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maga-de-lioncourt
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Destinada.
Nadie podía dudar que Anabel tenía un Don extraordinario. El don bien podría conducirla al Exodo, si lograba salir victoriosa de La guerra de las brujas , y por eso mismo es que casi nadie
sabía de él.
Como Lily, una antigua bruja que viviera miles de años atrás y que hoy en día alimentaba más de un millar de leyendas alrededor
del mundo, solía escurrirse entre las Sombras de la Medianoche, justo cuando llegaba a su fin La hora del ángel , y practicaba una y otra vez sus hechizos más difíciles, aquellos que exigían el
máximo de su concentración.
La Luz de luna era su única testigo en esas noches extenuantes, donde dejaba poco a poco de ser una niña inocente e ingenua para
convertirse en la bruja que estaba destinada a ser.
Cuando finalmente La luz de los dioses comenzaba a brillar en el firmamento, la Ciudad de Cristal que la había visto crecer y que era muy consciente que dependía de su esfuerzo, despertaba lentamente. Era habitual verla regresar a casa a esa hora, con la
capucha de la capa cubriendo su rostro, las grandes marcas oscuras alrededor de sus ojos y el rictus pálido de sus labios, caminando con
lentitud pero seguridad por las angostas calles del reino.
Por trece razones , grabadas con el fuego de la diosa, debía cumplirse la Profecía que la llevara a la victoria. Era eso, o ver a
su pueblo derramar muchas Lágrimas oscuras . Anabel jamás olvidaba ese detalle, y a veces sentía que el mismísimo Ángel del
caos se lo susurraba con su frío aliento.
Su destino era recuperar El r ío robado y mantener a su pueblo a salvo.
Su destino era llegar a Incarceron como una bruja sabia y salir de allí como la reina digna de liderar a su pueblo.
Su destino era triunfar... o descender hacia El mundo de las sombras.