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Dossier Ultra Fin

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ULTRAMARINASDe la Srta. Milagro

Cartografías de mundos imaginariosAlonso Aguilar Orihuela

Todo cartógrafo es, como el poeta, un fingidor. Por función, señala el inicio y el fin de un lugar

y, pretenciosamente, del mundo; es filtro, censura, exageración y misterio. Siempre encubre más

de lo que revela y sus imprecisiones conducen a hallazgos insospechados para quien atiende su

labor. No sólo reduce el tamaño de lo representado sino deforma las figuras de la realidad trucando,

simplificando, recortando, mintiendo aunque sólo sea por omisión. Al desempeñar un oficio entre

la ciencia y el arte, se abre a posibilidades que otros trabajadores no conocen, y al trazar el mundo lo

reinventa y recupera la particularidad de cada lugar, lo vuelve matérico sobre el papel o la tela. Los

dibujos de mundos imaginarios1 se leen en pliegues y despliegues, reveses, caídas y vuelos.

Este nuevo mundo al que arribamos no geográfica sino temporal y socialmente en el siglo XXI,

exige otras formas de mapear: descentrar la mirada, mezclar escrituras, desordenar las geografías,

difuminar las fronteras en busca de sentidos otros, significados dislocados. Estas formas de mapear

son las que ofrece la Srta. Milagro en Ultramarinas.

Si los cartógrafos de los siglos XV y XVI creaban mapas que a partir de dibujos advertían a los

viajeros de los monstruos que habitaban las profundidades de los mares, de las costumbres bárbaras

de otros seres en tierras distantes, estos mapas sobre tela, hechos kimonos y mantones de lino y

seda, nos dejan ver japoneses antropófagos comiendo el cerebro de algunos incautos, un cristo

pleno de mezcalina, calamares gigantes, una virgen transtornada, escenas zoofílicas, flores de

opio y otros fragmentos de la gráfica de Toño Camuñas, recortados y alterados por la Srta. Milagro

como una especie de paisaje de la velocidad, atrocidad, perversión y diversión de las sociedades

contemporáneas: un políptico mapa de nuestro tiempo.

Si el viaje ha perdido su capacidad de asombrarnos a fuerza del pragmático traslado de negocios,

del turismo ramplón, de la vacuidad del proteccionismo de las ciudades convertidas en maqueta,

estás, lector, en la entrada a una exposición que devuelve al viaje su sentido de convivencia, de

reflexión, de coleccionismo de recuerdos, de la experiencia vuelta obra de arte. No es baladí que la

Srta. Milagro haya decidido plasmar su bitácora en prendas de uso común, como recordando que la

grandeza está en lo mínimo, en lo cotidiano.

Oaxaca, otoño 2013.

1 Muchos cartógrafos, entre ellos Martin Waldseemüller’s –con su Carta Marina fechada en 1516–, Olaus Magnus –con Carta marina et descriptio septemtrionalium terrarum ac mirabilium, publicada en Venecia en 1539– y Sebastian Münster –Typus Cosmographicus Universalis, de 1555–, más que calcular imaginaban, a partir de mapas antiguos o los relatos de viajeros poco confiables, las distancias, dimensiones, flora y fauna de los lugares que representaban.

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I. De ida y vuelta

Los viajes ilustran, se dice, y transforman tanto a viajeros como a los sentidos con los cuales se apre-

cia lo desconocido. La travesía se adhiere al viajero y a los objetos como algo distinto mientras van de

un sitio a otro. El viaje añade y merma, presta y toma del viajero y del nativo; al mirar y ser mirado se

redefine lo que uno es, lo que uno conoce, lo que uno sabe. La identidad y la cultura nunca serán las

mismas al comienzo y al final de una travesía.

Hace más de cinco siglos la búsqueda de una nueva ruta hacia la Especiería1 fue el detonante del

encuentro de Europa con América. La vía originalmente imaginada nunca se encontró, pero even-

tualmente se llegó a Oriente atravesando México. Hallar un camino hasta Asia fue arduo, pero lo fue

más encontrar la vía de regreso. Muchos años pasaron antes del tornaviaje. En 1566 se encontró la

manera más adecuada para regresar de Manila a Acapulco y tras el descubrimiento de la ruta segura,

comienza la rutina. Solamente la piratería, la corrupción o los eventuales accidentes subvirtieron el

tránsito fluido de 250 años por el Pacífico.

Filipinas fue colonia española, pero nunca tuvo trato directo con su madre patria, como no lo

tuvo tampoco España con China ni otros lugares de Asia.

