo sistema.

El mismo problema. Estaba a punto de destrozar todo el sistema de DredgerCorp cuando me di

cuenta de algo: tal vez no estaba sucediendo solo en este sistema, sino también en otras partes.”

“Y?”

Hammond asintió. “Todo el mundo lo estaba recibiendo, pero nadie lo notaba. No es un problema

con un solo sistema. Es un pulso electromagnético, débil e irregular, siendo emitido desde alguna

parte.”

“Entonces, que es?”

“Hice una pequeña investigación,” dijo Hammond, ignorando la pregunta de Altman. “prepare

algunos receptor, triangule el pulso. Es lo suficientemente irregular para tomarme un buen tiempo

el descubrir de dónde provenía. Cuando lo hice, decidí que no podía estar bien. Moví los

receptores, triangule otra vez esta vez estaba seguro de dónde provenía.”

“Donde?”

Hammond se incline aún más sobre la mesa, rodeando con su brazo el hombro de Altman y

acercando sus labios a su oreja. “Recuerda” susurro.

“No lo escuchaste de mí.”

Altman asintió.

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“Desde el cráter,” susurro Hammond. “Desde el centro exacto del cráter Chicxulub, bajo un

kilómetro o dos de lodo y rocas. Exactamente donde tu encontraste tu anomalía.”

“Oh Dios mío,” dijo Altman. Explico a Hammond lo que Ada había estado escuchando. “Tres cosas

diferentes,” dijo. “Todas ellas llevan al cráter Chicxulub.”

Hammond se recostó, moviendo su cabeza. “Mis pensamientos exactos,” dijo. “Tal vez el pulso ha

estado ahí todo el tiempo pero nadie lo noto hasta ahora. Tal vez solo lo escuchamos ahora

porque nuestro equipo es más sensible. Pero creo que lo hubiera notado antes. No es el tipo de

cosas que dejo pasar. Pero he aquí mi pregunta: es un pulso o una señal?”

“Una señal?”

“Es algo irregular, pero aun así mantiene un patrón. No puedo jurarlo, pero creo que es algo que

está siendo hecho deliberadamente. Allá abajo, enterrado en millones de toneladas de rocas y

agua.”

“Eso no tiene sentido,” dijo Altman.

“No,” concordó Hammond. “Y se pone más extraño.” Se acercó nuevamente, y esta vez Altman vio

algo en sus ojos, una mirada temerosa. “Le dije a DredgerCorp sobre este pulso, pensé que era mi

trabajo hacerlo. No quiero que me culpen por ello, quería dejar perfectamente claro que es algo

que todos estaban experimentando aunque no lo notaran. Y que crees que me dijeron?”

“Que?”

“’Se lo has dicho a alguien más?’ Es una cita exacta. Antes de saberlo, estaba firmando una orden

de restricción. A cambio de ciertas consideraciones monetarias, no puedo hablar del pulso, a

nadie. No lo había hecho hasta ahora, contigo.”

“Que crees que significa?” preguntó Altman.

“Que creo que significa? Déjame preguntarte algo. Quien es la única persona de la que un sistema

de comunicación seguro no está seguro?”

“Quien?”

“El tipo que lo instala. De mí. Si estas instalando un sistema, eres capaz de ingresar en el de una

docena de formas diferentes sin que nadie lo note. Lo hago de vez en cuando para mantener mis

habilidades afiladas. Un hobby en realidad.” Su voz se tornó casi inaudible. “Lo hice con

DredgerCorp.”

“Y?”

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“No duro mucho,” dijo. “Diez días después de que instale el sistema, lo desarmaron. Trajeron

alguien del sector Norteamericano, alguien propio esta vez.”

“Deben haber sabido que el sistema no era seguro.”

“No había manera de que lo descubrieran,” dijo Hammond. “No podrían estar seguros. Están

tramando algo. Hay algo en el fondo del cráter, algo valioso, tal vez único. Mucho de esto es

especulación en base a las comunicaciones que pude intervenir. Pero después de unos tres días,

todo se volvió críptico; comenzaron a codificar todo.” Busco en su bolsillo sacando su holopod.

“Mira esto,” dijo. “Cerca, que nadie más vea.”

“Que es?” preguntó Altman.

“Tu dime.”

Altman cubrió el holopod con sus manos, miro la imagen que aparecía, rotando lentamente entre

sus palmas. Era solo una representación de una imagen digitalizada. Era imposible saber de qué

estaba hecha o a que se parecía exactamente, pero al menos podía darse una idea. Una figura

tridimensional, en dos partes, gruesa en la base y afinándose hacia dos puntas llegando al tope.

Era algo que parecía ser fabricado por el hombre más que una formación natural, no daba lugar a

dudas. O era solo el modelo digital que lo hacía pensar así? Le recordaba algo. Parecía tratarse de

dos filas distintas, unidas en la base, pero girando sobre sí mismas, aunque podía tratarse de una

sola estructura con una perforación en el centro. Lo miro un largo tiempo, viéndolo girar

lentamente. Entonces lo recordó. Era la figura que Ada había hecho con sus dedos, cruzándolos

sobre sí mismos, el signo que ella había visto a muchos pueblerinos hacer últimamente.

“Cola del Diablo,” murmuro, sin darse cuenta de haberlo dicho en voz alta hasta que vio la cara

sorprendida de Hammond.

Apago el holopod y se lo devolvió a Hammond.

“obtuve eso del sistema de comunicación antes de que lo desarmaran,” dijo Hammond. “De

acuerdo al mensaje adherido a él, contra indexaron toda la información que tenían—trabajando

con el pulso, a anomalía y probablemente varias otras cosas que ni tu ni yo sabemos todavía. Y

esto es lo que obtuvieron. Esto es lo que se encuentra en el centro del cráter.”

Se sentaron en silencio por un tiempo, mirando a sus lentes. “Entonces, un pulso inicia,” dice

Altman finalmente. “Tal vez algún tipo de señal. Algo en el centro del cráter, algo que no parece

ser una formación geológica natural, sino algo hecho por el hombre.”

“Construido, si,” dice Hammond, “pero quien puede decir que por el hombre?”

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“Si no es así, entonces... ,” dijo Altman. Y entonces de repente lo golpeo. “Mierda,” dijo, “crees

que es algo inhumano, algo alienígena?”

“No sé qué pensar,” dijo Hammond. “Pero si, eso es lo que algunos en DredgerCorp pensaron.”

Altman sacudió su cabeza. “No lo sé,” dijo. Miro nerviosamente a su alrededor en el bar. “Porque

me dices esto,” pregunto. “Por qué a mí?”

Hammond golpeo su pecho otra vez con su dedo. “Porque tú estabas preguntando. Esto ha estado

pasando hace un tiempo,” dijo. “Otros deben haberlo notado. Pero t u eres el único que contacto

a todos quienes creías que podrían saber algo. Sabes que me dice eso? Que no trabajas para

nadie. Que quieres saber por tu cuenta.”

“Seguramente otras personas están pensando en esto también.”

“Déjame plantearlo así,” dijo Hammond. “Alguien está tratando de ocultar esto. Tal vez

DredgerCorp, tal vez alguien más grande que ellos. Mucha gente sabe lo que está pasando, pero

nadie habla sobre ello. Por qué? Porque han sido comprados. Por qué hable contigo? Porque no

creo que hayas sido comprado.” Vacío su botella, entonces dio a Altman una sólida mirada. “Al

menos todavía no,” dijo.

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9

Fue solo cuando acompañaba a la bruja de regreso a su barrio que las cosas realmente dejaron de

tener sentido. En un momento ella estaba ahí, caminando a su lado, hablándole suavemente, y al

siguiente ya no estaba. No solo se había ido, sino que miro hacia atrás y en la arena solo estaban

sus huellas. Se adelantó, pensando que quizás ella siguió sin él. Tal vez no estaba prestando

atención.

Cuando llego, golpeo suavemente en el pedazo de latón que servía de puerta. Nadie contestaba.

Golpeo otra vez, esta vez más fuerte. Aún sin respuesta.

Golpeo otra vez. Y otra vez, no hubo respuesta.

Al final, la curiosidad gano sobre el miedo. Respiro hondo y cuidadosamente abrió la fina hoja de

latón lo suficiente para entrar. Estaba oscuro. Le tomo unos segundos acostumbrarse.

Al principio no podía ver nada excepto el halo de luz que entraba por la puerta. Pero olía algo, un

olor rico y punzante, casi metálico—no podía determinar que era. Entonces lentamente comenzó

a distinguir figuras borrosas. Una mesa, cubierta de variados objetos. Una vasija boca abajo en el

compacto piso de tierra. Allí al final del cuarto vio una cama de paja y pasto y en ella, debajo de

una derruida sabana, la forma de un cuerpo.

Él la llamo. “Bruja!” La forma en la cama no se movió.

Se movió lentamente a través del cuarto hasta que estuvo justo sobre la cama. Cuidadosamente

estiro su brazo y la toco sobre la sabana, moviéndola un poco.

“Soy yo,” dijo. “Chava.”

Ella estaba de costado. Él la movió, acostándola sobre su espalda. La sabana cayó para revelar los

ojos de la bruja abiertos de par en par y su garganta cortada.

Encontró una caja de fósforos y con dedos temblorosos encendió la lámpara que estaba en el piso,

al lado de la cama. Corrió la sabana del todo y vio el cuchillo que ella sostenía en su tiesa mano. La

hoja estaba marrón por su sangre. Cuidadosamente quito el cuchillo de su mano y lo poso sobre la

cama a su lado. En su otra mano, el vio severos cortes, largas heridas en cada uno de los dedos.

Ixtab, pensó.

Levanto la lámpara y la acerco a su cara. El corte era irregular y estaba incompleta, el blanco

azulado de su tráquea se asomaba. Había estado muerta un tiempo, horas por lo menos, tal vez

días. El olor en el cuarto, se dio cuenta, era el olor de su sangre. Como era posible? El acababa de

estar con ella.

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O creyó estarlo. Sacudiendo su cabeza, el giro y se dirigió hacia la puerta, entonces se detuvo de

repente. Bajo la luz de la lámpara, vio algo más. Las paredes estaban cubiertas con crudos

símbolos, nada que hubiese visto antes, formas raras y retorcidas, escritas en sangre.

Shockeado, las miraba. Lentamente voces comenzaron a sonar en su cabeza, la bruja entre ellas.

Dio la vuelta y huyo

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10

Luego de que Altman se fuera, Hammond siguió bebiendo. Su cabeza dolía. Estuvo bien hablar con

Altman? Estaba en lo correcto con él? Tal vez era un agente libre, pero en caso de ser alguien

buscando información, no sería exactamente eso lo que querría que pensara? Que estaba

hablando con alguien seguro? Pero no podía estar seguro de eso, cualquiera podría estar

mirándolo en ese mismo momento. Siempre están vigilando, siempre mirando, cerca,

discretamente, en el momento en que pudieran implantarlo en tu cráneo.

Eso es lo que hicieron, implantaron un grabador en su cráneo. Su cabeza dolía, desde hacía días ya.

Por qué no lo había visto antes? Estaban grabando sus ondas cerebrales; entonces las transmitían

a algún tipo de neurolaboratorio súper secreto de alta tecnología en alguna parte y los insertaban

en alguien más, así sabían todo lo que pensaba. Lo único que quedaba por hacer era no pensar. Si

dejaba de pensar tal vez podía mantenerse un paso delante de ellos.

Alguien se acercaba por el cuarto hacia él. Un hombre grande con un abundante bigote y un rostro

arrugado y manchado. Debe ser uno de ellos. Tenso su cuerpo pero se mantuvo quieto. Era el

momento de buscar el cuchillo en su bolsillo, abrirlo y apuñalar al hombre? No, probablemente

no. Pero tenía una botella de cerveza en su mano. Tal vez podría arrojársela en la cabeza. Si la

tiraba lo suficientemente fuerte y en el momento justo podría noquearlo. O no, espera, podría

agarrar la botella por el cuello y romperla. Entonces tendría una verdadera arma. Nunca dejaría

que lo atraparan con vida.

“Señor?” dijo el hombre, con una mirada consternada en su cara. “Sucede algo malo?”

Que fue esa voz? Sonaba familiar: el dueño del bar. Cuál era su nombre? Méndez o algo así. Se

relajó. Que le estaba pasando? Era solo el barman. Sacudió la cabeza. Por qué estaba tan

paranoico? No solía ser así, o lo era?

“Estoy bien,” dijo. “me gustaría otra cerveza.”

“Lo siento,” dijo el dueño. “Estamos cerrando.”

Y ciertamente, cuando miro a su alrededor vio que era casi el único presente en el bar. Todos los

demás, excepto por un pueblerino, el borracho sin nombre del pueblo, que se encontraba hundido

en una esquina del cuarto, envuelto en una cubierta de obscuridad, mirándolo.

Hammond asintió. Se paró y fue hacia la puerta. El borracho lo siguió con sus ojos. No le prestes

atención, pensó Hammond. No es uno de ellos, es solo un borracho. No lo habían descubierto aún.

Probablemente. Respira hondo. Estarás bien.

Salió a la polvorienta calle sin problemas. Podía oír la holas golpeando en la costa, podía oler la sal

también. Ahora qué? Se preguntó. Qué más?

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Luego pensó: Casa.

Estaba a mitad de camino del complejo donde vivía, caminando por una calle desierta, cuando

escucho algo. Al principio no estaba seguro de haber oído nada significante. Solo era un golpeteo,

probablemente de algún animal. Cuando se detuvo, no lo escucho. Pero cuando emprendió

marcha nuevamente, ahí estaba, pequeños rastros de él, como una voz que no podía dejar de oír

en su cabeza. Después de media cuadra estaba seguro: alguien estaba siguiendo sus pasos.

Se dio vuelta, pero no vio a nadie. Apresuro su paso un poco. Parecía haber susurros provenientes

de las sobras frente a él, pero al acercarse a ellos, desaparecían, continuando más adelante en el

camino. Sacudió su cabeza. Es una locura pensó. Estoy enloqueciendo. Escucho otra vez un sonido

detrás de él y giro nuevamente, esta vez vio a alguien, una forma obscura, a poca distancia

Se detuvo y quedo mirándola. Había dejado de moverse, y tan súbitamente como había aparecido,

dio un paso atrás en las sombras y desapareció.

“Hola?” No pudo evitar preguntar. “Hay alguien ahí?”

Su corazón empezó a subir a su garganta. Busco en su bolsillo y saco su navaja, abriéndola. Se veía

absurdamente pequeña, casi inútil en su mano. Miro hacia atrás, a las sombras, donde la figura

había desaparecido, entonces noto que probablemente eso era exactamente lo que querían que

hiciera. Giro rápidamente sobre sí mismo, para continuar en su camino.

Cuando se dio vuelta vio que la calle ya no estaba vacía. Había tres hombres, dos de ellos bastante

grandes, todas caras que reconocía de la instalación de DredgerCorp.

“Hammond?” dijo el más pequeño, el único que llevaba lentes. “Charles Hammond?”

“Quien quiere saber?” preguntó Hammond.

“Alguien quisiera hablar con usted,” dijo. “Venga con nosotros.”

“Quien?”

“No tengo la libertad de decirlo,” contestó el hombre.

“Estoy fuera de servicio,” exclamo Hammond. “Las horas de trabajo terminaron hace mucho.”

“Estas en servicio para esto,” dijo otro de los hombres.

Asintió. Pretendió relajarse, comenzando a moverse hacia ellos, entonces, de repente giro sobre

su talón y comenzó a correr tan rápido como podía en la dirección contraria.

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Escuchaba gritos detrás suyo. Se agacho en un callejón y comenzó a arrastrarse, un pequeño y

desbaratado perro ladro durante la mitad del recorrido. Salto sobre una reja y cayó sobre una pila

de basura. Levantado y corriendo de nuevo, dejo las calles del pueblo para entrar en los barrios.

Su cabeza latía. Miro hacia atrás—aún estaban tras él, alcanzándolo. Siguió corriendo, un agudo

dolor subía por su costado. Más lento ahora, pero seguía corriendo.

Para cuando alcanzo el límite del barrio, estaban tan cerca que podía escuchar el sonido de su

pesada respiración. Van a atraparme, se dio cuenta, no hay nada que pueda hacer. Se detuvo de

golpe, giro en el lugar, con el pequeño cuchillo frente a él.

Los tres hombres rápidamente se dispersaron, formando un triángulo a su alrededor. Hammond,

agotado, seguía moviendo el cuchillo de una mano a la otra.

Los otros mantenían su distancia, con las manos alzadas.

“No hay necesidad de hacer esto,” dijo el hombre de anteojos. “Ellos solo quieren hablar contigo.”

“Quienes son ellos?” preguntó Hammond.

“Vamos,” dijo el hombre de anteojos. “Se un buen chico y deja el cuchillo.”

“Que le pasa Tom?” preguntó el primero de los otros dos.

“Está asustado Tim,” dijo el segundo.

“Yo también estaría asustado si fuera él,” dijo Tim. “A nadie le gustan los ladrones.”

“Ladrones? Realmente puedes robar secretos?” dijo Tom.

“Ya muchachos,” dijo el hombre de lentes. “No están mejorando la situación.”

Ahí estaban otra vez, las voces en su cabeza. Pero porque querrían enviar voces a su cabeza si

estaban justo frente a él? Y entonces un terrible pensamiento llego a Hammond: y si había dos

grupos diferentes buscándolo? DredgerCorp y otro más? O tal vez incluso tres. O cuatro. Que

querrían con él? Lo golpearían? Lo matarían? Sería peor que eso?

“Ahora, calmémonos,” dijo el hombre de lentes, un poco nervioso el mismo.

Alguien, se dio cuenta Hammond, estaba haciendo un ruido, un chillido agudo. Era algo terrible

para oír. Le tomo un largo tiempo dares cuenta de que ese alguien era él mismo.

“Te dije que algo sobre él no estaba bien,” escucho a Tim decir detrás suyo.

“Tienes razón en eso Tim,” dijo Tom.

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Aún estaban ahí, los tres, parados de una manera que hacía imposible que pudiera verlos a todos

al mismo tiempo. Podía girar y girar pero no podía verlos al mismo tiempo sin importar lo que

hiciera. Y también estaban los que se metían en su cabeza, lentamente extrayendo sus

pensamientos. Dios como le dolía la cabeza. Tenía que detenerlos, sacarlos de su cabeza.

“Baja el cuchillo amigo,” dijo el hombre de lentes.

Pero esa era la última cosa que Hammond haría. En lugar de eso se adelantó y mostro su cuchillo

al hombre de lentes, quien salto levemente hacia atrás, pero no lo suficiente; el cuchillos abrió una

herida justo bajo su muñeca. Se quedó apretándola, la sangre corría por sus dedos, su cara se

tornó pálida en la tenue luz.Pero Hammond se olvidó de que los otros dos estaban ahí, no muy

lejos, y acercándose. Se alejaron rápidamente cuando vieron que los había notado.

Aún estaba rodeado, tanto dentro de su cabeza como fuera de ella. No había escapatoria. Nunca

escaparía. Entonces, al dar cuenta de esto, con el corazón en su boca, hizo lo único que podía

hacer.

“No esperaba eso Tim,” dijo Tom.

“Yo tampoco,” dijo Tim. “Este estaba lleno de sorpresas. Que querrían con él a todo esto?”

preguntó al hombre de lentes.

“Unas pocas preguntas,” contesto. “Nada serio. Solo unas preguntas.” Había envuelto su muñeca

con una de sus mangas. Lentamente se manchaba con sangre.

“Nunca vi algo como eso,” dijo Tom. “Y espero nunca verlo otra vez.”

“Lo mismo digo,” agrego Tim, sacudiendo su cabeza.

Tomo un paso atrás para evitar el charco de sangre que se expandía desde el cuello cortado de

Hammond. Nunca había visto a nadie cortarse tan profundo y tan rápido. Aún salía mucha sangre.

Tuvo que retroceder otra vez.

Como podría alguien hacerse eso a sí mismo? Se preguntaba Tim. Debe haber estado muy

asustado. O simplemente loco. O ambas. Pensaba, masajeando su cabeza.

“Estas bien Tim?” pregunto Tom.

“Mejor que él por lo menos,” dijo Tim. “Es solo un dolor de cabeza.”

“Yo también,” dijo Tom. “Terry?”

“También me duele la cabeza,” dijo el hombre de lentes. “Ha sido una de esas noches.

Reaccionemos muchachos. Vámonos de aquí antes de que llegue la ley.”

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PARTE DOS

ESPACIOS

CONFINADOS

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“Se suicidó, así de simple,” decía el hombre en la pantalla. Era casi una pregunta en lugar de una

afirmación. Tenía una mandíbula de corte cuadrado y cabello blanco peinado hacia atrás y

aplastado. Incluso en una pequeña pantalla era un hombre imponente. Vestía un uniforme, pero

su pantalla había sido configurada para distorsionar su insignia, para hacer imposible de

determinar de qué rama de servicio formaba parte.

“Eso es lo que me informan,” dijo Tanner.

William Tanner era el director de la recién establecida sede de DredgerCorp en Chicxulub, la semi

secreta rama de la organización que había sido montada rápidamente tras el primer indicio de que

algo pasaba en el centro del cráter.

Tanner tenía un trasfondo militar y se especializaba en operaciones encubiertas a través de

corporaciones falsas. Esta operación corría bajo el nombre de Ecodyne. Ingresando el comando

correcto en el sistema en el momento correcto y cualquier señal de una conexión con

DredgerCorp desaparecería instantáneamente de los archivos de la compañía.

Entonces Tanner desaparecería para resurgir con otro nombre. Hasta ahora, esta operación había

ido bien, en parte por suerte, en parte porque era realmente bueno en lo que hacía, la razón por la

que hacía diez años que trabajaba para DredgerCorp. No sabía el nombre del hombre en la

pantalla. Todo lo que sabía es que tres días antes había tenido una videoconferencia con Lenny

Small, el presidente de DredgerCorp, quien explico que traerían a alguien de afuera. Cuando

Tanner pregunto quién era, Small solo sonrió.

“No hacen falta nombres Tanner,” dijo. Abriendo una foto del hombre en la pantalla de Tanner.

“Este es tu hombre,” dijo. “Dile todo lo que quiera saber y haz todo lo que él diga.”

Una vez que Small se desconectó, Tanner sacudía su cabeza. Por qué traer a alguien de afuera?

Solo era otra posibilidad de que todo saliera mal. Solo otro hoyo que él tendría que tapar cuando

la operación terminara. Small se estaba ablandando en su vejez, bebiendo demasiado tal vez,

volviéndose descuidado. Lo que ponía a todos en riesgo. Lo ponía a él en riesgo. A Tanner no le

gustaba eso. Pero cuando vio al hombre en la pantalla, apenas lo escucho hablar, apenas escucho

la frialdad de su voz, se dio cuenta de que había juzgado mal a su jefe. No se trataba de cualquier

persona. Era un militar, alguien que claramente había visto mucho y sabia mejor que nadie lo que

estaba pasando. En privado, Tanner comenzó a pensar en él como el Coronel. Aunque no tenía

idea de cuál era el rango del hombre, o siquiera si había acertado en que rama de servicio

trabajaba.

No era posible adivinar donde podría estar be—el fondo había sido deliberadamente pixelado lo

que generaba un extraño temblor en los bordes de la figura del Coronel. Era él quien tenía la data

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interceptada de varios reportes científicos y había generado un modelo que les dio una idea de

que podía estar esperándolos en el centro del cráter. Fue el Coronel quien inmediatamente quiso

reemplazar el sistema de seguridad, quien había visto el potencial del técnico que lo instalo en

primer lugar dejando una puerta trasera para sí mismo. Y cuando ese joven geofísico llamado

Altman comenzó a preguntar sobre anomalías en el cráter, el coronel inmediatamente intervino su

teléfono.

Unos minutos más tarde, el Coronel estaba nuevamente en la pantalla, diciendo a Tanner que

Altman ya había llamado al técnico—Tocino era su nombre.

O no, era otro tipo de carne: Jamón. Hammond

“Muy tarde para rastrearlo,” dijo el Coronel, “pero traigamos a este Hammond y hablemos con él.”

Lo que trajo a Tanner de regreso a donde estaba ahora, impresionado por lo impasíva y

consternada que se veía la cara del Coronel después de haberle dicho que Hammond había

muerto.

“Hay alguna posibilidad de que estén mintiéndole?” preguntó el Coronel.

“Yo mismo he visto el cuerpo,” dijo Tanner. “Está bien muerto. Estaban tratando de traerlo,

hablando con él, y enloqueció y corto su garganta.”

“Hizo que?”

“Corto su propia garganta. Casi corta su cabeza por completo.”

“Solo hablando con él dices,” dijo el Coronel. “Que se supone que significa eso? Las personas no

cortan sus cuellos cuando solo hablas con ellas.”

Tanner trago saliva. Hablar con el Coronel lo ponía nervioso.

“Alguna chance de que lo presionaran demasiado?” preguntó el Coronel.

Tanner sacudió su cabeza. “He trabajado antes con estos hombres,” dijo. “Son completamente

confiables. Sabían cuáles eran sus órdenes. Confíe en mí, ellos estaban tan sorprendidos como

usted y yo.”

El Coronel asintió levemente. “Cree que Altman sea una amenaza?”

Tanner se encogió de hombros. “Esperaba determinar eso con Hammond.”

“Siga su instinto,” dijo el Coronel. “Amenaza o no?”

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Tanner miro hacia abajo, a los holoarchivos que había abierto frente a él, empujándolos hacia la

holopantalla. Copias de ellos, sabía que aparecían en el otro extremo de la comunicación, donde el

Coronel pudiera verlos. “No creo que haya mucho por lo que debamos preocuparnos por Altman,”

dijo. “no hay nada de especial en él. Es un científico común. Ningún Einstein, no es el tipo que

resalte en la manada.”

“En mi experiencia,” dijo el Coronel, “nadie deja la manada hasta que se les da una razón para

hacerlo. Es entonces cuando sabes si se doblaran o romperán.”

“Supongo,” dijo Tanner. “En mi experiencia, muy poca gente llega tan lejos.”

El Coronel asintió, apretando sus labios. “Pero si Altman lo hace?...”

Tanner pensó en ello. “No lo sé,” dijo. “No parece ser el tipo heroico. Es poco probable que sea un

espía industrial de otra corporación, y no creo que quiera convertirse en uno. Parece haber

tomado este trabajo exclusivamente para seguir a su novia a Chicxulub.”

“Podría ser una buena pantalla,” dijo el Coronel.

“Puede ser,” contestó Tanner. “Pero usted probablemente sabría mejor que yo si lo fuera, y en

caso de serlo, para qué. No creo que sea una pantalla.”

El Coronel reviso rápidamente los archivos. “No”, dijo una vez terminado. “Yo tampoco lo creo”. Se

quedó un momento mirando fijamente a la pantalla. Para Tanner se sintió como si el Coronel

estuviese mirando a través de él, no solo mirándolo.

Finalmente el Coronel dijo, “Avancemos rápidamente.” Giro hacia su propio holobanco y envió

una renderizacion a través de la pantalla a Tanner. Una imagen tridimensional. Algún tipo de nave.

Al principio Tanner pensó que era algún tipo de lanzadera espacial y sintió un leve golpe de miedo:

él había formado parte de las tropas que participaron en las guerrillas lunares. Había pasado duras

horas con su oxigeno agotándose, sifoneando desde los tanques de los muertos y moribundos a su

alrededor. Pero entonces noto los motores atornillados y comprendió que no se trataba de una

nave espacial en lo más mínimo: era algún tipo de submarino. Para aguas profundas

aparentemente

“Que es eso señor?” pregunto.

“El F/7,” dijo el Coronel. “Prototipo sumergible, no comercializado aún, incluso entre nuestra

gente. Lo enviare hacia allí. Encuentra dos hombres que puedan pilotarlo, gente en la que puedas

confiar. Y rápidamente. Tenemos que llegar allí primero.”

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12

Escogió a Dantec, un ex-militar de su propia unidad que había traído con él diez años atrás, cuando

sirvió por primera vez, alguien en quien confiaba implícitamente y quien, además, sabia pilotar

prácticamente cualquier cosa. Dantec era bueno en pensar con sus pies, muy rápido. Tampoco

tenía problemas en hacer algo dudoso si era Tanner el que lo pedía. Pero también era conocido

por recurrir rápidamente a la violencia si algo iba mal. Algo paso con Dantec durante las

operaciones en la luna, algo que dejo sus ojos firmes pero inmóviles, como si no hubiese nadie en

casa. Tanner no estaba seguro de que era.

No es un mal tipo, Tanner se decía a si mismo las pocas veces que Dantec había hecho algo difícil

de aceptar, incluso con su buena falta de moral. Él solo no ve las cosas como yo. Y entonces, como

una reflexión, se encontraba frecuentemente pensando, yo tampoco soy un mal tipo.

Tanner suspiro. Malos tipos o no, ambos, él y Dantec harían lo que sintieran, a su manera,

correcto.

Tuvo que buscar un poco por el segundo hombre, sacándolo de la Central Norte Americana de

DredgerCorp. Su nombre era Hennessy y era un geólogo marino que también poseía una gran

experiencia con submarinos. Era calvo a pesar de ser relativamente joven, en la mitad de sus

treintas. También era muy respetado, y si ya se encontraba dentro de DredgerCorp, eso

probablemente significaba que no objetaría en hacer algo que estuviese un poco alejado de la ley.

Pero la pregunta del Coronel sobre Altman seguía molestándolo: si la presión terminara ganando a

Hennessy y se diera cuenta de la extensión total de lo que estaban haciendo; se doblaría o

quebraría? No había manera de decirlo, pensaba Tanner, pero creyó que era más probable que

siguiera la corriente en lugar de protestar o intentar detenerlos.

Tanner hizo los arreglos a través del Presidente Small, y puso a Hennessy en el siguiente vuelo al

sur. Para cuando el hombre llego a Puerto Chicxulub, el F/7 había llegado, estaba esperándolos

bajo una lona en la cubierta de un buque carguero sin nombre a unas quince millas del centro del

cráter. Aunque se veía viejo y oxidado en el exterior, el buque estaba equipado con equipos de

última tecnología en el interior. Estaba tripulado por personal militar y ex-militar—ellos no

llevaban uniformes regulares, pero su entrenamiento era evidente por lo eficiente de sus

movimientos, sus meticulosos cortes de cabellos y la manera en que actuaban por cumplir una

orden.

“Deberíamos tener cuidado con lo que decimos cerca de la tripulación?” pregunto Tanner al

Coronel a través de la video llamada.

“Debería tener cuidado con lo que dice cerca de cualquiera,” dijo el Coronel, y mostro sus dientes

de manera que Tanner asumió que se trataba de una sonrisa.

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Definitivamente un carnívoro, pensó Tanner. Entonces el Coronel cubrió sus dientes nuevamente y

dijo, “No diga más de lo que deba.”

El F/7 era un batiscafo. Un modelo excavador prototipo, algo hecho para descender grandes

profundidades y atravesar rápidamente roca sólida.

Hennessy respondió al verlo como un chico bajando las escaleras en navidad esperando encontrar

un poni junto al árbol. Caminaba junto a Tanner y Dantec alrededor de la nave, balbuceando sobre

la combinación de titanio del taladro y los pulverizadores moleculares destinados a abrir el

camino. Tanner y Dantec solo pretendían interés para seguirle la corriente.

“No me digan que bajaremos dentro de Chicxulub,” dijo Hennessy, excitado. “Siempre quise ir ahí.

Que estamos buscando?”

Pronto lo sabrás, pensó Tanner sombríamente. “Solo algunas inmersiones,” dijo tan casualmente

como pudo. “Solo algo para las pruebas del F/7 en su espacio. Rutina.”

En los próximos días Tanner los hizo hacer exactamente eso. Probaron el F/7 en ese espacio,

primero viendo cuan maniobrable era navegando en la superficie, luego probándolo en aguas

profundas, y finalmente probando el taladro y los pulverizadores. No era la nave más maniobrable

que Hennessy haya visto, pero ese no era el punto del batiscafo: tenía que ser sólido y capaz de

soportar la tremenda presión cuando se sumergía muy profundo. En la superficie flotaba

erráticamente, lentamente tomando la dirección en la que querían ir. Bajo el agua respondía

mucho mejor. Y era aún mejor cuando estaban atravesando barro o rocas. Incluso cuando el

taladro estaba trabajando a toda máquina, mordiendo roca sólida, la nave se mantenía estable,

apenas sacudiéndose. Los propulsores traseros los mantenían presionados contra las rocas y el

taladro los hacia avanzar si sus hojas encontraban algo en que aferrarse. Mientras tanto los

pulverizadores convertían la roca sobrante en fina grava que era absorbida por la corriente creada

por los propulsores y era removida del camino, o disuelta por completo. Hennessy aseguro nunca

haber visto nada como eso.

Se sumergieron con el F/7 unas siete u ocho veces, pruebas. Al principio Dantec solo miraba lo que

Hennessy hacía, lo escuchaba hablar, lo observaba. Y entonces, un día, Dantec informo

súbitamente a Hennessy que era su turno.

“Pero esta es una pieza delicada de equipo,” le advirtió Hennessy. “Necesitas tener meses y meses

de entrenamiento antes que—”

“Estas empeorando mi dolor de cabeza. Muévete,” dijo Dantec. Y Hennessy, alejándose del panel

de instrumentos y tomando noción de su compañero, tal vez por primera vez, vio su expresión

muerta y firmes ojos.

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Esa noche, tan pronto como se sentó en su cama y comenzó a sacarse sus zapatos, Tanner escucho

un golpe en la puerta.

“Adelante,” dijo, mientras continuaba desatando los cordones, hasta que vio un par de botas

familiares entrar. Miro hacia arriba. Porque seria, se preguntó, que Dantec siempre se veía como

un predador?

“Eres tú,” dijo a Dantec. “Todo está yendo bien?”

Dantec asintió. “Ya lo entendí todo,” dijo.

“Puedes pilotar la nave si necesitas hacerlo?”

“Comparado con un Moon Lander es algo sencillo,” dijo Dantec. “No será un problema.”

“Qué hay del taladro?”

Dantec se encogió de hombros. “Tampoco es algo complicado,” dijo. “Sé cómo taladrar un túnel y

probablemente pueda descifrar como hacer cualquier otra cosa que necesitemos. Hennessy ya no

es esencial. Si se arrepiente en algún momento de la misión, o si algo va mal. Puedo hacerme

cargo.”

“Que quieres decir con si algo va mal?” preguntó Tanner.

Dantec se encogió de hombros otra vez. “Solo me preparo,” contesto.

“Si algo saliera mal,” dijo Tanner lentamente. “Preferiría que no lo mataras.”

Dantec dudo, y luego asintió. “Tu preferencia es tomada con desgano,” dijo.

La mañana siguiente encontramos a Tanner hablando a una imagen del Coronel en la

Holopantalla. “Estamos listos,” dijo. “Cuando usted quiera podemos mover la nave al centro del

cráter y soltar el F/7. Ambos pilotos están entrenados y cómodos con el submarino. Ambos están

ansiosos por salir.”

“Muy bien,” dijo el Coronel. Parecía estar viendo a través de Tanner nuevamente, como si él no

estuviese ahí. “Muevan el carguero en posición esta noche,” dijo.

“Esta noche?”

“Suelten el ancla justo antes del ocaso. Los quiero en posición a las 2100 horas y listos para salir a

las 2200. No necesita decirle nada a sus dos pilotos ni hacerlos sospechar para que avisen a

alguien más en caso de que usted se haya equivocado y sean espías. Solo despiértelos y hágalos

abordar a tiempo para lanzar el F/7 antes de medianoche.”

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“Sí Señor,” dijo Tanner

El Coronel se estiro para desconectar la llamada, pero se detuvo. “Se ve cansado Tanner,” dijo.

“Está todo bien?”

“Esto bien Señor,” contesto Tanner. “Es solo un pequeño dolor de cabeza. He tenido algunos

problemas de sueño. Pero nada de qué preocuparse.”

“Mañana podría ser un día histórico,” especulaba el Coronel.

“Si,” dijo Tanner.

“Que cree que haya allá abajo?”

Tanner había estado preguntándose lo mismo por días ya. Como podría algo aparentemente

fabricado por hombres, terminar enterrado bajo toneladas de roca en el centro de un cráter?

“No lo sé,” dijo. “Tal vez sea una formación natural que por alguna razón no parece serlo. O tal vez

es algo hecho por el hombre que ha terminado allí solo Dios sabe porque. O tal vez…,” dijo, pero

no pudo terminar la oración. Era demasiado grande para terminar de comprenderlo.

“Tal vez qué?” preguntó el Coronel.

Tanner sacudió su cabeza para aclararla, lo que solo empeoro el dolor de cabeza. “Realmente no lo

sé Señor,” dijo.

“Te diré en que estás pensando ya que no eres lo suficientemente hombre para decirlo tú mismo,”

dijo el Coronel. “Está pensando, ‘Seguro, puede ser construido, pero no por nosotros, no por

humanos.’”

Tanner no dijo nada.

“Créalo o no Tanner, es una posibilidad genuina. Es lo que estamos esperando. El primer contacto

con vida inteligente más allá de la nuestra.”

Tanner se mareo de solo pensarlo, incluso lo asustaba un poco. Si realmente se trataba de eso,

podría cambiar todo. “Con un poco de suerte, lo sabremos pronto,” dijo con la voz más estable

que pudo emitir. “Mantendré mis dedos cruzados Señor,” agrego, y entonces corto la llamada.

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Estaba tratando de correr, pero no llegaba a ningún lado. Sus brazos y piernas colgaban en el aire,

pero nada estaba pasando. No podía siquiera sentir el piso bajo sus pies. Y había algo mal en el

aire. Cada vez que intentaba respirar, terminaba tosiendo, ahogándose. Estaba sofocándose

lentamente.

Miraba frenéticamente a su alrededor, pero a cada lado era lo mismo—una interminable

extensión gris, nada sólido, nada definido, solo él mismo, flotando en el vacío, muriendo.

Sabía que estaba muerto, pero de alguna manera todavía “era”. Estaba flotando, sus ojos abiertos

pero no veían nada. Su cuerpo giraba y giraba lentamente. No había nada más allí que él, pero él

tampoco estaba allí exactamente. Escucho algo. Silencioso, como el sonido de un insecto

caminando sobre un papel. Lentamente fue aumentando, convirtiéndose en un fuerte susurro.

Una voz humana, hablándole.

Hennessy, dijo. Era una voz familiar. Deseaba que fuera más fuerte que un susurro así podría estar

seguro de quien era. Hennessy, dijo otra vez. La escuchaba cerca de su oído, y luego en dos

susurros ligeramente distintos al mismo tiempo. De repente se dio cuenta que no era solo una voz,

era una legión, todos ellos susurrando, todos ellos diciendo su nombre. Hennessy, Hennessy,

Hennessy.

Y entonces, girando, el espacio gris a su alrededor repentinamente ya no se veía tan gris. Estaba

cambiando. Transformándose. Convirtiéndose en algo más. Él sabía que estaba muerto, y no podía

moverse. Todo lo que podía hacer era permanecer ahí, flotando, con su cuerpo girando

lentamente, escuchando esas voces, mientras el vacío espacio gris que lo rodeaba se tornaba más

y más texturado. Por un momento se veía estriado, cubierto por rayas y líneas, entonces se

volvieron curvas y arrugadas, en una forma que le recordaron un cerebro humano. Y entonces,

también, se ajustó y cambio, comenzando a tomar vagas características. No era un vacío, se dio

cuenta, sino una apretada masa de cuerpos, unidos unos a otros, fundiéndose entre sí, todos ellos

muertos.

Quería cerrar sus ojos, pero no podía. Había miles de ellos, tal vez más, y mientras las caras se

diferenciaban más y más, comenzó a darse cuenta de que todos eran personas que él conocía,

todos ellos muertos. Su esposa estaba allí, su cuello roto por un accidente, su madre y padre,

ambos decrépitos y derruidos justo como estaban luego de que el cáncer los tomara, y otros,

muchos otros, a quienes no había olvidado, pero que al notarlos, sabía que habían muerto.

Hennessy. La palabra vino de una de esas bocas abiertas e inmóviles, como el eco de una profunda

cueva. Pero cuál? Hennessy, dijo otro. Y pronto, todos estaban diciéndolo, presionando más y más

cerca suyo, y no había nada que pudiera hacer para detenerlos. Entonces sus dedos comenzaron a

hundirse bajo su piel, tejiéndose entre sus huesos, insinuando su camino dentro de él.

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“Hennessy!” alguien estaba gritando. “Hennessy!”

Algo lo estaba agarrando, sacudiéndolo. Manos. Alguien estaba gritando, Hennessy lo noto, y

entonces se dio cuenta de que ese alguien era él.

Logro soltarse y fue despedido hacia atrás, fuera del agarre de lo que sea que fuese, hasta que

golpeo una pared. Fue entonces que fue capaz de dejar de gritar y considerar donde estaba. Un

cuarto normal, en el complejo de DredgerCorp, en Chicxulub. Ahí estaba su cama. Estaba su

cuarto. Estaba bien. Estaba de regreso en el mundo real. Había un hombre agachado junto a la

cama. Un hombre de apariencia normal, usando anteojos.

“Jesús,” dijo el hombre. Estaba cubriendo su nariz. Sangre goteaba a lo largo de sus dedos hasta el

suelo. “Por qué hiciste eso?”

Detrás suyo, Hennessy vio dos hombres más grandes. Parecían ser hermanos, o incluso gemelos.

Los había visto merodeando varias veces dentro del complejo, pero nunca supo exactamente que

hacían.

“Quieres que lo golpeemos un poco?” dijo uno de los hombres más grandes.

“Lo ablandamos un poco?” dijo el otro, golpeando su puño contra su otra mano.

“Saben que no podemos hacer eso,” dijo el hombre de lentes. “Solo se supone que vengamos a

buscarlo.”

“Lo siento,” dijo Hennessy al hombre de lentes, confundido por lo que decían. “Tuve un mal

sueño.”

“Las pesadillas se han vuelto comunes últimamente. Debe haber sido una realmente horrible,” dijo

el hombre de lentes. Movió su cabeza hacia atrás y retiro su mano. El sangrado parecía haberse

detenido. Lo comprobó aspirando para probar.

“Que están haciendo aquí?” preguntó Hennessy.

“Nos enviaron a buscarte,” contestó el hombre de lentes. “Vístete.”

Tal vez aún sigo soñando, pensó Hennessy. “Buscarme? Para qué?” pregunto.

“Te necesitan en otra parte. Solo vístete y vámonos. O quieres que permita a Tim y Tom que

liberen algo de su energía nerviosa en ti?”

Lo llevaron hacia el muelle, Tim y Tom a cada lado, el hombre con lentes guiando el camino. Había

un gran bote ahí, Dantec ya estaba adentro, aparentemente calmo, sentado muy derecho, con sus

brazos cruzados. A diferencia de él Dantec no tenía escolta. Uno de los vagamente militares

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hombres del buque carguero estaba parado a metros del muelle, el otro en la cubierta, listo para

partir.

“Donde nos llevan?” Pregunto Hennessy al hombre de lentes.

Aún masajeaba su nariz. “Nos dijeron que te subamos al bote. Eso es todo lo que se.”

“Sube,” dijo Tim detrás suyo.

“O quieres que te subamos?” pregunto Tom.

Hennessy subió al bote y se sentó junto a Dantec. El soldado también subió, empujando el bote

lejos del muelle y tomando el asiento del piloto. Un momento más tarde, el motor estaba sonando

y ellos estaban atravesando las negras aguas.

“Sabes que está pasando?” preguntó Hennessy a Dantec.

Él le dio una dura y fría mirada. “Hemos sido activados,” dijo.

Activado? Se preguntó Hennessy. Qué significa eso?

· · ·

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Con el viento y el agua que salpicaba, Hennessy comenzó a sentir mucho frio. Al llegar al buque

carguero, temblaba tanto que se oían sus dientes golpeando. Subieron por una escalera para

encontrar a Tanner esperándolos en la cubierta.

“Llegaron realmente rápido,” dijo Tanner al piloto del bote. “Bien hecho hijo.”

“Gracias Señor,” dijo el hombre

Tanner giro hacia Hennessy y Dantec. “Bien,” dijo, “apuesto a que ambos se estarán preguntando

qué Diablos sucede. Vengan conmigo al puente y hablaremos.”

Luego de que Tanner terminara de explicar, Hennessy sentía que algo estaba mal. Seguro, estaba

excitado por descender al centro del cráter, excitado por descubrir que había allí y de donde venía.

Podría ser, como Tanner dijo, algo asombroso, incluso el primer indicio de vida extraterrestre

inteligente. Pero tal vez no era nada, solo una anomalía. Tenía que intentar no excitarse mucho.

Además, algo simplemente no encajaba. Ciertamente DredgerCorp no era la única en detectar el

objeto. E incluso si lo fuera, no tenían la obligación de reportarlo? No tenían que seguir los canales

apropiados, consultar con el gobierno mexicano? No debería haber un proyecto, algo en que

DredgerCorp participara pero el gobierno controlara, en lugar de una operación apurada y

repentina en el medio de la noche?

No, definitivamente no planeaban nada bueno, y de cierta manera, eso podría traer serias

consecuencias. Tal vez era un poco incrédulo, tal vez en el pasado miraba a otro lado cuando las

cosas se volvían cuestionables, pero no era tan incrédulo. Sabía que si algo salía mal, no sería lo

más probable que Tanner o DredgerCorp asumieran la culpa, sino él y Dantec. DredgerCorp los

dejaría tirados sin pensarlo dos veces

Miro a Dantec, quien giro y cruzo miradas. Parecía estar tan tranquilo como siempre, su mirada

muerta, sus ojos predador. No le importa, se dio cuenta Hennessy. Hará lo que sea que le pidan.

Así que Hennessy respire profundamente y giro hacia Tanner.

“Por qué de noche?” pregunto.

“Por qué no?” dijo Tanner. El F/7 tiene luces. Tendrán que usarlas de todas formas cuando bajen

lo suficiente y definitivamente deberán usarlas cuando comiencen a escavar.”

“No creo que sea eso lo que pregunta,” dijo Dantec tranquilamente.

“No?” dijo Tanner. “Que pregunta entonces?”

“Si es legal.”

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“Es cierto eso?” dijo Tanner, girando hacia Hennessy. “Es eso lo que pregunta?”

Hennessy dudo un momento, y entonces asintió. “Solo me parece algo extraño,” dijo. “Acaso este

cráter no es enteramente propiedad de México? No tendría que ser explorado por una

organización de recuperación local? Y que sucede con la tripulación de este carguero? Son

militares o no? Si lo son, por que no usan sus uniformes? De qué lado están? Si no lo son,

entonces, que Diablos está pasando?”

“No necesitas pensar en todo eso,” dijo Tanner. “Yo manejo los detalles. No hay razón para que te

preocupes.”

“Pero somos nosotros los que quedaremos quemados si esto sale mal,” dijo Hennessy.

Tanner no dijo nada.

“Me equivoco?” pregunto Hennessy, apelando a Dantec. “No deberíamos estar preocupados? No

tienes un problema con esto?”

Dantec no dijo nada.

Hennessy giro nuevamente hacia Tanner. “No debería estar preocupado?” pregunto.

Tanner contesto, “Ya te he dado una respuesta.” Hennessy suspiro.

“Mira,” dijo Tanner. “No quieres formar parte de esto? Podría ser algo extremadamente

importante, pero eso no quiere decir que sea una operación sin riesgos. Tienes que decidirte

Hennessy. Si no quieres ir no tienes que hacerlo, pero tienes que decidirlo ahora..”

Hennessy dudo un largo tiempo. Ya sea legal o ilegal, era algo grande, importante. No podía

confiar en Tanner, pero, tampoco podía confiar en nadie en DredgerCorp. Sabía eso cuando firmo

su contrato. Pero siempre había logrado evitar meterse en problemas antes. Si lo que estaban

haciendo era legal o no, pensó para sí mismo, él podía asegurarse de que su participación fuera

legal. Además, si las cosas iban demasiado mal, podría abandonar después. Iría con ellos, pero no

confiaría a Tanner lo suficiente como para que pudiera joderlo. Finalmente asintió.

“Bien,” dijo Tanner. “Vayan entonces, los dos.”

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Nunca antes había estado dentro del batiscafo de noche. La luz fluorescente, con toda la

obscuridad alrededor, lo golpeo directamente, tan duro y sucio como la oficina de un dentista

desorganizado. Transformo tanto su cara como la de Dantec , dándoles tranquilidad.

Se ataron a sus asientos, Hennessy en los controles al frente, Dantec justo detrás suyo y a la

derecha, junto al liberador de lastre. La grúa los elevo sobre el agua. Colgaron sacudiéndose por

un momento, y luego, de repente fueron liberados.

Golpearon contra el agua, y la obscuridad se volvió total. Dantec encendió las luces exteriores, que

opacaron las interiores. Hennessy chequeo los controles. Se colocó su auricular y ajusto el

micrófono para que no rozara su mejilla. Testeo brevemente el F/7 moviéndolo hacia adelante y

hacia atrás, encendió el taladro y lo vio girar. Chequeo la señal del sonar. Chequeo el medidor de

presión y Dantec verifico el sello de las puertas. Todo parecía estar en orden.

“Este es Plotkin,” dijo Hennessy, hablando con su nombre clave por el micrófono. “Nave de

descarga? Me copian?”

La voz de Tanner resonó en su oído. El hombre estaba allí con una holopantalla también, su

imagen apareció, bien definida. “Escuchándolo y viéndolo fuerte y claro,” dijo Tanner. “Listos para

partir?”

“Roger,” dijo Hennessy. Dantec confirmo.

“Procedan cuando estén listos Plotkin,” dijo Tanner.

Hennessy permaneció un momento con sus manos en los controles, entonces corto el video y se

sumergió. Ahora es solo cuestión de tiempo, pensó Hennessy, cuatro o cinco horas. Se recostó y

estiro. Al principio bajaron lentamente, entonces un poco más rápido. Debían ser cuidadosos par

air ajustándose. El aire en el F/7 se había vuelto más denso y más cálido. Hizo que Dantec

chequeara el recirculador de oxígeno, aunque sabía que era el clima justo para mantener, afuera

hacia un frio mortal.

Ahí estaba, de tiempo en tiempo, el resplandor de un pez atravesando sus luces, aunque al

descender más y más profundo, se volvía más y más raro. Mayormente era solo ellos dos en la

apretada nave, cada uno respirando el aire del otro, esperando, solo esperando.

Su cabeza dolía. Parecía que dolía constantemente desde hace días. Giro ligeramente en su

asiento y miro brevemente hacia Dantec, quien estaba mirándolo, con sus ojos firmes

“Que sucede?” preguntó Hennessy.

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“Con que cosa?” preguntó Dantec.

Hennessy volvió su vista a los controles. Ese tipo asustaría a cualquiera, pensó. Parecía tornarse

cada vez más caluroso. El aire se volvía más opresivo y difícil de respirar.

Otros cien metros. Nunca consideró lo pequeño que era el interior del F/7. Pero ahora que

estaban descendiendo y los instrumentos no necesitaban mucha atención, era todo en lo que

podía pensar. Estaba sudando. Realmente chorreaba transpiración, baldes de ella. Sentía como si

fuera a ahogarse en su propio sudor. Rio fuertemente.

“Que?” preguntó Dantec.

Rio otra vez. No podía evitarlo; sabía que era absurdo pensar en ahogarse en su propio sudor, pero

que tal si sucedía? Era absurdo, pero todo esto lo era.

“Respira hondo y contrólate,” dijo Dantec.

Sabía que Dantec tenía razón. Lo último que quería hacer era disolverse en histeria aquí, en una

nave difícilmente más grande que un abrigo invernal, a millas de ayuda. No, no podía hacer eso,

no. Pero entonces, ahí vino, otra risa.

Escucho a Dantec levantarse y de repente ahí estaba, parado detrás suyo, inclinado sobre su panel

de instrumentos, el batiscafo inclinándose por un momento antes de corregir su rumbo.

Rio nuevamente y Dantec apretó su mano alrededor de su cuello. De repente no podía respirar.

“Escucha,” dijo Dantec. “Podemos hacer esto de dos maneras. Podemos hacerlo contigo vivo o

contigo muerto. No me importa cuál de las dos opciones sea.”

Se resistió, pero Dantec era muy fuerte. Nunca había sentido nada así, nunca había estado tan

asustado. Estaba comenzando a desmayarse, puntos rojos inundaban su visión. Seguía buscando

aire, pero obtenía nada.

Finalmente, cuando estaba al borde del desmayo, Dantec lo soltó, le dio una larga Mirada y

lentamente volvió a su asiento como si nada hubiese pasado. Hennessy respiro profundamente,

agitado, masajeando su garganta.

“Estas bien, ahora,” pregunto Dantec, con un tono firme. Era más una orden que una pregunta.

“Si,” dijo Hennessy, y estaba sorprendido de sentirse un poco mejor, más en control de sí mismo.

Aunque su cabeza dolía incluso peor que antes.

Hennessy chequeo los controles. Todo estaba en orden. Habían sido realmente necesarias las

acciones de Dantec? Solo era una pequeña risa después de todo, nada para enojarse.

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Pero Dantec sobre-reacciono, haciéndolo más importante de lo que era. Alguien podría haber

salido lastimado. En que pensaba Tanner al confinar a Hennessy en ese ataúd hundiéndose con un

loco? Tal vez Dantec era más fuerte, tal vez Hennessy no podía hacer nada ahora, pero una vez de

regreso en tierra sabría qué hacer. Llenaría una queja formal. Iría a Tanner y le diría sobre el

comportamiento de Dantec y demandaría que lo despidieran. Y si Tanner no estaba dispuesto a

hacerlo iría por sobre él. Seguiría llenando quejas hasta que llegara al tope de la cadena de mando,

al mismísimo Lenny Small. Seguramente el Presidente Small era un hombre razonable. E incluso si

el Sr. Small no lo escuchaba, entonces les mostraría a todos. Tomaría un arma y—“Mil Metros,”

dijo Dantec.

Hennessy sintió culpa, esos pensamientos se disolvieron. “Mil metros,” repitió. Noto un temblor

en su voz, pero no muy grave. Tal vez Tanner no lo notaria. Conecto el link de video.

“Nave madre,” dijo. “Responde madre.”

La voz de Tanner se escuchó, ahora más débil. Su imagen estaba presente pero menos clara,

carcomida en los bordes.

“Aquí, F/7,” dijo Tanner. “Aún los copiamos.”

“Mil metros,” dijo. “Los sellos están bien, los instrumentos responden correctamente, sin

problemas que reportar.”

“Muy bien,” dijo Tanner. “Procedan.”

Seguían descendiendo. Parecían ir más lento que antes.

“Todo bien en tu estación?” preguntó Hennessy a Dantec.

“Bien,” dijo Dantec. “Que hay de ti?”

Hennessy asintió. Cuando lo hizo, se sintió como si su cerebro estuviese rozando contra las

paredes de su cráneo, golpeándose un poco.

“El oxígeno está bien?” pregunto.

“Preguntaste si todo estaba bien y ya te dije que lo estaba,” dijo Dantec. “Todo, inclusive el

oxígeno.”

“Oh,” dijo Hennessy. “Cierto.”

Estuvo en silencio por un tiempo, mirando el agua iluminada por sus luces. Ya no había nada vivo

ahí afuera, o si lo había, no lo veía. Flotando en un mundo obscuro e imposible de diferenciar. De

repente noto que era como su sueño, lo que lo golpeo como algo muy malo.

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“Tengo una jaqueca,” dijo, más que nada para oír el sonido de su voz.

Dantec no dijo nada.

“A ti también te duele la cabeza?” preguntó Hennessy.

“De hecho, si,” dijo Dantec, girando hacia él. “He tenido dolores de cabezas hace días ya.”

“Yo también,” dijo Hennessy.

Dantec solo asintió. “Deja de hablar,” dijo.

Hennessy asintió. Se sentó ahí, mirando hacia la vacía expansión de agua que rodeaba tanto a ellos

como a su nave, escuchando el quejido del casco al ir incrementando la presión. Había algo más,

se escuchaba otro sonido. Que era eso? Casi nada en realidad, pero ahí estaba, cierto? Lo

suficientemente fuerte para escucharlo pero no lo suficiente para interpretarlo. Que podría ser?

“Escuchaste algo?” preguntó a Dantec.

“Te dije que dejaras de hablar,” dijo el otro.

Eso quiere decir que lo escucho o no? Por qué no podía responder la maldita pregunta? La hizo

civilizadamente, no?

“Por favor,” dijo Hennessy, “solo necesito saber si escuchaste—”

Dantec se estiro y lo golpeo en el costado de la cabeza.

No lo escucho, una parte de su mente le decía. Si lo hubiese escuchado, estaría pensando en ello

también. Lo que significa que está cerca mío, cerca del panel de instrumentos. Así que se incline

hacia adelante, acercando su oreja al panel de control, escuchando. Seguía esperando que Dantec

le preguntara que estaba haciendo, pero el hombre no decía nada. Tal vez no estaba mirándolo o

simplemente no le importaba. Pero en cualquier caso, no había nada, el sonido seguía allí, pero no

se hacía más fuerte.

Lo que significa, se dio cuenta, que el sonido estaba en su cabeza.

Tan pronto como pensó en ello, el sonido se convirtió en muchos sonidos, y rápidamente se

transformaron en voces susurrantes. Pero que estaban diciendo? Tenía miedo de saber. Intentó

no prestar atención, intentó no escuchar y— “Dos mil metros,” dijo Dantec.

Si, pensó Hennessy, presta atención a eso, a tu trabajo. No pienses en las voces en tu cabeza, haz

tu trabajo. Contrólate hombre, lo último que necesitas es— “Me escuchaste Hennessy?” preguntó

Dantec.

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“Te escuche,” dijo Hennessy, sacudiendo su cabeza. “Dos mil metros. Contactare a Tanner.”

Conecto el link. Ahí estaba Tanner, muy pixelado ahora. “Dos mil metros,” dijo Hennessy.

Hubo una demora de unos tres segundos antes de que Tanner respondiera. “Repitan eso,” dijo

Tanner, solo se recibió como un golpe de estática y luego “—pitan eso.”

“Dos mil metros,” repitió Hennessy, esta vez más lento.

“Roger,” dijo Tanner, luego del delay. “Procedan.”

· · ·

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Otros mil metros, pensó Hennessy. Tal vez un poco menos. Estaban más allá de la mitad del

camino. Una vez que llegaran al fondo, podría ocuparse de controlar el taladro. Tendría algo en lo

que mantenerse enfocado. Todo estaría bien. Todo lo que tenía que hacer era aguantar hasta

entonces. Una vez allí podrían taladrar su camino hacia el objeto lo más rápido posible. Harían lo

que Tanner había pedido: tomarían una pequeña muestra y subirían a la superficie

inmediatamente. Entonces—si fuese lo que fuese valía la pena ser recuperado—estaría fuera de

sus manos. Volaría de regreso al Sector Norte Americano, volvería a su vida, sacando todo esto de

su cabeza. Si Tanner y DredgerCorp querían formar un grupo completo y excavar el objeto por

completo antes de que otra organización se enterara de ello, ese era su problema: él ya estaría

lejos del lugar, muy lejos.

Tal vez si respiraba rápidamente, sería mejor. Entonces no agotaría el oxígeno tan rápido. Aún

transpiraba, el sudor chorreaba por su cuerpo, pero no se reía de ello ahora: tenía miedo. Tenía

miedo de lo que estaba pasando y miedo de Dantec.

Hennessy, contrólate, pensó. O mejor dicho, una parte de él pensó. Otra parte estaba gritando en

su cabeza, una y otra vez. Otra parte de él intentaba encerrar a esa parte bajo la cubierta y cerrar

la escotilla. Pero también había partes que hablaban, o mejor dicho, susurraban, todos los

susurros ocurrían dentro de su cabeza, ni siquiera estaba seguro de que fuese él. Hennessy,

susurraban las voces, Hennessy. Como si intentaran atraer su atención. Eran tanto una parte de él

como no lo eran.

Una ola de dolor atravesó su cabeza. Gruño y apretó sus pulgares con fuerza en sus temples y miro

hacia atrás, a Dantec, para ver si lo había notado. Vio que Dantec también apretaba su cabeza, su

cara estaba pálida y perlada con su sudor. Estaba sufriendo. Después de un momento, su cara

volvió a perder toda expresión y se enderezo, cruzando miradas con Hennessy.

“Que estas mirando?” dijo casi gruñendo.

Sin una palabra, Hennessy volvió a su panel de control esperando que haya pasado un tiempo,

pero no estaba seguro si el tiempo había pasado en absoluto. Tal vez aún les quedaban

novecientos metros más para bajar.

“Cuantos metros más?” pregunto con la voz más calmada y firme que pudo.

Miro el distorsionado, fantasmal reflejo de Dantec en la ventanilla de observación. El hombre se

veía deshecho.

“Te diré cuando sea el momento,” dijo Dantec. Se percibía un pequeño temblor en su voz ahora, a

menos que Hennessy lo estuviera imaginando. Tal vez, pensó Hennessy, es tan malo para él como

lo es para mí.

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En cierta forma, lo encontró reconfortante. En otra, hizo que se diera cuenta de que las cosas

podrían ser mucho peor de lo que pensaba.

Siguió mirando la ventanilla de observación, a veces observando la turbia agua, otras mirando el

reflejo de Dantec. Cuanto más, pensó, cuando más? Sacudió su cabeza. Hennessy, decían las

voces. Hennessy. Eran voces que él reconocía, pero no estaba seguro de donde, y entonces se dio

cuenta de que eran las voces de su sueño. Pero una en particular era aún más familiar. Sabía quién

era, estaba seguro, pero no podía asociar una cara a esa voz. Como podía escuchar una voz, saber

que era familiar y aun así no saber a quién pertenece? Se han metido en mi cabeza, pensó. Debo

haber hecho algo para permitir que entraran a mi cabeza. Hay algo mal conmigo.

Oh Dios—oh Dios, pensó. Por favor ayúdame.

Si empezaba a gritar nuevamente, Dantec lo mataría. Dijo que lo haría.

Había una imagen de algo fuera del batiscafo, justo debajo suyo. No, espera, pensó, solo es el

reflejo de Dantec. No es nada. Pero ahí estaba otra vez, saliendo de la nada, algo más claro,

apenas texturado. El suelo oceánico. Redujo la velocidad del batiscafo hasta que se movía a la

velocidad de un caracol.

“Tres mil metros,” dijo Dantec.

“Ya casi llegamos,” le dijo a Dantec, su voz repentinamente se tornó confiada otra vez. “Casi

estamos en el fondo.”

Lo vio aproximarse. Era tan desértico como la luna, una gruesa capa de lodo se extendía en todas

direcciones. Se posaron suavemente, casi sin levantar sedimentos. Una raya que estaba escondida

en el lodo se elevó y nado lentamente fuera del rango de las luces. En las pruebas existía el miedo

de que el batiscafo girara sobre sí mismo al llegar al fondo y debieran luchar por enderezarlo, pero

se posó suavemente y sin problemas.

“Lo hicimos,” dijo a Dantec. “Debería ser fácil de aquí en adelante.”

Dantec solo lo miro.

Hennessy contacto con Tanner. Extrañamente, la señal era mejor que cuando estaban mil metros

más arriba, tal vez por el nuevo ángulo de la nave, aunque había momentáneos pulsos de energía

que alteraban toda la señal.

“Llegamos,” dijo una vez que Tanner respondió.

“Como se ve?” preguntó Tanner.

“Suave y plano,” dijo. “La primer capa no debería ser difícil de atravesar.”

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“Se ve como el fin del mundo,” murmuro Dantec detrás suyo.

Tanner asintió. “—dices?” pregunto.

“Lo siento Señor, no recibimos la primer parte,” dijo Hennessy.

“No importa,” dijo Tanner. “Procedan cuando estén listos. Y Buena suerte.”

Hennessy acciono los brazos mecánicos para estabilizar la nave y elevar su parte posterior. El

taladro ajusto su ángulo hasta que la punta toco el suelo oceánico. Preparo los controles.

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Sintió una mano sobre su hombro, giro para ver a Dantec allí, fuera de su asiento, sus ojos

desorbitados.

“Yo usare el taladro,” dijo.

“Pero yo soy el que—”

Dantec apretó y un agudo dolor azoto su hombro y cuello; uno de sus brazos se entumeció de

repente.

“Yo usare el taladro,” dijo Dantec otra vez, con una voz sólida como una roca. “Muévete.”

Fue una lucha el desatar el cinturón con Dantec apretando su hombro, peor al final logro hacerlo.

Se levantó. Dantec seguía agarrándolo, pero logro llegar al otro asiento. Solo cuando estuvo

sentado y con el cinturón ajustado Dantec lo soltó. Hennessy respire con un gran alivio y comenzó

a masajear su hombro con sus dedos. Lentamente sintiendo otra vez su brazo. Miraba con odio a

Dantec.

“Difícilmente sabes lo que estás haciendo,” dijo. “Nos vas a matar a ambos.”

“Cállate,” dijo Dantec, sin siquiera molestarse en girar para verlo. Encendió el taladro y comenzó a

descender. Toda la nave se sacudió. En unos segundos, comenzaron a hundirse en el lodo.

· · ·

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El F/7 se desempeñó mejor de lo esperado, excavando lenta pero inexorablemente hacia abajo, el

taladro abriendo el camino y los pulverizadores deshaciendo los escombros. Al principio eran

solamente barro y sedimentos sueltos, material articulado que se había acumulado durante los

años. Era fácil de atravesar, pero también había poca superficie para que el taladro se fije, por lo

que iban lento.

La pregunta real, pensó Hennessy, mirando hacia el túnel que se iba llenando detrás suyo a través

de la ventanilla de navegación, era cuan sencillo sería volver. Los pulverizadores definitivamente

deshacían los escombros, pero no todos, bien podían quedarse atorados al intentar salir en

reversa por el mismo camino que habían entrado. Tendrían que cavar en círculo para intentar

reingresar al túnel desde un costado. Era eso o cavar un nuevo túnel yendo hacia arriba. Mientras

Dantec fuera cuidadoso, todo estaría bien.

“Nave madre, me copian?” escucho decir a Dantec. “Nave madre?”

Todo lo que Hennessy escucho en su auricular era estática. Asumió por el hecho de que Dantec

dejo de hablar que estaba recibiendo lo mismo. Estaban solos, al menos por el momento. Y yo,

dijo la voz dentro de su cabeza. Gruño al escucharla.

El F/7 tembló un poco. El sonido que el taladro hacia cambio. Golpearon contra algo más duro—

marga, supuso por lo que había visto en los mapas geológicos. Calcio carbonado y Lodo sólido.

Sería capaz de chequear las lecturas y la composición exacta si estuviese sentado en la silla en que

debía estar. Observo las lecturas por sobre el hombro de Dantec. Todo parecía estar bien. Hasta

ahora, nada de qué preocuparse. Me escucharas, decía la voz en su cabeza. Antes de que termines

me escucharas.

“Estoy ocupado,” dijo en voz alta. Sacudió su cabeza. Mordió el interior de sus labios fuertemente

hasta sentir el sabor de la sangre, esperando que lo distrajera de la voz que escuchaba. Por un

momento lo hizo.

“Que?” dijo Dantec.

“Perdón?”

“Que dijiste?”

“Oh, eso,” dijo Hennessy. “Lo siento. No hablaba contigo.”

Se quedó quieto, un poco perdido, escuchando el zumbido del taladro, sintiendo el batiscafo

vibrar a su alrededor. No estoy aquí, empezó a decir en un momento para sí mismo. Esto es solo

un sueño. Nada más que un sueño.

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Volvió en si de un salto, al sentir la nave estremecerse y el sonido del taladro cambio otra vez. El

F/7 se movía considerablemente más lento. Giro y apretó su rostro contra la ventanilla de

navegación, intentando ver la pared del túnel. Se veía una roca más obscura ahora, una amalgama

de breccia y vidrio de andesita. Aquí y allá rastros de cuarzo vitroso, debido a un impacto.

“Debemos estar cerca,” dijo a Dantec.

Dantec gruño. “Cincuenta metros o menos para llegar a la punta del objetivo,” dijo. “Tomara un

poco más de tiempo. Tendrás que ser paciente.”

Sé paciente, pensó. No podía prometer nada, pero lo intentaría. Todo lo que podían pedirle era

que lo tratara. Repentinamente el taladro se detuvo y el recirculador de oxigeno murió. Las luces

parpadearon y las lecturas en el panel de control se vieron reducidas a líneas de estática. Ni

siquiera las luces de emergencia estaban funcionando. Escucho por su auricular, solo por un

momento, la voz de Tanner con un tono tenso: “—me copian, ca—” y entonces nada más que aire

muerto.

En el silencio escucho el sonido de Dantec presionando botones, intentando operar los controles.

Nada. Cuando se dio cuenta, sus manos hacían lo mismo.

“Que sucedió?” pregunto, casi gritándolo.

“No lo sé,” dijo Dantec. “No está funcionando!”

Hennessy sintió la escotilla y comenzó a golpearla.

“Détente,” dijo Dantec. “Lo que sea que estés haciendo, détente!”

La obscuridad se espesaba a su alrededor, demasiado espesa. Podía sentir sus dedos apretándose

contra su garganta, el aire que ya era cálido se volvió caliente. Era más de lo que podía tolerar.

De repente se puso peor. Ahí, apenas iluminada, del otro lado de la ventanilla, había un rostro. Al

principio pensó que era su reflejo en el vidrio, pero estaba totalmente obscuro. Como podía ser su

reflejo? Tal vez era un pez de aguas profundas, algo con luminiscencia propia. Pero no, era un

rostro humano, no un pez y estaba seguro de que no era su reflejo. Estaba ahí, justo del otro lado

del vidrio, apretado entre el vidrio y la pared del túnel recién excavado, brillando levemente. Y era

un rostro que él conocía—una cara regordeta, con rulos que flotaban en el agua, una gran boca. Él

y esa cara compartían los mismos ojos—los ojos de su padre. Era su medio hermano, Shane.

Shane había estado muerto por años. Había muerto en la Universidad, un extraño accidente

cuando conducía a través de la carretera, cuando el seguro de un camión de transporte de

automóviles se rompió, lanzando un vehículo del nivel superior enfrente suyo. Hennessy estaba

seguro de que estaba muerto. Había visto el cuerpo.

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Inclusive, cuando el hombre de la funeraria miro hacia otro lado, agarraste el cabello de Shane y

moviste su cabeza, viste la enorme área abierta sin cabello justo debajo del collar. No, era

imposible. Y aun así, ahí estaba.

Hola Jim, dijo Shane. Hennessy escucho las palabras claramente en su cabeza.

“Hola Shane,” contestó. “Que estás haciendo aquí afuera?”

“Cállate!” dijo Dantec. “Que pasa contigo? Cállate!”

Es bueno verte Jim, dijo Shane.

Hennessy puso su rostro muy cerca del vidrio. “Tengo que estar callado,” susurro. “Si no lo hago a

Dantec le dará un ataque.”

Shane asintió y sonrió, entonces pretendió, como lo hacían siendo niños, que cerraba su boca con

un cierre.

