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Estudio Mariscal
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“Aquel que deja rastro deja una herida”
Henri Michaux
“Es mejor practicar la estética que discutirla”
John Berger
“Apenas nacemos sentimos que somos un fragmento
desprendido (…)”
Octavio Paz
En los años cincuenta, los chicos y las chicas blancos y blancas de Los Ángeles salen al atardecer con sus cochazos
descapotables a mostrar su despreocupación, su juventud, su opulencia… Los chicos americanos hacen cruising a velocidad
humana; su objetivo no es exhibir la potencia de su coche, sino más bien la perfecta belleza de la máquina y su poderío
simbólico. Quieren verse las caras al cruzar, como en un duelo incruento que se bate con gestos. Los chicos van con el brazo
apoyado en la ventanilla, displicentes, confiados. El presente y el futuro son espléndidos. Las chicas, encajadas entre dos
chicos, en esos asientos que son casi como sofás, con el cabello peinado a la moda, con las gafas de moda, con el vestido
de moda, aún no se han liberado de los chicos, ni de las modas. Chicos y chicas cómodamente sentados en ese tresillo
andante de cuero, con la brisa acariciando sus cuerpos y el interminable capó como punto de mira del horizonte infinito,
presumiendo de los tres bellísimos espejos retrovisores de su Chevrolet Impala del 59, de poder girar suavemente un volante
tan grande como un camión, del filtro de aire como una ensaimada de Mallorca tamaño king size, del enorme maletero en
el que cabe una familia entera a la hora de la merienda, de la acolchada suspensión, de las líneas fugadas hasta el infinito,
de las formas sensuales, y de los embellecedores de cromo perfectos como espejos y destellantes como dólares de plata.
Su única preocupación es elegir el color de la nevera, el modelo del televisor o la marca de la cafetera. El mundo es un cielo
azul en el que brilla el futuro.
El mundo hace ¡Crash!
Àngels Manzano
Esa ética y esa estética del despilfarro han dejado una profunda herida. La que
parecía una época dorada ha resultado estar teñida del color del fracaso. Incluso
Javier Mariscal, absolutamente fascinado por la estética de la década de los
cincuenta, ha percibido la certeza de esa herida. Y como es de los que prefiere
practicar la estética que discutirla, ha expresado su percepción en el lenguaje que
le es propio, un lenguaje que unos dicen es arte y otros dicen es sólo parte. Sea
como sea, ahí está el ¡Crash!, capaz de expresar el preciso momento en que esa
fascinación salta por los aires, se fragmenta y se expande. El ¡Crash! es el final de
una época, pero es también el inicio de otra nueva.
Las múltiples piezas que han quedado dispersas en este momento de caos serán
ordenadas por los nuevos tiempos y transformadas en otras cosas que, sin llegar
a perder su naturaleza, conformarán otro mundo. Un mundo en el que la certeza
de que los recursos son limitados permite actuar en consecuencia, desarrollarse
en consecuencia, diseñar en consecuencia... Un mundo en el que está claro que no
hay ya gasolina, jamón de jabugo ni papel higiénico para todos, así que habrá que
utilizar la tecnología no para exprimir los recursos naturales sino para preservarlos.
Un mundo que -seamos optimistas, como lo es Javier- sea mejor: más justo, más
inteligente y más sostenible. Un mundo que, sin renunciar a la belleza, no cause
herida.
El niño lector de tintines que fue Mariscal, impresionado por esa viñeta de Tintin
en el Tibet que le ofrecía la primera imagen congelada de un instante de caos, que
fijó en su retina la violencia a cámara lenta de Sam Peckinpah y que imaginó cómo
dibujaría ese inimaginable Big Bang que cuentan los científicos, condensa en el
¡Crash! su trayectoria estética y, casi, sin darse cuenta, se pronuncia sobre una
nueva ética. Porque detrás de cada forma se agazapa una idea, una visión de la
realidad y un compromiso. Y eso ocurre tanto si se es artista como si no se es; una
eterna diatriba cuando se habla de Mariscal y que, como tantas otras cosas, también
se llevará por delante este regenerador ¡Crash!
Crash!602 X 272 X 210 cm.
mixta. Acero inoxidable, hierro, resina, piezas
de automóvil recicladas, polipiel y moqueta
Modelado: Taller Gecco
Estructura, acabados y pintura:
Taller Pere Casanovas
Pellaires 30-38 08019 Barcelona T. 34 933 036 940 F. 34 932 662 244 [email protected] www.mariscal.com