La colonización de las islas se hizo con la experiencia de América detrás: autoridades civiles y ecle-

siásticas se limitaron a la administración y conquista espiritual; para el control del próspero puerto de

Manila tuvieron apenas a unos guachinangos —soldados mexicanos que resguardaban las propiedades

españolas. Nunca intentaron una conquista o colonización como en América: controlar el comercio entre

Filipinas y México les bastaba. Sin que se traspasara Manila, elegido por los chinos para comerciar con

España, y siempre a través de América, los galeones navegaban hasta Acapulco; desde el puerto movían

1 Las “islas de la Especiería” era un archipiélago llamado así durante el siglo XV y XVI, localizado cerca de lo que ahora es Indonesia. Eran famosas porque viajeros holandeses, españoles, portugueses e ingleses se proveían de especias como clavo y nuez moscada. N. del e.

※ULTRAMARINAS

UNA PARTICULAR TRAVESÍAElisa Ramírez Castañeda

por tierra su carga a Veracruz y de allí hacia Cádiz. Las naos fueron mucho más que navíos donde se

acumulaba carga: permitieron que se intercambiaran ideas, imágenes, gustos y usos de lo más diverso.

México era el primer destino obligado; y desde aquí se repartían las mercaderías entre Nueva

España, Perú y España. Seda y canela, plata y grana unieron a España con Asia.

La división del mundo entre las potencias europeas fue decretada en Roma mucho antes y por

mandato divino. El Papa fue el primero que trazó fronteras sobre el mar, repartiéndolo entre las

potencias cristianas. El edicto se cumplió puntualmente y el comercio fue reglamentado: aranceles,

aduanas, cuotas y prohibiciones de las colonias se legislaban desde España, pero la imposibilidad de

vigilar su cumplimiento dio como resultado la corrupción, el robo, el fraude, las sobrecargas, el con-

trabando y, finalmente, redes alternas para la distribución de las mercancías a lo largo de todas las

rutas, tan amplias o más que las legítimas: las grietas del sistema y la habilidad de sus transgresores,

permearon e impregnaron todas las esferas de la vida en las colonias y en las metrópolis.

Plata, tintes, productos vegetales y animales, aromas, religión y escritura, técnicas, seda, laca,

cerámica, telas circularon con ideas, gustos, diseños y estilos entre América, Asia y Europa. Los cinco

sentidos fueron ampliando sus registros al ponerse en contacto con distintas influencias para uni-

versalizar cerdos, chiles, tabaco y porcelana. Recuerdos y cultivos toman nuevo picor, acidez, aroma

y textura del suelo donde retoñan: nunca serán las naranjas ni el ají, el pimiento y el chile, iguales

en las diferentes tierras.

III. Entre tabaco y seda

Las mercaderías reunidas en Filipinas por comerciantes chinos a lo largo de meses, se enviaban

en fardos a los agentes de Acapulco. Toda la carga se calculaba por fardos, pues las telas fueron lo

que más se exportaba. Había chinos farderos especializados en comprimir y empacar las telas de

tal modo que ocuparan el mínimo espacio; además, cubrían los tibores y rellenaban muebles la-

queados, cajas, baúles y mercaderías delicadas para protegerlas, y algunos otros productos —como el

tabaco y las especias— para conservar el aroma y, a su vez, proteger la tela de la polilla. Cada galeón debía

transportar, en teoría, cuatro mil fardos de carga más la que correspondía a los tripulantes y oficiales de la

nao. Nunca fue así: llevaban el doble y hasta el triple; apenas la mitad era legalmente consignada y todo

lo demás era contrabando que se iría quedando a lo largo de toda la ruta.

La demanda de productos de la nao hizo que se sustituyeran, reinventaran, copiaran los objetos

deseados y ya popularizados: lacas y taraceados, cerámica y talaveras, tejidos y bordados se rein-

terpretaron y produjeron para uso local. Los mantones llegados a Sevilla y Cádiz también fueron

bordados, por encargo, en Nueva España —en Oaxaca— donde se abandonó la iconografía más

antigua de paisajes y escenas domésticas, sustituyéndolos por motivos floridos. Mucho después, sin

continuidad temporal, reaparecieron flores idénticas en los mantones sevillanos, trajes bordados

del Istmo, chales de Veracruz y huipiles de Yucatán. Cuando se suspende el tránsito de la Nao de

China; quedan las copias, las tradiciones de artesanía reinterpretada, las prendas originales celosa-

mente resguardadas a lo largo de los centurias en las colonias y en España.