“Tengo que ser honesto Shane,” susurro Hennessy. No podía ver su cara en la obscuridad, pero

imagino que su ceño se fruncía en la preocupación. Con suerte, Shane podría verlo y tomaría la

pregunta en el espíritu en que entendía hacerla. “Pensé que estabas muerto.”

Por supuesto que lo hiciste Jim. Es lo que ellos querían que pensaras.

Hennessy asintió. “Esos bastardos,” susurro.

Shane asintió. No son tan malos dijo. Es solo que no conocen nada mejor. Pero tú sí, no es así Jim?

“Si, lo sé,” susurro Hennessy. “Dios Shane, es realmente bueno verte. Pero tengo otra pregunta

que hacerte.”

Adelante, dijo Shane. Puedes preguntarme lo que quieras.

“Que estás haciendo allá afuera?”

Bueno, dijo Shane mirando avergonzadamente hacia abajo, Jim, esperaba que me invitaras a

pasar.

Hennessy miro hacia los lados en la obscuridad, intentando crear una imagen de cómo se veía la

cabina. “Shane, ya está bastante lleno aquí dentro. No sé si habrá lugar.”

Créeme, hay más lugar del que crees, dijo Shane. Invítame y lo veras.

“Pero que dirá Dantec?” pregunto.

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“Deja de susurrar!” grito Dantec. “Ahora mismo!”

Shane le dio una sonrisa cansada. Él no es el jefe aquí Jim. Sé cómo son las cosas. Tú eres el jefe.

Dantec no es más que un grandulón abusivo. Necesita que alguien lo ponga en su lugar. Seré

silencioso. Apuesto que ni siquiera notara que estoy ahí.

“Tienes razón Shane,” susurro Hennessy. “No es más que un gran abusivo.” Espero presionando su

rostro contra la ventanilla.

“Por qué no entonces? Vamos, entra Shane. Entra.”

Con eso, las luces repentinamente parpadearon y volvieron a apagarse, entonces volvieron con

toda intensidad. Las lecturas revivieron. Hennessy escucho un chasquido en su oído, vio una

imagen fantasma de Tanner en la holopantalla, antes estaba distorsionada por la estática.

Los recirculadores de oxigeno comenzaron a trabajar nuevamente y los taladros comenzaron a

zumbar. Dantec suspiro profundamente. “Estamos bien,” dijo, mirando brevemente sobre su

hombro.

Su rostro, vio Hennessy, estaba cubierto de sudor. “Estaremos bien.”

Pero Hennessy ya sabía que estaría bien. Su hermano, el bueno y viejo Shane estaba ahí ahora,

sentado justo a su lado en una silla que no recordaba haber visto antes. Shane debe haberla traído

consigo. Estaba sonriendo, sosteniendo la mano de Hennessy con la suya. Ahora que Shane estaba

ahí, todo saldría bien.

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Gentilmente soltó la mano de su hermano y miro su cronometro. Seis treinta y ocho, leyó, pero

podía decir por la forma en que los números titilaban y lentamente desaparecieron que se había

detenido. Por qué no funciona? Se lo mostro a Shane; él solo asintió.

Nada de qué preocuparte hermano, dijo Shane. No importa realmente. Shane tenía razón, por

supuesto, no importaba mucho, pero aun así quería saber qué hora era.

“Qué hora es?” preguntó a Dantec.

“No me molestes,” dijo Dantec. “Nos estamos acercando. Tengo que controlar esto.”

Hennessy espero un momento y luego pregunto otra vez.

Distraídamente, Dantec miro a su muñeca, entonces acerco su reloj a su oído. “Se detuvo.” dijo.

“El mío también,” dijo Hennessy.

Dantec giro y lo miro. No parecía notar a Shane, aunque estaba sentado ahí, justo a su lado. La

gente ve solo lo que quiere ver pensó Hennessy.

“No te parece raro?” preguntó Dantec.

Hennessy se encogió de hombros. “Nada de qué preocuparse,” dijo. “No importa realmente.”

Dantec entrecerró sus ojos. “Y otra cosa,” dijo. “Porque estas tan putamente calmado de

repente?” Hennessy miro a Shane, y entonces se dio cuenta de lo que había hecho y volvió a mirar

a Dantec, quien movió su vista a un costado. Vio directo a través de Shane y volvieron a su lugar.

“Es así nada más,” dijo Hennessy. “Simplemente me siento mejor. No sé porque.”

Girando sus ojos, Dantec giro hacia los controles.

Solo entre tú y yo Jim, realmente deberían estar haciendo esto? Pregunto Shane.

“No lo sé,” dijo Hennessy, “debería?”

Es mejor no meterse con ciertas cosas. Hennessy asintió. Probablemente Shane tenía razón, pero

si le decía eso a Dantec, él no lo escucharía. Que podía hacer? Tal vez era una mala idea, pero

aunque lo fuera, no sabía cómo podría detener a Dantec.

Luego de unos minutos—o tal vez más, imposible de decir—Dantec redujo la velocidad del taladro.

Avanzaron un poco hasta que golpearon algo y el taladro hizo un sonido extraño. Puso reversa,

retrocedió un poco y se aproximó desde un ángulo levemente diferente, separándose de la pared

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del túnel. Hennessy solo se quedó ahí sonriendo, mirando ocasionalmente hacia su hermano,

esperando.

Estas seguro de que es una Buena idea? Pregunto Shane otra vez. Hennessy se encogió de

hombros. Dantec retrocedió otra vez, se adelantó otra vez y entonces una cuarta vez. Yo creo que

es un error, dijo Shane.

Ahí estaba, Hennessy podía verla, una extraña forma, aún cubierta de roca en un costado. Era

difícil de ver a través de las partículas de roca que aún flotaban en el agua. Dantec retrocedió un

poco y entonces apago el taladro.

“Que hay ahí afuera?” preguntó Hennessy.

“Como Diablos voy a saberlo?” dijo Dantec. “Nunca había visto algo así antes.”

El Marker Negro, dijo Shane. El Maker Negro pensó Hennessy. Mientras el agua se asentaba,

comenzó a verlo más claramente. Parecía un monolito hecho de algún tipo de obsidiana. Se

afinaba hacia una punta en la parte superior, toda la estructura se retorcía levemente mientras se

elevaba. Estaba estriado horizontalmente y cubierto con cientos de símbolos, símbolos como

nunca antes había visto. Estaban brillando o se veían así solo por la forma en que la luz los

golpeaba? No podía estar seguro. Lo que podía ver de él, de la parte ahora descubierta,

probablemente medía unos tres metros de alto.

“Oh Dios mío,” dijo Dantec, su voz se llenó de una ansiedad extraña en él. “Quien puso esto aquí?

O qué?”

Esa es la última pregunta que quieres hacer dijo Shane a Hennessy. Es mejor no saber. Recordó de

repente el esquema que Tanner les mostro del Marker. Subió su holopantalla. Había dos cuernos

en la parte superior, apuntando cada uno en una dirección distinta, y podía ver que el Maker se

extendía mucho más debajo suyo, probablemente otros veinte metros o más.

“Cuán grande es?” preguntó Hennessy.

Dantec, confundido, dijo algo, pero Hennessy no hablaba con él.

Grande, dijo Shane. Movió la mano de Hennessy hacia la ventanilla, presionándola contra el vidrio.

Ambos miraron hacia afuera. No quieres meterte con esto, dijo Shane. Estas en peligro.

“Voy a acercarnos un poco,” dijo Dantec.

“Estas seguro?” pregunto Hennessy, aun mirando hacia afuera. “Tal vez no deberíamos meternos

con eso.” Detrás suyo, justo al borde de su visión periférica, Shane asintió.

“Intenta llamar a Tanner,” dijo Dantec. “Ve que es lo que quiere hacer.”

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Hennessy intento, solo recibió olas de estática, pequeñas porciones de la voz de Tanner, cortadas

como si hubiesen sido separadas a propósito

“No lo sé,” dijo Hennessy. “Hay algo realmente malo aquí abajo. Solo dejémoslo ahí.”

“Ya vinimos hasta aquí,” dijo Dantec. “Estuvimos en este ataúd por horas. Ahora que estamos aquí

tenemos que verlo mejor.”

Hennessy permaneció mirándolo por un momento y finalmente asintió. “No nos lastimara

acercarnos, supongo,” dijo. “Mientras seamos cuidadosos.”

Miro hacia su hermano, quien sacudía la cabeza. Podría hacerlo, dijo. Dantec acerco la nave y

apago los motores, dejándolos flotar. Estaban ahí, apoyados junto a eso. El F/7 golpeo

suavemente contra el Maker.

“Es maravilloso,” susurro Dantec.

No es maravilloso dijo Shane, mientras su rostro se estrechaba formando una extraña mueca. Es

horrible. Dantec se está volviendo uno de ellos hermano, me temo que tendremos que

deshacernos de él.

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Hasta ahora todo bien, pensó Dantec, o lo suficientemente bien. Probablemente lo lograría. Su

cabeza dolía desde que se subió a este maldito submarino. O, si iba a ser honesto consigo mismo,

desde hacía semanas ya. Ningún medicamento sirvió. Sin importar lo que hiciera, siempre estaba

ahí, no era insoportable, pero siempre molestaba, evitando que durmiera, destruyendo su

concentración. No se sentía tan agotado desde las operaciones lunares. Pensando en eso,

tampoco se sentía tan confinado—tan atrapado—desde entonces. No se había dado cuenta de

cuanto se asimilaba estar en un submarino bajo el agua a estar en una capsula jettison en el

espacio. Trajo todo tipo de recuerdos sobre las operaciones lunares parpadeando en su mente,

esa extraña guerra que no fue oficialmente una guerra, donde todo lo que tomaba era una

pequeña rasgadura en la tela de tu traje para que murieras, donde, al fin y al cabo, si querías

sobrevivir tendrías que apuñalar a un compañero por la espalda para robar lo que le quedara de

oxígeno. Cuantos hombres debió matar solo para mantenerse con vida? Todo eso lo cambio, lo

endureció. Pensaba al principio que lo había elevado por sobre las cosas, que había hecho que

perdiera el miedo, que no sería sujeto a las mismas debilidades emocionales de los otros. Pero

estaba comenzado a darse cuenta de que estaba equivocado. Es cierto, había logrado evitar esa

parte de sí mismo por mucho tiempo, pero aún estaban ahí. Y ahora que debían forzar su paso

hacia la superficie, estaban rojas y crudas, más sensibles que un nervio expuesto.

Y ese bastardo de Hennessy. No ayudaba el estar atrapado con él. Era un genuino y real estúpido,

eso era seguro. Al principio parecía un niño en una juguetería, incapaz de ocultar su ansiedad ante

el F/7, su nuevo juguete. Entonces, mételo en la maldita cosa y se vuelve Jekyll y Hyde,

convirtiéndose en nada más que pánico y nervios, colapsando lentamente hacia la locura. Eso era

lo último que querías hacer en un espacio confinado como este. En las operaciones lunares, había

asesinado hombres por mucho menos que eso.

No es que la idea no hubiera cruzado su cabeza. Pero Tanner no quería que lo hiciera. Tanner

había sido bueno con él a lo largo de los años. Incluso si Tanner hubiese entendido lo que

realmente sucedió durante las operaciones lunares, Dantec sabía, que lo trataría de una manera

muy diferente.

Durante las operaciones, Tanner nunca noto que Dantec no estaba tan interesado en salvarlo

como en robar su provisión de aire. Dantec había planeado matarlo y tomar su tanque de oxígeno,

y lo hubiese hecho, si no fuese porque mientras buscaba un lugar seguro para matar a Tanner se

encontró con un transmisor aún funcional, con el brazo cortado y congelado de un técnico aún

pegado a él. Así que en lugar de matar a Tanner llamo a una nave de rescate que los recogiera.

Tanner nunca entendió que la razón por la que se desmayó y casi murió antes de que la nave

llegara, fue porque Dantec había reducido el flujo de oxigeno de su tanque. Solo en caso de que la

nave no llegara lo suficientemente rápido y necesitara el aire de Tanner después de todo.

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Pero la lealtad y culpa hacia Tanner no eran las únicas razones por las que Dantec no había

matado a Hennessy. No le gustaba la idea de matar a alguien en un espacio tan confinado, donde

no pudiera deshacerse del cuerpo. No podía imaginarse sentado allí, sabiendo que el cuerpo

estaba detrás suyo, sintiendo esos ojos muertos en su espalda. Además de que en las últimas seis

horas o más, realmente se asustaba un poco de Hennessy. Entrando en pánico, luego susurrando

consigo mismo, hablando con la protuberancia a su lado. El hombre estaba loco, y Dantec no

quería hacer nada para provocarlo. Sabía por experiencia personal, que cuando la gente se salía de

sus casillas, se volvían impredecibles. Eran capaces de hacer cosas que nunca se esperarían de

ellos, con una fuerza que nunca esperarías que tuviesen.

Solo quería salir de esto con vida. Ya estaban a mitad de camino. Estaban ahí ahora, justo frente al

monolito, que, tenía que admitir, lo asustaba enormemente. Pero lo llenaba de cierto respeto al

mismo tiempo. Había pasado allí más de cincuenta millones de años si los datos geológicos eran

correctos. Lo que significaba que era mucho más antiguo que la humanidad. Pero era claramente

fabricado por el hombre—o por algún tipo de vida inteligente. Era algo confuso.

Hennessy lo miraba a través de la ventanilla, perdido mientras lo contemplaba, como si su cerebro

se hubiese apagado.

Dantec preparo el recolector de muestras. Ya estaba extendido en parte. Probó los cortadores

moleculares que cortarían en la piedra. Cuidadosamente extendió el brazo hasta que toco el

monolito mismo, y entonces lo encendió al máximo de su capacidad y comenzó a cortar.

Caso inmediatamente su cabeza se llenó de un dolor penetrante, tan intenso que estuvo a punto

de desmayarse. Su visión primero parecía estar envuelta en sangre y entonces desapareció por

completo, siendo reemplazada por una expansión vacía y blanca. Sujeto fuertemente el panel de

control, luchando por respirar.

Hennessy gritaba detrás suyo.

Muy lentamente, el dolor comenzó a desaparecer. También recupero su visión. Hennessy estaba

lamentándose detrás de él desmayado. El recolector de muestras siguió cortando, muy

lentamente, pero siguió cortando. Todo lo que necesitaban era un pedacito, solo un pedacito y

podría girar el F/7 y salir del maldito lugar.

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Un momento, Hennessy estaba sentado ahí, mirando a su hermano, todo estaba bien, y al

próximo sentía un penetrante ruido y su cabeza se sentía como si fuese a estallar. Su hermano

comenzó a sacudirse. Su cabeza estirada hacia un costado, su cuello abierto justo donde lo estaba

cuando Shane murió. Se sacudió cada vez más y de repente su cuerpo exploto, salpicando todo

con sangre. Hennessy comenzó a gritar y de repente no podía respirar. Un momento después, la

nave a su alrededor giraba sin control y luego la obscuridad.

Cuando volvió en sí, Shane había vuelto, tal y como se veía antes de que se disolviera en una

ráfaga de sangre, con la misma extraña expresión fijada en su rostro.

Aunque se había movido y ahora estaba sentado junto a Dantec, mirando hacia atrás, hacia

Hennessy. O no exactamente junto a Dantec: estaba sentado, o por lo menos aparentaba estar

sentado en parte sobre Dantec. Pero mientras se levantaba Hennessy noto que Shane estaba en

parte dentro de Dantec. Sus caderas estaban fusionadas, sus piernas de alguna forma salían del

respaldar de la silla.

“Estas bien?” preguntó Hennessy...

“Si,” dijo Dantec. “Excepto por mi cabeza. Y tú?”

No debería estar haciendo esto, dijo Shane, su boca se movía sin emitir sonidos en el aire, como

un pez fuera del agua. Es peligroso. Verlo es ya bastante malo, pero tocarlo es demasiado.

Ninguno de ustedes debería estar haciendo esto. Jim, pensé que eras mejor que el resto.

“Hace que?” preguntó Hennessy.

“Estoy tomando una muestra, por supuesto,” dijo Dantec. “Que esperabas que hiciera?”

Esto no es algo que deba ser examinado, dijo Shane. No es algo que deba ser entendido. Necesita

ser dejado en paz, donde ha estado sin perturbaciones durante millones de años. Crees que lo

enterrarían tan profundo si se suponía que debía ser encontrado?

“Que es lo que hace?” preguntó Hennessy.

Dantec, aún sin mirarlo. “Es un cortador molecular con un cilindro de titanio detrás,” dijo. “El

cortador circular crea un hoyo redondo y empuja lentamente hacia adelante. Una vez que el

cilindro está lo suficientemente dentro, los cortadores giran para separar el extremo de la

muestra. Pensé que sabias todo eso. No te preocupes, no queda mucho, ya casi terminamos.”

No quieres saber lo que hace, dijo Shane. No deben tratar de destruirlo. No deben escucharlo.

Solo deben dejarlo en paz. Deben resistir la Convergencia Jim.

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“Convergencia?”

“Que?” dijo Dantec, girando en parte. “Creo que sí, los rayos moleculares convergen, por decirlo

de cierta manera. Pero por que estas tan interesado?”

No por mencionar la Convergencia dijo Shane. Lo último que quieren hacer es iniciarlo. Se estiro

incómodamente en la silla.

“Ten cuidado con cómo te mueves,” dijo Hennessy a Dantec. “No quieres destrozar a Shane.”

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Oh mierda, pensó Dantec. Giro por completo para mirar a Hennessy, quien de inmediato comenzó

a gritar.

“Shane!” grito, “Shane! La sangre! La sangre! Esta encima de todo! Esta encima tuyo!” haciendo

sonidos ahogados, comenzó a frotar su mano hacia arriba y abajo en el pecho de Dantec, con una

expresión terrible en su rostro. “No la ves?” pregunto. “No puedes ver la sangre?”

Dantec le dio una cachetada lo suficientemente fuerte para noquearlo. “Solo cálmate,” dijo

Dantec. Estaba temblando. “Solo relájate.”

“Es fácil para ti decirlo,” dijo Hennessy tartamudeando. “No es tu hermano el que acaba de

estallar.”

“Hennessy,” dijo Dantec. “Tampoco era tu hermano. Solo estamos tu y yo aquí.”

Pero Hennessy sacudía su cabeza. “Yo lo vi,” decía, “yo lo vi.” Su voz se tornaba más y más

histérica. “Estaba aquí, lo juro, justo ahí, justo ahí, donde tu estas sentado, ahí.”

“Pero ese soy yo,” dijo Dantec, mirándolo realmente asustado. “Como podría él estar sentado aquí

si yo lo estuve todo el tiempo?”

“Lo estaba,” dijo Hennessy. “Estaba hasta la mitad de su cuerpo dentro tuyo. Tú lo rompiste y

luego estallo.”

Oh mierda, pensó Dantec otra vez. “Intenta controlarte Hennessy,” dijo, manteniendo el nivel de

su voz. “Estas imaginando cosas.”

“Tenemos que detenernos,” dijo Hennessy. “Shane me dijo—tenemos que dejarlo en paz.

Tenemos que enterrarlo y salir de aquí ahora mismo. Detén el cortador de muestras!”

Ahora gritaba. “Devuélvelo!”

“Está bien,” dijo Dantec, “lo detendré,”. “Lo estoy deteniendo ahora,” dijo. Buscando los controles

y luego dudo. Ya estaba casi listo, la muestra estaba a punto de ser extraída. Solo unos segundos

más y la tendrían, y podrían salir de ahí.

“Detenlo!” grito Hennessy. “Detenlo!”

“Estoy haciéndolo,” mintió Dantec. “No grites, me estas confundiendo. Ya casi termino, lo juro.”

Y estaba listo, en ese momento el cortador molecular había terminado y el recolector de muestras

había comenzado a guardar la muestra dentro del cilindro de extracción.

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“Ahí, lo ves?” dijo Dantec. “Todo está bien.” Giro sonriendo, justo a tiempo para que su

mandibular fuera rota por una barra de metal. Levanto su brazo, sintió el dolor de la barra

golpeándolo también. Estaba en parte sentado y en parte caído de la silla. Vio la barra golpear y

magullar el brazo justo sobre su cabeza. Era un caño del recirculador de oxígeno. Se preguntaba

como había hecho Hennessy para desarmarlo tan rápido. Lo pateo, vio a Hennessy golpear contra

uno de los lados de la nave y tropezar con una de las protuberancias del suelo. Dantec había

comenzado a levantarse, pero su brazo no soportaba su peso. La sangre salía a borbotones de su

boca y caía hacia su pecho. Había logrado levantarse apenas, pero Hennessy ya se había

recuperado y volvía a cargar contra él, atacando con la barra. Levanto el brazo roto y Hennessy lo

golpeo otra vez, el dolor esta vez fue tan intenso que su visión se tornó obscura y borrosa. Se

patinó en su propia sangre y estaba caído nuevamente. Entonces Hennessy lo golpeo en la cabeza.

Mientras yacía ahí, con su vida abandonándolo, comenzó a sentir personas junto a él. Era

imposible. Aunque estaba muriendo sabía que no era posible, solo estaba él y Hennessy allí, y

aunque fuera posible, había demasiada gente. Pero aunque estaba seguro de que no podía estar

pasando, era insoportable el hecho de que estaba sucediendo. Particularmente cuando reconoció

las caras. Eran todos hombres que habían estado con él en las operaciones lunares, hombres que

no solo habían muerto, sino que lo habían hecho por su mano, para que él pudiera usar su oxígeno

y sobrevivir. Uno por uno, se acercaban mientras Hennessy seguía golpeándolo con la barra de

metal, arrodillándose junto a él, y entonces inclinándose para sacar el último suspiro de vida de su

boca.

Cuando el último finalmente llego, Dantec estaba muerto.

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Dejo caer la barra de metal, exhausto, y cojeo de regreso a su silla. Limpio la sangre de su cara con

su manga y cerro sus ojos. Fue solo después de estar sentado ahí, de esa manera por unos

minutos, con su respiración tranquilizándose lentamente, que comenzó a dares cuenta de lo que

había hecho.

Abrió sus ojos y vio el desastre en el suelo y se sorprendió. Difícilmente podía reconocerse como

una figura humana, los miembros retorcidos y girados en direcciones incorrectas, la cabeza

aplanada y abierta en la parte de arriba. Era mucho peor que cuando su hermano exploto. Corrió

la mirada. Él había hecho eso? Cómo? Dantec era un guerrero habilidoso y con experiencia, mucho

más fuerte que él—cuando Dantec agarro su hombro, se había paralizado por el dolor. No, él no

podría haber hecho esto, no podría haberse salido con algo así.

Pero si no había sido él, quien?

Y donde estaba su hermano? Todo esto estaba pasando realmente, o era lo que ellos querían

hacerle creer?

“Shane?” dijo.

Su equipo de comunicación sonó de repente. La voz de Tanner, a menos que se tratara de alguien

que se hacía pasar por Tanner. “—iben. Por f—spondan. Hennes—”

Fue hacia la pantalla, que estaba ahora manchada de sangre.

“Tanner?” dijo. “Perdí a Shane.”

“—aa—” dijo Tanner. Hennessy vio su cara solo por un minute en el scanner, se veía mal; entonces

una expresión sobresaltada cruzo la cara de Tanner mientras se veía ahogado en estática.

Hennessy giro sobre el panel de control para encontrar detrás suyo, a su hermano.

“Shane,” dijo, y sonrió. “Estas bien después de todo.”

Por supuesto que lo estoy, dijo. No creerás que algo tan pequeño podría lastimarme, o si?

Debe haber sido un truco, se dijo Hennessy a sí mismo.

Su hermano se incline sobre el panel de control y lo miro fijamente. Necesito hablar contigo Jim,

dijo.

“Que sucede Shane?” preguntó Hennessy. “Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea.”

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Su hermano muerto lo miraba fijamente, con una expresión pensativa, como las había visto

muchas veces antes, cuando eran jóvenes.

Hiciste bien hermano, lo detuviste, dijo Shane. Pero este es un momento muy peligroso, estas muy

cerca. Demasiado cerca para ser capaz de oír claramente. Los susurros, pueden llevarte. No debes

escucharlos Jim. Libérate, aléjate, mantén tu mente para ti mismo. O podrías dejar de ser. Diles a

los demás lo mismo.

“Pero... yo no...” Hennessy tartamudeo, buscando palabras. “Tengo que ser honesto Shane. No

estoy seguro de entender exactamente de qué me estás hablando.”

Déjalos saber, dijo Shane. El Marker es el pasado, y el pasado debe permanecer sin ser molestado

si queremos seguir como hasta ahora. Ya lo han despertado. Te llama incluso ahora. Pero no debes

obedecer. No debes escucharlo. Diles eso.

“A quien debo decir eso?” preguntó Hennessy.

A todo el mundo, dijo Shane. Dile a todo el mundo.

“Pero por que no se los dices tú mismo Shane?” pregunto. “Sabes mucho más sobre él que yo!”

Pero Shane solo sacudió su cabeza. Ya ha comenzado, dijo. Estiro su brazo y toco la frente de

Hennessy con su dedo pulgar. Su toque quemaba como el hielo

Entonces, mientras Hennessy miraba, su hermano se disolvió lentamente y desapareció.

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21

Se sintió desconsolado y muy solo. Fue hacia la ventanilla de observación, corriendo la carcasa en

suelo al moverse. Alguien debería quitarlo, pensó. Toda la cabina apestaba a sangre. Tal vez Shane

estaba allá afuera, pensó, como antes, pero todo lo que podía ver era agua sucia, cortada por la

luz, y la punta del Marker. Si, definitivamente brillaba ahora, su luz pulsaba levemente.

Lo miro fijamente. Estaba tratando de decirle algo. Que había dicho Shane? Que debían dejarlo en

paz, y no necesitaban entenderlo. Pero entonces, por que sentía que quería entenderlo, como si

quisiera aprender de él? Tal vez Shane se había equivocado.

Lo miro y miro. Por un momento, pudo escuchar una voz nuevamente, tal vez la voz de Shane,

pero entonces se volvió cada vez más suave hasta que desapareció. Entonces de repente el brillo

se volvió más intenso y parecía que su cabeza había sido abierta de par en par y llena con luz.

Giraba en el lugar, sus ojos se movían hacia atrás y adelante. Necesitaba escribir todo. Necesitaba

grabar todo lo que le decía. Podía tipearlo todo en la computadora, pero no era suficiente, podría

haber un problema con la energía y todo se habría perdido. No, necesitaba escribirlo, pero no

tenía lápiz, papel. No había utilizado papel real desde que era un niño. La computadora debería

servir.

A mitad de camino se resbalo otra vez y cayo, empapando su rodilla y mano en la sangre. Miro su

mano, cubierta de sangre, goteando. Su sangrienta palma marcada en la carne de su cintura,

entonces supo que hacer.

Hundió sus dedos en la sangre de Dantec, esperando que su cabeza se abriera nuevamente.

Cuando lo hizo, se llenó de símbolos. Pudo verlos perfectamente en su cabeza, temblando ahí

mismo. Frenéticamente, comenzó a copiarlos en las paredes, escribiendo tan rápido como podía,

deteniéndose solo para hundir sus dedos nuevamente en la sangre. Al principio había algo

parecido a una N, solo que invertida, con una cuenta en el fondo de su pierna. Entonces una L,

pero de cabeza, con la barra horizontal cortada. Entonces algo que comenzaba a verse como la

proa de un barco, moviéndose de izquierda a derecha, con solo una ventanilla visible, y un círculo

dentro de otro circulo. Luego de escribir tan furiosamente, tratando de seguir el ritmo, solo

permitía a sus dedos marcar los patrones y moverse.

Cuando llego a la escotilla no se detuvo, simplemente escribió sobre ella también. Cualquier cosa

que se metiera en el camino seria escrita. Luego de un tiempo, se estaba quedando sin espacio,

por lo que empezó a escribir más pequeño, para que le alcanzara el espacio. Cuando se quedó sin

lugar en las paredes, escribió sobre y debajo de los instrumentos. Cuando se quedó sin sangre,

golpeo en lo que quedaba del pecho de Dantec, tratando de que saliera un poco más. Pero solo

fueron algunas gotas. Arranco uno de los miembros y la sangre comenzó a derramarse. En poco

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tiempo, el cuerpo de Dantec había sido cortado en pedazos, viéndose incluso menos humano que

antes.

La unidad de comunicación sonó, enviando un enojado silbido de estática. “—an, re—F/7—ave

ma—” se escuchó.

“Ahora no Tanner,” respondió.

“—pondan, respon—e copian?” dijo.

“Ahora no!” grito. El techo ya estaba cubierto; todo lo que quedaba era el suelo. Apilo las piezas

del cuerpo de Dantec en la silla. Intento atarlos, pero rápidamente se dio cuenta de que era inútil.

Estaba bien, se dijo a sí mismo. La nave no se estaba moviendo. No irían a ningún lado.

Casi no quedaba sangre, y lo que quedaba en el suelo se estaba coagulando. Hundió sus dedos en

ello y siguió escribiendo en ligeros y rápidos golpes, conservando la sangre. Pero rápidamente se

quedó sin suelo.

Deseaba que Shane le dijera que hacer. Había hecho bien cierto? Había traicionado a su hermano?

Se quedó arrodillado, mirando. Estaba caliente, casi demasiado caliente para soportarlo. Como

podía hacer tanto calor? Se levantó y se sacó la camisa, tirándola en una silla. Ayudo un poco, pero

no alcanzaba. Aún tenía calor. Se quitó los zapatos, apilándolos sobre la camisa, entonces se sacó

los pantalones, su ropa interior. Desnudo, miro hacia su cuerpo. Pálido, pensó. Blanco como una

hoja. No, no una hoja, se corrigió. Blanco como papel. Entonces supo donde escribir ahora.

Solo que no había más sangre. Había utilizado toda la de Dantec; no había guardado nada para

escribir el final. Miro a su alrededor. Seguro había más sangre en alguna parte. No viajaban con

bolsas de sangre? Y si necesitaban hacer una transfusión a bordo? Como podían ir a cualquier

parte sin sangre?

Sus ojos escaneaban el cuarto, buscando, cuando pasaron sobre su brazo, y vieron una vena

pulsante. “Ah,” dijo, soltando una sonrisa, “ahí es donde te escondías. Ahí estas.”

· · ·

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No fue fácil lograr que la sangre saliera, pero al final lo logro, abriendo su brazo con el borde

afilado de la misma barra con la que había disciplinado a Dantec. Al principio, la sangre salía lista y

podía simplemente mojar sus dedos en ella e inscribir un símbolo en su cuerpo. Pero rápidamente

la herida se detenía y la sangre comenzaba a coagular. Tenía que abrirla nuevamente, y entonces

una tercera vez.

Para cuando termino, era como si él mismo fuese una representación del Marker. Era hermoso,

cubierto en un enjambre de símbolos, todo el conocimiento del universo expresado en la

superficie de su piel. Se irguió derecho, con los brazos a los costados, y se quedó quieto. Él era el

Marker. Podía sentir su poder fluir por su cuerpo.

Cuanto tiempo paso así, no podía decirlo. Volvió en si por un fuerte ruido e intenso dolor en su

cabeza. Se debilito y cayo, apretando sus temples. Cuando el ruido finalmente se detuvo, se

incorporó tambaleándose. Tenía algo más que hacer, recordó confusamente. Tenía que decirles;

tenía que advertirles.

Encendió la pantalla de video y se paró frente a ella, programándola para grabar y al mismo

tiempo transmitir en todas las frecuencias. El mensaje era para todo el mundo—Shane había sido

claro en ello. Necesitaba decirle a todo el mundo, si el mensaje podía atravesar la roca y el lodo.

“Hola,” dijo a la videopantalla. “Oficial James Hennessy aquí, comandante actual del SS Marker. He

sido informado por mi hermano Shane, que hay algo que todos nosotros debemos saber.”

Sentía un punzante dolor en su cabeza, como si alguien estuviese pinchando su nervio óptico con

un cuchillo sin filo. Apretó su cabeza y se inclinó sobre el panel. Luego de que el dolor paso, se

quedó parado un momento, inseguro de donde estaba. Abrió sus ojos y miro a su alrededor,

incapaz de aceptarlo todo. Y de repente lo recordó: Estaba en la TV!

Dio a la cámara su sonrisa más ganadora. Que estaba haciendo? Oh, sí, es cierto: Estaba salvando

a la humanidad.

”Hemos escuchado los susurros incorrectos,” comenzó. “Hay poco tiempo, y estamos escuchando

lo que nos dicen, pero Shane dice que no debemos obedecer. No estamos siguiendo las respuestas

correctas. Tenemos que resistir el pasado antes de que sea demasiado tarde. Demasiado tarde

para la Convergencia.”

Dio su sonrisa ganadora otra vez, mirando directa e intensamente a la cámara. Cualquiera que lo

viera sabría que hablaba directamente con ellos. Tenían que entender cuán importante era esto.

“he dibujado un mapa,” dijo, señalando su cuerpo. “No sé si es lo que Shane quiere, pero vi hacia

el Marker y tuve que dibujar lo que vi en él. Tenemos que cambiar nuestras formas y aprender a

entenderlo,” dijo. Sacudió su cabeza, confundido. Se había equivocado en algo? “O mejor, no

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entenderlo,” dijo. Era como si hubiese dos fuerzas dentro de él, peleando por su conciencia, y él ya

no estaba seguro de cual era cual. A cual debería escuchar.

El Marker capto su vista a través de la ventanilla. Lo miro pulsar por un largo tiempo. Miro a su

mano izquierda, luego a su mano derecha y lentamente las unió enfrente suyo. “Convergencia,”

dijo. Apunto al Marker a través de la ventanilla y luego a los símbolos en su propio cuerpo.

“Necesitamos entenderlo,” dijo, aunque una parte de él mismo le gritaba que se detuviera. “Eso es

lo único que realmente importa ahora, aprender de él. Esa es la manera. Necesitamos entenderlo,

no destruirlo.”

Retrocedió y apago el video. Estaba tan cansado ahora. Su cabeza dolía. Necesitaba descansar.

Descansaría solo un minuto y regresaría a casa. Se recostó en el suelo. Sentía tanto frio como

calor. Su cuerpo desnudo no se sentía natural contra el suave suelo. Lentamente se encogió sobre

sí mismo, hasta que tomo una posición fetal, y comenzó a temblar.

Al final tuvo un breve momento de lucidez, cuando se dio cuenta de que estaba cansado porque el

oxígeno se estaba acabando, cuando se dio cuenta de que algo más había controlado todo lo que

había hecho, todo lo que había dicho. Pero cuando se dio cuenta de todo esto, ya era demasiado

tarde para hacer algo para remediarlo. Me levantare en un momento, pensó. Me levantare y

cavare mi camino hacia la superficie. Entonces arreglare todo este lio.

Un momento después, quedo inconsciente.

No mucho después, estaba muerto.

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PARTE TRES

EL NUDO SE AJUSTA

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“Cuanto ha pasado?” preguntó el Coronel.

“Demasiado,” dijo Tanner, su cara desdibujada, su voz tomada. “Casi cuarenta y ocho horas ya.”

Estaba despierto desde hacía ya dos días y medio. Mucho de ese tiempo lo paso intentando

contactar con el F/7. Había algunos fragmentos separados, momentos en los que todo parecía

alinearse para permitir que la señal llegara, y entonces asumió que hubo momentos en los que

ellos también lo habían visto. Pero nunca duro lo suficiente para que lograran comunicarse.

Entonces, justo cuando estaba por darse por vencido, recibió una señal, transmitiéndose en todas

las frecuencias. Recibieron porciones de eso también, pero otros habían recibido otras porciones

en otros canales. El equipo de Tanner había acumulado tantas como pudieron y estaban

trabajando para secuenciarlas y así formar algo. Pensó que tendrían algo ya, por lo que se

contactó con el Coronel, pero seguían trabajando.

“Podrían estar aún con vida?” preguntó el Coronel.

“Sabemos que uno de ellos está muerto.”

“Hennessy?”

“No, Dantec,” dijo Tanner. Refregando sus ojos. Había tenido una jaqueca por días ya, tal vez

incluso semanas. Estaba comenzando a sentir que no podía recordar un momento en el que su

cabeza no doliera.

“Eso sí que es una sorpresa,” dijo el Coronel.

Tanner asintió. “Aún no sabemos que paso, pero sabemos que está muerto.” Empujo un

holoarchivo hacia la pantalla, vio al Coronel recibirlo del otro lado. Tanner sabía lo que era: una

cruda imagen mostrando un torso sin miembros, sentado en la silla de comando, con sus

miembros apilados ordenadamente justo frente a él. La cabeza estaba rota y distorsionada,

apenas humana.

“Es una porción de una de las transmisiones que pudimos rescatar. La última imagen que tenemos

de hecho.”

“Como sabe que este es Dantec?” preguntó el Coronel.

El Coronel es un hombre duro pensó Tanner: su voz se oía igual que antes, como si estuviese

viendo una foto de bodas de alguien.

Tanner marco porciones de la imagen en su monitor. “Puede ver aquí y aquí partes de cabello.

Está cubierto de sangre, pero estamos razonablemente seguros de que es cabello.”

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“Ah, sí,” dijo el Coronel, “Ahora lo veo.”

“Hennessy era calvo,” dijo Tanner simplemente.

El Coronel se incline en su silla, pensativo. “Que sucedió?” pregunto.

Tanner se encogió de hombros. “Algo salió mal,” dijo. “Más allá de eso, no sé decirle.”

“Si tuvieses que adivinar, que dirías?”

Tanner suspiro. “Hennessy debe haberse vuelto loco y ataco a Dantec distraído. Tal vez algo salió

mal con el suministro de oxígeno y afecto su cerebro, tal vez la presión de estar confinados en un

espacio tan pequeño durante tanto tiempo. O tal vez ya estaba loco y no lo sabíamos..”

“No le parece extraño?” preguntó el Coronel.

“Por supuesto que lo encuentro extraño,” dijo Tanner. “No es un comportamiento habitual.”

“No,” dijo el Coronel. “Si, por supuesto, todo esto es extraño, pero es aún más extraño que pase

ahora, justo ahora, cuando estaban camino hacia un objeto imposible encontrado en una

ubicación imposible.”

“Piensa en sabotaje?”

“No puedo descartarlo,” contestó el Coronel. “Pero es la menos extraña de las posibilidades

Tanner. Muestre un poco más de imaginación.” Se inclinó otra vez.

“Contácteme inmediatamente cuando tenga algo más que mostrarme,” dijo, se estiro y corto la

conexión.

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23

El poder de la señal, noto Altman, se había incrementado en algún momento durante la noche. El

indicador que había instalado estaba recibiendo las lecturas más altas que había visto hasta el

momento.

El pulso termino y cayo, aún más alto de lo que estaba en su anterior estado de descanso.

Miro hacia Field, quien parecía inmerso en sus propios cálculos. Solo para estar seguro, inclino la

holopantalla en un ángulo para que no hubiese forma de que Field viera lo que había en ella.

Retrocedió los datos hasta que encontró el cambio. Ahí, alrededor de las seis o siete de la mañana,

pensó que tendría que hacer una completa correlación para asegurarse. El incremento de la señal

no fue gradual sino inmediato, como si algo la hubiese repentina y deliberadamente amplificado.

No había oído nada de Hammond desde la noche en el bar, lo que le preocupaba un poco, pero no

mucho. El técnico de seguridad seguramente estaba manteniendo un perfil bajo, siendo

cuidadoso. Cuando quisiera ponerse en contacto, lo haría. Mientras tanto, dependía de Altman

descubrir que estaba pasando..

Ingreso sus resultados en la base de datos encriptada par a ver si se correlacionaban con el trabajo

hecho por otros—los otros en este caso eran otros tres científicos quienes, como Altman, estaban

intrigados por la anomalía gravitacional y el pulso y querían seguirlo: Showalter, Ramírez, y Skud.

Showalter, quien tenía equipo más poderoso que el simple sensor de Altman, había recibido las

mismas lecturas. A las 6:38 a.m., hubo un pulso extraordinariamente fuerte, seguido por un

cambio en el patrón de la señal. Señal que ahora se encontraba perpetuamente amplificada. Aún

había puntos bajos y altos, pero el perfil básico de la señal era más fuerte, y permaneció así desde

entonces.

Ramírez había notado algo más, algo que había recogido de las imagines satelitales mientras

trataba de determinar si hubo algún cambio en la condición misma del cráter. Un buque carguero,

anclado a unas quince millas del centro del cráter..

“Al principio no le preste mucha atención,” dijo Ramírez en el videoarchivo que adjunto. “Pero

entonces, regreso un día después y aún sigue ahí. Adelanto otro día y sigue ahí. Si es realmente un

buque carguero, que estaría haciendo siempre en el mismo lugar?”

“Así que ayer en la mañana, contrate un hombre local que se hacía llamar Capitán Jesús, para usar

su viejo bote a motor y acercarme para ver mejor. Lleve una caña de pescar conmigo. Una vez que

estuvimos a unos doscientos metros del buque, pedí al Capitán Jesús que se detuviera y tirara mi

línea al agua.”

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“El Capitán me dijo que no iba a atrapar nada. Cuando pregunto porque no me miro fríamente y

me hizo notar que no me había molestado en poner ninguna carnada en el anzuelo.”

“No sabía que contestar, así que no lo hice. El Capitán Jesús miro hacia el buque y luego a mí,

entonces dijo que no eran peces lo que quería atrapar, y que esa clase de pesca me costaría

extra.”

“Al final, tuve que prometer al buen capitán pagarle el doble de su tarifa normal para quedarse en

el lugar y que pudiéramos observar bien al carguero. No tenía identificación alguna. Fuera de eso,

parecía un carguero de lo más normal, excepto por el hecho de que había una grúa para elevar

submarinos totalmente nueva en la cubierta.”

“Eso fue todo lo que tuve tiempo de asegurar,” dijo Ramírez. “Estuvimos ahí unos cinco minutos,

dos de los cuales pase discutiendo con el Capitán Jesús, cuando una lancha apareció del otro lado

del bote y se acercó a nosotros, tripulada por cuatro hombres musculosos con cortes de cabello

militares, pero sin el uniforme militar pertinente.”

“‘Muévanse,’ dijo uno de ellos.”

“‘Estoy pescando,’ aclare.”

“‘Pesca en otra parte,’ dijo. Estaba por comenzar a discutir, pero el Capitán Jesús encendió el bote

y nos sacó del lugar. Más tarde, cuando pregunte por qué, todo lo que dijo fue ‘Esos no son

buenos hombres.’”

“Lo que me dejo con tres preguntas,” dijo Ramírez, concluyendo su video. “Primero, que uso

tendría un buque carguero, si realmente lo es, para un submarino? Segundo, que hace que

quieran mantener los demás botes a distancia? Tercero, que demonios está pasando realmente?”

Realmente qué? Se preguntó Altman.

El último reporte, de Skud, un suizo lacónico, no llego sino luego de una hora. Era un documento

en lugar de un video.

Lo lamento mucho, decía en su reporte. Tenía que re-chequearlo. Lo que seguía era una serie de

capturas en sueco, ninguna que Altman supiera como leer. Luego de ellas, Skud escribió: datos

insuficientes para estar seguro. Estar seguro de que? Se preguntó Altman. Intento bajar, pero el

reporte terminaba ahí. Chequeo la red y descubrió que Skud seguía conectado al sistema. Skud,

tipeo, por favor clarifica la conclusión de tu reporte. Por datos insuficientes me refiero a que no

hay suficientes datos, escribió. Sin suficientes datos, no podemos estar seguros.

Altman suspiro. Skud era un buen científico, pero le faltaba un poco de habilidad para

comunicarse.

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Concerniente a que son los datos? Pregunto.

Datos sismográficos, escribió Skud.

Y entonces que intentabas probar? Escribió Altman.

Que la distorsión sísmica era algo generado por una maquina en lugar de actividad sismológica

ordinaria.

Qué clase de maquina?

Como dije en mi nota, escribió Skud, y entonces hubo un largo momento en que la pantalla

permaneció en blanco. Lo siento mucho, finalmente escribió, ahora veo que lo deje fuera de la

nota. Un taladro. No tengo los suficientes datos para probarlo y tal vez solo se trata de actividad

sísmica ordinaria. Pero creo que alguien podría haber estado taladrando en el centro del cráter.

Altman inmediatamente se desconectó del sistema y salió afuera para llamar a Skud. El hombre

parecía nervioso, un poco confuso, pero luego de un momento, comenzó a explicar los detalles de

manera que Altman fuera capaz de entenderlos. Skud estaba dibujando sus lecturas en base a

múltiples sismógrafos, algunos en tierra, otros bajo el agua, muchos, muy cerca del centro mismo

del cráter. Solo aquellos cerca del centro habían notado algo. La lectura, dijo Skud, era algo que

normalmente seria ignorado por ser insignificante, actividad sísmica muy baja. Pero también era

posible, aclaro, que se tratara de un taladro pesado de escala industrial. Era muy regular dijo, lo

que no es típico de un evento sísmico.

“Pero no estás seguro si es en el centro del cráter.”

“No,” dijo Skud. “Ese es exactamente el problema.”

“Donde más podría ser si no es el centro?”

“Podría ser tan lejos como quince metros del centro,” dijo Skud. “Hice los cálculos pero me temo

que no son concluyentes.”

“Pero eso bien podría ser el centro!” dijo Altman, frustrado.

“No, mira,” dijo Skud pacientemente. “Como dije, podría estar a unos quince metros de distancia.

Eso no es el centro.”

Altman empezó a discutir, luego se detuvo, le agradeció y corto la llamada. Se quedó ahí, mirando

al océano cuando vio a través de la ventana. Field seguía en su lado del cuarto, hablando por

teléfono ahora, no se veía ni más ni menos animado que antes. Altman giro a ver el océano otra

vez.

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Lentamente las cosas comenzaban a tomar forma en su mente. Deseaba que Hammond se

contactara con él nuevamente, ya que fue él quien noto esto antes que cualquier otro. Tal vez

tenía una perspectiva sobre el tema que Altman y los demás aún desconocían. Mientras tanto,

dependía de ellos.

No había nada que pudiera asegurar que el pulso, el buque carguero y las lecturas sísmicas

estuviesen conectados. Pero, tampoco había nada que sugiriera que no lo estaban. Y las tres cosas

tenían algo en común: el centro del cráter. Algo estaba pasando allá abajo. Tal vez habían

descubierto algo, tal vez se trataba de una prueba armamentística, tal vez era un increíblemente

raro pero natural fenómeno. Pero algo estaba pasando, algo raro, algo que alguien no quería que

el público supiera.

Juro que averiguaría lo que era. Aunque lo matara.

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“Ya lo tengo,” dijo Tanner, sus ojos rojos, su cara notablemente pálida. Había llegado a los límites

de la medicación anti-sueño. Le quedaba como mucho una hora más antes de que colapsara o

empezara a sentir serios daños internos.

“Veámoslo,” dijo el Coronel.

“Debo advertirlo—” inicio Tanner.

“—No necesito advertencias,” interrumpió el Coronel. “Solo reprodúcelo.”

Tanner envió el archive a través de la pantalla y lo abrió. Comenzó a reproducirse. Tanner cerro

sus ojos, pero una vez que el audio inicio, el sonido del silbido de estática, las imágenes inundaron

su mente de todas formas, empeoradas por su imaginación y su falta de sueño. Abrió sus ojos y

miro.

No había mucho. La imagen se había transmitido a través de capas y capas de roca, en cierto

sentido, era sorprendente que cualquier cosa fuese captada. Tanner deseaba que así lo fuera.

Al principio era solo el sonido de la estática, la imagen en si misma nada más que nieve. Entonces,

pequeñas piezas y fragmentos comenzaron a emerger. En términos de imagen era como si la nieve

de la estática estuviese tomando textura, un vago rostro humano formándose y luego

disolviéndose otra vez, lo que parecía ser una mano, lo que podría ser un puño, cerrado alrededor

de una tubería o podría no ser nada. El sonido paso del silbido de la estática a un susurro de algún

tipo que sonaba como un hombre hablando con la boca llena de abejas. Algo que se escuchó como

un grito, hervía la sangre. Un aburrido ritmo que podría ser alguien hablando. Alguien cantando,

una vaga, vieja rima de guardería.

Y entonces, de repente, un breve momento de claridad, la cara de un hombre, extrañamente

iluminada y aterrada, su piel cubierta por algo, rápidamente distorsionándose otra vez.

“Congele eso,” dijo el Coronel.

Tanner detuvo el video y lo retrocedió. Los ojos del hombre denotaban cierto vacío. Sus

características estaban extrañamente distorsionadas, como si estuviese gritando. Su cara estaba

cubierta con extrañas marcas, símbolos de algún tipo, que se extendían hacia su cuello y sus

brazos..

“Hennessy? Que se ha hecho a sí mismo?” preguntó el Coronel. “Que uso para escribir?”

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“Creemos que sangre,” dijo Tanner. “Puede verla goteando de su brazo izquierdo, y parece haber

un corte en su brazo. Tal vez es su propia sangre, tal vez la de Dantec. Si mira detrás suyo, también

vera rastros de símbolos en las pareces, que, asumimos, también están escritos con sangre.”

El Coronel frunció su seño. “Que significan esos símbolos?”

“No lo sabemos,” dijo Tanner. “Nadie vio algo así antes.” Cuando el Coronel no dijo más nada,

Tanner pregunto, “Seguimos?”

El Coronel movió su mano. “Muy bien,” dijo, “prosiga.”

Más silbidos, más estática, más imágenes vagas y distorsionadas. En un punto, un breve vistazo de

un brazo que había sido arrancado de su lugar, su mano falta de vida, encogida como una araña

muerta. Una porción de la silla de comando, manchada de sangre. Y Hennessy en el fondo,

zumbándose a sí mismo, hamacándose levemente, cubierto de símbolos sangrientos.

“Hola,” dijo, y se disolvió otra vez. Parpadeo dentro y fuera de la existencia, junto con partes de

palabras, nada que pudiera ordenarse, entonces, algo que sonaba como vergüenza, o tal vez parte

de otra palabra. Luego “—algo—sitan saber.”

En la pantalla, Hennessy apretó su cabeza y luego fue reemplazado por estática, a color esta vez.

Cuando reapareció, estaba dando a la cámara una extrañamente extasiada sonrisa.

“—pista,” dijo.

Hubo un largo silencio.

“—simplemente no—” dijo. Un poco después, “—no importa—tendremos que—usk.”

Era difícil encontrarle sentido pensó Tanner. Pero sea lo que fuere, no era bueno.

Entonces, Hennessy estaba atrás otra vez, con esa misma sonrisa intensa. Se había acercado a la

cámara, casi llenando la pantalla.

“—vírgenes,” dijo, e hizo un gesto fuera de la cámara. Luego seguía ahí, aun hablando, pero siendo

poco más que un fantasma en la estática, el sonido completamente perdido, hasta que cerca del

final regreso, la imagen era clara ahora. “—entenderlo—” dijo, entonces hubo una micro ráfaga de

estática y entonces “—destruirlo.”

Hennessy se quitó del medio, revelando en la silla de comando detrás suyo, las piezas del cuerpo

de Dantec. Y entonces el video termino

“Cuantas personas han visto esto?” pregunto el Coronel.

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“Esta versión en particular? Tres de nuestros técnicos. Pero fue transmitido en general, así que

muchas personas han visto distintas porciones de ello. No hay manera de decir quien vio que.”

“Entonces, no tiene sentido matar a los técnicos, cierto?” pregunto el Coronel.

“Como dice?” preguntó Tanner.

“Esto es grande Tanner,” dijo el Coronel. “Mucho más grande de lo que se pueda imaginar. Es

mucho más importante que una vida o dos. Hay billones de personas en la Tierra. La gente es

desechable. Pero esta cosa, sea lo que sea, es el único que jamás hemos visto.”

“Está diciendo que soy desechable?” dijo Tanner lentamente.

El Coronel lo miro con la cara arrugada. “No tome esto de mala manera,” dijo. “En este momento

usted es menos desechable que cualquier otro. Pero si, si las circunstancias se desarrollaran de la

manera equivocada, usted se volvería desechable. Eso le molesta?

“Si,” dijo Tanner.

“Entonces no deje que el desarrollo de las circunstancias sea erróneo,” dijo el Coronel. Miro a su

cronometro. “Le daré hasta la mañana. Averigüe cuan ampliamente fue esparcido este video y

cuanto de él ha visto la gente. Despliegue algunas personas en tierra que puedan hacer las

preguntas justas sin llamar la atención. Una vez que sepamos donde estamos parados,

pensaremos que hacer.”

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La llamada llego cerca de la 1 a.m. Altman estaba acostado en su cama, mirando su teléfono vibrar

en la mesita al lado suyo, como un insecto atrapado. Vibro y vibro, y luego se detuvo. Lo reviso—

no se veía el número y la imagen holográfica estaba bloqueada. Casi inmediatamente comenzó a

vibrar otra vez.

Podría ser Hammond pensó, debería contestar. O Showalter, Ramírez, o Skud. Pero solo lo vio

vibrar hasta que se detuvo. La tercera vez, despertó a Ada. Ella bostezo y se estiro, arqueando su

cuerpo.

“Qué hora es?” pregunto perezosamente, sentándose en la cama, acomodando su cabello detrás

de su oreja.

“Michael, no vas a contestar?”

Miro su mano y abrió el teléfono acercándolo a su oído.

“Hola,” dijo. Incluso para él su voz sonaba seca y temblorosa, como si no hubiese hablado en años.

“Hablo con,” dijo la voz, luego pausando. “Michael Altman?”

“Quien habla?” preguntó Altman.

El hombre del otro lado ignoro la pregunta. “tengo una simple pregunta que hacerle,” dijo. “Me

pregunto si ha percibido algo inusual últimamente. Interceptado algo.”

“Como qué?” pregunto.

“Puedo ver que no es el caso,” dijo la voz rápidamente. “Lamento haberlo hecho perder su

tiempo.”

“Se refiere a una señal de algún tipo?” pregunto, pensando en el pulso.

Hubo un silencio del otro lado de la línea.

“Algún tipo de transmisión?” dijo Altman.

“Tal vez,” dijo la voz lentamente. “Tiene algo en mente?”

“Quien habla?” pregunto Altman otra vez.

“Eso no importa,” dijo la voz.

“De qué clase de transmisión habla?” pregunto. “Algún tipo de pulso?”

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La voz se tornó enojada de repente. “Tendrá que hacerlo mejor que eso Sr. Altman,” dijo con un

tono agresivo.

“Espera,” dijo Altman. “Hagamos un trato. Si me dice que está buscando, le avisare si lo

encuentro.”

La línea murió.

“De qué demonios se trató todo eso?” pregunto Ada.

“No lo sé,” dijo Altman. “Desearía saberlo. Alguien estaba intentando obtener algo de mí.”

“Como qué?”

“No lo sé,” admitió.

Se levantó de la cama. Fue al baño y lavo su rostro, miro al hombre que le regresaba la Mirada

desde el espejo. Había círculos obscuros alrededor de sus ojos, sus parpados estaban gruesos e

hinchados. Apenas podía reconocerse. No había dormido bien últimamente. Pesadillas y encima

de todo, toda la excitación y miedo asociado con lo que fuera que estaba sucediendo en el cráter.

Además de la jaqueca que parecía seguir y seguir.

Qué tal si a Hammond le había pasado algo? Se preguntó. Y si lo habían matado? Qué tal si venían

detrás suyo ahora? No, era una locura. No había razones para estar paranoico. Era solo una

llamada telefónica. Fue a la otra habitación y encendió la computadora, conectándose al servidor

seguro. Nada nuevo por parte de los otros desde la última vez que se fijó.

“Que estás haciendo?” pregunto Ada. Estaba sentada en la cama otra vez, con algo de cabello

cubriendo su rostro.

“Tengo que revisar algo,” dijo. “No me tomara mucho tiempo.”

“Michael,” dijo ella, con una voz preocupada ahora, “quiero saber exactamente qué está pasando.

No deberías guardar secretos conmigo. No estarás en problemas cierto?” pregunto.

“No lo creo,” dijo.

“Si estuvieses en problemas me dirías, verdad?” pregunto ella.

“Me gustaría pensar que si,” contesto él.

“Que quieres decir con que te gustaría pensar que si? Qué clase de respuesta es esa?”

“Quise decir si, por supuesto que lo haría.”

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“Ahora,” dijo ella. “Eso está mejor.”

Ella giro sus dedos entre sus cabellos, girándolo para que cayera detrás de sus hombros, entonces

se levantó y fue al baño. Él giro a la pantalla y rápidamente escribió: Extraña llamada esta mañana,

justo después de las 3 AM, preguntándome si había interceptado algo. Pensé que hablaba de la

señal del centro de Chicxulub, pero cuando insinué eso, él se apresuró a dejar la línea. Tal vez una

transmisión de algún tipo, pero que, no lo sé. Alguien más recibió la misma llamada?

Espero un minute, mirando la pantalla hasta que Ada regreso y se subió a la cama. Entonces se

desconectó y apago la el sistema, acostándose a su lado. Probablemente no sea nada se decía a sí

mismo.

“Prometes que me dirías?” dijo ella, casi dormida otra vez.

“Si,” dijo.

Unos minutos después, se dio cuenta de que se había dormido. Él se quedó en la cama, con los

ojos abiertos, mirando el oscuro techo. Paso un largo rato hasta que pudo dormirse otra vez.

En la mañana, tras conectarse, descubrió que los otros tres habían recibido la misma llamada

después de él. Ramírez primero, luego Showalter y por ultimo Skud, lo que indicaba que la persona

que hacia los llamados podía simplemente estar guiándose por una lista alfabética. Estaban tan

confundidos como él. Pregunten por ahí, Altman respondió. Averigüen si otras personas también

lo recibieron y que piensan de ello.

Para la tarde, tenían la respuesta. Cada científico de Chicxulub que contactaron había recibido la

llamada. Muchos de ellos no tenían idea de que pasaba, atribuyéndolo a una broma o al trabajo de

algún paranoico. Pero Ramírez finalmente había hablado con alguien que parecía saber.

“Está hablando de la transmisión de video,” un hombre llamado Bennett dijo, un geólogo amateur

y entusiasta de radio. “Lo descubrí de inmediato. Llamo, todo críptico, buscando algo pero sin

querer decir que. Yo dije, ‘Habla de la transmisión de video?’ Él pretendió no saber de qué

hablaba, hizo que lo describiera, luego me agradeció muy amablemente y colgó.”

Bennett tenía solo un fragmento del video, unos breves segundos, algo que había encontrado no

solo en una frecuencia sino en varias, y así, solo por curiosidad lo grabo. Había unos tres segundos

de estática, seguidos de cinco levemente distorsionados segundos de alguien hablando, seguidos

por otros ocho segundos más de estática. Otras pocas personas, dijo Bennett, habían captado

porciones de eso, y alguien en DredgerCorp parecía estar juntando copias de todas esas partes.

Por qué, no lo sabía. Bennett estaba bastante seguro de que era un engaño, la idea de alguien de

una broma. Pero como habían logrado que pareciera estar siendo transmitido desde el centro del

Chicxulub, no lo sabía. Probablemente un transmisor en un bote o—

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“Era transmitido desde dónde?”

“Algún lugar cerca del centro del cráter de Chicxulub,” dijo. “Todo parte de la misma broma

supongo.”

“Puedo tener una copia?”

“Por qué no?” dijo él. “Mientras más mejor,” agrego.

Era un documento extraño—un hombre, desnudo, su cuerpo cubierto de símbolos escritos en una

sustancia que parecía ser sangre, mirando con un extraño gesto hacia la cámara. “Entenderlo—”

dijo, “destruirlo—” y entonces la estática.

Altman lo vio otra vez. No había mucho, solo unos segundos. Tal vez Bennet tenía razón y era una

farsa, pero había algo en la expresión del hombre, lo tenso de sus características, el muerto y loco

vacío de sus ojos, que hizo creer a Altman que no lo era. Donde estaba? Lo vio otra vez. Era un

espacio pequeño, confinado, las paredes también, llenas de símbolos escritos con la misma

sustancia que cubría al hombre.

Algo en cierto punto emitió un resplandor rojizo bajo la barbilla del hombre, cuando se adelantó.

La iluminación era industrial, cruda y poco amigable. “Entenderlo—destruirlo,” decía el hombre.

Aún estoy trabajando en entenderlo, pensó Altman. Para ser franco, ni siquiera esto seguro de que

se trata.

Se recostó en su silla, apoyando sus codos en los apoyabrazos sus dedos extendidos frente a su

cara. Tal vez una farsa, tal vez no. y si tomamos todo en serio? Si intentamos unir todo? Que

podemos decir?

Una señal pulsante desde el centro del cráter, algo que no habían notado antes.

Una anomalía gravitacional, también algo nuevo.

Un buque carguero sospechoso, no exactamente sobre el centro del cráter, pero no muy lejos de

él.

En la cubierta del viejo buque, una grúa industrial de submarinos totalmente nueva. También

personal militar o ex-militar a bordo.

Evidencia de actividad sísmica o taladros, ya sea en o muy cerca del centro submarino del cráter.

Un video, transmitido en múltiples canales, aparentemente emitido desde el centro del cráter. En

él, un hombre en un espacio confinado, aparentemente loco, cubierto de extrañas runas, diciendo

“entenderlo—destruirlo.”

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Todo parecía estar conectado, y todo se relacionaba con el cráter. Algo estaba pasando en el

corazón del cráter y alguien—probablemente DredgerCorp, ya que ellos estaban preguntando,

pero tal vez había alguien más además de ellos— estaba muy, muy interesado en ello. Lo

suficientemente interesado para montar una operación de excavación, para intentar ver que era o

extraerlo.

Eso también podría explicar el fragmento de video, noto Altman. Qué tal si la transmisión provenía

de un submarino? Tembló levemente.

El problema era que eso solo generaba preguntas aún más grandes.

Suspiro. Sería más fácil, se dio cuenta, pensar en ello solo como una farsa y dejar de preocuparse.

Solo podía pensar en ello como una farsa. Mientras más pensaba en ello, más se convencía de que

debía ser real.

Dio vueltas sobre eso, dudando. Tu turno de mover Michael, se dijo a sí mismo. Cuál sería la mejor

manera de hacer público el secreto?

En el medio de la tarde, tuvo una idea. No era la mejor, pero tenía la belleza de ser simple, y era lo

único en que podía pensar que tuviese resultados rápidos.

Puso una copia del video en su holopod y lo guardo en su bolsillo. “Listo por hoy,” dijo a Field.

El hombre lo miro, con la expresión de un pescado muerto. “Son solo las dos y media,” dijo.

Altman se encogió de hombros. “Tengo algunas cosas que hacer.”

“Como quieras,” dijo Field, y volvió a mirar su holopantalla.

Quince minutos más tarde, Altman había cubierto su rostro con un sombrero y estaba sentado en

el lobby del hotel de los jóvenes del pueblo, usando su única y antigua terminal, un modelo

anterior a la holopantalla. El hombre del escritorio lo miro vagamente y lo ignoro. No le pagaban lo

suficiente para que le importara quien usaba la computadora.

Paso el video desde su holopod a la terminal y paso algún tiempo asegurándose de no dejar

huellas. Entonces entro en FreeSpace y creo una cuenta falsa. Podía ser rastreada al monitor, sabia

eso, pero no había nada que pudiera hacer sobre eso. No podía, en cualquier caso, ser rastreado

directamente hacia él.

Preparo un mensaje: Acciones ilegales de DredgeCorp en Chicxulub, tipeandolo en la línea de

tema, luego subió el video, Ultimas Palabras de un Submarino en un Túnel muy Profundo en el

corazón del Cráter de Chicxulub. Se quedó pensando un minuto y luego agrego, Una Misión de

Recuperación que Salió Mal. Entonces procedió a copiar el video a cada científico que pudo

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recordar en todo Chicxulub, incluido él mismo, y a algunos más. Ahora, pensó. Eso debería llamar

su atención.

Esa noche le conto a Ada lo que había hecho, explicándole lo que habían descubierto y lo que

creían que significaba. Pensó que se burlaría de él, diciéndole que estaba preocupándose mucho

por nada porque estaba aburrido. En cambio, ella solo se cruzó de brazos.

“Eres tan idiota a veces. No te das cuenta de lo peligroso que puede ser?” pregunto.

“Peligroso?” dijo. “Que, crees que intentaran asesinarme por revelar alguna clase de secreto

industrial? Esto no es una película de espías Ada.”

“Tal vez no, pero tu actúas como si lo fuera,” dijo ella. “Sitios web seguros, una pandilla de

científicos, submarinos secretos, señales que no deberían existir. Y ahora este video.”

Ella tembló un poco. “Un hombre cubierto en símbolos hechos con sangre. Eso no te hace pensar

que podría ser peligroso?”

“Qué?”

“Como se lo que es?” pregunto, sacudiendo sus manos hacia él. “Esa cosa en el centro del cráter

podría ser peligrosa. O la gente que quiere recuperarlo podría serlo. O ambos.”

“Pero—” dijo él.

“Es solo—” dijo ella, y se detuvo.

Bajo su cabeza y miro la mesa vacía. Él la vio abrazarse, como si hiciera frio. “No quiero ver que te

lastimes o mueras,” dijo de manera casi inaudible.

Se quedó quieta por tanto tiempo que él pensó que la conversación había terminado. Estaba a

punto de levantarse a buscar una cerveza cuando de repente ella comenzó a hablar otra vez.

“Tienes todos tus datos,” dijo ella en un tono muy estable. “Los interpretaste e hiciste que

significara algo.”

“Podría estar equivocado,” dijo.

“No es eso lo que quiero decir,” dijo ella. “Solo cállate y escúchame Michael. Ustedes científicos

solo tienen una forma de ver al mundo. Yo también tengo algunos datos, y son igualmente

perturbadores.”

Ella empezó a describírselos, lentamente atándolos juntos como si fuese una historia. La señal

pulsante comenzó en cierto momento, dijo ella, y desde ese momento todo fue diferente.

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Él lo sabía tan bien como ella. “Recuerdas cuando comenzaste a tener pesadillas?”

“Siempre tuve pesadillas,” contesto.

“Pero no así,” dijo ella. “Sangrientas, apocalípticas, cosas sobre el fin del mundo cada noche?”

“No,” admitió. “Esas son nuevas.”

“Todo el mundo las está teniendo Michael. Incluso yo. Y no me veo inclinada normalmente a tener

pesadillas.”

Había notado cuan distraídos y faltos de sueño estaban todos, desde la gente del pueblo hasta sus

colegas. Estaba entrenada para notar cosas así, así que empezó a preguntar en los alrededores.

Dormiste bien anoche? Tuviste algún sueño? Nadie estaba durmiendo bien. Nadie soñaba otra

cosa que no fueran pesadillas. Y cuando lograba que recordaran cuando habían comenzado esas

pesadillas, todas correspondían al momento en que la señal comenzó a emitirse.

“Eso es solo el comienzo,” dijo Ada. “Sabes cuantas veces me has dicho en la última semana que te

duele la cabeza? Docenas. Sabes cuantas veces haz presionado tu cabeza y te has quejado, sin

decirme nada? Otras tantas docenas más. Y no eres el único,” dijo ella. “Todo el mundo sufre de lo

mismo. Antes de esa señal, nadie los tenia, ahora todo el mundo. Coincidencia? Tal vez pero tienes

que admitir que es extraño.”

“Muy bien, dijo. “Lo admito.”

“No te burles Michael,” dijo ella. “Esto es serio. He pasado meses investigando los rituales y

leyendas de esta región, y antes pase años leyendo reportes de otras personas sobre el tema. La

cosa sobre las leyendas es que han sido iguales prácticamente por cientos de años.”

“Entonces?”

Se estiro y lo golpeo suavemente en el costado de la cabeza. “Creo que te dije que no te burlaras,”

dijo, con sus obscuros ojos brillosos. “Ya no son las mismas. Cambiaron drásticamente una vez que

el pulso inicio.”

“Mierda,” dijo él.

“Los pueblerinos están teniendo pesadillas Michael,” dijo ella. “Igual que nosotros. Pero mientras

nuestros sueños solo son temáticamente similares, los de ellos son específicamente parecidos.

Todos están soñando sobre la ‘Cola del Diablo,’ que es, como te mencione el otro día, es lo que la

palabra Chicxulub significa. Coincidencia?”

Altman solo sacudió su cabeza. “No lo entiendo,” dijo.

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“He notado aquí y allá, marcado en la tierra o en la corteza de los árboles, un símbolo crudo, como

dos cuernos retorcidos entre sí. Cuando pregunte que eran, la gente me ignoraba. Cuando seguí

preguntando, finalmente alguien me dijo, casi escupiéndome, la palabra: Chicxulub.”

Se levantó y fue al refrigerador, sirviéndose un vaso de agua destilada. La bebió y se sirvió otro

vaso lleno, sentándose otra vez. Se estiro y agarro su mano en la de ella. Apretándola.

“No sé cómo encaja todo esto,” dijo ella, “ni se cómo relacionarlo con tus datos. Tal vez es solo

una rara coincidencia. Pero al tomar todo junto me hace pensar que lo que sea que este en el

centro del cráter es algo que desea dañarnos.”

“Haces que suene como si se tratara de algo vivo,” dijo él.

“Sé que no es muy científico,” contesto ella. Retiro su mano, frotando su temple con ella. “Ah, otro

dolor de cabeza,” dijo y dio una sonrisa nerviosa.

Luego de un momento siguió. “La gente del pueblo parece tener toda una mitología sobre esta

‘Cola del Diablo.’ No sé si la mitología es algo que siempre ha estado ahí o se ha desarrollado

recientemente. Ciertamente solo comencé a notarlo ahora.

“El único con quien puedo hablar en detalle es el borracho del pueblo, y habla solamente si lo

soborno con licor. Él asegura que hay historias que han pasado de generación en generación,

sobre un enorme objeto bifurcado que perfora las profundidades del océano. Esto, lo dijo en una

mezcla de español y Maya Yucateco, es todo lo que queda de un gran demonio que rindió su

dominio sobre la tierra para excavar en las profundidades y gobernar en el infierno. Su cola quedo

atrapada y aún sigue ahí, tal vez aún vive. Algunos creen que el Diablo aún sigue unido a ella. Si

tocas la cola, dicen, te haces conocido del Diablo. Si el Diablo te conoce, intentara reclamarte. Si

destruyes más de lo que creas, te haces conocido del Diablo también. ‘Tú y tu gente,’ dijo el

borracho cuando había tomado varias copas, ‘Ustedes son conocidos del Diablo,’ y entonces hizo

un extraño símbolo hacia mí, una especie de maldición, cruzando sus dedo índice y medio.”

Se detuvo y bebió el resto del agua, dejando el vaso en la mesa. “Luego de eso, se rehusó a decir

nada más,” dijo ella. “Trate de convencerlo ofreciendo comprarle más bebida, pero él solo sacudía

su cabeza. Finalmente admitió que tenía miedo de que el Diablo lo escuchara.”

Se sentaron en silencio por un momento, mirándose entre sí.

“Tal vez hay una explicación lógica,” dijo Altman.

“Para las historias?”

“Para todo esto.”

