El bibliotecario valiente - Roberto Bolaño

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  • 8/14/2019 El bibliotecario valiente - Roberto Bolao

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    Jorge Luis Borges (1899-1986)

    EL BIBLIOTECARIO VALIENTE

    Por Roberto Bolao

    Empez como poeta. Admiraba la literatura expresionista alemana (aprendi francs por obligacin y alemn por algo que podramos llamar amor, y lo aprendi sin maestros, solo,como se aprenden las cosas importantes), pero posiblemente nunca ley a Hans Henny

    Jahn. En las fotos de los aos veinte podemos verlo con un gestoenvarado y triste, un joven cuyocuerpo casi sin aristas parece tender hacia la redondez, hacia la suavidad.Practic la costumbre de la amistad yfue fiel, sus primeros amigos, enSuiza y en Mallorca, pervivieron ensu memoria con el fervor de laadolescencia o de la memoria sinculpa de la adolescencia. Y tuvosuerte: frecuent a Cansinos-Assensy descubri, para siempre, una visinindita de Espaa. Pero volvi a su

    pas y encontr la posibilidad de undestino. Un destino soado por lmismo en un pas soado por lmismo. En las inmensidadesamericanas imagin el valor y susombra, la soledad inmaculada de losvalientes, el da que se ajusta a lavida como un guante. Y volvi a

    tener suerte: conoci a Macedonio Fernndez y a Ricardo Giraldes y a Xul Solar, quevalan ms que la mayora de los intelectuales espaoles que haba frecuentado, o eso

    pensaba l, y pocas veces se equivoc. Su hermana, sin embargo, se cas con un poetaespaol. Eran los aos del Imperio argentino, cuando todo pareca al alcance de la mano yBuenos Aires poda autodenominarse la Chicago del hemisferio sur sin enrojecer actoseguido de vergenza. Y la Chicago del hemisferio sur tuvo su Carl Sandburg (poeta, por cierto, que l admir), y se llam Roberto Arlt. El tiempo los ha juntado y los ha vuelto aseparar para siempre. Pero entonces uno de los dos se sumergi en el vrtigo y el otro en la

    bsqueda de la palabra. Del vrtigo de Arlt naci la utopa en su estado ms demencial: unahistoria de pistoleros tristes que prefiguraba, del mismo modo que Abaddn el extermnador , de Sabato, el horror que mucho tiempo despus se cernira sobre la repblicay sobre el continente. De la bsqueda de la palabra, por el contrario, surgi la paciencia yuna modesta certidumbre en la felicidad de la literatura. Boedo y Florida fueron losnombres de ambos grupos, el primero designa un barrio popular, el segundo una calle

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    cntrica, y hoy ambos nombres marchan juntos hacia el olvido. Arlt, Gombrowicz (aquellacena que nadie recuerda); pudo haber sido amigo de ellos y no lo fue. De ese dilogoinexistente hoy queda un gran hueco que tambin es parte de nuestra literatura. Por supuesto, Arlt muri joven, despus de una vida agitada y llena de privaciones. Y fue

    bsicamente un prosista. El no. El era poeta, y muy bueno, y escriba ensayos, y slo bien

    entrado en la treintena se puso a escribir narraciones. Hay quien dice que lo hizo ante laimposibilidad de convertirse en el poeta ms grande de la lengua espaola. Estaba Neruda,a quien nunca quiso, y la sombra de Vallejo, cuya lectura no frecuent. Estaba Huidobro,que fue amigo y luego enemigo de su triste e inevitable cuado espaol, y OliverioGirondo, a quien siempre consider superficial, y luego vena Garca Lorca, de quien dijoque era un andaluz profesional, y Juan Ramn, de quien se rea, y Cernuda, al que apenas

    prest atencin. En realidad, slo estaba Neruda. Estaba Whitman, estaba Neruda y estabala pica. Aquello que l crea amar, aquello que ms amaba. Y entonces se puso a escribir una historia en donde la pica slo es el reverso de la miseria, en donde la irona y el humor y unos pocos y esforzados seres humanos a la deriva ocupan el lugar que antes ocupara lapica. El libro es deudor de los Retratos reales e imaginarios , que escribiera su amigo ymaestro Alfonso Reyes, y a travs del libro del mexicano, de las Vidas imaginarias , deSchwob, a quien ambos queran.

    Muchos aos despus, cuando l ya era el ms grande y estaba ciego, visit la biblioteca deReyes, en Mxico DF, oficialmente bautizada como "Capilla alfonsina" y no pudo evitar comentar la reaccin que ante tal despropsito tendran los argentinos si a la casa deLugones se la llamara "Capilla leopoldina". Ese no poder evitar un comentario, su

    permanente disposicin para el dilogo, siempre lo perdi ante los imbciles. Dijo que su primera lectura del Quijote la hizo en ingls y que ya nunca ms le pareci tan bueno comoentonces. Se rasgaron las vestiduras los crticos espaoles de capa y espada. Y olvidaronque las pginas ms certeras sobre el Quijote no las escribi Unamuno, ni la caterva decasposos que siguieron a Unamuno, como el lamentable Ramiro de Maeztu, sino l.Despus de su libro sobre piratas y otros forajidos, escribi dos libros de relatos que

    probablemente son los dos mejores libros de relatos escritos en espaol en el siglo XX. El primero aparece en 1941, el segundo en 1949. A partir de ese momento nuestra literaturacambia para siempre. Escribe entonces libros de poesa estrictamente memorables que

    pasan inadvertidos entre su propia gloria de cuentista fantstico y la ingente masa de musosy musas. Varios, sin embargo, son sus mritos: una escritura clara, una lectura de Whitman,acaso la nica que an se mantiene en pie, un dilogo y un monlogo ante la historia, unaaproximacin honesta al English verse . Y nos da clases de literatura que nadie escucha. Ylecciones de humor que todos creen comprender y que nadie entiende.

    En los ltimos das de su vida pidi perdn y confes que le gustaba viajar. Admiraba elvalor y la inteligencia.