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III. Quiméricos kimonos, metíficos mantones

Esta muestra reúne mantones y kimonos de seda, con iconografía contemporánea de España,

bordada sobre las prendas con hilos de seda teñidos en Oaxaca, elaborados por artesanas con técni-

cas nativas, tradicionales e inventadas y documentando el proceso de elaboración de las prendas. La

Srta. Milagro —modista, sastra, artista, viajera— inspirada en la travesía de la Nao de China, coor-

dina a todos los participantes y monta una exposición que atraviesa fronteras geográficas y tempo-

rales, entre géneros artísticos, técnicas y soportes. Es una mixtura o una metáfora: ayunta elementos

disímbolos en un mismo lugar como si fueran semejantes para decir algo completamente ajeno a los

significados originales. La Srta. Milagro se posa en la mar para hacer brotar mariposas. La autoría

se le adjudica a ella —aunque podría no hacerse— porque coloca elementos dispares uno ante otro,

uno junto a otro, uno detrás de otro y con estas yuxtaposiciones de tiempos, significados y diseños,

lleva el mantón de Manila y el kimono hasta el pret a porter. Y también puede trazarse el camino de

retorno hasta la Nao: como el nombre de la autora, que es el mismo de ida o de vuelta.

Nacidos a finales del franquismo, una nueva generación de artistas en España —y en general de

todo el mundo— se declara harta de prohibiciones, estereotipos, cultura acotada y fronteras clau-

suradas. No es de extrañar que sean nómadas, libertarios, iconoclástas y contestatarios. Piratería y

transgresión vuelven a vincularlos con artistas de nuestras latitudes. Por eso la iconografía de las

prendas, a cargo de Toño Camuñas —pirata y anarquista por antonomasia— resulte tan familiar.

Pero esta muestra no es una exposición de este artista; ni siquiera de la gráfica tal y como él la hizo

originalmente —aunque también lo es. Su iconografía es subvertida y trucada por la modista sevilla-

na: se cambia la composición —de suyo inconexa y caótica— al proyectarla y trazarla sobre seda; se

le hace migrar de soporte para utilizarla como modelo para el bordado. El papel y el lápiz, el aerosol

y el muro, la tinta y el lienzo viajan hasta la seda, el hilo y la aguja —para cubrir una espalda, para

rodear un cuello.

El bordado, ajeno a nuestra más antigua tradición textil, fue temprana y hábilmente adoptado

por las poblaciones nativas. Ahora, las bordadoras de colectivos y los artesanos oaxaqueños convoca-

dos por la Srta. Milagro para realizar este proyecto copian las técnicas orientales del bordado artesa-

nal con hilos de seda que tiñen, y aportan su experiencia e inventiva a las puntadas y flecos —sobre

materiales y formas con los que no suelen trabajar. De manera que esta exposición no es, tampoco,

una muestra de textiles o complicados bordados de Oaxaca —aunque también podría serlo.

Estas prendas únicas —con su carga de historia, tradición, copia, invención y mezcla son crea-

ciones colectivas, pero también de la Srta. Milagro, quien ideó piratear y copiar estos motivos sobre

kimonos y mantones —en homenaje también al orientalismo imperante en la moda de finales del

siglo XIX y a las sevillanas ataviadas de zarzuela—, convirtiéndose en la artífice de insólitos ayunta-

mientos donde ninguno de los participantes —ella misma incluida— pueden reclamar autoría sobre

el resultado, la obra de arte final, la prenda terminada.

Se han ido añadiendo capa a capa sobre la seda del kimono o del mantón, los elementos que con-

forman algo distinto; pero para que estén terminadas y sean como fueron pensados, requieren de un

cuerpo vivo que los porte. Al mostrarlos en la pasarela y al usarse se les dará su toque final: el vaivén

de los flecos al andar, la curva de la seda recalcando un dibujo sobre el seno o la cadera.

Materiales, soportes, imágenes y autores son fayuqueados y virados hasta que desaparecen las

fronteras que separan las artes, los géneros, las distancias entre artesano, artista, artífice; entre lo

popular, lo culto, lo kitch; lo étnico, lo nacional, lo auténtico. Finalmente, estas obras de arte que no

se reclaman como tales —aunque podrían hacerlo— vuelven a ser lo que son: prendas de la moda

más vanguardista y contradictoria, donde se unen los materiales y factura más exquisitos y finos con

las imágenes más procaces y contrarias al buen gusto.

Objetos, prendas o piezas ultramarinos, transterrados, migrantes y exiliados —espacial y tem-

poralmente—, desubicados, con elementos tan dispares que juntos no pueden sino significar algo

completamente diferente a lo esperado: es decir, causan sorpresa. Estamos ante un nuevo monstruo,

estropicio natural, aberración fantástica como los que dibujaron hace siglos De Bry o Ambrose Paré

tras leer a los exploradores y cronistas que se enfrentaban con tierras, seres, animales y culturas ab-

solutamente distintas a las suyas.

Quiméricos kimonos, metíficos mantones ideados, alterados, comentados y manoseados, en am-

bos extremos de ultramar, se muestran ahora en un museo: y éste funge como la caja laqueada o el

fardo para las prendas de seda en esta particular travesía.