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“Tal vez,” dijo Ada. “Pero no lo sé. Podría, supongo, decir que estas historias son una extraña

mezcla entre creencias mayas y cristianas. Tal vez si buscaba lo suficientemente profundo y

pensaba lo suficientemente duro y durante un largo tiempo, lograría una teoría sobre cómo se

desarrollaron. Pero aún hay algo ahí, un genuino sentimiento de alerta y miedo en mi corazón que

me dice que deberíamos escucharlos. Te amo Michael. Prométeme que al menos intentaras oírlo.”

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“Hemos rastreado cerca de una docena de personas que han visto la transmisión,” dijo Tanner.

Había logrado dormir algunas horas, aunque su cabeza aún dolía y sentía que sus ojos habían sido

frotados con papel de lija. “De ellos, cerca de la mitad no recibieron más que estática. Los otros

captaron más. De ellos, la mitad lo grabo. Pero ya sabíamos eso ya que usamos sus grabaciones

para formar nuestra compilación.”

“Además de usted y los técnicos en DredgerCorp, quien más ha visto la versión que me mostro?”

“Nadie,” dijo Tanner. “Estoy seguro de ello.”

El Coronel frunció su seño. “Mire esto.”

Empujo el holoarchivo hacia Tanner. Era una comunicación enviada por alguien con el alias

“Watchdog.” Acciones ilegales de DredgeCorp en Chicxulub, decía el título. El cuerpo del mensaje

consistía de un corto texto tipeado—Últimas Palabras de un Submarino en un Túnel muy Profundo

en el corazón del Cráter de Chicxulub. Una Misión de Recuperación que Salió Mal—y un video.

Abrió el video, vio el cuerpo y rostro de Hennessy cubiertos de sangre, su extraña sonrisa y breve

discurso. Oh mierda, pensó. Lo peor había sucedió finalmente.

“Quien lo envió?” pregunto.

“Esta copia fue enviada a Lenny Small,” dijo el Coronel. “La lista de otros recipientes ocupa varias

páginas, mayormente científicos en Chicxulub, y algunos otros también.”

“Ese video es originalmente de Sigmund Bennett,” dijo Tanner. “Él lo grabo.”

“Cree que sea él quien lo está diseminando?”

Tanner sacudió su cabeza. “No es del tipo que haría esto. Uno de mis hombres hablo con él—

estaba bastante claro que estaba convencido que se trataba de una farsa. Probablemente no

pensaría en ello más de una vez, tal vez lo compartió con alguien porque pensó que era

interesante o extraño. Hare que alguien hable con él y averigüe a quien se lo mostro.”

“No se moleste,” dijo el Coronel.

“Que no me moleste? Pero usted dijo—”

“Demasiada gente lo ha visto ya,” dijo. “No tiene caso matar a nadie ahora. Es más probable que

nos haga daño en lugar de ayudarnos.”

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Tanner soltó un largo suspiro. Estaba tranquilo de saber que no le pediría que mate a nadie. “Que

hacemos entonces?”

“Salimos a la luz,” dijo el Coronel.

“Salimos a la luz?” Tanner sintió una bomba explotar en su estómago. “Eso no es lo que hace

DredgerCorp. No deberíamos consultar esto con Small?”

“Small no dirige este show,” dijo el Coronel. “Yo lo hago.”

“Esto es un desastre. Se lo advierto,” dijo Tanner, mientras su cara se enrojecía. “No voy a

hundirme con la nave. No estoy dispuesto a aceptar la culpa por eso. Luchare todo el camino.”

“Cálmese Tanner,” dijo el Coronel. “No tenemos que salir a la luz en realidad; solo pretender que

lo hacemos. Si liberamos esta historia a la prensa, somos nosotros quienes la controlamos. Si lo

jugamos bien, estaremos en una mejor posición que antes.”

“Como hacemos eso?” preguntó Tanner.

“Simple,” dijo el Coronel. “Llame una conferencia de prensa. Diga que ha visto el video que ha

estado circulando y ha oído los rumores y pensó que era hora de aclarar la historia. Entregue a la

prensa todos los fragmentos de video que posee y pida que los transmitan. No perdemos mucho

haciendo eso, ya que mucha gente ha visto piezas de ello—cualquiera que se haya sentido lo

suficientemente curioso podría haber reunido una buena porción de ello, tal como usted lo hizo.”

“Como nos ayuda eso?”

“Lo que importa es lo que usted diga sobre el tema,” dijo el Coronel. “Puede decir que es una

farsa, pero eso solo dará a los adictos a las conspiraciones combustible para quemar. Así que diga

cuanto más pueda de la verdad sin dañarnos..”

“Cuanto seria eso?”

Los labios del Coronel se apretaron. “Necesita que lo deletree para usted? Donde está su

imaginación hombre?

“Primero, dice que Hennessy se volvió loco. No será una propuesta difícil de aceptar luego de que

la gente vea el video. Dirá que lo trajo a Chicxulub porque estaba interesado en probar un nuevo

batiscafo experimental, una nave capaz de, al menos en teoría, cavar a través de roca solida aun

estando sumergida. Está seguro de que es algo que cambiara el futuro de la minería submarina,

asumiendo que pudiera reparar todas las fallas. Lo entiende hasta ahora?”

“Si,” dijo Tanner.

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“De cualquier forma, eligió a Hennessy por su experiencia con submarinos y porque era un

hombre de la compañía, alguien confiable a quien contar un secreto. Obviamente, al tratarse de

este tipo de tecnología, lo último que quiere es que se filtre información. Vino a probarlo en

Chicxulub…. Por qué?”

Tanner pensó por un momento. “Porque Chicxulub está fuera del camino,” ofreció. “Tenemos un

poco más de privacidad aquí de la que tendríamos en otro lugar, y es posible testear el batiscafo

aquí, taladrando a través de una variedad de estratos.”

“Lo suficientemente bueno por ahora,” dijo el Coronel. “Púlalo un poco para su respuesta.

Arreglare algunos permisos de prueba para ser completados retroactivamente y cubrirnos.

Entonces, realizo una serie de pruebas a lo largo de la costa en aguas poco profundas, con

Hennessy y otro piloto de submarinos experimentado, Dantec. Todo iba bien, sin ningún tipo de

problemas. Entonces decidió, luego de consultar con el presidente Small, que era hora de probar

el batiscafo en aguas profundas.

“Lo que sucedió después de eso, no lo sabe con certeza. Cuando pidió a la tripulación que

preparen la nave para inmersión, le fue informado que no estaba ahí. Cuando intentó contactar

con Dantec y Hennessy, también estaban desaparecidos. Así que concluyo que habían tomado el

submarino sin autorización, tal vez para robarlo. Lo busco pero sin éxito: estaba fuera del rango

del sonar o habían apagado sus motores. Comenzó una búsqueda, intentó contactar con ellos

repetidas veces, pero nunca hubo respuesta alguna.”

Los labios del Coronel se movieron de manera que se podían ver sus dientes.

“La siguiente evidencia que tuvo de ellos fue la transmisión que intercepto. No sabía que había

pasado pero estaba claro que Hennessy había perdido la cabeza. Logro descifrar la ubicación del

submarino: está enterrado profundamente dentro de la roca del cráter. Así que ahora contacto

con al ejército, solicitando ayuda para recuperar el batiscafo. Si eran capaces de recuperarlo, dirá

que está comprometido a comunicar a la prensa lo ocurrido dentro en esas horas fatales..”

“Los militares,” dijo Tanner. “Está seguro de eso?”

“No solo es seguro, es brillante. Nos da una excusa perfecta para cambiar la escala de la

operación. Ya no necesitaremos actuar encubiertamente.”

“Pero a quien contactamos?” preguntó Tanner. “No terminaríamos perdiendo el objeto ante

ellos?”

El Coronel emitió otra risa predadora. “Usted ya los ha contactado,” dijo, apuntando ambos

pulgares hacia su pecho. “Ya está trabajando con ellos.”

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Altman acababa de sentarse en su escritorio cuando alguien golpeo la puerta.

“Esperas a alguien?” pregunto a Field.

Field sacudió su cabeza. “No que yo sepa. Quieres atender o lo hago yo?”

“No me molesta,” dijo Altman.

Comenzó a dirigirse hacia la puerta, entonces retrocedió para desconectarse del sitio seguro.

Golpearon otra vez. “Un minuto,” dijo. Golpearon una tercera vez justo antes de que llegara a la

puerta. Esta vez más fuerte y ruidoso. Afuera había dos hombres que no reconocía. Locales

supuso. Vestían corbatas y zapatos obscuros que habían sido pulidos hasta brillar.

Uno era alto y Delgado, con piel obscura y un prolijo bigote negro. El otro estaba limpiamente

afeitado, su piel era más clara. Sostenía una especie de cigarro entre su pulgar y anular, como si

fuera un porro. Aspiraba fuertemente de él cuando Altman abrió la puerta.

“Si?” preguntó Altman.

“Estamos buscando a alguien,” dijo el hombre. “Miguel Altman.”

“Michael,” dijo Altman. “Puedo preguntar por qué?”

“Es usted, quizás?” dijo el hombre más alto.

“Quien pregunta?” dijo Altman. “Quienes son ustedes exactamente?”

El Segundo hombre volvió a pitar su cigarrillo, sus cachetes se encogieron hasta el punto de que su

rostro se viera cadavérico. “Nosotros hacemos las preguntas,” dijo. Busco en su bolsillo y saco una

placa. “Policía,” dijo.

“Sucedió algo con Ada?” pregunto Altman, su corazón repentinamente subió a su garganta.

“Podemos pasar?” preguntó el alto.

Altman abrió la puerta ampliamente y ellos pasaron adentro. Field los miro curiosamente al

entrar.

“Hola Field,” dijo el fumador.

“Hola oficial Ramos,” dijo Field. “Tiene algo que hablar conmigo?”

“Con su amigo,” dijo Ramos. “Tal vez podríamos tener algo de privacidad por un momento.”

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“Él no es mi amigo,” dijo Field. “Solo compartimos el laboratorio.” Se levantó y cojeo hacia afuera.

El policía alto corrió la silla de Field y se sentó en ella. Ramos se recostó contra la pared junto al

escritorio de Altman.

“Que ha pasado?” pregunto Altman, su pánico por Ada crecía cada vez más y más. “Ella está

bien?”

“Esto no tiene nada que ver con su novia. Usted conoce a Charles Hammond?” preguntó el

hombre alto. Su voz era estable y gruesa. Pronuncio Charles como si tuviese dos silabas completas:

Char-less.

“El técnico? Me he encontrado con él.”

“Dice que se ha encontrado con él Gallo,” dijo Ramos. “Que creemos que significa eso?”

El hombre alto, Gallo, ignore a Ramos. “Como diablos lo conoció?” preguntó a Altman.

“No muy bien,” dijo Altman. “Nos vimos solo una vez.”

“Dice que solo lo vio una vez Gallo,” dijo Ramos, pitando otra vez su cigarrillo.

“De que se trata todo esto?” preguntó Altman.

“De que ciertamente,” dijo Ramos.

“Donde se encontró con él?” pregunto Gallo.

“En un bar,” dijo Altman.

“Por qué?”

Altman dudo. “Había algo que quería decirme.”

“Me suena sospechoso Gallo,” dijo Ramos. “Que bar?”

“Cuanto tiempo estuvo allí?” pregunto Gallo.

“Cuál de los dos hace las preguntas?” preguntó Altman. “Me están confundiendo.”

“Solo responda mi pregunta,” dijo Gallo, sin cambiar su tono.

“Y la mía,” dijo Ramos.

“Esperen,” dijo Altman. “Era el bar que está cerca de la playa, no muy lejos de aquí, y yo—”

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“Se refiere a la cantina,” dijo Ramos. “Hay una diferencia entre un bar y una cantina sabe.”

“Cantina entonces,” dijo Altman.

“Cuanto tiempo estuvo allí?” preguntó Gallo otra vez.

“Estaba llegando a eso,” dijo Altman, su voz algo más elevada ahora. “Él me llamo y me propuso

encontrarnos. Debimos estar ahí, no lo sé, algunas horas.”

“Cuantas horas es algunas?” pregunto Ramos.

“No lo sé,” dijo Altman. “Dos supongo.”

“El barman dijo tres,” aseguro Gallo.

“Bueno, probablemente sea cierto,” dijo Altman. “Probablemente hayan sido tres.”

“Y aun así dijo dos,” agrego Ramos.

“Solo adivinaba,” dijo Altman. “Como se supone que lo recuerde con exactitud? De que se trata

todo esto? Pueden ir al grano?”

“No,” dijo Ramos, “no podemos.”

“El punto es,” dijo Gallo, “usted fue el último en ver a Hammond con vida.”

“Está muerto?” dijo Altman.

“Está muerto,” afirmo Gallo.

“Que sucedió?” preguntó Altman.

“Es lo que intentamos descubrir,” dijo Gallo.

“No creerán que yo lo hice, cierto?” dijo Altman. “No creerán que yo lo mate?”

“Como sabe que alguien lo mato?” dijo Ramos.

“No lo sabía, pero estoy empezando a sospecharlo,” dijo Altman.

“Él podría haber muerto en un accidente o por causas naturales,” dijo Ramos, “pero usted salto a

la conclusión de que había sido asesinado.”

“Donde fueron luego de dejar el bar?” pregunto Gallo.

“La cantina,” dijo Ramos.

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“Luego de dejar la cantina,” corrigió Gallo.

“No fuimos a ningún lado. Nos dimos un apretón de manos en la calle y me fui a casa. No sé donde

habrá ido él.” Altman vio que los dos oficiales de policía se miraban entre ellos, intercambiando

una mirada significativa. “Que sucedió?” preguntó Altman. “Como lo mataron?”

“Hammond era su amante?”

“Qué? No, por supuesto que no! Esta usted loco?”

“Por qué dice por supuesto que no?” pregunto Gallo.

“Tengo novia,” dijo Altman.

“Eso que prueba?” pregunto Ramos.

“Miren,” dijo Altman. “Por qué no me dicen que paso?”

Los dos oficiales se miraron nuevamente.

“Había algo raro en el comportamiento de Hammond?” pregunto Gallo.

“Como demonios se supone que sepa si había algo inusual en su comportamiento?” dijo Altman.

“Solo lo vi una vez. No tengo nada con que compararlo.”

“No hay necesidad de enojarse,” dijo Ramos, “no hay porque excitarse.”

“Garganta,” dijo Gallo, y dibujo una línea a lo largo de su garganta.

“Que?” dijo Altman.

“Tu preguntaste como murió,” dijo Gallo. “Su garganta había sido cortada.”

“Tenía un cuchillo consigo,” dijo Ramos. “Sabe a quién pertenecían las huellas en él?”

“A quién?” dijo Altman.

“A nadie,” dijo Gallo. “El cuchillo había silo limpiado.”

“Y creen que yo lo hice?” dijo Altman. “Por qué lo haría?”}

“Como podemos saber por qué lo haría?” dijo Ramos tranquilamente. “Ni siquiera sabemos de

qué hablaron.”

“De que hablaron?” pregunto Gallo.

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“Esto es una locura,” dijo Altman. “Creen que sería capaz de asesinarlo por algo que discutimos?”

“Como podemos saberlo si no nos dice que fue?” pregunto Ramos.

Así que Altman lo hizo. Tomo una gran bocanada de aire y comenzó, lo mejor que pudo recordar, a

relatar la conversación que habían tenido. Cuando dijo el nombre de DredgerCorp, los dos oficiales

intercambiaron miradas otra vez. Al seguir hablando vio como primero Ramos y luego Gallo se

cruzaban de brazos.

Cuando Altman finalice su relato, Gallo se levantó de la silla y dijo, “Gracias Sr. Altman. Ha sido de

mucha ayuda.” Ramos ya se dirigía hacia la puerta.

“Esperen un minute,” dijo Altman. “Eso es todo?”

“Que esperaba?” pregunto Ramos. “Creía que lo arrestaríamos?”

“Nos contactaremos otra vez si lo necesitamos,” dijo Gallo, luego de eso ambos se habían ido.

Llamo a Ada para contarle lo que había pasado, pero ella no atendía. Aún se sentía intranquilo. Sus

manos, se dio cuenta, estaban temblando. Luego de un tiempo, Field volvió a entrar cojeando.

“Está todo bien?” pregunto, con sus cejas elevadas.

“Alguien fue asesinado,” dijo Altman.

“Ah,” dijo Field. “Son terribles noticias.”

Estoy en peligro yo también? Se preguntó Altman.

“Oíste las noticias?” pregunto Field.

“Que noticias?”

“El anuncio de DredgerCorp? Yo acabo de escucharlo,” dijo Field. “Cuando estaba afuera

hablando, esperando que ellos terminaran de trabajar contigo.”

“De que trataba?”

“Puedes verlo en línea”, dijo Field. “Conéctate y míralo.”

Se conectó a la página de noticias. Ahí estaba, la conferencia de prensa de DredgerCorp. La abrió.

William Tanner era el nombre del hombre. Altman nunca lo había visto antes. Ha habido mucha

especulación sobre este extraño video, dijo, y entonces mostro una versión más larga que el clip

que Bennett había entregado a Altman. Desearía que se tratara de una farsa, pero me temo que

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no es el caso. De todas formas, caballeros, estoy aquí para proveer algo de claridad sobre el

asunto.

Comenzó a relatar una historia sobre un submarino experimental con un mecanismo de taladro,

que había sido comandado y luego hundido en las profundidades del corazón de Chicxulub.

Estaban llamando a los militares para ayudarlos a recuperar el submarino. Su comportamiento

alternaba entre confianza y nerviosismo. Al final, aseguro que DredgerCorp estaba comprometida

a descubrir que había pasado en el submarino y porque, asegurándose de que nunca vuelva a

pasar. Entonces, ignorando a los reporteros que trataban de cuestionarlo, troto fuera del

escenario.

Altman termino de verlo y lo vio otra vez. Definitivamente es sangre, pensó luego de ver la versión

extendida del video. Tenía que admitir que lo que William Tanner decía sonaba plausible.

Respondía casi todas las preguntas que tenía. El único cabo suelto era por que el piloto había

comandado el submarino y lo había robado. Pensó que podía atribuir eso a su locura. En cualquier

caso, sonaba bien.

De hecho, sonaba demasiado bien para ser verdad.

O estoy tratando de sacar algo de la nada? Se preguntó.

Tal vez debería olvidarse del tema, dejarlo ir. Un hombre estaba muerto, y él podría terminar de la

misma manera si no tenía cuidado. Tal vez Hammond había sido asesinado en un simple robo que

termino mal y no tenía nada que ver con los eventos del cráter de Chicxulub.

Volvió a repensarlo, entonces volvió y miro la conferencia de prensa una tercera vez. De un lado

de la balanza estaban los hechos que relataban en la conferencia de prensa. En el otro estaba el

pulso del centro del cráter. Sin importar como lo viera, ese pulso había iniciado mucho antes del

incidente del submarino.

El submarino no había iniciado el pulso, pero tal vez lo que sea que haya sucedido a bordo tenía

que ver con lo que aumento la señal. Tal vez era una coincidencia o tal vez era un gran error de su

parte, pero no estaba listo para rendirse aún.

· · ·

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Cuando llego a casa Ada aún no estaba ahí. Sintió otra vez ese breve sentimiento de pánico que

había experimentado antes cuando creyó que algo le había pasado. Intento llamarla otra vez, aún

sin respuesta.

Espero nerviosamente a que volviera, una hora, luego dos. Trato de llamar otra vez, y otra, aún sin

respuesta. Y si le había pasado algo? No podía evitar pensarlo, aunque otras partes de su mente

sabían que era una locura. Que Ada estaba trabajando hasta tarde, que no había ninguna razón

para que pensara que había algo mal.

Pero cuando la puerta finalmente se abrió, él estaba cerca de la histeria. Se adelantó para

encontrarla, listo para abrazarla, cuando vio que no estaba sola. Traía a alguien con ella. Un

jovencito.

El niño sostenía su mano delicadamente. Él comenzó a preguntarle donde había estado, pero ella

lo silencio con una mirada. “Michael,” dijo, “me gustaría que conozcas a Chava.”

Altman miro al muchacho. Era joven, entre apenas entrando a la adolescencia o terminando su

niñez. Estaba descalzo, usando una gastada pero limpia camiseta y un par de shorts que apenas se

mantenían unidos. Era muy delgado. Tenía ojos marrones profundos y una mirada ligeramente

aprensiva.

“Chava,” dijo Altman. “Qué clase de nombre es ese?”

“Es un diminutivo para Salvador,” dijo Ada rápidamente. Cuando Altman la miro, ella asintió. “lo sé

no suena como si lo fuera, pero es verdad.”

“En serio?” dijo y giro hacia el chico.

El muchacho asintió, pero no dijo nada.

Altman miro a Ada buscando ayuda, alguna pista que le dijera lo que estaba pasando. “Pensé que

querrías hablar con él,” dijo ella.

“Te gustaría sentarte?” pregunto a Chava.

El chico dudo un segundo y luego asintió. Altman aparto una silla para él, y él se trepo en ella.

“Te gustaría algo de comer?” preguntó Altman.

El chico asintió otra vez. Altman abrió la heladera y la reviso un momento, entonces cambio de

opinión. “Vamos,” le dijo al chico. “Mira y toma lo que quieras.”

El muchacho se acercó a la heladera como si fuera una trampa. Cuidadosamente asomo su cabeza

revisando todo, entonces miro a Altman.

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“Cualquier cosa?” pregunto.

“Cualquier cosa,” dijo Altman.

Unos minutos después había sacado la mayor parte del contenido de la heladera y lo había apilado

en la mesa enfrente suyo. Estaba probando todo. Tomaba un pequeño bocado de algo, lo movía

en su boca mientras masticaba y luego lo tragaba siguiendo con el próximo platillo.

“De que te gustaría hablar?” pregunto Altman una vez que termino.

El chico movió sus dedos frente a él. “La señorita,” dijo. “Ella fue la que dijo que usted quería

hablar conmigo.”

“Crees que podrías contarle la historia que me contaste a mí?” pregunto Ada.

“No es una historia,” dijo Chava, algo ofuscado. “Realmente sucedió.”

“Si, por supuesto Chava,” dijo Ada rápidamente. “Eso quise decir.”

“Okay, le contare,” dijo el chico. “Estaba caminando por la playa, muy temprano en la mañana. Era

un día en el que pensé en mi cabeza que caminaría en la playa y luego iría al pueblo a preguntar si

alguien necesitaba entregar algún mensaje. Algunas veces ustedes los científicos me dan algo de

dinero por hacerlo. A veces, luego de dos o tres mensajes me alcanza para comprar un polvorón o

una oreja en la pastelería. Pero este día mis pies quisieron ir en hacia el otro lado. No pude

detenerlos. Así que en lugar de ir al pueblo, fuimos juntos más lejos en la playa desierta. Ahí fue

cuando encontré algo.”

“Que encontraste?” pregunto Altman.

“No lo sé,” dijo el chico.

“Como es que no sabes?”

“Quiero decir que lo que encontré no tiene nombre. Era como un hombre, pero no lo era.

También era como un globo pero tampoco lo era..”

“Como puede ser parecido a un hombre y a un globo al mismo tiempo?” preguntó Altman.

“Si,” dijo el chico y sonrió. “Es exactamente lo mismo que dije yo. Puedo ver que entiende mi

historia. La señorita hizo bien al traerme con usted. Hacia un ruido también. Algo así.”

El chico se incline sobre la mesa y comenzó a hacer un extraño silbido.

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“La bruja me dijo que lo quemara, que era una pulga de la Cola del Diablo. Chicxulub.” Él cruzo sus

dedos medio e índice uno sobre el otro subiendo su mano para que lo viera. “Pero luego…

encontré que ella estaba muerta.”

“Como pudo decirte eso si estaba muerta?” preguntó Altman.

“Es como si estuviese dentro de mi cabeza viendo lo que estoy a punto de decir,” dijo el chico

alegremente.

Altman espero que el chico siguiera, pero no dijo nada más.

“Lo quemaste?” pregunto finalmente.

“Si,” dijo. “Se quemó muy bien.”

“Que parte se parecía a un globo?” preguntó Altman.

“Su espalda,” dijo el chico sin dudarlo. “Donde estaban los sacos grises.” Toco un pepinillo de la

mesa al que había dado un mordisco. “Puedo llevarme esto?” pregunto.

“Si,” dijo Altman.

El pepinillo desapareció entre sus ropas. Toco una cebolla e hizo un gesto.

“Puedo preguntarte algo?” dijo Altman.

Chava asintió.

“Nos llevarías allí? Al lugar donde lo encontraste?”

El chico lo miro pensativo. “Prometes que cuando me veas y tengas algún mensaje que entregar

me elegirás a mí?”

“Que?” pregunto Altman, sorprendido. “Sí, claro.”

“Esto es bueno,” dijo el chico. “Y puedo tomar tres cosas más de la mesa, menos la cebolla?”

Altman asintió, intentando ocultar su sonrisa. Chava tomo tres cosas más dentro de su camiseta

tan rápidamente que Altman no estaba totalmente seguro de que eran.

“Ahora los llevare ahí,” dijo el chico firmemente.

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28

Tanner se sirvió un vaso de whisky y se recostó contra las almohadas. Finalmente iba a tener una

buena noche de sueño en una buena cama. Entre preparar la oficina de Chicxulub, los preparativos

para traer el batiscafo, Hennessy y Dantec hasta México, el tiempo que paso en el buque carguero,

las agonizantes horas intentando descubrir que había pasado dentro del batiscafo y toda la

preocupación que vino a continuación, parecía que hacía meses que no tenía una noche de sueño

decente.

Tomo un sorbo de su whisky. La clave, se dijo a sí mismo, era no pensar en ello. La clave era

relajarse. Todo había terminado ya. La conferencia de prensa estaba hecha. Las próximas etapas

de la operación no comenzaban aún.

Su teléfono personal sonó. Lo miro. Si era su esposa, su nombre hubiese aparecido. Lo que

significaba que podía ser el Presidente Small, o tal vez Terry, Tim y Tom. Ellos eran los únicos que

tenían ese número, excepto por Dantec. Y Dantec estaba muerto.

“Hola?” dijo.

“William Tanner?” dijo una voz maliciosa. “Tengo algunas preguntas sobre la muerte del Dr.

Hennessy.”

“Como obtuvo este número?” preguntó Tanner. “Este es un numero privado.”

El hombre lo ignore. “Realmente no había señales de inestabilidad antes de descender? No le

fallaron en este caso los procedimientos de seguridad de DredgerCorp? O debo decir, no fallaron

para Hennessy y el difunto Sr. Dantec?”

Tanner cortó la comunicación. Luego de unos segundos, el teléfono sonó otra vez.

“Hola!” dijo Tanner.

“Por favor no corte Sr Tanner. Hay importantes problemas éticos en—”

Volvió a cortar. Apago del todo su teléfono, dejándolo en la mesa al costado de su cama. Si Small o

el coronel querían contactarlo deberían hacerlo por video llamada.

Tomo un largo sorbo, sintió como el Whisky bajaba por su garganta, quemándola. Intento

relajarse, para despejar su mente, dejarse ir. Podía hacerlo ahora, se dijo a sí mismo. El teléfono

estaba apagado, la puerta cerrada. Finalmente podía relajarse

Pero no podía hacerlo. Su cabeza dolía y había algo que lo molestaba.

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Se levantó y tomo tres pastillas para dormir, bajándolas con whisky. Miro su rostro un largo

tiempo en el espejo y volvió a la cama

El problema era que estaba de acuerdo con el reporte. Había un problema ético en juego, cosas

que hacían que, a pesar de todo lo que había hecho con DredgerCorp a lo largo de los años, estaba

teniendo dificultades de sobrellevar.

Ya había participado antes de operaciones donde gente había muerto. Había participado de

operaciones donde habían muerto personas directamente por culpa de decisiones suyas.

Sin mencionar el trauma de las operaciones lunares, donde todos habían hecho cosas terribles y

más de una vez se sintió menos que humano. Pero estos dos habían muerto y él aún no sabía

porque. Era porque en lugar de cuerpos que pudiera ver y entender, todo lo que tenía eran breves

y estáticas imágenes? Era que solo necesitaba algo más definitivo? O era algo más que eso?

No había señales de inestabilidad en Hennessy antes de descender. Repaso sus interacciones con

él en su mente, si había alguien en peligro de volverse inestable, ese era Dantec. Era posible que

Dantec haya enloquecido primero y provocado que Hennessy perdiera la cabeza también?

El Whisky y las pastillas para dormir finalmente empezaban a hacer efecto. Las cosas comenzaron

a verse borrosas. Tal vez encontrarían respuestas cuando trajeran el batiscafo de regreso a la

superficie, pensó. Tal vez eso explicaría todo. Se despertó sobresaltado por el teléfono sonando.

Lo tomo de la cómoda y miro la pantalla de display.

El nombre que figuraba era Dantec.

Su corazón subió a su garganta y de repente estaba totalmente despierto. Dantec estaba muerto;

no podía ser él quien llamara. Miro al display: aún decía Dantec.

Se sentó es su cama, puso sus pies en el suelo. “Hola?” dijo, mirando la pared. “Quien habla?”

Pero solo había estática del otro lado de la línea.

Espero, sintiéndose a punto de desmayar. “Dantec,” dijo tentativamente. “Estas vivo?”

Se quedó con el receptor presionado contra su oído, escuchando. En algún punto se dio cuenta de

que ni siquiera era estática. El teléfono ni siquiera estaba prendido. Puso otra vez el aparato en la

cómoda. Inmediatamente, aunque estaba apagado, sonó otra vez. Dantec figuraba otra vez en el

display.

“Hola?” dijo Tanner.

Solo había silencio.

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Volvió a dejar el teléfono en la cómoda. Cuando volvió a sonar, el solo se quedó ahí, mirándolo

sonar. Esta apagado, se decía a sí mismo. No puede estar sonando. Pero la maldita cosa seguía

sonando.

No vas a contestar? Dijo una voz detrás suyo, una voz que reconoció.

Sintió el cabello encresparse en su nuca. Había una vaga forma en la cama que, a medida que la

veía, se volvía más humana. Crudas y raras características se definían cada vez más hasta que

finalmente tomo forma, Dantec. Su piel estaba pálida, casi sin sangre. Sus labios se habían puesto

azules.

“No eres real,” dijo Tanner.

No lo soy? Dijo Dantec. Entonces por qué me estás viendo?

“Pero tu moriste, en el batiscafo.”

Estas seguro de que era yo? Pregunto Dantec. Estas seguro siquiera de que subí al batiscafo?

Tanner dudo. “Estas vivo?” pregunto

Estoy aquí no es cierto?

Tanner solo sacudía su cabeza.

Adelante tócame, dijo Dantec. Si no soy real no deberías se capaz de tocarme.

Tanner cerró sus ojos y estiro su brazo. Al principio solo sentía la cama, las cobijas. Entonces se

estiro un poco más y sintió algo diferente, algo que se movía, algo vivo. “Eres tú,” dijo Tanner

sonriendo. “No puedo creerlo, como lograste sobrevivir? Que estás haciendo aquí?”

Vine a verte dijo Dantec. No puede un hombre visitar a un viejo amigo?

“Seguro,” dijo Tanner.

Además...

“Que pasa Dantec? Puedes decirme.”

Odio pedirlo así Tanner, pero necesito tu ayuda. Necesito algo de ti.

“Lo que sea,” dijo Tanner. “Lo que es mío es tuyo.”

Estoy teniendo serios problemas para respirar. Necesito que compartas tu oxigeno conmigo.

“Como puedo hacer eso?”

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Solo haz un corte en el tubo de respiración, dijo Dantec. Yo cortare el mío también y entonces los

uniremos y podremos respirar ambos.

“Yo no—” No tengo un tubo de respiración, comenzó a decir. Pero entonces movió su mano

buscándolo; ahí estaba.

No me queda mucho tiempo, dijo Dantec. Ciertamente sus labios se veían incluso más azules que

antes.

“Necesito algo afilado,” dijo Tanner. “De donde saco algo afilado?”

Hay una navaja en el cajón de la cómoda, dijo Dantec.

“Como sabes lo que tengo en mi cómoda?”

Estoy lleno de sorpresas, dijo Dantec sonriendo, sus labios azules estirándose y volviéndose

blancos.

Tanner agarro la navaja y abrió la hoja más grande. “Donde debería cortar?” pregunto.

Donde sea, dijo Dantec, mientras el corte sea suficientemente largo. Recuerda, que sea largo.

Tanner asintió. “Listo” pregunto.

Listo dijo Dantec.

Hizo un largo corte horizontal, casi cortando el tubo al medio. “Bien,” dijo Tanner, “rápido

pásamelo.”

Su voz sonaba extraño, había algo raro con sus cuerdas vocales. Tosió, escupió sangre. La cobija

frente a él parecía estar cubierta de una sustancia rosa.

Miro hacia abajo, vio que por su pecho corrían hilos de sangre.

Deberías haberlo dejado donde estaba seguro, escucho decir a Dantec, su voz sonaba distante

ahora. No deberías haber intentado entenderlo.

“Rápido,” dijo, estirando su mano. “Dantec? Entender qué?”

Pero Dantec ya no estaba en ningún lado.

El aire seguía saliendo del tubo de respiración hacia el espacio. Intento tapar el corte con su mano,

pero era demasiado profundo—el aire seguía saliendo. Sus manos estaban pegajosas, su pecho

también, el pelo en él manchado de sangre.

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Intento llamar a Dantec otra vez, pero algo estaba mal con su garganta. Él solo podía hacer un

sonido ahogado. Intento levantarse de la cama, pero todo parecía moverse demasiado lento,

como si estuviese bajo el agua.

Muy lentamente movió uno de sus pies y lo dejo caer al suelo sobre el borde de la cama. Tenía que

preocuparse solo por un pie más ahora. Y entonces podría pararse para verse en el espejo para

intentar descifrar que había ido mal.

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El chico los guiaba confiado, a pesar de la obscuridad. Se había detenido varias veces, esperando

impacientemente que Altman y Ada lo alcanzaran.

Al acercarse, Chava comenzó a hablar, diciendo cosas que eran difíciles de interpretar para

Altman.

La bruja dijo, “ella estaba muerta pero nos ayudó de todas formas. Fui a buscarla y ella vino y me

hablo, me dijo que hacer. Si no hubiese venido, como se suponía que supiera que hacer?”

Miro a Altman, aparentemente esperando una respuesta.

“No lo sé,” dijo Altman, algo cansado por estar caminando en la arena con sus zapatos.

Esto pareció satisfacer al muchacho. “Pero ella vino. Y nos mostró que hacer. Un circulo,” dijo y

asintió a Altman.

“Que quieres decir con ‘un circulo’?” preguntó Altman.

El muchacho lo miro; entonces se detuvo y dibujo algo en la arena. Altman lo ilumino con su

linterna, era un circulo.

“Esto es lo que quiero decir,” dijo el chico y comenzó a caminar otra vez.

Altman sacudió su cabeza. La forma de pensar del pequeño era tan diferente que sentía estar

comunicándose con alguien de otro planeta.

Repentinamente el chico se detuvo. Hizo el signo de la Cola del Diablo con sus dedos cruzados y

apunto.

Altman levanto su linterna. Había habido un fuego ahí, sus restos medio enterrados en la arena.

Espero a que el chico siguiera avanzando, pero él solo se quedó ahí. Así que Altman lo rodeo y se

acercó para ver mejor.

Cuidadosamente corrió la arena con su pie. Había muchos pedazos semi carbonizados de madera y

cenizas. Entonces se dio cuenta de que algunos de esos fragmentos que creyó que eran madera,

eran en realidad huesos. Eran humanos, o por lo menos de tamaño humano, pero había algo mal

en ellos. Estaban levemente retorcidos y deformados. Había también pedazos de algún tipo de

tejido—piel o algas, pensó al principio, pero al mirarlo más de cerca no estaba tan seguro. La

textura no era la correcta.

“Crees que el fuego haya sido capaz de hacer eso a los huesos?” pregunto a Ada.

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“No lo sé,” dijo ella.

Sacudió su cabeza. Por qué tenía que seguir encontrándose con cosas que no entendía? Era un

problema suyo o del mundo?

Excavo entre las cenizas, madera y huesos hasta que su pie desenterró la calavera. Estaba

ennegrecida y faltaba la mandíbula. Faltaban todos los dientes, aunque parecía que nunca

hubiesen estado ahí en lugar de haberse caído: el área maxilar era lisa, sin hendiduras.

“Parecía una mezcla entre un hombre y un globo?” pregunto Ada.

Chava asintió.

“Como estaba sentado?”

Chava pensó por un momento y luego se arrodillo en la arena, jorobo su espalda y puso sus brazos

junto a sus piernas. “Sus brazos estaban volviéndose sus piernas,” dijo.

“Que quieres decir con eso?”

“La piel era la misma, la carne también.”

Tal vez algún hombre horriblemente deformado pensó Altman. Probablemente había una

explicación lógica. Pero si era un hombre tan deformado, como había hecho para sobrevivir tanto

tiempo?

Repentinamente pensó en algo.

“Donde estaba el globo?” pregunto.

Chava, aún jorobado, puso sus manos sobre su cuello y movió sus dedos.

“Cuán grande era?” pregunto Ada.

“Muy grande.”

“Más grande que mi brazo?” preguntó Altman. Chava asintió. “Más grande que mi cuerpo?”

Asintió otra vez. “Tan grande como una casa?” Chava dudo un segundo y luego asintió.

“A veces era más pequeño,” dijo, “pero al final sí, creo que era más grande que una casa.”

“Puedes encontrarle sentido a esto?” Altman pregunto a Ada luego de que acompañaran al

muchacho a la entrada del barrio y lo dejaran ahí.

“No mucho más que tú,” dijo ella.

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“Crees que haya sucedido realmente?”

“Creo que algo sucedió,” dijo Ada. “Si sucedió o no exactamente como Chava dice no puedo

asegurarlo. Suena imposible. Pero, pensándolo bien, muchas cosas raras han sucedido

últimamente. Ya no sé qué pensar.”

“Que hay de los otros?” preguntó Altman. “Ellos contaron la misma historia?”

“Aún no quieren hablar del tema conmigo,” dijo Ada. “No sé porque.”

“Estaba realmente preocupado por ti,” confeso Altman.

“Una vez que el chico comenzó a hablar tenía que seguir,” dijo ella. “Cualquier interrupción podría

haberlo asustado.”

Altman asintió. Caminaron un poco más, sus pisadas se marcaban suavemente en el polvoriento

camino. “Recuerdas el tipo con el que hable? En el bar?”

“Si,” dijo ella. “Que pasa con él?”

“Está muerto.”

Ella se detuvo. “Muerto?” dijo. “Que le sucedió?”

“Cortaron su garganta.”

Ella lo agarró del brazo y lo sacudió hasta que él la miro. “Lo ves,” dijo, “te dije que era peligroso! Y

ahora alguien ha muerto.”

“Probablemente no sea nada,” dijo. “Tal vez todo paso durante un robo.”

Él vio una pizca de esperanza brillar en sus ojos, y desaparecer rápidamente. “Y qué tal si no fue

así? Deberías dejar esto. Deberías detener tu jueguito de espías y hacer el trabajo que fuiste

enviado a hacer.”

Él no dijo nada, solo intento liberar su brazo.

“Promételo Michael,” dijo ella. “Promételo.”

“No puedo.”

“Por qué no?”

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“Mira,” dijo él, tomándola por los hombros. “Fuiste tú quien trajo a Chava hacia mí. No te pedí que

lo hicieras. Pero cada cosa nueva que escucho hace que todo esto sea cada vez más extraño.

Necesito entender que está pasando.”

Al principio ella estaba muy enojada. Empezó a caminar, rápido, manteniéndose frente a él y sin

mirar hacia atrás. Él la seguía, llamándola. Gradualmente ella alentó el paso, finalmente dejo que

él tomara su mano, pero aún no quería mirarlo. Él la acerco y la abrazo, mientras ella intentaba

alejarse, hasta que finalmente se rindió.

“No me amas lo suficiente para hacer esto por mí,” intento disuadirlo.

“Si te amo,” dijo él. “Esto no se trata de eso.”

Ella hizo pucheros, finalmente rodeando su cuello con los brazos. “No quiero perderte Michael,”

dijo.

“No me perderás,” dijo él. “Lo prometo.”

Ellos caminaron lentamente por la calle. Pasaron por una puerta abierta, con un cartel de madera

en la parte superior que decía: BAR DE PRIMERA CATEGORÍA , otro cartel al lado, este de cartón:

BEBIDAS, MUY BARATAS.

Ya habían caminado unos diez metros cuando Altman se detuvo y regreso.

“Donde vas ahora?” pregunto Ada.

“Necesito un trago,” dijo. “Necesito levantar una copa por Hammond.”

Empujo la puerta. Los patrones, todos locales, elevaron la Mirada, todo se silenció de repente. Se

acercó a la barra, que consistía en un montón de cajas viejas apiladas, y pidió una cerveza para él y

una para Ada.

Cuando llegaron las cervezas, busco un lugar para sentarse. No había ninguno. Todas las mesas

estaban llenas y había gente apoyándose contra las paredes. Pago sus bebidas y salieron del lugar.

Se sentaron en el borde de la polvosa calle frente al bar, en la luz que provenía de la puerta

semiabierta y bebieron sus cervezas.

“Me preocupa,” dijo él, bajando su cerveza.

“Que?”

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“Esto,” dijo él. “Todo esto. Las cosas que están pasando en Chicxulub, el pulso, el submarino, las

historias que tú has estado escuchando, los sueños que todos han estado teniendo, la cosa que

acabamos de ver en la playa. Creo que estamos en problemas.”

“Tú y yo?”

“Todo el mundo,” dijo. “Tal vez solo estoy siendo paranoico.”

“Más razón aún para dejar el tema en paz,” murmuró ella.

Él la ignoro. Busco su cerveza pero no la encontró. Giro para buscarla, pero no estaba.

Encendió la linterna y busco en la obscuridad dentro de los límites del edificio, un poco más lejos

de la puerta. Había un hombre ahí, su camisa y ropas estaban sucias. Estaba obviamente borracho.

Tenía la botella de Altman en sus labios, vaciándola rápidamente.

“Ese borracho acaba de tomarse mi cerveza,” dijo a Ada, algo sorprendido.

El hombre termino la cerveza, limpio sus labios y tiro la botella en la oscuridad. Entonces los miro

cubriéndose del haz de luz de la linterna.

Altman la bajo un poco. El hombre levanto su mano y chasqueo sus dedos.

Altman se rio. “Creo que también quiere la tuya,” dijo.

Ada le hablo lentamente y el hombre asintió. Ella le acerco la botella y el hombre la tomo

rápidamente y de igual manera la bebió. Tiro la botella y se recostó contra la pared.

“Hola,” dijo Altman.

El hombre cuidadosamente aliso su camisa sucia. “Mucho gusto”, dijo. Su acento y cadencia eran

sorpresivamente formales. Redirecciono su mirada a Ada, inclino su cabeza ligeramente.

“Encantado.”

“Nos hemos encontrado antes,” dijo Ada. “Me ha contado sus historias. No lo recuerda?”

El hombre la miro con sus ojos lagrimeantes pero no respondió. Luego de un momento, apoyo su

cabeza contra la pared y cerro sus ojos. Se quedó así por tanto tiempo que Altman pensó que se

había dormido.

De repente pregunto, “Cuáles son sus nombre?”

“Michael Altman,” dijo Altman. “Ella es mi novia, Ada Cortez. Cuál es el suyo?”

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El hombre ignore la pregunta. “Gracias por los tragos,” dijo, excesivamente amable. Giro hacia

Ada. “Cortez, un buen y vigoroso nombre español, pero no uno que mi gente aprecie mucho, por

razones que ya debe conocer. No debe enojarse con nosotros.”

Ada asintió.

“Ada, del Hebreo, significa ‘adorno.’ Es un adorable nombre para una mujer tan hermosa como

usted. Siglos atrás, era el nombre de un notorio y guapo poeta de club. Y, un siglo más tarde,

también, el nombre de un libro de un famoso escritor.”

“Como sabe eso?” pregunto Ada.

“Los nombres eran mi hobby,” dijo el hombre. “Antes de que la bebida se volviera mi único

hobby.”

Giro hacia Altman. “Michael es el nombre del arcángel en la mano derecha de Dios. Es usted un

hombre religioso Michael?”

“No,” dijo Altman. “No lo soy.”

“Entonces no deberíamos referirnos a usted como Michael sino como Altman. El apellido Altman,

es alemán, no es cierto?”

“Si,” dijo Altman. “Pero yo soy del Sector Norteamericano.”

“No tiene una cara alemana,” dijo el hombre. “Espero que no se ofenda por mi pregunta. Que

lugares hay dentro suyo?”

“Soy una cruza,” dijo Altman evasivamente. “Una mezcla de todo.”

“Puedo ver en su rostro que también es uno de nosotros,” dijo el borracho. “El Diablo lo conoce,

pero no sabe todo de usted.”

“Mi madre era en parte india,” admitió Altman. “No sé de qué tribu.”

“Yo diría que era de nuestra tribu,” dijo el borracho.

“No lo sé,” dijo Altman.

“Que?” dijo Ada. “Tu madre era mitad india? Nunca antes me dijiste eso.”

“No le gustaba hablar de ello,” dijo Altman. “No sé por qué. No pienso mucho en ello.”

“Usted está aquí por un motivo,” dijo el hombre.

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“Vine aquí con Ada,” dijo Altman.

“Puede que haya sido así,” dijo el hombre. “Pero esa no es la razón.”

“Y cuál es la razón?”

El hombre sonrió. “Su nombre,” dijo. “Altman. Alt significa ‘viejo,’ mann, con dos n, significa

‘hombre.’ Usted no es un hombre viejo. Es un joven. Podría explicarme esto?”

“Es solo un nombre,” dijo Altman.

“Entiende el significado de un nombre solo cuando ha perdido el suyo. Como yo lo he hecho.”

Inclino su cabeza contra la pared otra vez, cerrando sus ojos.

“Tal vez haya otro significado,” dijo. Alt podría significar ‘antiguo,’ pero eso no es tan distinto de

‘viejo.’ Altman podría ser un ‘hombre viejo’ o un ‘viejo sirviente’ o, si no estoy tomando muchas

libertades, un ‘hombre sabio.’ ” Abrió sus ojos otra vez, dio a Altman una intensa Mirada, sus ojos

brillando en la luz cruzada de la linterna. “Cuál de todos será el suyo?”

Se sentaron en silencio. Otra vez, Altman pensó que el borracho se había dormido.

“Lista para irnos?” pregunto a Ada.

“Si me compra otro trago,” dijo el borracho tranquilamente. “Le diré lo que se.”

“Sobre qué?” preguntó Altman.

“Sobre lo que ha preguntado a lo largo de todo el pueblo.” Cruzo sus dedos. “Sobre la Cola del

Diablo.”

“Aquí estamos”, dijo el anciano, probando su trago, “viviendo al borde del lugar donde el Diablo

excavo su camino al infierno. Dejando solo su cola detrás. Tal vez usted no crea que esto sea

cierto,” dijo.

“Usted, Altman, no es un creyente. Pero he venido a decirle que somos nosotros, usted, yo y los

demás Mayas de Yucatán, quienes hemos sido llamados para vigilar al Diablo y enviarlo de regreso

al infierno cuando aparezca. Este no es el único cuerpo quemado en la playa. Mi padre me conto

de otros. Él no los había visto, su padre no los había visto y su abuelo tampoco los había visto. Pero

tal vez su bisabuelo los vio. O si no fue él algún ancestro anterior. Hay un reloj funcionando dentro

de la Cola del Diablo, un reloj que mide las horas a su manera y nos juzga de acuerdo a eso.

Cuando llega la hora, la Cola del Diablo se despierta. Su maldición envió nuestra muerte de

regreso a nuestras costas y nuestras cabezas. Destruimos a los mensajeros de las playas, y

combatimos con aquellos en nuestras cabezas para que la cola vuelva a dormir, no estamos listos

para oírla. No hablamos de esto con extraños. Pero usted solo es parcialmente un extraño, así que

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probablemente no esté haciendo ningún mal al contarle esto. Y yo mismo me he convertido en un

hombre sin nombre, así que ya no importa lo que haga o a quien le diga. Ya que como puedo ser

castigado si no tengo nombre? Cuando escuche su nombre y en él escuche que usted es un

hombre sabio, me dije a mi mismo que hablaría.”

“Vi a la criatura con mis propios ojos. Si tuviese un nombre e hijos, les diría a ellos mi nombre, y

haría que lo memorizaran, tal como mi padre hizo conmigo y como ellos podrían hacer con sus

hijos, y los hijos de sus hijos. Esa es la manera en la que entendemos. Esa es la manera en la que

recordamos.”

“Vi a la criatura con mis propios ojos. Era como un hombre, pero no lo era. De haber sido un

hombre tendría brazos y piernas por separado. Sus piernas se habían unido a sus brazos y no había

forma de separarlos. De haber sido un hombre tendría un rostro, esta criatura tenía un hueco.

Donde un hombre tendría una caja de costillas, las costillas de la espalda de esta criatura estaban

abiertas y enrolladas sobre ellas mismas como un papiro. Donde un hombre tendría unos

pulmones que lo obedecerían y mantendrían la misma forma y figura, la criatura tenia pulmones

que se hinchaban e hinchaban, alzándose sobre su espalda como si se tratara de un globo.”

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“Como puede ser? No es la misma criatura que mi padre describió e hizo que memorizara, sino

otra. Los cuerpos no hacen lo que esa criatura hizo. Y cuando respiraba, el aire que ingresaba no

era igual al aire que salía. Ese aire había sido extirpado de toda vida y se había vuelto nocivo,

apestoso y sofocante.”

“Hay rituales asociados con la aparición del Diablo y sus sirvientes, maneras de expulsarlos. Son

lenguajes olvidados que pueden ser hablados y recordados en momentos de necesidad, en que la

muerte viniera a susurrar en nuestros oídos. Esta vez fue un chico quien nos dirigió, un chico que

entendió lo que estaba haciendo casi de la nada. Hay danzas y pasos medidos que uno puede

tomar para contener la obscuridad. Cada paso de la danza es un paso del desarrollo de la vida, y

mientras bailábamos el desarrollo de la vida, la criatura se ve atrapada en esos pasos y se vuelve

vulnerable. Cuando esta prisionera en la trampa, entonces la destruimos.”

“Pero hay una cosa que vi en esta criatura que no incluiría en las historias, que no diría a mis niños,

si los tuviese, y por esa razón, no pude unirme a la danza de los otros. Una cosa que vi que no

puedo incluir en las historias que he oído y que solo puedo olvidar diciéndoselo a usted. Ahí, en

donde estaría su brazo—si fuese humano—había un tatuaje. Era un tatuaje que había visto antes,

en un bar hacia unas semanas, en el brazo de un marinero sentado en un bar a mi lado. Entre

copas me mostro su tatuaje, la imagen de una mujer montando una ola, el sol se reflejaba en su

mano, un muy buen trabajo. Al día siguiente se había ido, embarcado, y entonces ese tatuaje

reapareció en la criatura que quemamos en la playa.”

“Ahora dígame esto Altman. Dígame esto hombre sabio, si eso es lo que es y no se trata de un

viejo sirviente. Ese tatuaje estaba ahí solo porque la criatura, a través de un poder conocido solo

por ella lo había robado? O estaba ahí porque la criatura no siempre había sido una criatura?

Estaba ahí el tatuaje porque la criatura solía ser un hombre?”

En el camino a casa, con su brazo envuelto protectoramente alrededor del hombro de Ada, él

sintió que había demasiada información girando en su cabeza, demasiado que considerar. Intento

convencerse de que no había creído la historia del hombre, que era simplemente una fantasía,

pero había visto los restos. Al mismo tiempo podía creerlo y no podía creerlo, lo que había

provocado que cargara con un enorme, pesado e indescifrable mundo sobre su cabeza. Necesitaba

hacer algo. Olvidarse de todo el asunto, o hacer algo.

De regreso en la casa, luego de que se prepare para costarse y estaba esperando que Ada saliera

del baño, cambio al canal de noticias y lo programo para controlarlo por voz. Nada interesante.

Negociaciones entre el Sector Escandinavo y el Sector Ruso. DAM anunciando que había

desarrollado y patentado una nueva especie de trigo que era aún mejor que el anterior trigo

modificado genéticamente y que pronto estaría disponible para la venta.

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Problemas con traficantes de drogas a cien millas de la costa: un breve video de un bote vacío y a

la deriva, su cubierta pintada con sangre. La muerte de William Tanner, manager de la sección de

Chicxulub de DredgerCorp, anteriormente conocida como Ecodyne.

“Regresa,” dijo.

El holograma retrocedió hasta la historia de los traficantes de drogas y lo abrió.

“No,” dijo él. “Una antes.”

William Tanner, manager de la sección de Chicxulub de DredgerCorp, anteriormente conocida

como Ecodyne, fue encontrado esta mañana, un aparente suicidio. De acuerdo a la policía local, su

cuerpo fue descubierto a las nueve y media de esta mañana con su garganta cortada, luego de que

Tanner no se presentó a trabajar en la instalación de DredgerCorp. Un cuchillo fue encontrado en

su mano derecha. La policía aún no ha declarado si el cuchillo fue el instrumento que utilizo para

suicidarse. Aunque es inusual que alguien cometa suicidio cortando su propio cuello, no es algo

inaudito. Dijo el Sargento Ramos, “Aunque cada indicio presente nos dice que el Sr. Tanner

cometió suicidio, no podemos descartar aún la posibilidad de un homicidio.” Ha habido un

marcado acenso de suicidios en Chicxulub y sus alrededores en las últimas semanas, incluido—

“Apagado,” dijo.

La reproducción se detuvo. Se sentó pesadamente en la cama. Una cosa más para mantener en su

cabeza: Podría ser homicidio, podría ser suicidio. No podía decirle a Ada sobre esto, no tan pronto

luego de su pelea, no tan pronto luego de la muerte de Hammond. Solo haría que ella intentara

detenerlo. No es que le esté mintiendo, se dijo a sí mismo.

Solo estoy tratando de protegerla. Ada subió a la cama, recostándose a su lado y él la beso,

sintiéndose culpable todo el tiempo. Entonces apago la luz y se preparó para que las pesadillas

comenzaran.

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Lenny Small, presidente de DredgerCorp, aún estaba durmiendo cuando el video link se active. No

estaba seguro cuanto tiempo había pasado cuando se dio cuenta de ello. Al principio pensó que

era la mucama, hablando por su teléfono y grito, “Por el amor de Dios, cállate y lárgate de aquí!”

tapando su cabeza con la almohada.

“Levántate Small”, dijo una voz. Era una voz grave y criptica, con un cierto tono enojado.

Definitivamente no era la mucama.

Curioso, espió por debajo de la almohada. La voz provenía de la holopantalla.

“Oh, eres tu Markoff,” dijo.

“Claro que soy yo maldita sea,” dijo el hombre en la pantalla. Craig Markoff tenía cabello blanco,

ligeramente más largo de lo que un hombre militar tendría usualmente, cuidadosamente peinado

hacia atrás y mantenido en su lugar con gel. Tenía una imponente mandíbula de corte cuadrado y

fijos ojos azules. Estaba vistiendo el uniforme y la insignia del departamento de inteligencia

gubernamental. Como todo agente de inteligencia, su uniforme no indicaba su rango.

Small se estiro. Se movió al filo de la cama y se levantó, desnudo, rápidamente cubriéndose con su

bata. Seda real, no sintética. Por culpa de la legislación medioambiental, tuvo que traficarla dentro

del Sector Norteamericano. Le había costado una pequeña fortuna, pero sí que podía notar la

diferencia. Miro hacia afuera en la ventana de su penthouse y suspiro.

“No puede esperar hasta que tome mi café?” preguntó.

“Tenemos una situación. Tanner está muerto.”

Instantáneamente, Small se concentró, su mirada alerta, su mente lúcida. “Cómo murió?”

“Suicidio.”

“Por qué?”

“No lo sé,” dijo Markoff. “Culpa quizás.”

“No es posible,” dijo Small. “He conocido al bastardo por veinte años. Ha manejado situaciones

mucho peores que esta cosa de Chicxulub sin siquiera pestañear. Está seguro de que no fue

asesinado?”

“Ciertamente,” dijo Markoff. “Tenía una cámara instalada en su cuarto. Solo hablaba consigo

mismo y luego corto su garganta. Puedes ver el video de su muerte si lo quieres.”

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Small dudo. “No gracias,” dijo.

Markoff se encogió de hombros. “Como quieras. Tengo una transcripción para ti,” dijo Markoff.

“cosas que puedes y no puedes decir sobre su muerte. Quiero que lo memorices.”

“Palabra por palabra? Nunca fui bueno para memorizar. Sonara ensayado.”

“Con la esencia basta,” dijo Markoff. “Ponlo en tus propias palabras.”

“Trabajar contigo es como hacer tratos con el Diablo,” dijo Small. “No hay dudas de quien está a

cargo.” Espero pero Markoff no dijo nada. “Muy bien,” dijo Small. “Envíalo.”

Markoff empujo el escrito a través de la holopantalla. Small no lo abrió. Trataría con ello después,

tras tomar su café.

“Algo más?” pregunto Small. “O puedo tomar mi café ahora?”

“Otra cosa más,” dijo Markoff. “La señal pulsante se detuvo.”

“Se detuvo? Que significa eso? Qué hacemos?”

“La anomalía gravitacional sigue ahí. El objeto sigue en su lugar. Solo no transmite más.”

“Crees que se haya roto? Tal vez esos dos bastardos lo dañaron cuando fueron allá abajo.”

“No lo creo,” dijo Markoff. “Si ese fuera el caso, habría parado hace algunos días, no ahora. No, no

creo que haya sido eso. Sucedió algo más. O decidió detenerse por su cuenta.”

“Habla de eso como si tuviese conciencia,” dijo Small

“Podría ser,” dijo Markoff. “Estoy seguro de que nos sorprenderá en más de una manera.”

“Realmente crees que puedes controlarlo?”

“Nunca me he encontrado con nada que no pudiera controlar,” dijo Markoff. “Tu compañía

incluida. No veo ninguna razón para que esto sea una excepción.”

“Entonces, con o sin señal pulsante, procedemos como planeamos?”

“Procedan según los planes,” dijo Markoff. “Estoy haciendo que la estación sea colocada en

posición ahora. Es un proceso lento, pero se terminara. Podemos empezar las operaciones de

salvataje del submarino e ir preparando el objeto para extracción al mismo tiempo.”

“Aún dividiremos las ganancias mitad y mitad?”

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“Exactamente al medio,” dijo Markoff. “Pero las ganancias difícilmente son el objetivo. Dentro de

seis meses, bien podríamos ser los hombres más poderosos del mundo.”

Dio a Small una fría sonrisa. “Piensa en eso mientras bebes tu café.”

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Ordenaron sus cervezas y las llevaron a una mesa en el fondo, los cuatro: Showalter, Ramírez,

Skud y Altman. Estaba tan desolado que había poco peligro de que los escucharan, y desde donde

estaban sentados, Showalter y Ramírez podían vigilar la puerta de entrada y Skud y Altman la

trasera.

“Entonces, se fue,” dijo Altman. “La señal pulsante se detuvo.”

Skud hizo un gesto raro. “No diría que se ha detenido,” dijo. “Solo diría que parece haberse

detenido. Tal vez solo se volvió tan tenue que nuestros instrumentos no son capaces de captarla.”

“Es lo mismo que haberse detenido,” dijo Ramírez. “Tiene el mismo efecto.”

“Pero no es lo mismo,” dijo Skud.

“Muy bien Skud,” dijo Altman. “Punto tomado. La primer pregunta es que significa que ya no

podamos detectar la señal?”

Nadie dijo nada.

“La anomalía sigue ahí,” dijo Altman. “Al menos la última vez que revise.”

“Si,” dijo Showalter. “Sigue ahí.”

“Seguro, ahora no hay señal, pero podría formar parte de un patrón más grande que aún no

determinamos,” dijo Skud.

“Bien dicho Skud,” dijo Altman. “Entonces, la señal se detuvo, no sabemos si es algo permanente o

temporal. Tampoco sabemos por qué.”

“Tal vez nunca lo sepamos,” dijo Ramírez.

Showalter y Skud comenzaron a discutir con él en acallados susurros. Altman movió sus manos

para silenciarlos.

“La pregunta real es, AVANZAMOS ahora que la señal ha muerto?”

Los otros tres lo miraron. “Que quieres decir con avanzar?” preguntó Showalter.

“Hasta ahora, hemos investigado en silencio, cubriendo nuestros pasos. Ahora DredgerCorp ha

hecho público un arreglo para excavar el centro del cráter, supuestamente para recuperar su

submarino. No hay dudas de que mientras estén ahí, investigaran lo que sea que haya en el fondo

del cráter.”

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Skud hizo una mueca negándose a seguirlo.

“DredgerCorp ha salido a la luz. O han pretendido hacerlo. Es momento de que hagamos lo

mismo?”

“Que?” dijo Ramírez. “Que quieres decir? Quieres que golpeemos la puerta de DredgerCorp y

digamos ‘Disculpen, hemos estado observándolos y no creemos que estén siendo totalmente

honestos’? Suena como una buena forma de hacer que nos maten.”

“No digo eso,” dijo Altman. “Digo que lo hagamos público. Entre los cuatro escribimos una

rigurosa y bien fundamentada propuesta para la Fundación Científica del Sector Norteamericano

para investigar el cráter. Citamos la anomalía gravitacional y la señal pulsante, tal vez incluso

podríamos agregar algo sobre la transmisión del submarino. Podríamos pedir una excavación

publica, esponsoreada por el gobierno en el centro del cráter de Chicxulub..”

Se sentaron juntos en silencio por un momento, acariciando sus cervezas, excepto por Skud quien

termino la suya casi de inmediato.

“Y que hacemos si dicen que no?” preguntó Showalter.

“Entonces comenzamos a intentarlo con otras organizaciones. Enviamos la propuesta a cuanto

lugar sea posible, al mismo tiempo intentando obtener fondos y al mismo tiempo logrando que la

mayor cantidad posible de personas sepan sobre la señal y la anomalía. Es seguro que alguien

cuestione los motivos de DredgerCorp. Y como mínimo, deberán operar con menos libertad.”

“Podríamos estar agitando un panal de abejas,” dijo Ramírez.

“Tal vez,” dijo Altman. “No lo sabremos hasta que comencemos a agitarlo. Tal vez nada ocurra. Tal

vez, Dios no quiera, arriesgaremos nuestras vidas. Pero tal vez nos encontremos en posición de

descubrir que hay en el fondo de ese maldito cráter.” Tomo un sorbo de su cerveza. “Quien está

conmigo?”

Los otros tres se miraron entre sí. Skud fue el primero en levantar su mano. “Yo estoy contigo,”

dijo. Ramírez lo siguió. Showalter dudo por un largo tiempo y finalmente asintió con su cabeza.

“Muy bien caballeros,” dijo Altman. “Empecemos a trabajar.”

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PARTE CUATRO

EL DESCENSO

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Estaba dormido, teniendo pesadillas otra vez. Estaba corriendo en un extraño traje presurizado, a

través de un angosto y desolado pasillo. Parte de él supo por un momento que se trataba de una

pesadilla, pero saberlo no parecía ayudarlo a controlarla, y gradualmente olvido que no era real.

Algo lo perseguía, algo con extrañas garras en lugar de manos y cuernos brotando en las

articulaciones de sus miembros. Su piel parecía haber sido arrancada de su cuerpo. O peor, como

si alguien hubiese tomado un esqueleto humano y presionado carne de hamburguesas contra él.

La parte inferior de su cara estaba cayéndose. Sus ojos tenían un brillo amarillento, parpadeando y

quemando.

Se dio cuenta de que tenía algún tipo de arma: una pistola que generaba una espada giratoria en

un rayo de luz. Continúo girando y disparando a esa cosa, viendo sus piernas cortarse con un

sonido chirriante, salpicando sangre por todas partes. Sus piernas ya no estaban, pero seguía

avanzando, utilizando las puntas de sus garras para arrastrarse, gimiendo. Corto sus brazos y su

cabeza, finalmente se detuvo.

Gracias a Dios pensó, y limpio la sangre de su cara.

Había comenzado a correr cuando escucho algo detrás suyo. La criatura seguía respirando,

saltando hacia él, cambiando. Con un sonido húmedo, nuevos brazos y piernas crecieron. Se

levantó, gruñendo y lo perseguía otra vez.

Gritando, giro y corrió

“Malos sueños?” preguntó el hombre al lado de su cama. Era un hombre grande, con una

mandíbula cuadrada y cabello blanco, vestido en el uniforme negro de la inteligencia militar.

Se dirigía a Altman con una mirada estable y altanera. A cada lado vio dos hombres incluso más

grandes que aparentaban ser gemelos vestidos en ropas casuales. A una corta distancia había otro

hombre, más pequeño y usando gafas. Se veía vagamente familiar, pero Altman no podía ubicarlo

realmente.

“Dónde estoy?” preguntó Altman.

“Estas en tu casa,” dijo el hombre militar. “En Chicxulub.”

“Donde esta Ada?”

“Tu novia? No está aquí. Está a salvo.”

“Que significa eso?” pregunto Altman levantándose de la cama.

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El hombre levanto un dedo. Calmadamente pero a la fuerza, cada gemelo levanto a Altman por

uno de sus brazos y lo sentaron en la cama, sosteniéndolo hasta que dejo de luchar.

Nerviosamente, Altman los miro. “Que están haciendo aquí?” preguntó al hombre militar.

Él hizo un gesto los otros dos lo soltaron y retrocedieron. “Vine a verte,” dijo.

“Y quién es usted?”

“Markoff,” dijo. “Craig Markoff.”

“Eso no me dice nada,” dijo Altman.

“No,” dijo Markoff. “No lo hace.”

“Y quienes son ellos?” pregunto, señalando a los otros tres hombres.

Markoff miro a cada lado. “Estos?” dijo. “Estos son mis nuevos socios.” El hombre con lentes

sonrió. "Tim, Tom y Terry.”

“Cual es cuál?”

“Importa?” preguntó Markoff.

“Mira,” dijo Altman, “no pueden simplemente entrar así. No tienen derecho a estar aquí. Voy a

llamar a la policía.”

Markoff solo sonrió. Cuando Altman busco su teléfono dijo, “Tom? Tim?”

Los gemelos avanzaron lentamente. Uno de ellos puso su mano en la muñeca de Altman y la

apretó hasta que él soltó el teléfono. El otro lo golpeo una vez, suavemente, casi con amor, en el

costado.

Cayó sobre la cama, buscando aire. Tim y Tom volvieron detrás de Markoff, viendo a Altman

pelear por recobrar su aliento.

Cuando se calmó, Marzo dijo “Nos sentimos mejor? Te gustaría un vaso de agua?”

Altman sacudió su cabeza. Markoff chasqueo sus dedos y el hombre de lentes tiro un par de

pantalones y una camisa sobre Altman.

“Ahora si estas en la línea correcta de pensamientos,” dijo Markoff. “Vístete. Vamos a charlar un

poco.”

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Unos minutos más tarde, estaba sentado en la mesa de la cocina frente a Markoff, los otros tres

estaban parados junto a las puertas que entraban o salían del cuarto.

“Es muy simple,” dijo Markoff. “Tu llenaste una petición para investigar el cráter de Chicxulub.”

“No hay nada malo en eso,” discutió Altman. “Es lo que hacen los científicos.”

“Ya he hablado con tus amigos,” dijo Markoff. “O mejor dicho, mis asociados lo hicieron. Hemos

determinado que la persona motivando esta petición eras tú.”

“Y?”

Markoff le dio una mirada fría. “No te sobrepases. Si tengo que hacerlo ordenare a Tim que te

quiebre el brazo,” dijo.

“O Tom,” dijo uno de los gemelos desde donde estaba parado cerca de la puerta.

“O Tom,” dijo Markoff. Giro para mirar al hombre. “No te preocupes Tom. Tiene dos brazos.

Alcanza para ambos.” Entonces giro hacia Altman otra vez mirándolo con una ceja levantada.

“Lo siento,” dijo Altman.

“Eso está mejor,” dijo Markoff. “Tu propuesta ha sido retirada del concurso de aprobación de

fondos. Ahora está clasificada. La investigación del cráter de Chicxulub se ha vuelto un asunto

militar.”

“Entonces tenía razón,” dijo Altman.

“Sobre qué?” preguntó Markoff.

“No solo están tratando de recuperar el submarino. Están tratando de llegar a lo que sea que haya

en ese cráter.”

“Eres un chico inteligente,” dijo Markoff. “Tal vez demasiado para tu propio bien. La razón por la

que estoy aquí es averiguar cuanto sabes y evaluar si serias un miembro valioso de nuestro

equipo. Si lo eres, estoy preparado a permitir que te unas a nosotros—de manera limitada, por

supuesto. Si no, tendré que pensar algo más que hacer contigo.”

“Que quiere decir con ‘algo más’?”

Markoff se encogió de hombros. “Podría enviarte de regreso a tu sector. Podría mantenerte en

confinamiento hasta que completemos el proyecto. Podría ser algo un poco más serio.” Detrás

suyo los gemelos se miraron e intercambiaron una sonrisa. “Supongo Sr. Altman que eso depende

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de usted.” Markoff se enderezo en la silla y abrió sus manos colocando ambas palmas sobre la

mesa.

“Bien Sr. Altman, comenzamos?” Markoff empezó lentamente.

“Cuando noto por primera vez que algo inusual sucedía en el cráter?”

“Detecte una anomalía gravitacional.”

“No fue la señal pulsante?”

Altman sacudió su cabeza. “La señal llego a mi después.”

“Quien le dijo sobre la señal?”

Altman dudo, tentado de mentir, y entonces se dio cuenta de que no importaba: Hammond

estaba muerto. Entonces de repente lo golpeo: sabía dónde había visto al hombre de lentes.

“Charles Hammond me dijo,” contestó. “Creo que sus asociados lo conocieron.”

Markoff miro a Terry. Este dudo un Segundo y luego asintió.

“Pero nosotros no lo matamos,” dijo Tim.

“No, no lo matamos,” dijo Tom.

“No les pago por hablar muchachos,” dijo Markoff. “Terry, porque no llevas a Tim y Tom afuera y

me esperan allí?”

Los tres hombres dejaron la habitación tranquilamente.

“Como sé que es quien dice ser?” preguntó Altman.

Markoff giro, su mirada estable. “Me preguntaba cuando llegarías a eso. O lo soy o no lo soy,” dijo.

“Si lo soy, entonces valdría la pena perder tu tiempo en cooperar si eso te aseguraba un lugar en la

expedición. Si no lo soy, entonces no hay mucho que pudieras hacer al respecto. Si me dijeras la

verdad o no, probablemente estarías en problemas igual. Dime… que crees saber?”

Es un riesgo razonable, pensó Altman. Sé que DredgerCorp está trabajando con los militares para

rescatar el submarino, así que hay chances de que sea quien dice ser. El truco está en saber cómo

decirle algo que me incluya en el proyecto, pero sin decirle lo suficiente para que él crea que ya

saco todo lo útil que tenía para decir, que ya no me necesita.

Respiro profundamente. “Yo creo que hay algo en el corazón del cráter,” dijo Altman. “No un

fenómeno natural, sino algo más.”

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“Continua,” dijo Markoff.

“Considerando su ubicación, debe haber estado ahí un muy largo tiempo.”

“Cuan largo?”

“Podría tratarse de miles de años. O incluso más.”

“Por qué piensa eso?”

“Los Mayas de Yucatán tienen una especie de mitología que lo rodea. Lo llaman Cola del Diablo.”

Vio un brillo en los ojos de Markoff. “Me ha dicho algo que no sabía Altman,” dijo. “Como

descubrió esto?”

“Le daré más detalles si me incorpora al proyecto.”

Markoff asintió, apretando sus labios. “Dejare que se salga con la suya, por unos minutos al

menos. Que cree que es?” pregunto.

“No tengo la más puta idea,” dijo Altman.

“No hay lugar en el equipo para alguien que no tiene imaginación. Que cree que pueda ser?”

Altman miro la mesa, a sus manos que descansaban, agarradas entre sí, a las palmas de Markoff

que seguían con las palmas abiertas en la otra punta. “Al principio creí que podría ser una reliquia

de una civilización Antigua, pero… he pensado mucho en ello,” dijo, “y lo único que se me ocurre

realmente me asusta.” Miro hacia arriba, cruzando miradas con Markoff. “Un objeto, enviando

una señal pulsante desde el centro de un vasto cráter, tal vez enterrado desde la creación del

cráter hace miles, cientos de miles, incluso millones de años atrás. Qué tal si no fue un asteroide lo

que creo el cráter sino este objeto mismo, golpeando la tierra?”

Markoff asintió.

“Lo que sugiere que es algo que provino del especio exterior,” dijo Altman. “Lo que a la vez sugiere

que fue algo enviado aquí por una vida inteligente fuera de nuestra galaxia.”

“Lo que genera dudas sobre por qué estaba transmitiendo,” dijo Markoff.

“Y a quien lo transmitía,” dijo Altman. “Y qué.”

Se sentaron en silencio un momento. “Si se trata de eso,” dijo Altman, “cambiara por completo la

forma en que entendemos la vida como la conocemos.”

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Markoff asintió, finalmente removiendo sus manos de la mesa y apoyándolas en su falda. Cuando

regresaron, había un arma en una de ellas.

“Ah, Altman, Altman,” dijo. “Que voy a hacer contigo?”

“Me está amenazando?” pregunto Altman, elevando su voz. Esperando que sonara duro y

enojado, que Markoff no detectara el miedo que sentía.

“Obviamente ha adivinado demasiado para dejarlo ir. Incluso ha adivinado demasiado para que lo

meta en confinamiento. Tengo que decidir entre matarlo o llevarlo con nosotros.”

Altman lentamente levanto sus manos. “Preferiría que me lleven con ustedes,” dijo, con voz

trémula ahora.

“No es una preferencia sorprendente, considerando las circunstancias. Llevarlo o matarlo?” se

burló. “Puedo ver ventajas en ambas. Puede decirme algo más para inclinar la balanza? Hay algo

que haya olvidado decirme?”

Altman mantuvo sus manos cruzadas, temía que si las movía, Markoff vería cuanto estaba

temblando. Su boca estaba muy seca. Su voz, cuando comenzó a hablar tembló. “Hay otra cosa,”

dijo.

“Si?” dijo Markoff, casualmente cargando el arma..

“La gente del pueblo encontró algo. Una extraña criatura, humanoide pero no humana y están

convencidos de que tenía algo que ver con lo que está pasando en el cráter. Lo quemaron, pero

aún hay restos que puede examinar. Lo llevare al lugar.”

“Eso es todo?”

Altman trago saliva. “Eso es todo.”

“Adiós Sr. Altman,” dijo Markoff. Levanto la pistola y apunto a la cabeza de Altman, entonces

comenzó a apretar el gatillo. Altman cerró sus ojos y apretó sus dientes. Escucho el golpe del

martillo pero no salió ninguna bala.

Abrió sus ojos. Markoff lo miraba, intensamente enfocado.

“Una sana diversión,” dijo. “El arma está vacía. Nunca tuve intenciones de dispararte. Bienvenido

al equipo.”

Se levantó y extendió su mano. Altman estaba en shock y no se movía. Markoff separo sus manos

y apretó una de ellas

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“Sera vigilado de cerca. No tendrá libertad total en las instalaciones, pero lo quiero disponible si y

cuando lo necesite.” Se inclinó más cerca. “Y si me traiciona, Sr. Altman, lo matare,” dijo en una

voz suave. “Me entiende? Asienta si me entiende.”

Altman entendió.

“Muy bien, “ dijo Markoff, y se dirigió a la puerta. “Hare que Terry se encargue de los

preparativos.”

“De acuerdo,” dijo Altman.

Con su mano en el picaporte, Markoff se detuvo. Se paró ahí un momento, de espaldas a Altman.

“Aún queda el tema de tu novia, no es así,” dijo

Oh mierda, pensó Altman.

Markoff giro, lo vio con ojos exploratorios. “Que deberíamos hacer con ella?””

“No tiene que preocuparse por ella,” dijo Altman. Trataba de mantenerse calmado y tan falto de

expresiones como pudo al decirlo, cara de póker, pero su voz, sabía que seguía temblando.

“Pero quiero preocuparme por ella Altman,” dijo Markoff. “Digamos que sería un placer.”

“Mire,” dijo Altman desesperadamente. “Entiendo por qué siente que debe llevarme, pero Ada es

diferente. No tiene nada que ver con esto. Incluso intento prevenir que tomara más interés en el

tema. Déjela ir.”

Markoff sonrió. “Lo que acaba de mostrarme Altman, es que se preocupa tanto por ella que no

puedo permitirme dejarla ir. Creo que podría ser de utilidad.”

“Que planea hacer con ella?”

“Ah, Sr. Altman,” dijo Markoff. “Preguntas, siempre preguntas.”

Abrió la puerta y salió.

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Terry y los gemelos lo vigilaban mientras empacaba. Lo apresuraron. Incautaron su teléfono y su

holopantalla, también su terminal, los gemelos estaban sellándolos en una caja y llevándolos

afuera.

“Los tendrá de regreso una vez que Markoff los haya revisado,” dijo Terry. “Excepto por el

teléfono.”

“Puedo por lo menos llamar a Field y decirle que no iré a trabajar?”

“No.”

“Necesito algo de tiempo para acomodar mis asuntos—”

“No.”

“Que hay de mi familia, se preocuparan—”

“Está perdiendo tiempo,” dijo Terry. “Nada de todo eso importa. Lo importante es hacer el trabajo

y hacerlo bien. Siga perdiendo tiempo y llamare al Sr. Markoff y veremos cuanto desea tenerlo a

bordo.

“Y entonces que, me matara? Como hizo con Hammond?”

Terry frunció el ceño. “Reciento la implicación,” dijo. “Lo vi morir, seguro, pero no tuve nada que

ver con eso.”

“Entonces fueron Tim y Tom.”

“No, ellos tampoco,” dijo Terry. Miro a Altman de manera que se dio cuenta de que estaba

genuinamente confundido y extrañamente vulnerable.

“Que paso entonces?” pregunto.

“Solo estábamos tratando de hacerle unas preguntas y se volvió loco,” dijo Terry. “Nunca vi nada

parecido. Un momento estaba corriendo y al siguiente trataba de matarnos.” Mostro a Altman una

enojada y extraña cicatriz en su mano. “Ni siquiera estábamos armados. Tanner solo nos había

enviado a hablar con él.” Refregó sus ojos con sus nudillos. “Y de repente tomo su cuchillo y corto

su propia garganta. Nunca vi a nadie cortar tan profundo tan rápido. He tenido pesadillas con eso

desde entonces.”

Abruptamente se enderezo, mejorando su cara. “No me molesta ser culpado de lo que he hecho,

pero no me culpen por lo que no hice. Vamos, muévete.”

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Caminaron rápidamente hacia el edificio de DredgerCorp, Terry lo agarraba del brazo apurándolo.

Algunas personas los miraban curiosamente en las calles, pero la mayoría los ignoraba o

deliberadamente miraban para otro lado. El edificio tenia ahora una cerca de seguridad a su

alrededor, hecha de malla de acero soldada. El edificio mismo había sido derribado a nivel del

suelo y estaba en proceso de ser reemplazado por una estructura formada por concreto

interconectado y paneles de acero, más parecido a una fortaleza que a un edificio de oficinas.

“Están haciendo algunos cambios,” dijo Altman

Terry asintió. “No sabes ni la mitad de ello.”

Lo guio alrededor de la construcción, a una base de concreto. Sobre ella había un helicóptero, las

hélices ya estaban girando. Se apresuraron a llegar y Altman se subió rápidamente.

Ada estaba ahí, su cara desfigurada del miedo. Se sentó junto a ella, quien se aferró fuertemente a

su brazo. Ella no es así normalmente, pensó. Debe estar aterrada. Casi inmediatamente el

helicóptero despego.

“Estuve preocupado por ti,” dijo él, debiendo gritar por el ruido. “Pensé que ellos te habían hecho

algo.”

“Estaba preocupada por ti también,” dijo ella. “Estas bien?”

Él ofreció una sonrisa nerviosa. “No hay daños permanentes.”

“Michael, sabes hacia dónde vamos?”

“No,” dijo. “Me temo que no lo sé.”

“Te lo dije,” dijo ella. “Te advertí que esto terminaría mal. Te dije que lo dejaras en paz. Pero no

quisiste escuchar.”

“Aún no ha terminado,” dijo él.

Miro hacia afuera por la ventana. Habían girado y volaban sobre el agua ahora, ya estaban

relativamente lejos de tierra. Miro dentro del helicóptero, a los otros pasajeros, Terry no estaba

ahí; o se había quedado atrás o estaba junto al piloto. Contenía otros ocho científicos, gente que

conocía de vista, aún si no los conocía personalmente. Field estaba entre ellos, parecía estar

enfermo del estómago.

Skud estaba ahí, también Showalter. Agarrándose de las correas del techo se acercó a ellos.

“Donde esta Ramírez?” grito.

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“No lo trajeron,” dijo Showalter.

“Que hicieron con él?”

Showalter se encogió de hombros.

“Te dieron otra opción?” preguntó Altman.

“Una qué?” grito Skud. “Por qué nos llevan a nosotros?”

“Una opción?”

“No!” grito Showalter. “tuvimos que venir.”

“Sabes dónde vamos?” grito Skud.

Altman sacudió su cabeza. “Estaba a punto de preguntarte,” dijo.

Regreso a sentarse en su silla.

“Ellos no saben tampoco,” dijo. “Nadie sabe dónde vamos.”

Volaron aproximadamente tres horas. Dirección, pensó Altman, juzgando por el sol estaba hacia el

noroeste, u oeste-noroeste, pero no estaba totalmente seguro. En cierto punto, pensó que giraron

hacia el sur. Cuán rápido podía volar un helicóptero? Setenta y cinco millas por hora? Cien?

Parecían estar cubriendo una gran distancia.

Tal vez solo planean matarnos, pensó. Solo juntarnos a todos en un mismo helicóptero y fingir un

choque. Si era así, se dio cuenta, no había nada que pudiese hacer. Ya podía darse por muerto.

Se sentó en su silla, casi sordo por el sonido de las hélices, sus brazos alrededor de Ada. Era su

culpa que ella estuviese ahí, lo sabía. A él debían culpar.

Frente a él, Skud se veía agotado, exhausto. El tiempo se alentó.

El vibrar de las hélices cayeron una octava y la nave redujo notablemente su velocidad. Todos ellos

se asomaron por las ventanas. Debajo suyo había una espesa neblina, casi perfectamente

simétrica, posada sobre el agua. Comenzaron a descender sobre ella.

Altman comenzó a captar señales de algo dentro de la neblina. Un flash aquí o allá. Un filo o una

borde de metal. Descendieron lentamente, las hélices del helicóptero despejaban la neblina. Podía

ver la cima de un gran domo de vidrio, el domo brillaba con un iridiscente y azulado brillo en la luz.

Se acercaron mucho, sobrevolando a unos diez metros de él y creyó ver algunas caras dentro.

Podía ver en los filos metálicos y particiones en el vidrio, miles de pequeñas boquillas, y cada una

de ellas emitía una fina neblina.

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Repentinamente las boquillas se detuvieron. La neblina rodeo la estructura y lentamente se disipo,

revelando el domo y todo lo que había detrás. Era una enorme instalación flotante, cientos de pies

de diámetro, hecho con una serie de domos plásticos o de vidrio, conectados entre sí como

huevos de rana. Mucho de ello se encontraba bajo la superficie del agua. De hecho, la mayor parte

de la estructura se encontraba sumergida.

La parte superior central del domo, donde los soportes de metal se unían, tenía un punto plano.

Cuidadosamente el piloto aterrizo el helicóptero. Toco una vez pero en un borde de ese punto

plano y comenzaron a sacudirse. Se elevó otra vez y aterrizo incluso más lento, esta vez logro

hacerlo.

La puerta de la cabina se abrió desde afuera. Dos guardias, vistiendo uniformes militares, les

hicieron gestos para que bajen. Altman esperaba que el domo se moviera de un lado a otro con las

olas, pero era tan grande que apenas noto algo. Se subió a la cubierta y luego ayudo a Ada a salir

del helicóptero. Los otros lo siguieron. Juntos llegaron a una escotilla y bajaron por ella. Al

descender una pequeña escalera, llegaron a una plataforma justo debajo del techo del domo. La

plataforma tenía un tubo transparente en el centro, uno de sus lados se abrió. Cuando la vio, un

ascensor subió.

Los guardias le hicieron un gesto y los empujaron para que se suban. El ascensor comenzó a

descender. Fue en ese momento, cuando estaban sobre la plataforma descendiendo que Altman

realmente entendió cuán grande era el domo. Estaban probablemente a cuarenta o cincuenta

metros del piso, el gran domo era un espacio abierto y casi vacío, la translucida luz, atravesaba el

vidrio de las ventanas y formando extrañas sombras. Era un hemisferio más que un domo con un

suelo solido en el fondo. Si había otro hemisferio igual en la parte inferior, no había manera de

saberlo desde aquí.

Pilas de cajas cubrían el suelo con maquinaria parcialmente ensamblada o desensamblada.

También guardias militares, muchos de ellos, algunos de ellos haciendo guardia o empleados en

alguna tarea pequeña, muchos de ellos caminando y hablando distraídamente, tal vez de sus

deberes. Aquí y allá, un hombre en bata blanca parado, dirigiendo un grupo de ellos, haciendo que

movieran equipamiento de un lado al otro.

Al fondo del ascensor, dos guardias más esperándolos. Skud comenzó a formular una pregunta,

pero uno de los guardias lo interrumpió.

“No hablen,” dijo.

Mantuvieron el grupo hasta que cada uno de los pasajeros del helicóptero había bajado, entonces

los guiaron a través del domo. Grupos de guardias dejaban de hablar al ver que se acercaban,

siguiéndolos con la vista. Arriba, Altman escucho el sonido del helicóptero despegando

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nuevamente. Inmediatamente las boquillas comenzaron a funcionar nuevamente y el mundo

exterior se disolvió en una cortina de niebla.

La luz ambiental en el domo disminuyo. Alguien grito un comando, y bancos de fuertes

fluorescentes alineados en los soportes se encendieron. El domo brillaba con una luz antiséptica,

dañando la piel de todos con un brillo nada sano.

Llegaron al borde del gran domo y pasaron por una puerta corrediza, moviéndose a uno mucho

más pequeño. Bajaron por una escotilla de presión, dentro de un pasaje que corría sobre el límite

de un tercer domo y se curvaba lentamente hacia abajo.

Cerca de la mitad del pasillo, Altman noto que el agua que golpeaba el costado del túnel llegaba

cada vez más alto con cada paso. Había un súbito cambio en la calidad del sonido, como si todo

estuviese ligeramente cubierto de algodón. Él golpeo el costado del corredor con su uña, escucho

solo un seco sonido sin eco. Algo con un largo y estrecho ojo se asomó desde las profundidades y

se acercó hacia su mano, y luego se fue rápidamente. Unos pasos más adelante, el agua estaba

completamente sobre sus cabezas y ya no veían la parte superior del túnel. Estaban

completamente bajo la superficie.

Dejaron el corredor y entraron a un domo iluminado con un resplandor verdoso por la reelección

del agua. Peces y otros animales nadaban alrededor del complejo flotante y aquí y allá los corales

habían comenzado a formarse. En la distancia se veía una formación de submarinos, conectados

por una serie de cables al complejo flotante, moviéndolo muy lentamente.

“Es hermoso,” dijo Ada.

“Es terrorífico,” dijo Altman.

El guardia golpeo la culata de su arma firmemente contra las costillas de Altman, lo

suficientemente fuerte para que doliera. “No hablen,” dijo.

Giraron hasta el fondo del domo y tomaron otro ascensor hacia abajo, a una serie de cuartos

adjuntos, cuartos cuadrados. Pasaban de uno al otro, los guardias los mantenían en una línea

ordenada y siempre apurándolos. Para Altman se sintió como si lo estuviesen guiando a su propia

ejecución. Aquí el agua era más profunda, más obscura. Los cuartos tenían más metal en ellos que

vidrio. Todos ellos eran iluminados por los mismos fuerte fluorescentes.

Los guardias los apresuraron para que entren en otro corredor ligeramente descendente, este

terminaba en una cabina a presión. Altman juzgo que estaban cerca del laboratorio, aunque bien

por debajo de la línea del agua ahora. Uno de los guardias la abrió y les ordeno que entraran.

El cuarto del interior se asemejaba al puente de un crucero lunar. Era una cámara esférica con una

silla de comandos elevada en el centro. En todas direcciones, unos pasos más abajo, había bancos

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de control, medidores y holopantallas. Un ininterrumpido banco de ventanas corrieron a lo largo

de la porción superior de la pared. La silla de comando estaba lo suficientemente elevada del resto

del laboratorio como para permitir una vista ininterrumpida en todas direcciones.

La silla giro para revelar a Markoff. Los miro desde arriba y sonrió. Aquí, en este ambiente, con su

firme mandíbula y ojos brillantes por la reflexión de los fluorescentes, rodeados por agua a cada

lado, se veía como algo monstruoso pretendiendo ser humano.

“Ah, han llegado,” dijo sin ninguna calidez. “Bienvenidos a su Nuevo hogar.”

Llevo un tiempo, pero eventualmente se acostumbraron a sus nuevos cuartos. El laboratorio era el

mejor que hubiese visto, y estaba comprometido solo por tener que compartirlo, tal como debía

hacerlo en Chicxulub, con Field. Había notado una cierta porción de sadismo por parte de Markoff,

y hasta incluso se preguntó si había traído a Field solo para irritarlo.

Estaban aún a semanas de llegar al centro del cráter de Chicxulub. El complejo flotante estaba

siendo arrastrado hacia adelante muy lentamente y a veces, dependiendo de las condiciones del

clima, debían detenerlo completamente. Al principio pensó que el comando central era la porción

más baja de la nave, pero rápidamente se dio cuenta de que los corredores laterales guiaban a una

ajustada secuencia de recamaras justo debajo de eso. Y por debajo de eso, había una recamara

incluso más grande, tal vez la más grande de todo el complejo. Estaba cuidadosamente

presurizada. Tenía una grúa y una apertura que daba al agua y un techo muy elevado. Fue una

adición de último minuto al complejo y se había construido específicamente para acomodar el

objeto del corazón del cráter.

Donde sea que Altman fuera, se maravillaba. El complejo flotante, obviamente construido para un

especifico, pero diferente propósito, estaba siendo rápidamente adaptado con equipo de última

generación. Prácticamente cada hora llegaban botes y helicópteros, incorporando equipos

totalmente nuevos y dispositivos que aún se encontraban en fase de prototipos. Los gastos no

eran una preocupación. Lo que sea que hubiese ahí abajo, estaban preparados para gastar lo que

hiciera falta para obtenerlo.

Comían sus comidas por turnos en la cafetería del lugar. Los investigadores se quedaban en

dormitorios que, generalmente, mantenían a seis de ellos, aunque había algunas excepciones:

Altman y Ada, la única pareja a bordo, fueron otorgados quejumbrosamente con un closet de

almacenamiento que convirtieron en cuarto. Era apenas lo suficientemente grande para que

entrara su cama y un gabinete angosto que llenaron con su ropa y convirtieron en un ropero, pero

estaban agradecidos por la privacidad.

Al ir conociendo a los demás, Altman debió aceptar que Markoff había conformado un equipo de

primera clase. Sin saber exactamente qué era lo que había en el fondo del cráter, tenía sus bases

cubiertas. Había algunos científicos cuyos campos eran tan nuevos que aún no existían nombres

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para ellos. Había geofísicos, astrofísicos, expertos en robótica, geólogos, biólogos marinos,

expertos en genética, oceanologos, ingenieros de varias clases, un minero, un oceanógrafo, un

sismólogo, un vulcanólogo, un gravitacionista, un filósofo, un científico cognitivo, varios doctores,

un medio especializado en biotraumatismo y enfermedades de descompresión, incontables

mecánicos y técnicos, un equipo de limpieza y cocina. Había incluso un lingüista y, con Ada, una

antropóloga.

Un buen número de ellos eran investigadores que, aunque alguna vez habían sido famosos, habían

desaparecido del ojo público hacia años. Ninguno de ellos hablaba de lo que habían estado

haciendo hasta ahora y si los presionaban, solo respondían “Estoy saliendo del retiro ahora.”

Retiro mi culo les decía Showalter. Altman estaba de acuerdo: si estaban aquí ahora era porque

habían trabajado encubiertamente para la inteligencia militar desde entonces. Los traiciono el

hecho de no estar sorprendidos por el enorme gasto y esfuerzo puesto en la expedición: ya

tomaban todo por hecho.

Lo que molestaba a Altman incluso más era el número de guardias militares presentes y cuan

activamente entrenaban. Estaba claro—o en cualquier caso parecía claro para Altman—que

Markoff tenía alguna noción de que debían estar preparados para el combate..

Había tres posibilidades para esto que Altman pudo pensar. Una, la menos perturbadora para él,

era que Markoff simplemente estaba siendo un soldado por sí mismo. Que pensaba que los

militares no necesitaban estar ahí, pero ya que lo estaban, lo mejor era que entrenaran. La

segunda, más perturbante, era que Markoff esperaba que alguien quisiera robarles el objeto, que

estaba consciente de que había otros interesados que competirían para obtenerlo, o los habría. La

tercera, y peor de todas, era: quizás Markoff esperaba que el objeto contraatacara.

Lo que hizo que Altman se diera cuenta de algo que tendría que haber notado hace tiempo. Sin

tener una idea clara de que se trataba, Markoff pensaba en el objeto en el centro del cráter como

un arma. Tal vez no pensaba en su extracción para el mejoramiento de la humanidad o el avance

de la ciencia después de todo.

Altman lo converso con Ada, le comento sus sospechas.

“Eso te sorprende?” pregunto ella. “Markoff es despiadado. Piensa en todo como una potencial

arma. Incluso las personas. Es un hombre muy peligroso.”

Rápidamente noto que muchos lugares estaban fuera de límites para él. Había ciertas áreas,

ciertos grupos de laboratorios tanto sobre como debajo de la línea del agua a los que su tarjeta de

acceso no le permitía entrar. A veces podía entrar siguiendo los pasos de algún científico o guardia

descuidado, pero nunca se le permitía permanecer el tiempo suficiente para entender que estaba

pasando en el lugar. Otros cuartes estaban aún más restringidos, protegidos por guardias las 24

horas. Field estaba en uno de ellos, pero cada vez que preguntaba, no obtenía nada, no tanto

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porque Field sospechara de él, sino porque no prestaba la suficiente atención para entender que

estaba pasando en realidad.

Luego de unos días, comenzó a notar que estaba siendo vigilado. Comenzó como un vago

sentimiento, pero aumento. Pensó al principio que era paranoia, hasta que Showalter también lo

noto. Los guardias se referían a él de una manera diferente a como lo hacían con muchos otros

investigadores, y cuando se quedaba solo en alguno de los corredores, a menudo para organizar

sus pensamientos, un guardia se presentaba de repente. Muchos de los técnicos no le prestaban

mucha atención. Un hombre en particular, un hombre que siempre usaba el mismo sobretodo

arrugado, parecía siempre estar rondando, justo detrás suyo.

“Que debería hacer?” pregunto a Ada.

“Que puedes hacer?” dijo ella. “si quieren observarte, pueden hacerlo. No hay nada que puedas

hacer para evitarlo. Estas en su poder.”

Ella tenía razón, él lo sabía. Con quien iba a quejarse? Markoff? Él le había dado tres alternativas:

formar parte del equipo, ser encerrado, o terminar muerto. Tal vez Markoff se había salido con la

suya en más de una forma; tal vez formaba parte del equipo y estaba encerrado al mismo tiempo.

El complejo flotante servía bien como prisión. Y era una mejor alternativa a estar muerto.

“Que crees que está pasando?” pregunto a Ada.

Ella giro sus ojos. “No quiero empezar otra vez Michael. Es peligroso que te hagas estas preguntas.

Y que si no podemos entrar a ciertas áreas de la nave? No somos los únicos en esa posición.

Muchos de los investigadores de Chicxulub son tratados de la misma manera.”

“Field no,” dijo Altman. “Field tiene acceso.”

“Acceso limitado,” dijo ella. “Solo un cuarto. He estado observándolo. Showalter y Skud no,” dijo

ella golpeándolo con sus dedos. “muchos de los otros tampoco.”

Él no respondió, solo se fue, pensando. Había maneras de descubrirlo. Todo lo que tendría que

hacer era replicar una tarjeta y entonces—Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando ella lo

golpeo en la cara.

“No,” dijo ella, apuntando su dedo hacia su cara.

“Que?”

“Sé lo que estás pensando,” dijo ella. “No necesitas recorrer todo el lugar para hacer tu trabajo. Si

lo haces, solo te meterás en problemas. Quiero que me prometas que no lo harás.”

La observe por un largo momento, finalmente, sacudió su cabeza. “No puedo,” dijo.

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Ella lo golpeo otra vez, mucho más fuerte esta vez y se fue. Él, sin saber qué hacer, la abrazo para

evitar que se fuera. Se resistió al principio, no quería verlo a los ojos, pero él siguió abrazándola

hasta que finalmente ella dejo de pelear.

“Nunca me escuchas,” dijo ella. “Siempre tengo razón y tú nunca escuchas.”

“Siempre escucho,” aclaro él. “Solo que no siempre hago lo que dices.”

Finalmente lo miro a los ojos. “Demonios Michael. Prométeme que serás más cuidadoso esta vez,”

dijo ella. “Se discreto. Prométeme que no harás nada que termine matándote..”

“De acuerdo,” dijo él, soltándola. “Eso puedo prometerlo.”

Él fue cuidadoso. Aprendió más del complejo flotante, hablando con algunos de los mecánicos e

ingenieros. Era un bote semi-sumergible, móvil, hecho para flotar una mitad bajo el agua y otra

sobre ella. La neblina, a la que se referían como efecto de distorsión, era formada por boquillas de

alta presión, sus aperturas eran de un diámetro menor a cien micrones. El agua era forzada fuera

de las boquillas a través de esas extremadamente finas aperturas, causando que se atomizaran en

gotillas tan pequeñas que la mayor parte de ellas se mantenían suspendidas en el aire. Si alguien

con cualquier equipo medianamente avanzado quería determinar que había dentro de la nube, no

tendría muchos problemas haciéndolo, pero era suficiente para mantener botes y naves curiosas

alejadas.

En el segundo o tercer día, un hombre fornido con una excepcionalmente rizada barba colorada se

unió a él en la cafetería. Estiro una gran mano sobre la mesa y apretó la mano de Altman.

“Jason Hendricks,” dijo. “Eres nuevo aquí, cierto?”

Altman asintió. “Michael Altman,” dijo. “acabo de llegar.”

Hendricks dio una lenta y amigable sonrisa que Altman inmediatamente encontró agradable.

“Ninguno de nosotros ha estado aquí por mucho tiempo,” dijo. “Yo llegue hace solo una semana.”

Él comenzó a comer, y casi inmediatamente su barba se llenó de migas y sobras de comida. “Que

te trae a este lugar Michael?”

Altman pensó por un momento en que decir, finalmente se conformó con decir “Me temo que aún

están pensando que hacer conmigo.”

“Yo soy un piloto,” dijo Hendricks. Repasando su mano por su barba para limpiar las sobras y luego

limpio su mano en su camisa. “Submarinos más que nada. Fui entrenado en la marina para pilotar

submarinos de tamaño mediano. También hice algunos trabajos con sumergibles para una firma

de construcción.”

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“Debes disfrutarlo,” dijo Altman.

“Me gusta lo suficiente,” dijo Hendricks. “También pase algún tiempo en un pequeño submarino

de un solo tripulante trabajando para cazadores de tesoros en el Caribe. Tuve que reconsiderar la

línea de trabajo cuando me di cuenta de que el tesoro que querían buscar era un bote lleno de

heroína.”

“Probablemente una buena decisión,” dijo Altman.

“Probablemente,” dijo Hendricks, sus ojos se achicaron cálidamente y sonrió. “Aunque tal vez si

seguía con eso, ahora sería más rico. O eso o muy muy drogado. Crees que voy a tener el mismo

dilema ético con este trabajo?”

Se encontraron el día siguiente en la misma mesa, y el siguiente, pronto Altman comenzó a pensar

en Hendricks como un amigo, alguien en quien confiar. Luego de unos días, Hendricks le conto un

poco más de lo que hacía, que iba a formar parte de un grupo de dos hombres trabajando con un

batiscafo. Tenía poca experiencia con batiscafos, pero no estaba preocupado: tenía mucho tiempo

hasta que llegaran.

“Estoy programado para ser copiloto de un explorador de aguas profundas, un tipo llamado Edgar

Moresby,” dijo a Altman. “El hombre está en sus sesentas y su piel parece haber sido curada. Bebe

como un pez. No tiene mucho de piloto hasta donde yo sé. Dice ser descendiente de Robert

Moresby.”

“Quien?” preguntó Altman.

Hendricks se encogió de hombros. “No me preguntes a mí,” dijo. “Algún hidrógrafo y oficial naval

británico. Lo nombra cada vez que puede.”

Moresby no tenía interés en salir con Hendricks en las prácticas, diciendo que podía pilotar un

batiscafo borracho y dormido. “Y a menudo lo hago,” decía a Hendricks. “No hay mejor manera de

hacer el trabajo si me lo preguntas.” Pero siempre que tuviese la opción, prefería beber en la

comodidad de su propia litera.

“Eso me genera un dilema,” dijo Hendricks. “No puedo salir solo. Que haría si algo sale mal?”

Altman espero unos momentos para no parecer desesperado antes de contestar. “Yo iré contigo,”

dijo, intentando sonar casual.

“Lo harías?” dijo Hendricks, y dio a Altman una cálida sonrisa. “Eso sería una gran ayuda.”

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Él totalmente esperaba que Markoff se enterara de ello y lo detuviese, pero o las noticias no

habían llegado a él aún, o no le importaba que Altman saliera en el batiscafo. No aprendió mucho

más ya sea del batiscafo o de Hendricks, pero por lo menos se mantenía ocupado.

Además, Altman descubrió rápidamente que tenía aptitudes para pilotar. Sabia instintivamente

cuanto tenía que flexionar los controles para lograr que el batiscafo hiciera lo que él quería.

Cuando le pedían que se sumergiera a una determinada profundidad o se elevara a un cierto nivel,

podía sentir cuánta agua debía permitir entrar o soltar el suficiente lastre para hacerlo

suavemente y con precisión. Lo encontraba curiosamente satisfactorio y gratificante, de una

manera en que la geofísica nunca lo había hecho sentir.

“Tu deberías pilotar en mi lugar,” dijo Hendricks un día.

“Si claro,” dijo Altman. “No creo que Markoff lo permita jamás.”

Pero sorprendentemente, cuando Hendricks pregunto a Markoff, este accedió. Sería bueno tener

un piloto de respaldo, aseguro Markoff, en caso de que algo saliera mal. Pero eso no significaba

que Altman se liberaría de sus otras tareas. Aún se esperaba que siguiera cualquier instrucción que

el líder de los investigadores le diera y que continuara tomando sus lecturas geofísicas. La única

diferencia era que a veces le pedían que tomara sus mediciones bajo el agua, desde el interior del

batiscafo.

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Faltaban otros seis o siete días aún para llegar al centro del cráter cuando Markoff decidió sin

advertencia que era hora de probar el batiscafo en aguas profundas. Hendricks y Moresby serian

transportados por buque a unas treinta millas de las instalaciones. Ajo deberían descender tanto

como pudieran, hasta llegar al fondo oceánico, probar los equipos, los sistemas de aire, los

sistemas de comunicación, sonar, iluminación, etcétera. Tomar algunas lecturas, permanecer en el

lugar por una hora y luego ascender. Dos submarinos los seguirían en caso de que necesitaran

algún tipo de asistencia.

Hendricks se presentó en la puerta de Altman poco antes de su hora de partir. Se veía nervioso.

“Tengo un problema,” dijo. “Es Moresby. Se emborracho realmente mal anoche tan pronto como

supo que descenderíamos.”

“Está bien para hacerlo?”

“Ahora mismo no puede ver siquiera,” dijo Hendricks. “He intentado ayudarlo a recuperarse, pero

tengo que supervisar la transferencia del batiscafo. Crees que podrías…”

No termino la frase, esperando una respuesta.

“Tal vez deberías decir algo a Markoff,” dijo Altman.

“No quiero hacer eso,” dijo Hendricks. “Él ya advirtió a Moresby una vez, no quiero hacer nada que

pueda lograr que lo despidan. Sé que es mucho pedir, pero podrías cuidarlo, ver si hay algo que

pueda hacerse?”

Altman asintió. “Pero no lo hago por Moresby, sino por ti.”

Hendricks sonrió. “Gracias hombre. Te debo una.”

Altman se dirigió a través de los túneles hacia las cubiertas superiores, hacia la cabina de

Hendricks y Moresby. Golpeo la puerta. No hubo respuesta. Dudo un momento y volvió a golpear.

Cuando aún no recibió respuesta, intento abrir la puerta, al encontrarla abierta, entro.

Era un espacio angosto con dos literas, la superior pertenecía a Hendricks, la de abajo a Moresby.

El cuarto apestaba a vomito. Moresby estaba semi-desmayado en la cama de abajo, tan tieso

como un cadáver. Altman lo sacudió.

Al principio no obtuvo respuesta. Luego de unos minutos de sacudirlo, se quejó levemente, sus

ojos se abrieron levemente antes de volverse a cerrar.

Altman lo sacudió con más fuerza, golpeándolo

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Moresby parpadeo y tosió. “Dame un minuto para prepararme,” dijo, y agarro una botella del

suelo, detrás de la cama

“No necesitas más,” dijo Altman. “Vamos, levántate.”

“Quien eres tú para decirme que necesito?” pregunto Moresby. Intento pararse y casi se cae. “Soy

un Moresby, por Dios, un descendiente de…”

Aún balbuceaba sobre su pedigree cuando Altman lo arrastro hasta el pasillo y lo empujo,

completamente vestido dentro de la ducha y abrió el agua fría. Un momento después, Moresby

estaba gritando. Diez minutos más tarde, estaba vestido con ropas secas y tranquilo. Estaba

pálido, su sudor tenía un olor agrio, y sus manos aún temblaban, pero estaba más o menos

presentable.

“Estas bien?” preguntó Altman.

“Solo son nervios,” dijo Moresby. “Estaré bien una vez que esté ahí.”

Altman asintió.

“No le dirás a nadie o sí?” dijo Moresby, rehusándose a mirarlo a la cara.

“Hendricks no quiere que lo haga,” dijo. “Si fuese por mí, lo haría.”

Guio a Moresby hasta la bahía del submarino, donde Markoff estaba planeando repasarlos antes

de irse. Los pilotos de los submarinos ya estaban ahí, el batiscafo ya había sido transferido.

“Tu quédate aquí,” dijo Altman.

“Dónde vas?”

“Voy a buscar a Hendricks.”

Tal vez hubiese sido distinto de haber encontrado antes a Hendricks, o si los otros pilotos de

submarinos hubiesen vigilado a Moresby. O si Markoff hubiese llegado a tiempo, antes de que

Moresby tuviese tiempo de cambiar de parecer, pero le tomo casi media hora llegar. Hendricks y

Altman regresaron unos momentos antes que Markoff llegara, y no fue hasta que empezó a hablar

que Altman se dio cuenta de que Moresby no estaba en ninguna parte.

Markoff tomo la revisión muy seriamente. Vestía un uniforme recientemente planchado y estaba

rodead por dos guardias a cada lado. Agradeció a los pilotos y tripulantes y a los técnicos e

ingenieros por sus esfuerzos, recordando a la tripulación de los otros dos submarinos que

esperarían en el buque carguero en caso de que algo saliera mal y el batiscafo no lograra subir a la

superficie. Referido al batiscafo, si por alguna razón Hendricks y Moresby—

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Se detuvo. “Donde esta Moresby?” pregunto.

Hendricks miro alrededor. “Estaba aquí hace un minuto,” dijo.

Al final, dos guardias lo descubrieron. Había logrado encontrar una botella en algún lado y tomado

una buena cantidad de ella. Borracho, se había caído de uno de los ascensores y quebró su cuello.

Es mi culpa, pensó Altman. Debería haberlo vigilado más cuidadosamente. Busco a Hendricks y lo

vio a los ojos, él estaba pensando prácticamente lo mismo, estaba culpándose.

Markoff, por otra parte, no reacciono para nada y rechazo la petición de Hendricks de aplazar la

prueba por hoy como muestra de respeto por el difunto. “Es lo mismo,” dijo cuándo el cuerpo fue

presentado ante él. “De esta manera nos aseguraremos de tomar bien las lecturas geofísicas. Te

parece bien Altman?”

Tuvo que repetirlo dos veces antes de que Altman se diera cuenta de que hablaban con él. “Bien,”

dijo Altman, tratando de no fijar la vista en el cuerpo, en la cabeza que colgaba en un raro e

imposible ángulo.

Tomaron un bote hacia el buque en silencio, el batiscafo era remolcado detrás suyo. Una vez ahí,

los guardias mantenían el batiscafo nivelado mientras lo cargaban.

“Todavía estoy algo tembloroso,” dijo Hendricks. “He vivido con Moresby después de todo. Si no

te molesta, me gustaría que tu conduzcas.”

Aunque también temblaba un poco, Altman estaba feliz de tener la distracción de trabajar en los

instrumentos. Lentamente fueron descendiendo. Antes de pasar mucho tiempo estaban

descansando tranquilamente en el suelo oceánico.

“Cuan profundo estamos?” preguntó Altman.

“Ni siquiera cerca de lo que estaremos en el centro del cráter,” dijo Hendricks. “Dos mil metros

supongo.”

“Ya te habías sumergido a esta profundidad antes?”

Hendricks sacudió su cabeza. “Casi,” dijo, “Pero no tanto.”

Era tranquilo ahí abajo, pensó Altman, como si hubiesen llegado al fin del mundo. Le gustaba

escuchar el sonido de los recirculadores de aire, le gustaba mirar el obscuro y casi vacío mundo de

afuera.

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35

Una semana más tarde, llegaron, y todo el mundo estaba ansioso por empezar a trabajar.

Comenzaron a tomar lecturas desde la superficie, desde una lancha que subía y bajaba con el

movimiento de las olas. Field estaba con él al principio, tomando lecturas por su cuenta y

corroborando las de Altman, aunque se ponía cada vez más verde con el pasar de las horas. Al

llegar la tarde paso la última hora del día vomitando su almuerzo a un costado del bote.

A la mañana siguiente, un quejumbroso Field a punto de vomitar nuevamente fue enviado de

regreso al complejo flotante y solo quedaron Hendricks y Altman. Ellos descendieron con el

batiscafo unos mil metros y tomaron sus lecturas ahí, esperando la confirmación de Markoff para

descender más. Cuando llego, bajaron a dos mil metros y repitieron el proceso.

“Parece bastante directo,” dijo Altman.

Hendricks se encogió de hombros. “Más o menos,” dijo. “El único problema es que a esta

profundidad la comunicación se vuelve errática. Es difícil saber si recibirán los datos que estamos

enviando.”

“Podría cortarse?” pregunto Altman

“Va y viene,” dijo Hendricks. “Nada de qué preocuparse realmente, a menos que algo salga mal.”

A través de la ventanilla de observación delantera, Altman pensó que podía ver pequeños rastros

de luz de la excavación debajo suyo, de los taladros robóticos. Pero estaba muy lejos para

diferenciar nada. “Podríamos bajar a tres mil metros, tomar las lecturas y volver a subir,” dijo

Altman. “Tenemos más que suficiente aire para hacerlo. Tú eres el jefe. Es tu decisión.”

Hendricks dijo, “Haz oído las historias sobre el otro batiscafo?”

“He visto el video,” dijo Altman.

“Que crees que sucedió?”

“No lo sé,” dijo Altman.

“No te preocupa para nada?”

“No lo sé,” contesto. “Quiero saber que paso, pero no estoy preocupado exactamente. A ti te

preocupa?”

Hendricks asintió. “Vayamos despacio. No tiene sentido apresurar las cosas,” dijo. “Por otra parte,

si estoy leyendo bien los datos, la señal pulsante está iniciándose otra vez.”

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“En serio?” dijo Altman, intentando ocultar la excitación en su voz. “Estas seguro?”

Hendricks dudo un momento y luego asintió lentamente. “Es muy ligera—la recibí a dos mil

metros, no a los mil—pero está ahí.”

“Que significa que haya regresado?” preguntó Altman. “Tal vez deberíamos seguir bajando

después de todo. Quien sabe cuánto durara? Necesitamos grabarla mientras aún se transmite.”

Pero Hendricks tenía una mano cubriendo su auricular. “Demasiado tarde,” dijo. “Nos están

ordenando que subamos.”

Se miraron entre ellos un momento. “Tú mismo dijiste que las comunicaciones son intermitentes,”

dijo Altman. “Como sabrían ellos si recibimos o no el mensaje.”

Hendricks sacudió su cabeza. “Si no tenemos el okay para bajar los tres mil metros, debemos subir

a la superficie de todas formas. Es el protocolo. Si lo desobedecemos, cuales crees que sean las

chances de que nos dejen subir al batiscafo otra vez? No podemos hacerlo.”

Media docena de contra argumentos se dispararon en su cabeza y rápidamente se disolvieron.

Hendricks tenía razón. No tenían opción. La señal tendría que esperar.

Un contingente de guardias los esperaba en el momento que abrieron la escotilla y subieron a la

cubierta de la bahía de submarinos. Fueron arrastrados hasta el centro de comando, que ya estaba

ocupado no solo por Markoff sino también por media docena de investigadores, todos parte del

círculo íntimo de Markoff. No hombres de Chicxulub. Se veían preocupados, serios.

“La señal comenzó nuevamente?” preguntó Markoff. “Están seguros de esto?”

“Porque demonios no lo estaríamos?” dijo Altman. “Los instrumentos no mienten.” Señalo a los

otros investigadores. “Pero aparentemente quiere una segunda opinión. Por qué no le pregunta a

ellos?”

“Es mucho más débil que antes,” dijo uno de ellos.

“Lo notamos,” dijo Altman.

“Tal vez no es la misma señal de antes después de todo,” dijo otro. “Tal vez es estática y

retroalimentación de los MROVs y las unidades robóticas que están manejando la excavación.”

“Apenas posible,” dijo Altman. “Pero para nada probable. Es la misma señal.”

“Sentiste algo inusual? Algo extraño?” preguntó Markoff.

Altman sacudió su cabeza. “No,” dijo.

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“Que hay de usted Hendricks?”

“No lo sé Señor,” dijo Hendricks.

“No lo sabe?”

“Cuando llegue a los dos mil metros, empecé a sentirme algo extraño. Se sintió como una

premonición o algo así.”

“Stevens,” dijo Markoff, y uno de los investigadores se adelantó. Tenía una apariencia distinguida,

pero un relajado y amable rostro. “Llévese a Hendricks y haga un perfil psicológico complete. Si

presiente algún tipo de problema, tiene la autoridad para retirarlo de servicio. Si para usted está

bien, haremos que los dos piloteen el batiscafo a primera hora mañana.”

Esa noche, los sueños de Altman comenzaron otra vez. Se levantó cubierto de sudor en la mitad de

la noche y descubrió que no podía moverse. Estaba temblando de miedo, pequeños flashes de luz

aparecían detrás de sus parpados, tenía un sentimiento de peligro que no lo abandonaba. Le

tomo un largo tiempo darse cuenta de que no estaba en su casa de Chicxulub, pero cuando lo hizo,

la imaginada forma del cuarto a su alrededor se volvió amorfa y vaga.

Su corazón comenzó a latir pesadamente, y podía oír la sangre correr por sus oídos. El espacio a su

alrededor se mantuvo indeterminado, en la obscuridad. Era como si en lugar de estar en alguna

parte, no estuviese en ninguna, como si estuviese suspendido en el vacío. Intento moverse otra

vez pero aún no podía hacerlo. Sigo soñando? Se preguntó.

Y entonces, muy lentamente, se dio cuenta de que podía estar en el complejo flotante, ese sonido

a su lado podía ser el sonido de Ada respirando en su sueño.

De repente fue capaz de moverse otra vez. Se levantó, bebió un vaso de agua y se acostó otra vez.

Ada gimió en su sueño. Luchaba contra el impulso de volver a dormir cuando escucho un golpe en

la puerta.

Era Stevens.

“Altman, no es así?” susurro.

“Si,” dijo él.

“Podemos hablar en otra parte?”

Altman se puso sus pantalones y su camisa y salió del cuarto en puntas de pie, siguiendo a Stevens

hacia el pasillo. El hombre abrió la puerta de un laboratorio vacío y apresuro a Altman para que

entrara.

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“De que se trata esto?” preguntó Altman.

“No ha notado nada inusual sobre Hendricks, o si?” pregunto Stevens.

“Sucede algo malo?”

“No hay nada malo en los escaneos,” dijo Stevens. “Nada malo en las pruebas tampoco. Pero aún

hay algo que me molesta. No puedo señalarlo. Se ve normal y estable, pero de alguna manera

diferente.”

“Yo lo veo igual,” dijo Altman.

“Tal vez solo sea la presión,” dijo Stevens. “Tal vez solo está nervioso. Pero se sentía como si

estuviese escondiendo algo.”

Altman asintió.

“Ya que tú eres quien va a estar solo con él en el batiscafo y quien sufrirá si algo sale mal, pensé

que sería lo correcto hablar contigo de esto.”

“No sé qué decir,” dijo Altman. “Yo lo veo bien. Nunca he tenido problemas con él en ninguna

inmersión, nunca sentí nerviosismo alguno. Confió en él. No,” dijo. “No estoy preocupado por él.

De hecho, estoy mucho más tranquilo de estar confinado con él en el batiscafo que si debiera

hacerlo con muchos otros de esta instalación.”

Stevens asintió. “Queremos ser cuidadosos,” dijo. “Puedes entender eso, considerando lo que

sucedió con el ultimo batiscafo. No queremos que nada salga mal. De acuerdo,” dijo él, “les dejare

saber que podemos continuar.”

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“No hay razón para estar nerviosos,” dijo Hendricks. “Es como cualquier otro día.”

Altman sintió que estaba diciendo eso para auto convencerse. “Sin preocupaciones,” dijo. “Sera

algo fácil.”

Bajaron a mil metros, la vida marina estaba presente al principio y luego fue desapareciendo.

Entonces dos mil, el océano se volvía más y más desierto, pero aún se veían algunas señales de

vida, la fosforescencia de una serpiente marina moviéndose y perdiéndose en la oscuridad. Un

huesudo dientes de sable, iluminado brevemente por las luces, parecía ser algo semi-formado. Un

calamar similar al batiscafo que parecía ser una cabeza cercenada hecha de vidrio

A los 2,700 metros, podían ver las luces del fondo, no más que destellos en la obscuridad.

Lentamente crecieron. Altman seguía viendo cuando escucho un quejido detrás suyo.

Él giro. Hendricks estaba pálido. Lagrimas caían lentamente de sus ojos. No parecía haberlas

notado. Oh Dios, pensó Altman, algo está mal. Tal vez estuvo mal decirle a Stevens que permitiera

a Hendricks seguir con la inmersión

Pero él no estaba nervioso, solo preocupado por Hendricks. Hendricks nunca le haría daño.

“Que sucede?” preguntó Altman.

“No quiero morir,” se lamentó.

“No vas a morir,” dijo Altman. “No te preocupes.”

“Hennessy y Dantec. Que sucedió con ellos? No se supone que estemos aquí abajo Altman. Puedo

sentirlo.”

Altman redujo la velocidad del batiscafo hasta que el descenso se hizo casi imperceptible. “Si

quieres regresar podemos hacerlo,” dijo Altman en un tono nivelado, intentando que Hendricks lo

viera a los ojos. “No voy a obligarte a hacer nada que no quieras hacer. Pero ya que estamos aquí,

deberíamos tomar las lecturas. No te molesta tomar las lecturas o sí?”

Hendricks respiro profundamente, parpadeo y pareció controlarse. “Si,” dijo. “Soy bueno con las

lecturas. Puedo hacer eso. Necesito algo que hacer.”

Dejo que Hendricks se mantuviese ocupado con la maquinaria mientras él continuaba

descendiendo la nave lentamente. Hendricks comenzó, tomándolas rápidamente, Altman

comprobaba su trabajo. La señal estaba ahí, mucho más fuerte a esta profundidad. Deberían

medirla otra vez a los dos mil metros al ir subiendo, pensó Altman—tal vez la señal se estaba

volviendo más fuerte.

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Entonces Hendricks intentó medirla otra vez. Esta vez no había nada; la señal había desaparecido.

Altman lo reviso personalmente para asegurarse.

El mismo resultado. Intentó otra vez y ahí estaba.

Así que Altman pensó, la señal estaba encendiéndose y apagándose, algunas veces estaba, otra

no. Tal vez era un problema con el transmisor, alguna irregularidad o circuito corrupto. O tal vez

era deliberado. Tal vez estaba enviándoles un mensaje.

Observe a Hendricks. Sería capaz de controlarse? Debería tratar de subirlo a la superficie tan

rápido como fuera posible?

“Bien Hendricks,” dijo Altman. “Estas son lecturas excelentes. Cambiemos nuestra estrategia un

momento. En lugar de intentar grabar el nivel sincronizadamente, tomemos un perfil diacrónico y

veamos si podemos descifrar que está haciendo el pulso durante un tiempo.”

“Markoff querría eso?” preguntó Hendricks.

“Creo que lo agradecería,” dijo Altman. “Creo que nos felicitaría por tomar la iniciativa.”

“Cuanto tiempo llevaría?” preguntó Hendricks.

Altman se encogió de hombros, manteniendo su cara totalmente neutral. “No mucho,” dijo.

Cuando Hendricks asintió, le mostro como recalibrar el dispositivo y comenzar a grabar. Altman

mantenía el batiscafo descendiendo, extremadamente lento ahora. Debajo de ellos, tal vez a unos

cincuenta metros, estaban los robots dragadores y los MROVs. La mayoría de ellos se habían

detenido, por lo que pudo ver, estaban en standby, esperando la próxima orden desde la

superficie. La señal no estaba llegando. Hizo una nota mental sobre sugerir que se agreguen

controles para los MROVs al batiscafo en lugar de hacerlo desde el complejo flotante.

Las maquinas que seguían trabajando habían limpiado un gran círculo del suelo oceánico,

limpiando el lodo y excavando a través de más roca. Habían comenzado a romperla y levantarla,

excavando lentamente para formar un túnel. Las maquinas del fondo estaban a unos doscientos

metros aproximadamente. Era difícil decirlo; el agua estaba oscura allí abajo, con partículas de

roca y lodo que salían despedidas por el trabajo. Estaban más profundos de lo que Altman

suponía; Markoff debe haber hecho que comenzaran a excavar mucho antes de que el complejo

estuviese en posición.

Descendió unos pocos metros dentro del cono que los MROVs habían cavado y se detuvo. Si

descendía mucho más corría el riesgo de ser golpeado por uno de los robots dragadores que

entraban y salían del hoyo. Decidió esperar hasta que pudiera controlar los dragadores y los

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MROVs desde el batiscafo y pudiera quitarlos del medio. Además, tenía que considerar a

Hendricks.

Giro hacia Hendricks. “Como estas?” preguntó

“Mi cabeza duele,” dijo Hendricks.

“Eso es normal,” dijo Altman, aunque no estaba totalmente seguro de que lo fuera. Su cabeza no

dolía, o por lo menos, no más de lo usual, y ya que la cabina estaba presurizada, su descenso no

debería haberlos afectado. “Es solo por la presión,” mintió. “Se pasara pronto.”

Hendricks asintió. “Oh, cierto,” dijo y dio una débil sonrisa. “Normal.” Y entonces observe la

ventanilla de observación. “Creo que mi padre está ahí afuera,” dijo, su voz llena de sorpresa.

Exaltado, Altman pregunto, “Que acabas de decir?”

“Mi padre,” Hendricks dijo otra vez. Saludo “Hola pa!”

Altman comenzó a subir el batiscafo, gentilmente, sin perder de vista a Hendricks en ningún

momento. “No,” dijo. “Lo siento Jason. No me parece que sea posible.”

Luego de un momento mirando a través del vidrio, Hendricks dio una leve risa.

“No, está bien,” dijo él. “Me lo explico ya. Esta muerto, así que la presión no puede dañarlo.”

“Si está muerto, no está ahí,” dijo Altman. “Si está muerto, no está en ningún lado.”

“Pero lo veo!” dijo Hendricks, empezando a sonar algo enojado. “Yo sé lo que veo!”

“Muy bien Hendricks,” dijo Altman, sonriendo y manteniendo el nivel de su voz. “Lo siento.”

Hendricks volvió a mirar la ventanilla de observación, hablando consigo mismo. Altman se arriesgó

a perderlo de vista y observar los controles. La señal pulsante había incrementado su intensidad

aproximadamente al mismo tiempo que Hendricks comenzó a ver a su padre. Se dijo a si mismo

que eso no tenía lógica, era solo una coincidencia, pero era difícil de creer. Giro otra vez y observo

los ojos de Hendricks, que miraban intensamente la ventanilla de observación, pero rápidamente

perdieron el enfoque. Chasqueo sus dedos frente a sus ojos.

“Hendricks,” dijo. “Mírame. Mira aquí.”

Hendricks lo hizo un momento y se detuvo, sus ojos volvieron a la ventanilla. Otra mirada: la señal

había aumentado otra vez, era incluso más fuerte que antes.

“Quiere entrar,” dijo Hendricks. “Hace frio ahí afuera. No te preocupes pá, te ayudare.”

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“No creo que sea una Buena idea,” dijo Altman.

Hendricks se levantó de su silla y se dirigió a la ventanilla de observación, golpeando su cabeza

contra el vidrio. Golpeo su cabeza contra él una y otra vez.

“Hendricks,” dijo Altman, agarrando su brazo. “No!”

Hendricks se sacó a Altman de encima y lo golpeó fuertemente en el rostro con su codo, haciendo

que cayera en su silla.

“Entra papa!” estaba gritando ahora. “Entra!”

Altman se levantó y se movió hacia el fondo de la cabina. Los controles, se dio cuenta, habían sido

golpeados en el forcejeo; estaban descendiendo otra vez, lentamente, y deseo poder detenerlo

antes de que chocaran contra un dragador. Hendricks estaba golpeando el vidrio con su puño

ahora, solo deteniéndose para intentar abrirla con la punta de sus dedos.

Altman busco frenéticamente un arma. No había nada, al menos que pudiese ver inmediatamente.

Busco en sus bolsillos, en su persona, nada.

Se inclinó hacia adelante, agachándose. Se estiro pasando la cintura de Hendricks y nivelo la

palanca, intentaba levantarla para que el batiscafo subiera cuando Hendricks grito y lo golpeo,

tirándolo al suelo.

“No lo toques!” gritaba.

Atontado, Altman miro la base de la consola. Va a matarme, se dio cuenta de golpe. Estaba

equivocado. Firme mi sentencia de muerte cuando le di luz verde. No quería morir. Debía haber un

arma en algún lado.

Lentamente, intentando no alertar a Hendricks, se arrastró de espaldas lejos de él. Una vez que

estuvo lo tan lejos como pudo, se sentó con su espalda sobre la pared y se quitó sus zapatos.

Los zapatos eran borsegos modificados, con el agregado de un sólido talón de acero, flexible y

desmontable. Se levantó, agarrando cada zapato golpeándolos suavemente. Si , pensó, esto

debería alcanzar.

“No vas a lograr que entre de esa manera,” dijo Altman. “Necesitas hacerlo pasar por la escotilla.”

Hendricks se detuvo, giro para mirarlo. “Pensé que no querías que entrara,” dijo sospechando.

“Estas bromeando?” dijo Altman. “Escuche que tu padre era un gran hombre.”

“Es un gran hombre,” dijo Hendricks y sonrió.

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“Bien,” dijo Altman. “Entonces que esperamos? Hagámoslo entrar.”

Hendricks se tambaleo hacia la escotilla, entonces se detuvo. “Espera un minuto,” dijo

lentamente. “Por qué estas sosteniendo tus zapatos?”

Oh, mierda, pensó Altman, pero intentó mantener la calma. “Son mis zapatos favoritos. Pensé en

dárselos a tu padre,” dijo.

La respuesta pareció satisfacer a Hendricks. Asintió una vez y giro hacia la escalera que daba a la

escotilla.

Tan pronto como toco los rieles de la escalera, Altman se abalanzo sobre él. Lo golpeo tan duro

como pudo en la nuca con el talón de acero de cada zapato. Hendricks se inclinó, comenzando a

girar. Altman lo golpeo otra vez y otra más. Se derrumbó y cayó de golpe.

“Lamento eso,” dijo Altman a su inconsciente amigo. “No se me ocurrió otra forma.”

Rápidamente le quito su camisa y remera. Las rompió para formar tiras y las enrosco para formar

sogas. Las uso para atar las manos de Hendricks detrás de su espalda y luego atarlas a sus piernas.

Se sentó y se puso sus zapatos nuevamente, examinando los controles. No había nada roto, al

menos que pudiese ver. Estaban flotando apenas sobre el agujero que las unidades robóticas

habían cavado, ligeramente a un costado. Probablemente habían sido movidos por una corriente

profunda.

Estaba a punto de iniciar el ascenso nuevamente cuando algo llamo su atención. Un extraño pez

nadando torpemente hacia la luz. Tenía una apariencia incompleta, no se parecía a los peces de

aspecto prehistórico que había visto hasta ahora en sus inmersiones sino al cuerpo de un pez que

estaba muerto y flotando cerca de la superficie unos pocos días atrás. Y aun así, parecía moverse

por su cuenta.

Había algo más que lo hacía raro. En lugar de un cuerpo largo y delgado como el de una serpiente

marina, o uno grueso y bulboso como el de un pez linterna, se veía como un largo pez que había

sido doblado al medio y pegado en sí mismo. La cabeza estaba cubierta por una ondulada y

translucida cortina de carne que se asemejaba bastante a una cola. En lugar de agallas, tenía lo

que parecían ser espinas de huesos ondulados por los costados. Mientras lo miraba otro pez se

acercó a la luz y el primero se abalanzo velozmente sobre él. El primer pez atrapo al otro entre sus

huesos y comenzó a despedazarlo hasta que el otro pez estaba muerto y mutilado. Intrigado,

Altman presiono un botón y filmo el final de la pelea y al pez mientras pasaba frente a ellos y hacia

la obscuridad.

Y entonces vio algo incluso más extraño. Aquí y allá, flotando en el agua, había lugares que

parecían ser planas y pálidas nubes rosas. Al principio pensó que eran rayas, pero no se

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diferenciaban de la manera que lo hacía una raya. Eran solo hojas brillantes y flotantes de algo. Tal

vez alguna rara especie de medusa?

Un hongo de algún tipo? Acerco el batiscafo para ver mejor. Cuando la nave lo toco, se desarmo

sobre el casco partiéndose, lentamente regenerándose luego de pasar. Un fragmento de esa cosa

se adhirió a la ventanilla de observación, atrapada en los bordes.

“Me lleva el Diablo,” dijo Altman.

Detrás suyo, Hendricks se quejó. Estaba atado, pero quien sabía cuánto aguantarían sus lazos?

Tenía que llegar rápidamente a la superficie. Apago el sistema de retención de lastre y apretó un

botón. El batiscafo comenzó a subir.

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Comenzó a transmitir un SOS automático a los 2,500 metros, pero recibió solamente estática.

Hendricks estaba comenzando a despertar. A los dos mil metros, había regresado a su balbuceo

histérico. Altman intento ignorarlo. A través de su auricular, Altman capto breves porciones de

algo que reconoció como una voz humana sumergida en un mar de estática. A los 1,700 metros,

era menos estática y más voz, pero Hendricks gritaba ahora, intentando liberarse de sus ataduras.

“Michael Altman, por favor responda,” finalmente escucho decir a la voz. “Michael Altman, me

copia?”

Apago la señal de SOS y conecto la comunicación en vivo. “Este es Altman,” dijo.

La otra voz comenzó a contestar y fue interrumpida de repente. La voz de Markoff se escuchó.

“Altman?” dijo. “Que carajos está pasando?”

“Hendricks se volvió loco,” dijo Altman. “Lo tengo amarrado. Ese es él gritando en el fondo.”

“Que sucedió?”

“Deme un minuto,” dijo Altman. Hendricks ya había aflojado demasiado sus ataduras. Se sacó otra

vez sus zapatos, se acercó lentamente a su lado. Altman? Decía la voz de Markoff en su oído. Estas

bien Altman? Golpeo a Hendricks fuerte en la nuca, dos veces, y dejo de moverse.

“Que fue ese sonido?” preguntó Markoff.

“Ese sonido era yo queriendo seguir con vida,” dijo Altman. Desarmo los nudos y lo ato

nuevamente. “Le diré más una vez que llegue a la superficie,” dijo. “Oh, y sería una buena idea

tener algunos guardias en la bahía de submarinos.”

Markoff había comenzado a hablar otra vez, pero Altman apago el transmisor. Comenzó a pensar.

No era probable que Hendricks se liberara. Mientras no se olvidara de él, todo estaría bien. Miraba

hacia afuera por la ventanilla de observación. El fragmento de la substancia rosa seguía en los

burletes de la ventanilla. Sabía que si Markoff lo veía, lo enviaría a analizar por los miembros de su

círculo íntimo y él, Altman, no volvería a saber de ello. Lo mismo con el video del extraño pez.

Saco el holopod de su bolsillo y lo conecto a la consola, entonces copio el video del pez. Tenía que

dejarlo en el sistema también. Markoff y sus secuaces sin duda serían capaces de decir si algo

había sido borrado, pero tal vez no sabrían si algo había sido copiado. Tenía que buscar algunas

respuestas por su cuenta.

El fragmento rosa era algo un poco más difícil. Pero un plan comenzó a formarse en su mente.

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Chequeo la señal pulsante en el monitor. Había desaparecido otra vez. Chequeo más atrás, en el

historial. Si el patrón continuaba, debía aumentar otra vez.

Lo que planeaba hacer era peligroso. No hay duda de que Ada le diría que no lo hiciera, que solo

lograría que lo mataran. Razón por la que nunca le diría sobre esto. Tal vez tenía razón, pero su

deseo por saber era demasiado grande. Redujo la velocidad del batiscafo al subir, intentando

sincronizar el momento en que la señal recuperara fuerza, Hendricks recuperara el conocimiento y

la nave entrara en la bahía de submarinos.

Hendricks gemía, sus ojos se movían, para el momento en que habían regresado. Altman se

arrodillo y desato los nudos que apresaban a Hendricks. Desato los nudos de las piernas, pero dejo

las manos atadas. Desenrollo una de las sogas y corto un cuadrado de tela, que guardo en su

bolsillo. Entonces ayudo a Hendricks a arrodillarse.

Era cruel pero no podía pensar en otro modo.

“Donde está tu padre Hendricks?” pregunto.

Los ojos del hombre se enfocaron brevemente y luego se movieron independientemente,

buscando en las esquinas.

“Hendricks,” dijo otra vez. Tenía que apresurarse. La bahía estaba casi vacía al nivel de la pasarela.

Pronto el agua seria completamente drenada y los guardias estarían ahí. “Donde está tu padre?”

Los ojos de Hendricks se enfocaron otra vez y esta vez se mantuvieron enfocados. “Mi padre,” dijo.

“Estaba justo ahí.”

“Lo dejamos allá abajo,” sugirió Altman. “Lo abandonamos. Tú lo abandonaste.”

Por un momento no hubo respuesta, entonces, abruptamente, Hendricks emitió un desgarrador

grito de dolor y golpeo el pecho de Altman con su cabeza. Dolió una inmensidad. Entonces se

abalanzo sobre Altman, babeando, intentando morder su rostro.

Altman puso sus manos detrás de sus hombros e intentaba desesperadamente apartarlo, mirando

al hombre mostrar sus dientes y sacudir su cabeza como un animal salvaje. Pero era demasiado

pesado y presionaba muy duro hacia abajo, sus dientes se acercaban más y más al rostro de

Altman. Él gritaba y lo empujaba tanto como podía, genuinamente aterrado ahora, intentando

sacárselo de encima pero sin éxito

Justo cuando no podía detenerlo más, la escotilla del batiscafo se abrió y un guardia entro

rodeando el cuello de Hendricks con su brazo. Altman retrocedió intentando escapar, esquivando

un segundo guardia que acababa de entrar y subiendo rápidamente la escalera. Había un grupo de

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guardias alrededor de la escotilla, apuntando sus armas hacia él cuando salió. Empujo a uno de

ellos y, tambaleándose, giro sobre la curva del batiscafo, no sobre la pasarela, sino en el agua.

Solo tenía unos pocos segundos. Aguantando su respiración, nado torpemente hacia la ventanilla

de observación, sacando el cuadrado de tela de su bolsillo y usándolo para recolectar el fragmento

de tejido rosa. A través de la ventanilla pudo ver a Hendricks resistiéndose contra los dos guardias

que lo tenían reducido en el suelo. Enrolló el fragmento de tela y lo guardo tan profundo en su

bolsillo como pudo y regreso a la superficie.

Comenzó a gritar a todo pulmón, inmediatamente había manos ayudándolo, subiéndolo a la

pasarela fuera del agua. Alguien lo envolvió con una manta.

“No maten a Hendricks!” se escuchó decir a sí mismo. “No sabe lo que hace!” y entonces lo

arrastraron fuera.

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Lo dejaron secarse en su cuarto y buscar ropa seca. Logro sacar el retaso de su bolsillo y meterlo

en una botella de agua vacía. La guardo en su cajón y luego dejo que los hombres lo guiaran fuera.

Se desnudó y tomo una ducha. Cuando termino de sacarse la ropa vio que había desaparecido.

Cuando le pregunto a los guardias por ella, no le respondieron.

Se vistió mientras los guardias lo observaban. Cuando termino, abrieron la puerta y le ordenaron

salir.

“Dónde vamos?” pregunto.

“A reportarte,” dijo uno.

Unos minutos más tarde, estaba en el puente de comando. Tan pronto como entro, el resto de las

personas dentro de la habitación comenzaron a apartarse. Al final solo Markoff quedaba.

“Bien,” dijo Markoff. “Escuchémoslo. Dime todo.”

Le dijo casi todo. Menciono al extraño pez, sabiendo que Markoff lo vería en el video de todas

maneras. Le dijo sobre el tejido rosa, pero oculto la muestra que había recuperado. Le dijo sobre

los problemas con los MROVs, que no estaban recibiendo sus comandos o fallaban de alguna otra

forma. Describió el progreso que habían logrado. Markoff solo asentía.

“Que sucedió con Hendricks?” pregunto.

“Como esta él?”

Markoff se encogió de hombros. “Delirando,” dijo. “Están llenándolo de algo para calmarlo. Sigue

hablando sobre su padre.”

“Hacia eso allá abajo,” dijo Altman. “Pensó que vio a su padre fuera del batiscafo. Quería dejarlo

entrar.” Dio una risa tímida. “Yo, obviamente, me opuse a eso.”

“Pensé que Stevens había dicho que estaba bien de salud,” dijo Markoff.

“Lo hizo,” dijo Altman. “No había razones para pensar lo contrario. Pensé que estaba bien durante

la mayor parte del camino. Era un amigo. Lamento que le haya pasado esto.”

“Era inestable.”

“No,” dijo Altman. “Creo que hay algo más que eso.”

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Conto a Markoff toda la historia, solo mintiendo en el final, sugiriendo que fue Hendricks quien se

liberó de sus ataduras.

“Hicimos un seguimiento diacrónico de la señal pulsante,” dijo Altman. “Lo extraño es que parecía

corresponderse con el decaimiento mental de Hendricks. Cuando la señal era más fuerte, él

comenzó a ver cosas, se volvió paranoico y violento. Cuando era más débil, parecía ser normal.

Creo que la señal lo cambio.”

Markoff lo miro por un largo tiempo. “No parece ser posible,” dijo finalmente.

“Sé que no lo es,” dijo Altman. “Pero se correlacionaba perfectamente. Creo que la señal hace algo

con el cerebro humano.”

“Por qué no hizo lo mismo contigo entonces?”

“Quién sabe?” dijo Altman. “Tal vez puedo resistirlo por alguna razón. O tal vez haya hecho cosas

que aún no he notado.”

“Que crees que es?” Markoff pregunto otra vez, igual que había preguntado hacía semanas en la

cocina de Altman.

“No lo sé,” dijo Altman. “No lo he visto aún. Pero puedo decirle algo: realmente hizo que cagara

mis pantalones.”

Ambos se mantuvieron en silencio por un tiempo, perdidos en sus pensamientos. Finalmente

Markoff levanto la mirada.

“Tendrás que descender otra vez,” dijo.

“Ahora?”

“Pronto. Necesitamos agregar algún equipo a la consola para que puedas controlar los MROVs.”

“Es gracioso,” dijo Altman.

“Que es gracioso?”

“Iba a sugerir que hiciéramos eso,” dijo. “Agregar algo a la consola.”

Markoff lo miro intrigado. “Lo sugeriste,” dijo. “Fue una de las primeras cosas que nos dijiste. No

lo recuerdas? Estas bien?”

Debo haber estado más alterado de lo que imaginaba, pensó Altman. Pensó sobre como contestar

a Markoff, rápidamente decidió que la mejor estrategia era ignorarlo.

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“Mientras no sea con Hendricks, no tengo problemas. No me molestaría ir solo.”

“Solo no,” dijo Markoff. “Quiero que intentes unos cuantos viajes profundos, probaremos con

alguien distinto cada vez.”

“Como sabré si no van a reaccionar como lo hizo Hendricks? Tuve suerte con él. Tal vez no tenga

tanta suerte la próxima.”

“Te has vuelto más importante de lo que esperaba,” dijo Markoff. “Sabes cómo pilotar el batiscafo

y tomar las medidas necesarias. Lo que significa que cuento contigo. Te necesito para esto.”

“Y a cambio?”

Markoff le dio una mirada a nivel. “Nada de ‘y a cambio.’ Lo harás.”

“Es una amenaza?” preguntó Altman.