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SEDA Y TABACO

La travesía marca la obra de la Srta. Milagros. Seda y tabaco se unen histórica y matéricamente. Los

barcos llevaban las hojas desde Filipinas hasta la Fábrica de Tabacos de Sevilla envueltas en paños de

seda, para su mejor conservación. La relación de la seda con el tabaco era beneficiosa para ambos:

no sólo la seda evitaba que las hojas se secaran, sino que el olor que éstas dejaban en el tejido alejaba

a las polillas y los ácaros.

Las cigarreras que trabajaban en la Fábrica de Tabacos de Sevilla, aprovechaban los paños de

seda como rebozos para protegerse de la humedad cuando cruzaban el Guadalquivir de madrugada

desde Triana, donde residían. Según la tradición oral, las trabajadoras de esta fábrica introdujeron

el mantón en el traje popular andaluz. Hoy hay muchos tipos de mantones.

La tabacalera más antigua de Europa comenzó en la plaza de Cristo de Burgos, donde antes había

estado un corral de comedias. Era 1620 y se fabricaba tabaco de rapé, introducido por los marinos

provenientes de América y popularizado en las cortes reales de Europa. En 1758, cuando la produc-

ción y la venta eran ya monopolio del Estado, se inauguró la planta en la calle San Fernando, en

Sevilla. La forma usual de guardar el tabaco era, como hasta hoy, en cajas de madera. La Srta. Mila-

gros, como contadora de historias y hábil tejedora de ilusiones, también ha creado, junto a Ramón

Sanmiquel, pirata y verdugo, una vitola y una caja que resguarda los kiminos y mantones, como el

pequeño cofre de un tesoro.

Caja de madera artesanalContenedor de pieza

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www.cdo.gob.mxf. MupoOaxaca

CENTRO DE DISEÑO DE OAXACA

El Centro de Diseño de Oaxaca se enorgullece en presentar Ultramarinas | Kimonos, mantones

y quimeras. Se trata de una apuesta por un proyecto de diseño de moda que escapa a los circuitos

comerciales tradicionales y a las tendencias actuales impuestas por las grandes casas de la moda.

El trabajo aquí presentado incita al diálogo multidisciplinario, a la relación y cruce de conceptos

históricos para la construcción de su discurso estético y a la producción de series de autor.

En su más reciente colección, Yoy Madrid o la Señorita Milagro –como ella misma se hace llamar–

deconstruye la obra gráfica del artista español Antonio Camuñas, presentándola en 14 prendas de

lino y de seda producidas bajo exquisitos procesos artesanales característicos del estado de Oaxaca.

A través de éste proyecto buscamos mostrar la posibilidad del diseño como hilo conductor entre

procesos creativos, aproximaciones estéticas y contextos culturales diversos. Con ella, esperamos

contribuir a la profesionalización del diseño en el estado de Oaxaca, promover nuevas colabora-

ciones con el sector creativo internacional y fomentar proyectos productivos que beneficien a las

comunidades artesanales de nuestro estado.

Ultramarinas en el Invierno MUPO 2013-2014 , Oaxaca de Juárez, Oaxaca.

Se trata de una apuesta por un proyecto de diseño de moda que escapa a los circuitos comerciales

tradicionales y a las tendencias actuales impuestas por las grandes casas de la moda. El trabajo aquí

presentado incita al diálogo multidisciplinario, a la relación y cruce de conceptos históricos para la

construcción de su discurso estético y a la producción de series de autor.

En la exposición, se reconstruye la obra gráfica del artista español Antonio Camuñas, presentán-

dola en 14 prendas de lino y de seda producidas bajo exquisitos procesos artesanales característicos

del estado de Oaxaca.

IMAGEN DE PRENSA

Basada en el diseño de vitola

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Museo de los Pintores Oaxaqueños (MUPO)Sala Rufino TamayoFotografía: Romina Hierro

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Haori AMOR MARINOTejido: Lino de sedaHilo bordado: Satín Tamaño: 1.30 cm x 1.30 cm

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Kimono WILD LOVETejido: Seda naturalHilo bordado: Satín Tamaño: 1.20 cm x 1.45 cm

Kimono MESCALINATejido: Lino de sedaHilo bordado: Satín Tamaño: 1.20 cm x 1.45 cm

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Mantón QTDXCLTejido: SedaPuntas: Seda tinte naturalHilo bordado: Satín Medida lienzo: 1.10 cm x 1.10 cm

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Mantón pico ME VAIS A SOÑARTejido: SedaPuntas: Hilo seda tinte natural Hilo bordado: Satín Medida lienzo: 1.80 cm x 1.30 cm

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※ULTRAMARINAS

Revista Folio

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Revista Arrecife

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información y ventasYoy Madrid

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galería de arte contemporaneoManuel García

[email protected] 514 10 93