“Cuando te amenace lo sabrás.”

Altman cerró sus ojos. Si no era una amenaza no estaba lejos de serlo. Pero sabía que realmente

no tenía opción.

“Bien,” dijo. “Pero quiero un arma con tranquilizantes por si acaso. Y que quien sea que baje

conmigo este atado a su silla.”

“De acuerdo,” dijo Markoff. Se levantó y dio a Altman un buen apretón de manos. “Gracias por tu

cooperación. Estaré en contacto.”

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Hendricks despertó en un extraño lugar, una especie de instalación médica. Lo último que podía

recordar era estar dentro del batiscafo. Él y Altman estaban descendiendo, y entonces su cabeza

comenzó a doler mucho, apenas podía soportarlo. Luego de eso se sintió como un sueño. Hubo

algún tipo de problema. Recordaba a Altman hablándole calmadamente, recordaba tomar

lecturas, pero también recordaba estar en el suelo. Debe haberse caído. Tal vez golpearon contra

algo.

Se sentía atontado. Partes de su cuerpo estaban entumecidas, y partes de su cerebro se sentían

como si hubiesen sido arrancadas. Había una manguera entrando a su brazo. Tal vez estaban

experimentando con él.

Miro a su alrededor. Era el único en el lugar.

Se movió furtivamente fuera de la cama, arrancando la manguera de su brazo y sacando la aguja.

Lo tiro, lo dejo goteando al lado de la cama, y se tambaleo hasta la puerta.

Estaba cerrada. Se quedó ahí, mirando el picaporte.

Luego de un momento escucho el sonido de pasos en el pasillo afuera. Se apresuró a subirse a la

cama y entrecerró sus ojos. Pudo ver la puerta abriéndose. Una mujer entro, vestida de blanco,

llevaba una holopantalla. Camino derecho hacia su cama. En su mente se imaginó corriendo a

través de la puerta hasta el final del pasillo, pero su cuerpo no se movía.

“Hola,” dijo la mujer. “Como nos sentimos hoy?”

Él no dijo nada, aun pretendiendo dormir.

“Oh, cielos. Arrancaste tu IV otra vez,” dijo ella. “No podemos permitir eso o sí?”

Se incline para buscar la terminación de la manguera. Este fue el momento en que su cuerpo

decidió moverse y agarrarla de la muñeca. Cierto, estaba en su cuerpo, mirando a través de sus

ojos, pero estaba haciendo cosas que él no le ordenaba hacer. No estaba en control, lo que

significaba que había alguien más dentro suyo.

Tan pronto como pensó eso, se sintió como si todo estuviese pasando a una pequeña distancia,

como si se hubiese hundido un poco más dentro de su cuerpo, como si nunca más fuese a estar en

control de su cuerpo. Y aun así podía sentirlo todo. Vio su mano agarrando a la enfermera y

tirándola sobre él como si fuese una muñeca. Sintió su mandíbula abriéndose y los dientes

hundiéndose en el cuello de la enfermera, y luego una serie de sonidos húmedos al abrirse el

cuello y la cálida sangre derramada a través de su barbilla hasta su propio cuello.

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Su muñeca, la que el sostenía, estaba rota, aplastada y el brazo que al que estaba pegada ya no

estaba en su lugar.

Ella intentaba respirar, pero había un hoyo en su tracto respiratorio y todo lo que salía era un

silbido y una nube de sangre. Su cara estaba justo encima de él, sus ojos aterrorizados por un

momento pero casi inmediatamente se desorbitaron y ella perdió la conciencia.

Unos segundos después, luego de que su cuerpo hubiese hecho algunas cosas más, estaba seguro

de que ella había muerto. Si le pedían que describiera exactamente como había pasado, no

hubiese sido capaz de decirlo, aunque estaba casi seguro de que él había tenido algo que ver en

ello. O no él exactamente: su cuerpo. En un momento ella estaba viva, aunque fuera apenas, y

luego hubo una horrible distorsión de cosas pasando. Cuando se detuvieron. Ella estaba muerta.

Camino suavemente hacia la puerta y la probo. Aún estaba cerrada. Como era posible? Ella había

pasado, no es cierto?

Debe haber tenido una llave. Se acercó al cuerpo buscando sus bolsillos. Pero no pudo encontrar

ningún bolsillo. Estaba hecho un total desastre. Revisando los restos de carne y ropa con sus

manos cubiertas de sangre, finalmente encontró algo duro que no era un hueso.

Acababa de levantarse, con la sangrienta llave en su mano, cuando se dio cuenta de que no estaba

solo en el cuarto. Había una figura ahí, en las sombras de la última cama.

“Quién es?” dijo.

No me reconoces? Dijo una voz.

Se acercó un poco, entonces un poco más. Era como si la persona estuviese ahí y no lo estuviese al

mismo tiempo. Y de repente sintió un penetrante dolor en su cabeza. Retrocedió. Cuando miro

hacia arriba otra vez, supo quién era.

“Papá,” dijo.

Es bueno verte Jason, dijo. Ven siéntate. Quiero hablar seriamente contigo.

“Sobre qué pá?”

Pero su padre no estaba donde creía que estaba. Giro y lo encontró en otra cama. Estamos

fallando Jason, dijo su padre. Deberían dejar esa cosa allá abajo donde la encontraron. La

Convergencia no es lo único que importa.

“Convergencia?” pregunto Hendricks, entonces tuvo que buscar frenéticamente por su padre,

quien de alguna manera se había movido otra vez.

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Quieren que todos nos volvamos uno hijo. Dio una sonrisa llena de pena, sacudiendo su cabeza.

Puedes imaginarlo? Dijo.

“Quien quiere eso pá?”

Tenemos que ser muy cuidadosos o no quedara nada de nosotros.

Entonces su padre sonrió. Era una sonrisa hermosa, igual a la que solía darle a Jason cuando era

más joven, de solo unos años de edad. Jason había olvidado esa sonrisa, pero ahora todo

regresaba a él.

Diles Jason, dijo. Diles a todos.

“Lo hare pá,” susurro. “Lo hare.”

Había un ruido detrás de él, pero no quería perder de vista la cara de su padre. Si lo hacía, temía

que nunca más lo encontraría. Entonces escucho un grito. Lo ignore tanto como pudo, pero era

muy poderoso. Giro y se movió hacia él.

Hubo un rugido y un flash y de repente estaba en suelo, mirando hacia el techo. Debería

levantarme y decirles, pensó, pero cuando intento hacerlo, no podía moverse. Solo me quedare

aquí, pensó. “Papá?” susurro, pero no había respuesta.

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40

“Puedo tener una copia de esto?” preguntó el ictiólogo, mirando el video.

Altman se encogió de hombros. “Seguro,” dijo. “Que piensas?”

“Nunca había visto nada parecido,” dijo. “Esas extrañas proyecciones óseas, no tengo ningún

precedente sobre eso. Podría haber descubierto una nueva especie. O tal vez el resultado de

alguna especie de mutación. Puedo preguntar, ver si alguien vio algo similar, yo nunca lo vi.

“Entonces, es inusual.”

“Muy inusual.”

“Bien?” preguntó Altman. Estaba en el laboratorio de Skud, la botella de agua con él. El tejido

Rosado había sido extraído y colocado en un tubo de especímenes.

De esto, Skud había tomado una pequeña muestra y corría una prueba genética.

“Es extraño,” dijo Skud. “Es tejido.”

“Qué clase de tejido?”

“Tejido vivo,” dijo Skud. “Como carne. Alguna vez estuvo vivo. Pero tiene un perfil genético muy

inusual.”

“Entonces es piel que ha sido arrancada de algo?”

“No creo que sea así,” dijo Skud. “Creo que estuvo vivo hasta no hace mucho. Estaba vivo cuando

lo encontraste. Tal vez estuvo vivo incluso cuando lo guardaste en la botella.”

“Eso no puede ser,” dijo Altman. “Cuando lo encontré era igual a esto, solo que en grandes hojas.

No podía estar con vida.”

“Si,” dijo Skud. “Es un organismo muy simple. No sé qué es. No tiene cerebro ni miembros y estaba

hecho de casi nada. Pero estaba, técnicamente, vivo.”

Altman sacudió su cabeza.

“Eres un escéptico por lo que veo,” dijo Skud. “puedo probarlo con un experimento muy simple.”

Saco un platillo de muestras, dejando el tejido rosado sobre la mesa. Tomo una batería con un par

de cables, los toco entre ellos provocando chispas y luego toco el tejido con ellos. Inmediatamente

el tejido se movió.

“Lo ves,” dijo Skud orgulloso. “Vivo.”

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“No,” dijo Ada. “Es morboso.”

“No es morboso,” dijo Altman. “Solo estoy estableciendo los hechos. Esto es solo anecdótico, pero

aún podría significar algo.”

Ella giro sus ojos.

“Solo escucha,” dijo Altman. “Solo escúchame y dame una mano.” Levanto un dedo. “Tú fuiste

quien inicio esto en el pueblo. Solo voy a darte el mismo discurso que me diste a mí, más o menos.

Casi todo aquel con quien he hablado en esta nave, tiene dolor de cabeza. Incluso si no lo han

dicho en voz alta, los he visto apretando sus cabezas. Eso no es normal.”

“Solo es anecdótico,” dijo Ada. “No es científico.”

“Ya dije eso,” dijo Altman.

“Podría ser un escape de gas,” dijo Ada, “o un problema con el sistema de ventilación.”

“Podría ser,” dijo Altman, “pero la mayoría de esas personas ya tenían dolores de cabeza mucho

antes. Han estado sintiéndolo desde que la señal se transmitió por primera vez.”

Levanto un Segundo dedo. “Insomnio,” dijo. “He preguntado a varios sobre esto. Showalter lo

tiene. Yo a veces también. El científico alemán también. Escuche a dos guardias fuera del comando

central quejándose de eso y más tarde escuche a otros tres en el domo central. Tú los tuviste

también?”

“No,” dijo Ada. “Pero he tenido sueños raros.”

“Esa es otra cosa de la que habla la gente,” dijo Altman, levantando otro dedo. “Extraños y vividos

sueños. Los tengo también, mucha gente los tiene. Y entonces llegamos a los casos más

extremos.” Levanto otros dos dedos. “Ataques,” dijo, sacudiendo uno. “y suicidios.” Sacudiendo el

otro. “No es científico, lo admito,” dijo. “pero solo hablamos unos pocos minutos y ya me quede

sin dedos. Nunca estuve en un lugar donde se viera tanto de lo mismo.”

“Escuche que Wenbo se volvió loco,” dijo Ada. “Intento estrangular a uno de los hombres de

Markoff.”

“Escuche lo mismo,” dijo Altman. “Algo similar sucedió con Claerbout y Dawson. Y Lumley apuñalo

a Ewing y luego pinto un grupo de extraños símbolos en las paredes con su propia mierda. Y quien

sabe cuántas cosas no hemos escuchado, lo que encubren.”

Ada tembló un Segundo. “Y pobre Trostle,” dijo ella. “Siempre pareció ser estable.”

“Suicidios e intentos de suicidio. No te olvides de Press.”

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“Frank Press? Intento suicidarse?”

“No solo lo intento, lo logro. Debe haber otros tres o cuatro nombres más en la lista. No te parece

anormal? Quiero decir hay solo doscientos o trescientos a bordo. Eso pondría el índice de suicidios

sobre el 2%. Eso no puede ser normal, o si?”

Ada sacudió su cabeza.

“No es científico,” dijo Altman moviendo sus dedos. “Pero aún no me gusta lo que me dice.

Pregunta por ahí. Ve si me equivoco. Ruego a Dios estar equivocado.”

Unas horas después, Markoff apareció en su puerta. Tenía una pistola de tranquilizantes en su

mano. Se veía como una pistola normal, solo que tenía un barril más grande y grueso, con un

cartucho cuadrado cerca del extremo.

“Alguna vez utilizaste una de estas?” pregunto.

Altman sacudió su cabeza.

Abrió el cartucho. “Los dardos van aquí,” dijo. “El cartucho entra y sale. Hay cartuchos de CO2 en

la culata, pero no necesitas preocuparte por reemplazarlos; nosotros nos haremos cargo de eso.

Tiras de esto hacia atrás,” dijo, girando una palanca en el costado del arma, “Y quitas el seguro. Es

fácil de disparar. Mientras esa palanca este hacia atrás, disparara. Apunta a un área carnosa.”

“No atravesaran la ropa?”

“No dije eso,” dijo Markoff. “Atravesara la ropa, pero la ropa incrementa las chances de que algo

salga mal. Apunta a la carne. O, si no tienes mucha puntería, solo intenta apoyar el arma contra el

pecho antes de disparar.”

Entrego el arma a Altman, quien la sostuvo incómodamente.

“El dardo contiene un fuerte sedante. Tomará algunos segundos en hacer efecto,” dijo Markoff.

Lastimara al entrar, pero no será suficiente para demorar lo suficientemente rápido a un

maniático. Estas seguro de que no quieres un arma real?”

Altman sacudió su cabeza.

“Partes en quince minutos,” dijo Markoff.

Apresuradamente busco a Ada y le conto lo que estaba pasando..

“No quiero que bajes ahí otra vez,” dijo ella.

“No tiene efecto sobre mí.” La beso otra vez. “Además, no tengo opción.”

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“Pero luego de lo que paso con Hendricks…”

“Maneje esa situación bien, no es cierto? Aún estamos en una pieza, no es así?”

Ella cubrió su boca con una mano. “No te enteraste?” dijo ella.

“Enterarme de que?”

“Hendricks está muerto. Mato a una enfermera, la despedazo. Tuvieron que dispararle.”

Atontado, colapso en la cama. No confiaba en sí mismo lo suficiente para hablar. Incluso más que

con Moresby, esto era su culpa. Tal vez si hubiese vuelto cuando Hendricks quiso hacerlo por

primera vez, esto no hubiese pasado. Cuantas muertes estarían en su conciencia antes de que esto

terminara?

Ada estaba sentada junto a él, acariciando su frente. “Lo siento,” dijo ella. “Lo siento.” Y entonces,

“Michael, no vayas.”

El sacudió su cabeza. “Tengo que ir,” contestó. “No tengo opción.” Alejándose de ella, se bajó de la

cama y camino pesadamente hacia la bahía de submarinos

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PARTE CINCO

COLAPSO

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41

Tuvo que hacer dos viajes y usar el arma tranquilizante una vez. En el primero reprogramo los

MROVs, cambiándolos a control robótico automático, y la excavación progreso a un paso increíble,

pero tuvo que tranquilizar al técnico que lo acompaño antes de que llegaran a la superficie.

El hombre le dio una Buena cantidad de advertencias, volviéndose más y más irritable hasta que

finalmente perdió la cabeza. Espero a estar realmente seguro de que era violento para dispararle,

y como resultado, casi espera demasiado. De hecho, el hombre intentaba ahorcarlo mientras el

tranquilizante hacia efecto y sus manos lentamente se relajaron y colapso.

El Segundo viaje, extrañamente, fue con Stevens, el psicólogo, quien aplico electrodos en la cabeza

de Altman y en sus dos manos, tomando lecturas de los cambios en sus ondas cerebrales mientras

descendían.

“Así que supongo que Markoff está de acuerdo conmigo en que los problemas mentales de

Hendricks pueden haber sido causados por la señal,” pregunto Altman.

Stevens sonrió. “Como puedo saber en qué piensa Markoff Sr. Altman?” contesto.

Altman se mantuvo listo todo el tiempo, con una mano en la pistola, pero al igual que él, Stevens

no pareció sufrir de ningún efecto adverso. Solo se quedó observando su equipo y a Altman de

tiempo en tiempo y sonriendo.

“Aprendió algo?” preguntó Altman.

“Si, lo hice,” dijo Stevens. “Pero aprendería más si alguno de nosotros sufriera un ataque. No creo

que quiera hacerlo, o si?”

Altman sacudió su cabeza.

“No creí que lo hiciera,” dijo Stevens. “Tal vez la próxima entonces.”

El siguiente viaje consistió de él mismo y un jovial ingeniero llamado David Kimball, descendiendo

para recuperar el batiscafo taladro, aunque Altman no había sido informado de eso hasta que

estaban en camino.

“Sera simple,” dijo Kimball, tocando una gran maquina cromada que había sido atornillada a la

consola solo para este viaje. “Es cuestión de unos pocos minutos. Todo lo que debemos hacer es

dirigir un pulso eléctrica hacia el batiscafo.”

“Que hará eso?” preguntó Altman.

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“Liberara las cargas de las alas de lastre,” dijo Kimball. “Esto hará que el lastre sea expulsado.

Luego de eso el batiscafo subirá por su cuenta.”

“Suena lo suficientemente fácil para que un robot lo hiciera,” dijo Altman.

“Un robot podría hacerlo,” dijo Kimball. “Pero Markoff pensó que sería mejor que nosotros lo

hiciéramos.”

“Por qué?” preguntó Altman.

“No lo sé,” dijo Kimball. “No lo dijo.”

En caso de que algo salga mal, agrego Altman en su cabeza.

Cuando llegaron al suelo oceánico, continuaron moviéndose hacia el cono invertido que los robots

excavadores habían creado. Habiendo completado sus tareas, las unidades ahora permanecían

inmóviles, extrañas estatuas en la obscuridad. El batiscafo descendió, el cono se achicaba

lentamente sobre ellos.

Aumento la intensidad de las luces y encendió las videocámaras. Altman miro por sobre su

hombro a Kimball. Parecía estar bien, aunque algo distraído, apenas nervioso. Nada de qué

preocuparse aún, aunque Altman, solo para asegurarse, chequeo que el arma estuviese cargada y

lista.

“Haz estado aquí abajo antes?” preguntó Kimball.

Altman asintió. “Nada de qué preocuparse,” dijo.

“Me mostraron el video,” dijo. “Haz visto eso?”

“Si,” dijo Altman.

“Yo no tenía idea,” dijo Kimball. “Crees que sea tan malo como se veía?”

“Seh,” dijo Altman.

Se quedaron en silencio. Debajo, podían ver algo, una vaga forma que lentamente se hacía más

clara.

Era una enorme estructura, dos pilares unidos que se retorcían entre ellos y elevándose a una

punta. Parecía estar hecho de piedra, pero no había dudas en la cabeza de Altman de que era algo

fabricado en lugar de un fenómeno natural. Acercarse solo lo confirmo; estaba cubierto de

símbolos, extraños jeroglíficos diferentes a cualquier cosa que hubiese visto antes. Cubrían cada

centímetro del objeto, desde la gruesa base, alrededor de todo el cuerpo y hasta la cima de los dos

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cuernos de la cosa. Era masivo y daba la impresión de ser muy antiguo. Al mismo tiempo hermoso

y vagamente amenazante, era completamente alienígena. De no serlo, Altman lo supo de

inmediato al verlo, había sido fabricado por manos humanas. Porque había sido construido, y

cómo? La piedra no mostraba roturas o rajaduras o uniones, era una única y gigantesca pieza. Y la

forma: le recordaba algo. Pero que era?

Y repentinamente lo supo. “La Cola del Diablo,” susurro Altman.

“Santo Dios,” dijo Kimball, con respeto en su voz.

Los símbolos eran luminiscentes o captaban la luz del batiscafo de una forma muy particular.

Chequeo los displays. La señal pulsante no estaba siendo captada por el momento. Probablemente

algo bueno, pensó.

“Crees que sea seguro acercarse?” preguntó Kimball.

“Que es?” se preguntó Altman en voz alta. “Quien lo hizo?”

Movió el batiscafo lentamente justo sobre el objeto, filmándolo desde todos los ángulos. Era la

cosa más impresionante que haya visto. Entonces aumento el zoom de la cámara para grabar

algunos de los símbolos. Hubiese seguido haciéndolo, pero los nervios de Kimball aumentaban.

“Esto me está asustando mucho. Saquemos el otro submarino y larguémonos de aquí,” dijo.

Ahí estaba, hundido en la base del artefacto. Altman descendió un poco más para acercarse lo más

posible e ilumino la ventanilla de observación. Incluso desde esa distancia, el interior de la cabina

era una pesadilla—sangre desparramada sobre las ventanas y paredes, formando raros patrones.

Movió las luces rápidamente, antes de que Kimball pudiera ver bien. Movió las luces a lo largo del

costado de la nave, buscando señales de daño, pero los sellos parecían estar intactos. En teoría,

debería subir, aunque fuera lentamente.

“Listo?” preguntó a Kimball.

“Listo,” respondió.

Altman se movió hasta que no hubo riesgo de golpear el Marker y envió el pulso eléctrico. Golpeo

el batiscafo taladro de lleno, un leve brillo eléctrico se dispersó a lo largo del casco. Entonces el

lastre comenzó a caer, las tablas de plomo se hundían en el material depositado en el fondo,

provocando una nube de partículas. Lentamente comenzó a subir. Lo vio venir, pasando a apenas

una docena de metros lejos de ellos, y dirigirse hacia arriba. Se detuvo un Segundo y un brazo

extendido los siguió, rodando a través de la ventanilla de observación. Listo o no, pensó y ellos en

su propio batiscafo lo siguieron hacia la superficie.

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Esto se está volviendo un habito, pensó Altman, cuidadosamente aflojando el fragmento de roca

del recolector de muestras. Nadie parecía notarlo. Todos estaban muy preocupados con el interior

del batiscafo en sí mismo, la cantidad de sangre dentro, los cuerpos dañados, podridos. Markoff

rápidamente hizo que pusieran el área en cuarentena, pero no antes de que Altman hubiese

escapado con la muestra.

Ahora la llevo a su dormitorio para examinarla. Estaba seguro de que era una porción el artefacto

mismo. Aparentemente era una roca ordinaria, pero una que no podía identificar. El fragmento

que sostenía tenía una pequeña porción dentada, tenía algo que había sido grabado o quemado

en la roca. Pero era una muestra muy pequeña para tener una idea clara de que se trataba.

Deslizándose durante la noche en un laboratorio cerrado, corrió algunas pruebas en ella. La

substancia era algo similar al granito, pero más dura, casi tan dura como el corundumio. Una cara

era lisa; podía ver donde el resto había sido cortado, estaba sorprendido de que el cortador no se

hubiese quemado. Dentro de la roca encontró venas de minerales que encontró demasiado

regulares para ser naturales. Pero si no eran naturales, Que eran? Al final, confundido, decidió

asumir que eran formaciones naturales: no había tecnología que él conociera que permitiera a

alguien manipular roca solida de esa manera.

· · ·

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Lo que sea que haya pasado con los otros en el batiscafo, lo que Markoff hubiese sido capaz de

determinar, Altman nunca supo. Una vez en cuarentena, el batiscafo desapareció para nunca más

ser visto. No había duda de que Markoff hizo que su cirulo íntimo lo analizara hasta la muerte.

Altman estaba ansioso por ver el resto del video de Hennessy, pero su pedido a Markoff fue

contestado con silencio.

Ahora que el batiscafo estaba arriba, el complejo flotante estaba frenético con los preparativos

para izar el artefacto mismo. Era imposible tener una conversación que no terminara refiriéndose

al monolito que descansaba al fondo del cráter, y todos se veían al mismo tiempo excitados e

increíblemente nerviosos. Sea lo que fuere que se encontraba allá abajo, podía cambiarlo todo y

ellos serían los primeros en entrar en contacto con él. La señal había regresado, pero parecía

transmitirse de manera diferente ahora, encendiéndose y apagándose, en ráfagas semi regulares.

Algunos investigadores especulaban con que se trataba de una señal de ayuda., aunque quien o

que necesitaba ayuda, nadie se atrevía a adivinar. Tal vez era el resultado de una pieza de equipo

defectuosa, el artefacto mismo fallando o rompiéndose. Era, después de todo, muy muy antiguo. Y

muchos creían, Altman entre ellos, que era demasiado antiguo como para ser fabricado por

humanos, que el artefacto era clara prueba de vida alienígena.

“Si lo hubiese visto,” le dijo a Markoff en su reporte, “estaría de acuerdo conmigo. No hay nada

humano en eso.”

La señal pulsante ahora interfería con radios y videos, creando olas de estática en la comunicación

y distorsionando imagines. A menudo, cuando descendía en el batiscafo, Altman quedaba fuera de

contacto rápidamente debido a la interferencia, y permanecía fuera de contacto por la mayor

parte de la inmersión. Estaba pilotando descensos diarios, con varios miembros del círculo íntimo

de Markoff, de los que ninguno presento señales de locura. Cuestionaba a quien sea que fuera con

él, intentando averiguar lo más que podía. En su mayoría mantenían la boca cerrada, pero cada

tanto dejaban escapar algo.

Un científico lo llamo desde un laboratorio cuando lo vio pasar por el pasillo y, pensando que era

alguien más al principio, comenzó a preguntarle sobre un mecanismo de grúa. Era realmente

suficiente? Levantaría esa cosa? Qué hay del cable? Qué tipo de cable necesitarían para algo así?

Altman le siguió la corriente cuanto pudo, pero finalmente tuvo que admitir que no sabía de qué le

estaba hablando.

“No eres Perkins?” preguntó el científico.

Altman sacudió su cabeza.

“No importa,” dijo el cuentico, retirándose rápidamente hacia su laboratorio. “Olvida lo que dije.”

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Showalter, también, estaba casi tan apartado de todo como Altman, aunque sabía que los

geofísicos estaban siendo consultados de alguna manera.

“Siempre son porciones y pedacitos,” confeso Showalter a Altman en una charla entre susurros

durante un café. “Creen que si me dan solo una porción, no seré capaz de darme cuenta. Eso sería

cierto si fuesen solo ellos, pero sus colegas también me consultan a veces. Sé más de lo que todos

creen.”

“¿Y?” preguntó Altman.

“Creo que estamos muy cerca de extraerlo,” dijo Showalter. “Casi todos los problemas teóricos

han sido resueltos. Unas pocas pruebas más y será cosa de esperar el día.”

Ada había hecho amigos dentro del equipo médico, incluso los ayudaba informalmente cuando la

necesitaban. Y la necesitaban más y más. En el complejo flotante, Ada le dijo, los reportes de

investigadores y soldados sufriendo de insomnio estaban en aumento.

“De acuerdo con el Dr. Merck,” dijo ella, “nunca había visto nada parecido. Incidentes violentos de

todo tipo están aumentando, casi el doble de los presentados hace un mes. El índice de suicidios

esta por las nubes y el de ataque también ha aumentado considerablemente.”

“Es un momento tenso,” dijo Altman, jugando a ser abogado del Diablo, el rol que Ada

normalmente cumplía. “Tal vez eso es todo.”

“No, tu tenías razón. Es más que eso,” dijo Ada. “Incluso Merck lo cree. Hay señas de paranoia

generalizada, gente teniendo visiones de parientes muertos, y más y más gente habla en un

estado de trance sobre ‘Convergencia’, sin ser realmente capaces de explicar que querían decir

una vez que recuperaban la conciencia. Todos están al borde de la paranoia o el pánico. Maldita

sea, lograste que pensara como tú.”

Altman asintió. “Entonces mi inquisición no científica tenía razón,” dijo. “Todos están al límite.

Algo está pasando.”

“Que crees que significa?” pregunto Ada.

“Qué significa?” dijo Altman. “Si me preguntas a mí, significa que estamos jodidos.”

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43

Altman descendía otra vez más, esta vez con un investigador de nombre Torquato, alguien del

círculo íntimo de Markoff. Tenía con él una simple caja negra, casera, con solo una sola perilla y un

indicador de aguja. Era tecnología tan antigua que tranquilamente podía haber sido creada en el

siglo 20. Al ir descendiendo, Altman intento conversar para pasar el tiempo.

“Tú que eres,” pregunto, “algún tipo de científico?”

Torquato se encogió de hombros. “Podrías llamarlo así,” dijo.

“Geofísica?” preguntó Altman. Geología? Vulcanología? Algo más teórico?”

“Es difícil de explicar,” dijo Torquato, “y no muy interesante.”

Pero Altman estaba interesado. Estaba descendiendo al corazón del cráter con un hombre que

estaba siendo deliberadamente vago en sus respuestas. Algo estaba pasando.

“Entonces, que te trae aquí abajo hoy?” pregunto, intentando sonar casual.

“Algunas medidas?” dijo Torquato.

“De que trata la caja?” preguntó Altman.

“Esto?” respondió Torquato, presionando la caja con su pulgar. “Oh, no es nada.”

Algunas preguntas más y Altman se dio por vencido. Descendieron en silencio hacia el artefacto y

mantuvieron su posición sobre él. Las unidades robóticas habían cavado por debajo de la base y

estaban en el proceso de atarlo, la red que utilizaban estaba atada a una serie de cables que

eventualmente serian enganchados a cables más Fuertes en el buque. El artefacto seria elevado,

con la ayuda de la naciente tecnología kinetica. Seria asegurado y entonces ingresado al complejo

flotante a través de las compuertas inferiores.

Detrás de él, Torquato giro la única perilla de la caja en sentido contra reloj. La aguja

inmediatamente cobro vida, iniciando un movimiento rítmico y regular sobre su gráfica. Torquato

gruño, anotando algo en su holopod.

“Que pasa?” preguntó Altman.

“Hmm?” dijo Torquato. “Dijo algo?”

Cuando Altman comenzó a repetir la pregunta, Torquato lo interrumpió. “Baje el batiscafo un poco

más,” dijo.

“Cuanto más?”

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“A mitad de camino entre la base del objeto y su punta,” dijo.

Cuidadosamente, Altman descendió. La aguja en la caja negra mantenía su movimiento, pero el

ritmo y el área de movimiento.

“Esto es bueno,” dijo Torquato. “Ahora, podría girar alrededor del objeto, manteniéndose al

mismo nivel?”

“Puedo intentarlo,” dijo Altman. Comenzó a mover el batiscafo lentamente alrededor del

monolito, mirando de tanto en tanto a la caja.

Cuando Torquato noto que lo miraba, le dio una seca mirada y cubrió la aguja con su mano.

“Estas aquí para conducir,” dijo. “Nada más.”

“Mira amigo,” dijo Altman. “No estoy robando ningún secreto aquí. No tengo idea de lo que hace

esa cosa. Solo intento pasar el tiempo.”

Torquato no se molestó en contestar. Exasperado, Altman giro, concentrándose en mantener el

batiscafo a unos pocos metros del monolito sin tocarlo. Cuando miro hacia atrás, Torquato seguía

cubriendo el visor de la caja. Estúpido, pensó.

El turno de Torquato fue diferente al de los otros, mucho más abrupto, casi sin advertencia. En un

momento estaba sentado ahí, cubriendo el display de la caja negra con su mano, y en el siguiente

lo había atacado.

Como hizo para romper la atadura en su pierna, Altman no fue capaz de dares cuenta en ese

momento, aunque luego descubrió que había sido cortado, ya sea por Torquato o por alguien más,

nunca pudo asegurarlo. En un flash, Torquato estaba libre, y eso era todo lo que importaba.

Altman intento usar su arma tranquilizante y dispararle un dardo, pero Torquato era muy rápido y

para el momento en que alcanzo el arma, encontró que el cargador estaba vacío y el arma

apuntaba hacia él en cambio. Se tiro hacia un lado, pero la pistola ya había sido disparada, y ahí

estaba, el dardo saliendo de su brazo.

Se estiro y con esfuerzo lo saco. Ya sentía su lengua más gruesa dentro de su boca. Torquato

hablaba con él, noto de repente, aunque no entendía claramente lo que le decía. Parpadeo y

Torquato se distorsiono fuera de foco, lentamente regresando. El hombre hablaba

incomprensiblemente, sin parar, sobre la necesidad de la Convergencia.

Altman hizo un esfuerzo, mordió el interior de su boca hasta que sangro, consiguiendo enfocarse.

“Haz estado aquí una y otra vez, justo a su lado,” dijo a Altman, golpeando sus mejillas. “Y aun así

no has sentido nada. No lo escuchas llamándote?” No vas a contestar?”

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Cuando recupero la conciencia, se encontró presionado contra la ventanilla de observación, el

batiscafo golpeando contra el artefacto con el motor aún encendido hasta que al final se detuvo.

Se escuchaban repetidos golpes viniendo de alguna parte, puntuados por largos momentos de

silencio.

“Esta atorado,” escucho a Torquato decir. Y entonces “Estoy tratando, te digo que estoy

tratando.”

Tratando de hacer qué? Se preguntó Altman.

Los golpes iniciaron otra vez. Altman lentamente se levantó, parándose sobre la ventanilla. La

cabina se sentía extraordinariamente cálida, sofocante. Subió hacia el lado de una de las consolas

y se paró sobre ella. El recirculador de oxigeno había sido deshabilitado, no había nada más que

una masa de metales retorcidos, chispas salían de él. Tuvo cuidado de no tocarlo. Con razón el aire

se sentía pesado. Cuanto tiempo había estado desmayado? Miro hacia la consola buscando el

cronometro, también se había detenido.

La escalera que guiaba a la escotilla estaba directamente sobre él, horizontal sobre el techo, y

podía ver los pies de Torquato asomándose por el pasaje.

Los golpes comenzaron otra vez.

Oh mierda. Altman se dio cuenta, sus miembros rápidamente se volvieron más pesados: está

tratando de abrir la escotilla. Está tratando de inundar el batiscafo.

Se trepo a la silla del acompañante, casi se cayó cuando esta giro. Hubo un breve gemido y por un

momento pensó que iba a desatornillarse de la cubierta, pero soporto. Cuidadosamente puso

ambos pies en el respaldar de la silla y se paró.

Desde ahí casi podía alcanzar la escalera metálica fija. Se estiro tanto como pudo, pero sus dedos

apenas la rozaban. Tendría que saltar, esperando que sus dedos agarraran el escalón en el primer

intento, para no caer y alertar a Torquato con el golpe.

Los golpes iniciaron una vez más, Torquato se quejaba junto a ellos. Altman salto, agarro el

escalón. Balanceo su pierna y logro trabar su tobillo en el riel de la escalera. Los golpes se

detuvieron.

Se mantuvo ahí, sin moverse, esperando que Torquato no girara.

“Esta atorado grito, aparentemente a nadie. “Estoy tratando te digo!”

Agarrándose de la escalera, Altman estiro su cabeza hasta que pudo ver a Torquato ahí, de cabeza.

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Estaba acostado en el pasaje, con una barra de metal en su mano, un tubo tal vez, algo de los

restos del recirculador de oxígeno. Sus nudillos estaban ensangrentados, y Altman pudo ver

símbolos como los del artefacto, pintados a lo largo de las paredes del pasaje, en sangre.

Torquato golpeo la manivela y dio un pequeño quejido de frustración. Levanto la barra y comenzó

a golpear la escotilla otra vez, en la unión. La presión era muy grande, noto Altman sintiéndose

aliviado. A menos que aflojara uno de los bulones, o volara la escotilla desde el panel de control, el

sello aguantaría. Mucho más preocupante por otra parte, era la falta de aire.

Torquato se detuvo, respirando pesadamente. “Una limpieza,” decía. “Si, una limpieza. Comenzar

de cero, nuevo y fresco.”

Comenzó a golpear otra vez. Cuidadosamente, Altman comenzó a subir por la escalera, dentro del

pasaje. Evitando rozar la espalda de Torquato. Para el momento en que Torquato se detuvo otra

vez, Altman estaba directamente sobre él, sus cuerpos separados por poco más de un pie de

distancia. Altman podía oler el sudor agrio del hombre.

Contuvo su respiración, mirando a la escalera con la escalera a unos pocos centímetros de su cara,

los músculos en sus brazos comenzaban a acalambrarse. Torquato seguía balbuceando para sí

mismo, riéndose suavemente. Altman escucho el sonido de él intentando raspar la unión de la

escotilla, entonces un grito de frustración y los golpes que reiniciaban.

Soltó la escalera y se empujó con fuerza al mismo tiempo, golpeando duramente la espalda de

Torquato. Dolió muchísimo. Intento moverse en el espacio confinado para encararlo, pero

Torquato también intentaba levantarse, y por momentos su pecho y rostro estaban presionados

contra la escalera. Con un grito empujo tan duro como pudo y Torquato colapso debajo suyo.

Comenzó a girar otra vez, golpeando su hombro contra la escalera, lográndolo esta vez. Torquato

intentaba girar también, estirándose para alcanzar la barra de metal que había caído debajo suyo.

Altman agarro su cabeza por el cabello y la golpeo con fuerza. Torquato estaba sangrando ahora,

resistiéndose, intentando escaparse del pasaje.

Altman enrolló sus piernas alrededor de él y lo sostuvo, intentando mantenerlo en el lugar,

golpeando su cara contra el suelo otra vez. Torquato tenía la barra ahora e intentaba levantarse,

pero su brazo aún estaba atrapado detrás suyo. Giro su cabeza tanto como pudo, intentando ver a

Altman, cuando Altman vio su órbita y mejilla colapsadas, con una gran cantidad de sangre

corriendo a través de sus heridas. Golpeo su cabeza otra vez, y luego una segunda vez, hasta que

la barra se resbalo de los dedos de Torquato y su cuerpo se quedó quieto.

Altman se mantuvo sobre él un tiempo, agarrándolo del cabello, intentando recuperar su aliento.

Golpeando las paredes, giro el cuerpo de Torquato para verlo de frente.

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Su cara era un desastre, los huesos de las mejillas y la nariz estaban rotos. Acerco su oído a la boca

de Torquato. Su respiración era débil, pero seguía ahí.

Ahora qué? Pensó Altman. Que hago con él? Podía atarlo, como había hecho con Hendricks, pero

siempre estaba la posibilidad de que se liberara. Y tenía un problema aún mayor, la falta de

oxígeno. Con el recirculador de oxigeno roto, probablemente no tendría suficiente aire para que

una persona regresara a la superficie, menos dos.

Soy un asesino? Se preguntó Altman. Soy de la clase de persona dispuesta a matar para

mantenerse con vida? Lo repensó otra vez, considerando todas las alternativas, pero no pudo

pensar en nada. Era o Torquato o él. Torquato, se dijo a sí mismo, hubiese muerto igualmente si

hubiese logrado abrir la escotilla, así que las opciones eran: morir los dos, o solo uno.

Miro hacia la ensangrentada cara debajo suyo. Él había hecho eso. Tal vez no tuvo opción, pero en

cualquier caso, él lo había hecho, era responsable por eso. Y estaba por ser, se dio cuenta,

responsable de más.

Se estiro y puso sus manos alrededor de la garganta de Torquato. Estaba pegajosa con sangre.

Dejo que sus manos se posaran ahí, y muy gentilmente comenzó a apretar.

Al principio pensó que sería fácil, que Torquato simplemente caería inconsciente a su muerte sin

despertar. Pero luego de un momento, los ojos de Torquato repentinamente se abrieron. Altman

apretó con más fuerza. Los brazos de Torquato comenzaron a moverse y sacudirse, empujando los

brazos y hombros de Altman hacia atrás. Arqueo su espalda, noqueando a Altman contra la pared

del pasaje, pero Altman continuo, apretando aún más.

En el último momento antes de morir, una luz brillo en el ojo sano de Torquato que Altman no

pudo evitar ver. Suplica humana. Cerro sus ojos y giro la cabeza a un costado. Gradualmente sintió

detenerse los movimientos de Torquato. Cuando finalmente abrió sus ojos, los ojos de Torquato

habían girado dentro de sus cavidades. Estaba muerto.

Se arrastró fuera del pasaje, trepo por la pared bajando hacia la consola. Ahí, giro los controles,

alejando el batiscafo del artefacto. Lentamente se enderezo, provocando que el cuerpo de

Torquato cayera del pasaje de la escotilla y golpeara contra el suelo..

Altman se trepo a la consola y de ahí a la silla para iniciar el acenso del batiscafo. El control de

liberación de lastre estaba trabado, el panel alrededor de él estaba marcado donde Torquato lo

había golpeado. La nave comenzó a subir, los lastres lentamente fueron cayendo, pero no tan

rápido como él hubiese esperado. Lo más probable era que llegara hasta cierta densidad de agua y

entonces la nave dejara de moverse por completo, dejándolo ahí suspendido, muriendo

lentamente.

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Grabo un mensaje de SOS y lo transmitió programado para repetirse constantemente, pidiéndoles

que se acercaran al batiscafo, para elevarlo lo más rápido posible.

Si recibirían el mensaje lo suficientemente rápido, no lo sabía. Grabo otro mensaje para Ada,

diciendo que la amaba y que lo sentía, solo como precaución en caso de no lograrlo.

Se estaba tornando muy cálido. No había suficiente aire. Se preguntó si lo mejor sería dormir.

Usaría menos aire de esa forma. Lo contemplo mientras se acostaba en el suelo del submarino,

pensando que el aire estaría mejor ahí abajo.

Pero solo se quedó sentado en su silla, mirando los restos de Torquato.

Repentinamente la mano de Torquato se movió.

Imposible, pensó. Él está muerto.

Nivelo la silla para poder verlo mejor, mirarlo con cuidado. No, estaba muerto, no se había

movido, como podría hacerlo?

Y entonces la mano se movió otra vez.

Hola Altman, dijo Torquato.

“Vuelve a estar muerto,” dijo Altman.

No es tan sencillo como eso, dijo Torquato. Necesito que entiendas algo primero.

“Entender qué?”

“Esto,” dijo Torquato y salto hacia adelante.

Torquato voló sobre él, ahogándolo. Él intento quitar sus manos, pero estaban hundiéndose muy

firmemente en su cuello. Entonces decidió poner sus propias manos en el cuello de Torquato,

apretándolo con toda la fuerza que le quedaba; entonces, se desmayó.

Recupero la conciencia para encontrar sus manos alrededor del cuello de un cuerpo. Estaba rígido

y frio, había estado muerto hacía mucho tiempo. Que está pasando? Se preguntó.

Intento pararse y alejarse del cuerpo, pero no pudo. Movió sus dedos y giro, justo al lado de él.

Deseaba estar cerca de la superficie, pero no había forma de decirlo desde allí.

De repente vio algo extraño. Una mujer. Se parecía mucho a Ada, aunque no era ella. Era obvio

cuando la vio de cerca. Pero tal vez era su madre, cuando apenas la había conocido, antes de que

tuviese cáncer.

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Pero eso era imposible, pensó. La madre de Ada está muerta. Estoy alucinando otra vez, pensó.

Igual que con Torquato.

Hola Michael, dijo.

“No estas muerta?” pregunto.

Como puedo estar muerta si estoy aquí contigo?

Por un momento quiso aceptar lo que ella decía, pero encontró una gran resistencia dentro suyo.

“Quien eres en realidad?” pregunto. “Por qué estoy alucinándote?”

La madre de Ada no respondió ninguna de las preguntas. He venido a darte un mensaje, dijo ella.

Sobre el Marker.

“Que es el Marker?”

Tú sabes lo que es, dijo ella. Te has acercado a él una y otra vez, pero de alguna manera lo has

resistido. Ella cruzo su dedo índice y medio, acercando su mano hacia él.

“La Cola del Diablo,” dijo él. “Te refieres al artefacto.”

Ella asintió. Necesitas olvidarte de él. El Marker es peligroso. Por sobre todas las cosas, necesitas

dejarlo donde lo encontraron.

“No sé de qué demonios me hablas,” dijo Altman. “Que tengo que ver yo con el Marker?”

No solo tú, dijo ella, y abrió sus brazos. Tú. Cualquier decisión que sea tomada los afectara a todos.

Movió su cabeza de una manera muy similar a la forma en que Ada solía hacerlo. Una tremenda

presión se acumuló rápidamente en su cabeza; entonces se fue.

“Cuál es el mensaje?” preguntó Altman.

La Convergencia es la muerte, dijo ella. No debes entregarte al Marker. No debes permitirle iniciar

la Convergencia.

“Que es eso de la Convergencia?”

Significa que deberás finalmente comenzar, desde el nuevo comienzo.

“En comienzo de qué? Y solo yo?”

Ella volvió a abrir sus brazos. Tú, todos ustedes, dijo ella. Entonces por un momento, se veía

exactamente igual a Ada, de una manera que él encontró muy perturbadora. Te amo Michael, dijo

la madre de Ada. Cuento contigo. Por favor ayúdame a detenerlo. Por favor no falles.

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Y entonces, tan pronto como apareció, había desaparecido. Intento pararse otra vez, cayó de

espaldas. El mundo a su alrededor se tornaba oscuro, como si viese todo a través de un velo

negro. Lentamente se volvió aún más oscuro, y luego, de repente, ya no estaba ahí.

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44

Despertó con una máscara de oxígeno en su rostro, rodeado de una serie de aparentemente

idénticos hombres vestidos de blanco, sus caras cubiertas por máscaras de cirujano.

“Lo hizo,” dijo uno de ellos. “Está vivo.”

“Alguna evidencia de daño cerebral?” pregunto otro.

Altman intentó hablar, pero no pudo lograr que su lengua formara las palabras. Uno de los

doctores puso una mano en su hombro. Se dio cuenta de que era Stevens; podía reconocerlo por

los ojos. “Solo relájate,” dijo. “Tienes suerte de estar vivo.”

Cerró sus ojos, trago saliva. Y entonces un terrible pensamiento lo golpeo: Y si todo esto era otra

alucinación?

Intentó mover sus brazos pero no pudo. Abrió sus ojos buscando desesperadamente en los

alrededores.

“Está confundido,” escucho decir a uno de ellos. “Desorientado. No sabe dónde está.”

Que fue lo que dijo ella? No debes entregarte al Marker. No debes permitir que la Convergencia se

inicie. Debía decirles. “Marker,” susurro. Markoff se inclinó hacia él. “Marker,” repitió.

“Marker?” dijo Markoff. “Que Marker? Está hablando sin sentido. Denle otra inyección.”

Altman sacudió su cabeza. O lo intento. Si se había movido o no, no sabía decirlo. O no se movió o

ellos lo ignoraron. Vio a uno de ellos llenar una jeringa y colocar la aguja, sin ser capaz de hacer

nada para detenerlo.

Intentó hablar, pero en cambio genero un gargajeante e inarticulado grito.

“Estarás bien,” dijo Stevens, golpeando suavemente su brazo. “No te preocupes Altman, estamos

aquí para ti.”

Y entonces sintió el pinchazo de la aguja entrando en su carne. Su brazo quemo por un momento,

y luego se adormeció. Los hombres de blanco estuvieron ahí por un momento más; entonces

lentamente comenzaron a distorsionarse y fundirse hasta que finalmente desaparecieron del

todo.

Cuando recobro la conciencia, el cuarto estaba vacío, excepto por tres hombres: Stevens, Markoff

y otro hombre del círculo íntimo de Markoff a quien no conocía. Era tan grande como Markoff

pero más grueso, con una brutal y plana cara. Estaban parados a un lado de la cama hablando en

susurros imposibles de escuchar para Altman.

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Stevens fue el primero en notar que estaba despierto. Le hizo un gesto y susurro algo. Los otros

dos dejaron de hablar. Al unísono, los tres se acercaron y lo miraron fijamente.

“Altman,” dijo Markoff. “Aún con vida. Parece tener una vida encantada.”

Altman comenzó a responder, pero Markoff levanto un dedo para detenerlo. Se estiro para

remover la máscara de oxígeno de Altman.

“Se siente bien para hablar?” preguntó Markoff.

“Creo que sí,” dijo Altman. Su voz sonaba como si ya no le perteneciera, o lo hiciera a alguien que

fuese mucho más viejo.

“Recuerdas a Stevens,” dijo Markoff. “Él es el Oficial Krax.”

Altman asintió.

“Es muy sencillo,” dijo Markoff. “Quiero que me digas todo.”

Lo hizo, comenzando por el momento en que Torquato repentinamente lo ataco y moviéndose

hacia sus alucinaciones.

“Díganos más sobre estas alucinaciones,” dijo Krax.

“Realmente importa?” preguntó Altman. “Fueron solo alucinaciones.”

“Sí que importa,” dijo Stevens. “Realmente importa y mucho.”

Entonces, Altman, demasiado cansado para discutir o pensar una mentira, les dijo. Cuando

termino, los tres hombres se alejaron a la otra esquina del cuarto y comenzaron a susurrar otra

vez. Altman cerró sus ojos.

Estaba a punto de quedarse dormido cuando ellos regresaron.

Por un momento solo lo miraron. Stevens comenzó a decir algo, pero Markoff toco su brazo y lo

detuvo.

“Quiero que digas a Stevens todo a partir de ahora,” dijo. “Cualquier sueño, alucinación, cualquier

cosa fuera de lo normal, contactas a Stevens de inmediato.”

“Esto es una locura,” dijo Altman.

“No,” dijo Markoff, “no lo es.”

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Y cuando se fueron, dejando a Altman atrás para descansar. Se sintió más confundido y aprensivo

que nunca. Pero unos minutos más tarde, la puerta se abrió, y una desesperada Ada se abalanzo

dentro, y él tuvo otras cosas en mente.

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45

Luego de casi morir en el batiscafo, era como si estuviese viviendo una vida diferente, más

fantasmal. Comenzó a ver más gente que él sabía estaban muertas: su padre, Hermana, una

maestra con la que tenía buena relación y que había cometido suicidio, un viejo amigo atropellado

por un auto en la secundaria. Aparecían viéndose casi tan reales como cualquier otro , y ofrecían

vagos y a veces confusos mensajes. Algunos hablaban en contra de la “Convergencia,” urgiéndole

que se apresurara y “enfocara su atención correctamente” (como uno de ellos lo expreso) antes

de que fuera demasiado tarde. Otros hablaban de unidad, sugiriéndole que ya era demasiado

tarde de alguna manera, que había utilizado mal los recursos que le habían dado y no mostraba

señal alguna de aprender de sus errores. Todos le decían que deje en paz al Marker. Le dijo a Ada

que vio a su madre. Al principio se enojó y luego la hizo llorar. Pero entonces, unas pocas horas

después, ella le pidió que le contara en detalle la experiencia.

“Pero por qué tú?” pregunto. “Por qué no yo?”

Un día más tarde se despertó en el medio de la noche para descubrir que Ada lo estaba mirando.

“La vi,” dijo con un rostro radiante. “Como una visión. Era tan real como tú o yo. Estaba parada

justo ahí, cerca de la puerta.”

“Que te dijo?”

“Que me amaba. Y que necesitamos dejar el Marker en paz, olvidar que alguna vez lo

encontramos. Debe ser peligroso. O poderoso. Que crees que sea el Marker?”

Él le explico lo que sabía, describiendo la forma del Marker que vio bajo el agua.

“Esta todo conectado,” dijo ella. “Las historias en el pueblo, las visiones que tenemos y el artefacto

en el centro del cráter. Estoy seguro de eso.”

Al principio estaba extasiada por haber visto a su madre. Había sido, noto Altman, casi una

experiencia religiosa para ella, de una manera que no lo había sido para él. Por el resto de la noche

ella estuvo maniática, llena de regocijo. Pero a la mañana siguiente su humor había comenzado a

cambiar. Estaba molesta, deprimida..

“Por qué no puede estar aquí todo el tiempo?” pregunto ella. “Por qué no puede quedarse

conmigo?”

“Pero no es ella,” dijo Altman. “Se parece a ella, pero no lo es. Es una alucinación.”

“Era ella,” dijo Ada en un tonto de convicción que lo preocupo. “Y la necesito de regreso.”

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Y justo cuando Ada estaba en su punto más profundo, su madre regreso. Altman estuvo en el

cuarto todo el tiempo, a su lado, y la vio también.

Solo que lo que él veía no era su madre muerta sino su hermana muerta. Ambos acordaban que

algo había pasado, pero lo habían experimentado de formas distintas..

Ambos vieron a quienes querían ver. Las palabras que hablaron también fueron diferentes,

fraseadas para acomodarse a la persona que las diría estando vivas. Pero todo, con un poco de

interpretación, se fijaba en la idea de un evento, la Convergencia, aunque los muertos fueron poco

expresivos a la hora de describir que era, o que podía hacerse para detenerlo.

Altman sospechaba. “No es real,” intentó decir a Ada. “Estamos siendo manipulados, usados.”

“Yo sé lo que vi,” dijo Ada. “Era tan real como cualquier otra cosa que haya visto.” Quería que su

madre regresara de la muerte con tantas fuerzas que no escuchaba. Era extraño, pensó Altman,

que la alucinación—o visión, como ella la llamo, fuera constante para ella, siempre su madre,

cuando la suya seguía cambiando de un ser amado a otro. Pero tal vez era porque él era

demasiado escéptico para aceptar las alucinaciones como nada más que un delirio y por eso

debían probar distintas estrategias.

Como le habían ordenado, Altman dijo a Stevens todo sobre sus alucinaciones, mencionando

también a Ada. Stevens solo grababa lo que él decía y asentía. Se veía cansado, como si estuviese

trabajando demás.

“Que crees que signifique todo esto?” preguntó Altman.

Stevens se encogió de hombros. “Tú y tu novia no son los únicos que las tienen,” dijo. “Otros están

experimentando lo mismo, y cada vez con más frecuencia. Solo gente muerta, seres queridos—la

clase de gente que tomarías en serio. Algunos, como tú, creen que son alucinaciones. Otros, como

Ada, creen que son algo más.”

“Sea lo que sea, quiere que hagamos algo,” dijo Altman. “Pero no sabe cómo comunicarlo

apropiadamente.”

“No solo eso,” dijo Stevens, en uno de sus raros momentos de honestidad. “La guardia de nuestro

hospital está llena de gente sufriendo de ataque psicóticos y el índice de suicidios es altísimo. O

quiere que muchos de nosotros estemos locos y muertos o lo que está diciendo esta, literalmente,

destruyéndonos.”

Noto que hubo un cambio en como las personas a bordo del complejo interactuaban entre sí.

Había un sentimiento creciente de que algo estaba pasando, algo que no podían entender.

Algunos comenzaron a reunirse en grupos, compartiendo sus experiencias con la muerte,

especulando que los límites entre el cielo y la tierra se habían roto.

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Otros los consideraban como una función de la señal emitida por el Marker, similar a un viaje

inducido por drogas. Otros parecían tener un mal viaje: se volvían introvertidos, confundidos,

incluso violentos.

Estaba en el laboratorio, marcando los momentos cuando la señal era más fuerte e intentando ver

si sus alucinaciones ocurrían al mismo tiempo, cuando noto que por la puerta principal había

gente entrando apresuradamente hacia el pasillo.

Se alejó para ver mejor, vio que al final, contra la puerta, rodeada por una gran multitud ahora, un

científico llamado Meyer, alguien a quien no conocía muy bien. Tenía un escalpelo laser en una

mano, muy cerca de su garganta.

“Ahora Meyer,” intentaba decir otro científico. “Baja el escalpelo.”

“Aléjate!” grito Meyer. Sus ojos eran salvajes, casi saliendo de sus orbitas. “Solo mantén tu

distancia! Estas con ellos, lo sé!”

“Quienes son ‘ellos’ Meyer?” preguntó el hombre. “Baja el escalpelo y estoy seguro de que

podemos solucionar esto.”

“Ve a buscar a los guardias,” dijo alguien.

Pero Meyer lo escucho. “Sin guardias!” grito y se adelantó, cortando los dedos de dos de sus

amigos con el escalpelo laser.

El hombre grito y cayo de espalda, y Meyer giro en círculos, agitando el escalpelo hasta que todos

se separaron de él. Llevo el escalpelo de regreso a su garganta.

“Es demasiado tarde,” dijo. “Todos estamos muertos. No podemos escapar. Salgan ahora antes de

que se conviertan en uno de ellos.”

Y de repente, con un rápido y vicioso movimiento, atravesó su cuello con el escalpelo.

La herida no sangraba al principio, apenas cauterizada por el escalpelo, pero entonces, la sangre

comenzó a pulsar, un grueso chorro salió expulsado de sus carótidas cercenadas.

Emitió un gutural y ahogado grito, el aire silbaba extrañamente de su boca y su tráquea. Luego

tomo un paso atrás y colapso.

Unos momentos después, los guardias estaban ahí, cubriendo el cuerpo y haciendo que todos se

fueran.

“Que sucedió?” preguntó Altman a uno de los científicos que pasaban por su puerta.

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“Meyer se volvió loco,” dijo el hombre. “Comenzó a gritar en el laboratorio sobre el fin del mundo,

luego apuñalo a Westerman en el brazo con una pipeta rota y luego agarro el escalpelo laser y

corrió hacia aquí.”

“Pero por qué?”

El hombre se encogió de hombros. “Quien sabe,” dijo. “Es como ese guardia la semana pasada que

disparo a un técnico y luego se suicidó. Estas cosas solo siguen pasando.”

Algunas veces se encontraba a sí mismo en el borde de un grupo, escuchándolos hablar. El tema

era usualmente el Marker, el nombre que Altman había aprendido de sus alucinaciones se había

hecho conocido en general. Altman no sabía quién sugirió primero que el Marker era producto de

tecnología alienígena, pero la idea se hizo popular rápidamente, y ahora muchos de los

investigadores en la instalación estaban convencidos de ello. Había una buena cantidad de

especulación sobre el origen del Marker, porque había sido abandonado ahí, que significaba y si

debían jugar con él o dejarlo en paz.

Un día, en su camino desde el cuarto hasta la bahía de submarinos, encontró el pasillo bloqueado.

Seis o siete personas estaban reunidas en el lugar, un grupo consistente tanto de guardias como

de científicos. Uno de ellos, un viejo científico, se dirigió a los otros. Cuando vieron a Altman

acercarse, todos quedaron en silencio.

“Disculpen,” dijo Altman, y lentamente se abrió paso, ellos se apartaron del camino permitiéndole

el paso. Fue extraño. Estaba seguro de que interrumpía algo, pero no estaba seguro de que. Un

motín tal vez?

La respuesta vino cuando, tras pasar por el grupo, el científico comenzó a hablar otra vez.

“Debes liberar tu carne, y unificarte con la naturaleza divina de su construcción...”

Una reunión religiosa de algún tipo. Alguna secta enloquecida, sin duda, o tal vez miembros de

diferentes creencias reuniéndose. No había visto nada similar a una iglesia en el complejo, dado

que Altman no era un hombre religioso en sí mismo, no había notado esto hasta ahora. Alentó el

paso, siguió escuchando, intentando entender quién era esa gente.

“Debemos perdernos para poder encontrarnos,” dijo el científico. “La Convergencia es la única

salvación. Por lo que oigo en estos susurros, a menos que puedas entender lo que significa

volverse uno con el Marker, no tendrás la vida eterna..”

La palabra Marker, llegando en un momento en que esperaba oír alguna referencia a una deidad,

hizo que Altman temblara. Continúo su camino apresuradamente. Solo cuando dejo el corredor se

dio cuenta de que lo que acababa de presenciar era el nacimiento de algún tipo de nueva religión,

una basada en el Marker. El solo pensarlo lo aterrorizo.

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· · ·

En los días siguientes, escucho esas charlas más seguido, incluso de Ada. Sus filosofías opuestas

sobre el Marker se habían entrometido entre ellos incluso más que su falta de voluntad por dejar

de hacer cosas peligrosas. En solo pocos días, sus nociones del mundo se habían vuelto

radicalmente diferentes. Se dio cuenta en cierto punto que habían comenzado a evitarse cada vez

que podían. Él aún la amaba, pero sentía que estaba perdiéndola y no sabía qué hacer para

recuperarla. A pesar de eso, aún se sorprendió al verla entre las líneas de uno de esos grupos

religiosos.

“Podemos hablar de esto?” le pregunto, alejándola del grupo.

“He intentado hablar de esto contigo,” dijo ella, “pero tú no quieres ver la luz.”

“Eso no es hablar,” dijo él. “Eso es predicar.”

Discutieron y Discutieron, y Ada amenazó con abandonarlo. Incluso cuando él supo que ya no

tenía esperanza, que su relación estaba en el proceso de morir, accedió a escucharla por lo menos.

En escuchar a Ada comenzó a tener una idea más clara de la filosofía de los creyentes. Ellos creían

que el Marker era divino, que había sido enviado a ellos por Dios, para el beneficio de la

humanidad. Debemos creer en él e inclinarnos ante él y cumplir su voluntad, entonces nos curará.

Nos unificara y nos hará libres y perfectos. Una extraña mezcla entre paganismo y cristianismo, les

daba a las personas algo a lo que aferrarse ante la ansiedad sobre el Marker. Pronto, noto Altman,

un nuevo problema emergería, en el momento en que, tal como él y Ada, todos en las

instalaciones se separaran en creyentes y no creyentes.

Al principio los guardias de Markoff solo ignoraron esto, pero al ir creciendo los grupos y volverse

más dinámicos, comenzaron a separarlos, presumiblemente bajo órdenes de Markoff. Pero esto

solo hizo que la gente quisiera reunirse más a menudo. Parecía indicar que había algo que los

militares no querían que supieran.

Mientras tanto, los planes para elevar el Marker continuaron. Aún había una gran excitación, pero

se había convertido en fervor por un lado y aprensión por el otro. Altman descendió con el

batiscafo dos veces más, ambas solo, para supervisar a los robots enganchando los cables a la red

que ahora contenía al Marker. Dos veces más, moviéndose cerca del suelo oceánico, alucino con la

madre de Ada. Repitió ambas veces lo que había dicho antes, pero no lo aclaro en nada.

“Donde deberíamos dejar el Maker exactamente?” le pregunto.

El Marker, mientras viva, dentro de esta esfera de gravitación es donde debe estar.

Que carajos significa eso? Se preguntó.

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“Que va a pasar con nosotros?” pregunto.

No deben estudiarlo. Si lo hacen, sucumbirán a la Convergencia, declaro. Tal vez ya es demasiado

tarde.

“Si convergemos, que pasara?”

Finalmente comenzaran, desde el nuevo inicio.

“Que significa eso?”

Se convertirán en uno y se perderán a si mismos

Regreso a la superficie sintiéndose más confundido que antes. Pensó que tal vez los creyentes

tenían razón. Que el Marker era algo divino. Pensó: y si era una baliza de una raza alienígena, algo

para llamarlos hacia nosotros, la señal de aviso de nuestra propia destrucción?

No, no era el tipo de persona que se entregara fácilmente a la fe. Ni siquiera sabía si creía en Dios,

y ciertamente no creía en la religión organizada.

· · ·

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Tarde una noche, mientras se preparaba para ir a dormir, Ada no estaba por ningún lado,

probablemente se escondía de él, se escuchó un golpe en la puerta.

Se acercó a ella. “Quién es?” pregunto.

“Field,” dijo una voz a través de la puerta. “Déjame entrar.”

Field? Por qué querría verlo Field? no se llevaban bien desde que llegaron a la instalación flotante.

Cuando abrió la puerta, encontró a Field rodeado por una docena más de personas.

“Que es esto?” pregunto Altman tras ver la escena.

“Necesitamos hablar contigo,” dijo Field. “Por favor, déjanos entrar.”

Sin saber qué otra cosa hacer, Altman les permitió el paso. Entraron solemnemente, uno por uno,

sentándose en la cama o parándose cerca de ella.

“Hemos venido a pedirte que nos guíes?” dijo Field.

“Guiarlos? Guiarlos en qué?”

“Tú lo has visto,” dijo alguien del grupo, Altman no vio quien.

“Visto que?”

“El Marker,” dijo Field. “Tu haz pasado más tiempo a su alrededor que nadie más. Sabemos lo que

sucedió en el batiscafo. Cuando mato a los otros, te dejo a ti con vida. Sabemos que conversa

contigo. Tú has sido elegido.”

“Como saben ustedes lo que paso en el batiscafo?” preguntó Altman.

“Tenemos hermanos no solo entre la población general,” dijo Field. “Tenemos muchos cercanos a

Markoff. Tú entiendes, más que cualquier otro. Tú debes guiarnos. Tú eres nuestro profeta. Es la

voluntad del Marker.”

“Déjenme entender esto,” dijo Altman. “Ustedes quieren que los guie como profeta de su

religión?”

Un temblor de asunción los recorrió. Para Altman, el tiempo parecía haber tomado un paso

insoportablemente lento. Retrocedió hasta tocar la pared.

“Ada organizo todo esto?” pregunto.

“Por favor,” dijo Field. “Dinos que hacer.”

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“De ninguna manera,” dijo Altman.

Un quejido colectivo se elevó desde el grupo. “No somos dignos?” pregunto Field. “Que debemos

hacer para hacernos dignos?”

“Me caías mejor cuando todo lo que hacías era sentarte en tu escritorio por ocho horas al día,”

dijo Altman. “Y no me caías muy bien entonces.”

“Tú nos guiaras,” dijo Field. “No puedes abandonarnos.”

“No creo en la mierda que ustedes creen,” dijo Altman.

Ellos lo miraron, sin poder creerlo. Cuando regreso la mirada a Field, vio una extraña expresión en

su rostro.

“Esto es una prueba,” dijo. “Nos está probando.”

“No los estoy probando,” dijo manteniendo el tono de su voz.

Field sonrió. “Lo entendemos,” dijo. “Este no es el momento. Sabremos observar y esperar.

Cuando el momento llegue, estaremos listos para ocupar nuestro lugar a tu lado.”

“Lo diré otra vez,” dijo Altman. “No soy un creyente.”

“Pero lo serás,” dijo Field. “Lo sé. Puedes ser un profeta poco dispuesto, pero no dejas de ser un

profeta después de todo. Lo supe en una visión.”

“Ahora no es el momento,” dijo Altman. “Lárguense de aquí.”

Lentamente salieron del cuarto, cada uno deteniéndose para estrechar su mano o simplemente

tocar su brazo, como si fuese algún tipo de amuleto de la suerte. Su piel se erizaba.

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46

Él observaba desde el batiscafo como las unidades robóticas terminaban de hilar los cables

alrededor del Marker. Ahí estaba frente a él, atado y enredado, pero se imponía de alguna manera

entre todos esos cables. Esta es la causa de mis problemas, pensó. Y ahora mis problemas solo van

a empeorar.

Lo observaba desde quince metros de distancia, mientras el cable mayor, el que yacía curvado en

la obscuridad sobre la nave, tensarse cada vez más. Los MROVs habían cavado alrededor de la

base, pero no había forma de asegurar que se elevaría. Hasta cierto punto, deseaba que no lo

hiciera. Contuvo la respiración. El Marker impuso su peso sobre la red, y por un momento pensó

que no aguantaría. La base se quebraba y desplomaba lentamente en la oscuridad, y se elevó con

un gran sonido metálico, distorsionado extrañamente por el agua, y comenzó a elevarse.

Él lo siguió, enviando mensajes y correcciones a una serie de submarinos, que, en su momento, la

repetían a la superficie. Al principio el Marker giro al levantarse, el agua se canalizo naturalmente

alrededor de los dos espirales haciéndolo girar, creando un torbellino invisible en su camino.

Eso podría, noto Altman, ser un problema en poco tiempo, enredando los cables, así que redujo la

velocidad de elevación a paso caracol hasta que dejo de girar. Luego de un tiempo, se movía

regularmente, ascendiendo lentamente pero seguro a la superficie.

Este es el momento, pensó Altman.

Lentamente se elevó desde la obscuridad. Solo cuando estuvieron a mitad de camino se dio

cuenta de que no había tenido alucinaciones. Su cabeza, por primera vez en meses, no dolía.

Chequeo las lecturas y descubrió que la señal se había detenido aproximadamente al mismo

tiempo en que empezó a elevarse.

Tal vez lo hemos desconectado, pensó. Tal vez estamos haciendo bien, tal vez era esto lo que se

suponía que debíamos hacer. Tal vez estaba transmitiendo para que alguien lo encontrara y lo

subiera a la superficie. Tal vez ese era su propósito.

Por un momento se sintió mucho más tranquilo, y entonces, las preguntas sin respuesta

comenzaron a atacarlo. Si ese era realmente el caso, entonces por que habían alucinado en primer

lugar? Y por qué afectarían con más fuerza a la gente cuando estaban cerca del Marker? Era casi

como si intentara mantenernos a distancia. Y que tenían que ver en todo esto las advertencias de

Convergencia de los muertos?

Tal vez habían hecho bien, pensó, pero tal vez habían hecho algo horriblemente malo.

Pronto se acercarían a la superficie, y el Marker seria ingresado al buque carguero. El agua ya

había cambiado y la oscuridad se retiraba, podía ver el buque más claramente que nunca antes. En

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la luz era incluso más impresionante, cubierto con símbolos y literalmente estriado por negras

líneas cortadas en la roca. Aún no veía evidencia de uniones o rajaduras. Aún parecía estar

formado por una sola e inmensa roca.

Cuando la estación estuvo a quinientos metros sobre él, Markoff ordeno que detuvieran el

ascenso.

“Que pasa?” pregunto Altman por el canal de audio. “Así no es como fue planeado.”

“Gracias por su ayuda hasta este punto Sr. Altman,” dijo Markoff. “Una nave de aguas profundas

ya no es necesaria. Regrese a la bahía de submarinos.”

“Qué? Creo que me quedaré aquí Markoff, si no te importa,” dijo Altman.

Hubo silencio por un momento, entonces la pantalla de video cobro vida. Vio el rostro de Markoff.

“Has sido algo necesario para mi hasta este punto. Ahora te arriesgas a volverte desechable..”

“Que está pasando?” preguntó Altman.

“Eso no te importa,” dijo Markoff.

Abrió su boca y el cerro otra vez. Markoff, él sabía, era capaz de hacer que torpedearan el

batiscafo. Tal vez era hora de escapar, sumergirse profundo y escapar a algún lugar seguro.

Como si pudiera leer la mente de Altman, Markoff agrego: “Necesitas algo tangible para

convencerte de que cooperes? Tu novia?”

Por un momento lo dudo. De cierta forma, ya había perdido a Ada contra el Marker, a su deseo de

ser uno de ellos. Era solo cuestión de tiempo para que la perdiera del todo.

A pesar de todo, aún la amaba y no podía vivir con la carga de provocar su muerte. Con un suspiro,

cortó la señal y se dirigió a la superficie, dejando el Marker atrás, colgando de su gigantesca red

metálica. En el camino, paso por entre un trio de submarinos izando un nuevo cable. Pudo ver que

se dirigía hacia las enormes compuertas sumergidas del complejo flotante, el área que había

estado fuera de límites para todos excepto por el círculo íntimo de Markoff desde que habían

llegado. Que tenía planeado Markoff, Altman no tenía idea.

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47

Tan pronto como bajo del batiscafo, se dirigió a la recamara que contendría el Marker. Localizada

en el centro y siendo la recamara sumergida más grande de todas, tenía cuatro formas de ingresar.

Pero descubrió que tres de esas entradas habían sido soldadas, permanentemente cerradas. La

cuarta, la entrada principal, ya tenía dos guardias estacionados en el frente. Intento burlarlos para

entrar.

“Debo estar ahí dentro,” dijo. “Para subir el Marker.”

“Tienes un pase?” pregunto un guardia.

“Nadie entra sin un pase,” dijo el otro.

“Deje mi pase en mi cuarto,” dijo. “No quiero llegar tarde. Puedo traerlo más tarde para que lo

veas?”

“Sin pase, no entras,” dijo el guardia.

Otro hombre, un científico paso a su lado, mostrando su pase, y se le permitió el ingreso. Altman

observo antes de que la puerta se cerrara, pero solo vio el sello de aire al otro lado. El hombre

permaneció en el lugar esperando y las puertas se cerraron.

“Por favor,” dijo Altman. “Necesito—”

“Y ate dijimos,” dijo el primer guardia. “Sin pase, no entras. Ahora muévete o tendré que tirarte al

calabozo.”

Regreso por donde había entrado. No podía ingresar, pero a lo mejor podría darse una idea de lo

que estaba pasando. Fue de laboratorio en laboratorio, probando las puertas, hasta que encontró

uno que también tenía una ventana dirigida a la recamara.

Mirando hacia afuera, él vio al Marker flotando justo debajo de la recamara, siendo lentamente

elevado dentro de ella. Pero no podía ver dentro de la recamara misma. Algo habían hecho para

que el vidrio se volviera semiopaco. Podía ver vagas formas y movimientos, cuando comenzaron a

subirlo, pudo ver la ascendiente forma del Marker, pero nada más.

“Lo ves,” dijo Field, “Sabíamos que te darías cuenta de la verdad.”

Altman no había hecho nada. Aún pensaba que Field y sus seguidores estaban locos, pero no veía

razón alguna para decirles eso. El Marker había estado solo veinte minutos en el interior del

complejo pero ya había cambiado por completo el ambiente general de la estación. Incluso antes

de que él entrara en la bahía de submarinos, una serie de investigadores fueron declarados no

esenciales y enviados de regreso a las instalaciones terrestres de DredgerCorp, lo que alzo el

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rumor de que el complejo ya no servía como centro de investigación sino como tanque de

retención para los científicos que Markoff consideraba inútiles, pero no quería liberar al mundo.

Ada estaba entre ellos, lo que significaba que no había tenido oportunidad de chequear si estaba

bien. Altman sospechaba que él también hubiese estado entre ellos si el batiscafo hubiese llegado

ligeramente antes. Aunque de haber sido así, le hubiesen dicho que empacara sus cosas y

estuviese preparado para retirarse a la mañana siguiente.

“Necesito un favor,” exclamo, con su mano en el fragmento de Marker que llevaba en su bolsillo.

“Hay algo que el Marker quiere de mí. Tengo que verlo.”

El rostro de Field se desfiguro. “Está siendo vigilado,” dijo. “Es muy difícil verlo.”

“Dijeron el otro día que algunos de los creyentes estaban en el círculo íntimo de Markoff.”

“Si,” dijo Field, “eso es verdad. Pero—”

“Es importante,” dijo Altman. “No lo pediría si no lo fuera.” Tomo el fragmento de su bolsillo y lo

mostro a Field. “Este es un fragmento de él,” dijo. “Necesita ser regresado.”

Field se estiro y gentilmente lo toco. “Puedo sostenerlo?” pregunto, con su voz llena de respeto.

Altman se lo entrego. Él lo tomo delicadamente entre sus manos, como si estuviese sosteniendo

un niño recién nacido, su cara se ilumino con una alegría tal que Altman se asustó de verlo. Entono

para el fragmento un suave canto que Altman no pudo entender, y entonces desganadamente lo

devolvió. Se arrodillo ante Altman.

“Levántate,” dijo Altman. “Y no digas una palabra a los demás sobre lo que planeo hacer.”

Pero Field se rehusó a levantarse. “Gracias por elegirme,” dijo, con su cabeza baja. “Hare todo lo

que pueda para ayudarte a completar el Marker nuevamente.”

Alrededor de las tres de la mañana, escucho golpes en la puerta. Era Field y otro hombre vistiendo

la gabardina negra de aquellos pertenecientes al círculo íntimo de Markoff. Llevaba un paquete

bajo su brazo. Altman apenas lo reconoció. “Este es Henry Harmon,” dijo Field. “Sr. Harmon,

Michael Altman.”

“Sé quién es,” dijo Harmon secamente. “Estas seguro de que esto es absolutamente necesario?”

Altman asintió. Harmon le lanzo el paquete. Él lo abrió y vio un traje idéntico al de Harmon. “Ponte

eso,” le dijo.

Altman lo miro. “Como va a ayudarme esto?” pregunto. “No me reconocerán de todas formas?”

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“Tal vez,” dijo Harmon, “pero no intentaran detenernos. No nos impedirán el paso mientras

tengamos puesto el uniforme. Si tenemos problemas, será estando dentro, que es un riesgo que

debo correr.”

Se puso el traje y partieron.

Field los siguió, pero Harmon giro brevemente, sacudiendo su cabeza, y Field, con una mirada de

decepción en su cara, desapareció.

Miro su reloj. “Hay cuatro guardias en total, dos en la puerta del pasillo exterior y dos en la

interior, todos armados. Tenemos suerte: los dos guardias del interior están con nosotros, así que

no corremos riesgo por ser reconocidos dentro. Los guardias del exterior en cambio no lo están.

Los turnos cambian en quince minutos y nuestras cartas estarán echadas.

Si nos quedamos por más tiempo, hay buenas posibilidades de que uno de los guardias se torne

curioso y nos pida nuestra autorización. Entendido?”

“Si,” dijo Altman.

“Aquí está tu pase,” dijo. “No es lo mejor, pero los guardias del exterior solo deberían verlo

brevemente. Los hombres adentro harán lo que yo diga.”

Harmon tenía razón. Los guardias de afuera se vieron apenas sorprendidos de que alguien fuera a

ver el Marker en el medio de la noche. Vieron a Harmon y los dos pases y los dejaron entrar. Los

guardias de adentro ni siquiera se molestaron con eso, corriéndose discretamente a cada lado del

cuarto tan pronto como ellos entraron.

Ahí estaba. Una serie de pasarelas habían sido construidas alrededor para facilitar el acercarse a

mirar cualquier parte de él. Masivo, dominaba toda la sala. Al verlo fuera del agua, pudo observar

mejor el tamaño y rareza del artefacto. No era como nada que hubiese visto antes, un objeto

imposible que a pesar de todo ahí estaba. Cierto poder parecía emanar de él. Era peligroso.

Al mismo tiempo, sintió sus impulsos científicos entrar en escena. Era increíble y genuinamente

quería estudiarlo. Una pieza de tecnología extremadamente avanzada, algo depredando la

humanidad.

Él saco su holopod y comenzó a grabarlo.

“Que estás haciendo?” susurro Harmon. “Nadie tiene permitido grabarlo.”

“Para eso vine,” dijo.

“Pero no está permitido.”

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Altman se encogió de hombros una vez, luego lo ignore. O Harmon lo detenía o no lo hacía. Filmo

toda la estructura al principio, luego aumento el zoom y comenzó a recorrer la superficie del lado

más cercano a él. Al hacerlo, intento detectar el lugar donde pertenecía el fragmento de roca en

su bolsillo, pero no lo encontró.

Sintió como si solo hubiese comenzado cuando Harmon lo agarró del brazo. “Tenemos que irnos,”

susurro.

Altman asintió. Guardo el holopod nuevamente en su bolsillo y se dirigió a la puerta. Harmon lo

arrastraba consigo. Harmon asintió una vez a los guardias y ellos regresaron a sus puestos. Saludo

a los guardias del exterior.

“Por que necesitas un video?” pregunto Harmon al irse alejando. “Tengo mis serias dudas sobre

entregarte.”

“Es importante,” dijo Altman. “Confía en mí. Ya lo veras.”

Cinco minutos más tarde, estaba de regreso en su cuarto, empacando rápidamente. El fragmento

de roca, lo mantuvo consigo. Respaldo el contenido de su holopod en un memory stick solo por si

acaso. Entonces se recostó en la cama y espero.

El sueño no llegaba. Cada vez que cerraba sus ojos, veía el Marker ahí, irguiéndose delante suyo.

Era poderoso y peligroso al mismo tiempo, y quería algo de ellos. Por qué lo adoraba Ada? El

adorarlo solo significaría ponerse aún más a su merced. Y esa no era una de las cosas que Altman

disfrutara hacer, quedar a merced de alguien.

Pronto, tras una hora o dos, escucharía golpes nuevamente en su puerta y seria escoltado hacia la

bahía y enviado al complejo terrestre. Miraba hacia la obscuridad, pensando. Una vez allí, podría

olvidar todo esto, pretender que el Marker ya no era su problema y dejar que Markoff hiciera lo

que quisiera con él para poder regresar a su vida normal. O podría buscar la manera de sacar el

video que había tomado del Marker, hacerlo público e intentar hacer de él un asunto de interés

científico en vez de un juguete de los militares.

La primer posibilidad significaría seguridad, una chance de tener una vida más o menos normal.

Probablemente pudiese arreglar su relación con Ada. Tal vez con tiempo, a millas de distancia del

Marker, separada de las alucinaciones de su madre, ella volviera a la normalidad. Dejaría de

pensar en ello, recobraría su sanidad. Todo podría salir bien. Eso, asumiendo que nada saliera mal

con el Marker. La segunda podría significar peligro, incluso la muerte. Markoff y sus matones no

dudarían en dispararle o a Ada si se volvían, como Markoff disfrutaba decir, desechables.

Él ya sabía cuál tomaría. Nunca fue del tipo que toma la ruta segura. Ahora todo lo que tenía que

hacer era averiguar cómo distribuir la noticia.

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Markoff iba de holoarchivo en holoarchivo, buscando alguna buena noticia. Hasta ahora nada. El

Marker se mantenía sin respuesta y mudo.

Habían intentado todo lo que se les ocurrió. Habían comenzado a experimentar en él. Un equipo

de criptologos intentaba descifrar los símbolos grabados en la superficie, pero sin idea alguna de a

que se referían, no estaban haciendo ningún progreso real. Lo sometieron a una corriente

eléctrica sin resultado. Intentaron irradiándolo, sometiéndolo a ondas de radio, microondas,

ondas electromagnéticas. Nada, siempre nada.

O casi nada. Los investigadores le habían informado que el Marker había comenzado a transmitir

otra vez. Muy suavemente ahora, pero ahí estaba. Algunos científicos trabajando en el objeto lo

notaron y otros no. Según Stevens los que lo hicieron comenzaron a ser visitados por parientes

muertos, tal como había sucedido con Altman en el batiscafo, todos con alguna variación del

mismo mensaje: dejen el Marker donde estaba, no intenten utilizarlo. Los mismos científicos no

entendían mejor de lo que él lo hacía, y luego de pasar el mensaje a Stevens, habían comenzado a

especular sobre ello por su cuenta. Era una advertencia, sentían algunos, y debía ser tomado en

cuenta seriamente: nadie debía tocar el Marker, nadie debía tratar de controlar su tecnología; si lo

hacían, liberarían algo que no podían imaginar. Pero tal vez era simplemente que no estaban

listos, sentían otros, que una vez que probaran ser dignos, los secretos del Marker serían

revelados ante ellos.

Había mucho más en el campo. Una creencia mística había comenzado a crecer en torno al

Marker. Cada vez que podían, los creyentes se reunían y sacaban conjeturas, convencidos de que

el Marker era el camino hacia la vida eterna y a la unión con el divino. Algunos decían que esto era

a lo que se referían por “Convergencia.” Hasta ahora, los movimientos habían sido controlados por

los guardias, pero incluso algunos de ellos, noto Markoff, estaban comenzando a ser creyentes.

Corría peligro de perder el control del proyecto.

Necesitan encontrar una forma simple de controlar el poder del Marker y hacerlo rápido. Estaba

seguro de que la tecnología, una vez controlada, sería el camino a un tremendo poder, incluso la

dominación mundial, sin mencionar la luna. Incluso el sistema solar.

Pero ahora un grupo de científicos creyentes estaba intentando establecer estrictas reglas sobre

cómo debía ser examinado el Marker. Solo interacciones respetuosas serian toleradas, nada que

pudiera amenazarlo o dañarlo o provocar que pensara menos de la humanidad. Necesitamos

mostrar al Marker que somos dignos de él para que comenzara a enseñarnos. Era una ridícula lista

de demandas, y Markoff las desecho sin pensarlo, pero no podía evitar que la gente hablara. Había

un palpable cambio en la manera en que las personas se aproximaban al artefacto, incluso luego

de que Markoff rechazara las demandas de los creyentes. De hecho, estaba sorprendido al ver

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como muchas personas en la instalación sentían un respeto religioso sobre el Marker. Algo estaba

cambiando, transformándose de una manera que no respondía a sus tácticas habituales. Tenía que

pensar en alguna nueva forma de manejar la situación.

Se comunicó a través de una línea de video con Krax. Por la velocidad en la que contesto, estaba

claro que esperaba la llamada.

“Ha tenido oportunidad de revisar los datos?” preguntó Krax.

“Si,” dijo Markoff. “Cuál es su recomendación Oficial Krax?”

“Un inequívoco rechazo a conceder cualquiera de sus demandas. Una vez que comencemos a

hacerlo, nunca se detendrán. Están locos. No deben ser tolerados.”

“No terminara ahí,” dijo Markoff.

“Tal vez no,” dijo Krax, “pero nosotros tenemos poder de fuego, ellos no.”

“Muy bien,” dijo Markoff, “vea que sea así.”

Dos días después, Krax tuvo una llamada de uno de los guardias en la recamara del Marker.

“Son los científicos Señor,” dijo. Krax podía escuchar un estable ruido en el fondo. “Están

protestando. No quieren abandonar la sala.”

“Oblíguelos a salir,” dijo Krax.

“No es tan sencillo,” dijo el guardia. “Hay muchos de ellos. Tuvimos que llamar por refuerzos. Que

deberíamos hacer?”

“No hagan nada hasta que llegue al sitio,” dijo Krax y se desconectó.

Para cuando Krax y su equipo llegaron a la recamara, las cosas habían empeorado. Los científicos,

guiados por un hombre regordete llamado Field, habían rodead el Marker. Estaban agarrados por

los brazos e intentaban alejar a los guardias. Todos ellos tenían sus armas listas y estaban

claramente enojados.

“Que sucede?” preguntó Krax a uno de ellos. “Que paso?”

“Tendrá que preguntarle a ese,” dijo él, y señalo a Field.

“Muy bien,” dijo Krax. Saco su arma de plasma de la funda y se acercó a la línea, donde estaba el

hombre.

“Que significa esto?” pregunto.

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“Enviamos nuestras demandas,” dijo Field.

“Las leímos y rechazamos,” dijo Krax.

“Estamos aquí para proteger al Marker hasta que las aprueben.”

“Iniciando una insurrección no es así? Esto seguramente terminara mal para ustedes.”

Algunos hombres en la línea retrocedieron y se miraron entre ellos, aunque fueron menos de los

que Krax esperaba. Field se veía algo nervioso, pero su voz aún era estable cuando contesto.

“Intentamos hacer lo que es correcto,” dijo.

“Lo correcto,” dijo Krax, “es que usted y sus amigos vuelvan a sus cuartos.”

“Respetaran nuestras demandas entonces?” dijo Field.

Krax lo miro fijamente. “No deberían interferir con algo que no entienden,” dijo. “Lo diré una vez

más, rompan sus líneas y váyanse.”

Field trago saliva y sacudió su cabeza. Honestamente, pensó Krax, al verlo no creerían que fuera a

hacerle frente. Pero la fe hace a la gente impredecible.

“Lo pediré una última vez,” dijo Krax. “Luego de eso, no lo pediré más.”

Field había comenzado a sudar. Sus ojos se veían extrañamente vacíos, pero aún determinado.

Apretó sus labios hasta formar una apretada línea blanca y sacudió su cabeza.

Krax sonrió. Alzando la pistola levemente, disparo a Field en el pie.

Cayo en un segundo, gritando y el cuarto se volvió un caos. Un rayo de plasma rozo levemente a

uno de los creyentes, marcando su mejilla, chamuscando su cabello y golpeo al guardia justo

detrás de él de lleno en la cara. Él cayó al suelo, sangrando, ciego. Krax se agacho, disparo a otro

científico en la pierna. Los disparos volaban de un lado al otro.

Y entonces Krax tuvo una idea. Disparo directamente hacia el Marker, vio el fuego azul salpicar en

la superficie y luego desaparecer.

Se apresuró a llegar a Field y se arrodillo a su lado, donde yacía gimiendo de dolor. Forzó la cabeza

de Field para que girara y viera el Marker y disparo otra vez.

“No!” dijo Field, claramente aterrorizado. “Lo dañaras! No!”

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“Diles que se detengan!” grito Krax. “Diles que bajen sus armas y se rindan o hare que cada

guardia aquí le dispare a esa cosa.” Y para demostrar que hablaba en serio, disparo al Marker una

tercera vez.

Repentinamente se vio inundado de dolor, su cabeza se sentía a punto de explotar. Busco

desesperadamente aire. La gente alrededor suyo estaba haciendo lo mismo. Field grito y comenzó

a pedir que los demás creyentes lo oyeran, que detuviesen la violencia, que bajaran sus armas. Al

principio los creyentes estaban muy distraídos por el dolor, pero gradualmente se reunieron y se

quedaron parados, como si estuviesen paralizados. Krax se levantó y elevo su palma abierta para

ordenar a los guardias que dejaran de disparar. Dios, como dolía su cabeza.

“Por el bien del Marker, debemos conceder esta batalla,” dijo Field, torciéndose por el dolor en su

pierna. “Bajen sus armas hermano. No se resistan.”

Krax estaba sorprendido de ver que lo hacían, hombre por hombre. Solo una prueba más de que la

religión es un camino inútil.

Los próximos veinte minutos fueron utilizados en apresar a los creyentes y atender a los heridos.

Había cuatro muertos: dos guardias y dos científicos. Ordeno que fueran llevados a la morgue.

Krax sonrió. No se había divertido tanto desde las operaciones lunares. Había sido un día muy

satisfactorio. Si solo su cabeza no doliera tanto, hubiese sido perfecto.

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49

“Ha comenzado otra vez,” dijo Altman. “El pulso. Estoy seguro de eso.”

Estaba apretando su cabeza cuando lo decía, claramente sufriendo. Ada también, frotaba su

frente, aunque levemente, no sufría tanto.

“Estas seguro?”

“Estoy seguro,” dijo.

“Entonces la veré otra vez? Mi madre regresara?”

Altman se alejó frustrado. Estaban en el complejo terrestre, que como habían sospechado, se

convirtió inmediatamente en un centro de detenidos en lugar de un centro de investigación. Sus

laboratorios estaban vacíos, conteniendo solo el equipo más básico. Había solo una salida del

centro, y estaba resguardada día y noche por una rotación de tres hombres que originalmente lo

habían acorralado con Markoff, antes de ingresar al complejo flotante. Todos los nombres

comenzaban con T. Terry era delgado y con lentes, pero llevaba un arma de gran calibre. Los otros

dos, Tim y Tom, eran hermanos, hombres grandes que tenían un parecido suficiente para ser

gemelos.

El primer día Altman intento salir y fue detenido. “Pero solo quiero—” comenzó a decir.

“Nadie entra ni sale,” dijo Terry. “Esa es la regla hasta que el jefe diga otra cosa.”

Cuando intento más tarde, con Tim o Tom haciendo guardia, recibió un rechazo menos verbal,

simplemente lo empujaron y cuando persistió, lo golpearon en el estómago.

“Vete,” decían Tim o Tom.

Había cerca de veinte de ellos en el complejo, incluyendo casi todos los científicos de Chicxulub y

por alguna razón, Showalter.

Intentaron continuar la investigación que iniciaron en el complejo flotante, pero sin el equipo

apropiado, era imposible. En cambio, compararon notas y compartieron información y datos.

Como Ada, muchos de ellos se habían vuelto creyentes. Muchos de ellos eran parte de la bandada

de Field y admiraban a Altman, reconociéndolo como su reacio profeta.

“El Marker me ha elegido,” le confió un ictiólogo llamado Agassiz. “No sé por qué, pero sé que lo

ha hecho.”

“Por qué me dices esto?”

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“Sé que tú hablas con él,” dijo Agassiz. “Pregúntale sobre mí.”

Otros hacían lo mismo, se aproximaban a él esperando una señal o bendición. Al principio intento

decirles que no era posible, que él no era un profeta, pero era muy difícil convencerlos, y

descubrió que algunas palabras cripticas o una simple bendición era una solución más rápida para

que lo dejaran en paz.

Hablando con Agassiz, se dio cuenta de lo sencillo que sería manipularlos. Podría decir a Agassiz

que tenía un rol que cumplir, y ese rol era obedecer a Altman. Había suficientes creyentes para

lograr que lo ayudaran a escapar. Pero dudaba. Si fueran a escaparse ahora, podrían superar a

cualquiera de los tres guardias en funciones, pero probablemente no serían capaces de hacerlo sin

que alguno de ellos saliera herido, o muerto. Lo último que quería era cargar con más muertes en

su conciencia.

· · ·

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A pesar de la falta de equipo, Skud logro de alguna manera crear un set limitado de equipo de

investigación, en parte desarmando los cables del sistema de seguridad, incluyendo algo que

proveía una cruda medición del pulso. Fue capaz de confirmar que el pulso, de hecho, estaba

activo y funcionando fuertemente.

“No puedo decir cuan fuerte,” dijo. “Hay una limitación de equipo.”

“Si,” dijo Altman, “pero dentro de esa limitación, puedes confirmar que parece ser fuerte.”

“Hay una limitación de equipo,” insistió Skud.

Pero en realidad, Altman no necesitaba que Skud lo confirmara. Podía darse cuenta de ello por la

forma en que la gente a su alrededor cambio, volviéndose más introvertidos o violentos. Y por el

hecho de que al girar en cada esquina seguía encontrándose con fantasmas.

Ayúdanos, rogaban. Complétanos.

Se preguntaba que podía hacer. Tenía que hacer todo esto público, pero cómo? No podía escapar.

Y de repente, caminando por un pasillo, noto que el guardia de la puerta, Tim o Tom, hablaba

consigo mismo. Lo vio hacer un gesto hacia el espacio vacío frente a él y luego sujetar su rifle y

dejarlo caer. Golpeo contra el suelo y él solo lo dejo ahí, caminando apresuradamente por el

pasillo, pasando al lado de Altman sin mirarlo dos veces. Nadie cuidaba la puerta.

No lo dudo. Agarro su billetera, su holopod y la mano de Ada y escaparon inmediatamente. Lo

suficientemente seguro de que aún no había nadie ahí. Con dedos temblorosos, giro la llave que se

encontraba puesta en la cerradura y abrió la puerta.

Y si era una trampa? No podía evitar pensarlo. Tal vez era una trampa, pero también podría ser su

única oportunidad. Cruzo la puerta y corrió, arrastrando a Ada detrás suyo. Ya estaba pensando en

sus próximos pasos: un auto o autobús fuera del pueblo, entonces un vuelo de regreso al Sector

Norteamericano. Tendría que moverse rápido, pero si lo lograba, podría hacer público todo el

asunto.

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50

Tim estaba de guardia, parado, mirando la puerta exterior cuando su padre apareció. Esto no

sorprendió a Tim, más allá del hecho que su padre estaba muerto hacia veinte años y estando con

vida, vivía a muchas millas de distancia.

Hola Tim, dijo. Estaba fumando su pipa y vestía el suéter que siempre usaba. Bien, no siempre,

pero lo usaba mucho.

“Papá,” dijo, “que estás haciendo aquí?”

Vine a verte.

“No necesitabas hacerlo papa. No tenías que tomarte tantas molestias.”

Estoy preocupado por ti Tim, dijo. Por ti y por tu hermano.

“Por qué papa? Tom está bien. Yo estoy bien también. Estamos trabajando. Y ganando buen

dinero.”

No es eso, dijo su padre, dando una gran pitada a su pipa. Es solo que, bueno, no sé cómo decirlo

hijo, pero estas seguro de estar listo?

“Listo para que papa?”

Si tienes que preguntarlo, no estás listo hijo. Que tal tú hermano?

“No he hablado con él sobre eso,” dijo Tim. “Ni siquiera estoy seguro de que me estás hablando.”

Las cosas van a cambiar por aquí hijo, dijo su padre. En qué equipo estarás? Estarás en el equipo

ganador? Tienes una buena apuesta?

“Quiero estar en el equipo ganador papa,” dijo Tim ansioso. “Me gusta pensar que tengo una

buena apuesta.”

Tu hermano, creo que se ha cambiado de equipo, dijo su padre. Estas listo para reemplazarlo?

“Tom?” dijo él, elevando su voz. “Que le paso a Tom?”

No puedo decirlo exactamente, dijo su padre. Un momento estábamos hablando y al próximo ya

no quería hablar conmigo. Estaba escuchando al coach del equipo contrario al mismo tiempo que

a mí. Creo que se confundió. Él era así también cuando ustedes eran niños. Tom siempre tendía a

entender mal lo que le decía. Tu no harás eso, o si?

“Donde esta Tom papa? Dime que le paso a Tom.”

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Pero su padre ya no estaba, desapareció en mitad del aire. O tal vez seguía ahí pero justo detrás

suyo, siempre detrás suyo. “Papá?” dijo él. “Papá?”

Camino de un lado a otro ansiosamente por un momento, pero no podía dejar de pensar en Tom.

Tom era su hermano mayor, nacido minutos antes, y él siempre lo admire. Siempre se habían

cuidado entre ellos. Era casi como si no fueran una persona completa a menos que estuviesen

juntos. Lo que hacía el vigilar el complejo solo tan difícil a veces.

Que era lo que había dicho su padre? Que Tom había dejado de hablar con él. Tal vez solo estaba

enojado. Tim no entendía como alguien podría enojarse con su padre, él era un gran tipo, pero

Tom lo había hecho algunas veces, y algunas otras había dejado de hablarle. Tal vez era parte de

ser el hermano mayor.

Pero tal vez había pasado algo más. Tal vez había otra cosa mal. Le debía a Tom el chequearlo con

él. Después de todo, Tom no haría lo mismo por él? Y si no lo hacía y algo le pasaba a Tom? Como

haría para perdonarse a sí mismo?

Solo estaba el problema de la puerta. Estaba cuidando esa puerta. Necesitaba a alguien que la

vigilara mientras él no estaba.

“Papá,” pregunto, “podrías hacerlo?”

Claro que si hijo, dijo su padre. Estaba encendiendo su pipa. Que es lo que quieres que haga?

“Toma esto,” dijo Tim, y le dio el arma. Su padre no pudo agarrarla y la dejo caer al piso. Estaba

bien, pensó Tim, la levantaría después, luego de que terminara de fumar su pipa. “Si alguien

viene,” dijo. “Llénalos de plomo.”

Si padre sonrió. Lo hare hijo, dijo y saludo suavemente a Tim.

Sí señor, pensó Tim mientras se dirigía hacia el pasillo en busca de Tom. Su padre era un buen tipo,

eso era seguro. Ciertamente lo entendía. No todo el mundo tenía la suerte de tener un padre así.

Olio a su hermano antes de verlo, aunque no sabía que era su hermano al principio. Todo lo que

sabía era que olía sangre, y que provenía de su cuarto.

Entro agachado a la habitación, balanceándose en las puntas de sus pies, listo para que alguien lo

ataque. Pero el ataque nunca llego.

Su hermano estaba en la cama, acostado de lado.

“Tom,” lo llamo. “Papá dice que no hablas con él. Paso algo malo?”

Tom no contestaba.

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“Tom?” dijo otra vez.

No solo no contestaba, sino que tampoco se movía. Tim se adelantó para tocar su hombro. Estaba

frio al tacto. De repente Tim no podía respirar. Lo giro con toda su fuerza y Tom rodo

bruscamente, fue entonces que Tim vio que su garganta estaba cortada, y que tenía un cuchillo en

su mano.

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51

“Ha visto esto?” pregunto Stevens. Krax estaba con él, parado justo detrás.

“Visto que?” preguntó Markoff.

Stevens se estiro y abrió un video. “Fue solo una transmisión,” dijo. “Aún fresca.” Se pararon

juntos, mirándola. Mostraba a Altman frente a un podio, en una conferencia de prensa. Las

leyendas al pie de la pantalla corrían las líneas: CIENTIFICO ACUSA AL EJERCITO DE

ENCUBRIMIENTO. Y luego: VIDA ALIENIGENA CONFIRMADA? Altman describía el Marker y la

expedición.

“Donde es esto?” preguntó Markoff.

“Washington, D.C.,” contesto.

“Como demonios llego a Washington, D.C.?” giro hacia Stevens, quien al mismo tiempo giro hacia

Krax.

Krax se encogió de hombros. “Falla de seguridad,” dijo. “No son mis hombres,” aclaro. “Sobras de

Tanner.”

…cada evidencia de la que hablamos es el primer indicio de vida alienígena, dijo Altman. Pero esto

no es algo que los militares deberían estar investigando. Esto es algo que debería ser investigado

por científicos de todos los sectores, una coalición de expertos de todo el mundo... La imagen de

Altman desapareció y fue reemplazada por imágenes del Marker en sí mismo, tomadas desde el

interior de la recamara submarina.

“De donde carajos saco eso?” preguntó Markoff.

“No lo sé,” dijo Krax.

“Descubre quien lo sabe!”

...los militares quieren encubrirlo, exclamaba Altman. Quieren controlar la investigación para

poder usar la tecnología alienígena en la manufacturación de armas. No podemos permitir esto. Es

necesaria una inquisición pública sobre el uso del Marker y su función. Debajo suyo, en la leyenda,

estaban las palabras: MICHAEL ALTMAN: ALARMISTA O PARANOICO?

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Krax ya se dirigía hacia la puerta cuando Markoff lo detuvo. Stevens hablaba con Markoff,

susurrando levemente, ambos estaban lo suficientemente lejos para que Krax no escuchara nada.

Observo a Markoff asintiendo, y luego otra vez.

“Deja eso,” dijo Markoff a Krax. “Puedes preocuparte por eso una vez que regreses. Encuentra el

hotel en que Altman se está alojando y has los arreglos que debas hacer para registrarnos en el

cuarto adjunto. Selecciona a tres de tus mejores hombres. Quiero que todos nos reunamos en un

avión hace quince minutos. Necesitamos pisotear este problema ahora mismo.”

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PARTE SEIS

INFIERNO DESATADO

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52

Había sido un largo día. Primero la conferencia de prensa, luego otras preguntas, entrevistas

individuales. La primera intento hacerla con Ada a su lado, pero su obsesión con el fantasma de su

madre había hecho que pareciera una loca. Para las otras, intento apegarse a lo básico. Si, había

un artefacto alienígena que ellos habían denominado “El Marker.” Si, había sido encontrado en el

fondo del cráter de Chicxulub debajo de cientos de capas de roca, lo que sugería que podía ser

más antiguo que la vida humana. No, esto no era una farsa. Si, estaba convencido de que los

militares intentaban ocultar la existencia del Marker. Si el resto del gobierno lo sabía o no, no

podía asegurarlo.

No menciono las alucinaciones. Quería evitar la noción de que el Marker era consiente, y de todas

formas, él no estaba seguro de que las alucinaciones provinieran realmente del Marker—tal vez

eran simplemente disparadas por él. No hablo de la extraña criatura en la playa ni les mostro el

signo de la Cola del Diablo, ni les dijo que los Mayas Yucatecos creían que la cola del Diablo estaba

sumergida en lo profundo debajo de las olas, justo donde el Marker había sido encontrado. La

mayoría de los medios, rápidamente noto, lo veían como una curiosidad interesante, un

extremista que podían pasear ante sus televidentes o radioescuchas. Estaban más interesados en

atacar los huecos de su historia. El video podía haber sido falsificado? Como sabían ellos que el

tamaño real era el que él había dicho? El tamaño podía ser simulado en un video no había figuras

humanas para compararlo. No había ido él a Chicxulub a trabajar en una investigación

universitaria? Entonces como termino trabajando para los militares, viviendo en esa supuesta isla

flotante? No sonaba demasiado parecido a algo que saldría de una novela de ciencia ficción?

Pero había unas pocas personas que hacían preguntas más serias. Y una vez que las respondía, lo

miraban diferente, de una manera más considerada.

Había llegado tarde al histórico Hotel Watergate, pasada la media noche. Tendrían otra ronda de

entrevistas el día siguiente, seguían recibiendo llamadas todavía. También tenían una junta con un

abogado sobre la posibilidad de llenar una demanda contra el gobierno. La opinión pública parecía

estar formándose; tal vez tenían lo suficiente para aplicar la cantidad necesaria de presión en los

lugares necesarios.

“Va a funcionar,” dijo Ada al verlo abrir la puerta. “Markoff no será capaz de guardar el Marker

para sí mismo. Todo el mundo sabrá de él ahora, todos tendrán la oportunidad de oír su mensaje.”

Sin saber que decir, no contestó. Abrieron la puerta. Abrieron la puerta. Encendió la luz y freno de

golpe. Una de las paredes tenía un gran hoyo en ella, había yeso desparramado por todo el suelo.

Justo detrás de eso, sentado en una silla junto a la cama, estaba Markoff

“Hola Altman,” dijo.

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Altman comenzó a girar hacia la puerta, pero encontró un arma con silenciador apuntando a su

ojo, otra apuntando al pecho de Ada. Krax sostenía una, un guardia que no reconocía la otra.

Había otros dos guardias más adentro en el cuarto. Se adelantaron al oír esto.

“No necesito decirte que matare primero a tu novia. No griten,” dijo Krax. “No quiero nada más

que un amable silencio a menos que se te hable. Entiendes?”

Altman asintió.

“Entren al cuarto,” dijo. “Súbanse a la cama.”

Entraron y fueron empujados a la cama. Krax retrocedió y se sentó en la silla que había puesto

camino al baño, manteniendo su arma apuntada a Altman.

“Entiendo que han visto la conferencia de prensa,” dijo Altman.

“Cállate Altman,” dijo Markoff. “A nadie le gusta un sabelotodo.”

“Es demasiado tarde Markoff,” dijo Ada. “La noticia se sabe.”

Markoff la ignore. “Hablemos un poco Altman,” dijo. “Hablar no puede lastimar, o si?”

Altman no dijo nada.

“No creo que podamos convencerte de retirar todo,” dijo Markoff. “Realizar otra conferencia de

prensa, dejarles saber que solo bromeabas, que no hay ningún Marker, que no hay ninguna

conspiración, que has sido víctima de una terrible farsa.”

“No,” dijo Altman.

“Si lo haces,” dijo Markoff, “podemos llegar a algún tipo de acuerdo. Te permitiría regresar para

investigar el Marker.” Cuando Altman no contesto, agrego, “con acceso total.”

Acceso total? Era tentador. Pero no había dudas de que Markoff mentía. Y en cualquier caso, había

avanzado tanto que ya no había retorno. El Marker debía ser investigado abiertamente.

“Él no responde ante ti,” dijo Ada. “Solo responde ante el Marker.”

Markoff se estiro y la agarro con fuerza de la cara. “Cállate,” dijo.

“No la toques,” dijo Altman.

“Cuál es tu respuesta Altman?” preguntó Markoff.

“Lo siento,” dijo Altman. “No.”

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“Yo también lo siento,” dijo Markoff. “Es todo entonces. Tendrás que venir con nosotros.”

“No lo creo,” dijo Altman.

“No estamos preguntando si quieres venir o no. Te estamos dando a elegir entre venir o morir.”

“Entonces mátenme,” dijo Altman sin dudarlo.

Markoff lo miro tranquilamente. “Dime Supersticioso, pero creo que el Marker tiene algo

guardado para ti. No quiero matarte aún.” Markoff asiente hacia Ada, y el arma de Krax apunta

lentamente hacia su cabeza. “Pero no tengo las misma reservas hacia tu novia.”

Altman miro a Ada. No parecía tener miedo, pero eso era lo que más lo asustaba. Estaba ansiosa

por morir siendo un mártir. “Así que la decisión está entre volver ambos o volver por mi cuenta,”

dijo Altman.

Markoff sonrió. “Lo entendió a la primera,” dijo. “Krax tiene un sedante para ambos.” Hizo un

gesto hacia los otros. “Estos excelentes muchachos repararan el hoyo que hicimos, dejaran todo

igual a nuevo. Para todos, parecerá que simplemente se arrepintió y huyo.”

“Es un verdadero bastardo,” dijo Altman.

“Toma uno para reconocer a otro,” dijo Markoff. “Ahora, sea un buen chico y tome su medicina.”

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53

Y así Altman había regresado al principio, aunque algo sorprendido de que no lo hubiesen matado

en el lugar. Sospechaba una trampa, estaban preparando algo horrible para él, pero no sabía que

podía ser. Se preguntó si su conferencia de prensa o posterior desaparición habían tenido efecto

alguno, pero dudaba ser capaz de averiguarlo desde el complejo flotante.

En cuanto a Ada, cuando él despertó del efecto de la droga, ella ya no estaba. Cuando demando

verla, ellos solo rieron.

“Ella estará bien,” dijo Krax. “Siempre y cuando cooperes.”

Unas horas después de despertar, aún un poco atontado, se encontró en la oficina de Stevens,

quien estaba sentado con sus codos descansando en los apoyabrazos de la silla y sus dedos

entrecruzados frente a su rostro.

“Por qué estoy aquí?” preguntó Altman. “Por qué sigo con vida?”

“Markoff siente curiosidad sobre ti,” admitió Stevens.

“Curiosidad?”

“Tienes una especie de resistencia al efecto del Marker, una resistencia que la mayoría de tus

colegas no tiene. Markoff se da cuenta de que puedes resultar útil para el proyecto.”

“Y qué proyecto es ese?”

Stevens sonrió. “Puedes entender por qué se pregunta por ti,” dijo. “Has sobrevivido viajes en el

batiscafo que han vuelto locos a muchos otros. Incluso cuando tienes dolores de cabeza y

alucinaciones, no han causado que te degeneres en violencia o locura de la manera que muchos

otros con alucinaciones parecen hacerlo. Muchos de los creyentes a bordo tienen un respeto casi

religioso hacia ti. Y tengo que aceptar que me encuentro compartiendo la mitad de sus creencias.

Y sospecho que algunos de mis colegas comparten la misma similaridad.”

“Eso es una locura,” dijo Altman.

“Dicen que eres un profeta reacio,” dijo Stevens.

Altman sacudió su cabeza. “El Marker es peligroso,” dijo. “Estoy seguro de eso.”

“Y aun así estas fascinado con él,” dijo Stevens. Se inclinó hacia adelante. “Aún sospechamos que

sabes cosas que no nos estas diciendo.” Abrió el cajón de su escritorio y saco el fragmento de roca

del Marker. “Esto fue encontrado en el bolsillo de tu chaqueta cuando estabas inconsciente,” dijo.

“Te importaría explicarlo?”

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“No,” dijo Altman.

Stevens asintió. “Depende de ti,” dijo. “Si no quieres explicármelo a mí, tal vez quieras hablarlo

con Krax.”

Pero Krax no parecía querer hablar exactamente. “Sabes por qué estás aquí?” pregunto.

Altman nodded. “You want to know about the chunk of the Marker.”

“En parte, si,” dijo. Guio a Altman a una silla con cintas de cuero en los apoyabrazos y patas.

“Siéntate aquí,” dijo.

“Por qué?” preguntó Altman. “Donde esta Ada?”

“No te preocupes por Ada. Solo siéntate,” dijo Krax, empujando su pecho suavemente para que

cayera sobre la silla. “Ahora voy a atarte,” dijo.

“No hay necesidad de atarme,” dijo Altman, comenzando a sentir el pánico aumentando dentro

suyo. “Me quedare donde estoy.”

Krax sacudió su cabeza y comenzó a atar las Cintas. “No lo harás,” dijo. “Me temo, Sr. Altman, que

este será un viaje movido.”

“Que quieres decir con, un viaje movido?”

“Como se sienten?” pregunto Krax mientras probaba cada atadura. “Cómodo? No muy apretado?”

“Estoy bien,” dijo Altman, “Pero que—”

Krax tiro de la cinta en la muñeca izquierda ajustándola a un punto doloroso, entonces la derecha.

Altman podía sentir la cinta cortando su carne. “Que tal ahora?” pregunto.

Y entonces dejo el cuarto. Por un momento Altman estuvo solo, retorciéndose en sus ataduras,

hasta que se detuvo. Tal vez podría tumbar la silla, romperla de alguna manera. Pero cuando

intento moverse hacia atrás y adelante, descubrió que había sido atornillada al suelo.

Un momento después, Krax había vuelto, traía un carrito con ruedas. Arriba del carro había una

bandeja llena de tela blanca. Krax la acerco y quito la tela que cubría la bandeja. Debajo había una

fila de escalpelos y cuchillos, un par de pinzas también. Krax movió su mano lentamente sobre

ellas.

“No creíste que evitarías dar un reporte y saldrías tranquilo de la habitación sin afrontar las

consecuencias, verdad Sr. Altman?

Altman intentó hablar, pero su boca se había secado de repente.

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Krax eligió el cuchillo más pequeño. “Empecemos desde abajo y vayamos aumentando con el

tiempo, te parece?” dijo.

“Preferiría que no lo hiciera,” dijo Altman.

“Solo unos pequeños cortes al principio Sr. Altman. Solo algo para hacerlo interesante y lograr que

respete mis capacidades artísticas.”

Agarro el dedo índice de Altman y muy cuidadosamente marco una cruz en la punta, el cuchillo

simplemente lo atravesó. Al principio no dolía, solo se sentía cálido.

Entonces el dedo comenzó a latir, una gota de sangre se formó en la punta. Fue hacia el siguiente

dedo y luego al siguiente, solo tres o cuatro cortes pequeños por dedo, apenas más profundos que

un corte con papel. Altman vio una gota de sangre formándose en la punta de cada dedo, su mano

se sentía como si estuviese ardiendo.

“Vamos a estar aquí por días y días Sr. Altman. Vamos a llegar a conocernos muy íntimamente.”

Abandonó el cuarto otra vez. Altman intento no mirar su mano, intento ignorar el dolor, pero no

pudo evitarlo. Antes de que todo terminara, lo sabía, el dolor seria mucho, mucho peor. Desearía

estar muerto.

Y entonces Krax estaba de regreso, con un plato lleno de sal en una mano.

“Ha escuchado la expresión ‘echar sal en una herida abierta’, Sr. Altman?”

Altman sintió su mano moverse involuntariamente. Cerró sus ojos. Krax lo abofeteo. “Querrá ver

esto,” dijo. Pero Altman mantuvo sus ojos cerrados.

De repente su mano quemaba, sus dedos estaban enterrados en la sal. No pudo evitar aspirar

profundamente. Apretó sus ojos con más fuerza. “La sal fina funciona mejor,” Krax explicaba con

una voz calma. “La sal marina en particular. Procesada por supuesto.”

Krax soltó la mano. “Eso es todo,” dijo. “Puedes abrir los ojos.”

Lo hizo. La luz en el cuarto parecía ser anormalmente brillante por el dolor. “Que quieren saber?”

pregunto Altman, apretando sus dientes.

“Todo a su tiempo,” dijo Krax. “No hay necesidad de apresurar las cosas.” Regreso al carro,

posando el plato de sal en él. Reemplazo el pequeño cuchillo, recorrió la fila de cuchillos restantes

con su mano. “Amo mi trabajo,” dijo Krax, sonriendo mientras sacaba un cuchillo apenas más

grande de la bandeja y se acercó a él. “Abre bien,” dijo.

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Markoff estaba solo en el comando central, parado en su puesto habitual. Si alguien entraba,

hubiese pensado que observaba a través de la ventana de observación hacia la obscura agua de

afuera. Lo que estaba haciendo en realidad era monitorear una serie de holovideos, preparados

para ser vistos solo desde esa posición. Mostraban varias partes de la nave, circulando

rápidamente entre ellos.

Algo pasaba, podía verlo. Un disturbio en la recamara del Marker. “Mantenlo ahí,” dijo y uno de

los holovideos se dedicó exclusivamente a esa recamara. Muchos guardias y científicos sacudiendo

sus puños. Donde estaba Krax? Se suponía que él evitaría que este tipo de mierda pasara.

Entonces recordó que Krax estaba con Altman y sonrió.

La puerta se abrió y Stevens ingreso. Se quedó parado unos pocos escalones más abajo,

esperando, hasta que Markoff le permitió subir.

“Tenemos problemas,” admitió Stevens.

“Dime algo que yo no sepa,” dijo Markoff.

“Los creyentes se están poniendo impacientes. De alguna forma supieron que Altman está de

regreso a bordo. Demandan verlo.”

“Absolutamente no,” dijo Markoff. “Se lo entregue a Krax para que juegue un rato.”

“Si no permitimos que haga una aparición, es muy probable que tengamos otro motín en nuestras

manos. Además, Krax no ha descubierto lo suficiente. Él sabe de donde obtuvo el fragmento de

Marker y como—no llevo mucho tiempo para que Altman lo dijera. He visto los videos, analice las

micro expresiones de Altman. No creo que Krax pueda sacarle mucha más información.” Stevens

se acercó un poco más y puso su mano sobre el hombro de Markoff. “Sé que lo odia,” dijo. “Todos

lo odiamos. Pero podemos usarlo.”

Markoff solo se quitó la mano de encima.

“Sera una distracción para los creyentes,” dijo Stevens. “Nos es más util de esa manera que

muerto.”

Markoff enfoco su dura mirada por completo en Stevens. Él la confrontó plácidamente.

“Como sé que no eres uno de ellos?”

“Uno de quiénes? Los creyentes? Me veo como un creyente para usted?”

“Muy bien,” dijo Markoff. “Puede ser útil. Recupéralo de Krax. Pero si algo sale mal, te culpare a

ti.”

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En la mitad del sexto cuchillo, dos guardias se presentaron. Fue liberado repentinamente y sin

advertencia, sus manos y pies ardían y sangraban, tenía cortes en su espalda y caderas, pero

básicamente estaba de una pieza. “Nos veremos otra vez pronto,” prometió Krax.

Los guardias lo vendaron y lo arrastraron frente a Stevens, dejándolos solos.

“Hubiese sido más sencillo decirme,” dijo Stevens. “Mantén eso en mente la próxima vez que

tengas una opción.”

“Púdrete,” dijo Altman.

Stevens sonrió. “Puedo enviarte de regreso con Krax en cualquier momento,” dijo. “Mantén eso

en mente.”

Altman no contesto.

“La única razón por la que estás aquí ahora,” dijo Stevens, “es porque tengo un trabajo para ti.

Hubo una revuelta entre creyentes y no creyentes el otro día que dejo un saldo de muertos. La

gente está escogiendo bandos. Si esto sigue así, más personas morirán. Me gustaría evitar eso y

creo que tú puedes ayudar.”

“Cómo?”

“Los creyentes confían en ti,” dijo. “Podrían escucharte.”

“La señal pulsante está siendo transmitida otra vez,” dijo Altman. “El conflicto entre creyentes y

no creyentes difícilmente es el mayor de sus problemas.”

“No,” admitió Stevens, “pero uno alimenta al otro. Estas aquí en lugar de seguir con Krax y sus

cuchillos porque Markoff cree que existe la posibilidad de que ayudes a mantener las cosas

estables.”

“Y si digo que no?”

Stevens se encogió de hombros. “Entonces volverás con Krax. Y si no te comportas o intentas

agitar aún más a los creyentes, yo mismo te disparare. Pero mantén las cosas estables y evitaras

que más gente muera. Y no es necesario que te advierta que serás vigilado en todo momento.”

“Quiero hablar con Ada primero,” dijo Altman.

Stevens dudo por un momento. “No,” dijo finalmente.

“Por qué no?”

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“Tendrás que confiar en mi cuando te digo que está a salvo,” dijo Stevens. “Si todo sale bien, te

dejare hablar con ella.”

Field estaba ahí, muchos otros científicos que él reconocía también, todos ellos felices de verlo

otra vez. Field le conto sobre el enfrentamiento armado con los militares, las muertes. También le

mostro donde había sido disparado en el pie, pero no se quitó la ropa.

“Eso debió doler,” dijo Altman.

Field sonrió felizmente. “Sin la morfina, no sería capaz de caminar,” dijo. “Pero eso no importa,”

dijo. “Yo no soy importante.”

“Claro que lo eres,” dijo Altman, acariciando su hombro como si estuviese loco.

Field sacudió su cabeza. “Lo que importa es que las cosas han comenzado a cambiar. Muchos de

nosotros están muertos ahora y muchos otros estamos locos. Los que quedan tienen una

perspectiva diferente.” Agarro a Altman de la camisa, acercándolo, la rara sonrisa de morfina

seguía pegada a su rostro. “Los que quedamos,” dijo en un susurro estable, “creemos.”

“Si tú lo dices,” dijo Altman, intentando liberarse.

“Es el Marker,” dijo Field. “Habla con nosotros.” Dio a Altman una mirada intrigada. “Hablo contigo

también. Eso te hace un creyente. Está separando ovejas de cabras. O crees o mueres.”

“Es una locura,” dijo Altman.

“Lo es?” dijo Field. “Mira cuantas personas han muerto ya. Mira cuantos están locos. Es eso

normal? Puedes explicarlo de otra manera?”

“Hay otras explicaciones,” dijo Altman. “Tiene que haber.”

“Como qué?” pregunto Field. Cuando Altman no contestó dijo, “Se uno con el Marker Altman.

Acepta su mensaje de unidad. Únete a nosotros.”

Finalmente lo soltó. Altman dio un paso atrás, intentando no mostrar a Field cuan perturbado

estaba realmente. Loco, muerto o religioso—que clase de opción era esa?

“Más y más personas creen en nuestra unitologia,” dijo Field con la misma sonrisa. Busco

torpemente dentro del cuello de su camisa agarrando una cinta de cuero. La saco hacia afuera. Al

final había dos piezas de metal enrolladas entre sí para formar una representación del Marker.

“Cuando somos débiles,” dijo Field, “llamamos esto.” Lo envolvió en su pulo, cerro sus ojos y

comenzó a susurrar algo una y otra vez, un canto ritual o una plegaria, lo suficientemente suave

para que Altman no lograra descifrarlo. Aparto su mirada de Field y vio que la mayoría de los que

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lo rodeaban hacían lo mismo, cada uno sosteniendo algo y susurrando hacia sus puños apretados,

con sus ojos cerrados. Lentamente pudo alejarse del grupo y salir del lugar.

Sus interacciones con los investigadores fueron radicalmente diferentes de lo que habían visto

antes. Antes, había una separación entre el círculo íntimo de Markoff y los demás científicos;

ahora todo el mundo parecía inclinarse a trabajar juntos. Había un nuevo sentimiento de urgencia,

una idea—mayormente por las alucinaciones (o “visiones” como los creyentes las llamaban)—que

el tiempo era la esencia.

Por el primer día o dos, solo escucho. Investigador tras investigador se aproximó a él, reportándole

todo lo que habían descubierto. La mayoría de ellos tenían sus rostros iluminados con fanatismo,

ya fuera fanatismo religioso o por el descubrimiento. Sea cual fuere, lo asustaba.

Al ir escuchándolo, comenzó a ver los datos de las pruebas, y comenzó a interactuar directamente

con el Marker mismo, se había convencido de que estaba en lo cierto desde el principio, el

propósito del Marker no tenía nada que ver con el bien de la humanidad, aunque era incapaz de

determinar cuál era ese propósito. Acostado en la cama, solo en la noche, preguntándose donde

estaría Ada y si aún seguía envuelta en la locura del Marker, girando su cabeza se preocupaba cada

vez más. Toda la charla sobre la Convergencia y la vida eterna que habían empezado con las

alucinaciones no era tanto una mentira, sino algo relacionado al Marker, intentando expresarse en

términos humanos, manipulando los recuerdos de seres queridos y reconfortándonos con sus

palabras. Pero que era ese algo? Los seres que lo habían creado? Algún tipo de mecanismo de

protección? Algo totalmente diferente?

Y sea lo que fuere, estaba perdiéndose en la traducción: nadie estaba seguro de que era lo que el

Marker quería que hicieran. Volviéndose más y más nervioso, abrió un videolink con Stevens.

A pesar de la hora, Stevens no parecía haber estado durmiendo. Cuando contesto, su voz sonó

igual que siempre.

“Altman,” dijo, sin una pizca de sorpresa. “Que puedo hacer por usted?”

“Está despierto?”

“No duermo mucho estos días,” dijo Stevens. “Muy ocupado hablando con los muertos.”

“Tengo algo que necesito hablar,” dijo. “Es sobre el Marker, sobre los mensajes que parece enviar

a través de las alucinaciones. No sé a quién más consultar.”

“Adelante,” dijo Stevens. “Yo mismo he estado pensando en eso.”

“Me pregunto sobre su propósito. No sé si deberíamos confiar en ellas.”

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“Prosigue.”

“Creo que entendemos lo que el Marker dice positivamente porque estamos inclinados a creer en

una vida más allá de esta y porque nos habla con las voces de personas cercanas a nosotros.”

“Es justo,” dijo Stevens. “Claramente quiere que pensemos de forma positiva.”

“Pero si escucha atentamente lo que las alucinaciones están diciendo e intenta pensar en ellas

como las palabras de una presencia alienígena canalizada a través de memorias humanas, e

intentas olvidar que lo escuchas de boca de alguien amado, hay otra interpretación para la

Convergencia, para volverse uno.”

“Si,” dijo Stevens.

“Y si la Convergencia no significa vida eternal o trascendencia, sino subordinación radical? Y si se

refiere a la unidad como algo más literal, la destrucción del individuo para formar una comuna

mayor?”

“De la manera en que algunas colonias de insectos funcionan,” dijo Stevens. “Los individuos se

sujetan a la voluntad de la colonia, una especie de mente de colmena que controla a todos los

individuos.”

“Si,” dijo Altman. “O tal vez incluso más extremo. Y si está siendo literal? Y si quiere

transformarnos de muchas criaturas en una sola?”

“Eso no suena posible,” dijo Stevens.

“Es un nuevo territorio,” dijo Altman. “Difícilmente sabemos que es posible y que no. En cualquier

caso, es peligroso. Podríamos dirigirnos a la destrucción en lugar de a una utopía.”

“Lo que genera una importante pregunta,” dijo Stevens tranquilamente

“Cuál es?”

“Lo que sea que busquemos obtener del Marker, podemos verlo como algo minado de poder o

algo para será dorado o un objeto de inquisición científica, estamos usando al Marker o el Marker

no utiliza a nosotros?” Por primera vez, el exterior suave de Stevens se rompió, y Altman vio algo

como un brillo de ansiedad atravesándolo. Cubrió sus ojos con su mano. Cuando, luego de un

momento, movió su mano, el suave exterior había vuelto.

“Una cosa más,” dijo Stevens. “Los muertos hablan algo de unidad, otros sobre un reloj corriendo.

A que se refiere esto? Como se relaciona con la Convergencia? El Marker está despertando para

castigarnos por no aprovechar nuestro tiempo aquí?”

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“No lo sé,” dijo Altman. “Podría ser algo menos amenazante, pero creo que puede ser ma. Los

muertos actúan como si debiéramos enfrentar una fecha límite. Una fecha límite que

evidentemente hemos cruzado. La Convergencia se discute como recomenzando, pero no sé si se

trata de un comienzo fresco para nosotros. Tal vez solo será un comienzo fresco solo para el

Marker, o lo que sea que lo controle. Tal vez la Convergencia significa limpiarnos de la pizarra para

comenzar un nuevo ciclo, una nueva fase de cual sea el extraño proceso del que tomamos parte.”

“Si tienes razón,” dijo Stevens, “la raza humana está al borde de la extinción. De cualquier modo,

la Convergencia representa el fin de la vida como la conocemos.”

“Si,” dijo Altman.

“Entonces que debemos hacer?”

“Debería ser detenido,” dijo Altman. “Pero no es como hacerlo. Ahora que está activo, no creo que

ayude simplemente hundir el Marker nuevamente. Tenemos que satisfacerlo lo suficiente para

silenciarlo y que nos deje tranquilos por un tiempo, pero no lo suficiente para que continúe con la

Convergencia. No se me ocurre otra cosa que hacer más que seguir intentando entender lo que

nos dice antes de que sea demasiado tarde. Tal vez una vez que lo entendamos, podamos

entender cómo hablar con él.”

“Pero podrías estar equivocado,” dijo Stevens. “El Marker podría realmente prometernos la vida

eterna.”

Altman asintió. “Podría equivocarme,” dijo. “Pero no creo estarlo. Dímelo tú mismo: los suicidios

aumentan, los crímenes violentos también. Los dolores de cabeza de algunos son tan fuertes que

intentan quitárselo golpeando sus cabezas contra la pared hasta que se abren. Todas las camas de

la enfermería están llenas y aún hay gente gritando sin un lugar donde ir. Científicos alguna vez

respetables ahora pintan las paredes con su propia mierda. Acaso eso le suena a vida eterna??”

Stevens suspiro. “Podría tratarse de un estado intermedio. Sabes cuál era la propuesta de Pascal?”

pregunto.

“Quien es ese?” preguntó Altman.

“Blaise Pascal,” dijo Stevens. “Un filósofo del Siglo XVII. Casi olvidado ahora, aunque una de las

primeras naves destruidas durante las operaciones lunares fue nombrada en su honor. Su

propuesta era que la existencia de Dios no podía ser determinada por la razón, un individuo debía

vivir como si Él existiera, ya que perdería muy poco si no existía y ganaría mucho en caso de que

existiese.”

“Que tiene que ver eso con—”

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“Estoy llegando a eso,” dijo Stevens. “Puedo creer en lo que me estás diciendo o puedo creer que

el Marker tiene nuestros intereses como prioridad. Si creo lo que tú me dices, eso significa que es

muy probable que la humanidad sea una causa perdida de todas maneras y pasare mis últimos

días golpeando mi cabeza contra un problema que no tiene solución. Si creo que el Marker tiene

nuestro bienestar en mente, entonces puedo avanzar lleno de esperanza, hacia mi propia

salvación.”

“Oh Dios mío, te has convertido en un creyente,” dijo Altman.

“Por qué crees que convencí a Markoff para que te liberara? Tengo que desearte la mejor de las

suertes,” dijo Stevens. “Si tu estas bien y yo estoy equivocado. Espero que puedas encontrar la

forma de salvarnos a todos. Si tu estas mal y yo tengo razón, entonces tengo todas las de ganar

con solo creer.”

“No es así como funciona la fe,” dijo Altman. “No puedes simplemente decidir qué quieres creer.”

“Aparentemente tú no puedes,” dijo Stevens. “Pero yo puedo. Espero que estés equivocado.”

Altman lo vio estirarse y cortar el link.

La actitud de Stevens, noto Altman, era probablemente compartida por muchos, aunque muy

pocos podrían sonar tan racionales o coherentes en la forma de deliberadamente cerrar sus ojos al

peligro. Al compartir esta idea con sus colegas, se arriesgaba a ganar su resentimiento o incluso a

que lo ataquen. Aún si le creían, podría significar pánico y miedo, y la depresión podría

comprometer sus habilidades en el trabajo.

No, iba a arriesgar su propia apuesta: la propuesta de Altman. Pretendería estar de acuerdo,

avanzar con el cumplimiento de la voluntad del Marker en mente, y en el último minute, una vez

que haya aprendido lo suficiente para destruirlo, girar las cosas. Si ganaba, entonces la vida

continuaría como hasta ahora. Si perdía, probablemente moriría, al igual que el resto del mundo.

No eran buenas probabilidades, pero eran las únicas que tenía.

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54

Fue Showalter quien hizo el avance inicial al sugerir una posible función para el Marker. Los

símbolos, teorizo, eran códigos matemáticos que simbolizaban el ADN. El Marker en sí mismo era

una representación de una secuencia de ADN.

Los científicos se dedicaron a decodificar la secuencia. Otro científico, un radio astrónomo llamado

Grote Guthe, hizo el siguiente avance, sugiriendo que la señal transmitida por el Marker podía

leerse como la transmisión de una secuencia de código genético. Field se aseguró de que Altman

se enterara de ambas.

El equipo de Showalter secuencio al Marker en sí mismo, y obtuvo como resultado un perfil

genético que era, al menos así informó a Altman, notablemente similar al de los humanos.

“Entonces, algo como los humanos?” dijo Altman.

“Tal vez,” dijo Showalter. “Tal vez algo exactamente como los humanos. Creo que el Maker tiene

el código de AND de nuestros ancestros.”

“Así que graba nuestro código genético,” dijo Altman. “Y eso qué?”

“No solo lo graba,” dijo Showalter. “Creemos que también lo transmite, deliberadamente

cambiando la estructura genética en organismos humanos existentes. Podría, de hecho, ser el

origen de la vida humana.”

Altman no sabía que decir. Era escalofriante pensar que la vida humana nunca hubiese

evolucionado naturalmente, ni se trataba de un regalo de Dios sino que era, en cambio, obra del

Marker.

“Pero por que retransmitiría nuestro código genético?” preguntó Altman. “Ya hemos

evolucionado. Cuál sería el punto de eso?”

“Has hablado con Grote Guthe?” preguntó Showalter. “Él encontró algo. Por Dios santo, ve a

hablar con Grote.”

Y así lo hizo. El científico alemán no era lo que Altman esperaba; era pequeño y muy delgado, y

tenía una enfermedad en la piel que lo había dejado sin cabello. Se veía inofensivo. Parecía estar

esperando a Altman.

“Si,” dijo, “Herr Doktor Field me ha dicho sobre usted. Es uno de nosotros, si?” Altman no asintió

ni sacudió su cabeza, pero Guthe continuo. “Quiere saber sobre el pulso,” dijo. “Sobre si mi equipo

ha decodificado el pulso. Tal vez Herr Doktor Shovalter le ha dicho algo, si?”

“Si,” dijo Altman.

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“Hemos decodificado el pulso, quizás. Pero nos encontramos con una complicación.”

“Cuál es la complicación?”

“Mi equipo ha decodificado la señal y creemos que la decodificación es correcta. Entendemos que

es un código y entendemos de qué código se trata. Herr Doktor Shovalter cree que ha

decodificado la señal y el también, cree haberlo hecho correctamente. La complicación es que

tenemos diferentes respuestas. Para é les un código que es un paso adelante en la secuencia para

la vida humana. Para mi es algo completamente distinto, no correlacionable con ninguna especie

conocida. Estoy haciendo una versión sintética de mi respuesta, para observarlo desde cerca.”

“Tal vez uno de ustedes está equivocado,” dijo Altman.

“Tal vez,” dijo Guthe. “O tal vez la señal pulsante está transmitiendo un código diferente que ha

sido grabado en el Marker.” Se inclinó y dio a Altman una estable mirada. “Debo decirle algo,” dijo.

“Yo soy un creyente, no debe dudar de mi fe. Pero también soy un científico. He observado

cuidadosamente los cálculos de Herr Doktor Shovalter e igualmente cuidadoso al observar los

míos. Nuestros cálculos son correctos. Si el Marker fue el inicio de la vida humana, entonces no

tiene necesidad de transmitir esto ahora. Y aun así, está comunicando un pulso, uno con un código

genético nada familiar. Tal vez está comunicando el pulso, pero tal vez es un pulso fallido con un

código genético fallido. Tal vez este Marker ha comenzado un proceso de deterioro.”

“La Convergencia,” dijo Altman.

“Pero tal vez simplemente se ha confundido,” dijo Guthe. “Debemos intentar entenderlo.

Debemos trabajar junto a él.”

“Qué tal si eso es lo que pretende hacer?” dijo Altman.

Guthe saco su collar fuera de la camisa, apretó el icono del Marker en su puño. “No, no puede

pretender eso,” insistió. “El Marker está aquí para nosotros. Simplemente se ha confundido.” Y

entonces miro a Altman en busca de guía.

Altman solo asintió y se fue sin decir una sola palabra más. Estoy rodeado por lunáticos, no podía

evitar pensar. Fanáticos.

Pero luego esa noche, comenzó a dudar. Y si Guthe tenía razón? Y si el Marker solo estaba roto?

Tal vez podrían repararlo con solo regresar el fragmento que obtuvo del recolector de muestras al

lugar donde pertenecía.

Eso es ridículo, pensó. Estaba transmitiendo la señal antes de que la muestra fuese tomada.

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Se recostó en la cama, mirando al techo hasta que otra idea llego a él. Pero tal vez estaba

transmitiendo una señal diferente, la señal correcta.

No podría dormir hasta que lo intentara.

Despertó a Showalter y le explico lo que quería hacer.

“Ya lo intentamos,” dijo Showalter. “No cambia en nada.”

“Pero tal vez—”

“El fragmento faltante no es crucial,” explico Showalter. “De hecho, ninguna pieza individual es

crucial. El Marker es una estructura compleja pero replicada internamente. Aún si hay partes rotas

o dañadas, seguirá funcionando. Probablemente la única manera de detener su funcionamiento

seria pulverizarlo.”

Deprimido, Altman regreso a su cama. Marco un punto para el Marker. No estaba roto, o al menos

no de alguna forma que pudieran comprender. Lo que significaba que actuaba de esa manera por

otras razones. O estaba trabajando para su bien, o su destrucción.

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55

Herr Doktor Guthe estuvo despierto por horas. Con la ayuda de su equipo, logro secuenciar la

hebra de AND y luego ensamblarla biotecnicamente con un nanosistema. Entonces

meticulosamente revisaron los resultados para cerciorarse de estar en lo cierto. Era algo simple,

difícilmente el tipo de trabajo del que pudiera estar orgulloso, pero era acertado. Si lograba que se

replicara, sería capaz de hacer extrapolaciones sobre la hebra original sobre el propósito de la

mutación, y esto podría indicarle si el Marker estaba roto o trabajaba intencionalmente de esa

manera.

Su equipo permaneció con él a toda hora, hasta el momento en el que inyectaron la secuencia

dentro del núcleo de cuatro docenas de células embrionicas de ovejas, seguida de químicos que

favorecerían la división. Luego de eso, no había nada que hacer más que esperar. Funcionaria o

no.

Por primera vez en varias horas, vio a su equipo, estaban agotados y adormecidos, algunos de

ellos apenas se mantenían en pie. Así que los envió a dormir.

Herr Doktor Guthe tuvo la intención de ir a dormir también. Solo que no estaba cansado. De

hecho, no podía recordar la última vez que estuvo cansado. No había dormido en días.

Así que se mantuvo despierto, solo, en el laboratorio. Espero, sin moverse, sentado en su

banquillo. Sentía como si hubiese entrado en un estado mental completamente diferente, uno que

no necesitaba sueño. Espero nunca tener que dormir otra vez. Esto, estaba seguro, se debía al

Marker.

Tras pensar en la palabra, saco su collar nuevamente y lo apretó con fuerza en su puño. Volvería

ella? Si lo pensaba con suficientes fuerzas, volvería ella?

Y entonces ella salió de la pared hacia él. Al principio no era más que una distorsión, pero él apretó

aún más su colgante y se concentró, ella comenzó a cambiar. El sombrío aire a su alrededor se

desvaneció y su figura cobro vida—alta, delgada, un rostro perfecto salvo por una pequeña cicatriz

sobre su mejilla izquierda.

Te extrañe, dijo ella.

“Yo también te extrañe,” contesto él.

Ella sonrió, y algo de sangre rodo por su labio, pero no mucha. Él intento ignorarlo. Excepto por la

sangre, adoraba la forma en que sonreía.

Que estás haciendo? Pregunto ella.

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“Un experimento,” dijo él. “Estoy tratando de entender aquello que te trajo de vuelta a la vida.”

Me alagas. Pero desearía que no lo hicieras.

“Quisiera haber hablado contigo en aquel entonces,” dijo. “Cuando estabas con vida. Te

observaba, lo sabes. Te seguía a todos lados.”

Lo sé, dijo ella.

“Y entonces falleciste y creí que había perdido mi oportunidad. Pero ahora estas aquí otra vez.”

Solo soy una proyección de tu mente, dijo ella. Tú sabes eso. Tú mismo me lo dijiste. Sabes que soy

una construcción hecha de tus recuerdos.

“Lo sé,” dijo. “Pero te ves tan real.”

Ella sonrió nuevamente, esta vez más amplio, y la sangre comenzó a rodar por su mejilla hasta su

barbilla. Él la encontró así, hace veinte años. Ni siquiera sabía su nombre. Entonces, como ahora,

no estaba seguro de lo que había pasado con ella. Así que estaba tan muerta como cuando él la

encontró. Pero ahora seguía muriendo y siendo regresada a la vida.

No debes… comenzó a decir ella, y luego lentamente se desvaneció. Él suspiro. Nunca llego mucho

más adelante con el mensaje del Marker, nunca había oído tanto como sus colegas. Él asumió que

era porque su deseo de ver a la chica era muy fuerte, muy intenso.

Observo los platos de cultivo, se sorprendió al ver que las cuarenta células en los cuarenta

receptáculos se habían multiplicado. No tenía precedentes. Tampoco había precedentes para la

velocidad con la que se habían multiplicado—nunca había visto nada parecido. Habían pasado solo

algunas horas, y la muestra ya era visible al ojo desnudo.

Siguió observando cada receptáculo durante la siguiente hora, hasta que todos comenzaron a

llenarse con una substancia rosácea similar a cualquier tejido biológico. Debería mirar más de

cerca? Por qué no: había muchas muestras. Que mal haría si mirara solo una?

Abrió uno de los receptáculos y corrió una leve carga eléctrica a través de la muestra. La

substancia rosácea se movió, como si lo hubiese sentido. Tal vez lo hizo.

Giro el receptáculo y lo vacío sobre la mesa. La substancia permaneció allí, ondulándose

levemente. Cuidadosamente, la corto al medio con un escalpelo. Observo un espacio vacío

formarse entre las dos mitades, y luego las vio unirse nuevamente en una misma hoja, sin dejar

ninguna cicatriz visible.

Maravilloso pensó.

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Aún experimentaba con el tejido cuando el rostro de su abuela apareció, flotando justo sobre la

mesada. Asustado, salto de su banquillo.

Seguro, amaba a su abuela, pero no tanto como amaba a la chica. O tal vez solo era diferente:

había conocido a aquella chica solo por un momento, y por eso su amor por ella era puro e

inalterado. Sus sentimientos hacia su abuela eran mucho más complejos. Luego de que sus padres

murieron, ella se hizo cargo de él. Lo trataba bien, pero era vieja y gruñona y a veces hacia cosas

que él tardaba bastante en entender. Y entonces, un día cuando él ya era algo mayor, ella

simplemente desapareció. Incluso entonces él básicamente entendió que algo debió haberle

pasado, algo que no pudo evitar, que tal vez había sido asesinada. Pero a una parte de él le

costaba trabajo no sentir resentimiento por que no regresara.

“Que quieres?” pregunto en alemán.

Es esa manera de tratar a tu abuela? Dijo ella. Hablaba en un inglés pesadamente acentuado,

aunque él sabía que de ser real, estaría gritándole en alemán.

“Lo siento,” dijo él. “Has aparecido, me imagino, porque hubo algo que la chica no pudo expresar.

Tú sabes que te amo.”

Así me gusta más, dijo ella, y le dio un caramelo envuelto en celofán. Siempre hacia eso cuando

estaba con vida. Intento tomarlo, pero su mano solo lo atravesó.

Es hora, dijo ella. Has aprendido demasiado. Es hora.

Hora de qué? Él no se había sentido completo desde que perdió a su abuela. Y ahora estaba aquí

otra vez, pero no lo estaba al mismo tiempo. Podía verla y oírla, pero no tocarla ni olerla. Toda su

vida había sido así, una vida de perdidas, primero sus padres y luego su abuela. Al final, todo lo

que le quedaba era su laboratorio, la única cosa en la que podía contar. Su laboratorio nunca lo

había decepcionado.

Me estas escuchando? Pregunto ella, chasqueando sus dedos. Entiendes lo que estoy diciendo?

Debes detener esta investigación ahora mismo!

Detener su investigación? Sintió ira creciendo dentro suyo. Ella nunca entendió lo que intentaba

hacer, así que por que debería sorprenderlo que no lo hiciera ahora? “Pero estoy trabajando en

algo importante,” dijo. “Estoy haciendo descubrimientos que van más allá de la imaginación

humana.”

Lo que estás haciendo es peligroso, dijo ella. Confía en mi hijo. Te digo esto por tu bien. El Marker

te destruirá. Debes detenerte antes de que sea tarde.

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Sus ojos se llenaban de lágrimas. Detener su trabajo? Que otra cosa le quedaba? No es realmente

ella, se decía a sí mismo. El Marker solo había tomado prestadas su imagen y su voz. Por qué no

podía seguir siendo la chica? Él la amo pero nunca la tuvo, así que nunca podría extrañarla de la

misma forma en que extrañaba a su abuela. Y ahora intentaba manipularlo, intentando usar a su

abuela para hacer que se detenga.

“Por favor, vete,” dijo intentando no mirarla. “Es demasiado.”

Demasiado? Decía ella. Su voz era un poco más aguda ahora, lo ponía nervioso. Necesito que me

escuches Grote. Esto es muy importante.

Él gimió. No podía escuchar; no podía soportarlo. Cubrió sus oídos, pero de alguna manera aún

podía oírla. Sacudió su cabeza hacia atrás y adelante y comenzó a cantar tan alto como podía. Pero

aún podía escucharla, aún podía oír sus palabras, pero no podía distinguirlas exactamente. Ella

solo se quedaba ahí, hablando, negándose a irse.

Cerró sus ojos, la voz de ella seguía zumbando. Que podía hacer? Estaba tan cansado, solo

necesitaba descansar. Como podía hacer que se fuera?

Confusamente, se dijo a su mismo, era un construcción mental: su construcción mental. Si

simplemente dejaba de pensar, ella tendría que irse. Todo lo que tendría que hacer era perder la

conciencia y estaría bien.

Había una jeringa en el cajón, una jeringa fresca. Tuvo que descubrir sus oídos para buscarla, y de

repente sus palabras atravesaban con más fuerza su cráneo. No Grote! Grito ella. Detén esta

locura ahora mismo! No has entendido nada. Te vas a hacer daño.

Él temblaba. Necesitaba un sedante. Ahí estaba, sobre la mesa.

Grote! Dijo ella. No lo ves? Esto es lo que el Marker quiere! No estás pensando correctamente.

Detente y escucha!

“Déjame solo,” murmuro.

Prepare la aguja y lleno la jeringa de fluido. Era más denso de lo que pensaba, difícil de llenar la

jeringa con él. Aún escuchaba a su abuela gritando cuando ato su brazo buscando una vena y

acercando la jeringa hacia ella.

Grote, por que estás haciendo esto? Pregunto ella.

“Solo necesito dormir,” dijo, y enterró la aguja. “Solo algunas horas de sueño.”

Quemo al entrar, y entonces su brazo comenzó a picar. Su abuela lo miro con una horrible mueca

de corazón roto.

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Crees que eso es un sedante? Dijo ella. Sacudió su cabeza y camino hacia atrás con una mirada de

horror en su rostro. No es eso. Has apresurado la Convergencia. Debes apresurarte a llegar al

Marker, dijo ella. Rodeando al Marker hay un espacio muerto que detendrá el progreso de esta

cosa en tu interior. Ve ahí y muestra a los otros lo que te ha pasado, adviértelos. Debes

convencerlos para que dejen el Marker en paz. Debes intentar detener la Convergencia antes de

que sea demasiado tarde. Es urgente que los convenzas Grote. Muy, muy urgente. Y lentamente

se disolvió en la nada.

Se sentó ahí por un momento, aliviado, antes de darse cuenta de que su abuela no decía todo eso

solo para molestarlo; decía la verdad. Oh Dios, pensó, mirando hacia el receptáculo vacío, la

jeringa vacía, dándose cuenta de lo que acababa de inyectarse. Miro a su brazo, la extraña

inflamación de su brazo, el doloroso movimiento ondulante que ahora estaba en lo profundo de

su brazo.

Se estiro y activo la alarma, pero entonces vio que no podía sentarse derecho. Algo estaba mal.

Algo estaba comenzando a cambiar. Su brazo picaba, se había entumecido, y el movimiento

ondulante era más grande ahora, se había dispersado. Tenía que salir, tenía que ver al Marker,

hablar con él. El Marker lo salvaría, su abuela lo había dicho.

Se apresuró a salir por el pasillo, tomo la espiral hacia abajo. La alarma sonaba, gente había

comenzado a aparecer, confundidos. Se abalanzo sobre dos laboratorios para los que tenía llave y

entonces por un corredor transparente con el movimiento del agua jugando en sus paredes.

Ahí, al final, estaba la puerta a la recamara del Marker, dos guardias parados frente a ella.

“Déjenme entrar,” dijo.

“Lo siento Profesor Guthe,” dijo uno de ellos. “Hay un alerta. No la escucha?” dijo el otro con una

extraña voz, “Que sucede con su brazo?”

“Yo soné la alarma. Es por eso que debo entrar. El brazo,” balbuceo. “Necesito hablar con él sobre

el brazo.”

“Hablar con quién?” dijo el primer guardia sospechando. Ambos guardias habían preparado sus

armas.

“Con el Marker idiota!” dijo él. “Necesito que me diga que va a pasar conmigo!”

Los dos guardias intercambiaron miradas. Uno de ellos comenzó a hablar a través de la unidad de

comunicaciones rápidamente; el otro activamente apunto el arma hacia él.

“Ahora Profesor,” dijo. “Cálmese. No hay nada de qué preocuparse.”

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“No,” dijo él, “no lo entienden.”

Había más personas en el pasillo ahora, detrás suyo, observándolo, confundidos.

“Todo lo que quiero es verlo,” les suplico.

“Que sucede con su brazo?” alguien detrás suyo pregunto.

El brazo estaba retorcido ahora, su mano miraba hacia atrás, como si hubiese sido cortada, girada

y reconectada. Ya no era solo su brazo, también en su hombro y su pecho, todo estaba cambiando.

Intentó hablar, pero solo emitió un profundo gemido. Las alarmas seguían sonando. Se adelantó

un paso y ahora los guardias gritaban.

Levanto su brazo frente a él y ellos retrocedieron, quitándose lentamente del medio. Disparare!

Dispararé! Gritaba uno de ellos, pero no lo hacía. Guthe estaba en la puerta ahora, pasando su

tarjeta. Una bala se enterró en su pierna, pero no importaba, apenas lo sintió. Entonces la puerta

se abrió y él cayó hacia adentro.

La recamara estaba vacía excepto por él y el Marker. Se adelantó hacia él, su pierna herida fallaba

debajo suyo. Se arrastró en sus rodillas hasta que pudo tocarlo.

Lo que sea que estuviese pasando con su brazo se detuvo. No mejoraba, pero tampoco

empeoraba. El Marker estaba ayudando. Lo estaba deteniendo. Suspiro aliviado hasta que sintió el

punzante dolor en su pierna.

Se quedaría ahí, protegido por el Marker. Una vez que determinara lo que había pasado, podría

poner a su equipo a trabajar para ayudarlo a mejorar. En el peor de los casos, tendría que amputar

su brazo.

La alarma se detuvo y pudo pensar mejor. Haría que alguien mudara su laboratorio allá abajo y ahí

continuaría con su trabajo. Movió su pierna, grito por el dolor. Por la esquina de su ojo vio una de

las puertas de los lados abriéndose. Giro y reconoció a uno de los lideres, el hombre que

comandaba a los guardias, el que tenía esa cara brutal. Como se llamaba? Ah, sí, Krax. Él era quien

lo ayudaría a mover su laboratorio. Y había traído consigo otros hombres, muchos otros, jóvenes y

saludables. Todos ellos podrían ayudar.

Apenas abrió su boca para hablar cuando Krax levanto su pistola y le disparo en la frente.

“Eso no era necesario,” dijo Markoff detrás suyo.

“Es gracioso,” dijo Krax. “Realmente nunca lo imagine siendo del tipo compasivo.”

“No lo soy,” dijo Markoff. “Pero valía la pena investigar su condición mientras estaba con vida.”

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Krax se encogió de hombros.

Markoff le dio una mirada tranquila. “Dales el cuerpo para examinarlo. Y cuídate,” dijo. “No

comiences a asumir que no eres desechable. Eres más desechable ahora que hace diez minutos.”

Giro sobre su talón y se fue.

Krax lo vio irse, sintiéndose al mismo tiempo algo contrariado y algo asustado, y luego lo siguió.

“Tomen el cuerpo,” dijo a los guardias. “Llévenlo a uno de los laboratorios y déjenlo ahí.” Miro al

grupo de investigadores. “Cual de ustedes tiene experiencia en disecciones?” pregunto. Casi todos

ellos levantaron sus manos. Eligio a tres de ellos al azar. “Examínenlo de cerca y díganme que le

está pasando.” Y entonces se abrió paso a los empujones a través de la ya dispersa muchedumbre

y se fue.

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56

El cuerpo de Guthe comenzó a cambiar al poco tiempo de que los guardias lo subieran a una

camilla y lo sacaran de la habitación, pero al estar cubierto por una sabana, no lo notaron. Se

escuchaban extraños sonidos proviniendo de él, similares a quebraduras, que ellos asumieron era

el sonido de la camilla moviéndose por la pasarela o el golpear de sus botas.

Lo llevaron a uno de los laboratorios y lo movieron sobre la mesa, la sabana seguía cubriéndolo.

Los tres disectores los seguían en la distancia, susurrando, sosteniendo sus colgantes. Entraron a la

habitación tan pronto como los guardias se fueron.

“Deberíamos contactar a Field,” dijo el primero de ellos. “Él querrá saber.”

Uno de los otros asintió. “Lo llamare,” dijo, y activo el sistema de comunicación del cuarto.

Un extraño y húmedo sonido se escuchó debajo de la sabana, seguido de un chasquido, como un

hueso quebrándose. La sabana se movió.

“Que es eso?” pregunto uno.

“Solo es el cuerpo asentándose,” dijo otro.

“No sonó de esa manera para mí,” dijo el primero.

“Hola, Field?” dijo el tercero en el comunicador. El rostro cansado de Field apareció en la

holopantalla.

“Hideki,” dijo. “Por qué me llamas tan tarde? Que sucede?”

Otro crack se escuchó bajo la sabana, incluso más fuerte esta vez. La figura debajo cambio

notablemente.

“Que fue eso?” pregunto Field.

“Dame un minuto,” dijo Hideki.

“Eso es más que un cuerpo asentándose,” dijo uno de los otros.

“Tienes razón,” dijo el tercero.

Lentamente avanzaron. Uno de ellos se estiro y tiro de la sabana, dejándola caer al suelo.

Lo que yacía debajo ya no parecía humano. La cabeza seguía ahí, pero ahora estaba embutida en

una cortina de carne, en la deformación que solían ser sus hombros. Estaba inanimado, apenas

moviéndose, lo que quedaba de su pecho subía y bajaba con rápidos movimientos.

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Las piernas se habían atrofiado y los brazos habían crecido. El cuerpo se había aplanado y las

costillas y la piel parecían haberse abierto para formar una estructura similar a alas entre la

muñeca y lo que quedaba del tobillo, como el cuerpo de una manta raya. Tenía un poco saludable

y morboso color. Los ojos se habían hundido y tenían un extraño brillo.

“Profesor Field, está viendo usted eso?” preguntó Hideki.

“Que es eso?” dijo Field.

“Oh Dios mío,” dijo uno de los otros.

Hubo otro fuerte sonido, y el cuerpo cambio aún más, lo que quedaba del rostro se hundió,

perdiéndose excepto por los ojos y la boca, que ahora era poco más que un hoyo. Se partió al

medio al final, disolviéndose en una más de tentáculos o antenas, casi insectoide. Las manos y pies

temblaron y ganchos de hueso se formaron en su lugar. Emitió un agudo sonido y comenzó a

retorcerse.

Field les grito que corriera. La alarma comenzó a sonar otra vez. El Profesor Hideki Ishimura huyo,

su único pensamiento era alejarse lo más posible. Los otros dos investigadores quedaron

paralizados por el miedo. “Corran!” seguía gritándoles Field. “Corran!” Pero no se movían. La

criatura giro sobre sí misma. Se sentó ahí, apoyada en el borde de la mesa, silbando levemente, su

cuerpo se hinchaba y deshinchaba.

Uno de los científicos grito apenas y se apresuró a la puerta. La criatura salto, envolviéndolo por

los hombros y alrededor de su rostro, presionando fuertemente. Él gritaba, hasta que de repente

fue silenciado. A través de la señal de video, Field observo una extraña probóscide surgir

espontáneamente de la criatura y con un sonido desgarrador apuñalo el ojo del investigador,

perforando profundamente dentro de su cráneo. Latía, inyectando algo.

El otro se dirigió a una de las esquinas, gimiendo, cerrando sus ojos con fuerza. “Corre!” grito Field

nuevamente, pero él no presto atención.

El primer investigador había colapsado, la criatura retiro su probóscide y lentamente se alejó de él.

Un minuto después, tal vez incluso segundos después, comenzó a cambiar, su cuerpo comenzó a

temblar. Bajo la mirada de Field, su cuerpo se tornó de un color lavanda profundo, casi purpura. Se

escuchaba un sonido desgarrador y húmedo, y espadas de hueso crecieron desde sus hombros,

sus extremidades superiores se fusionaron con el pecho, sus antebrazos y dedos flexibles ahora

parecían nacer desde la pared estomacal. Su cabello cayó, sus ojos se volvieron huecos, sus oídos

se desprendieron de su rostro y se fundieron con su cuello. Lentamente se paró y se dirigió a la

puerta. El ultimo científico seguía agachado en la esquina, llorando. La criatura que había sido

Guthe, torpe en el piso ahora, se arrastró con dificultad hacia él y salto. Field cortó la

comunicación para no tener que escuchar los gritos.

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57

Estaba soñando. Caminaba a lo largo de una playa vacía, sosteniendo la mano de Ada.

Michael? Pregunto ella.

“Si?” dijo él.

Me amas?

No sabía cómo responder, así que no lo hizo. Él amaba a Ada; estaba seguro de eso. Pero no

entendía como ella había cambiado tanto. Como se habían separado.

Necesito que hagas algo por mí, dijo ella.

“Que?” dijo él.

Quiero tener un bebe, contesto.

“Hablas en serio?” pregunto.

Ella asintió. Es lo que necesito, dijo ella. Nos unirá más como pareja.

Y entonces en el sueño comenzó a oírse un insistente y alejado sonido. Al principio apenas lo noto,

pero se volvía cada vez más fuerte. Ada aún hablaba, casi como si ella no lo escuchara, pero él ya

no podía escuchar lo que ella estaba diciendo. Y entonces tanto ella como la playa a su alrededor

comenzaron a ser devoradas por la oscuridad, lentamente, hasta que despertó.

El sonido aún se escuchaba. Alguien había activado la alarma otra vez. Se levantó de la cama,

rápidamente se vistió y salió hacia el pasillo. Estaba desierto. En el cuarto detrás suyo, escucho

una comunicación iniciarse.

“Altman?” decía. “Altman, habla Field. Estas ahí?”

Volvió, encendió el link de video. “Estoy aquí,” dijo.

“Algo salió mal,” dijo Field. Su cara estaba pálida. “Lo vi, pero apenas doy crédito a lo que vi. Es

horrible, absolutamente horrible. Busca un lugar seguro Altman, lo más rápido que puedas.”

“Cálmate Field,” dijo Altman. “Dime de que estás hablando.”

“Le crecieron espadas,” dijo Field. “Simplemente crecieron de su espalda como—”

De algún lugar en el fondo provino un grito. Field giro y Altman vio que llevaba un arma. El video

se desconectó.

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Afuera en el pasillo escucho otro grito. Asomo su cabeza y vio a un investigador correr hacia él.

“Que sucede?” preguntó Altman. “Espera un minute. Alto!”

Pero el hombre siguió corriendo. “Están por todos lados!” grito por sobre su hombro. “Les disparas

pero siguen avanzando.” Y entonces desapareció corriendo en una esquina.

Sigo durmiendo, pensó Altman. Cerró sus ojos y sacudió su cabeza, abrió sus ojos otra vez. No,

todo seguía igual, más gritos y ahora incluso el sonido de disparos.

Volvió apresurado al cuarto y busco algún arma. No había nada. Salió otra vez y fue en la dirección

en la que el hombre había corrido, caminando muy rápido. Giro por la esquina y vio el corredor

bloqueado por una mesa de laboratorio. Se acercó a ella y un disparo se escuchó; la bala pego en

la pared justo a su lado.

“No disparen!” grito, levantando las manos por sobre la cabeza. “Soy yo, Altman.”

Un coro de gritos, y los disparos cesaron. Alguien lo saludo por detrás de la mesa y la movió

saliendo entre ellas.

“Altman,” dijo Showalter. “Me allegro de que no te atraparan.”

“Atraparme?” dijo Altman. “Que está pasando?”

“No lo sé exactamente,” dijo Showalter, sus ojos miraban nerviosamente de un lado a otro. “Solo

he visto a uno de ellos, pero desearía no haberlo hecho. Era monstruoso. Tenía hojas de hueso en

lugar de brazos y piernas y se movía como una araña. Su cabeza solo colgaba ahí, moviéndose de

un lado a otro, mirando hacia el suelo, pero de alguna manera parecía vernos. No sé cómo habrá

sido, pero podías decir por los restos de ropa que se trataba de alguien, que solía ser humano.

Seguro que ahora no lo es. Algo ha salido horriblemente mal.”

“Entendí eso,” dijo Altman. Miro a su alrededor. Uno de los otros hombres era alguien que

vagamente reconocía. White, era su nombre si no estaba equivocado. Al tercero no lo conocía.

“Ten,” dijo Showalter, y le dio un arma. “La saque de un guardia que había perdido la cabeza. No

sé si ayudara mucho. Cuando les disparas no parecen morir. Solo siguen viniendo.”

Altman tomo el arma. “Cuanta gente queda con vida?” pregunto.

Showalter se encogió de hombros. “Como puedo saberlo? Nosotros cuatro contándote,” dijo.

“Probablemente algunos guardias. Había otros corriendo por ahí.”

“Field me llamo hace poco, así que aún vive,” dijo Altman. “Debe haber comenzado aquí. Tal vez

no llego a la parte superior de la nave aún, a la parte sobre el agua.”

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“Tal vez no,” dijo Showalter.

“Llama a Field,” dijo Altman. “Dile que venga a este sector, selle la salida desde el otro lado y nos

espere ahí. Nosotros pelearemos nuestro camino hacia arriba y una vez que lleguemos, él nos

dejara pasar.”

Showalter pasó la orden a uno de los otros dos hombres que estaban con él, alguien llamado Peter

Fert, quien saco su holopod y se puso a trabajar.

Desde el extremo más alejado del corredor se escuchó un enfermizo grito y entonces algo

apareció dese la esquina. Se paró de manera similar a un hombre, pero sus brazos parecían los de

un niño. Nacían en su estómago. De sus hombros crecían dos hojas de hueso articuladas, como las

alas de un ave sin plumas. Su piel estaba desgarrada y filtrando algún tipo de sustancia, era

asqueroso para la vista, y olía levemente a carne podrida. Era humanoide, pero Altman no habría

adivinado que alguna vez había sido humano de no ser por el destruido uniforme de guardia que

aún permanecía en su torso.

“Oh mierda,” susurro Altman.

“Fert, continua intentado comunicarte con Field” dijo Showalter, manteniendo su voz baja.

“Nosotros lo entretendremos. Oh, y si pueden evitarlo, intenten no disparar muchas balas contra

las paredes de los pasillos. Lo último que queremos es inundarnos.”

Blancos, vio Altman, él sostenía su arma con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos.

Esa cosa se movió lentamente en su dirección y entonces se detuvo del todo. Emitió un quejido

grave y entonces, con un agudo grito, corrió hacia ellos.

“Fuego!” grito Showalter.

Los tres hombres dispararon a la vez. Los disparos disminuyeron un poco su velocidad, pero no

parecían dañarlo permanentemente. Seguía avanzando. Altman apunto a la cabeza con cuidado y

disparo tres veces con rapidez. Por lo menos dos disparos conectaron—él vio ambas balas entrar y

proyectar chorros de sangre y carne—pero la criatura continuo avanzando.

Al poco tiempo estaba sobre ellos, atacando la barrera. Ellos se agacharon y siguieron disparando,

intentando mantenerlo alejado, pero con una facilidad remarcable se inclinó entre las mesas y

saco a White de la habitación...

El hombre grito e intento escapar. Las espadas de la criatura cortaban la espalda de White, que ya

estaba llena de sangre. Lo acerco hacia él como si fuese un amante y se incline para morder su

cuello.

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Era algo terrible de ver, White saltaba como un pez fuera del agua, gritando de una manera en que

Altman solo había escuchado una sola vez en su vida, cuando un conejo fue disparado en la

cabeza, pero vivió lo suficiente para notar que estaba desesperadamente herido. La criatura hacia

grotescos sonidos, babeando al mismo tiempo que mordía, y sacudiendo su cabeza de forma que

porciones de carne y sangre salpicaban las paredes.

El primer impulso de Altman fue correr. La única razón por la que no lo hizo fue por un egoísta

pero necesario pensamiento. Si no lo mato, se dijo a sí mismo, yo seré el próximo.

Se acercó y presiono el cañón de la pistola contra el cuello de la criatura, disparo cuatro veces. Fue

suficiente, a quemarropa para arrancar la cabeza de la criatura. Pero aun así, el cuerpo seguía

moviéndose.

“Estas cosas no se mueren?” grito Altman.

Showalter solo gruño. Imitando lo que había hecho Altman, presiono el cañón de su pistola contra

la unión de una de las cuchillas. Apretó el gatillo y el disparo corto el miembro..

“Eso es!” dijo Altman. “Hay que desmembrarlo!” Bajo su arma y disparó tres veces, hasta que la

pierna de esa cosa se desprendió del cuerpo. La criatura cayo de costado, arrastrando a White

consigo. Altman recargo el barril y se trepo encima. Disparo y pisoteo los miembros restantes,

siguió pisando hasta que la criatura quedo dividida en tantas partes que, él considero, ya no podía

hacer más daño. Incluso entonces, no estaba seguro de que estuviese muerta. Lo único que tenía

por seguro era que la había incapacitado tanto que ya no podía lastimarlo.

Retrocedió, paralizado. Sus zapatos y piernas chorreaban sangre, también había sangre salpicada

en sus brazos y pecho. White seguía con vida, pero en shock, su espalda era una pulpa sangrienta.

Altman se arrodillo junto a él y golpeo su rostro, intentando que prestara atención. Los ojos del

hombre se enfocaron brevemente y luego giraron dentro de su órbita. Estaba muerto..

“Está bien?” preguntó Showalter.

Altman abrió su boca y le dio respiración artificial por un momento, intentando revivirlo, probando

la sangre de un hombre muerto en sus labios. Showalter toco su hombro.

“Déjalo,” dijo.

Miro hacia atrás y sacudió su cabeza. Estaba por comenzar la respiración artificial nuevamente

cuando escucho un crack, vio el torso de White convulsionando.

Se alejó rápidamente de él. El cuerpo parecía sufrir de un ataque, sacudiéndose y

contorsionándose. Luego comenzó a cambiar. Altman lo observaba horrorizado, intentando

mantener el pánico bajo control. “Qué demonios está pasando?” dijo.

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“Está cambiando,” dijo Showalter. “Es uno de ellos ahora.”

“Vayámonos ya mismo a la mierda de aquí,” dijo Altman.

“Me temo que hay algo más que tenemos que hacer,” dijo Showalter.

“Que cosa?” preguntó Altman.

“Tenemos que tomar medidas para asegurarnos de que no venga tras nosotros.”

Altman asintió, apretando sus labios. “Quieres decir…” dijo.

“Tendremos que desmembrarlo.”

· · ·

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Los dos estaban parados juntos, respirando con dificultad, mirando hacia la sangre en el suelo, las

piezas de la criatura y al parcialmente convertido White. Nunca será lo mismo, pensó Altman, y

podía decir por la manera en que Showalter esquivo su mirada que pensaba de manera parecida.

Tenían pesadillas antes de esto, pero ahora tenían material para construir un juego

completamente nuevo de ellas.

“Contacte con Field,” dijo Peter Fert. “Dice que hasta donde él puede determinar, las criaturas solo

están en los pisos inferiores. Intentará llegar al conducto de aire y sellarlo, entonces esperara a

que nosotros lo contactemos.”

“Si vamos a lograrlo, necesitaremos algo mejor que estas armas,” dijo Altman. ”Las balas no son

suficiente. Apenas logran disminuir su velocidad.”

“Que tienes en mente?” preguntó Showalter.

“Revisaremos los laboratorios en el camino,” dijo Altman. “Veremos que encontramos. Cualquier

cosa que pueda cortar un miembro sirve.”

Encontraron, en el primer laboratorio al que entraron, un Plasma Cutter de mano, que al

desatornillarlo de su soporte, podía ser utilizado como arma de combate cercano.

Showalter recalibro una pistola laser que obtuvo de un guardia muerto para que disparara un rayo

más amplio, algo con un leve poder de corte.

Peter Fert encontró un escalpelo laser, modificándolo para cortar a través de objetos tan gruesos

como una muñeca humana.

“Probablemente no los detenga.” Dijo Altman

“De lo primero que debo preocuparme es de cortar las espadas,” dijo Fert. “Si logro eso, tendré

suerte.”

“Muy bien,” dijo Altman. “Que tenemos que perder? Vámonos.”

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58

“Tienes dos segundos para explicarme que mierda está pasando Krax,” dijo Markoff. Estaba

señalando a una serie de holovideos abiertos a lo largo de la consola que mostraban el complejo

flotante en caos. Aquí, una mesa girada con investigadores y guardias escondidos del otro lado.

Allá un hombre siendo asesinado por una criatura que parecía una mezcla entre una araña y las

guadañas afiladas de la muerte. Otro mostraba una escena de masacre, partes de cuerpos

desparramadas por todos lados. En otro un grupo de criaturas humanoides merodeando por toda

el área.

Krax se veía lleno de pánico. Sudaba y sus ojos se movían sin parar de un lado a otro. “Estamos

siendo atacados. Monstruos de algún tipo. No sé quién o qué.”

“Que mierda son esas cosas, y como subieron a bordo?”

“No tengo idea,” dijo Krax. “Nunca había visto nada parecido.”

“Se ven familiares,” dijo Stevens. “No lo han notado?”

“Familiares?” dijo Markoff, y amplio la imagen de uno de los videos. “Si,” dijo, asintiendo. “Veo a

que te refieres.”

“Ese de ahí,” dijo Stevens, “ese solía ser Molina. Puede decirlo por lo que queda de su rostro.

Todos visten partes de ropa también, retazos de ella.”

“Solían ser humanos?” preguntó Krax.

Stevens asintió. “Pero ciertamente no lo son ahora.”

“Que hay detrás de esto?” preguntó Markoff.

“Ahora mismo estoy tomando el reporte de Hideki Ishimura, uno de nuestros astrofísicos,” dijo

Krax. “Él fue el primero en ver una de estas cosas—el primero en seguir con vida por lo menos.

Pero esta terriblemente asustado—No estoy obteniendo mucho de él. Sigue diciendo el nombre

de Guthe, una y otra vez. Pensé que estaba delirando, pero si estas cosas provienen de humanos,

tal vez Guthe fue el primero.”

“Apresurado sin duda por tu disparo en la cabeza,” dijo Markoff. “Donde esta este Ishimura?

Quiero hablar con él.”

“Está aquí mismo, listo para ser evacuado. Tenemos que salir de aquí Señor.”

“No me gusta huir de una batalla,” dijo Markoff.

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“No estamos tratando con nada humano,” dijo Krax. “Le disparas a una de estas cosas dos o tres

veces en la cabeza y siguen avanzando. Puedes arrancar su cabeza que seguirán avanzando.”

“Eso es imposible,” dijo Markoff.

Krax sacudió su cabeza. “Como podemos pelear contra eso?”

“Entonces una retirada táctica,” dijo Markoff. “Saldremos de aquí y nos reagruparemos. Supongo

que siempre hay contratiempos en el camino a mayores descubrimientos.”

“Esto no es un contratiempo Señor,” dijo Krax. “Esto es un desastre.”

Markoff lo miro duramente. “Cuantos hombres hay en total? Cien? Doscientos? Incluso con todos

o la mayoría convertidos en esas horrendas criaturas, no es mucho en el gran esquema de las

cosas. Solo un contratiempo. Volveremos a estar en operaciones antes de que lo sepas.”

“Está bromeando?”

“Tomemos ventaja de todas estas cámaras en la instalación,” dijo Markoff. Prográmelas para

transmitir hacia el bote de escape. No hay razón por la que no podamos observar y aprender.

Debería ser muy instructivo.”

“No puede estar pensando en—”

“El Marker existe,” dijo Markoff. “O nosotros hacemos algo con él o alguien más lo hará. Las

pérdidas que hemos sufrido hasta ahora son más que aceptables.”

“Sugiero que nos vayamos Señor,” dijo Krax, con voz temblorosa.

“Ya ha dejado en claro su posición Sr. Krax,” dijo Markoff. “Stevens y yo nos prepararemos para

evacuar. Aún estoy pensando en qué hacer con usted.”

“No estará pensando en dejarme o sí?”

“De hecho sí. Como le dije antes, se ha vuelto muy desechable Sr. Krax.”

“Craig,” dijo Stevens en su suave y placentera voz. “No hay razón para dejar a Krax aquí. Nos será

mucho más útil vivo que muerto. No estaría castigándolo solo a él, sino también a nosotros.”

Markoff dudo por un momento. “Siempre el sensible,” dijo. “Tienes al menos una ruta de escape preparada para nosotros Krax?” “La tengo,” dijo Krax. “Estamos alejados del grupo. Si nos vamos ahora podemos evitarlos.” “Muy bien,” asintió Markoff. “Marque el camino.”

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“Que hay de Markoff?” preguntó Altman.

“Que hay con él?” preguntó Showalter.

“Que piensa él de todo esto?”

“No lo sé,” dijo Showalter. “He intentado contactar con él desde hace tiempo. No hay caso. Tal vez

murió?”

“Me sorprendería,” dijo Altman.

Estaban atravesando una serie de laboratorios, moviéndose hacia la estación de control y luego,

desde la puerta de seguridad, hacia el laboratorio mismo. Habían visto varias criaturas más pero

habían logrado esquivarlas excepto por dos de ellas, que habían logrado cortar sin perdidas. El

primer laboratorio fue normal, nada de qué preocuparse, pero tan pronto como abrió la puerta

hacia el siguiente, Altman sabía que algo era diferente. Algo estaba mal.

Y entonces lo vio. Creciendo desde uno de los ductos de aire y derramándose hacia el suelo, había

una extraña masa de tejido. Se había esparcido a lo largo de todo el suelo, aparentemente

fusionándose con él.

Lo señalo con su Cutter.

“Está comenzando a distribuirse,” dijo. “Moviéndose por la ventilación.”

Unos segundos más tarde, las luces parpadearon y se apagaron, dejando solo la iluminación de

emergencia encendida, el cuarto ahora estaba envuelto en una espesa sombra..

“Ahora están atacando la red eléctrica,” dijo Showalter. “Sera mejor que nos apresuremos.”

Casi llegaban a la puerta hacia el laboratorio siguiente cuando escucharon movimientos dentro del

ducto de ventilación sobre ellos. La rejilla sobre ellos se desprendió y algo cayó en el puente,

apenas esquivándolos.

No tenía forma y latía, una especie de bola que por momentos se estiraba quedando plana contra

el suelo. Se arrastró lentamente por el puente. Al cruzar el suelo, dejaba una lenta mancha en su

camino. Cualquier cosa que tocara era absorbida y desaparecía o reducida a simple metal.

En su lento avance, Altman veía de tanto en tanto una calavera humana, puro hueso solamente, e

incluso vio lo que parecía un rostro humano sonriendo.

“Como cortas los miembros de algo que no tiene miembros?” preguntó Fert.

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Se movía lentamente hacia ellos, atraído quizás por la vibración de las voces o propulsado por

otros medios. No era agresivo; parecía tener otro propósito. Al ir retrocediendo, comenzaron a

sentirse atrapados, Altman se preguntaba que era. Limpio la cubierta de todo lo que había.

Intrigado, no podía evitar observarlo, pensando que su tiempo finalmente se había acabado.

Destruía todo a su paso, vivo o muerto. Y no se sorprendería si, cuando lo hiciera, creciera. Cuán

grande podría ser? Tendría algún límite? Consumiría el mundo entero?

“Deberíamos regresar,” dijo Showalter.

Altman asintió, y se dirigieron hacia la puerta por la que habían entrado. Fert estaba a punto de

abrirla cuando Altman lo detuvo.

“Todavía no,” susurro. “Escuche algo.”

Presiono su oído contra el panel de la puerta. Si, definitivamente había algo del otro lado, y por los

ruidos y gemidos que hacía, estaba bastante seguro de que no era humano.

Ahora qué? Se preguntó Altman, sus ojos buscaban alrededor del cuarto por algo que los ayudara

a escapar. Tal vez podrían saltar sobre la criatura y huir.

Tal vez debían simplemente dejar el cuarto y correr disparando a lo que sea que hubiese afuera,

intentando incapacitarlo antes de que esa cosa que se arrastraba los alcanzara y devorara.

Y entonces vio que Fert estaba apuntando y señalando algo. Ahí, apenas separado de la criatura,

había un tanque de hidrogeno, con una antorcha atornillada a la boquilla. Altman se estiro y la

agarro, arrastrándola hacia él.

Abrió la boquilla tanto como pudo, encendió la antorcha y la ajusto para que le diera el mayor

rango de fuego que pudiese. Apunto hacia abajo y encendió en llamas a la criatura.

Donde la llama tocaba, se encendía, quemando y burbujeando. La criatura intentaba escapar. Él

seguía avanzando, lanzando fuego sobre ella, tosiendo por el agrio humo que emitía. Aun cuando

estaba negra y quemada no dejaba de moverse del todo, las porciones quemadas se movían

debajo y desaparecían. Pero por lo menos ahora se movía en la otra dirección.

“Puedo mantenerla alejada,” dijo a Showalter y Fert. “Pero no puedo matarla.”

Fert había comenzado a responder cuando la puerta detrás suyo se abrió de golpe. Con las llamas

aun saliendo de la boquilla, Altman observo sobre su hombro para ver a Fert desviar una espada

de hueso con su escalpelo. Showalter corría hacia atrás, disparando con la pistola laser, media

docena de esas cosas se acercaban con sus brazos como espadas. Fert estaba en el medio de ellos,

rodeado por todas partes, haciendo lo mejor que podía para cortarlos a todos, pero había

demasiados. Altman vio como una de las criaturas hundía sus dientes en el cuello de Fert.

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Fert, gritando, intento quitárselo de encima y finalmente lo hizo, haciéndolo retroceder y cortando

su boca con el escalpelo laser, pero otro ocupo instantáneamente su lugar. Fert gritaba. Un

momento después su cabeza había sido arrancada, su cuerpo decapitado colapso en la cubierta.

Dos habían muerto. Otro estaba invalidado, un brazo y una pierna inoperativos, pero se aún se

arrastraba. Showalter lo piso.

Eso dejaba tres. Altman dio a la criatura reptante una última llamarada y saco su Cutter. Uno de

los otros estaba acercando su espada de hueso hacia la espalda de Showalter, pero el disparo llego

a tiempo, cortando el apéndice de la criatura cerca del cuerpo. Otra cuchilla abrió una herida en su

brazo y él casi dejo caer el Cutter. Insultando, logro mantenerlo agarrado y disparo a la pierna de

la criatura. Un disparo laser paso cerca de su cabeza y dejo el brazo del ultimo semi-desarticulado,

pero con un grito avanzo hacia adelante, empujando a Altman y cargando hacia Showalter.

Este cayó hacia atrás, su pistola laser disparo y la carga de energía reboto contra la pared. Juntos

Showalter y la criatura cayeron, topándose con la masa reptante.

Altman inmediatamente encendió la antorcha y avanzo hacia ella, pero ya era demasiado tarde.

Showalter había sido envuelto y simplemente había desaparecido, formando parte de la pulsante

y cambiante masa. Extrañamente, hizo lo mismo con la criatura, envolviéndola tan rápida y

dramáticamente, tragándose a uno de los suyos.

Piso a una de las criaturas que seguían moviéndose y luego lanzo una ola de llamas hacia donde

estaba la masa. Esta retrocedió, moviéndose lo hacia atrás lo suficiente para permitirle pasar y

salir por la puerta.

Solo yo ahora, pensó. Queda uno.

Era difícil no sentir que era inútil seguir. Era inevitable—uno de ellos lo atraparía, lo destrozaría.

Pero siguió avanzando. Estaba rengueando ahora, aunque no sabía exactamente por qué, no

estaba seguro de qué había pasado con su pierna. Había vendado su brazo con un kit de primeros

auxilios del laboratorio, deteniéndose de tanto en tanto para mantener alejada a la masa.

Había tenido suerte. Arrastrándose por el medio de la medía obscuridad de las luces de

emergencia, se había encontrado con cinco de las criaturas con espadas de hueso desde que Fert y

Showalter habían muerto, nunca en grupos mayores a dos, nunca en un lugar donde una pudiera

haberlo rodeado mientras otra lo atacaba de frente. El que apareció por su cuenta fue fácil, pero

los pares habían sido todo un reto, y no podía evitar pensar que todo hubiese terminado si el

Cutter se hubiese desviado solo un poco hacia arriba o hacia abajo una de las criaturas hubiese

hundido su mandíbula en su cuello y ese hubiera sido su final.

Y entonces vio a Ada. Ella lo contacto por holovideo, un mensaje lleno de estática.

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“Michael,” dijo ella. “Estas ahí?”

“Ada,” contesto. “Eres tú?”

“Estoy aquí,” dijo. “Estoy a salvo por ahora, pero no sé qué es lo que harán conmigo. Si recibes

esto, por favor ayúdame Michael.”

“Ada, donde estás?” dijo Altman.

Pero ella no parecía estar escuchando. Se estiro por debajo de la cámara y la imagen parpadeo y

se apagó, luego comenzó otra vez.

“Michael, estas ahí?” dijo otra vez.

Una grabación, se repetía una y otra vez. Aun así, fue suficiente, justo lo suficiente, para que

quisiera seguir.

Al ir subiendo en la instalación, vio cada vez menos criaturas. Aquellas que si vio, o intento

esconderse o matarlas tan silenciosamente como pudo, buscando no llamar la atención de los

otros.

Sin embargo, se sorprendió cuando se dio cuenta de que estaba a un corredor de distancia del

conducto de aire. De repente comenzó a creer que podría salir vivo de ahí después de todo..

Había solo un problema. Casi corre directamente hacia una criatura formada no solo por un

cuerpo, sino de varios. Parecía una araña, pero con los apéndices similares a espadas de las otras

criaturas sirviendo como piernas, siete de ellos en total. El cuerpo propiamente dicho constaba de

torsos superpuestos uno sobre el otro de manera extraña, fusionándose entre sí. Dos cabezas

sobresalían de un extremo, parecían estar a punto de caer.

Se escondió parcialmente detrás del marco de la puerta, examinándolo furtivamente. En la parte

inferior de la criatura había un pulsante bulto amarillo y negro, tal vez un tumor o algo así.

Avanzar corriendo, comenzar a cortar, pensó. No era su mejor plan, pero era todo lo que podía

pensar.

Se quedó dudando un largo tiempo y entonces, respirando hondo, corrió hacia ello.

Inmediatamente giro para enfrentarlo y grito. Se movía hacia él, las puntas de los apéndices de

hueso golpeando contra el suelo del túnel.

Pero antes de que se acercara lo suficiente para atacarlo con el Cutter, algo inquietante sucedió.

Una de las cabezas que estaba colgando subió al punto más alto del cuerpo y se lanzó hacia él,

golpeándolo en el pecho, enredando un grupo de tentáculos en su cuello. Comenzó a apretar.

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Maldita sea pensó. Tropezó hacia atrás, intentando separarlo desesperadamente. La criatura en

forma de araña seguía avanzando, su otra cabeza en alerta, también en la parte superior del

cuerpo. Golpeo la que tenía enroscada en su cuello con la culata del Cutter una y otra vez. Se

aflojo un poco, lo suficiente para que pudiera respirar, y luego forzó su mano entre su cuello y la

criatura y la arranco.

Intento trepar por su brazo de regreso a su cuello, pero él la agarro con fuerza de los tentáculos y

no la soltaba. La otra cabeza se lanzó hacia él pero esta vez Altman logro batearla hacia el suelo

con la primer cabeza, destrozándola. La cabeza en su mano fue golpeada contra la pared y luego

cortada al medio con el Plasma Cutter.

El resto de la criatura estaba sobre él ahora. Corto la punta de uno de los apéndices, pero la

criatura logro colocarse a su lado y golpearlo con los cuatro brazos. Logro desviar dos de los

ataques con éxito, el tercero lo esquivo. El cuarto, habiendo perdido su punta afilada ante el

Plasma Cutter, lo golpeo fuerte y contundentemente en el pecho. Cayó al piso, sin aire..

Entonces estaba detrás suyo, casi bailando alrededor, intentando cortarlo. Corto una pierna y

luego otra, pero no parecía afectar su balance. Lo pateo con fuerza alejándolo y se retiró, sabiendo

que no lograría mucho más que un poco más de tiempo, apunto con la pistola de plasma y

comenzó a disparar.

Los disparos brillaban en sus piernas o ingresaban en la carne del cuerpo, pero apenas parecían

reducir su velocidad. Casi estaba sobre él otra vez y la pateo con ambos pies esta vez, logrando

que perdiera el balance y cayera de espaldas

Mientras luchaba por ponerse de pié, él vio el bulto pulsante. Le disparo.

El bulto exploto, la onda expansiva lo hizo volar a través de una puerta, dejándolo sordo. Partes de

la criatura seguían moviéndose, incluyendo una lo suficientemente grande como para perseguirlo.

Se paró, tambaleándose hacia ella, la secciono con el Plasma Cutter.

La explosión había estresado el corredor, formando finas rajaduras en las paredes. Con dificultad,

inspecciono buscando filtraciones. Por ahora, parecía aguantar.

Rengueando, aún sordo, se movió hacia el final del corredor y golpeo en el conducto de aire. No

hubo respuesta. “Soy Altman!” grito. “Déjame pasar!”

Cuando no recibió respuesta, se dio cuenta de que había una forma más sencilla de comunicarse,

encendió su holopod y estableció un link con Field. Inmediatamente el sello del conducto se

desactivo y él lo atravesó rápidamente.

“Altman,” dijo Field. Estaba apretando con fuerza el colgante del Marker con una mano, sellando

nuevamente el conducto de aire con la otra. “Gracias al Marker. Casi abandonaba las esperanzas.”

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“Donde esta Ada?” fue la primer pregunta que hizo.

“Que quieres decir?” pregunto Field. “Aún confinada en la instalación terrestre supongo. No la he

visto en días.”

“Pero yo la vi,” dijo Altman. “Vi su video. Estaba justo aquí.”

“Lo siento,” dijo Field. “No la he visto.”

Tal vez fue el Marker, pensó. Pero como podría ser? El Marker solo mostraba gente muerta. Ada

no estaba muerta. Y entonces su sangre se congelo al darse cuenta de lo que supo desde ese

sueño que tuvo con ella hacia poco: Ada estaba muerta.

Field agarro su brazo. “Tenemos que irnos,” dijo Field. “No sé cuánto tiempo seremos capaces de

mantenerlos contenidos.”

“Donde esta Markoff?” preguntó Altman.

“No lo sé,” dijo Field. “Creo que debe haber empacado y largado de aquí. O eso o está muerto. No

me importa mucho en realidad cual.”

Altman asintió.

“Tendremos que regresar sabes,” dijo Field.

“Que?” dijo Altman.

“Tenemos que ir a buscar ayuda y regresar. Tenemos que asegurarnos de que esto sea contenido.

Tenemos que proteger al Marker.”

Altman lo siguió alejándose del conducto de aire y hacia arriba, a través de una serie de recamaras

abiertas y luego girando en un corredor hacia el domo principal. Se subieron al elevador

preparados para subir, peor no se movía.

“Que sucede?” preguntó Altman.

Field sacudió su cabeza. “Aparentemente el elevador no funciona con la energía de emergencia,”

dijo. “Tendremos que escalar. Después de ti.”

Altman colgó el Cutter sobre su espalda y comenzó a subir por la escalera de acceso, Field estaba

justo detrás suyo. Era un espacio angosto, no había mucho espacio entre la escalera y la pared, y

rápidamente se volvió una subida ardua. Ya exhausto por lo que había pasado, Altman se encontró

debiendo concentrarse en poner un pie frente al otro. Detrás suyo, Field no estaba mucho mejor;

jadeaba como si estuviese a punto de desmayarse.

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“Todo bien Field?” pregunto Altman hacia abajo.

“Viviré,” dijo Field. Comenzó a decir algo más, entonces hizo un sonido ahogado y fue

interrumpido de repente.

Altman miro hacia abajo y vio que Field estaba siendo estrangulado por algo que parecía una

serpiente de un gris blanquecino o una porción de intestino. Una de las puntas estaba enroscada

en la escalera, la otra, en su cuello. Field intentaba liberar su garganta con una mano, intentando

agarrarse de la escalera con la otra. Altman comenzó a bajar hacia él, gritando, mientras Field

soltó la escalera, ambas manos sobre su cuello ahora.

Altman seguía bajando, preparando el Cutter en su espalda, casi listo para cortar esa cosa en dos.

Pero Field no estaba agarrado de la escalera. Si lo cortaba ahora Field caería.

“Field!” grito. “Agárrate de la escalera!”

Pero Field no pareció escucharlo. Su rostro estaba purpura ahora, y Altman vio sangre salir de sus

oídos. Altman pisoteo el extremo de la criatura que se sujetaba de la escalera. Se retorció bajo su

pie, pero no se soltó. En el otro extremo emitió un leve silbido y la cabeza de Field salto como una

uva, cayendo hacia el suelo debajo. El cuerpo, golpeando contra las paredes y la escalera lo siguió.

Observe a la criatura estranguladora descender, moviéndose suave y sinuosamente. Cuando llego

al fondo, se movió de manera retorcida y ondulante hasta que llego al cuerpo sin cabeza de Field.

Observo como se acercó a su estómago y uno de sus extremos se afino formando una afilada

punta y atravesó la piel. Lentamente forzó su camino dentro del cuerpo de Field. La barriga se

hincho y lentamente se distendió, hasta que con un último movimiento, la criatura había

desaparecido por completo.

Altman se sintió enfermo. Se aferró a la escalera un momento, mirando hacia abajo. Hubiese

permanecido más tiempo, pero un pensamiento llego a él. Tal vez había más de esas cosas.

Mirando nerviosamente hacia arriba, se forzó a seguir subiendo.

Cuando llego a la escotilla, la abrió y subió hacia el puente, asegurándose de cerrarla con fuerza

detrás suyo. Esperaba que las criaturas no fueran capaces de abrirla, pero no estaba seguro.

Comenzó a correr sobre el borde del domo, siguiendo las ventanas. Debajo estaba la plataforma

de botes, subiendo y bajando con las olas. La mayoría de los botes habían desaparecido, pero

quedaba uno. Deshizo las ataduras y se subió.

El motor inicio de inmediato. Solo entonces pareció como si realmente fuera a escapar, como si

realmente pudiera sobrevivir.

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Y entonces recordó a Field, muerto por haber esperado a Altman. Tendremos que regresar había

dicho. Asegurarse de que este contenido.

No, pensó Altman. Estoy libre de esto. No voy a regresar.

Y de repente sintió una presencia en el bote a su lado, justo fuera de vista. Tenía miedo de que si

giraba , vería a Field, con su cabeza suelta, en su lugar, pero desconectada del cuello, amenazando

con caerse en cualquier momento..

Hola, Altman, dijo alguien.

“Déjame en paz Field,” dijo Altman.

Regresaras por mí? Solo que cuando lo pensó bien, no sonaba como la voz de Field.

“Estas muerto Field. No puedo regresar por ti.”

Y que hay de mí? Dijo.

Definitivamente no era la voz de Field. Era la voz de una mujer ahora. Giro su cabeza, vio a Ada..

“Donde estas Ada? Quien te mato?”

Estoy justo aquí. Te necesito Michael, dijo ella. Necesito que termines lo que empezaste.

Sacudió su cabeza. “Tú no eres Ada,” dijo. “Eres una alucinación.”

No está terminado Michael. Todos corren un grave peligro. Tienes que detener la Convergencia.

“Que es la convergencia?” pregunto.

Has visto la Convergencia. Necesitas detenerla.

Y entonces ella desapareció. Aumento la marcha del bote y acelero el motor al máximo. Maldita

sea, pensaba, si pudiera averiguar exactamente que quería ella de él. Que quería eso de él. No

regresare, se decía a sí mismo. No voy a regresar.

Pero ya temía que lo haría.

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60

Cuando llego a los puertos de Chicxulub, alguien lo esperaba. Chava, el chico que había contado a

Ada sobre el cuerpo en la playa. Estaba parado ahí, en la tenue luz, temblando. Detrás suyo estaba

el borracho del pueblo que había perdido su nombre.

“Sabía que vendría,” dijo Chava al ver a Altman salir del bote. “La bruja me dijo. Está muerta y aun

así me lo dijo. Me pidió que le diga que debe regresar.”

“No quiero regresar,” dijo él.

“Pero debe,” dijo Chava, sus ojos inocentes y sinceros. “Ella lo necesita.”

“Y porque estas tu aquí?” dijo Altman al borracho.

No estaba borracho ahora, o por lo menos no aparentaba estarlo. Cruzo sus dedos y le hizo la

señal de la Cola del Diablo.

“la única manera de derrotar al Diablo,” le decía el hombre, “Es aceptarlo dentro tuyo. Debes

abrirte para el diablo. Debes aprender a pensar como el Diablo.”

“No tengo tiempo para esto,” dijo Altman. “Necesito encontrar ayuda.”

“Si,” dijo Chava. “Nosotros iremos con usted.”

Dejo los muelles y partió, el viejo y el chico lo seguían. Cuando quedo claro que se dirigía al

complejo de DredgerCorp, Chava se apresuró a alcanzarlo e intento detenerlo.

“No encontrara ayuda ahí,” dijo.

Quito al chico del camino y siguió avanzando, dirigiéndose a la puerta. Cuando miro hacia atrás,

vio que el chico y el viejo se habían detenido, estaban parados sin moverse en el polvoriento

camino.

“Lo esperaremos aquí,” le grito el chico.

Probó su tarjeta de acceso en la puerta y esta se abrió. Cruzo el estrecho y vacío terreno del

complejo e intento usar su tarjeta en la puerta principal, no funciono.

Golpeo, toco el timbre y luego espero. Por un largo tiempo no hubo respuesta y entonces el video

panel junto a su rostro se encendió para mostrar una ondulante imagen en blanco y negro de

Terry.

Miro a Altman, empujando sus lentes contra su nariz.

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“Me gustaría pasar,” dijo Altman.

“Lo siento,” dijo Terry. “No se admite el ingreso por el momento.”

“Es importante,” dijo Altman. “Algo salió mal en la instalación,” dijo. “Necesitamos hacer algo para

solucionarlo.”

Escucho el sonido de alguien hablando, una voz muy baja para escucharla, justo fuera del cuadro.

Terry giro su cabeza y miro fuera de la pantalla. “Es uno de ellos,” dijo a alguien a su izquierda. “No

sé cuál, no recuerdo su nombre. Alter creo.” Se mantuvo en silencio, la otra voz hablaba

nuevamente..

“Si, eso es,” dijo. “Altman.” Escucho con atención y giro de regreso a Altman.

“Puedes pasar,” dijo

“Con quien hablabas?” preguntó Altman.

“Con nadie,” dijo. “No te preocupes por eso.”

“Necesito saber que estaré bien,” dijo.

“Estarás bien,” dijo Terry luego de unos momentos de duda, pero por la manera en que miro hacia

un lado al decirlo, Altman sabía que estaba mintiendo.

· · ·

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Casi había llegado a la puerta exterior cuando Terry abrió la puerta. Siguió avanzando sin siquiera

girar la cabeza. “Espera un minuto,” dijo Terry, “dónde vas?”

“Lo siento,” dijo Altman. “No puedo decirlo.”

“Tengo un arma,” dijo Terry. “No hagas que te dispare.”

Altman se detuvo.

“Ahora se un buen chico, gira y regresa,” dijo Terry.

Él lo hizo. Giro lentamente y regreso. Terry sostenía su arma casualmente, casi a desgano. El

seguro, Altman noto, no estaba puesto.

“Que tienes ahí?” pregunto, mirando el Plasma Cutter.

“De que se trata esto?” dijo Altman. “Primero no puedo pasar y ahora insistes en que lo haga?”

“Son ordenes,” dijo Terry. “Debes entrar y quedarte ahí.” Señalo al Plasma Cutter. “Creo que

deberías dejar eso,” agrego.

“Ordenes de quién?”

Terry solo se encogió de hombros.

“No quiero entrar,” dijo Altman, moviéndose levemente hacia adelante. “Hay algo que debo

terminar primero.”

“Y yo no quiero dispararte,” dijo Terry. “Pero lo hare. Suelta esa cosa y levanta las manos.”

De repente la reja comenzó a sacudirse, alguien estaba golpeándola. Los ojos de Terry se

desviaron hacia la puerta solo un momento, lo suficiente para que Altman pudiera adelantarse y

golpear el arma hacia un lado. Se disparó, la bala atravesó la reja haciendo chispas, pero Terry no

la soltó, de hecho estaba comenzando a moverla para volver a apuntar a Altman.

Altman prepare el Plasma Cutter y lo movió hacia Terry en un solo movimiento. La espada de

energía cortó su antebrazo, el arma y la mano que la sostenía cayeron al suelo.

Por un momento Terry estaba muy shockeado para entender lo que había pasado. Solo se quedó

ahí, incapaz de entender lo que paso con su brazo. Y luego lo golpeo. Con sus ojos abiertos de par

en par, retrocedió y respiro profundamente para gritar.

Altman, sin saber que más hacer, corrió, intentando no oír los gritos del hombre detrás suyo.

Atravesó velozmente la reja y fue acompañado por Chava, que corrió a su lado.

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“Vine y golpee para llamarlo,” dijo, “y ahora usted viene.”

“Hiciste algo bueno también,” dijo Altman. “Donde está el anciano?”

“El borracho?” pregunto Chava. “Tuvo que irse. Tenía sed.”

Miro hacia atrás en la calle, el chico lo siguió. Ahora qué? Giro y se agacho junto al chico.

“Tengo que destruir algunos demonios,” dijo. “como la cosa que viste en la playa.”

“Le ayudare,” dijo Chava. “Juntos los mataremos.”

“No,” dijo Altman. “No es un juego. No puedes venir. Debo encontrar armas y regresar solo.”

El chico pensó un momento y luego sonrió. “Vendrá conmigo,” dijo. “Sígame.”

El muchacho lo guio por una serie de calles y hacia el barrio, luego al borde de la jungla. Fue a un

árbol en particular y apoyando sus manos en él apunto su cuerpo en una dirección en particular y,

con las piernas tensas, comenzó a caminar, golpeando sus pies contra el suelo. Cuando los sonidos

de los pasos cambiaron, se detuvo.

“Aquí,” dijo, y apunto al suelo. Se agacho y comenzó a remover la tierra hasta que descubrió un

aro de acero y una puerta de madera de unos dos pies de ancho y otros cinco de largo. Señalo a

Altman para que la abriera.

Él puso su Plasma Cutter en el suelo y recogió el aro para tirar de él. La puerta rechino al abrirse,

revelando debajo un espacio similar a un ataúd alineado con rocas. Una mitad estaba llena de

armas y rifles, tal vez una docena en total. La otra contenía hachas, mazos, tres puntas, un

machete, un bidón de combustible y una motosierra antigua.

“Puede usar estas,” dijo el chico solemnemente. “Pero debe regresarlas. Son de mi padre.”

“Que hace tu padre exactamente?” pregunto.

“É les para la gente. Él es…” por un momento no podía pensar las palabras, y luego de repente

llegaron a él. “Guerrilla ecológica.”

“Gracias a Dios por los abraza árboles,” dijo Altman.

Tomo la motosierra, dejo el resto donde estaba, aunque esto confundió al chico.

“Estos monstruos,” pregunto con los ojos abiertos. “Son arboles?”

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Al principio Altman pensó en responderle apropiadamente, pero cuando comenzó a hablar

repentinamente se dio cuenta de lo complicada que sería la respuesta. Solo asintió y dijo “Si,

Arboles.”

Pero esto creo nuevas complicaciones. “Como podían unos árboles ser monstruos?” el chico

quería saber.

“Es difícil de explicar,” dijo Altman.

“Y qué tipo de árboles?” pregunto. Comenzó a enumerar distintos árboles, siguiendo a Altman.

Altman lo ignore. Casi estaba de regreso en el bote, el chico aún lo seguía, cuando su holopod

sonó. Cuando contesto, el rostro de Krax apareció en la holopantalla.

“Altman,” dijo. “Hola.”

Lo apago. Krax llamo nuevamente de inmediato. Pensó en no responder, pero sabía que Krax solo

seguiría llamando hasta que lo hiciera. Así que contesto. Pero esta vez siguió caminando.

“Eso que le hiciste a Terry,” dijo Krax. “Difícilmente sutil. Podría hacer que te arrestaran.”

“De alguna manera no creo que hagas eso,” dijo Altman.

“Probablemente no,” admitió. “pero tengo que decirlo, creo que exageraste. Solo queríamos

hablar contigo.”

“No solo querían hablar,” dijo. “Querían que me quedara ahí.”

“Es por tu propio bien. No hagas nada estúpido Altman. Regresa.”

“No,” dijo Altman.

“Qué hay de tu novia Altman?” dijo él. “Que hay de Ada? Regresarías por ella?”

Altman se detuvo. “Quiero hablar con ella,” dijo.

Por primera vez, la compostura de Krax se rompió levemente. “No está disponible por el

momento,” dijo.

“No puedes porque está muerta,” dijo Altman.

“No seas ridículo Altman. Por qué estaría muerta?”

“Comencé a alucinar con ella,” dijo Altman. “O tú la mataste o ella se suicidó. Como fue Krax?”

“Las alucinaciones no significan nada,” insistió Krax. “Ella vive.”

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Altman comenzó a moverse de nuevo. “Muéstramela entonces,” dijo Altman. “Si la veo,

regresare.”

“Como dije,” repitió Krax, “eso no es posible. Tendrás que confiar en mí. La vida de tu novia está

en tus manos.”

Estaba en el muelle ahora. “Adiós Krax,” dijo Altman y corto la conexión, apagando del todo su

holopod.

Subió su carga al bote y se metió dentro. Chava intento subir pero Altman lo detuvo.

“Quédate aquí,” dijo. “Ya tengo demasiadas muertes en mi conciencia.”

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Al navegar el bote a través de las olas y sentir el agua salpicando su rostro, había mucho tiempo

para pensar. Estoy loco, pensó al principio. No debería regresar. Tuve suerte de escapar con vida la

primera vez. Y de hecho, se hubiese quedado en tierra si Ada no estuviera muerta. Pero no, como

estaban las cosas, no tenía razón para regresar a tierra. Sentía que debía terminarlo.

Y entonces comenzó a pensar en lo que el viejo borracho dijo cuando llego al puerto: la única

manera de detener al Diablo es aceptarlo en tu interior.

Debes abrirte al Diablo. Debes aprender a pensar como el Diablo.

Y como pensaría el Diablo? O como, en este caso, pensaría el Marker?

Si alguien sabría cómo, pensó Altman, debería ser él. Había visto el Marker muchas veces antes,

había sobrevivido a corta distancia incluso cuando transmitía con todo su poder. Había hablado de

él con las alucinaciones una y otra vez.

Que había dicho recientemente, a través de sus recuerdo de Ada? Te necesito Michael. Necesito

que termines lo que empezaste. Lo que los fantasmas dijeron, era difícil de puntualizar. Al

principio, en los sueños, había sido mucho más específico. Pero era realmente el Marker quien

hablaba con él en sus sueños o solo era eso, un sueño. O tal vez era algo más? Un sueño difería

mucho de una alucinación.

Pero tal vez el sueño era su mente subconsciente intentando decirle algo. Que había dicho Ada

exactamente? Necesito que hagas algo por mí, dijo ella. Quiero tener un bebe. Eso es lo que

necesito. Nos unirá como pareja.

Pero era ese sueño lo mismo que una alucinación? Tal vez era una fuerza totalmente diferente—

tal vez no era su subconsciente, sino algo más.

¿Que quería decir por tener un bebe? Eran estas criaturas, los tripulantes que habían sido

transformados luego de morir en monstruos, la progenie del Marker?

Bien, si, supuso, de cierta manera, si tenía razón en el hecho de que habían sido creado por el

Marker al transmitir un código. Pero a menos que se equivocara, su sueño sobre Ada no hubiese

llamado la atención sobre el tema hasta después de que las criaturas, sean lo que fueren, hubiesen

sido creadas. De hecho, solo supo de las criaturas hacia algunos minutos, cuando la alarma lo

despertó

Tal vez debería intentar tomar el sueño literalmente. Tal vez era exactamente lo que el Marker

demandaba de ellos: que lo reprodujeran. Tal vez si pudiese convencer al Marker de que podía

reproducirlo, las cosas regresarían a la normalidad.

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Era simple, pensó.

Y entonces las dudas lo asaltaron. Estaba basando todo en un sueño, y no concordaba del todo

con lo que sus alucinaciones le decían. Podía no significar nada, o incluso otra cosa, otra fuerza

intentando manipularlo. Era casi demasiado simple. E inclusive si tenía razón, ¿quien podía

asegurar que si lo hacia el Marker regresaría todo a la normalidad? Tal vez solo empeoraría todo.

¿Y si el Marker no se interesaba en lo más mínimo por el destino de la humanidad y solo los veía

como medios para un fin? ¿Y si ese fin se cumplía, pensó, nos necesitaría, o nos aplastaría casi sin

pensar, como si fuésemos moscas?

¿Y si estamos contra la espada y la pared? Se preguntó. ¿Y si la humanidad fuese a morir de todas

formas?

Sacudió su cabeza. Era lo mejor que podía pensar. Tenía que intentarlo. Pero que opción tomaría,

que decidiría arriesgar, no lo sabía. La propuesta de Altman, pensó. En cualquier caso, el Marker

era la llave. No había otra opción más que regresar al Marker, sin importar que se encontrara en el

camino.

Estaba casi obscuro ahora. Ahí, adelante, estaban las luces del complejo flotante, tenues,

funcionando con la energía de emergencia, pero aún ahí. Pronto él estaría ahí también. Pronto

tendría su respuesta, o estaría muerto.

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PARTE SIETE

EL FIN DEL MUNDO

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Incluso antes de que abriera la escotilla, podía escuchar sonidos desde el interior, podía ver a

través del vidrio tenues figuras moviéndose debajo también.

Que sea lo que dios quiera pensó. Abrió la escotilla y entro.

Solo había bajado unos pocos peldaños de la escalera cuando algo lo ataco. Lo golpeo en el

hombro y pudo verlo brevemente antes de que envolviera su cara. Consistía de una cabeza

humana, alargada y gomosa, sobre una red de tentáculos. Inmediatamente comenzó a sofocarlo.

No podía ver. Intento golpearlo con el Plasma Cutter, pero solo logro que apretara con más

fuerzas sus tentáculos. Lo golpeo contra los peldaños de la escalera, pero aún no lo soltaba.

Mierda pensó, voy a morir.

Ciegamente su mano busco el gatillo del Cutter y lo encendió. Lo levanto suavemente intentando

no cortar su propio rostro y logro cortar por completo el barral lateral de la escalera. Estaba

comenzando a desmayarse. Intento otra vez, más cerca de su rostro esta vez y sintió el filo

cortando a través de la carne de la criatura. Esta aflojo su agarre y él la arranco de un tirón,

viéndola rebotar frente a él y caer al suelo.

La peor parte fue que al caer, reconoció el rostro de la cabeza. Estaba estirada y roja, severamente

deformada, pero estaba seguro de que era la cabeza de Field.

Al verla golpear los escalones debajo suyo y caer en espiral, se sintió como si hubiese matado al

mismísimo Field.

Recobro su aliento y luego continúo descendiendo.

La luz de emergencia generaba sombras por todas partes. Él veía cosas moviéndose en ellas.

Escucho un sonido en la distancia, luego más cerca. Algo estaba subiendo por la escalera. Miro

hacia abajo buscándolo, pero no vio nada. Se quedó quieto, pero no escucho nada. Tal vez solo lo

estaba imaginando pensó.

Pero cuando dio otro paso, lo escucho otra vez, y cuando bajo la mirada vio brevemente otra, sino

la misma, criatura que arranco la cabeza de Field. Y luego desapareció del otro lado de la escalera.

Intento girar para verla mejor y la encontró por un breve momento y luego la perdió otra vez. El

sonido estaba más cerca ahora.

Enrosco el brazo alrededor de la escalera y espero colgado ahí. Donde estaba?

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Y de repente la vio, solo a unos pocos pies de distancia de él ahora, su cuerpo gris mezclándose

con la escalera. Al verlo, un extremo se desprendió de la escalera y comenzó a moverse como si se

tratara de una serpiente encantada, buscando carne a la cual aferrarse. Y repentinamente dio un

latigazo y se enredó en su pie.

Se enrosco con fuerza y ajustadamente, casi dislocándolo, haciendo que colgara solo de un brazo,

con las piernas en el aire. Intento mover el Plasma Cutter hacia abajo para cortarlo, pero estaba

demasiado bajo—tendría que soltarse para llegar, lo que significaría caer. Había comenzado a latir,

apretando subiendo por el tobillo hacia la pierna. Luchando por lograr aferrarse con la otra pierna,

finalmente logro apoyar el pie en el escalón. Se levantó con sus dedos lo más que pudo, su tobillo

se sentía como si fuera a ser arrancado, y soltó su brazo para agarrarse de algunos rieles más

abajo. Era suficiente; podía llegar ahora. Lo corto al medio con el Plasma Cutter. Una horrible baba

supuro y luego se cayó.

Sintiéndose mareado, se agarró con fuerza. Podría haberse quedado ahí un tiempo de no ser

porque con su cabeza presionada contra la escalera, escucho un torpe golpeteo.

Algo más estaba en camino. Aún atontado miro hacia abajo. Otros dos estaban subiendo por la

escalera, estos más humanoides, del tipo con espadas de hueso creciendo de sus hombros. Se

aferraron a la escalera con las pequeñas manos que crecían de sus barrigas sus filos se agitaban

salvajemente hacia atrás y adelante mientras subían.

Subió frenéticamente por donde había venido, intentando llegar al nivel del suelo de la

plataforma, sabiendo todo el tiempo que lo estaban alcanzando.

Casi podía sentir sus cuchillas cortando y arrancando sus piernas.

Entonces de repente llego a la cima, en sus rodillas jadeando. Colgó la cinta del Cutter sobre su

hombro y lo dejo colgar en su espalda, sacando la motosierra. Precariamente balanceado, tiro de

la cuerda del motor. La primera vez no encendió tampoco la segunda. La primera de esas cosas ya

estaba ahí, las puntas de las cuchillas podían verse saliendo de la escotilla. Tiro de la cuerda una

tercera vez, esta con más fuerza y encendió. La acelero y se inclinó empujándola sobre la criatura.

El filo de la motosierra disperso sangre en todas direcciones, manchándolo de pies a cabeza.

· · ·

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Se alejó de la escalera, la motosierra vibraba en sus manos. Había otros? Era un gran cuarto,

pobremente iluminado.

Se movió cautelosamente hacia el pasaje a los laboratorios que lo llevarían hacia el conducto de

aire. Había pilas de carne aquí y allá, sobre las paredes, cerca de la ventilación. Con vida al parecer.

Toco una con su bota pero no pareció responder, solo se quedó ahí. La piso pero eso tampoco

pareció herirla.

Estaba casi sobre la puerta del laboratorio cunado vino, cargando con un grito casi satánico. En las

sombras y obscuridad, tenía algo de dificultad para verlo al principio; era solo una distorsión, y la

golpeo directamente en la cabeza.

Era la más terrible de las bestias que había visto hasta ahora. Retrocedió un poco, siseando. Su

mandíbula estaba desdentada, sus dientes habían crecido largos y predadores, la carne se había

desprendido hasta las articulaciones. Sus brazos se habían convertido en patas delanteras. Su

cuerpo se engrosaba en el frente y afinaba en la parte posterior. Tenía una sola y musculosa

pierna detrás, la otra pierna estirada y encimada, funcionando como cola, los dedos afinados

abanicaban y flexionaban en la punta de la cola.

Tomo unos pocos pasos hacia un lado, entonces se preparó y salto. Intento arrancar su cabeza con

la motosierra, pero solo había llegado a la mitad cuando la motosierra toco algo duro y fue

arrancada de sus manos, casi dislocando su hombro. El cuello latía y escupía fluidos sobre su

pecho, la cabeza colgaba hacia un lado pero aún se movía. Las piernas delanteras se estiraron

buscándolo. Quiso agarrar la motosierra pero no pudo llegar, estaba seguro de que podía hacerla

arrancar de todas formas. Pateo a la criatura en la espalda y la rodeo lentamente, la cabeza de la

criatura seguía caída hacia atrás, como un saco vacío, antes de saltar otra vez. Cegada, golpeo

justo a su izquierda, estrellándose contra la pared. Él ya se estaba levantando, intentando

encender el Plasma Cutter en sus manos. Fue golpeado y tumbado de espalda sobre el pegajoso y

oloroso tejido que cubría el puente, la criatura se abalanzo sobre él. Intento rodar hacia un lado

pero no pudo evitar sus garras, que atravesaron su camisa y golpearon el hombro debajo,

inmovilizando uno de sus brazos.

Hasta que de repente pudo encender el Cutter. Lo golpeo con fuerza una vez, arrancando la pata

que lo inmovilizaba. La criatura se balanceo torpemente sobre él apoyándose en los dos miembros

que le quedaban. Él corto la segunda pata y la criatura colapso.

Empujándola se alejó tambaleándose, su hombro realmente comenzaba a doler ahora. Lo rodeo

lentamente, esperando el momento justo para atacar y cortar la última pierna cuando hizo algo

curioso: planto su última pierna en el suelo, pero en lugar de utilizarla para saltar sobre él, como

Altman esperaba, giro su cuerpo por completo, aterrizando en la pierna que servía de cola. Se

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quedó ahí, inmóvil, perfectamente balanceado. La última pierna se contrajo, como la pata de un

arácnido. Debe estar muerto, pensó Altman.

Avanzo cautelosamente, pero no se movía. Con cuidado se estiro y lo toco con la punta del Cutter

y la pierna se estiro con fuerza, golpeándolo en el pecho y estrellándolo contra la pared.

Se quedó ahí un momento, paralizado. Su pecho se sentía como si tuviese un agujero. Lentamente

se sentó. La criatura seguía ahí, aún balanceada sobre su cola, con la pierna restante contraída

otra vez.

Que se cague, pensó. Junto sus armas, rodeándola, dejando un gran espacio entre ambos, y se

dirigió a la puerta.

· · ·

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El laboratorio pasando esa puerta era un desastre, todo tumbado y colapsado, una masacre.

Cuerpos y partes de cuerpos desparramados por todas partes. Se movió entre ellos

cuidadosamente, sin tocar nada y atravesó la puerta.

El cuarto siguiente estaba casi intacto, lo que, de alguna manera, lo puso casi más nervioso. Lo

atravesó pasando la mesa central hacia la cabina de observación. Desde ahí se conectó al sistema

de video, aún funcionando con la energía de emergencia.

Repaso rápidamente las cámaras a las que tenía acceso, vio más criaturas casi en cada lugar que

observaba. El sello del conducto de aire entre las cubiertas superiores e inferiores estaba abierto y

emitiendo chispas. En el espacio justo detrás de él, solo un cuarto más allá de donde se

encontraba Altman ahora, entre él y el conducto, se movió una masa, tal vez incluso la misma que

había visto antes—aunque sí lo era, había aumentado de tamaño, y seguía creciendo. Se movía

lentamente hacia adelante, consumiendo todo, convergiendo todo.

Mierda pensó Altman. No iré por ahí.

Pregunto al sistema por caminos alternativos, pero no había ninguno. La instalación había sido

construida deliberadamente con un único punto de conexión entre la mitad superior y la inferior.

Mientras ese monstruo estuviese ahí, no habría manera de avanzar.

A menos que...

A menos que fuera a través del agua, se dio cuenta. Busco entre las cámaras la bahía de

submarinos. Si pudiese llegar ahí, podría entrar. Estaba a que, veinte metros? Una larga distancia

par air nadando, y la presión seria fuerte también. Y cuando llegara, tendría que entrar a la

recamara, cerrar las puertas y esperar a que el agua fuera bombeada fuera. Si eso no era

suficiente para matarlo, el agua fría en si misma muy bien podría hacerlo.

Entonces el display que estaba observando fue interrumpido, cortado por otra señal. Un rostro

apareció, una señal en blanco y negro con algo de interferencia. “Quien está ahí?” dijo el hombre.

“Quien está en el sistema?”

El hombre era vagamente familiar. Se dio cuenta de que era el hombre que lo había llevado a ver

el Marker en su recamara por primera vez. Como era su nombre?

Harm algo. Sí, eso era, Henry Harmon.

Encendió su cámara para que el hombre pudiese verlo.

“Harmon,” dijo. “Soy Altman. Estas con vida?”

“Pensé que era el último,” dijo Harmon. “Es maravilloso verte.”

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“Dónde estás?”

Harmon miro distraídamente a su alrededor. Como si por un momento no pudiese recordar donde

estaba. “Estoy en la recamara del Marker,” dijo. “pensé que estaba atrapado, pero por alguna

razón, esas cosas no se acercan al Marker. Me alegro de no ser el único con vida.”

“Iré a buscarte,” dijo Altman.

“Eso no es posible,” dijo Harmon. “Antes de que des algunos pasos, ellos te destrozaran.”

“Puedes hacerme un favor?” preguntó Altman. “Hay alguna manera de que puedas abrirme las

puertas de la bahía de submarinos desde ahí? Tienes autorización?”

“Seguro,” dijo Harmon. “Por qué?”

“Ábrelas y déjalas abiertas,” dijo Altman. “Así es como llegare hasta ti. Oh, y una cosa más.”

“Solo dilo,” dijo Harmon.

“Reúne toda la información sobre el Marker disponible en el sistema. Señal, composición,

dimensiones, forma, todo lo que haya.”

“De acuerdo,” dijo Harmon. “Me dará algo que hacer.”

“Puede que haya descubierto que es lo que el Marker busca,” dijo Altman. “Lo sabré cuando llegue

ahí. Si es que llego.”

Harmon comenzó a decir algo, pero Altman ya se había desconectado. Atravesó el laboratorio de

regreso por donde había venido.

Busco en algunos casilleros y gabinetes, buscando oxigeno o algún traje de buceo, pero no

encontró nada. Tendría que arriesgarse. Miro la motosierra. Difícilmente era el arma ideal, cuando

la sierra se trabo, casi logra que lo maten. De cualquier modo, no podía llevarla. El agua la

arruinaría. El Plasma Cutter por otra parte, era otro tema. Probablemente funcionaria incluso

luego de entrar en contacto con el agua.

Encontró dos rollos de quince metros de soga y las colgó sobre su hombro. Entonces comenzó a

subir la escalera otra vez, de regreso a la escotilla.

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Bajo hasta la plataforma de botes, moviéndose con las olas. La bahía de submarinos estaba debajo

y apenas hacia la izquierda. Fue hacia el borde más alejado de la plataforma y miro hacia abajo

buscándola..

Ahí, ahí estaba. Podía ver el brillo proveniente desde la puerta abierta del hangar.

Ato entre si ambos rollos de soga, tensando cada lado del nudo hasta que estuvo satisfecho,

entonces cuidadosamente midió su largo. Ato la cinta del Plasma Cutter en un extremo de la soga,

con doble nudo, solo para estar seguro. El otro extremo lo ato alrededor de la barrera de la

plataforma.

Con cuidado, bajo el Plasma Cutter y la soga dentro del agua hasta que desaparecieron, poco más

se veía que los primeros metros de soga. Se quitó su camisa pensando. Sabía que tendría solo una

oportunidad. Una vez que hubiese descendido lo suficiente tendría que hacerlo. O llegaba hasta la

bahía de submarinos o se ahogaba.

Respiro rápidamente y luego se sumergió, dejando el aire salir por su nariz mientras descendía.

Nado tan rápido y tan directo hacia abajo como pudo, siguiendo la soga. La presión aumento

rápidamente, su cabeza se sentía como si fuera a ser aplastada. Se sintió increíblemente lento,

como si no hiciera progreso alguno, como si estuviese a pocos metros de la plataforma.

Siguió nadando, intentando mantener un ritmo nivelado y estable y su ritmo cardíaco constante,

intentando no entrar en pánico. Podía oír la sangre corriendo cerca de sus oídos, un constante

golpeteo volviéndose cada vez más lento. Sus miembros estaban perdiendo velocidad, o solo se

sentían de esa manera?

Vio luces. Estaba cerca de la bahía de submarinos. No, pensó, no mires, mantente enfocado, solo

sigue nadando hacia abajo.

Sintió sus pulmones luchar, queriendo respirar el aire que no estaba ahí. Hizo un ahogado sonido,

tenía que forzarse a no respirar agua. Las cosas a su alrededor parecían lentas, mucho más lentas.

Y entonces lo vio, flotando cerca del extremo de la cuerda, el Plasma Cutter, como una sombra en

la obscuridad. Su corazón latió con exaltación y las cosas comenzaron a tornarse obscuras en los

bordes, por un momento pensó que se desmayaría.

Pero cuando lo alcanzo y lo tuvo en sus manos, se dio cuenta de que no había manera de llegar e

ingresar a la bahía cargándolo. No tenía el suficiente aire para hacerlo, ni la suficiente fuerza.

Tendría que dejarlo atrás.

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Lo soltó. Miro hacia un lado ahí estaba, a unos pocos metros: la puerta abierta de la bahía de

submarinos. Dejo la soga y nado hacia ella. Se dio cuenta de que no lo lograría. Tal vez llegaría a la

bahía de submarinos, pero no tenía la suficiente fuerza para cerrar la puerta y esperar a que el

agua fuera bombeada fuera. No tenía sentido.

Pero algo en él hizo que siguiera nadando. Atravesó la puerta dentro de la bahía. Estaba a punto

de dirigirse al control de la puerta cuando casualmente miro hacia arriba y repentinamente tuvo

una idea. Se impulsó hacia arriba tan rápido como pudo, golpeando su cabeza tan fuerte que casi

queda inconsciente. Pero ahí, en la esquina, había una pequeña burbuja de aire. Puso su cara

contra el techo y tomo una gran bocanada de aire, el agua se filtraba sobre los lados de su boca.

Se quedó ahí, flotando, respirando un poco más, hasta que dejo de jadear, hasta que su corazón

dejo de golpear. Estaba bien. Iba a estar bien.

Cuando se sintió calmado, se sumergió nuevamente y nado hacia abajo. Pero en lugar de ir

directamente hacia los controles atravesó la puerta hacia afuera nuevamente. Por un momento

estuvo perdido, desorientado en el océano abierto, y pensaba que había ido en la dirección

contraria. Y entonces vio la sombra de la soga, se dio cuenta de que estaba buscando muy arriba.

Miro hacia abajo un poco y ahí estaba.

Nado hacia el Plasma Cutter y lo agarro, inmediatamente regresando a la bahía, arrastrando la

soga de regreso consigo. Pero era muy pesada, debido a la soga el progreso era muy lento. Por un

momento considero abandonar el Cutter, hasta que se le ocurrió una idea. Encendió el Cutter y

con él corto la soga.

El arma era pesada, obligándolo a utilizar un solo brazo para nadar. Amenazaba con arrastrarlo al

fondo. Llego justo debajo de la bahía y comenzó a nadar desesperadamente, pateando con fuerza,

con algo de pánico. Para cuando pudo agarrarse del borde de la puerta e impulsarse dentro estaba

casi tan exhausto como en el descenso inicial. Se impulsó hacia una esquina y nado rápidamente

hacia los controles en el suelo.

Presiono el botón y lo mantuvo apretado. Las luces de emergencia en el cuarto comenzaron a

parpadear. Lentamente, vio, el suelo comenzó a moverse, comenzó a cerrarse. Nado hacia arriba

buscando la burbuja de aire y por un momento no pudo encontrarla. Donde estaba? Nado a lo

largo del techo y encontró una del tamaño de su puño, lo suficiente para que su boca entrara.

Aspiro y luego expulso rápidamente el aire, aumentando el tamaño de la burbuja. Debajo suyo, el

sonido ahogado de las puertas cerrándose y el gentil zumbido de las bombas.

El nivel del agua comenzó a bajar y pudo sacar su cabeza por completo fuera del agua, respirando

profundamente e inmediatamente se desmayó.

Michael, decía la voz. Michael. Levántate.

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Abrió sus ojos. Era su padre. Te pedí que te levantes, dijo. Cuantas veces tengo que pedirlo?

En un minuto papa, dijo. Su voz sonaba extraña, hueca, como si proviniera de una gran distancia.

Dije ahora, dijo su padre. Levántate o te arrastrare fuera de la cama yo mismo.

No se movía. Su padre lo sacudió. Él gimió, sacudiendo su cabeza. “Papá—

Levántate! Su padre gritaba ahora, tan cerca de su rostro que podía sentir el olor del licor en su

aliento. Levántate!

Recupero la conciencia boca abajo, con la mitad de su cuerpo sobre la pasarela que recorría el

borde de la recamara. Tuvo suerte. Estaba con vida y tosiendo agua en lugar de estar boca abajo

en el centro del cuarto, muerto.

Se levantó con dificultad y se apoyó contra la pared, recuperándose. Luego se acercó al borde de

la pasarela y salto dentro del agua.

No podía encontrar el Plasma Cutter. Tal vez algo salió mal. Tal vez había caído cuando las puertas

se cerraban y se hundió en el agua. Tal vez se había ido.

Volvió a la superficie, agarrándose del borde de la pasarela, y entonces bajo otra vez, buscando

con más cuidado esta vez. Lo encontró trabado detrás de una boya, casi imposible de ver hasta

que estuvo a punto de tocarlo.

Lo libero y salió de regreso a la superficie, elevándose sobre la pasarela. Entonces se recostó en la

grilla un segundo, respirando, intentando recuperarse.

Cuando se levantó, aún temblaba, tanto por nervios como por el frio. Abrió la tapa de la unidad de

comunicación de la pared y conecto con la recamara del Marker.

“Hola?” dijo Harmon, su voz denotaba algo de pánico ahora. “Hola?”

“Soy yo, Altman,” dijo.

Harmon afino sus ojos mirando a la pantalla. “Altman,” dijo. “Me preguntaba si seguias con vida.

Aún estas vivo no? Esto no es una visión o sí? Te ves diferente.”

“Estoy vivo,” dijo Altman. “Solo un poco mojado.”

“Dónde estás?” pregunto.

“Bahía de submarinos,” dijo Altman. “Cerca.”

Harmon asintió. Abrió un holoarchivo y lo empujo para que Altman pudiera verlo.

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“Aquí tienes,” dijo Harmon, y un bloque rojo apareció en el mapa. “Es simple,” agrego. “Bajas por

este pasillo, el que tiene la leve inclinación. Entonces pasas por estos dos laboratorios. Un último

pasillo y estarás aquí.”

“Que hay entre tú y yo?” preguntó Altman.

“Cerca del Marker, nada,” dijo Harmon. “No se acercan al Marker. Si puedes llegar al último pasillo

deberías estar bien. Antes de eso puede ser algo complicado.”

Mostro a Altman una vista del pasillo justo al lado de la bahía de submarinos. La cámara hizo un

paneo lento, mostrando una pila de cuerpos, una pálida criatura similar a un murciélago volando

sobre ellos, y luego disuelta en una pared de estática. “Esto fue justo antes de que la cámara fuera

destruida,” dijo. “Quien sabe que hay ahí ahora.”

La vista cambio, dos cámaras separadas, dos laboratorios. En uno, una criatura con apariencia de

araña, como la que había matado antes, solo que esta tenía tres cabezas y una hilera de columnas

a lo largo de su espalda. En el otro, dos criaturas con espadas de hueso. Estaban tiradas en el

suelo, inmóviles, tal vez muertas. “Estas son actuales,” dijo Harmon. “Sugeriría que atravieses en

silencio los laboratorios. El pasillo que les sigue parece estar vacío.”

Altman respiro profundamente. “Muy buen,” dijo. “Aquí voy.”

Se detuvo junto al conducto de aire que estaba ligeramente abierto y miro hacia afuera. El pasillo

de afuera estaba iluminado por una muy tenue luz, algunas de las luces de emergencia

parpadeaban, otras estaban totalmente quemadas. Pero podía ver por las borrosas formas y el

sonido que hacían que había algo ahí.

Y entonces un brazo se estiro por la apertura y lo agarro, se enrolló alrededor de su propio brazo y

tiro con fuerza, golpeándolo contra el conducto.

O al menos al principio pensó que era un brazo. Al tratar desesperadamente de quitárselo de

encima, noto que no era un brazo en absoluto sino algo similar a un grupo de tendones unidos y

endurecidos de alguna manera. Intento levantar el Plasma Cutter, pero su brazo estaba metido

por completo en el conducto, no había lugar para cortar. Tiro otra vez y casi le arranca el brazo. Él

tiro con fuerza pero no logro mucho. Sin saber qué otra cosa hacer, pateo la palanca para abrir

aún más la puerta.

Tan pronto como la apertura se hizo lo suficientemente grande, el tendón lo arrastro. El pasillo

había sido reconstruido, cubierto en una capa orgánica, algo que parecía ser carne. Era como si

estuviese siendo introducido en un intestino. Él corto el intestino con el Plasma Cutter, pero la

hoja no corto por completo. El tendón no redujo su fuerza, solo lo arrastro aún más por el pasillo.

Él grito de dolor, corto otra vez y esta vez del todo.

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Hubo un rugido. El resto se retiró rápidamente, desapareciendo en un ducto de aire. La pieza que

pudo cortar aún apretaba su brazo con fuerza, cortando la circulación. Para sacárselo de encima,

tuvo que diseccionarlo cuidadosamente.

Era como caminar a través de una pesadilla. Sangre y carne por todos lados, no podía saber de

dónde vendría el próximo ataque. Se estaba poniendo nervioso, él lo sabía. Necesitaba relajarse,

necesitaba calmar sus nervios, o lo atraparían. Pero como podría relajarse en un infierno como

este?

Completamente adolorido, se tambaleo a lo largo del pasillo, evitando una especie de alfombra

pútrida, intentando no tocar la carne que cubría el techo y las paredes. Había un cuerpo

bloqueando el camino, pero tan pronto como lo toco, el cuerpo grito y lo ataco. Retrocedió y se

patinó, cuando se dio cuenta, ya estaba sobre él, intentando cortar su cabeza con las hojas de

hueso, hojas que estaban ocultas bajo el agua. Levanto sus rodillas y giro para verlo sobre él, su

babosa boca a solo centímetros de su garganta. De alguna manera logro interponer sus manos

entre él y la criatura, alejándola. La criatura grito y siseo en frustración, aferrándose con fuerza

con sus hojas e intentando acercarse, su aliento era tan pútrido que logro que quisiera vomitar.

Con un gemido, lo empujo con fuerza y lo tiro hacia un lado, entonces se levantó y saco el Cutter

debajo suyo. Ya estaba abalanzándose sobre él, pero esta vez tenía el Cutter y corto una de las

espadas. Seguía avanzando con la otra hoja y el muñón. Golpeo con fuerza su cabeza, aplastándola

con el cuerpo del Cutter. Seguía avanzando. Retrocedió alejándose de él , se detuvo solo para

blandir el Cutter hacia la otra extremidad, cortando también lo que restaba del muñón. La criatura

se retorció un poco, hundiéndose en la pútrida alfombra de lodo y luego se detuvo.

Fue solo entonces, en la breve tranquilidad, que noto algo que se aproximaba detrás suyo. Giro

sobre su talón y lo vio venir. Una de las espadas de hueso cortó su brazo, provocando que soltara

el Plasma Cutter. Él grito y golpeo a la criatura con su mano abierta, con fuerza, sintiendo la

enfermiza textura de la carne muerta. Retrocedió un poco y logro levantar el Cutter, gritando por

el dolor. La criatura avanzo otra vez, él se dejó caer para evitar las afiladas hojas y la vio pasar

sobre su cabeza, pateando sus piernas desde abajo.

Cayo sobre él por un momento, atrapado entre el lodo y su apestosa carne podrida, tuvo la

impresión de que ya estaba muerto, que estaba experimentando el más allá, viviendo un

particular infierno por el daño que había causado en vida. La criatura se restregaba en su hombro,

moviéndose hacia su cuello, e intentaba girar apoyándose sobre una de las espadas para poder

atacarlo con la otra.

Presiono el gatillo del Cutter, esperando que no estuviese muy abajo y apuntando hacia abajo en

lugar de hacia abajo. La hoja de energía se generó entre sus rodillas, él la levanto y forzó hacia la

pelvis de la criatura, forzándola poco a poco, cortándola lentamente a la mitad.

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Las partes cayeron a cada lado, pero aún debió levantarse y pisar cada extremidad antes de que se

detuviera. Se levantó con dificultad. La sangre aún brotaba del corte en su brazo. Rompió el borde

de su camisa y se vendo torpemente. No detendría el sangrado, pero al menos lo reduciría, eso

tendría que alcanzar por ahora.

Dos pasillos más pensó. Eso es todo.

Fue hacia el final del pasillo. Tuvo que cortar la carne que cubría la puerta para encontrar los

controles, pero una vez que lo hizo y paso su tarjeta por el escáner, se abrió sin problemas.

Miro dentro. Harmon tenía razón—el cuarto se veía bien, no había nada. Ahí, a un costado, había

dos puertas que daban a laboratorios. Solo tendría que moverse tan silenciosamente como fuera

posible, y entonces estaría a salvo.

Se adentró en el nuevo pasillo, sonidos húmedos provenían de sus pisadas por el lodo del otro

cuarto. Podía oír movimientos detrás de la primer puerta. Contuvo su respiración y paso por

delante sin problemas, estaba casi sobre la segunda. Podía escuchar sonidos detrás de esa puerta

también, un sonido metálico y luego un bajo y largo gemido. Apresuro su paso un poco y pudo

pasar también sin problemas.

Ya había alcanzado la puerta al final del pasillo cuando escucho una de las puertas detrás suyo

abrirse. No quiso mirar atrás para ver cuál era, solo presiono su tarjeta contra el escáner y rogo

porque la puerta se abriera lo suficientemente rápido.

El largo gemido se escuchó otra vez, esta vez más cercano, más fuerte. La puerta comenzó a

abrirse y él se apresuró a atravesarla y entrar en el último pasillo, mirando brevemente hacia atrás

para ver a la criatura arácnida con sus tres cabezas mirándolo. Era diferente a la otra. Su espalda,

por lo que pudo ver, estaba cubierta de púas, que habían comenzado a endurecerse y erguirse.

Una fue disparada desde su espalda hacia Altman, incrustándose con fuerza en la pared justo a su

lado. Las tres cabezas de la criatura sisearon al unísono, pero no avanzo. Entonces la puerta se

cerró entre ellos.

Corrió hacia la puerta en el extremo del pasillo y encendió el comunicador.

“Quién es?” dijo la voz de Harmon.

“Quien carajos crees que sea?” dijo Altman.

“Altman?” dijo. “Como puedo estar seguro de que eres tú?”

“Vamos Harmon. Abre ya.”

“No,” contesto. “Tienes que decirme algo que tú, que el verdadero tú y nadie más sepa sobre mí.”

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Estaba loco? “No te conozco tanto Harmon. No tengo nada que decir.”

“Lo siento,” dijo. “No puedo abrir,” y corto la comunicación.

Altman reconecto el link. Cuando Harmon atendió dijo, “No cortes. Enciende el video y veras que

soy yo.”

Harmon lo hizo. Altman vio su preocupado rostro, inspeccionándolo. Una mano apretaba con

fuerza algo al final de un collar.

“No lo sé,” dijo lentamente. “Un video puede ser modificado.”

“Estas siendo paranoico,” dijo Altman, y entonces se dio cuenta de que eso era exactamente lo

que estaba pasando. El Marker lo estaba volviendo paranoico. Pero también recordó que Harmon

era un creyente.

“Mira,” dijo Altman rápidamente, “Tu eres el que me dijo que las criaturas no pueden acercarse al

Marker, cierto? Si eso es cierto, yo no debo ser uno de ellos. Si lo fuera, no sería capaz de

acercarme tanto. El Marker te protegerá si crees en él. En el nombre del Marker, abre la puerta.”

Harmon dio una larga y solemne mirada que Altman no pudo interpretar, entonces se estiro y

presiono el botón terminando la comunicación. Un momento después. La puerta se abrió. Altman

entro lentamente con sus manos levantadas.

“Ah, si eres tú,” dijo Harmon. “Alabado sea el Marker.”

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“Sabía que vendrías,” dijo Harmon. “Simplemente lo sabía.” Altman noto que sudaba

profusamente. Sus respuestas eras inconexas, su voz iba y venía de un tono de tranquilidad a un

grito histérico de pánico. Claramente no estaba cuerdo.

“De hecho, te llame y te dije que estaba en camino,” dijo Altman.

“No!” dijo Harmon, elevando su voz. “No me lo dijiste! Yo lo supe!”

“Cálmate,” dijo Altman. “Como sabes que yo soy el que debía venir?”

“Eres el único que debía venir,” dijo Harmon, hablando con una calmada simplicidad. “Tienes que

ser tu porque eres el único. Todos los demás están muertos.”

Altman lentamente asintió. Tal vez pudiese utilizar la fe de Harmon en el Marker a su favor. Quería

que Harmon creyera en lo que quisiera creer siempre y cuando permitiera a Altman hacer lo que

debía hacer.

“Vine aquí,” dijo Harmon. “Este fue el primer lugar al que vine, y cuando vi que no se podían

acercar a mí, entendí porque. El Marker me quería aquí. Solía desconfiar del Marker, pero estaba

equivocado. El Marker me está protegiendo. El Marker me ama.”

“Y a mí,” dijo Altman.

“Y a ti,” Harmon estuvo de acuerdo. Se estiro y tomo el brazo de Altman. Su mano estaba febril,

quemando de caliente. “Tú crees?” Pregunto.

Altman se encogió de hombros. “Seguro,” dijo. “Por qué no.”

“Y has entendido mi mensaje?” pregunto. Miro a Altman expectante, claramente esperando.

“Mensaje recibido,” dijo Altman finalmente.

Harmon sonrió.

“Te pedí que juntaras algo de información,” dijo Altman. “La tienes?”

Harmon señalo a la holopantalla.

Había una serie de holoarchivos, Altman había visto algunos de ellos, otros no. Había imágenes en

video del interior del primer batiscafo, tomadas luego de que había sido llevado a la superficie.

Había vis to versiones de eso antes, primero en el video interceptado de Hennessy y luego, desde

afuera, a través de la ventana.

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Mientras la cámara que tomaba las imágenes escaneaba lentamente el interior, reconoció las

marcas de sangre como símbolos del Marker. Pero, también se dio cuenta, no estaban en el

mismo orden o secuencia que aparecían en el Marker. Lo que había visto antes como síntoma de

locura, ahora lo entendía como cálculos rudimentarios y parecían contener una pizca de sensatez.

Además, había análisis de la estructura y densidad del Marker, cientos de disecciones de sus

transmisiones, especulaciones, teorías sin probar.

Había información sobre los diferentes códigos genéticos que Showalter y Guthe habían leído en la

señal y en el Marker. Había, al final, más archivos de los que podía leer—incluso más archivos de

los que podía revisar. Miles y miles de páginas e imágenes y horas y horas de videos. Que era

importante y que no lo era? Como debía empezar?

Harmon estaba agachado en la cubierta junto a su silla, mirando al Marker. “Habías visto algo igual

alguna vez?” preguntó Harmon.

“No,” dijo Altman.

“Es bueno,” dijo Harmon. “Nos ama, puedo asegurarlo. Lo toque, y cuando lo hice, sentí su amor.”

“Sentiste algo?” dijo Altman.

“Sentí su amor!” insistió Harmon, gritando ahora. “Nos ama! Tócalo y veras!”

Altman sacudió su cabeza. “Tócalo! Tócalo!” seguía gritando Harmon. Y así, sin saber qué otra cosa

hacer para calmarlo, Altman se paró, camino a través de la recamara y lo hizo.

No fue amor lo que sintió, sino algo diferente, algo que no era para nada un sentimiento. Al

principio era como si experimentara todas las alucinaciones que había visto antes al mismo

tiempo, todas superpuestas. La mayoría interferían entre ellas, creando una especie de estática

cegadora que manchaba casi todo, pero más allá de eso, a pesar de eso, pudo ver algo que no

había visto antes. Pudo ver que las alucinaciones no eran parte de las funciones del Marker, sino

algo más que oponía a él, de algo que estaba enmarcado en su cerebro. Las alucinaciones habían

intentado protegerlos, pero habían fallado: el proceso había comenzado. Ahora todo lo que podía

hacer era satisfacer lo suficiente al Marker para que el proceso se detuviera, pero no lo suficiente

para llegar a una Convergencia completa.

Y entonces, de repente, algo se aclaró y pudo ver más allá de las alucinaciones para observar al

Marker en sí mismo. Era como si estuviese cambiando la estructura de su cerebro, rehaciendo

conexiones, reescribiendo circuitos, para hacer que entienda. De repente pudo ver la estructura

del Marker desde el interior, y de una manera que le dio una compleja apreciación de él. Lleno su

cabeza y la encendió en llamas, y luego se introdujo entre las líneas de su cráneo y lo llevo consigo.

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Cuando recupero la conciencia, Harmon estaba sobre él, golpeando su cabeza, con una beatifica

sonrisa en su rostro.

“lo viste?” dijo cuándo noto que los ojos de Altman estaban abiertos. “Lo viste?”

Altman lo movió de encima suyo y se levantó, caminando lentamente hacia el monitor. Comenzó a

tipear frenéticamente, dibujando una estructura al mismo tiempo. Sus manos se movían más

rápido que su cerebro, trabajando en diferentes piezas y partes al mismo tiempo, cambiando de

un holoarchivo al otro. Shockeado, se dio cuenta de que estaba grabando los planos rudimentarios

para la construcción de un nuevo Marker. Era descuidado y burdo. Había muchas preguntas sin

respuesta, muchos misterios que ser descubiertos, pero era eso lo que definitivamente estaba

haciendo.

“Que es eso?” pregunto Harmon detrás suyo. “Que está pasando?”

“Lo he descifrado,” contesto Altman. “Pensé que lo tenía antes, pero estaba peleando por

entender que significaba. Ahora lo sé.”

Trabajo un tiempo más; cuanto, no supo decirlo. Su cabeza giraba, sus dedos dolían. Cuando

termino, giro hacia Harmon.

“Necesito tu ayuda,” dijo.

“Que necesitas?”

“Quiero que me ayudes a traducir lo que tengo aquí, lo mejor que puedas y transmitas la señal de

regreso al Marker.”

Al principio Harmon solo lo miro y lentamente se sentó, miro más de cerca. Lo reviso

detenidamente. De repente, alzo la mirada a Altman, la primer mirada coherente que tuvo desde

que Altman había entrado a la recamara.

“Este es el Marker,” dijo, con respeto en su voz. “Lo entendiste, tal y como él te pidió que lo

hagas.”

Altman asintió.

“Quieres que transmita al Marker la imagen de él mismo?” pregunto.

“Si,” dijo Altman.

“Alabado sea el Marker,” dijo Harmon. Y luego agrego, “Alabado sea Altman.”

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El escuchar a Harmon decir su nombre así hizo que se le erizara la piel, pero se mordió la lengua,

no dijo nada. Lo que había hecho estaba lejos de estar completo, requeriría años y años de trabajo

hacerlo, pero podría ser suficiente para detener el proceso de Convergencia ahora.

Tomo algunas horas más, unos cuantos intentos de transmitirlo en diferentes maneras antes de

que algo conectara. El Marker envió una corta, intensa ráfaga de energía, y entonces, tan

repentinamente como había comenzado a transmitir, se quedó en silencio.

“Que paso con él?” preguntó Harmon.

“Está descansando,” dijo Altman. “Hemos hecho lo que quería de nosotros. Hemos salvado el

mundo.”

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Luego de que termino, se sentó ahí por un largo tiempo. Por qué quería ser reproducido el

Marker? Que efecto tendría? Que significaba? Y si las alucinaciones, las visiones, no eran

producidas por el Marker, sino por algo que se oponía a él, de dónde venían? Cuál de las dos

estaba de su lado?

Él aún no confiaba en ello. No, lo que había sentido cuando toco el Marker no fue amor, fue

nada—total y absoluta indiferencia hacia la raza humana. Eran medios para llegar a un fin. Cual era

ese fin, no estaba seguro, pero sentía, más que nunca, que para el Marker ellos eran desechables,

un paso necesario en el camino hacia algo más. Cuando el nuevo Marker fuera construido—y él no

tenía la menor duda de que eso era lo que el Marker quería—que pasaría entonces?

Había detenido la Convergencia, pero tal vez al hacerlo había iniciado del golpe un descubrimiento

que guiaría a la humanidad hacia un destino incluso peor.

Pero también, otra parte de él respondía, y si estas mal? Y si estas siendo paranoico? Y si el amor

que Harmon había sentido eran sus propios sentimientos, reflejados sobre sí mismo: su propio

amor religioso para el Marker, reflejado como amor del Marker hacia él? Y si la indiferencia que

Altman sintió no era algo inherente al Marker, sino algo integral de sí mismo, reflejado hacia él?

Se sentó ahí pensando, pensando, pero sin llegar a nada. Que haría ahora? Ahora que había dado

al Marker lo que quería, había inadvertidamente hecho un daño mayor a la humanidad?

“Tendremos que irnos,” dijo a Harmon. “El Marker quiere que nos vayamos.”

“Como lo sabes?”

“Me lo dijo,” dijo Altman.

Harmon asintió. Fue hacia el Marker y lo toco suavemente con sus labios. Ya no estaba paranoico,

no estaba nervioso, sin duda era porque el Marker había dejado de transmitir. Pero aún era un

creyente.

“Dónde vamos?” preguntó Harmon.

“Al centro de control,” dijo Altman. “Tengo algo que hacer antes de irnos.”

No sabía que esperar—tal vez ahora que el Marker había dejado de transmitir, las criaturas habían

perdido fuerza, colapsado, incluso desaparecido.

Pero no fue así. Cuando dejaron la recamara del Marker y fueron hacia el extremo del pasillo y

abrieron la puerta, se encontraron con que la criatura arácnida seguía ahí, esperándolos. Estaba

algo lenta tal vez, un poco menos atenta, pero seguía dispuesta a matarlos a ambos.

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Ver eso solo reforzó su necesidad de hacer lo que había planeado.

Abrieron la puerta y ahí estaba, la espalda de la criatura comenzó a vibrar. Altman agarro a

Harmon y ambos retrocedieron por la puerta. Las extrañas proyecciones cónicas de su espalda

salieron disparadas a lo largo del pasillo pasando muy cerca de ellos y clavándose contra las

paredes.

Levanto su cabeza y espero para ver qué haría después. Las tres cabezas estaban libres ahora,

arrastrándose hacia ellos.

Encendió el Plasma Cutter.

“Tal vez quieras retroceder,” dijo a Harmon y entro en el pasillo.

Golpeo a la primera con la hoja mientras saltaba hacia él, separando la cabeza de los tentáculos.

La cabeza aun gimiendo, reboto contra la pared y él la aplasto de un pisotón. Corto a la segunda

con un ataque hacia arriba mientras corría por el techo, justo sobre el marco de la puerta.

Entonces tuvo que retroceder y recostarse contra la pared otra vez ya que la criatura lanzo más

proyectiles hacia él.

La última cabeza tuvo que arrancarla del cuello de Harmon. Lo había esquivado de alguna forma,

no sabía cómo. Ni siquiera sabía que se había aferrado a Harmon, ni lo hubiese sabido de no ser

porque este lo agarro del hombro y lo sacudió. Giro y vio a Harmon tornarse lila, pensó no esto de

nuevo, y corto esa cosa a la mitad, de alguna manera evito cortar a Harmon en el proceso.

Harmon tosió y masajeo su cuello. “Alabado sea Altman,” sugirió en un ahogado susurro.

“Deja de decir eso,” dijo Altman. “Altman no desea ser alabado.”

Miro nuevamente a través del marco de la puerta. La criatura avanzaba ahora, sus piernas

similares a lanzas golpeaban con fuerza el suelo al irse acercando a ellos. Puso su dedo sobre sus

labios, advirtiendo a Harmon para que estuviese callado, entonces se apoyó contra la pared.

La escucho acercarse, el golear de cada pierna haciendo un rítmico eco que repentinamente hizo

difícil que supiera realmente donde estaba. Lo escuchó detenerse en el marco de la puerta. Siguió

esperando que pasara, pero por alguna razón no lo hacía. En cambio giro y miro hacia el otro lado.

Mierda, pensó Altman, hasta aquí llegamos con la emboscada. Y atravesó la puerta para seguirlo.

La bestia giro sobre si misma sorprendentemente rápido a pesar de sus muchas piernas. Corto la

pierna más cercana a él y entonces la criatura cayó al suelo mientras su espalda vibraba y lanzaba

sus púas.

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Corto otra pierna en el mismo lado, casi perdió su pie al apuñalar una de las piernas restantes

hacia abajo. Otro golpe y cayó hacia un lado, deshabilitada. La desmembró con cuidado esta vez

de no tocar el tumor amarillo y negro.

Volvió para buscar a Harmon y continuaron a través del pasillo. Pasaron por las puertas de los

laboratorios y vieron que estaban abiertas. Dentro de la segunda había dos criaturas con espadas

de hueso, girando en círculos, realizando una extraña danza, como si el Marker antes de dejar de

transmitir hubiese enviado una orden que no podían interpretar y ahora estuviesen trabadas en

una especie de error, forzadas a realizar el mismo movimiento una y otra vez. Sin saber que más

hacer, Altman avanzo silenciosamente. Si los habían notado, no lo demostraron.

En lugar de ir hacia la siguiente habitación, dentro de la bahía de submarinos, tomaron el pasadizo

lateral y subieron, hacia el centro de comando. Había dos más de las criaturas con espadas de

hueso, estos directamente en el pasillo, realizando los mismos movimientos perdidos, bloqueando

el camino. Pero tan pronto como los toco con el Plasma Cutter, ambas atacaron. Harmon giro y

huyo corriendo hacia el otro pasillo. Altman corto las piernas de uno, pero no pudo girar el arma

antes de que él otro estuviese encima suyo, sus extremidades lo envolvieron y acercaron al

cuerpo, su boca se presionó contra su cuello con un gemido. Su cuello ardía por el fluido que

emanaba de la boca de la criatura. Logro cortar a través del pecho y sus piernas, pero la parte

superior seguía aferrándose. El otro, aún sin piernas, se arrastró con sus hojas y estaba intentando

aferrarse de sus piernas. Intento mover la cabeza del primero, apartarla de su cuello, pero no

pudo. El Cutter seguía atrapado.

Mantuvo el botón apretado y lentamente movió la hoja a través del torso de la criatura y lo movió

hacia un lado, cortando una de las hojas. Desde ahí pudo quitarlo de encima y luego pisotear a

ambos fuera de la existencia.

Retrocedió hacia el pasillo hasta que encontró a Harmon. “Vamos,” dijo cansadamente. “Sigamos.”

No tenía autorización para abrir la puerta del centro de control, pero Harmon sí. El centro de

control estaba vacío, tal vez porque el Marker estaba justo arriba. Se aproximó a la consola y

encontró lo que estaba buscando.

Ingreso la secuencia y el sistema le negó el acceso. Lo ingreso otra vez.

ANULAR? S/N pregunto la holopantalla.

S.

INGRESE CODIGO DE AUTORIZACION.

“Harmon,” pregunto. “Tienes un código de autorización?”

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“Por qué?” dijo Harmon. “Para que lo quieres?”

“No soy yo quien lo quiere,” dijo Altman. “Es el Marker.”

Luego de una breve pausa, Harmon le dio el código. Él lo ingreso.

Inmediatamente una alarma comenzó a sonar.

LA SECUENCIA DE INUNDACION COMENZARA EN 10:00. CANCELAR LA SECUENCIA S/N?

“Que hiciste?” grito Harmon.

N.

La cuenta regresiva comenzó.

LA SECUENCIA PUEDE SER CANCELADA EN CUALQUIER MOMENTO PRESIONANDO N.

Harmon estaba gritando detrás suyo. “Que estás haciendo?” gritaba una y otra vez.

Altman lo agarro y sacudió. “Estoy hundiéndolo,” dijo.

Harmon tenía una mirada dolida en su rostro, a punto de romper en lágrimas. “Por qué?”

pregunto.

“Para proteger al Marker,” mintió Altman. “Estaba allá abajo por una razón, para mantenerlo a

salvo. Y para matar a estas criaturas. Te lo prometo Harmon, esto es lo que tiene que suceder.”

“Tienes que detener la cuenta regresiva,” dijo Harmon.

“No,” respondió Altman.

“Entonces yo la detendré,” dijo Harmon.

“No,” contesto Altman, sosteniendo el Plasma Cutter cerca de su rostro. “Tu vienes conmigo. O lo

haces o te mato.”

La presión dentro de la estación ya había comenzado a cambiar. Había una corriente de agua en el

corredor cuando entraron, el proceso comenzaba lentamente, nada que no pudiera ser revertido.

El sistema, él sabía, no procedería por completo hasta que hubiesen pasado los diez minutos.

Al principio Harmon estaba enfurecido, luego se vio sobrecogido por las lágrimas, que lentamente

se redujeron a lamentos y luego se retiraron por completo. Altman pensó por un momento que

tendría que matarlo, pero finalmente permitió que lo persuadiera.

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Altman miro su reloj. “No tenemos mucho tiempo,” dijo. “No sé qué criaturas siguen con vida en

los pisos superiores o cuanto me tomara matarlos. Tendremos que ir a través de la bahía de

submarinos.”

“No sabía que aún había un submarino ahí,” dijo Harmon.

“No lo hay,” dijo Altman.

“Entonces como—”

“Iremos nadando,” dijo Altman. “Inundare la bahía y abriré las puertas. Tan pronto como estén

abiertas, nadaremos tan rápido como sea posible hacia afuera y luego a la superficie. Hay una

cuerda. Si la ves, síguela hacia arriba. Te guiara a la plataforma de botes. Tengo un bote a motor

amarrado ahí. Estaré justo detrás tuyo.”

Con los ojos abiertos de par en par, Harmon asintió.

Ambos salieron. Altman tomo la delantera, manteniéndose alerta. Nada. Debía haber más

criaturas en la instalación, pero él no las veía. Seguía esperando que salieran violentamente de

algún tubo de ventilación u oír una puerta abrirse detrás suyo para encontrar una de ellas

mirándolo, pero no, nada. Era casi tan malo como si hubiese algo. Lo mantenía tenso, expectante,

una enorme carga de tensión que no podía liberarse.

Para el momento en que llegaron a la puerta de la bahía de submarinos quedaban solo dos

minutos. El agua llegaba hasta sus rodillas en el corredor y cuando intento abrir las puertas, no

respondían. Anulo los controles y pudo abrir las puertas lo suficiente para pasar, el agua del pasillo

paso junto a ellos intento cerrar la puerta pero no pudo hacerlo. Pidió a Harmon que lo ayudara,

pero el hombre solo se quedó ahí, inmóvil, mirando hacia la pasarela. Finalmente Atamán tuvo

que gritarle, amenazarlo. Juntos, con Altman trabajando en los controles manuales y Harmon

empujando la puerta, la cerraron a la fuerza.

“Nada hacia arriba mientras el nivel del agua siga subiendo,” dijo Altman. “Mantén tu cabeza

arriba hasta que llegues al techo, entonces, una vez que comience a cubrirte, te sumerges y nadas

hacia el fondo. Entendiste?”

Harmon no respondió.

Altman lo golpeo. “Lo entendiste?” grito.

Harmon asintió.

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Comenzaron a inundar la recamara. Al principio Harmon solo se quedó ahí, mirando el agua

helada entrar, subiendo por sus piernas y por un momento Altman solo espero que se quedara

ahí, mirando, sin moverse, y se ahogara. Pero cuando el agua llego a su pecho, respiro

profundamente y comenzó a nadar.

“Recuerda,” dijo Altman, flotando por su cuenta. “Hasta el techo y entonces hacia abajo, directo al

fondo, luego todo el camino hacia la superficie. Pero no demasiado rápido.”

Intento respirar lentamente, con cuidado. El agua a su alrededor estaba agitada y espumosa, y

tomaba un serio esfuerzo mantenerse flotando por encima de ella. Miro a Harmon, pero parecía

estar bien ahora. Dos veces había desaparecido de la superficie pero reapareció casi de inmediato.

Entonces Altman miro hacia el techo. Se estiro y se agarró de las rejas, sosteniéndose, respirando

lentamente hasta que el agua cubrió su rostro.

Se sumergió, nadando hacia los controles y abrió la puerta del suelo de la bahía. Harmon ya estaba

ahí abajo, lo vio golpeando la puerta de metal, intentando salir. Tan pronto como la puerta se

abrió lo suficiente, él la atravesó y desapareció. Altman lo siguió rápidamente.

· · ·

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El agua estaba mucho más obscura que antes. Nado ciegamente, intentando subir directamente,

entonces giro y comenzó a subir demasiado rápido, golpeando la parte interior de la bahía y luego

subiendo a la superficie.

No era tan difícil como descender, pero era difícil. La tentación era subir rápidamente, que lo

hubiese dejado acalambrado y temblando y probablemente lo matara. Entonces, ascendió

lentamente, siempre consiente de que el aire se agotaba, su corazón latía cada vez más lento. Para

el momento en que finalmente llego a la superficie, sus pulmones se sentían como si estuviesen

en llamas. Había una tenue luz de luna, apenas lo suficiente para ver. Miro alrededor y vio una

sombra de la plataforma de botes, pero no había señal de Harmon. Giro su cabeza buscándolo,

pero no lo encontró.

“Harmon!” grito tan fuerte como pudo.

Pataleo, intentando elevarse tanto sobre el agua como pudo. Incluso entonces, no lo hubiese

encontrado de no ser por la forma en que una ola golpeo la plataforma y mostro su cabeza

flotando del otro lado.

Nado hacia la plataforma, subió por la escalera y tambaleo hasta llegar al otro extremo. La

instalación flotaba con dificultad ahora, hundiéndose lentamente. Hubo un fuerte rugido por el

agua que ingresaba, o tal vez el rugido era de algo más, toda la estructura rechinaba también,

mientras el agua ingresaba y cambiaba su peso, aumentando la presión en las uniones.

“Harmon!” llamo otra vez.

Pero el hombre no lo escucho, tal vez no podía por todo el ruido. Altman se sumergió, nado hacia

él y lo toco.

“Harmon,” dijo, “vamos!”

Estaba confundido y parecía estar mareado, en un estado de shock. Altman lo golpeo, y lo arrastro

hacia la plataforma. Logro que nadara nuevamente, aunque algo letárgico, prácticamente tuvo

que arrastrarlo hacia la plataforma.

La plataforma ya estaba hundiéndose, semisumergida en el agua, siendo arrastrada por el domo.

Subió a Harmon al bote y luego subió él. Entonces los vidrios del domo detrás suyo se rompieron y

la plataforma estaba bajo el agua, la soga del bote estaba tirante, hundiéndolo de un extremo. Sus

dedos temblaban, intento desatar el nudo, pero la presión lo había ajustado mucho para hacerlo.

Sus ojos buscaban desesperadamente un cuchillo pero no encontró ninguno. Había un ancla, así

que la agarro y comenzó a golpear el nudo tan fuerte como pudo, intentando liberarlo.

El bote se hundió más, lentamente llenándose de agua. “Ve hacia el otro extremo del bote!” grito

a Harmon, pero no pudo girar a ver si lo hizo. Seguía golpeando el nudo con fuerza.

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Repentinamente el bote brinco y los tiro por la borda. Fue solo luego de subirse nuevamente con

el ancla que se dio cuenta de que el nudo ya no estaba, lo había logrado.

El bote comenzó a girar. Había un fuerte efecto de succión alrededor de la instalación al irse

hundiendo. Salto hacia el asiento del conductor y encendió el motor, acelerándolo a fondo. El bote

salto hacia adelante, pero en la dirección contraria, directo hacia el domo: lo corrigió, pero aún

había algo mal. Estaban atrapados en un vórtice, una especie de remolino que la instalación

estaba creando al hundirse.

En lugar de forzar el motor luchando contra él, giro y siguió la corriente, intentando liberarse

cuidadosamente. El último domo se hundió del todo y se había ido.

Sintió la fuerza de la corriente en el motor pero mantuvo la velocidad estable, intentando no mirar

a los lados, intentando no entrar en pánico. Por un instante sintió el bote resistiéndose, pero luego

comenzó a girar y amenazaba con darse vuelta y hundirse, pero repentinamente se liberó.

Aumento la velocidad, mirando sobre su hombro. El interior del complejo, lo poco que podía ver

entre las olas, estaba parpadeando y chispeando, el sistema eléctrico y el generador aún seguían

en proceso de desconectarse. Pudo verlo solo un segundo y luego había desaparecido. Giro el bote

dibujando una larga curva y se dirigió de regreso a Chicxulub.

Estaba pensando que debía chequear a Harmon cuando se dio cuenta de que estaba parado

detrás suyo. Giro y fue golpeado en la cabeza por el ancla, cayendo a un lado del asiento.

“Estabas mintiendo Altman,” dijo Harmon. “El Marker no quería ser hundido. Tu no lo amas, lo

odias.”

No, intento decir no. Pero no salió nada.

Vio a Harmon inclinarse sobre él. Agarro sus manos con fuerza y las junto, comenzó a atarlas.

“Creí que eras mi amigo,” dijo Harmon. “Pensé que eras un creyente. Pero si realmente lo fueras,

porque no tienes uno de estos?” toco el pendiente del Marker que colgaba de su cuello. “No debí

confiar en ti.”

Te salve, intento decir Altman. Podría haber dejado que murieras, pero salve tu vida.

“Ahora voy a buscar ayuda de verdad,” dijo Harmon, y tomo los controles.

Altman se quedó ahí, su mirada perdida. Un cálido fluido corría sobre su mejilla y su boca. Fue solo

cuando intento tragarlo que se dio cuenta de que era sangre. Le tomo otro minuto darse cuenta

de que era su sangre.

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Okay, pensó. He estado en situaciones peores. Intento mover sus manos, pero no podía sentirlas.

Era como si su cuerpo hubiese sido desconectado de su cabeza. Descansaría solo un momento, se

dijo a sí mismo. Solo descansare aquí y entonces, en un momento, me liberare de estas ataduras.

Su visión comenzó a disminuir, y lentamente desapareció. Escuchaba el sonido del motor,

entonces lentamente dejo de oírlo también. Se quedó ahí, sintiendo el movimiento del bote a

través de las olas. Luego de un tiempo, parecía solo sentirse a la distancia. Un momento más y eso

también se había ido. Se quedó en el bote, sin ver, oír ni sentir nada. Todo el mundo se disolvía a

su alrededor. Intento enfocarse en el sabor a sangre de su boca tanto como pudo. Pero pronto,

eso también desapareció.

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Epilogo

Entonces todo comenzó a regresar. Primero vio una pizca de luz en la obscuridad a una gran

distancia. La observo, intentando determinar si se estaba acercando o alejándose en la distancia.

Pero no era capaz de decirlo. La miro un largo tiempo, o lo que se sintió como un largo tiempo,

hasta que desapareció otra vez.

Obscuridad. Simple y llana. Pero de cierto modo, también un cuerpo. Su cuerpo, sus límites.

Estoy muerto pensó. Esto es el infierno.

Hubo un largo momento en que nada sucedió. Las luces regresaron. No las vio reaparecer

exactamente, simplemente sabía que estaban ahí, y sabía que habían estado ahí un tiempo. Las

observo. Esta vez lentamente crecieron. Se movían lentamente hacia ellas. De repente se

volvieron increíblemente brillantes.

Las cosas comenzaron a tomar forma a su alrededor. Una fina figura de dónde provenía la luz. Algo

rosado tomaba forma frente a ellas, lentamente noto que era una mano humana.

“Una pequeña respuesta,” dijo una voz, estable, inalterada. “Aumenten la dosis.”

Sintió algo, un pinchazo en alguna parte de su cuerpo. Repentinamente pudo mover los músculos

de su cara.

Dónde estoy? Intento preguntar, pero lo que produjo fue un tenue, inarticulado sonido.

“Ahora sí,” dijo otra voz. La luz se retiró y pudo ver un rostro, semi escondido detrás de una

máscara quirúrgica. Detrás había otros rostros, tal vez una media docena en total.

“Dónde estoy?” pregunto, y esta vez las palabras salieron de su boca.

“Estas con vida,” dijo la voz cubierta por la máscara. “Eso es todo lo que necesitas saber.”

Intento mover su brazo, estaba atado. El otro brazo también estaba atado, sus piernas igual.

Intento liberarse, arqueo su espalda.

“Ya, ya,” dijo la voz. “No serás capaz de romperlas. Solo relájate.” La máscara quirúrgica giro para

hablar con alguien detrás suyo. “Ve a buscar a Markoff,” dijo. “Dile que Altman está despierto.”

Debió haberse desmayado otra vez. Cuando abrió sus ojos, había tres personas junto a la cama,

mirándolo: Krax, Markoff y Stevens.

“Felicitaciones Altman,” dijo Krax. “Pareces seguir con vida.”

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Cuando abrió su boca y hablo, su voz estaba tomada, su garganta seca. “Mataste a Ada,” dijo.

“No,” dijo Krax. “Ada se suicide. Comenzó a alucinar y luego corto su propia garganta. No fue lo

suficientemente fuerte. No era digna.”

“Digna?” preguntó Altman.

“Necesitamos tener una pequeña conversación,” dijo Markoff.

Altman afino sus ojos. Lo miro cansadamente.

“Hemos hablado con tu amigo Harmon,” dijo Krax. “Nos dijo todo lo que sucedió.”

“Hundiste el Marker,” dijo Stevens. “Por qué harías eso?”

“Era peligroso,” dijo Altman, su voz apenas más fuerte que un susurro.

“No es peligroso,” dijo Krax. “Es divino.”

“Estas loco,” dijo Altman.

“No, tiene razón,” dijo Stevens. “Me temo que esa es la conclusión a la que los tres hemos

llegado.”

Altman giro su cabeza levemente en dirección a Markoff. Dolió moverla. “No crees eso verdad?

Como puedes creer que es divino luego de ver lo que es capaz de hacer.?”

Markoff ofreció una dura y gran sonrisa. “Creo vida,” dijo. “Lo vi por mí mismo, vi como tomaba

carne muerta y la regresaba a la vida.”

Tal vez no es un creyente en realidad, pensó Altman. O tal vez pretendía serlo para lograr que

otros hicieran lo que él quisiera. Igual que él hizo con Harmon.

“Pero qué clase de vida?” preguntó Altman. “Era monstruoso.”

“Debió tratarse de un error,” dijo Stevens. “El Marker debe haberse dañado de alguna manera.

Pero como principio es sólido. Todo lo que debemos hacer es arreglarlo.”

“O si no lo arreglamos, crear uno nuevo,” dijo Markoff.

“Después de todo,” dijo Stevens, “todo indica que cuando trabajaba originalmente, hace milenios,

estableció la vida en la tierra. Una vez que tengamos uno que funcione apropiadamente, nos

permitirá evolucionar más allá de nuestra forma mortal. Nos guiara hacia la vida eterna.”

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“No, no es eso. No es así para nada. Estas equivocado,” susurro Altman. “No estaba dañado;

estaba haciendo lo que estaba destinado a hacer. Está destinado a destruirnos.”

“Entonces por qué se detuvo?” pregunto Stevens. “Y por qué se detuvo cuando transmitiste su

propio código de regreso hacia él, mostrándole que habías descubierto como replicarlo?”

“Como saben eso?”

“No crees que dejamos la instalación sin poder grabar todo lo que sucedía en ella no?” dijo Krax.

“Observamos todo el proceso. Tenemos grabaciones de todo.”

Pero Altman solo sacudió su cabeza. “Estas equivocado,” dijo. “Nos destruirá.”

“El Marker quiere ayudarnos,” dijo Stevens. “Harmon nos dijo lo que descubriste: el Marker quiere

ser replicado. Estaba roto y debe haberlo sabido. Quiere que lo recreemos para así poder

ayudarnos. Pero mejoraremos la tecnología Altman. Haremos uno que funcione y luego lo

haremos incluso mejor.” Se incline hacia adelante. Altman podía sentir el aliento del hombre en su

rostro, podía ver rastros de fanatismo detrás de su calmada mirada. “Es seguro que hay otros

Markers, en alguna parte, en otros mundos,” dijo Stevens. “Ellos nos guiaran hacia adelante.

Mientras tanto, haremos nuestro mejor esfuerzo para entender este y duplicarlo.”

“Tú has hecho mucho para ayudar con eso,” dijo Markoff.

“Pero este está hundido,” dijo Altman desesperado.

“Estaba hundido antes,” dijo Markoff, “y lo elevamos. Sabes eso mejor que nadie. Todo lo que

hiciste fue retrasarlo un poco, unas semanas, unos meses.”

“No tienes la investigación,” dijo Altman. “Todo debe haber sido destruido por el agua y la presión.

Tendrás que comenzar de nuevo.”

Krax sacudió su cabeza. “Altman,” dijo. “Eres tan inocente.”

“Recuerdas a Harmon?” dijo Markoff. “Que crees que hacia Harmon mientras estaba en la

recamara del Marker? Grababa todo, se aseguraba de que nada se perdiera. Y entonces trajo todo

de regreso en su bolsillo. Si hubieses pensado en revisarlo o simplemente lo hubieses dejado para

que muriera, podrías habernos retrasado. Pero no lo hiciste. Eres demasiado confiado Altman.

Tenemos todo.”

“También tenemos la investigación de Guthe,” dijo Stevens. “Podemos aprender de ella que tenia

de malo el Marker y aprender a repararlo. Pudimos realizar nuestros primeros experimentos,

sintetizando y reproduciendo el ADN de la criatura mientras seguías inconsciente.

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Laboratorios herméticamente sellados, una variedad de seguros contra fallas. Estamos siendo

mucho más cuidadosos de lo que Guthe fue, aunque es muy probable que las alucinaciones hayan

sido las culpables de su comportamiento.”

“Y para ser francos,” dijo Krax, “observarte luchando contra ellos para avanzar nos enseñó mucho

sobre cómo controlarlos. No estaríamos tan avanzados si no fuese por ti.”

“Están cometiendo un terrible error,” susurro Altman. Estaba muy cansado. No podía hacer nada.

Pero tal vez, pronto. Todo lo que tenía que hacer era recobrar sus fuerzas. Una vez que lo hiciera,

haría todo lo que pudiera para detenerlos. “Si siguen adelante con esto, significara el fin de la

humanidad. Tal vez no ahora mismo, pero pronto.”

“Es lo que esperamos,” dijo Stevens. “Si seguimos con esto, alcanzaremos el próximo paso

evolutivo. No seremos más humanos, seremos mejore que humanos.”

“Adiós Altman,” dijo Markoff. “Haz sido un gran adversario. Pero esta vez perdiste.”

Una vez que los tres se habían ido, un doctor que los acompañaba se acercó y susurro algo al oído

del cirujano. Este asintió con su cabeza y lleno completamente una hipodérmica. La introdujo en el

brazo de Altman. El mundo se volvió gris y lentamente desapareció.

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2

Cuando despertó, seguía atado a una cama. Estaba solo en un cuarto pequeño, algo muy similar a

una celda. Lucho para liberarse de las ataduras, pero eran muy firmes.

Durmió, se despertó, durmió otra vez. Ocasionalmente una enfermera entraba y cambiaba la bolsa

de fluidos que colgaba a su lado. Su cabeza dolía. Una vez que la enfermera entro al cuarto, saco

un pequeño espejo de su bolsillo y lo sostuvo para que pudiera verse.

Su cabeza estaba envuelta en vendas. Apenas podía reconocer su propio rostro.

“Ahí lo ves,” dijo la enfermera y señalo la parte superior de su cabeza. “Ahí es donde tuviste tu

accidente.

“Accidente?” dijo.

“Si,” dijo ella. “Donde tropezaste y te caíste.”

“No fue un accidente,” dijo él.

Ella sonrió. “Luego de un trauma en la cabeza las cosas suelen confundirse,” dijo ella.

“No,” dijo él. “Sé exactamente lo que sucedió.”

Su sonrisa parecía dibujada en su rostro, falsa. “No se supone que hable contigo,” dijo. “Esas son

las reglas.” Lentamente se alejó por la puerta.

Unos minutos después, la puerta se abrió y un hombre con una hipodérmica entro.

Cuando despertó otra vez, estaba en un lugar distinto, un lugar que no solo parecía una celda, sino

que lo era. Las vendas ya no estaban sobre su cabeza, aunque una gran herida en proceso de

curación seguía ahí. Lo habían desatado, dejándolo tirado en el piso. Se levantó con dificultad, sus

músculos estaban débiles por la falta de uso..

El cuarto era blanco, sin marca o diseño alguno. Había una puerta, pequeña, en el medio de una

pared. Alto sobre él y fuera de alcance había una cámara de video. Un pequeño retrete en la

esquina y un dispensador de comida justo al lado.

Fue hacia la puerta y el golpeo. “Hola!” grito. “Hola!” y presiono su oído contra la puerta. No

escucho nada.

Espero, intento otra vez. Nada pasaba. Luego otra vez. Aún nada.

Horas pasaron, luego días. El único sonido que no provenía de él mismo era el de la comida

cuando caía por el conducto.

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No había manera de que pudiera controlar cuando venía, ningún botón que presionar. De repente

había un sonido y la comida estaba ahí. Guardaba los contenedores y lentamente llenaron un lado

del cuarto.

Sentía que era el último hombre sobre la tierra. Sentía que se estaba volviendo loco.

Se retrajo cada vez más en sí mismo, prestando menos atención al mundo exterior.

Entonces los muertos comenzaron a regresar, uno por uno, para mantenerlo acompañado. Todas

las personas por cuyas muertes se sentía responsable, sentados a su alrededor, juzgándolo.

Estaban Ada, Field, Hendricks y Hammond y muchos otros que no reconocía. Estaban solos, él, su

culpa, y los muertos.

Entonces se despertó para encontrarse fuera de ese cuarto, en cambio estaba sentado en una silla

en una larga mesa. Sus manos estaban esposadas a los lados de la silla. Frente a él, en el otro

extremo de la mesa, estaban Markoff y Stevens.

“Hola Altman,” dijo Markoff.

Al principio no respondió. Era extraño estar en un cuarto con gente viva, casi intolerable. No podía

creer que estaba sucediendo realmente

“Altman,” dijo Stevens. Chasqueo sus dedos. “Aquí Altman. Concéntrate.”

“No estás aquí,” dijo Altman. “Estoy alucinándote.”

“No,” dijo Stevens. “Estamos aquí. Incluso si no fuese así, te lastimaría hablar con nosotros?”

Tiene razón, pensó Altman. Que lastimaría? Y entonces record a Hennessy, muerto por escuchar a

una alucinación; Hendricks, muerto por escuchar a una alucinación; Ada, muerta por escuchar a

una alucinación. Y así seguía. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

“Que pasa con él?” preguntó Markoff.

“Lo rompimos,” dijo Stevens. “Te dije que era demasiado tiempo. Somos reales Altman. Que

tenemos que hacer para demostrarlo?”

“No pueden probarlo,” dijo Altman.

“Haz algo Stevens,” dijo Markoff. “No es divertido así.”

Stevens se adelantó hacia él, lo golpeo con fuerza, y luego otra vez. Altman levanto su mano y toco

su mejilla.

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“Sentiste eso?” pregunto Stevens, con un tono burlón en su voz.

Lo había sentido o lo había imaginado? No lo sabía. Pero tenía que tomar una decisión: o hablar o

ignorarlos

Dudo por tanto tiempo que Stevens, o la alucinación de Stevens, lo golpeo otra vez. “Y bien?” dijo.

“Si,” dijo Altman. “Tal vez eres real.”

Y al decirlo, fue como si se volvieran más reales. Pero si hubiese insistido con que eran

alucinaciones, hubiese ocurrido lo contrario? Hubiesen desaparecido simplemente?

“Así está mejor,” dijo Markoff, sus ojos comenzaron a brillar.

“Donde esta Krax?” pregunto.

Markoff desvió la pregunta. “Krax cometió el error de volverse desechable. Estamos aquí para

hablar de ti Altman.”

“Que tengo yo?”

“Hemos decidido que hacer contigo,” dijo Stevens. “Causaste muchos problemas.”

“Esa jugada que hiciste en Washington,” dijo Markoff. “Eso fue de muy mal gusto. Quise matarte

por eso.”

“Por qué no lo hiciste?”

Markoff miro brevemente a Stevens. “Cabezas más frías prevalecieron,” dijo. “Pero resultó ser que

estaban equivocadas.”

“Soy el primero en admitirlo,” dijo Stevens.

“No fuiste mejor cuando regresaste,” dijo Markoff. “Interferiste con los experimentos, causaste

una enorme cantidad de daños a la propiedad, hiciste todo lo posible para entorpecer el camino.

Una vez que el contratiempo del complejo flotante ocurrió pensé, bueno, ellos lo destrozaran y lo

convertirán en uno de ellos, y yo estaré en casa, con mis palomitas y mis dulces mirándolo en la

pantalla. Pero eso tampoco funciono. En cambio, hundiste una instalación de investigación de un

billón de dólares.”

“Casi te matamos cuando te sacamos del bote junto a Harmon, pero Markoff quería que tu muerte

fuese perfecta,” dijo Stevens.

“Si,” dijo Markoff. “La perfección.”

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“Ambos están locos,” dijo Altman.

“Ya has usado eso antes,” dijo Markoff. “Tienes que pensar en un insulto mejor.”

“Te gustaría oír nuestros planes?”

“No,” dijo Altman. “Regrésenme a mi celda.”

Stevens lo ignore. “Una vez que hayamos descifrado el secreto del Marker, una vez que lo

hayamos replicado, lo compartiremos con el público. Hasta entonces, les daremos pequeñas

pruebas, algo que los prepare para lo que viene.”

“Ahí es donde tu entras,” dijo Markoff.

Stevens asintió. “Visto en esa luz, haz jugado justo a nuestro favor. No es suficiente que nosotros

creamos. Dado que se trata de la salvación de la especie humana, necesitamos esparcir la

creencia. Y que mejor forma de hacerlo que iniciar una religión formal? De esa manera, cuando el

momento justo llegue, estarán listos.”

“No todo el mundo tiene que saber la extensión total de lo que está sucediendo,” dijo Markoff.

“De hecho, es mejor que solo algunos de nosotros sepa los detalles, solo un selecto grupo íntimo.

Siempre es mejor mantener algo de misterio, iniciar a la gente lentamente, de forma gradual.

Manteniendo el poder en las manos correctas.”

Altman vio que sus manos temblaban. “Pero yo lo publique,” dijo. “hice todo público. La gente lo

sabrá.”

“Si, lo hiciste,” dijo Stevens. “Gracias por hacer eso. Lo que dijiste fue que el gobierno estaba

escondiendo algo y que la gente debía saber sobre ello. Piénsalo. Revisamos todas las grabaciones,

todas las entrevistas que hiciste. Estabas en un gran conflicto sobre si el Marker era algo que debía

ser temido o algo que debía ser estudiado, así que fuiste vago en tus respuestas. Podemos girar

tus comentarios en la dirección que nosotros queramos. Para cuando terminemos contigo, tu

pequeño número no nos dañara en absoluto y no solo eso: serás considerado un santo. Tú lo diste

a conocer primero Altman—tu eres el que comenzó todo. Todo el mundo creerá que tú eres quien

fundo la religión.”

“Nunca les seguiré la corriente,” dijo Altman, el miedo crecía en su interior.

Markoff se rio con fuerza. “Nunca dijimos que necesitáramos tu ayuda,” dijo.

“Como cualquier profeta, eres de mayor utilidad para nosotros muerto que vivo,” dijo Stevens.

“Una vez que estés muerto, podremos decir la verdad—nuestra verdad—construirla a tu

alrededor y no hay nada que puedas hacer al respecto.

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Serás más grande de lo que fuiste en vida. Escribiremos historias sobre ti, libros sagrados.

Borraremos lo que no nos gusta sobre ti y acomodaremos lo que queramos. Tu nombre será

asociado por siempre con la Iglesia Unitologa. Serás conocido como nuestro fundador.”

“Lo que nos permitirá al resto permanecer en las sombras y trabajar en esto,” dijo Markoff. “Debo

admitir que encuentro muy satisfactorio pensar que será tu nombre el que guie el movimiento

que tan desesperadamente intentaste destruir. Casi hace que todos los problemas que causaste

valgan la pena.”

“Nunca se saldrán con la suya,” dijo Altman.

Markoff sonrió, mostrando las puntas de sus dientes.

“Honestamente no puedes pensar eso,” dijo Stevens. “Claro que lo haremos.”

“Te has vuelto oficialmente desechable,” dijo Markoff. “hemos decidido donar tu cuerpo a la

ciencia. Tenemos una muerte particularmente viciosa planeada para ti.”

“Encontraras esto interesante,” dijo Stevens. “Usando una variante del material genético que

Guthe produjo, hemos desarrollado un espécimen que estamos interesados en que conozcas. Fue

hecho mediante la combinación del tejido de tres seres humanos con el ADN. El resultado, estoy

seguro de que estarás de acuerdo, es realmente sorprendente.”

Altman intento saltar sobre el escritorio, pero solo logro tumbar su silla. Se quedó ahí, con su cara

presionada contra el suelo.

Luego de un momento, Markoff y Stevens se levantaron de sus sillas y lo acomodaron.

“Krax, de hecho, mintió cuando dijo que no mato a tu novia,” dijo Markoff. “Como se llamaba?

Supongo que no importa. Él si la mato. Un carácter generalmente inconsistente. Razón por la cual

se volvió desechable.”

Altman no respondió.

“Así que, ahí está tu motivación,” dijo Stevens. “Venganza. Mata al Krax y la muerte de Ada será

vengada. Debería ser un buen show.” Sonrió. “Parece justo no lo crees? Una forma apropiada para

que encuentres tu final? Quien podría pedir más?”

“Pensaras que te enviaremos ahí indefenso,” dijo Markoff. “Si crees eso estas equivocado.

Tenemos un arma para ti.” Busco en su bolsillo y saco una cuchara, forzándola en el puño cerrado

de Altman. “Aquí tienes,” dijo. “Buena suerte.”

Y entonces, sin otra palabra, el par se levantó y abandonó el cuarto.

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3

La recamara en la que lo tiraron era circular, de unos seis metros de diámetro. Lo empujaron a

través de una puerta presurizada y lo dejaron ahí, sosteniendo su absurda arma, por demasiado

tiempo. Había intentado hacerla un poco menos absurda, raspándola contra las paredes, afilando

sus bordes, dándole punta, haciendo una especie de cuchillo casero.

La cámara de observación estaba directamente arriba, del mismo tamaño y forma que la cámara

de abajo. El techo de vidrio de la cámara baja servía como suelo para la cámara superior. Podía ver

a Stevens y Markoff arriba, merodeando sobre él. Estaban bebiendo unas copas de champagne,

sonriendo.

Una cosa es ser asesinado, pensó Altman, pero morir sabiendo la infamia que sería llevada a cabo

con tu nombre es otra cosa totalmente diferente. Sería mejor ser como el anciano borracho del

pueblo que no tenía nombre.

La segunda puerta de la recamara se abrió para revelar un obscuro corredor. Se quedó dónde

estaba, cerca de la puerta por la que había sido empujado, esperando que algo saliera. No pasó

nada.

El mundo es un infierno, pensó Altman. Puedes hacer todo bien y engañar a la muerte, y luego ser

arruinado por un paso en falso. Esas, aparentemente eran las condiciones de la vida. De su vida

por lo menos.

El olor repentinamente lo golpeo. Era un olor rancio, pútrido en extremo. Tuvo una arcada.

Y entonces escucho un sonido muy pesado, y la criatura atravesó la puerta.

Rompió los lados del marco al pasar. Podía ver aquí y allá, recuerdos de que alguna vez había sido

humano, un pie había sido partido y doblado y ahora se proyectaba desde la unión del gigantesco

brazo de la criatura. Tentáculos similares a dedos salían de su cabeza. Y entonces, en el medio de

su pulsante abdomen, había un largo callo que parecía ser la agonizante cara de Krax.

Ingreso completamente en el cuarto y aulló.

Oh Dios pensó. Que esto sea una alucinacion. Que sea un sueño. Déjenme despertar.

Cerró sus ojos y los abrió otra vez. La criatura seguía ahí. Rugió otra vez y cargo contra él.

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AGRADECIMIENTOS

Este libro no hubiese sido possible si Frank y Nick Murray no me hubiesen provisto con el lugar

perfecto para escribir en el momento justo. Mis agradecimientos son para ellos y para Le Trèfle

Rouge, y a los amigos de Visceral Games/EA por confiarme con lo mejor de su horror de ciencia

ficción lleno de desmembramiento en tercera persona. Y un aplauso especial para mi editor, Eric

Raab, por su excelente, incansable y mal agradecido trabajo.